AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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ratón, que te pilla el gato... [Ian Lancaster]
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ratón, que te pilla el gato... [Ian Lancaster]
Estaban siendo unos días complicados, por no decir semanas. La habían echado de su último y triste empleo y no había encontrado otro. El invierno era difícil, la gente menos pudiente entre los adinerados despedía a sus criados para ahorrar algunas monedas, y los que podían permitirse seguir teniendo personal en casa, no contrataban a muchachas como ella, de tan bajo status, así que solo le quedaba mendigar en alguna esquina y buscar bayas y moras en el bosque, porque era realmente mala cazando, solía hacerse más daño a si misma que a los animales. La otra alternativa era un peor. No quería ser de las muchachas que vendían su cuerpo para poder comer, conocía ese mundo por una en particular, y era la persona más infeliz que había visto jamás. Así que ahí estaba ella, con el bolsillo de su mil veces remendado mandil lleno de frutos silvestres y un par de setas grandes. No era demasiado, pero al menos tendría algo que llevarse a la boca.
Cuando llegó a la ciudad ya era noche cerrada y se había encapotado el cielo, solo chispeaba, pero a medio camino de su "casa" la lluvia se volvió torrencial. No eran buenas horas para pasear por aquellos intrincados callejones, tal vez en la parte rica de Paris no hubiera problema, pero aquella zona... no era ni mucho menos un paraíso de seguridad. Vanya se frotó los brazos congelada, el viento soplaba frío y el agua le calaba hasta los huesos. No paraba de pensar en llegar a casa y encender un fuego cuando un hombre corpulento le cerró el paso. No era rico, pero tampoco pobre, sus ropas eran suficientemente buenas. Estaba ebrio y de su boca no salían más que obscenidades. La agarró del brazo y la muchacha se revolvió para soltarse. Odiaba a los tipos así, bastantes frecuentes por aquellos sitios. Solían ofrecer un par de monedas a las muchachas pobres por un rato de "cariño", era más barato que una cortesana. Algunas cedían a veces cuando el hambre les nublaba la razón, eran un blanco fácil para tipos como él. El hombre siguió insistiendo y Vanya echó a correr, tan rápido como sus finas piernas y cuerpo cansado le permitían.
Se perdió entre los callejones pero cuando se creía a salvo escuchaba de nuevo las risotadas del barbudo borracho cada vez más enfadado. Al girar una esquina chocó con algo y calló de culo sobre el frío suelo encharcado, por si no estuviese suficientemente empapada. La voz del hombre se escuchó otra vez, más cerca y Vanya se giró con miedo mientras se levantaba con torpeza.-Por favor... ayúdeme- suplicó buscando desesperadamente una afirmación mirándole desde sus nerviosos ojos verdes. ¿Porqué pedía ayuda a un desconocido? porque ella le ayudaría de ser la situación contraria, siempre pensaba que la gente era bondadosa, considerada y generosa... hasta que se demostrara lo contrario. Eso y que estaba desesperada y para que negarlo, un poco perdida también.
Cuando llegó a la ciudad ya era noche cerrada y se había encapotado el cielo, solo chispeaba, pero a medio camino de su "casa" la lluvia se volvió torrencial. No eran buenas horas para pasear por aquellos intrincados callejones, tal vez en la parte rica de Paris no hubiera problema, pero aquella zona... no era ni mucho menos un paraíso de seguridad. Vanya se frotó los brazos congelada, el viento soplaba frío y el agua le calaba hasta los huesos. No paraba de pensar en llegar a casa y encender un fuego cuando un hombre corpulento le cerró el paso. No era rico, pero tampoco pobre, sus ropas eran suficientemente buenas. Estaba ebrio y de su boca no salían más que obscenidades. La agarró del brazo y la muchacha se revolvió para soltarse. Odiaba a los tipos así, bastantes frecuentes por aquellos sitios. Solían ofrecer un par de monedas a las muchachas pobres por un rato de "cariño", era más barato que una cortesana. Algunas cedían a veces cuando el hambre les nublaba la razón, eran un blanco fácil para tipos como él. El hombre siguió insistiendo y Vanya echó a correr, tan rápido como sus finas piernas y cuerpo cansado le permitían.
Se perdió entre los callejones pero cuando se creía a salvo escuchaba de nuevo las risotadas del barbudo borracho cada vez más enfadado. Al girar una esquina chocó con algo y calló de culo sobre el frío suelo encharcado, por si no estuviese suficientemente empapada. La voz del hombre se escuchó otra vez, más cerca y Vanya se giró con miedo mientras se levantaba con torpeza.-Por favor... ayúdeme- suplicó buscando desesperadamente una afirmación mirándole desde sus nerviosos ojos verdes. ¿Porqué pedía ayuda a un desconocido? porque ella le ayudaría de ser la situación contraria, siempre pensaba que la gente era bondadosa, considerada y generosa... hasta que se demostrara lo contrario. Eso y que estaba desesperada y para que negarlo, un poco perdida también.
