AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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No querer mirar atrás y salir corriendo {Privado.}
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No querer mirar atrás y salir corriendo {Privado.}
Leanne siempre podía haber vivido en la ciudad junto con su “querido esposo” pero él decidió trasladarse al campo para poder así tener las viñas más cerca y más vigiladas cosa que a ella personalmente no le desagradaba ya que tanto verde, tanta luz y tan poco ruido le daba bastante tranquilidad aunque quizás lo último la molestaba un poco pues siempre eran las mismas caras, las mismas costumbres… Suspiró pensadamente al pensar en todo aquello negando efímeramente con la cabeza sin mostrar poco más que un simple sentimiento apático ya que si algo no quería mostrar era preocupaciones delante del minucioso servicio de aquella casa en la cual los secretos no existían puesto que todo lo que era escuchado se le contaba al señor de la casa el cual sólo visitaba dicho hogar una vez por semana ya que tenía que hacer cortos viajes de un lado a otro para organizar todo lo que conformaba la creación de vino pero bueno a fin de cuentas a ella le daba bastante igual lo que él hiciese y contra más lejos pudiese estar de su femenina figura mejor ya que no le apetecía discutir ni acabar con algún que otro golpe – había decir que mucho los paraba y que además unos tanto los daba ella también- y más aún estando embarazada como estaba.
Las horas en el interior de aquella casona pasaron no demasiado rápido pero si lo suficientemente lentas como para que la mujer pudiese disfrutar de un largo baño, distintos platos a la hora de comer, recoger alguna de sus cosas y ordenarlas, pasarse por las cocinas y cambiarse un par de veces de ropa además de cepillarse el cabello pero así todas aquellas cosas terminaron por aburrirla por lo que aproximadamente a las siete de la tarde no tardó en colocarse un vestido verde sin corpiño de tela fina, nada complicado que la dejase sin respiración y que fuese digno de ser manchado; conjuntamente unas zapatillas cerradas de tela con las que pudiese caminar bastante y un fular negro que situó sobre sus hombros cruzándolo ligeramente resguardándose así en el caso de que descendiesen la temperatura que ya le decía su instinto que en aquella tarde primaveral aquello no ocurriría. Con todo esto la mujer, sin dar explicaciones ni despedirse, salió del hogar “familiar” caminando lentamente a la vez que ya por pura costumbre situaba una mano sobre su barriga en la cual ya se notaba el embarazo aunque no de forma prominente pero sí observable… aquello la llenaba de alegría, no por el hecho de tener un hijo de Patrick sino por saber que un futuro no muy lejano tendría una preciosa criatura de su sangre en sus brazos que bien podía ser humano o brujo pero ella esperaba que siguiente su misma línea además la primera opción le recordaría a aquel desagradable matrimonio concertado.
La muchacha se mordió ligeramente el labio parando un instante para echar una mirada hacia atrás observando todo el camino que había dejado tras sus pasos; quería salir de allí… quería huir sin mirar atrás pero sabía que aquella posibilidad no existían puesto que ¿Dónde iría? A ningún sitio, además dejaría a Jehan solo y enfrascado en una situación parecida por lo que alejarse de él no era una buena opción. Bufó levemente entrecerrando sus ojos recapacitando o al menos intentándolo ya que algunas difusos visiones y todas subjetivas se entremezclaban en su cabeza, todas aquellas imágenes eran con él pero sabía que no era cierto, que no era más que un deseo entremezclado con alguna borrosa visión, que aquello no era más que invento de su cabeza la cual tenía el mismo deseo que su corazón… debía ser fuerte e intentar borrar todo aquello de sus pensamientos ya que no le traería nada; sólo problemas y más problemas.
Los pasos continuaron avanzando sorteando pequeños arbustos, algún que otro agujero para llegar finalmente a una pequeña zona que sólo contenía algunos arbustos de lavanda escogiendo así aquel sitio para sentarse dedicándose a mover con las yemas de los dedos una de las ramas, observando el color intenso como si aquello fuese lo más importante en aquel momento.
