Lo que pasa cuando uno esta enojado [Privado]

por **Alexandrina Di Montelroso** Miér Abr 10, 2013 5:50 pm

Alexandrina era de ese tipo de mujeres que le gustaba estar en fiestas, ser la comidilla de la ciudad. Quería que le hicieran caso, llamar la atención. Le gustaba que le admiraran las cosas que tenia, pero en fondo, muy al fondo de su corazón no se sentía feliz por todo eso, esa niña, esa niña que fue encerrada en lo más oscuro de su ser quiere volver a salir, y ser la de antes, pero cosas que pasan, la retiene en aquella celda, Alexandrina quería mostrarse como es, pero llego un momento que se harto de ser la misma convirtiéndose nuevamente en la mujer que jugaba con todo y todos. Sus hijos le decían cosas, platicaba con ellos pero la mujer no entendía, hasta se enojaba con ellos, por saber que le pasa a su madre, se ponía como un animal salvaje que lo retiene en un mismo lugar haciendo que saliera y arrullar a todo lo que se ponía enfrente.

De ese modo Alexandrina se fue de su casa enojada, irritada, no quería saber más de sus hijos. Con el ceño fruncido tomo el primero tren a cualquier lugar, que la llevara lejos de París por unos días. Al viajar, llego a su lugar correspondiente, era Grecia, un lugar sumamente interesante que solo dos veces ha tenido oportunidad de visitar, la buena suerte de la vampiresa fue que llegaron de noche, cumpliéndose cuatro días y cuatro noches-Perfecto, si lo hubiera pensando, nunca hubiera venido a Grecia, es lo bueno de estar enojada y no pensar-Sonrío Alexandrina, al pensar eso. De ese modo pidió alguno de los que trabajaban aquí que llevara su equipaje a un buen hotel.

Habían llegado a un hotel cercas de la estación de ferrocarriles, Al pedir un cuarto pago y se fue directo a sus aposentos, al mirar que su equipaje estaba puesto le pago y cerró la puerta-Es hora de salir, la noche es joven-Salió por la ventana, digna de toda una dama como ella, cayó en el suelo sacudiendo su vestido, y caminando tranquilamente estaba admirando la belleza de Grecia aunque sea de noche se podía ver lo hermoso que era esta ciudad.

por **Karen Nygard** Jue Abr 11, 2013 10:17 pm

¿Qué hacia la joven en un sitio como Grecia? Visitar de manera obvia, nada mejor que salir de vez en cuando de la rutina diaria y las cosas familiares, para descubrir nuevos lugares y expandir los horizontes. Grecia, una ciudad con una historia muy interesante aspecto que le hacía ser muy visitada por las personas; la situación perfecta para nuevos encuentros.

La mañana de ese día había estado caminando con un acompañante por tantos lados como le fue posible, el cansancio no había aparecido en ningún momento de sus andanzas hasta el momento claro en el que hizo consciente que cuando comenzó la travesía era de mañana y ahora, el sol se había ocultado dando paso a la oscuridad de la noche.
Bajo la mascara de normalidad que lucía su rostro, un ligero temor comenzaba a surgir pero como estaba acompañada eso no le interesaba, ahora no.
Caminaba directo al lugar donde se estaban quedando cuando una pared con un peculiar grabado llamo su atención y se detuvo solo unos instantes. Esos momentos fueron suficientes como para que después se diera cuenta de que su acompañante había desaparecido y se encontraba sola en aquel lugar.

Aun había gente en las calles, por lo que camino. Conocía el camino y nada malo le pasaría; todo iba viento en popa, hasta que se topo con una calle oscura y solitaria.
- No… - hablo para si misma, mirando a un lado y otro siendo incapaz de ver otra solución más que cruzar - Tu puedes… - se dijo a sí misma, levando su vestido y comenzó a correr para atravesar aquel lugar de manera veloz. Cerro los ojos, no ver nada era mejor que las sombras nocturnas o eso pensaba hasta que sintió un golpe y cayo al suelo, se había estampado con algo en extremo duro.
- Dolió… - lentamente abrió los ojos para ver frente a si una hermosa mujer que la miraba, y Neri se quedo contemplando a la extraña sin saber que decir.