Vanya Kiryakonova- Humano Clase Baja
- Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 11/04/2012
Re: ratón, que te pilla el gato... [Ian Lancaster]
Noche de tormenta en París. No había nada en las calles, era la cruda soledad de una noche lluviosa en las que nadie salía a la calle, ni para ir a la taberna a tomar algo, ni siquiera para refugiarse con alguna mujer de compañía por los burdeles de la capital de Francia.
Ian, peculiarmente no se encontraba en casa, esa noche estaba hecha para la caza. Llevaba su túnica negra, hasta las rodillas, su ropa completamente negra y elegante bajo ella. Su peinado revuelto, completamente empapado por la lluvia, pegado a su cabeza la cual sacudía con su mano para que se le quedara algo más alborotado. Ian se dirigía hacia uno de los castillos de los burgueses, a por algún tentempié que comer, siervos de la realeza o similares, era una sangre realmente satisfactoria. -Siente la ira de mi alma.- Le murmuró en el oído a uno de la guardia del castillo, manteniéndolo en el aire cogido simplemente del cuello. Le asestó un golpe en el costado, donde el guardia no pudo mas que estremecerse ante el dolor que podía sentir, siendo sacudido por la fuerza de un vampiro. Acercó al guardia hacia él con ferocidad, clavando los colmillos en el cuello ajeno, succionando hasta la última gota de sangre que tenía aquella persona, ya fuera humana o no.
El nosferatu pensó tal vez que aquello sería lo único que se llevara a la boca aquella noche, pero no todo era como parecía. Ian continuaba ahora caminando por una de las calles ''más pobres'' de la parte rica de París, donde había bastantes callejuelas oscuras, sin ninguna iluminación. De repente, algo chocó con el vampiro, algo que rápidamente calló al suelo. Era una muchacha joven, de cabello pelirrojo la que había ido a parar al suelo. Ian por un momento se quedó mirándola, habiendo parado por el encuentro. A lo lejos, no mucho más, una voz grave se oía gritar, de manera desesperada. Ian mirando la cara de terror en la chica, la que no sabía ni levantarse en ese momento, parecía que se hubiera quedado petrificada, la tomó en brazos y dió un salto llegando hasta uno de los tejados de los edificios que encerraban las calles en unas calles muy, muy estrechas. -No te muevas.- Advirtió a la chica, antes de saltar de nuevo al suelo, esperando que fuera aquel hombre el que ahora cruzara la esquina. Cuando este llegó se quedó mirando hacia todos lados, Ian, a su lado, lo tomó rápidamente del cuello, sujetándolo con violencia. Lo zarandeó hasta dejarle tirado en el suelo boca abajo, pisándole la cabeza contra el duro asfalto. -Has metido tus narices donde no te llaman, grandullón. ¿No te da vergüenza perseguir y acosar a jóvenes indefensas?- Alzó una ceja apretando un poco más. El hombre parecía asustado también, ya tampoco sabía que decir, estaba completamente borracho. Comenzó a llorar. -Uuhgh Lo siento, solo quería algo de cariño.. ¡hip!.- Ian en ese momento lo soltó de su prisión. -¡Lárgate de mi vista! ¡Ya!- Impuso el vampiro mientras los veía levantarse, pero lo que hizo, fue abalanzarse a atacar al vampiro. Lo tomó en brazos y salió a correr, cayendo los dos al suelo, Ian de espaldas, como se suponía que iba a hacerse más daño. Cuando el hombre pensó que lo había destrozado, se levantó se rió de Ian, yendo a pisarle la cara, igual que antes el vampiro había hecho con él, pero éste tomó su boca con la mano, le tomó con la otra mano la pierna, y lo tiró al suelo con mucha violencia. Sangre comenzó a correr por el asfalto, el golpe había sido aparatoso, el borracho parecía dolido, con una brecha en la cabeza y completamente mojado, ya que el golpe, había sido contra un gran charco, debido a la fuerte lluvia que caía. Ian se acercó a su oído. -Yo mermaré tu dolor... Y dejarás de hacérselo a los demás.- Como aun tenía un poco de hambre, se fue directo a su cuello, como antes ya había hecho con el guardia en el castillo.
