AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El gato y el ratón
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El gato y el ratón
One look, could kill. My pain, your thrill.
Era tarde. Demasiado tarde, si me apurabas. Más de una hora había pasado desde que el sol se había ocultado por completo, siendo señal más que suficiente para que todas las almas parisinas comenzasen a refugiarse en sus hogares. Y desde luego, señal inexcusable para que las muchachas más jóvenes se escondiesen de los peligros de la noche. Muchachas como yo misma, quizá.
Sin embargo, unos cuantos recados requeridos por mi padre me habían retenido por las calles de la ciudad. Por otro lado, con mis ropas de cazador puestas y con la oscuridad de la noche (y siempre que no se fijasen demasiado, claro) podría pasar perfectamente por un muchacho joven. Pantalones, botas, camisa y un sombrero discreto que ocultaba mi cabello rubio perfectamente recogido en un moño. Como no estaba de cacería en este preciso momento, había omitido los vendajes que generalmente oprimían mi pecho (sobre todo cuando esas actividades se desarrollaban en compañía de mi progenitor).
Era una más de las diferencias que mi padre hacía entre mis hermanas y yo. Mientras que ellas tenían un toque de queda que no podían quebrantar bajo ningún concepto, yo tenía permiso relativamente libre para moverme por la ciudad fuera la hora que fuera. Otra prueba más que me demostraba que, desde esa primera salida al bosque cuando no era más que una niña, había pasado a ser el hombrecito de la casa.
Por otro lado, la situación llevaba tanto tiempo siendo así, que a veces hasta yo misma dudaba de cual era mi papel realmente en este mundo. Si debía seguir obedeciendo los caprichos y mandatos de mi padre o si debía romper con todo y liberarme. Aunque siempre, tras pensarlo mejor, esa última opción quedaba completamente descartada. La historia de tu vida, Chloe.
Un pequeño chasquido me sacó de mis cavilaciones. Mirando hacia un lado y hacia otro, no pude divisar a nadie a mi alrededor, por lo que continué mi camino tranquilamente. Practicamente todos los puestos habían cerrado para cuando pasé por delante, y aquellos que no lo habían hecho... bueno, lo mejor era no hacercarse al tipo de mercancía que vendían.
Otro ruido. Esta vez me paré en seco, frunciendo la mirada para tratar de ver algo en la oscuridad (malditos faroles buenos para nada). ¿Tal vez estaba demasiado paranoica? Podría ser. Era lo más lógico. De cualquier manera, todos mis sentidos se habían despertado y puesto alerta, preparando mi cuerpo para una posible confrontación.
Después de unos cuantos segundos agudizando el oído, ya que la visión no me había servido de mucho, reanudé mi camino. En ocasiones como esta, mi parte más infantil lograba asomarse levemente desde mi interior, maldiciendo a los cuatro vientos la suerte de mis hermanas por estar a salvo, mientras que yo aún debía recorrer un largo camino hasta mi destino.
Chloe Beale- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 07/04/2013
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Re: El gato y el ratón
¿Qué si le gustaba el peligro? Probablemente, de lo contrario no estaría haciendo lo que hacía. Había conocido a la chica por casualidad pero por una aún mayor era que se había enterado que era una cazadora. Es decir, obviamente que ella no lo anunciaría a los cuatro vientos y menos a una mujer que había conocido un par de días antes. Casi veinte días habían pasado desde que descubrió su secreto aunque no había sido hasta ahora que decidió experimentar un poco. ¿Qué tan buena era la cazadora? Solo había un modo de averiguarlo y de ahí sacaría una decisión, si valía o no la pena seguir acercándose a ella y qué tan rápido debía hacerlo. Podía ser peligrosa, tenía que estar preparada para cualquier cosa. Había pasado una semana evaluándola y una más preparándose, pero el día programado finalmente estaba aquí y sentía que apenas hubiera sido unas horas antes que se cruzaron por primera vez. Aquel misterio que había descubierto días después de conocerla fue sin lugar a dudas impactante, le había hecho levantar nuevamente la guardia en lo que se refería a la chica. Chloe era realmente agradable, no estaba en los planes de la rubia hacerle daño a menos que fuera necesario. Irónicamente, para averiguar si era una amenaza o no debía provocarla y ponerse ella misma en el peligro de mostrar su identidad.
