El juego de ¿Quién es Karim, quién es Kerêm? | Privado [+18]

Kerêm se sintió complacido y por unos segundos hizo esperar la mirada de Karim, la niña parecía hechizarlo. Y es que estaba seguro de una sola cosa, ella no era como cualquier otra. Era única y saldría de todo ello algo bastante productivo, o mejor dicho perverso y satisfactorio.

Por fin Kerêm miró a su hermano, las miradas maliciosas se compenetraron y al mismo tiempo alzaron una ceja. —Hhhuuummmm— se expresaron con interés. —Muy bien petite— prosiguieron y comenzaron su camino. Sin embargo, a Kerêm le era muy difícil apartar su vista de la niña.

Pronto llegaron a una pequeña casa donde entraron, Kerêm encendió la luz ayudado de un viento generado por su atmokinesis. —Ponte cómoda, que pronto no podrás ni respirar por lo que te haremos— le dijo Karim con una voz perversa sin importarle que era la primera vez que ella escuchaba la voz de uno de los Fourniers en solitario y que sería una ventaja a la hora del juego... ¿Quién es Karim, quién es Kerêm? Aunque después de todo, ella parecía toda una diablilla, ¿si ganara en que tipo de juguetes se convertirían ellos... sexuales?.

—Oh, hermano no hay que ser injustos... dejemos que tenga una oportunidad de ser ella la ama...— propuso Kerêm a lo que ya estaba previamente planeado. —Somos Karim y Kerêm Fournier, y estamos aquí para jugar, al que llamamos ¿quién es Karim, quién es Kerêm?, Si descubres quién es quién esta noche seremos tus juguetes, si fracasas tu serás la nuestra y harás lo que te pidamos... aunque creemos no tendrás ningún inconveniente en hacer lo que sea que queramos— dijeron los hermanos mirándose complacidos.

De pronto el lugar se oscureció, Karim creó una ilusión sobre ellos mismos, haciendo que su propia roba cambiara, luego alzo una cortina ilusoria de humo y los hermanos cambiaron de lugar. Karim desvaneció la ilusión del humo pero no la de las prendas. —¡Que inicie el juego... ¿quién es Karim, quién es Kerêm?— dijeron caminando de forma sincronizada hacía la niña de mirada perversa.

Para los hermanos la voz y especialmente la entonación con la que se expresaba la niña les provocó una jugosa satisfacción. Escuchaban malicia, aquel cuerpo inocente no correspondía al ser que estaba dentro. Era como si fuera una doncella poseída. Pero para los Fourniers poco les importaba. Lo único en lo que velaban era en algo, no encontrarían un juguete como ella en ningún lugar. E inclusive si ella ganaba el juego tenían la certeza que ella sería capaz de imponer desafíos deliciosamente malvados y sumamente exóticos. Su aura revelaba autoridad, no sería difícil para ella adoptar el papel de domadora.

Y aunque ambos veían interés para con la niña, era Kerêm quién presentaba una mayor inclinación a la tendencia lujuriosa que los ojos brillantes de la niña le reflejaban, esa combinación de perversión con inocencia simplemente lo arrobaban en una excitación que apenas podía contener... A diferencia de su hermano, él la deseaba.

Escucharon la respuesta, no había acertado, la ilusión de Karim había hecho pasar a Karim por Kerêm y éste por Karim... ¿trampa?... Por supuesto, eso era lo que eran y por eso siempre ganaban. Pero de algo se percataron, al parecer ella no pretendía acertar y aquella amenaza simpática que soltó antes de responder sólo fue una caricia a la perversidad de Kerêm y un aderezo a lo que vendría. Los hermanos esperaron recreando un momento de suspenso, luego se miraron con complicidad, con un brillo seductor y perverso. —¡¡¡UUUhhhhhmmmmm!!!— finalmente se expresaron satisfechos.

Fue entonces que sucedió algo que nunca antes había pasado, Kerêm rompió la sincronía desconcertando a Karim. —Antes de responderte dime, ¿cuál es tu nombre petite?— se le adelantó a Karim, los ojos de Kerêm miraban a la muchacha con fogosidad, llegó a ella y se sentó a su lado con una sonrisa tan malvada que ponía en duda al mismo Karim. Éste lanzó dos miradas, la primera a su hermano, estaba confundido y así se lo expresó pese a que su atención estaba depositada en la jovencita, en tanto a ésta Karim le dedicó una mirada de indiferencia sin caer en los celos. Y de esa forma, sin que ellos lo hubieran querido o si quiera se hubieran dado cuenta el juego había iniciado siendo ellos los títeres.

