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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Amadeo VanderHoeven Jue Feb 07, 2013 12:08 am

"Hermoso Ángel de rasgos Orientales que recorre las calles oscuras, como un ser que pasa desapercibido, usas este carruaje para esconder tu belleza del mundo y no ser perseguido por aquellos que no son dignos de estar en tu presencia.“

Sus manos seguían frías como témpanos de hielo, tal vez le bajo la presión por el susto, algo así me habían enseñado en el monasterio, que cuando eso pasaba era cuando te volvía el alma al cuerpo y te colocabas pálido y frió, ¿acaso asuste a aquel joven que me ayudaba, tanto así como para colocarse frió como el hielo?¿ Por qué te preocupa tanto un chico sucio, ensangrentado y devastado cuyo destino es acabar sus días en las calles de París? . De forma extraña tú me observas como si fuera uno de los seres más hermosos e importantes que se hayan cruzado en tu camino, me agradaba, sin embargo en el fondo pensaba “no me observes de esa manera que no acostumbro a ver, no hagas que me encariñe de aquella mirada que se desvanecerá en mis recuerdos una vez vuelva a las calles”. No podía dejar de observarle aunque a ratos con los leves saltos del carruaje cerraba los ojos al sentir una puntada de dolor en mi pierna, a su vez no quería ser tan obvio y observaba a la ventana por la que poco a poco deje de ver casas y pasaron a ser árboles tras más árboles cubiertos por la oscura noche de la cual la luna era la única fuente fiable de luz. De un momento a otro mí mirada regreso a los ojos del joven que me auxiliaba pero fue más que obvia mi sorpresa al ver como sus ojos tomaban un color rojizo, ¿estaba alucinando? … tal vez solo era el reflejo de la sangre en mi cuerpo, sin embargo, por unos segundos sus ojos me inspiraron algo de temor, como si él fuera una de las bestias con mayor fuerza en la cabeza de la pirámide de cazadores temidos por suerte aquello se disipo en cosa de segundos. Su mirada que ahora parecía estar pendientes en otros asuntos no me decía nada, pero una sonrisa que ya había visto antes por parte de él me hacía pensar que todo estaba bien, que no debía temer estando en la protección de aquel ángel.

-No tiene por qué observarme en estas condiciones… -mencione al bajar mi propia mano a mi pierna para reemplazar la suya – Puede observar por la ventana… estaré bien…- dije antes de escuchar el término de su frase – Oh! No me malinterprete Joven, el roce de sus manos frías ha sido el más amable y tranquilizador que he sentido en mi vida entera – dije presionando mi pierna para que este ya no tuviera que preocuparse sin embargo no se apartó de mi ni un momento.

Su voz podría ser la más dulce que pude escuchar hasta ahora tomando en cuenta de que la mayoría de quienes me hablaban querían parecer amables al principio, su mirada la más compasiva que alguien podría tener ya que la mayoría de las miradas que había recibido eran con odio, lujuria o avaricia, sus toques los más amables del mundo y los únicos que recordaría, tal vez hasta con cariño, el día de mi muerte, sin embargo, los ángeles no deben estar rodeado de seres comunes como yo… ¿o sí?. No me había fijado antes pero al cabo de unos minutos note que mi apetito disminuyo notablemente a su vez mis oídos se taparon por unos segundos haciéndome sentir incomodo hasta que volví a escuchar con normalidad, ¿Qué es eso que tu posees y no tiene nadie más que haya visto en mi vida? Aquello que me indica que eres peligroso sin querer demostrarlo.


Su voz me provocaba el querer sonreír como hace mucho no hacía, más de 7 años conteniendo aquella sonrisa, pero tal vez 7 años más estaría oculta porque no pude hacerlo al recordar el miedo que sentí segundos antes de cruzarme en el camino del carruaje -Un destino peor que la muerte… -repetí las palabras de mis pensamientos las cuales se habían quedado impregnadas como si fueran las perfectas para explicar en su totalidad el sentimiento que tuve.

No me daría más de ese líquido extraño, eso era cruel dijo que quería que estuviera cómodo y aquel elixir extraño me hacía sentir más que cómodo… pero en ese momento no estaba en posición de pelear, el me ayudaba y debía ser bueno al menos por ahora, mi deber era ser bueno con aquel ángel que parecía estar pensando en miles de cosas a la vez, para alguien de su clase era así ¿no?, el pensar en muchas cosas que yo no entendía pero parecían ser las más importantes del mundo entero.

“Tal vez ante la mirada de muchos seas un ser como cualquier otro, un noble con aspecto agraciado, solo quienes sepan cómo mirar se darían cuenta de que eres más que eso. Permíteme conquistarte para mantenerme a tu lado un segundo más, dime cómo has llegado a ser lo que eres y ante mí no escondas ni el más mínimo secreto. Porque la triste realidad es que cuando vuelva a la calle estas horas serán como segundos que se desquebrajaran como en todas las frágiles mentes humanas.”

El tiempo se me pasaba de forma tan lenta y a ratos tan rápida cuando mis ojos chocaban con los de aquel Joven que no quería observar que no tarde mucho en notar muchos más árboles pero el caballo a galope más calmado, seguramente estábamos llegando, al parecer le sorprendió un poco que le llamara ángel, ¿acaso le había descubierto? , ¿No negaría el serlo?. Extrañamente sus manos no tenían un aroma en particular, es más, era como si no tuviera ninguno, pero sus ropas eran otra cosa, sentía el aroma a perfumes, unos de los más populares de París, aquellas cosas se volvían indispensables para muchos, creo que los franceses hasta se colocaban más perfume en un día que baños se daban en una semana, aunque aquel joven no parecía ser francés.

En Venecia eso era distinto, sobre todo en el monasterio donde podía darme un baño antes de ir a la cama a descansar o al levantarme antes de tener que ir algo obligado a orar, allí la mayoría del día lo abarcaba el silencio, para los sacerdotes era más importante que orara a que aprendiera a leer, tal vez eso haría que me quedara más tiempo, obviamente algo obligado. Tantas veces había pensado en todo lo que daría para regresar a ese momento en el que iba a escapar para retroceder y quedarme, pero ahora era distinto, todo tenía una razón y en este momento al parecer mi destino era este, aunque no entendía muy bien que significaba aquello o la razón por la que sentía que él era un verdadero ángel, solo tenía claro que había una razón por la que era él y solo él.

Te referías a mi especie como “Los Humanos” , al parecer estoy en lo cierto al mencionar que tu no lo eres al menos no ahora…- No se preocupe, no pretendo molestar por mucho tiempo, en cuanto cure no tendrá que preocuparse más por mí ni tener aquel sentimiento de culpa… nuevamente muchas gracias por su gentileza- estúpidas palabras, que intentaban parecer comprensivas de mi parte además de amables, si fuera por decir lo que deseaba le hubiera mencionado que colocara una habitación más en su hogar para no irme jamás y poder verle todos los días, en cambio tendría que conformarme con sanar y al volver a las calles pensar en que sería de aquel ser de tez de porcelana como aquellas muñecas tan caras y finas que se vendían en las tiendas – No conozco mucho las comidas de aquí en París… en Venecia comía comúnmente “Gnocchi di San Zeno” – dije cambiando un poco la voz ya que ese era mi verdadero idioma y el que podía hablar con mas facilidad.

Note unas rejas y pensé “hemos llegado” , por suerte, ya que mi pierna palpitaba por el dolor que comenzaba a sentir al moverla aunque fuera un poco. Por fin el carruaje se detuvo y las puertas se abrieron dejando entrar una gran brisa de aire fresco que aspire como si hace mucho no hubiera respirado, tal vez eran los nervios por mi pierna pero tenía mucho calor. Me sentía como la mascota que el Amo había llevado a casa luego de atropellarle, ya que sin decirme nada me ayudaron a bajar, con sonrisas amables pero sin dirigirme la palabra, me pude fijar allí en aquello hermosos y enormes jardines llenos de los más exquisitos colores pero no por mucho ya que me entraron en la mansión, un lugar sin duda hermoso, aquel joven era al parecer dueño de una gran fortuna.

Me sentí algo incómodo cuando el Joven Jaejoong desapareció de mi vista, no quería que me dejara solo con unos sirvientes que no me hablaban, seguramente me perdería en aquel lugar tan grande…pero lo peor no fue eso si no que cuando me llevaron al baño deshaciéndose de mi ropa prenda por prenda mientras no sabía a quién golpear para que dejaran de desvestirme, acabe desnudo entre algunas personas que me observaban y otras que llenaban la tina con agua, estaba algo nervioso pero por suerte en todo momento fueron delicados con mi pierna, me quitaron los zapatos y calcetines para hacerme entrar a aquella gran tiña de la que salía un poco de vapor. Al sumergir mi mano note que el agua estaba tibia y también note como algunos se retiraban dejándome solo un una mujer que verifico que entrara al agua sin resbalar y me dejo allí un rato.

Era un lugar extraño, todos hacían cosas en silencio y yo desesperadamente busca a aquel ángel con la mirada pero no aparecía por ninguna parte…. No alcance ni a limpiarme la herida de mi pierna cuando entraros algunos sirvientes nuevamente con las mangas arriba para no mojarse, me tallaron la espalda, brazos pierna y torso, dejando mi pierna mala para el final la cual limpiaron delicadamente intercambiando miradas entre todos como si se pusieran de acuerdo y se entendieran con solo mirarse a los ojos, me parecían sin duda extraños.

