Claro de Luna: Preludio de un destino Incierto-Dagobert

por **Mikhaeila/Dharian** Miér Mayo 22, 2013 6:13 pm

Apenas había llegado a Francia de nuevo y no tenia ganas de desempacar todavía. ¿Qué haría esta noche de luna menguante? El viaje había salido con éxito, sin percances. Tenia ganas de salir al hotel a tomar un helado, hacia bastante calor como para querer refrescarme. Pero tenia tanto cansancio que preferí llamar al servicio de habitación y ordenar lo que se me plazca. Tenia todo pagado y además podía hacer lo que quería. Mis padres me habían dejado hacer este viaje sola y estaba contenta por el resultado.

Una vez que me trajeron lo que pedí, decidí salir al balcón a tomar algo de aire junto con el refrescante helado. Vainilla. Me gustaba ese sabor. El viento soplaba suave y dulce, trayendo aromas de las rosas y demás, haciendo que la enredadera que colgaba del balcón se balanceara con lentitud. La noche estaba muy placida y queda, tranquila. Una noche perfecta para descansar y pasarla bien. Fui tomando mi helado a una velocidad media, disfrutando del liquido congelado derretirse en mi boca, enfriando mis labios y de paso las manos. Terminé el preciado postre y lo puse sobre una mesita que se hallaba en la entrada del balcón, sobre una bandeja de plata. Entré a mi habitación y la observé.

Era una suite grande, de amplias ventanas y cortinas de gasa color crema. La cama se encontraba postrada por una de las paredes con un respaldar digno del mejor carpintero de Francia. Adornaban la cama cuatro pilares y sobre la misma pendía una gasa del mismo color de las cortinas, dando cierta sensación de intimidad al ambiente. Las sabanas eran de seda y suaves, de color bronce. De las paredes colgaban velas remachadas en bronce y el piso de madera de roble, lustrado, daba el toque final a la galardonada habitación. Siempre me hospedaba en el mismo tipo de habitaciones, con todos los lujos y placeres.

Sonreí, tranquila. Volví a salir al balcón y escuché un piano sonar. “¿Acaso el piano del gran salón?” Tenia ganas de ir a tocar y complacer a los oyentes. Era algo que me encantaba hacer, por lo que recogí mis faldas entafetadas de color azul y salí de mi habitación en dirección a la escalera principal, para bajarla con lentitud y presencia, después de todo, era una dama digna de admiración y no solía pasar desapercibida ante los hombres, por mas tímida que fuera.

Crucé el salón principal y fui al comedor, donde allí se libraba un pequeño concierto de piano entre los oyentes, turnándose para ejecutar cada vez piezas mas hermosas que las anteriores. Con cierta timidez, pues eran todos hombres, me acerqué a ellos con intención de abarcar el amplio asiento del piano de cola. Era un instrumento bellísimo: de caoba y con teclas de marfil.

-Disculpen caballeros.-Los hombres se quedaron observándome con impresiones, alguno con segundas intenciones.- Me gustaría tocar para vuestros oídos, si os place.-susurré con infantil voz. Esto atrajo las miradas de todos los hombres y el que estaba sentado me cedió su lugar.

-Muchas gracias. ¿Desean algo en particular?- los miré con ternura, pero al quedarse todos callados, me decidí por una música clásica. Me decidí por Claro de Luna de Beethoven

Empecé lento para ir avanzando cada vez con mayor rapidez y luego caer, para luego volver a comenzar. Amaba esta canción. Era una de las primeras que había comenzado a ejecutar mis primeros años de piano. La música subía y caía, llevando todos a un eterno letargo, volviendo a repetir el ciclo, cada vez mas lento, cada vez mas rápido, cada vez mas necesitado. Cerré mis ojos, dejándome llevar. Las notas venían por si solas. Un dos tres un dos tres, repetía en mi cabeza, suavemente. Era algo que amaba hacer. Las notas me llevaban hasta un sueño inexistente, hacia una realidad desconocida. Puentes y puentes, entre notas blancas y negras elevaban las almas y las dejaban caer para volver a levantarlas con suavidad para dar luego el clímax musical tan buscado. Corazones palpitaban, ni las moscas volaban. Solo yo escuchaba el eco de sus corazones suaves y acelerados, mientras era consciente de que todo esto lo causaba yo. Las notas cantaban, el piano solo era un instrumento para interpretar lo que yo necesitaba expresar. Corazones dentro de corazones, tras océanos inmensos, para poder luego ser llevados al clímax de nuevo. Sostuve la respiración y mis dedos se deslizaban cuales plumas sobre las teclas de marfil.

Suaves y dulces, mis parpados vibraban con la música. Lo podía sentir. Las respiraciones sostenidas, hasta mi ultima nota, la cual cayo decadente y final. El auditorio estalló en aplausos, yo solo supe agradecer por tan atenta auditoria. Mi corazón volaba de gozo. Sonrisas por doquier me llegaban y los elogios no paraban de llegar.

