Hostil (Lyam Kromer)

por **Adrianne Trevillette** Dom Ago 08, 2010 11:33 am

Era tarde, muy tarde. La luna creciente iluminaba la ciudad de manera casi sobrenatural. Ya no quedaban velas encendidas en el interior de ninguna casa, e incluso las persianas estaban bajadas. Las farolas de la calle ya permanecían apagadas durante algunas horas, y aún les quedaba noche para descansar. Sin embargo, a mí no. El ritmo que llevaba últimamente no era demasiado bueno. No dormía por las noches, puesto que las nocturnas corindantes las había pasado reuniéndome con el clan, pero tampoco podía desatender mis quehaceres matutinos en la perfumería de mi tío Bernard. Su excéntrica y abierta personalidad no aceptaba, sin embargo, ningún tipo de excusas. Él no sabía nada de mí, en realidad, pero tampoco yo podía contarle nada, así que tenía que asumir que estos días eran agotadores. Y a pesar de ello, ansiaba cada vez más el plenilunio, deseaba convertirme en un ser peludo y que mis colmillos se alargaran, al iguar que mi hocico. Bien, aquí estás, Adrianne.

Ya estaba trastocada cuando dejé la ciudad. El sueño, el cansancio y, por el contrario, las ganas de cumplir mis misiones, estaban haciendo mella en mí. No podía dejar de mantenerme alerta, pero tampoco tenía todos los sentidos puestos en lo que hacía. Por eso, decidí que aquella noche patrullaría lejos de la ciudad. La casa que escogí carecía por completo de fachada frontal, y las tejas del techo no tenían con qué sostenerse, así que estaban derrumbadas en el suelo de la segunda planta. En su momento debió ser grande, desde luego, y más aún, debió ser una casa que albergaba grandes expectativas, y un montón de dinero. Sin embargo, ya no era más que las cenizas de lo que un día pudo llegar a ser.

Olisqueé el ambiente, no estaba cargado. Nada llamaba mi atención, tan sólo la tranquilidad y quietud de la noche. Iba a tener que correr y recorrer los alrededores para encontrar algo de carne vampírica si quería pelear. Desde luego, por aquí no se veía ni se olía nada, ni nadie. Esperé sentada, estaba muy cansada, así que aguardaría a ver si algún hostil se pasaba por allí. Pese a que el hambre y la sed de sangre me envolvían por completo, tampoco podía resistirme al cansancio y agotamiento que sufría a consecuencia del imparable ritmo que estaba llevando durante los últimos días. Así que tomé la decisión de no hacer nada, al menos, en aquel periodo nocturno.

Me refugié, sentada en el suelo de lo que una vez sería un chalet con grandes vistas, con la cabeza hundida entre las piernas, dobladas éstas, y completamente echada en el suelo. Intentaba no cerrar los ojos, pero era incapaz de aguantarme.
No debí haberme quedado sola aquella noche. Si hubiera tenido alguien más con quien compartir aquella noche, otro licántropo atento que supliera las carencias que yo poseía en aquel instante, quizá no hubiera perdido la noción del tiempo y hubiera estado más atenta. Al fin y al cabo, un ser que da conversación siempre es un aliciente para continuar despierta.
Me imaginé a Frank allí, compañero de clan, antiguo amor. Él, con toda seguridad, me hubiera mantenido despierta. O quién sabe, quizá su halo cada vez más protector me hubiera dejado dormir haciéndose cargo él mismo de aquella noche. O en vez de Frank, Liam, el lobo cobrizo. Era una persona difícil a la hora de hablar. Y ni hablar de Gaël, su odio y desidia hacia las féminas era más que consabido por la sociedad. Pero por supuesto, tampoco Ibtissam, la bella loba, podía compartir noche conmigo. No nos dejaban juntas, nunca. Quizá una manía del líder. Quién sabe.
Y así, pensando en aquella noche en la que debía estar más alerta que nunca -el hecho de estar en mi forma humana y no mi forma lobuna implicaba una gran desventaja- no pude evitar caer en la insalvable trampa de los brazos de Morfeo; me quedé dormida, sobre el frío suelo de aquella casa abandonada.

por **Lyam Kromer** Vie Ago 27, 2010 7:19 pm

Aquella noche me desperté por los ya ahora comunes gritos entre Aleera y Demian, siempre peleaban, a cada momento encontraban algún tema por el cual discutir y yo estaba francamente harto de aquella tensa situación. había accedido a dejar mi propia habitación porque cuando Demian se fué y Aleera llegó a la capilla, tomó su habitación, y ahroa que había regresado exigió de la manera más brutal que se le devolviera la suya. Si no fuera por lo mucho que amaba a Aleera silenciosamente, no le hubiera dejado mi propia habitación. Entonces heme ahí, despertando en una bañera llena de agua fría aquella noche.

