Cuando una puerta se cierra otra ha de abrirse [Mikhaela D'anthre]

por **Beatrix Cross** Jue Mayo 23, 2013 10:52 pm

MANSION CROSS EN SAINT GERMAIN <·> 8 AM

El servicio comenzaba ya los preparativos para dar inicio a aquel largo día, no se esperaba realizar nada fuera de lo normal pero en la noche habría de salir a un baile que un gran barón ofrecía en The Avenue des Champs-Élysées. Estaba por demás decir que no deseaba el atender tan aburrido evento, hacía un par de semanas que había arribado a la ciudad de París y mi rutina se había resumido en ir de fiesta en fiesta sin descanso. Me sentía sofocada y aburrida de tener que sufrir semejante martirio.

Extrañaba aquellos meses maravillosos que siguieron a la muerte de mi padre, los viajes misteriosos que al lado de mi amado tío realice por toda Europa con el afán de continuar mi adiestramiento en las artes oscuras. Sin embargo aquel bello sueño había terminado con una misiva que imperaba mi presencia en París. Mi tío había encontrado imposible el acompañarme aquella nueva ciudad y había tenido que quedar en Londres encargados de los negocios familiares.

-Fue un error el venir a París... debimos quedarnos con él. -Murmuré una vez que mis damas de compañía hubieron terminado mi tocado. Ante el espejo observe la perfección y finura de mis ropas, el elaborado peinado que mantenía mi tez despejada. Lo odie todo en un instante mientras podía observar a mi espalda la figura de aquel espíritu comenzar a materializarse. No había forma que fuera como deseabas, a veces debes aprender a dejar las cosas ser como son. Le lance una mirada asesina mientras con despreció comenzaba a deshacer el peinado, poco a poco las hebras doradas de mis cabellos descendieron como una fina cortina sobre mis hombros y espaldas.

-Te diré una cosa, estoy harta de hacer lo que todos quieren de mi. Cuando mi padre murió, cuando nos quitaron el titulo... pensé que todo llegaría a su fin. Pero no, todo empeoró. ¿Por qué tengo que ocuparme de todo yo? ¿Por qué no puedo hacer lo que deseo simplemente? -Me puse de pie impulsando la silla hacia el suelo, un sonido sordo y ahogado por la alfombra hizo saltar al espíritu femenino que retrocedió alejándose un paso de mi. -¿Por qué no me ayudas a salir de esta prisión? Enseñame la manera de hacerlo... -Amargas e implorantes eran mis palabras mientras le observaba acusadora. Aún no estas lista.

Dispuesta estaba con seguir aquello cuando alguien llamó suavemente a la puerta, me gire hecha una furia dispuesta a despedir a base de gritos a quien fuera. -Lady Cross... -detestaba el hecho que aun me tratasen como si fuera una noble- ...el desayuno estará listo en dos horas, ¿desea que su carruaje se disponga para darle un breve paseo? -Me quede congelada, quizás después de todo no estaba tan abandonada. Sin perder un segundo me acerque a la puerta y exclamé. -Que se haga así, disponer de mi carruaje lo antes posible y atrasar el desayuno una hora. -Me mire de nuevo en el espejo, sonriente... quizás era cierto que cuando una puerta se cerraba otra se abría.

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CALLES DE PARIS <·> 10 AM

Me encontraba ya en aquel pesado armatoste de madera y metal, el interior de la caja estaba forrada de terciopelo encarnado. Por la ventana podía observar el hermoso panorama de la ciudad de París. A diferencia de Londres todo parecía tener una vitalidad desbordante: el sol brillaba en su cenit en la cúpula celeste, los arboles comenzaban a mutar de color y parecían teñirse de sangre... incluso las personas parecían mucho mas animadas.

Maravillada ignoraba la molestia que solía ser el pasear en aquella caja con ruedas. El espíritu brumoso flotaba a mi lado, mirando con curiosidad y preocupación mi semblante radiante. Nos habíamos alejado de las zonas adineradas de la ciudad y comenzábamos a andar por una bulliciosa calle llena de paseantes y comerciantes. A través de la ventana me llegaba el aroma del barro y el pan recién cocido. Todo era tan maravilloso.