Ian, saciado hasta reventar, dejando el cuerpo allí, volvió a donde estaba la muchacha, aun asustada, seguramente habría visto la escena, y podría no haber sido bueno el ver como un vampiro casi degollaba a una persona. Se puso en cunclillas a su lado, la tomó en brazos y volvieron al suelo, donde en un banco, dejó a la chica al lado, por si quería sentarse. Ian se quitó el abrigo enorme y se lo puso por encima a la chica, esperando alguna señal. -¿Estás bien?- Fue lo único que salió de la boca del vampiro. Hacía frío, o seguramente lo haría para ella, Ian no sentía ningún tipo de sensación al clima, apenas. La lluvia no parecía que fuera a parar, por lo que cuando ella ya estuviera dispuesta a reaccionar, Ian la llevaría a algún cobijo cercano, para que la lluvia no castigara más la temperatura de la joven muchacha.
Ian, peculiarmente no se encontraba en casa, esa noche estaba hecha para la caza. Llevaba su túnica negra, hasta las rodillas, su ropa completamente negra y elegante bajo ella. Su peinado revuelto, completamente empapado por la lluvia, pegado a su cabeza la cual sacudía con su mano para que se le quedara algo más alborotado. Ian se dirigía hacia uno de los castillos de los burgueses, a por algún tentempié que comer, siervos de la realeza o similares, era una sangre realmente satisfactoria. -Siente la ira de mi alma.- Le murmuró en el oído a uno de la guardia del castillo, manteniéndolo en el aire cogido simplemente del cuello. Le asestó un golpe en el costado, donde el guardia no pudo mas que estremecerse ante el dolor que podía sentir, siendo sacudido por la fuerza de un vampiro. Acercó al guardia hacia él con ferocidad, clavando los colmillos en el cuello ajeno, succionando hasta la última gota de sangre que tenía aquella persona, ya fuera humana o no.
El nosferatu pensó tal vez que aquello sería lo único que se llevara a la boca aquella noche, pero no todo era como parecía. Ian continuaba ahora caminando por una de las calles ''más pobres'' de la parte rica de París, donde había bastantes callejuelas oscuras, sin ninguna iluminación. De repente, algo chocó con el vampiro, algo que rápidamente calló al suelo. Era una muchacha joven, de cabello pelirrojo la que había ido a parar al suelo. Ian por un momento se quedó mirándola, habiendo parado por el encuentro. A lo lejos, no mucho más, una voz grave se oía gritar, de manera desesperada. Ian mirando la cara de terror en la chica, la que no sabía ni levantarse en ese momento, parecía que se hubiera quedado petrificada, la tomó en brazos y dió un salto llegando hasta uno de los tejados de los edificios que encerraban las calles en unas calles muy, muy estrechas. -No te muevas.- Advirtió a la chica, antes de saltar de nuevo al suelo, esperando que fuera aquel hombre el que ahora cruzara la esquina. Cuando este llegó se quedó mirando hacia todos lados, Ian, a su lado, lo tomó rápidamente del cuello, sujetándolo con violencia. Lo zarandeó hasta dejarle tirado en el suelo boca abajo, pisándole la cabeza contra el duro asfalto. -Has metido tus narices donde no te llaman, grandullón. ¿No te da vergüenza perseguir y acosar a jóvenes indefensas?- Alzó una ceja apretando un poco más. El hombre parecía asustado también, ya tampoco sabía que decir, estaba completamente borracho. Comenzó a llorar. -Uuhgh Lo siento, solo quería algo de cariño.. ¡hip!.- Ian en ese momento lo soltó de su prisión. -¡Lárgate de mi vista! ¡Ya!- Impuso el vampiro mientras los veía levantarse, pero lo que hizo, fue abalanzarse a atacar al vampiro. Lo tomó en brazos y salió a correr, cayendo los dos al suelo, Ian de espaldas, como se suponía que iba a hacerse más daño. Cuando el hombre pensó que lo había destrozado, se levantó se rió de Ian, yendo a pisarle la cara, igual que antes el vampiro había hecho con él, pero éste tomó su boca con la mano, le tomó con la otra mano la pierna, y lo tiró al suelo con mucha violencia. Sangre comenzó a correr por el asfalto, el golpe había sido aparatoso, el borracho parecía dolido, con una brecha en la cabeza y completamente mojado, ya que el golpe, había sido contra un gran charco, debido a la fuerte lluvia que caía. Ian se acercó a su oído. -Yo mermaré tu dolor... Y dejarás de hacérselo a los demás.- Como aun tenía un poco de hambre, se fue directo a su cuello, como antes ya había hecho con el guardia en el castillo.
