AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
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Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
En momentos presentimos que solos nos encontramos. Es allí donde aparecen, los que son más que hermanos
» Alex Campos
El ronroneo de la leona se escuchaba en el silencioso bosque nocturno. Oculta en la negra noche,la pantera dejaba que sus costados se restregasen entre la dura y desigual corteza de los árboles, para aliviar el picor de su cuerpo. Soltando un apagado gruñido de satisfacción, dejó que sus patas traseras se encogieran para poder estirar sus extremidades delanteras, y sacando las garras afiladas de sus finas y elegantes patas, las afiló con movimientos rápidos contra la dura superficie de una roca. El sonido estridente que provocaban sus uñas contra la roca, la enardecían. Hacía mucho tiempo que no dejaba libre la parte salvaje que llevaba en su interior. Oculta bajo la fachada de una solterona y joven maestra infantil, continuaba su larga vida, lejos de los asesinos más crueles que había visto a lo largo de los años. Después de viajar entre cuatro países completamente diferentes, de aprender sus idiomas y costumbres, e incluso de crearse una fachada perfecta bajo la que ocultarse, siempre había visto el mismo horror en todos esos paises. Largas torturas de inocentes en mano de inquisidores, el hedor de la carne quemada de las jóvenes brujas, el horror de las pieles arrancadas de algunos cambiaformas, o los colmillos de vampiros más viejos que la constitución de la misma Iglesia que los perseguía a todos. Sus propios hermanos habían muerto en mano de inquisidores, y sus padres, a pesar de lo que habían dicho sus tíos, probablemente también habían perecido bajo las balas de plata. Sólo quedaba ella, como el último vestigio de los Ferreira de Portugal, la última de la orgullosa familia de cambiaformas felinos. Leones africanos, leones blancos, panteras, linces.... todos habían muerto, no importaba cuántos años hubieran tenido, niños, mujeres y hombres, habían sido asesinados. Tal vez debía aceptar que su sino era desaparecer y finalizar bajo la horrenda muerte que le brindaba la Iglesia. Pero mientras pudiera, llevaría una vida normal, comería, dormiría, vestiría, y hablaría como cualquier otra joven acomodada de París. Era lo único que tenía, y lo único que se llevaría con ella a la muerte.
Los ruidos de unos pasos la advirtieron de que en unos veinte metros al noroeste, algún humano había tomado la decisión de entrar al bosque y bagar por él. Resoplando con disgusto, escaló uno de los árboles cercanos, ayudándose de las patas y garras que poseía, hasta llegar a una de las ramas superiores y más gruesas que había encontrado. Al fin y al cabo necesitaba soportar el pesado cuerpo del felino, puesto que, a pesar de ser una joven bastante delgada como humana, en su forma animal, era una gloriosa pantera o leona joven. Su pelaje oscuro brillaba en la oscuridad, y era tan negro, que si le llegaba la luz solar, su pelaje cobraba un brillo azulado. Pero lo más hermoso de ella como animal, eran los increíbles ojos verdes. Eran un pozo enorme, y brillante de muerte, todas sus presas podían perderse en sus ojos, y quedar hipnotizados en ellos. Ése era el momento en que elegía para saltar sobre ellas y arrebatarle la vida.
El viento frío de la noche le trajo el hedor inconfundible de un vampiro. Gruñendo como respuesta inmediata ante el odio y disgusto que le provocaban los no muertos, se agarró con más fuerza a la rama del árbol, dejando que sus garras se clavasen profundamente a la rama. No sabía que deseaba aquel ser, pero fuera lo que fuera, no dejaría que vagase e hiciese de las suyas en su territorio. Le había costado mucho tiempo localizar una cabaña lo suficientemente alejada de la ciudad como para pasar desapercibida, y lo suficientemente lejos de todo ser no humano, para que los inquisidores no hicieran visitas a su territorio. Un vampiro cerca, sólo dejaría enemigos en su puerta. Esperando a que se acercase, escuchó atenta el avance del humano desde la dirección contraria. ¿Desearía alimentarse del humano, o era demasiado joven como para captar el sonido de los pasos cada vez más cerca y cautelosos?. A pesar de que el humano intentaba no hacer ruido, el sonido apagado y pausado de sus pasos, eran inconfundibles para alguien, que como ella, había estado alerta toda su vida.
Viendo el color rubio claro de la cabellera del vampiro, ronroneó con satisfacción. Una mujer. Le gruñiría y si era inteligente, captaría el mensaje. Éste era su territorio, y ella era un invitado no deseado. Saltando del árbol con la elegancia salvaje que poseía, se colocó delante del vampiro, tomándola con la guardia baja, y antes de que hiciera ningún movimiento, rugió con furia hacia ella. Sus ojos verdes brillaban con la amenaza del cazador, el instinto de su pantera hacía que su pelaje se erizara en su espalda como señal de peligro. El humano estaba más cerca y dentro de poco podría escucharles. Sólo esperaba que la vampiresa se marchase, para ella poder transformarse y actuar como una joven estúpida que había decidido dar un paseo por el bosque en busca de tranquilidad.
Leonid Dobrev- Licántropo Clase Alta
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Re: Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
“-Ahora contéstame, ¿por qué usas todo el rato la expresión “buenas personas”? ¿Llamas a todos así?
-A todos.
-Es la primera vez que escucho algo así […] y por ejemplo Centurión Marc, al que llaman matarratas. ¿Él es bueno también?
-Sí – Contestó – Aunque lo cierto es que es una persona desgraciada. Desde que unas buenas personas le han desfigurado, se ha vuelto cruel y arisco. Me gustaría descubrir, quien fue que lo mutiló."Maestro y Margarita, M. Bulgákov
Una fresca noche de verano acompañada con la tenue luz de la luna iluminaba el camino de la senda que había escogido. Decidí adentrarme en el bosque por pura curiosidad. Cabía destacar que este evento coincidía con que era la primera vez en toda mi vida que me adentraba en un bosque. Mi padre siempre me lo prohibía. Decía que el bosque no es lugar de una dama y que, con la suerte que yo tenía, seguro que padecería algún accidente del que después mi pobre padre tardaría años en conseguir que me recuperara del todo.
Sin embargo, hoy, me había sentido suficientemente valiente y curiosa como para contradecir esa creencia y adentrarme en la espesa arboleda que tanto me llamaba la atención desde pequeña. No sabría decir a que se debía tal osadía, pues podría pedirle a Maks que me acompañara ya que seguro que no le sería molestia, parecía que conocía cada rincón de esta ciudad, pero por alguna razón que desconocía me había puesto a la aventura yo sola.
Lo cierto es que el bosque era tan bello como me lo había imaginado en mi niñez. Muchas personas me habían asegurado que el bosque era un sitio lleno de peligros, mis nodrizas eran las principales que lo decían, pero la verdad es que la curiosidad superaba la diligencia y la felicidad el miedo.
Apoyé la mirada en uno de los tantos árboles que en el bosque había. El tacto era cálido y agradable. Era como si el árbol era realmente un ser vivo y que de un momento para otro podría conseguir entablar una conversación. Me fijé que desde que me había tornado vampiro había adquirido nuevas sensaciones y capacidades que siendo humana no tenía.
La vista, el olfato, el gusto, el tacto y el oído agudos era una de las características que mi condición de vampiro me había otorgado. Esa parte era altamente gratificante pues podía oler los olores que antes ignoraba o simplemente no podía sentir, tenía más campo visual, la comida ahora me sabía de otra manera, aunque lo cierto es que no la necesitaba para subsistir y finalmente podía escuchar los sonidos que antes no era capaz de admirar. Ahora, cuando tocaba el piano, podía sentir notas que antes jamás había escuchado. Era sensacional.
De pronto, mientras caminaba sumida en mis pensamientos y analizando mis sensaciones, una leona se posó ante mi dedicándome un tenebroso rugido. El miedo se apoderó de mi pues jamás me había encontrado con un felino tan peligroso como ese. No sabía que hacer, no sabía si quedarme quieta o correr hasta que de pronto el sentido común volvió a apoderarse de mi recordándome que en París, ni siquiera en los alrededores de Francia, los leones no habitaban. ¿Una cambiaformas? ¿Qué quería de mi? Jamás me había encontrado con un ser como ese. Me habían contado que existían, en concreto Maks fue quien me lo dijo, pero no sabía por qué la que tenía delante me había ofrecido un rugido tan temible. ¿Había hecho a caso algo realmente malo?
De pronto, aún y con los pocos conocimientos que tenía sobre los animales pues no había tenido la suerte de convivir con alguno, me di cuenta que la espalda de la leona mostraba señales de peligro pues su pelaje se había erizado. ¿Me quería avisar de algo o más bien quería avisarme de que me fuera de ese lugar antes de que me atacara? ¿A que se debía un trato tan hostil? No entendía nada.
De pronto el olor de un humano, que se situaba a corta distancia de nosotros y podría ver a la cambiaformas, se acercaba vivamente hacia nosotras. ¿A caso que con su comportamiento quería decirme que iba a atacar a ese humano pues era su presa y que yo me fuera pues había llegado tarde? No. No le dije con la mirada mientras acompañaba ese mensaje con una negación de cabeza. No lo hagas. No lo mates.
Pensé en mover al animal del camino y escondernos, pero me sería imposible coger a la cambiaformas y cambiarla de lugar pues podría negarse y morderme y crearíamos una pelea que, por lo menos yo no deseaba hacer. No sabía que hacer. El humano se acercaba cada vez más. Era extraño que un humano se paseara a estas horas por el bosque. No podía ser un humano corriente ¿y si fuera de la inquisición o un cazador magullado por las fechorías que le habían efectuado algunos seres sobrenaturales y por esa razón ahora quería eliminar a todos y cada uno de ellos? Nos teníamos que ir.
-Vayámonos de aquí – Dije en susurridos albergando la esperanza de que la cambiaformas tenía los sentidos aumentados y podría escucharme – Tenemos que irnos de aquí, por favor.
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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Re: Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
Todo lo que vale la pena para vivir, vale la pena para pelear
» Chuck Norris
La pantera desperdició unos segundos vitales e importantes, en analizar a la vampiresa. Si algo había aprendido de los vampiros es que su cara inocente, no siempre demostraba la misma inocencia interior. Pero esta vez, durante sólo unos segundos, decidió tomar una iniciativa que marcaría su futuro de por vida. Una decisión que la uniría a la vampiresa para siempre.
Apartó sus ojos verde jade, y corrió por la arboleda, hasta llegar al lugar cercano en el que había dejado sus ropajes. Transformándose, con el movimiento fluido y elegante que caracterizaba a los de su especie, se colocó la ropa interior y deslizó el vestido por encima de su cabeza con un fuerte tirón. Caminando con rapidez, llegó a tiempo de ver cómo la vampiresa la miraba asustada, mientras el hombre comenzaba a adentrarse en el claro en el que se encontraban. Colocando una mueca de terror en su rostro, gritó como una damisela en apuros y se abrazó a la desconocida, mirando al hombre que se acercaba con el semblante serio. Parpadeando rápidamente, sonrió inocente al hombre que cargaba las suficientes armas como para ser un cazador, o inquisidor. Si hubiese podido, hubiera rodado sus ojos con hastío, tener tantas armas encima era algo tan estúpido, como innecesario.- Ah, Monsieur, discúlpeme, por un momento lo confundí con la sombra oscura que nos estaba persiguiendo por el bosque.- Mirando a la vampiresa, le sonreí como si fuese mi mejor amiga, y suspirando teatralmente, señalé al hombre- ¿Ves como aún quedan hombres capaces de ayudar a dos jóvenes damas?. - Miró al inquisidor con súplica en sus ojos. Al final terminaría trabajando de actriz, porque con todas las interpretaciones diarias que hacía, bien podría pasar por una- Porque usted.....Usted va a ayudarnos, ¿verdad?..- Para enfatizar sus palabras, se abrazó a la vampira, y dejó que su labio temblase un poco. Casi como si estuviese conteniendo el llanto, y con un movimiento estudiado, se sacó una cadena fina de color plateado, que tenía una cruz perfectamente pulida. Si era un cazador o inquisidor, creería que la cruz era de plata y la tomaría por algo que no era, una humana. Ahora sólo quedaba que el hombre no se diera cuenta de la palidez extrema de la vampiresa, y que ella fuera tan buena actriz como para preservar su vida. De no ser así, se temía que pronto iba a comenzar una pelea entre el hombre y ella.
