Hello, stranger (Ryley Ende)

por **Leigh Lezarc** Mar Mayo 28, 2013 6:19 pm

Pasaron varias semanas antes que Leigh se reportara de nuevo con el hombre que le había ayudado la noche del accidente. Prometió contactarlo pero jamás habló de tiempos. Se fijó el lugar, más no la hora.

La tardanza tenía un motivo típico en ella, desconfianza. Sabía bien que Ryley no sólo la había encontrado en el callejon con una pierna fracturada, sino que además la había cargado casi desmayada hasta ser asistida por un médico, llevado a su propia casa, alimentado y permitido descansar para que luego ella se fuera sana y salva. Pero parecía no serle suficiente en cierto modo. No obstante, otra parte de ella, a la que por lo general prestaba menor atención, reclamaba el cumplimiento de su palabra para él, además de la posibilidad de intentar conocerle mejor antes de emitir juicios severos.

Una carta fue enviada a casa de Ryley el lunes en la mañana para él con la invitación:

Carta:

Cuando llegó el sábado, Leigh se despertó a las 6:00am y acortó el tiempo de entrenamiento a sólo media hora. Un breve calentamiento y trotar por el enorme jardín le permitió no romper con la rutina pero sí disminuirla para estar al pendiente de todo.

En la mansión estaban todos avisados acerca de la visita de Ryley. Algo sabían de la historia, todo a medias claro, excepto por su dama de compañía; ella lo sabía todo e incluso cubriría la falsa historia del perro perdido si es que a él se le daba por preguntar. Por supuesto resultaba extraño que Leigh admitiera a alguien en casa con tales atenciones y que hubiera exigido tener variedad de frutas, bebidas calientes, tartines y demás aperitivos típicos del desayuno y de los cuales se pudiera elegir sobre la mesa.

Por suerte, ese era un sábado cálido que daba la posibilidad de disfrutar al aire libre; era una de esas despedidas que da el verano cuando inicia el otoño y que no vale la pena desaprovechar por ningún motivo. Una mesa pequeña fue acomodada estratégicamente en el jardín junto con dos cómodas sillas que hacían juego perfecto, era un set de mimbre elaborado para el verano pero con un diseño especial hecho para Los Lezarc hace poco tiempo. Al lado, en una mesa de mayor tamaño y cubierta por un mantel de inmaculada blancura, se ubicaba el menú que ella había puesto a disposición. Tal vez era excéntrica en ello, pero era estricta con sus deseos y por sobre todo consigo misma. Si daba su palabra, la cumplía con excelencia.

Leigh tomó un baño luego del entrenamiento y tras dar unas indicaciones adicionales que le dieran el tiempo suficiente para arreglarse en paz. A diferencia del primer día que se vieron, esta vez llevaba un atuendo bastante distinto al de la cacería, ya no parecía un chico accidentado sino más bien todo lo contrario. Dejó sus oscuros cabellos sueltos en esta ocasión y llevaba puesto un vestido de delgada tela, que parecía seguir la línea de su figura y que se recogía alrededor de la línea del busto con pequeñas mangas cortas. No obstante, era un vestido discreto y que caía con la libertad de la seda. Llevaba también unos pequeños pendientes en los lóbulos de sus orejas que acompañaban un pequeño camafeo que prendía de su cuello en un color azul similar al de sus ojos. Estaba arreglada y perfumada como la dama que solía encargarse de los asuntos familiares durante las tardes y la que mantenía la imagen familiar como le era exigido. Sin embargo estaba cómoda con ello y disfrutaba de sus perfumes diurnos hasta que la otra faceta afloraba. Por supuesto esta vez estaba presentable, peinada, perfumada, sana. Dispuesta a recibir a su invitado.

La puerta sonó 3 veces mientras se ponía sus zapatos altos y de tacón delgado y tras ello sonó la voz que daba la señal de la llegada de Ryley. -Señorita Lezarc, ya llegaron con su invitado. Baje, por favor, está dentro de la mansión, abajo, en la entrada en cuanto usted baja la escalera.- Dijo la mujer en tono bajo. -Felipa, dile porfavor al señor que ya bajo. Le acompañaré en breve- Fue lo último que afirmó al respecto mientras ajustaba la hebilla de sus zapatos alrededor de sus tobillos.

por **Ryley Lezarc** Dom Jun 02, 2013 4:05 pm

Después de la partida de la señorita Lezarc creí de verdad que no la vería de nuevo, que nuestro encuentro iba a terminar siendo de eso que quizás ambos recordaríamos con dificultad cada cierto tiempo y después lo enterraríamos de nuevo en los recuerdos.
En mi quedaría el recuerdo de tan peculiar mujer y la situación tan extraña en la que ambos nos habíamos topado; pero eso sería todo, nada más y nada menos que solo eso.

Inesperada como el encuentro, aquella carta estaba para mostrar de nuevo que lo que había pasado no era simplemente un sueño, ni algo que ella no cumpliría. Leigh no solo era hermosa si no que cumplía realmente lo que prometía, no como otras personas de esas clases privilegiadas que se daban a la tarea de simplemente ignorarnos y vivir a su opulento estilo como si nada más importara que las riquezas, las fiestas y obtener más dinero.
La carta tenía además de la invitación unas pequeñas "recomendaciones" a considerar si es que no pensaba asistir, pero pensar algo así era meramente ridículo pues había esperado para recibir aquella invitación. De manera obvia no avise que faltaría pues pensaba asistir aunque siguiera creyendo que no era lo más conveniente debido a la diferencia de status entre ella y yo, pero nada que la cautela al llegar a su hogar no evitara malos ratos.

El sábado de la invitación me levante en cuantos los rayos del sol hicieron su aparición en mi cuarto, aunque la verdad era que no había pegado el ojo en toda la noche y aún así lucía como si hubiese dormido plácidamente toda la noche. De vez en cuando los gajes del oficio eran mucho más convenientes de lo que cualquiera podría pensar, justo como en esos momentos. No tarde mucho en tomar un baño e intentar lucir de la manera más decente para asistir a la casa de alguien como aquella sofisticada señorita, que si bien recordaba la manera en la que la encontré… bueno, en un principio no aparentaba ser una dama rica.
Busque un atuendo de esos que pocas veces solía utilizar pero que algunas clientas me regalaban, debía agradecer a la amabilidad de cada una de ellas que luciera de manera más decente a la usual incluso aunque siempre intentara lucir lo mejor posible en todas las demás ocasiones.

De manera puntual llegaron a mi puerta para ser guiado hasta la residencia de Leigh, quiero admitir que me encontraba algo nervioso por el asunto del desayuno en un lugar que de seguro sería todo lo opuesto a mi humilde hogar. Al dar el primer vistazo a la residencia Lezarc, me di cuenta de que mi creencia no estaba muy lejos de la realidad, pues el hogar de aquella señorita era realmente impresionante y me fue imposible observar de un lado a otro cuando me guiaron hasta el jardín, en el cual había una pequeña mesa dispuesta para ambos.
Se me informo que pronto me encontraría con ella en ese lugar y para no ponerme nervioso camine un poco por el jardín sin alejarme mucho de la mesa; no quería terminar luciendo como un interesado o algo así, pero poseía curiosidad acerca de ella y del lugar donde vivía.

