AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Arlett, mas que un perfume... una pasión [privado]
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Arlett, mas que un perfume... una pasión [privado]
Del diario de Andrews de Lesseps. {Antepasado de generación desconocida de la familia de Lesseps}
¿Un vampiro con miedo? ¿A caso aquello era posible? Me estaba riendo de lo que había escuchado hacia unas noches de mí amada Arlett, me pregunto por qué la había escogido a ella entre todas las damas que antes rondaban mi cama y solo tenía una respuesta. Recuerdo las palabras precisas...
“Yo no fui el que te escogió, sino que tú lo hiciste por mí con tu luz iluminaste mis noches oscuras ese día que despoje tu más preciado tesoro entendí que eras para mí, que no podría vivir sin mi ángel de luz, Arlett tu eres la que le da vida a mí no vida, eres la amante de mis sueños, de mis pesadillas eres la mujer que con solo una palabra destruyo todo lo que había escrito para mi destino. Eres la flor más hermosa de mi jardín y siempre serás la única que hace que el frio y el calor sean uno cuando estás conmigo… sé que el hijo que esperas no es mío… pero no importa… porque por siempre ellos llevaran la sangre de un Lesseps. Porque tú me perteneces como yo te pertenezco a ti. Nunca en mis años había encontrado la perfección y a tu lado todo es perfecto”
Sí que lo es, ella que ahora duerme en profundo sueño es la mujer de mi vida, a quien entregare todo, tal como lo será para mi hijo.
Antes de dormirse me pidió que le creara un perfume especial para ella, que solo lo pudiera ocupar ella y nadie más, los deseos de ella son órdenes para mí y ahora en la oscuridad de la noche puedo trabajar.
Ingredientes:
Aceite de amapolas para darle consistencia, Concentrado de violetas para obtener un color tornasol, concentrado de cerezas y de menta para que funcione la mezcla. Con piscas de lima y amaretto, para darle fuerzas… y… el ingrediente que nunca ha de faltar y más si se trata de un perfume especial extracto de coco y de nocturne.
La nocturne le dará al perfume la consistencia para que solo sea exquisito en la piel de ella, de mi Arlett.
(…) ya casi amanece y el perfume está listo, nunca antes había creado algo con tales características, solo quiero que ella despierte para que la fragancia la envuelva y sea la mujer inmortal de mis sueños y pesadillas… Me falta un nombre… pero cual más que ARLETT.
Después de leer aquellas páginas tenía que admitir que a pesar de no llevar sangre de aquel hombre que fue segura mente algún antepasado muy lejano teníamos más cosas en común y pensando más a fondo aquella hoja precisamente se parecía a una del diario de mi padre Antoine de Lesseps. ¿Curioso? En realidad toda teníamos algo de aquel vampiro, quizás él había mordido a sus hijos a los gemelos Antoine y Viola, o tal vez le dio de beber sangre de él. Moví la cabeza en negativa ya que aún no llegaba al nacimiento de los pequeños, no sabía nada en concreto más que eran gemelos y que tenían un criado o esclavo sospechoso. Cerré el libro de cuero grabado con el escudo familiar y mire la perfumería, todo parecía en orden. Pero ya se había plantado en mí la curiosidad sobre aquel perfume, agradecía que Lionel me haya traído la Nocturne así que por lo demás tenia todos los ingredientes necesarios. Me encamine a la puerta del lugar y di vueltas el letrero dando a conocer que las puertas de “Il imagine” estaban cerradas al público.
Tome de una mesita junto a las repisas de fragancias masculinas unos pañuelos que estaban infectados en aromas, el día había sido bastante movido, con varias entregas especiales. Un día perfecto que terminaría con el broche de Oro, una fragancia que no estaba en las estanterías y que era necesario tener, Arlett más que un perfume era la vida de la familia. Con los pañuelos en las manos me fui al laboratorio que quedaba detrás de una puerta, que escasamente el público podía ver, deje abierto por si llegaba mi chofer a buscarme. El lugar {laboratorio} era más amplio que la perfumería misma, tenía todo lo necesario para la creación de perfumes, contaba con un horno al vacío empotrado en la pared del final que me servía para sacar el concentrado u extracto a las hierbas. Camine por el lugar sacando grandes frascos con los ingredientes necesarios, los dispuse de manera ordenada en el gran mesón de mezclas y me faltaba algo. Al tubo de ensayos para fragancias de muestra, fui de nuevo a la perfumería cruzando el umbral y escuche como las campanillas tocaban, alguien había abierto la puerta dejando entrar el viento que a esas horas paseaba por las calles, mirando hacia el joven de presencia misteriosa solo musite – La perfumería está cerrada – dije con una sonrisa en mi rostro, acercándome al mesón de ventas para saber de quien se trataba.
¿Un vampiro con miedo? ¿A caso aquello era posible? Me estaba riendo de lo que había escuchado hacia unas noches de mí amada Arlett, me pregunto por qué la había escogido a ella entre todas las damas que antes rondaban mi cama y solo tenía una respuesta. Recuerdo las palabras precisas...
“Yo no fui el que te escogió, sino que tú lo hiciste por mí con tu luz iluminaste mis noches oscuras ese día que despoje tu más preciado tesoro entendí que eras para mí, que no podría vivir sin mi ángel de luz, Arlett tu eres la que le da vida a mí no vida, eres la amante de mis sueños, de mis pesadillas eres la mujer que con solo una palabra destruyo todo lo que había escrito para mi destino. Eres la flor más hermosa de mi jardín y siempre serás la única que hace que el frio y el calor sean uno cuando estás conmigo… sé que el hijo que esperas no es mío… pero no importa… porque por siempre ellos llevaran la sangre de un Lesseps. Porque tú me perteneces como yo te pertenezco a ti. Nunca en mis años había encontrado la perfección y a tu lado todo es perfecto”
Sí que lo es, ella que ahora duerme en profundo sueño es la mujer de mi vida, a quien entregare todo, tal como lo será para mi hijo.
Antes de dormirse me pidió que le creara un perfume especial para ella, que solo lo pudiera ocupar ella y nadie más, los deseos de ella son órdenes para mí y ahora en la oscuridad de la noche puedo trabajar.
Ingredientes:
Aceite de amapolas para darle consistencia, Concentrado de violetas para obtener un color tornasol, concentrado de cerezas y de menta para que funcione la mezcla. Con piscas de lima y amaretto, para darle fuerzas… y… el ingrediente que nunca ha de faltar y más si se trata de un perfume especial extracto de coco y de nocturne.
La nocturne le dará al perfume la consistencia para que solo sea exquisito en la piel de ella, de mi Arlett.
(…) ya casi amanece y el perfume está listo, nunca antes había creado algo con tales características, solo quiero que ella despierte para que la fragancia la envuelva y sea la mujer inmortal de mis sueños y pesadillas… Me falta un nombre… pero cual más que ARLETT.
Después de leer aquellas páginas tenía que admitir que a pesar de no llevar sangre de aquel hombre que fue segura mente algún antepasado muy lejano teníamos más cosas en común y pensando más a fondo aquella hoja precisamente se parecía a una del diario de mi padre Antoine de Lesseps. ¿Curioso? En realidad toda teníamos algo de aquel vampiro, quizás él había mordido a sus hijos a los gemelos Antoine y Viola, o tal vez le dio de beber sangre de él. Moví la cabeza en negativa ya que aún no llegaba al nacimiento de los pequeños, no sabía nada en concreto más que eran gemelos y que tenían un criado o esclavo sospechoso. Cerré el libro de cuero grabado con el escudo familiar y mire la perfumería, todo parecía en orden. Pero ya se había plantado en mí la curiosidad sobre aquel perfume, agradecía que Lionel me haya traído la Nocturne así que por lo demás tenia todos los ingredientes necesarios. Me encamine a la puerta del lugar y di vueltas el letrero dando a conocer que las puertas de “Il imagine” estaban cerradas al público.
Tome de una mesita junto a las repisas de fragancias masculinas unos pañuelos que estaban infectados en aromas, el día había sido bastante movido, con varias entregas especiales. Un día perfecto que terminaría con el broche de Oro, una fragancia que no estaba en las estanterías y que era necesario tener, Arlett más que un perfume era la vida de la familia. Con los pañuelos en las manos me fui al laboratorio que quedaba detrás de una puerta, que escasamente el público podía ver, deje abierto por si llegaba mi chofer a buscarme. El lugar {laboratorio} era más amplio que la perfumería misma, tenía todo lo necesario para la creación de perfumes, contaba con un horno al vacío empotrado en la pared del final que me servía para sacar el concentrado u extracto a las hierbas. Camine por el lugar sacando grandes frascos con los ingredientes necesarios, los dispuse de manera ordenada en el gran mesón de mezclas y me faltaba algo. Al tubo de ensayos para fragancias de muestra, fui de nuevo a la perfumería cruzando el umbral y escuche como las campanillas tocaban, alguien había abierto la puerta dejando entrar el viento que a esas horas paseaba por las calles, mirando hacia el joven de presencia misteriosa solo musite – La perfumería está cerrada – dije con una sonrisa en mi rostro, acercándome al mesón de ventas para saber de quien se trataba.
Viola de Lesseps- Humano Clase Alta
- Mensajes : 2531
Fecha de inscripción : 17/06/2010
Edad : 38
Localización : Paris
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Arlett, mas que un perfume... una pasión [privado]
Definitivamente París iba a ser toda una diversión, sin contar los planes de Mikhail a los que yo me alineaba, claro. Aunque esos tenían encanto por cuenta propia, ejecutar nuestra gran venganza era mi motivación real para vivir tantos años, humillar finalmente a Darius, borrarlo de la faz de la tierra, cobrarnos todo de una buena vez por todas. Seguí caminando por la solitaria calle y sentí la piel en mis manos tensarse al apretar de aquel modo los puños, tuve que soltar el agarre a un cuello imaginario, como si fuera la garganta de mi hermano que era sólo eso porque el apellido lo dictaba, para mí no existía. Ese nombre no era real.
Deseaba poder ser yo quien finalmente acabara con su miserable existencia, y lo haría sin pensar, pero tenía que esperar. Mikhail tenía algo entre manos, un plan mayor y sabía que lo había tramado con calma, para brindarnos el mayor placer a la hora de llevarlo a cabo. No podía atacar sin la orden de mi hermano. Mi único hermano, yo sólo tengo uno, no me importa lo que diga la sangre, que el odio es más pesado que eso.