Las horas en el interior de aquella casona pasaron no demasiado rápido pero si lo suficientemente lentas como para que la mujer pudiese disfrutar de un largo baño, distintos platos a la hora de comer, recoger alguna de sus cosas y ordenarlas, pasarse por las cocinas y cambiarse un par de veces de ropa además de cepillarse el cabello pero así todas aquellas cosas terminaron por aburrirla por lo que aproximadamente a las siete de la tarde no tardó en colocarse un vestido verde sin corpiño de tela fina, nada complicado que la dejase sin respiración y que fuese digno de ser manchado; conjuntamente unas zapatillas cerradas de tela con las que pudiese caminar bastante y un fular negro que situó sobre sus hombros cruzándolo ligeramente resguardándose así en el caso de que descendiesen la temperatura que ya le decía su instinto que en aquella tarde primaveral aquello no ocurriría. Con todo esto la mujer, sin dar explicaciones ni despedirse, salió del hogar “familiar” caminando lentamente a la vez que ya por pura costumbre situaba una mano sobre su barriga en la cual ya se notaba el embarazo aunque no de forma prominente pero sí observable… aquello la llenaba de alegría, no por el hecho de tener un hijo de Patrick sino por saber que un futuro no muy lejano tendría una preciosa criatura de su sangre en sus brazos que bien podía ser humano o brujo pero ella esperaba que siguiente su misma línea además la primera opción le recordaría a aquel desagradable matrimonio concertado.
La muchacha se mordió ligeramente el labio parando un instante para echar una mirada hacia atrás observando todo el camino que había dejado tras sus pasos; quería salir de allí… quería huir sin mirar atrás pero sabía que aquella posibilidad no existían puesto que ¿Dónde iría? A ningún sitio, además dejaría a Jehan solo y enfrascado en una situación parecida por lo que alejarse de él no era una buena opción. Bufó levemente entrecerrando sus ojos recapacitando o al menos intentándolo ya que algunas difusos visiones y todas subjetivas se entremezclaban en su cabeza, todas aquellas imágenes eran con él pero sabía que no era cierto, que no era más que un deseo entremezclado con alguna borrosa visión, que aquello no era más que invento de su cabeza la cual tenía el mismo deseo que su corazón… debía ser fuerte e intentar borrar todo aquello de sus pensamientos ya que no le traería nada; sólo problemas y más problemas.
Los pasos continuaron avanzando sorteando pequeños arbustos, algún que otro agujero para llegar finalmente a una pequeña zona que sólo contenía algunos arbustos de lavanda escogiendo así aquel sitio para sentarse dedicándose a mover con las yemas de los dedos una de las ramas, observando el color intenso como si aquello fuese lo más importante en aquel momento.
Leanne Fitzgerald- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 7
Fecha de inscripción : 27/05/2011
Re: No querer mirar atrás y salir corriendo {Privado.}
Fingir que se está conforme con la vida que uno tiene es mucho más cansino de lo que Jehan podía haberse imaginado. Recordaba que con anterioridad solía pasarle lo mismo cuando sus padres peleaban, pero de alguna manera era diferente. En ese entonces tenía a Leanne para apaciguar el sentimiento. Ahora tenía a su pequeña Serenity, pero aún así ella formaba parte de sus preocupaciones. Entonces la calma que le transmitía la presencia de su hija no podía calmarle en lo absoluto. También estaba el hecho de que rara vez podía ver a Leanne, su hermanastra, ya que se había mudado a las afueras de la ciudad mientras él seguía en los suburbios. La presión de ser un hombre adulto responsable de su familia le resultaba especialmente asfixiante y a veces se preguntaba cómo es que lograba salir adelante sin desesperarse ni perder la cabeza.
Había trabajado arduamente con el fin de obtener algunas horas más de descanso ese día; aunque también lo había hecho para mantenerse el mayor tiempo fuera de casa. Y al final se sentía culpable por eso. Si Yadira hubiese sido al menos un poco difícil de soportar entonces sabría que estaba haciendo lo correcto y que la convivencia entre ambos no era posible de ningún modo. Pero el problema era que la mujer le quería verdaderamente y hacía todo lo que estaba en sus manos para ser la esposa perfecta para él. Eso le hacía sentir mucho peor a la larga. El hecho de ser tan mal agradecido sólo incrementaba su idea de que era una persona terrible. Por eso intentaba aguantar el mayor tiempo posible con ella, pero al final le resultaba imposible, sobre todo por la culpa que le invadía siempre que ella se portaba bien con él.