Ian, saciado hasta reventar, dejando el cuerpo allí, volvió a donde estaba la muchacha, aun asustada, seguramente habría visto la escena, y podría no haber sido bueno el ver como un vampiro casi degollaba a una persona. Se puso en cunclillas a su lado, la tomó en brazos y volvieron al suelo, donde en un banco, dejó a la chica al lado, por si quería sentarse. Ian se quitó el abrigo enorme y se lo puso por encima a la chica, esperando alguna señal. -¿Estás bien?- Fue lo único que salió de la boca del vampiro. Hacía frío, o seguramente lo haría para ella, Ian no sentía ningún tipo de sensación al clima, apenas. La lluvia no parecía que fuera a parar, por lo que cuando ella ya estuviera dispuesta a reaccionar, Ian la llevaría a algún cobijo cercano, para que la lluvia no castigara más la temperatura de la joven muchacha.
Ian Lancaster- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 26/02/2011
Edad : 32
Re: ratón, que te pilla el gato... [Ian Lancaster]
De todas las cosas que Vanya hubiera podido esperar en ese momento, que la tomaran en volandas era la última. Miró al desconocido confusa aun medio petrificada, sin embargo aun quedaban más sorpresas. De un salto despegó del suelo con ella en brazos. Simplemente no podía creerlo, eso era humanamente imposible, ¿cómo lo había hecho?. La muchacha no se dio cuenta de lo fuerte que le estaba agarrando hasta que él la dejó en aquel tejado. Apenas consiguió asentir antes de verle bajar de nuevo, como si fuera lo más normal de este mundo. De todas formas, ¿Cómo se supone que iba a bajar de allí si no? Vanya respiró hondo e intentó buscar una explicación lógica, pero esta nunca llegó. Siguió al misterioso hombre y presenció todo su encuentro con el acosador. No veía bien sentada, así que se puso en pie, resbalando con las tejas mojadas. Soltó un pequeño grito horrorizado hasta que recuperó el equilibrio. No era apta para formar parte de un circo como equilibrista, eso estaba claro. Siguió avanzando por el empinado tejado asegurando cada paso antes de dar el siguiente, hasta que llegó a un punto donde tuvo perfecta visión de lo que pasaba.
Le pareció que todo era muy rápido y sobre todo muy violento. Se le escaparon jadeos de sorpresa varias veces, pero parecía estar acabando bien... parecía. Cuando el desconocido dejó libre al borracho este arremetió contra él. La muchacha apretó la mandíbula y casi se le olvidó respirar por el suspense. Cuando le vio abrir su garganta las rodillas le flaquearon tanto que tuvo que sentarse al borde de un ataque de ansiedad. Había visto hombres pelearse otra veces, pero nada como eso. ¿Quién era capaz de hacer algo así? Ese tipo la asustaba más que el borracho, era mil veces más peligroso. Dejó escapar un grito ahogado de sorpresa cuando apareció de nuevo en el tejado. Intentó retroceder un poco pero la volvió a coger en brazos para bajarla al suelo. En cuanto lo sintió bajo sus pies se alejó como si quemara. Sus dientes castañeaban del frío y apenas podía articular palabra.-Esta... ¿Está muerto?- preguntó angustiada. Sentía como que si lo hubiera matado ella indirectamente y no podía soportar la idea. Nadie merecía morir. Le vio removerse debajo de su capa y se encogió apretando los ojos esperando lo peor, pero en lugar de aquello, algo pesado y cálido cayó sobre sus hombros con delicadeza. Abrió los ojos mirando la capa y la apretó contra su congelado y menudo cuerpo. El pelo se le pegaba a la cara completamente mojado, así que lo apartó con una mano para tener más claridad. Le miró sin comprender, ¿Cómo podía un asesino ser atento y amable?
Asintió ante su pregunta después de pensárselo un poco.-¿Cómo lo has hecho? Lo de saltar al tejado y... y...- Vanya miró al oscuro callejón donde se encontraba en cuerpo inerte del borracho. No podía verlo pero sentía como si le gritara. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo-¿Quien... Qué eres?-preguntó con un hilo de voz. Una de las señoras a las que había servido le solía contar historias de criaturas peligrosas, hijos de la noche y las tinieblas, pero ella nunca las creyó. Dios era bondadoso, no les dejaría existir, aunque ahora empezaba a dudarlo.-Estabas... bebiendo...- no podía terminar la frase, aquello la superaba.