—¡Acertaste!— se apresuró a decir Karim antes de que su hermano hiciera o dijera algo, —¿quieres tu premio?— continuó el que los veía a la distancia y alzó sus manos poniéndose en una posición de cruz, —tomalo, que seremos tus juguetes— y con estas últimas palabras de Karim, la sonrisa en Kerêm se hizo más grande, estaba complacido y en sus ojos brilló la maldad.

Como bien había dicho Karim serían sus juguetes pero después de escuchar las palabras de Lolita en ellos creció una nueva idea. Se dejaron guiar por la niña que los recostó y comenzó a jugar con ellos, tal como lo habían permitido. Después los hermanos así dijeron —Tal parece que tu primera respuesta no fue acertada no sería justo que al haber perdido seamos tus juguetes— sonrieron con malicia y Karim que tenía a Lolita sobre de él la tomó de las caderas y se sentó dejándola arrodillada enfrente de él y ambos mirándose maliciosamente, divertidos y excitados.

Kerêm también se levantó y se arrodilló justo detrás de Lolita, sus labios se acercaron al pómulo de su oído y con su lengua la rozó, —pero tal parece que nosotros también actuamos mal... Ay, así que estamos a manos pero descuida te daremos el poder... tal vez— y sonrieron tan perversamente que a otro pudieron intimidar, mas no a ella, a ella eso procuraría una excitación. El cuerpo de Kerêm se pegó al de ella mientras que Karim delineaba los labios femeninos con sus dedos. —Huuummm, al parecer tu vestido sufrió un infortunio en este hombro...— dijo Kerêm y con la habilidad de un ladrón deshizo el nudo que ella había hecho para que no quedara totalmente colgando. —¡Oh! Al parecer en este también— había dicho Karim luego de que con una navaja cortara la parte que mantenía el vestido de ella colgado. La prenda como cayó, y como una rosa muestra su esplendor cuando los pétalos se abren, así surgió la desnudez de Lolita. —Que niña tan mala mirate nada más lo excitados que están tus pezones— dijeron ambos. Ellos no se limitaban a decir lo que pensaban, no limitaban su vocabulario ni se cohibían con lo que dirían. Así como su pequeña amante ya lo había demostrado en ella.

Kerêm la cogió de la cintura y cargándola cayeron al sillón a sus espaldas. Por otra parte Karim se puso en pie y fue a donde ellos, se inclinó un poco para encontrarse con el rostro aniñado y sin embargo con expresiones adultas, y la besó al mismo tiempo que con su lengua Kerêm recorría la espalda y se perdía en la nuca. Sincronizados ambos dejaron de actuar y por un instante Karim miró a Kerêm sorprendiéndose. Su hermano contemplaba a Lolita como nunca lo había hecho con otra mujer, iba más allá de un simple deseo o un capricho lujurioso, quizás el morbo que representaba lo llevaba a un terreno que lo superaba y llevaba al terreno de la locura lo que puso en alerta a Karim.

Karim volvió a poner atención a Lolita, a esa pícara sonrisa que parecía decirle ¿por qué te has detenido? Se sintió retado y volvió a inclinarse, llevó su dedo a la boca de ella para que provocadoramente lo succionara, luego, humedecido por la saliva de ella descendió por todo el cuerpo, cruzando en medio de los pechos pequeños, del ombligo hasta aposentarse en las bragas femeninas, las acarició con su índice y luego se le unió el índice —¿Qué se esconde detrás de esta braga?— se encontraba perdido contemplando la prenda sin poner atención a las manos de Kerêm que se entretenían con los pechos de Lolita.

Sin pedir una autorización que sabía recibiría y sería estúpido pedir, Karim fue quitando las bragas de la perversa niña que le facilitó la tarea al cerrar sus piernas. Cuando se encontraba totalmente desnuda Kerêm liberó los pezones de la tortura que sus dedos ejercían sobre ellos y se levantó dejándola de pie. La rodeó hasta ponerse a un lado de Karim y al mismo tiempo ambos abrieron su brazos, como si la invitaran a ir a ellos. —¿Creo que es tu turno? Se ama que te cedemos el poder... por ahora...— soltaron una risilla sin mudar esa expresión maliciosa.