Había decidido salir ese día ya que estaba seguro de que una pelea llegaría pronto. Hacía casi dos meses que no tocaba a su mujer argumentando que llegaba cansado del trabajo cuando la realidad no podía ser más diferente a ello. Cada vez notaba más tenso el aire en el ambiente y eso le hacía sentir mal, sobre todo porque esa energía se transmitía a la bebé y eso no era bueno. A veces pensaba que hubiese sido mejor que Yadira le engañase. Ni siquiera se quejaría ni investigaría más a fondo. Pero igual eso denotaría lo mal marido que es. En verdad no sabía qué hacer.
Caminaba por los campos y sembradíos a sabiendas de que la casa de Leanne se encontraba por ahí. No sabía bien la dirección ya que se había prohibido el volverla a ver, pero simplemente no podía evitar ir hacia esa área. Ya había frecuentado el sitio algunas veces y jamás había tenido suerte. Podía preguntar, claro, pero no se atrevía. A pesar de ser hermanastros sentía que esa razón no era suficiente para encerrar sus verdaderas intenciones. También estaba seguro de que no podría soportar el verla con su marido. ¿Sería feliz? ¿Le habría olvidado? A veces deseaba que fuese así y que Jehan fuera el único que sufría ese amor imposible, pero otras deseaba que ella aún le amase y compartir ese sentimiento juntos. Y eso era egoísta.
Sus manos se encontraban guardadas en su pantalón de vestir mientras su corbata colgaba de manera informal por sobre sus hombros, desabrochada. Los primeros dos botones de su camisa se encontraban abiertos. Sus zapatos eran manchados poco a poco por el polvo que se levantaba cada que arrastraba los pies sobre el sendero arenoso. Su cabello se encontraba peinado pulcramente hacia atrás y prometía no ser movido por absolutamente nada. Pero no le importaba la apariencia general que daba. Parecía ser un hombre desempleado pensando en cómo podría sostener a su familia y a veces deseaba que ese fuera su verdadero problema. Por lo menos tendría solución.
Llevaba ya caminando por lo menos una hora cuando divisó una figura que se le hizo demasiado conocida. A pesar de no haberla visto en dos años se sorprendió al darse cuenta de que aún podía distinguirla a la distancia con facilidad. Comenzó a trotar y como arco reflejo sacó las manos de sus bolsillos para impulsarse con ellas al semi-correr. Sintió su pulso golpear contra la vena de su cuello y su pecho. El pequeño recorrido que hizo hacia la chica se le hizo casi eterno. ¿Cómo podía tomarse tanto tiempo en llegar a ella?
Estiró una mano y le tomó de la muñeca para detenerla en su andar y obligarla a voltear a verle. Y fue al ver su mirada verde que sintió su corazón oprimirse tanto de felicidad como de decepción. Se alegraba de verla, pero hubiese preferido no haberla encontrado y ahora que lo había hecho no sabía muy bien qué debía hacer. Y se dejó llevar por sus impulsos ya que le jaló para envolverla en un abrazo que transmitió todo lo que le había extrañado. Subió una mano hacia su cabello y lo acarició con lentitud. Aspiró su aroma, aquel que había añorado durante los últimos años, aquel que había imaginado en sueños. Ahora era real, estaba frente a él. – En verdad eres tú.
Había trabajado arduamente con el fin de obtener algunas horas más de descanso ese día; aunque también lo había hecho para mantenerse el mayor tiempo fuera de casa. Y al final se sentía culpable por eso. Si Yadira hubiese sido al menos un poco difícil de soportar entonces sabría que estaba haciendo lo correcto y que la convivencia entre ambos no era posible de ningún modo. Pero el problema era que la mujer le quería verdaderamente y hacía todo lo que estaba en sus manos para ser la esposa perfecta para él. Eso le hacía sentir mucho peor a la larga. El hecho de ser tan mal agradecido sólo incrementaba su idea de que era una persona terrible. Por eso intentaba aguantar el mayor tiempo posible con ella, pero al final le resultaba imposible, sobre todo por la culpa que le invadía siempre que ella se portaba bien con él.