Luego del baño me llevaron cubierto por una toalla a una habitación bastante amplia con ropa de cama suave y rojiza, todo estaba hermosamente adornado, pero no sabía aun que habitación era y nadie me explicaba nada pero a los minutos llegaron sirvientes nuevamente, me secaron tanto el cabello para peinarme mis risos algo rubios, como el cuerpo para vestirme con un camisón blanco de tela muy fina, que se sentía suave al tacto, me sentía muy limpio y fresco. Luego me sentaron en la cama haciéndome estirar la pierna y me la vendaron, se notaba que aun sangraba un poco pero mejoraría al paso de los días. Los sirvientes se retiraron y me quede solo, tome un almohadón, el cual abrace y me quede allí esperando que alguien me trajera de vuelta a que ángel que se quiso hacer responsable de mí.
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Mensaje por Invitado Lun Feb 11, 2013 2:50 pm

"Tus ojos, no creo que entiendas lo que soy. Que es lo que piensas pequeño humano de extraño semblante?"


Estaba tranquilo de tener mis dones, aquel don que provocaba que las personas se sientan bien a mi lado. Poder engañarlas con una hermosa sonrisa y unos ojos de azabache quemado. Como un carbón encendido. Donde nada lo importaba, solo el hecho de que yo estuviese hacía a la gente calmar. Y por supuesto, no quería que el niño temiera. Era demasiado encantador como para dejarlo en las calles, y la realidad, era que siempre había querido ayudar a un humano de las calles. Ver como eran, lo que hacían. En mi mente, yo había nacido de ese modo, como un vampiro, no recordaba absolutamente nada de mi esencia o presencia humana y siempre me había dado curiosidad, ver a un humano, las doce horas de mis noches. Poder saber lo que hacían lo que les gustaba comer, todo. Aparte, que últimamente mis comidas eran rutinarias, en la alianza, la organización donde trabajaba. Tenía que hacer alimentos altos en proteínas y no podía haber demasiada variedad.

-Entiendo, pero vuestra fuerza es demasiado poca, la sangre seguirá saliendo de sujetaros vosotros mismos. Dejadme a mí. Yo me ocuparé de vosotros. Así que Amadeo... Que hacéis pra sobrevivir?


Preguntaba con calma y claridad, mientras le miraba, observando aquella sonrisa que de alguna manera era algo contagiosa, pero necesitaba llegar a la mansión, mandarlo a vendar antes de que pierda mas sangre. Y eso no me hacía en gracia ninguna, pues de tener mas problemas, tendría que llevarlo a la organización para que lo curen como debía ser. La sangre de vampiros con don de sanar era muy buena, casi milagrosa, pero no se les podía dar demasiado, ya que podía volverse adictiva. Podía convertir a hombres, en seres mitad bestia. Ya que la sangre de vampiro los volvía mas fuertes. Eran cosas, que no podían tomarse a broma, de ninguna forma.

"Decirte la verdad, sería literalmente, darte el secreto de la inmortalidad. Secreto que no le daré a nadie. Pues nunca convertiré a ningún hombre ni mujer sobre la tierra en esto que soy yo. Un ser que no envejece, que no cambia, que no respira"


-Ah! No hay gentileza de por medio, soy un sanador en una organización para enfermos o lastimados. También cocinero. Así que es lo que tengo que hacer... Sois un buen chico, no os preocupéis.


Le escuchaba, asintiendo mientras ya al fin llegábamos del todo y podía empezar a bajarme, en lo que pensaba “Gnocchi di San Zeno” que rayos sería eso y me preguntaba si podría cocinarlo, como fuere, le prepararía algún guiso con muchas proteínas y vitaminas, en lo que mandaba a buscar para hacer ese tipo de comida, y una buena receta. Quería darle buena comida, al menos en lo que se quedara en la residencia. Le sonreía cuando puso aquel rostro de "no me dejes que muero" y una risilla dulce salió de mis labios, negando, que solo movía la mano para que se dejara hacer. Ninguno de mis sirvientes se atrevería a tocarle.

-Ve, ellos te cuidarán bien. No debéis temer, nada es pasará en este recinto. Solo relajaos.


Dije en lo que me dirigía a la cocina, empezando a preparar una de mis típicas sopas con carne, las iba salteando y separaba los ingredientes, esperando que la ama de llaves, a quien había mandado a comprar las cosas, llegara y me diera la exacta receta de aquel alimento que el chico me había pedido. Por suerte, solo tuve que esperar unos diez minutos y la mujer ya estaba de regreso, con un libro con una impresión en la parte de arriba. “Gnocchi di San Zeno” Decía en lo que abría y sonreía. Eran simples ñoquis caseros. Intentaría hacerlos exactamente como decía allí, así que empezaba a hacer la masa con ayuda de la anciana y preparar la salsa. Le llevaría una sopa de carne y verduras, con aquellos ñoquis y un buen vino y agua para que beba tranquilo. Empezaría a hacer también el pan casero, para llevarlo caliente a la habitación a la que lo habían llevado. Les había dicho que lo dejen en la mejor habitación de invitados que teníamos, que era en realidad, lo que había sido mi anterior habitación, solo que hacía un tiempo me había mudado a lo mas alto de la mansión, para que nadie molestara mi sueño. Pero esa habitación en la que estaba el rubio, seguía conservando gran parte de mis cosas, además de tener un piano en la parte del medio y varias partituras por todos lados.

"Yo te cuidaré como si fueses un diamante congelado. Pero no intentes husmear, donde te comerán los murciélagos"


Y con tranquilidad empezaba a terminar de armar las cosas, preparando todo para ponerlo en un carrito y llevarlo hacía arriba, quería ver que tal estaba y si habían vendado bien su pierna. Aparte de saber si habían puesto un almohadón para que la sangre no baje mucho. Cosa que dudaba y ciertamente para bien. Pues al abrir la puerta lo primero que noté era que aquello no estaba. Pero solo atiné a sonreirle, acercándome en lo que levantaba las patas de la bandeja y la ponía a los lados de su cuerpo.

-Espero gustes de la comida. Dejadme poner esta almohada aquí, así la sangre circula menos y la herida se cura mas rápido. Si? Y contadme Amadeo, como es vuestra vida? Podéis comer solo, no?

Preguntaba en lo que terminaba de acomodarle y estiraba las sabanas, terminando, para pasar a sentarme en el banquillo del piano, con la mirada al chico, que luego quizá tocaría una pieza para el.
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Mensaje por Amadeo VanderHoeven Vie Feb 15, 2013 2:46 pm

“Dicen que el hogar es el castillo de cada hombre que la habita, este es tu castillo, tu fortaleza impenetrable ¿de esto te acompañas todo el día… hermosos espacios pero silenciosas voces?, seguramente solo a mí me han tratado de aquella manera, que es lo que sienten ellos…¿desconcierto, lastima o sorpresa?”

Mis curiosos ojos todo lo recorrían, todo lo observan y mi ser cada vez más ansiosas deseaban tocar desde los ásperos bordados de las cortinas con las yemas de mis dedos, hasta las finas baldosas, de un material que no reconocía, con la punta de los dedos de mis pies, ya había caminado sobre ellas al ser trasladado a aquella habitación luego del baño y me agrado aquella sensación fría al pararse a pies descalzos sobre los grandes cuadros de ese material que conformaban el suelo de la habitación , era un lugar sin duda hermoso, mis dedos jugaban con las sedosas sabanas en las que me hallaba recostado.

No recordaba el haber estado en un lugar siquiera parecido a aquel, en el monasterio las habitaciones, al menos la mía, no eran algo lujoso ni nada por el estiro. Mi habitación consistía en un pequeño cuarto de los muchos que estaban en aquella sección pero las habitaciones ajenas a la mía estaban bajo llave, según me informaron una vez habían pergaminos muy importantes para la historia por lo que nunca me acerque a aquellos cuartos. Volviendo a lo de mi habitación, era un pequeño cuarto que tenía una cama de madera con un colchón que me hizo doler un poco la espalda por un tiempo entre mis 7 a 9 años de edad, según los sacerdotes no tenía que ver con el colchón si no que era simplemente porque estaba creciendo, el colchón tenia sábanas blancas algo gastadas las cuales se lavaban 1 vez cada 2 semanas junto a toda las otras. Tenía también un pequeño escritorio también de madera el cual utilizaba para escribir cartas sin ningún destinatario, a los sacerdotes les agradaba que escribiera ya que así podría poner en práctica mis lecciones de lectura y escritura, en muchas de ellas ponía como destinatario “Caius Lourle” el cual con el tiempo se convirtió en el ser imaginario al cual le preguntaba como lo pasaba en la playa de Venecia, o si seguía cazando con su padre lejos de su hogar, si su familia estaba bien y no había sido infectada por aquellas enfermedades que agobiaban a los pobladores de algunas zonas bajas.