Debido a la hora, los locales ya estaban cerrados en su mayoría, sólo algunas tabernas, cafés y restaurantes se encontraban abiertos. La idea de acudir a un burdel, de comenzar a marcar a las putas de este lugar con mi rabia sonaba atrayente, pero antes de si quiera dar el primer paso en dirección al lupanar más cercano, algo más hizo que una sonrisa de lado se dibujara en mi rostro. Un sitio de mil aromas, pero lo más interesante era el poder del perfume que desprendía lo que parecía la única persona en ese sitio, sobresalía por sobre todas las fragancias, de sólo pensar en el sabor de su sangre comencé a delirar.
Sin pensarlo caminé hasta ese sitio, las putas y los imbéciles que se opusieran en mi camino podían esperar, esto parecía más entretenido por hoy. Después de todo, tenía que encontrar divertimentos hasta que Mikhail decidiera que era momento adecuado de ensañarnos con nuestro hermanito. Xrisí no era divertida cuando estaba con su infame rey, mientras él estaba cerca, yo era sólo parte del mobiliario de esa casa. Y no estoy para aguantar, no esta noche al menos.
Un letrero que dice “cerrado” me dio la bienvenida y lo miré con soberana burla, cómo si eso me impidiera conseguir lo que tengo planeado. Una vez que una idea se planta en mi cabeza es difícil que alguien logre desenterrarla. Me paré frente a la puerta y sólo estiré la mano para abrirla, unas campanitas, como las de ángeles meciendo incienso, me dan la bienvenida. Acto seguido, escucho su voz y no tengo que reparar en ella dos veces, es ella dueña de aquel aroma tan poderoso.
-Oh, lo siento –mentí y hablé con tono falsamente amable-, es sólo que su tienda ha llamado mi atención, soy nuevo en París –la cordialidad era el arma más fuerte para ganarse la confianza de un extraño, era una pena que fuese una mentira; sin pedir permiso me adentré en la tienda, pero no despegué los ojos de la mujer. Muy bella sin duda, perfecta para distraerme un rato.
Mi rostro mostraba una mezcla de candidez y suspicacia, una máscara, eso era todo. Lo que parecía una noche común y corriente ahora se tornaba mucho más interesante. Empezaba a agradarme este lugar, esta maldita ciudad, ese sitio en el que estaba sólo porque se me había ordenado que así debía ser. Pero ser parte de la corte de mi hermano no me exentaba de aburrirme, y tenía que salir a las calles, para sacudirme un poco el fastidio.
Entonces me planté frente a ella, sonriendo, sabía que aunque procuraba mantener mi expresión serena, en aras de conseguir seguir hablando con ella, había algo sombrío que siempre me acompañaba, el deseo furioso de sangre, de muerte, de venganza. El deseo enajenado de decirle al mundo que no soy débil.
Deseaba poder ser yo quien finalmente acabara con su miserable existencia, y lo haría sin pensar, pero tenía que esperar. Mikhail tenía algo entre manos, un plan mayor y sabía que lo había tramado con calma, para brindarnos el mayor placer a la hora de llevarlo a cabo. No podía atacar sin la orden de mi hermano. Mi único hermano, yo sólo tengo uno, no me importa lo que diga la sangre, que el odio es más pesado que eso.
Debido a la hora, los locales ya estaban cerrados en su mayoría, sólo algunas tabernas, cafés y restaurantes se encontraban abiertos. La idea de acudir a un burdel, de comenzar a marcar a las putas de este lugar con mi rabia sonaba atrayente, pero antes de si quiera dar el primer paso en dirección al lupanar más cercano, algo más hizo que una sonrisa de lado se dibujara en mi rostro. Un sitio de mil aromas, pero lo más interesante era el poder del perfume que desprendía lo que parecía la única persona en ese sitio, sobresalía por sobre todas las fragancias, de sólo pensar en el sabor de su sangre comencé a delirar.
Sin pensarlo caminé hasta ese sitio, las putas y los imbéciles que se opusieran en mi camino podían esperar, esto parecía más entretenido por hoy. Después de todo, tenía que encontrar divertimentos hasta que Mikhail decidiera que era momento adecuado de ensañarnos con nuestro hermanito. Xrisí no era divertida cuando estaba con su infame rey, mientras él estaba cerca, yo era sólo parte del mobiliario de esa casa. Y no estoy para aguantar, no esta noche al menos.
Un letrero que dice “cerrado” me dio la bienvenida y lo miré con soberana burla, cómo si eso me impidiera conseguir lo que tengo planeado. Una vez que una idea se planta en mi cabeza es difícil que alguien logre desenterrarla. Me paré frente a la puerta y sólo estiré la mano para abrirla, unas campanitas, como las de ángeles meciendo incienso, me dan la bienvenida. Acto seguido, escucho su voz y no tengo que reparar en ella dos veces, es ella dueña de aquel aroma tan poderoso.
-Oh, lo siento –mentí y hablé con tono falsamente amable-, es sólo que su tienda ha llamado mi atención, soy nuevo en París –la cordialidad era el arma más fuerte para ganarse la confianza de un extraño, era una pena que fuese una mentira; sin pedir permiso me adentré en la tienda, pero no despegué los ojos de la mujer. Muy bella sin duda, perfecta para distraerme un rato.
Mi rostro mostraba una mezcla de candidez y suspicacia, una máscara, eso era todo. Lo que parecía una noche común y corriente ahora se tornaba mucho más interesante. Empezaba a agradarme este lugar, esta maldita ciudad, ese sitio en el que estaba sólo porque se me había ordenado que así debía ser. Pero ser parte de la corte de mi hermano no me exentaba de aburrirme, y tenía que salir a las calles, para sacudirme un poco el fastidio.
Entonces me planté frente a ella, sonriendo, sabía que aunque procuraba mantener mi expresión serena, en aras de conseguir seguir hablando con ella, había algo sombrío que siempre me acompañaba, el deseo furioso de sangre, de muerte, de venganza. El deseo enajenado de decirle al mundo que no soy débil.
Invitado- Invitado
Re: Arlett, mas que un perfume... una pasión [privado]
¿A caso las personas no entienden cuando leen? Al parecer el anuncio en la puerta no era necesario para aquel hombre, que entraba a mi perfumería con una elegancia única, con un semblante misterioso e intrigante, con una voz que relampagueaba con cada silaba pronunciada. No había que ser nuevo en ninguna ciudad para saber que a esas horas el comercio ya había cerrado sus puertas, de cualquier forma suspire botando el aire de mis pulmones como si solo fuera lo único que existiera en mi interior. Lo mire, una, dos hasta tres veces y la clavada en mi corazón hizo que un pequeño escalofríos electrificante recorriera mi cuerpo de pies a cabeza, haciendo que mi mente trabajara rápidamente dos imágenes varoniles llegaron a mi encuentro. Dos hombres que gobernaban la oscuridad y con los cuales había tenido encuentros y desencuentro, Windsor y Ralph cerré cuidadosamente mis ojos y menee la cabeza con una sonrisa diferente.
Monsieur, por estos lugares hay varias perfumerías – mi acento ingles predominaba haciendo que mis palabras fluyesen de una manera amena suave, todo en un perfecto orden claro con excepción de mis pensamientos que con la presencia del caballero todo pareció desordenarse, recuerdos y mas recuerdos. - ¿Qué le ha llamado la atención precisamente de Il Imagine? – Algo había aprendido con Lucern, algo que según él siempre me serviría y tenia que admitir nunca pensé que lo pudiera ocupar sino hasta el momento que el perfecto rostro esculpido de aquel hombre de ojos claros había causado el arre molienda de emociones y sentimientos en mí. Apoye mis manos en el mesón que me separaba del hombre y del otro lado de la perfumería, extraño y misterioso aquello no salía de mi cabeza y daba vueltas como ondas en un estanque.
Tenia en ese momento mas en contra que a favor, no era una experta y aunque no me importaba serlo me gustaba el juego de ideas que afloraba en ese momento en mi gran cabeza, mi izquierda acomodo unos cabellos que rebeldes estaban sobre mi rostro, ¿cuantos segundos ya llevábamos en silencio? No era necesario contarlos ya que siempre era yo la que interrumpía aquella calma, y ahora pensándolo bien y muy cuadradamente era un cliente y como tal tenia que ser tratado bien, mas si la persona que atendía era la dueña de aquel mundo de fantasiosos aromas que día a día hacían de Paris un lugar mas perfumado – Viola de Lesseps, a su servicio – la sonrisa se ensancho en mi rostro y como si fuera un acto que ya estaba pre-escrito continúe - ¿Desea algún perfume? - ¿Qué mas si no eso?, era una perfumería y por lo tanto… solo venían por perfumes los parisinos que entraban a este lugar, pero aquel había dicho en primeras instancias de donde era, por su forma de hablar sabia que no era ingles, algo en su acento era diferente algo mas ligero mas rápido podría decir.
Mientras mis ojos solo lo observaban a él, me di cuenta que llevaba mas tiempo observándole que pensando en lo que tenia que hacer, repare en ese momento que él en ningún momento había apartado la vista de mi y el rubor apareció en mis mejillas al tiempo que la sonrisa desaparecía de mi labios rojos quedando solo en mis ojos que ya a esas alturas solo miraban el mesón perfectamente ordenado. Infle mi pecho respirando profundamente, haciendo o intentando que las ideas acudieran a mí de alguna forma rápida. El reloj cucú que estaba colgado en una de las paredes marco la hora exacta sonando de manera divertida salió aquel pajarillo advirtiendo que en cualquier momento llegaría mi chofer a mi encuentro, al tiempo que el cucú sonaba mi piel se erizaba cual felino aterrado estaba. Trague saliva saboreando el aroma que en mis labios aun quedaba, era impresionante como los aromas quedaban impregnados no solo en mi nariz sino en todo mi cuerpo. A medida que pensaba en variadas cosas mi pensamiento se volvía mas claro y nuevamente volvía ese valor que pocas veces tenia, con seguridad alce la mirada y sonreí. – Monsieur, desea algún perfume… quizás para su novia – algo típico que en esa circunstancias sonaba demasiado banal, me avergoncé de mis palabras y ya solo me quede en silencio a la espera de que el dijera u actuara de alguna forma diferente ya que algo no se me había olvidado.
Monsieur, por estos lugares hay varias perfumerías – mi acento ingles predominaba haciendo que mis palabras fluyesen de una manera amena suave, todo en un perfecto orden claro con excepción de mis pensamientos que con la presencia del caballero todo pareció desordenarse, recuerdos y mas recuerdos. - ¿Qué le ha llamado la atención precisamente de Il Imagine? – Algo había aprendido con Lucern, algo que según él siempre me serviría y tenia que admitir nunca pensé que lo pudiera ocupar sino hasta el momento que el perfecto rostro esculpido de aquel hombre de ojos claros había causado el arre molienda de emociones y sentimientos en mí. Apoye mis manos en el mesón que me separaba del hombre y del otro lado de la perfumería, extraño y misterioso aquello no salía de mi cabeza y daba vueltas como ondas en un estanque.