Vestida con una túnica negra, con la cual gracias a la capucha se podía ocultar perfectamente su rostro, aquella tarde había salido de su hogar para buscar a la cazadora en las zonas donde sabía que se movía. Le tomó bastante tiempo dar con ella; ahora llevaba poco más de una hora siguiéndola. La vigilaba desde la distancia y con bastante discreción; de no ser por el encuentro inesperado con un vagabundo que había puesto en riesgo su ubicación todo iba bien. Afortunadamente pudo disimular el encuentro como algo casual, algo que sucedería con naturaleza en la calle. El vagabundo pidió una moneda y ella, como buena samaritana, se la había dado. Aunque por dentro lo maldecía, lo insultaba, ya que por poco había arruinado un plan de días gracias a su escandalosa voz. Luego del pequeño percance el resto volvió a andar por buen camino. Aquel día la menor parecía estar bastante ocupada y peor era que Bernardine no había conseguido las circunstancias adecuadas para iniciar con su juego, porque si lo hacía con mucha gente alrededor podrían identificarla fácilmente. No fue hasta que ya entrada la noche, cuando Chloe se dirigió al mercado ambulante, que la bruja decidió que era el momento.
Como era natural, la mayoría de las personas ya se habían ido de la zona. Somos tú y yo, pensaba Bernardine mientras avanzaba a la distancia, mezclándose entre las sombras. Luego de refugiarse en un oscuro rincón, murmuró algo por lo bajo mirando a Chloe. Sonrió al ver la reacción que tenía ante el sonido; lo buscaba con la mirada a su alrededor, cuando había sido una de las grandes piedras en el suelo la que lo produjo; se había partido a la mitad. Pero también sabía que aquella probablemente era la última vez que se podía dar el placer de algo así; la cazadora, aunque sorprendida con el ruido, no parecía realmente alarmada. Cuando empezara a ponerse seria Bernardine debería ser muy cuidadosa con todo. ¿Traería sus armas? Aquello era un tema preocupante para la bruja; no es como si antes no se hubiera enfrentado a cazadores pero mentiría si decía que siempre había salido en perfecto estado. En una ocasión, de hecho, le habían perdonado la vida; la tuvieron a quemarropa y la dejaron ir. Algo claro es que si llegaban a involucrarse en un combate físico tenía las de perder, debía mantener la distancia.
Oculta, pero sin saber por cuánto tiempo más, Bernardine decidió que ya era tiempo de actuar con seriedad. Estaba consciente de que si era necesario tendría que escapar, pero de momento la cosa parecía ir bien. Chloe había vuelto a centrarse en sus propios asuntos luego del incidente con los ruidos así que esta vez tocaba hacer algo tan descarado que la cazadora simplemente no pudiera ignorarlo; el siguiente movimiento de la bruja sería un mensaje: te estoy cazando.
Caminó sigilosamente para meterse en una de las pequeñas calles que conectaban con esa área; dado que sus intenciones no eran de tener un enfrentamiento con ella no se pondría cara a cara -Bo- Murmuró. Un banco de madera que estaba un par de metros detrás de la cazadora salió volando hacia ella, aunque no era su objetivo golpear a la rubia sino casi cuatro pasos delante de ella. Se destrozó con el impacto en el concreto. No buscaba atacarla, solo despertar ese lado oculto. El juego estaba empezando; la cazadora de pie a mitad de la calle, la bruja refugiada en la oscuridad de un pequeño callejón. ¿Qué harás, Chloe? ¿Matarías a cualquiera que no sea igual con tal de cumplir tu misión como cazadora?