Mi gran tesoro luego de un tiempo sería una carta para mí, escrita por alguien que no pertenecía al monasterio, se me fue entregada por el Sacerdote VanderHoeven un hombre ya mayor y enfermizo, el cual me recogió de la puerta del monasterio y fue el que más cuido de mí, a él se debe mi apellido, nunca fue como mi padre pero si como un gran tutor el cual jamás me negaba sus conocimientos hacia ningún tema, me dijo que mis cartas habían desaparecido y había quedado esa en su lugar, no le creí hasta notar la letra con la cual estaba escrita, no era como la que todos usaban allí, era menos formal lo cual no quería decir que menos hermosa en ella me relataban con exacto detalle cómo era la playa de forma extraña ya que me la describía de noche, al igual que las plazas, callejones, bares, tiendas sin mencionar en ningún momento el sol o la luz.

Otra cosa que constituían aquella habitación sería un pequeña ventana con barrotes gruesos, estaba en alto para la edad que tenía en ese tiempo tenía que utilizar la silla para observar hacia afuera pero no se veía demasiado simplemente un poco de patio para toparme un con gran muro unos cuantos metros más allá, alumbraba por las noches con unas cuantas velas que se apagaban solas por la brisa del viento y otra de las cosas que allí tenia hecha por mi eran marcas en las murallas, cuando me castigaban por llegar tarde a una misa, no levantarme temprano para desayunar me encerraban allí y yo hacía marcas por todo el lugar ahogando mi rabia por estar encerrado.

“Aun me pregunto si mis berrinches eran por el encierro o por pensar que había fallado, sin importar eso, luego el castigo era peor al momento en que notaban que mi rabia me convertía ante sus ojos en un demonio cuyas acciones no podían controlar. Con el tiempo ya no me vieron como un ángel de rubios cabello si no más bien como un peligro… por suerte, ya que un ángel es más que un rostro de ensueño. ”

Por un momento pensé que estaba de regreso allí, sentí que corría entusiasmado por los rincones buscando a mi tutor VanderHoeven, de cabello canoso y un caminar lento además de débil que lo llevo a usar un bastón, recordé el momento exacto en el que mi entusiasmo se convirtió en un pesar inmenso al verle en su cama sin vida y un médico de la zona diciendo que ya no había nada que hacer. Cerré los ojos con fuerza para volver a abrirlos y regresar a la realidad, no deseaba pensamientos de ese tipo ahora que nada podía hacer, la vida avanzaba y era imposible el retrocederla…

De un momento a otro note que algo se movía por la habitación, me senté derecho, colocando mis manos en la cama para intentar levantarme un poco y lograr ver que era… pero aquel diminuto ser fue el que con destreza y esfuerzo logro subir a la cama mostrándose ante mí, nunca había visto un gatito tan simpático como aquel que estaba frente a mis ojos – Ammm…hola…gatito…- dije alegre olvidándome por completo de mi pierna lastimada unos instantes, hasta que intente moverme y un dolor lacerante invadió toda la zona lastimada dándome leves cosquillas en el pie pero dolor en lo que era de allí hasta mi muslo.

“Misterioso ángel desapareciste de mi vista y el dolor ha vuelto a mí, ¿Dónde estás poseedor de aquel elixir que cura hasta las heridas que físicamente no están abiertas? “

Ni siquiera logre volver a recostarme, ya que el dolor había cedido, cuando la puerta se abrió y como acto reflejo mi mirada se fue allí inmediatamente observando como hipnotizado nuevamente a aquel ser que frente a las luces de las velas se veía sin duda igual o mucho más hermoso al ahora poder ver sus perfectos rasgos claramente, se acerco con una sonrisa amable y una bandeja con comida en la cual logre identificar rápidamente lo que mencione en el carruaje y no pude evitar el nombrarlo con alegría….

-Gnocchi di San Zeno..- dije al ver que colocaba la bandeja a mi lado, la mayoría del tiempo era muy educado y solía callar algunas preguntas sobre todo si estaba conociendo a alguien recientemente, pero mi estómago gruñía hasta el borde de sentir que sus “rugidos” me llegaban a la garganta – amm….es….es para mí?... – apunte la bandeja ya que no quería comer nada de aquello ni siquiera moverme si él no lo decía, como había pensado antes “seré bueno”. Con sus palabras me quedo claro que sí, pero no hice nada hasta que no acomodo mi pierna – Gracias… se ve delicioso – dije entusiasmado refiriéndome a la comida, le mire un momento por sus preguntas y alce los hombros con calma – Pues… algo lúgubre… por las noches las calles se vuelven peligrosas, por suerte ahí un callejón donde no pasan tantos viejos borrachos, ya que, esos son peligrosos de vez en cuando – le explique tranquilo, tomando un poco de agua ya que sentía la garganta sin duda seca, pero aquel sorbo de agua… no surtió el efecto que quería, era como si no me quitara la sed por lo que bebí más aun cuando logre saciar aquello, sin duda me aprecio extraño, jamás me había pasado algo así.

-Am… claro, puedo comer solo.. -dije mirando aun el vaso del cual había bebido agua – Todo se ve delicioso muchas gracias, Joven Jaejoong – dije para comenzar a degustar la comida, estaba delicioso, seguí al Joven con la mirada por un rato para observar a donde se dirigía, espere a terminar de tragar para volver a hablarle - ¿Sabe tocar el piano?... he visto algunas partituras cuando me trajeron aquí… es un lugar muy agradable… la cama es muy blandita – mencione con calma bajando la mirada nuevamente para comer un poco más – Espero… no haber interrumpido un viaje importante para usted… - ya que seguramente se dirigía a algún lugar cuando nuestros caminos se cruzaron – Su piel es blanca como el marfil de asemeja a los ángeles esculpidos en la capilla…- fue una frase que salió de mi oca sin previo aviso cuando recordé aquellos ángeles que poseían grandes alas y tranquilo mirar.


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Mensaje por Invitado Dom Feb 17, 2013 11:00 pm

"Cuando un animal ama a un humano... No es ese, el único sentimiento real que existe? Por que uno sabe, que la bestia no te abandona, mas todo lo humano o con rastros de humanidad, algún día desaparecerá"


Una risilla salió de mis labios cuando el chico repitió lo que en mi cocina se conocía vulgarmente como "ñoquis" y con una dulzura incalculable, apoyé la bandeja de patas en la cama. Mirando a un lado al ver que mi gatito estaba allí. Este solía estar en cualquier lado a cualquier hora. Era tanto lo travieso que era, que una vez lo había encontrado en donde mantenía mi ataúd, como había llegado allí, no lo sabía. Pero alcé la mano para acariciarlo dulcemente, dejando de lado por un momento al muchacho. La verdad era que estaba perdidamente enamorado de mi gato. Lo había comprado a falta de tener a Camila todo el día en casa. Aunque al gatito no lo podía dar cualquier comida, pero al menos me hacía compañía todo el tiempo que estaba solo. Día y noche, solía leer en mi compañía, arañarme en algunos momentos cuando jugabamos, era especial, pero me molestaba el hecho de saber que algún día moriría.

-Jiji... Que hacéis aquí...? Tenemos un invitado especial hoy, debéis portarte muy bien, entendéis?

Apoyaba un dedo en aquel hocico, sintiendo la mirada del gatito que simplemente respondía con un frote en un mano y luego con una lamida en la pierna del muchacho. Aparentemente, podía notar que estaba herido y típico de los animales deseaba lamer la herida para curar. Pero la mayoría de ellos podían infectar mas la situación, con lo que tuve que alejarlo y negar con una mirada firme, para que de ese modo me haga caso. Sino, pasaría de mi, como la mayor parte del tiempo hacía. Luego de eso, ví como el gato iba a la parte de las almohadas, sentándose al lado del muchacho, maullando suavemente para luego tirarse cual saco de papas que era. Como siempre, le gustaba dormir en las comodidades. Era una gatito prácticamente de la realeza entre los demás gatos.

-Por supuesto que es para vosotros, os parece que le preguntaría que queréis comer, lo haría, lo dejaría frente a vosotros y luego me lo llevaría o que? Comed con demasía pequeño. Esperemos que el sabor sea rico...

Me sentaba a su lado, en la silla de madera tallada, con el asiento de tela bordada a mano. Toda la casa era prácticamente, lo que luego sería una reliquia de época. Le miré unos segundos y escuché atentamente lo que decía, asintiendo, pensando en como sería eso... Temer a un humano... Sería lo mismo que temer a otros vampiros? a pesar de ser un "inmortal" era uno de los mas débiles. Mis dones eran mas bien de protección y ninguno servía para atacar o hacer profundos daños. Aparte de que no los había desarrollado demasiado, mas que el poder de hacer que los otros se sientan bien a mi lado. Pero volar, apenas podía planear. Y en diez años, debería haber aprendido algunas cosas más. Sabía de neófitos, que apenas con unos días, podían hacer mejores cosas que lo que podía hacer yo.
Fruncí el entrecejo al ver la reacción del muchacho. Aquel chico había probado la sangre sin tener ninguna herida interior. Como de órganos o algo así. Por lo que solo la había digerido, pero por suerte había sido una gota mínima, pronto se le saldría aquella sensación de sequedad, de mas sangre vampírica. Yo solo la dejaba tomar cuando había una herida de bala o quizá algún tipo de herida que rompiera los tejidos de los órganos o sistemas del cuerpo. Aunque solo lo hacía si era necesario, ya que podría dar secuelas igualmente y no deseaba que ello ocurriera.

"Y luego me acerco a la silla del piano, subo la solapa y apoyo los dedos sobre las teclas. Sí, toco el piano, no lo hago muy bien, pero deseo darte un lindo hospedaje en mi mansión"


-Si... Os tocaré una pieza ahora mismo. Ehh... La ...cama? Pues no lo se, siempre he dormido en esas camas, lo lamento.