Tenia en ese momento mas en contra que a favor, no era una experta y aunque no me importaba serlo me gustaba el juego de ideas que afloraba en ese momento en mi gran cabeza, mi izquierda acomodo unos cabellos que rebeldes estaban sobre mi rostro, ¿cuantos segundos ya llevábamos en silencio? No era necesario contarlos ya que siempre era yo la que interrumpía aquella calma, y ahora pensándolo bien y muy cuadradamente era un cliente y como tal tenia que ser tratado bien, mas si la persona que atendía era la dueña de aquel mundo de fantasiosos aromas que día a día hacían de Paris un lugar mas perfumado – Viola de Lesseps, a su servicio – la sonrisa se ensancho en mi rostro y como si fuera un acto que ya estaba pre-escrito continúe - ¿Desea algún perfume? - ¿Qué mas si no eso?, era una perfumería y por lo tanto… solo venían por perfumes los parisinos que entraban a este lugar, pero aquel había dicho en primeras instancias de donde era, por su forma de hablar sabia que no era ingles, algo en su acento era diferente algo mas ligero mas rápido podría decir.
Mientras mis ojos solo lo observaban a él, me di cuenta que llevaba mas tiempo observándole que pensando en lo que tenia que hacer, repare en ese momento que él en ningún momento había apartado la vista de mi y el rubor apareció en mis mejillas al tiempo que la sonrisa desaparecía de mi labios rojos quedando solo en mis ojos que ya a esas alturas solo miraban el mesón perfectamente ordenado. Infle mi pecho respirando profundamente, haciendo o intentando que las ideas acudieran a mí de alguna forma rápida. El reloj cucú que estaba colgado en una de las paredes marco la hora exacta sonando de manera divertida salió aquel pajarillo advirtiendo que en cualquier momento llegaría mi chofer a mi encuentro, al tiempo que el cucú sonaba mi piel se erizaba cual felino aterrado estaba. Trague saliva saboreando el aroma que en mis labios aun quedaba, era impresionante como los aromas quedaban impregnados no solo en mi nariz sino en todo mi cuerpo. A medida que pensaba en variadas cosas mi pensamiento se volvía mas claro y nuevamente volvía ese valor que pocas veces tenia, con seguridad alce la mirada y sonreí. – Monsieur, desea algún perfume… quizás para su novia – algo típico que en esa circunstancias sonaba demasiado banal, me avergoncé de mis palabras y ya solo me quede en silencio a la espera de que el dijera u actuara de alguna forma diferente ya que algo no se me había olvidado.
Viola de Lesseps- Humano Clase Alta
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Re: Arlett, mas que un perfume... una pasión [privado]
El sitio sin duda, era único, era una orquesta de aromas, que pudieran parecer desordenados, mas no era así, todo parecía actuar de manera correcta, en el lugar indicado, y por sobre los instrumentos de viento, cuerda y percusión, el gran director con la batuta: ella; ella guiaba esas fragancias, quizá de un modo que ni ella misma estaba consciente, era increíble que, tratándose de una simple humana, tuviera una habilidad tan valiosa, mundana quizá, pero valiosa. Podía jactarme de estar prestando atención a todo aquello que me rodeaba, y además, a ella, mi mirada no se despegó de su intrigante figura, sin duda una mortal para tomarse en cuenta.
Avancé con paso cauteloso por e lugar, con el dedo índice y medio acariciando los bordes de algunos muebles y una sonrisa de lado que jamás se borró de mi rostro, lo mismo parecía afable que algo tenebrosa.
-No supe qué llamó mi atención –me detuve y me planté frente a ella-, ahora sé qué pasó, usted fue el anzuelo perfecto para hacerme llegar hasta aquí –era absurdo si nos deteníamos a pensarlo, cómo iba a ser ella, si hasta ahora me la topaba, claro, había sido su perfume natural, sobresaliendo en este mar de aromas, pero eso ella no lo sabía, no sabía lo que yo era y en aras de divertirme un poco más, no se lo diría.
Me acerqué cuando me dijo su nombre, sin duda no lo olvidaría, mujeres como ella había pocas, mujeres que no fuesen como yo, claro estaba, tomé su mano y la besé para luego sonreírle con malicia.
-Un placer –solté la mano pero no me moví de mi lugar-, Lucian Argeneau a su servicio –una leve reverencia y luego nada, no me importaba darle mi nombre, qué amenaza podía representar ella, ninguna en realidad. Luego me quedé pensativo ante su ofrecimiento; sí, quería un perfume, el suyo y estuve seguro que ese no podía ser reproducido, así que sólo callé.
Noté su sonrojo, en mi rostro brilló el triunfo que aquello representaba y luego aquel reloj interrumpiendo el extraño y silencioso encuentro. Una carcajada mía siguió a las campanadas de aparato colgado en la pared. ¿Novia?, ¿había escuchado bien?, jamás había tenido una pareja, mi obsesión era Xrisí, con quien no podía estar, mi delirio Marishka, a la que a veces le perdía la pista, y el resto, sólo mujeres con las que podía revolcarme, sin importancia.
-Me gustaría un perfume, sí –hablé con tono sereno, sin despegar mis orbes de su figura-, no tengo una novia –dije como si aquello fuese una pena, aún seguía actuando, se me daba muy bien, como ejecutor de mi hermano, debía ser inteligente y ganarme la confianza de algunos supuestos aliados, para luego matarlos con una daga trapera –pero me gustaría uno, para quien lo sea en el futuro –una mentira, pero qué le iba a ser, en realidad me interesaba más, por ahora, ella. El divertimento de la noche.
-¿Qué puedes ofrecerme? –puse ambas manos en el mueble y me recargué sin poner demasiada fuerza como para vencerlo, me incliné al frente para acercar nuestros rostros-, sorpréndeme –y sabía que no iba a decepcionarme.
Avancé con paso cauteloso por e lugar, con el dedo índice y medio acariciando los bordes de algunos muebles y una sonrisa de lado que jamás se borró de mi rostro, lo mismo parecía afable que algo tenebrosa.
-No supe qué llamó mi atención –me detuve y me planté frente a ella-, ahora sé qué pasó, usted fue el anzuelo perfecto para hacerme llegar hasta aquí –era absurdo si nos deteníamos a pensarlo, cómo iba a ser ella, si hasta ahora me la topaba, claro, había sido su perfume natural, sobresaliendo en este mar de aromas, pero eso ella no lo sabía, no sabía lo que yo era y en aras de divertirme un poco más, no se lo diría.
Me acerqué cuando me dijo su nombre, sin duda no lo olvidaría, mujeres como ella había pocas, mujeres que no fuesen como yo, claro estaba, tomé su mano y la besé para luego sonreírle con malicia.
-Un placer –solté la mano pero no me moví de mi lugar-, Lucian Argeneau a su servicio –una leve reverencia y luego nada, no me importaba darle mi nombre, qué amenaza podía representar ella, ninguna en realidad. Luego me quedé pensativo ante su ofrecimiento; sí, quería un perfume, el suyo y estuve seguro que ese no podía ser reproducido, así que sólo callé.
Noté su sonrojo, en mi rostro brilló el triunfo que aquello representaba y luego aquel reloj interrumpiendo el extraño y silencioso encuentro. Una carcajada mía siguió a las campanadas de aparato colgado en la pared. ¿Novia?, ¿había escuchado bien?, jamás había tenido una pareja, mi obsesión era Xrisí, con quien no podía estar, mi delirio Marishka, a la que a veces le perdía la pista, y el resto, sólo mujeres con las que podía revolcarme, sin importancia.
-Me gustaría un perfume, sí –hablé con tono sereno, sin despegar mis orbes de su figura-, no tengo una novia –dije como si aquello fuese una pena, aún seguía actuando, se me daba muy bien, como ejecutor de mi hermano, debía ser inteligente y ganarme la confianza de algunos supuestos aliados, para luego matarlos con una daga trapera –pero me gustaría uno, para quien lo sea en el futuro –una mentira, pero qué le iba a ser, en realidad me interesaba más, por ahora, ella. El divertimento de la noche.
-¿Qué puedes ofrecerme? –puse ambas manos en el mueble y me recargué sin poner demasiada fuerza como para vencerlo, me incliné al frente para acercar nuestros rostros-, sorpréndeme –y sabía que no iba a decepcionarme.
Invitado- Invitado
Re: Arlett, mas que un perfume... una pasión [privado]
Pocas o demasiadas veces había tenido la regalía de ver a un hombre decidido entra r a mi perfumería en búsqueda de algo conciso, no me sorprendió su propuesta, le regale una sonrisa un caballero que se mostraba como tal, sus ojos los podía sentir abarcando más de lo debido y menos de lo que tan solo yo podría poder saber. Solía introducirme en mis propios pensamientos cuando silencios parciales habían pero esta vez no hubo un desvarió en mi pensamientos, ni en mis ojos ni mucho menos en mi actuar. No era la mejor en lo que hacía eso lo tenía claro pero, si había sido y sería la primera mujer en hacer alquimia con aromas tan diferentes, eso era lo que me enorgullecía, pero eso seguramente cualquier parisino ya lo sabría. Trague saliva y como si de un dejavu se tratara las palabras de él me dejaron completamente congeladas, si, mi mente comenzó a buscar la llave para abrir ese recuerdo que aun parecía estar fresco realmente si era un recuerdo freso “usted fue el anzuelo perfecto para hacerme llegar hasta aquí” diferentes palabras el mismo sentido, diferentes personas el mismo objetivo. No sé qué cara habré puesto en ese mismísimo segundo pero me tomo por sorpresa su saludo, su nombre y su cortesía. Como muy pocas veces me sucedía escuche esa extraña vocecita… Cuidado con lo que piensas… que puede ser usado en tu contra, no sé si fueron los nervios o no pero un escalofríos recorrió mi cuerpo como una ola electrificarte de sensaciones diferentes, explotando en mi rostro que permanecía con el mismo rubor anterior.
