AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El lado más bello de la oscuridad; Virginia Hlawatsch
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El lado más bello de la oscuridad; Virginia Hlawatsch
DATOS BÁSICOS
-Edad Real: 1601 años
-Real Aparente: 27 años
-Especie: Vampiro
-Tipo, Clase Social o Cargo: Clase Social Alta
-Orientación Sexual: Heteroflexible
-Lugar de Origen: Roma, pero ella se identifica como austriaca, nacida en Viena.
-Habilidad/Poder: Ilusión, Infligir dolor por medio de la mente, Seducción.
DESCRIPCIÓN FÍSICA
Mientras sus ojos recuerdan -muy a su pesar- el brillo azulado del cielo matutino, su cabellera oscura describe una intensidad mucho más afín con su carácter. Su piel es algo pálida y sin mácula, suave sobre un rostro de una estructura ósea claramente acentuada. Hacia el final de su rostro destacan sus labios llamativos, ejecutores de los más placenteros elogios así como de las más punzantes palabras. Su atractivo se consuma en una mirada penetrante que hurga en lo profundo de lo ajeno, con ojos rasgados y casi felinos, haciéndose inevitablemente con los más curiosos y débiles, sometiéndolos a su irresistible y manipulador encanto. Por su estatura alta y delgadez sugerente goza de un porte que le distingue e irradia una sensualidad única e inconfundible, muy propia de sí. Una muñeca tallada con el cincel mas meticuloso, eso es lo que exteriormente proyecta el físico de Virginia, lejana de reflejar sobre su piel todas aquellas experiencias que ha vivido.
DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA
Hija de puta; nunca el adjetivo había sido tan preciso para describir a alguien, excepto a Virginia. Y sí aquella inmortal envuelta en una delicadeza inexistente lleva en su interior todo lo que nadie desearía para un ser querido. Sin embargo cada diminuta pieza de lo que ella es hoy, fue grabada a fuerza en lo más profundo de su alma por más ni menos que el pasar del tiempo, un factor capaz de erradicar la esencia de un ser y transmutarlo a uno completamente distinto. A ello pude sumársele que los cambios también vienen ligados directamente a las diferentes sociedades con los que la maldecida a tratado, cada vez denotando más decadencia y egoísmo en aquellos que le rodeaban momentáneamente. Y sí, cada herida en la vida de Virginia ha dejado su esperada cicatriz que, sin las intenciones suficientes como para generar un sanado “correcto”, han infectado a lo largo del tiempo cada recoveco de su ser, transformándolo en lo que es hoy en día; una impenetrable crisálida que resguarda el vacío propio de un alma insaciable, alimentada diaria e incansablemente por la vil y cegadora mano de la codicia.
No ha existido obstáculo alguno que le imposibilite alcanzar aquello que desea. Tampoco paciencia alguna para aguardar lo anhelado. Cargada de todos los artilugios necesarios, Virginia se hace con todo lo que se le apetece de forma instantánea, sin importar cuanto tenga que dejar de lado u ofrecer para dar con lo que quiere… Con eso que caprichosamente puede auto dictaminar que le pertenece a ella y a nadie más.
Es consciente de que su belleza puede cegar al mas astuto oponente y de no ser así, una mente estratégica y calculadora siempre esta al acecho, preparada a dar zarpazo ante cualquier abertura mínima en donde pueda inmiscuirse, manipulando a su victima a completo antojo, cuan marioneta hasta arribar a la victoria absoluta, sin fallas, sin negativa existente.
Una actriz notable, avezada a camuflar toda su malicia y verdadero intencionar bajo la tersa y radiante piel de su abrazada lobreguez. Así que es que lo autentico, lo exquisitamente original solo es conocido por aquella que, dependiendo de la circunstancias cambia su parecer en son de acercársele mas a aquellos que son de su momentáneo interés. Distante se encuentra de cuestionar si su accionar puede afectar sentimientos ajenos, pues para Virginia, lo que no es palpable, costoso y brillante, no sirve para nada.
Ese sombrío y gélido sentir es el que lleva a la descorazonada damisela a acabar -sin misericordia alguna- todo aquel obstáculo que pueda joder sus cometidos. Así que será mejor no presentarte como uno de esos óbices vivientes, por lo menos si no deseas que la desalmada llegue de la forma mas inesperada a tu circulo social y lo haga pedazos, simplemente para verte sufrir mas en el instante que con un amañado guiño te recuerde que ha acabado con tu vida sin tener la necesidad de matarte.