Vestida con una túnica negra, con la cual gracias a la capucha se podía ocultar perfectamente su rostro, aquella tarde había salido de su hogar para buscar a la cazadora en las zonas donde sabía que se movía. Le tomó bastante tiempo dar con ella; ahora llevaba poco más de una hora siguiéndola. La vigilaba desde la distancia y con bastante discreción; de no ser por el encuentro inesperado con un vagabundo que había puesto en riesgo su ubicación todo iba bien. Afortunadamente pudo disimular el encuentro como algo casual, algo que sucedería con naturaleza en la calle. El vagabundo pidió una moneda y ella, como buena samaritana, se la había dado. Aunque por dentro lo maldecía, lo insultaba, ya que por poco había arruinado un plan de días gracias a su escandalosa voz. Luego del pequeño percance el resto volvió a andar por buen camino. Aquel día la menor parecía estar bastante ocupada y peor era que Bernardine no había conseguido las circunstancias adecuadas para iniciar con su juego, porque si lo hacía con mucha gente alrededor podrían identificarla fácilmente. No fue hasta que ya entrada la noche, cuando Chloe se dirigió al mercado ambulante, que la bruja decidió que era el momento.
Como era natural, la mayoría de las personas ya se habían ido de la zona. Somos tú y yo, pensaba Bernardine mientras avanzaba a la distancia, mezclándose entre las sombras. Luego de refugiarse en un oscuro rincón, murmuró algo por lo bajo mirando a Chloe. Sonrió al ver la reacción que tenía ante el sonido; lo buscaba con la mirada a su alrededor, cuando había sido una de las grandes piedras en el suelo la que lo produjo; se había partido a la mitad. Pero también sabía que aquella probablemente era la última vez que se podía dar el placer de algo así; la cazadora, aunque sorprendida con el ruido, no parecía realmente alarmada. Cuando empezara a ponerse seria Bernardine debería ser muy cuidadosa con todo. ¿Traería sus armas? Aquello era un tema preocupante para la bruja; no es como si antes no se hubiera enfrentado a cazadores pero mentiría si decía que siempre había salido en perfecto estado. En una ocasión, de hecho, le habían perdonado la vida; la tuvieron a quemarropa y la dejaron ir. Algo claro es que si llegaban a involucrarse en un combate físico tenía las de perder, debía mantener la distancia.
Oculta, pero sin saber por cuánto tiempo más, Bernardine decidió que ya era tiempo de actuar con seriedad. Estaba consciente de que si era necesario tendría que escapar, pero de momento la cosa parecía ir bien. Chloe había vuelto a centrarse en sus propios asuntos luego del incidente con los ruidos así que esta vez tocaba hacer algo tan descarado que la cazadora simplemente no pudiera ignorarlo; el siguiente movimiento de la bruja sería un mensaje: te estoy cazando.
Caminó sigilosamente para meterse en una de las pequeñas calles que conectaban con esa área; dado que sus intenciones no eran de tener un enfrentamiento con ella no se pondría cara a cara -Bo- Murmuró. Un banco de madera que estaba un par de metros detrás de la cazadora salió volando hacia ella, aunque no era su objetivo golpear a la rubia sino casi cuatro pasos delante de ella. Se destrozó con el impacto en el concreto. No buscaba atacarla, solo despertar ese lado oculto. El juego estaba empezando; la cazadora de pie a mitad de la calle, la bruja refugiada en la oscuridad de un pequeño callejón. ¿Qué harás, Chloe? ¿Matarías a cualquiera que no sea igual con tal de cumplir tu misión como cazadora?
Bernardine Bonheur- Hechicero Clase Media
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Re: El gato y el ratón
Sentía que me observaban. Sentía que me seguían, que me estaban acorralando. Sin embargo, seguía sin poder ver o escuchar nada. Los nervios estaban empezando a consumirme por dentro hasta que por fin mi parte más racional volvió a tomar el control. Tú eres la cazadora, no la presa.