Le pareció que todo era muy rápido y sobre todo muy violento. Se le escaparon jadeos de sorpresa varias veces, pero parecía estar acabando bien... parecía. Cuando el desconocido dejó libre al borracho este arremetió contra él. La muchacha apretó la mandíbula y casi se le olvidó respirar por el suspense. Cuando le vio abrir su garganta las rodillas le flaquearon tanto que tuvo que sentarse al borde de un ataque de ansiedad. Había visto hombres pelearse otra veces, pero nada como eso. ¿Quién era capaz de hacer algo así? Ese tipo la asustaba más que el borracho, era mil veces más peligroso. Dejó escapar un grito ahogado de sorpresa cuando apareció de nuevo en el tejado. Intentó retroceder un poco pero la volvió a coger en brazos para bajarla al suelo. En cuanto lo sintió bajo sus pies se alejó como si quemara. Sus dientes castañeaban del frío y apenas podía articular palabra.-Esta... ¿Está muerto?- preguntó angustiada. Sentía como que si lo hubiera matado ella indirectamente y no podía soportar la idea. Nadie merecía morir. Le vio removerse debajo de su capa y se encogió apretando los ojos esperando lo peor, pero en lugar de aquello, algo pesado y cálido cayó sobre sus hombros con delicadeza. Abrió los ojos mirando la capa y la apretó contra su congelado y menudo cuerpo. El pelo se le pegaba a la cara completamente mojado, así que lo apartó con una mano para tener más claridad. Le miró sin comprender, ¿Cómo podía un asesino ser atento y amable?
Asintió ante su pregunta después de pensárselo un poco.-¿Cómo lo has hecho? Lo de saltar al tejado y... y...- Vanya miró al oscuro callejón donde se encontraba en cuerpo inerte del borracho. No podía verlo pero sentía como si le gritara. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo-¿Quien... Qué eres?-preguntó con un hilo de voz. Una de las señoras a las que había servido le solía contar historias de criaturas peligrosas, hijos de la noche y las tinieblas, pero ella nunca las creyó. Dios era bondadoso, no les dejaría existir, aunque ahora empezaba a dudarlo.-Estabas... bebiendo...- no podía terminar la frase, aquello la superaba.
Vanya Kiryakonova- Humano Clase Baja
- Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 11/04/2012
Re: ratón, que te pilla el gato... [Ian Lancaster]
Todo lo que Ian odiaba, todo lo que lo angustiaba, lo único que podía quitarle el sueño, era el saber que fuera, en la calle, podía haber algún tipo de asesino. Todo lo que Ian siempre repudió, lo estaba siendo aquella noche. Pero... ¿No estaba todo bien en realidad? ¿Tan malvados habían sido sus actos? La alta clase, rodeada de lujos, que ni ellos mismos ganas, si no por herencia, esos que no dan un palo al agua, son los que desprecien la mala clase y el trabajo duro. Los que están forrados de guardias a su merced, por un puñado de monedas, ¿librarse una vida? Dan su vida por intentar conservarla siendo siervos de la burguesía. Quizás la chica que allí había, junto a Ian, no podría entender lo más mínimo en lo que sucedía. Quizás salvar una vida. Ian se mantuvo a su lado, escuchando sus lamentos y preguntas atemorizada por la presencia del cadáver y mucho más, por la presencia de aquel asesino mortífero. No hizo más que defender a una chica indefensa, y en el peor de los casos, defenderse a sí mismo, ya que el tipo, borracho y enfadado, era capaz de matar. Un asesino inteligente mataba a un asesino sus escrúpulos, sin cerebro por el consumo del alcohol y sin saber si en alguna ocasión ya había perseguido a muchachas jóvenes para favores sexuales, que al ser rechazados, hayan hecho cosas horribles. -Haces demasiadas preguntas.- Se limitó a decir sin siquiera mirarla. -Podría haberte matado si no accedías a sus peticiones. Sabes que te hubiera podido hacer daño.- Dijo de manera seria aun sin mirarla. -Alejémonos de aquí.- La cogió en brazos sin avisar y comenzó a correr, no mucho más que un humano, ya había visto suficiente aquella chica esa noche.
Ian la acercó a sus dominios en cuestión de cinco minutos, más a la verja de su mansión, sin acercarse a la puerta lo más mínimo. La dejó sobre el tablado de madera que Ian poseía, tapado por una pérgola del mismo material, completamente impermeable, pero que por sus lados, había canalones en los que el agua caía desde una de las esquinas de la pérgola. Medía tal vez cinco metros cuadrados, lo suficiente para salir una noche a cenar con la familia, pero... ¿Qué familia?