Suspire y observe al cielo, ahora no quedaba realmente nada que hacer más que esperarla. Ya no existía la forma de huir de aquel lugar o fingir que debía hacer algo importante, me encontraba ya en aquel elegante jardín y nada podía hacer más que disfrutar de la compañía de Leigh que seguramente aparecería en cualquier instante.

por **Leigh Lezarc** Lun Jun 10, 2013 4:48 am

Una última mirada frente al espejo, pasar las manos sobre el vestido como eliminando las arrugas que no habían y ya estaba lista para ir a desayunar junto a su invitado. ¿Cómo los trataría la mañana? seguramente mejor que la noche del accidente. Además, era una buena señal que él hubiese aceptado la invitación y estuviera listo al momento en que fueron a buscarlo a su casa para trasladarlo a la residencia Lezarc.

Sin más, Leigh salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí y bajó la escalera de mármol mientrás sus pasos se escuchaban con claridad. Parecía otra mujer, caminaba con elegancia y con un perfecto manejo de sus tacones de aguja, además de aquél delicado vestido que lucía con gracia. Como suponía, Ryley había sido dirigido a la parte trasera donde se llevaría a cabo el desayuno y ella no se hizo esperar más. No era necesario indicar nada, todo había sido estrictamente preparado y eso le daba la posibilidad de darle la pronta bienvenida sin dar más tiempo a otros detalles.

Una especie de living daba a la puerta del patio trasero, era enorme y hecha gran parte en vidrio reforzado que permitía entrar una claridad importante a toda la parte baja de la mansión; la mujer atravesó la misma -que ahora estaba de par en par- y con seguridad avanzó hacia su invitado. Ella llevaba las manos entrelazadas a la altura del vientre y el sonido de sus pasos fue reducido por la presencia del poco cesped en un arreglado camino. Lo observó sin que él tal vez se percatara de su presencia, pues estaba de espaldas a ella, pero aún así, se notaba que llevaba un atuendo formal y agradable e iba peinado con detalle pero también con naturalidad.

-Buenos días- Dijo Leigh en un tono de voz amable y bajo. -Me alegra que haya aceptado mi invitación- él aún no había girado pero ella sentía una enorme curiosidad de verlo en otra faceta, en esa que tenía para esa mañana de cita arreglada, en el buen sentido de la palabra. Cada uno había tenido tiempo de prepararse y dar otra impresión, con tiempo, sin ser víctimas de lo fortuito. Por supuesto, lo fortuito no siempre es malo, y aparentemente este encuentro era muestra de ello.

Aquél encuentro había sido prometido por Leigh con anterioridad, sin embargo era extraño que ella ofreciera algo como eso, era extraño que ella quisiera ver a alguien de nuevo, pero muy probablemente el impacto que había tenido el hombre en ella era más fuerte del que pensaba en un principio. Fue detallista con la carta, con esperar al tiempo que creía correcto, con los detalles en los muebles, en la comida, en su atuendo... cada cosa estaba ubicada estrategicamente y durante las semanas que pasaron sin dar ningún reporte a quien la había practicamente salvado, estuvo pensando como debía suceder lo que tenían ahora al frente. Si bien ella era algo psicorígida, esto sin duda iba más allá de tener todo bien porque una mera cuestión de etiqueta. Incluso quienes trabajaban desde hace mucho para la familia o más específicamente para Leigh -quien para entonces era la única ama que tenían- les era extraña tal situación. No paraban de cotillear y hacer pequeñas bromas a la cazadora pese a conocer su carácter y finalmente, ella no tomaba nada mal pero tampoco afirmaba nada. Ellos eran una especie de cómplices de sus propios inventos o suposiciones y por supuesto nadie les afirmaría nada, Leigh vivía en una frecuente negación de todo lo que pareciera distinto a venganza o negocios. Al menos así era por ahora.

por **Ryley Lezarc** Jue Jun 13, 2013 8:00 pm

Observaba todo con detalle, haciendo cada vez más que mi mente se percatara del lugar al que cada uno pertenecía y la gran diferencia entre ambos, ella había sido criada con grandes jardines y mucha gente a su alrededor, con vestidos de finas telas y asistiendo a elegantes fiestas. Yo por el contrario siempre debía de estar trabajando en una cosa o en otra para poder mantenernos a mi y a Vale; debía comenzar a abrir los ojos a la realidad de que después de esa comida en agradecimiento por más que sintiera que a mi corazón le pesaba todo aquello, no volvería a verla. Nuestros puestos en ese mundo eran diferentes y las cosas debían de ser de cierta manera.

Suspire, pues la corta espera se hacía cada vez más larga conforme mis pensamientos saltaban de manera desordenada de una cosas a otra. Era terrible esa especie de momentos en los que la mente hace lo que quiere con la voluntad de uno, haciendo jugarretas como aquella.
Intentaba desviar mis pensamientos de esa negatividad que me embargaba cuando la voz ya conocida de Leigh llegó hasta mis oídos y me gire de manera veloz, para encontrarme con una mujer completamente opuesta a la que vi por primera vez. De la mujer herida y al borde de la muerte que encontré entre los callejones, solo quedaba el recuerdo; lucía elegante, fuerte, decidida y sobre todo sumamente hermosa, a tal punto llegaba mi sorpresa a verla que me quede en silencio unos instantes simplemente sonriendo, sin apartar la mirada de ella.
- Yo… - inhale profundo, para que las palabras correctas salieran de mis labios y no cualquier tontería - no podría haber faltado jamás. Muchas gracias por la invitación y… - camine en su dirección, hasta quedar muy cerca de ella, lo suficiente como para tomar su mano con cuidado y depositar un beso en ella - permita que le diga que luce usted hermosa esta mañana, señorita Lezarc - sonreí después de decir aquello sin ser capaz de dejar de mirar un segundo su belleza y solte su mano después. Todo lo que antes había estado atormentando mi mente desapareció en el momento que ella hizo acto de presencia.

Aún me encontraba algo preocupado por su salud, pero al parecer todo lucía bien; igual y con eso me atreví a cuestionarle sobre sus heridas.
- ¿Cómo se encuentran sus heridas? - guarde silencio para que pudiera responderme y después continúe - Espero que ya no corra detrás de sus perros a los atardeceres porque para usted es muy peligroso - ofrecí mi brazo para caminar hasta la mesa y que se recargara, pues igual no quería arriesgar que algo le pasara, mucho menos al notar la clase de zapatos que estaba usando en esos momentos - tiene usted una casa hermosa señorita, nada comparable con mi humilde hogar - comencé a caminar rumbo a la mesa y una vez cerca de ella, moví una silla para que ella pudiera tomar asiento.

Ahora de nuevo, sentía que debía agradecer a mi trabajo la clase de modales que poseía y las formas en las que había aprendido a tratar a las mujeres, claro que Leigh no era comparable con ninguna de las que conocía. Ella era simplemente perfecta ante mis ojos, era la clase de mujer por lo que haría todo lo que estuviera a mi alcance por mantenerle a salvo siempre, incluso aunque mi vida dependiera de ello.

por **Leigh Lezarc** Lun Jun 24, 2013 1:58 am

Un día sin pensar en cacería de seres raros, una mañana sin entrenar mientras maquina como asesinar a los implicados en la muerte de su madre, un día, en resumen, sin venganza. La presencia de Ryley en casa daba la sensación de distraer a Leigh de la maraña de enredos que parecía ser su cabeza.

