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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Aleya Dumkorth Mar Mayo 07, 2013 4:09 pm

Recuerdo del primer mensaje :




En lo mas hondo somos iguales
Dos almas echas para matar…
Tu a mi… y yo a ti…


Paris, que ciudad más bella del mundo conocido, la luz de la luna invade en ella, como un farolito de luz blanca, alumbra el camino de errantes almas perdidas. No obstante, toda grandeza tiene un precio, un vil secreto, se esconde en los recovecos de esta grande ciudad. Cuando la luz diurna desaparece de la faz, las criaturas sobrenaturales gobiernan desde las sombras, y toman el control de la ciudad. ¿No escucháis esos susurros? Se llena toda la ciudad de ellos, son los pasos y palabras de esos seres.

Unos seres a los que yo cazo.

Nacida de una larga descendencia de cazadores, hija de una familia asesinada y miembro mas joven de cazadores, vago por las ciudades, destruyendo el mal que mancilla esta tierra. Sin miedo, me desplazo entre sombras, penetro en los castillos, sola en la oscuridad de la noche, en la que me escondo y vivo. Me hago pasar por una de ellos o por sus victimas preciadas, ellos se acercan…yo les sonrío, y sucede, el horror y la dicha, se unen a un nuevo nivel. La eterna lucha entre inmortales y mortales, una humana contra seres sobrenaturales, solo con la espada, dagas y mis manos, yo les doy la ansiada muerte entre mis brazos.

Soy dueña de mi destino, y como ellos, vivo por y para sus muertes.

Sin importar el riesgo, lucho, por mi vida y la de los demás, esas personas que dormidas se encuentran, sin imaginar si quiera, que exista en el mundo tal maldad, tales pesadillas realidad.
Los cazadores, como ellos, siempre hemos permanecido en la multitud, sin mostrarnos, protegiéndoles desde los inicios de los remotos tiempos. Pero en este nuevo siglo, el pasado se ha alejado, dejando un presente oscuro y temido, donde estos oscuros seres se muestran sin miedo, dejando estela de muertes tras sus huellas. Este cambio, ha producido una reacción de nuestra parte, suponiendo el máximo de nuestras fuerzas y habilidades, para terminar con aquellos, que abiertamente nos declaren la guerra a toda nuestra mortal raza.

Y aquí estoy, subida a un alto tejado, contemplando el imperio oscuro que se me presenta. Estática, con los ojos fijos, en un desafió. La fría brisa recorre mi cuerpo, revolviendo las hebras doradas de mi cabello, mientras permanezco, estática, con los ojos fijos en la ciudad. El viento hará su magia, y mi dulce esencia recorrerá cada rincón de la ciudad, alertando a vampiros como licántropos, que una cazadora anda por sus dominios, abiertamente sin esconderse. Al instante la ciudad cobra vida, la inquietud se adueña de las calles, y un grito resuena en la lejanía. Sonriendo al encontrar de nuevo a la presa, bajo del edificio y me adentro en las calles.
Con todos mis sentidos alerta, me guío por intuición hasta el grito moribundo. Con mi oscura capa ondeando tras mis pasos acelerados, una fuerte sensación recorre mi sed de cazadora, sed de sangre. En mis manos mis dagas relucen con sus ansias, colgada de mi, mi espada. No me encuentro con nadie en las calles, y acelero, fundiéndome en las sombras, hasta llegar a la procedencia del grito. Un ruido me alerta de que me he acercado y una gutural sonrisa resuena por la abandonada calle. Sonrío fugazmente al entrever a mi presa, los llevaba buscando dos interminables días, recorriendo pueblos y ciudades en llamas... sin encontrar soplo de vida en ellas, tras sus huellas, y al fin, podría hacerlos perecer bajo el ardor eterno de las llamas del infierno.

Eran un grupo de cinco vampiros neófitos, ya que sin duda, un vampiro mas viejo, no deja esa grande estela de muerte a su paso…y no habría sido tan fácil de localizar. Los observo, pese a estar la calle en penumbra, veo sus rostros de ojos rojos y similitudes entre ellos…serian hermanos o familiares. Se encontraban los cinco en un rincón, agachados, tapando con sus cuerpos lo que yacía muerto bajo ellos. Si seguían bebiendo tanto de ella, recuperarían más vitalidad de la que podía permitirme. No había problema en cazar vampiros, el problema era cuando eran mas de tres y no tenias suficientes ojos, normalmente en esos casos, siempre terminaba cosiéndome heridas. Pero todavía nunca, habían llegado a mi cuello.

Toqué mis dagas entre mis dedos, preparándolas, dentro de mis manos, escondidas.


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Mensaje por Aleya Dumkorth Dom Mayo 26, 2013 7:42 pm



Por mucho que me dijera, que no había sido su elección, tampoco lo había sido la mía, convertirme en cazadora o intentarlo, viendo en el grande lio que me encontraba envuelta con ese vampiro, y del que por el momento, no conseguía abandonar. Y habían sido años de cacerías, como para no entender los conceptos básicos, como el denominado Monstruo bebedor de sango y sus débiles presas, indefensas...como yo, lo estaba.

-¡Si que lo somos! Yo cazo a seres como tú y tu, bebes de presas humanas, mortales, como yo, yo soy tu presa! Y si no fuera, porque eres policía, estarías en mi lista, así que siento contradecirte...somos enemigos, todo y que tengamos algo en común- me ponía de los nervios, solo me miraba, acechándome con los ojos, buscando los míos. Yo en mi defensa, diré que me resistí, intentando no caer en el pozo azul de sus ojos, pero fue inevitable cruzar la mirada, y perecer bajo sus ojos, que hechizantes, volvían a arrastrarme a él.

Se me acercó, seguro, con su mirada en la mía, adentrándose en ella. Me revelé contra su hechizo, e intenté quitármelo de encima de nuevo, pero apenas pude más que tirar levemente de él, sin que se notara, siendo para él lo más seguro, mis intentos de escapar bajo su cuerpo, como una caricia en su pecho. Me sonrió al ver mis vanos esfuerzos en luchar contra su vil hechizo, e hizo fuerza contra mis manos, al tiempo que volvía a acercarse de nuevo a mí y sentía mi cuerpo revivir, como un fénix de sus cenizas. Cuando lo tuve a centímetros escasos de mis suaves labios, me llamó dulce y amada cazadora, y con esas palabras aún siendo procedidas por mi aturdida mente, sus labios irrumpieron la calma de los míos, intensamente. Suspiré contra ellos, y cerré los ojos, dejándome cautivar por su ardiente y delicado beso, que sabia a amor y cruel pasión. Entregada en su beso, sentí la leve caricia de su mano, en mi rostro, acariciándome la mejilla suavemente,

Abrí los ojos, cuando sus labios dejaron vacios los míos, mirándole, me devolvió la mirada, sin apartar sus azules ojos de los míos. -Nada es lo que parece ser.- me dijo. Al momento sentí su mano bajando por mi delicado cuello, parando un eterno segundo en mi pulso, donde dirigió también su mirada, y me temí de nuevo, ser degustada nuevamente por él. Pero esta vez lo dejó pasar, quizás calculando que aún no me había recuperado de la sangre que había tomado anteriormente y no quería alimentarme de nuevo, o si no, mi sed, lo había saciado por el momento, pero en mi mente todavía seguía sus candentes palabras “a partir de hoy serás mi único alimento” Mis sentidos, ante esa declaración, se habían negado rotundamente y exigían la libertad, como escapar de sus garras, pero atrapada de nuevo por su magnética mirada y su media sonrisa de lado, me resultaba imposible, negarme de nuevo. Su mirada bajó del cuello hasta el escote, en el que en una suave caricia, me fue destapando la sabana de mi cuerpo, dejándome de nuevo vulnerable a su hambrienta mirada, pero dulce y triste, con la que me envolvía. Gemí al sentir su mirada en mis senos, y como estos, sus rosados picos, duros, aclamaban la atención del vampiro, alzandose.Se relamió y tragué saliva, odiaba sentirme expuesta y no poder hacer nada.

Volvió al ataque, bajando con caricias, la mano por mi suave y delgado vientre, tocándolo, midiéndolo, con gesto posesivo y seductor, haciendo enardecerme por caricias más crudas, más intensas. Su juguetón dedo, baja, jugando con los lados de mi cintura y sonriendo ante cada estremecimiento de mi cuerpo. Al fin, satisfecho al realizar su exploración y para mi suerte, volvió hacia mí, y me besó, abriéndome la boca suavemente pero exigente, mientras su lengua, salía al encuentro de la mía. Mis manos descansan contra su pecho, sin fuerza para empujarle ya lejos de mí y de mi cuerpo. Siento lentamente, su mano siguiendo el recorrido, hasta llegar al inicio de mi intimidad. Sentí su dedo, presionar levemente la entrada, preparándola para su avance. Le mordí el labio fuerte, y le miré asustada... ¿Y si volvía a dolerme? No quería que me tomara intensamente como anteriormente, me había tomado mi primera vez...- No sigas...- dije contra sus labios- no estoy preparada...me harás daño-añadí levemente dolorida, asi como resistiéndome a su avance y a su hechizo. Cada vez mi fuerza aumentaba, como así, mis instintos de cazadora. Él callado, se quedó unos segundos mirándome, o quizás minutos, no lo se..,pero era como si, pudiera ver en mi mente, la pelea que tenía en ella...peleando contra él, contra lo que sentía...guerreando con todo lo que tenía a mi alcance. Su dedo, simplemente se quedó rozando mi sexo en círculos, haciendo que lentamente, me relajara contra él.

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Mensaje por Zirano Xanaddo Lun Mayo 27, 2013 3:14 pm

Seguí con mi beso, buscando su lengua con la mía, juegueton y dulce. Mientras mi dedo presionaba el principio del sexo de Tryssia. Ella me mordió el labio, mirándome asustada y cohibida, me pidió que no siguiera, que no estaba preparada, y que le haría daño, podía ver como luchaba por intentar escapar de mi. La observe en completo silencio, mirándola fijamente a sus ojos de color miel, adentrándome en ellos, Tryssia, me mantenía la mirada, mostrándome sus pensamientos en ella, podía ver lucha, odio y deseo mezclados, ella piensa que no es mía, pronto cambiara de opinión, y no me volverá a ocurrir lo de Mirabel·la. Mía... Mía... Mía...
Seguí observando sus ojos, como seguía con su lucha interior, sabiendo que tan solo con tenderle la mano cedería ante mi.

No dejaba de usar mi seducción durante ningún momento, con mi mirada posesiva y seductora fija en ella. Era mía, pensara lo que pensase ella. Su vida como esclava por la osadía de atacarme. Sonreí, mientras con mi dedo dibujaba sensuales círculos en su intimidad, relajándola, baje mas mi dedo, buscando el botón sensible de Tryssia, haciendo leve presión, adentrándome suavemente, con caricias en círculos, hasta llegar al clítoris de la cazadora. Apretando suavemente, empezando solo rozándolo, para ir excitándola poco apoco, que fuese ella quien diera fin a su lucha interna. Mis ojos de un azul cielo intenso, fijos en los suyos.