Susurre ante lo que decía simplemente, no podía pensar en otro tipo de colchones, aunque imaginaba que si dormía en las calles, sería como cuando me quedaba dormido en el piso de la casa, aunque aún así. No sentía demasiada incomodidad, mi cuerpo nunca se contracturaba y mucho menos se hería. Eran pocas esas situaciones y solo se daban cuando estaba en alguna misión para la alianza. Aunque usualmente me mantenían protegido por ser un sanador, si el curandero estaba herido, quien curaría y quien lo curaría a el? Por las dudas, era mejor prevenir. Pero todo aquello se esfumó de mi cabeza cuando volvió a hablar. Que era eso lo que decía? Provocó que una risotada saliera de mis labios y cubriendo estos con los dedos, pasé a mirarlo divertido, negando por sus palabras, suspirando con paciencia y tranquilidad.

-Los ángeles de la capilla? Pues lamento deciros que pocas son las veces que he visto una capilla, pero imagino que será algo muy blanco. Hoy no he comido demasiado y mi dieta es muy estricta, tengo... una "enfermedad". Por eso mi piel esta así de pálida, pero no es preocupéis y no penséis en mi viaje, solo eran asuntos que pueden quedar pendientes para mañana. Ahora, disfrutar mi serenata, pequeño Amadeo, "In Heaven"


Empezaba a tocar, deslizando suavemente mis dedos, haciendo que volaran contra las teclas, fluidamente, me dejaba hacer por el piano, en lo que una sonrisa salía de mí. Era una canción triste, sobre un hombre ocupado, que deja que su amante muera. Pero! Ah! Era todo un sueño, era una premonición, que se cumple con una solo cambio. Ahora ambos amantes mueren. Y se los puede ver, mirando al horizonte, mirando el camino de la muerte juntos. Que tan bello podría ser eso para mí? Podría pasarme en lo que me quedaba de vida, que era la eternidad? Pues no lo creía, solo había un hombre para mi corazón y este me había echado de la casa hacía un tiempo. Pero pronto volvería a él. Siempre lo hacía, no importaba que. Era como el destino. El destino que me había unido a diferentes clases de personas, muchos humanos, lobos, cambiaformas. Brujos y otros vampiros. Siempre buscaba entablar relaciones, aún sabiendo que gran parte de ellos morirían y yo seguiría igual. Pero eran cosas que empezaría a aceptar con el tiempo. Con las muertes lo lograría superar. Poco a poco, por ahora, solo deseaba disfrutar de la compañía en la que estaba, compañía con la cual podía tener una conversación de pregunta y respuesta. Y no sería solo yo, hablando con el gato.

-Ah... Espero que os haya gustado, decidme Amadeo, por que estáis en las calles, no parecéis alguien que ha vivido la vida así desde siempre.

Decía con tranquilidad, en lo que daba las últimas notas, dejando el vibrato del piano seguir en el aire.

"Descubro que vivo esta eternidad para los demás, por que no sirvo para nada por mi mismo. Si fuese por mí, me tiraría a una hoguera. Que sentido tiene vivir si no tienes con quien? Si no hay cambios en tu vida? Si no hay posibilidad de nueva creación de vida? Lo único que puedo hacer es ir aprendiendo mas y mas cosas, conocer y... Nada mas."
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Mensaje por Amadeo VanderHoeven Jue Feb 21, 2013 9:35 pm

Seguía comiendo con muchas ganas, podría ser que no comía hace mucho tiempo o que jamás había comido cosas de esta clase, o mejor dicho comida preparada con tan finos ingredientes, cuando escuche lo que decía, “In Heaven”… ¿Qué significaban esas palabras?, estaban en un idioma que no sabía por lo que mientras seguía comiendo le observaba tocar el piano, aquella melodía resonaría en mi mente por muchos días, era como una dulce canción de cuna hecha solo para mi… aunque lo dudaba. No deseaba que acabara, quería seguir escuchando cada una de esas melodías que hacían que se crispara mi piel, observe a la ventana, la luna se veía más hermosa que nunca, se veía grande y redonda, completa además de brillante, como si aquella noche la luna iluminara el mundo para ser testigo de aquel momento, el cual se volvería el más importante de mi vida sin siquiera saberlo.

Me pregunto porque estaba en las calles y por primera vez en mi vida fui sincero, le conté todo, sobre el monasterio, mi secuestro y pronunciaba avergonzado además de triste mi paso por el burdel del cual escape, le dije porque me había cruzado tan bruscamente en las calles ya que su mirada, solo aquella mirada parecía atravesar la fuerte capa de dolor y llegar a aquel ser que anhelaba ser libre, la noche me pareció eterna en su compañía y sin darme cuenta caí dormido, al despertar estaba solo y el sol comenzaba a salir, mire a todos lados confundido sin recordar que había ocurrido pero no paso mucho cuando logre recordar todo, el carruaje, el Joven Jaejoong, la comida, absolutamente todo. Llegaron unos sirvientes a mi habitación para cambiar las vendas de mi pierna, la cual al quitar las vendas algo ensangrentadas note que tenía un horrible hematoma que de veía completamente morado y rojizo, me espante un poco pero cuando colocaron otras nuevas como si nada note que no tenia de que preocuparme… no mientras cobijado por las alas del ángel de la noche.

No paso mucho que mire mi pierna y recordando les llame antes de que salieran de la habitación, les pregunte donde se encontraba el Joven que me salvo y me dijeron que el Joven Jaejoong regresaba al caer la noche… todos los días, no me dejaron levantar más que para ir al baño por lo que no pude buscarlo por mi cuenta si es que lo escondían de mi. Así pasaron un par de días más… por alguna razón no lo vi, pero me sentía observando al dormir, tenía muchas ganas de saber si aquel ser era real… si no era un simple y cruel sueño que el existiera tal como lo imagine, el ángel de mis sueños, mi ser de protección, mi ángel guardián.

“Así que esta es tu vida… eres el ángel de la noche, el protector de los perdidos y el salvador de los heridos, fui bendecido con algo llamado “destino” el cual luego de tanto tiempo me trajo a el lugar que parece corresponderme, junto a un hermoso ángel de ojos oscuros y sonrisa radiante.”

Hasta que llego un día que podía caminar mejor que antes, al menos podía pisar sin caer y hacerme peor la rodilla, me desvele cuando sentí que todos dormían y salí a recorrer la mansión, los pasillos parecían muy largos y luego de un rato se me hizo doloroso el seguir, sin embargo antes de rendirme logre encontrarle, su rostro seguía hermoso, no era mi sueño era mi realidad, camine hacia el tambaleando, quería llamar su atención, había estado jugando con los botones de mi camisón porque estaba aburrido por lo que uno estaba a punto de salirse por mi constante juego. Aquel lugar era un pequeño Living comedor, me senté rápidamente porque estaba ya casi cayéndome – Señor Jaejoong…. ¿Por qué no has ido a visitarme?... – pregunte tranquilo mientras dejaba mi pierna tranquila para que el movimiento no me dañara, me daba un poco de vergüenza por ser tan directo para mis cosas con alguien que recién conocía – Quería volver a escuchar aquella melodía… he soñado con ella… me gusto mucho… ¿Qué significa “In Heaven”? – le pregunte tranquilamente mientras me recostaba en el asiento, observándole con calma, esperando una caricia en el cabello de parte de esas hermosas manos de marfil.

“Deseo quedarme aquí, me gusta este lugar, a tu lado me siento seguro, en las calles me siento frágil creo que caeré en cualquier momento para ser pisoteado por todos. No quiero caer, no quiero volver a perderme y caer en la boca del lobo, que me cega de la realidad y me mete en un infierno.”
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Mensaje por Invitado Dom Feb 24, 2013 12:18 pm

"Te escucho, y te veo en la memoria, te imagino como el niño hermoso que fuiste y nunca volverás a ser. Pero sabes que para mí, serás siempre el niño mas bello"

Le miraba con premura mientras escuchaba su historia, una historia tan humana y profunda que mis ojos quedaban empañados por su hermosura. Ladeaba el rostro, buscaba saberlo todo. Le sonreía con la dulzura máxima que me daba el cuerpo, mientras que cada tanto hacía alguna melodía en el piano. Noté que su voz era como las voces de los fantasmas, con un eco interior. Era quizá el dolor que albergaba en su interior y lo mostraba en forma de actos de molestia. O de caprichos. Un niño que necesitaba ser consentido y yo le daría todo. Pues por que no hacerlo siendo que no tenía nadie de quien preocuparme. Mi ave majestuosa no necesitaba protección y aún así yo se la daba. Me había alistado en una corporación, como "sub-jefe" solo para poder proteger a mi amante de los cazadores e inquisidores. Y aún así tenía mucho tiempo libre en la noche. Era triste, de algún modo me sentía solo. Pero no vacío. Como si necesitara rellenar un poco los cuidados... Ayudar más, con los dotes que me fueron encomendados. Y con ello, en mi cabeza, firmaba el contrato con el cual me quedaría con el muchacho, al menos hasta que el lo desee.

"El destino lo escribimos nosotros, tenemos una hoja infinita, con miles de posibilidades que nos la dan escrita. Pero tu vas tachando las cosas que haces y las cosas que no. Eres el dueño de ti mismo. Y siempre podrás hacer lo que desees."

