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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Aleya Dumkorth Mar Mayo 07, 2013 4:09 pm




En lo mas hondo somos iguales
Dos almas echas para matar…
Tu a mi… y yo a ti…


Paris, que ciudad más bella del mundo conocido, la luz de la luna invade en ella, como un farolito de luz blanca, alumbra el camino de errantes almas perdidas. No obstante, toda grandeza tiene un precio, un vil secreto, se esconde en los recovecos de esta grande ciudad. Cuando la luz diurna desaparece de la faz, las criaturas sobrenaturales gobiernan desde las sombras, y toman el control de la ciudad. ¿No escucháis esos susurros? Se llena toda la ciudad de ellos, son los pasos y palabras de esos seres.

Unos seres a los que yo cazo.

Nacida de una larga descendencia de cazadores, hija de una familia asesinada y miembro mas joven de cazadores, vago por las ciudades, destruyendo el mal que mancilla esta tierra. Sin miedo, me desplazo entre sombras, penetro en los castillos, sola en la oscuridad de la noche, en la que me escondo y vivo. Me hago pasar por una de ellos o por sus victimas preciadas, ellos se acercan…yo les sonrío, y sucede, el horror y la dicha, se unen a un nuevo nivel. La eterna lucha entre inmortales y mortales, una humana contra seres sobrenaturales, solo con la espada, dagas y mis manos, yo les doy la ansiada muerte entre mis brazos.

Soy dueña de mi destino, y como ellos, vivo por y para sus muertes.

Sin importar el riesgo, lucho, por mi vida y la de los demás, esas personas que dormidas se encuentran, sin imaginar si quiera, que exista en el mundo tal maldad, tales pesadillas realidad.
Los cazadores, como ellos, siempre hemos permanecido en la multitud, sin mostrarnos, protegiéndoles desde los inicios de los remotos tiempos. Pero en este nuevo siglo, el pasado se ha alejado, dejando un presente oscuro y temido, donde estos oscuros seres se muestran sin miedo, dejando estela de muertes tras sus huellas. Este cambio, ha producido una reacción de nuestra parte, suponiendo el máximo de nuestras fuerzas y habilidades, para terminar con aquellos, que abiertamente nos declaren la guerra a toda nuestra mortal raza.

Y aquí estoy, subida a un alto tejado, contemplando el imperio oscuro que se me presenta. Estática, con los ojos fijos, en un desafió. La fría brisa recorre mi cuerpo, revolviendo las hebras doradas de mi cabello, mientras permanezco, estática, con los ojos fijos en la ciudad. El viento hará su magia, y mi dulce esencia recorrerá cada rincón de la ciudad, alertando a vampiros como licántropos, que una cazadora anda por sus dominios, abiertamente sin esconderse. Al instante la ciudad cobra vida, la inquietud se adueña de las calles, y un grito resuena en la lejanía. Sonriendo al encontrar de nuevo a la presa, bajo del edificio y me adentro en las calles.
Con todos mis sentidos alerta, me guío por intuición hasta el grito moribundo. Con mi oscura capa ondeando tras mis pasos acelerados, una fuerte sensación recorre mi sed de cazadora, sed de sangre. En mis manos mis dagas relucen con sus ansias, colgada de mi, mi espada. No me encuentro con nadie en las calles, y acelero, fundiéndome en las sombras, hasta llegar a la procedencia del grito. Un ruido me alerta de que me he acercado y una gutural sonrisa resuena por la abandonada calle. Sonrío fugazmente al entrever a mi presa, los llevaba buscando dos interminables días, recorriendo pueblos y ciudades en llamas... sin encontrar soplo de vida en ellas, tras sus huellas, y al fin, podría hacerlos perecer bajo el ardor eterno de las llamas del infierno.

Eran un grupo de cinco vampiros neófitos, ya que sin duda, un vampiro mas viejo, no deja esa grande estela de muerte a su paso…y no habría sido tan fácil de localizar. Los observo, pese a estar la calle en penumbra, veo sus rostros de ojos rojos y similitudes entre ellos…serian hermanos o familiares. Se encontraban los cinco en un rincón, agachados, tapando con sus cuerpos lo que yacía muerto bajo ellos. Si seguían bebiendo tanto de ella, recuperarían más vitalidad de la que podía permitirme. No había problema en cazar vampiros, el problema era cuando eran mas de tres y no tenias suficientes ojos, normalmente en esos casos, siempre terminaba cosiéndome heridas. Pero todavía nunca, habían llegado a mi cuello.

Toqué mis dagas entre mis dedos, preparándolas, dentro de mis manos, escondidas.


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Mensaje por Zirano Xanaddo Miér Mayo 08, 2013 1:52 pm

Una noche mas empezaba, brisa fría, y de rachas fuertes, traían ecos, y lamentos desde el norte. presagio de la sangrienta noche que se avecinaba. Paseaba por la ciudad, con mis sentidos alerta, vigilante, atento a cualquier indicio de violencia o delito. Mi deber, proteger esta ciudad.
La gente pasea, estamos cerca del teatro, la mujeres lucen sus mas vistosos y elegantes trajes, encorsetadas, muchas sobremaquilladas. muchas de las mujeres iban en compañía de un hombre, también vestidos elegantemente, todos con esmoquin. Otras tantas chicas, sobre todo jovencitas o viudas, venían solas, en pequeños grupos. Miembros de la clase alta de la sociedad.

Paseaba a paso tranquilo observándolos, caminando en silencio, pasando desapercibido. No me gustaba llamar la atención, y después de los años, lo conseguía, “la gente solo me ve como el policía que merodea por parís durante las largas horas de la noche.” Esa idea me hizo sonreír levemente, ingenuo de mi. Sabia que ni siquiera sabían de mi, solo un policía mas. Continué andando, pasando de largo la entrada principal del teatro. Una de las estrellas revelación actuaba esa noche, y las puertas estaban repletas de personas haciendo cola de forma ordenada para entrar.

Seguí la calle recta, avanzando durante una larga hora, sin mas alertas que un niño robando unas piezas de fruta, el dueño de la tienda salio corriendo tras él, y el niño, desafortunado, corría en mi dirección, mirando hacia atrás, sin darse cuenta de que iba directo a chocar contra mi. Acabó golpeándose contra mi, frenando en seco, y dando un paso hacia atrás para no caerse al suelo. Me miró algo aturdido, -Auu!- Se quejó con cara de enfado, y entonces sus ojos se posaron en mi placa, su cara cambió a miedo. El dependiente de la frutería, respiraba, con las manos en sus rodillas, me miró con cara de agradecido. Tomé al muchacho de la camisa por el hombro, elevándolo un poco. -He suéltame, dejameeeee!!- Gritaba revolviéndose. Me dirijo al puesto de fruta, llevándolo casi arrastras, me paro frente al puesto, meto mi mano en el bolsillo y saco un franco. -Ponga me un franco de manzanas por favor.- Pedí al dependiente, el cual aunque confuso, se puso a prepararme el pedido. El niño seguía luchando por soltarse. Finalmente el dependiente me llena una bolsa de papel, le entrego el franco y tomo las manzanas. -Toma niño, para ti.- El pequeño, coge el paquete de manzanas, con ojos brillantes, me miraba con admiración, aunque estaba algo asustado aun -No vuelvas a robar.- Le continué hablando con una sonrisa en mi rostro. -Es mas...- Mire al dependiente usando mi persuasión, -Le darás trabajo a cambio de comida!- Le ordeno, con voz serena pero firme, juntamente con mi habilidad. El hombre tan solo asintió obediente, aunque su rostro se podía distinguir confusión. Deje de usar mi poder, agachándome al lado del niño, y mirándole a los ojos le digo. -De acuerdo muchacho, ahora ve a tu casa. Mañana a las seis de la mañana aquí, y no hagas que me arrepienta.- Mi tono era serio y autoritario. -Volveré cada tarde a ver como vas.- Digo despidiéndome de ambos con un gesto con mi cabeza y comienzo a caminar marchándome. Sintiéndome bien conmigo mismo. -Gracias señor policía.- Me gritó con voz alegre el niño. Yo tan solo elevé mi mano derecha como adiós, adentrándome en un callejón.

Tras la estrecha calle, una calle un tanto mas amplia, aunque bastante oscura. Y es cuando olfatea su peculiar aroma. Era Tryssia, aunque en ese momento yo aun no la conocía, posaba orgullosa en lo alto de un tejado, orgullosa, provocativa. Su vestimenta y mirada indican peligro, observé su aura, de humana, aunque con un brillo peculiar. Una cazadora? Pensé para mis adentros, mientras seguía observándola, su melena rubia, ondeaba al viento, y comenzó a bajar del edificio, yo solo me oculte en las sombras. Escucho gritos a lo lejos, olía a sangre derramándose, y vampiros, varios de ellos.

Perdí unos instantes de vista a la mujer rubia, pero su distintivo olor era reciente, y como un rastro invisible, me indica su dirección, yo tan solo la seguí, siempre sigiloso, ocultando mi presencia al máximo. Cazadores, cazan lo mismo que yo, pero mi condición les hace atacarme. Pero no hay piedad para nadie que ose atacarme.
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Mensaje por Aleya Dumkorth Miér Mayo 08, 2013 2:18 pm



Toqué mis dagas entre mis dedos, preparándolas, dentro de mis manos, escondidas. Y con el cambio de viento, que anuncio mi llegada, dos de los vampiros, olisqueando dejando su victima se giraron hacia donde me encontraba, en la sombra. Rieron – Ven cazadora- me llamaron- déjanos verte, dulce gatita- dijo el mas alto, frunciendo el ceño poniendo todo su empeño en atraerme a él. Reí, al ver su desesperación al no surgir efecto alguno y salí a la luz, desafiante. – Yo no jugaría con fuego- ladee la cabeza, mirándolo con indiferencia- cachorrito- me burlé.

En sus ojos brilló la llama mas roja, a sus espaldas, los demás, se incorporaron dejando el cuerpo maltrecho de su presa, tirado, sin miramientos. Todos me miraban esperando que alguien terminara con la espera y atacara.

Olisqueando el aire, les llegó, el mas dulce y picante aroma; el de una joven cazadora. Al momento, la tensión irrumpió en el callejón, el más alto de todos, el que se encontraba mas cerca de mí, cerró los ojos saboreando el aroma en su lengua y deleitándose en sus pensamientos. El alto vampiro parecía ser el líder, la voz cantante, por que para mi sorpresa, fue él el primero en tomar partido y jugar conmigo.

Se me acercó veloz directo hacia mi cuello, atenta me giré en el último instante, y solo pudo cogerme de un brazo, del que tiro fuertemente hacia él. Sonreí por lo bajo, al ver al vampiro tan confiado…una cazadora no se deja agarrar por nadie a no ser que tuviera un plan predispuesto. Y en el momento en que sentí sus dientes rozando mi cuello, le rajé por completo su blanco cuello, con la daga escondida en una de mis manos. Cayendo al suelo, con el cuello rebanado, del que solo salía borbotones de sangre, bajo la incredulidad de sus compañeros.
Reí limpiándome la daga de la sangre de ese impuro, y me miraron, como los diablos, que eran.
Los vampiros, rugieron desafiantes, buscando sangre y los cuatros arremetieron contra mí, a la vez - Que empiece el juego- dije con suficiencia descubriendo mis dagas preparadas.

Los primeros golpes los esquive ágilmente, bailando con mis pies, bailando con ellos. No por ser una cazadora joven, era más débil, rápida e inteligente, preveía los movimientos, usándolos en su contra.
Y así, en un descuido de un vampiro que al saltar, calculó mal su trayectoria, en una fuerte patada le giré el cuello, partiéndoselo, quedando rígido en el suelo. Sus compañeros al verlo, furiosos vinieron hacia mi, dos de ellos los pude esquivar, no obstante, el que me pilló de los cabellos y dirigió sus colmillos a mi delicioso cuello, esquivándolo como pude, le clavé la otra daga directamente en su cuello, para terminar con un golpe maestro y atravesarle el pulsante muerto corazón. Él me miró atonitito y sin fuerzas cayo, desmoronándose.

Esta vez fui yo la que me dirigí hacia los dos vampiros restantes, dominada por el deseo feroz de la lucha. Moviendo mis dagas sin cesar, esquivando sus golpes, era magnifica, mortal pero con la suficiente fuerza para presentar pelea y ganar a cinco neófitos.

Como siempre dicen, los humanos pecan en soberbia, y yo al verme vencedora, pequé de confianza, encontrándome al siguiente,efímero instante, en brazos de uno de los vampiros, que con fuerza sujetaba mis brazos al punto de romperlos. Descubriendo al fin sus colmillos, queriendo desgarrar mi garganta. Oí sus grandes colmillos chirriar, preparados para atravesar, cuando con todas las fuerzas que pude, en una patada le di en su intimidad. Él sorprendido me soltó el agarre levemente, lo que aproveche para moverme a un lado en el momento en que sus dientes rasgaban mi piel. Mi cuello se salvó, pero el dolor de mi hombro y brazo me recorría entera. La oscura alimaña había abierto mi hombro y parte de mi brazo con sus colmillos.