» Chuck Norris
La pantera desperdició unos segundos vitales e importantes, en analizar a la vampiresa. Si algo había aprendido de los vampiros es que su cara inocente, no siempre demostraba la misma inocencia interior. Pero esta vez, durante sólo unos segundos, decidió tomar una iniciativa que marcaría su futuro de por vida. Una decisión que la uniría a la vampiresa para siempre.
Apartó sus ojos verde jade, y corrió por la arboleda, hasta llegar al lugar cercano en el que había dejado sus ropajes. Transformándose, con el movimiento fluido y elegante que caracterizaba a los de su especie, se colocó la ropa interior y deslizó el vestido por encima de su cabeza con un fuerte tirón. Caminando con rapidez, llegó a tiempo de ver cómo la vampiresa la miraba asustada, mientras el hombre comenzaba a adentrarse en el claro en el que se encontraban. Colocando una mueca de terror en su rostro, gritó como una damisela en apuros y se abrazó a la desconocida, mirando al hombre que se acercaba con el semblante serio. Parpadeando rápidamente, sonrió inocente al hombre que cargaba las suficientes armas como para ser un cazador, o inquisidor. Si hubiese podido, hubiera rodado sus ojos con hastío, tener tantas armas encima era algo tan estúpido, como innecesario.- Ah, Monsieur, discúlpeme, por un momento lo confundí con la sombra oscura que nos estaba persiguiendo por el bosque.- Mirando a la vampiresa, le sonreí como si fuese mi mejor amiga, y suspirando teatralmente, señalé al hombre- ¿Ves como aún quedan hombres capaces de ayudar a dos jóvenes damas?. - Miró al inquisidor con súplica en sus ojos. Al final terminaría trabajando de actriz, porque con todas las interpretaciones diarias que hacía, bien podría pasar por una- Porque usted.....Usted va a ayudarnos, ¿verdad?..- Para enfatizar sus palabras, se abrazó a la vampira, y dejó que su labio temblase un poco. Casi como si estuviese conteniendo el llanto, y con un movimiento estudiado, se sacó una cadena fina de color plateado, que tenía una cruz perfectamente pulida. Si era un cazador o inquisidor, creería que la cruz era de plata y la tomaría por algo que no era, una humana. Ahora sólo quedaba que el hombre no se diera cuenta de la palidez extrema de la vampiresa, y que ella fuera tan buena actriz como para preservar su vida. De no ser así, se temía que pronto iba a comenzar una pelea entre el hombre y ella.
Leonid Dobrev- Licántropo Clase Alta
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Re: Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
¡Qué raro y maravilloso es ese fugaz instante en el que nos damos cuenta de que hemos descubierto un amigo!
Cuando le mencioné a la cambiaformas que nos teníamos que ir de aquí, parece ser que me entendió y se metió entre unos arbustos que estaban cerca nuestro. Pensé en seguirla, pero tan rápido como se había metido entre los arbustos, salió siendo una mujer. Por lo menos tenía claro que la que tenía delante era una cambiaformas. Lo cierto es que era una chica muy guapa a mi parecer. Tenía la piel bronceada, el pelo laaargo y castaño oscuro. Tenía los ojos algo rasgados y marrones. Parecía española, pero no estaba seguro de ello.
En el momento en el que le iba a pedir alguna solución a nuestra critica situación la joven me interrumpió adoptando una mueca horrorizada a la par que gritaba fuertemente y me abrazaba como si fuéramos amigas de toda la vida. Sus acciones me desconcertaron un poco. No entendía muy bien que estaba pasando. El hombre se acercó a nosotras mirándonos con desconfianza. No era de extrañar. Era raro que dos jóvenes mujeres se pasearan por el bosque a tan altas horas.
Al inspeccionar al hombre que acababa de aparecer comprendí, por mi profunda desgracia, que el que teníamos delante era ni nada más ni nada menos que un cazador o, en el peor de los casos, un inquisidor. Aunque a decir verdad, ambos eran igual de peligrosos para ambas.
Al parecer mi compañera se dio cuenta de ello también, era difícil no ver el gran arsenal que el hombre cargaba, y procedió a explicarle, con una inocente sonrisa en la cara, que le había confundido con una sombra que supuestamente nos perseguía por el bosque. Seguidamente, me miró con tierna confianza y le comentó al cazador o inquisidor, con tono suplicante, que las ayudara a salir de ese lugar.
Lo cierto es que la cambiaforma era una actriz innata. Nunca había visto a una persona que para salir de un apuro usara una táctica de esa índole. Sin embargo, opté por seguir la corriente pues parecía que el cazador se creía lo que le había dicho. Aunque a decir verdad creo que ni hacia falta que simulara horror pues el propio cazador y las armas que este llevaba consigo y la situación en si me infundía gran miedo y estaba prácticamente segura que eso se plasmaba en mi rostro.
Momentos después la mujer se sacó una cruz de plata. Mis nodrizas siempre que me explicaban historias de vampiros comentaban que la plata y las cruces podrían hacerle heridas en la piel. Desconocía si eso era verdad o no, pero intentaría mantenerme lejos de dicha cruz. Sin embargo, opté por abrazarme fuerte a la cambiaformas pues esperaba de todo corazón que el cazador en cuestión no me hiciera tocar la cruz.
-Le ruego que nos ayude – Dije pues no había dicho palabra alguna y eso podría fomentar sospechas – Habíamos venido aquí a pasar la mañana y la tarde juntas, pero nos hemos adentrado demasiado al bosque y no hemos sabido encontrar la salida – Le comenté casi en un ruego pues lo que más quería ahora era salir del bosque y irme a casa, lejos del cazador o inquisidor – Estamos muy asustadas.
Había comentado que llevábamos desde la mañana en el bosque para que no pensara que eramos vampiras pues era sabido que estas no podían salir a la luz del sol y si lo hacían se chamuscaban. Esperaba que el contrario me creyera y nos ayudara a salir del bosque y que la cosa acabara allí.
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 05/01/2013
Re: Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
Quien no tiene enemigos, tampoco suele tener amigos.
Baltasar Gracián
Las palabras de la vampiresa aliviaron a Arabella. Podía ser buena actriz, pero si no tenía una buena compañera de obra, el resultado sería un desastre. Ahora sólo cabía esperar la respuesta del cazador o inquisidor.
El silencio que se sucedió durante unos larguísimos segundos para ella, mientras la mirada del hombre se paseaba desde la una, hasta la otra, le hizo pensar miles de respuestas posibles. Miles de casos en los que las probabilidades de que su interpretación hubiese sido lo suficientemente buena para engañarlo, eran tan ínfimas, que se vería obligada a luchar. Y no sólo luchar por su vida, que ya era algo sumamente importante, sino también por la vida de la joven que la abrazaba con miedo. No sabía si el temblor de sus brazos era real o no, pero estaba comenzando a ponerla nerviosa. No quería que se asustara y lo atacara, quién sabía si en los alrededores habría algún compañero que pudiera escuchar sus gritos, y viniese a socorrerlo. El futuro era tan incierto, como negra la noche.
- Os habéis desorientado, ¿y habéis vagado por el bosque?. ¿No se os ocurrió parar cuando os distéis cuenta de que os perdisteis y esperar a ayuda?.- Dijo el hombre con una mueca de fastidio en la cara, mientras cambiaba el peso de su cuerpo a la otra pierna. Cruzándose de brazos, nos miró de arriba a abajo con interés, y sonrió con demasiada dulzura.- ¿Dónde vivís?.
La pregunta me dejó completamente muda, y en un momento de pánico miré a mi compañera de aventura con preocupación. ¿Debía mentir, o quizás decirle la verdad y que nos escoltase hasta mi casa?. Aunque... lo último que querría es que ése hombre en concreto, supiese su residencia. No quería ninguna visita indeseada por parte de alguien que cazaba a las personas como ella. Alguien capaz de matar todas las noches, y dormir tranquilamente sin cargos de conciencia. Sería algo que le impediría dormir o hacer su vida con cierta normalidad.
Enderezando mi espalda con una pose arrogante, le dediqué una mirada fría y distante, mientras pensaba qué demonios haría. - ¿Por qué deberíamos darle esa información, monsieur?.- Se cruzó de brazos con una pose defensiva.- No somos damiselas estúpidas. Podría ser un ladrón, o un secuestrador. Dar esa información sería ponernos en peligro, y como ve, ya estamos en una situación precaria, y no haré nada que pueda perjudicarnos más.- Meneó su cabeza con fuerza, y desvió el rostro hacia la mujer que la abrazaba aún con fuerza. Quizás con demasiada, pero prefería el agarre férreo de la vampiresa, a la pistola cargada que divisaba en la cadera izquierda del hombre. Lo más seguro es que fuesen balas de plata o de madera. Y no era lo suficiente valiente como para pedirle probar la mordida de una de ellas en su carne.
- Spoiler:
- Voz en off: Si quieres puedes usar al "cazador inquisidor a tu gusto, y crear los diálogos que quieras. Lo he dejado abierto, porque no sé si prefieres una pelea, o escapar por los pelos.
Leonid Dobrev- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/12/2012
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Re: Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
"Es de importancia para quien desee alcanzar una certeza en su investigación, el saber dudar a tiempo."
Algo me decía que este buen señor no había creído del todo nuestro relato. Por una parte era sumamente extraño que dos mujeres aparentemente mayores se habían adentrado al bosque completamente solas para pasear o lo que fuera que viniéramos a hacer y que el asunto se nos fuera de las manos. La verdad es que dicho relato nos dejaba o bien en unas presuntas sospechosas o en unas completas idiotas. Esperaba que la segunda fuera lo que el hombre que teníamos delante pensara.
Me di cuenta que mis manos me temblaban como flanes. No sabría decir si eso era favorable para nosotras o no. Jamás había luchado contra alguien, menos matado. Era del tipo de gente que decían “nunca ha matado una mosca”. En el peor de los casos una lucha sería algo inevitable y debería participar si quería sobrevivir de esta. ¿Participar en una pelea? ¿lograría algo así?
Se podría decir que le hombre optó por meternos bronca recriminando que podríamos haber parado cuando nos dimos cuenta de que nos habíamos perdido. Esperaba de toco corazón que pensara que eramos absolutamente tontas. No es que pensara que mi compañera lo era, pero en una situación como esta, yo por lo menos, no podía desear otra cosa que no fuera esa. Cuando el hombre nos preguntó donde vivíamos suspiré aliviada mentalmente. Iba a exponer donde vivía para que se diera cuenta que eramos personas normales y corrientes y que encima yo estaba casada con un señor de clase alta, quizás nos creería. Sin embargo, la idea de que fuera un cazador y que descubriera el paradero de donde vivía no solo pondría en peligro mi vida, si no la de mi señor esposo también.
Mi compañera me observó, ¿quería que yo respondiera primero? Entonces debía de pensar rápido. ¿Que podía decir? ¿que clase de mentira funcionaria en un caso así?
De pronto, mi compañera se enderezó y algo enfadada le comentó que a que se debía tanta confianza y por qué debía exponer la ubicación de su vivienda. Quizás mencionando que no eramos estúpidas era lo incorrecto en este caso. Quizás era mejor que pensara que eramos totalmente estúpidas. Sin embargo, el dicho decía que un tonto nunca afirmaba que lo era, ¿o no era así? Sin embargo, mi compañera le comentó que temía que él fuera un ladrón o peor aún, un secuestrador y estando en la situación en la que estábamos iba a hacer todo lo posible para no empeorarla aún más.
No sabría decir si dejaría marcas en la piel de mi acompañante, pero el hecho de que ella fuera una cambiaformas me tranquilizaba sobremanera, pues si fuera una simple humana, probablemente le habría formado heridas de las que emanaría alguna que otra gota de sangre.