Nunca estar entre dos paredes paralelas ardientes fue tan prohibido y placentero. Con uno de los gemelos tras de ella y uno delante, Lolita no sólo se entusiasmaba como niña en navidad por el juego erótico al que darían riendas sueltas, sino que el sólo hecho de imaginar que alguien pudiera verlos y hallarlos pecadores en su grado máximo, le atraía cual la miel a la abeja. Entonces rió al sentir las voces calientes de los gemelos invadir sus oídos, porque el continuar con ello significaba burlarse de su sociedad en su rostro, porque era un crimen, porque lo consumarían y porque arquearía su espalda vigorosamente con cada espasmo de plácida caricia. Oh sí, lo haría con gusto. Estaba impaciente, tan impaciente que el escuchar el discurso de poder hizo que mordiera su labio inferior y frunciera el ceño.

—Oh, maldita sea. Dejen de hablar tonterías y usen su supuesto poderío para algo útil —se perdió su voz en un punto inconcluso entre la orden y la súplica.

¿Infortunio el arruinar su vestido? ¡Vaya infortunio! Si todas las desgracias que le ocurrieran fueran así, cometería la mayor cantidad de errores posibles para desencadenar más oportunidades como aquella. Estar semidesnuda ante dos deseosos múltiples no eran ninguna vergüenza; la hacían sentir bella, deseada y en cierta forma querida. ¿Por qué preocuparse de lo que dijera el resto? Después de todo, aunque se comportara como una señorita de sociedad, no se interesarían por ella de todos modos. Así que resultaba más eficiente comportarse como el mismísimo demonio y así despertar los bajos instintos que la mantendrían viva.

Lolita sonrió ante lo endurecidos que estaban sus pechos aún en desarrollo, exhibiendo un regalo rosa en la cumbre de cada uno. Su cuerpo estaba respondiendo y eso estaba perfecto, porque significaba que no había sido una pérdida de tiempo entrar al inmueble de la compañía de Karim y Kerêm. Y ella estaba a punto de conocer cuánto placer podía acunar un sillón, conocer esa extraña pero excitante combinación que estaba segura le fascinaría tanto como lo que comenzaba a hacer Karim en su boca, tanto como lo que Kerêm hacía en su espalda, en su cuello.

Un gemido ahogado se apoderó de ella al sentir la excitación de ambos y el tacto inexperto, pero preciso de Kerêm sobre sus senos, y sin poder evitarlo su punto sensible comenzó a vibrar. Sí, definitivamente querían enloquecerla, llevarla a la locura máxima donde ellos siempre estarían haciendo de las suyas; quizás por eso eran tan diferentes de todos, sobre todo diferentes a la tierra que los había parido, porque les encantaba unir la locura con el éxtasis, y simultáneamente hallar el suyo propio.

—Nos estamos entendiendo —pensó para sí, sonriéndose de su suerte. Kerêm era desproporcionado y fogoso en su tacto, al igual que ella. Tenían un lenguaje y manera de negociar común.

Gemía la muchacha en la boca de Karim, ahí mientras asimilaba su sabor. Sabía a señorito fino, peor había más… ¿osadía? No lo esperaba del más infantil de los gemelos. Aquello hizo que mordiera sutilmente los labios del pelirrojo, mostrándose a gusto con el trabajo en conjunto que estaban haciendo ambos. Cuando Karim dejó de besarla y compartió una mirada traviesa con Kerêm, Dolores hizo un puchero aireado; la temperatura de su cuerpo subía y no había nada más desagradable que dejarla descender. Antes de que pudiera quejarse, Karim le asignó la tarea de lamer su dedo, ante lo cual ella accedió cogiendo la mano del varón y lamiendo como si se tratara de un dulce especial. Confió en el plan de los chicos y estando demasiado inmersa en la nube del deseo en la que había entrado, siguió el dedo humedecido de Karim por su cuello, pechos y bragas, las cuales se irían aún más rápidamente que su vestido. No podía contestar la pregunta de Karim, cierto era que no podía y por una buena razón.

—¿De veras cree que le contestaré cuando me la estoy pasando tan bien? —suspiró la niña ante los constreñimientos de Kerêm. Entendía su cuerpo, ¿qué iba a hacerle?

