Kindness Mask [Melanya Boyarskaya]

por **Aryel** Dom Jun 16, 2013 9:29 pm

Su fiebre finalmente había bajado, der löwe finalmente descansaba. Lo que significaba que este miserable trabajo de enfermera había terminado por hoy, y que podría aprovechar lo que restaba de la madrugada en mis asuntos personales. Mientras lo veía dormido no podría dejar de preguntarme si algún día podría llegar a volver a tener aquella vitalidad que le había conocido años atrás, obviamente me sentía ligeramente orgullosa de ver lo mucho que lo había hecho caer, de lo frágil que parecía a mis ojos por más que intentase aparentar que aún conservaba sus fuerzas. Ah, pero no iba a sentir lástima por él, porque era incapaz de sentir ese tipo de cosas por alguien, sin mencionar que pudo habérselo evitado fácilmente.

En fin. Era algo deprimente verlo así, así que en cuanto volví a poner un paño frío sobre su frente me apresuré en recoger el resto de los trastos y así poder largarme finalmente, bufé ante la leve dificultad que significaba abrir esas enormes puertas cargando al mismo tiempo el cuenco con agua fría. No tanto por la labor, sino que porque ahora me arrepentía de haber ordenado que nadie permaneciera cerca de la habitación, lo que en otros contextos sería contraproducente.

Bueno, habiendo salvado ese bache, y sintiendo el suave cerrar de las puertas detrás de mí, busqué en vano a una de las sirvientas de José para que llevará esto a su lugar, pero justamente ahora parecía que todos estaban durmiendo en el castillo, incluso los guardias que deberían andar rondando. Salvo una presencia. Una que dada mi experiencia podría reconocer fácilmente, y que me era realmente molesta en estos instantes.

Había escuchado de ella y su… enfermedad, José no se quería prestar para aquel juego de las clases de ruso y por supuesto, de haber podido opinar tampoco hubiese estado de acuerdo de que fuese precisamente una vampiresa su maestra, dado que aún lo necesitaba vivo y más de algún peligro podía correr con otra como yo cerca, con la salvedad de que yo tenía un perfecto autocontrol de esas ansias de sangre típicas de los neófitos.

- No es necesario que te escondas, querida – dije en español, aparentemente al aire, y esforzándome en parecer algo amable, lo que era bastante complicado - ¿Qué te trae por aquí a estas horas? – pregunté mientras seguía caminando por el pasillo, esperando que la mujer se dignara a mostrarse ante mí. Quizás era el momento de marcarle ciertas líneas que no debía cruzar, no ahuyentarla ni nada porque sería un poco sospechoso, pero si mantenerla alejada porque si bien podría controlar fácilmente al resto de los que vivían aquí, no conocía sus intenciones, y mientras no tuviese esa información la consideraría como alguien hostil - Korol' nezdorova dlya klassov – volví a hablar, pero esta vez en el idioma en que estaba instruyendo al rey, no buscaba precisamente intimidarla, o tal vez sí, un poco - Chto vam nuzhno? – volví a preguntarle con la misma aparente paciencia de antes.

El ruso que podía hablar era prácticamente perfecto, había vivido en Nóvgorod más de lo que podrían haber sido varias vidas humanas, pero a pesar de ello seguía pareciéndome un idioma poco elegante y demasiado gutural, con un encanto algo rústico tenía que admitir. Suspiré y finalmente me detuve, esperando, con una sonrisa condescendiente en el rostro, signo de que todo esto me parecía un juego de niños.

* El Rey no se encuentra bien para sus clases
** ¿Qué necesitas?

por **Melanya Boyarskaya** Dom Jul 07, 2013 12:34 pm

Había llegado como de costumbre a impartir clases de ruso al rey como de costumbre. Al principio me costaba mucho intentar encontrar una manera de impartirle las clases, para no liarle ni que se sinitera oprimido por no entender algo. No quería por menos que el monarca pensara que le faltaba el respeto o algo por el estilo, era lo que menos deseaba desde luego.
Sin embargo, cuando entré en el grandioso castillo que poseía la familia real, me pidieron que me tomara un tiempo paseando por los pasillos del castillo, sin alejarme demasiado de las zonas que conocía puesto que me podría perder, pues el rey tenía asuntos pendientes que acatar y que, una vez zanajados, podría empezar con mi clase.
Así que sin más rodeos, decidí pasear por el pasillo en donde se encontraba el cuarto donde haciamos la clase y opté por observar las esculturas, pinturas y la decoración que este poseía ¡¡parecía realmente un museo!! Se notaba que era la clase de un rey digno de admiración.
De pronto, alguien me llamó la atención en un idioma que desconocía, inclusive las bases, pero a juzgar por su parecido con el francés sería español. Me giré por toparme con una joven muy bella a decir verdad. A juzgar por sus exóticos rasgos, comparados con los mios, probablemente era española y, además, sería la primera mujer española que conocía. Cuando se dió cuenta procedió a seguir hablando en español, más no entendí ni una palabra, quizás pensaba que al estar en el castillo de los monarcas castellanos, conocía aquel idioma.
Me di cuenta entonces que a juzgar por mi posición en la sala parecía que me estuviera escondiendo o algo por el estilo, cuando en realidad estaba observando de cerca una pintura que había justo entre dos columnas, las cuales me tapaban casi al completo. Iba a comentarle a la joven, en francés, que desconocía en su totalidad el idioma con el que me hablaba, más ella misma decidió cambiar de lengua pasando a un ruso que me pareció bastante macarronico puesto que la primera frase era prácticamente inentendible, pero cuando me pregunto lo que necesitaba comprendí que lo más seguro es que a la joven le faltaba práctica puesto que le acento ruso lo tenía, quizás demasiado norteño, pero lo tenía.