-Mi querida Tryssia, yo no voy a dañarte. Mi dulce amada, esta noche solo obtendrás pasión de mi.- Le dije, mirándola con ternura y cariño. Mi mente aun se aferra a los recuerdos, junto a Mirabel·la, transportándome al día de su dieciocho cumpleaños...

*****

25 de Marzo de 1766

La mansión recibía una nueva noche con la luna en cuarto creciente, alzándose lentamente en el cielo. Me encontraba sentado en la mesa del salón, cenando junto a Mirabel·la, celebrando su dieciocho cumpleaños, en el que ella decidió que hoy quería pasar la noche solo conmigo. Que no quería nadie mas en la mansión. Acabemos la cena, brindando con vino de gran reserva, guardado especialmente para ocasiones como esta. -Muchas felicidades mi amada Mirabel·la.- Le dije a mi amada, metiendo mi mano en mi bolsillo. -En este día tan especial, me comprometo a cuidar de ti, se mi prometida- Le dije con gesto seguro y dulce, entregándole una cajita abierta, con un precioso anillo con un diamante azul. Mirabel·la, me miro con brillo en los ojos, como preguntándome si era para ella, tomo el anillo, mirándolo de cerca, viendo el como la superficie del diamante brillaba con suaves destellos. Se lo puso en en el dedo anular de su mano izquierda, estirando el brazo hacia adelante, con la mano extendida hacia arriba, mirando el anillo en su mano con una gran sonrisa, me miro con verdadero amor, levantándose de la silla, y lanzándose sobre mi besándome con pasión intensa, se separo un segundo de mi, volviendo a mirarse el anillo, con cara de felicidad. -Si! Zirano soy tu prometida.- Me dijo volviéndome a besar, con mas sensualidad, insinuándose con el beso, tomándome de la mano, y llevándome hacia el sofá. -Mi amado, eh esperado esta noche con ansia, cumplirás tu promesa?- Me dijo sentándose en el sofá, tomándome con ambas manos de la solapa del cuello de mi camisa, haciendo que me agachara hacia ella. La mire con una dulce sonrisa.

-Mi amada, desde el primer día que te vi, supe que te amaba, tan dulce y joven, llenaste mi vida con tu luz. Siempre he sido tuyo.- Y la bese, demostrándole todo el amor que sentía por ella, ella respondió al beso, tirando del cuello de mi camisa, mientras lentamente se recostaba en el sofá. Me separé un poco del beso, mirándola con ojos dulces y seductores, sentándome a su lado. -Querida, no te marches nunca de mi lado.- Le dije en un suave susurro, mientras me acercaba a sus labios. -Siempre estaré a tu lado mi amado.- Me respondió con suave voz, y la bese con intensidad, demostrando un amor puro, sutilmente apasionado. -Hazme tuya Zirano.- me dijo Mirabel·la sin despegar sus labios de los míos. Besándomelos, notando la calidez de sus labios, su suavidad, divina miel, la que me deleitaba, adorándola, amándola, un beso de amor verdadero.


*****

Note como Tryssia me mordía, el labio, mirándome intensamente con deseo y pasión, el recuerdo se esfumo de mi mente tan pronto como note la intensidad del beso de la cazadora, mi dedo seguía acariciando su intimidad, -Mi dulce y amada cazadora.- Susurre acercándome de nuevo a besarle con mis ojos azules fijos en los suyos.
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Mensaje por Aleya Dumkorth Lun Mayo 27, 2013 4:37 pm



Sus azules ojos, en vilo me mantenían atada a él. Los sentía en mi cabeza, siendo testigos de mis demonios y pensamientos, pensé que como anteriormente, ya había hecho, me arrebataría toda dignidad y terminaría de nuevo en sus brazos, embrujada por él. Me encontré equivocada. Solo me contemplaba, acariciando mi humedad muy suavemente, apenas era un toque de una pluma contra mi sensible piel. Me estremecí al avance de sus habilidosos dedos, que lentamente con un dedo, buscó en círculos mi sensible y palpitante botón. Su mirada seguía fija en mí, sonriéndome sensualmente, adquiriendo un rostro jovial. Me mordí los labios, a su toque y mirada que no me soltaba, que me mantenía en el lugar. Bajo mis estremecimientos, empezó a apretar suavemente mi clítoris, rozándolo, pasando más fuerte, más leve…en círculos, o imitando el toque que recordaba de su lengua en mi interior. Mi mente no podía pensar, me quemaba viva por dentro. Poco a poco mi vocecilla rebelde, iba apagándose, o era yo, la que hacía caso omiso pasando de ella, en realidad, no lose. Solo era consciente de él, de sus movimientos, de mi poca cordura y de sus azules ojos en los míos, deleitándose, saboreando, su de nueva gran victoria.

Me habló tiernamente, llamándome por mí nombre, diciendo que no iba a dañarme, que solo obtendría pasión de él y su cuerpo. Le miré, casi rendida a él, solo el leve dolor que seguía desde la primera ardiente e intensa vez, me perseguía, creando en mi una oscura sombra de temor, que lentamente arrinconada en mi mente, se encontraba, por la pasión y necesidad, que su toque, que todo él, provocaba en mi joven e inexperto cuerpo.

Jadeé al aire, sintiendo su dedo de nuevo en mi entrada, esta vez más persistente, al notar la humedad de mi interior. Me miró con una dulce sonrisa, acercándose a mis entreabiertos labios, y voraz pero a la vez tierno, dulce y protector, tomó mis labios entre los suyos, con fuerza, con ímpetu, hasta que cedí en el beso, y con las manos rodeando su cuello, lo llevé más cerca de mí, profundizando el beso. Podía estar mal lo que estaba haciendo, era mi enemigo, pero mi cuerpo exigía sin miedo alguno, volver a tenerlo. Y mi cabeza, alterada por los demás sentidos, no tardó en rendirse y dejarse llevar ante ese vampiro, que con fiereza, arrebataba cada partícula lógica de mi mente, cambiándolas, por alocadas partículas, anhelantes de su dulce sabor. Solo le quería a él… a él…dentro…dentro…, si ese sentimiento que corroía en mi, se parecía a la sed de sangre, que los vampiros experimentaban…podía entenderles momentáneamente…con la mente fijada en un anhelo, en una necesidad…sintiendo con tanta intensidad, era imposible o improbable resistirse a tal llamada, a tal fiereza.

No me besaba, me estaba poseyendo, y con ello, mi voluntad, caía a sus pies, lentamente…-Querida, no te marches nunca de mi lado.- susurro contra mis labios, para volver a besarlos. Gemí ante el suave y cariñoso beso, acariciaba con sus labios los míos, como si nunca los hubiera besado, como si los anhelara…Suspiré contra él, el momento en que aprovechó para intensificar y jugar con nuestras lenguas. Su dedo seguía torturándome, sin entrar, pero tampoco sin salir, ahí estaba…cada vez más cerca, pero más lejos a la vez. Le mordí el labio, intensamente, aprisionándolo entre mis dientes, mirándole con deseo y pasión, completamente encendida. Por un segundo me sonrió dulcemente, esfumándose al instante siguiente, en el que cambio su mirada, mirándome con pasión y deseo, pero sin ese toque dulce y protector, con el que me había profesado momentos antes. -Mi dulce y amada cazadora.- Tomó mi boca, besándome, desesperado. Cerré los ojos, y jadeé, al notar al fin su dedo penetrar en mi sexo, lentamente, midiendo las paredes, extendiendo mi cavidad, preparándola con ardientes y lujuriosos toques. Él al oír mi leve quejido, se separó de mis labios, viéndome con los ojos cerrados, y besó mi rostro, calmándome, enardeciéndome…- Shh…relájate…estarás bien…solo tienes que relajarte- murmuró entre sus besos. Sonreí ante su dulce voz, al tiempo que al fin, mis leves quejidos, jadeos, se iban convirtiendo en gemidos, al sentir mi sexo preparado, y él con dos dedos al fin en mi interior, penetrándolos intensamente, para acariciar las internas paredes, provocando en mi, reacciones, que nunca creí tener.

Sumisa, dejé que fuera tocándome, acariciándome, besándome…pero sus toques, enardecían a la bestia, y mi cazadora interior, quería salir, de forma u otra, quería salir y coger las riendas, que tanto sabía llevar. Abrí los ojos, mirándole fijamente, dejando que viera en mi mirada el descarado deseo que sentía por él. Complacido me miró, y sonrió de nuevo, al oír el gemido que salió de mi, al sentir como un tercer dedo se unía a los demás, abriéndome a su intenso avance. Sin poder aguantar un poco más, mi cazadora cogió las riendas, y agarrándome de los brazos de Zirano, tomándolo por sorpresa, me salí de debajo de él, intercambiando los roles. Ahora él yacía debajo de mí y yo encima de él a pocos centímetros de su más que dispuesta dura virilidad, que orgullosa e hinchada, se mostraba. Le tenía sujeta de los brazos, manteniéndolos contra el sofá, mirándole avivada pero a la vez tímida, ante mi inexperiencia. Zirano no se movió, dejó que le sujetara y tomara por unos segundos el control, observándome, ansioso por ver mi siguiente paso. Le sonreí descarada, y sin saber de donde lo había aprendido, o de que mal había invadido mi cuerpo, ante su atenta mirada, empecé a bajar entre su virilidad, sintiendo mis músculos extenderse y estirarse, dejándole paso. Mordiéndome los labios, ante el ramalazo de dolor y placer, de un impulso, acabe insertándomela entera en mi interior. Gemí, cerrando los ojos, al sentirla totalmente en mí.- Ahhh Zirano!...la siento toda- balbuce entrecortadamente- es demasiado…Intenso-

Dejé de sujetarle los brazos, para sujetarme en su fuerte pecho, sintiendo bajo mis manos, su ajetreada respiración, como la mía. Sonriendo, colmada, le miré, sin temor alguno…ahora solo la pasión y el anhelo me dominaba…

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Mensaje por Zirano Xanaddo Mar Mayo 28, 2013 1:32 pm

Besé a Tryssia con intensidad, amándola intensamente, mientras mi dedo bajaba llegando a su entrada, penetrándola con el dedo corazón, con suaves movimientos, preparándola, ella se quejo con suavidad, -Shh…relájate…estarás bien…solo tienes que relajarte.- Le dije mientras seguía besándola, con un suave hilo de voz, varonil y sensual. Ella sonrió ante mis palabras, comenzándose a dejarse llevar, pasando de dulces quejidos, a débiles gemidos, con mi dedo note su preparación introduciéndole un segundo dedo, empezando con un vaivén suave, acariciando el interior de su sexo, notando como la excitación de Tryssia cada vez crece mas. La seguía besando, mientras ella permanecía sumisa, devolviéndome el beso con pasión y intensidad, notando como su cuerpo cada vez pedía mas mi contacto, mi virilidad, reaccionó a su deseo, comenzando a despertar. Tryssia abrió los ojos mirándome directamente a los ojos, una mirada intensa y felina, con ardiente deseo hacia mi. Yo la penetre con un tercer dedo, mirándola con pasión y complacido por el gemido de la cazadora, al sentir mis dedos adentrándose mas en su intimidad.

