Sirius Der Kláuseen & Ekhardt Der Kláuseen

DATOS BÁSICOS

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

Sirius es un hombre dedicado a las causas de la Inquisición, creyendo firmemente en todas y cada una de ellas, siendo un fervoroso católico que lleva su fe hasta los límites que rozan la locura o la crueldad más espeluznante. Este hombre no duda ante las adversidades, no teme a sus enemigos. Él actúa porque así cree que su Dios lo establece. Vive por y para salvar a la humanidad de las garras endemoniadas de los seres sobrenaturales: y esa salvación, es la extinción de las razas oscuras. Sólo el Hombre puede habitar la Tierra.
Su carácter es serio, fuerte, firme, decidido, contundente, frío y distante, agresivo, mordaz, irónico a veces, con un poco apetecible humor negro. Es un hombre de pocas palabras, siendo éstas claras, directas, sin rodeos, concisas y siempre con un tono que roza la obligación para su interlocutor el obedecer aquello que se le encomienda.
Maquiavélico como ninguno, es un gran estratega en ataque y defensa a nivel bélico, usando su larga experiencia en batalla, su exhaustiva educación desde temprana edad como cazador y su gran inteligencia y perspicacia, haciendo de Sirius un hombre temible para sus contrarios y una poderosa arma asesina para sus afines.
Sirius, cabe añadir, jamás es clemente ni piadoso. Disfruta asesinando a los sobrenaturales.

En Ekhardt, en cambio, pueden verse dos facetas distintas en su persona: la primera es la que muestra a su progenitor, a la Inquisición y a sus adversarios. Es la faceta cruda, sanguinaria, gélida, tan parecida a la que impone su padre. Pero tras esta máscara que confeccionó desde su más tierna infancia, encontramos esa segunda faceta, la más íntima y privada de este hombre, aquella que sólo conocen su esposa e hijas: un hombre tierno, cariñoso, atento, de buen corazón, protector, risueño, bromista y poco afín a la violencia.
Sus mayores amores y preocupaciones son su familia, Liviana, su mujer, y sus dos hijas pequeñas, Vera y Ayla, a las que mantiene lejos de Sirius por temor a él, puesto que conociendo la faceta sanguinaria y desquiciada de su padre, teme que éste decida tomar medidas drásticas contra la familia de Ekhardt, dado que Liviana era la esposa de un hombre al que Sirius envió asesinar a Ekhardt junto a los tres niños que el matrimonio tenía en común. La orden era clara: matar a toda la familia. Ekhardt así lo hizo, pero antes de abandonar la vivienda ensangrentada descubrió a la mujer escondida en un armario y se prendió de ella. Obviamente, Sirius desconoce este dato, desconociendo incluso que su primogénito tiene dicha familia.
Así, vemos que entre ambos existe un fuerte vínculo como aliados más que de verdadero afecto paternofilial, escondiéndose mutuamente secretos que ambos están dispuestos a llevarse a sus respectivas tumbas. No sin antes, llevarse consigo aquello que cada uno por su lado ansía obtener: uno, la limpieza del Mundo. El otro, la paz y harmonía para los suyos.

HISTORIA

Después de residir durante toda su infancia y juventud en el lugar que le vio nacer -Alemania- junto a sus hermanos Magnus y Giovanna, éste decidió seguir los pasos que sus padres le habían inculcado mediante una estricta educación como cazador, algo de lo que sus hermanos quisieron desentenderse, marchándose ella a Venecia para casarse con un noble italiano y gozar así de una acomodada vida mientras que Magnus se dedicaba a los estudios en Alemania. Así, Sirius se fue a Suecia tras unirse a la Inquisición, ascendiendo con rapidez por sus méritos. Allí conoció a Isabelle, una inquisidora que durante sus primeros años fue su mentora y con la que tuvo un efímero romance del que nació Ekhardt, primogénito del que se desentendió durante prácticamente toda su vida hasta que éste llegó a la adultez y decidió unirse a los inquisidores, aunque esto sería adelantarse a nuestra historia.

Lo que sucedió después del nacimiento de Ekhardt fue que Sirius quiso terminar con aquella relación pecadora y fuera de todo núcleo matrimonial, por lo que, unas navidades de pasados unos años, Sirius quiso reunir a sus hermanos en su residencia sueca para presentarles a su prometida, Liv. En aquél momento, Magnus se prendó de ella y logró mover sus hilos para mudarse a Suecia para estar cerca de ella, aprovechando las múltiples y largas ausencias laborales de Sirius para iniciar así, un largo romance a espaldas de su hermano con la prometida de éste. Tras contraer matrimonio con Sirius, Liv alumbró a Néliam, aunque el romance con Magnus no conoció fin y de éste, Liv quedó embarazada nuevamente. Al descubrirlo Magnus, éste le propuso abandonar a Sirius, idea que ella rechazó por temor al fervoroso carácter de su marido. Poco después, alumbró un niño, Árion, del que Sirius siempre se creyó como legítimo progenitor aunque en realidad su padre era Magnus. Cuando Liv decide romper el romance con Magnus, éste se aleja de ella y se casa con otra mujer por despecho, muriendo al cabo de un año. Durante ese espacio temporal, Sirius recae en un nuevo desliz con su ya ex-mentora, Isabelle, naciendo de sus encuentros sexuales un nuevo hijo en común, Diétrich, por el que le pediría a Isabelle que le alejara de su próspero matrimonio y feliz familia.