Los días pasaban, cada tanto iba a mirarlo en la noche, dormía como un ángel, algo adolorido por la pierna. Pero era mejor así, haberlo sanado completamente, significaba que el piense que podía hacerse cualquier daño y yo le sanaría y aunque era así, los daños que se podían curar solos era mejor que los cure el cuerpo humano, con ayuda de medicinas, desinfecciones y cuidados suaves. Pero que pase el tiempo, para que así aprenda varias cosas, mirar antes de cruzar la calle y que una lastimadura profunda puede matarte. Así como le hubiese pasado aquel día, si no le hubiese recompuesto la herida en la cabeza.
Pocas veces le veía despierto en los pasos de los días, aparte que algunas veces tenía misiones de La alianza. Quizá ir a la casa de mi bello cuervo o preparar fiestas para la N-corporation. Para que así no se sospeche la emboscada que había detrás de todo eso. También tenía los días que iba al teatro a cantar o tocar el piano. Pero siempre, siempre, estaba al tanto de lo que hacía o decía el muchacho. Procuraba que nada se me escape, para así no llevarme una sorpresa.

"Encuéntrame, camina con cuidado. No me preocupes. Se un buen niño. Compórtate como el humano que eres. Deja de ser curioso. Haces que mi paciencia se agote"

El olor a comida inundaba todo el living y la cocina. Los alimentos se estaban hirviendo, mientras yo me posaba en el sillón, sentado en posición india, con un libro grande sobre mis piernas, llevaba el cabello recogido con unas pinzas y un pijama negro, con las pantuflas de algodón suave y caliente. Pero algo me desconcentraba de mi lectura, unos pasos que venían torpes por el pasillo que daba hacía la biblioteca y luego a las habitaciones. No tardé demasiado en descubrir quien podría ser. Y apoyando el codo en mi rodilla me quedé viendo a la puerta, sonriendo en una negación al verlo entrar. Parecía agotado, se apoyaba sobre el sillón mas lejano a mi y a la vez mas cercano a la puerta. Me preguntaba por qué había hecho aquello y con un suave movimiento dejé las cosas a un lado y fui a acariciar su melena rubia. Acomodando sus mechones con cuidado, para luego sonreirle divertido. Negando con resignación.

-Sí he ido a visitaros, es solo que os veo durmiendo siempre que voy... Que hacéis por aquí, tendrías que haber avisado si querías recorred la casa... Os estaba preparando la comida para mañana, queréis un plato ahora?

Le miraba en lo que ladeaba el rostro por sus palabras, claro, no había hecho guaje de que aquello estaba en inglés. Me sentía algo bruto por no haberlo dicho antes, aparte que el niño era Italiano y en todo caso, no tenía por que saber algún otro idioma aparte del Francés e Italiano. Con lo cual, solo asentí y miré unos momentos hacía arriba. Estaba pensando en algo que quizá le gustaría, una cajita musical. La mandaría a hacer pronto, pero por mientras, me levantaba a dejar el libro en su lugar e ir a la cocina. Revolviendo un poco la sopa de la olla y luego las verduras y carne en un costado. Le observaba desde mi posición, que justamente por ello, yo había hecho los ambientes abiertos para tener la vista panorámica de las situaciones. Algo muy raro en las masiones de la época, pues justamente buscaban la cocina muy lejana. Pero eso era por que los sirvientes cocinaban y en esa casa, el cocinero era yo y solo yo.

-Significa "En el cielo"... La tocaré para vosotros luego, si eso deseáis. Y mantened esa pierna para arriba Amadeo... Ahora, por que habéis salido de tu habitación sí? Por que no habéis pedido una muleta? Os he preparado unas para cuando os sintáis preparado para caminar... Os la buscaré ahora. Pero debéis prometes que no volveréis a salir así. Ah! Y descalzo. Que debo hacer con vosotros? Mira que pescáis un resfriado?

Negaba, apagando la cocina, en lo que buscaba las maletas que estaban en un cuarto del pasillo, algo lejano, con lo cual dejaba al muchacho solo por unos momentos, pero no demasiado, aunque seguramente si deseaba pispear las cosas que había por allí tendría el tiempo necesario, pero probablemente lo notaría, por aquella pierna, que estaría mas quejosa. El chico era realmente un dolor de cabeza cuando se lo proponía pero era tan dulce, tan bello y frágil, que no podía dejar de cuidarle con todo lo que podía. Al volver, dejaba las muletas al lado de la puerta, mirando al chico con una bella sonrisa, que provocaba que mis ojos rasgados se entrecerraran suavemente.

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Mensaje por Amadeo VanderHoeven Mar Mayo 14, 2013 4:10 pm

La luna que alumbra los pasillos es más brillante que la llama de las velas, aun así… la luna ya no está completa, en parte era lo único que me hace divisar el paso de los días. Frías noches, calurosas tardes y solitarias mañanas eso era lo que acostumbraba a vivir ahora. Y al no tener mucho de lo que preocuparme en mi mente se creaban las dudas más complejas que había tenido en mi vida, deseaba a mi ángel a mi lado para responder y explicarme cada una de ellas, aunque posiblemente mi vida no sería tan larga como para que pudiera responder cada una de mis dudas.

““Explícame la magia de este mundo, como ni siquiera un monje podría hacerlo, explícame el origen de todo. Deseo saber hasta lo que tú no sabes para no temerle más al mundo que veo tan oscuro y desolado.”

Recostado en el sofá, mantenía la calma de mí mirada lo más que podía, lograba ver muchos libros gruesos y otros más delgados… ¿Ellos poseían la historia no? La que el hombre ha relatado desde el comienzo pero que nadie ha logrado vivir desde su inicio hasta el día de hoy. Me causaba una sensación extraña las palabras del mayor, de aquel ángel con forma casi humana que acomodaba mi cabello con cuidado, esas manos frías nuevamente, habían sido las que había estado extrañando y sin importar cuantas veces las soñara jamás serian lo mismo, en cuanto cerraba los ojos entraba a un mundo donde mis sentidos estaban algo apagados, aquel inconsciente dominaba mi propio consiente mientras permanecía despierto y lo sabía, a su vez me aterraba. Ya que al estar despierto esas pesadillas recurrentes me quitaban la calma mientras observaba hacia la ventana desde mi cama. Como si de alguna forma pensara que era posible el que alguien entrara durante el día a mi habitación para llevarme lejos, ¿Cuándo se desvanecerían?, tal vez cuando olvidara que de una u otra forma yo no era libre.

““Sin importar cuanta cuerda le den a mi correa, sé que siempre tendré el collar puesto el cual me marca como propiedad de alguien, con una correa la cual puedo tirar pero jamás me dejara ser libre…”

Aparte de la voz de aquel dulce ángel solo sentía silencio y un aroma que inundaba el cuarto, mi nariz curiosa pareció un poco obvia al sentir aquel olor ya que comencé a buscar de dónde provenía. En el monasterio siempre el aroma a comida quedaba encerrado en las cocinas, salía al patio por una pequeña ventana pero no se esparcía por la capilla, ni las habitaciones continuas por lo que solo cuando me avisaban tenía claro que la comida estaba servida.

-Señor Jaejoong… podrías haberme despertado… ¿Avisar? … preferí hacer de esta caminata una aventura… y aunque me costó llegar aquí ahora me siento recompensado, por fin te encontré…. Entonces no me he equivocado, huele delicioso, sí, me gustaría comer un poco ahora… -

Mi voz era tenue me acomode en el sofá lo mejor que podía esperando la respuesta a mi pregunta. Asique “En el cielo”… ese lugar tan lejano pero del que muchos hablaban, el lugar que la mayoría veía como un paraíso sin límites, el lugar donde iba la gente buena, bondadosa y que había obrado bien en su vida. El destino que esperaban muchos luego de la muerte, donde encontrarían la felicidad eterna ¿no? O al menos eso era lo que yo recordaba de aquel lugar. Y antes de poder preguntar otra cosa me lleno de dudas que de una u otra manera sabía que me preguntaría en algún momento. Solo ladee la cabeza hacia los libros esperando a que terminara de hablar.

-Porque no quería que nadie más notara que Salí… es un secreto… si “vuestros” sirvientes supieran que quería salir me hubieran amarrado a la cama si era necesario para que no tuviera que usar mi pierna… estoy bien ahora… perfectamente bien… hasta que…. Hago demasiado esfuerzo… como vez he logrado llegar aquí deberías darme merito por eso… -

Hice pucheros aunque mi ángel ya estaba lejos, había utilizado la palabra “Vuestros” la cual era ajena a mí pero había notado la forma de hablar del mayor e intentaba asimilarlo, aunque fuera un par de veces al día. Mi mirada se dirigió a los libros, me levante con algo de dificultad sin querer hacer ruido, quería uno, sostener uno en mis manos e intentar descifrar sus hojas. Llegue a la estantería y tome uno, el que fuera, con suma rapidez ya que mi pierna lo único que quería era que yo volviera a sentarme. Me deje caer en el sofá más cercano, muy cerca de donde estaba el Señor Jaejoong cuando yo recién había llegado a la sala. Mire la tapa, la recorrí con mis dedos, la tapa era algo áspera, típico de los libros viejos, pero no era muy grande para pensar que era un libro de gran complejidad, más bien note que era un libro algo infantil, mi mirada se ilumino ante aquel objeto que sostenía con fuerza, de a poco lo abrí, esas hojas algo gastadas me recordaban a los pergaminos del monasterio. Pero mi felicidad duro hasta que vi las primeras palabras, las miraba y las miraba, cada letra cada vez con más nostalgia.