Tryssia me cogió de los brazos, apenas pude reaccionar, cuando comenzó a salir de debajo de mi, yo me quede sorprendido, cuando ella girándome en un rápido movimiento, intercambiando nuestras posiciones, poniéndose sobre mi, con sus brazos sujetando los míos contra el sofá. Me mira con pasión y algo de timidez. Yo la dejaba, me gustó que tomara el control, y permanecí sumiso ante ella, dejado que por el momento hiciese lo que quisiera conmigo, mirándola con lujuria y una dulce sonrisa con algo de picardia. Ella me sonrió golosa, mientras bajando poco a poco, fue introduciéndose mi virilidad en su sexo, bajando lentamente, yo iba notando como cada vez entraba mas en la cazadora, ella se mordió el labio inferior, cerrando los ojos con gesto de placer, con mi miembro dentro de ella por completo. -Ahhh Zirano... La siento toda. Es demasiado... Intenso.- Dijo con la voz entrecortada. Me soltó los brazos, para apoyarse con sus manos en mi pecho, mirándome totalmente entregada a mi.

Un intenso gemido salio de mis labios, al notarla enteramente dentro de mi amada cazadora, puse mis manos en sus caderas, agarrándola con fuerza. La mire a sus ojos de un intenso color miel. Su mirada mordiéndose el labio, con cara de placer, me hacia enardecerme. La levante, sintiendo como mi miembro iba saliendo, alzándola hasta que tan solo la punta estaba encarada en su sexo, dejándola caer por su propio peso. Tryssia gimió, al notar como mi virilidad entraba por completo en ella, arañándome el pecho por la intensidad de la penetración. Volví a hacerla subir, esta vez subiendo hasta la mitad de mi miembro, baje mi mirada, observando, con una dulce y pasional sonrisa, nuestros sexos unidos. Dejándola caer de nuevo, sin soltarla de las caderas, vuelvo a hacer subir su cuerpo, notando como con cada penetración, su cuerpo comienza a moverse por si solo imitando mis movimientos. -Si... Así Tryssia... mmmm- Susurre en un entrecortado gemido, notando como mi querida cazadora, se dejaba llevar por la pasión. Mirándome con fiereza como una pantera justo antes de atacar a su presa, pero su cuerpo pedía estar unido al mio, y la intensidad de sus movimientos, me tenia totalmente hechizado por la pasión, dejando que tomara el control.
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Mensaje por Aleya Dumkorth Mar Mayo 28, 2013 5:35 pm



El fuego quemaba, ardían las llamas…Bendito descontrol, ese que nos hizo arder.



El fuego me quemó, al sentirlo tan dentro de mí. Cerré los ojos, y aun así, el recuerdo de sus ojos me seguía, encendiéndome, anhelantes… los ojos del mismísimo diablo, del que una vez atrapada en su red, como pájaro en jaula, era imposible escapar. Zirano, mi particular diablo, el que no me dejaba escapar de su magia y salvaje mirada, que hacia arder mi cuerpo, solo de imaginármelo, bajo mí. Gemí contra él, sintiendo caerme contra su virilidad, abrí los ojos, furiosos y excitados, una mezcla de mi ser, medio cazadora, medio Venus…así me sentía y, en ese apasionado momento, no sabía con certeza, que esencia ganaba a quien. Me agarré a su pecho, arañándole, haciéndole leves marcas de sangre. Era demasiado, lo sentía tan dentro de mí, que parecía que no saliese nunca más. Me aterrorizaba esa idea, no podría vivir, sintiéndolo tan cerca de mí, llegando al extremo de no saber donde comenzaba uno y donde acababa el otro. Unidos, como nunca lo había estado con nadie, le miré a sus fieros ojos, sintiendo como con fuerza volvía a cogerse de mis caderas, subiéndome, bajándome intensamente de golpe, empalándome entera. Gemí mirando hacia arriba, mis dedos arañaron de nuevo su blanco pecho, con fuerza, sosteniéndome en él, calmando mi furia, momentáneamente, dejando así espacio en mi mente por las nuevas sensaciones, que el vampiro me llevaba.

Su intensidad de movimientos, la fuerza contra mis caderas, sujetándome, alzándome, provocándome…no cesaba, no cesó en ningún momento. Perdida en las miles sensaciones de mi cuerpo, finalmente empecé a moverme por mi misma, sin que fuera necesaria la intervención del agarre de Zirano, quien igualmente, dejó las manos en mi cadera, mostrándome así, su dominio total sobre mi. Mi cazadora interior, gruño, ante su acto de supremacía, quería el control, todo para mí… ahora mandaba yo, no él, y se lo iba a dejar claro. ¡Nadie, tentaba a mi cazadora y quedaba impune de sus actos!

Con fiereza, me quité las manos de Zirano de las caderas, y bajo su atenta y lujuriosa mirada, me alcé, quedándome unos largos segundos en la entrada de mi sexo, provocándole, jugando con su miembro, y en cuanto no se lo esperó, bajé intensamente. Gemimos los dos, pero rápidamente me recompuse, y volví a hacer el mismo movimiento, una y otra vez, cada vez más rápido, luego más lento, hasta el fondo…otras veces no. Jugué con él y él se dejó, me sonreía con sus ojos cada vez mas rojos, mientras los míos, fieros y seductores, le miraban, tentándole. Me apoye en sus hombros, subiendo y bajando de él cada vez más rápido, cabalgándole entre la marea de nuestros intensos y fuertes gemidos. Pero no era suficiente, mi cazadora, le quería morder, tenerlo para si, poseerlo ahora ella, como él había hecho conmigo, rápida, intensa, sin compasión ninguna, sin misericordia. Sonreí ante sus graves gemidos, moviéndome rápido en él, arrastrándolo conmigo hacia el cielo, para caer de golpe en los infiernos, más allá del eterno fuego que consumía nuestros cuerpos.

Bajo el sofá, a solo un brazo de distancia, había tres cojines, bordados a mano. Sonreí y los cogí, a los tres, lentamente, sin salirme en ningún momento del vampiro y ante mis entradas y salidas del miembro de Zirano, se los puse a su espalda. Zirano me miró y sin salirse de mi… se incorporo quedando sentado, yo cogida por él en su centro, permanecía encima de él. Sus manos, lentamente me recorrieron la espalda, produciendo en mi, miles de sensaciones, mientras su sexo llenaba el mío, sin fin, sin terminar nunca, ni descanso alguno. Mientras la chimenea del salón, nos iluminaba, con su cálida luz, envolviendo nuestros cuerpos, en un mágico, prohibido y cálido abrazo.
¡Si¡ ¡Asi¡ ahhhhhh Ziraaaaa… ¡Si¡-balbuceaba en mis fuertes estocadas contra él, sintiéndolo abrazarme con su cuerpo, de una forma posesiva. Sus brazos me rodeaban, sus ojos buscaban los míos, mientras mi cuerpo le tomaba más allá del frenesí de la pasión. Mi cuerpo, buscaba su sumisión, pero en sus ojos, leía lo contrario…él me sometería a mí y algo me decía, que aún me quedaba mucho mas por descubrir, del mundo de las grandes pasiones. Con las manos en sus hombros, hice fuerza, para que me dejara, mantener el ritmo que mi cuerpo quería, para dominarlo, arrebatarle la poca cordura, que en sus ojos rojos, quedaban. Pero sus manos, se movieron y pronto las tuve de nuevo encarcelando mi cuerpo, rodeándolo, le miré todo lo intimidante que la situación me dejó – Ahora mando yo vampiro, ¡deja que te haga mío!- dije completamente descontrolada.

Ya solo la pasión de mi cuerpo hablaba por mi, no había razón alguna en mis actos y palabras, solo una intensa pasión que me consumía…que nos consumía a ambos.





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Mensaje por Zirano Xanaddo Miér Mayo 29, 2013 8:48 am

Tryssia poco apoco iba tomando el control, comenzando a moverse ella sola, me miró con posesividad, mientras mi miembro la penetraba con intensidad. La cazadora me quito las manos de sus caderas, con un brusco movimiento. Yo la miraba atento, con deseo mientras ella se alzaba, dejando casi por completo mi virilidad fuera de su sexo, haciendo girar su cadera en pequeños círculos, torturándome, sin que mi miembro llegue a entrar mas de la punta en su intimidad. Mi mirada con las pupilas de un color rojo intenso, mirada de vampiro. Tryssia bajo de golpe, ensartándose mi virilidad en su sexo, con una penetración intensa y completa. Ambos jadeemos al unisono, Volviéndose a levantar con sus manos en mi pecho, con pequeñas marcas sangrantes de los arañazos de mi amada cazadora, su cadera subía y bajaba, yo notaba como mi miembro entraba y salia de ella, haciéndome gemir de verdadero placer. Mi mirada fija en sus ojos, con los míos cada vez de un rojo mas intenso, ella me puso sus manos en mi hombro, tomando un punto de apoyo para aumentar la velocidad de las penetraciones, montándome entre gemidos intensos. Veía en la mirada de Tryssia, su deseo por dominarme, poseerme... De mi boca escapaban gemidos graves y entrecortados, mientras la cazadora aumentaba mas el ritmo, sonriéndome lujuriosa, llevándonos a ambos a un éxtasis intenso.

Vi como ella estiraba el brazo, hacia el suelo, tomando unos cojines con una sonrisa, y sin sacar mi virilidad de ella en ningún momento, y me puso los tres cojines en mi espalda, yo la mire, y me puse sentado, con Tryssia sobre mi, con nuestros cuerpos unidos por nuestros sexos. La cazadora me mantenía cogida de mis hombros, mis manos fueron lentamente recorriendo la espalda de Tryssia, notando como su cuerpo se estremecía bajo mi frio contacto. El movimiento de caderas de mi amada no cesaba, ascendiendo y volviendo a bajar, notando como mi virilidad se abría paso en el sexo de ella. La abrace, haciéndola mía, atraiéndola hacia mi. Mi sed de pasión comenzaba a dominar mi mente, mientras sus palabras entre gemidos, solo hacían que enardecer a mi fiera interior. Mis ojos salvajes estaban fijos en los suyos, dejando de ser sumisos, diciéndole con mi mirada, Mía... Mía.. Mía... Pero ella, pidiendo tener el control, comenzó de nuevo con sus intensos movimientos, excitándome, dominándome, mis ojos ciegos de pasión, solo la veían a ella. La volví a abrazar, con fuerza, haciéndola mía, Tryssia me miro intentando intimidarme, diciéndome que ahora mandaba ella, pidiéndome que dejara que me hiciera suyo, con pasión y deseo en su voz.