Había decidido salir ese día ya que estaba seguro de que una pelea llegaría pronto. Hacía casi dos meses que no tocaba a su mujer argumentando que llegaba cansado del trabajo cuando la realidad no podía ser más diferente a ello. Cada vez notaba más tenso el aire en el ambiente y eso le hacía sentir mal, sobre todo porque esa energía se transmitía a la bebé y eso no era bueno. A veces pensaba que hubiese sido mejor que Yadira le engañase. Ni siquiera se quejaría ni investigaría más a fondo. Pero igual eso denotaría lo mal marido que es. En verdad no sabía qué hacer.
Caminaba por los campos y sembradíos a sabiendas de que la casa de Leanne se encontraba por ahí. No sabía bien la dirección ya que se había prohibido el volverla a ver, pero simplemente no podía evitar ir hacia esa área. Ya había frecuentado el sitio algunas veces y jamás había tenido suerte. Podía preguntar, claro, pero no se atrevía. A pesar de ser hermanastros sentía que esa razón no era suficiente para encerrar sus verdaderas intenciones. También estaba seguro de que no podría soportar el verla con su marido. ¿Sería feliz? ¿Le habría olvidado? A veces deseaba que fuese así y que Jehan fuera el único que sufría ese amor imposible, pero otras deseaba que ella aún le amase y compartir ese sentimiento juntos. Y eso era egoísta.
Sus manos se encontraban guardadas en su pantalón de vestir mientras su corbata colgaba de manera informal por sobre sus hombros, desabrochada. Los primeros dos botones de su camisa se encontraban abiertos. Sus zapatos eran manchados poco a poco por el polvo que se levantaba cada que arrastraba los pies sobre el sendero arenoso. Su cabello se encontraba peinado pulcramente hacia atrás y prometía no ser movido por absolutamente nada. Pero no le importaba la apariencia general que daba. Parecía ser un hombre desempleado pensando en cómo podría sostener a su familia y a veces deseaba que ese fuera su verdadero problema. Por lo menos tendría solución.
Llevaba ya caminando por lo menos una hora cuando divisó una figura que se le hizo demasiado conocida. A pesar de no haberla visto en dos años se sorprendió al darse cuenta de que aún podía distinguirla a la distancia con facilidad. Comenzó a trotar y como arco reflejo sacó las manos de sus bolsillos para impulsarse con ellas al semi-correr. Sintió su pulso golpear contra la vena de su cuello y su pecho. El pequeño recorrido que hizo hacia la chica se le hizo casi eterno. ¿Cómo podía tomarse tanto tiempo en llegar a ella?
Estiró una mano y le tomó de la muñeca para detenerla en su andar y obligarla a voltear a verle. Y fue al ver su mirada verde que sintió su corazón oprimirse tanto de felicidad como de decepción. Se alegraba de verla, pero hubiese preferido no haberla encontrado y ahora que lo había hecho no sabía muy bien qué debía hacer. Y se dejó llevar por sus impulsos ya que le jaló para envolverla en un abrazo que transmitió todo lo que le había extrañado. Subió una mano hacia su cabello y lo acarició con lentitud. Aspiró su aroma, aquel que había añorado durante los últimos años, aquel que había imaginado en sueños. Ahora era real, estaba frente a él. – En verdad eres tú.
Jehan Fitzgerald- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 5
Fecha de inscripción : 27/05/2011
Re: No querer mirar atrás y salir corriendo {Privado.}
La figura de Jehan aún seguía presente en su memoria cosa que a veces la atormentaba y sobretodo por las noches cuando aún podía sentir los dedos rozar su piel, los recuerdos se entrecruzaban entre sus pensamientos y se transformaban en pesadillas que conllevaba a que muchas noches no durmiese más de dos o tres horas algo que en su embarazo, teóricamente, no la sentaba demasiado bien. Todo aquello conllevó a que se levantase de donde estaba comenzando a caminar por el sendero de tierra sin saber donde ir, sin saber porqué caminar sencillamente a avanzar hacia ninguna parte y hacia todos lados; no escuchó los pasos, trotes o el casi correr de Jehan puesto que estaba completamente aislada en sus cosas es más hasta sus pasos avanzaban de forma automática. No lo notó, no lo olió, no lo percibió… no…no pero sí.
