Passion [Libre]

por Invitado Jue Feb 14, 2013 7:09 pm

Había salido por las calles en busca de algo, después de estar encerrada en aquel pútrido lugar, lo menos que deseaba era estar en cuatro paredes bajo una casa más o menos modesta. ¿Cuántos años habían pasado?, su encierro en aquel sanatorio, afortunadamente aquello había salido bien, su escape y ahora se sentía como un pajarillo surcando los cielos, respiro hondo al ir caminando y como una chiquilla dio vueltas de un lado para otro. Sin darse cuenta con quien chocaba, su felicidad era única. Observó a las mujeres, con esas vestimentas pomposas, ella misma usaba un vestido de esa índole. Pero no le importaba, era más sencilla, mientras iba y venía de callejón en callejón, observo a las gitanas. “¡Daria lo que fuera por ser como ellas!”, murmuró envidiando la piel casi morena de esas mujeres, la libertad con la que se movían de un lado a otro. Cada uno de esos aspectos le resultaban atrayentes. Pero ignoro aquello, caminando de un lado a otro. Hasta que el aroma del café le llamo, entro casi corriendo, como un remolino, atropellándose con las cosas, hasta que diviso aquello. Una mesa libre, ordeno aquel café, tomando con mucho cuidado la taza, dejando que sus susceptibles sentidos se inundaran con aquel aroma. No había tomado nada decente en aquel infierno.

Se quedó maravillada viendo el lugar, sin prestar atención, se podría decir que era una recién nacida, pues eso de ver la luz era una maravillosa experiencia. Afortunadamente había corrido con suerte, nadie podía reconocer a no ser por las diversas marcas que guardaba con recelo bajo esa tela. Deleito su paladar con uno de los postres y con el sabor del café, dejándose llevar por aquello, ahora estaba sola y todo era ‘comenzar desde cero’, hasta inventarse una vida, si alguien se atrevía a preguntarle cosas de su pasado. Era cada vez más difícil aquello de mentir, no le gustaba, pero vivía en su locura, y trataba de vivir la vida, aunque fuera huyendo de algunas cosas. Suspiro pensando un poco inundándose en esa lluvia de pensamientos. Notando algunas miradas sobre ella, pues al parecer la mesera y otra persona que no diviso tenían tiempo hablándole. Diciéndole que se había equivocado de mesa. Si, la torpeza era parte de su personalidad. Y su vista se fijó en la mesera, antes que en la otra persona, porque si bien había desarrollado un elegante sentido, aquella mujer le atraía, le llamaba la atención de sobre manera, sus senos redondos, la forma en la que escondía la piel, sus ojos de la muchacha desnudaban a la pobre camarera, así que palabras que ella pronunciaba, palabras que no entendía.

por **Melanya Boyarskaya** Vie Feb 15, 2013 10:13 am

Paseaba por las calles como cada noche. Estar por obligación encerrada todo el día en mi casa para no morir chamuscada era algo que aún no podía superar y probablemente nunca podría. Cuando era humana adoraba poder salir a la luz del sol, pasear por los jardines floridos, observar los girasoles que únicamente obedecían la grandeza del sol escondiendo su adoración ante la aparición de la galante luna. Ahora solo me quedaba conformarme con poder escapar de las cuatro paredes por la noche. No sabría decir cuanto podría durar aquello pues algo me decía que a mi marido acabaría por no gustarle aquello pues podría fomentar rumores totalmente innecesarios para su reputación.
Un café abierto. Era algo sorprendente ver algo así, al menos para mi. Normalmente todas las tiendas se cerraban al poco de salir yo a las calles, pero este café me ofrecía sus servicios con las puertas abiertas de par en par, pues era verano.
Al entrar pedí una taza de té negro. Era raro pedir aquello en un establecimiento de esa índole y no era que el café no me gustaba, era solo que en ese día me apetecía una buena taza de té. Pensándolo, quizás había hecho mal y eso llamaba demasiado la atención. Tenía que ser más cuidadosa.
De pronto, sin previo aviso, una joven mujer se sentó en frente mío con una taza de lo que parecía ser café y algún tipo de postre. Al principio me extrañé, pero pensé que quizás el establecimiento tenía tanta fama que se veían obligados a hacer que las personas compartieran mesa, pero cuando una de las encargadas del local se acercó a la joven para llamarle la atención y decirle que ese sitio estaba ocupado, comprendí que estaba completamente equivocada.
Le costó un buen rato a la encargada hacer que la joven se fijara en su presencia, más cuando esta le hizo caso parecía no entender lo que le decían presupuse pues que la joven mujer era extranjera.