¿Qué pensaría él de toda la situación? Era posible que ya hubiera olvidado el raro encuentro de esa noche en la que se encontraron, o que por el contrario puede que en ese lapso de tiempo él haya encontrado las incoherencias que contó la cazadora acerca de su accidente. Sea como fuere, Leigh planeaba mantener el tema al margen y hablar la menor cantidad de detalles acerca del mismo.

Él se giró tras el saludo hecho por Leigh y en cuanto sus miradas se cruzaron se generó un silencio durante el cual ellos parecieron observarse. Como era de esperarse, ambos lucían completamente distintos y a diferencia del dicho que reza que la primera impresión es la que vale, era muy probable que ellos se quedaran con esa segunda. Ryley lucía menos cansado que la primera vez que ella lo vio y, con razón, pues ella recordaba muy claro que aparte del trajín del día, él había tenido la mala suerte de cruzarse con ella en semejante estado y había tenido que cargarla. Por otra parte, fue consciente que no era un hombre cualquiera, al menos no para ella. Su altura era mucho mayor de la que recordaba y era poseedor de una belleza bastante notoria, de la cual por algún motivo, la cazadora agradeció que no se debiera a sangre sobrenatural. Él sonrío y ella frunció los labios en ese gesto que parecía una sonrisa y que era lo más parecido que podía simular a una; ella no sonreía a pesar que Ryley le provocara una simpatía que parecía ir en aumento, ella no sonreía por nada desde hace ya un par de años.

No es posible describir la impresión exacta que logró aquél hombre con su modo de saludar. No solo fue el besar su mano como todo un caballero, sino fue emitir un elogio que Leigh estuvo dispuesta a aceptar, a diferencia de muchas otras ocasiones en que, simplemente, se alejaba molesta y esquivaba a cualquier muchacho que pretendiera adularla de cualquier forma.

-Por favor, Monsieur, no hay nada que agradecer. Más bien, soy yo la que agradece su cumplido y sus atenciones conmigo.- Respondió. Seguramente si alguno de sus sirvientes la escuchaba quedaría sorprendido del modo de expresarse en esa mañana, se hubieran quedado boqui abiertos casi como ella misma se imaginaba. Él era tratado como el invitado de honor que era, no merecía menos aunque el carácter de Leigh fuera por lo general hostil. –Luce usted muy bien, es un gusto que haya aceptado venir- acotó y bajó su mano en cuanto él la soltó, para volver a entrelazarla adelante con la otra.

-Mis heridas están bien, de hecho ya no están porque he sanado por completo- contrajo los labios de nuevo como si evitara siquiera sonreír a pesar que sus comentarios sí le despertaban la gracia que quizás él pretendía. –Y sin perros, por supuesto. Créame que he aprendido la lección- Asintió con amabilidad y tomó el brazo que Ryley ofrecía en una muestra más de su caballerosidad; no era que ella lo necesitara como apoyo porque como había dicho, había sanado por completo y además manejaba perfectamente sus zapatos altos, que, por cierto, agradecía haberse puesto dada la altura de su acompañante que la sobrepasaba por varios centímetros.

Avanzaron hacia la ya preparada mesa y el último comentario de Ryley fue duro tanto para él como para ella. –Mmm, lamento contrariarlo pero se equivoca. La casa es linda, sí, pero difiere de ser un hogar como sí lo es el suyo.- Tomó asiento agradeciéndole a él mover su silla y una vez estuvo sentado prosiguió. –Por cierto, fue bastante acogedor.- Acotó con sinceridad mientras desvió apenas la mirada a una de las mujeres que le servían y que sin necesidad que Leigh dijera nada, se acercó para servir el desayuno.

-Espero que le agrade el desayuno- Dijo Leigh mientras una muchacha de joven apariencia ponía un vaso con zumo de fruta para cada uno, además de piezas de fruta perfectamente picada y organizada en pequeños recipientes.

-¿Prefieren café au lait, chocolate o té?- pregunto la joven y Leigh de inmediato dirigió la mirada a Ryley para que eligiera la bebida caliente a su gusto. -¿Monsieur?- preguntó para darle pie para hacer su elección.

por **Ryley Lezarc** Dom Jun 30, 2013 12:17 am

Pero cuando tu apareces, se desvanece el dolor.
Paraísos artificiales - Dorian

Era tan sencillo olvidar las cosas agobiantes de la vida diaria con la presencia de alguien como Leigh para iluminar los días que imagine encantado la idea de poder ser capaz de verla al menos desde la distancia diariamente, estaba seguro que de pasar eso mis días siempre se llenarían de luz y las cosas buenas me lloverían a montones.

Una sensación cálida recorrió mi cuerpo cuando nuestras miradas se encontraron, era la misma sensación que solía tener cuando tenía mucho tiempo sin ver al alguien que apreciaba. Sonreí al darme cuenta de lo que eso significaba pues al parecer aunque no lo deseara porque sabía que de eso no saldría nada bueno, mi cuerpo entero me llevaba a extrañar a Leigh. Si bien no habíamos pasado mucho tiempo juntos y tampoco convivimos lo suficiente, las cosas eran así y no podía hacer nada para cambiar lo que sentía, la realidad es que de poder cambiarlo tampoco lo haría.
La sonrisa en el rostro ajeno me emociono, mis latidos aumentaron la velocidad y mi mirada continuaba insistente en no despegarse ni un segundo de la mujer que se encontraba frente a mi; más allá de ella, por donde había llegado podía notar a las personas que seguramente eran parte de la servidumbre y apenas desvíe mi mirada un poco para notar como cuchicheaban entre ellas y nos observaban con gran curiosidad, aquello que sucedía en esos momentos al parecer era algo que pocas veces sucedía en esa enorme casa.

Era tan hermosa, sus ojos se notaban tan sinceros y su voz era tan embriagadora que bien podía quedarme escuchando lo que fuera que quisiera decir durante horas e incluso días. Su cumplido a mi atuendo me resulto gracioso pues la ropa que usaba aunque regalada por una cliente de alta cuna como ella, no era nada parecido a lo que ella vestía, más también podía ser solo mi forma de percibir las cosas. Me encontraba seguro en esos instantes de que aunque alguna princesa se parara frente a nosotros haciendo demostración de sus mejores vestimentas, mi mirada igual se enfocaría solo en Leigh.
- Gracias, es usted muy amable respecto a lo que dice de mi vestimenta - suspire aliviado al escuchar que ya estaba recuperada del todo, al menos ahora tenía algo menos por lo cual preocuparme por ella - Me alegra saber que todo esta bien y que ha aprendido la lección - le sonreí - aunque si en algún momento desea salir a pasear con sus perros estaría encantado de hacerles compañía a usted y a quien le acompañe, así evitaríamos otro desafortunado incidente - y ahí iba de nuevo yo, que sabiendo que las cosas no debían, ni podían ser así me ofrecía de nuevo a perjudicar de alguna manera a tan bella dama. No me perdonaría a mi mismo si algo le llegaba a pasar por culpa de mi profesión y los contactos con ella… pero de verdad que estaba dispuesto a correr los riesgos que fueran necesarios siempre que las consecuencias me llegaran únicamente a mi y nunca a ella.

Sentado frente a ella y escuchando hablar sobre los hogares de ambos, me encontraba un poco incrédulo. ¿Un hogar? Me había esforzado de verdad por crear el mejor lugar para que mi hermana viviera en paz y olvidara todos los malos momentos que vivimos años atrás cuando la familia estaba junta, no había hecho nada más que eso.
- Su casa también es un hogar, solo que necesita encontrar la calidez en él - le mire fijamente y con voz sería proseguí - pero si después desea ir de nuevo a nuestro hogar, será bienvenida siempre - guarde silencio al ver como una mujer se acercaba a servirnos el desayuno y me sentí un tanto extraño pues era la primera vez que algo así me pasaba. Durante todos mis años de vida siempre me había servido la comida por mi cuenta pero era obvio que no estaba en casa.