En una vuelta del camino el carruaje se detuvo abrumadoramente, el sonido de música y algarabía atrajo mi atención. Antes de que mi cochero logrará hacer algo ya me encontraba con medio cuerpo afuera de la portezuela observando un desfile colorido conde arlequines bailaban con payasos al son de panderetas y campanillas. -Será mejor que espere dentro lady, buscaré una forma de regresar a casa. -La idea de aquello me aterró, tenía que evitarlo... hacer algo lo más rápido posible.

Ni lo pienses Nadine, por favor... Sin escucharle tomé el sombrero que en el asiento del frente descansaba, abrí la portezuela y me lance como una gacela al suelo. Mis zapatos hicieron un sonido audible que asustó al cochero que comenzaba a azuzar a los caballero, giró el rostro solo para verme desaparecer entre la gente, mezclarme en aquel mar de cuerpos.

por **Mikhaeila/Dharian** Lun Jun 10, 2013 1:30 pm

La casa estaba llena de gente, mucamas y condes dando trastos por aquí y por allá, y estaba harta de tanto traqueteo. Puse una nota sobre la mesa principal y tome mi capa gris y salí por la puerta principal a gran velocidad, antes de que alguien pudiese detenerme. Cuando verían la nota, ya sería demasiado tarde como para que vayan en mi búsqueda, además, no había puesto mi paradero. Tras unas horas de caminar, me dirigí al mercado, buscando algo de entretenimiento.

El cielo clareaba, la gente caminaba, algunos apresurados, otros tan solo paseando, tratando de encontrar cosas que comprar, otros, bueno, cosas que robar. ¿Mi caso? Tan solo quería pasear, buscar algo para hacer, estaba atiborrada de los deberes reales y solo me placía despejar mi cabeza entre la sociedad.

Los caminos de tierra eran levantados por las correterías de los niños gitanos, de los vendedores ambulantes y algún que otro animal de paseo por allí. Mi rostro era cubierto por una fina capa de gasa ya que consideraba mi rostro conocido por el pueblo, pero en un momento, desistí. “¿Y qué si alguien me reconoce? Estoy a mis anchas y puedo hacer lo que se me diera la gana” Baje la capa y sonreí al sol, brillante y cálido. Sentí a unos niños pasar corriendo a mi lado y los observé. Eran tan divinos, libres y juzgados. Me daban pena.Detuve a una niña de cabello negro y le sonreí, ofreciéndole una manzana que había comprado minutos antes, dándome cuenta de que no había comido nada en posiblemente todo el día. Me agradeció con una sonrisa y fue detrás de los otros niños.

Fui caminando lentamente y fui consciente de que varias personas se aglomeraban por el camino. Mi curiosidad me gano y fui metiéndome entre la multitud, donde observé que varios niños, entre ellos, la niña a la que le había dado la manzana, hacían volteretas y malabarismos entre risas. Varias personas los miraban con asco y repugnancia, mientras que otros miraban maravillados. Sabía que eran niños nobles, no robarían ni harían trampas, pero la gente no era consciente de ello. Con una sonrisa, esperé que el acto terminara y tiré unas monedas de oro en un recipiente que mantenían cerca. Los niños me vieron y corrieron hacia mí, sorprendiéndome con un abrazo. Le di un beso en la cabeza a cada uno y fueron sonrientes a hacer de las suyas.

Habían pasado ya varias horas desde que había salido de casa, y todavía no había rastros de mis sirvientes. “Estarán pensando donde demonios me he metido” Solté una pequeña risa, dirigiéndome hacia el otro lado del mercado. Paré en una tienda de antigüedades y por tan solo unas monedas de plata obtuve un pequeño colgante de esmeralda. Era precioso, por lo que decidí colocármelo, agradeciendo a la dueña.

-Si desea, habrá un festival dentro de media hora, por favor, quédese a observar.- Me sonrió- He visto como ha tratado a esos niños, y estoy segura de que la encontraran de nuevo.