Lucian Argeneau, repetí en mi cabeza, no conocía ningún otro hombre con ese apellido así que por el momento podría sentir que hablaba con un desconocido que quería conocer ¿Por qué? ¿Cuál había sido la pieza que me hacia desear saber más? Tan solo sus palabras, había descubierto quizás un pequeño secreto oculto tras aquel bello rostro que nublaba mi pensamiento que me hacia querer correrlo pero ¿Qué me impedía hacerlo? Mi maldito deseo de… de volver a sentir esa adrenalina recorrer mi cuerpo, culpable me sentí al tiempo que despejaba mis pensamientos observando el reflejo de la silueta de él entre los cristales. Todo parecía volver a cobrar vida todo parecía… No viola… no es el… no es Lucern, tan solo mi pensamiento hizo que choque de emociones no sucediera, y cerrando los ojos para volverlo abrir caí en cuenta lo cerca que él estaba de mi rostro, como si hubiera visto un fantasma me eche hacia atrás, sentía como por mi cuerpo corría un cosquilleo no eran escalofríos era algo diferente, extraño.
Cuando por fin pude volver a ser yo lamí mis labios de manera pausada pensando en lo que me había dicho y no había alcanzado a escuchar mas solo su última palabra “Sorpréndeme” di un medio giro para perder el contacto visual con él, que hacía que mis nervios jugaran una mala pasada en todo lo que dependía de él, de mi… ¡QUE! Si en que estaba pensando, suspire como si ahogada estuviera y tragando saliva rodee el mesón que nos separaba y buscando entre la gran cantidad de perfumes le quede mirando tan solo unos escasos segundos y sonriendo para mi camine hacia el otro extremo de la perfumería donde había una pequeña vitrina de cristal grueso en ella habían tres perfumes, mis favoritos y uno de los que siempre rociaba en mi cuerpo que según alguna vez escuche realzaba mi propio aroma, si él era lo que yo creía todo seguiría un curso diferente, por que como si de un laberinto yo y el nos encontrábamos sin una salida aun teniendo la misma puerta de salida a un solo costado. Jugar… fantasear… ¿algo más podía hacer? Quizás morir en ese momento, apreté mi mandíbula y tome los tres frascos, el sabría diferenciar. Girándome en el tacón de mis zapatos como si de una danza se tratara una sonrisa diferente se poso en mis labios y abriendo un poco mis labios para hablarle no dije nada, me acerque a él, y estirando una de mis manos por delante de su propio cuerpo tome un pañuelo que pose en mi mano - Espero sorprenderlo – una pequeña sonrisa vislumbro en mis ojos y rodeando nuevamente el mesón quede frente a él, tome el primer perfume “Angelique” un perfume para damas con clase, que mostraban ese ángel interior con aromas dulces, con un toque de acides para que parezcan volar rocié un poco en uno de los pañuelos y ventilando el mismo lo acerque a él – Deje que el perfume lo haga volar – suavice mis palabras sintiendo la exaltación en mi corazón. – Angelique – dije en nombre del perfume que tape. Dejándolo a un lado tome el frasco con granos de café y le ofrecí para neutralizar el aroma, procedimientos típicos para personas normales deje que todo fluyera y destape mi perfume Il Imagine, me tome la osadía de rociarlo en mi cuello y acercándome a él como un pañuelo le ofrecí mi cuello para saborear el aroma a Viola, si mi propio aroma – Il Imagine, mi perfume… favorito – susurre tan suave como para que solo se escuchara mi voz, deje unos segundos mi cuello estirado y me dispuse a volar con ese aroma que tanto amaba, el mío. Volví hacer lo mismo con los granos de café y tome el ultimo frasco la creación de mi padre algo parecido al perfume de Arlett pero con mas variantes dulces - My passione – pronuncie el nombre y hice lo mismo que con el primer perfume, ahora tan solo deje que el disfrutara.
Lucian Argeneau, repetí en mi cabeza, no conocía ningún otro hombre con ese apellido así que por el momento podría sentir que hablaba con un desconocido que quería conocer ¿Por qué? ¿Cuál había sido la pieza que me hacia desear saber más? Tan solo sus palabras, había descubierto quizás un pequeño secreto oculto tras aquel bello rostro que nublaba mi pensamiento que me hacia querer correrlo pero ¿Qué me impedía hacerlo? Mi maldito deseo de… de volver a sentir esa adrenalina recorrer mi cuerpo, culpable me sentí al tiempo que despejaba mis pensamientos observando el reflejo de la silueta de él entre los cristales. Todo parecía volver a cobrar vida todo parecía… No viola… no es el… no es Lucern, tan solo mi pensamiento hizo que choque de emociones no sucediera, y cerrando los ojos para volverlo abrir caí en cuenta lo cerca que él estaba de mi rostro, como si hubiera visto un fantasma me eche hacia atrás, sentía como por mi cuerpo corría un cosquilleo no eran escalofríos era algo diferente, extraño.
Cuando por fin pude volver a ser yo lamí mis labios de manera pausada pensando en lo que me había dicho y no había alcanzado a escuchar mas solo su última palabra “Sorpréndeme” di un medio giro para perder el contacto visual con él, que hacía que mis nervios jugaran una mala pasada en todo lo que dependía de él, de mi… ¡QUE! Si en que estaba pensando, suspire como si ahogada estuviera y tragando saliva rodee el mesón que nos separaba y buscando entre la gran cantidad de perfumes le quede mirando tan solo unos escasos segundos y sonriendo para mi camine hacia el otro extremo de la perfumería donde había una pequeña vitrina de cristal grueso en ella habían tres perfumes, mis favoritos y uno de los que siempre rociaba en mi cuerpo que según alguna vez escuche realzaba mi propio aroma, si él era lo que yo creía todo seguiría un curso diferente, por que como si de un laberinto yo y el nos encontrábamos sin una salida aun teniendo la misma puerta de salida a un solo costado. Jugar… fantasear… ¿algo más podía hacer? Quizás morir en ese momento, apreté mi mandíbula y tome los tres frascos, el sabría diferenciar. Girándome en el tacón de mis zapatos como si de una danza se tratara una sonrisa diferente se poso en mis labios y abriendo un poco mis labios para hablarle no dije nada, me acerque a él, y estirando una de mis manos por delante de su propio cuerpo tome un pañuelo que pose en mi mano - Espero sorprenderlo – una pequeña sonrisa vislumbro en mis ojos y rodeando nuevamente el mesón quede frente a él, tome el primer perfume “Angelique” un perfume para damas con clase, que mostraban ese ángel interior con aromas dulces, con un toque de acides para que parezcan volar rocié un poco en uno de los pañuelos y ventilando el mismo lo acerque a él – Deje que el perfume lo haga volar – suavice mis palabras sintiendo la exaltación en mi corazón. – Angelique – dije en nombre del perfume que tape. Dejándolo a un lado tome el frasco con granos de café y le ofrecí para neutralizar el aroma, procedimientos típicos para personas normales deje que todo fluyera y destape mi perfume Il Imagine, me tome la osadía de rociarlo en mi cuello y acercándome a él como un pañuelo le ofrecí mi cuello para saborear el aroma a Viola, si mi propio aroma – Il Imagine, mi perfume… favorito – susurre tan suave como para que solo se escuchara mi voz, deje unos segundos mi cuello estirado y me dispuse a volar con ese aroma que tanto amaba, el mío. Volví hacer lo mismo con los granos de café y tome el ultimo frasco la creación de mi padre algo parecido al perfume de Arlett pero con mas variantes dulces - My passione – pronuncie el nombre y hice lo mismo que con el primer perfume, ahora tan solo deje que el disfrutara.
Viola de Lesseps- Humano Clase Alta
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Re: Arlett, mas que un perfume... una pasión [privado]
Su mente pareció viajar mientras yo me mantenía en aquella posición, lo mismo era sutil que amenazante, podía ser cualquier cosa, al pasar de los años había perfeccionado esa especie de pose que servía de ataque y de guardia, que parecía atenta todo el tiempo y apacible y distraída. Su rubor, ese por ahora era mi recompensa, ya obtendría una mayor llegado el momento. Era paciente, eso también, así que sabía guardar la calma, esta mujer era algo que debía disfrutarse, sus movimientos elegantes y sus modos mesurados, pero sobre todo, esa habilidad que tenía de jugar con los aromas, eso era, sobre todas las cosas, lo que más llamaba mi atención.
Entorné los ojos preguntándose qué pasaba por su mente, pues por algunos segundos la noté ausente, o como si recordara algo o a alguien, no supe de qué se trataba pero ya me encargaría de investigar. Me incliné un poco más al frente, imperceptible para ella y cuando Viola, sí, ese era su nombre, abrió los ojos, mi sonrisa se acentuó, más al notar aquella reacción de echar el cuerpo hacia atrás, justo el tipo de respuesta que me gustaba de obtener de mis víctimas, o de las que estaban en miras de serlo, como ella. Ese temor que podía incluso olerse y palparse, pero fascinación también, una necesidad y necedad casi suicida de seguir conversando conmigo.
Finalmente me separé del mueble cuando ella rompió contacto visual y la observe alejarse, su cadencia era hipnótica, me gustaban los mortales que poseían habilidades que ni ellos mismos alcanzaban a entender, no sabía, porque a penas la conocía, si estaba consciente de que ese conocimiento que tenía sobre el sentido del olfato la iba a ayudar a trascender más allá de los años que tenía ya marcados sobre la tierra. No importaba, por ahora no importaba. La vi alejarse y luego regresar con tres frascos, volví a pegar mi cuerpo a aquel mostrador que tenía y que nos separaba, mis manos se asieron al borde, cuidé de no apretar demasiado para no estropearlo.
La miré primero a ella y luego al pañuelo ofrecido, olí a profundidad, incluso cerré los ojos para desmenuzar cada ingrediente ahí, aunque mis sentidos eran superiores a los de los mortales, estuve seguro que mi conocimiento al respecto era nimio a comparación del de ella. Era gratificante esa primera esencia, agradable pero no lo que buscaba, aunque a final de cuentas, ¿qué era lo que buscaba?
-Delicioso –musité mientras la observaba con detenimiento tapar ese perfume y tras escuchar el nombre de la fragancia, limpié mis sentidos con el fuerte aroma del café y esperé para ver que seguía. Me sorprendió que la siguiente fragancia la colocara sobre ella misma, pero eso me haría disfrutarlo más. Acerqué mi rostro a su piel, con un minucioso cuidado de no ser intrusivo para no asustarla antes de tiempo. Olí de nuevo, esta vez al jalar el aroma hacia mis fosas nasales también eché un poco la cabeza hacia atrás y luego me separé, reír un poco-, mucho mejor –mejor que el anterior, quería decir, y eso que “Angelique” también era exquisito. Los granos de café de nuevo me ayudaron a asear los sentidos y vino el último de los tres perfumes.