Simplemente agradecí e hice una breve reverencia. Mi alma estaba satisfecha, por lo menos, por esa noche.

por **Dagobert Rosenthal** Lun Jun 03, 2013 2:48 pm

Estaba allí para una misión que tenia que terminar, en ese mismo hotel se encontraba un asesino de cambiaformas al cual había investigado y perseguido desde hacia mucho tiempo y sabía que había llegado el momento de acabar con el cazador de su especie. Iba con un traje gris muy formal y unos zapatos negros al igual que con una camisa blanca una corbata negra. No podía ir con su ropa de misiones a aquel hotel, llamaría mucho la atención.

Había entrado con camino lento intentando rastrear el olor de aquel desdichado en el aire mientras miraba a los alrededores intentando encontrarle cuando decidió sentarse en una mesa donde había un montón de hombres reunidos. Mientras analizaba a cada uno de ellos escuchaba como a la vez tocaban aquel instrumento. Fue entonces cuando su vista se quedó clavada en un hombre con bigote que portaba un bastón. Era el momento ideal para acabar con él.

Pero antes de que se levantará observó a una cambiaformas que se acercaba al lugar y se sentaba a tocar una dama, por su aura pudo comprobar que era una cambiaformas. Eso se complicaba más parecía que aquel hombre iría a cazar a aquella dama que olía tremendamente a felino. Aquello podía estropear la misión que tenía entre manos pero no podía actuar ahora. Maldijo por lo bajo mientras se levantaba y se apoyaba en la columna mirando lo que iba a suceder.

Después de que la joven acabara de tocar Dagobert seguía con su vista clavada en el hombre con el bigote que parecía acercarse a la dama hablando con ella, intentándola convencer que fueran a un lugar más apartado, aquello al militar no le gustaba para nada.Pero tendría que vigilar en la distancia para actuar cuando fuera necesario

por **Mikhaeila/Dharian** Vie Jun 14, 2013 3:54 pm

Había terminado de tocar mi pieza en el piano y me di cuenta de que me observaban, pero no sabia quien, tan solo sentía una presencia. Alguien muy parecido a mi, cabía destacar. Pero mis poderes no me dejaban percibir todavía quien seria el afortunado cambiaformas que estaba en esa misma habitación que yo. Me mordí el labio y un caballero se acercó a hablarme, me di cuenta de que tenia problemas para caminar ya que llevaba un bastón “Bastante peculiar” Lo miré. Pero pronto le perdí importancia, parecía bastante honrado y su sonrisa era placentera, a pesar del espeso bigote que llevaba.

-¿Seria tan amable de acompañarme? – el caballero me dirigió la palabra- Me gustaría hablar con ud, ya que parece ser la única dama del salón, y me place hablar con una mujer de tan buen porte.-Sus palabras me parecían algo extrañas, pero decidí seguirle el juego, al menos por unos minutos, pero luego me reprimí todavía me sentía algo incomoda.

-Lo siento, mosieur, pero ahora mismo debo salir. Tan solo tenia ganas de tocar el piano, y he de decirle que no me importaba tener audiencia, tan solo quería sacarme las ganas de encima.-Le dediqué una bella sonrisa y me di cuenta de la mirada de otro caballero, de porte serio y me concentre. “Tu… tu eres el otro”-Discúlpeme, señor.

Fui consciente de que aquel caballero había quedado algo molesto, pero, realmente no tenia ganas de platicar con aquel caballero. Me había parecido algo sospechoso y no tenia nadie que me cuidara las espaldas para defenderme, por lo que debía de andar con cuidado. Decidí apartarme del caballero rápidamente y dirigirme al salón principal, pero noté que aquel otro caballero rubio me seguía mirando, por lo que me acerqué discretamente.

-Disculpe, señor.-le susurré en el oído, de forma tranquila- Gracias por la advertencia silenciosa- le sonreí.

por **Dagobert Rosenthal** Vie Jun 21, 2013 6:54 am

Parecía que la chica se había desecho del hombre fácilmente o eso era lo que pensaba. Como creía el alemán había ido tras ella. Fastidiado el otro se fue hasta las habitaciones y para él era hora de actuar pero justamente llegó aquella cambiaformas hasta donde estaba él para agradecerle lo que había hecho aunque para él mismo no hizo nada de nada. -si me disculpas-la dijo sin decirla de nada o cualquier otra cosa más.

Se levantó de su asiento para ir a la barra de la zona disimuladamente mientras por el rabillo del ojo veía al que debía de matar alejarse de la zona pero sin perder de vista a la cambiaformas que había tocado el piano. Sabía que iría a por ella y que no pararía hasta matarla. Por lo que Dagobert no sabía muy bien que hacer pues la joven estaba en peligro pero a la vez sería un impedimento para acabar con el asesino de cambiaformas.

Suspiro algo molesto por los acontecimientos que acababan de suceder y cuando notó la presencia del otro hombre alejándose, su vista se clavó el aquel bigotudo que se disponía a subir las escaleras hacia las habitaciones. Espero hasta verle desaparecer por las escaleras y empezó a subirlas él mientras seguía el olor del asesino.

Sabía que había ignorado estrepitosamente a la mujer, pero era lo mejor, a parte que nada mas acercarse a él olía demasiado a felino. Aunque estaba acostumbrado a ese olor por su amigo, le costaba acostumbrarse a otros olores que no fuera su compañero del ejercito. Pero a parte de eso no quería ponerla en peligro, parecía una dama de alta clase que seguramente no sabría hacer nada excepto ir a fiestas, o esa impresión tenia el alemán.

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