Sin embargo una pizca de su antigua esencia aún se resguarda en aquel oscuro y tenebroso bosque que representa su interior; la lealtad hacia su creadora. Virginia cree que Ylithia es el único ser en la Tierra que podía comprenderle simplemente con verle a los ojos. Junto a ella, Virginia gusta de recordar sus días como humana, cuando lo que más le interesaba era llenar su mente de conocimientos de cualquier tipo.
- Donde pongo el ojo, pongo la bala -
No ha existido obstáculo alguno que le imposibilite alcanzar aquello que desea. Tampoco paciencia alguna para aguardar lo anhelado. Cargada de todos los artilugios necesarios, Virginia se hace con todo lo que se le apetece de forma instantánea, sin importar cuanto tenga que dejar de lado u ofrecer para dar con lo que quiere… Con eso que caprichosamente puede auto dictaminar que le pertenece a ella y a nadie más.
Es consciente de que su belleza puede cegar al mas astuto oponente y de no ser así, una mente estratégica y calculadora siempre esta al acecho, preparada a dar zarpazo ante cualquier abertura mínima en donde pueda inmiscuirse, manipulando a su victima a completo antojo, cuan marioneta hasta arribar a la victoria absoluta, sin fallas, sin negativa existente.
-No es posible tomar venganza de una villanía sino cometiendo otra -
Una actriz notable, avezada a camuflar toda su malicia y verdadero intencionar bajo la tersa y radiante piel de su abrazada lobreguez. Así que es que lo autentico, lo exquisitamente original solo es conocido por aquella que, dependiendo de la circunstancias cambia su parecer en son de acercársele mas a aquellos que son de su momentáneo interés. Distante se encuentra de cuestionar si su accionar puede afectar sentimientos ajenos, pues para Virginia, lo que no es palpable, costoso y brillante, no sirve para nada.
Ese sombrío y gélido sentir es el que lleva a la descorazonada damisela a acabar -sin misericordia alguna- todo aquel obstáculo que pueda joder sus cometidos. Así que será mejor no presentarte como uno de esos óbices vivientes, por lo menos si no deseas que la desalmada llegue de la forma mas inesperada a tu circulo social y lo haga pedazos, simplemente para verte sufrir mas en el instante que con un amañado guiño te recuerde que ha acabado con tu vida sin tener la necesidad de matarte.
Sin embargo una pizca de su antigua esencia aún se resguarda en aquel oscuro y tenebroso bosque que representa su interior; la lealtad hacia su creadora. Virginia cree que Ylithia es el único ser en la Tierra que podía comprenderle simplemente con verle a los ojos. Junto a ella, Virginia gusta de recordar sus días como humana, cuando lo que más le interesaba era llenar su mente de conocimientos de cualquier tipo.
HISTORIA
Nacida en la primavera del último año del siglo II, Diana llegó al mundo en una noche fresca en la republica de Roma y por ello sus progenitores la bautizaron con dicho nombre, en reminiscencia a la Diosa de la caza y la luna. Su padre, respetado filósofo de la época, no tardó de forma secreta en impartirle a la niña todos sus conocimientos e idealismos. Abrazada por la erudición de su progenitor, la joven y pequeña Diana demostró una gran capacidad de comprensión ante todo aquello impartido a la par que su madre era quien notaba el desligamiento de la infante ante los asuntos y temas relacionados al hogar y todo lo que realmente debía ser conocido con firmeza por las mujeres de la época.
Así, adentrándose en la adolescencia Diana comenzó a manifestar exteriormente aquella molestia que le causaba no poder integrar como ésta anhelaba los grupos de estudio que lideraba su padre, completamente conformado por jóvenes varones. Y aunque el progenitor de la muchacha tuviese presente las llamativas capacidades de su hija –incluso superiores a la de muchos de sus alumnos- nada podía hacer para cambiar aquella situación, más que continuar con tal adoctrinamiento, tal fomentación del intelecto desde las sombras, donde ojos ajenos jamás pudiesen ver y delatar tal cuestión.
No pudiendo ser reconocida por lo que ésta deseaba, el ofuscamiento en Diana no tardó en incrementar silenciosamente en sus entrañas al denotar como solamente era elogiada por sus envidiables dotes exteriores. La hermosura de la joven mujer había sido captada con claridad por varios hombres de alto cargo en Roma, quienes ya pensaban en hacerse con la mano de la señorita a que le interesaba todo menos vivir condenada bajo los designios de un hombre, seguramente menos permisivo que su padre y carente de un nivel intelectual como el de ella misma.