por **Alexandrina Di Montelroso** Dom Abr 14, 2013 1:13 pm

Alexandrina se quedo parada en las calles de Grecia, el viento soplaba haciendo que se movía con lentitud su cabellera, acompañando en un baile, cerro los ojos, solo sintiendo el aroma de Grecia, muy distinto a Francia-París. Aquí era una persona nueva, una persona extraña si ella quisiera podría vivir en estos rumbos pero tenia una vida haya en parís, sus hijos, su todo. Aquí solamente podría olvidar las cosas aunque sea en cualquier lugar pero siempre tendría que volver a donde pertenece la vampira, que es: En París. Al abrir los ojos, se encontró con muchas personas a su alrededor, las miró, las analizó, sonriendo delicadamente, sonriendo, pero su sonrisa era tan hipócrita que las personas le devolvían la sonrisa, un hombre se situó a su lado, diciendo que si podía ayudarle, ella, simplemente se negó, haciéndole una leve reverencia y comenzando a caminar. Este día no tenia ánimos de coquetear, quería ser ella misma, por un momento quería ser la Alexandrina que era, dejaría salir a la Alexandrina que todavía es una niña. Grecia seria testigo de cómo es ella en realidad y lo que parís tiene es falsa, es hipócrita es…Alexandrina, la que coquetea, la seductora, la apasionada, hoy simplemente será la niña que esta encerrada en su corazón.

Seguía caminando, ya no tenia aquella sonrisa hipócrita, si no una verdadera, mirando a las personas pero sin el afán de matar, era una niña que quería experimentar cosas nueva por una noche o por dos es lo que estaba pensando. De repente algo le llamo la atención, una jovencita que estaba ¿Aterrada? ¿Con miedo?...así se miraba, Alexandrina rápidamente fue, pero sin que las personas se dieran cuenta de su estado. Al llegar miro a la joven que se había caído, extendió su delicada mano a ella, con una sonrisa. -Ten cuidado, te pudiste haber lastimado-La voz de la vampira, era delicada, con cariño, algo en esta joven le pareció interesante a ella, como si de una hija se tratara, era raro porque ni con sus hijos era así, quería protegerla, aunque no sabia el porque-¿Estas bien? ¿No te ha pasado nada verdad?-Sabía que solamente tenia un raspón en la piernas, pero nada mas, pero no iba a decirle eso-Oh, que maleducada soy, me Llamo Alexandrina, mucho gusto de conocerte-Sonrío con más felicidad, ayudándole a levantarse.

por **Karen Nygard** Dom Abr 14, 2013 10:07 pm

Pocas veces en su vida había sido capaz de contemplar a una mujer que su cerebro y su ser pudiera registrar como alguien hermosa. La mujer frente a ella definitivamente lo era y no solo eso si no que su sonrisa hacía que Nerissa sintiera una calidez comparable a la que sentía cuando estaba con su hermano.
Sin saber muy bien lo que hacía o el por qué lo hacía estiro su mano, aceptando la ayuda de aquella desconcida.
- Me encuentro bien gracias - respondió aun en el suelo sin poder dejar de ver a aquella mujer. Su aspecto debía ser el de una chiquilla torpe en esos instantes pero no le importaba como se viera o lo que los demás pensaran en esos momentos.
Escuchaba todo lo que le decía y preguntaba la mujer, pero era incapaz de responder de manera lógica así que se mantuvo en silencio unos instantes.

Se levantó con ayuda ajena, no sin antes notar que las rodillas le dolían. Aquello era excelente, se había lastimado un poco, así que podría continuar su camino sin que nada le afectara, ya cuando estuviera en un lugar mejor tendría tiempo de revisarse adecuadamente - Es solo que no me he fijado por donde iba, soy una descuidada - soltó aquella mano, agradecida de poder hablar de nuevo. Se sacudió el vestido y observo a su alrededor, ya había más gente en esas calles no como las que había debido atravesar para llegar hasta ellas.
- No, no me ha pasado nada. Al menos no nada grave, pero muchas gracias por ayudarme es usted muy amable Alexandrina - hizo una leve reverencia en real agradecimiento ante ella - Mi nombre es Nerissa y debo decir que el placer de conocerla es todo mío. - le sonrió - Muchas gracias por haberme ayudado de verdad - miro la calle en la que se encontraba y fue cuando se dio cuenta de que ahora, no sabía donde se encontraba. Se rió un poco nerviosa. - Parece que por andar corriendo ahora me he perdido - miro a Alexandrina - bueno, creo que la dejare continuar con su camino y buscare el mío de nuevo. Reitero, muchas gracias por su ayuda es usted muy amable y que tenga una linda noche Alexandrina. - permaneció de pie, esperando que la mujer se moviera primero.