Y se escapó esa última prenda de su cuerpo, dejándola más descubierta que Eva, pero tan empoderada como si fuera la escultora del mundo. Miró a sus hombres de esa noche, lamiendo su dedo índice de solo pensar los posibles caminos que podía recorrer con y en ellos. Finalmente soltó una pequeña risa, acompañando la de ellos y puso sus manos sobre sus caderas, coronando su próximo reinado con los gemelos de súbditos.

—Emparejemos las cosas, ¿quieren? Si vamos a jugar un juego justo… —rió para sí al darse cuenta de que dos chiquillos tramposos poco debían saber de justicia—…igualdad de condiciones.

Empujó a ambos con sus palmas abiertas, como si fuera a recibir un regalo, a ambos hombres para que quedaran sentados en el sillón. Verlos a ambos le hacía explorar los rincones más creativos de su imaginación, esa malévola imaginación que no tardó en llevarla a ponerse en cuatro y gatear hasta los chicos, dejando una amplia vista de su trasero a Karim y quedando su rostro viendo al de Kerêm. Sonrió de manera casi macabra, insultando a la naturaleza que la consideraba aún inmadura. Mandó al diablo lo que se suponía que debía hacer e impactó su boca contra la de Kerêm como si le exigiera que mostrara su lado más primitivo, pero no dejaría desatendido al otro de sus amantes. Su lengua batallaba con la de Kerêm cuando sus manos se encargaron de subir por los pantalones de los chicos y comenzaron a acariciar por encima de la tela la hombría de cada uno, sintiendo el calor de sus durezas atravesar las fibras de la ropa y para agolparse en sus manos. Pícaramente, ella se preguntaba si el ser gemelos realmente significaba ser idénticos en todo sentido físico.

Se separó por aire y aprovechó de ver al rostro a sus acompañantes carnales.

—¿Les gusta? Apuesto a que quieren más —ronroneó como gatito por leche. La leche eran ellos— Aparten esa ropa fastidiosa de mi vista, ¿sí? Si van a sudar, que sea contra mi piel. No hay que desperdiciar nada, niños.

Esa vez se dirigió a Karim —quien se veía menos involucrado que su hermano—y dejando su espalda desnuda a Kerêm, el malicioso. De un tirón se deshizo de la camina de Karim, cuyos botones se desparramaron sonoramente por el piso de madera. A diferencia de su vestido, esa prenda de ropa estaba perfectamente confeccionada. Ya no había anda que admirar más que el torso desnudo del pelirrojo.

—Uy, qué pena, ¿es muy cara? —fingió preocupación en ese rostro de ángel— Lo olvidarás pronto, cariño. Te lo aseguro.

Se sentó entonces de espaldas a Karim, meneando sus caderas sobre su falo a través de la ropa. Quería torturarlo lo más posible para que cuando estuviera a punto de correrse, ella pudiera negárselo. Aprovechando su posición, le indicó con su mano a Kerêm que se acercara por delante de ella. Lolita miró su busto unos instantes y luego fijó su vista en el cerebro del dúo.

—Jugabas con ellas con ganas. ¿Te importa si juego contigo? —acercó a Kerêm desde su nuca para besar a mordiscos su cuello. Tenía ese aroma lujurioso que le encantaba y quería probarlo con sus atenciones.

En medio de sus besos a Kerêm y sus meneos traviesos sobre Karim, la manceba se deshizo de la parte superior de la vestimenta del cuerpo del pelirrojo de ese aroma insinuante que le pronosticaba que pronto los tres estarían gimiendo al unísono.

Ambos rostros maliciosos, gemelos pensamientos lujuriosos y perversos vieron a la niña acercándose desnuda a ellos. Aceptando el poder que en palabras le entregaron. Se dejaron guiar por las manos de Lolita, complacidos y mutuamente excitados dejaron a la niña hacer de las suyas.

Pero y aunque ambos rostros expresaban exactamente lo mismo, no podía negarse el hecho de que pensaban distinto. Por una parte Kerêm recelaba la atención sobre Karim, deseaba el trasero de la niña sobre de él, aún no penetrar ese cuerpo pero sentir el roce de las zonas erógenas; en cambio Karim no se sentía muy a gusto, le excitaba los movimientos y las palabras de Lolita pero había algo que no acababa de convencerle, algo en el fondo de su mañoso corazón le decía que estaba mal. Ella se convertiría en la primera mujer en estar con ellos al mismo tiempo, se trataba de una niña y al parecer Kerêm no tenía inconveniente, Kerêm lo deseaba tanto como ella.