Una actitud negativa era reflejada en todo momento, en todo lugar con la intención de espantar a aquellos que se habían interesado en ella solo por su apariencia física. Lentamente la astuta idea también trajo sus consecuencias; Diana comenzó a ser ligeramente apartada de todo grupo social, las jóvenes de su edad no deseaban tener contacto con ella y los hombres la veían como una mujer detestable. La soledad no tardó en aterrizar junto a ella.
Los años pasaron trayendo a la vida de la bella mujer nada más que conocimientos, resguardados en su mente cuan tesoros, los que merecían en algún momento revelar todo su esplendor. Solo había que encontrar la forma y el lugar adecuados para ello ¿Serviría de algo esperar? Diana era consciente que hacer lo contrario no la llevaría por buen puerto con seguridad. Envuelta en paciencia, el tiempo pasaba frente a los escritos que con tanta dedicación leía y estudiaba y que con lentitud ella misma comenzaba a generar a sabiendas de nadie.
Los paseos nocturnos, sin la contemplación de nadie se hicieron una cotidiana costumbre en Diana, quien disfrutaba tanto del silencio y la soledad presentes en su vida de la forma más amena posible. Así fue como una de esas noches con fines distractores conoció a la mujer que cambiaría su vida por completo, o mejor dicho, que acabaría con su vida totalmente.
Helena apareció de la nada, arropada por el majestuoso conocimiento del cielo nocturno que siempre le seguía. Astrónoma de pies a cabeza, eso dictaban sus profundos conocimientos en la materia, comenzó a impartir en Diana todo su intelecto en el plano astral, fascinando a ésta quien también agradecía en silencio de haber encontrado un alma igual a la suya luego de tanto tiempo. Helena era una mujer que amaba conocer, saber más y jamás vería eso como una falta, incluso si el precio que pagaba por dicho modo de vida era la eterna soltería tal y como Diana lo hacía. La morocha lentamente comenzaba a sentir que por fin encajaba con algo, con alguien. Ya no se sentía sola ni perdida en el mundo. Podía compartir todo aquello que resguardaba con alguien más y la sensación de hacer tal cosa era inexplicable para ésta. Su sincera sonrisa decía mucho más de lo que su boca pronunciaría alguna vez.
Adentrada la confianza y la sensación de plena comprensión entre ambas, llegó la instancia en que Helana optó por revelar algunas cuestiones confusas de su persona para con Diana, tales como el por qué su presencia se daba únicamente bajo la noche, un asunto que resultaba ser mucho más profundo que las normales excusas astronómicas sobre la contemplación de los cielos nocturnos. La pelirroja expuso sin temor su nueva e inerte naturaleza hacia la que creía su amiga, ofreciéndole el regalo de la vida eterna, pero más que eso, dándole la posibilidad a Diana de enlazar a su corazón la idea de existir eternamente en un mundo que siempre tendría nuevos conocimientos por adquirir, un mundo donde ésta pudiese alcanzar a la época donde las mujeres pudiesen expresar sus ideologías y ser respetadas sin tabúes de por medio. Helena le ofrecía a Diana la oportunidad de ser su fiel compañera en aquel trayecto infinito y desconocido, que no podía traer otra cosa más que la novedad, la sorpresa y la bien recibida incertidumbre del ir más allá en todo aspecto.
Diana dijo que sí y bajo el brillo de los astros, perdió el abrazo de la mortalidad para renacer en la cuna de la pura eternidad entre los brazos de su querida y estimada Helena; su creadora.
El trascurso de los años, de las épocas, de los cambios sociales, demográficos y más fueron moldeando paulatinamente a una Diana que cada noche vislumbraba el mundo que la rodeaba desde un ángulo diferente, desde un punto inexplorado, desde un sector que debía ser estudiado. Bajo tal conducta no era de esperarse que los años y hasta los siglos pasasen frente a sus ojos con brusquedad. Los hilillos aferrados a su antigua humanidad lentamente se iban desgastando a medida que la vampiresa iba trasmutando, haciéndose una nueva criatura, una nueva persona que conformaba con orgullo parte del antiguo clan Sigma, nacido frente a sus ojos no mucho tiempo después de su transformación y que obviamente llevaba a Helena, la vampiresa más antigua de la agrupación como su sabia líder.
Curiosamente Diana utilizo su verdadero nombre de pila hasta el siglo XVI, donde ya residiendo en Austria optó junto a Helena de cambiar su identificación, todo debido al apego que éstas dos habían generado para con aquel peculiar país del que parecía no deseaban irse jamás. Así fue que en el otoño de 1717 Diana pasó tanto a llamarse Virginia Hlawatsch, como a promover a todo cuestionador de que su nacionalidad era cien por ciento austriaca. Mientras tanto los penetrantes ojos de la morocha presenciaban otros cambios; veían llegar y partir, nacer y morir innumerables miembros de aquel apreciado Clan en el cual ella seguía firme, rígida casi de la misma forma que su fundadora.