-Oh, gracias por la invitación. Iré a verlo.-La saludé con un gesto amable y partí de nuevo a una caminata. Nunca había visitado el lugar, por lo que no sabía lo grande que era, la cantidad de negocios que allí había y la cantidad de personas que bien podía encontrarme por esos lugares.

Los minutos pasaron y fui escuchando como un joven anunciaba la hora del festival, por lo que apresuré los pasos hasta llegar a donde toda la multitud se aglomeraba, viendo como niños, jóvenes y adultos, hipnotizaban a la gente con sus trucos y juegos al compás de la música gitana. Muchos aplaudían al son de las panderetas y otros cuchilleaban. “¿No son capaces de disfrutar de un buen espectáculo sin juzgarlos?” Suspiré, desviando la mirada hacia los participantes del festival. Varios jóvenes interpretaban escenas con sus títeres de madera y otros tantos hacían malabares con objetos comunes y peligrosos, como cuchillas y demás.

A lo lejos, vi un carruaje estancado en medio del festival, tras lo cual solté una pequeña risa, cubriéndome con las manos. El cochero apenas podía manejar al caballo y este estaba desesperado. Observé que del mismo salía una joven rubia algo peculiar y se lanzaba al suelo con ímpetu. “Vaya, esta chica tiene serios problemas, ¿de donde estará escapando?” Avancé unos pasos hacia el hecho, pero pronto la perdí de vista, ya que se había mezclado entre la multitud. Sus vestiduras quizá la camuflaban, pero incluso desde lejos me había dado cuenta de su peculiaridad, por lo que decidí ir en su búsqueda. La había visto lo suficientemente bien como para encontrarla nuevamente, pero no podría avanzar entre tanta gente como humana.

Decidí salir de entre medio del mar inagotable de personas y dirigirme hacia un puesto algo oscuro para transformarme en la gatita que era, así agilizarme más entre la multitud y quizá volver a encontrarla.

por **Beatrix Cross** Mar Jun 11, 2013 2:22 pm

A base de empujones, codazos y golpes me abría paso en medio de la multitud que parecía moverse por medio de la conciencia común. Arremolinandose ante el espectáculo de aquellos gitanos que no hacían mas que endulzar su mirada con trucos bien ensayados. Gritos de sorpresa, molestia y alguna que otra imprecación respondían a mis actos realizados con plena conciencia. Me había detenido un par de veces para ver en dirección de mi cochero, constatando que el trabajo con los caballos y el pesado carromato no le permitirían ir en mi búsqueda. Era perfecto aquello y sabía bien que en una situación como esa no me encontrarían ni aun cuando removiesen la ciudad entera. Había ganado.

¿Pero que has ganado Nadine? Murmuró el espíritu a mi oído con tono molesto, si estuviese materializado seguramente hubiese tenido aquel gesto de molestia que tanto me exasperaba. -He ganado un momento para mi, demonios realmente no pido demasiado. -Contesté con un susurró que paso desapercibido a la multitud que lanzaba gritos de sorpresa ante los actos osados de un malabarista. -Si tanto te molesta lo que hago te puedes perder, no necesito de tu ayuda ni consejo para divertirme. -Declaré testaruda logrando hacer mi camino hacia una zona un tanto mas despejada. Me encontraba en las periferias de unos puestos de fruta y verduras abandonados por los clientes, dejando a sus dueños con el ceño fruncido. Se que es así, de igual forma debo cuidarte... no es correcto que actúes como una niña mimada.

Ignorando las palabras de aquel espíritu me acerque a los puestos contemplando las maravillas que aquellos seres ansiosos por dinero me ofrecían con voces animadas. A todas sus propuestas respondía con una sonrisa suave o un negar leve de cabeza, realmente no me apetecía comer solo quería contemplar aquellas maravillas que se me eran negadas por mi condición, aquellos actos tan cotidianos en la vida del común y que para mi eran misterios magníficos. Me alejaba ya de los puestos de frutas cuando mi atención fue captada por un grupo de chiquillos zarrapastrosos que se acercaban sigilosos a un puesto a mi derecha, retrocediendo un paso les contemple desde la sombra de un carromato abandonado con cierta curiosidad morbosa.