por **Alexandrina Di Montelroso** Vie Mayo 03, 2013 7:23 pm

Aunque fuera un ligero raspón, el olor de su sangre estaba en los áreas, pero no le iba hacer nada malo, no pretendía, tratarla bien y después matarla, no sé porque, no sé porque con esta jovencita podría tratarla con tanta atención, tal vez porque me recuerda a mis hijos, soy muy maternal cuando me porto bien, cuando no haga daño a nadie, cuando soy feliz, sincera y sobre todo yo misma. Sí, yo misma, no me gustaba mostrar otra cara que no sea la verdadera, pero tengo tan clavado el pasado, como si fuera una cicatriz real, y no una imaginaria que está en todo mi cuerpo. Siento que…si no desaparezco algunas semanas podría volverme loca, explotar y llevarme todos por el mismo camino y eso no quiero. La iba ayudar y no quiero nada a cambio, solo que este bien esta pequeña, porque para mí es pequeña, podría ser mi hija, ¿Escucho risas? Puede ser alguien de mi familia y yo ni encuentra, pero de todos modos aunque lo fuera, me daba ternura, su rostro de niña, aunque creo que era más de mujer madura que de niña pero, para mi todas las mujeres de esa edad son niñas, no la trataré como una mujer hasta que me lo demuestren. -A decir verdad, me interesa que usted esté bien, claro por ningún motivo, pero ver a una mujer en el suelo, no me gusta ver y que nadie le ayude, por esa sencilla razón me acerque con usted con el afán de ayudarle y me da gusto que no le haya pasado nada malo, o grave-Respondí cuando la miré que se levanto, con mi ayuda.

Antes que yo, ella soltó mi mano, mire que se quejaba un poco, era un susurro pero no le diré que le pasaba, ella misma me lo diría o no, tampoco estaba obligada a decirme nada, apenas nos estamos conociendo nuestros rostros. Claro, sin olvidar que yo me presente antes, le dije mi nombre, no sé porque, pero se lo dije, es raro en mi hacerlo, sabiendo cómo soy yo misma, que las presentación me agobian, no me gusta, hasta he dado nombres falsos, pero ninguno verdadero, aunque tengo dos nombres. Acomode mi melena lenta y ¿Sensual? La verdad las cosas que hacía era sin saberlo, todo el tiempo lo hacía, era un reflejo. -Ni tanto, no soy tan amable como usted cree, pero si usted lo dice, esta noche no tendré un debate con alguien-Reí, una sonrisita traviesa se salió de mis labios cuando escuche el nombre de ella, Nerissa, paré, mirándola, enfocando mis ojos en ella, recordando, vagamente, alce un poco los bordes de mi apretado vestido e inclinándome para devolverle la reverencia como toda una dama de sociedad y no una vulgar puta que siempre era en parís-El placer es todo mío, mejor dicho, signorina Nerissa-Regrese a mi postura anterior, arqueando una de mis cejas, la gente comenzaba a venir, creo que las personas no eran como parís que de noche casi no había y de día aquí, en este lugar era todo lo contrario.

Tape mi boca, para no reírme disimulando, que algo “Apestaba” –Disculpe, es que no tolero algunos olores-Mentí más-Pero, no se preocupe, conozco Grecia como la palma de mi mano, solo en una noche descubrí muchos lugares le puedo decir que estamos en el sur de esta ciudad, y más cerca estará las diversas tiendas de alta sociedad, restaurantes, etc, etc-Me quede parada, esperándola, no me moví cuando ella lo hizo, yo antes de tiempo había dicho, sus palabras ahora eran como las hojas de un árbol, se esfumaron, y no las tome atención, como siempre lo hago.