-Monsieur, realmente tenemos mucho miedo – Musité casi en susurro – Solo queremos salir de este horrible bosque. Hay muchas sombras y ruidos raros por doquier. Solo queremos salir de aquí.
Parecía que ya le pidiera clemencia por mi vida, pero pensándolo bien, quizás era lo más indicado y una persona que se encontrara en una situación como esa diría algo semejante por lo que presupuse que eso no levantaría sospechas.
El hombre nos echó unas cuantas ojeadas más y con una señal de cabeza indicó que le siguiéramos. ¿Deberíamos seguirlo? ¿y si era, como bien había dicho mi acompañante, un asesino o secuestrador? Lo peor que necesitábamos ahora es eso pues lo más seguro es que para defendernos mi compañera le atacaría y probablemente el pobre hombre acabaría muerto. En menudo lío nos habíamos metido. Me estaba prometiendo a mi misma de no volver a adentrarme en este bosque jamás. Ni sola, ni acompañada.
-¿Usted que hacia en el bosque, monsieur? - Pregunté como quien no quería la cosa.
Quizás era un ser sobrenatural y le temíamos por nada. Además, él nos había hecho la misma pregunta y nosotras se la habíamos respondido, con una mentira, pero se la habíamos respondido... por otra parte, el también nos podría responder con una mentira y eso no nos ayudaría para nada. Aunque... pensándolo, si admitía ser un vampiro y eso fuese mentira, podríamos simular temor y ganarnos al presunto cazador o inquisidor que teníamos enfrente y este acabaría ayudándonos. Pero... por otra parte ¿era normal que un vampiro estuviera tan cargado de armas? Solo esperaba que el señor contestara de una vez.
- Spoiler:
- No sabía que poner OMMMMG. Melanya es realmente MUY NEFASTA en las peleas, pero si quieres tener una pelea... TENGÁMOSLA aunque probablemente tendrías que luchar, como bien has dicho, por tu vida y por la mía............ NO SE QUE HACER.
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 05/01/2013
Re: Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
Mientras la imaginación permita a otras personas formarse juicios erróneos sobre nuestra conducta, así como sacar conclusiones a la luz de fragiles apariencias; nuestra felicidad estará en cierta medida en manos del azar.
(Jane Austen)
Arabella miró a la vampiresa con sorpresa al escuchar su pregunta. No se le había ocurrido cuestionar la presencia del hombre, aunque escucharía atenta la respuesta que daría el hombre armado. Dependiendo de sus palabras, podrían saber si se encontraban ante un cazador o un inquisidor, porque de eso no tenía duda. Ése hombre debía ser un asesino de seres sobre naturales. Si las numerosas armas que portaba, y que podían verse con completa claridad, a pesar de la oscuridad que dominaba el bosque, y del largo abrigo que cubría su alto cuerpo, no eran suficiente señal para declararlo cazador o inquisidor. La mirada fría y especuladora, el cuerpo musculoso y tenso, alerta a cualquier movimiento engañoso que pudiera delatarlas, y el estudio incesante que realizaba a cerca de nuestro aspecto, eran razones más que evidentes de que lo era.
- Me dedico a dar paseos por zonas poco transitadas- Dijo con una voz fría y distante. Sus ojos se endurecían mientras comenzaba a acercarse a nosotras con la mandíbula apretada.
Las manos de la vampiresa comenzaron a clavarse sobre mis costillas de forma dolorosa, y evitando hacer una mueca de dolor, coloqué una mano sobre la suya y apreté con suavidad y firmeza. Lo último que queríamos hacer es que descubriera que la inocente rubia, de ojos puros y azules, era capaz de quebrar las costillas de otra persona con suma facilidad.
Cuando el hombre se encontraba a dos pasos de Arabella, se detuvo y le dedicó una sonrisa petulante mientras deslizaba su mirada por el cuerpo de ella, y después miraba a su compañera, con ávido deseo marcado en sus ojos. Increíble, pensó con indignación, no nos conoce de nada, y ya se ha atrevido a tomarse la libertad de " analizarlas a fondo". Aunque según el matiz oscuro de sus ojos, no tan a fondo como él deseaba. Aclarándose la voz, atrajo la atención del hombre y le preguntó: - ¿Nos ayudará, o necesita que demos una vuelta sobre nosotras mismas para decidirlo?.- La obvia censura que rasgaba la voz de Arabella, era similar a la que daría cualquier matrona envejecida a los adolescentes atrevidos y fogosos. A pesar de su situación, el fuerte carácter que poseía comenzaba a filtrarse en medio de su interpretación. Podía estropearla completamente, o darle mayor solidez a su papel de niña mimada y consentida.
- No, madame, prometo ayudarlas sin necesidad de que volteen.- Dijo el extraño con una sonrisa, mientras se acercaba para tomar los brazos de ambas. Pero recordando Arabella, que su compañera era una vampiresa, y que su temperatura no sería igual a una humana, apartó su mano con gesto fingido de contrariedad, y se cruzó de brazos.
- No puede tomarse esas libertades, monsieur. Usted camine, que lo seguiremos- Le dijo ella con una voz malcriada y petulante. Una entonación típica de las niñas de esta época, que pertenecían a la clase alta.
Sintiendo cómo su corazón se aceleraba al ver, cómo la expresión del hombre se endurecía en una mueca de rabia. Retrocedió un paso, para adaptarse al papel de la niña que era. Alguien asustadiza, pero con lengua afilada. Al parecer el retroceso le hizo gracia, por que sonrió y murmuró algo sobre: " mujeres calientes con carácter...". Aunque tal vez podría haber dicho alguna otra cosa, ya que su tono bajo y la rapidez con la que su cuerpo se dio la vuelta y comenzó a desandar el camino, le impidieron escuchar su respuesta nítidamente.
Viendo cómo se alejaba el hombre, quedó paralizada mientras se sorprendía de que hubiese querido marcharse. Pero como siempre, sus pensamientos fueron respondidos por la voz del hombre, cuando, aún sin pararse, elevó el tono diciendo: Síganme. No tengo toda la noche, las guiaré hasta la salida más próxima, allí deberán continuar su camino.
Leonid Dobrev- Licántropo Clase Alta
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Re: Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
"El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos."
El presunto cazador o inquisidor, lo que fuese. Respondió a mi pregunta de forma totalmente ambigua. Era de esperar por una parte. Aunque tuviéramos el físico de unas jóvenes e inocentes doncellas eso no garantizaba que realmente lo fuéramos. Como quizás las armas que el hombre llevaba tampoco debía garantizarnos de que era un caza seres sobrenaturales... ¿o sí? Era realmente tan poco competente en ese ámbito que me asustaba.
-Es usted muy temerario, monsieur – Fue lo único que comenté pues no supe que más decir, el miedo no me permitía pensar con claridad.
Pocos segundos después comprendí que mis manos la apremiaban en demasía, hasta para ella que era un ser sobrenatural. Me lo hizo saber de forma sutil, casi imperceptible. Aparté mis manos con cierta lentitud. No quería llamar la atención con gestos extremadamente rápidos, pues quizás estos parecerían ser hechos a la velocidad de la luz, cosa que nos delataría y sería nefasto para ambas.
El hombre se sitúo cerca nuestro y nos observo... de forma... algo raro. Nunca había visto una mirada tal que así. Quizás tenía un problema en los ojos. No podía recriminarle nada en tal caso así que decidí ignorarle. Sin embargo, mi compañera no fue de la misma opinión y, algo molesta, le preguntó si iba a ayudarnos al fin o al cabo o no, o debíamos “dar una vuelta sobre nosotras mismas” no entendí muy bien que quería decir con aquello, creo que hasta la miré extrañada. ¿A caso así se probaba la humanidad de una persona? Era la primera vez que escuchaba algo así.
Por suerte, el señor no se molestó por tal comentario y nos prometió que nos ayudaría. De pronto, el hombre mostró interés por cogernos de las manos y fue entonces cuando me percaté que a parte de la, posible, incapacidad de tocar cruces y de salir a la luz del sol, mi temperatura era anormal para los seres humanos. Por suerte, mi acompañante pensó en mi y paró las intenciones del hombre alegando que no se podía tomar tales libertades y que caminara frente nuestro.
-Lo lamento, estoy casada, monsieur – Dije la única verdad, posiblemente.
Quizás eso justificaba el extrañó comportamiento de mi acompañante, aunque lo cierto es que me había salvado con aquello. Si comprendía que estaba casada quizás no se haría preguntas extrañas en la cabeza. Eso esperaba. Eso necesitábamos. Sin embargo, eso no pareció convencer de todo al hombre. ¿Por qué? ¿Es que en París se permitía tocar a cualquier joven dama aunque esta estuviera casada? Eso lo desconocía hasta yo misma.
Mi acompañante actúo rápido, por suerte, y mostró una mueca de horror lo que al parecer le hizo gracia al hombre, por razones completamente desconocidas por mi. ¿Por qué le debía de hacer gracia el hecho de una joven dama estuviera asustada y en apuros? ¿Era algún tipo de humor francés?... Debería de informarme más sobre las personas que aquí habitaban pues así conseguiría entenderlos mejor y adaptarme a ellos.
El hombre prosiguió su camino mientras mi acompañante y yo proseguíamos en nuestros respectivos puestos ¿qué debíamos hacer? ¿seguirlo? La voz del hombre no se hizo esperar. Nos animaba a seguirlo pues alegaba que no tenía toda la noche y que nos guiaría hasta la salida más próxima. Lo cierto es que el señor en cuestión no parecía ser de mucha confianza, pero como bien había mencionado él, probablemente quedaban pocas horas nocturnas y con los primeros rayos de sol mi vida terminaría por completo y si eso sucedía el joven pensaría que mi acompañante era un ser sobrenatural, y no quería crearle problemas a la pobre chica. No después de lo que me ha ayudado.
Miré a mi acompañante que se mostraba indecisa. Yo avance unos pasos y al ver que eso seguía son convencerla le hice una seña con la cabeza pues no teníamos otra salida, era eso o nada. Apenas que la joven conocía otro camino y que ahora el hombre estaba de espaldas, distraído, lo podríamos utilizar para escapar del lugar. No sabía muy bien si los cambiaformas tenían la habilidad de moverse con rapidez, pero si surgía esa posibilidad deberíamos utilizarla ahora o nunca pues probablemente jamás tendríamos una oportunidad como esa. Observé a la joven con mirada interrogativa mientras la voz del hombre volvía a animarnos a seguirle.[quote]
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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Re: Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
La amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso, hay que salvarla como sea.
Alberto Moravia
Arabella observó cómo la vampiresa se adelantaba y se giraba indicándole algo con la mirada. Caminando con paso lento, le tomó la mano y la observó durante dos segundos completos a los ojos. Azules como el mar, y con un aura de pureza. A pesar de pertenecer a una raza cazadora, había en ella un velo intangible de inocencia. Lo que era aparentemente imposible, en ella se había realizado. Suspiró con rendición, quién iba a pensar que habría un ser como ella en el mundo, y que de todas las personas con las que podría haber dado, había coincidido con Arabella en el bosque.
Con precaución, comenzó a caminar, alejándose del hombre. Del asesino de ojos penetrantes y duros que les daba la espalda y continuaba caminando hacia el frente. A pesar de todo, había algo que la alertaba, algo que le decía que no iba a poder librarse de continuar su camino, sin luchar.
En un movimiento rápido, el hombre que las precedía se dio la vuelta y les arrojó algo líquido. Colocándose ante la vampiresa, para protegerla con su cuerpo, abrió los brazos y pegó su espalda junto al pecho de ella, para evitar que lo quiera que hubiese lanzado el hombre la hiriera. Parpadeando con rapidez, notó cómo su piel comenzaba a protestar, a enrojecerse con las lamidas de una quemadura que comenzaba a extenderse por sus brazos. El gemido atormentado que salió de su boca, sólo sirvió para que el hombre sonriese y se quitase el abrigo que intentaba ocultar las armas que llevaba consigo- He de decir que me había creído vuestras palabras. Pero siempre me gusta comprobar que no hay bestias inmundas como vosotras.- El grito que soltó después de sus palabras, era suficiente para helarle la sangre a cualquiera que fuera el destinatario, pero cuando la vida pende de un hilo, cualquiera saca la bestia que realmente es, al exterior. Ignorando el grito de dolor o de horror, de la mujer que ocultaba a su espalda, gruñó con ferocidad al hombre, haciendo que éste quedase paralizado con la mano encima del arma que llevaba en su cadera.
