Por algo no debo querer recordarte [Privado]

por **Saga Yttredal** Lun Mayo 06, 2013 7:28 pm

Escocia… vagamente recordaba aquel país de entre mis memorias, seguramente debían de ser de hace más de 300 años ya que no podía traer a mi mente nada que no fueran calles, lo que por cierto no servía de mucho ya que habían cambiado con el tiempo. ¿Qué hacía yo ahí? La respuesta era simple: Demian, mi mayordomo me había obligado a ir a asistir a una actividad típica de nobles. No estaba interesada pero Demian creía que podría ser de utilidad y ni siquiera Dario pudo quitarle aquella idea de la cabeza. Para empeorar la situación ninguno de ellos me acompañaba, ambos tenían motivos para quedarse en París de manera que ahí me encontraba, sola en Escocia.

No resultó nada difícil conseguir donde quedarme por un día, aunque debí envolverme y quedarme bajo la cama, y cuando se ocultó el sol, tan peligroso para mí, pude al fin salir y alistarme. Un vestido azul con decoraciones en negro y finos zapatos de tacón, hasta ahí mi vestimenta iba totalmente acorde a los que usaría la aristocracia, pero me rehusé a colocarme demasiados accesorios y maquillaje por lo que apenas llevaba unas pulseras de plata con lo mínimo de maquillaje para encubrir un poco mi palidez. Además llevaba los rubios cabellos ondulados y sueltos. El noble que había accedido a dejarme descansar en su mansión se ofreció también a llevarme al castillo para la fiesta, así que ambos nos metimos en el carruaje.

Finalmente llegamos a la residencia del Conde de Escocia, solo al ver el castillo sentí deseos de huir, pero lo ignoré, seguro era simplemente que nunca había estado en la residencia de alguien de la realeza.

Mi acompañante parecía entusiasmado y no tardó en encontrar un grupo con el cual seguro disfrutaría conversar, yo por mi parte saludé a unas cuantas personas, aunque ninguna de ellas era el conde, y hable con ellas sobre temas de poca importancia. En realidad me habría gustado retirarme a algún lugar menos atestado de personas pero esto apenas comenzaba por lo que tendría que soportarlo un poco más.

por **Arleken Lundberg** Sáb Mayo 11, 2013 12:43 am

Arleken no tenía mucho tiempo de haber regresado a su amado Castillo testigo de grandes aventuras e injusticias. Donde cumplió sus incontables caprichosos y a su vida llegó Alexês su más grande amor y también su mayor víctima. Ahora ella estaba sola en París expuesta a la inquisición a la incomprensión de su nueva vida... ¿y el vampiro sufría de remordimientos?

Realmente no en su esplendor, existía esa voz como sucedió con Saga aquella mujer que lo había cautivado y que había poseído. Su primera vástaga, su error como él siempre lo llamó.

Anthony había organizado un gran evento en honor a la llegada de su amado, toda Escocia estaba invitada inclusive el ducado Boussingaut rivales del Conde. La noche del gran evento comenzaba y sin saber por qué pensó en Saga. A diferencia de Alexês, con ella sí compartió vida inmortal, le ayudó a controlar su sed de sangre y después... ¿Qué sucedió, por qué se alejó de ella? Arleken no estaba seguro cual era la razón, lo único que sabía era que había usado su manipulación de la memoria sobre ella y que desconocía su paradero. Sí ella había sido cazada o se hubo entregado al fuego o la luz del sol, él simplemente no lo sabía.

La música ya se escuchaba para cuando Arleken salió de su cuarto, vestía de gala, y llevaba un poco de maquillaje. Así como su creadora Keyla Van Zuiverheid, él comenzaba a verse muy pálido y su piel ya aparentaba ser de mármol. Era por eso que llevaba guantes y unas hombreras con cuello rígido que se alzaba como si de una elegante armadura se tratara.

Cuando llegó al salón donde se llevaba a cabo el baile que el gran Conde ofrecía, maravilló a todos con su espléndida sonrisa. Era conocido por lo que fue constantemente saludado. Arleken era un vampiro con mucho tacto para relacionarse con la clase alta y por supuesto despistar su naturaleza. Claro que su poder de persuasión le facilitaba mucho las cosas pero eso no quitaba el hecho de la carisma propia para convencer a otros.