Más cercana a los tiempos actuales, Deneb –como la apodó Helena en reminiscencia de su gusto por la astronomía- jamás hubiese pensado que terminaría abandonando Austria, y menos aún por lo que su inmortal existencia debía de conllevar; la desaparición completa de Helena.
Sí, Ylithia –como ahora se hacía llamar la creadora de Virginia- no había dejado rastro, ni carta, ni aviso alguno para seguir su rastro. La búsqueda incesante llevo a Virginia a cada recoveco de Europa sin éxito alguno, pues ya ni sus sentidos aumentados capitán aquella esencia que también residía en su interior ¿Cómo era posible que aquel lazo de siglos, donde la sangre también se conjugaba perfectamente se había tornado imperceptible?
Virginia se juró no descansar hasta el nuevo encuentro con su Sire, y no dudará en recurrir a cualquier método que le llevase a ello.
Así, adentrándose en la adolescencia Diana comenzó a manifestar exteriormente aquella molestia que le causaba no poder integrar como ésta anhelaba los grupos de estudio que lideraba su padre, completamente conformado por jóvenes varones. Y aunque el progenitor de la muchacha tuviese presente las llamativas capacidades de su hija –incluso superiores a la de muchos de sus alumnos- nada podía hacer para cambiar aquella situación, más que continuar con tal adoctrinamiento, tal fomentación del intelecto desde las sombras, donde ojos ajenos jamás pudiesen ver y delatar tal cuestión.
No pudiendo ser reconocida por lo que ésta deseaba, el ofuscamiento en Diana no tardó en incrementar silenciosamente en sus entrañas al denotar como solamente era elogiada por sus envidiables dotes exteriores. La hermosura de la joven mujer había sido captada con claridad por varios hombres de alto cargo en Roma, quienes ya pensaban en hacerse con la mano de la señorita a que le interesaba todo menos vivir condenada bajo los designios de un hombre, seguramente menos permisivo que su padre y carente de un nivel intelectual como el de ella misma.
Una actitud negativa era reflejada en todo momento, en todo lugar con la intención de espantar a aquellos que se habían interesado en ella solo por su apariencia física. Lentamente la astuta idea también trajo sus consecuencias; Diana comenzó a ser ligeramente apartada de todo grupo social, las jóvenes de su edad no deseaban tener contacto con ella y los hombres la veían como una mujer detestable. La soledad no tardó en aterrizar junto a ella.
Los años pasaron trayendo a la vida de la bella mujer nada más que conocimientos, resguardados en su mente cuan tesoros, los que merecían en algún momento revelar todo su esplendor. Solo había que encontrar la forma y el lugar adecuados para ello ¿Serviría de algo esperar? Diana era consciente que hacer lo contrario no la llevaría por buen puerto con seguridad. Envuelta en paciencia, el tiempo pasaba frente a los escritos que con tanta dedicación leía y estudiaba y que con lentitud ella misma comenzaba a generar a sabiendas de nadie.
Los paseos nocturnos, sin la contemplación de nadie se hicieron una cotidiana costumbre en Diana, quien disfrutaba tanto del silencio y la soledad presentes en su vida de la forma más amena posible. Así fue como una de esas noches con fines distractores conoció a la mujer que cambiaría su vida por completo, o mejor dicho, que acabaría con su vida totalmente.
Helena apareció de la nada, arropada por el majestuoso conocimiento del cielo nocturno que siempre le seguía. Astrónoma de pies a cabeza, eso dictaban sus profundos conocimientos en la materia, comenzó a impartir en Diana todo su intelecto en el plano astral, fascinando a ésta quien también agradecía en silencio de haber encontrado un alma igual a la suya luego de tanto tiempo. Helena era una mujer que amaba conocer, saber más y jamás vería eso como una falta, incluso si el precio que pagaba por dicho modo de vida era la eterna soltería tal y como Diana lo hacía. La morocha lentamente comenzaba a sentir que por fin encajaba con algo, con alguien. Ya no se sentía sola ni perdida en el mundo. Podía compartir todo aquello que resguardaba con alguien más y la sensación de hacer tal cosa era inexplicable para ésta. Su sincera sonrisa decía mucho más de lo que su boca pronunciaría alguna vez.