El vampiro perdido ante el dulzor de mi sangre y la visión de mi sangre empapando su ropa, cerró los ojos, olvidándose de mi, la que supondría estaría muerta de dolor, y así era, pero iba a pasar de esta noche.

Con una mueca de dolor, y aprovechando su momento d’extasis, me deshice de su agarre, alejándome de ellos. Noté la mirada de los dos vampiros en mí, evaluando mis fuerzas y mi soplo de vida, yo les encaré con todo el orgullo de lo que era, sujetándome del brazo, del que no cesaba de salir sangre.

“solo quedan dos… a la que vengan a por ti, saca la espada y arremete…”




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Mensaje por Zirano Xanaddo Jue Mayo 09, 2013 11:34 am

Seguí avanzando por las calles de París, a escasos cien metros de distancia de la cazadora. Una mujer se escuchó sollozar, gritando con voz cada vez mas apagada. Una nueva victima de la oscuridad, el olor a sangre se mezclaba con el olor a sal, que llegaba desde el cercano puerto, y el olor de la cazadora, se dirigía en esa dirección, por ese motivo siempre intento evitar problemas con ellos, me ayudan a mantener la ciudad a salvo, y como no, toda ayuda es de agradecer.

El aroma me llevó a girar una nueva calle, pero notaba que cada vez esta mas cerca, por lo que reducía mis movimientos al mínimo, acercándome cautelosamente, no quería que se diera cuenta de mi presencia. Me pegué a la pared, cerca de la esquina, asomándome un poco. Y allí estaba, en el centro de la calle, con pose orgullosa, mirando hacia el final de la calle, yo intente mirar, pero la perspectiva de la calle desde esa esquina, no me dejaba ver lo que allí ocurría, solo pude escuchar unas risas macabras y una mujer en sus últimas. Use mi velocidad sobrenatural, cambiándome al otro lado de la calle, poniéndome en la esquina contraria, y entonces los vi, un grupo de 5 vampiros, uno de ellos estaba mordiendo a una mujer joven, esta solo se sujetaba al abrazo mortal del vampiro. Y entonces descubrieron a la cazadora, primero uno mas alto, se lanzo directamente hacia ella, la chica, joven, pero ágil y fuerte, esquivo el golpe del vampiro con suma facilidad, y con un movimiento degolló al vampiro, el cual callo al suelo, echándose las manos al cuello, del cual brotaba sangre incesante, callo de lado, desangrado, me extraño mucho ver caer tan fácil a un vampiro, pero por sus movimientos, se les veía sin experiencia en combate, solo lucha por instinto. Neófitos estúpidos, asesinos sin compasión, y vi como la cazadora, tras que los 4 vampiros restantes se lanzaran contra ella, da una ágil patada, alcanzando en el cuello de uno de los vampiros, el sonido de el cuello rompiéndose, me hizo sonreír, una fuerte cazadora, me comenzaba a caer bien, remato al vampiro que yacía en el suelo con la cabeza descolocada. Esquivo a dos de los vampiros, pero el tercero la cogió del pelo, pero en un rápido movimiento, que yo no vi, puesto que el vampiro me daba la espalda, cayo muerto al suelo.

Me quede sorprendido de ver una chica tan joven, acabando con 3 vampiros en un abrir y cerrar de ojos, realmente sorprende, pensé para mi. Y entonces ella se lanzo contra los dos vampiros que quedaban, uno de ellos, usando su velocidad, logro cogerla y darle un mordisco, la cazadora logro esquivarlo, pero le clavo los colmillos en el hombro, desgarrando la piel de la cazadora, le comenzó a sangrar de inmediato, el vampiro, al saborear la sangre, retiro la mordida, extasiado, con los ojos totalmente rojos. La cazadora logra escapar, alejándose unos metros de ellos.

Sin dudarlo dos veces, viendo que la chica, comenzaba a estar en apuros, y después de tan grato espectáculo, no podía dejarla abandonada. Use mi velocidad sobrehumana, traspasando la calle en apenas unos segundos, y me lance sobre el vampiro que había mordido a la vampiresa, saltando sobre su pecho, clavando mis afilados colmillos, en la garganta del neófito, haciéndole caer de espaldas, apreté mi mordisco con toda mi fuerza, puse una mano en su pecho, y la otra en su cara, y tire con mis dientes de su cuello, arrancándole un gran trozo de cuello, dejándolo desangrándose. Escupí el trozo de carne, y alcé mi mirada hacia el otro vampiro, con toda mi mandíbula inferior cubierta de sangre, y sin darle tiempo a reaccionar, lo cogí de su frente, tumbándolo sobre su compañero moribundo, y le muerdo, bebiendo toda su sangre, hasta su ultima gota, deliciosa y dulce, sangre de neófito. -Pobres demonios, maldecid vuestra suerte de haberos hecho entrar en París.- Les dije, mientras sacaba un machete pequeño de mi tobillo, y con un rápido golpe, se lo clavé a ambos en el centro de su frente, asegurándome de que estén realmente liquidados. Lamí, la hoja de mi machete, limpiando la sangre, lo guardé en su lugar y me levante.

Me giré comenzando a andar hacia la cazadora. -Te encuentras bien cazadora?- Le pregunto, con mi boca totalmente cubierta de sangre, aunque mi mirada es amable. Me acerque a ella, pensando que al haberla ayudado, me lo agradecería, o que al menos seria amable conmigo.
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Mensaje por Aleya Dumkorth Jue Mayo 09, 2013 12:57 pm



Preparándome, cogiendo fuerzas para ir contra ellos, a la que vinieran hacia mí, lo imposible ocurrió. Una sombra de entre las sombras, saltó hacia ellos, apartándolos de mí, protegiéndome. Yo no pude más que, asombrada y estática, quedarme inmóvil, esperando que así me desangrara menos rápido y poder llegar hacia algún sitio donde resarcirme de la mortal herida, que iba llevándose mi fuerza, lentamente.

Y atónita, no me creía lo que mis mortales ojos veían. Lo que parecía ser un señor, se lanzó contra el vampiro que me había mordido, haciéndolo caer de espaldas bajo su peso, y de un momento a otro un crujido aterrador resonó en el callejón, poniendo mis sentidos de cazadora alerta y provocando un leve estremecimiento apenas notable en mi cuerpo. ¿Cómo le habría decapitado? Al estar de espaldas a mi, no lo había visto, pero mis instintos nunca habían fallado… y me decían que me encontraba ante otro ser oscuro, peor… que el grupo de cinco neófitos. El ser, o lo que fuera, tras dejar caer el cuerpo muerto del vampiro, se aproximó al otro y a la luz de la luna, le vi; con sus colmillos relucientes, traspasó el cuello del joven neófito, drenándole toda la sangre, hasta dejarlo completamente seco. Estaba ante un vampiro, y sin duda, mas fuerte… uno de los antiguos.

En mi interior, se libraba una lucha de titanes, mi corazón decía que huyera, que seria su próxima victima, que no me encontraba en condiciones de terminar con él o intentarlo, que primero, iba mi supervivencia… pero mi razón, mi parte cazadora, decía, que este vampiro debía de ser peor que los neófitos… ¿Cuánta sangre mortal y muertes, llevaría en su consciencia? ¿Cuántos habían terminado sus vidas en sus largos colmillos, en su abrazo mortal? Demasiados sin duda… Evaluando mis salidas, no llegaría a correr tanto como él, huir de él, no se presentaba una elección. Con mis ojos fijos en él, el vampiro finalmente en un rugido, dejó al cuerpo muerto del neófito, y fue entonces cuando clavo su oscura mirada negra en mí. En ningún momento titubeé en aguantar su mirada, vi como ejecutaba con un machete los vampiros, y lamiendo la hoja, limpiando la sucia sangre de su herramienta. Se levantó y vino hacia mí.

-Te encuentras bien cazadora?- Me pregunta con la boca totalmente cubierta de sangre. Mirándolo bien, si hubiese querido, habría podido matarme, o aliarse con los demás. Observándole fijamente acercarse, no le contesté. No tenia seguro que este vampiro fuese bueno… “¿Bueno? Pensé con ironía ¡Vaya chiste Tryssia!” No había vampiro bueno, todos chupasangres de mortales, mataban a sus victimas, dejando sus destrozados cuerpos, en las cunetas de las calles. Sin apartar la mirada, tomé una macabra decisión… no parecía del todo malo, pero quizás, solo me había salvado, por que quería mi esencia para el solo…y eso a ningún monstruo, se lo iba a permitir. Mirándome desconcertado, pero confiado se acercó mas a mi. Sonreí, al verlo confiado y desprevenido, como los neófitos, antes de matarlos. Se piensan que los cazadores, somos un mortal mas, débiles como la gente normal, pero se equivocan… También nosotros somos demonios, solo que nuestra sed de sangre, se dirige hacia los no muertos, a las longevas, criaturas de la noche.

Toqueteé sin que se diera cuenta, mi espada, y las dagas que aún permanecían en mis manos escondidas. El vampiro quedando a apenas unos dos pies de mí, se paró observándome, quizás se pensaría que los vampiros me habían dejado atontada, y no era muy consciente de todo, ya que avanzó, sin temor ante mí.
El olor de la sangre que aún llenaba su boca, y empapaba su cuello, llegó hasta mí. En ese momento sin pensar, olvidé mi sangrante herida, hice caso omiso al dolor, y sacando velozmente la espada de entre mis ropas, apuntando a su corazón, o donde debía de tenerlo, empuje la espada contra él.

El vampiro vio venir la espada, pero fue lento, y en cuando se dio cuenta, la espada por mi mano, le atravesó. El vampiro, gimiendo de dolor, se quedó atónito mirando la espada.-¿Creías que iba a dejarme devorar por ti? ¿Después de negarme a ellos?- le miré fríamente – sois unos monstruos, no merecéis vivir- dije impulsando con todas mis fuerzas, la espada, mas dentro de él. Su sangre emanaba de la herida, como mas tiempo tuviese la espada, mas rápido moriría, ya que si no, si se le sacaba la espada, la herida sanaría por su propia cuenta en unos míseros segundos. Y a mí esos segundos, no me sobraban.

Con mis últimas fuerzas, le golpeé la cabeza, haciendo que cayera al suelo. Exhausta, jadeaba del esfuerzo, mi piel empezaba a llenarse del color de la muerte, y por el charco de sangre, mucha más sangre de la que debería, se encontraba en el exterior de mi cuerpo.


“Quizás esta vez, no llegaría a tiempo…”



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Mensaje por Zirano Xanaddo Vie Mayo 10, 2013 10:30 am

"Un simple gracias te hubiese salvado..."

Me acerque ala cazadora, la cual estaba visiblemente mal herida, de su hombro seguía saliendo sangre forman pequeños ríos rojos sobre su piel dorada. Camine hacia ella con tranquilidad, en una ocasión anterior ayude a un cazador, en un combate, y el me lo agradeció, y hoy aun es aliado mio. Aunque ya tiene 67 años. De vez en cuando sigo acudiendo a él, para que me ayude a identificar algún ser sobrenatural. Seguí avanzando hacia ella, con una sonrisa amable en mis labios, aun que estos estaban cubiertos de sangre, y mi sonrisa lucia macabra. Comencé a extender mi mano ofreciéndosela, la miraba directamente a sus ojos de un azul intenso, en su mirada pude distinguir temor y desconfianza, vi como se ponía un brazo en su espalda, ocultando algo. Pero la veía agotada y mal herida, y de un rápido movimiento, sacó de su espalda una espada, lanzando una estocada contra mi pecho. Me sorprendió con ese ataque, el cual intente esquivar echándome hacia atrás, pero no lo logre, y la punta de la espada se clavó en mi estomago, entrando como si mi cuerpo fuera mantequilla, mire hacia mi barriga atónito, y vi como la hoja entraba, y de inmediato comenzó a brotar sangre, -¿Creías que iba a dejarme devorar por ti? ¿Después de negarme a ellos?- Dijo la cazadora mirándome directamente a los ojos. –Sois unos monstruos, no merecéis vivir- Y empujo aun mas la hoja, que entraba cada vez mas en mi cuerpo, -AAAAAAHHHHHHH!!!!- Grite de dolor, y antes de que me diera cuenta, me dio una patada en la cabeza haciéndome caer de espaldas al suelo.

