El misterio de "Claro de luna" || Libre

Noche tan seductora como mortal recorría las calles de la ciudad regalándome la posibilidad de salir de mi escondrijo para perderme en la tentación que era el mundo terrenal. Una sinfonía de corazones latiendo a distintos ritmos llegaba a mis oídos, pero en esta ocasión no había salido para alimentarme, había decidido tener un día para mí, para seguir cultivando mi mente hambrienta de conocimientos y degustar uno de los muchos placeres que nos concede la vida: el arte.

Una pequeña sonrisa apareció en mis labios cuando me recordé a mí misma que en esta ocasión estaba sola, no tenía acompañante, no tenía carabina. Mi adorada criada había tenido su primera noche de libertad como cazadora y aunque era probable que se descontrolase, tras doscientos años siendo cuidadosamente vigilada por mí era preciso que tuviese algunos momentos de desahogo para satisfacer sus más bajos instintos.

Respiré profundamente mientras me embriagaba de todos los olores de la ciudad, los pestilentes y otros mucho más atrayentes en los que intentaba concentrarme. Paseando por las calles podía oler las nuevas exquisitesen que degustaban ahora los humanos, recordando mientras tanto los platos que había comido en mi Egipto natal durante mi vida humana. Seguro hubiese adorado prbar esos nuevos platos, degustar esos vinos, aprender cada uno de los matices, pero ahora mi droga y mi alimento estaban prohibidos, betados, era un tabú siquiera imaginarse que alguien podía tomar por placer sangre, pero en otras culturas había visto que la aprovechaban, la solidificaban, la hacían frita y tenían numerosos banquetes. La hipocresía del ser humano en ocasiones llegaba a ser abrumadora.

Mis pies me llevaron hasta un lugar admirado por todos aquellos que tenían un mínimo gusto en el arte en vivo. El teatro. Glorioso placer escuchar desde fuera la melodía de Claro de luna de Beethoven. Podía imaginarme mis propios dedos moviéndose sobre el teclado marcando cada una de las notas, por lo que igual que si se tratase de un canto de sirena caminé embelesada hacia el lugar y entré sin problema alguno en la sala, una sala vacía, una sala con un solo hombre tocando mientras las butacas eran sus únicos testigos.

Caminé despacio hacia el escenario, sin embargo, los ropajes de ese ser parecían realmente extraños, enfundado en negro de la cabeza a los pies con una capa que no dejaba acceso alguno para visualizar sus facciones estaba perdido en cada compás y yo también hubiese seguido así de no haber recibido un estímulo distinto. Sangre. Allí olía a sangre.

Busqué con mi mirada por todas partes y cuando hube encontrado el cadáver sangrante en uno de los palcos, la melodía cesó y durante la carrera del músico la puerta del teatro se abrió dejando en claro una posible culpable, yo misma, quien no había abandonado la escena del crimen.

París la hermosa París que noche tras noche y día tras días lograba crearme trabajos de magnitud pesada, no solo a mi si no también a mi fiel acompañante Hyperion que muchas veces sacrificaba sus guardias en el hospital para ayudar con mi trabajo, se que Hyperion algún día admitirá que admira lo que hago aunque esa confesión  no estaría ni cerca de llegar a corto plazo.

Las mil y un aventuras vividas con Hyperion tenían en común algo e iniciaban de una forma que me causaba una molestia enorme, ese frío y grotesco escalofrío recorrer mi espina dorsal como premonición a que algo extraño e inclusive aterrador podría llegar a suceder. Siempre fumando de mi pipa mientras acariciaba el pelaje del fiel Alaric (el perro border collie).

Nos encontrábamos realmente descansando ese día, no había llegado nada para realizar mi trabajo por su parte Hyperion tampoco tenía trabajo esa noche, era perfecto para que dos grandes colegas pasaran el tiempo libre simplemente siendo ellos, pero eso siempre es demasiado para ser verdad, la tranquilidad se vería interrumpida ante el fuerte golpeteo a la puerta de nuestra morada, al salir para recibir a quien interrumpía el descanso no se encontraba nadie, simplemente una carta tirada en el suelo, aquello se estaba volviendo costumbre durante los últimos días.

El buscar constantemente dejar cartas a la fuera de nuestra morada ya tenía más de un mes en estar sucediendo, alguien se creía lo suficientemente listo para desafiar a Hyperion y Amaury juntos, la importancia de las cartas era alta, todas iban ligadas a un asesinato o algún robo así como la petición de encontrar al culpable, había estado encontrando al culpable en cada uno de los casos sin embargo aún tenía la sensación de que esas personas solo eran esbirros controlados por alguien más.

Pensando en todo eso mientras sostenía la carta decidí abrir para descubrir que sucedía en esta ocasión -Justo cuando solo quería descansar esta noche, creo que deberíamos dejar claro un horario de atención al cliente no crees Hyp?- comentaba con tono burlesco mientras terminaba de sacar la carta.

Hyperion solo giraba sus ojos ante mi comentario mientras hacía un formal gesto para indicarme que procediera a la lectura de aquel documento, cosa que hice no sin antes dar un trago de buen vino. -Paris, hermoso Paris que en el teatro te regocijas al ver a las mejores galas, todo es hermoso, todo es alegría y colores, pero no una noche como hoy donde el auditorio se manchará de sangre, no podrás impedirlo querido amigo, pues llegarás justo cuando el desastre ya haya sucedido, una persona estará sin vida alguna, un misterio que debe ser cubierto por alguien de aptas capacidades ¿Podrás con esto querido detective o la presión del público te destruirá?- A mi siempre me sorprendía la redacción en cada carta, de alguna forma sentía un reto directo, sin más que decir al respecto tuvimos que vestirnos para la ocasión.

En esta oportunidad el fiel Alaric no podría acompañarnos, por eso llevaba mi bastón y no la correa, mi estuche con todo lo necesario y sin más por pedir partimos hacía el lugar de los hechos.

Tan rápido como se permitió estábamos en el teatro, había una gran cantidad de personas dentro del teatro rodeando al cuerpo y a una chica, no me costo nada en adivinar quien murió y quien era el presunto culpable. Suspire a los aires mientras indique a Hyperion que fuese haciendo preguntas, trataría de hablar con las personas que gritaban "¡Es la asesina! ¿Que haremos con ella?". Entre codeós y mostrar aquello que me certificaba como detective me dejarón avanzar hasta donde se encontraba la dama acusada, un hombre intento acercarse seguro para explicar lo que sucedía. -Momento señores, soy Amaury Porter, seguro algunos han escuchado de mí, sin embargo por el momento yo no requiero escuchar de ustedes, primero me interesaría saber la versión de esta señorita, así como informarles que nadie podrá abandonar el teatro, aquella persona que lo haga será la primera en perder su estado de "inocente" siendo detenido en el acto- comenté mientras sacaba mi pipa y hacía que la multitud se desplegara dando espacio a la chica -¿Madame le molestaría darme un poco de información?-