Esta vez de nuevo lo roció en un pañuelo y lo tomé de su mano en un movimiento elegante, como una pincelada en el aire. Aspiré y estudié lo que llegaba a mi nariz, cerrando los ojos por tercera vez y cuando terminé, los abrí de golpe y le sonreí.
-Tienes una habilidad muy interesante –le dije –y no me refiero sólo a los perfumes, lo digo porque me has sorprendido y no cualquiera puede hacerlo –era un vampiro, qué se suponía que podía sorprenderme a estas alturas, pero ella lo había conseguido en un modo muy delicado y grácil-. ¿Me harás elegir entre esos tres? –dije alzando ambas cejas-, no podría… -reí como si bromeara, en realidad mi risa venía de un sitio más terrible, de lo seductor de este encuentro.
Entorné los ojos preguntándose qué pasaba por su mente, pues por algunos segundos la noté ausente, o como si recordara algo o a alguien, no supe de qué se trataba pero ya me encargaría de investigar. Me incliné un poco más al frente, imperceptible para ella y cuando Viola, sí, ese era su nombre, abrió los ojos, mi sonrisa se acentuó, más al notar aquella reacción de echar el cuerpo hacia atrás, justo el tipo de respuesta que me gustaba de obtener de mis víctimas, o de las que estaban en miras de serlo, como ella. Ese temor que podía incluso olerse y palparse, pero fascinación también, una necesidad y necedad casi suicida de seguir conversando conmigo.
Finalmente me separé del mueble cuando ella rompió contacto visual y la observe alejarse, su cadencia era hipnótica, me gustaban los mortales que poseían habilidades que ni ellos mismos alcanzaban a entender, no sabía, porque a penas la conocía, si estaba consciente de que ese conocimiento que tenía sobre el sentido del olfato la iba a ayudar a trascender más allá de los años que tenía ya marcados sobre la tierra. No importaba, por ahora no importaba. La vi alejarse y luego regresar con tres frascos, volví a pegar mi cuerpo a aquel mostrador que tenía y que nos separaba, mis manos se asieron al borde, cuidé de no apretar demasiado para no estropearlo.
La miré primero a ella y luego al pañuelo ofrecido, olí a profundidad, incluso cerré los ojos para desmenuzar cada ingrediente ahí, aunque mis sentidos eran superiores a los de los mortales, estuve seguro que mi conocimiento al respecto era nimio a comparación del de ella. Era gratificante esa primera esencia, agradable pero no lo que buscaba, aunque a final de cuentas, ¿qué era lo que buscaba?
-Delicioso –musité mientras la observaba con detenimiento tapar ese perfume y tras escuchar el nombre de la fragancia, limpié mis sentidos con el fuerte aroma del café y esperé para ver que seguía. Me sorprendió que la siguiente fragancia la colocara sobre ella misma, pero eso me haría disfrutarlo más. Acerqué mi rostro a su piel, con un minucioso cuidado de no ser intrusivo para no asustarla antes de tiempo. Olí de nuevo, esta vez al jalar el aroma hacia mis fosas nasales también eché un poco la cabeza hacia atrás y luego me separé, reír un poco-, mucho mejor –mejor que el anterior, quería decir, y eso que “Angelique” también era exquisito. Los granos de café de nuevo me ayudaron a asear los sentidos y vino el último de los tres perfumes.
Esta vez de nuevo lo roció en un pañuelo y lo tomé de su mano en un movimiento elegante, como una pincelada en el aire. Aspiré y estudié lo que llegaba a mi nariz, cerrando los ojos por tercera vez y cuando terminé, los abrí de golpe y le sonreí.
-Tienes una habilidad muy interesante –le dije –y no me refiero sólo a los perfumes, lo digo porque me has sorprendido y no cualquiera puede hacerlo –era un vampiro, qué se suponía que podía sorprenderme a estas alturas, pero ella lo había conseguido en un modo muy delicado y grácil-. ¿Me harás elegir entre esos tres? –dije alzando ambas cejas-, no podría… -reí como si bromeara, en realidad mi risa venía de un sitio más terrible, de lo seductor de este encuentro.
Invitado- Invitado
Re: Arlett, mas que un perfume... una pasión [privado]
Ver las expresiones que cada persona ponía al sentir una de mis fragancias era gratificante, con solo pequeños movimientos del rostro de los ojos mismos podía saber cuál era el perfume que más les había gustado. Era sumamente culpable con lo que había hecho, había roto toda mi ética sobre la muestra de un aroma, la primera que aprendí muy pequeña, “Nunca, rocíes sobre tu misma un Perfume” sencillamente porque cada persona tenía una acidez en su piel diferente, lo que en mi podía sentirse fuerte y dulce en otras quizás podría olerse de manera suave y ligera, pero exactamente por esa razón había rociado Il. Imagine sobre mí, era mi perfume, lo había creado para que yo lo ocupara porque solamente en mi piel le daba esos toques que hacían resaltar mas las mezclas en el. Podría llamarlo vanidad, o simplemente egocentrismo pero había aprendido que cada perfume tenía una personalidad y aun cuando Il. Imagine es tan antiguo muestra una parte de mi que parece extinta, la pureza, la inocencia, la ingenuidad de aquellos doce años que tenía cuando lo cree.
Levante mi mirada hasta topármela con aquel joven, sonreí por su confesión, mientras una parte de mi me inducia a no creer todo lo que veía, a no dejarme llevar por lo que mis sentidos humanos deseaban, tome un grano de café y lo lleve a mi nariz, necesitaba neutralizar el aroma que tenía en mi memoria, cerré escasos segundos mis ojos e inspire tan profundo como mis pulmones me dejaron y abriéndolos de nuevo bote el aire de manera lenta. – La magia de cada perfume es que cuando sea probado traiga a su memoria un recuerdo, un alma. Porque cada perfume tiene una propia historia una personalidad única – El grano de café siguió jugando entre mis dedos, mi cabeza parecía más despejada alejada de los perfumes. Era extraño saber que mis creaciones me llevaban a un mundo lejos de Paris, lejos de todo ser… me transportaba a mi propio mundo donde yo podía hacer y deshacer a mi antojo. Pero en ese momento necesitaba ser Viola, ser yo misma la dama que crea los más preciados perfumes. – Para escoger solo hace falta… - dije con suavidad, mojando mis labios en la pausa que yo misma había hecho – Imaginar… pensar… a qué mundo lo ha llevado cada fragancia – realmente creía en eso, y siempre decía lo mismo, me creyesen o no muchos tomaban aquel consejo, porque no es solo llegar y escoger un perfume por que huele rico siempre hay un tras fondo.
El grano de café resbalo de mi mano y cayó en el mesón dando varios rebotes sonreí algo nerviosa por mi torpeza y llevando la palma al grano lo pare en ese momento inclinando solo un poco mi cuerpo hacia adelante. – Sorprenderse es parte de la vida… ¿Qué es la vida sin sorpresas? – no era necesario que yo le diera una respuesta el joven debía tener sus razones para decir aquello pero, simplemente mi magia y encanto era esa, fabricar aromas que indujeran un estado imnotico en las personas, reí para mi ante mi estúpido pensamiento. Y volví a sentirme con esos nervios, una especie de ansiedad alborotaba mi interior y antes de que dijera alguna barbaridad – Quiere que le muestre algún otro… - quizás esos tres no eran lo suficiente y siempre habían mas variedades, yo me encargaba de trabajar en la diversidad para que siempre hubiera uno deferente. Tome el grano de café y lo deje con los demás, pase mi dedo índice por los frascos dejando que el pensara mire con determinación la forma de cada uno, en realidad amaba saber de ellos, amaba ser participe en la creación de cada uno de los que estaban ahí, moje nuevamente mis labios – Si yo tuviera que escoger uno… elegiría este – corrí mi creación dejándola delante de los otros dos perfumes, si, quererse siempre había sido una de mis extrañas cualidades – Usted tiene la última palabra – termine por decir apoyando mis manos en el mesón, desviando la mirada de los ojos de él a los perfumes y viceversa. - A menos que desee que fabrique uno en especial.
Levante mi mirada hasta topármela con aquel joven, sonreí por su confesión, mientras una parte de mi me inducia a no creer todo lo que veía, a no dejarme llevar por lo que mis sentidos humanos deseaban, tome un grano de café y lo lleve a mi nariz, necesitaba neutralizar el aroma que tenía en mi memoria, cerré escasos segundos mis ojos e inspire tan profundo como mis pulmones me dejaron y abriéndolos de nuevo bote el aire de manera lenta. – La magia de cada perfume es que cuando sea probado traiga a su memoria un recuerdo, un alma. Porque cada perfume tiene una propia historia una personalidad única – El grano de café siguió jugando entre mis dedos, mi cabeza parecía más despejada alejada de los perfumes. Era extraño saber que mis creaciones me llevaban a un mundo lejos de Paris, lejos de todo ser… me transportaba a mi propio mundo donde yo podía hacer y deshacer a mi antojo. Pero en ese momento necesitaba ser Viola, ser yo misma la dama que crea los más preciados perfumes. – Para escoger solo hace falta… - dije con suavidad, mojando mis labios en la pausa que yo misma había hecho – Imaginar… pensar… a qué mundo lo ha llevado cada fragancia – realmente creía en eso, y siempre decía lo mismo, me creyesen o no muchos tomaban aquel consejo, porque no es solo llegar y escoger un perfume por que huele rico siempre hay un tras fondo.
El grano de café resbalo de mi mano y cayó en el mesón dando varios rebotes sonreí algo nerviosa por mi torpeza y llevando la palma al grano lo pare en ese momento inclinando solo un poco mi cuerpo hacia adelante. – Sorprenderse es parte de la vida… ¿Qué es la vida sin sorpresas? – no era necesario que yo le diera una respuesta el joven debía tener sus razones para decir aquello pero, simplemente mi magia y encanto era esa, fabricar aromas que indujeran un estado imnotico en las personas, reí para mi ante mi estúpido pensamiento. Y volví a sentirme con esos nervios, una especie de ansiedad alborotaba mi interior y antes de que dijera alguna barbaridad – Quiere que le muestre algún otro… - quizás esos tres no eran lo suficiente y siempre habían mas variedades, yo me encargaba de trabajar en la diversidad para que siempre hubiera uno deferente. Tome el grano de café y lo deje con los demás, pase mi dedo índice por los frascos dejando que el pensara mire con determinación la forma de cada uno, en realidad amaba saber de ellos, amaba ser participe en la creación de cada uno de los que estaban ahí, moje nuevamente mis labios – Si yo tuviera que escoger uno… elegiría este – corrí mi creación dejándola delante de los otros dos perfumes, si, quererse siempre había sido una de mis extrañas cualidades – Usted tiene la última palabra – termine por decir apoyando mis manos en el mesón, desviando la mirada de los ojos de él a los perfumes y viceversa. - A menos que desee que fabrique uno en especial.