El silencio se había vuelto casi sepulcral. ¿Habría terminado ya todo? Aunque la verdadera cuestión era, ¿realmente había empezado algo o me lo había imaginado todo? Estaba agotada después de un largo día, así que tampoco era descabellado que mi imaginación pudiese estar jugándome una mala pasada. Al fin y al cabo, seguía sin poder ver nada, tan solo había escuchado un sonido que no se había vuelto a repetir.
Fue entonces cuando, en un abrir y cerrar de ojos, un objeto se lanzó contra mí a toda velocidad. Mis reflejos fueron más rápidos que mis propios pensamientos y cuando me quise dar cuenta, había dado un salto hacía atrás, encorbando ligeramente mi cuerpo en posición defensiva. A unos cuantos pasos frente a mí, un banco de madera hecho trizas en el suelo. Definitivamente, esto no había sido producto de mi imaginación.
El susto había sido tal que prácticamente podía sentir los latidos de mi corazón en la garganta, amenazando con salírseme del pecho en cualquier momento. Sin embargo, en cuestión de unos segundos, el sobresalto fue convirtiéndose en furia. Deja de comportante como una cría estúpida y haz tu trabajo.
Me incorporé de nuevo y di una pequeña vuelta sobre mí misma, buscando el origen de aquel ataque. Una vez más, nada de nada. No queriendo que me volviesen a tomar por sorpresa, uno de mi brazos se deslizó hasta la parte baja de mi espalda, buscando una pequeña daga que guardaba oculta en el interior del pantalón, atada al borde del cinturón. No llegué a sacar el cuchillo en ningún momento, simplemente dejé que las puntas de mis dedos acariciaran la empuñadura con cuidado, aunque desde la distancia el movimiento no resultaba tan sospechoso.
—¿Vas a dejarte ver o me obligarás a tener que encontrarte?—hablé en voz alta, cansada ya del jueguecito. O asustada. Aún no lo había decidido. Fuera lo que fuese, la expresión de mi rostro era tensión entremezclada con la concentración y la alerta frenta a un nuevo ataque—Te advierto de que lo segundo no te va a gustar—añadí a los pocos segundos, después de que mi primera amenaza no hubiese obtenido respuesta. Una vez más, la única respuesta que recibí fue el silencio, lo que terminó por sacarme de mis casillas. Aún así, y debido a mi caracter, lo máximo que llegué a hacer fue elevar un poco más el tono de mi voz—¡Sal de una vez, cobarde!
Para enfatizar un poco más mi punto de vista, lo único que se me ocurrió fue acercarme hasta el destrozado banco y propinarle una buena patada a los listones de madera, desperdigándolos por el suelo que había a mi alrededor y armando un estruendo considerable. No es que me importase demasiado, ya que por el sitio y la hora, era poco probable que alguien se atreviera a acercarse a investigar.
El silencio se había vuelto casi sepulcral. ¿Habría terminado ya todo? Aunque la verdadera cuestión era, ¿realmente había empezado algo o me lo había imaginado todo? Estaba agotada después de un largo día, así que tampoco era descabellado que mi imaginación pudiese estar jugándome una mala pasada. Al fin y al cabo, seguía sin poder ver nada, tan solo había escuchado un sonido que no se había vuelto a repetir.
Fue entonces cuando, en un abrir y cerrar de ojos, un objeto se lanzó contra mí a toda velocidad. Mis reflejos fueron más rápidos que mis propios pensamientos y cuando me quise dar cuenta, había dado un salto hacía atrás, encorbando ligeramente mi cuerpo en posición defensiva. A unos cuantos pasos frente a mí, un banco de madera hecho trizas en el suelo. Definitivamente, esto no había sido producto de mi imaginación.