Mientras tanto, Lolita provocaba al siniestro Kerêm que le sonrió tan malvadamente que Karim incluso se sorprendió, pues nunca le había visto sonreír de esa manera. Kerêm se perdió en besos inyectados de lujuria, su camisa cayó al suelo mostrando su torso y pecho desnudo; su cuerpo ardía, las manos pequeñas y delgadas de Lolita se posaron en su hombro y se deslizaron a la espalda de Kerêm.

Kerêm sonrió divertido en los labios de Lolita, ambos pecadores se miraron con complicidad en tanto Karim seguía siendo torturado por los meneos de la experimentada niña. Entonces Kerêm abandonó los labios femeninos contemplando los pequeños y tan deseosos pechos de la manceba, su boca liberó una risilla macabra entretanto usaba su atmokinesis para provocar fricción entre partículas y de esa forma crear electricidad. Pronto, sus dedos índice liberaron chispas. Con el rostro cual demonio, Kerêm acercó sus dedos índices a los pezones de Lolita —¡Ohk!— exclamó el perverso gemelo y dos micro rayos chocaron en los pezones provocando una descarga eléctrica que hizo estremecer a la niña, su piel se erizó y los movimientos que ejercía sobre Karim perdieron ritmo. —No queremos que te quedes sin energía, ¿verdad?— dijo Kerêm con un brillo desquiciado en sus ojos, satisfecho de los nuevos gemidos de su Lolita, su niña perversa.

Después fue bajando uno de sus dedos índices, dedos que seguían emitiendo electricidad, recorrió el vientre lánguidamente hasta que llegó a su destino, el clítoris que recibió una descarga un poco más fuerte y que detuvo por completo los movimientos de Lolita sobre su gemelo. Fue entonces que Kerêm miró a Karim y lo vio formar un campo de fuerza entorno a su cuerpo, –¿qué demonios– pensó Kerêm descifrando lo que pensaba hacer su hermano.

Se levantó luego de haber estado hincado sólo un par de minutos y dispersó las corrientes eléctricas que su atmokinesis hubo reunido. Dio dos pasos atrás extendiendo los brazos, en tanto Karim hizo expander el campo de fuerza expulsado a la manceba hasta los brazos de su hermano. —¿Quiere bailar petite?— ironizó Kerêm y cogiéndole de las nalgas con fuerza la cargó y en danza dieron una vuelta. Se detenieron cuando los ojos de Kerêm se cruzaron con los de Karim, el perverso de ellos bajó a su amante y la hizo girar para que ambos contemplaran al jadeante y torturado Karim.

—Mira niña mala...— dijo Kerêm mientras nuevamente reunía electricidad en su índice derecho y lo dirigía al clítoris comenzando así nuevamente la tortura sobre su Lolita, volvió a sentir el pequeño cuerpo estremecerse, la piel erizarse y el gemido tan distinto al que una mujer emite en encuentros sexuales. —... mira lo que provocaste en Karim, huy y mira que paquete se esconde entre esos pantalones, vamos dile que baje el campo de fuerza para seguir jugando— su tono imperativo molestó claramente a Karim que no mudó de expresión. Los estimulantes movimientos de Lolita lo habían hecho casi correrse y el campo de fuerza fue la única salida que se planteó. —Mierda, como a ti no te hizo lo que a mí— rebatió Karim en la mente y como si lo hubiera escuchado Kerêm soltó una risilla.

El campo de fuerza se desvaneció, Karim endureció su expresión y en sus ojos brillo la malicia. Luego mandó a llamar a Lolita con su dedo índice, le había ganado el primer asalto, el primer round no se permitiría perder el segundo, no cuando Kerêm acababa de burlarse de él evidenciándolo, mostrándole que dominaba a Lolita, la torturaba imponiéndose sobre ella.

Kerêm dejó de torturar el clítoris y lamió el cuello de su amante, ella buscó los labios de él y Kerêm se los entregó besándose de nuevo. Luego el gemelo le dio un empujoncito para que caminara hacía Karim, le dio una nalgada como ordenándole que se apresurara a complacer a su hermano. La malvada mente de Kerêm ya trabajaba en la manera de torturar no sólo a ella, sino también a Karim, deseaba verlos copular, deseaba...