Viola de Lesseps- Humano Clase Alta
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Re: Arlett, mas que un perfume... una pasión [privado]
Sus colmillos clavándose en esa prístina piel, sus manos sosteniendo con posesión y lujuria aquel cuerpo delineado en proporciones exactas, sus dedos hundiéndose en aquella cabellera de fuego mientras la besaba, la mordía y la poseía. Ambos cuerpos ahí tirados en ese mismo suelo, desnudos y perlados en sudor, ambiente enrarecido, retorciéndose el de ella debajo del de él, placer por tenerla de aquel modo maximizado por el sabor de su sangre que de pronto le dejó un gusto parecido al del segundo perfume.
Risa contra su piel, sin escapatoria, el clímax le llegó a ambos y entonces sus colmillo volvieron a hacer de las suyas, la sangre regresaba como torrente a su boca mientras ella arqueaba la espalda. Lucian la miró, la escuchó, la sintió… se volvió loco a su lado y luego su cuerpo frío, sin vida y sin una gota de sangre, cayó lánguido a su costado, un charco carmesí los rodeaba y él se regodeó.
Y abrió los ojos.
¿Había dicho imaginar? Eso era lo que mi mente había maquilado, la miré repentinamente perdido aún embebido en mi ensoñación, sonreí de lado seguro ahora de qué perfume era el que me gustaba, aunque no sabía para qué iba usarlo, era sólo el pretexto para estar aquí, con ella, seguir echando a volar mi imaginación, volverla a visualizar sin ropa rogando que me detuviera pero deseando más. No hacía falta, estaba decidido.
-Claro –dije regresando a la realidad, sin borrar aquel gesto ladino de mi rostro, deleitándome con las imágenes de placer y muerte que se formaban en mi cabeza sin poder evitarlo, no era como si hubiese querido hacerlo-. No, no hace falta que muestre ningún otro, está decidido… -miré lo que me ofrecía y luego a ella –me quedo con el segundo, sólo me pregunto si volveré a tener el privilegio de olerlo directo de su piel, estoy seguro que fue eso lo que terminó por encantarme –sabía perfectamente el juego que estaba jugando, el de la seducción, hablar como un héroe romántico de pacotilla era mi día a día, así se conseguían cosas que por la fuerza no podía, ella, Viola, era una de esas cosas.
Me quedé observando cada uno de sus movimientos, tal vez ahí encontraría la clave de mi triunfo ante ella, no sé en qué momento comencé a ver este encuentro como una batalla, pero me gustaba pensarlo así.
Mis palabras, caballerosas y edulcoradas escondían un sadismo desenfrenado que no dejaba ver a menudo, al que quería darle rienda suelta con esta mujer, aunque no estuve seguro si se dejaría, tenía un aura de indomable, pero también eso era lo emocionante, tal vez se trataría de una cacería de muchas lunas, a veces disfrutaba de presas sencillas, pero a veces era más entretenido trabajarlas hasta que finalmente cayeran.
-Me quedo con el segundo –reafirmé lo que ya había dicho y supe qué haría con él en cuanto lo posara en mis manos. Sonreí con amabilidad pues estaba haciendo una transacción mercantil y me quedé a la espera. Paciencia, la paciencia siempre recompensaba.
Risa contra su piel, sin escapatoria, el clímax le llegó a ambos y entonces sus colmillo volvieron a hacer de las suyas, la sangre regresaba como torrente a su boca mientras ella arqueaba la espalda. Lucian la miró, la escuchó, la sintió… se volvió loco a su lado y luego su cuerpo frío, sin vida y sin una gota de sangre, cayó lánguido a su costado, un charco carmesí los rodeaba y él se regodeó.
Y abrió los ojos.
¿Había dicho imaginar? Eso era lo que mi mente había maquilado, la miré repentinamente perdido aún embebido en mi ensoñación, sonreí de lado seguro ahora de qué perfume era el que me gustaba, aunque no sabía para qué iba usarlo, era sólo el pretexto para estar aquí, con ella, seguir echando a volar mi imaginación, volverla a visualizar sin ropa rogando que me detuviera pero deseando más. No hacía falta, estaba decidido.
-Claro –dije regresando a la realidad, sin borrar aquel gesto ladino de mi rostro, deleitándome con las imágenes de placer y muerte que se formaban en mi cabeza sin poder evitarlo, no era como si hubiese querido hacerlo-. No, no hace falta que muestre ningún otro, está decidido… -miré lo que me ofrecía y luego a ella –me quedo con el segundo, sólo me pregunto si volveré a tener el privilegio de olerlo directo de su piel, estoy seguro que fue eso lo que terminó por encantarme –sabía perfectamente el juego que estaba jugando, el de la seducción, hablar como un héroe romántico de pacotilla era mi día a día, así se conseguían cosas que por la fuerza no podía, ella, Viola, era una de esas cosas.
Me quedé observando cada uno de sus movimientos, tal vez ahí encontraría la clave de mi triunfo ante ella, no sé en qué momento comencé a ver este encuentro como una batalla, pero me gustaba pensarlo así.
Mis palabras, caballerosas y edulcoradas escondían un sadismo desenfrenado que no dejaba ver a menudo, al que quería darle rienda suelta con esta mujer, aunque no estuve seguro si se dejaría, tenía un aura de indomable, pero también eso era lo emocionante, tal vez se trataría de una cacería de muchas lunas, a veces disfrutaba de presas sencillas, pero a veces era más entretenido trabajarlas hasta que finalmente cayeran.
-Me quedo con el segundo –reafirmé lo que ya había dicho y supe qué haría con él en cuanto lo posara en mis manos. Sonreí con amabilidad pues estaba haciendo una transacción mercantil y me quedé a la espera. Paciencia, la paciencia siempre recompensaba.
Invitado- Invitado
Re: Arlett, mas que un perfume... una pasión [privado]
Abrí con cuidado un cajón para sacar una bolsa echa a manos de tul tan rojo como el de mi cabellera, lo abrí con delicadeza ahí pondría el perfume, pensé mientras el joven parecía salir de una ensoñación, y no era para menos, las fragancias que le había dado eran de por si mis favoritas en toda la galería, aunque cada una tenía un poco de mi siempre ofrecía lo que a mi parecer era lo mejor para el cliente. Y como el muchos llegaban sin saber que regar a sus amadas, era de hacer preguntas, pero esta vez solo me había dejado guiar por el instinto uno que florecía a cada segundo, algo había en una especie de hombres que me causaba tenerles una extraña admiración, y Lucian caía en ese completo perfil que hace un tiempo atrás había creado mi mente por los encuentros con… hombres así. Escuche atenta su elección y eso no pudo hacerme sentir mejor, mi labio se estiro para formar una amplia sonrisa, mezclada con una alegría interior que siempre ocurría cuando lograba vender a “Il Imagine”. – Se llevara… - me quede en completo silencio, sus palabras habían logrado que la idea se fuera de mi mente, mis mejillas las podía sentir enrojecidas, ese calor me sorprendió, de inmediato baje la vista y con cuidado tome el perfume, pero ya era tarde mis manos demostraban el nervio que sentía en ese momento. El perfume resbalo y golpeo el mesón, no se rompió y me sonroje aun mas, ¿Qué pasa por mi cabeza? Me pregunte.
Respire profundo guardando la compostura, mi elegancia mi pecho se inflo y desinflo en un segundo, levante mi cabeza y con una extraña sonrisa replique – Perdón, Le decía que al llevarse este perfume lleva consigo un trozo de mi alma – No, eso no era lo que yo iba a decir, pero mis palabras habían salido como si las hubiera estudiado por años, sonreí aun sentía nervios y el perfume ya estaba en su pequeña bolsa. Pase saliva por mi garganta introduciendo mi tarjeta de color marfil a la bolsa. Abroche con el cordón color del mismo tono de la bolsa y estire mi brazo para hacérselo llegar. – Quien se rocié de aquella fragancia, sentirá como el mundo le da vueltas y la hace imaginar – era la mejor descripción para un aroma que podía causar deliciosos estragos en la cabeza de quien lo ocupara. Si aquello era mi arma, no de seducción si no de ingenio, de imaginación.
Es la mejor elección, Monsieur – termine de hablar con una sonrisa cálida por lo superficial nerviosa por lo baja. Con la mano estirada podía notarse el temblor de esta, ni del precio me acordaba en ese momento, parecía segada por sus palabras, la caballerosidad, y… su mirada que por lo penetrante me intimidaba y eso me costaría aceptarlo, porque aun cuando estaba acostumbrada a recibir halagos, pocas veces alguien daba en el clavo con uno. El perfume nunca será en todas las pieles igual, eso lo tenía claro y mas con mi creación que me había encargado que según la acidez de la piel cambiara, una técnica milenaria de la cual poseía un conocimiento avanzado. Mi piel era de PH muy básico, en cuanto a acidez pocas personas lograban tener aquella basicidad mi piel por lo blanca y delicada causaba junto a algunos químicos el color azul que detonan la inigualdad del PH cosa que muchos desconocían. Pensar en algo tan científico me relajaba de alguna forma, mis palabras no podían salir como una briza en pleno invierno.
En cuanto a volver a sentir el aroma en mi piel – la piel se me erizo y mi brazo callo débilmente hasta el mesón – Esta podría ser su última oportunidad – y cuando la seguridad volvió de nuevo a mi cuerpo incline mi torso hacia el estirando mi cuello e invitándole nuevamente a imaginar, el perfume ya era una parte de mí, no tenía necesidad de rociarme a diario más mi piel había tomado como suyo tan peculiar aroma, cerré mis ojos para no arrepentirme y mucho menos para pasar vergüenza nuevamente.
Respire profundo guardando la compostura, mi elegancia mi pecho se inflo y desinflo en un segundo, levante mi cabeza y con una extraña sonrisa replique – Perdón, Le decía que al llevarse este perfume lleva consigo un trozo de mi alma – No, eso no era lo que yo iba a decir, pero mis palabras habían salido como si las hubiera estudiado por años, sonreí aun sentía nervios y el perfume ya estaba en su pequeña bolsa. Pase saliva por mi garganta introduciendo mi tarjeta de color marfil a la bolsa. Abroche con el cordón color del mismo tono de la bolsa y estire mi brazo para hacérselo llegar. – Quien se rocié de aquella fragancia, sentirá como el mundo le da vueltas y la hace imaginar – era la mejor descripción para un aroma que podía causar deliciosos estragos en la cabeza de quien lo ocupara. Si aquello era mi arma, no de seducción si no de ingenio, de imaginación.