El susto había sido tal que prácticamente podía sentir los latidos de mi corazón en la garganta, amenazando con salírseme del pecho en cualquier momento. Sin embargo, en cuestión de unos segundos, el sobresalto fue convirtiéndose en furia. Deja de comportante como una cría estúpida y haz tu trabajo.
Me incorporé de nuevo y di una pequeña vuelta sobre mí misma, buscando el origen de aquel ataque. Una vez más, nada de nada. No queriendo que me volviesen a tomar por sorpresa, uno de mi brazos se deslizó hasta la parte baja de mi espalda, buscando una pequeña daga que guardaba oculta en el interior del pantalón, atada al borde del cinturón. No llegué a sacar el cuchillo en ningún momento, simplemente dejé que las puntas de mis dedos acariciaran la empuñadura con cuidado, aunque desde la distancia el movimiento no resultaba tan sospechoso.
—¿Vas a dejarte ver o me obligarás a tener que encontrarte?—hablé en voz alta, cansada ya del jueguecito. O asustada. Aún no lo había decidido. Fuera lo que fuese, la expresión de mi rostro era tensión entremezclada con la concentración y la alerta frenta a un nuevo ataque—Te advierto de que lo segundo no te va a gustar—añadí a los pocos segundos, después de que mi primera amenaza no hubiese obtenido respuesta. Una vez más, la única respuesta que recibí fue el silencio, lo que terminó por sacarme de mis casillas. Aún así, y debido a mi caracter, lo máximo que llegué a hacer fue elevar un poco más el tono de mi voz—¡Sal de una vez, cobarde!
Para enfatizar un poco más mi punto de vista, lo único que se me ocurrió fue acercarme hasta el destrozado banco y propinarle una buena patada a los listones de madera, desperdigándolos por el suelo que había a mi alrededor y armando un estruendo considerable. No es que me importase demasiado, ya que por el sitio y la hora, era poco probable que alguien se atreviera a acercarse a investigar.
Chloe Beale- Cazador Clase Media
- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 07/04/2013
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Re: El gato y el ratón
Sonrió ligeramente, satisfecha de haber conseguido una respuesta por parte de la cazadora. La analizó desde su refugio aunque tenía muchos factores en su contra: la oscuridad, la distancia. Su pobre visión no le daba ninguna ventaja en ese aspecto pero irónicamente esto mismo le ayudaría pues a pesar de no percibir ninguna amenaza en aquel movimiento tan sutil del brazo de la cazadora, de hecho en un principio lo atribuyó al nerviosismo, supo que debía tenerlo en cuenta. Quién sabe, quizá oculto por sus debilidades estaría un revolver que la chica no dudaría en utilizar si se veían cara a cara; ahora tenía la ventaja pero un error tan simple como el hecho de no ver un arma oculta podía poner las cosas en su contra. Planeaba evadir cualquier tipo de encuentro que pudiera terminar con alguna de las dos heridas pero, de ser necesario, habría de defenderse de acuerdo a la situación que se le presentara. Respiró hondo, tranquilizando su corazón que comenzaba a latir excitado; sentía la adrenalina bombear junto con su sangre, llenando su cuerpo.
”Claro que no me revelaré, Chloe… tú deberás encontrarme” Pensaba para sus adentros relamiéndose los labios de gusto. Estaba disfrutándolo realmente; le emocionaba demasiado, ya había pasado un buen tiempo desde la última vez que hizo algo que pudiera tornarse tan peligroso. ¿Y si la cazadora la atrapaba? Entonces tendría que utilizar sus trucos más poderosos para escaparse antes de que las cosas se pusieran feas de verdad. De momento la prioridad era mantener oculta su identidad o el juego se arruinaría. Acosarla de noche mientras buscaba bajar sus defensas de día; la idea era ser descubierta pero no ahora, primero necesitaba ganarse su confianza como ciudadana y luego como bruja. Chloe debía convencerse de que Bernardine no se proponía dañar a otros, solo buscaba aceptación, y de ese modo confiaba en que tendría mayor facilidad para actuar más adelante. Si la cazadora creía que Bernardine era inocente quizá podría quitarle algún peso de encima en el futuro.