Todo parecía normal, común él se había alimentado por lo que no buscaba una presa. De hecho no tenía ni idea que hacer. De pronto ocurrió algo que nunca imaginó que podría ocurrir, al menos esa noche. Mientras se dirigía a la entrada se cruzó con la bella y cautivante Saga. Se quedaron observándose, ella no parecía reconocerlo. —¿Saga?— dijo el vampiro, era una pregunta estúpida porque sabía que era ella. Más bien era despertar una mayor duda en ella... ¿Quién era el vampiro que estaba frente a ella?

por **Saga Yttredal** Miér Mayo 15, 2013 4:57 pm

Realmente mientras más veía el lugar más deseaba que acabara la fiesta, siendo vampira deseaba la aparición del sol pues eso me daría un motivo para irme. No es que el lugar fuese horrible, todo lo contrario, pero no podía evitar el sentimiento de que no debía estar ahí, toda la hermosura del lugar se volvía fría y tenebrosa en donde posara mis ojos. Por ello intenté solo fijarme en las personas, aunque ello solo logró que uno de los nobles malinterpretara mis miradas… Bueno, ya conseguí el desayuno, supongo

Entonces desvié la mirada hacia otro lugar encontrándome con otro hombre, no, otro vampiro. La manera en que me miraba me parecía extraña mientras yo lo miraba con cierta curiosidad, los demás no tardaron en notarlo también y por sus susurros reconocí que estaba frente al Conde. ¿Me conoce? Sin duda había pronunciado mi nombre pero, intenté recordar por un segundo, solo por un segundo puesto que enseguida me topé con un muro, aquel camino de memorias no era un lugar para mí.

- Sí, y usted es el Conde de Escocia.

Sonreí naturalmente, o al menos así debía verse en el exterior, porque aquel vampiro en realidad no me inspiraba confianza, no me ¿agradaba? Pero aquello no era posible, no se supone que te agrade o no te agrade a alguien con solo verlo una vez; quizá fuese por el hecho de que era un vampiro, seguro aquello me había sorprendido, incluso asustado por un momento puesto que no todos los vampiros éramos iguales. Y aún quedaba la duda de mi nombre.

- ¿Nos conocemos? ¿De otro lugar o… tiempo?

Pregunté con curiosidad. Los demás nobles humanos no advirtieron el significado de la última palabra pero el Conde lo haría. Quizá no lo recordaba porque aquellos recuerdos ya no estaban en mí, porque los había (o habían pues eso tampoco lo recordaba) bloqueado aunque el motivo ya no lo tuviese claro.

por **Arleken Lundberg** Vie Mayo 17, 2013 11:56 pm

Realmente ella no lo reconocía, aunque era obvio que existía un vago recuerdo suprimido en su mente. ¿Pero el Conde la haría recordar con el riesgo de enzarzarse en un combate? No estaba seguro.

—Sí querida, nuestro camino se cruzó hace tiempo... pero por favor acompañeme permita que le dé un trato especial— dijo en un tono confidencial, la gente congregada a su alrededor prestaron un momento su atención en ellos pero al terminar su discurso el Conde cada quién atendió su propio asunto.

Arleken extendió su mano a Saga y cuando ésta la aceptó caminaron a uno de los balcones del castillo, en un recorrido por pasillos que ella conoció y recorrió con gran frecuencia. Cuando entraron a la habitación y la cruzaron hasta alcanzar el balcón el Conde se percató de que a Saga se le presentaban los recuerdos, o al menos eso creyó él cuando la miró.

—Dime Saga, ¿recuerdas al vampiro que te creo o tienes siquiera algún vago recuerdo de su nombre?— expuso su pregunta retórica pues él conocía la respuesta. El punto era que ella comenzará a decifrar una verdad que Arleken estaba dispuesta a revelar. No estaba seguro de como actuaría ella, ¿se arrojaría a él como una amante o lo atacaría por haberle arruinado su vida?, si es que pensaba de esa forma, como la inmortalidad como maldición y no bendición.

—El nombre de mi creadora es Keyla Van Zuiverheid una vampiresa rubia, hija de los milenios y sumamente peligrosa. Yo tengo 855 años y mi nombre es Arleken Lundberg... dime ¿tu creador es hombre o quizás una mujer como lo fue Keyla para mí?— continuó el Conde en un asecho constante, mantenía una presión para obligarla a tener un proceso cognitivo rápido y aunque era más sencillo manipular su mente para liberar los recuerdos quería que ella lo hiciera por cuenta propia.

Arleken le ofreció su perfil y contempló las estrellas, era una noche hermosa y su compañera lo era aún más. –¿Por qué nos separamos– se volvió a cuestionar Arleken, recordaba sentirse enamorado de Saga pese a ser su error, ser una amante a la que no tenía intención de convertir. Tal vez ella le ayudará también a recordar ese motivo.

por **Saga Yttredal** Lun Mayo 20, 2013 6:10 pm

La respuesta del vampiro me confirmó que hace mucho lo habría conocido, hace tanto que ya no lo recordaba… y aquello no me gustaba. De ser esta cualquier otra ocasión, en otro lugar, entre otra gente, habría rechazado la invitación pero en esos momentos, frente a los demás aristócratas éramos el Conde de Escocia y una dama de clase alta que debería sentirse honrada de que le ofrecieran un trato especial. No podía negarme sin que fuese mal visto así que tomé su mano y le seguí.