Me quede unos instantes en el suelo, mirando hacia el cielo inmóvil. Como demonios había dejado que me clavara la espada. Me confié. El dolor remitió, no era una herida grave, pero la cazadora debía ser castigada. Seguía en el suelo tumbado, y una sonrisa malvada se dibujo en mi rostro. Respiré profundamente, y me levanté, la espada seguía clavada en mi, miré a la cazadora, que sorprendida, me miraba con los ojos abiertos como platos, respirando con mucha dificultad, su piel estaba pálida, moribunda, y en el suelo, un gran charco de sangre, toda de la cazadora. -Así agradeces que te haya ayudado?- Cogí la espada por el mango, retirándola de mi cuerpo despacio, la saque por completo, lanzándola a un lado, hizo un tintineo metálico quedando inmóvil en el suelo, con un pequeño destello rojo en su punta. De inmediato mi herida comenzó a sanar, dejando de sangrar. La mire con una sonrisa y mirada calculadora. -Cazadora, cazada. Aprenderás a dar las gracias. Te lo aseguro.- Dije mientras cerraba mi puño derecho, y usando mi velocidad, me puse delante de Tryssia, con mis labios a milímetros de su oreja. -Tengo grandes planes para ti.- Le dije con un suave susurro, y usando mi fuerza de vampiro, le dí un fuerte puñetazo, en la boca del estomago de la cazadora. La cual solo tosió con un poco de sangre, y callo inconsciente sobre mi brazo, con su cabeza sobre mi hombro.

Observe su herida, la cual era bastante grabe, subí a Tryssia a mi hombro, aguantándola por los muslos, di un último vistazo a mi alrededor, observando los cadáveres delos 5 vampiros, y el de la pobre victima. Pero debía darme prisa en llegar a mi mansión y ocuparme de las heridas de la joven cazadora. Dirigí mi mirada al frente de nuevo, mirando a lo alto del edificio que había ante mi, salte agarrándome con un brazo en una de las cornisas, tomando impulso con los pies en la fachada, y subiéndome en lo alto del tejado. Una gran luna llena iluminaba aquella señalada noche, el cielo de París lucia especialmente hermoso, Tome una hondonada de aire y comencé a correr por los tejados, al máximo de velocidad que mi cuerpo inmortal me permite, saltando con grandes zancadas las calles, avanzando a buen ritmo, en apenas 5 minutos llegue a las puertas de mi mansión, el torreón central de la fachada, se alzaba ante nosotros. Abro la puerta, entrando en el recibidor, lo cruzo, pasando al salón, el suelo enmoquetado de color carmín, con una chimenea en la esquina derecha, al fondo un ventanal, que da al patio trasero, un piano blanco y un sofá negro, en la otra esquina una pequeña barra, y algunas bebidas.

Subí al piso superior, abriendo la puerta que daba al pasillo donde tengo colgado un retrato de mi persona, su mirada calculadora y bondadosa lo caracterizaba. Abro la puerta entrando en mi habitación. Amplia y luminosa, pero sin ninguna ventana. Un armario de color marrón caoba, una mesita de noche del mismo estilo y color que el armario. Y en el centro, con el respaldo pegado ala pared, una cama de matrimonio, con sabanas y colcha de seda roja. Y en el cabezal de la cama dos correas de cuero también rojo.

Me acerque a la cama retirando la colcha, y deje caer a Tryssia con suavidad, acomodándola en la cama. Salí de la habitación dirigiéndome al baño, donde cogí un cuenco con agua, varias toallas, y muchas gasa de algodón, abrí un armario de debajo del lavamanos, y tomé un paquete de vendas. Volví a la habitación, dejando sobre la mesita el cuenco con agua, y las toallas, vendas y paños las deje a un lado de la cama. Y mire a Tryssia, su camisa y la sabana bajo su hombro comenzaban a oscurecerse cada vez mas por la sangre, desabroche su corsee quitando sus cuerdas con cuidado, se lo quite, dejándola solo con camisa y el pantalón, desabroche los botones de su camisa, y también se la quite, sus tersos y bellos pechos, quedaron libres y expuestos ante mi, pose mis manos en uno de ellos, acariciándolos, notando la suavidad de su piel con las yemas de mis dedos, paso mi dedo por su pezón, dándole suaves golpecitos, haciéndolo temblar. Me mordí el labio inferior. Y con una caricia, dirijo mi mano hacia su herida. Tomo una toalla, mojándola en el agua tibia, y comencé a limpiar toda la herida, quitando toda la sangre de la zona, dejando visibles dos grandes desgarros, de tres centímetros de profundidad mas o menos, abro el cajón de la mesita donde hay unas agujas de coser, las paso por la llama de una vela, le paso un hilo por su ojal y le comencé a coser las heridas, dando cinco puntos en cada una, logrando cerrarla y haciendo que dejara de sangrar. Paso de nuevo una toalla limpia húmeda sobre los puntos con cuidado, acabando de limpiárselos. Tome un paño de algodón, colocándolo sobre las heridas, y usando las vendas para que se aguantara.

Acaricie su cara, que poco a poco, vuelve a recuperar su color normal. Baje mi mano, acariciando sus senos, tan tersos, continué bajando por su vientre, que se alzaba con respiraciones tranquilas. Desabroche su pantalón, y se lo fui quitando poco a poco. Dejándola completamente desnuda. Me pongo a los pies de la cama, y observo todo su cuerpo desnudo, -Cuidare de ti, sana pronto tus heridas. Y conocerás tu castigo.- Sonrío divertido por la idea, pensando en las cosas que le iba ha hacer, doy media vuelta a la cama, tomando la colcha de seda entre el dedo indice y corazón, subiendo por el cuerpo de la cazadora, acariciando todo su cuerpo con mi mano, tapándola hasta los hombros. Me dirigí a la puerta cerrándola con llave, y tan solo paseé por la habitación esperando que despertara.
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Mensaje por Aleya Dumkorth Vie Mayo 10, 2013 1:32 pm

Me quede unos instantes, mirando al vampiro, mientras en mi mente, barajaba opciones, para salvar mi vida y me curaran a tiempo. El brazo entumecido, ya apenas lo sentía, solo la humedad de la sangre en mi ropa. Suspire “tengo que ir a ver a Dalia, ella sabrá que hacer con esta situación” pensé. Me di la vuelta dispuesta a dejar al vampiro, desangrándose, cuando me acordé de mi espada, la espada de mi padre. De nuevo me giré hacia el vampiro, y caminé hacia él para sacarle la espada, cuando sorprendiéndome, se levantó, con una malvada sonrisa en su rostro, mirándome fijamente. Un escalofrío recorrió mi cuerpo entero, ante la amenaza candente de su mirada.

. -¿Así agradeces que te haya ayudado?- dijo, cogiendo la espada, sin titubear y arrancársela de su torso, sacándola por completo hasta lanzarla a un lado. Bajo mis abiertos ojos de terror, la herida empezó a sanar. Jadeando en busca de aire, me encaré a su fría y calculadora mirada. Él bien sabía que no podía huir, y también, yo lo sabía. Solo me quedaba, esperar que fuera rápido, que no se saciara lentamente de mí, haciéndome padecer el infierno de las muertes. Mi corazón, débil y asustado, latió mas fuerte bajo mi pecho, en una silenciosa suplica, pero mi razón, había perdido cualquier esperanza, de llegar a tiempo a la curandera…sin duda, no habría cura para después de que ese vampiro, acabara con mi último aliento de vida. Al fin terminaría en manos de un vampiro, nutriendo su muerto cuerpo. Mi mente ante esa observación, se negó y en un intento separado, tras la amenaza de su voz, que paralizó un segundo mi alocado corazón, me giré dispuesta a correr, a intentar salvarme. Pero no llegué a ni siquiera intentarlo. Lo tuve encima de mi, en apenas ese segundo, poniéndose delante, poniendo su cuerpo de obstáculo. Me quedé quieta, al sentir su aliento susurrarme en un suave susurro- Tengo grandes planes para ti.- me dijo, deslizando las palabras, suavemente, deleitándose en mi olor un segundo mas, tras el cual, solo divisé su mano en forma de puño, impactando en mi estomago, en un fuerte golpe. Jadeé ante el ramalazo de dolor, que invadió mi débil cuerpo, tosí sangre en mi garganta seca y mirándole fijamente con horror en los ojos, solo recuerdo, que caí y cerré los ojos.


***

Hubo momentos en que sentí volar. Mi cuerpo liviano, se agitaba entre los vientos… ¿estaría ya muerta?...un frio me recorría entera, entre las nubes… ¿Qué…? Volví a desvanecerme,.. Con el latido débil de mi corazón, resonando, aguantando…


**

La inconsciencia se me llevó, pero el ruego en mi mente, el designio de sobrevivir, que tanto habían inculcado a mi alma, ahora mas que nunca, quería ser escuchado…y lo intenté… y después, nada.

***

Sentí unas suaves manos, acariciándome, noté frio, y algo mojado, recorriendo mi brazo. AHHH grité de dolor, dolía…si eso era morir, aún dolía. Era muy extraño, sentía que alguien tocaba mi cuerpo, solo que lo noté lejos de mí, como si nos hubieran desconectado… ¿Qué quería decir eso? Yo quería volver, decirle a quien fuese, que dolía, que me diera algo para el dolor…hasta que me matara, pero cuando sentí el pinchazo travesando mi dolorida piel, lloré…mi mente, lloró y de nuevo, me desvanecí.

***

¡Vaya ironía! Cuando estas a las puertas de la muerte, todo duele más, como si no fuese suficiente el dolor, el que te depara la vida…para que al morir, no encuentres paz alguna.


Me vino la imagen de mi padre y mi madre, esa tarde, sus caras preocupadas…mi padre dándome la espada, el beso de mi madre, que desesperada me abrazo contra ella…oí su corazón, esa última vez, que sentí sus besos, sus voces….

¡No!...muerte, déjame verlos otra vez…y grabarme sus rostros…!vuelve con ellos! No me los arrebates otra vez, ¡muerte cruel!




Mi cabeza volvió a sumirse, desesperada, una vez más, en la eterna inconsciencia.


***



Hasta que finalmente, pareció, que iba a despertar…


Mi cabeza no dejaba de darme vueltas, aún el dolor recorría mi cuerpo… ¿Qué era eso? Pensé al sentirme bajo una tela cálida, intenté mover el cuerpo, no respondía ¿Estaría aún soñando? O al fin la muerte, había dado con mi nombre?
Nada de eso, pensé, al sentir que a cada respiración, que mi garganta tomaba, un dolor, proveniente de mi barriga, me envolvía. Intenté abrir los ojos, pero nada. Lo seguí intentando, no sé cuanto tiempo estuve, cuánto tiempo habría pasado…hasta que al fin, levemente parpadeé y pude abrir levemente los ojos, frunciendo el ceño, al ver todo borroso a mí alrededor. Cerré los ojos, y tomando aire, volví a abrirlos. Por suerte, esta vez, ya no veía tan borroso, pero no conseguía aún llegar a diferenciar cada cosa, apenas eran sombras, ante mí.

Giré la cabeza lentamente, intentando no marearme, y vi, una pared, que al fin distinguí, una mesita de noche, borrosa, y encima de ella una luz fuerte, que me cegó, haciendo que mis ojos derramaran lagrimas. Una vela, pensé. Intenté recordar…mi cabeza confusa no hacia mas que girar en círculos, jadeé asustada. Parecía que todo volara, y fuera a caer en algún momento. Tomando consciencia de mi dolorida cuerpo, intente con todas mis fuerzas, que los músculos de mi brazo respondieran, y se sujetaran a algún sitio, ante las vueltas que dábamos. Conseguí mover un brazo, y me arrepentí al acto, soltando un brusco jadeo de dolor…uno de los brazos me dolía, intentando recuperarme para analizar que me había pasado, volví mi mirada al borroso brazo, del que solo llegué a ver algo blanco, sujetado a él.

¿Qué era eso? Pensé alterada, volviendo a intentar mover el brazo, consiguiendo apenas, nada más, que soltar mas dulces lagrimas, que mojaban mi rostro.
Iba a dormirme de nuevo, cuando un ruido, atrajo mi atención. Frunciendo el ceño, molesta por la vela y la apenas visión que aún tenía, llegue a ver una oscura sombra, deslizándose lentamente hacia mí.

Sonreí apenas perceptiblemente, pese el dolor que sentía- ¿padre…?- logré articular confundida, al fin, observando a la sombra que se acercaba cada vez mas. Fijé la mirada en ella, pero mi dormida visión, seguía sin dar señales de nitidez, otra vez.



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Mensaje por Zirano Xanaddo Dom Mayo 12, 2013 12:29 pm

Las horas pasaban, convirtiendo el presente en pasado en un abrir y cerrar de ojos, la noche llego a su fin, en el exterior de la mansión las primeras luces del amanecer iluminaban la fachada este de mi hogar. Alzándose con fuerza, impidiéndome la salida, estúpida maldición la de ser vampiro, condenándonos a errar como fantasmas en la noche. Yo permanecí toda la noche al lado de la cazadora, observando como su bello y dulce rostro iba recuperando el tono rosado y sano en su mejillas. Me acerque al espejo que hay al lado de la puerta, observe mi reflejo, retocando mi flequillo con mi mano derecha y desde el reflejo vi a Tryssia girar la cabeza, confusa, mira hacia un lado, me gire de inmediato.