Salí al pasillo de la planta alta de la capilla y ahí estaban los dos lanzandose... ¿Platos? Vaya... que descabellados. Decidí bajar de un brinco hasta la planta baja de la casa, brincando sobre el barandal, pero en cuanto llegué abajo Aleera ya estaba encima de mí diciéndome que alejara a Demian de sus cosas y Demian se le unió, como si yo fuera un árbitro. Hicieron realmente que mi cabeza comenzara a tener aquella sensación mortal de jaqueca.

Llamé a Charles y en un parpadeo llegó también Nicollete y aquello se convirtió en un campo de pelea. Añoraba tener a Demian y a Nicolette en la casa pero no a costa de mi propia tranquilidad, lo único bueno de aquello era que ahora Aleera tenía otra persona con la que descargar su locura. Los gritos me desquiciaron, ver a Charles perder el control de sí me sacaba de mi propio balance, así que sin decirles nada y dejándolos en medio de su ardua pelea, salí por una ventana y me alejé corriendo antes de que alguno me alcanzara y no me dejara irme de sus gritos que me enloquecían más de lo que ya estaba.

Rodée el centro de París hasta llegar a la zona abandonada, seguro la única que sabría de mí ubicación exacta sería Aleera, por su clarividencia, pero era casi un hecho de que no me llevaría de nuevo a aquellos gritos, sabía que necesitaba estar tranquilo.

Estaba buscando alguien de quien alimentarme, aquella noche en particular desperté con mucha sed y la situación tediosa entre el clan me había abierto el apetito aún más. Aspiré fuertemente y un efluvio bastante asqueroso se topó en mis sentidos... licántropo.

Una serie de ideas cruzaron por mi cabeza inmediatamente, muchas sensatas y muchas otras no tanto. ¿Qué me diría Charles si me metiera con un licántropo en una pequeña peleita? Bah... seguro ni le importaba.

Corrí velozmente hasta el origen de aquel aroma, mis sentidos me llevaron hacia una casa abandonada, y justo en el chalet estaba tirada una chica. "Mmm delicioso... es mujer" Por la naturaleza de mi clan, yo estaba completamente interesado en la sangre de licántropo, alguna vez la había bebido y no podía ni describir aquello, y esta era mujer... deliciosa noche.

Tomé impulso y corrí hasta el chalet, dí un gran salto desde afuera de la casa y aterricé sonora y estruendosamente delante de ella. Sonreí de medio lado e incliné mi cabeza hacia un costado mientras ésta despertaba.

por **Adrianne Trevillette** Dom Ago 29, 2010 1:25 pm

Maldita sea, eres demasiado idiota, Adrianne.
El eco resonaba en mi pensamiento como una flecha que se clavaba una y otra vez sin dejar de recordarme lo estúpida que había sido. Oh, qué dulce despertar el del olor de un vampiro viejo y asquerosamente perfecto que me observaba con minuciosidad, esperando atacarme. Era injusto. La única noche que me había quedado dormida, la única que no había podido evitar quedarme desconcertantemente dormida, había visto a mi primer hostil desde que patrullaba a las órdenes del clan. Siempre que me había encontrado con vampiros había peleado con ellos en mi forma lobuna. A excepción de la vez que estuve con Andrew, que fue inevitable. Sin embargo, allí estaba aquel vampiro, observándome y esperando un ataque. Era injusto, de nuevo; yo jugaba en desventaja.

Me levanté aletargada y me alejé considerablemente de él, pegándome lo más que pude a la pared de la casa abandonada. Sus pasos iban acercándose a mí y yo aún estaba desconcertada, sin saber qué hacer ni cómo actuar. El olor penetraba en mis fosas nasales, quemando cada poro y cada célula de mi cuerpo. Lo odiaba; lo odiaba con toda mi alma. Era asqueroso.
Comprobé sus facciones. Era rubio, alto, fornido, y sobre todo, perfecto. Apenas me dió tiempo a hacerme una imagen de su físico en mi cabeza, no tenía tiempo para eso. Era un vampiro, dispuesto a matarme. Y yo era una loba, encerrada en un cuerpo humano, dispuesta a...¿huir? Concéntrate, Adrianne. Como siempre, sería yo la que diese el primer paso. Así era mi vida; ya estaba acostumbrada. Lo rodeé por el lado contrario por donde él me seguía, haciendo que él girase su cuello en mi busca.
El juego, hasta ahora, parecía tranquilo. Quizá había llegado el momento de atacar. Echaba de menos mis colmillos como nunca, al igual que el pelo que protegía mi piel, mi forma cuadrúpeda y alargada, las patas traseras prestas para saltar... ¿Por qué no podía ser luna llena?