Los lugares por donde íbamos… debía ser la primera vez que los veía pero aun así me encontraba mirando cada detalle como si supiera exactamente como debía ser, si algo había cambiado... ¡No! Un ligero temblor me recorría mientras me obligaba a mantener mis ojos azules al frente hasta que llegamos a un balcón, quise gritar pero me mordí la lengua hasta que pude sentir el sabor de mi propia sangre.

- ¿Nom… bre…?

Me esforcé para controlar mi voz mientras intentaba procesar lo que me decía. Su nombre, aquel ser que me hizo una criatura de la noche… No podía recordar nada de ello y tampoco quería hacerlo. Pero el conde no se callaba, no entendía sus motivos para decirme todo eso, Keyla… Arleken… ¿qué tenía que ver conmigo? Aquel nombre era de mi…

- Hombre…

No podía con esto, la única palabra que pronuncié era una mezcla de odio y tristeza, un deseo de venganza. Apenas alcé los ojos para ver al vampiro y comencé a sentirme mareada, llevé mis manos a la cabeza, enredando mis dedos fríos con mis cabellos rubios. No había nadie más que pudiese verme en ese momento.

- No lo sé… ¿qué importa? ¿Por qué lo preguntas?

Ahora mi voz era casi una súplica.

“¿Por qué me torturas? No te conozco… No sigas… No quiero oírlo”

por **Arleken Lundberg** Lun Mayo 20, 2013 8:12 pm

Arleken la observó como se esforzaba en responder esas preguntas tan retóricas. Realmente no lo recordaba... ¿A qué se debía? El conde se jactaba de ser muy bueno empleando sus poderes pero hasta él conocía sus límites, especialmente cuando se trataba de su manipulación de la memoria.

Pero finalmente Saga sucumbió al esfuerzo, al parecer le dolía tan solo pensar en su amo, como si subconsciencia le decía que estaba mejor que olvidara a quién la había vuelto como es, que era mucho mejor tener los recuerdos falsos que Arleken había implantado. Mas el Conde se encaprichó con ella, la haría recordar, la orillaría a llamarlo "creador", "maestro", "demonio" o "amor". Términos que alguna vez escuchó salir de los hermosos labios de Saga, aquellos labios que nunca había olvidado y que en la inmortalidad se volvieron todavía más irresistibles.

—¿Por qué te torturo dices?— dijo en un tono tranquilo después de un breve momento de absoluto silencio. —Nos conocemos Saga y más de lo que puedes recordar en estos momentos. Quiero que regreses a mí... deja la soledad y aventúrate como antes lo hacíamos...— continuó sin dejarla de ver a los ojos, luego prosiguió usando su persuasión —esfuérzate querida— su tono imperativo paso desapercibido gracias a su poder.

Aunque Arleken estaba seguro de algo, poco le serviría la persuasión para Saga. La volví nuevamente concentrándose. —No lo mires como una tortura, seré que te dolerá tanto como me duele a mí, me dolió y me dolerá...— suspiró y la tomó de la mano, de esa mano que él alguna vez la sintió caliente, él único en vida que probó el calor de su cuerpo, lo sintió y lo amó. No existía alguien más que podría jactarse de conocer a la Saga humana, nadie salvo Arleken y si ella deseaba conocer más de su pasado solamente él podía ayudarla. Por supuesto, ella tendría primero que recordarlo.

El Conde retiró la mano y caminó al interior de la habitación mas no entró, se quedó en la puerta y la observó. —Tu mente está suprimida por un poder que te impide recordar... no me imaginé que fuera tan poderoso pero yo soy capaz de desbloquear tu mente...— suspiró con tristeza ya sabía como terminarían las cosas y pese a ello seguía obstinado con que lo recordara. —Si quieres saber quién fue tu creador, y qué fue lo que sucedió dame tu mano, sino simplemente puedes irte que no te molestaré más— Arleken la miró una vez más y le ofreció la mano.

por **Saga Yttredal** Sáb Mayo 25, 2013 5:29 pm

El ver que el vampiro se encontraba tan tranquilo solo lograba molestarme, era casi como si esperara mis reacciones ¿qué sabía él de mí? Pude sentir como intentaba usar sus poderes en mí, aun en el estado que me encontraba puse toda mi concentración en resistirme porque sentía que dejarme llevar por él sería como regalarle la victoria. Querida… ¿me llamó querida? ¿Por qué rehuía aquella palabra? Quería saberlo, pensar en ello pero el dolor me lo impedía ¿o era algo más?

El conde no tardó en dejar de intentar usar sus poderes en mí a lo que mostré una sonrisa que decía a las claras: “te gané” aunque no sabía realmente en qué había ganado, ¿era yo superior? ¿aun cuando sentía tanto miedo?

- ¿Quién eres?