Adentrada la confianza y la sensación de plena comprensión entre ambas, llegó la instancia en que Helana optó por revelar algunas cuestiones confusas de su persona para con Diana, tales como el por qué su presencia se daba únicamente bajo la noche, un asunto que resultaba ser mucho más profundo que las normales excusas astronómicas sobre la contemplación de los cielos nocturnos. La pelirroja expuso sin temor su nueva e inerte naturaleza hacia la que creía su amiga, ofreciéndole el regalo de la vida eterna, pero más que eso, dándole la posibilidad a Diana de enlazar a su corazón la idea de existir eternamente en un mundo que siempre tendría nuevos conocimientos por adquirir, un mundo donde ésta pudiese alcanzar a la época donde las mujeres pudiesen expresar sus ideologías y ser respetadas sin tabúes de por medio. Helena le ofrecía a Diana la oportunidad de ser su fiel compañera en aquel trayecto infinito y desconocido, que no podía traer otra cosa más que la novedad, la sorpresa y la bien recibida incertidumbre del ir más allá en todo aspecto.
Diana dijo que sí y bajo el brillo de los astros, perdió el abrazo de la mortalidad para renacer en la cuna de la pura eternidad entre los brazos de su querida y estimada Helena; su creadora.
El trascurso de los años, de las épocas, de los cambios sociales, demográficos y más fueron moldeando paulatinamente a una Diana que cada noche vislumbraba el mundo que la rodeaba desde un ángulo diferente, desde un punto inexplorado, desde un sector que debía ser estudiado. Bajo tal conducta no era de esperarse que los años y hasta los siglos pasasen frente a sus ojos con brusquedad. Los hilillos aferrados a su antigua humanidad lentamente se iban desgastando a medida que la vampiresa iba trasmutando, haciéndose una nueva criatura, una nueva persona que conformaba con orgullo parte del antiguo clan Sigma, nacido frente a sus ojos no mucho tiempo después de su transformación y que obviamente llevaba a Helena, la vampiresa más antigua de la agrupación como su sabia líder.
Curiosamente Diana utilizo su verdadero nombre de pila hasta el siglo XVI, donde ya residiendo en Austria optó junto a Helena de cambiar su identificación, todo debido al apego que éstas dos habían generado para con aquel peculiar país del que parecía no deseaban irse jamás. Así fue que en el otoño de 1717 Diana pasó tanto a llamarse Virginia Hlawatsch, como a promover a todo cuestionador de que su nacionalidad era cien por ciento austriaca. Mientras tanto los penetrantes ojos de la morocha presenciaban otros cambios; veían llegar y partir, nacer y morir innumerables miembros de aquel apreciado Clan en el cual ella seguía firme, rígida casi de la misma forma que su fundadora.
Más cercana a los tiempos actuales, Deneb –como la apodó Helena en reminiscencia de su gusto por la astronomía- jamás hubiese pensado que terminaría abandonando Austria, y menos aún por lo que su inmortal existencia debía de conllevar; la desaparición completa de Helena.
Sí, Ylithia –como ahora se hacía llamar la creadora de Virginia- no había dejado rastro, ni carta, ni aviso alguno para seguir su rastro. La búsqueda incesante llevo a Virginia a cada recoveco de Europa sin éxito alguno, pues ya ni sus sentidos aumentados capitán aquella esencia que también residía en su interior ¿Cómo era posible que aquel lazo de siglos, donde la sangre también se conjugaba perfectamente se había tornado imperceptible?
Virginia se juró no descansar hasta el nuevo encuentro con su Sire, y no dudará en recurrir a cualquier método que le llevase a ello.
DATOS EXTRA
- Toca el piano magníficamente.
- Habla seis idiomas, en los que encuentran el alemán, el español, el inglés, el francés, el italiano y su materno latín.
- Recientemente ha generado progenie, algo que le disgusta enormemente.
- No tiene mucha paciencia y su rostro generalmente suele manifestarlo.
- El brillo de los diamantes tiene más importancia para ella que la vida humana.
- Es conformante del clan Sigma.
- Es fiel a su Sire, y no dudaría en sacrificar su “no vida” por la de ella.
- Habla seis idiomas, en los que encuentran el alemán, el español, el inglés, el francés, el italiano y su materno latín.
- Recientemente ha generado progenie, algo que le disgusta enormemente.
- No tiene mucha paciencia y su rostro generalmente suele manifestarlo.
- El brillo de los diamantes tiene más importancia para ella que la vida humana.
- Es conformante del clan Sigma.
- Es fiel a su Sire, y no dudaría en sacrificar su “no vida” por la de ella.
gracias a αgusτınα• de sourcecode
Virginia Hlawatsch1- Vampiro Clase Alta
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Re: El lado más bello de la oscuridad; Virginia Hlawatsch
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Tarik Pattakie- Vampiro/Realeza
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