Suspiré, decidida a hacer algo con aquel individuo. Ambos estábamos rodeándonos en direcciones opuestas, formando un círculo de tensión dentro del cual pocos se atreverían a entrar. Me sentía estúpida, débil, fácilmente manipulable. Me sentía humana, y nunca me odié tanto por ello. Sabía que no tendría posibilidades contra él, parecía fuerte y sin duda, un vampiro antiguo. Y yo qué era... apenas un licántropo relativamente recién convertido, puesto que tan sólo contaba con dos años de edad, y sobre todo, un licántropo desprovisto de su más preciado bien: su cuerpo lobuno.
-Sabes que no será una pelea justa -dije con voz fuerte y clara, intentando sonar segura de mí misma. Sabía perfectamente que aquello no echaría para atrás al vampiro, al fin y al cabo, ¿quién había hablado de pelear? Seguramente él solo quería la cena. Sin forcejeos. - ¿Qué es lo que quieres?

Hablé mostrando mis dientes, presionados éstos. Los mantenía en la misma posición que los hubiera tenido en mi otra forma. No era del todo consciente de que así parecería ridícula. Esperé a escuchar su voz, y esperé una respuesta. Aunque dentro de mí temía que la respuesta fuese un ataque violento.

por **Lyam Kromer** Mar Ago 31, 2010 11:05 pm

La licana se levantó enseguida del suelo, parecía meditabunda y algo histérica porque la hubiese encontrado precisamente un vampiro mientras la luna llena estaba tan lejos de aparecer en el firmamente y mientras el sol también lo estaba, yo era el amo de la noche y la pobrecilla casi temblaba de miedo. Podía sentir sus emociones como propias y aquello me hizo entornar una sonrisa maniaca.

Ella comenzó con aquella danza de tensión que me hacía sentir una ligera exitación sexual, como la que siempre sentía antes de alimentarme, no pude contanerme y me relamí los labios lentamente mientras giraba encarandome a ella y formabamos aquel círculo de muerte segura, uno de los debía de caer, ya veríamos que resultaba de aquella divertida noche.

Por fin la chica se dignó a hablar, era más que seguro lo que decía. -Si estuviera buscando una pelea ya hubiera saltado sobre de tí, siempre me han gustado los interludios.- contesté sarcástico a su comentario mientras la examinaba de arriba a abajo y de regreso posando mis ojos sobre sus firmes pechos, que se veían tan deliciosos, tentando mi virilidad. Proyecté mis palabras en su mente sin dejar de ver sus pechos. "Aunque eso de saltar sobre tí me lo estoy pensando" una chica así de bien formada era una lástima que estuviera infectada con aquella maldición licana.

Pasé una de mis manos sobre mi cabello haciéndolo hacia atrás y un costado mientras elevaba mi mirada a la de ella. -Yo solo pasaba por aquí y tu delicioso aroma me atrajo.- solté aquella palabra "delicioso" con cierto sarcasmo, su efluvio era de lo más fétido que se me hubiera cruzado alguna vez. Todos los de su estirpe olían de la misma asquerosa manera.

por **Adrianne Trevillette** Vie Sep 03, 2010 2:53 am

Antes o después, uno de los dos debía hacer algo. Él, por lo visto, no tenía intención alguna de comenzar a pelear, sino más bien era de los que tentaba con la dialéctica y te sumía en un juego de palabras que difícilmente podrías ganar. Era como todos ellos; un asqueroso vampiro.
Tras escuchar su última respuesta, me pregunté cuánto tiempo podríamos aguantar así, simplemente empleando palabras para no comenzar con lo que seguramente llevaría a mi muerte. Sopesé mis ideas. Al menos, si hubiera estado en mi forma lobuna, podría haber llamado a cualquier otro lobo en busca de ayuda, pero no era el caso. Tampoco había nadie en un par de kilómetros a la redonda, o al menos eso me decía mi olfato, que no sentía ningún otro efluvio en el ambiente, más que el de aquel vampiro y el mío. ¿Qué hacer, entonces?

-Bien, quizá ahora que has percibido mi olor, y has venido a comprobar personalmente que pertenecía a un lobo, ¿qué te ata aquí?

Dudaba que mis palabras surtiesen algún efecto. En realidad, tan sólo estaba intentando ganar algo de tiempo. Era la única forma de pensar algo, aunque tenía la mente completamente paralizada. No tenía opciones sobre las que discutir, ni tampoco ninguna idea que analizar. Tan sólo podía pelear, lo que me llevaría a la muerte segura, o huir, lo que, dado que él era un ser de velocidad sobrehumana, también me llevaría a una muerte segura.
Bien, ¿entonces qué?
Recordé el día que, en mi forma humana, acabé con una vampiresa. Sin embargo, ella debía ser joven, y desde luego, no estaba sola, sino con un cura entrenado desde la juventud a cazar vampiros.

Entonces, tan sólo me quedaba esperar y ver cómo se desarrolaban los acontecimientos, y por supuesto, mantenerme alerta como no lo había hecho hasta ahora.

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