Todo era perfectamente organizado frente a casa uno de nosotros y asentí a las palabras de Leigh. ¿Cómo era posible que algo como aquello no me agradara? La fruta, el jugo… todo se veía delicioso y el aroma era sumamente agradable.
- Un café, por favor - observe a la mujer que nos preguntaba y después mire a Leigh - ¿Para usted señorita? - aguarde a que hiciera su petición y en lo que la mujer se alejaba me sentí de nuevo en la necesidad de hablar con ella - Su familia no tendrá problemas si la ven tomando el desayuno con un desconocido que no saben de donde salió - preguntaba eso porque quería que ella me confirmara que nuestros mundos no estaban hechos para juntarse tanto, deseaba que de una manera u otra me alejara de ella y de todo lo que su presencia traía a mi. Estaba buscando una forma de decirme a mi mismo que no debía alejarme antes de descubrirme enamorado de Leigh Lezarc…

por **Leigh Lezarc** Mar Ago 06, 2013 9:52 pm

Asintió, porque no sabía que acotar luego que él hubo dado gracias por el comentario de su vestimenta, realmente lucía bien, parecía haberse esmerado para ir a la casa de Leigh a pesar que era un simple desayuno, -en palabras de ella, porque en hechos era más bien lo contrario.-

Perros, ¿Ella paseando perros? la sola idea causaba gracia porque bajo ninguna circunstancia la cazadora lo hacía; los animales no le disgustaban pero no se apegaba ni siquiera a ellos. Los había en casa y los apreciaba pero no se ocupaba de los mismos, no le quedaba tiempo ni espacio en su mente para tal cosa. -Sería estupendo, aunque creo que por la lección no lo haré en algún tiempo- musitó pero sin mostrar un sí o un no claros. Sus explicaciones jamás eran cosa sencilla, la complicación le perseguía las palabras y aunque hubiera querido decir "Sí, me gustará salir a pasear a los perros en tu compañía" sonaba forzado y no estaba dispuesta a ello, no quería negarse a sí misma ni crear más mentiras para él, ya había sido suficiente y debía usar los argumentos para cosas más importantes.

Ahora se centraba en el desayuno, uno acompañada luego de tantos solitaria... Por lo general, Leigh se sentaba a una larga mesa de madera púlida, oscura y gruesa que estaba al interior de la casa, y con todo servido exigentemente se dedicaba a comer mientras meditaba. Nadie había nunca alrededor, sus empleados dejaban todo y se iban a seguir con sus labores lejos de ella. Sabían que se quedaba ahí por largo rato, comiendo lento y pensando mucho, mirando a un punto cualquiera y maquinando cosas una y otra vez sin prestar atención a nada más. Esa era la razón por la que todos los cercanos ahora cuchicheaban y Ryley parecía haberlo notado aunque no dijo nada al respecto.

Guardó silencio cuando se habló de nuevo del hogar porque ya se habían acercado a servir las bebidas calientes. Él optó por café y repitió aquella cortesía hecha por Leigh al preguntar que quería ella. Sin retirar la mirada de Ryley respondió- -También un café, gracias.- La chica eficientemente sirvió y se retiró tras pedir permiso y entonces la cazadora suspiró cortamente por la mención de su familia, ya no podía evadir aquello y la charla evidentemente iba a ese punto, de nuevo.

-Un hogar no lo puede conformar una sóla persona, Señor. Aquí la única señora soy yo, no hay nadie más.- Habló de manera sutíl, con disimulo le contó que estaba sola y para no hacer más profundo el contacto visual que tenía con él, le puso el azúcar disponible para ella a su café y lo agitó con una cucharita.

-Ahora que lo pienso, fue imprudente invitarlo a desayunar, lo digo porque si usted trabaja de noche ha de estar cansado, no?- Retomó la mirada de repente. La pregunta surgió con naturalidad y sin ninguna mala intensión porque hasta ahora disfrutaba de su compañía. Ella había buscado en su mente un modo de hacer más natural su soledad general, pasar por encima una pincelada de comentarios simples y, al final, aquello había resultado tan de repente que la había hecho pensar en el estado de él para aquellas horas de la mañana. Tras ello surgio una pregunta más ¿Había ido él a su casa por gusto o porque era un caballero que no despreciaba una invitación como esa? podría ser cualquiera, él daba a pensar un poco de ambas y ninguna de las opciones estaba mal aunque ella prefería que fuese la primera.

por **Ryley Lezarc** Lun Ago 12, 2013 5:28 pm

La negativa de la señorita Lezarc por pasear perros en los tiempos venideros me daba tranquilidad, pues aunque me había ofrecido para servirle de compañía durante esos momentos no sabía si yo sería capaz de evitar realmente que saliera corriendo detrás de ellos si en algún punto llegaban a escapar.
- Será lo más prudente aunque debo admitir que será una lastima hubiese sido un pretexto excelente para poder verla de nuevo - realmente me gustaba poder admirar a Leigh, su belleza y su forma de ser me parecían tan atrayentes que por momentos olvidaba completamente a los que cuchicheaban a lo lejos.

Ciertamente no puedo entender que era lo raro en aquel desayuno, tanto que comencé a pensar que era yo y mi forma de vestir y comportarme lo que llamaba la atención de todos los ayudantes de la casa. Debía existir una gran diferencia entre los hombres que solían frecuentar a su señora y yo mismo, estaba consciente de que no podía compararme a ninguno de los hombres que seguramente iban en plan de cortejo a verle, después de todo ¿Qué era yo? Solo un pobre hombre que criaba a su hermana y vivía con ella además de que trabajaba de cortesano en el burdel; nada bueno podía salir de mi como para merecer estar en presencia de una mujer como Leigh, más sin embargo lo estaba.

Mis ojos se centraban solamente en ella, tanto que no pude notar que ya habían servido el café hasta que el olor llego hasta a mi. Que sencillo era distraerse con ella enfrente. Tomando la taza di un sorbo al café, uno que ni en mil años habría esperado poder probar pero eso no fue lo que hizo que le mirara de manera interesada; sus palabras captaron completamente mi atención y un sin fin de cosas comenzaron a viajar por mi cabeza.
Leigh… la única señora de aquella casa… una oportunidad única para malvivientes y asesinos, solo en eso podían rondar mis pensamientos ya que la riqueza siempre estaba plagada de mala fortuna y tristes finales. Y quizás no fuera lo más correcto mezclar mi propia historia con la suya, pero creía poder entender la sensación de vacío en un hogar.

Durante los tiempos más difíciles de mi vida me había visto en la necesidad de abandonar mi hogar y pasar solo algunos años, sin tener a nadie que me ayudara o me diera una simple palabra de aliento u apoyo; esas eran las cosas más difíciles junto con la llegada a casa, que no sentía como algo mío y que siempre estaba fría. Para mi fortuna las cosas habían dado un giro completo desde el momento en que me había llevado a mi hermana a vivir conmigo, desde ese momento solo habíamos sido nosotros y no existía más familia para ninguno.
Le dedique una sonrisa que intentaba trasmitir toda la comprensión de la que era capaz hacía su persona.
- En el momento que menos se lo espere señorita llegara a formar un hogar… uno que no le mantenga más tiempo sola.