Sabía lo que estaba viendo el hombre, una mujer que estaba adoptando una posición defensiva, y cuyos ojos, generalmente marrones, cambiaban a un verde jade hipnotizador. El dolor lacerante de su piel sólo podía ser debido a un arma más efectiva que la pistola que intentaba alcanzar. La plata. Ése odioso material, estaba acabando con su especie, y quién sabe cuántas más. - Cuidado, pequeño. No me costará nada rebanar tu garganta.- Dijo Arabella con voz baja y gutural. La bestia que había en ella rugía y arañaba en su interior por salir y tener el honor de enterrar sus dientes en la yugular del hombre que las amenazaba.
Con un movimiento casi imperceptible, el hombre rozó la culata de la pistola con lentitud deliberada. Ya fuese para retarla, o para comprobar sus reflejos, provocó en ella el estallido que necesitaba para transformarse. Gruñendo con ferocidad, Arabella corrió varios pasos antes de saltar sobre el hombre. De esta forma, mientras él intentaba con manos temblorosas sacar su arma, ella realizó un salto en el aire, transformándose en una peligrosa pantera que actuaba según su instinto más básico. El de supervivencia.
Con los músculos contraídos, el pelaje de la pantera brilló con magnificencia en la oscuridad. Su cuerpo iluminado por los rayos de la luna, mostraba cómo sus patas se estiraban en la oscuridad sacando las armas letales de sus garras, que, como cuchillas se internaban en la espalda del hombre y su pecho. La cabeza de la pantera se inclinó con elegancia, y como una amante, su boca se abrió y se cerró con la fuerza y rapidez que la caracterizaban, dándole el último beso que vaticinaría su muerte. Con la fiereza indomable de su estirpe, se recreó en el sabor metálico de la sangre que manaba de la yugular destrozada del hombre que caía al suelo. Sus garras, desgarraron el pecho y la espalda del hombre, mientras su mandíbula ejercía una mayor presión. Todos sus movimientos realizados, para asegurarse de que el pulso débil de su presa se extinguiera. Unos segundos antes de que su corazón fallase, la pantera abrió sus fauces y se apartó del cuerpo inmóvil del cazador. Su rostro a escasos centímetros del humano, con su belleza estropeada por las manchas de sangre, y asegurándose de que sus ojos jade lo persiguieran allá a donde fuera.
Leonid Dobrev- Licántropo Clase Alta
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Re: Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
"No me atormenta tanto lo inevitable de la muerte, como la impotencia que se siente ante la imposibilidad de evitarla."
La cambiaforma me cogió de la mano y me miró fijamente en los ojos. ¿Qué quería decirme con esto? No dijo palabra ninguna, solo me observó directamente en los ojos como si intentara analizar mi mirada. No entendí muy bien a que se debía aquello.
Después de unos largos segundos mujer suspiró y empezó a alejarse en dirección contraria del hombre. ¿Quería escapar? De acuerdo, aceptaba sus condiciones si creía que era mejor huir del presunto cazador o inquisidor así haríamos.
Cuando estábamos dispuestas a salir huyendo, el hombre repentinamente se giró en nuestra dirección y arrojo algo. Me asusté sobremanera pues no comprendí bien que fue lo que el hombre nos había tirado pues mi acompañante me había tapado con su cuerpo para que dicha substancia no me tocara.
Fuera lo que fuera que le había arrojado el hombre, al parecer era doloroso pues la joven no había logrado retener un gemido de dolor como respuesta del dolor que le producía el efecto del objeto arrojado. El sentido de culpabilidad se apoderó de mi. Mi acompañante se había puesto en peligro para conseguir protegerme. ¿Por qué a la larga de mi vida las personas salían heridas por culpa mía? Primero mi madre al parirme, luego mi padre al perder a mi madre, luego mi primo por verse obligado a convertirme en vampiro para que yo no muriera y ahora la joven cambiaformas que tenía delante.
Lágrimas empezaron a emanar de mis ojos, ¿por qué era tan débil? ¿Por qué no podía ayudar a las personas que me protegían incondicionalmente? Acerqué mis temblorosas manos hacia la cambiaforma para intentar abrazarla en señal de agradecimiento, pero las palabras del hombre me pararon. Mencionó que al principio había creído nuestra mentira, pero que la vida le había enseñado a comprobar mil veces antes de actuar. ¿Por qué no había pensado en ello? Era lógico que hiciera algo semejante. Que tonta era.
El grito póstumo del presunto cazador me tomó tan desprevenida que no pude retener un grito medio ahogado de mis labios. Por su parte, mi acompañante no se mostró intimidada ante la reacción del hombre y le gruñó ferozmente. No sabría decir si eso consiguió intimidar al cazador, pues desde que la joven cambiaforma me había tapado con su cuerpo no me decidí a asomarme por su hombro. Temía tanto hacerlo y poner en peligro la situación entera así que opté mantenerme al margen, sin molestar pues mi miedo lo más probable es que infundiría coraje y procedería a atacarnos con sus armas.
Mi acompañante hablo ¿realmente era ella? La voz procedía de su cuerpo, más era tan grabe que no podía relacionarla con ella. No sabía si el hombre se había intimidado por ello, pero si yo fuera él lo hubiese conseguido. Desde luego, no serviría para ser una cazadora. Ni tampoco un vampiro pues viendo los progresos que estaba haciendo en breves acabaría muerta a manos o bien de la santa inquisición o bien de algún cazador furtivo.
No sabría muy bien que infundió tal reacción a la joven que segundos atrás estaba protegiéndome del cazador, había procedido a correr a una velocidad superior a la de un humano y saltó en los aires. Estaba claro que quería aterrizar sobre el hombre y derivarlo así, sin embargo, no me esperaba que la cambiaformas procedería a transformarse en la forma con la que la había conocido: en una pantera preciosa. Comprendí en ese momento que la lucha que se formaría a continuación sería letal para uno de los dos. No quería aquello, pero sentía que sería imposible de evitar. Nadie se merecía morir. Nadie se merecía ser cazado, pero parece que nadie comprendía aquello. Sin embargo, no culpaba a nadie por ello. Mi acompañante luchaba por su supervivencia, mientras que el cazador lo más seguro es que intentaba vengar la muerte de algunos seres queridos que habían perecido ante el ataque de seres sobrenaturales, probablemente, como yo.
Al ver como la pantera iba a penetrar sus uñas en la piel del cazador no pude contener el instinto de taparme los ojos con las manos para no ver aquello. ¿Debía acostumbrarme a ver tales muestras de violencia? ¿Cuantas muertes había visto mi acompañante? ¿Cuantas muertes había realizado ella? ¿Cuantas muertes había realizado y visto mi primo? Y lo más importante ¿Cuantas vería y realizaría yo?
No había escuchado grito alguno, pero el penetrante sabor de la sangre me indicaba que uno de los dos había resultado herido y lo más seguro es que ese alguien había sido el cazador, teniendo en cuenta las últimas imágenes que había visto antes de cerrar los ojos.
Lo peor de todo es que el olor de la sangre me había encendido el incontrolable deseo de beberme hasta la última gota de sangre del cadáver. No quería aquello. Nunca había bebido sangre de un ser que acababa de moría. Toda la sangre que bebía me la proporcionaba mi primo, traiéndola en botellas u otros recipientes. Esta sería la primera vez que bebiera sangre de esta forma y no lo quería.
-Vayámonos de aquí – Dije sin destaparme los ojos aún. Tenía el presentimiento de si los abría y veía la sangre no me podría echar atrás – Deberíamos irnos, por favor. Quiero marcharme de aquí.
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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Re: Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
"Y es que en este mundo traidor, no hay verdad ni mentira: todo es según el cristal con que se mira." Ramón de Campoamor
La pantera escuchó la voz temerosa de la joven, como el lejano eco de su conciencia. Ella era el reflejo de la inocencia que había tenido que dejar atrás cuando su familia había muerto, cuando sólo se tenía a ella misma como refugio y salvación. Bloqueando los sentimientos amargos que le traía la muerte de su familia, y la terrible sensación del saberse una asesina, se lamió las patas con lentitud mientras su mirada seguía fija en el hombre. Sintiendo cómo su parte humana se revolvía ante la satisfacción que sentía la pantera por su caza, resopló con fuerza y relajó sus músculos. Preparada para transformarse de nuevo, sus músculos se contrajeron en una danza mágica y espeluznante. Algo tan imposible como la mera transfiguración del rostro de la pantera al de uno humano, su pelaje corporal desapareciendo para mostrar la piel dorada que poseía, y su cabello alargándose hasta formar una sedosa masa de ondas castaña. Su boca completamente manchada de sangre, al igual que sus manos. Sus ojos pasando de un verde jade al marrón oscuro, sus garras letales, convertidas en unas suaves y carnosas uñas. Todo lo mortal en ella había desaparecido, sólo quedaba una joven con mirada atormentada, mandíbula y puños apretados, y los jirones de su vestimenta esparcidos por el suelo del bosque.
Levantándose con rapidez, le quitó el abrigo al muerto y las armas. Normalmente no necesitaba nada de eso para protegerse, hasta ahora no había tenido ningún problema, pero no quería dejar las armas junto al cuerpo, para que cuando lo encontrasen los amigos o familiares, supiesen lo que estaba haciendo cuando acudió al bosque. Abrochándose los botones de una prenda oscura, y mucho más grande de lo que parecía, se remangó los brazos del abrigo y se limpió la boca y las manos con un trozo de la camisa del hombre, que todavía no había sido manchado con su sangre. Realizó todos los movimientos, de forma mecánica, y rápida. No quería pensar, tal vez esa noche tuviera pesadillas, y la siguiente, y la siguiente..... Pero al final se repetiría lo mismo que pensó cuando se dio la vuelta y dejó atrás el cadáver: "mejor él que yo".
Caminando con rapidez, se acercó a la vampiresa, y le tomó la mano como haría con una niña atemorizada. Acariciándole la palma con el pulgar, la dirigió hacia la cabaña en la que vivía. Allí podría limpiarse, cambiarse y curarse las quemaduras de los brazos. Porque, aunque su piel se curase rápido, quería calmar el ardor de su piel. - Vamos a mi casa. No vivo lejos. Puedo acompañarte después a tomar un carruaje.- Su voz salía de su boca con tono uniforme. Nada que revelase lo que estaba sintiendo su corazón. No sabía porqué, pero lo que más le molestaba, era haber tenido que mostrar esa cara delante de la vampiresa. La forma en la que había intentado abrazarla cuando el gemido de dolor había salido de sus labios, o cómo sus manos tapaban sus ojos para evitar ver lo que sabía que estaba ocurriendo, le habían dicho todo lo que necesitaba saber de ella. Que era joven, muy joven. Quizás una neófita, alguien apegado a su humanidad. Y por extraño que sonase, la única vampiresa que aún conservaba su inocencia.
Sacudió su cabeza con fastidio. Esa noche había sacado lo mejor y lo peor de ella. Se había convertido en una asesina. y ahora, en una amante de vampiros. ¿Qué más podría ocurrir?. ¿Brindarle su amistad eterna?.
Leonid Dobrev- Licántropo Clase Alta
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Re: Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
"Un amigo es uno que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te quiere."
Mucho tiempo pasó desde que había alzado la voz para pedir, más bien rogar, la necesidad de marcharme del lugar. Como respuesta a mis palabras solo escuché el sonido de movimientos a la lejanía, justo donde había visto por última vez al hombre aún con vida. Pensé que quizás la joven cambiaformas no me había escuchado, pero también la idea de que al transformarse en animal perdiera su humanidad se cruzó por mi mente y temía que esta vez sería yo su próxima presa y decidí permanecer quieta, esperando algo, sin saber muy bien el qué, pero algo que podría catalogar casi como milagroso.