““Secretos, Maravillas y Misterios de este mundo grabados en aquellas hojas que no logro entender, el saber es solo la suerte de quienes nacen en cuna de oro. No para realidades como la mía”

Volví a cerrar el libro, pero lo abrace fuertemente contra mi cuerpo mientras me dejaba caer hacia atrás, alce la vista y mire la ventana desde la cual también lograba divisar la luna, la cual me seguía al parecer como la madre que nunca tuve ni tendría. Sentí un leve ruido como si dejaran algo chocar contra la muralla pero más que dejar caer el objeto era como si lo estuvieran apoyando, me volví a sentar y mire a la puerta, aquel ser se lograba mover con sumo sigilo sin que yo lo notara, mi mirada siguió tranquila, deje el libro sobre mi regazo como rogando que entendiera lo que quería, ya que por mí mismo no lo diría. Desde lo más profundo de mi ser lograba escuchar la tenue voz del niño que alguna vez fui pidiéndole al mayor que le leyera un cuento, como esos que se les contaban a los niños antes de dormir. Sin embargo, en vez de decir eso…

-Muchas gracias por las muletas… de seguro me ayudaran a recorrer la casa de forma más rápida… Señor Jaejoong ¿Por qué no te sientas junto a mí?... encontré esto… me pareció interesante… ¿De estos libros aprendes a cocinar? -

Dije refiriéndome al libro, pero el Joven Jaejoong no era tonto, era obvio que yo había recorrido esa distancia por el libro pero mientras no preguntara no había necesidad de decir lo contrario. ¿Cuándo tiempo se demora alguien en convertirse en alguien como el Joven?, Sabía leer, cocinar, tocar el piano y muchas otras cosas, ¿para que lo necesitaba? ¿Si tenía gente que podía hacerlo por él?

““Si siempre hay luz al final del túnel, prefiero vivir en las sombran con tal de no ir a donde no puedas alcanzarme.”




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Mensaje por Invitado Jue Mayo 16, 2013 12:35 pm

“Me gustaría mostrarte todo lo que el mundo ha creado, pero ni siquiera sé que son las cosas reales o irreales, no comprendo la diferencia. Soy igual que tú, estoy sumergido en un sueño del que probablemente nunca despertaré. No me ves que estoy atrapado? Aunque lo intento, no logro salir a la libertad que es la muerte misma”

Ladeé la cabeza ante aquel “consejo” o petición que el muchacho me hacía, despertarlo en medio de la noche? Pero quien se pensaba que era yo? Jamás podría hacerle algo así, mucho menos cuando dormía tan plácidamente, pues cada vez que iba a verlo parecía estar muy cómodo, como si hubiese pasado mucho tiempo que no dormía en un colchón amoldado y con plumas adentro. Claro, no muchos tenían aquella posibilidad de hacerlos traer desde el extranjero, así que yo mismo no sabía la situación del muchacho y era demasiado malo como para intentar especular algo de su pasado. Mordí mis labios y le sonreí con calma, negando y subiendo los hombros como respuesta a su interrogante. No, yo no lo despertaría, él podía hacer lo que quisiera en la mansión, siempre y cuando no entrara a aquellos lugares cerrados con varios candados. Lugares donde yo solía dormir o guardaba aquellas memorias que había escrito hace un tiempo atrás.

-Os traeré un poco de ser así. Tenéis vuestra recompensa, pero ahora aquella pierna está más lastimada. Que no pensáis en la recuperación?

Bufé en lo que me ponía a hacer las cosas negando de tanto en tanto por aquellos comentarios que hacía. Mis sirvientes no osarían amarrarlo a la cama, sabían que odiaba ese tipo de extorsión, claro que quería que no salga, para que se recupere pronto. Pero obligarlo, aquello me traía recuerdos demasiado atormentadores para mí. No quería siquiera pensar en aquellas cosas que mis ojos se bañaban en una clara sombra de agua. Me giré para buscar las muletas y de paso ocultar mi tristeza y ya cuando el muchacho habló sobre darle un mérito una risita salió estridente de mí. Jugueteando relamía mis cerezas y con cuidado dejaba los dos palos que lo ayudarían a poder caminar mejor. Me quedé frente a él y negué con mi dedo anular. Avisándole que no había ningún premio o mérito por haber caminado por toda la mansión sin ayuda de nadie. Eso era imposible! Simplemente se había hecho peor, aquel dulce ángel que había rescatado se estaba lastimando a sí mismo. Por qué las personas hacían eso? Era tanta la necesidad de husmear, de crecer, de sufrir sin importar nada. Hacía un tiempo, me preguntaba si solo era yo el que hacía esas cosas, pero poco a poco me fui dando cuenta que no. Que muchos sufrían con tal de alcanzar una meta. Yo mismo lo había hecho con aquel cuervo de plumas negras como el mismo infinito. Me había dejado ahogar entre cuchillos con tal de ser amado y ahora, ahora simplemente no había nada más que mi amor resquebrajado. }

-Habéis ganado el mérito al más testarudo y no os burléis de mi habla que os daré con el librillo en la cabeza en vez de leeros! Ya os he visto hurgando así que no me mientas~ Amadeo quien os enseñó a mentir? Yo puedo daros lo que quieras… o más o menos, pero nada de mentirotas en mi hogar!

“Eres un hermoso sol, escondes en tus ojos la ternura que ha desaparecido en mí. Eres todo aquello que me falta, todo aquello que yo era, pero el dolor me obligó a cambiar. ¿Por qué tuve que cambiar para poder seguir de pie en este mundo? Hubiese sido mejor irme al final? Quizá, si tan solo hubiese muerto en ese calabozo las cosas ahora serían mejor para ambos. Nunca te hubiese golpeado con mi caballo, nunca hubiese recordado este dolor que abre mi herida”

Dejé con cuidado la sopa frente a él y observé detenidamente el libro que tenía en sus manos, antes lo había visto estirarse y simplemente no había dicho nada, ya había caminado, que se levantase no haría la diferencia. Suspiré y le sonreí, aceptando sentarme a su lado, me acomodé y tomé el libro con cuidado, observándolo en tanto con otra mano metía la cuchara en la sopa y luego la llevaba a la boca de Amadeo. De repente le estaba dando de comer y para cuando lo noté mi mirada quedó plantada en aquel muchacho que tenía al lado. Empecé a reír, algo nervioso, cubriendo mis labios y le entregué la cuchara, para que por sí mismo se sirviera. Me sumí en el libro y husmeé de qué se trataba, al parecer era de los libros más viejos que tenía, de los primeros que había aprendido a leer. Los cuentos infantiles que hacía un tiempo tanto me gustaban. Pero siempre reflejaban una mentira, las fantasías no existían. El caballero que despertaba a las princesas de un beso estaba extinto y solo la muerte y la destrucción prevalecía en el mundo. O al menos eso me había pasado a mí, pero no lo podía demostrar y con nostalgia me dispuse a leerle. Al menos, ese era uno de los cuentos menos fantasiosos que había de la estantería, aunque era bastante difícil de pronunciar para mí. Le miré y bufé y con algo de molestia empecé a leer.

-Esta es la malta, que está en la casa que Jack construyó… Aquí mira… Y esta es la rata, que comió la malta, que está en la casa que Jack construyó! Esta es la gata, que mató a la rata, que comió la malta, que está en la casa que Jack construyó… Hahaha que me estáis haciendo leeros?!

Apuntaba el libro, las imágenes y reía con dulzura, negando por lo que estaba haciendo. Desde cuando le leía a las personas? La verdad jamás lo había hecho, todo lo contrario, solían leerme cuentos a mí. Pero era como si o fuese él, en otro espacio, en otro tiempo. Tomé un poco de aire que en realidad no necesitaba y frunciendo el entrecejo volví a leer, manteniendo la sonrisa en mis labios en tanto apuntaba los gráficos que iba leyendo. Porqué de todas las cosas había elegido algo que era como un trabalenguas?!

-Este es el perro, que preocupó a la gata, que mató a la rata, que comió la malta, que está en la casa que Jack construyó… esta es la vaca con el cuerno torcido, que tiró al perro, que preocupó a la gata, que mató a la rata, que comió la malta, que está en la casa que Jack construyó! esta es la doncella totalmente desolada, que ordeñó la vaca con el cuerno torcido, que tiró al perro, que preocupó a la gata, que mató a la rata, que comió la malta, que está en la casa que Jack construyó!!!- a-ah… esto está difícil, lo haz hecho apropósito! Este es el hombre andrajoso y desgarrado, que besó a la doncella totalmente desolada, que ordeñó la vaca con el cuerno torcido, que tiró al perro, que preocupó a la gata, que mató a la rata, que comió la malta, que está en la casa que Jack construyó. este es el sacerdote, afeitado y rapado, que casó al hombre andrajoso y desgarrado, que besó a la doncella totalmente desolada, que ordeñó la vaca con el cuerno torcido, que tiró al perro, que preocupó a la gata, que mató a la rata, que comió la malta, que está en la casa que Jack construyó. este es el gallo que cantó por la mañana, que despertó al sacerdote afeitado y rapado, que casó al hombre andrajoso y desgarrado, que besó a la doncella totalmente desolada, que ordeñó la vaca con el cuerno torcido, que tiró al perro, que preocupó a la gata, que mató a la rata, que comió la malta, que está en la casa que Jack construyó… este es el agricultor que sembró el grano, que alimentó al gallo que cantó por la mañana, que despertó al sacerdote afeitado y rapado, que casó al hombre andrajoso y desgarrado, que besó a la doncella totalmente desolada, que ordeñó la vaca con el cuerno torcido, que tiró al perro, que preocupó a la gata, que mató a la rata, que comió la malta, que está en la casa que Jack construyó.