Sonreí ante las palabras de ella, con lo poco de cordura que me quedaba, _Soy tuyo cazadora_ Pensé, pero mi pasión dominaba por completo mi mente y mis actos, dejando tan solo lugar a la lujuria. -Jamas mandaras en mi cazadora yo soy tu amo!- Le dije mientras con mis mano, hice que pusiera sus pies a ambos lados de mis caderas, haciéndola tirarse para atrás tumbándola sobre mis piernas, Tryssia tubo que apoyarse en sus brazos para guardar el equilibrio. Puse mis manos en sus muslos, como único punto de agarre. -Vamos mi cazadora. Lleva tu las riendas!- Le dije deseoso y goloso de ella, mientras con mis manos cerraba sus piernas, haciendo que su cuerpo hiciera un ligero vaivén. Gemí por la intensidad de la postura, observando su cuerpo tumbado ante mi, con su vientre plano, sus senos firmes mirando al cielo y sus muslos firmes entre mis manos, una diosa ante mi.
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Mensaje por Aleya Dumkorth Miér Mayo 29, 2013 12:33 pm

El apasionado descarado, me sonrió, sus rojos ojos, no dejaron de saciarse con mi cuerpo, una y otra vez. Su cabello despeinado, le daba un intensificado aire travieso, tentador…Gemí, al volver a unir nuestros ardientes sexos. Todo mi cuerpo ardía, ¿Fiebre? No lo sabia, pero mi locuaz cabeza, se encontraba siendo arrasada por olas tempestuosas, la marea fuerte la arrastraba y poco a poco, se hundía en la completa locura. No existía nada mas, su cuerpo, el mío y lo demás desapareció, estábamos solos quemándonos, en las llamas de la pasión, Mi cuerpo se movía contra él, rápidamente, intensamente, sin control alguno. Nuestros unísonos gemidos, lo único que irrumpía la calma, el silencio, de la grande mansión, solo el crepitar del pequeño fuego de la chimenea, el que nos alumbraba entre sus sombras, creaba un mormullo a nuestro alrededor.

La fiebre me consumía y al oír su declaración de poder, jadeé viendo en su rostro, una mirada dominante, encendida por mis palabras, retándome a replicarle. Sonreí, ¡Y tanto que le iba a replicar! Aún estando en la situación en que nos encontrábamos, no me daba miedo, no cuando de su cuerpo, solo recibía la mas grande de las pasiones y entrega. En cuando mi mente se aclaró, y abrí la boca para replicarle con un brillo provocador en mis ojos, sin aviso alguno, me encontré en un segundo, tumbada sobre sus piernas, con los pies a ambos lados de su cadera, y sujeta por los muslos, por sus frías manos, que acariciaban y resguardaban en su sitio, mis fuertes muslos. Me apoye en sus piernas con las manos, aguantando el equilibrio, y le miré. Recorría mi cuerpo, con un salvaje rostro, de rojos ojos, en los que, ardía la necesidad del vaivén de nuestro cuerpo, de llegar a la cima, rendición y dominancia. Se deleito con mi figura, y me sonrió al llegar a ver mis excitados ojos en él, me sonrió goloso, enseñándome los colmillos, que sobresalían sin ningún control. Me estremecí al verlos, anteriormente, no había tenido tiempo de verlos, los había sentido… pero verlos así, con ese salvaje rostro, curtido por el deseo y la pasión, con los ojos llameantes inyectados en sangre, y ahora esos grandes y afilados blancos colmillos, saludándome deseosos de mí. En mis ojos se agito el miedo, pero Zirano, produciendo un ligero vaivén sobre nuestros cuerpos, uniéndolos de nuevo, haciendo que gimiera, ante el inesperado roce, borró cualquier duda o alerta, de mi mente, haciendo que volviera a perder de vista el mundo.

Ante su primer movimiento, con fuerza, me sujeté a sus piernas, y sin dejar un segundo de mirar sus ojos, me moví arremetiendo contra él. Él me sujetaba las piernas, juntándomelas, para que el roce se viera intensificado. Gemimos los dos a la vez, él cerrando los ojos, con un lujurioso rostro, mientras yo, alzaba la vista, y también le seguía cerrando los ojos, mientras mi cuerpo, aceptaba todo ese intenso placer. Sus oscuras palabras, provocando la llama en mi, me hicieron ir mas rápida, subir el ritmo, contra él. Hasta encontrarme, entre un mar de olas gigantescas, ahogándome en ellas.

- ¿Así vampiro?- tuve el descaro de preguntarle, sintiéndolo entrar de nuevo en mi. Jadeé en busca de aire, cada vez mi cuerpo mas rápido e intenso, seguía mí acelerado corazón, mi humedad se concentraba cada vez mas, unos invites más, y mi salvaje final llegaría. Dejándome llevar, dejé que mi cuerpo tomara el mando, el que acompasado con Zirano, siguió bailando encima de él, esa hermosa y apasionante danza, que entrelazados bailaban. Me mordí el labio, al sentir la humedad, al fin, salir de mí. Zirano al sentir mis estremecimientos y el temblor de mis piernas, como la contracción de mi sexo en torno a él, aumentó las embestidas, creando un intenso placer, que me indujo al pecado y en torno a él, en la salvaje pasión, terminé. Gemí intensamente, para seguidamente, exhausta, dejar mi cuerpo laxo encima de él, cerré los ojos completamente derrotada, mis piernas seguían bajo las manos de Zirano, temblando, sintiendo la fuerza con la que él, las había sujetado. Abrí los ojos, mi cuerpo se estremecía encima de él, mi pecho subía y bajaba ajetreado, mi palpitante corazón, empezó a bajar el ritmo, no así, el vampiro, que me miraba todavía con los colmillos al descubierto, de forma lujuriosa. Le miré y negué ligeramente con la cabeza, sin fuerza apenas, para moverla.

-Ahhhh… no puedo mas- balbuceé, temiendo su intensa mirada, siendo consciente de que su virilidad, seguía en mi sexo, fuerte y dura, golosa y juguetona. Me incorporé levemente, terminando con mis manos apoyadas en su pecho de nuevo, ejerciendo presión encima de él, mientras mi cuerpo se normalizaba. En esa posición, me encontraba bien, esa falsa seguridad, me alentaba a tener el control, a creerme la reina del mundo pero sabia que cuando el quisiera, mandaría completamente en mi cuerpo. Su mirada, me miró, y me perdí en ellos, me sonrió de una forma dura, bruta, controladora, y me estremecí…su dominante lado, el que me consideraba suya, había salido a mi encuentro.

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Mensaje por Zirano Xanaddo Vie Mayo 31, 2013 2:33 pm

Observe su cuerpo sobre mis piernas, era tan perfecta. -¿Así Vampiro?- Me pregunto con descaro, mientras se movía, con un ritmo pausado, pero muy intenso, jadea mientras, aumenta la velocidad de las penetraciones, noto mi virilidad entrando en ella, dura y firme, mas que dispuesta para ella. Los movimientos de cadera de Tryssia estaban acompasados con los latidos de su corazón, que resonaba en mi cabeza, como la aguja de un metrónomo acelerando despacio, sintiendo cada embestida. Tryssia se estremecía ante mi, con su mirada perdida en sus intensos gemidos. Su sexo se contraía contra el mio, yo seguía con mis manos en sus muslos, sujetándolos con fuerza, tomando yo el control. La atraía hacia mi, aumentando la intensidad de los movimientos, hasta que junto con un gemido ahogado de huracanado placer, libera su humedad, bañando mi virilidad. La miro con lujuria, viendo como su ajetreado pecho respira descompasado. Dejándose caer en mis piernas, totalmente agotada, libere el agarre de sus muslos. Observándola con creciente deseo, mi pasión dominaba mi mente, solo quería poseerla, hacerla mía, solo mía. La miré mostrando mis colmillos, ansioso de ella, dejando libre a mi deseo.

Tryssia se incorporo, apoyándose con sus brazos en mi pecho, notando como su cuerpo apretaba con su intimidad hacia la mía, queriendo de nuevo tomar el control, yo la mire con mis pupilas de color carmín, intenso y brillante. -Mía!- Le dije, rodeándola con un brazo por su espalda, aprisionándola contra mi, y con el otro brazo sujete su trasero, cuando cogí su nalga y note el tacto firme y suave, no pude evitar morderme el labio aun mas excitado. Active mi seducción al máximo, mientras acercaba mis labios a su oreja, lentamente. -Mi esclava cazadora. ¡Mía!- Le susurre al oído , mordiendo con suavidad el lóbulo de su oreja y me levante con ella en brazos, elevándola, haciéndola que rebotara en una intensa penetración.

Oprimí con mas fuerza en mi posesivo abrazo a Tryssia, rodeando el sofá, con ella sobre mi, y yo dentro de ella. Leves penetraciones con cada paso, nos hacen suspirar a ambos. La mire mostrando mis colmillos con fiereza, -Todo tu ser es mío!- y la besé con pasión y fuerza, apretando mis labios con los suyos, parándome junto a el piano. Es un precioso piano de cola, elegante y solitario permanece estático en completo contraste con toda la demás decoración, puesto que es lo único de color blanco en todo el salón. Baje a Tryssia de encima de mi, dejándola de pie, mirándome desafiante. Le devolví la mirada, haciéndole sentir que era totalmente mía, una posesión. -Cazadora, toca para mi!- Le dije, tomándola de su brazo, haciéndola girar bruscamente, su larga melena dorada, dio un latigazo contra mi cara, sonreí mientras la tomaba con mi mano derecha de su nuca, haciéndola agacharse contra el piano, con sus piernas rectas y algo abiertas, apoyándose contras la teclas, haciendo sonar notas desacordes.

Tryssia aun y con mi seducción activa al máximo, conseguía resistirse levemente, apreté mi mano mas en su nuca, inmovilizándola. -Vamos cazadora si sabes tocar muy bien. Jajaja!- Dije riéndome con tono malvado, penetrándola con fuerza, haciendo que Tryssia, volviera a poyarse contra el piano, tocando de nuevo teclas de forma desafinada. -Aun que puede mejorar.- La embestí de nuevo con mas fuerza, comenzando con un vaivén, rápido y intenso, mientras la improvisada melodía envolvía el loco baile de nuestros cuerpos desnudos, chocando con fuerza entre si.

