My wrist today [Privado]

por **Mara Kennie D'Argouges** Vie Mar 15, 2013 5:43 pm

La noche aparecía con lindas tonadas que perdían su color cada vez más, con una rapidez increíble, mientras en una grande mansión, no tan grande como la que había estado acostumbrada, pero aun así, acogedora, una pequeña niña de piel pálida y ojos hermosos se levantaba de su lecho. Muchos dirían que sería porque había tenido un mal sueño y buscaría a sus padres, pero la realidad es que estaba sola, miro a los lados y se encontraba en una habitación en donde las paredes de color pastel que daban la sensación de estar en el cielo. Ella suspiro largamente levantándose hasta llegar a la puerta, en donde estaba una hermosa dama, una sirvienta esperando que llegara para vestirla.

La mujer sabía quienes eran, pero como buena mujer no decía nada sobre ello, solamente se mantenía en silencio y cumplía todos los caprichos de sus amos. La paga era buena, no se quejaría, con ella había llegado a tener una vida mejor, sus hijos Vivian mejor y eso era lo único que importaba, ella ya era mayor, aun no llegaba a los 40, pero estaba por ellos, su esposo había muerto y debía esforzarse el doble. Visto a Mara con un hermoso vestido marrón claro con detalles en un marrón más oscuro, le puso unas zapatillas cómodas, pues estaría en casa.

Ella parecía inquieta mientras la mujer le acomodaba sus trapos que tocaban su piel pálida, no pudo mas, había terminado de morder su labio para abrirlos y preguntar -¿Me trajo lo que me prometió?- pregunto ansiosa. La mujer le miro curiosa para luego recordar de lo que estaba hablando y asintió débilmente. El señor Benlovio se había ido como siempre al amanecer, dejándola a ella a cargo, pero antes había dejado el regalo de Mara.

Ya no podía mas, apenas sintió el último mecho arreglado salió saltando de su habitación para caminar en esos largos pasillos hasta llegar a una puerta grande, en donde estaba su sala de juego. Cuando lo abrió se podían ver muchos peluches de felpa de diferentes tamaños; osos de todos los colores, perros y otros animales. Muy alto estaban algunas cuantas muñecas de porcelana, pero estas no le gustaban mucho. Había otros juguetes de la era y algunos antiguos, pero a ella no le interesaba nada de eso, miro hacia un rincón y la encontró, una niña, un poco más pequeña que ella, sonrió suavemente para acercarse. La mujer ya había quedado en la puerta mirándola atentamente.

-Espero que papa no te haya asustado mucho- dijo ella mientras su cabecita buscaba mirarla mejor, pero parecía muy escondida. No quería asustarla, le gustaba jugar con niños, pues era uno de sus pasatiempos, por eso, en ocasiones, para evitar que saliera, su padre le traia una persona para jugar en la casa –Me llamo mara…-

por **Inna Kozlov** Mar Mar 19, 2013 8:52 am

La pequeña había tenido un día en extremo agitado, de un lado a otro; ayudando aquí y ayudando allá, había comido como hace tanto no lo hacia y le invitaron a pasar la noche a la casa de unos ancianos que siempre le daban comida a cambio de que ella hiciera algunos favores sencillos. Inna estaba contenta de eso no cabía duda y se dirigía feliz a la casa en la que se quedaría cuando un hombre la tomo del brazo y la hizo subir a un carruaje. Un grito fue ahogado en su garganta, nadie vio nada, nadie escucho nada.
Su mirada recorría con temor cada sitio de aquel carruaje y al hombre que la había metido en aquel lugar, él cual parecía preocupado con sus propios asuntos como para ponerle atención a ella. No le dijo nada, ni la miro durante todo aquel camino en dirección a un lugar desconocido para la niña; que no hablo ni se movió, permaneció abrazada a sus piernitas en una orilla del carruaje temiendo mucho no volver a ver la luz del día, ni a sus papás.