La cantidad de sangre que la cazadora había perdido, en un humano normal hubiese sido mortal, pero Tryssia aparentaba ser una luchadora nata, aunque pasarían un par de días hasta que pudiera moverse con normalidad. Encauce mi camino dirigiéndome hacia el lado de la joven cazadora, y es cuando con una leve y dulce sonrisa en su rostro mirando hacia mi cara, con mirada perdida, me dijo. -¿Padre...?- preguntándome confusa. Sus mejillas brillaban con las lagrimas que de sus ojos caían, como gotas de cristal. Acaricie su cabello, pasando mi mano por él con los dedos un poco abiertos, dejando que los mechones de su pelo se deslizaran entre mi mano, notando la suavidad. Seque las lagrimas de su cara con mi pulgar. La joven cazadora, mal herida y completamente desvalida, tumbada sobre las suaves sabanas de seda roja, lucia tan vulnerable, que en mi se despertó un sentimiento de protección.

-No soy padre querida.- Susurre, mientras tomaba una toalla limpia, mojándola en el agua, para luego pasarla por sus labios, que lucían resecos. Apreté un poco la tela con mis dedos, haciendo que unas gotas de agua cayeran en el interior de su boca, dejando que bebiera un poco. Limpie su rostro con la toalla, refrescándole, intentando que se recuperara, sus ojos miraban a mi cara, pero su mirada estaba perdida. -Se encuentra bien my lady.- Le dije con voz tranquila y amable. -Es usted una mujer muy fuerte. Pocos sobreviven a esas heridas.- Le dije mostrando una sonrisa afable en mis labios. Doble la toalla, dejándola sobre la mesita, junto al barreño de agua.

Me quede a su lado unos minutos, dejando que se recuperase poco a poco. Acaricie su frente, dándole un beso en su frente y con un susurro decirle. -Dulce cazadora, conmigo esta a salvo.- Me levante despacio, mirándole a los ojos. Una bella cazadora yacía sobre mi cama, desnuda, y yo no la estaba poseyendo. La herida que me causo, merece un castigo. Pero yo soy justo, dejare que sane de sus heridas. Tiene que aprender a dar las gracias, pensé para mi sonriendo por dentro.

Mire hacia el armario distraídamente, alejando de mi la sed que comenzaba a crecer en mi, y allí habían tres cojines de cuarenta por cuarenta centímetros, de color granate con ramas retorcidas, bordadas en hilo de oro. Pensé en ponerle uno, pero su dulce voz me saco de mis pensamientos. La mire a los ojos con alivio y amabilidad.
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Mensaje por Aleya Dumkorth Dom Mayo 12, 2013 2:38 pm



La sombra se me acercó, lo primero que noté, lo que hizo que sintiera que era real, fue el tranquilizador contacto, de unos dedos, acariciando mi dorado cabello. Cerré los ojos, para sentir la leve caricia, deleitándome en ella, hacia mucho andaba sola por el mundo, y desde mi juventud, no tengo recuerdo alguno, de alguien acariciando mi largo cabello. Seguidamente, note como unos fríos pero suaves dedos, secaban mis lagrimas...en ese momento entendí que realmente todo había sido una pesadilla, y que alguien bueno, me había salvado, de caer en manos de ese vampiro. Con esperanza, miré a la sombra...- No soy su padre querida- me dijo en un susurro, mientras observaba como cogía o hacia algo, con una toalla, de la mesita.

Mi corazón tristemente, lloró en mi interior. Ese hombre, me cuidaba como mi padre, me cuidaría. El contacto con esa persona, era tan cercano, que parecía realmente él.

Volvió hacia mí, y con una tela suave, húmeda, los pasó por mis labios resecos, para luego echar unas gotas de agua dentro de mi boca. Agradecida, bebí la poca agua que me dio, no sin esfuerzo, al dolerme considerablemente todo el cuerpo, incluyendo el cuello, al respirar, beber o hablar. Intenté darle las gracias, pero la voz me salía muy débil, así que callada, me mantuve, cerrando ligeramente los ojos, al sentir de nuevo, la mojada toalla en mi rostro, refrescándolo. Le miré a los ojos, intentando reconocer al hombre, que tan bien, cuidaba de mí...pero mi vista seguía siendo indefinida, apenas más que alguna que otra sombra, con retazos de color en ella.

-Se encuentra bien my lady.- me dijo, acariciando mi rostro -Es usted una mujer muy fuerte. Pocos sobreviven a esas heridas.- Le miré, confundida y perdida ¿tan mal había resultado mis heridas? ¿Cómo me habría encontrado? Y ¿el vampiro?... De repente, de tanto pensar, me dolió la cabeza a barbaridades y cerré los ojos, con debilidad en mi cuerpo, sin ganas de pensar ni si quiera. Pero sin embargo, ante sus suaves besos en la frente y su fría mano, acariciando mi frente, no pude mas que emitir un suspiro. Sentí su leve sonrisa cerca de mí, y tras decirme que estaba a salvo con él, se levantó despacio. Seguí con los ojos cerrados, pero intuí como se alejaba de mí, al oír sus suaves pasos.

Abrí los ojos, buscándolo con la mirada, solo vi sombras y más sombras, hasta que diferencié su sombra, o eso pensé, al poder reseguir la silueta de un hombre. Le miré sin ver, oyendo el abrir de un mueble. Ahora era mi hora de preguntar y agradecerle, sus cuidados. – a...- no me salían las palabras, respiré hondo, mordiéndome el labio, al sentir de nuevo ese dolor y esa debilidad en mi cuerpo. Y lo volví a intentar.
-A…Agradezco…que me salvara- dije al fin, todo y que, el tono en que lo dije, fue muy flojito, esperé que lo oyera, ya que no tenía mucha fuerza como para, tener que repetir, una frase entera, en estos mismos instantes. Suspiré, ante las martillazos de nuevo en mi mente- me duele... mucho la cabeza- volví a susurrar, cerrando los ojos con una mueca de dolor, y luego abriéndolos y observando a la sombra de nuevo. Tenía mucha curiosidad, por saber quién era mi salvador, y si me podía decir que tenía en el brazo, que me lo sentía tan pesado...se lo agradecería.

Intentaba no pensar, pero las imágenes, de lo sucedido, volvían a mí...el ataque de los neófitos, el vampiro, su puñetazo, sus mortíferos ojos , que fueron, la última imagen que vi...y los afilados colmillos de ese vampiro recién creado, penetrando en mi hombro, doliéndome a barbaridades, mientras me mantenía callada, sufriendo en silencio. Me estremecí al recordarme de la herida, el dolor y los ojos sedientos y mortíferos del vampiro que finalmente me remato, antes de parar a manos de ese buen hombre, que me asistía cuidadosamente, para mi recuperación. – Sin duda, hay buenas personas en este mundo...- dije a la sombra, en media sonrisa, cansada y débil. Cada vez que hablaba, se iba aligerando el dolor de cuello – No tendría algo para ponerme bien?- pregunte tontamente, pues sabía que no había nada, para mi recuperación , solo dormir y reposo. Me urgía por eso, algo frio, para calmar mi cabeza y poder, hasta conciliar de nuevo el sueño, todo y que tenía miedo, de volver a cerrar los ojos, y que nunca más volviera a abrirlos. – Necesito algo frio...- murmuré sin sentido, simplemente lo había soltado, al recordar, las frías manos que tenia aquel hombre. El pobre hombre se encontraba helado y ojala, no estuviese así siempre...si fuese así, no sabría decir como sobrevivía, con tal frio debajo su piel.


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Mensaje por Zirano Xanaddo Lun Mayo 13, 2013 11:22 am

–a...- Exhaló Tryssia intentando decir algo, giré mi mirada de inmediato hacia ella, su mirada me buscaba, anhelando mirarme, pero sus ojos aun estaban cansados, y no le dejaban verme con claridad. -A…Agradezco…que me salvara- Susurró Tryssia con un hilo de dulce voz, apenas audible. _Al fin unas palabras de agradecimiento_ Pensé mientras una sonrisa se dibujaba en mis labios, -No tiene por que darlas my lady, hice lo que debía hacer.- se que me ataco creyendo que iba a matarla, pero igualmente me hirió, después de ayudarla. Y yo no conocía la piedad, pero ahora en su estado, seria demasiado fácil, demasiado sencillo...
Miraba su rostro, los pómulos sonrojados, con una sonrisa forzada, el malestar se notaba en su rostro.

-Me duele... mucho la cabeza- Dijo Tryssia, cerrando los ojos, arrugando el ceño, con un intenso dolor visible en su cara. Poco a poco iba recuperando el nivel normal de sangre, los órganos de su cuerpo, que han aguantado durante largo rato con poco riego, poco a poco vuelven a despertar absorbiendo la sangre como si de esponjas se trataran. Me mira de nuevo, buscando mi rostro. -Sin duda hay buenas personas en este mundo- Me dijo con una sonrisa sincera, aunque seguía estando muy débil, y su voz cada vez sonaba mas suave. Comienzo a acercar mi mano a su rostro. -No tendría algo para ponerme bien?- me pregunto, pidiéndome que aliviará su sufrimiento, me imaginaba que ella no quería encontrarse mal, pero tendría que haber mejorado algo, pongo mi mano en su frente, notando al instante una temperatura muy elevada, Tryssia tenia fiebre. -Solo reposo dulce dama.- Le digo con voz dulce y sutil. -Necesito algo frio...- Murmuró, yo sabia que realmente debía hacer que su fiebre bajara, sin un termómetro no podía asegurarlo, pero la fiebre era muy alta. Solo el frio haría bajar su temperatura. Y mi cuerpo lo producía.

Me desabroche mi camisa, aun manchada en sangre, y con la tela rasgada, por donde entro la espada. Me la quite dejándola a un lado, sobre un sillón. Acaricie su cara con mi mano, mirándola con dulzura. -Tranquila bella dama, intentare que se encuentre mejor.- Me quité los zapatos, usando mis pies para no agacharme, seguía mirando a Tryssia, mi mano en contacto con su piel, me hacían sentir un escalofrió placentero, que me recorría desde la yema de mis dedos, subiendo por el brazo hasta el hombro, el bello de mi brazo se eriza. Baje mi mano hasta la colcha de seda, que reposaba sobre los hombros de la cazadora, acariciando la piel de su cuello con suavidad. Levanté la colcha, y me metí dentro de la cama, tapándome con la colcha, notando la suavidad de la seda en mi torso, quedándome tumbado al lado de Tryssia, paso mi brazo por su vientre, la suave piel de la cazadora, ardía, y con caricias no le bajaría la fiebre. Mi mano comenzó a subir inconscientemente, llegando a su estomago, donde me detuve. -My lady, voy a girarla hacia mi, intentare no hacerle daño,.- Le digo con un susurro, suave, dulce y protector. Un simple murmullo, cerca del el oido de Tryssia.

Tomo su brazo sano, colocándoselo sobre su pecho, tomo el otro brazo, cogiendo su muñeca con suavidad con una mano, y con la otra de su bíceps, alzándolo con cuidado, para colocarlo en la misma posición que el otro brazo. Rodeo su cintura con mi brazo, haciendo que arquee un poco la espalda, se queja levemente, pasé mi brazo por debajo de su cuerpo desnudo, recorriendo mi mano por su columna, hasta llegar a las cervicales. Y la hice girar, haciendo poner sus manos sobre mi pecho, y con mis dos brazos, la rodeé con cariño y protección, envolviéndola en mi frio abrazo. Noto la respiración de la chica en mi hombro. -My dulce cazadora. Yo cuidare de vos.- Dije, apretándola levemente contra mi, decidiendo que la tomaba como mi posesión. -Ansió verla recuperada my lady.- Le dije con voz dulce y seductora, dándole un suave beso en su frente.
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Mensaje por Aleya Dumkorth Lun Mayo 13, 2013 1:43 pm



El señor, se acercó lentamente hacia mí, le sonreí, pensando que me iría a dar algo para el dolor, cuando note una de sus frías manos, acariciándome la frente, suavemente, quedándose su contacto, un par de segundos. Me inquieté ante su inmovilidad, se había quedado quieto, con su fría mano en mi frente. ¿Tendría fiebre? ¿Sería esa circunstancia, el porqué de mi agudo dolor de cabeza? Cerré los ojos, sintiendo su mano, como si fuera un bálsamo para mi mente, me relajé ligeramente. -Solo reposo dulce dama.- me respondió.

Asentí para mi misma, siempre, después de grandes golpes, permanecía en reposo, un o dos días, a lo máximo. Pero esta vez, iban a ser más, o esa, era la vaga idea, que alimentaba mi mente. Seguramente habría perdido mucha sangre, y aún no había probado bocado de nada, como para recuperar así, las energías, las fuerzas y mi vitalidad plena. Aún con los ojos cerrados, y su mano, acariciando mi cara, sentí el susurro, de la ropa al caer a un sillón. Se estaría quitando la camisa…me dije, pero no importaba, necesitaba frio, y si ese hombre, pensaba que me ayudaría, quitándose la ropa, adelante, total, no era una mojigata completamente de pies a cabeza. No había tenido ningún encuentro, fuera de la amistad o del trabajo, pero si había visto hombres en cueros, y si ese, señor de la piel fría, quería quedarse con el torso al descubierto, que lo hiciera, mientras mi dolor de cabeza disminuyera, yo estaría contenta.