-Pienso que eres algo mayor para no saber lo que pasa en este mundo. Pienso desvelártelo, debes estar al tanto de la actualidad, y mucho más, estar alerta de tu propia seguridad.- Comenzó a decir sin dejarla siquiera abrir la boca desde que la cogió en el callejón para venir hasta donde ambos se encontraban. -Existen ciertas criaturas ocultas en la oscuridad. De día es el mundo que conoces, de noche, todo ser inerte y manadas cobran vida.- Abrió su boca, mostrando sus colmillos, para que pudiera desvelar de lo que esto trataba. -Como puedes comprobar... por mi fuerza, mi agilidad, mi sed... Que soy un, vampiro.- Dijo extrañamente, Ian no solía desvelar su identidad, solía mantenerse al margen de lo que la gente quisiera saber, es más, gustaba de la curiosidad de la gente para saber que era. La muchacha, asustada y anonadada por los comentarios del vampiro, tenía dos opciones. Correr y querer escapar. O más bien, mostrar una pequeña valentía en descubrir más sobre aquello o tan solo para responderle, ya fuera lo que le dijera. Aunque fuera un simple... ''Gracias''.
La lluvia no cesaba, las hojas de los árboles eran arrancadas, las pocas que quedaban, algunas ya solo de hoja perenne, todas las demás eran ya hojas del otoño anterior, aquello cubría el suelo de París, dándole un toque anaranjado a las tempranas mañanas a las que Ian, jamás iba a poder asistir.
Ian la acercó a sus dominios en cuestión de cinco minutos, más a la verja de su mansión, sin acercarse a la puerta lo más mínimo. La dejó sobre el tablado de madera que Ian poseía, tapado por una pérgola del mismo material, completamente impermeable, pero que por sus lados, había canalones en los que el agua caía desde una de las esquinas de la pérgola. Medía tal vez cinco metros cuadrados, lo suficiente para salir una noche a cenar con la familia, pero... ¿Qué familia?
-Pienso que eres algo mayor para no saber lo que pasa en este mundo. Pienso desvelártelo, debes estar al tanto de la actualidad, y mucho más, estar alerta de tu propia seguridad.- Comenzó a decir sin dejarla siquiera abrir la boca desde que la cogió en el callejón para venir hasta donde ambos se encontraban. -Existen ciertas criaturas ocultas en la oscuridad. De día es el mundo que conoces, de noche, todo ser inerte y manadas cobran vida.- Abrió su boca, mostrando sus colmillos, para que pudiera desvelar de lo que esto trataba. -Como puedes comprobar... por mi fuerza, mi agilidad, mi sed... Que soy un, vampiro.- Dijo extrañamente, Ian no solía desvelar su identidad, solía mantenerse al margen de lo que la gente quisiera saber, es más, gustaba de la curiosidad de la gente para saber que era. La muchacha, asustada y anonadada por los comentarios del vampiro, tenía dos opciones. Correr y querer escapar. O más bien, mostrar una pequeña valentía en descubrir más sobre aquello o tan solo para responderle, ya fuera lo que le dijera. Aunque fuera un simple... ''Gracias''.
La lluvia no cesaba, las hojas de los árboles eran arrancadas, las pocas que quedaban, algunas ya solo de hoja perenne, todas las demás eran ya hojas del otoño anterior, aquello cubría el suelo de París, dándole un toque anaranjado a las tempranas mañanas a las que Ian, jamás iba a poder asistir.
Ian Lancaster- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 26/02/2011
Edad : 32
Re: ratón, que te pilla el gato... [Ian Lancaster]
Vanya calló de pronto agachando la mirada amedrentada, después de lo que había visto prefería no contrariarle. No era lógico temer a aquel que te ha salvado la vida, pero pero había tantas incógnitas por resolver en aquel momento, que el miedo a lo desconocido y terrorífico de aquel asesinato le erizaba la piel. La muchacha le miró de soslayo sintiéndose levemente culpable de repente.-Si, lo se. Grac...-iba a disculparse con su típica torpeza cohibida, pero las palabras del hombre la cortaron otra vez. Van no sabía si podría acostumbrarse a estar siempre en volandas, pero no estaba tan mal. No le sorprendió como el resto de veces, después de tres, empezaba a asimilar que si él quería la llevaría donde quisiera como si de un muñeco se tratase, pues a fin de cuentas, ¿Qué dificultad sería una chica como ella para un hombre capaz de saltar a un tejado? Vanya prefirió dejar la mente en blanco mientras el viento y la lluvia golpeaban contra ellos. De forma inconsciente se aferró a él con fuerza, como si creyera que fuera a caer, y escondió el rostro en su pecho que encontró sorprendentemente frío, para lo que podía considerarse normal. Estaba tan helado como un cadáver. ¿Habría algo normal en él? Ni siquiera su rostro era normal, podría decir que se veía más hermoso que la mayoría de los hombres que había visto, tenía un halo... algo distinto.