Miró los restos de madera esparcidos a unos metros del lugar original donde el banco se había estrellado, a causa de la patada que la chica les dio. Asintió ligeramente una vez formulada la siguiente parte de su desafío. Retrocedió un par de pasos, internándose más a la callejuela donde estaba y centrando sus pensamientos en la parte que alguna vez había sido una de las patas del banco -Ag… Bo- Ante aquellas palabras, dicha pieza de madera se encendió en llamas y posteriormente salió volando en la dirección en que Bernardine se encontraba, golpeando la pared de una casa. Más que un señuelo hacia una trampa era una invitación para su cazadora; claro que para el momento en que su propio truco revelara su posición la bruja ya estaría alejándose de ahí y buscando su siguiente escondite. Un pequeño callejón que se encontraba apenas a unos ocho metros de distancia de la esquina donde la madera incandescente golpeó.
Al internarse en su nuevo escondite, el callejón, tropezó con un vagabundo que dormía en el suelo; al despertar por el abrupto choque, que casi deja a la incauta bruja en el suelo, el hombre comienza a balbucear un poco. La desgracia del mendigo era la carta maestra para Bernardine, le daba a su plan el elemento faltante para la segunda etapa que de lo contrario se habría visto forzada a inventar sobre la marcha; pero ahora ya tenía una idea de lo que debía hacer a continuación. Molesto, el hombre se puso de pie mientras se frotaba los ojos y sus incomprensibles palabras se empezaron a tornar en insultos, mas no por eso ganaban mucho sentido. A juzgar por su aroma estaba bastante ebrio. La bruja volvió a su lado y le tomó con fuerza del mentón; la oscuridad le impedía ver más que su silueta y un par de detalles, como el sutil brillo de sus ojos -Narir luv- Ante la orden, el hombre se quedó en silencio un par de segundos antes de comenzar a sollozar. La bruja después le señaló con la cabeza la calle a la que se conectaba el callejón, de donde venía. Inmediatamente el sujeto se dirigió allá, quedándose de pie justo a la mitad de la misma; sus sollozos empezaron a volverse más fuertes, más llamativos.
A unos cuantos pasos de la entrada al callejón, la bruja se encontraba acuclillada mirando la silueta de su juguete pero no podía ver la de la chica desde ahí; para su desgracia, su oído tampoco le revelaba algo importante. Aparte de los lamentos del vagabundo y el latir de su propio corazón, la noche era dominada por un silencio sepulcral. ¿En dónde estaría la cazadora? No la escuchaba ni le veía, lo que la ponía a pensar pensar en muchas posibilidades luego de que hubiera arrojado la madera, la mayoría eran malas para ella pues le quitaban la ventaja de saber la ubicación de su presa. De cualquier modo no podía sentarse a esperar ser descubierta, debía ser más rápida que Chloe; ¿serían los juegos mentales sobre el vagabundo suficiente para devolverle el control? Empezaba a ponerse nerviosa.
”Claro que no me revelaré, Chloe… tú deberás encontrarme” Pensaba para sus adentros relamiéndose los labios de gusto. Estaba disfrutándolo realmente; le emocionaba demasiado, ya había pasado un buen tiempo desde la última vez que hizo algo que pudiera tornarse tan peligroso. ¿Y si la cazadora la atrapaba? Entonces tendría que utilizar sus trucos más poderosos para escaparse antes de que las cosas se pusieran feas de verdad. De momento la prioridad era mantener oculta su identidad o el juego se arruinaría. Acosarla de noche mientras buscaba bajar sus defensas de día; la idea era ser descubierta pero no ahora, primero necesitaba ganarse su confianza como ciudadana y luego como bruja. Chloe debía convencerse de que Bernardine no se proponía dañar a otros, solo buscaba aceptación, y de ese modo confiaba en que tendría mayor facilidad para actuar más adelante. Si la cazadora creía que Bernardine era inocente quizá podría quitarle algún peso de encima en el futuro.