Escuché pasos que se me acercaban. Al principio me asusté, pero después de para atención me di cuenta de que no eran pisadas que un depredador haría, eran pisadas que un humano corriente efectuaría en su día a día. La que se me estaba acercando era la joven, no la pantera.
Después de acercarse a escasos centímetros de mi, la cambiaforma me cogió de la mano y me la acarició con suavidad. No hacia falta ser un genio para comprender que la joven me estaba intentando calmar, aunque lo más probable es que ella necesitaba más ese gesto que yo pues estaba segura que matar a personas para sobrevivir no era su pasatiempo favorito.
Mi salvadora me explicó que me llevaría a mi casa pues no vivía lejos de aquí y que seguidamente me ayudaría a coger un carruaje que podría llevarme devuelta a mi domicilio. No sabía a donde quería ir en ese preciso instante, pero de lo que estaba segura es que quería alejarme del sangriento cadáver que se situaba a escasos metros de nosotras y que intentaba evitar con la mirada a toda costa. La voz de la joven parecía ser tranquila, como si nada hubiese pasado, pero comprendía que su naturaleza no era sangrienta ni asesina. Dudaba que una persona que sentía regocijo a la hora de matar pusiera su vida en peligro para salvar una desconocida como yo. Además, cuando nos vimos por primera vez había tenido la ocasión perfecta para acabar con mi vida y no lo había hecho. Aunque también es cierto que tendría que haber sido muy rápida para poder conseguir aquello sin que el cazador, ya difunto, la viera en plena acción.
Asentí con la cabeza para indicarle que estaba de acuerdo con ir a su casa, le hubiese respondido con palabras, pero aún no había recobrado la capacidad de hablar. Sin embargo, cuando la joven sacudió la cabeza con claras expresiones de disgusto.
Pensé que quizás esperaba otro gesto más por mi parte, alguna disculpa o agradecimiento por mi parte pues había sido ella quien me había salvado la vida. Sin decir nada, la joven que aún me mantenía cogida de la mano, empezó a caminar, guiándome así. Lo cierto es que si te ponías analizar la escena esta era muy infantil a la par que muy graciosa. Parecía una niña pequeña frígida a la que su madre la llevaba a casa. Lo cierto es que analizando la escena de esa manera me había calmado un poco y tenía la certeza de que al fin había recobrado la capacidad de hablar.
-Lamento haberle causado tales estragos – Dije al fin – No era mi intención... Le estoy muy agradecida, ha tenido que matar a un ser humano por mi culpa.
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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Re: Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
Siguió caminando por el bosque, hasta que escuchó la voz de la vampiresa. Se paró de golpe, a sabiendas de que ella no tendría tiempo de esquivarla y golpearía su cuerpo. Cuando su pecho chocó con su espalda, le soltó la mano y cerró los ojos fuerza.- No tienes que pedir disculpas. ¿Acaso tiene la culpa el sol de quemar la piel de las mujeres incautas, que no llevan sombrilla?.- Meneó su cabeza negativamente, y se giró lo suficiente para mirar sus ojos azules.- La muerte nos llega a todos, pero hoy hemos tenido suerte.- Se giró y siguió caminando, pasos fuertes para calmar su enojo. Ella no tenia que disculparse. Más bien debería ser ella, la que tendría que hacerlo, había matado a un hombre delante suya. Suspirando con fuerza, decidió calmarse y le gritó por encima de su hombro- Queda a penas unos metros, si te apresuras, puede que llegues a tiempo a tu casa.-Un amigo no te solucionará tus problemas, pero si estará a tu lado para solucionarlos.
Apartando varias ramas de los árboles que circundaban su cabaña, se adentró l claro de flores silvestres que decoraba el terreno que rodeaba la casa. Flores de diferentes tonalidades y formas, todas juntas y revueltas en un mar irreconocible, en el que todas eran iguales. Cuando Arabella había llegado a París, se encargó de buscar una cabaña en el bosque para poder transformarse sin ser vista. Cuando la encontró, la reformó y la convirtió en una cabaña entrañable y cálida. Todo en su interior llamaba a las visitas, a las risas y las confidencias dichas entre susurros. Y las flores, habían nacido de un impulso alocado de tener un lugar en el mundo en el que todo lo que le rodease, fuera diferente, y bello. Donde a pesar de las diferencias, convergían las especies de flores, y convivían en un marco luminoso y colorido. Pero el mundo no era así, fuera de ésa selva de colores, volvía la realidad. Todos eran seleccionados por clases, trabajos, gustos, físico e inteligencia. Quizás por ello, a pesar de su belleza física, y de la inteligencia, había decidido no alardear de toda la riqueza que tenía, y convivía como cualquier otra mujer de clase media. Si es que eso era posible, con el interior lujoso de la cabaña.
Sonriendo como una niña, se giró hacia la vampiresa y la invitó a entrar a la cabaña. Abrió la puerta y encendió el fuego de la chimenea natural que tenía. Tomando el caldero de agua que tenía preparado siempre para lavarse, lo colocó encima del fuego y lo calentó. Su cabaña tenía un costoso sistema de tuberías dispuesto para proveerla de agua, pero a ella le gustaba calentarla en el fuego y bañarse como siempre había hecho en su niñez. - Te ofrecería algo de comer.... pero me temo que a pesar de mí, no hay nada más disponible- Le susurró con los labios fruncidos para no reírse. Moviéndose por la cabaña que tenía dos pisos, se adentró en la cocina para coger un tarro con galletas caseras. Le había añadido mantequilla para que fueran más sabrosas y tiernas, porque sus alumnos eran pequeños para apreciar las crujientes que le gustaban a ella. Comiéndose una, caminó hasta la vampiresa con el tarro bajo el otro brazo. - Creo que no hemos tenido tiempo de presentarnos. Soy Arabella Ferreira, pero puedes llamarme Bella.
Leonid Dobrev- Licántropo Clase Alta
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Re: Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
Cuando logré darle las gracias a mi salvadora a la vez que pedir perdón por mi cometido, la joven se paró en seco. Fue tan repentino ese acto que me vi obligada a chocarme contra su espalda. Esperaba que aquello no le hiciese algún daño pues desconocía si mi fuerza como vampiro lastimaba del mismo modo a un cambiaformas que a un humano.
-Disculpe – Dije a la joven, pero esta no respondió. Simplemente me soltó la mano.
Seguidamente, me dijo que no debía pedirle disculpas pues yo no tenía la culpa de la muerte de aquel hombre pues a todos nos tocara morir algún día, pero por suerte hoy no era el nuestro. Bajé la mirada.
Me sentí culpable por haber dicho aquello. Mi padre siempre me decía que mantuviera la boca cerrada, pero aunque en su gran mayoría me mantenía callada, a veces tenía el don innato por decir lo que uno no debe, aunque realmente fuese con buena intención, y la gente se enfadaba conmigo. Sobretodo mi padre.
La joven cambiaforma se giró y empezó a caminar. Procedí a seguirla en silencio no quería alzar la voz para que la joven se volviera a enfadar conmigo. Mejor callar. La mujer me comentó que quedaba realmente pocos metros hasta su casa y que si me daba prisa podría llegar a mi casa antes de que saliera el sol. Lo cierto es que necesitaba llegar a casa. Si no llegaba y faltaba todo el día, probablemente mi señor esposo se preocuparía por mi pues al fin y al cabo era su esposa.
Después de pasar por entre unos arboles que podría hacer bien de muro y me vi obligada de apartar algunas ramas para que estas no me rozaran la cara y me crearan heridas. Se me sanarían, pero de todos modos era desagradable. De pronto, los arboles acabaron de pronto y unas flores preciosas empezaron a rodearnos. Observé el lugar maravillado. Eran unas flores realmente hermosas, jamás las había visto antes.
-Disculpe – Dije - ¿Cual es el nombre de estas bellas flores?
Me había costado decidirme a alzar la voz, pero realmente quería saber el nombre de flores tan preciosas. Quizás intentaría plantar algunas en el jardín de mi esposo pues parecían hasta florecer de noche y eso jamás antes lo había visto y me fascinaba.
Cuando nos acercamos a una pequeña cabaña, muy acogedora desde el exterior y suponía que en el interior sería igual. La joven se giró hacia mi radiante de felicidad lo que calmó mi ánimo pues eso indicaba que la cambiaformas no estaba enfadada conmigo más. Seguidamente, me invitó a entrar al interior de una cabaña abriendo la puerta y dándome paso a su interior.
-Le estoy muy agradecida – Dije haciendo una reverencia y entrando en el interior.
Observé el interior de la cabaña mientras la joven cambiaforma encendía una chimenea y puso un calderón con agua encima para que se calentara, supuse. Observando detenidamente los alrededores me di cuenta que la palabra cabaña no iba muy acorde con el hogar de la cambiaforma, pues su interior era tan lujoso que podría dar el pego de una habitación de un precioso palacio o de una mansión.
Mi salvadora me distrajo de mis observaciones explicándome que me ofrecería algo de comida si no fuera que no tenía nada que ofrecerme a parte de ella misma. Iba a negarme, a decirle que no era realmente necesario alimentarme de ella y que no se molestara a intentar complacerme, como la joven se alejó a un cuarto dejándome a solas junto el calderón con agua.
Momentos después, la joven volvió a salir con un tarro en sus brazos mientras mencionaba que no habíamos tenido tiempo de presentarnos y me especifico que se llamaba Arabella Ferreira, pero que podía llamarla Bella.
-¡Oh! - Exclamé – Yo me llamo Melanya Boyarskaya... pero puedes llamarme como quieras – Dije haciendo una reverencia.
-Disculpe – Dije a la joven, pero esta no respondió. Simplemente me soltó la mano.
Seguidamente, me dijo que no debía pedirle disculpas pues yo no tenía la culpa de la muerte de aquel hombre pues a todos nos tocara morir algún día, pero por suerte hoy no era el nuestro. Bajé la mirada.
Me sentí culpable por haber dicho aquello. Mi padre siempre me decía que mantuviera la boca cerrada, pero aunque en su gran mayoría me mantenía callada, a veces tenía el don innato por decir lo que uno no debe, aunque realmente fuese con buena intención, y la gente se enfadaba conmigo. Sobretodo mi padre.
La joven cambiaforma se giró y empezó a caminar. Procedí a seguirla en silencio no quería alzar la voz para que la joven se volviera a enfadar conmigo. Mejor callar. La mujer me comentó que quedaba realmente pocos metros hasta su casa y que si me daba prisa podría llegar a mi casa antes de que saliera el sol. Lo cierto es que necesitaba llegar a casa. Si no llegaba y faltaba todo el día, probablemente mi señor esposo se preocuparía por mi pues al fin y al cabo era su esposa.
Después de pasar por entre unos arboles que podría hacer bien de muro y me vi obligada de apartar algunas ramas para que estas no me rozaran la cara y me crearan heridas. Se me sanarían, pero de todos modos era desagradable. De pronto, los arboles acabaron de pronto y unas flores preciosas empezaron a rodearnos. Observé el lugar maravillado. Eran unas flores realmente hermosas, jamás las había visto antes.
-Disculpe – Dije - ¿Cual es el nombre de estas bellas flores?
Me había costado decidirme a alzar la voz, pero realmente quería saber el nombre de flores tan preciosas. Quizás intentaría plantar algunas en el jardín de mi esposo pues parecían hasta florecer de noche y eso jamás antes lo había visto y me fascinaba.
Cuando nos acercamos a una pequeña cabaña, muy acogedora desde el exterior y suponía que en el interior sería igual. La joven se giró hacia mi radiante de felicidad lo que calmó mi ánimo pues eso indicaba que la cambiaformas no estaba enfadada conmigo más. Seguidamente, me invitó a entrar al interior de una cabaña abriendo la puerta y dándome paso a su interior.
-Le estoy muy agradecida – Dije haciendo una reverencia y entrando en el interior.
Observé el interior de la cabaña mientras la joven cambiaforma encendía una chimenea y puso un calderón con agua encima para que se calentara, supuse. Observando detenidamente los alrededores me di cuenta que la palabra cabaña no iba muy acorde con el hogar de la cambiaforma, pues su interior era tan lujoso que podría dar el pego de una habitación de un precioso palacio o de una mansión.