Lo que sea que pensaba Lolita con respecto a la felación que ejercía sobre Kerim, seguramente era la misma que en la turbada mente del gemelo que tenía la dicha de recibir semejante estimulación que en su vida no había sentido.

¿Pero que era de Kerêm?, él los observaba con perversidad, ver las expresiones de su hermano le divertían y le complacían quizás más que al propio Karim. Dios esa niña era todo menos lo que su cuerpo aparentaba ser. Era la misma reina de la lujuria, era como una sucubus que se había apoderado del cuerpo de Karim y la mente de Kerêm.

Estuvo mirándolos por un par de minutos, luego caminó hasta la mesa que no estaba muy lejos de él y cogió la botella de ron que parecía esperarlo. Se sirvió media copa, prendió un cigarrillo y volvió a contemplar la escena que su hermano y Lolita le ofrecían. Kerêm se sentó en la mesa y mientras bebía y fumaba vio como la niña se acomodaba en el sillón para recibir la excitación de su hermano; tragó saliva y terminó su bebida de un trago.

Karim sonrió como no lo había hecho en esa noche, con perversidad y en sus ojos embusteros brillo el pecado. Se mordió los labios y con su dedo corazón de la mano derecha recorrió los labios vaginales, la vulva y el clítoris; después, lo introdujo dentro de la vagina, el sitio que albergaría su miembro en breve. Sacó el dedo y se inclinó para besarla. Sus labios se aferraron a los de ella y sus lenguas entablaron una lucha mortal. De pronto él sintió que ella cogió su excitación y la guió hasta la húmeda vagina, el glande jugueteó con la zona erógena y finalmente la penetró. El primer gemido se lo tragó Karim satisfecho y pronto comenzó a moverse.

El cigarrillo de Kerêm estaba por consumirse, así que lo arrojó al piso y se fue acercando lentamente, extendió sus brazos y movió sus dedos. En su mente ya se desarrollaban situaciones morbosas y con su atmokinesis cubrió sus uñas con un campo eléctrico que repentinamente emitía pequeños rayos, pequeña corriente que saltaba de un dedo a otro. Sin embargo, Karim creo una barrera alrededor de Lolita y él negándole el acceso a Kerêm.

Ofendido el malvado lanzó una mirada fulminante sobre su hermano, mirada que él respondió con un guiño provocando en Kerêm tensión. –El que ríe al último ríe mejor hermano– pensó al darse cuenta que Kerêm deseaba a la niña más que él mismo. Lolita más que sentirse incómoda pareció divertirle la situación, mas Karim con la fuertes embestidas apenas le permitía gemir y respirar.

Afuera de la barrera, Kerêm comenzaba a perder la poca paciencia que poseía y al ver que su hermano había dejado de prestarle atención golpeó aquel poder que como una grande esfera de cristal le impedía pasar—¡Maldita sea Karim déjame entrar!— gritó pero parecía inútil, lleno de ira concentró las partículas eléctricas del aire y concentró en sus palmas dos grandes núcleos de electricidad pura y las lanzó sobre la barrera, mas fue en vano el poder de Karim era más superior que la atmokinesis de Kerêm que impotente sólo miraba.

Totalmente extasiado Karim cargó a Lolita sentándola sobre la cabecera del sillón de tal forma que ella veía directamente los ojos furiosos de Kerêm, dándole la espalda a su hermano Karim volvió a introducir su excitación en ella en embestidas brutales que hacían que el pequeño cuerpo de la manceba se golpeara con la pared que pronto se humedeció por el sudor de la tersa piel femenina.

Ver el fuego en los ojos de Lolita, la sonrisa burlona y ese gesto de disfrute ante la situación que sufría Kerêm hizo que éste se pusiera aún más furioso. –Karim se las iba a pagar y esa puta niña también– pensaba con una ira digna de la misma rabia. De pronto, el momento tan excitante que gozaba Karim creo una fisura en su barrera lo que aprovechó Kerêm para abrirse camino, no sin antes sonreírle perversamente a Lolita y guiñarle el ojo.