Es la mejor elección, Monsieur – termine de hablar con una sonrisa cálida por lo superficial nerviosa por lo baja. Con la mano estirada podía notarse el temblor de esta, ni del precio me acordaba en ese momento, parecía segada por sus palabras, la caballerosidad, y… su mirada que por lo penetrante me intimidaba y eso me costaría aceptarlo, porque aun cuando estaba acostumbrada a recibir halagos, pocas veces alguien daba en el clavo con uno. El perfume nunca será en todas las pieles igual, eso lo tenía claro y mas con mi creación que me había encargado que según la acidez de la piel cambiara, una técnica milenaria de la cual poseía un conocimiento avanzado. Mi piel era de PH muy básico, en cuanto a acidez pocas personas lograban tener aquella basicidad mi piel por lo blanca y delicada causaba junto a algunos químicos el color azul que detonan la inigualdad del PH cosa que muchos desconocían. Pensar en algo tan científico me relajaba de alguna forma, mis palabras no podían salir como una briza en pleno invierno.
En cuanto a volver a sentir el aroma en mi piel – la piel se me erizo y mi brazo callo débilmente hasta el mesón – Esta podría ser su última oportunidad – y cuando la seguridad volvió de nuevo a mi cuerpo incline mi torso hacia el estirando mi cuello e invitándole nuevamente a imaginar, el perfume ya era una parte de mí, no tenía necesidad de rociarme a diario más mi piel había tomado como suyo tan peculiar aroma, cerré mis ojos para no arrepentirme y mucho menos para pasar vergüenza nuevamente.
Viola de Lesseps- Humano Clase Alta
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Re: Arlett, mas que un perfume... una pasión [privado]
Estaba satisfecho con mi trabajo, había logrado mi cometido, su semblante mutante de una seguridad pasmosa que, no podía negarlo, era atrayente, a este más dócil y no menos encantador fue la pequeña recompensa a mi labor. Me gustaba doblegar a las mujeres que se creían demasiado buenas; no estaba diciendo que tenía a esta dama a mi merced, aún no, pero quien sabe, si seguía como hasta ahora tal vez lo conseguiría, tal vez haría realidad mi fantasía que ideé hacía tan sólo un par de minutos; sonreí de lado gratamente complacido aunque quizá la pelirroja no entendía que demonios pasaba y eso era divertido, pero ¡ah! Si lo entendía, eso era mucho más entretenido porque entonces nos enfrascaríamos en un duelo de voluntades en donde nuestras debilidades (mismas que no negaba tener, por ejemplo, la perra de Xrisí era una para mi) marcarían la diferencia y serían fundamentales para la victoria o la derrota.
Pero lo que siguió me deleitó más, sus manos temblorosas al grado de hacer que aquello que sostenía resbalara de éstas, contuve una risa y sólo acentué esa sonrisa mía que me abría puertas, que muchas veces para mis víctimas significaba lo último que verían, pero no, la perfumista estaba a salvo, no la iba a matar, no cuando representaba ser una hembra tan indomable, tan… perfecta para divertirme porque era desgastante regresar al Castillo y observar a Amber del brazo de mi hermano e ir a mis habitaciones pensando en ella y cómo seguramente la hacía suya –porque era suya- o la humillaba, probablemente ambas. Sacudí la cabeza, mi gesto caballeroso y algo tunante no se borró de mi faz a pesar de mi cavilar. Lo que hizo ella después me sorprendió y me alegró por igual, eso era precisamente lo que yo tenía planeado hacer y me había facilitado el trabajo, esta vez sí reí y de mi boca sólo se escapó un «mh» casi silente.
Me hice hacia atrás sólo lo suficiente, con delicadeza, porque el pequeño frasco y el trabajo de la mortal depositado en él no merecían menos, extraje el perfume de la bolsa de la fina y sedosa tela, lo observé en la palma de mi mano con ademán autosuficiente y luego a ella, sin aplazar más el momento, rocié un poco de aquella esencia en su cuello, lo admito, me tuve que controlar para no morderla cuando ella expuso su yugular tan a mi merced. Me acerqué sin reparo, mi nariz rozó su piel y aspiré, no me alejé de ella, prolongué el momento y aunque el aparador se interponía entre ambos, estiré una mano encima de éste para atrapar la ajena y acariciar su dorso con mi pulgar.
-Definitivamente… -hablé cerca, demasiado, mis labios se deslizaron por la láctea piel sin llegar a concretar un beso o algo más –el perfume es exquisito, pero es quien lo porta lo que lo hace inigualable –rompí de golpe y sin previo aviso todo contacto con la mortal y busqué su mirada, quería ver, una vez más, su reacción. Mi boca se volvió a torcer en un gesto arrogante, pero encantador –y… ¿cuánto será por este perfume? –Tomé el frasco y con la misma elegancia con la que lo extraje de la bolsa, lo volví a depositar en la misma –no querrás regalármelo ¿o sí? –Jugaba a hacerme el tonto e inocente –no deberías regalar un talento como el tuyo –aunque mi voz seguía plagada de esa falsa educación, en verdad creía que su habilidad con los aromas era algo que debía valorarse, era una lástima que se tratara de una pobre e insignificante humana, imaginé lo que sería de ella con la inmortalidad como aliada.
La transacción mercantil podía finalizar ahí mientras yo depositaba francos en sus manos, pero no, aún no estaba dispuesto a irme. París resultaba un lugar excitante, quién lo hubiera pensado.
Pero lo que siguió me deleitó más, sus manos temblorosas al grado de hacer que aquello que sostenía resbalara de éstas, contuve una risa y sólo acentué esa sonrisa mía que me abría puertas, que muchas veces para mis víctimas significaba lo último que verían, pero no, la perfumista estaba a salvo, no la iba a matar, no cuando representaba ser una hembra tan indomable, tan… perfecta para divertirme porque era desgastante regresar al Castillo y observar a Amber del brazo de mi hermano e ir a mis habitaciones pensando en ella y cómo seguramente la hacía suya –porque era suya- o la humillaba, probablemente ambas. Sacudí la cabeza, mi gesto caballeroso y algo tunante no se borró de mi faz a pesar de mi cavilar. Lo que hizo ella después me sorprendió y me alegró por igual, eso era precisamente lo que yo tenía planeado hacer y me había facilitado el trabajo, esta vez sí reí y de mi boca sólo se escapó un «mh» casi silente.
Me hice hacia atrás sólo lo suficiente, con delicadeza, porque el pequeño frasco y el trabajo de la mortal depositado en él no merecían menos, extraje el perfume de la bolsa de la fina y sedosa tela, lo observé en la palma de mi mano con ademán autosuficiente y luego a ella, sin aplazar más el momento, rocié un poco de aquella esencia en su cuello, lo admito, me tuve que controlar para no morderla cuando ella expuso su yugular tan a mi merced. Me acerqué sin reparo, mi nariz rozó su piel y aspiré, no me alejé de ella, prolongué el momento y aunque el aparador se interponía entre ambos, estiré una mano encima de éste para atrapar la ajena y acariciar su dorso con mi pulgar.
-Definitivamente… -hablé cerca, demasiado, mis labios se deslizaron por la láctea piel sin llegar a concretar un beso o algo más –el perfume es exquisito, pero es quien lo porta lo que lo hace inigualable –rompí de golpe y sin previo aviso todo contacto con la mortal y busqué su mirada, quería ver, una vez más, su reacción. Mi boca se volvió a torcer en un gesto arrogante, pero encantador –y… ¿cuánto será por este perfume? –Tomé el frasco y con la misma elegancia con la que lo extraje de la bolsa, lo volví a depositar en la misma –no querrás regalármelo ¿o sí? –Jugaba a hacerme el tonto e inocente –no deberías regalar un talento como el tuyo –aunque mi voz seguía plagada de esa falsa educación, en verdad creía que su habilidad con los aromas era algo que debía valorarse, era una lástima que se tratara de una pobre e insignificante humana, imaginé lo que sería de ella con la inmortalidad como aliada.
La transacción mercantil podía finalizar ahí mientras yo depositaba francos en sus manos, pero no, aún no estaba dispuesto a irme. París resultaba un lugar excitante, quién lo hubiera pensado.
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Re: Arlett, mas que un perfume... una pasión [privado]
Nada menos que todo un hombre, en realidad aquel se comportaba de una manera demasiado caballerosa, muchos de los tantos hombres que entraban a la perfumería solían comportarse como era debido, muchos entraban nerviosos, ansiosos ocultándose de las miradas, de las atención pública ya que la mayoría compraba perfumes para sus amantes y no para sus novias o esposas, realmente esto era lo que veía a diario, pero como buena comerciante tenia que guardar silencio ¿Quién era yo para delatar a un falso hombre? Nada más que la perfumera, que vendía su alma al diablo con cada perfume que salía de aquel lugar. Podría ser egoísta y guardar aquellos aromas solo para mí, pero no me habían educado que lo mejor era compartir aquel pequeño don que poseía mi familia. Suspire mientras mi piel se erizaba al sentir tan cerca los labios de aquel hombre, mientras el se corría hacia atrás yo hice lo mismo avergonzada, con las mejillas completamente enrojecidas. Pase saliva y tome aire, pero el calor parecía no querer irse, desviando la mirada a cualquier punto de aquel lugar, moví la cabeza – Son ochenta y nueve francos – pude hablar por fin – Aunque mi negocio se trata de vender a veces cuesta ponerle un valor a una pieza que no tiene precio – en realidad siempre había tenido esa inquietud, mi padre era el encargado de valorar las fragancias con un costo especifico, algo que le falto enseñarme había sido aquello, agradecía que al menos ese perfume el “Il Imagine” ya tenía un valor autoimpuesto hace varios años.