Mi salvadora me distrajo de mis observaciones explicándome que me ofrecería algo de comida si no fuera que no tenía nada que ofrecerme a parte de ella misma. Iba a negarme, a decirle que no era realmente necesario alimentarme de ella y que no se molestara a intentar complacerme, como la joven se alejó a un cuarto dejándome a solas junto el calderón con agua.
Momentos después, la joven volvió a salir con un tarro en sus brazos mientras mencionaba que no habíamos tenido tiempo de presentarnos y me especifico que se llamaba Arabella Ferreira, pero que podía llamarla Bella.
-¡Oh! - Exclamé – Yo me llamo Melanya Boyarskaya... pero puedes llamarme como quieras – Dije haciendo una reverencia.
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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Re: Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.
Khalil Gibran
Arabella masticó con lentitud la galleta, mientras analizaba a su compañera. Sin poder evitarlo, sus labios dijeron, lo mismo que su mente pensaba en ese momento- ¿Cómo puede ser un vampiro tan inocente como tú?- Tan rápido como las palabras salieron de su boca, su rostro se encendió avergonzado. No podía creer que hubiera dicho eso. Siempre había sido bastante reservada con sus pensamientos, y cautelosa a la hora de dar a conocer sus ideas. No siempre las personas demostraban su verdadera forma de ser. Tal vez, la señorita Boyarskaya era como la mayoría de los vampiros, aunque algo en su fuero interno, ya sea el instinto o el extraño deseo de que ella fuera inocente, le decía que era tal cual se mostraba. - Lo siento.- Dijo mientras dejaba el tarro en la mesa y se acercaba a ella con lentitud- Es descortés de mi parte preguntar nada.- Señalando a la puerta con la cabeza, le dijo- Puedes marcharte, si lo deseas. No tienes porqué soportar mi compañía, ahora que estas a salvo.-
Era cierto. Era una vampiresa, y ella una cambiaformas. Arabella lo tenía bien presente. No importaba si ella ignoraba las diferencias de clases, al final, su instinto le hacía protestar ante las compañías de otros cazadores, y más siendo vampiros. La mayoría de ellos eran crueles, asesinos, amantes del dolor y el miedo, o lo peor de todo, seres anormales carentes de vida, que necesitaban extraer la esencia vital de los demás para sobrevivir. Si en algún momento ella necesitaba morir, que así fuera, prefería la muerte, antes que ser un vampiro.
Se alejó de Melanya para vigilar el agua que utilizaría para bañarse. A pesar de estar mirando el agua comenzar a hervir, su mente seguía divagando acerca de su fobia a los vampiros o licántropos. Tal vez era una hipócrita, ella tampoco era humana, y aún así se creía mejor que los licántropos. Pues, aunque ellos cambiasen, no lo hacían voluntariamente, sino que transmutaban su cuerpo al de una bestia insaciable. Pero también debía tener en cuenta que su cambio no era voluntario, estaban condenados a ser una bestia sin conciencia en noches de luna llena. Era una condena inmerecida, y aún así continuaban su vida. Y algunos vampiros, no eligieron ser lo que son. Tal vez.... Melanya fuera uno de ellos, alguien inocente que aún no se había dejado llevar por la sed de sangre.
- Las flores son malvas silvestres, tulipanes y amapolas.- Una sonrisa afloró en sus labios mientras levantaba el rostro y la miraba- Es... mi pequeño mundo. Cuando lo miro tengo fe y esperanza.- Sus ojos brillaban con el sueño alocado de una niña. Una pequeña que no ha tenido nada, salvo esperanza, y tal vez... fuera lo único que tendría siempre. La fe en un mundo sin barreras.
Leonid Dobrev- Licántropo Clase Alta
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Re: Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
Bella, que por cierto su nombre hace honor a su físico pues la cambiaformas poseía una belleza singular y exótica, después de analizarme unos instantes me preguntó como podía ser que un vampiro fuera tan inocente.
La miré curiosa a la par que el rostro de la contraria se encendía al rojo vivo. ¿Por qué me preguntaba aquello? ¿Había dicho o hecho algo que no era acorde a mi condición social? ¿Me había comportado como una niña en un momento inadecuado? ¡Ah! Probablemente en los bosques, cuando el cazador estaba atacándonos y Bella me salvó la vida. Supongo que al no ayudarla a acabar con la vida de ese cazador le había parecido digno de una niña pequeña e inmadura.
Momentos después, mientras pensaba en todo aquello, la joven me pidió perdón pues era descortés por su parte preguntarme nada y que si lo deseaba podía marcharme ya que no estaba obligada a “soportar su compañía” y volver a casa.
-No se preocupe, no me molesta – Le dije cuando la joven se empezó a alejar – Puede cuestionarme lo que quiera – Dije algo nerviosa – Y respecto a lo de mi inocencia... supongo que hice mal en no ayudarla en los bosques.
Seguidamente la joven me contestó la pregunta que le había formulado antes de entrar a la cabaña y que pensé que no había apreciado. Las flores de su gran jardín eran malvas silvestres, tulipanes y amapolas. Comentó también que ese era su pequeño mundo pues con las flores conseguía darle fe y esperanzas a su corazón. Al parecer ambas compartíamos nuestra pasión por las flores.
-Cuando aún vivía con mi padre en Rusia, teníamos un gran jardín adornado con diversas flores. Siempre intentaba ayudar al jardinero a cuidarlas, cosa que mi padre odiaba pues encontraba que ese comportamiento no era digno de una señorita – Dije algo melancólica – Ahora al vivir en un nuevo hogar en París, quería hacer un jardín algo parecido. No lo podré cuidar, por desgracia... - Dije pensando en mi incapacidad de salir al sol – Pero intentaré hacer lo que pueda – Le dije con una sonrisa.
Me había dado cuenta que en una frase había delatado mi nacionalidad, mi estado actual y creo que en el bosque anteriormente había declarado mi estado civil... también se podría intuir que en la época en la que viví en Rusia, viví únicamente con mi padre porque si no hubiese dicho “cuando aún vivía con mis padres en Rusia”... en conclusión: había contado casi todos mis secretos a la joven sin querer... pero bueno, tampoco era algo de alto secreto, no me importaba si Bella lo descubría. Una pregunta se pasó por mi mente.
-¿Vive aquí sola? - Pregunté curiosa.
La cabaña no era gigante, pero tampoco pequeña. Quizás podrían llegar a vivir dos personas en ella, no se molestarían el uno al otro, o al menos esa era la idea que me daba dicha cabaña.
La miré curiosa a la par que el rostro de la contraria se encendía al rojo vivo. ¿Por qué me preguntaba aquello? ¿Había dicho o hecho algo que no era acorde a mi condición social? ¿Me había comportado como una niña en un momento inadecuado? ¡Ah! Probablemente en los bosques, cuando el cazador estaba atacándonos y Bella me salvó la vida. Supongo que al no ayudarla a acabar con la vida de ese cazador le había parecido digno de una niña pequeña e inmadura.
Momentos después, mientras pensaba en todo aquello, la joven me pidió perdón pues era descortés por su parte preguntarme nada y que si lo deseaba podía marcharme ya que no estaba obligada a “soportar su compañía” y volver a casa.
-No se preocupe, no me molesta – Le dije cuando la joven se empezó a alejar – Puede cuestionarme lo que quiera – Dije algo nerviosa – Y respecto a lo de mi inocencia... supongo que hice mal en no ayudarla en los bosques.
Seguidamente la joven me contestó la pregunta que le había formulado antes de entrar a la cabaña y que pensé que no había apreciado. Las flores de su gran jardín eran malvas silvestres, tulipanes y amapolas. Comentó también que ese era su pequeño mundo pues con las flores conseguía darle fe y esperanzas a su corazón. Al parecer ambas compartíamos nuestra pasión por las flores.
-Cuando aún vivía con mi padre en Rusia, teníamos un gran jardín adornado con diversas flores. Siempre intentaba ayudar al jardinero a cuidarlas, cosa que mi padre odiaba pues encontraba que ese comportamiento no era digno de una señorita – Dije algo melancólica – Ahora al vivir en un nuevo hogar en París, quería hacer un jardín algo parecido. No lo podré cuidar, por desgracia... - Dije pensando en mi incapacidad de salir al sol – Pero intentaré hacer lo que pueda – Le dije con una sonrisa.
Me había dado cuenta que en una frase había delatado mi nacionalidad, mi estado actual y creo que en el bosque anteriormente había declarado mi estado civil... también se podría intuir que en la época en la que viví en Rusia, viví únicamente con mi padre porque si no hubiese dicho “cuando aún vivía con mis padres en Rusia”... en conclusión: había contado casi todos mis secretos a la joven sin querer... pero bueno, tampoco era algo de alto secreto, no me importaba si Bella lo descubría. Una pregunta se pasó por mi mente.
-¿Vive aquí sola? - Pregunté curiosa.
La cabaña no era gigante, pero tampoco pequeña. Quizás podrían llegar a vivir dos personas en ella, no se molestarían el uno al otro, o al menos esa era la idea que me daba dicha cabaña.
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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Re: Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
Realizó una reverencia elegante, perfecta de todas las veces que había realizado dicho movimiento a lo largo de los años, y con una sonrisa le contestó.- Lo cierto es que sí, vivo sola. No soy....- Realizó una pausa mientras se sentaba y animaba a su compañera a realizar lo mismo.- ... muy confiada con la gente. Mis familiares murieron hace cierto tiempo, y yo me he visto obligada a viajar con regularidad, por lo que no he tenido tiempo de formar un vínculo con nadie.- Miró el fuego con una sonrisa tenue y triste- Y en cuanto a la ayuda...- Se encogió de hombros, fingiendo indiferencia ante lo que había hecho.- Es mejor así.- Apretó sus labios con fuerza, mientras recordaba la sonrisa y los ojos oscuros del inquisidor. No había estado muy segura de si el hombre era un cazador o no, pero cuando le quitó el abrigo, tuvo tiempo suficiente para ver la cruz que colgaba de su cuello.
Recordando que estaba acompañada, rompió el encauce de sus recuerdos, y apartó la mirada del fuego para centrarse en los ojos de Melanya- No pierdas la inocencia que tienes sólo por tu condición, a veces nos vemos obligados a realizar ciertos actos.... no deseados. Pero al final, siempre tenemos elección.- Incapaz de continuar con la conversación, se levantó con nerviosismo, y miró sus manos aún enrojecidas, tendría que hacer algo con ellas. Caminó hasta la cocina y regresó con una taza humeante de té para Melanya, y un paño para limpiarse ella. - Espero que te guste, aunque... no se si podrás ingerirlo- Su nerviosismo y dificultad para entablar una conversación amistosa era más que evidente por la forma, casi brusca en la que le tendió el té, y se apartó de ella para tomar el caldero de agua caliente y mojar el paño para aliviar el picor de sus manos.
Suspiró mientras se arrodillaba en el suelo y se comenzaba a limpiar las manos con lentitud. Para alguien acostumbrado a estar perfectamente vestida para la sociedad, el espectáculo que era en ese momento debía de ser casi imposible de imaginar. Sus pies estaban sucios de la tierra del bosque, sus manos rojas por las quemaduras, su vestimenta era un pobre abrigo y su cabello caía en ondas rebeldes por su espalda. Con el rostro fruncido en una mueca de concentración, miraba sus manos rojas, y limpiaba los restos de plata que había en ellos, para permitirle a la piel curarse. - Tengo semillas nuevas, siempre intento aumentar el número de flores.- Levantó su mirada hacia ella con una sonrisa infantil, obligándose a olvidar el dolor de sus manos.- Creo que son crisantemos, si quieres puedo darte semillas, y algunas plantas.- Señaló con su cabeza algunos tarros que servían de maceteros.- Así... sólo tendrás que ocuparte de que sobrevivan. Las flores silvestres son fáciles de conservar, que sean regadas por el día o la noche no tiene relevancia. - Mantuvo la sonrisa durante unos segundos, antes de bajar la cabeza y continuar curándose las manos.
