Nuevas Amistades (Noelia Caturelli)

Extrañaba un poco su jardín del lago, - mi jardín y mi carcelero – sonrió pensando en Cosimo, un excelente amante pero demasiado posesivo, suspiró mientras sentada en la terraza de su edificio tomaba un desayuno sustancioso. Cerró los ojos mientras sentía el sol en su piel, como amaba esa sensación de estar viva, - tanto como hacer el amor – se dijo sin ruborizarse. Se desperezó mientras hacía un recorrido mental por todos los sitios que pensaba visitar en el día.

Estaba decidida pasearía la Plaza Tertre y vería qué tipo de flores existían en los parterres. No tenía tiempo para ir al Jardín Botánico, gracias a algunos contactos solía obtener algunas plantas exóticas y trabajar con ellas, pero el tiempo no le permitiría llegarse hasta aquel lugar, por eso y como una forma de que el ánimo no se le agriara en mitad de tanta construcción, decidió partir para ese lugar.

Podía estar tranquila con respecto al negocio, pues tenía buenos empleados, y desde hacía unos días ya no vivía sola, Galia, una de las integrantes de la Societatis Lilum, se había ido a vivir con ella y aunque vivían en pisos separados para tener toda la privacidad necesaria, ellas sabían que se tenían la una a la otra. Saskia estaba consciente de que era algo temporal, pues el día cuando Galia encontrara a sus amados se iría y volvería a estar sola.

Galia había decidido de alguna forma pasar a ser un tipo de socia pero de otro negocio, más oscuro y secreto, juntas creaban pociones y venenos, que la joven Celta entregaba a los clientes, disfrazada de diferentes tipos de personas y clases sociales – es una excelente espía – se dijo recordándola. En ese momento como llamada por el pensamiento la joven se apreció – hola, Sas – le tocó el hombro mientras se sentaba y comenzaba a desayunar. Ella la contemplo con la sonrisa en los labios – Hola Gal – la siguió observando por unos cuantos minutos – sabes, creo que saldré, ¿podrás hacerte cargo de la perfumería? Es que hace unos días que no aparece Dam y no quiero dejar a los empleados a cargo – dijo mientras acercaba a sus labios un vaso de Jugo, Galia asintió con un movimiento de cabeza y sin darle mucha importancia, ella era sí, algo extraña y cayada, pero muy predispuesta y honesta, así que tranquila, Saskia, se levantó para terminar de arreglarse.

En menos de una hora se encontraba caminando por la hermosa plaza, donde se reunían, pintores y músicos, alegrando el lugar, vendedores ambulantes, parejas que a cualquier momento del día se encontraban en algún lugar para jurarse amores eternos. Iba, jugando distraídamente con su quitasol, observando las flores, los árboles, cuando algo llamó su atención, eran unos niños, bellos y pequeños que jugaban entre las plantas, sus áureas de un color diferente al de las personas le indicaban que se trataban de algún tipo de sobrenaturales, recorrió con su mirada el lugar buscando a la madre, pero solo encontró a una mujer que los observaba, fija y silenciosamente, era muy bella pero extraña, su aurea totalmente diferente a la de los pequeños, algo desvaída, eso la intrigó, el aurea se parecía a la de Giuliette, - ¿será un fantasma? - se dijo mientras la contemplaba.