Cuando volvió a sentir el suelo bajo sus pies abrió de nuevo los ojos y soltó su agarre turbada, al darse cuenta de cuanta fuerza había puesto en él. Vanya miró a su alrededor confusa. No reconocía el lugar, nunca había estado allí, y no era de extrañar. Los más pobres nunca se dejaban caer por donde vivían los más ricos, o no solían al menos. La muchacha miró con curiosidad la imponente construcción que se alzaba detrás de la valla, pero no salió bajo la protección de la pérgola. Solo volvió a prestar atención al muchacho cuando habló. Van frunció el ceño mientras se frotaba las manos para no dejar de sentir los dedos helados.-Dicen de los de mi clase que son ignorantes- refunfuñó entre dientes ante aquello.-¿Seguridad?-inquirió. Le miraba entre curiosa y ávida de conocimiento. Sus preguntas tendrían respuestas, bien, deseaba escucharlas.
Siempre se había resistido a creer lo que sus oídos escuchaban y lo que su sentido común le gritaba, pero ¿Cómo creerlo? no pudo hacerlo hasta que vio sus colmillos. La muchacha se puso blanca, un pálido grisáceo como el de la luna, salvo su nariz y mejillas rojas por el frío y los labios levemente azulados. Balbuceó algo ininteligible presa de la sorpresa y la confusión.-Eso es...- Se echó una mano a la cabeza respirando hondo y replanteándose el mundo intentando verlo como era, un lugar mucho más oscuro y peligroso de lo que había imaginado en sus peores pesadillas.-Siempre pensé que eran historias, es decir es tan irreal...- le observó detenidamente más curiosa que asustada.-¿Qué más hay?- quiso saber de repente. Solo de pensar en la basta variedad de "monstruos" reflejados en las canciones se mareaba, esperaba que no todos fueran reales, aunque... ¿Hasta qué punto eran tan malos? él estaba siendo pacífico, suave, elegante y agradable y además le había ayudado.-Gracias- recordó de pronto.-Gracias por lo de antes... no te las había dado apropiadamente. Te debo mucho. No se como podría pagártelo.-Se apartó algunos molestos mechones mojados del rostro. Aquello era de lejos lo más extraño que le había pasado en su vida.-Soy... soy Vanya.- se presentó coloquial y sin pomposidades, como estaba acostumbrada.-¿Puedo... puedo conocer el nombre de mi salvador?- su tartamudeo no era ahora más que el castañeo ocasional de sus dientes.
Cuando volvió a sentir el suelo bajo sus pies abrió de nuevo los ojos y soltó su agarre turbada, al darse cuenta de cuanta fuerza había puesto en él. Vanya miró a su alrededor confusa. No reconocía el lugar, nunca había estado allí, y no era de extrañar. Los más pobres nunca se dejaban caer por donde vivían los más ricos, o no solían al menos. La muchacha miró con curiosidad la imponente construcción que se alzaba detrás de la valla, pero no salió bajo la protección de la pérgola. Solo volvió a prestar atención al muchacho cuando habló. Van frunció el ceño mientras se frotaba las manos para no dejar de sentir los dedos helados.-Dicen de los de mi clase que son ignorantes- refunfuñó entre dientes ante aquello.-¿Seguridad?-inquirió. Le miraba entre curiosa y ávida de conocimiento. Sus preguntas tendrían respuestas, bien, deseaba escucharlas.
Siempre se había resistido a creer lo que sus oídos escuchaban y lo que su sentido común le gritaba, pero ¿Cómo creerlo? no pudo hacerlo hasta que vio sus colmillos. La muchacha se puso blanca, un pálido grisáceo como el de la luna, salvo su nariz y mejillas rojas por el frío y los labios levemente azulados. Balbuceó algo ininteligible presa de la sorpresa y la confusión.-Eso es...- Se echó una mano a la cabeza respirando hondo y replanteándose el mundo intentando verlo como era, un lugar mucho más oscuro y peligroso de lo que había imaginado en sus peores pesadillas.-Siempre pensé que eran historias, es decir es tan irreal...- le observó detenidamente más curiosa que asustada.-¿Qué más hay?- quiso saber de repente. Solo de pensar en la basta variedad de "monstruos" reflejados en las canciones se mareaba, esperaba que no todos fueran reales, aunque... ¿Hasta qué punto eran tan malos? él estaba siendo pacífico, suave, elegante y agradable y además le había ayudado.-Gracias- recordó de pronto.-Gracias por lo de antes... no te las había dado apropiadamente. Te debo mucho. No se como podría pagártelo.-Se apartó algunos molestos mechones mojados del rostro. Aquello era de lejos lo más extraño que le había pasado en su vida.-Soy... soy Vanya.- se presentó coloquial y sin pomposidades, como estaba acostumbrada.-¿Puedo... puedo conocer el nombre de mi salvador?- su tartamudeo no era ahora más que el castañeo ocasional de sus dientes.