El tiempo pasaba y la risa no paraba de salir de mis labios, tropezando en algunas partes, apuntando a algunos dibujos en tanto se los mostraba y con los ojos bien abiertos le miraba sorprendido. Entonces todo eso era lo que había pasado en aquella casa?! No me podía imaginar bien las cosas de no ser por las ilustraciones, ya que en algún punto había detenido la coordinación de lo que decía y lo que me imaginaba, era repetir una y otra vez y realmente me estaba mareando, pero lo haría si por el muchacho era, después de todo, al parecer lo había encontrado por un destino final.

“Tienes que ir conde hay luz. Porque la oscuridad solo te atormentará aún más. Solo yo puedo quedarme, porque es a la oscuridad misma a la que amo. Aunque muera y me convierta en parte de ella. Aquí es a donde pertenezco.”

Aquí el cuento que hemos leido:
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Mensaje por Amadeo VanderHoeven Jue Mayo 16, 2013 6:21 pm

“Mentiras, simples mentiras que intentan encubrirse con inocencia la cual no tengo ni puedo recuperar, pero puedo aparentar ante ti. Un ángel que me ve como un niño que no ha pecado en su vida, que me ve como alguien puro…¿Así me vez?”

La noche era muy silenciosa, creo en este momento que me hubiera resultado aterrador el no encontrar al Seño Jaejoong , aun no recorría este lugar por completo pero al momento de llegar hace un tiempo note que era un lugar sumamente grande, largos pasillos que esconden secretos que has cerrado para mi ¿Qué escondes, mi preciado ángel?, ¿acaso hay algo en estas habitaciones que lleguen a espantarme o escondes algo que puedo destruir con suma facilidad?. Lo que sea prometo ser cauteloso, no mordería la mano que me ha cuidado, no le daría la espalda ni seria mañoso, al menos no ahora. Pero sin importar que lo dijera sé que jamás abrirías aquellas puertas que ni a empujones he logrado abrir.

Sentía como mi pierna de a poco comenzaba a sentirse inquieta, un hormigueo extraño me recorría y mientras intentaba calmar aquella sensación estirando, doblando y levantando aquella pierna herida me daba cuenta de que no había forma de detener aquella sensación que de a poco se convertía en dolor, en mi mente me repetía una y otra vez “no volveré a desobedecer… no volveré a salir sin avisar” y aquellos pensamientos cada vez se volvían más fuertes a medida que el dolor se transformaba en algo constante pero al cabo de un rato ceso, como si mis pensamientos hubieran frenado el dolor. Como si mi pierna hubiera creído mis palabras y hubiera decidido no castigarme con aquel punzante dolor que era como si me estuvieran apuñalando la rodilla.

“Me pregunto si eres un alma atormentada, si tu alma es igual a la mía y aunque lo niego reiteradas veces aquel pensamiento vuelve. Pero con una incógnita más grande, en el caso de que así sea… Mi alma desquebrajada… ¿podrá curar la tuya sin importar cuantas heridas tenga? , Tal como en estos días tú has logrado de a poco curar la mía… sin la necesidad de medicinas si no que solo con una simple sonrisa, humana, amable pero con ese toque que me produce la sensación de no querer irme jamás de tu lado.”

Arrugue la nariz mirándole como si estuviera molesto pero en realidad estaba alegre, me veía divertido colocando esa cara y a su vez hacer esa mueca evitaba que se me escapara una sonrisa la cual no quería dar aun, no deseaba que aquel ángel la viera, no sabía la razón pero deseaba que fuera un misterio uno el cual solo la situación más alegre pueda hacerme romper.

-No me he burlado, Joven Jaejoong, me resulta curioso aun tu habla y me he decidido a hablar igual que tu o al menos aprender un poco mejor el Idioma… ¿Me has visto Hurgando? … - dije apartándome un poco, y le hice unos pucheros- De acuerdo, De acuerdo… no más mentiras… pero supongo que… tu tampoco me mentiras a mi ¿verdad? – aquella respuesta podría abrirme la posibilidad de preguntar muchas cosas, de saber muchas cosas y sobre todo me haría acercarme más al mayor.

“He de prometer no decir mentiras, como ya dije, seré bueno pero ¿tú lo serás también?. Revélame la razón de que la noche sea tu día, el misterio de tus ojos tan humanos pero a su vez tan fantásticos, tú lo has mencionado me darás lo que quiera… a medida que puedas…y quieras darme, supongo. ¿Pero qué te daré yo a cambio? Lo que solo un niño como yo puede darte, un poco de vida y alegría la cual solo pueden transmitir quienes están en la línea entre ser adultos y ser simples infantes.”

Tome el bol que contenía la sopa con cuidado, estaba caliente, no lo suficiente para causarme daño si no que lo suficientemente cálido como para calentarme las manos sin hacerme sufrir, vi a aquel ángel desplazarse por la sala y mire atento sus manos que me arrebataban el libro. Yo sin oponer resistencia simplemente deje que lo quitara de mis manos, iba a tomar la cuchara pero el mayor se adelantó a mi acción. Fije mis ojos en los suyos y abrí la boca para ser alimentado sin reprochar nada, me dejaría mimar por él… ya que de alguna manera… me hacía sentir especial… pero el momento no duro demasiado, observe con calma como reía y me hizo sonreír levemente a mí también pero solo una media sonrisa con una mirada amable, tome la cuchara en silencio y comencé a comer , cuando quedaba menos deje la cuchara de lado y me la tome directamente del bol que tenía la forma perfecta para tomarlo así, mire con agrado al mayor dándole a entender que me había encantado la comida, observe como miraba el libro y comencé a ojear los dibujos, con leves carcajadas

-Si… es malta…. Los dibujos son muy graciosos… mira ese gato ángel Jaejoong… Yo no te hecho leerme nada… pero puedes continuar… me ha agradado la historia y quiero saber que más pasara… - Le pedí entusiasmado mientras apoyaba mi cabeza en el hombro del mayor observando los dibujos, las letras que no entendía, los colores pero lo que más me agradaba era que él me lo estuviera leyendo, no sabía la razón aunque últimamente no se la razón de nada, pero me resultaba sin duda hipnótico… como si necesitara que siguiera leyendo para mi…

Reía infantilmente pero no con malas intenciones cuando comenzaba a enredársele la lengua al pronunciar aquellas palabras – Son dibujos muy bonitos… entonces… este es el agricultor que sembró el grano, que alimentó al gallo que cantó por la mañana, que despertó al sacerdote afeitado y rapado, que casó al hombre andrajoso y desgarrado, que besó a la doncella totalmente desolada, que ordeñó la vaca con el cuerno torcido, que tiró al perro, que preocupó a la gata, que mató a la rata, que comió la malta, que está en la casa que Jack construyó – dije, no por lograr leer, pero iba apuntando las imágenes partiendo por el final y apresurándome al inicio, de esa forma logre contar todo de una vez, sin darme cuenta ya estaba abrazado del brazo de aquel ángel y al momento de levantar la mirada a sus ojos me atreví a preguntar – Hermoso ángel…. ¿ Porque te escondes de mi a la luz del día?... ¿Por qué no vamos un día de campo? … cuando mi pierna mejore… me gustaría que saliéramos a ver flores a los jardines… me he dado cuenta que es muy grande… - aun no me soltaba de su brazo, sentía la necesidad de atarlo a mí en ese momento, para que no escapara de mis preguntas.

Mire la habitación, tanto silencio me ponía nervioso, mi pregunta hizo que todo sonido desapareciera como si cada rincón del castillo quisiera oír de igual manera que yo la respuesta, me sentía una lacra a su lado de vez en cuando pero no podía evitar el encariñarme de aquel extraño que estaba frente a mis ojos y que me hacía sentir sin duda protegido ante todo. El único ser que hasta ahora me ha hecho sentir En el cielo…

“Tú no me has atrapado con tus grandes alas, si no que he sido yo quien voluntariamente se enredó en ellas”

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Mensaje por Invitado Miér Mayo 22, 2013 11:24 am

“Sé que suelo alucinar con todo lo que digo, hago y veo, pero por qué tengo que confundirme contigo? No es necesario saber la verdad, al mirar tus ojos puedo entenderlo, pero ni tu ni yo quiere creerlo, sería mejor si lo dejamos escondido? De esa manera, estoy seguro que será mejor para los dos”


Verlo sufrir me daba tristeza, aquellos ojos que estaban vidriosos por el dolor que aparentemente sentía en la pierna. Pero no podía curarlo, no quería que se acostumbrase a esa clase de cosas. Era un humano, debía comportarse como tal, saber que cualquier cosa podía matarlo. Tenía que protegerse sin tener en cuenta que o podría salvarlo cuando tuviese la oportunidad, ya que de no ser así, que haría? Si yo no llegaba y él volvía a ser descuidado. Ni siquiera quería pensar en que él se lastimara nuevamente; verlo cubierto de sangre me había provocado demasiadas sensaciones. Hambre, deseo, tristeza, temor. La idea de vivir de esa forma no estaba en mis planes, me negaba a aceptar aquellas condiciones de vida y por lo tanto haría de Amadeo, con las pocas cosas que sabía, una persona prudente. Al menos lo intentaría, ya que era bastante malo en el arte de enseñar. Para colmo, ya tenía a Larisa que venía a aprender a cantar. Me preguntaba si Amadeo la había llegado a escuchar alguna vez. Como fuese, mis ojos se desviaron de repente al rostro contrario, le vieron hacer aquella mueca extraña y una risita salió de entre mis labios. Que era lo que intentaba? Quizá aguantarse la risa? Eso me recordaba mucho a mi cuerpo, al grado de que dolía y una mezcla extraña se me formó en el estómago.