Con mi mano libre, di un fuerte azote en su trasero, observando como se enrojecía la zona, y sonreí sintiéndome completamente su dueño. Aumente la intensidad de mis penetraciones, notando como su enrojecido sexo, absorbia mi miembro con gula, la mantenía sujeta de la nuca, haciéndola mover hacia atrás con cada embestida. Las notas seguían sonando desacordes y descompasadas, excitándome, haciéndome embestir con mas fuerza, pareciendo querer partirla en dos. La azote de nuevo. En una ultima penetración, corriéndome en el interior de Tryssia, con un fuerte y grave gemido. Mi sed de pasión, había sido saciada, baje mi mirada hacia el trasero de Tryssia, viendo su zona enrojecida, recordando las palabras que le dije, y como cuando se las dije buscaba humillarla, sonreí, acariciando el trasero de la cazadora, intentando calmar la zona. La levante de la nuca, haciendo arquear su espalda, acercándola a mi, gire su cara para que me mirara. -Mi amada Tryssia.- Le dije con voz varonil y la besé apasionadamente, con mis rojos ojos fijos en ella.
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Mensaje por Aleya Dumkorth Vie Mayo 31, 2013 5:21 pm



Me aprisionó contra él, juntando nuestras pieles, rodeándome con sus fríos brazos, que se cogieron a mi espalda y trasero, como dos barras de acero, imposibles de quitar, mientras me levantaba unida a él del sofá. Me mordió el lóbulo de la oreja, y me susurró tal degradantes palabras, que luche contra el embrujo de su voz, pero al sentir su intensa penetración en mi sexo de nuevo, no pude más que gemir nuevamente, junto a él, al sentir de nuevo mi cuerpo preparado y el suyo duro dentro de mí.

-Todo tu ser es mío!- dijo besándome a la fuerza, entreabriendo con sus labios los míos, sin compasión alguna. Me debatí y hasta le mordí el labio, pero como siempre, parecía que como mas me revolvía, mas se excitaba, así que paré y le seguí el beso, creyéndole que le seguía también en su juego. Tras el beso, me dejó en el suelo, habíamos rodeado el sofá, hasta llegar donde se encontraba el bello piano blanco. ¿Ahora me iba a deleitar con una sonata?. Le miré desafiante, él me devolvió una oscura mirada que no planeaba nada bueno, cuando bruscamente me giró contra el piano, cogiéndome de la nuca, haciendo que mi cuerpo ante la presión que ejercía contra ella, se agachara, apoyándome contra las teclas del piano, las que tocaron a mi contacto. Con la impotencia de verme siendo dominada por un vampiro, me resistí e intenté quitarme de su alcance, pero él, solo tuvo que apretar más en la zona de mi nuca, logrando inmovilizarme. Me mordí los labios, al oír su tono malvado y como esperé, de una intensa embestida me penetró con fuerza. Gemí, apoyada en el piano, mientras no dejaba de embestirme, cada vez mas rápido y duro, creando una melodía que mi desnudo cuerpo creaba, al verse empujado, por su ardiente y tan frio cuerpo.

¡Cual fue mi sorpresa! Que cuando, pensé que no podía hacer nada peor, de lo que estaba provocando en mí, sentí un candente dolor, una ardiente palmada en mi trasero, haciendo temblar mis nalgas, mientras de mi boca escapaba un jadeo de dolor, silenciado por las notas que nos envolvían. Oí su risa, y sus embestidas, no cesaron al contrario, observando el color de mis dañadas nalgas, aumentó salvajemente, mientras su fuerte mano, imperiosa me sujetaba la nuca, manteniendo su agarre en todo momento, y su otra mano, volvió a azotarme con fuerza.

Demasiado tarde para mi gusto, se dejó llevar y pareciendo que buscaba mi fin, terminó en mi interior. Tras un último azote que hizo retumbar mis oídos y cabeza, lentamente se deshizo del agarre de mi sexo en el suyo. Jadeé dolorida por su bruto contacto, cuando sentí su mano acariciando mi trasero, me estremecí, todo y que el frio, era lo que mas surgía efecto, ante el ardor y rojez de la zona. Cogida de la nuca, me giró de cara a él y le miré con intenso odio. Me sonrió divertido – Mi amada Tryssia- tuvo el descaro de decirme, besándome con sus rojos ojos fijos en mí. Le besé, hasta que desprevenidamente, sin que se lo esperara, le mordí el labio, esta vez provocándole sangre, y aproveché ese momento en que se sorprendió, para deshacerme de su agarre, alejandome de él.

Mi cuerpo tembloroso, agradeció ese respiro, aún le sentía dentro, de tan intenso había sido nuestra unión, mis senos, aún duros, señalaban enfrente, rojizos y sensibles, apenas la leve brisa que corría por el salón, era suficiente, para hacerlos temblar. Mi cabello despeinado, se mecía entre mis hombros, en bucles rebeldes, caracterizando así mas mi rostro, el que rojo ardía de indignación, rabia, furia y la máxima de las impotencias. Miré sus rojos ojos, y solo sentí un intenso odio.

-¡Eres un saqueador! Bruto, innoble y vil vampiro!-le dije mirándole completamente furiosa, mientras mi cuerpo temblaba, tras las fuertes emociones por las que se había encontrado siendo sacudido, ante ese vampiro. Mi trasero ardía, solo habían sido dos duros azotes, pero habían hecho que se sonrojara y ardiera como cuarenta azotes sobre mi piel. Es más, no quisiera imaginarme ni por un segundo, que sería sentir su mano treinta y ocho azotes mas, me ahogaría en el intenso dolor. Me acaricie las nalgas, enrojecidas y jadeé de lo dolorido que lo tenía. Le fulminé con la mirada- Que querías… ¿asar mi trasero? ¿O que no me sentara en días? ¡Animal!- las palabras me salían solas, mi consciente se encontraba entre olas de locura y una inquietud que cegaba mis sentidos-¿Te gusta tener a las mortales, atadas, amordazadas, mientras te crees su dueño? ¿Es eso? ¿O eres de los que azotan y golpean? ¡No soy TUYA!- mis ojos ardía, eran puro fuego. Dí unos pasos hacia atrás, alejándome más de Zirano, quien con los ojos en sangre, no apartó ni parpadeo apenas. – Debes de ser el hazmerreir de los policías, si es que, verdaderamente eres policía de París y no uno de tus juegos mentales ¿También sabes crear ilusiones?- Él permanecía estático, observándome, en su rostro ardía tanto la furia, curiosidad, agrado y cautela, todas se mezclaban en su rostro, sin decidir con cual quedarse. Aproveché esos instantes, de parecida calma, para normalizar mi ajetreada respiración, desquitándome de la impotencia que había embargado mi cuerpo al encontrarme sin escapatoria de las manos del vampiro, el que impasible seguía mirándome, urdiendo algún plan, en su maquiavélica mente. Me recosté contra el respaldo de una silla, sabedora de que no podría escaparme esa noche del vampiro y que tarde o temprano, tendría que arder su furia contra mí.

Tras un silencio, que pareció eterno, a paso humano se acercó, con un indiferente rostro, con todavía los ojos bañados en rojo. Me cogí del respaldo de la silla, pensando en si echarme para atrás o al contrario, echarle la silla a la cabeza, cuando mi visión empezó a verse borrosa. Unos puntos de luz, aparecieron, borrando de mi vista la imagen de Zirano. Me asusté pensando en que fuera algún truco mental del vampiro e intenté en vano sujetarme a la silla, pero mi mente traumatizada no respondía a mis intentos. Maldije mil veces mi debilidad como mortal, sintiendo mi cuerpo derrumbarse, agotado y perdiendo la fuerza para encarar la furia de Zirano.

Caí contra algo duro y frio, que me sujetó antes de llegar al suelo. Entreabrí lo que pude los ojos, intentando ver algo. Con fuerza de voluntad, conseguí despertar a mi mente, y luchar contra lo que fuera que mandaba sobre mí. Finalmente, lentamente se me hizo visible el rostro del vampiro, a escasos metros del mío.- Te odio...-murmure apenas perceptiblemente, al ver una sonrisa en su rostro. Sentí su suave caricia en mi rostro, con la que recogió dos lágrimas, que contenidas, se deshicieron de sus cadenas, y corrían libres por mis mejillas. Tras ese gesto desconcertante, me besó en la frente, como un padre a su querida hija, y con mi corazón sosegado, dormido, me sentí mover entre sus fríos brazos.

¿Dónde me llevas?



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Mensaje por Zirano Xanaddo Sáb Jun 01, 2013 3:42 pm

La bese con pasión, sintiendo sus labios como me besaban, me mordió con fuerza haciéndome sangrar, y se removió de mi agarre. Alejándose de mi, temblando, con sus senos enrojecidos y duros, señalando hacia mi. La mire a la cara, con mis ojos aun rojos. Sabia que los golpes habían sido duros, pero solo pude que sonreír en mi mente tras recordarlos, mi gesto permanencia serio, tan solo la observaba. Su mirada, furiosa y impotente, me odiaba. Intento humillarme con sus palabras, con su cuerpo tembloroso, mientras se acariciaba la nalga golpeada, con un leve quejido por estar aun dolorida. Su mirada me fulminaba. Me incrimino por los golpes, insistiéndome en que no es mía. Sos ojos furiosos me miraban con locura dibujada en ellos. Yo la observaba con el rostro impasible. Pero mi mirada ocultaba rabia contenida, no podía creer que me dijera todas esas palabras, pero también me causaban curiosidad, y agrado, no sabia de lo que podía ser capaz la cazadora. Se recostó con una silla, volviendo a intentar humillarme.

Vi el cansancio en su mirada, mientras me acercaba a ella a paso lento, mientras me miraba echándose mas hacia atrás. -Duerme cazadora!- Susurre de forma inaudible, tan solo entrando en el subconsciente de Tryssia, usando mi persuasión. Sus ojos de inmediato, se cerraron, comenzando a caer hacia un lado, con el cuerpo totalmente laxo y agotado. Usé mi velocidad sobrenatural, para coger a Tryssia antes de que tocara el suelo, agarrándola con fuerza, seguridad y cautela, aguantándola en mis brazos, mientras ella, con las pocas fuerzas que le quedaban entreabrió los ojos para mirarme, yo solo le mire con una sonrisa dulce y amorosa, su belleza me encandilaba. Mi perfecta cazadora. -Te odio...- musito con un susurro casi inaudible, le seguí sonriendo con dulzura, viendo como de sus ojos caían lagrimas, brillantes de impotencia cayendo por su mejillas, acaricie su rostro con ternura, limpiándole las lagrimas, mirándola con ternura, bese su frente y la tome, con mi brazo por debajo de sus rodillas, elevándola en volandas.

-¿Donde me llevas?- Me pregunto con un suave hilo de voz. La mire, viendo como sus ojos cansados no retiraban su mirada de mi rostro, mirando atenta cada uno de mis rasgos de mi fisonomía. Le mire con amor, con semblante serio y tranquilo. -Vamos a dormir mi dulce Tryssia. Demasiadas emociones por hoy no crees?- Le dije esbozando una sonrisa divertida dirigiendo mi mirada al frente, empece a caminar hacia la escalera, cruzando el salón. -No quiero hacerte daño mi amada. Tan solo quiero amarte.- Le dije con voz suave y varonil. Seguí andando subiendo las escaleras en silencio, bajo la atenta mirada de Tryssia, que sintiéndose segura, me lo demostraba con su mirada. Sonreí viéndola con el rabillo del ojo, su mirada me agradaba. Sentía el cariño que tanto anhelaba desde hacia tiempo. Al llegar a lo alto de las escaleras, pare un segundo mirándola. -Solamente tu y yo. Por siempre- Mi voz salia como un suave susurro cálido y cariñoso. Abrazándola con un poco de fuerza, tan solo acercándola un poco mas hacia mi y di un dulce, suave y corto beso en los labios de Tryssia. Volví a avanzar hacia la puerta del pasillo de mi retrato, traspasándola, y allí estaba en la pared, como siempre, observando impasible, las múltiples idas y venidas en estos últimos años.