Recordando que estaba acompañada, rompió el encauce de sus recuerdos, y apartó la mirada del fuego para centrarse en los ojos de Melanya- No pierdas la inocencia que tienes sólo por tu condición, a veces nos vemos obligados a realizar ciertos actos.... no deseados. Pero al final, siempre tenemos elección.- Incapaz de continuar con la conversación, se levantó con nerviosismo, y miró sus manos aún enrojecidas, tendría que hacer algo con ellas. Caminó hasta la cocina y regresó con una taza humeante de té para Melanya, y un paño para limpiarse ella. - Espero que te guste, aunque... no se si podrás ingerirlo- Su nerviosismo y dificultad para entablar una conversación amistosa era más que evidente por la forma, casi brusca en la que le tendió el té, y se apartó de ella para tomar el caldero de agua caliente y mojar el paño para aliviar el picor de sus manos.
Suspiró mientras se arrodillaba en el suelo y se comenzaba a limpiar las manos con lentitud. Para alguien acostumbrado a estar perfectamente vestida para la sociedad, el espectáculo que era en ese momento debía de ser casi imposible de imaginar. Sus pies estaban sucios de la tierra del bosque, sus manos rojas por las quemaduras, su vestimenta era un pobre abrigo y su cabello caía en ondas rebeldes por su espalda. Con el rostro fruncido en una mueca de concentración, miraba sus manos rojas, y limpiaba los restos de plata que había en ellos, para permitirle a la piel curarse. - Tengo semillas nuevas, siempre intento aumentar el número de flores.- Levantó su mirada hacia ella con una sonrisa infantil, obligándose a olvidar el dolor de sus manos.- Creo que son crisantemos, si quieres puedo darte semillas, y algunas plantas.- Señaló con su cabeza algunos tarros que servían de maceteros.- Así... sólo tendrás que ocuparte de que sobrevivan. Las flores silvestres son fáciles de conservar, que sean regadas por el día o la noche no tiene relevancia. - Mantuvo la sonrisa durante unos segundos, antes de bajar la cabeza y continuar curándose las manos.
Leonid Dobrev- Licántropo Clase Alta
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Re: Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
Bella me confesó, efectuando una reverencia digna de una joven de noble cuna, que vivía sola en dicha cabaña debido a que no confiaba mucho en las demás personas debido a acontecimientos trágicos relacionados con sus familiares y con ella misma, pues después de aquello, se vio forzada a exiliarse de su ciudad natal y hacer vida de trotamundos cosa que no le permitió establecer vínculos.
-Lamento mucho su perdida – Dije sincera mientras me sentaba en el asiento que la joven me señalaba.
No sabía que más decir al respecto. Nadie me había confesado algo así jamás, quizás porque nunca había tenido amigos... era curioso, pero ya consideraba a Bella mi amiga, no sabría decir si era debido a que me había salvado la vida y yo le debía el favor, pero para mi ella era una amiga.
La joven parecía indiferente respecto al hecho de ayudarme y con ello llevarse una vida de por medio. Sin embargo, comprendía que eso no era así. Una persona que había perdido a toda su familia en acontecimientos trágicos, no podía ser tan indiferente a las muertes ajenas. Yo no había presenciado la muerte de nadie, pues cuando mi madre murió yo era una recién nacida y no lo pude vivir a flor de piel, y me había afectado demasiado.
Quizás lo que pasaba es que era demasiado sensible y miedosa y eso obligaba a los demás a hacer las cosas por mi... era demasiado vulnerable. Suspiré casi por instinto. Debía aprender a valerme por mi misma en cuanto antes. Siempre había sido un incordio toda mi vida y debía remediar aquello pues tiempo me sobraba teniendo en cuenta de que era inmortal.
Las palabras de Bella me hicieron volver a la realidad y centrarme en lo que decía. Sus palabras me chocaron en cierto modo ¿no perder la inocencia? ¿no era precisamente la inocencia lo que me dificultaba tanto la supervivencia y obligaba a los demás a cuidar de mi? Me gustaría saber por qué la joven había elegido ayudarme en vez de huir nada más ver la presencia del cazador. Podría haberme dejado allí, a la suerte de mi destino, pero había optado a ayudarme y a salvarme la vida en el proceso.
La joven se levantó y empezó a moverse, nerviosa, por la habitación ¿debía preguntarle mis dudas, o mejor dejarlo como una eterna incógnita que rondaría por mi cabeza? Después de observar sus manos la joven se dirigió a la cocina. Lo más seguro es que aún le dolía la piel después de que el cazador, o inquisidor, le hubiese vertido aquel líquido venenoso en la piel.
La joven salió con una taza en las manos. Supuse que era algún tipo de remedio con el que curaría sus magulladas heridas, pero cuan fue mi sorpresa cuando la joven me entregó la taza llena de té anunciando que esperaba que pudiera disfrutar de él aunque dudaba de si era capaz de ingerir alimento.
Cogí la taza aún sorprendida. La joven se alejó hacia el calderón que ya estaba en ebullición mientras yo la observaba curiosa y le daba pequeños sorbos al caliente líquido de la taza. Si me ponía a pensar comprendía que en realidad ambas teníamos cosas en común, quizás más de las que pensaba.
Ambas no habíamos tenido realmente amigos, según las palabras de la propia Bella, ambas no sabíamos como entablar una conversación normal y corriente pues ella había pasado muchos años vagando de un país a otro mientras que yo había sido privada de mantener alguna relación de amistad por las duras restricciones de mi señor padre.
Observé a la joven arrodillada frente al calderón. Vista desde esta perspectiva la joven parecía una salvaje con los pies completamente llenos de barro, rasguños y la piel irritada, pero de seguro que realmente sus raíces no eran tan simples como parecían. Reverencias como la que me acababa de dedicar no la lograría hacer una persona cualquiera.
Mientras se lavaba la joven me anunció, con la alegría digna de una chiquilla, que tenía semillas pues siempre que podía plantaba nuevas flores para llenar más su jardín improvisado. Me explicó que sospechaba que dichas flores fuesen crisantemos. Desconocía como eran físicamente las flores, pero a juzgar por el nombre debían de ser muy bellas. La joven también me ofreció otras plantas si ese era mi deseo. Añadió que las flores que me ofrecía no necesitaban mucho cuidado y que las podía cuidar tanto de noche como de día.
Sonreí, pero Bella no lo había visto pues había vuelto su cabeza de nuevo para seguir lavándose. No entendía por qué se estaba preocupando de esa manera por mi ¿entraba en mis derechos preguntárselo o simplemente tenía que aceptarlo sin decirle nada? Sin embargo, debía saber por qué la joven se había sacrificado de esa manera.
-¿Por qué lo ha hecho? - Solté sin más, pero comprendí que preguntando aquello no era suficiente, era una pregunta ambigua, completamente – Quiero decir... - Empecé a pensar como formar la frase para que suene como una pregunta normal y corriente - ¿Por qué no se ha marchado nada más ver al cazador? ¿Por qué no me ha abandonado a mi suerte?
-Lamento mucho su perdida – Dije sincera mientras me sentaba en el asiento que la joven me señalaba.
No sabía que más decir al respecto. Nadie me había confesado algo así jamás, quizás porque nunca había tenido amigos... era curioso, pero ya consideraba a Bella mi amiga, no sabría decir si era debido a que me había salvado la vida y yo le debía el favor, pero para mi ella era una amiga.
La joven parecía indiferente respecto al hecho de ayudarme y con ello llevarse una vida de por medio. Sin embargo, comprendía que eso no era así. Una persona que había perdido a toda su familia en acontecimientos trágicos, no podía ser tan indiferente a las muertes ajenas. Yo no había presenciado la muerte de nadie, pues cuando mi madre murió yo era una recién nacida y no lo pude vivir a flor de piel, y me había afectado demasiado.
Quizás lo que pasaba es que era demasiado sensible y miedosa y eso obligaba a los demás a hacer las cosas por mi... era demasiado vulnerable. Suspiré casi por instinto. Debía aprender a valerme por mi misma en cuanto antes. Siempre había sido un incordio toda mi vida y debía remediar aquello pues tiempo me sobraba teniendo en cuenta de que era inmortal.
Las palabras de Bella me hicieron volver a la realidad y centrarme en lo que decía. Sus palabras me chocaron en cierto modo ¿no perder la inocencia? ¿no era precisamente la inocencia lo que me dificultaba tanto la supervivencia y obligaba a los demás a cuidar de mi? Me gustaría saber por qué la joven había elegido ayudarme en vez de huir nada más ver la presencia del cazador. Podría haberme dejado allí, a la suerte de mi destino, pero había optado a ayudarme y a salvarme la vida en el proceso.
La joven se levantó y empezó a moverse, nerviosa, por la habitación ¿debía preguntarle mis dudas, o mejor dejarlo como una eterna incógnita que rondaría por mi cabeza? Después de observar sus manos la joven se dirigió a la cocina. Lo más seguro es que aún le dolía la piel después de que el cazador, o inquisidor, le hubiese vertido aquel líquido venenoso en la piel.
La joven salió con una taza en las manos. Supuse que era algún tipo de remedio con el que curaría sus magulladas heridas, pero cuan fue mi sorpresa cuando la joven me entregó la taza llena de té anunciando que esperaba que pudiera disfrutar de él aunque dudaba de si era capaz de ingerir alimento.
Cogí la taza aún sorprendida. La joven se alejó hacia el calderón que ya estaba en ebullición mientras yo la observaba curiosa y le daba pequeños sorbos al caliente líquido de la taza. Si me ponía a pensar comprendía que en realidad ambas teníamos cosas en común, quizás más de las que pensaba.
Ambas no habíamos tenido realmente amigos, según las palabras de la propia Bella, ambas no sabíamos como entablar una conversación normal y corriente pues ella había pasado muchos años vagando de un país a otro mientras que yo había sido privada de mantener alguna relación de amistad por las duras restricciones de mi señor padre.
Observé a la joven arrodillada frente al calderón. Vista desde esta perspectiva la joven parecía una salvaje con los pies completamente llenos de barro, rasguños y la piel irritada, pero de seguro que realmente sus raíces no eran tan simples como parecían. Reverencias como la que me acababa de dedicar no la lograría hacer una persona cualquiera.
Mientras se lavaba la joven me anunció, con la alegría digna de una chiquilla, que tenía semillas pues siempre que podía plantaba nuevas flores para llenar más su jardín improvisado. Me explicó que sospechaba que dichas flores fuesen crisantemos. Desconocía como eran físicamente las flores, pero a juzgar por el nombre debían de ser muy bellas. La joven también me ofreció otras plantas si ese era mi deseo. Añadió que las flores que me ofrecía no necesitaban mucho cuidado y que las podía cuidar tanto de noche como de día.
Sonreí, pero Bella no lo había visto pues había vuelto su cabeza de nuevo para seguir lavándose. No entendía por qué se estaba preocupando de esa manera por mi ¿entraba en mis derechos preguntárselo o simplemente tenía que aceptarlo sin decirle nada? Sin embargo, debía saber por qué la joven se había sacrificado de esa manera.
-¿Por qué lo ha hecho? - Solté sin más, pero comprendí que preguntando aquello no era suficiente, era una pregunta ambigua, completamente – Quiero decir... - Empecé a pensar como formar la frase para que suene como una pregunta normal y corriente - ¿Por qué no se ha marchado nada más ver al cazador? ¿Por qué no me ha abandonado a mi suerte?
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 05/01/2013
Re: Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
El alivio que le provocaba el agua caliente sobre las manos era magnífico. Siempre había pensado que el agua tenía un cierto poder, no sabía si mágico o esencial, pero siempre la aliviaba. Cuando sus tíos le habían dicho que sus padres y hermanos habían muertos ahogados, había ido a sus habitaciones y se había hundido en una gran tina de agua caliente, sus lágrimas se habían perdido en el agua que limpiaba su cuerpo, hasta que el calor del agua se había perdido y la frialdad del agua había llegado a ser igual que la de su corazón. Fue justamente en ese momento cuando Arabella comenzó a ser la niña sonriente y centrada en sus estudios. Aprendió otro idioma, a coser, a cantar y a tocar el piano a la perfección. Todo lo que era exigido a cualquier joven de alta clase de la época, y por las noches, su sonrisa se perdía y las lágrimas volvían a manar de sus ojos. Pero el golpe final fue la muerte de sus tíos al poco tiempo de haberse acostumbrado a su vida. Desde entonces, sólo podía huir. Su dinero era una suma considerable, pues era la heredera de sus padres y tíos, no había pasado hambre, pero sí había tenido que perder su inocencia. Vio numerosas muertes de cambiaformas o brujas a manos de inquisidores, conoció en su cuerpo, el dolor de las garras de muchos licántropos en noches de luna llena, y escuchó los gemidos silenciosos de las víctimas de los vampiros cuando su vida se perdía para alargar las del no muerto. Pasara lo que pasara, ella siempre mantenía la imagen sensual o inocente en ella, utilizaba a los demás de la mejor forma que sabía, dándoles las respuestas que deseaban.