Se llevó a cabo un cambio de tema tan radical e inesperado para mi que tome de nuevo un poco del café para hacer tiempo, solo el justo como para que mis ideas se aclararan y buscar la manera correcta de evadir ese tema. No creía que ella supiera aún en que trabajaba realmente, de saberlo dudaba que se me permitiera entrar en su casa e incluso compartir palabras con ella.
- No ha sido nada imprudente, la verdad es que aunque trabajo de noche no suelo estar cansado, ya me he acostumbrado a ese modo de vida - sin pensarlo mucho la necesidad de dar una explicación nació en mi y continúe hablando - La verdad es que la vez que nos encontramos no estaba en mi mejor momento debido a que estaba esforzando demasiado, pero descuide eso no ha pasado y por eso ahora estoy aquí además de que me era imposible rechazar su invitación - contrario a lo que ella creyera el único imprudente ahí era yo.

Los ojos de Leigh eran absorbentes y parecían querer descubrir todo aquello que mantenía en secreto de todos. De alguna manera me ponía nervioso su forma de verme así que dije lo primero que cruzo por mi mente, antes de que su mirar captara algo de lo que tan celosamente guardaba.
- Quien espera no importunar soy yo, debe tener muchas cosas que hacer y visitantes más importantes a quienes atender. Una señorita tan hermosa como usted debe tener a varias citas planeadas - aunque en un principio no había tenido la intensión de que mis palabras sonaran a que deseaba saber de los hombres que le cortejaban al pronunciar aquello sonó justamente de esa manera y no pude evitar preguntarme a mi mismo… ¿Casualidad o realmente deseaba saberlo?

por **Leigh Lezarc** Dom Sep 22, 2013 5:26 pm

¿Verla de nuevo? ¿De verdad quería eso? la sola idea le hizo pensar a Leigh que Ryley era un hombre extremadamente paciente, pues, si ella hacía memoria, la verdad es que nadie duraba demasiado en su compañía. Sus empleados permanecían por dinero porque ella no daba cabidas emocionales -Puede que algún aprecio le tuvieran, pues a pesar de todo no los trataba mal, solamente no era muy cariñosa-; las personas con las que trataba temas laborales, sabían ya que la mujer no daba cabida a nada y muchos se habían aburrido de insistir en acercamientos; y las personas que conocía por distintos motivos eran más bien esporádicas y no veían desde hace ya un tiempo a Leigh. No obstante, cabe aclarar que todo era culpa de ella.

-Es usted bienvenido en casa cuando guste, Monsieur. Sólo le pido que me avise para estar aquí, por lo general no permanezco aquí por las tardes.- Le respondió sin dar mucho lugar a la disimulada manera de Ryley de pedir verla de nuevo. No era que ella no quisiera lo mismo, no, sólo que se seguía peleando con ella, con su orgullo y toda esa maraña de desconfianza que tenía en la cabeza.

Con recato observó la mirada de Ryley que por un momento pareció ver a la servidumbre, seguro había notado ese fastidioso cuchicheo que ya empezaba a molestar a Leigh, a tal punto que casi se puso de pie a pedirles que se retiraran de inmediato. Sin embargo, tomo un ligero trago de aire y los miró con total seriedad dándoles a entender que estaba molesta por la obviedad de ellos.

-Le pido disculpas si ellos le incomodan. La verdad es que su mente imagina más de lo normal. Verá, nadie aparte de nosotros entra aquí y su visita les está estimulando las ideas. Enseguida les pediré que se retiren. Ah, por cierto, ¿Le gusta la crema en el café?- Hizo todo en una sola frase: se disculpó, evadió el tema de formar un hogar y, sobre todo, cambio de tema. Leigh retiró por un momento la pequeña cuchara de su taza y la mujer que los atendía vertió crema en el cafe de su señora y miró a Ryley esperando su aprobación. Vaya que esta mujer era siempre igual, no le gustaba poner el azúcar luego de la crema porque hacía que se mezclara demasiado rápido. Ya en casa lo sabían, la malcriaban con disimulo y ella agradecía por eso. Era tan predecible para las cosas del hogar que por eso todo siempre estaba como se le antojaba.

-Bueno, tiene razón, es cuestión de costumbre y el sueño se acomoda conforme a las actividades de cada uno.- Afirmó dándole una probada a su café. Lo escuchaba con atención y negó apenada cuando escuchó lo duro de su noche el día que se encontraron.-Pero a pesar de su agotamiento tuvo usted la gentileza de ayudarme. Creo que otra persona en su lugar no lo hubiera hecho. Ya sé que le he agradecido pero la verdad es que lo haría de nuevo, porque usted tenía una noche dura y encima tuvo la desgracia de cruzarse con una mujer torpemente accidentada.- Negó para sí misma, como si se reprochara una torpeza que más bien era otra cosa. Pero eso era lo de menos, estaba hablando más porque él también daba lugar a ello. Parecía tan sincero siempre que incluso Leigh con su carácter y todo cedía poco a poco. El café la ponía de buen humor y su acompañante era como el mejor alíado del mismo, o viceversa.

Bebió un poco más de café y pareció que sus ojos se iluminaban por la gracia que encontró ella en lo último que digo Ryley. Dejó la taza sobre la mesa y entrelazó sus dedos apoyando apenas las manos en su regazo. -No piense eso, por favor. Mis asuntos están al día y a diferencia de lo que podría creer, pues no, no hay ninguna cita. Mi único invitado aquí es usted y ha hecho más méritos que cualquiera con los que manejo mis negocios.- No tenía sentido ocultar que la de los negocios era ella ¿Para qué? fuera o no ella la que manejaba eso, sus bienes serían los mismos. Además, los mantenía porque era su deber y no porque fueran del todo importantes para ella. Los valoraba, claro, le gustaba vivir bien, pero eso no lo era todo; lo sabía bien aunque no hubiera encontrado nada que la llenara más que sus negocios y cacerías, esos eran los medios de escape de su mente. -Le agradezco por el cumplido, pero... como sea, usted es el único invitado en mi casa, así que no se preocupe por nada más ¿De acuerdo?-Musitó más suavemente como si quisiera convencerlo de aquella verdad, para ella, irrefutable y de nuevo evadió sus halagos a los que no estaba acostumbrada o más bien, siempre evitaba.

por **Ryley Lezarc** Miér Sep 25, 2013 8:57 am

Era gratificante saber que mi presencia no le era desagradable y quería poder ir de nuevo a su casa, más cuando me dijo que sería bienvenido en su hogar. Sonreí ante sus palabras pero sabía que no debía hacerlo ni sentirme tan contento, pues me repetía a mi mismo que mi presencia cerca de ella siempre sería mal vista y tarde o temprano de manera inevitable la verdad saldría a la luz; cuando eso sucediera no tendría más opción que alejarme de su lado sin oponer resistencia alguna.
– Descuide señorita Lezarc, cuando piense en venir a verle sería temprano, mi trabajo me impide poder venir por las tardes a verle – Yo personalmente no poseía inconveniente alguno en verle por la tarde como ella lo tenía, pero pensar en verla y después ir al burdel me parecía una grosería contra su persona.