Con el pasar de los años, el carácter de Sirius se vuelve más irascible debido a las labores inquisitoriales que absorben la mayor parte de su tiempo, pasando factura en su matrimonio con Liv, quién, asustada, buscó refugio en Magnus. Juntos logran engañar a Sirius, diciéndole que ella se encuentra enferma y debe ser internada en un centro hospitalario. Durante ese tiempo en el que en realidad ella convive con Magnus, da a luz a su tercera hija, Iris, fruto del romance que retoman los amantes.

Por temor a que Sirius descubra la verdad, Liv decide dejar a Iris con su padre y volver con su marido, transcurriendo así un tiempo más en el que Liv cae en una depresión tras la que decide poner fin a su relación matrimonial con Sirius, sobre todo cuando se percata de que su esposo empieza a olerse el engaño. No obstante, antes de que ella pudiera escapar de sus garras, Sirius planeó el incendio de su vivienda en el que murió, premeditadamente, Liv. Sirius mintió a su hermano Magnus, alegando que el incendio había sido ocasionado por unos seres que deseaban vengarse de él por sus relaciones con la Inquisición, aunque Magnus descubrió la verdad y aun así, prefirió seguirle la corriente, urdiendo así un plan para acabar con él. Así, Magnus ingresa en el cuerpo inquisitorial y se entrena con ellos para así acercarse a su hermano, convirtiéndose en su sombra y siguiendo todos sus pasos de cerca hasta tener suficiente poder y credibilidad para conseguir destapar los trapos sucios en los que Sirius se había inmiscuido, ensuciándose así su nombre y siendo despojado de su patrimonio.

Hundido en la más absoluta miseria, Magnus y su sobrina Scarlett -hija de Giovanna- deciden asesinar a Sirius, por lo que tras torturarle durante días incendian el lugar en el que le tenían cautivo, dándole por muerto... erróneamente.

Tras escapar malherido pero con vida de aquella emboscada, Sirius buscó a Isabelle, quién le ofreció refugio durante un tiempo. Fue entonces cuando conoció a su primogénito, Ekhardt, del que sin aun decirle que él era su padre, pudo comprobar los excelentes dones con los que había sido educado por su madre, convirtiéndose en una promesa para la Inquisición como futuro soldado. Orgulloso padre, decidió ayudar a su hijo para colocarle en las mejores operaciones inquisitoriales, dotándole de un nombre que hiciera temblar a los enemigos y envidiar a sus amigos. En cuanto a su segundo hijo, Diétrich, supo por Isabelle que éste fue dado a un monasterio budista que lo entrenaron, aunque decidió que lo mejor sería para él ser reclutado por la Inquisición, acercándose del mismo modo a su hijo.

Tras unos años, Isabelle dejó a su hijo -ya convertido en todo un hombre de la Inquisición- y se marchó en una misión de bastante tiempo a París, dónde conocería a otro hombre con el que llegaría a casarse y a tener otra hija. En cuanto a Sirius, tras sincerarse con Ekhardt, adoptó el nombre de Étienne-Léon de Lamothe-Langan y logró hacerse un hueco en la Inquisición parisina, consiguiendo suficiente poder para que vidas humanas y no humanas dependieran de él. Con aquella posición logró descubrir los paraderos de todos sus familiares, los engaños que había sufrido y las traiciones que casi le habían costado la vida. Por ello, Sirius no dudó en contratar a Erlend para deshacerse de su hija Néliam cuando descubrió que ésta era hechicera, ni tampoco vaciló al montar todo un espectáculo para apartar de la vida de su hijo Diétrich a la geisha japonesa Aya, una mujer no digna para él, según Sirius. Y fue él quién ordenó la muerte de Gerard, el esposo de Scarlett, para vengarse de ésta. No dejó de controlar los pasos de su hermano Magnus y aun ahora lo sigue haciendo, esperando el momento oportuno para culminar su venganza.

Mientras, Ekhardt obedece las ordenes impuestas por su progenitor por dos razones: la primera, por el honor y la posición que éste le brindó. Y segundo, por temor a él. No por su propia vida, sino por la de su familia, compuesta por su esposa Lavinia y sus dos hijas menores, Vera y Ayla, las cuales residían en una de las colinas situadas fuera de París, viviendo en una casa de madera y alimentándose de un huerto que ellas mismas cultivaban. Ekhardt trabaja día a día para conseguir darles algo mejor que ese día a día hastiado, pero sabe que si falla a Sirius, su familia correría la misma suerte que aquellos a los que él considera sus enemigos.

Y es ahora cuando Sirius le insta a su primogénito que se presente ante su familia, que se inmiscuya entre ellos, que se acerque a ellos, que extraiga de ellos todo cuanto pueda para, entonces... acabar con todos. Sin vacilar.

DATOS EXTRA

Sirius, como uno de los soldados más veteranos y expertos, prefiere usar las armas de fuego, siendo sus favoritas las pistolas, los fusiles, los rifles y sobre todo, los cañones. No obstante, de vez en cuando saca su lado más salvaje y hace uso de una buena navaja para seccionar un cuello o arrancar de cuajo un corazón latente.
Ekhardt siempre prefiere la lucha cuerpo a cuerpo, dado que a su entender, es más justo para ambos. Permite medirse tanto la perspicacia, como la habilidad, la agilidad, la destreza, la fuerza, la inteligencia, el aguante entre otros muchos factores que terminan siempre por decidir una batalla. Sus armas blancas favoritas son la espada, el sable, el arco y las flechas, el hacha y sobre todo, el mangual.
Ambos suelen vestir con armaduras, capas y capuchas para dificultar el ser reconocidos, pues, de hecho, Sirius usa una identidad falsa como Étienne-Léon de Lamothe-Langan para evitar ser descubierto por Magnus y el resto de su familia que le cree muerto. En cuanto a Ekhardt, nadie sabe de su existencia como primogénito de Sirius.

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