-No se preocupe – Le dije a la encargada con una sonrisa – No me importa compartir mesa.

La encargada me miró sorprendida primero, pero luego dejo el tema por zanjado pues tenía mucho trabajo que atender y se fue. Observé a la joven que aún observaba a la encargada. Le sonreí. Esperaba que no le molestara compartir la mesa conmigo, pues desde mi tierna infancia no había tenido muchas amigas, por no decir una o dos únicamente que no sabía si podía tratar de amigas siquiera, por lo que la libertad que París me ofrecía con respecto a amistades era infinita y tenía ganas de conocer tantas personas como me fueran posibles.

-Que le aproveche – Le dije mientras tomaba un sorbo de mi taza de té.

por Invitado Vie Feb 15, 2013 5:26 pm

Sus bajas pasiones se habían apoderado de ella, este que no paraba de observa a la mujer, Joanine estaba en las babas, deleitándose con la menuda figura que la camarera le ofrecía. Parpadeo un par de veces, hacía tiempo que no se sentía tan viva como para dejarse llevar por algo así. Finalmente suspiro y observó a quien tenía enfrente -¡Por dios santo!...Debiste hacer un poco de ruido.– Murmuró por lo bajo, no es que se escandalizara, pero sí que sus pupilas se dilataron haciendo referencia a la mujer. Su palidez le sorprendió pero no le atrajo lo suficiente, solo pensaba que aquella mujer lucia como un fantasma o algo parecido. Dio un sorbo al café y siguió comiendo, sin importarte si quiera que la mujer estaba ahí mirándole con esa fijeza extraña.

-Gracias, también que te aproveche quería– Murmuró con elegancia, si es que así se le podía llamar, mientras veía fijamente aquellas pupilas, viéndole de pies a cabeza. Si, era de clase alta, parecería una princesa con ese vestido pomposo, ella llevaba uno más sencillo, pues casi no le alcanzaba para esos lujos. Dejó la taza sobre la mesa y se le quedó viendo, es más, no despegaba la vista de ella, cerró los ojos, sintiendo todavía el cansancio de su caminata. Seguro que terminaría cansada al llegar a casa. Dio otro bocado al pastelillo y relamió sus labios. –Ya que compartimos mesa, deja que me presente, Joanine Van Meervenne–Murmuró, aunque claro ese no era su nombre real, su nombre se le había borrado de los recuerdos. Hizo apenas una reverencia, pues se encontraba sentada, por lo cual apenas inclino la cabeza,

Sonrío, volviendo la mirada al postrecillo, tomando una fresa con aquel tenedor, llevándola a sus labios rojos, deleitándose con aquel dulce. –Te diré una cosa y no pretendo que suene a mal, ni nada por el estilo– Esbozo una sonrisa. Y bajo un poco la mirada, como mostrándose tímida ante lo que diría. –Eres muy linda, hermosa diría yo.- Finalmente sostuvo la mirada ante la mujer, viéndole fijamente a las pupilas, si, ella tenía un aspecto joven, parecía una muñequita de porcelana y claro Joanine no podía mantener la boca cerrada ante la lujuria que sentía recorrerle en ese momento.

por **Melanya Boyarskaya** Vie Feb 15, 2013 6:09 pm

Podía asegurar que la joven que tenía delante tenía una forma bastante particular para relacionarse con los demás. Después de darme las gracias por desearle un buen provecho la contaría no dejaba de observarme, fijamente, sin despegar ojo de mi. Intenté pensar que me parecía mucho a alguna conocida suya. Después pensé que quizás llevaba un vestido demasiado llamativo y era demasiado osado para un café. La joven que tenía delante iba vestida de forma más sencilla, pero no dejaba de llevar un vestido que a mi parecer era precioso. Quizás tenía que fijarme más en vestidos como estos y comprar uno para no destacar.
Opté por decir algo para romper el hielo y intentar evitar la fija mirada de la joven, pero no se me acontecía nada en la mente. Lo cierto es que la interacción que había tenido con las demás personas había sido bastante nula por lo que se me podría dominar más bien como una persona bastante antisocial... pero intentaba remediar aquello. Sin embargo, era la primera vez que alguien me miraba de una forma tan descarada y las únicas palabras que se cruzaban por mi mente era ¿que está pasando?
Por suerte, la joven decidió iniciar conversación presentándose. ¡¡Bien!! Podía hablar con ella y quizás conocerla mejor. Así, con el tiempo, lograría preguntarle por qué al principio me miraba tan fijamente. La joven tenía un nombre muy bello: Joannine. Muy francés.