Miró los restos de madera esparcidos a unos metros del lugar original donde el banco se había estrellado, a causa de la patada que la chica les dio. Asintió ligeramente una vez formulada la siguiente parte de su desafío. Retrocedió un par de pasos, internándose más a la callejuela donde estaba y centrando sus pensamientos en la parte que alguna vez había sido una de las patas del banco -Ag… Bo- Ante aquellas palabras, dicha pieza de madera se encendió en llamas y posteriormente salió volando en la dirección en que Bernardine se encontraba, golpeando la pared de una casa. Más que un señuelo hacia una trampa era una invitación para su cazadora; claro que para el momento en que su propio truco revelara su posición la bruja ya estaría alejándose de ahí y buscando su siguiente escondite. Un pequeño callejón que se encontraba apenas a unos ocho metros de distancia de la esquina donde la madera incandescente golpeó.
Al internarse en su nuevo escondite, el callejón, tropezó con un vagabundo que dormía en el suelo; al despertar por el abrupto choque, que casi deja a la incauta bruja en el suelo, el hombre comienza a balbucear un poco. La desgracia del mendigo era la carta maestra para Bernardine, le daba a su plan el elemento faltante para la segunda etapa que de lo contrario se habría visto forzada a inventar sobre la marcha; pero ahora ya tenía una idea de lo que debía hacer a continuación. Molesto, el hombre se puso de pie mientras se frotaba los ojos y sus incomprensibles palabras se empezaron a tornar en insultos, mas no por eso ganaban mucho sentido. A juzgar por su aroma estaba bastante ebrio. La bruja volvió a su lado y le tomó con fuerza del mentón; la oscuridad le impedía ver más que su silueta y un par de detalles, como el sutil brillo de sus ojos -Narir luv- Ante la orden, el hombre se quedó en silencio un par de segundos antes de comenzar a sollozar. La bruja después le señaló con la cabeza la calle a la que se conectaba el callejón, de donde venía. Inmediatamente el sujeto se dirigió allá, quedándose de pie justo a la mitad de la misma; sus sollozos empezaron a volverse más fuertes, más llamativos.
A unos cuantos pasos de la entrada al callejón, la bruja se encontraba acuclillada mirando la silueta de su juguete pero no podía ver la de la chica desde ahí; para su desgracia, su oído tampoco le revelaba algo importante. Aparte de los lamentos del vagabundo y el latir de su propio corazón, la noche era dominada por un silencio sepulcral. ¿En dónde estaría la cazadora? No la escuchaba ni le veía, lo que la ponía a pensar pensar en muchas posibilidades luego de que hubiera arrojado la madera, la mayoría eran malas para ella pues le quitaban la ventaja de saber la ubicación de su presa. De cualquier modo no podía sentarse a esperar ser descubierta, debía ser más rápida que Chloe; ¿serían los juegos mentales sobre el vagabundo suficiente para devolverle el control? Empezaba a ponerse nerviosa.
[spoiler=Off]¡Disculpa la demora!
Como te expliqué en mi mp, estuve algo mal de salud y no tenía ni ganas de postear. Pero ya estoy de vuelta; de nuevo, lo siento mucho.
Por si te da curiosidad la hechicería de Bernardine, utilizo para sus hechizos una mezcla del idioma de los dragones en Skyrim con el idioma de los Mandalore en el universo de Star Wars. Son conceptos simples, enlazados al contexto y las intenciones de Bernardine al utilizarlos. Todo junto ayuda a crear un determinado efecto.[/color]
Bernardine Bonheur- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 26/03/2013
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