No me cupo la menor duda de que era firme con sus decisiones y su manera de moverse en su mundo de riqueza, pues fue necesaria una simple mirada para que toda su servidumbre callara sus cuchicheos y volvieran a sus actividades regulares. Me parecía impresionante la manera en la que podía pasar de una mirada que ante mi vista era dulce y tranquila a una firme y segura en tan poco tiempo.
– No, descuide, es solo un poco extraño ser algo así como el centro de atención, no estoy acostumbrado a cosas así – reí un poco – ¿Qué clase de ideas pueden hacer? Es decir es obvio que a usted y a mi nos separa un mundo entero d diferencias y simplemente me es imposible generar una de las ideas que sus empleados puedan formular – La idea de la gente haciendes malos entendidos respecto a ella y a mi no me desagradaba en lo absoluto, pero era necesario que dejara mi posición en claro, una posición en la que alcanzar a alguien como Leigh era simplemente imposible por más que pesara en mi corazón.
La manera en la que hablaba y poseía esa capacidad de cambiar de tema de manera tan sutil era de admirarse en todas las damas de sociedad.
– No, muchas gracias, para mi el café esta bien así. Suelo tomarlo de esta manera – Necesitaba el café de esa forma porque mi trabajo me lo exigía de vez en cuando, así que mi cuerpo estaba acostumbrado a esa forma de beber café.

– Fue un honor haber estado en el momento justo y en el instante preciso parra poder ayudarle a usted y lo demás bueno, son solo gajes del oficio y tampoco esta en mis ideas dejar sola en las calles a una mujer que necesita ayuda, quizás algún día sea mi hermana quien necesite ayuda y me gustaría que existiera alguien que se la brindara. Mis noches todas son duras, así que no tiene nada de más cansado que otros días – decía la verdad, pero además dentro de todo eso, me gustaba haberme topado con ella. De todas las mujeres que pude haberme topado era justamente ella con quien debía encontrarme.

Fue extraño pero me alegre sobre manera cuando dijo que no tenía a nadie que le visitara o citas. Me imaginaba que pronto llegaría una bandada de hombres a intentar ganarse sus afectos pero no, las cosas estaban calmas y no podía entender el por qué de mi alegría al saberlo. Sonreí de una manera más amplia escuchando atento cuando me decía eso sin poder ocultar la alegría que eso me generaba.
– Es extraño sabe, pensé que tendría muchas visitas dado que usted es una mujer sumamente hermosa y bueno… usted comprende. Tampoco creo haber hecho grandes méritos para con su persona, solo he sido yo mismo en todo momento - Yo mismo, a excepción de aquel que era de noche, ese hombre estaba oculto y de preferencia jamás aparecería ante ella – Pero ya que me lo ha dicho, no preguntare más al respecto – Tome la taza de café y bebí – Si no es mucha indiscreción señorita puedo saber ¿Qué clase de negocios lleva a cabo? Supongo que no deben ser sencillos y me parece algo notable que maneje sus negocios usted misma, otras mujeres buscan quien ayude con esos aspectos – Sabía eso de sobra porque no faltaba la clienta que buscaba desahogarse de lo inútiles que eran las personas a quienes contrataban para que se hicieran cargo de su fortuna. Cada persona tenía su peculiar manera de moverse en la vida pero Leigh… ella y toda la manera en la que se movía por la vida me parecía intrigante y maravillosa.

por **Leigh Lezarc** Miér Oct 16, 2013 3:15 pm

Leigh se mantenía tranquila, escuchaba con atención a Ryley y tras terminar tomar un sorbo más café, tomó una de las tostadas que estaban sobre la mesa y le dio un pequeño mordisco.

-Siéntase cómodo en venir cuando quiera. Incluso, si en algún momento puedo hacer algo por usted, no dude que lo haré con gusto. De hecho le pido que cuente con mi ayuda si en algo puedo darsela.- Afirmó ella con total seguridad y mirándole a los ojos luego de haber terminado su bocado. La cazadora tenía en mente que favor se paga con favor, era igual que ese dicho de ojo por ojo y diente por diente. Leigh no conocía otra forma de responder, ese era como su honor y jamás dudaba en pagar bien por bien y mal por mal. Sin duda, no le faltaba carácter, pero por suerte le servía porque recientemente la servidumbre que no ocupaba por ahora, se había retirado tras la mirada letal que les había echado ella por estar con tanto cuchicheo.

-Han sido maleducados y han pecado de curiosos. Lo que sucede es que jamás ingresa ningún hombre a la casa para verme a mí. Como mucho vendrá el jardinero y es un hombre entrado en años que hace su labor y de vez en cuando conversa conmigo, es un hombre agradable.- Hizo una leve pausa y frunció el ceño con disimulo y por corto tiempo. -Y no sé de qué diferencias me habla porque la única que veo yo es que es usted un hombre y yo una mujer, no veo nada más.- Dijo ella muy mesurada y negando apenas con la cabeza. ¿A qué se refería él? hasta donde ella había notado él le daba demasiada importancia a las clases sociales, notaba las diferencias y las acentuaba; pero Leigh jamás se fijaba en esas cosas, si bien era cierto que mantenía con gusto su fortuna, también era cierto que no clasificaba a la gente por cosas como esa. Para ella todos debían ser educados y eso era todo; su clasificación era humanos y sobrenaturales, nada más.

De nuevo le dio un pequeño mordisco a la pequeña tostada y posteriormente bebió más café y lo hizo con el gusto de una adicta porque ella no bebía menos de 3 tazas por día y no le encontraba a nada tanto gusto como al café, parecía degustarlo en cada probada y aquella mezcla con crema realmente mantenía en ella una especie de "buen humor" que le había hecho olvidar los inconvenientes con sus empleados chismosos.

-Mmm es cierto. Espero que su hermana no tenga problema alguno y que no caiga en imprudencias como la mía. Corrí con suerte al encontrarme con usted, creo que ambos sabemos que París no es muy segura por estos tiempos e incluso usted debe saberlo más que yo al conocer más de cerca la noche, ¿No?- vaya forma de buscar información... Leigh no quería preguntarle tan de frente a qué se dedicaba, no quería hacerlo porque los trabajos nocturnos ocultan muchas cosas y ella bien que lo sabía, pero más que nada odiaba que le mintieran y prefería no provocar ella misma algo así por estar haciendo preguntas que ya venían salpicadas con sospechas.

A Leigh casi se le hizo un nudo en la garganta cuando Ryley mencionó que era hermosa, pero por suerte él mismo se encargó de darle un fin a la frase totalmente distinto que no necesitó de los agradecimientos de ella o de ninguna acotación adicional. Realmente, prefería hablar de las otras cosas a las que se dedicaba antes que a ella misma y respondió sin problema alguno.

-Inversiones, Monsieur, me es más cómodo invertir que tener pendiente una sola empresa con todo lo que eso conlleva: El manejo de personal y ya sabe, esas cosas con gente. De todas formas sí tengo un par de tiendas de antigüedades que heredé de la familia y me encargo de ver que todo marche bien. Nada interesante.- Respondió dándole poca importancia a lo que hacía y frunció la nariz, negando con tranquilidad y franqueza debido a que el manejo de los números se le daba bastante bien y eso le facilitaba toda la tarea de revisión de inversiones y negocios propios. Nuevamente se vio tentada a preguntarle a qué se dedicaba, pero no fue capaz y se contuvo de nuevo.