Leanne notó como la tomaron de la muñeca - ¿Sería un ladrón que quería asaltarla? Ese era su primer pensamiento pero no, no fue así- obligándola a voltearla haciendo que la mirada verdosa se revelase pero en cuestión de segundos se relajase inundándose de lágrimas las cuales revelaron todo lo que había estado aguantando y más. Los brazos envolvieron el cuerpo de él pasando las palmas de sus manos por la espalda acariciándola de forma lenta pero continua como si quisiera cerciorarse de que estaba bien aunque estando con ella procuraría que fuese así notando a su vez como acariciaba los mechones castaños los cuales no solía dejar tocar por nadie ni por su marido ni por las criadas pero con él era diferente; todo era diferente.-No pensé que fuese a volverte a ver, Jehan…-Susurró temerosa hundiendo el rostro en su cuello y no en su torso como la mayoría de mujeres puesto que aunque él era alto ella tenía una estatura bastante respetable para su época. El rostro se fundió en su cuello notando su respiración, el bombeo de algunas venas pasar por allí sobretodo la yugular, aspirando el aroma y sintiendo la calidez de su piel volviéndose a sentir como hacía dos años… plena.
-No quiero saber nada de tu nueva vida pero quiero saber todo lo demás de ti…-Susurró. Estaba claro que sólo se interesaba de una parte de su vida la otra quizás sería mucho mejor no escucharla para que no se deprimiese aunque bueno en el fondo él no tardaría demasiado en notar la barriga que tenía y el futuro retoño que esperaba.
Leanne notó como la tomaron de la muñeca - ¿Sería un ladrón que quería asaltarla? Ese era su primer pensamiento pero no, no fue así- obligándola a voltearla haciendo que la mirada verdosa se revelase pero en cuestión de segundos se relajase inundándose de lágrimas las cuales revelaron todo lo que había estado aguantando y más. Los brazos envolvieron el cuerpo de él pasando las palmas de sus manos por la espalda acariciándola de forma lenta pero continua como si quisiera cerciorarse de que estaba bien aunque estando con ella procuraría que fuese así notando a su vez como acariciaba los mechones castaños los cuales no solía dejar tocar por nadie ni por su marido ni por las criadas pero con él era diferente; todo era diferente.-No pensé que fuese a volverte a ver, Jehan…-Susurró temerosa hundiendo el rostro en su cuello y no en su torso como la mayoría de mujeres puesto que aunque él era alto ella tenía una estatura bastante respetable para su época. El rostro se fundió en su cuello notando su respiración, el bombeo de algunas venas pasar por allí sobretodo la yugular, aspirando el aroma y sintiendo la calidez de su piel volviéndose a sentir como hacía dos años… plena.
-No quiero saber nada de tu nueva vida pero quiero saber todo lo demás de ti…-Susurró. Estaba claro que sólo se interesaba de una parte de su vida la otra quizás sería mucho mejor no escucharla para que no se deprimiese aunque bueno en el fondo él no tardaría demasiado en notar la barriga que tenía y el futuro retoño que esperaba.
Leanne Fitzgerald- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 7
Fecha de inscripción : 27/05/2011
Re: No querer mirar atrás y salir corriendo {Privado.}
No tardó en sentir las manos de Leanne recorrer su espalda y se sintió completamente tranquilo. Las caricias le provocaban un escalofrío placentero a lo largo de su espina dorsal. No era algo pervertido, sino más bien una sensación pacífica. La tersa voz de la chica le acarició, pero al mismo tiempo le dio una bofetada. Sonaba débil y guardaba el deseo de romper en llanto y desplomarse. La aferró más fuerte contra él y sintió su respiración en su cuello provocándose un leve erizamiento de los vellos de esa zona. Deseaba hablar, pero las palabras no salían, se ahogaban en cu garganta sin ser capaz siquiera de emitir sonido alguno. Entonces se dio cuenta lo mucho que en verdad le había extrañado. Sabía que lo había hecho, pero no tenía ni idea de cuánto y ahora que la veía y la tenía entre sus brazos era que se daba cuenta de las cosas.