Atravesé el pasillo en completo silencio, adentrándome en mi habitación, cerré la puerta usando mi talón y fui hasta la cama, dejando a Tryssia encima con suavidad, tumbada de costado mirando hacia mi. Cogí la colcha de seda, tapando a Tryssia con ella, me metí en la cama junto a ella, apagando la pequeña vela de la mesita, con un suave soplido, dejando la habitación, solo iluminada por una pequeña vela junto al sillón, me metí en la cama, tumbado boca arriba, Tryssia me miraba. Bese con pasión sus labios, un beso intenso y largo, buscando ese cariño que su mirada me había mostrado. Me separe con suavidad del beso. -Buenas noches mi amada, descansa.- Le susurre acariciando con mi mano su mejilla y labios.
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Mensaje por Aleya Dumkorth Sáb Jun 01, 2013 7:36 pm


Le miré, con los ojos entrecerrados, su rostro, atenta a cada uno de sus rasgos, intentando descubrir que me deparaba tras su máscara perfecta de seriedad y tranquilidad, pero a mí, no me engañaría, hacia un momento, había visto en sus ojos, el fuego del mal paseándose entre ellos. ¿Me esperaría, un castigo? ¿O algo peor?, y al sentir sus dulces y amorosas palabras, en blanco me quedé, observando su blanca sonrisa. ¿Había dicho a dormir? Ah dulce hechizo…, pensé observándole. Yacía en sus brazos, como una muñeca, bajo su frio pero a la vez cálido agarre. En esa posición, tal como me encontraba, me era más fácil, menos agotador, mirarle a la cara, que apartar la mirada, hacia otro lado. Sus brazos me protegían, mientras sentía sus pasos, mi cuerpo dormido tranquilo y apacible, y mi lenta respiración, la que hacia un momento, había estado desorbitada. Algo tiene que usar, para controlar así mi cuerpo… seguí mirándole, él no dejaba de sonreír, mirándome cálidamente, con ternura y hasta me atrevería que a nombrar, amor. En las escaleras, siguió meciéndome contra él, hablándome con voz suave y varonil, la que si no fuera porque mi cuerpo agotado, exigía descanso de una buena vez, me habría visto abrazando de nuevo al vampiro, dejándolo que tomara de mi lo que quisiese.

Le miré con una mezcla fuerte de pensamientos, que entrechocaban entre sí, pero ante sus dulces palabras, solo podía salir mi lado mas romántico y bondadoso de mi alma, mirándole en todo el trayecto, con una mirada clara, soñolienta, segura y cálida, intentando asi calentar su lado cuidadoso, atento, amable…el lado de lo que alguna vez fue su mortal vida.

. -Solamente tu y yo. Por siempre- dijo abrazándome contra él con fuerza, dándome un casto beso en los labios, corto pero dulce y suave. Pasamos por donde se encontraba su cuadro, el que no podía mas que admirar, por la belleza de su rostro y sobretodo su mirada y actitud, que tan diferente de el Zirano del cuadro, al de ahora. Atravesamos el pasillo y antes de darme cuenta, me encontraba siendo tumbada con delicadeza por Zirano, el que tras dejarme, concluye tapando mi cuerpo desnudo con la colcha de seda, apagando la vela de la mesita, se tumbó a mi lado en la cama mirándome. Le miré, pensativa, pero con la mente echa un desastre. Él sonrió y me besó apasionadamente en los labios, intenso pero a la vez con dulzura, este beso no era exigente, por lo que le correspondí besándole…Sus labios me gustaban, como para negarme en mi estado a una brisa fresca de ellos. Se separó de mis labios, diciéndome buenas noches. Le sonreí, y sintiendo sus brazos acercarme a su cuerpo, una de sus manos en mi cintura descansando, y un último beso en la frente, cerré los ojos y cansada, me dormí rodeada de su fragancia, sintiéndome protegida y segura.



***


Me removí en mi sueño, hasta que finalmente, desperté de él. Me desperté ajetreada, mi sueño no había sido bueno, podríamos remarcarlo entre los mas malos, ya que mi corazón se había enloquecido, pese a ser un banal invento de mi subconsciente. Abrí los ojos, despertando de golpe, y miré delante, esperando encontrarme a zirano, cuando me llevé la sorpresa, de que no estaba durmiendo a mi lado. Toqué el cojín y aún seguía con la leve señal de su cabeza, había dormido conmigo, de nuevo. Extrañada por no encontrármelo al despertarme, como días anteriores, lentamente me desemperezo, probando mis huesos, los que por suerte, ante la intensa arremetida de pasión de Zirano,, no habían resultado dañados, a ningún nivel.

El vampiro confundía mi mente, consciente o no, lo hacía y me dejaba incapacitada, una vez me encontraba en sus manos. Brujería, sus poderes…suspiré, mientras unos tenían poderes y súper poderes, otros teníamos que matar a esto seres y pretender durar muchas años, hasta que las generaciones próximas, se vieran comprometidas, a seguir con el mandato o ser entrenadas, para tal ociosa ocupación y tan bien retribuida. Pero bien que por algunas cabezas de vampiros, no vale la pena, arriesgarse, o pagan muy poco de recompensa, o quieren que vayamos a una muerte predestinada, escogida por ellos mismos. En estos dos casos no vale la pena, y en el caso de Zirano, no creo que muchas vampiros se crean con aires, de poder herirle, ya que letal como rápido, se novia sin ser visto, de cualquier forma.

Incorporándome, sentí mi desnudez de nuevo – es que no sabe que hacer, más que dejarme todo el día desnuda- me quejé con un filo de voz molesta. Me enrolle con la colcha, y me levanté, decidida a ponerle las cosas claras al vampiro. Cuando un dolor paralizó mi cuello, provocando que mi cuerpo, volviera a caer, en la cama, sentada. Me pasé las manos por la nuca, y la seguía teniendo fría e inflamada. Me toque la nuca, calmando el hinchazón, seguramente habría dormido en mala posición, y con la presión de Zirano, de la misma noche anterior, era razonable el motivo de su malestar. Suspiré, y con la colcha tapándome entera, menos los brazos, y cuello para arriba, junte mis manos en mi nuca, masajeándolas, cuando bajo mi sorpresa, bajo ningún ruido ni pretexto, salió Zirano de la nada y besándome las manos de la nuca, me las aparta tiernamente, para col-locar las suyas, en donde habían estado las mías, hacia efímeros momentos.

Cierro los ojos y suspiro al sentir, como empieza a masajearme por la nuca y hombros, erizando mi piel continuamente. - ¿Por qué lo haces?- le pregunto con voz débil. También me dolía todavía a punzantes momentos, mi rojizo trasero, en el que con apenas solo dos, azotes de su mano contra mi delicada piel, había terminado, realmente tocado. – No te entiendo…me obligas, me cuidas, me dañas…. ¿Qué quieres de mi?-

Aún no entendía su vida, como se movia…por que hacia lo que hacía, era enigmático pero a la vez confuso, Y tenía mis sentidos completamente alterados por su presencia, con él cerca, no podía pensar con claridad, y menos con sus suaves manos acariciando mi cuello, repasando sus contornos, mientras con la otra mano, intentaba aliviar el malestar de mi zona. Cerré los ojos sumisa a su frio tacto, relajandome, preparándome para la inevitable charla, que surgiría, entre nosotros.
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Mensaje por Zirano Xanaddo Dom Jun 02, 2013 5:17 pm

Vi como ella cerraba los ojos, con su cuerpo pegado al mio, sintiendo su cálida respiración, y el palpitar tranquilo de su corazón. Mi mano reposaba en su cintura, bese su frente, y cerré los ojos. Pasaron las horas, ambos dormíamos relajados y tranquilos, podía notar el calor de su piel. Mi cazadora, tan salvaje y a la vez tan dulce, dormida a mi lado. Abrí los ojos, mirándola a la cara, observando su rostro, tenia su rostro rosado, con grandes labios carnosos, y su pelo, en bucles cayendo por su mejilla y cuello, le daban un aspecto angelical.

Subí mi mano acariciando el cuerpo de Tryssia, sintiendo su piel, hasta llegar a su cara, donde me detuve, mirándola con una sonrisa dulce, acariciando su mejilla. Ella hizo una pequeña mueca, removiéndose hacia un lado. -No seré Tuya...- Dijo hablando en sueños, la miré enarcando una ceja, su rostro parecía estar luchando contra algo o alguien. Solo sonreí, es luchadora hasta en sueños. Se relajo de nuevo, volviendo de nuevo a su rostro angelical, girándose hacia mi abrazándome, con una dulce sonrisa. -Tuya...- Dijo en contradicción con sigo misma. Besé con dulzura sus labios, sin despertarla. Atraiéndola con mi brazo hacia mi.

Pasaron varias horas, ella entre sueños, se debatía entre alejarse o acercarse mas a mi, yo la mantenía abrazada. Cada vez peleaba mas por que la soltara, sin despertarse en ningún momento, quite el brazo de Tryssia, el cual me rodeaba por mi pecho, y me salí de la cama sin hacer ruido. Abrí la puerta que daba al pasillo donde permanecia colgado mi retrato, deje la puerta de la habitación abierta y avance hacia mi despacho, entrando en él. Di la vuelta al gran escritorio, de madera rustica y elegante, tome un vaso de la mesita de la esquina, sirviéndome un poco del vino gran reserva y me senté en la silla, dando un trago y dejando el vaso sobre un posa-vasos de barro, y comencé a ojear los papeles de los casos que había cogido de la comisaria. Las horas transcurrieron tranquilas y silenciosas, tan solo el leve sonido de Tryssia moviéndose en la cama. Miraba los informes, pasando mi vista sobre las letras, sin leerlas, solo pensando en Tryssia, en la lucha que tenia en su interior, ser mía o no serlo, yo la iba a retener a mi lado, no pensaba dejar que saliera de mi vida. La protegería a toda costa, cuidándola, y teniéndola solo para mi.