-No mentiré, yo no miento, simplemente no responderé lo que no os quiera contar… Y dejadme deciros que no es un trato~ Ah! Yo os veo todo el tiempo! No vais a poder esconderos de mí, solo cuando el sol esté. Pero si no miran mis ojos, os mirarán los demás. Buu~~ Hahaha

Le pretendía asustar con mis palabras, pero con chiste, ya que era obvio que no estaba las veinticuatro horas observándole, pero no había dudas que gran parte del tiempo si husmeaba que era lo que hacía, por simple curiosidad, era interesante ver como recorría, las cosas que miraba, las facetas del joven rubio. Parecía curioso como quien descubre un mundo nuevo, pero yo podía imaginarme, notar de alguna forma, que no era un niño que vivió en la pobreza, él había nacido en otro lugar. Me daba curiosidad, pero esperaría a que él quisiese hablar, tampoco estaba tan apurado por saberlo todo. Desde que el ave se había ido, mis ganas de saber cosas ajenas se habían deshilachado lentamente, pocas cosas eran las que me emocionaban, aunque claro que eso no lo dejaba ver, mi sonrisa estaba siempre presente, pero más suave, mas decaída para los que me conocían de antes. Acaricié su cabello en tanto me acomodaba y empezaba a ver hacia arriba, en poco tiempo debía irme al centro, tenía que ir a alimentarme, ya era bastante de madrugada y en otoño amanecía más rápido. Disfrutaría la compañía del muchacho un poco más. Me llenaba, tan solo un poco. Hacía que mi tristeza se aplacara por unos mínimos segundos.

-Sí, sí que es vuestra culpa ~ A mí no me engañáis! Hahaha, malta malta, sigamos.

Susurré y miré de reojo como se apoyaba, aquello era sumamente cálido, el chico era humano, completamente humano y me daba un suave calor en la parte donde se apoyaba, calmaba mi angustia, era un placer sofocante, pero jamás como el de aquel cuervo. Jamás nadie podría darme esa calidez tan fría. Aquel congelamiento que me derretía. Esos ojos que recordaba con amor, como lo más preciado de la existencia misma. Suspiré mirando al cielo por aquel recuerdo y negando volví a relajarme, terminando al fin de leer. El cuento era gracioso, extrañamente gracioso, un trabalenguas para mí. Pero Amadeo lo decía entero con facilidad, entre medio de sus palabras y lo que apuntaba yo asentía, era bastante fácil en el arte de aprender, seguro que con algo de práctica podría hacer cosas de más nivel en menos de una semana. Eso me llenaba de orgullo, pues significaba que tenía un buen ojo para captar gente con talento. Hasta me lo imaginaba yendo a la universidad de derecho o alguna más importante. Yo no tendría problemas en pagarle una educación y sería muy interesante para él, seguro tenía algo que le interesaba.

-Muy bien Amadeo, eres muy bueno en esto~ Mmm? Es como si fuese alérgico al sol. El sol me daña, mi piel se lastima con él, mira, os mostraré una cicatriz. Al campo? No… Yo no puedo ir de día, pero os podría llevar de noche, mmm, en los jardines, cuando en el día y la noche hace frío, pero hay humedad, las luciérnagas aparecen a adornar… Se acerca la primavera, no? Seguro que la próxima semana ya habrá de ellas.

Le sonreí sin decir nada por aquel brazo que me sujetaba, no huiría, no quería seguir escapando de sus preguntas, porque sabía que me las quería formular, estaba seguro de sus deseos, pero no así de los míos. Apoyé la mano libre sobre sus cabellos y los acaricié un poco, riendo, mostrando mis dientes, mis colmillos, negaba con dulzura y me intentaba separar, obligándole a dejarme levantar. Empecé a caminar hacía el piano y con la mano le hice el movimiento que indicaba que me siguiera, no le ayudaría, si tanto había caminado, ahora también podría hacerlo. Tendría su castigo mezclado con placer. Me apoyé allí y con delicadeza tomé unas partituras, dejándolas en su respectivo lugar. Estaba a que el joven se acercara, en lo que empezaba a sonar la melodía que ambos conocíamos. Aquel hermoso In heaven. Lo sentía, me torturaba el corazón aquella canción. Mis ojos resplandecían de un brillo seco y escamoso, como si el llanto estuviese cercano, pero no era eso lo que me mareaba, eran las sensaciones encontradas. Pero no. Ya sabía yo que sin importar que tanto lo intentase jamás podría separar mi corazón de aquel que me dejó y con esa firmeza y esa seguridad le sonreí al muchacho, mientras seguía tocando, tecla a tecla, nota a nota, moviendo con dulzura mi cabeza que me encontraba con la armonía saliente de mí mismo ser. Sin detenerme, solo quería disfrutar de ese momento con él. Pues el tiempo pasaba y pronto me tenía que retirar. Me iría como si fuese un sueño y volvería a los días siguientes. Una misión de la Alianza se acercaba y con ello no estaría en la casa durante un pequeño lapso. Pero siempre volvería, para volver a disfrutar de sus caricias, de aquella obsesión que podía notar en los ojos de Amadeo, un capricho, una ira que algún día saldría. Tenía miedo de ese día, pero estaba dispuesto a soportarlo.

-Amadeo… Ya pronto tengo que irme, debéis encargaros de volver a la habitación y no enfermaros. Habéis entendido? Por cierto, os gustaría aprender algo? Estuve pensando que quizá un estudio no os vendría mal. Yo podría pagaros lo que sea necesario.

Le sugerí mirándole fijo a los ojos en tanto la melodía seguía en mis dedos, una y otra vez, repetía y me estiraba, esperando que es lo que él diría, quizá solo quería estar allí, yo lo podría mantener toda la vida de ser necesario, pero no me gustaba la idea. El muchacho debería aprender algo. Ser alguien, hacerlo todo por sí mismo de ser necesario.

“Quiero que vueles muy alto, pero siempre conmigo cerca. No quiero que te desprendas de mí, porque he encontrado para ti un hueco en mi corazón. Me desespera pensar que me podrías lastimar.”
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Mensaje por Invitado Lun Ago 12, 2013 5:16 pm

Resumen de lo sucedido 
Off rol: Tengo permiso del user para poder incluir actos y movimientos de Amadeo, ya que el mismo se irá a inactivo pronto y yo deseaba poder terminar la historia. 


El tiempo había pasado, ya iban casi dos meses y medio que él pequeño rubio estaba en la mansión y estaba completamente curado. Hero insistía con querer que Amadeo aprenda cosas, que no sea como él. Que no se convierta en inmortal sin saber nada de la vida, sin tener nada con lo que valerse por sí mismo. Ya que en el fondo, sabía que el niño buscaría la forma de morir y revivir como un vampiro. Y aunque Hero no estaba de acuerdo, decidió que lo aceptaría de todos modos, solo con la condición de que tenga algún título, cualquier fuese.
Luego de peleas y discusiones, Hero, como siempre, terminó ganando y Amadeo aceptó ir a otro país para poder aprender de pintura. Con un maestre que hacía siglos, literalmente, que aprendía aquello. Los días y noches pasaron, para el asiático, era imposible desprenderse del ojo azul. Le recordaba momentos felices, lo hacía sentir en armonía consigo mismo y por sobre todo, lo había ayudado a entender muchas cosas que pensaba que tenía bien sabidas y que para su sorpresa no tenían nada que ver con lo que pensaba. Sentirse en compañía de alguien era lo que más iba a extrañar, pero se negaba a encapricharse con él. Y más aún, sabiendo que el otro le quería de una forma a romántica, que nunca podría aceptar. Hero amaba al cuervo negro y de eso no había dudas. Nunca dejaría que ese amor se extinga, aun teniendo que seguir soportando la soledad. Aquel ser, Nicolás, era el único que lo hacía bajar a la tierra.
El día llegó. Las memorias dolían en su interior, sabía que si volvía a ver al pequeño Amadeo… Sería cuando ya estuviese muerto. Por eso se aferraba a él. Se aferraba mientras el dolor lo inundaba más y más.


La historia sigue en: DESPEDIDA <--- click. (Solo es hasta el post siguiente a una carta, lo demás es un tema abandonado.) 
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