Claro de Luna (Emhyr)

por **Sirine R. Quirant** Mar Feb 22, 2011 12:25 pm

Había salido de casa al caer la tarde, por el agujero de la tapia trasera, como siempre hacía de pequeña, aunque tampoco es que ahora fuera el colmo de la vejez que digamos. Aunque tampoco vamos a negar que para tener catorce años parecía mayor de lo que era, y no sabía si eso era bueno o malo, según mi madre bueno y... Ya comenzaba a irme por las ramas de mis pensamientos de nuevo, cosa demasiado frecuente los últimos años al habermelos pasado en un convento.

Y en el convento todo era piedra, encierro, frio y austeridad, lúgubre y deprimente, como una cárcel que, aunque cómoda, seguía siendo eso, una prisión. Caminaba con la cabeza gacha mientras sentía como los últimos rayos del sol de febrero calentaban mi piel, o al menos lo intentaban sin demasiado éxito por su parte he de añadir. Mi pelo rubio lanzaba destellos gracias a aquel moribundo sol de la tarde, una imagen idílica de no ser por el motivo que me estaba yendo de casa.

Me querían casar. Si señores, con 14 años me quería casar. No me había interesado por si sería un hombre joven y guapo o viejo y desdentado, para mi aquello significaba acabar con mi libertad, y no podía consentirlo, era como pedirle a una vaca que no hiciera sus necesidades para que cuando pasase el rey por la zona no le oliese mal. Imposible, vamos. Imposible del todo. Y con tanto rollo ya había llegado a una zona arbolada, en la que no parecía haber nadie, recordandome lo que había sucedido un mes atrás aproximadamente. Me senté en el suelo y de una manera que mi madre calificaría de indecorosa me alcé la falda para observar la marca que aquel mal bicho me había dejado en el tobillo, una cicatriz que parecía que se iba a quedar alli mucho, mucho tiempo.

por **Emhyr Van Emreys** Jue Feb 24, 2011 2:07 pm

Otra vez el cielo se teñía en el rojizo, otro noche más que devoraba el cielo, y su segundo día en éste nuevo mundo en el que se había iniciado hacía poco de un mes, no porque no lo deseará, ya que fue los ruegos los que convencieron a su Hacedora.
Emhyr había buscado el camino hacia la inmortalidad, a causa de ser la víctima de un vampiro durante demasiadas noches, de descubrir el mundo de éstos y su obsesión por ellos. Además de que pensaba que ante la posibilidad de poder tener un vida normal y establecerse en algún lugar, dejando de huir de su pasado, el obtener aquella longevidad y ser inmune a las heridas mortales, se lo concebiría.

Ahora caminaba descalzo por los bosque, su segundo día de luna llena, y ya sabía como iba aquella historia de su transformación. Las reglas eran sencillas: alejarse lo más posible de la civilización y llevar lo mínimo encima. Y eso era lo que estaba haciendo, buscaba de nuevo aquel árbol donde había escondidos sus ropas la noche anterior, pero ésta vez se había el ahorra de llevar sus zapatos puestos, no le incomodaba el hecho de ir descalzo. En cuanto lo encontró, comenzó a desabrocharse la blanca camisa, una manga fuera y luego la otra, y ahora su torso bien formado quedaba al descubierto, su piel morena dejaba al descubierto aquellos tatuajes que marcaban su comenzó a doblarla, pero algo le detuvo continuar. Su fino oído capto una presencia cercana.

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