No dejaría que se repitiera jamas lo de Mirabel·la. -Jamas!- Dije en tono alto, las palabras se me escaparon, me quede en completo silencio, sabiendo que posiblemente hubiese despertado de Tryssia. Y si, así ocurrió, comencé a escuchar a la cazadora, moviéndose en la cama, estirándose con un largo y placentero suspiro. Me levante y comencé a caminar hacia la habitación, al llegar a la puerta, la vi, mascullo molesta el estar desnuda, se levanto, quedándose inmóvil unos instantes, llevándose la mano a la nuca, dolorida por el intenso agarre al que la sometí, hice una pequeña mueca, y me acerque a ella, sin hacer ni el mínimo ruido, tomando a la cazadora por completa sorpresa, bese la mano con la que se toca la nuca, con cariño y dulzura, apartandoselas con suavidad, puse mis manos sobre su cuello, aplicando mi frio tacto con cuidado, comenzando a darle un masaje, aplicando suave presión con mis pulgares en su nuca, mientras con el resto de los dedos relaja sus hombros, ella con los ojos cerrados suspiraba al sentir la relajación de su cuello. -¿Por qué lo haces?- Me pregunto con voz suave y debil, -No te entiendo... me obligas, me cuidas, me dañas... ¿Qué quieres de mi?-

Seguí masajeando el cuello de Tryssia, permaneciendo unos instantes en silencio, haciendo que el dolor de su cuello desaparezca, mire su espalda, y las heridas cosidas permanecían tapadas por un fino paño de algodón, tapando las dos heridas que había cosido hacia dos noches. Con una mano recorría el cuello de ella, con un suave caricia. -Tryssia, quiero tenerte conmigo. Mi amor por ti cada día crece mas, solo tu ocupas mi mente. Poseyéndola con tu perfecta belleza, tu pasión salvaje. Te quiero solo para mi. Eres mía, solo mía...- Le dije con voz tranquila y protectora.
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Mensaje por Aleya Dumkorth Lun Jun 03, 2013 12:24 pm

Escuché atentamente sus palabras, las que traicioneras, corrompían el tierno y relajante momento, en el que sus manos me sumían. Su tono de voz, tranquilo y protector, me envolvió en una severa relajación, tanto de mente como de corazón, pero poco preparada me encontraba, para escuchar sus simples palabras, tan llenas de una obsesionada posesividad, hacia mi persona. Tras sus breves pero punzantes y directas palabras, resté inmóvil, placida, dejando que el tacto de sus manos, la diferencia de temperatura de nuestras pieles, hiciera efecto en mi dolorido cuello. El silencio se hizo eterno, solo se oía mi respiración, lenta y pausada, relajada, mientras en mi cabeza miles de pensamientos pasaban, entremezclándose sin fin. ¿Suya? ¿Amor? ¿Me quiere solo para él? En mi mente no cabía tal circunstancia, Zirano no podía sentir amor, obsesion,curiosidad,ansias, pasión… de tener a una cazadora atada en su mansión.. Si, ¿pero amor? No…

Sus manos seguían a ritmo pausado, masajeándome los hombros y cuello, sus manos no cesaban de acariciarme tiernamente. Igual que el beso, que me dio tras la humillación en el piano que sufrí en sus manos, me sentía ante su caricia, como una hija o amante, en manos de su padre o amado. No entendía las reacciones de mi cuerpo ante él, él era el culpable de mi malestar, desde buen principio, por que entonces…toleraba su contacto? Zirano seguía en silencio, sin dejar de acariciarme tiernamente, negué imperceptiblemente la cabeza, en gesto confundido y rebelde… ¿Pero contra quien? ¿Contra mi o contra él?, no lo tenia nada claro.

Finalmente, en un suspiro, decido romper el silencio, dando gracias a tenerlo de espaldas y no cara a cara, por que no me iba a contener, no era suya... ¡no lo era! -. Solo en la obligación soy tuya, en mi corazón no soy de nadie- dije firme- y si quieres alguien que caliente tu cama, ya puedes irte buscando a una cortesana, que no dudo que con tus trucos, la hagas enloquecer...o en verdad, mirándolo bien, ni lo necesitarías- añadí- no como conmigo, que necesitas tus trucos para obtener mi rendición-

Tras mis mordaces palabras, un atroz silencio se interpuso entre los dos. Sus manos empezaron a ir más lentas contra mi cuello, el que se encontraba en tensión, sintiendo cada vez mas, la fuerza de su mano contra él.- zirano…- le llamé, al sentir sus manos en mi cuello con fuerza. En ese instante, asustada, de que pudiera matarme ahí mismo, me revolví, consiguiendo apartarme de él, con la roja colcha, tapando mi desnudez. Le miré furiosa. - ¿Qué pretendías?- le encaré. Él levantó la mirada y me miró, pude vislumbrar cierta tristeza en él. Arrugando el ceño, con cierta confusión, me levanté de la cama, mirando alrededor, buscando mi ropa. Arrastrando y llevándome conmigo la colcha, me encaminé al armario, decidida, a cambiarme e irme de allí. Sentía la mirada de Zirano puesta en mí, suspiré, exaltada y cansada de la extraña situación. Una cazadora atrapada en casa de un obsesivo vampiro…no me podría haber sucedido algo peor. Escuché la voz de Zirano, que me llamaba, pero me negué a girarme y darle el gusto de que pudiera hacer brujería con esos endemoniados ojos, que tenia.

-no me llames así- repliqué abriendo el armario, no era nada suyo- los dos sabemos que solo me quieres por la sangre, poseerme de las mas viles formas y hipnotizarme con tus ojos, así que déjalo- con las manos, revolvía la ropa que había dentro del gran armario, pero mi ropa no la encontraba. Me giré molesta con él, cuando para mi sorpresa, el vampiro no se encontraba donde la ultima vez, si no que su frió cuerpo, se encontraba tras mi espalda y ahora delante de mis mismísimas narices. Alcé la mirada, retándole, desafiándole a que hiciera lo que tenia en mente – Ni se te ocurra volverme a ponerme las manos encima, vampiro...- dije, intuyendo la causa que lo había llevado a acorralarme, y a mirarme tan fijamente, como lo hacia, relamiéndose los labios, con cierto latente deseo.

Has despertado a la bestia… decía una voz en mi cabeza.


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Mensaje por Zirano Xanaddo Mar Jun 04, 2013 6:42 pm

Yo seguía con mi masaje en el cuello de mi joven y bella cazadora con suaves movimientos con mis dedos, haciendo una leve presión. Durante un largo rato estuvimos ambos en silencio, solo la respiración relajada de Tryssia se escuchaba, tranquila y relajada. Yo tan solo seguí con mis caricias en su cuello, de forma dulce y tierna, calmando el dolor que mi dulce cazadora sentía en la zona, logrando el efecto deseado. Tryssia, tras un confundido suspiro, negó sutil mente con la cabeza, y me empezó a hablar, con voz firme, intentando intimidarme o humillarme.

Mis manos comenzaron a ir algo mas lentas. En mi cabeza, solo podía pensar, en lo diferente que es de Mirabel·la, ella era atenta, obediente y desde el primer día se aseguro de hacerme saber que ella era mía. _Tuya.._ Escuche en mi cabeza con la voz de Mirabel·la. Y luego estaba Tryssia, su mismo rostro, mismo pelo, pero de carácter peligroso y tan distinto, salvaje e indomable, mis manos hicieron un poco mas de presión, algo decepcionado, anhelante de que Tryssia fuera como ella. Mis manos apretaron aun mas el cuello de la cazadora, y ella llamándome por mi nombre, se revolvió y se aparto de mí, cogiendo la colcha roja para tapar su cuerpo desnudo, lanzándome una mirada de rabia. -¿Que pretendías?- Me pregunto encarándose a mí. Alce mi mirada hacia ella, con algo de tristeza en ella. Solo la observaba. Ella con algo de confusión en su mirada se levantó de la cama, buscando su ropa, andando y llevándose con sigo la colcha roja, dirigiéndose al armario. La miraba fijamente. Es mía, y caerá siempre rendida a mí, mi salvaje cazadora, a la sombra de un vampiro. -Mi amada cazadora....- Le dije con voz dulce y varonil, casi en un susurro. Pero ella ignoro mi petición.

Tryssia me dijo que no la llamara así mientras abría el armario, donde no había ni una sola prenda suya. Me levante de la cama, en completo silencio. Con sus manos rebuscaba en el armario, a la vez que me decía que ambos sabíamos que solo la quería por su sangre. Usando mi velocidad, me puse tras ella; ¿que solo la quería por su sangre? Si es uno de mis motivos, pero su semblanza con Mirabel·la, no es una simple casualidad, el destino me ha dado una nueva oportunidad, y ¡No! No la pienso dejar marchar!. Pensé mirándola fijamente, ella se giro visiblemente sorprendida por encontrarme tan cerca, me miraba directamente al pecho, yo baje mi mirada, observando su escote, la cazadora me devolvió la mirada desafiante. El deseo crecía en mi. Mía... Mía... Mía... Mía... Se repetía en mi cabeza, una y otra vez sin cesar, vi como movía los labios, diciéndome que ni se me ocurriera tocarla, mirándome con algo de miedo en sus ojos.

Mi mirada era posesiva, con una sonrisa picara en mis labios. Activo mi seducción al máximo, y comienzo a acariciar su hombro derecho. -Bien sabes que cuando quiera te haré mía.- La besé con dulzura, subiendo lentamente a un beso pasional y posesivo, seduciéndola, notando como, aunque intenta luchar contra mi hechizo, removiéndose, pero lentamente iba devolviéndome el beso, cada vez con mas intensidad. Con mis manos, mientras la besaba, quité el edredón que la tapaba, dejándolo caer al suelo. Subí mis manos a su hombros, cogiéndola con fuerza. Me retiré del beso, un fino hilo de saliva luchaba por mantener unidos ambos labios, rompiéndose y cayendo sobre el labio de Tryssia, quien continuaba durante un instante el beso abriendo lentamente los ojos, con mirada totalmente seducida. -¡Mía!- Le dije de forma autoritaria, y la alcé de los hombros, girándome y lanzándola sobre la cama, reboto un par de veces sobre el colchón, con su pelo revolviéndose sobre su cara, quedando inmóvil mirándome confusa.

Usé mi velocidad, avanzando primero hacia la parte delantera de la cama, acercándome a ella. Mi seducción seguía activa, aunque a un nivel mas bajo. Me subí a la cama, acercándome a ella, con mis ojos comenzando, poco a poco, a cambiar el color, de azul a rojo. Me puse sobre ella, comenzando a besarle por el cuello, de forma dulce y apasionada, escuche un leve gemido de Tryssia. Mi virilidad rozaba la intimidad de la cazadora, movía mis caderas, para que nuestros sexos se acariciaran mutuamente. -Amada Tryssia, siempre serás mía.- Le dije, mirándola a los ojos, que me miraban con lujuria, pasión y un toque de odio. Sonreí ante esa mirada, que lo único que hacía era excitarme mas.