-Yo me llamo Melanya Boyarskaya – Le dije con una sonrisa – Encantada de conocerle – Dije con una reverencia respondiendo la suya.

De pronto, sorprendiéndome aún más de lo sorprendida que me hallaba la joven me confesó que quería decirme algo y esperaba que no me lo tomara a mal. ¿Realmente mi vestido era tan pomposo? Fue lo que pensé ante esas palabras, pero cual fue mi sorpresa cuando la contraria me confesó que le parecía hermosa. No sabría decir quien de las dos se había sonrojado más, yo por tal gratuito halago que pocas veces me hacían o ella por confesarme algo así.

-E-Es muy amable... - Le dije aún algo descolocada – Su cabello es muy bello también – Dije. Me di cuenta que era un halago bastante raro – Vos también lo es. No solo el cabello. Toda usted es bella. Su nombre también – Me di cuenta que estaba hablando demasiado y parecía como si le dijera todo aquello solo para agradecerle su cumplido, pero en realidad estaba siendo sincera y no sabía si lo había transmitido como tal – Se lo digo de corazón – Decidí añadir.

por Invitado Lun Mar 18, 2013 7:40 pm

Aquella mujer tenía algo, una belleza extraña, bueno total ya lo había dicho, fuera lo que fuera la dama le gustaba de un modo retorcido. Joanine era retorcida por naturaleza y una vez que ponía sus ojos en algo bello, no lo soltaba, ni siquiera si era de esa forma. Total, no perdía nada y se había colocado en esa situación que pasaba de vergonzosa a amena.–Es un hermoso nombre, a veces resulta increíble como un nombre le queda como guante a alguien–Guiñó y después se encogió de hombros, visualizando el escenario que ahora tenía ahí. Hablaba de su aspecto físico, lo cierto es que tenía complejos como cualquier persona, pero solo soltó una risa y se le quedó viendo, como si admirase un cuadro, ella tenía algo peculiar.-Gracias, aunque este cabello es difícil de manejar, como el fuego mismo-, susurró sin decir nada más.

Bebió de su café, de aquella taza caliente, se preguntaba porque ella aún no había ordenado nada, o por qué estaba en un lugar como ese, había muchas variantes e hipótesis en su cabeza.-¿Eres de París? –Parpadeo un par de veces, le gustaba conocer gente y que esta misma pudiera decirle un pedacito de historia que conformaba la vida de un desconocido, sin dudas eso le atraía.

por **Melanya Boyarskaya** Mar Mar 19, 2013 5:22 pm

Al escuchar mi nombre la joven me comentó lo increíblemente bien que me quedaba el nombre. Me había sentido ciertamente halagada, más notaba algo extremadamente extraño en el comportamiento de la joven. Su mirada... era extraña, parecía como si quisiera analizar cada parte de mi, cada partícula para conocerlo todo de mi, sin excepción. Era bastante tétrico e incomodo por partes iguales. Sin embargo, mi educación no me permitía no devolver dicho halago a la contraria, aunque fuese de una forma ridícula.
No me extrañó en lo absoluto que la joven se riera pues había hecho algo patético. Con lo fácil sería decirle a la joven simplemente bella y limitarme con ello, decidí extenderme, balbucear y quedar como una tonta.
Mientras seguía flotando en mi propio mundo, la joven irrumpió en él logrando así que prestara atención a la realidad que nos envolvía. A veces me preocupaba por mi capacidad innata de desconectar del mundo de mi alrededor y perderme en él durante un buen rato.

-Actualmente resido en París, pero soy originaria de Rusia – Le contesté – Me he tenido que mudar debido a mi boda pues aquí es donde habita mi señor esposo – Le expliqué como si hiciera falta exponerle los más íntimos secretos a una desconocida – Vos debe de ser francesa – Le comenté – Su nombre lo es, ¿me equivoco?

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