-¿Quiere más café?- Preguntó de pronto al ver que la charla avanzaba y el café disminuía, sin embargo lo hizo para callar sus propias preguntas con algo más.

por **Ryley Lezarc** Mar Oct 22, 2013 10:26 pm

– Gracias, es usted verdaderamente amable señorita. Tenga por seguro de que si necesito de algo no dudare en acudir a usted – mentía nuevamente, no quería molestarle con problemas míos que por lo general estaban ligados a mi trabajo en el burdel y que era algo en lo que no deseaba meterle a ella. No sabía como era aún capaz de mentir cuando sus ojos se enfocaban en los míos y hablaba de esa manera tan convencida, usando el café como modo de escape a esa seriedad di un sorbo a la taza.

Su persona estaba llena de misterios y aspectos maravillosos de ella misma, pero sinceramente comenzaba a resultarme un tanto extraño que no recibiera visitas masculinas pues por lo general las mujeres de su edad y más con una vida como la de ella buscaban a algún compañero para pasar su tiempo, aunque claro, por mi parte era mucho mejor que nadie se acercara a ella.
– Bueno entonces sus palabras explican la curiosidad de sus sirvientes, si ningún hombre venía a visitarle y de un momento a otro aparece uno es obvio que se hablara de eso, así que una razón más para volver a pasar por su casa señorita Lezarc, que sus empleados se acostumbren un poco a ver hombres por estos lugares – reí tomando un panecillo de los que estaban en la mesa para probarlo y vaya que estaba delicioso.

Leigh era bastante amable al decir que entre nosotros no existían muchas diferencias, pero debía estar olvidando lo obvio, o sería acaso qué estaba yo dandole demasiada importancia. Me era imposible no darle importancia a las diferencias de clase que ambos poseíamos porque aunque pareciera algo torpe de mi parte, ella me gustaba verdaderamente. Sonreí cuando eso cruzo mi mente, yo que siempre había creído que nadie me interesaría más que aquella otra cortesana que se fue un día para no volver más, pero la vida estaba llena de sorpresas y ella parecía ser de las más grandes sorpresas.
– Perdón, creo que me he desviado a otras cosas, olvide lo que he dicho – Si bien lo dicho, dicho estaba, no importaba ya porque ella no estaba enfocada en esas diferencias y con sus ojos era capaz de saber que lo que decía era cierto.

– Dudo que mi hermana corra peligro, estamos acostumbrados a los peligros de las calles y la manera en la que todo se desenvuelve en ellas, así que estoy seguro de que estará bien además de que ella no esta tan tarde en las calles… al menos no la mayor parte del tiempo – eso me reconfortaba, saber que mi hermana estaba libre de los peligros de las calles y de las criaturas nocturnas. Algunas veces regresaba tarde pero eso no era muy seguido por lo que estaba seguro de que al anochecer ella ya se encontraba en nuestro hogar, sé que eso no es garantía de que se mantenga a salvo pero al menos no se ponía a si misma en peligro, no como otras mujeres.
Las palabras que siguieron me hicieron dar otro sorbo al café, ella se estaba adentrando en terreno que no me gustaba tocar porque nunca se sabía realmente si se estaba seguro en algún sitio y para mi era mejor mantenerme neutral, aunque desafortunadamente no siempre fuera posible.
– Si, las calles de noche son peligrosas pero incluso de día lo son así que bueno… – intentaba restarle importancia a aquello – además de que mi trabajo no es de estar toda la noche en la calle, solo que mi hora de salida y entrada son algo… inusuales.

Escuche con atención a lo que ella se dedicaba, nada tan peculiar como lo mío pero si fuera de mi rango de conocimiento sobre todo las antigüedades.
– Conozco poco sobre eras clase de tiendas, deben ser sitios muy interesantes donde se encuentren varias cosas. Algún día me paseare por una de sus tiendas – aunque no sabía donde estaban siempre podría preguntarle y quizás comprar algo a Vane como regalo.

Me alegraba que ella no preguntara directamente a que me dedicaba aunque bien algo se me ocurriría decirle. Termine asintiendo a su ofrecimiento de más café sin despegar mi mirada de ella cuando más preguntas sobre ella se acumulaban en mi mente pero me parecía grosero preguntar todo.
– Disculpe nuevamente mi atrevimiento, pero la verdad es que usted me intriga señorita Lezarc – por no decir obviamente que me sentía completamente atraído por ella – me gustaría saber más de usted de ser posible… no importa lo que sea – creía que de continuar con esa clase de peticiones terminaría fuera de su casa pero valía la pena intentar saber más de ella, tanto como me fuera posible.

por **Leigh Lezarc** Sáb Nov 02, 2013 12:33 pm

Asintió como respuesta. Se sintió tranquila al escuchar que él pediría un favor si le era necesario y, más allá de si mentía o no, le permitía a ella quedarse en paz al respecto.

-Así es.- Dijo ella y levantó la mirada muy seria al notar que la única chica presente que era quién los atendía soltaba una pequeña risita que intentaba contener. -Será un placer tenerlo de visita y esto lo digo más allá de lo crean ellos- Mencionó haciendo énfasis en la última palabra y retornandole la vista a Ryley. -Es sólo que yo nunca permito entrar a nadie, ni mucho menos los invito a desayunar o lo que sea... mmm supongo que es normal lo que se imaginan si lo pongo en esos términos. Aunque en el fondo ellos saben que usted me salvó la vida, al menos algunos sí lo saben.- ¿Qué pensaría Ryley de la forma en que ella trataba a quienes le servían? la duda cruzó por su mente por un corto lapso de tiempo y de nuevo le dio otra probada a su café con crema. -Pero sí, puede venir cuando guste.- Dijo depronto sin soltar aún la taza de café y habló en un tono que pareció que se respondía a sí misma.

Era agradable que él quisiera volver pese a la forma de actuar tan extraña que tenía ella. Nadie la entendía, ni siquiera ella misma podía comprender como es que, ahora, por ejemplo, se sentía tan a gusto y no se molestaba por la idea que tenía él sobre volver. Pero... ¿Y si no era tan buena persona como parecía? no, Leigh no lo admitió porque si hubiera querido sacar provecho ya lo hubiera hecho. Había tenido oportunidades y siempre se había comportado como un caballero. No tenía fundamentos para dudar más allá de esa molesta desconfianza de siempre.

-¿Qué? No creo que deba olvidar nada y, discúlpeme si suena duro pero es que no veo el porqué deba hacerlo. Usted ha sido un caballero todo el tiempo y me parece importante lo que dice.- Dejó el café sobre la mesa y tomando la servilleta se limpió con cuidado las comisuras de los labios con una duda más en su mente: ¿Cómo que estaban acostumbrados al peligro? ¿Acaso a que se dedicaban ellos? la duda se empezó a hacer más fuerte y buscó la forma de preguntarlo aunque fuera con disimulo, por las ramas, mientras tanto. -¿A que se dedica su hermana, Monsieur? si no le molesta mi pregunta, claro.- Ese era un principio, luego intentaría indagar más con disimulo, llegar a saber lo necesario en vez de dejar que la duda fuera tan grande que la llevara a investigar ella misma para saber con quién estaba tratando realmente.

Y ahí estaba de nuevo él, sin querer parecía aumentar la curiosidad de Leigh e incluso daba la impresión que promovía la pregunta sobre su trabajo nocturno. Por suerte para ambos, ella intentaba ser lo más prudente posible. -Que bueno que a pesar de todo permanezca bien. Lo digo porque tiene razón, las calles cada vez son más peligrosas. Dicen que en la noche es mejor estar en casa.- Elevó los hombros como si se declarara inocente de saber más información y casi pareció suspirar con resignación.