por **Karen Nygard** Sáb Mayo 04, 2013 7:10 pm

Las cosas allá parecían diferente a lo que usualmente eran en París y en las zonas donde estaba acostumbrada a moverse; Alexandrina tenía razón y hasta ahora era capaz de notarlo, nadie se había acercado a ayudarla más que ella y de manera notoría pero no dirigida a la mujer hizo una mueca de disgusto, frunciendo los labios como niña emberrinchada. Generalmente cuando necesitaba de ayuda de alguien la obtenía de más de una fuente pero al parecer ahora era lo opuesto a lo que esperaba y eso trajo de nuevo a la antigua Nerissa, a aquella que su ser mismo estaba intentando dejar de lado pero que en algunas ocasiones como aquella volvía a fluir desde su interior.
Intento arreglar su vestido para que no se notara el incidente anterior, no dejaba de mirar a Alexandrina, le sorprendía la amabilidad de aquella mujer que era como una madre preocupada por una pequeña… no lucía mucho mayor que ella pero en definitiva su apariencia y sus maneras eran de alguien mucho más madura que ella.
- Sí, aquí no parece haber muchas personas amables aunque como fue muy repentino mi accidente puede ser que nadie más que usted haya tenido tiempo de reaccionar.

Sonrió mirando su vestido más arreglado y menos sucio; cuando levanto la vista no se detuvo a mirar a la mujer de nuevo si no que se enfoco en los hombres que pasaban ya fuera cerca o lejos y todos, sin excepción miraban en la dirección de aquella mujer llamada Alexandrina. Era notorio que no solo ella era capaz de notar la belleza de la mujer, pero en ningún momento creyó que pudiese tener una sola persona tanto efecto en tantos como pasaban andando. Soltó una carcajada y se tapo los labios con la mano cuando un hombre choco con alguien más precisamente por observar en su dirección.
- Al menos conmigo hasta ahora se ha mostrado amable por lo que no tengo que pensar otra cosa que no sea eso… pero si tengo el gusto de tratarla entonces podré después decirle si en realidad es amable o no - la situación era simple, siempre se dice lo que se piensa en base a experiencias y con ella solo tenía buenas hasta el momento.

Inclino el rostro avergonzada, comenzaba a pensar que aquello que olí mal era ella.
- Descuide no pasa nada… - la voz le salió apenas en un susurro. Pero cuando menciono en donde estaban Nerissa presto completa atención, las tiendas y zonas más concurridas debía llegar hasta allá para poder encontrar de nuevo su camino y no vagar. Miró a Alexandrina que continuaba inmóvil también, a pesar de que ella había mencionado de que cada una continuara su camino ahora.
- Así que conoce muy bien Grecia… disculpe mi atrevimiento pero sería tan amable de mostrarme el camino hasta las tiendas, temo que si voy por mi cuenta terminare más perdida que ahora - no quería incomodar a la mujer y desviarla de sus planes si es que tenía alguno pero tampoco tenía nada que perder.

por **Alexandrina Di Montelroso** Lun Mayo 27, 2013 11:05 am

Las personas, algunas a decir verdad, son personas confiadas, me daba un poco de risa todo eso, los comportamientos de las personas pero, ¿Yo no era persona antes? A decir verdad he olvidado muchas cosas, que me hace ser fuerte, que me hace no sentir mucho por eso mis cambios de personalidad, no quiero decir que con eso sea una persona que tenga doble personalidad, porque algunas personas han pesado eso; sus pensamientos los delata, lo que me gusta de ser vampira es leer la mente de cualquier persona, de lo que piensan realmente de nosotros, mi familia, me da hasta risa eso. Esta muchacha me sorprende, por lo ingenua que es, porque podría matarla con mover solo un dedo, pero no lo haré me recuerda a mis hijos, no sé por qué, pero con ella no tengo el instinto de matarla y saciarme de su sangre como otros vampiros que conozco, amigos, amantes. Que solo quieren dos cosas: Sexo y sangre.