Entonces el hermano cruel creo entre sus manos una onda eléctrica que destruyó la barrera que desmoronándose desapareció como lo haría una ilusión. A Karim le surgió un sudor frío y se reincorporó sacando su excitación de Lolita así como dejándola caer sobre el sillón en el proceso. La sonrisa malvada de Kerêm iba de oreja a oreja, ahora él se sentía con el poder de hacer lo que se le antojara, —Hermano, que no es correcto abandonar así a una mujer, la dejas deseosa, encendida...— y mientras hablaba con un tono malicioso sus dedos comenzaban a centellar mostrando pequeños rayos, los ojos de Kerêm se nublaron y como una corriente la luz emitida por los rayos cayó en el suelo corriendo a donde estaban sus víctimas.

El poder de Kerêm poseyó los cuerpos de Lolita y Karim con un cosquilleo eléctrico, Kerêm caminó un tanto posesivo a la chica que tanto le atraía e inclinándose a ese cuerpo que ligeramente se estremecía por el choque eléctrico que Kerêm no dejaba de ejecutar, la besó en los labios de forma casta, a penas rozándolos y posó su mano derecha sobre la pequeña cabeza infantil, usó entonces su poder de dominación sobre ella hasta el grado de provocar un pequeño dolor mental. liberó la mano emitió en ondas invisibles su poder de dominación sobre ella y la volvió a besar, después tragó saliva y sacando su lengua semi húmeda recorrió toda la mejilla izquierda hasta el pómulo de la pequeña oreja. Se reincorporó escupiendo su propio cuerpo, la saliva descendió por su torso desnudo y en una voz dominante le habló a Lolita —Lamerás la saliva hasta que llegues a mi pantalón, desabrocharás el cinturón y harás caer el pantalón... después, introducirás mi miembro a la boca al mismo tiempo que te colocas a cuatro extremidades cual perro— ordenó bajo el encantamiento de su dominación, luego alzó su mano hacía Karim mostrándole la palma de su mano, el hermano lo miró casi aterrado —no usarás tus poderes contra mí— rebatió pero sólo consiguió una sonrisa satisfactoria en el rostro de Kerêm.

—Pequeño ingenuo... ya lo he hecho— dijo y llamándolo con su palma lo hizo levantarse, —Atiende a Lolita hermano, lame su coño como yo lo haría, con salvajismo y pasión, apoderate de él, recela, imagina que es la última vez que lo tendrás— la voz de Kerêm se cortaba conforme Lolita incrementaba la velocidad de su felación, por su parte, Karim no pudo resistirse al poder de Kerêm e introdujo su lengua en la vagina de Lolita, subió por ella y descendió en un juego lujurioso. Kerêm echó su cabeza hacía atrás totalmente complacido y se echó a reír.

Por un lapso que Kerêm no midió, sus jadeos orquestaban los sonidos, los gemidos de Lolita que se ahogaban en la excitación totalmente babeada del malvado gemelo y Karim que con su lengua hacía sonidos más escandalosos que el perro cuando bebe de un charco. Cuando Kerêm se sintió apunto del orgasmo cogió a la niña por los pelos y la alejó de su miembro, un hilo de saliva se formó en la separación hasta caer sobre el cuerpo desnudo y sudoroso de la petite. Kerêm golpeó el rostro femenino levemente con su miembro y contuvo el orgasmo a modo de no eyacular. Los gemidos de Lolita ya se escuchaban pues Karim continuaba aferrado a los labios vaginales y al clítoris

—Mira pequeña...— dijo el villano y liberó a Lolita de su poder, liberando su mente para la toma de sus propias decisiones, —Karim se ha convertido en mí... en el buen amante— agregó y con su mano electrificada acarició el cabello impregnado en sudor de la mujer atrapada en ese cuerpo infantil y falsamente inocente. Posó sus ojos en Karim y así le dijo —suficiente hermano— y una vez Karim se detuvo quedándose en cuclillas, Kerêm levantó a Lolita de las manos y caminaron hasta la mesa. Al llegar Kerêm la subió en ella abriéndole las piernas, tocó el cuerpo sudoroso y con su lengua lamió desde el vientre bajo hasta el cuello en un sólo movimiento. —Me encantas Lolita, toda tu me desquicia... te quiero para mí y sólo para mí— confesó mordiendo su oreja al terminar, después fue introduciendo su excitación dentro de la niña que lo recibió sin objeción. Kerêm inició con ritmo suave y pronto la lujuria lo poseyó... —Este juego no lo puedes ganar...— dijo electrificando la espalda de su amante obligándola a arquearse.