Sus ropas sucias y andrajosas hablaban de una carencia que jamás experimentaría, al igual que el gesto perdido de sus rostros hambrientos. No eran mas que hijos del infortunio, di un vistazo a sus auras sucias y violentas, quizás sus actos en ese momento eran guiados por el hambre, pero algunos de ellos parecían contar con sangre en su pasado. Deberías intervenir... Murmuró el espíritu que sabía que pasaría a continuación. Los chicos se acercaban a aquel puesto aprovechando el descuido del tendero que se había encaramado en una caja de madera para contemplar el desfile de los muchos actores callejeros, dejando con ello desatendido su negocio. Un error que se pagaba caro en las calles de París, inundadas de la prole hambrienta y desesperada. -No... deseo ver hasta donde llega esto.

Un par de chiquillos se internó en el negocio a gatas mientras otros tomaban frutos y alimentos guardándoles entre sus ropas con rapidez. Aquellos que habían entrado a la sombra del lugar salieron poco después mostrando por unos segundos la bolsa de cuero que seguramente contendría las ganancias del honrado vendedor. Este ultimo pareció notar el movimiento a su espalda, girándose solamente para contemplar la carrera del grupo de infantes que se perdían calle abajo en dirección. de los arrabales. -¡Ladrones, malditas ratas! -Gritó en balde atrayendo la mirada de algunas personas, sin embargo los niños se habían perdido ya de vista cuando trato de hacerse a su alcance. Por mi parte salí de mi escondite, siguiendo los pasos de los niños y el rastro que dejaron a su andar. Es peligroso, ya no es momento de que entres en esos asuntos. Dejalos ir. Me recomendó el espíritu materializándose solo para mis ojos en una danza de motas de luz que delineaban burdamente su perfil. -Quizás no deba, pero algo me huele mal. -Y era verdad, una de aquellas auras había parecido ser diferente al resto, no sabía explicar bien el por que... pero presentía algo en aquello. Dejando atrás el sonido de la fiesta me apresuré a buscar el escondite de aquellos jóvenes ladrones.

por **Mikhaeila/Dharian** Vie Jun 14, 2013 9:07 pm

Decidí transformarme en la gatita que mejor conocía, aunque sería raro encontrar a una gatita de raza dentro del mercado en las calles parisinas, pero qué más daba, algo me olía mal. Algo dentro mío me decía que algo malo pasaría si yo no estaba allí para detenerlo. Quizá debería ayudar a la jovencita, o quizá debiera ayudar a alguien más. “Más vale prevenir que curar” pensé, en lo que salía del rincón a toda velocidad, olvidando que debía estar en casa antes de anochecer, para no preocupar a la gente de mi casa.

Trepé por unas escaleras y así llegué a los techos de los establecimientos, me parecía más práctico que andar entre los pies de las personas y correr el riesgo de que me pisaran la cola o algo peor. Si, dolía. Salté de un techo a otro, sin dar con la joven, y tras media hora, desistí. Busqué un techo alto para descansar y allí vi a unos jóvenes que acababan de salir corriendo de un establecimiento de verduras y al dueño corriendo detrás, pero desistiendo. Poco había entendido de sus insultos, pues estaba muy por arriba, pero estaba claro que lo habían robado: unos tenían la mercadería, mientras otros tenían colgando unos sacos de cuero con las posibles ganancias del día del desafortunado vendedor. Sentí pena por el pobre hombre, pero los jóvenes eran veloces. Por fortuna no habían sido los mismos chicos de hacia minutos atrás. Eran otros, pero algo me pinchaba. Suspiré, sentada sobre mis cuartos traseros, pensando qué demonios hacer. Los vi correr hacia otro establecimiento y desaparecer adentro.

Seguí mi instinto, saltando hasta llegar al suelo, y fue allí que vi a la joven chica esconderse, parecía hablar con alguien, pero no había nadie. Esto me extraño sobremanera, pero decidí quedarme allí a observar su siguiente movimiento. Quería saber qué haría, por lo que me sorprendió cuando decidió ir tras los pilluelos ladrones, entre las personas, sin importarle si chocaba o no con las personas. Tras meditarlo unos segundos, la seguí. No la dejaría sola, a pesar de no saber qué se traía entre manos.