-Korolu ne zdorovitsya dlya vashih urokov - La corregí con una amigable sonrisa, pues no era mi intención parecer arrogante o prepotente, si no para que la joven supiera como estaba dicho correctamente, más así le contestaba indirectamente su segunda pregunta - Menya vizvali chtobi nauchit Korolya ruskomu yasiku - Le dije para dejarlo más claro - Melanya Boyarskaya k vashim uslugam - Hice una reverencia - U vas dovolno horoshiy ruskiy, gde vi yemu nauchilis?

* El Rey no se encuentra bien para sus clases (pero grámaticamente bien dicho)
** Han contactado conmigo para que le enseñara ruso al rey.
*** Melanya Boyarskaya a sus servicios.
****Tiene un ruso bastante bueno, ¿donde lo ha aprendido?

Spoiler:

por **Aryel** Sáb Ago 10, 2013 6:13 am

¿Me había corregido? ¿A mí? Parecía no solo tener el descaro de aparecerse de este modo cerca de la habitación de José, sino que también se dado a sí misma la autoridad para corregirme. Era insólito, por más que tuviese razón era eso, insólito y molesto. Algo que en cualquier otro momento me hubiese sacado de quicio como si fuese una provocación ofensiva, pero ahora no podía darme aquel gusto, motivo por el que solo me quedé sonriéndole diplomáticamente – Ne khvatayet – agregué pareciendo divertida, respecto a la calidad de mi conocimiento en ese idiota – Me han comentado que le acomoda más el francés – dije en ese último idioma, uno que fuese más… ¿Neutral? Para ambas – Que daña menos mi ego – reconocí, aunque con un gesto sonriente que distaba bastante de lo que había dentro de mi cabeza. Incluso me di el lujo de dejar salir una pequeña risa que resultara conciliadora.

Todo este juego de la diplomacia resultaba agotador, y aunque llevaba mucho tiempo practicándolo, temía que mi paciencia no fuera suficiente para apelar a mi cortesía, más si tenía por interlocutora a una fémina. La verdad es que no me gusta ahondar en los motivos de esa molestia que terminaba cayendo en el problema de la petición de principio. Odiaba a las mujeres, pero técnicamente yo era una mujer también. Dado que independiente de mi condición no había desarrollado, como otros, una preferencia por la asexualidad. De hecho, casi podía circunscribir mi odio a las mujeres de sangre caliente, humanas o casi humanas que por regla general tenían en su vientre las posibilidades que yo había perdido, pero tal vez con el tiempo la repulsión se generalizó. Es un interesante tema de análisis, pero sería mejor dejarlo para otro día, porque ahora había algo más importante que dilucidar.

- ¿No le avisaron que el Rey no podría asistir a su clase? – dije dando un par de pasos hacia ella, como si fuese en son de paz – Apenas ha conseguido bajar su fiebre, y aun así la jaqueca le hubiese causado más problemas a usted que a él – comenté, haciendo referencia a lo gruñón que podía resultar. Y también, de cierto modo, demostrando la cercanía que existía entre él y yo.

A propósito dejé que el pequeño barreño en que cargaba el agua y los paños que hace un rato habían estado en la frente de José, se deslizarán ligeramente por mis dedos, dando la impresión de que se me habían resbalado, pero a lo que me apresuré prestarle atención a la tarea de reacomodar la carga que llevaba. Buscaba con ello tratar de distraer un poco su atención, o bien, lo admito, esperaba que se ofreciera a ayudarme con ello. Porque si había otra cosa que detestaba casi tanto como a las mujeres, eran esas labores típicamente suyas, llámensele domésticas o como se quiera, pero que les reducían a una forzada servicialidad.

- Supongo que puede considerar que tiene la noche libre – dije mientras buscaba con la mirada, innecesariamente, a alguien del servicio – Como todos en este lugar al parecer – dije cargando con un poco de hastío las palabras, poco, comparado con lo que se merecía esta situación. Y es que aun en mi hogar se había instruido expresamente al servicio respecto a la disponibilidad que debía existir en las horas de luna – Si vamos a quedarnos más tiempo aquí, creo que habrá que solucionarlo – agregué haciendo un claro guiño al hecho de que obviamente sabía lo que ella era.

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