Levantó la colcha y se metió dentro de la cama, enseguida, la cama se hundió bajo su peso, produciendo que mi cuerpo, se acercara a él. Notando su piel contra la mia, me asediaron escalofríos por doquier, al sentir su fría mano acariciándome el cuerpo, hasta que descansó a mi estomago donde se detuvo. -My lady, voy a girarla hacia mí, intentare no hacerle daño…- Me dijo en un susurro dulce y protector, cerca de mi oído, erizando mi piel, al notar su aliento, tan cerca de mí. Me tomó de los brazos, acercándomelos a mi pecho, teniendo extremo cuidado con el brazo herido. Alzándome con cuidado, al arquear la espalda, solté un gemido de dolor, al tiempo que sentía que dándome la vuelta finalmente, me ponía encima de su pecho, mi cabeza en el hueco de su hombro y cuello y mis manos en su pecho. En ese momento, en el que me rodeó con sus brazos, su fría piel, invadió la mía, relajando mi cuerpo, creando un sopor que me envolvió al completo, quedando sumisa a su abrazo, contra él. Lentamente el dolor de cabeza desvanecía, sonreí contra su hombro, al sentir como una de sus manos, acariciaba tiernamente mi espalda, creando un hipnótico ritmo, para sumirme en el sueño y descansara.

-Con esta fría piel, pareces un no muerto…un vampiro- sonreí levemente- pero tranquilo, tales criaturas no existen, solo son cuentos, para asustar a los niños- añadí al recordar que estaba ante un hombre mortal y como todos, seguramente, no tendrían el conocimiento de la existencia de tal criaturas. Mientras los mortales, dormían plácidamente, los cazadores, como sombras acechadoras, morábamos por las noches, buscando a tales criaturas, devoradoras de vidas. Él rio dulcemente, apretándome mas contra él, y lentamente, en la magia de su frio abrazo, sus hipnóticas caricias, me dormí.


En la noche, me iba removiendo, pero una voz que estremecía mi piel, me calmaba con dulces palabras, tocando mi rostro, acariciando mi espalda y brazos, apretándome más contra él, rodeándome con fuertes piernas, y un sinfín de bonitas y dulces palabras, que sosegaban mi alma, transmitiéndome una seguridad, y protección, que hacía mucho no me habían prodigado. No sé cuánto tiempo, permanecí dormida y cuando, estuve consciente de sus palabras y su cálido aliento en mi frente.

¿Sería un ángel de la guardia?

No podría describirlo mejor, sus atenciones, sus toques, totalmente esta noche, mi alma le pertenecía, toda y entera, al guardián de mis sueños. Sonreí y finalmente, tras unas horas de inconsciencia e consciencia, dormí placida contra él.



***


Sentí mi cabeza contra algo duro, fruncí el ceño, confundida, me encontraba mejor, el martilleo constante de dolor en mi cabeza, al pensar, ya apenas existía. Solo sentía el cansancio y la debilidad de mi cuerpo, al no haberse recuperado por completo, de la sangre perdida. Necesitaba urgentemente comer y beber litros y litros de agua.

Desesperezandome, me removí en la mullida y suave cama en la que me encontraba, yendo a parar directa contra de nuevo, un frio cuerpo. ¿Aún seguía ese señor durmiendo a mi lado?. Abrí los ojos lentamente, podía ver más claramente, al fin, mi vista se recuperaba. Una leve luz de una vela, iluminaba la estancia. Fijé la vista en el pecho desnudo que se presentaba ante mí. Aún veía algo borroso, pero pude ver claramente, las fuertes abdominales, así como su tamaño fuerte y considerable. Fui subiendo la vista, grabándome cada resquicio del cuerpo de mi ángel y salvador, brazos fuertes y marcados, así como sus hombros, donde me acordaba de haber dormido toda la noche en ellos. Mi cabeza se encontraba apoyada en uno de sus fuertes y fríos brazos. Algo tímida, fui subiendo más y mas, llegando a sus finos labios, sus leves colmillos que sobresalían de ellos, su nariz recta... ¿Perdón? ¿Había visto colmillos? Mi alma de cazadora se puso a la defensiva dentro de mí, avisando de poner distancia, que algo olía muy mal…pero realmente mal.

Cogiendo fuerzas sin flaquear, finalmente, miré a sus ojos, y le vi. En ese instante, el tiempo se paró y mi corazón dejó de latir.


-¡TUUUU!- grité sin importarme el dolor de cuello, que ese movimiento, produjo en mis cuerdas vocales.

Le reconocí, era el maldito vampiro.

Me eché para atrás, todo lo que pude, pero su brazo, me tenía la cabeza sujeta, contra él. Le miré confundida, una mezcla entre, temor y sorpresa. ¿Él había sido la sombra que me había cuidado? ¿El que había velado por mí?.

Debía de encontrarme aún soñando, ¿Qué digo?, soñando no, en una terrible e infame pesadilla.


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Mensaje por Zirano Xanaddo Lun Mayo 13, 2013 6:19 pm

-Con esta fría piel, pareces un no muerto…un vampiro- Me dijo, esbozando una sonrisa en su cara. -Pero tranquilo, tales criaturas no existen, solo son cuentos, para asustar a los niños- Me dijo dulcemente, como intentando quitar importancia a su última frase. Mientras se acomodaba en el hueco de mi cuello. Su cálida piel rozaba la mía, haciéndome sentir una agradable sensación, acaricie su espalda, con suaves roces recorriendo su columna, intentando que Tryssia se relajara. -Descansa my lady, duerme tranquila mi dama.- Le susurre de forma casi inaudible.

La noche pasaba tranquila, tan solo note algún pequeño escalofrió de Tryssia, abrazándose mas contra mi, mire su cara, viéndola así dormitara, solo es una niña, dulce, vulnerable, a la que al mirarla tan tranquila y relajada durmiendo sobre mi hombro, quise tenerla conmigo por siempre, poder cuidar de ella, tener un dulce ángel a mi lado. Que dulce deseo el que se formo en mi mente. Roto en un instante al recordarlo, ella es cazadora, mi enemiga, la mujer que me hizo sentir esa sensación que tan pocos han logrado crear en mi, el dolor intenso al notar mi fría y muerta carne siendo atravesada por su espada. La imagen se dibujo en mi mente, y en la penumbra y silencio de la habitación, vi de nuevo la espada clavándose en mi barriga, con la sangre fluyendo. Apreté un poco mas fuerte contra mi a la cazadora, a lo que ella se removió un poco con un leve quejido de dolor, de inmediato relaje mi abrazo, no quería dañara. -Tranquila, sigue durmiendo mi bella cazadora.- Dije en un murmuro, besando su frente. -tu bella dama, que en mis brazos hoy duermes relajada y tranquila, reposa en mi pecho, yo cuidare desde ahora de ti.- Susurre, abrazándola con algo mas de pasión, acerque mi nariz a su pelo, oliendo su dulce aroma, tan atrayente... tan salvaje... Lo adore, y solo cerré los ojos, dejándome llevar por el hechizo de morpheo.


**

La noche llego de nuevo, nosotros seguíamos en la habitación , envueltos entre las sedas rojas de mi lecho, fundidos en un hermoso y cálido abrazo. Me desperté al sentir el contacto de Tryssia contra mi, la abrace algo mas fuerte, note como ella se dejaba abrazar, acercándose mas a mi, la mire a la cara, observando sus ojos de intenso color miel, con los cuales, recorría mi torso, con visible rostro de tranquilidad y cariño. Hasta que me miro a los ojos. -TUUUU!!- Grito al reconocerme, intentando apartarse de mi, pero mi brazo impedía que Tryssia se retirara de mi lado, y su mirada clavada en mis ojos se torno confusa.

La liberé de mi abrazo a Tryssia, dejando que se retirara, no sin antes darle una suave caricia en su pelo y cara. La mire con una sonrisa amable. -Buenas noches dulce cazadora. Se encuentra mejor, me costo mucho lograr que mejorara. Pero al fin despertaste.- Le dije con voz seductora. Quería calmarla, mantenerla tranquila, puesto que los puntos de su herida son muy recientes, y cualquier movimiento brusco podría hacer que se le abriera. Salí de la cama, dirigiéndome directamente a la puerta que da al pasillo del retrato. Me gire mirando a Tryssia y con una sonrisa simpática le dije. -Supongo que tendrás hambre, te traeré algo querida. Por cierto soy Zirano Xanaddo. Policía de París.- Salí por la puerta, cerrándola con llave, para evitar que la chica pusiese salir. Cruce el pasillo, saliendo a las escaleras, y dirigiéndome a la cocina.

Era una sala de tamaño grande, con dos hornos, y un fogón de leña. Tome un bollo de pan del armario, unos huevos frescos, y un bistec de carne. Yo no comía, pero me gustaba tener una despensa a punto, por si alguna de mis visitas querían comer algo.
Hice una tortilla, poniéndola dentro del pan, y el bistec a la plancha, lo puse todo en un plato, tome un baso y una jarra grande de agua, puse todo todo ello en una bandeja de madera, y salí al salón, pasando al lado del piano, tomando una rosa de color rojo intenso y poniéndomela en la boca. Subí de nuevo hacia mi habitación, abriendo la puerta, y entrando, mirando pícaro a la cazadora. Me acerque a Tryssia y colocando la bandeja en la mesita, cojo la rosa y mientras se la entregaba le dije -Hora de recuperar fuerzas querida. Espero que le guste este tentempié.-

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Mensaje por Aleya Dumkorth Lun Mayo 13, 2013 7:20 pm


Me liberó del abrazo, lentamente, pasándome una mano, acariciándome tiernamente, mi pelo y cara. Me lo quedé mirando, frunciendo el ceño, extrañada, mientras seguía pensando, en que debía de ser una pesadilla, y cuando este show acabara, me volvería a los brazos de aquel frio humano. El vampiro que tenía delante, no podía ser, ese hombre bueno. Le miré, y él, muy descarado, tuvo el descaro de mirarme, amablemente, como si hubiese olvidado que había caído inconsciente gracias a su fuerte puño, en la boca del estomago. Sí, yo le había atravesado con la espada primero...pero era diferente!, pensé, él era un vampiro, un ser inmortal, poseedor de mucha fuerza y yo solo una joven cazadora, si, una cazadora bastante buena, pero no con sus poderes, que como vampiro antiguo, debía de poseer. Y además, yo con esa espada, no podía haberle matado...él a mi si!
-Buenas noches dulce cazadora. Se encuentra mejor, me costó mucho lograr que mejorara. Pero al fin despertaste.- Le miré confundida, y analizando la situación, y sus palabras...sí, había sido él quien me había cuidado. Pero ¿Por qué? Los vampiros no rescataban a muchachas y las cuidaban, tras golpearles, como mucho, las mantenían cautivas para convertirlas, en esclavas de sangre. Hice una mueca, al pasar esa palabra por mi mente “Esclava de sangre”, eran aquellas jóvenes que probando la sangre de los vampiros, se volvían adictas a ellos, y llegarían a cualquier cosa, por un poco, de la milagrosa sangre de esas criaturas.

Con mi mirada en la mía, se levantó despacio, controlando su postura, para no ponerme nerviosa o histérica. No era tonta, por la venda del brazo, tendría algunos más puntos, de los que me pensaba, y ahora mismo, si hiciera lo que mi mente quería hacer, que era escapar o tirarle encima, cualquier silla que encontrara primero, sin dudar, la perdedora seria yo. Así que me mantuve quieta, mirándolo, cada vez más confusa. Las miradas que me echaba, sus dulces palabras...hasta esa noche, al dormir abrazos, esas caricias y palabras... ¿Habían sido sinceras? O era algún truco embaucador del vampiro? Y ahora la voz que usaba, era la misma...música celestial para mi alma, que reconfortaba y callaba miedos y dudas. Se encaminó a la puerta, girándose antes de cerrar, sonriéndome, mientras me decía que me iría a buscar algo para comer y que se llamaba Zirano y era “policía de Paris”, y yo soy “Princesa de París”, pensé con sorna, todo y que, su comportamiento era dulce conmigo, mi sexto sentido, me prevenía de él, como criatura de la noche era, no podía confiar plenamente en él, hasta que mostrara su verdadera cara y motivos.