Quería dejarlo todo y estar con ella para siempre. Podía huir de toda responsabilidad y también del país para alejarse juntos y vivir una vida plena. Pero al volver a escuchar su voz y las palabras que ésta pronunció supo que no podía hacerlo, así que prefirió soltar su agarre en ella y alejarse un par de pasos. Le observó de pies a cabeza y notó algo que le hizo sentir miserable. Él se daba cuenta de los detalles y pudo apreciar el pequeño bulto que adornaba el vientre de Leanne. La realidad lo golpeó con fuerza y le hizo darse cuenta de la situación de ambos. La imagen de Serenity se apoderó de su mente y se negó en dejarlo. Él mismo tenía una hija y tenía que verse fuerte por ella por sobre todas las cosas. No podía dejarse llevar por la pasión. No más. Ya era un adulto y debía actuar como uno.
Se llevó la mano derecha a las sienes para apretarlas con fuerza en un intento de recobrar la compostura y de alejar la imagen de Leanne de su cerebro y la sensación de su cuerpo entre sus brazos. Bajó su mano y le miró con rostro serio mientras metía sendas manos a los bolsillos del pantalón. No sabía qué era lo que tenía que hacer, cómo era que tenía que reaccionar. ¿Cómo comportarse? Al final suspiró y le dedicó una leve sonrisa sincera, aunque lejana y vacía al mismo tiempo. – Te extrañé, – se atrevió a comentar. Deseaba acariciarla aunque fuese un efímero segundo, pero no se atrevía siquiera a sacar sus nerviosos dedos de su encierro ya que no sabía de qué sería capaz si lo hacía. Su expresión regresó a ser seria y miró hacia otro lado, evitando la mirada de Leanne. – Pues tengo un trabajo digno. Mantengo a mi familia. – No se había referido solamente a su esposa ya que ella ya no era la única que formaba parte de sus deberes, sino que su hija también. No deseaba preocupar a Leanne y quería cumplir en no contarle sobre ello, pero al mismo tiempo quería decirle. Quería que ella supiera que él también tenía algo en qué preocuparse, tal y como ella lo tendría dentro de poco. – Y... ¿cuántos meses tienes? – miró hacia la barriga abultada de Leanne. No, no podía ser egoísta. Lo que menos necesitaban sus hijos eran más preocupaciones.
Quería dejarlo todo y estar con ella para siempre. Podía huir de toda responsabilidad y también del país para alejarse juntos y vivir una vida plena. Pero al volver a escuchar su voz y las palabras que ésta pronunció supo que no podía hacerlo, así que prefirió soltar su agarre en ella y alejarse un par de pasos. Le observó de pies a cabeza y notó algo que le hizo sentir miserable. Él se daba cuenta de los detalles y pudo apreciar el pequeño bulto que adornaba el vientre de Leanne. La realidad lo golpeó con fuerza y le hizo darse cuenta de la situación de ambos. La imagen de Serenity se apoderó de su mente y se negó en dejarlo. Él mismo tenía una hija y tenía que verse fuerte por ella por sobre todas las cosas. No podía dejarse llevar por la pasión. No más. Ya era un adulto y debía actuar como uno.
Se llevó la mano derecha a las sienes para apretarlas con fuerza en un intento de recobrar la compostura y de alejar la imagen de Leanne de su cerebro y la sensación de su cuerpo entre sus brazos. Bajó su mano y le miró con rostro serio mientras metía sendas manos a los bolsillos del pantalón. No sabía qué era lo que tenía que hacer, cómo era que tenía que reaccionar. ¿Cómo comportarse? Al final suspiró y le dedicó una leve sonrisa sincera, aunque lejana y vacía al mismo tiempo. – Te extrañé, – se atrevió a comentar. Deseaba acariciarla aunque fuese un efímero segundo, pero no se atrevía siquiera a sacar sus nerviosos dedos de su encierro ya que no sabía de qué sería capaz si lo hacía. Su expresión regresó a ser seria y miró hacia otro lado, evitando la mirada de Leanne. – Pues tengo un trabajo digno. Mantengo a mi familia. – No se había referido solamente a su esposa ya que ella ya no era la única que formaba parte de sus deberes, sino que su hija también. No deseaba preocupar a Leanne y quería cumplir en no contarle sobre ello, pero al mismo tiempo quería decirle. Quería que ella supiera que él también tenía algo en qué preocuparse, tal y como ella lo tendría dentro de poco. – Y... ¿cuántos meses tienes? – miró hacia la barriga abultada de Leanne. No, no podía ser egoísta. Lo que menos necesitaban sus hijos eran más preocupaciones.