-Tal vez sí, tal vez no, las personas son tan diferentes, su sentido de la amabilidad es diferente, yo por causalidad estuve justo cuando se cayó y la ayude, otras tal vez no lo notara y otra sí, no se sabe mademoiselle Corman-Cuando el silencio reino, no dije nada, siempre he sido, una mujer “Callado” solo hablo cuando me conviene, para sacar veneno, como dice mis hijos. Aunque las personas creen que son mis amantes, soy joven, una mujer hermosa, que algunos hombres me desnudan y me hacen sexo con la simple mirada de lujuriosos, a veces me irrita, cuando no estoy de ánimos para soportar ese tipo de cosas y otras me siento deseada, me siento una verdadera mujer, pero a veces me gustaría ser la Alexandrina de hace años, siglos diría yo, pero si cambio será aceptar todas las cosas que he dejado atrás de mi vida, eso sería el problema para mi, aceptar mis errores y dejar que mi orgullo fuera pisoteado, y en mis planes de inmortalidad, eso no está en mi cabeza, de ese modo seré siempre la misma.

Los humanos tan torpes como siempre, aunque nadie es perfecto ni nosotros, tenemos defectos como todos, pero nos creemos mucho por ser una creatura inmortal, que vive mucho tiempo, que nunca vamos a envejecer, pero un simple rayo de sol nos mataría, rodé los ojos al momento de pensar eso, y no quiero pensar, cuando ingrese Grecia deje mi presente afuera, simplemente seré como dije. -Sí, conozco Grecia, como si viviera aquí, soy de Francia, parís, quise darme un tiempo para mi, ingrese al lugar con el fin de relajarme, y dejar mis problemas-Enredé un mechón mío en mi dedo índice y mire hacia el cielo-Sí gusta puedo ser su acompañante esa noche, y decirle por donde tiene que ir, hasta que se ubique bien en esta ciudad maravillosa-Me ofrecí de buena manera y no con la intención de hacerle ningún daño que era lo menos que quería hacerle a ella, una niña para mi, una niña que sin pensarlo me estaba interesando amistosamente, como si fuera mi hija, era raro, pero el destino me la puso en mi camino para hacer un bien.

por **Karen Nygard** Sáb Jun 01, 2013 4:34 pm

Si se ponía a reflexionar seriamente sobre lo que decía Alexandrina y lo que ella solía hacer, era sinceramente cierto que no siempre los demás estaban dispuestos a ayudar. ¿Cuántas veces había pasado de largo sin ayudar? había perdido la cuenta de eso, pero ya no era la de antes o al menos esperaba no serlo.
Tenía malas costumbres y debía admitirlo, no era nada más que una chiquilla mimada a quien le costaba trabajo admitir sus defectos y que difícilmente soportaba algunas actitudes de otros, más todos tenían la oportunidad de esperar cambiar que era mejor a vivirse como siempre.

Sus ojos se iluminaron cuando Alexandrina aseguro que conocía Grecia, ahí estaba su ángel salvador, solo era necesario que aceptara llevarla hasta donde necesitaba estar, aquel punto a partir del cual ella misma podría guiarse y entonces llegar a su destino sana y salva… o casi sana y salva. Cuando hablo sobre su procedencia real, no pudo más que sonreír; el destino le llevaba a conocer a aquella mujer en las calles de un lugar bastante lejano a París.
- Así que usted también es de París, que inesperado toparme con alguien de mi lugar de origen en un sitio fuera de Francia. Poco usual pero mejor que cualquier otra situación probable… - se quedo entonces en silencio unos instantes - ¿Tiene usted muchas ocupaciones?, generalmente las personas que se ocupan mucho son las que optan por darse un respiro y alejarse de los lugares más conocidos - se encogió de hombros y desvío la mirada, pues no sabía como tomaría aquella mujer sus palabras finalmente ¿Quién era ella para saber lo que aquejaba a Alexandrina?.

- Muchas gracias - dijo emocionada - nada mejor que alguien que conoce Grecia sea quien me guíe, así existe la garantía de que no terminare metida en más aprietos de los que antes - la manera en la que era observada Nerissa por la mujer le transmitía seguridad y la sensación de que a su lado todo estaría bien y no debería preocuparse por nada que pudiera sucederle - ¿No le desvió mucho de su camino y planes originales? - como una lluvia fría, Neri pensó en eso y entonces debió preguntar. No quería causar inconveniente, si no podía guiarla encontraría la forma de llegar a su destino por su propia cuenta, tardara lo que tardara.

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