Finalmente después de un largo trayecto llegaron a una hermosa casa, donde la bajaron y la llevaron hasta un cuarto repletos de juguetes y peluches; aquel sin duda parecía ser el paraíso para cualquier infante, pero para aquella pequeña niña no era más que una pesadilla. Fue raptada y no podía hacer nada, era débil y pequeña en comparación con el hombre que la llevo hasta aquel sitio; tampoco había sido capaz de saber en donde estaba así que huir era algo fuera de los planes.
Una mujer apareció y el hombre le dio indicaciones que Inna no alcanzo a escuchar, pero la mirada de la criada la tranquilizo un poco. Mientras charlaban miro rápidamente los peluches y el cuarto, pudo reconocer algunas cosas que ella también tenia en su casa, en su hogar muy lejos de aquel sitio.

Permaneció quieta hasta que ambos, la criada y el hombre desaparecieron del cuarto dejando a Inna encerrada ahí. En cuanto se encontró sola, corrió a una esquina del cuarto y se sentó en el piso, apretando contra si todo su cuerpo como si eso fuera a protegerla de cualquier cosa que pensaran hacerle las personas de aquella casa.

No supo cuanto estuvo así, pero el cuerpo comenzaba a dolerle cuando la puerta se abrió y por ella apareció una niña que sonrió para después acercarse. En la puerta permanecía parada la mujer que antes había estado allá, pero los ojos de la huérfana solo estaban puestos en la otra niña, que lucía un hermoso vestido y un peinado precioso.
Dio un respingo cuando esta se dirigió a ella, pero escucho con atención sus palabras.
-Tengo miedo… - fue lo primero que digo en un susurro - me llamo Inna - a pesar de estar asustada debía mostrar los buenos modales que sus padres siempre le inculcaron- ¿Dónde estoy? - pregunto mirando con temor a Mara.

por **Mara Kennie D'Argouges** Miér Abr 10, 2013 10:44 am

-Todos tenemos miedo alguna vez en nuestra vida- dijo de forma normal mientras se sentaba cerca de ella, en el piso, no importaba, su vestido se acomodo de forma perfecta, mientras escuchaba a la pequeña presentarse. Podía oler su nerviosismo, su temor, hasta las lagrimas secas en sus mejillas, Mara era un ser mas allá de la imaginación de la pequeña, tal vez había oído algunas historias del tipo de ser que era aquella niña, pero aun así, todos se sorprendía de la trasformación tan prematura que ella había tenido que sufrir. Tal vez el temor que ella había pasado no se podría comprar con la que Inna estaba sufriendo en esos momentos, pero no lo daba por hecho, solamente era un pensamiento que pasaba por la forma en que ella se comportaba.

-¿Tienes padres?- pregunto Mara. Le dio una señal a la mujer quien se retiro rápidamente. Algunos niños trataban mas en acostumbrarse, algunos lloraban más que otros, a Mara no le importaba cuanto duraran para reponerse, aun así se sentía acompañada por otros humanos de su misma edad. Ya estaban acostumbrados a eso, la nana de Mara siempre tenía preparado algún postre para tranquilizar a los pequeños de forma más rápido. Era normal que cuando a un animal se le daba comida este creaba un vinculo un poco mas fuerte con la mano que le daba comida, también se tranquilizaban. No todos eren iguales, pero pronto notaria que no había ningún peligro.

-No te preocupes, no estás en peligro, imagina esto como un sueño, pronto volverás a ser libre- indico ella sonriendo ampliamente para ladear un poco su cabeza –Es tu decisión, si hacerlo un dulce sueño o una terrible pesadilla- le sonrió de forma tranquila. La mujer pronto trajo una rebanada de pastel de chocolate con algunas unas dos fresas decorando el pedazo de torta, lo dejo en una pequeña mesita con una particular juego de té, era porcelana fina, comprada para Mara, era una de las mejores, pero a tamaño escala, la mujer también trajo un poco de té para acompañar, así tal vez la pequeña comenzaría a sentirse mejor y se relajaría.

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