Había dejado de agarrarme la cabeza y unos cuantos mechones rubios me caían por el rostro, pero mi tono había recuperado algo de su fuerza anterior. No recibí una respuesta pero si una explicación que para mí no tenía sentido, por el momento al menos. ¿Mi mente suprimida? Si bien era cierto que no todos mis recuerdos tenían sentido pero eso era por yo misma no quería recordarlos, ¡era yo! La idea de pensar que por el poder de alguien más había estado eliminando mi pasado por años no me agradaba y aun así tuve que preguntarme cómo sabía él de ello.

- ¿Fuiste tú…?

La pregunta salió por si sola pero una vez más no recibí respuesta y me quedé mirando la mano que me ofrecía, todo mi ser me gritaba que me alejara, que corriera, que me tirara del balcón, que me escondiera por años hasta que hubiese borrado de mi mente este encuentro, pero al pensar que aquello que sentía era implantado por alguien más… Tomé la mano y lo seguí a la habitación, aun desconfiaba pero tenía que saber y luego… luego podría encargarme de él, Arleken.

por **Arleken Lundberg** Sáb Mayo 25, 2013 10:02 pm

Luego de caminar hasta el interior, a la habitación perfectamente ordenada y con una decoración que insinuaba claramente pertenecía al Conde por la gran elegancia, los exquisitos muebles y el diseño sublime. Una habitación con un toque antiguo de más de 350 años, sin modificaciones, una habitación que la servidumbre del Conde no formó ni conoció a la autora de semejante decoración. Arleken había mantenido ese lugar tal cual; no dormía en él, no era su alcoba, ni siquiera Alexês Nyíri conoció el lugar en el que ahora Creador y Vástaga se enzarzarían en una discusión o quizás algo más grave como un combate o un encuentro sexual.

—Alguna vez tu viviste en este castillo... alguna vez este fue...— comenzó a hablar cuando estaban en el centro de la habitación, hizo una pausa para llevar una de sus manos a las mejillas de su hermosa vástaga. —¿Fuiste tú...? Haz dicho...— sonrió como lo haría un pillo que fue descubierto, le divertía pero también estaba seguro de que le preocupaba, conocía los poderes de Saga y aunque no eran como los de su creadora Keyla o la despiadada Tiare, siempre había visto a Saga -al menos en los últimos días de su vida como pareja- una amenaza potencial.

—Esta fue nuestra alcoba, aquí compartimos muchos recuerdos, tu misma amueblaste y ordenaste la habitación. Y desde tu ausencia la mantuve igual... pero ven...— dijo y sus manos se deslizaron hasta la cien de la rubia. —Sentirás un fuerte golpe y después aparecerán los recuerdos suprimidos con una velocidad tan asombrosa que si no te tratarás de una inmortal no serías capaz de capturarlos. Aunque he de decirte que aunque recuperes todo poco a poco podrías invocarlos— su voz serena era comparable con su semblante tranquilo, no importaba que sucediera después, era hora de que Saga hiciera lo que quisiera, que tómase sus propias decisiones a partir de conocer su verdad.

—¡SÍ, YO SOY TU CREADOR!— exclamó y liberó su manipulación de la memoria con una potencia como si se tratara del choque de dos platos eléctricos.

Y así los recuerdos fueron fluyendo hasta que las mismas pesadillas del subconsciente aparecieron haciendo que Saga se tirara en la cama, en su lecho.

por **Saga Yttredal** Sáb Jun 01, 2013 12:43 pm

A pesar de mi decisión de seguirle, apenas entre a la habitación se me abrieron los ojos desmesuradamente y con cierto horror, era elegante, todo, desde la manera en que se habían colocado los muebles hasta los colores elegidos eran exquisitos, y eso era precisamente lo que me aterrorizaba. La semejanza que tenía con mi propia alcoba en mi mansión de Francia… ¡eran prácticamente idénticas! Mis ojos iban detallando todo a su alrededor, buscando diferencias con el lugar en donde vivía actualmente, pero eran mínimas, solo unos cuantos papeles, partituras que solía tener en mi habitación pero que no se encontraban en esta.

Las palabras que salían de boca del otro vampiro tenían sentido, una parte de mi lo sabía, tenía que aceptarlo pero la otra parte las rechazaba con todas sus fuerzas, buscando otra explicación. Pero aquella batalla interna que se libraba en mi interior no se reflejaba en ninguna de mis expresiones, en realidad no expresaba nada en el exterior, solo frialdad. Fría fue también la mirada que dirigí al Conde al verlo sonreír.

Mi cuerpo se tensó casi imperceptiblemente al momento en que las manos del vampiro se deslizaron hacia mi sien, no me aparte sino que le sostuve la mirada con una frialdad que casi pretendía retar a la tranquilidad del otro. Entendí su explicación, o eso creía.

Sus palabras sonaron claras acompañadas con un dolor que no había sentido antes, un breve grito escapó de mis labios, quizá hubiese gritado aún más pero no quería mostrar debilidad frente al ser se encontraba conmigo, en la misma alcoba. Mordía mi labio inferior por dentro con fuerza, hasta hacerlo sangrar, los ojos los mantenía cerrados y mis dedos habían vuelto a mis cabellos rubios tirando de ellos, en algún momento había caído sobre la cama sin que lo notase, tampoco notaba por completo mis otras acciones pues en esos momentos mi mente se encargaba de recuperar aquellos recuerdos sellados por tantos años.