Oí cerrarse la puerta con llave, y suspiré. No podría ni intentar siquiera, una salida de ese lugar. Todo y que en verdad, quería quedarme, era muy curiosa, y el comportamiento del dulce Zirano, me había confundido completamente mis esquemas. El rato que tardó en volver, me dediqué a ver la bonita habitación, era muy grande, y con pocos muebles, aún a si, era una autentica, preciosidad. Esperé que volviera, en el mismo sitio, con la mirada perdida y confundida. Cuando lo vi, entrando por la puerta, llevaba una bandeja de madera con comida y una roja rosa posada en su boca. Me miró pícaro, acercándose, dejándome suavemente la bandeja en la cama, y me entregó con la otra mano, la rosa.
Cogí la rosa, siempre me habían gustado las rosas, pero nadie nunca me había regalado una. Le miré y le medio sonreí agradecida por el gesto.- no tendrías que haberte molestado...- dije en un susurro, dolorida, por el anterior grito, que había arrasado mis cuerdas vocales. Desviando mis ojos de su penetrante y dulce mirada, que me confundía mucho mas, miré la bandeja, y mí estomago, ante tal imagen, rugió a mi vergüenza. Sin contemplaciones cogí, el bocadillo, y me lo comí, lo primero, así como bebí de la reconfortante agua. Zirano, se sentó en la cama, sin desviar su mirada de mi... ¿que le pasaria? Comí rápidamente, el bocadillo, así como el agua, pero no toque el bistec, era vegetariana, y si aún así pudiera, en mi barriga, ya no había sitio para más comida.

-Yo soy tryssia Demov..- dije al terminar el bocadillo mirándolo, él me sonrió y se me acercó más, quedando atrapada bajo él la sabana que me cubría, el desnudo cuerpo. Cuando me dí cuenta de ese detalle, el vampiro ya había visto indecorosas, partes de mí. Le miré fijamente, claramente molesta, mientras me tapaba los senos con las manos.-Perdone Monsieur, pero que hago, ¿yaciendo desnuda? Y ¿porque quiere que me ponga bien...? Para... ¿ beber de mi sangre?... lo siento por la curiosidad, pero me confunde...la situación, usted..¡si somos enemigos, por el amor de dios! – exclamé inquieta,mirándolo a su indiferente, y algo cálida, mirada. - ¿Que hago aquí?- termino preguntándole, con voz débil, recostada de nuevo en la cama, cansada de tantas emociones.

Y muy confundida.

Él solo me miraba profundamente, acercandose cada vez mas a mi. Permanecí quieta, con el corazón accelerado, sin poder deshacer el hechizo de sus ojos.

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Mensaje por Zirano Xanaddo Mar Mayo 14, 2013 11:22 am

Entregue la rosa a Tryssia, con una dulce sonrisa en mi rostro, ella la cogió acercándola a su cara, mirándola con una leve sonrisa, me miró agradecida por el detalle. -No tendrías que haberte molestado...- me dijo, haciendo una pequeña mueca. Miro la comida, y su estomago rugió de inmediato, sus mejillas se sonrojaron, pero cogió el bocadillo, lo miro un instante, acercándoselo lentamente a la boca, para luego engullirlo en grandes bocados, hizo un suspiro al acabarlo, y sin mediar palabra tomo el agua bebiendo en gran cantidad. Unas gotas escaparon por la comisura de su labio cayendo por su cuello, deslizándose suavemente, recorriendo el cuerpo de la joven y bella cazadora. Yo permanecía en segundo plano, observándola como un simple espectador. Me senté en la cama, mirándola con algo de devoción. Una bella dama, dulce e inocente, yace en mi cama. Las sabanas de seda roja, cubrían su cuerpo, pero su escote era visible, vi la gota caer por su cara, recorriendo la curva de sus senos, adentrándose en la sabana, dejando tan solo un pequeño circulo mas oscuro en la tela. Tryssia dejo el bistec a un lado, pero su cara lucia saciada.

La cazadora cogió un trocito de pan que quedaba en la bandeja hechándoselo a la boca y me miró. -Yo soy Tryssia Demov..- Me dijo, la mire con una sonrisa dulce. -Que hermoso nombre my lady.- Le dije acercándome un poco mas a ella, atrapando la sabana, que se desliza acariciando con suavidad la piel de Tryssia, dejando a la vista su hermoso cuerpo desnudo. Se miro y de inmediato me miro a los ojos, con enfado en sus ojos, mientras con sus manos tapaba sus pechos. -Perdone monsieur, pero que hago, ¿yaciendo desnuda? Y ¿Porque quiere que me ponga bien...? Para... ¿Beber de mi sangre?... lo siento por la curiosidad, pero me confunde... la situación, usted... ¡Si somos enemigos, por el amor de dios!- Me dijo alzando la voz visiblemente molesta. Yo solo la mire con sosiego y dulzura. Imagine lo que ella pensaría que ha pasado. La mire con algo de indiferencia. -¿que hago aquí?- Me pregunto finalmente, con voz mas suave, recostada en la cama, con su cara cansada y confusa.

Me acerque un poco mas a ella, mirándola fijamente a sus dulces ojos del mas intenso color miel. Los que Tryssia no podía retirar de mi. -Mis mas sinceras disculpas my lady. Si la desnude, pero solo para que descansara mejor, no piense que me eh aprovechado de vos. Y si tan solo quiero que se ponga bien. La vi antes de que se enfrentara a ese grupo de neófitos. Y tengo que reconocer. Es una luchadora esplendida.- Dije esbozando una sonrisa de admiración. -Y fue cuando la hirieron. Y fue cuando decidí ayudarla. Y me acerque a vos Tryssia, con la creencia de que agradecería mi ayuda. Pero bueno eso es pasado.- Dije recuperando la seriedad y mirándola a los ojos con cariño y protección. -Pero no la podía dejar allí, así que la traje a mi hogar. No somos tan enemigos como cree. Ambos cazamos los mismos seres.- Termine mi frase con una sonrisa dulce. Acaricie su cara con suavidad y cariño. Y me levante de la cama, dirigiéndome al armario, cogiendo una camisa de color marrón, de policía, y me la puse. Ande hacia el espejo de pie que había justo ha la derecha de la puerta, mientras abrochaba los botones de mi camisa. Me mire en mi reflejo, desabroche mi pantalón, metiendo la camisa por dentro de esté, colocándolo bien. Y me abroche el pantalón de nuevo. Me mire, asegurándome de que me luciera bien la ropa, me toqueteo el flequillo, inclinando levemente la cabeza. Dedicándome una sonrisa a mi mismo, veo desde el reflejo a Tryssia, que me observa en silencio, con un gesto en su cara que no puedo identificar. Deje mi flequillo, y me gire, para coger la camisa que tenia en la silla, la que estaba rasgada y con sangre abundante, mía y de la cazadora. Tryssia la vio, y yo cogí la placa de policía que aun colgaba de su bolsillo, para colocármela en el bolsillo de mi camisa, bien visible.

Me giro mirando a Tryssia a los ojos, -My lady, vístase, coja el vestido que deseé del armario. Voy a enseñarle la mansión. La esperare tras la puerta.- Le dije girándome andando hacia la puerta, saliendo al pasillo, cerrando la puerta, dejándola levemente abierta, una simple linea, que dejaba ver el interior. Permanecí en silencio, observando desde la sombra de la puerta como la bella Tryssia de levantaba, desperezándose, haciendo algún gesto leve de dolor. Observe su hermoso cuerpo, y como comenzaba a vestirse, seguí mirándola un rato, observando todos sus movimientos, y se disponía a salir, yo tan solo me aparte con mi velocidad, quedándome apoyado en la pared, en silencio. -Esta realmente hermosa Tryssia.- Le digo mirándola extasiado con total sinceridad en mi voz, realmente es hermosa, y en ese instante me hace desearla aun mas.
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Mensaje por Aleya Dumkorth Mar Mayo 14, 2013 2:36 pm



Seguí absorta en su mirada, hipnotizada por su voz y oscuros ojos, observando los matices de su rostro. A veces hablaba con cariño, y otras se volvía frío… me desconcertaba. Me reí por dentro al escuchar su “No somos tan enemigos como cree.”... eso si que ni, desmesuradamente loca de la cabeza, me lo creía. Le seguí con la mirada, y mi mente, cada vez más confusa, vislumbro la placa de policía, de la ciudad de Paris. Perdón, ¿Un vampiro policía?... debía de ser de mentira, un vil truco, no podía ser que un vampiro hiciera de protector de una ciudad de humanos, cuando éramos sus presas. Le miré dubitativa, observando de nuevo su fuerte torso, y como procedía a ponerse la ropa, hasta que finalmente, salio de la habitación y lentamente pude salir, entre muecas de dolor, al sentir la tirantez del brazo.

Me dirigí al armario y abriéndolo, me encontré en un lado, con muchos vestidos y en el otro, ropas mundanas. Sonreí al ver los vestidos, hacia mucho no me ponía vestidos… desde pequeñita, recordé tristemente. Empecé a elegir vestido, hasta dar con uno de color azul turquesa, de fina seda y largo corte. Sonreí al encontrarlo y lo descolgué de la percha. Enseguida, notando unos ojos observándome, los sentidos de cazadora, poco a poco volvían de nuevo a mí, me apresuré todo lo que pude, en ponerme el vestido, el que se ceñía a mi figura, como si, creado para mi, hubiese sido. Tras muchos esfuerzos, me lo puse, dañándome levemente el brazo herido, con el que me encontré con dificultades al entrarlo por la corta manga del vestido.

Me miré rápido en el espejo y salí, no tenia mi mejor buen aspecto, pero el vestido en mi cuerpo, era un plus a tener en cuenta, en vez de mis ropas, de cazadora. Empuje la puerta, saliendo de la habitación, encontrándome con Tirano, apoyado en la pared, en silencio, escuchando sin duda, pensé, mis pasos en la habitación.

Me miró intensamente, haciendo que desviara mis ojos de los suyos, azorada – Gracias…Zarino- dije sin saber muy bien como responder a su sincero cumplido. No estaba acostumbrada a tales palabras. Él seguía mirándome, y yo, aún no del todo recuperada… no sabia que hacer, ni como escapar de allí, todavía… Fije mi mirada en el largo pasillo, y sus tantas puertas, que se adivinaban.

-¿Me enseñas el lugar?- le pregunto mirándolo –me irá bien caminar…y este lugar parece muy grande, lo suficiente para una, no muy ligera, caminata- le medio sonreí, aún no del todo segura. Antes, al pensar que era un simple humano, se me había presentado una curiosidad, hasta nunca ahora, saciada…mi rescatador, me había parecido un ángel protector, pero ahora…tenia delante de mí, cuidándome… a un vampiro, y eso, para mí, era algo novedoso.


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Mensaje por Zirano Xanaddo Miér Mayo 15, 2013 8:52 am

Tryssia salio de la habitación, con un vestido de seda azul turquesa, ceñido, su apariencia era sexy elegante, toda una dama. La cazadora se ruborizo, agradeciéndome mi halago, extendí mi mano ofreciéndola para que la tomara. Ella me miro, algo extrañada, y miro hacia el pasillo. Largo de pareces azul oscuro, con el gran cuadro en el centro, mi yo retratado nos observa protector y amable. La cazadora me pidió que le enseñara el lugar, mirándome, mientras me decía, que tenia ganas de andar un poco, con media sonrisa en su rostro y poco confiada. Tome su mano con decisión, colocándosela en mi brazo. Le sonreí amablemente, la misma sonrisa y mirada del cuadro. -Pues caminemos un poco, espero que mi hogar sea de su agrado..- Dije mientras comenzaba a caminar, cuando note el cálido roce de su mano sobre mi antebrazo, el bello de mi brazo se erizo al contacto. Pasemos una primera puerta a la derecha, estaba cerrada, en su pomo una cerradura con forma de diamante. -Esta habitación esta prohibido entrar.- Dije pasando de largo la puerta, esa habitación seria mejor mantenerla en secreto, al menos por el momento, pensé. Avancemos unos metros mas en el pasillo, levemente iluminado, hasta una segunda puerta, y la abrí, al entrar, lo primero que se veía, era un gran escritorio de madera de nogal, de un color marrón muy oscuro, su aspecto limpio y bien cuidado, le daban un aire elegante y acogedor. Encima del escritorio habían varios papeles en blanco, abiertos en el centro en abanico con una pluma en un tintero delante de los folios. Detrás del escritorio, un gran sillón de piel negra, con reposabrazos, y de aspecto muy cómodo. En las paredes laterales del despacho, hay dos estanterías, con una gran cantidad de libros, casi todos sobre seres sobrenaturales y varias obras de Sackespeare. -Pues este es mi despacho, aquí paso largas horas de mis días escribiendo relatos de vivencias pasadas.- Dije, dejando a Tryssia delante el escritorio, mientras me dirigía a una esquina tras el escritorio, donde tenia una pequeña mesita, con dos vasos de cristal grueso tallado junto una botella también de cristal tallado con vino de gran calidad en su interior.