Jehan Fitzgerald- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 5
Fecha de inscripción : 27/05/2011
Re: No querer mirar atrás y salir corriendo {Privado.}
No hubo ni habría abrazo más sincero que aquel que en ese momento estaba dándole después de tanto tiempo sin haberle visto, demasiado para su gusto, volviendo así a escuchar el latido de su corazón, su respiración, la calidez de su piel… todo; todo en él era perfecto y parecía que el paso de los años no había hecho mella en su cuerpo o al menos así le parecía verlo a ella. Ella sabía o quería creer que realmente la sensación que él experimentaba era la misma y que todo lo que habían pasado no quedaba en el olvido pero, sinceramente, no estaba del todo segura de cara al público. La muchacha – en contra de lo que sentía- se separó de él lentamente sin retroceder ningún paso ya que el hombre había procedido a ello sin percatarse ni siquiera de su propio embarazo del cual pareció olvidarse del todo y eso que podía notarlo constantemente en su interior. Esperó que hablase analizando sus movimientos a medida que ella – por dolor o por cansancio o por pesadez- colocaba una mano en su propia cintura y la otra en la espalda haciendo contrapeso para resoplar ligeramente aunque no hubiera hecho mucho esfuerzo físico pero era más que obvio que en su estado se cansaba prácticamente con nada sumado al hecho de las emociones fuertes, concretamente aquella poderosa emoción que había padecido, terminando por suspirar ligeramente con cierto alivio dedicándole una sonrisa un tanto más cálida y profunda:- Yo también, a cada momento de mi vida…- Susurró perdiendo un instante la seguridad que tanto tenía porque si algo mostraba de cara al público era su sinceridad y frialdad pero con él se volvía tonta, inútil y enamoradiza.
Alzó una arqueada ceja escuchándole con calma fijándose en el detalle de que como era de esperar no le había ido mal ya que podía sostener a su familia mientras que ella era una sostenida cosa que no terminaba de agradarle, no era una “dama” convencional.:- Supongo que tendrás muchos varones y quizás alguna cría.- Añadió agitando levemente la cabeza dejando que algunos desordenados cabellos castaños se ordenasen por si solo sobre su torso o bien sobre su espalda, la cuestión es que no tocasen su cara.:- Estoy de cuatro meses, más o menos o al menos eso dicen los médicos…- Dijo tendiéndole una mano Jehan por si se atrevía a tocarle la barriga en la cual comenzaban a notarse algún que otro movimiento. Aquel niño – o niña, también sería bien recibido- sería sangre de su sangre únicamente, se negaba a aceptar que también tendría sangre de Patrick, y sería su úníca esperanza de cara a un futuro, algo a lo que aferrarse totalmente.
Alzó una arqueada ceja escuchándole con calma fijándose en el detalle de que como era de esperar no le había ido mal ya que podía sostener a su familia mientras que ella era una sostenida cosa que no terminaba de agradarle, no era una “dama” convencional.:- Supongo que tendrás muchos varones y quizás alguna cría.- Añadió agitando levemente la cabeza dejando que algunos desordenados cabellos castaños se ordenasen por si solo sobre su torso o bien sobre su espalda, la cuestión es que no tocasen su cara.:- Estoy de cuatro meses, más o menos o al menos eso dicen los médicos…- Dijo tendiéndole una mano Jehan por si se atrevía a tocarle la barriga en la cual comenzaban a notarse algún que otro movimiento. Aquel niño – o niña, también sería bien recibido- sería sangre de su sangre únicamente, se negaba a aceptar que también tendría sangre de Patrick, y sería su úníca esperanza de cara a un futuro, algo a lo que aferrarse totalmente.
Leanne Fitzgerald- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 7
Fecha de inscripción : 27/05/2011
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