Volví sobre mis pasos tras meditarlo unos segundos, pues había demasiada gente en las calles en ese momento, por lo que decidí buscar una ruta alternativa hacia la mujer. “¿A dónde vas querida? ¿A ver a esos jóvenes?” Negué con la cabeza, algo intrigada. Habíamos atravesado ya la mitad del mercado y ni pista tenia de lo que ella haría, pero cuanto más nos acercábamos, mas sentía yo que algo andaba mal.

Me volví humana nuevamente, ella todavía no me había visto, debía de hacer algo, por lo que me oculté detrás de un carro y volví a mi forma humana, intentando disimular que la estaba siguiendo. Lo que no sabía era que las cosas se complicarían de un momento a otro.

por **Beatrix Cross** Sáb Jun 15, 2013 6:47 pm

Ligero mi andar desentrañaba los misterios de aquellas arterias intrincadas que representaban las calles de París. Por mi misma jamás habría sido capaz de recorrer tales recovecos sin perderme, pero a la guisa de aquellos pequeños pilluelos era fácil el andar sin temor a errar el paso. Eran los desprotegidos de París los mejores guías que cualquiera pudiese encontrar, buscando los mas inesperados rincones para acortar las distancias, los atajos mas secretos y misteriosos donde las maquinaciones y secretos se cuajaban al aroma de la putrefacción.

Mis ojos, ávidos de aventuras, recorrían cada callejón rebuscando hasta el mas mínimo detalle. Era realmente impresionante para mi, no por que se escondiesen misterios únicos en sus sombras, si no que para alguien acostumbrada a la vida fácil aquellas carencias y cotidianidad tan cruda no eran mas que maravillas inhóspitas. El espíritu seguía mi andar, desapareciendo y reapareciendo sin orden aparente, murmurando a mi oído reconvenciones y consejos que bien me cuidad de ignorar. El seguir sus ideas simplemente me llevaría a caer nuevamente en el aburrimiento y ostracismo.

No estamos solas. Declaró repentinamente mientras me inclinaba para mirar dentro de una casa destartalada y descubría en su interior los restos de un jardín salvaje. -¿Qué has dicho? -Indagué con tono distraído mirando hacia el frente, asegurándome que los chiquillos seguían estando a mi alcance. -Claro que no estamos solas, las ratas y mendigos parecen pulular en derredor. -La ligereza de mis palabras denotaba la poca atención que hasta entonces había prestado y lo poco que me interesaba el caer en una intriga, al menos de manera consciente.

No estoy hablando de las ratas. Su mano se materializó con la suficiente fuerza para tirar de mi brazo, obligándome a girar violentamente sobre mis talones. Si cualquiera hubiese contemplado aquello se había sorprendido de aquel movimiento impulsado por una fuerza invisible. -Demonios, sabes detesto hagas esas... -Mis palabras se congelaron cuando pude notar no muy lejos de nosotros una figura que proyectaba su sombra sobre el suelo. En cualquier otro caso podría haber sido cualquier cosa, pero confiaba en el sexto sentido de aquel espíritu y sobre todo la situación imperante parecía apuntar a una persecución. -Pensé que era yo la que perseguía este día. -Dije lanzando un suave suspiro, mire de reojo a los niños que se perdían al doblar la esquina. No podía ocuparme de ambas cosas y siendo que tenía ya una sombra reía que eventualmente me alcanzaría. Lanzando una postrema mirada donde aquella sombra se escondía apresuré el paso para alcanzar a los muchachos.

Sin embargo cuando alcance aquel giro en el camino me encontré con una sorpresa. Aquello era un callejón sin salida. Miré en derredor encontrando-me sola rodeada de tres paredes lisas sin que aparentaran ni una sola fisura. -Pero... -comencé a decir cuando a mi espalda pude escuchar el sonido de pasos ¿era acaso aquella sombra que me perseguía? No había forma de saberlo, rápidamente encontré un escondite tras una serie de cajones destartalados. Desde aquel punto esperaba encarar a mi perseguidor y quizás después encontrar el lugar por donde aquellos pillos se habían escabullido.

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