La batalla interna que en mí se libraba tampoco había terminado, mientras una parte quería entender aquellas memorias la otra deseaba esconderlas nuevamente, pero eso ya no era posible y no lograba comprenderlo, antes había resultado tan sencillo olvidar aquello que me lastimara… Finalmente los recuerdos dejaron de fluir en mi cabeza, había terminado lo recordaba todo, más no lo comprendía aún del todo. Solo unas cuantas cosas.

El vampiro frente a mí se llamaba Arleken Lundberg. Había vivido con él tiempo atrás, en este castillo, en esta alcoba… cuando era humana. Arleken me había creado. Odio. Amor. Resentimiento.

Me había quedado quieta por un momento y comencé a reír suavemente, pero era una risa fría, carente de alegría, me levanté poco a poco quedando sentada en la cama que tiempo atrás habría compartido con él.

- Tiempo sin verte, Arleken.

Un saludo cordial junto con una sonrisa, pero mis ojos azules continuaban siendo fríos.

por **Arleken Lundberg** Sáb Jun 08, 2013 11:21 pm

Escuchó las palabras frías de su algunas vez amor y no pudo encarar la inexpresiva mirada, por lo que simplemente se dio media vuelta sin saber que decir. –¿Habrá sido una estupidez liberar su mente?– pensó por un breve instante. —Sí, han pasado siglos desde nuestro último encuentro— hizo una pausa y se dio vuelta para contemplar a la pálida y rubia mujer que sentada en la cama seguía con su semblante indiferente. —No te voy a mentir de que siento lo que hice, ahora ya lo sabes todo y no hace falta explicarte lo que sucedió en tu última noche mortal y lo que prosiguió en nuestros años juntos— el conde suspiró y se sentó junto a ella buscando las manos femeninas.

—Aún recuerdo el calor de tus manos— dijo cuando cogió las manos de Saga, luego llevó su mano derecha a las mejillas blancas, —así como el de tus mejillas... Saga no existe ningún hombre o inmortal que te hubiera conocido rebosantes de vida. Con tus mejillas chapeadas y el hermoso latido del corazón que apenas era equivalente a tus voz cuando cantabas— entonces Arleken se levantó y ayudó a que ella también lo hiciera. Sus manos seguían estando tomadas mientras él sintió deseos de besarla, besar esos labios que tanto amó y que en ninguna de sus amantes encontró.

—Saga, fui un estúpido por todo lo que te hice... te arrastré hasta esta vida y después te abandoné implantándote falsos recuerdos... pero permite que te confiese está noche que nunca dejé de pensar en ti, nunca deje de amarte... y no hay día desde que te alejé en la que me haya arrepentido... tu fuiste mi primer vástaga y la primer mujer a la que amé— Arleken soltó las manos de Saga y suspiró, abrió ligeramente su boca mostrando sus colmillos. —Saga quedate conmigo— dijo de pronto sin pensar en las consecuencias.

por **Saga Yttredal** Sáb Jun 15, 2013 2:15 am

Afilé la mirada, mis ojos azules destellaron por un momento con ira al ver que el vampiro se volteaba, quería que me mirara y de esa manera pudiera saber cada una de sus expresiones. ¿Qué sentía con respecto a mi persona luego de tantos años? ¿Le asustaba? ¿Me habría olvidado? No… entonces no habría liberado mis recuerdos. Volvió a mirarme poco después, siglos... para un vampiro el tiempo perdía su importancia porque no pasaba por nosotros, pero sus palabras me molestaron a pesar de que yo había usado unas muy parecidas en principio.

Continuó hablando y me limité a observarlo sin interrumpir porque quería saber que pensaba, o al menos parte de ello. Sentí una punzada de dolor cuando sentí como me tomaba de la mano pero alejé ese sentimiento de inmediato, era innecesario en aquel momento, de manera que volví a una fría expresión en menos de un segundo. Me levanté junto con él aún sin mostrar ni el más ligero cambio ante sus palabras hasta que escuché como decía arrepentirse, entonces esbocé una pequeña sonrisa carente de felicidad. Sus últimas palabras borraron aquella sonrisa… ¿¡Cómo se atrevía!?

Bien pude haber perdido por completo el control, abalanzarme sobre él, atacarlo, pero no era una neófita que se dejaba llevar por aquellos impulsos si bien tampoco era lo suficientemente antigua para tomármelo todo con total frialdad y la paciencia de esperar años para lograr un objetivo. Así que, sonreí nuevamente con cierto dolor, casi imposible de reconocer, y me acerqué al vampiro llevando una de mis manos a su mejilla.