Noté como sus piernas, se abrían, pidiéndome que continuara, pero yo me quite de encima de ella, echándome a un lado, apoyando mi cabeza, sobre mi brazo doblado, para mantener mi visión por encima de la cazadora. Y con mi mano libre, comencé a acariciar su muslo derecho, con las yemas de mis dedos, comenzando en la rodilla, subiendo lentamente, con la suavidad de una pluma, pasando sobre su cadera, ascendiendo por el vientre, hasta llegar a su mano, la tome de la muñeca, elevándola hacia atrás, al cabecero de la cama, donde con unas cuerdas gruesas y fuertes, de color rojo, até su muñeca con ella, y cogí su otra mano, atándosela al otro lado de la cama con otra cuerda roja. -Dulce cazadora, amo a todo tu ser...- Le dije con un susurro, mi voz dulce y seductora, regalaba el oído a la cazadora, quien me miraba contrariada por estar atada.

¡Dong! ¡Dong! ¡Dong! ¡Dong! ¡Dong! ¡Dong! ¡Dong! ¡Dong! ¡Dong! ¡Dong! ¡Dong!

Sonó el reloj del salón, anunciando las once de la noche. Y justo en el inicio de la octava campanada, active mi persuasión, mirándola fijamente a sus ojos. -Tryssia, cada día a las once de la noche, beberé de tu sangre. Y al inicio de las campanadas, tu vendrás a sumisa a alimentarme- Le dije introduciendo mis palabras en su subconsciente. Sonó la última campanada, mis ojos se tornaron del todo rojos y sin pensarlo, me lance con mi boca y colmillos listos para hundirlos en su yugular, y la mordí, absorbía su sangre con avidez, rodeándola con mis brazos, en un abrazo de cazador, capturando a su presa, con fuerza para que no pueda escapar. Su sangre tan dulce y cálida corría por mi garganta, su punto picante, realmente me resultaba deliciosa. Noto como el corazón, que latía desbocado, comenzó a ralentizarse, bombeando la sangre cada vez con mas fuerza.

Me retire del mordisco, quedándome mirándola con mi rostro a escasos milímetros del suyo, con mi boca con algún resto de sangre, me relamí para limpiarme. -Adoro tu sangre cazadora, descansa, me voy a trabajar.- Me levanto de la cama, tomo una camisa de policía del armario, me la puse, y un pantalón, vistiéndome rápidamente. Me acerque a la cazadora, besé sus labios con dulzura. -Reflexiona cazadora. Tu estancia en mi mansión va a ser muy larga.- Sonreí, me levante y salí de la habitación, cerrando la puerta por fuera con llave. Y saliendo al exterior.
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Mensaje por Aleya Dumkorth Sáb Jun 08, 2013 3:11 pm

Ni me di cuenta, de cómo llegué a la cama, de un momento a otro, yacía botando en la cama. Confundida le miré, mi corazón de la impresión, se acelero dentro de mi pecho, resaltando mis atributos al vampiro, que en apenas un borrón sin dejar de deleitarse en la sintonía con mis ojos, se encontraba en la cama, acercándose cada vez mas. Trague saliva, adentrándome en sus fieros ojos, su cuerpo, sus movimientos, mostraban su poderío. Quizás el poder de cien años o miles de años…con los vampiros, nunca ibas con la certeza de algún tipo, solo que podían ser neófitos o por el contrario viejos, y si querías saber de cuantos años, habían dos opciones, preguntárselo antes de que murieran o que te lo dijeran, cuando fueran a matarte. Me mordí los labios, nerviosa…él provocaba en mi cuerpo sensaciones prohibidas, que no tenía que provocar a mi ser, pero lo hacía contra de mi voluntad. Me había dicho que cuando él quisiera, seria suya, quizás, si era así, ya que hipnotizada nuevamente de él, no podía más que como una ratilla que ha sido atrapado por un hambriento gato, le mira aguardando su final. Ante mi atenta mirada, se subió a la cama, acercándose a mí. Temblé al descubrir como el azul de su mirada, cada vez se volvía mas rojo, hasta que simplemente sus ojos, eran dos bolas rojas. Cuando estivo a mi lado se lanzó hacia mí, besándome el cuello, mientras sus manos acariciaban mi cuerpo y jugaba con los roces de ambos intimidades, en la estrecha tez de su ropa y mi vulnerable desnudez. Inmersa en sus toques, fui volviendo a la realidad, a sentirme menos sentenciada. El monstruoso vampiro había bajado lo suficiente el hechizo sobre mí, para poder martirizar así, mi pobre mente. Le miré con odio y rabia, así como con unos salvajes toques de lujuria, que sacudían mi cuerpo contra el suyo. Así, me demostraba que mi cuerpo era suyo, y con sus posesivas palabras, confundía mi mente, sumiéndola en un caos, en el que solamente él, podía hacerme volver.

Con su mirada encendida y sus toques, mi cuerpo no podía mas, que hacer caso a lo que él demandaba, resultando, que para cuando, inconscientemente me rendía a él, mi cuerpo le exigía, él cruelmente y con una mueca divertida, se quito de encima, echándose a un lado contemplándome satisfecho, viendo mi cuerpo, sumirse en un caos se sensaciones, así como una sensación de abandono total, de frio. Con su mano, empezó a recorrer mi esbelto cuerpo, mi cuerpo se encendió, esperando…cuando me encontré con una de mis muñecas atada a unas cuerdas, que me la sujetaban fuerte. Aprovechándose de mi sorpresa, me agarró de la otra, y procedió a dejarla atada como la anterior. Le miré contrariada, no me gustaban las ataduras, en el sentido más literal de la palabra.

-Dulce cazadora, amo a todo tu ser...- Me dijo en un susurro, en mi oído, enviando miles de estremecimientos en mi cuerpo, al notar su frio aliento, contra mi piel. Le iba a contestar unas muy santas palabras, cuando unas campanadas interrumpieron en el ambiente. Era algo extraordinario, como esos sonidos, que antes no había llegado a escuchar, se mostraban fuertes y resonantes por doquier. Miré al vampiro, quien a su vez me miró fijamente, y en la octava campanada, antes de que pudiera romper con el vínculo, que unía nuestros ojos, una voz resonó en mi mente, y me quedé fija mirándole, sin ver.

……once…..sangre….sumisa...” Solo llegué a entender estas tres palabras, no obstante, cuando la voz tocó su fin, asentí como una muñeca que era controlada por unas terceras manos, que regían sus movimientos. No entendía que me pasaba, solo me acordaba de ver sus ojos y luego, no ver lo siguiente, perder toda noción, perdida. Todo y que, poca información me hizo falta para descubrir, que sucedería a continuación, cuando sentí en mi piel, dos grandes colmillos punzantes penetrando en mi delicado cuello, sin compasión alguna, haciéndolo palpitar de dolor. Jadeé despertando de mi extraña ensoñación, e intenté apartarlo de mí, me removí en su agarre, provocando que el vampiro molesto por mi resistencia, me rodeara fuertemente en sus brazos, impidiendo cualquier movimiento de mi parte. Lo odié profundamente ante cada sorbo ávido de mi sangre, sus frías manos me sujetaban, como si de su ganado se tratara. Mi acelerado corazón, lentamente fue bajando sus pulsaciones, buscando la sangre, que ya no se encontraba en mí. Dolorida y débil, recé para que finalmente me extinguiera la vida, como un soplo a una vela y así irme, lejos de aquel lugar y de su control. Pero, viviría de nuevo, para ver otro anochecer, pensé, al sentir como finalmente, tras darse cuenta de mi estado, extrajo con sutileza los colmillos de mi sangrante cuello.

Mis ojos entrecerrados, solo veían su sombra, la que de ojos rojos, sedientos, me contemplaba. Sentía el olor y gusto a hierro de mi sangre, esparcida en sus labios, los que se relamió. Cerré los dientes, al sentir su comentario y tras besarme mis labios con dulzura, mientras que yo, solo podía permanecer estática bajo él, se fue, dejándome sola.


Llevaba dias durmiendo y no entendia, como podia mi cuerpo ceder al sueño, pero tras un buen rato, luchar contra las ataduras,gritar tristemente, rogando ayuda, me dejé caer en un leve sueño, en el que recordé…soñé,si se podia considerar asi.



***


Habíamos sido encargados de eliminar a un vampiro antiguo, pero que tras transmutar y convertirse en un vampiro completamente perdido en la sed de sangre, nos seria mas fácil cogerlo entre todos los cazadores. Todos nos convencimos, y si teníamos dudas, éramos catorce cazadores. Jóvenes, sí, pero el numero nos era favorable, como las armas que llevábamos contra aquel ser. Todos nos habían bendecido y contábamos, con la certeza de la victoria...pero no siempre, todo es lo que parece.
Y el rutinario trabajo, no fue más que una trampa, por todo un clan de vampiros, sedientos de sangre y venganza, por la exterminación de dos miembros del mismísimo seno de su familia. Cuarenta de sus inmortales miembros, contra los jóvenes cazadores...no tengo palabras para expresar, lo que mis ojos vieron, esa sangrienta tarde, la matanza que se produjo, tanto en un bando como en el otro. Como era de suponer, las criaturas de la noche ganaron, haciéndonos sus prisioneros, los ocho diez cazadores que quedábamos en pie.
Nos quedamos en sus mazmorras, cuatro eternas noches, en que encadenados, de manos siempre nos tuvieron. Cada noche, bebían de uno o dos cazadores, matándolo seguidamente de la forma más cruel que se pudiera...todo siempre, delante de nosotros. Sus infernales risas, llenaban toda la sala, mofándose, de cómo los mortales cuando éramos encadenados de las muñecas, y solo teníamos los pies libres, intentábamos luchar con ellos. Como un cazador mas tardaba en morir, más sanguinarios resultaban. Recuerdo perfectamente sus gritos, mis compañeros, sus luchas por la supervivencia, hasta que finalmente solo quedamos tres cazadores. Yo fui la siguiente, pero en mi caso, resultó que me había solicitado, uno de los líderes del clan, y que me quería únicamente para él. Así que, vinieron y tras cogerme, me llevaron a una lujosa sala, donde yacía el vampiro, con ropajes elegante y una copa en la mano. Vino, pude deducir, o sangre, al ser de un tinto rosado.

Recuerdo muy bien su sonrisa y mirada, como lentamente, disfrutando de mi miedo y odio, deleitándose en su fragancia, fue caminando hacia mí.

Se acercó...

Esos ojos rojos tan profundos...

-A sangrar se aprende sangrando -susurro su negra voz, haciendo temblar mi pulso.



***

Empecé a alterarme, no quería volver a recordarlo, a revivirlo…“No quiero recordar, no quiero!- grité con todas mis fuerzas, en mis sueños, sintiendo que no podía moverme, con las manos encadenadas, como esa vez.

El pánico y el miedo que recorría mi ser, se filtró por cada resquicio de la casa, mi pesadilla, volvía a mí, más fuerte que nunca. Me removí con fuerza, pero seguía atada... ¿En el sueño? ¿En la realidad? Poco me importaba, solo quería despertar.




Si busco en mis recuerdos los que me han dejado un sabor duradero,
si hago balance de las horas que han valido la pena, siempre me encuentro con aquellas que no me procuraron ninguna fortuna.

Antoine de Saint-Exupery


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