Vanya Kiryakonova- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 11/04/2012
Re: ratón, que te pilla el gato... [Ian Lancaster]
En todo momento, el vampiro se mantuvo sereno y cuerdo sin perder detalles en la humana que se encontraba frente a él. No quería pensar que fuera por las calles al descuidado de las criaturas del mundo, ya habiendo pasado lo pasado con un mero humano borracho. Carraspeó su garganta un poco, dejando cubiertos de nuevo aquella parte de la dentadura inmaculada de aquella bestia, mostrando ahora unos colmillos lógicos de un humano.
Negó con una pequeña sonrisa en los labios cuando habló de ignorancia. En él comenzaba a aflorar su faceta longeva y más sabia, le gustaba dar enseñanzas que pudiera valer la pena. -No, no es ignorancia. Es desconocimiento por no tener las oportunidades para aprender.- Dijo con ésto una mueca, ella aún desconocía de estos seres, como otros muchísimos humanos que vivian en aquel País, no podía ser ignorancia, era imposible.
Las reacciones de la humana provocaban en Ian cierta culpabilidad, si algo de inocencia se ocultaba en aquella chiquilla, Ian había destruído por completo lo que quedara de ella. Sentía mucho aquel hecho, pero lo que él había hecho con el humano, momento antes, era inexplicable si no se trataba de lo que el vampiro se refería cuando desveló su más profundo secreto. -No quieras correr tanto, aún eres joven.- Sentenció el vampiro a sus peticiones, sus cuestiones sobre los otros seres. -Hay de todo tipo, como como en todas las ocasiones, siguen existiendo seres bueno y malos. Humanos, Vampiros... u otros seres que existan. Quizás sea pronto para que sepas más, es muy precipitado para tu cerebro asimilar todo ésto con tiempo.- Dijo despacio, viendo su sorpresa, el pequeño agobio que sintió la primera que se demostraba una criatura en la vida de Vanya.
-Me llamo Ian.- Se presentó formalmente ante ella ya habiéndose presentado anteriormente. -Respira, debes calmarte un poco. Dime, ¿por qué estabas hasta tan tarde por los callejones de la ciudad?- Alzó una ceja durante un instante. No obstante, mostró una pequeña sonrisa en sus labios, quería que se sintiera agusto y cómoda, no quería que sintiera miedo o estuviera intímidada, si no que Vanya podía ser ella misma, Ian se había abierto a ella. ¿Por qué no? Él le había salvado de una segura violación después de todo.
Negó con una pequeña sonrisa en los labios cuando habló de ignorancia. En él comenzaba a aflorar su faceta longeva y más sabia, le gustaba dar enseñanzas que pudiera valer la pena. -No, no es ignorancia. Es desconocimiento por no tener las oportunidades para aprender.- Dijo con ésto una mueca, ella aún desconocía de estos seres, como otros muchísimos humanos que vivian en aquel País, no podía ser ignorancia, era imposible.
Las reacciones de la humana provocaban en Ian cierta culpabilidad, si algo de inocencia se ocultaba en aquella chiquilla, Ian había destruído por completo lo que quedara de ella. Sentía mucho aquel hecho, pero lo que él había hecho con el humano, momento antes, era inexplicable si no se trataba de lo que el vampiro se refería cuando desveló su más profundo secreto. -No quieras correr tanto, aún eres joven.- Sentenció el vampiro a sus peticiones, sus cuestiones sobre los otros seres. -Hay de todo tipo, como como en todas las ocasiones, siguen existiendo seres bueno y malos. Humanos, Vampiros... u otros seres que existan. Quizás sea pronto para que sepas más, es muy precipitado para tu cerebro asimilar todo ésto con tiempo.- Dijo despacio, viendo su sorpresa, el pequeño agobio que sintió la primera que se demostraba una criatura en la vida de Vanya.
-Me llamo Ian.- Se presentó formalmente ante ella ya habiéndose presentado anteriormente. -Respira, debes calmarte un poco. Dime, ¿por qué estabas hasta tan tarde por los callejones de la ciudad?- Alzó una ceja durante un instante. No obstante, mostró una pequeña sonrisa en sus labios, quería que se sintiera agusto y cómoda, no quería que sintiera miedo o estuviera intímidada, si no que Vanya podía ser ella misma, Ian se había abierto a ella. ¿Por qué no? Él le había salvado de una segura violación después de todo.
Ian Lancaster- Vampiro/Realeza
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