- ¿Me pides que me quede contigo, Arleken? Luego de todo lo sucedido… ¿y me pides algo así?

Mis ojos azules se fueron endureciendo a medida que hablaba y mis dedos se contrajeron poco a poco de manera que mis uñas cuidadosamente pintadas se clavaban en la piel pálida del conde.

- Deberías saber muy bien que eso no basta. Ahora mismo quiero destrozarte, pero aún si lo intento no obtendré nada.

No era la suficientemente fuerte para enfrentarme a él, y mucho menos estaba mentalmente preparada para ello en ese momento. ¿Y él? Acaba de decir que nunca dejó de amarme, ¿sería capaz de matarme por su propia seguridad? Iba a averiguarlo pronto al menos.

- Tengo tiempo, Arleken, gracias a ti tengo mucho…

Me alejé un poco y volví a recorrer la habitación con la mirada, estaba realmente intacta, no había entrado en todo este tiempo, algo que no entendí ¿acaso esperaba que regresara?

- ¿Sabes?... Si hubieses tomado otras decisiones entonces, quizá… estaríamos juntos ahora mismo…

¿Podía notarlo? Sí, tristeza por una posibilidad que nunca viviría, pero no quería admitirlo y por eso mi voz se fue haciendo más baja, aunque sabía muy bien que él podía oírme.

por **Arleken Lundberg** Sáb Jul 13, 2013 11:41 am

Arleken se mantuvo en silencio, le dio la espalda y caminó hasta el balcón sin salir de él. El silencio se mantuvo por un tiempo extenso, quizás más del que ambos esperaban. Luego Arleken reflexionó un poco. La noche era muy especial, no solamente se encontraba en el lugar su bella vástaga, sino también su cruel creador y alguna vez amante.

—Hace bastante tiempo me puse a reflexionar sobre las diferencias que tenemos con los mortales... No te hablo de las diferencias físicas, te hablo de nuestra arrogancia y vanidad— Arleken no poseía el poder de la telepatía, por lo tanto no sabía que estaba haciendo su maestra en estos momentos. Pero continuó antes de perder la idea de su discurso, —la eternidad nos permite otorgar el perdón, porque como tu lo has dicho tenemos tiempo para volver a despreciar... nosotros nos podemos arriesgar al ¿qué hubiera pasado sí...? por nuestra inmortalidad—.

Arleken volvió a generar un silencio, Saga por su parte no dijo nada, mas no abandonó la habitación, aquel inmueble que ella hubo decorado cerca de tres siglos. —Saga, tu alguna vez me preguntaste acerca de mi creadora, mas lo que te dije e hice prometer fue que nunca me volvieras a preguntar de ella y si te llegarás a enterar de su existencia nunca la buscaras... tal vez por eso viole tu mente para que cumplieras esa promesa que me hiciste... dime Saga... ¿tienes curiosidad por ella, aún quieres conocerla...? Porque ella se encuentra en este lugar, es la duquesa de los Países Bajos—

El conde se dio media vuelta encarándola al fin, quería ver sus gestos de sorpresa -sí es que realizaba tal expresión-, luego camino a ella y deteniéndose frente a Saga le dijo —Como tu lo fuiste para mí, yo fui el amante de Keyla, ella es la vampiro más malvada, manipuladora y posesiva que alguna vez conocí, yo sólo quería protegerte, te habrás dado cuenta que poseo parte de esas características... creo que debes de conocerla y así escucharme después— Arleken le ofreció su mano para poder conducirle a la duquesa.

por **Saga Yttredal** Dom Jul 28, 2013 9:13 pm

El que no me contestara no era la mejor forma para que mi enojo pasara, pero no podía agregar nada más sin que él me dijera algo. Mientras más se alargaba el tiempo de silencio más incómoda me encontraba, si no pensaba decir nada más entonces podría al menos darme una indicación de que no hablaría, entonces yo podría irme y ya. A pesar de haberle mencionado mi deseo de querer destrozarlo era consciente de que no era el mejor momento para hacerlo, teniendo a muchos humanos en la fiesta y quizás unos cuantos vampiros a los que siempre se podía encontrar dentro de la realeza y nobleza. Estaba ya por irme, cansada de esperar y porque dudaba que soportara por mucho tiempo el permanecer en aquella habitación cuando al fin escuché su voz una vez más, pero me hablaba no de nosotros sino de nuestra condición como seres de la noche.

No estaba segura de entenderle por completo, ¿era yo arrogante y vanidosa? Quizá había adquirido un poco de aquellas características con el paso del tiempo, la eternidad podía generarlas ya que muchas veces nos considerábamos muy por encima de todo lo demás. Hubo un tiempo en que yo misma comencé a abusar de mis poderes, pero había aprendido, éramos eternos siempre que no nos clavaran una estaca. Me habló del tiempo infinito que poseíamos y sus ventajas… En fin, lo que Arleken quería ¿era que lo perdonara? No contesté y le permití seguir hablando pues aun no tenía una idea clara de lo que deseaba y me confundió un poco al mencionar a quien fue su creadora. No pude evitarlo, mis ojos azules mostraron una sorpresa momentánea al saber que ella se encontraba también pero no quería resultar tan fácil de leer para él, me costaba pero necesitaba controlarme.