Cuando la vampiresa le preguntó porqué lo había hecho, se paralizó durante unos segundos. Su corazón golpeaba su pecho con fuerza, era capaz de escuchar el sonido imperceptible del aire que exhalaba la joven rubia al soplar sobre el té caliente, algo imposible para los humanos. - No lo sé.- Le respondió con sinceridad mientras mojaba de nuevo el paño en el caldero para lavar su otra mano.- Podría decirte que soy una mujer altruista y que quería ayudarte, pero lo cierto es que fueron tus ojos.- Supo que ella no lo entendería, así que dejó el paño sobre el caldero ya templado y la miró durante unos segundos.- Hubo una época en la que podía ver mis sentimientos en ellos, una muy lejana, pero los tuyos.... tenían miedo, quizás algo de duda, e inocencia. Eres la única vampiresa, que he conocido, capaz de temblar ante un inquisidor. De taparse los ojos para no ver una muerte, o de alejarse sin tomar sustento.- Sonrió con ironía y meneó la cabeza, apartando su mirada de ella, y centrándose en las llamas anaranjadas de la chimenea.- Había jurado que tu raza era cruel y desalmada, y de repente apareces tú y rompes todos mis esquemas.- Rió mientras alzaba la cabeza y se acostaba en el suelo mirando al techo- Me temo que tú vas a quebrar la idea que tenía del mundo, Melanya.- La miró de nuevo con seriedad.- Y eso, me da miedo.
Cuando la vampiresa le preguntó porqué lo había hecho, se paralizó durante unos segundos. Su corazón golpeaba su pecho con fuerza, era capaz de escuchar el sonido imperceptible del aire que exhalaba la joven rubia al soplar sobre el té caliente, algo imposible para los humanos. - No lo sé.- Le respondió con sinceridad mientras mojaba de nuevo el paño en el caldero para lavar su otra mano.- Podría decirte que soy una mujer altruista y que quería ayudarte, pero lo cierto es que fueron tus ojos.- Supo que ella no lo entendería, así que dejó el paño sobre el caldero ya templado y la miró durante unos segundos.- Hubo una época en la que podía ver mis sentimientos en ellos, una muy lejana, pero los tuyos.... tenían miedo, quizás algo de duda, e inocencia. Eres la única vampiresa, que he conocido, capaz de temblar ante un inquisidor. De taparse los ojos para no ver una muerte, o de alejarse sin tomar sustento.- Sonrió con ironía y meneó la cabeza, apartando su mirada de ella, y centrándose en las llamas anaranjadas de la chimenea.- Había jurado que tu raza era cruel y desalmada, y de repente apareces tú y rompes todos mis esquemas.- Rió mientras alzaba la cabeza y se acostaba en el suelo mirando al techo- Me temo que tú vas a quebrar la idea que tenía del mundo, Melanya.- La miró de nuevo con seriedad.- Y eso, me da miedo.
Leonid Dobrev- Licántropo Clase Alta
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Re: Hay cosas peores que el hedor a vampiro...(MELANYA BOYARSKAYA )
Después de la pregunta que había formulado entendí que no debí hacerlo pues un denso silencio, que prácticamente se podía cortar con un cuchillo, reino en la cabaña, ¿por qué no aprendía a tener la boca cerrada?
Bella respondió, al fin, pues pensaba que el silencio me volvería loca. Odiaba esos silencios, eran tan incómodos, y menos me gustaban cuando la que los creaba era yo, me sentía doblemente angustiada pues pensaba que complicaba las cosas con cada palabra que decía.
La joven me respondió que no lo sabía. No era la respuesta que realmente anhelaba, pero al menos había roto el desagradable silencio. Añadió a sus palabras que no lo había hecho por ser altruista, sino por mis ojos... ¿mis ojos? ¿qué tienen de especial? Había visto jóvenes muchachas con ojos más bellos que los míos, mucho más bellos. Como que no sabía muy bien a que se debían las palabras de la joven opté por esperar una explicación.
Bella se giró hacia mi y me miró unos largos segundos, la miré curiosa pues no entendía que quería ver en mi... quizás quería que le pidiera una explicación por lo de que me ayudo por mis ojos. Sin embargo yo no se la pedía pues pensaba que la joven me lo explicaría ella misma. Estaba hecha un real lío ¿debía preguntar realmente?
Cuando estaba dispuesta a pedirle por fin una explicación a la joven, esta me avanzó y optó por explicármelo ella misma. Al parecer era la primera vampiresa que había mostrado real miedo frente a un inquisidor y ante una muerta. Pensándolo de esa manera, realmente era rara. Los vampiros normalmente mataban para mantenerse con vida pues necesitaban sangre para subsistir. Yo no necesitaba matar a nadie, mi primo me traía la sangre cada noche o cada dos noches. Siempre me había preguntado de la procedencia de dicha sangre, pero cada vez que me veía con la valentía necesaria para preguntárselo a mi primo, me echaba atrás. Me echaba atrás por el mero hecho de que el me proporcionaba la sangre que me mantenía con vida y, por ende, me ahorraba efectuar tantas muertes que habría tenido que efectuar para sobrevivir. Creía que preguntarle la procedencia de dicha sangre sería como un insulto para él, por lo que nunca lograba formular la pregunta y a decir verdad, no creo hacerlo jamás.
La joven apartó su vista de mi y comentó que siempre había pensado que mi raza era cruel y carente de escrúpulos a la hora de existir, y lo cierto no la culpaba de ello, probablemente todos lo pensaban y probablemente esos pensamientos estaban bien merecidos. Sin embargo, al parecer yo había roto todos sus esquemas mentales con respecto a los vampiros. La joven rió para luego estirarse al suelo solemnemente. Sus actos me parecieron curiosos. Jamás me habían dejado estirarme en el suelo libremente pues mi padre me diría que esa conducta no era digna de una dama y que ensuciaría todo el vestido a la par que comentaría que su hija no era una escoba para recolectar toda la suciedad del suelo.
Bella me confesó que iba a quebrar todas las ideas que ella tenía sobre el mundo y que eso la asustaba. Opté por estirarme al suelo junto a ella y junte mis manos sobre el estomago. Era divertido ver el mundo desde esa perspectiva. Se podría decir que era lo mismo que estar estirado en una cama, pero a menos altura y si girabas la cabeza a derecha o izquierda podías ver los rincones más recónditos de los muebles de la estancia. Era curioso.
-No tiene que cambiar nada – Le comenté – Lo más seguro es que los demás vampiros si eran crueles o desalmados, quizás no todos, pero es sabido que la mayoría lo es. Quizás con el tiempo yo también me vuelvo así... - Dije recordando que realmente me habían transformado desde hace poco – Llevo menos de un año siendo vampiro... quizás al fin y al cabo no soy tan especial como piensa, quizás todos los vampiros recién convertidos se comportan como yo – Me giré de espaldas al techo, apoyando mis codos sobre el suelo de madera mientras dejaba que mis manos apoyasen mi cabeza pues desde esa perspectiva podía ver mejor a la joven – Probablemente el mundo es tal y como usted piensa que es. Yo tendría que tener más miedo pues si el mundo que usted conoce es real, dudo que pueda sobrevivir durante mucho tiempo en él o por otra parte me convertiré en un ser cruel y desalmado que se alimente de vidas humanas para sobrevivir.
Bella respondió, al fin, pues pensaba que el silencio me volvería loca. Odiaba esos silencios, eran tan incómodos, y menos me gustaban cuando la que los creaba era yo, me sentía doblemente angustiada pues pensaba que complicaba las cosas con cada palabra que decía.
La joven me respondió que no lo sabía. No era la respuesta que realmente anhelaba, pero al menos había roto el desagradable silencio. Añadió a sus palabras que no lo había hecho por ser altruista, sino por mis ojos... ¿mis ojos? ¿qué tienen de especial? Había visto jóvenes muchachas con ojos más bellos que los míos, mucho más bellos. Como que no sabía muy bien a que se debían las palabras de la joven opté por esperar una explicación.
Bella se giró hacia mi y me miró unos largos segundos, la miré curiosa pues no entendía que quería ver en mi... quizás quería que le pidiera una explicación por lo de que me ayudo por mis ojos. Sin embargo yo no se la pedía pues pensaba que la joven me lo explicaría ella misma. Estaba hecha un real lío ¿debía preguntar realmente?
Cuando estaba dispuesta a pedirle por fin una explicación a la joven, esta me avanzó y optó por explicármelo ella misma. Al parecer era la primera vampiresa que había mostrado real miedo frente a un inquisidor y ante una muerta. Pensándolo de esa manera, realmente era rara. Los vampiros normalmente mataban para mantenerse con vida pues necesitaban sangre para subsistir. Yo no necesitaba matar a nadie, mi primo me traía la sangre cada noche o cada dos noches. Siempre me había preguntado de la procedencia de dicha sangre, pero cada vez que me veía con la valentía necesaria para preguntárselo a mi primo, me echaba atrás. Me echaba atrás por el mero hecho de que el me proporcionaba la sangre que me mantenía con vida y, por ende, me ahorraba efectuar tantas muertes que habría tenido que efectuar para sobrevivir. Creía que preguntarle la procedencia de dicha sangre sería como un insulto para él, por lo que nunca lograba formular la pregunta y a decir verdad, no creo hacerlo jamás.
La joven apartó su vista de mi y comentó que siempre había pensado que mi raza era cruel y carente de escrúpulos a la hora de existir, y lo cierto no la culpaba de ello, probablemente todos lo pensaban y probablemente esos pensamientos estaban bien merecidos. Sin embargo, al parecer yo había roto todos sus esquemas mentales con respecto a los vampiros. La joven rió para luego estirarse al suelo solemnemente. Sus actos me parecieron curiosos. Jamás me habían dejado estirarme en el suelo libremente pues mi padre me diría que esa conducta no era digna de una dama y que ensuciaría todo el vestido a la par que comentaría que su hija no era una escoba para recolectar toda la suciedad del suelo.
Bella me confesó que iba a quebrar todas las ideas que ella tenía sobre el mundo y que eso la asustaba. Opté por estirarme al suelo junto a ella y junte mis manos sobre el estomago. Era divertido ver el mundo desde esa perspectiva. Se podría decir que era lo mismo que estar estirado en una cama, pero a menos altura y si girabas la cabeza a derecha o izquierda podías ver los rincones más recónditos de los muebles de la estancia. Era curioso.
-No tiene que cambiar nada – Le comenté – Lo más seguro es que los demás vampiros si eran crueles o desalmados, quizás no todos, pero es sabido que la mayoría lo es. Quizás con el tiempo yo también me vuelvo así... - Dije recordando que realmente me habían transformado desde hace poco – Llevo menos de un año siendo vampiro... quizás al fin y al cabo no soy tan especial como piensa, quizás todos los vampiros recién convertidos se comportan como yo – Me giré de espaldas al techo, apoyando mis codos sobre el suelo de madera mientras dejaba que mis manos apoyasen mi cabeza pues desde esa perspectiva podía ver mejor a la joven – Probablemente el mundo es tal y como usted piensa que es. Yo tendría que tener más miedo pues si el mundo que usted conoce es real, dudo que pueda sobrevivir durante mucho tiempo en él o por otra parte me convertiré en un ser cruel y desalmado que se alimente de vidas humanas para sobrevivir.
Melanya Boyarskaya- Vampiro/Realeza
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