Me puse de espaldas a Tryssia, evitando que viera mis movimientos, y tape completamente con mi cuerpo los vasos y botella. Acerque mi dedo indice a mis labios, abriéndolos un poco, atrapando la yema de mi dedo bajo mi colmillo, afilado y largo, se clavo en la piel de mi dedo con facilidad, creando una pequeña herida, puse mi dedo herido sobre uno de los vasos, dejando caer unas gotas en su interior. Dicen que la sangre de vampiro tiene efectos curativos sobre los humanos, pero si la ingerían en grandes cantidades, se podían volver adictos, por lo que solo esa vez le daría a beber de mi sangre. Me lleve el dedo a mi boca, pasando la lengua sobre la pequeña punzada, cauterizandola. Abrí la botella, vertiendo el exquisito contenido, primero en el vaso donde estaba mi sangre, la cual se mezclo con el vino, y luego en un vaso para mi. Cerré la botella, cogiendo los vasos y girándome, moviendo levemente el vaso de Tryssia para que se mezclara, para ir al lado de la cazadora. Y ofreciéndole el vaso donde había mi sangre. -Tenga my lady. Para el paseo.- Le dije con una sonrisa dulce y divertida, tomando un trago y mientras la miraba con ojos seductores. Retire el vaso de mis labios, con una sonrisa exquisita, puesto el sabor de ese vino en verdad me encanta.

Levante un poco el brazo, en gesto para que ella se cogiera de él, y salí del despacho, girando a la derecha a un paso esta la puerta del final del pasillo, la abro y me dirigí a las escaleras que dan al salón, dejando atrás dos puertas mas. Pero en breve debo irme a patrullar, el deber me llama. Lleguemos al salón, de amplio tamaño, la chimenea seguía encendida, aunque solo queda un pequeño tronco quemándose, lo cruce, dirigiéndome directamente a una puerta que había cerca de la chimenea. -Hacia ya bastante tiempo que no le enseñaba mi hogar a nadie. Es grande y acogedora.- dije con voz varonil y agradable,con mi seducción activa sutilmente, asegurándome que ella no se diera cuenta, mientras caminaba hacia la puerta, parando en el último instante junto al sillón. -Esa habitación es la cocina, si tiene hambre sírvase lo que desee.- Le dije con media sonrisa, seduciéndola, mi voz suena mas agradable, le mire a los ojos. -Ahora debo irme a patrullar. En unas horas regresare my lady.- Le dije con una sonrisa dulce y sensual. Lleve a Tryssia al sofá, ofreciéndole que se sentara, una vez se sentó, la tomo con mis dos manos, con cariño y suavidad, de su cara y beso su frente, de forma casta. Su olor me invadió por completo, me embriaga, la abrazo, acercándome mis labios a su cuello, la sed me hace activar al máximo mi seducción. -Aguarde mi regreso dulce Tryssia...- Le susurre, dando un suave beso a su cuello. Y retirándome de golpe, me levanto, me puse junto la chimenea, echando un par de troncos, para mantener el fuego vivo, me levanto, mire a Tryssia con una sonrisa amable y cariñosa. Mis ojos se veían dulces. Y salgo de la mansión, cerrando sus puertas con llave. Me dirijo a la caballeriza, donde Blade me espera listo para patrullar. Le pongo su silla, apretándola bien, me monto en él y me pierdo en las calles de París en busca de delincuencia.
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Mensaje por Aleya Dumkorth Miér Mayo 15, 2013 11:18 am



Intento acordarme de cada paso que hacemos, cada habitación…cada ventana en ellas, pero las pocas que diviso a ver, se encuentran cerradas con barrotes, que impiden la salida, pero no impiden la luz solar. En el día, Zirano, debía de acostarse y dormir, en alguna habitación oscura. Pensé en la habitación, de la que me había salido, la roja habitación de cama de seda, no tenia ventanas. Así que era una posibilidad, de que esa fuera su guarida, por los soleados días. Le seguí por todo el recorrido, de esa grande mansión, me atrevería a decir, por su amplitud y elegancia, mansa, cogida a su brazo, ignorando los escalofríos de mi cuerpo, cuando su fría piel, tocaba mi brazo o acariciaba mi piel. En poco, y tras dejar una habitación, cerrada, dejando al fin, el leve iluminado pasillo, que daba miedo, entramos en una habitación, no muy grande, pero acogedora y hasta, con cierto aire de calidez. Tal como el vampiro, luego me confirmó, estábamos ante un despacho, su despacho. Con un escritorio de madera, majestuoso y amplio, un sillón negro, entre las dos estanterías llenas, a rebosar de libros, que invitaban a leer, cada volumen que en ellas, yacían colocados a la perfección. Zirano, me dejó delante el escritorio, mientras observaba la sala y levemente, hojeaba los papeles de encima del mismo escritorio de él.
Por lo poco que pude ver, eran cartas e informes, de procedencia, en una mayoría de los mismos gobernantes de París, así como la policía parisiense. Oyendo, un tintineo de copas, me giré hacia el ruido, para encontrarme delante de mí, en apenas un segundo a Zirano ofreciéndome una copa de vino. La cogí temblorosa, entre mis manos, acercándomela a los labios, sin apartar la mirada de sus brillantes y seductores, ojos. Al llegar el revitalizador vino en mi paladar, suspirando, cerré los ojos, saboreando el dulce licor. No era apasionada a los licores, pero este era exquisito…nunca había probado tal vino, simplemente mágico. Al instante, de tomarlo, algo recorre dentro de mí, avivando mi sangre y mi cuerpo, y sin darme cuenta, sumida en su adictivo sabor, se acabó la preciada bebida, dejándome con ganas de más. Dejé la copa en el escritorio y hasta le sonreí picara a Zarino cuando este, me ofreció de nuevo su brazo. El licor se me había subido a la cabeza, pensé, volviendo a caminar a su lado.

Volvimos al oscuro pasillo, hasta bajar unas escaleras, amplias y de un apagado color mármol, hasta llegar a un muy amplio salón de estar. Sonreí al ver la chimenea, recordando recuerdos de mi pasado en familia, en donde cada noche, nos reuníamos todos juntos alrededor del fuego y cantábamos. El vampiro me indicó, que la habitación de al lado se encontraba la cocina, yo solo le miraba y asentía…era muy extraño, no podía apartar ni mis ojos, ni mente, de él. Me llevo de vuelta al salón, en el que me senté en el sofá, lo más cerca que pude del fuego y su calor. Y sin esperarme su confuso movimiento, siento sus manos en mi cara, besando la frente. Cierro los ojos, extrañamente confundida, pero a la vez segura y anhelante. Sus fríos brazos me rodean - Aguarde mi regreso dulce Tryssia...- me dice, besándome el cuello. Me estremezco, al sentir su frío aliento, en mi latente pulso, y no puedo más que asentir a su petición. Me recuesto contra el sofá, deseando sentir de nuevo las sensaciones que me produce, tenerlo cerca de mí, cuando retirándose de golpe, se aleja, con una sonrisa tierna y dulce, dejando mi mente aturdida. En unos pasos, desaparece del salón, dejándome sola en esa extraña casa, con las sombras del fuego jugando en mi rostro, y su calor envolviéndome.
Me quedo sentada en el sofá, un tiempo, sin desviar la mirada de las llamas rojas del fuego, pensando, en cuando volverá Zirano…

¿QUEEEEEE? ¿Te has vuelto loca? ¿Vas a esperar que vuelva, para decirle adiós, y esperar que te deje partir? Tienes que sobreponerte…estas hechizada, abre los malditos ojos! Estas en la guarida de un vampiro…


Desemperezándome, remuevo mi cabeza, queriendo quitar la sensación que en ella se sume, sumiéndome a mi en un hechizo encandilador... ¿Podría ser por eso, que no me encontrara siendo yo… con el vampiro?, yo no era para nada sumisa y menos mansa, no una gatita… si no una pantera! Mi corazón lucha, revelándose contra los deseos del vampiro y su más asegurado, hechizo sobre mí, mientras mi mente, me insta a quedarme quieta, en el sofá, anhelando los fríos brazos del vampiro. ¡Estoy completamente loca! Pienso, costándome las mil y una fuerzas, levantarme del sofá. Al conseguirlo, siento mi corazón calmado, sosegado, pensando en la liberación y en la libertad que volvía a mí.

Sin perder tiempo, fui rápida hacia la puerta del salón, encontrándome el pasillo, esta vez mejor iluminado por velas. Veo el final del pasillo, que lleva a una grande puerta, la entrada, pensé y a paso apresurado, me dirigí hacia allí. Cogí de los grandes pomos y tiré hacia mí, y nada… no se abría. ¿Cómo que no? Volví a intentarlo, esta vez para fuera, y de nuevo para mí, pero seguía sin moverse de su sitio. Di un golpe con el pie en la puerta, molesta y realmente cabreada... El vampiro me había dejado encerrada! Se iba a enterar el impertinente y salvaje policía, cuando volviera! Suspirando volví tras mis pasos, observando las puertas que a lo lejos divisaba, cerradas. Las miré curiosa, pero la oscuridad del pasillo, mas adelante y el que me encontrara en una casa de un vampiro, e imaginándome mil y una criaturas extrañas, negué con la cabeza, aún no me encontraba bien del golpe, ahora una pelea, me perjudicaría verdaderamente. Volví al salón, inquieta, por el hecho de que me hubiera encerrada ¿Qué querría de mí? Me asaltaba mi mente, a cada segundo, pero sin respuestas y confundida, suspiraba, echando a perder la lógica, de toda la situación en la que me encontraba.

Me recosté en el grande ventanal, que alumbraba con la luz de la luna, medio salón y me quedé mirando tras sus exteriores barrotes, un grande bosque que se extendía a doquier, en esa parte. Hacia una noche, de luna llena, hoy los licántropos, debían de estar sedientos, y los cazadores atentos a cualquier movimiento. Toqué con los dedos, el frío cristal, deseando estar allí fuera, cazando, corriendo, escondida entre árboles y montañas, acechando a futuras presas. Con mi aliento, creé un vaho, que enteló el cristal, y con uno de mis dedos, escribí la palabra “monstruo”, esperando por suerte, poder estar lejos de allí, cuando viera mi mensaje. Si lograba verlo y no desaparecía antes.

Me giré y me fijé en el salón, esta mansión, tenia que tener cuartos secretos o túneles, como antemano tuvieron todas y cada una de ellas. Me encaminé de vuelta al pasillo para buscar nuevas salidas, cuando un viento gélido, asaltó mi espalda. Me giré, y en las ventanas, me encontré el reflejo de una puerta, levemente escondida, la que se encontraba ligeramente abierta, dejando pasar el frío aire. Cauta, me dirigí hacia la puerta y la abrí. Al abrirla, la milenaria puerta, chirrió, como si no se hiciese servir, desde hacia mucho. La abrí lo suficiente, para que medio cuerpo, pudiese entrar y así, averiguar, a donde llevaba. Entrando parcialmente, me sumí en una absoluta oscuridad, traicionada a lo lejos, por otra puerta, que yacía mal cerrada, y por donde, se colaba el frió aire, transportando un olor a moho y a metal. Entré un poco mas, dejando el pie, en la puerta para que no se cerrara, y penetré más en la oscuridad, llegando a ver por la puerta de metal, una leve luz, que hacia relucir, unos barrotes, a lo lejos. Intrigada, por saber que escondía allí, me adentré en el pasillo, esperando que la puerta de madera, se sujetase. El olor a moho y a metal, junto a un olor espeso y escalofriante, cada vez era más fuerte a medida que me acercaba. Arrugué la nariz, molesta por el olor. Cuando de dentro de la sala levemente iluminada, se oyó un gruñido, seguido de un grave tintineo de cadenas. Paralizada, con miedo pero a la vez con suma curiosidad, me mantuve en el sitio, observando, pero cuando de nuevo el ruido a cadenas, se oyó, salí de allí. No tenia armas, para enfrentarme a mascotas o a demás vampiros, así que opté por retirarme.

Toqué la oscura pared, yendo de nuevo hacia la puerta de madera. La pared era de piedra, fría y lisa al tacto. – Auuu!- y pinchaban los bordes, añadí, al sentir como uno de los bordes, traspasaba la piel de mi mano, rasgándola levemente, haciendo que soltara unas gotas de sangre. Con la mano apretando, para cerrar la pequeña hemorragia, cerré la puerta de madera de nuevo. Confundida y curiosa, pero con cierto toque de miedo, me senté de nuevo en el sofá, esperando la vuelta de Zirano y hablaría con él de ciertas cosas, una de ellas, ¿por que me había encerrado? ¿A caso era su prisionera? Y si era así, que lo dijera a la cara! Y la otra, quería saber que escondía en esa terrorífica y fría sala. ¿Algún loco vampiro?.. Ve a saber que tenían los vampiros como mascotas…o si simplemente, el ruido, hubiese sido producido, por el frío aire, que invadía la sala...

Me tumbé en el sofá, dejando mi cuerpo descansar, apretando la mano, contra mí, esperando que cesaran las leves gotas de sangre que por ella salían, y sin quererlo, finalmente, me dormí.