Mire de reojo el rostro de aquel caballero, parecía tan irreal cada aspecto y en ese momento recordé todo lo que había vivido con Lucern, con Dorian, negué con la cabeza, esto no podía estar ocurriendo ¿otra vez? ¿Otro más? Definitivamente era un imán para los problemas, pase saliva con nerviosismo mientras apretaba mi labio de manera infantil – Cuando pruebe ese perfume en otro cuello de seguro le gustara mas – palabras tontas, andaba buscando la manera de que él se fuera, pero no sabía cómo hacerlo es mas nunca había tenido que echar a algún cliente ya que todos compraban, tomaban el paquete y se iban, pero el no, Argeneau parecía no tener esa misma intención, aun cuando su rostro decía una cosa, sus ojos le delataban de alguna forma extraordinaria el brillo que falso tenía solo mostraba oscuridad una perpetua oscuridad y yo no era quien para iluminar lo que él sentía en ese momento. – Puede volver cuando lo desee por otro perfume – mi barbilla comenzó a temblar muy suavemente y me gire dando la espalda al hombre, avance por el lugar rodeando el mesón que nos separaba y me dirigí hacia la puerta, temblorosa como estaba tome la anilla y girando con cuidado abrí la puerta – Ya es tiempo que se vaya, tengo que cerrar la tienda Monsieur – el aire comenzó a faltarme y las palabras salían atropelladas de mi garganta.
Le quede mirando esperando alguna reacción y a la vez esperando que solo tomara lo suyo y se fuera, apreté mi mandíbula con cuidado estaba siendo descortés, lo sabia pero solo era un sentido de alerta, intuición femenina o como quisieran llamarlo, esa noche algo andaba mal y no sabía con claridad si él era quien o no. De momentos lograba perturbarme y eso no me gustaba para nada, me cegaba con su forma de ser y poco a poco perdía el control de mis actos. Gire mi rostro una vez mas aferrándome a la manilla como si esta me diera alguna especie de poder, pero nada simplemente me sentía vacía en ese momento. ¿Cuanto más tendría que esperar? Parecía que mi cuerpo aguantaba la respiración porque mis pulmones comenzaban arden en ese instante y mirándolo el aire salió poco a poco por mis labios… “vete por favor” en mi cabeza repetía esa frase una y otra vez…
Mire de reojo el rostro de aquel caballero, parecía tan irreal cada aspecto y en ese momento recordé todo lo que había vivido con Lucern, con Dorian, negué con la cabeza, esto no podía estar ocurriendo ¿otra vez? ¿Otro más? Definitivamente era un imán para los problemas, pase saliva con nerviosismo mientras apretaba mi labio de manera infantil – Cuando pruebe ese perfume en otro cuello de seguro le gustara mas – palabras tontas, andaba buscando la manera de que él se fuera, pero no sabía cómo hacerlo es mas nunca había tenido que echar a algún cliente ya que todos compraban, tomaban el paquete y se iban, pero el no, Argeneau parecía no tener esa misma intención, aun cuando su rostro decía una cosa, sus ojos le delataban de alguna forma extraordinaria el brillo que falso tenía solo mostraba oscuridad una perpetua oscuridad y yo no era quien para iluminar lo que él sentía en ese momento. – Puede volver cuando lo desee por otro perfume – mi barbilla comenzó a temblar muy suavemente y me gire dando la espalda al hombre, avance por el lugar rodeando el mesón que nos separaba y me dirigí hacia la puerta, temblorosa como estaba tome la anilla y girando con cuidado abrí la puerta – Ya es tiempo que se vaya, tengo que cerrar la tienda Monsieur – el aire comenzó a faltarme y las palabras salían atropelladas de mi garganta.
Le quede mirando esperando alguna reacción y a la vez esperando que solo tomara lo suyo y se fuera, apreté mi mandíbula con cuidado estaba siendo descortés, lo sabia pero solo era un sentido de alerta, intuición femenina o como quisieran llamarlo, esa noche algo andaba mal y no sabía con claridad si él era quien o no. De momentos lograba perturbarme y eso no me gustaba para nada, me cegaba con su forma de ser y poco a poco perdía el control de mis actos. Gire mi rostro una vez mas aferrándome a la manilla como si esta me diera alguna especie de poder, pero nada simplemente me sentía vacía en ese momento. ¿Cuanto más tendría que esperar? Parecía que mi cuerpo aguantaba la respiración porque mis pulmones comenzaban arden en ese instante y mirándolo el aire salió poco a poco por mis labios… “vete por favor” en mi cabeza repetía esa frase una y otra vez…
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Re: Arlett, mas que un perfume... una pasión [privado]
Me le quedé mirando largo rato, aunque ya sabía cuánto debía pagar, no me moví, agaché un poco el rostro y me tomé el mentón con una mano como si estuviera sopesando un par de posibilidades igualmente jugosas ambas y eso hacía complicada mi decisión. Ella comenzaba a exudar cierto nerviosismo y eso me encantó, me atrajo como la miel a las abejas, irresistiblemente, irremediablemente, un impulso contra el que no vale la pena luchar pues es más fuerte. Así solía ser todo el tiempo desde que era vampiro, me dejaba dominar por el instinto, ¿qué caso tenía tener todo este poder si lo reprimías? Creo que desde siempre tuve este impulso destructor, pero no fue hasta que me dieron las armas para ejecutarlo que lo liberé. Por ello era el sayón de mi hermano, un verdugo sin corazón y sin alma, un ejecutor cruel y a la vez, fuera de su yugo, un despreocupado libertino. Y ese reflejo involuntario era el que me hacía quedarme y no simplemente pagarle e irme.
Me llevé una mano al bolsillo, extraje el dinero, incluso un poco más, no lo conté, sólo tomé un puñado de monedas y billetes que dejé sobre el mostrador. El dinero era una atadura mortal, no significaba gran cosa para mí, excepto claro, acceso a ciertos placeres que los humanos aún eran capaces de darme. No dejé de mirarla, pero tampoco dije nada, creo que eso la aturdió más, la desconcertó más, mi silencio repentino y extrañamente tranquilo, ¿a qué iba a temerle yo cuando era evidente que ella estaba aterrorizada por mi presencia? No lo demostraba tácitamente, pero en ciertos gestos y ademanes lograba verlo, cada vez era más fuerte el campanazo en mi cabeza que decía que ella estaba al tanto de lo que yo era y me gustó la idea, su temor era completamente entendible, ¿qué otros seres como yo se habría topado en el pasado?
-Como las obras de arte –finalmente dije ante el comentario de que cuantificar el valor de sus perfumes resultaba complicado, ella se movió por el local y yo la seguí con la mirada, muy de cerca, como un predador a su presa, como el lobo a la liebre-. Oh, no lo creo, me parece que este perfume será por siempre en mi memoria el que corresponda a usted -sonreí con malicia maquillada en galantería –quiero que así se quede, dudo que sobre otra piel huela igual de bien, prefiero conservarlo y al olerlo, recordarla a usted –caminé hasta la puerta que ella me ofrecía abierta con desesperación. Mis zancadas fueron largas, pero tortuosamente lentas y me paré en el umbral de la puerta, ahí me detuve, arqueé una ceja y la miré intrigado.
-¿Pero por qué tanta prisa? –dije con voz calmada y tranquilizadora, de una tesitura baja, incluso demasiado quedo, aunque a esas horas y nosotros dos solos, estuve seguro que me escuchó. No era timidez (¡ja!), era más una suerte de seducción e intimidación-, creí que podríamos quedarnos a charlar un rato –hice un falso puchero de decepción que no duró demasiado, fue sustituido por una sonrisa abierta y sincera, claro que ambas cosas en mí sólo significan iniquidad, sí, de ese modo le sonreí y me acerqué a ella, tanto que la hice retroceder un paso o dos-, ¿me va a negar la oportunidad de seguir charlando con tan fascinante dama como usted? –le pregunté pegando mi nariz con la suya y sin borrar la sonrisa del rostro, luego me separé de golpe y me solté a reír sin razón aparente. Yo tenía mis razones.
-Sabe lo que soy, ¿verdad? –No dejé que respondiera -¿por qué no me ha corrido antes? No quiera hacerse la valiente, es un acto muy temerario tenerme aquí en su perfumería, a solas… podría gritar y nadie la escucharía –ahora le pintaba un panorama nada alentador, ¿seguiría con la idea de sacarme del lugar? Quería ver que lo intentara.
Me llevé una mano al bolsillo, extraje el dinero, incluso un poco más, no lo conté, sólo tomé un puñado de monedas y billetes que dejé sobre el mostrador. El dinero era una atadura mortal, no significaba gran cosa para mí, excepto claro, acceso a ciertos placeres que los humanos aún eran capaces de darme. No dejé de mirarla, pero tampoco dije nada, creo que eso la aturdió más, la desconcertó más, mi silencio repentino y extrañamente tranquilo, ¿a qué iba a temerle yo cuando era evidente que ella estaba aterrorizada por mi presencia? No lo demostraba tácitamente, pero en ciertos gestos y ademanes lograba verlo, cada vez era más fuerte el campanazo en mi cabeza que decía que ella estaba al tanto de lo que yo era y me gustó la idea, su temor era completamente entendible, ¿qué otros seres como yo se habría topado en el pasado?
-Como las obras de arte –finalmente dije ante el comentario de que cuantificar el valor de sus perfumes resultaba complicado, ella se movió por el local y yo la seguí con la mirada, muy de cerca, como un predador a su presa, como el lobo a la liebre-. Oh, no lo creo, me parece que este perfume será por siempre en mi memoria el que corresponda a usted -sonreí con malicia maquillada en galantería –quiero que así se quede, dudo que sobre otra piel huela igual de bien, prefiero conservarlo y al olerlo, recordarla a usted –caminé hasta la puerta que ella me ofrecía abierta con desesperación. Mis zancadas fueron largas, pero tortuosamente lentas y me paré en el umbral de la puerta, ahí me detuve, arqueé una ceja y la miré intrigado.
-¿Pero por qué tanta prisa? –dije con voz calmada y tranquilizadora, de una tesitura baja, incluso demasiado quedo, aunque a esas horas y nosotros dos solos, estuve seguro que me escuchó. No era timidez (¡ja!), era más una suerte de seducción e intimidación-, creí que podríamos quedarnos a charlar un rato –hice un falso puchero de decepción que no duró demasiado, fue sustituido por una sonrisa abierta y sincera, claro que ambas cosas en mí sólo significan iniquidad, sí, de ese modo le sonreí y me acerqué a ella, tanto que la hice retroceder un paso o dos-, ¿me va a negar la oportunidad de seguir charlando con tan fascinante dama como usted? –le pregunté pegando mi nariz con la suya y sin borrar la sonrisa del rostro, luego me separé de golpe y me solté a reír sin razón aparente. Yo tenía mis razones.
-Sabe lo que soy, ¿verdad? –No dejé que respondiera -¿por qué no me ha corrido antes? No quiera hacerse la valiente, es un acto muy temerario tenerme aquí en su perfumería, a solas… podría gritar y nadie la escucharía –ahora le pintaba un panorama nada alentador, ¿seguiría con la idea de sacarme del lugar? Quería ver que lo intentara.
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