- Tengo curiosidad, sí. Aunque me preguntó porque estás dispuesto a dejar que la conozca ahora.

¿Protegerme? Recordé como era cuando aún era humana. Torpe y algo descuidada, y como vampira mis inicios no fueron realmente agradables, estar viva ahora quizá podía considerarlo un milagro, pero de igual manera aquello no terminó de gustarme. Acepté la mano que me ofrecía, si conocer a Keyla me haría entender algo entonces quería conocerla.

- La creadora de mi creador… es un poco… extraño.

Y si él tenía algo de ella, ¿tenía yo algo de él?

por **Arleken Lundberg** Mar Jul 30, 2013 12:44 pm

Juntos salieron de la habitación como en los viejos tiempos. No estaba seguro de la localización de Keyla pues aún no se entrevistaba con ella, mas deducía que no estaba en el salón de baile; ella seguramente se encontraba esperándolos en alguna estancia.

Cuando llegaron al salón principal la música hizo que Arleken sintiera deseos de bailar con Saga, en esta nueva época el baile era tan diferente que era para él casi una adicción; sin embargo, no quería hostigarla y antes de que continuaran caminando al salón de baile un criado se acercó a la pareja de Condes.

—Mi señor, la duquesa de los Países Bajos lo espera en su despacho— dijo como hipnotizado, un trabajo de Keyla seguramente. Entonces, ambos se encaminaron al despacho, ella sabia su ubicación Arleken no tenía porque conducirla por lo que los pasos eran naturales. Cuando llegaron las puertas estaban cerradas y la música se escuchaba a lo lejos.

—Saga, entre maestro y alumno no existe ningún vínculo telepático, nuestras mentes se bloquean; mas tu mente si puede ser penetrada por Keyla. Ella es una vampiro vieja, la más antigua que he conocido. Tiene 3, 600 años de existencia y aunque lo intentes con todas tus fuerzas no podrás ocultar ningún pensamiento de su mente, así que mejor no lo intentes. Sólo espero que no se vuelva un error traerte aquí— Arleken la miró con inquietud y sus manos se separaron, luego él le tomó la diestra y la besó galantemente, después abrió la puerta.

Keyla se encontraba en el centro, esperándoles, era como si supiera que veníamos. Mantenía una sonrisa maliciosa y él se sentía impotente, no sabía lo que pensaba Saga y mucho menos lo que pensaba Keyla, se sentía indefenso pero confiaba que la duquesa no pretendería en ningún momento hacerles daño.

por **Keyla Van Zuiverheid** Vie Ago 02, 2013 10:44 pm

Keyla escuchó los firmes pasos de Arleken acercándose con la que era su pupila, su primera creación. Por supuesto, su comunicación con Arleken no existía pero si podía invadir la mente de Saga y lo había hecho. Así, la duquesa estaba satisfecha del largo viaje que había hecho para el reencuentro con su antiguo amante.

La duquesa de los Países Bajos llegó en el momento en el que Arleken estaba conversando con una Saga que tenía la mente bloqueada por lo que no fue presente en el anuncio que se hizo de ella. Muy cortés el mayordomo del Conde la llevó hasta un salón particularmente decorado, desde ahí escuchó a través de Saga la conversación con Arleken. Keyla se hubo acomodado en un cómodo sillón. Y cuando Arleken se enteró de la presencia de Keyla y en un desesperado intento de que ella no se alejara ofreció a la duquesa como una garantía de que lo que decía era cierto. Keyla no pudo evitar sonreír, sí, eso había ocurrido hasta el momento en el que Arleken ingresó por la puerta en compañía de Saga.

De pie y justo en medio del recinto Keyla los observaba, se detuvo a analizar a Saga, era sumamente hermosa y según el gusto de la duquesa aún más que la trágica cortesana Alexês. Arleken cerró las puertas y los tres se quedaron sumidos en un silencio.

—Buenas noches señorita... Arleken ¿cuánto tiempo ha pasado... medio siglo?— dijo en un tono divertido y no apartó la vista de la sensual rubia. —Es un alivio que esta bella dama haya sobrevivido a tu mediocre cuidado Arleken y no le sucediera lo mismo que a tu prostituta de París— más que reprenderlo parecía hablarle con comprensión. —No lo sabes verdad— añadió luego de ver la expresión de su vástago. —Ella se entregó a los rayos del sol, la convertiste y te importó nada cuidarla, la abandonaste a su suerte... ¿y así osas acusarme a mí de la villana más cruel que has conocido?— esta vez el tono de su voz era reprendedora y es que a Keyla le dolía que murieran las personas que tenían su sangre, después de todo, ¿Arleken no cedió a Alexês su propia sangre, sangre obtenida en su momento de la misma Keyla?