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Mensaje por Zirano Xanaddo Jue Mayo 16, 2013 1:15 pm

Caminé por las calles de París, a lomos de mi caballo Blade, notaba la suave brisa en mi cara, las calles estaban casi vacías, el repicar de las pezuñas del corcel, eran el único sonido que se escuchaba en la calle, creando ecos alargados, confundiendo levemente mis sentidos, en una de las ocasiones al pasar por delante de un callejón, el eco llego desde allí, gire mi mirada hacia esa dirección creyendo que se acercaba otro caballo, pero no vi nada, solo oscuridad, volví mi mirada al frente, y el aire me trajo un aroma dulce e intenso, y mi mente empezó a divagar libre, mientras Blade tomaba el control de la patrulla. Recordé sus grandes y profundos ojos de color miel, con su mirada fija en mi intensa y seductora. Su cálida piel, cuando abrazado a ella dormí, intentando bajar su fiebre, recordé su olor, tan dulce y tan exquisito, y la deje recuperándose, su cálido aroma me dejo con ganas de saciar mi sed con ella, de adueñarme de su cuerpo. Solo deseaba volver con ella, volver a oler su dulce aroma, sentir su cálida piel junto a la mía, acariciándola, sonreí ante ese recuerdo, y mi mente siguió divagando, con solo una imagen, mi bella y dulce cazadora Tryssia.

Transcurren varias horas, en mi mente solo existe ella. Pero saliendo de mis pensamientos vi a un perro cogiendo un trozo de carne de una carnicería y salir corriendo. Solté una sonora carcajada, viendo al carnicero, un hombre medio calvo, delgado, con un delantal blanco manchado de sangre corriendo tras él con un cuchillo en alto. Aun creería que lo alcanzaría. -Jajajaja- Volví a reír y esté me miro con desprecio, yo le sonreí con cortesía. -Señor, es solo un trozo de carne.- Y continué mi camino, dejando atrás al carnicero refunfuñando. Gire al final de la calle hacia la derecha, y avance unos pocos metros, hasta las puertas de la comisaria. Me baje de Blade de un salto y lo ate del poste que había en la entrada. Le di una suave caricia y entre en el edificio. Tan solo habían tres policías. -Buenas noches compañeros.- Salude al entrar. -Buenas noches Xanaddo- me contestaron al unisono, casi con voz de robot. Sonreí levemente, dirijiéndome a mi mesa, me senté, y mire tres informes que tenia sobre la mesa.

“Caso 3763. Diller ladrón de bolsos. Un joven de 17 años, moreno, detenido varias veces, por robar a las mujeres. Dicen que vuelve a trabajar por la zona comercial.”

“Caso 3766. Desaparecida. Aleiya Dimsana, Hija del varón Dimsana desapareció hace 3 noches, por los alrededores de la laguna. No se sabe nada de ella.”

“Caso 3760. Ladrón de libros. En la biblioteca de París, cada noche desaparecen libros, no se sabe quien los coge, pero todos tienen que ver con el mismo tema, resurrección.”

Solo leí el titulo de los tres informes, los puse en una carpeta y despidiéndome de los compañeros, salí de la comisaria, carpeta en mano. Desate a Blade, me subí a él y me encamine de nuevo hacia mi mansión con la ronda por fin terminada. Hice que mi caballo acelerara el paso, tenia unas ganas tremendas de llegar de nuevo a mi hogar, donde una exquisita dama me esta esperando. Pude imaginar que sus heridas habrían sanado bastante, con la ayuda de mi sangre. Unos minutos mas tarde, llegue a la verja de entrada a mi mansión, Blade la abrió empujándola con la cabeza, entrando, yo tan solo la empuje para que se cerrara de nuevo, con un chasquido metálico. Me baje de mi caballo, le quite la silla, dejándola en su lugar y deje a Blade en su cuadra, descansando hasta la próxima ronda.

Entre en mi mansión, dejando mi sombrero de policía cowboy en el perchero y entre en el salón. Y como si ofreciéndome el plato del mas exquisito majar, un intenso olor a sangre envolvía el ambiente, la sangre de Tryssia. Me deleite olfateando el aroma, mis ojos note como se encendieron en rojo sangre, mi sed crecía. Y la vi, tumbada en el sofá, dormida plácidamente.
Me acerque a ella, andando tranquilo, con pasos insonoros sobre la mullida moqueta, la mire a la cara, con una dulce sonrisa, se le veía tranquila y relajada. Acaricie su cara con cuidado de no despertarla, y le beso en la comisura de sus labios. -Ya estoy de vuelta my lady- Le dije con un susurro, casi inaudible. Mi sed cada vez crecía mas, la mire, y la tome en brazos, evitando que despertará. Subí las escaleras, dirigiéndome a mi habitación, y entre en ella. Deje a Tryssia en la cama suavemente, mirando hacia arriba. Acaricie su cara, y me puse sobre ella, la mire con mi sed descontrolada, mi mirada intensa estaba fija en ella. Me agache acercando mi boca a su cuello. -Mi dulce cazadora cazada. Desde hoy eres de mi propiedad.- Le dije con un sensual susurro activando mi seducción al máximo, hablando directamente a sus sueños. Pasé mi lengua con suavidad por su cuello, preparándolo para lo inevitable. Jadeé sobre su cuello y clave mis colmillos en ella. Mis brazos la mantenían bajo mi, inmovilizada, y la sangre comenzó a fluir por mi garganta, cálida, dulce y algo picante, exquisita. Bebí a grandes tragos, sorbiendo con fuerza su sangre, debilitándole y manteniendo durante todo el tiempo mi seducción al máximo.

La libere de mi mordida, alzándome salvaje, con la boca abierta mostrando mis colmillos cubiertos de sangre. Me relamí, limpiando la sangre de mis labios con mi lengua, para mirarla de nuevo seductor y sonriente. -Mi bella Tryssia. Eres exquisita.- Dije y la bese apasionadamente.
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Mensaje por Aleya Dumkorth Jue Mayo 16, 2013 3:30 pm



Una grave y seductora voz, interrumpió mis sueños, colándose entre ellos, creando un resquicio de negra y oscura magia. Entrejiendo a mi alrededor, hilos dorados, rodeándome, inmovilizándome a su canto de sirena, en el que, sin poder pobre de mi, defenderme, caí sin control, en brazos de ese brujo. Sentí el hechizo, dominando mi cuerpo, acelerando mi pulso, atrayendo mi mente, la que, curiosa, a la celestial voz, que reinaba en mi soñadora cabeza, se dejaba arrastrar bajo su influjo y fuerza. Como esa música, que se adentra en lo mas hondo de nuestros corazones, y se queda, sellada en el recuerdo y la recordamos, siempre tan bella e inolvidable. La melodía que inventamos, al observar el inmenso mar, rítmicas olas que se mecen, lentamente, acariciándose…y en ellas, esquirlas doradas, bruma salvaje, con brillantes rayos, de una ponente mágica luna, que en el cielo reina, toda esplendida en un mar de estrellas. Ese paraíso, hecho realidad… la tentación a la que negarte, nunca podrás. Así resultaba esa voz. Un inalcanzable sueño a la palma de mis manos, si cedía ante ella, si dejaba que me poseyera su magia…me prometía el mundo, el eterno sueño, de reinos mortales.
Y yo, cazadora, quedé a su merced, cuando muchos no pudieron… completamente rendida a la voz y en la deriva de sus brazos, me dejé llevar por ella.

Olvidándome, abandonándome al embrujo, mi cuerpo se estremeció al sentir caricias húmedas en mi delgado cuello. Yo seguí inmersa en ese sueño, en su calidez y cercanía de la mágica voz, cuando tras un suspiro, que erizo mi piel y activó, mi pausado, calmado y sosegado corazón, sentí dos candentes punzadas en mi cuello, atravesando mi piel. Jadeé de dolor, removiéndome en sueños, intentando separarme. Pero no dio tregua, lo que fuese, tiró de mi interior, sorbiendo mi mas pura esencia. Jadeé aterrada una vez más, intentando despertarme del sueño, pero la magia no me soltaba de entre sus brazos, hasta que finalmente, dejó de doler, llegando a mí una única sensación de placer, éxtasis, que recorría de pies a cabeza, mi cuerpo entero.

Calmada y sosegada, tranquila en mi sueño, me acurruque mas en esos brazos que dulcemente me sostenían, protegiendo mi mente y corazón. Me sentía querida, a un nivel indescriptible y protegida, en sus promesas y calido agarre. Lentamente sintiendo un ligero cansancio, fui levemente despertando, despidiéndome de mi sueño y brujo.

Abrí los ojos, desmesuradamente cansada y fruncí el ceño confundida, al descubrirme en brazos de Zirano, el que descansaba sobre mi cuello, sorbiendo de mí, como si de su madre yo tratase.

Aún debía de estar soñando sin duda…

¿El brujo era Zirano? Mi imaginación se encontraba alterada últimamente…


Jadeé de dolor al sentir como sus colmillos, dejaban mi cuello, lentamente, como si no quisieran nunca separarse de mí. Lentamente se alejó de mí y soltó mi agarre, para enfrentar mi confundida y brillante mirada. Le miré y aterrada, le sostuve la sangrienta mirada. Con sangre en la boca, relamiéndosela, y ojos negros me miraba sonriente, complacido. Intenté gritar, para despertarme… ¡Tenia que despertar! Pero en cuantos sus suaves y fríos labios, besaron dulcemente los míos, sumisa, le besé. Lentamente sus labios abrían los míos, deleitándose en ellos, en su sabor y textura. Gemí levemente, aturdida por su dulzura y cariño, con el que profundizaba el beso. Le rodee con los brazos los hombros, y con toda la fuerza que quedaba dentro de mí, sin pensarlo apenas, le tiré hacia mi, necesitaba sentirlo… no iba a negar que el vampiro me tenia completamente fundida, con su voluble carácter, así como cautivada por sus sonrisas. Pero no olvidaría, nunca, mis enfrentas con él.

No iba a dejar por eso, de soñar con él. Si nunca podía llegar a tener algo con él, al menos me permitiría el lujo, de dejar mi inconsciente mente, deleitarse en imaginarse, sentirse querida por las criaturas a las que en noches oscuras, salgo a cazar. En concreto, no iba a perder mi apasionado sueño con Zarino.

Al sentir sus manos, acariciando mi espalda, sonreí en su exigente beso. Me arqueé ligeramente, dejándole mejor acceso a mi calido cuerpo, que entre sus manos se estremecía y empecé a seguirle en apasionado beso, saboreando los suyos.




-musica de fondo-

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Mensaje por Zirano Xanaddo Vie Mayo 17, 2013 6:00 am

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La bese apasionadamente, notando como ella se dejaba besar, devolviéndomelo con ternura, dejándose llevar por las caricias de mi boca, mis sentidos están intensificados por la sed, mi tacto sentía su beso en un éxtasis intenso, mi oído escucho con claridad los latidos de su corazón, que empezaba a acelerarse y su cuerpo me pedía con su aroma que la poseyera. Abrí mis ojos mirándola y continuando con mi beso, mientras en mi mente repetía una y otra vez.
-Mía... Mía... Mía... Mía...-

Tryssia me rodeo el cuello con sus brazos, acercándome a ella, besándome con pasión mientras respondiendo a mi deseo, dejándose llevar por la intensidad del momento. Noté sus labios, abriéndose levemente, dejando a mis labios intensificar el beso, el contacto de sus dedos con mi cuello, me hacen sonreír al provocarme un suave escalofrió. Mis manos se deslizaron hacia su espalda, con una caricia que comenzó en las caderas, Tryssia arqueo su cuerpo hacia mi, dejando que mis manos fuertes brazos, pasaran por debajo de ella, acariciando su espalda, de piel cálida y suave.

-Mía... Mía... Mía... Mía...- Seguía repitiendo en mi mente.

Mi seducción la mantenía activa y mi sed crecía, Me separe lentamente de su beso, notando como nuestros labios se despegaban poco a poco, le di un corto y dulce beso. -Mía...- Le dije manteniendo mi mirada picara y seductora en sus preciosos ojos. Me acerque a sus labios, besándola, con intensa pasión, introduciendo lentamente mi lengua en la boca de Tryssia, note como ella abría los labios lentamente, dejando libra acceso a mi lengua, que aceptando la invitación entro, uniéndose a la lengua de la cazadora, en un húmedo y placentero abrazo, entrelazándose, empujándose una en otra, en un intenso y erótico juego.

Mi lengua seguía inmersa en la pasión, mientras mis manos subían despacio por su espalda, acariciándola, llegue a los hombros de Tryssia, bajando la tela del vestido a sus brazos, dejando el hombro desnudo a la vista, me separe del beso, sacando delicadamente mi lengua de la prisión de sus labios. La bese en la comisura de los labios, bajando con suaves besos hasta su cuello, pasando mi lengua por las heridas de mis colmillos, besándola, continué bajando acariciando todo su hombro con los besos de mis fríos labios. Ella comenzó a acariciar mi pelo, mientras una de mis manos continuaba despacio, bajando el vestido de mi dulce cazadora. La otra mano bajaba por su espalda, acariciando con la yema de los dedos la columna de Tryssia, descendiendo sutilmente por las caderas, hasta su muslo, subiendo su vestido, para dejar su pierna libre, y comenzar a acariciar el lateral de su muslo con la punta de mis dedos, notando la suavidad extrema de sus bonitas y largas piernas.
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