Entonces Keyla ofreció su mano derecha a Saga, —ven pequeña, ven a que te ceda más poder— sus palabras fueron acompañadas de una sonrisa perspicaz, y es que no permitiría que Saga sucumbiera, no ahora que la conocía.

por **Saga Yttredal** Miér Ago 07, 2013 5:19 pm

Una advertencia. No podía más que mostrarme sorprendida por ello y aumentaba mi curiosidad por la vampiresa que aguardaba tras la puerta, aunque también aumentaba mi temor. Una vampiresa de 3,600 años, si al lado de Arleken yo era joven al lado de ella debía ser poco más que una niña. Al entrar nos encontramos con ella, Keyla era hermosa por supuesto, congelada en aquel tiempo. Noté la reacción del conde a mi lado, me molestó un poco ¿esta mujer era tan temible? Por mi parte, le sostuve la mirada con tranquilidad, yo no iba a mostrarme de ninguna manera inferior. Pensaba en ello, pero la vampiresa hablaba sin dar muestras en ningún momento de aquel carácter del que Arleken me había advertido. ¿Prostituta? Ante aquella mención dirigí mis ojos azules al vampiro, no había oído hablar de otra mujer, así que debía ser una segunda creación suya.

- No, no sabía que tuve una “hermana”

¿Por qué me dolía? Él siempre ha hecho lo que le apetece, aunque no esperaba que dejara completamente a su suerte a alguien a quien había creado, sin ningún tipo de advertencia. Sentí un poco de lástima por aquella mujer pero no era problema mío. Miré nuevamente a Keyla, sorprendida al ver que me ofrecía su mano derecha. No me lo esperaba y no podía evitar preguntarme qué quería lograr, dudando me acerqué. Tomé la mano que me ofrecía y la acerqué a mis labios, descubriendo mis colmillos para hundirlos en la piel de la vampiresa y beber de ella. No demasiado, me separé poco después con los labios ahora pintados con sangre, pasé mi lengua por ellos para limpiarlos.

- Cederme más poder… no puedo evitar pensar que me pedirás algo a cambio.

Era aquel pensamiento el más lógico y aun así había aceptado el acercarme y beber. ¿Por qué? Nunca estaba completamente segura de mis acciones, curiosidad, ira, amor, a pesar de lo que era continuaba guiándome por aquellos sentimientos, un comportamiento más propio de humanos y neófitos.

por **Arleken Lundberg** Jue Ago 08, 2013 1:55 pm

–¿Qué es lo que Keyla dice?– pensó Arleken totalmente impactado... –¿será verdad?– le parecía difícil de creer mas Keyla no era una vampiro que gozara de mentir, de hecho odiaba el simple hecho de que alguien lo hiciera, era amante de la verdad lo que consideraba la perfección. –Alexês...– susurró en su mente, ¿qué clase de monstruo abandona a su vástaga recién convertida?... Él. Entonces recordó la primera vez que vio a Alexês, una adolescente víctima de un ataque de licántropos en su natal Suecia. Arleken la había salvado llevándosela a su castillo en Escocia, primero había sido su esclava de sangre y poco a poco se había enamorado de ella, conforme crecía y sus atributos se definían. El vampiro la había amado y un día sin mas viajó a París, le modificó la memoria con su manipulación de la memoria y la abandonó en un burdel a ejercer la profesión más antigua del mundo... Sí, eso había hecho Arleken y una noche volvió a aparecer en la vida de su bella Alêxes concediéndole el don oscuro luego de casi morir por aquella bala asesina que una inquisidora hubo disparo en aquella redada en París.

Arleken se sumió en una especie de trance y cuando reaccionó vio a Saga bebiendo de Keyla... –¿Qué demonios...?– quiso ir a detenerla pero ella mismo se contuvo... ¿por qué ella le cedía de su sangre cuando a penas la conocía...?, ¿acaso quería fastidiar a Arleken? El conde comenzaba a arrepentirse, caminó hasta Saga tomándola de la mano. —Vamonos Saga, suficiente hemos escuchado de ésta mujer... no querrás atarte a ella— dijo el conde como si Saga comprendiera lo que significaba recibir la sangre de ella... aunque quizás ya era tarde...

Dio media vuelta con la mano de Saga unida y de pronto sintió una tercera, una mano como el mármol, demasiado tersa y dura... Era la mano de Keyla que se interponía entre Arleken y Saga, la duquesa liberó la atadura impidiendo que la condesa se marchara con Arleken. —Sí Keyla... abandoné a Alexês soy un maldito monstruo pero no te queda el juego de buena... ambos sabemos la maldad que anida en tu corazón muerto y no permitiré que le hagas daño a Saga— dijo el conde en un tono desafiante y sin provocar la más mínima reacción de amenaza por parte de Keyla, de su maestra.

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