-Sí, creo que las tiendas es de lo menos aburridor que hago. Hay cosas muy extrañas y bonitas. Supongo que le puedo invitar alguna tarde si usted no está descansando para esa hora ¿Le gustaría?- La chica que los atendía de nuevo lanzó una mirada con los ojos tan abiertos que hasta a Leigh le cayó en gracia aunque no lo demostró en absoluto. La muchacha era joven y reciente en la casa pero hija de uno de sus empleados más antiguos, por lo tanto le tenía aprecio e incluso de vez en cuando era ella quien peinaba a Leigh y le ayudaba con los asuntos de ajustar incómodos corset. En pocas palabras la conocía, sabía como era de inusual la forma en la que le hablaba a su invitado y las reitaradas invitaciones que parecía hacerle. Sin duda ha de estar agradecida, fue lo que pensó la joven y se retiró con disimulo para no seguir escuchando la conversación pero buscando estar atenta por si necesitaban algo más.

Leigh acercó un plato con fruta y pico con un tenedor un trozo que llevó con cuidado a su boca. Lo pasó casi con dificultad con la última afirmación de Ryley. Se quedó mirándolo un rato sin realizar ningún gesto -A pesar que se sentía contrariada- y respondió. -¿Qué es lo que le intriga, Monsieur? La verdad que no tengo mucho que contar, como le digo tengo una vida aburrida. Sólo me dedico a los asuntos de la familia y soy afortunada de tener la ayuda de quienes usted ha visto curiosos por la casa. Se puede decir que son como mi familia a pesar que trabajan para mí.- Que manera tan disimulada de decirle que estaba sola. Por algún extraño motivo ella hablaba de asuntos de "familia" pero la verdad es que ya no había ninguna. -Pero soy pésima para hablar de mí. Pero si quiere preguntarme algo no me molestará responderle ¿De acuerdo? Así que adelante-

por **Ryley Lezarc** Dom Nov 10, 2013 12:55 am

Había salvado la vida de la hermosa Leigh, eso era cierto, no podía negar ni una sola palabra de las que ella decía pero aún así sentía que daba demasiada atención a eso. Sobre todo de la manera en la que se expresaba que regularmente pasaba el tiempo sola, que no solía permitir a otros entrar o que les invitaba a desayunar, eso me hizo sentir bien, especial aunque quizás no lo fuera del todo.
– No era necesario que dijera a todos de ese asunto, aunque claro debió haber sido complicado que no se diesen cuenta del momento en que llego con un montón de heridas así que puedo comprender el porque de que les haya dicho todo eso – le sonreí, me gustaba esa manera tan refinada de ella de beber café, de hablar, de moverse como si las cosas fueran sumamente delicadas y no fuese capaz de tocarlas.

En cierto sentido ella era de esa manera, delicada y daba miedo pensar que en algún momento se desvaneciera en el aire, dejando solo un recuerdo nada cercano a lo que ella era realmente. Nunca antes me había sentido con ese temor hacía alguna mujer, claro que con Vane siempre me sentía así pero independientemente de ellas todas las demás no eran importantes; no hasta que ella llegó a mi.
Debía dejar de llevarle la contraria si es que quería que las cosas siguieran bien entre nosotros y bueno, sentirme mal sobre mi propia forma de vivir y ganar dinero no ayudaría a ocultar mi verdadera profesión por lo que decidí dejar de preocuparme por todo aquello y simplemente disfrutar de su compañía, de sus movimientos y su forma de hablar.

– He sido un caballero puesto que no merece que le traten de otra manera, así que disculpe si he dicho algo imprudente nuevamente, no ha sido mi intención ofenderle o generarle molestia alguna así que… - guarde silencio, creía que con eso lo que quería decir estaba más que claro por lo que no existía necesidad alguna de continuar con las explicaciones.

Bebí un poco de más café antes de negar a su pregunta. Estaba muy orgulloso de mi hermana y hablar de ella siempre me traía sentimientos positivos y sensaciones gratas.
– Ningún problema, de hecho ella trabaja cuidando niños en el orfanato a personas mayores… le gusta esa clase de cosas y bueno es buena en su trabajo así que no puedo decirle que no lo haga aunque eso incluya que deba algunas ocasiones salir por las noches – sonreí, orgulloso de hablar de mi hermana. Ella no se parecía en nada a mi, para Vane existía un futuro brillante que yo estaría sumamente orgulloso por contemplar.

– Bueno la noche es peligrosa pero… siempre lo ha sido y siempre lo será no es razón para que no salga a llevar a cabo mi trabajo aunque para personas como usted o mi hermana, es mucho más peligroso – Las mujeres eran víctimas predilectas por los caminantes nocturnos de París y por eso prefería a mi hermana fuera de las calles por la noche, aunque ahora además tampoco quería a Leigh fuera – Pero yo estaré bien así que… – me encogí de hombros, restando importancia a lo que pudiera sucederme a mi, estaba acostumbrado a vivir de ese modo y así seguiría quizás por un largo tiempo.

Sonreí a Leigh, era imposible que rechazara su invitación a aquellas tiendas y aunque la mirada de la chica que nos servía las cosas fue de asombro, no le tome más importancia porque me agradaba también el saber que conmigo Leigh era al menos un poco diferente que con los demás o el resto del tiempo, así que todo estaba bien.
– Seguro que iré, no es que necesite dormir tanto con unas pocas horas de descanso me basta para seguir funcionando, estoy acostumbrado después de todo a eso así que descuide que por mi todo eso estará excelente. Esperare con ansias su invitación – bebí un poco más del café antes de dejar nuevamente la taza en la mesita.

Recibí una carta abierta a preguntar tanto como quisiera de ella, pero no sabía que era lo más prudente preguntarle a una dama como ella. Si bien ya sabía de que charlar con las mujeres que asistían al burdel, era sumamente diferente hablar con ella y con alguna de mis visitantes ocasionales así que lo ultimo que buscaba era arruinar todo.
– Vamos que no creo que sea tan mala hablando de usted misma, lo que sea estará bien para mi y es solo que… – le mire fijamente – no puedo evitar querer saber… ¿Qué le gusta? ¿Qué le disgusta?… solo hable de usted y yo seré feliz – permanecí nuevamente en silencio aguardando por alguna respuesta.

por **Leigh Lezarc** Dom Nov 24, 2013 11:23 am

-Hay cosas que no se pueden esconder- respondio ella mirándolo a los ojos pero sin saber claramente que su frase tenía un peso que no imaginaba. Sus propias palabras podrían ser su condena o su salvación, un paso en falso y el telón de las mentiras caería. Un lugar equivocado por la noche y podría ser él quién descubriera una escabrosa verdad para una mujer como ella. -Les dije apenas lo necesario, pero creo que entendieron bien a qué me refería- culminó queriendo cerrar el tema por la misma razón de siempre: las mentiras son de cuidado, no se puede dejar de pisar firme porque entonces se resbala.

Le miró pestañeando un par de veces más de lo de antes, como si eso pudiera darle una idea más clara de la situación ¿Acaso lo había hecho sentir incómodo con esa forma suya de hablar? no sería nada raro pero a diferencia de otras ocasiones, en esta no lo hacía a propósito y no quería que las cosas fueran así. -Los caballeros lo son en cualquier circunstancia. Pero usted me lo parece así. Si me equivoco o no creo que ahora no me importa, me gusta esta impresión que tengo de usted más allá de la situación aquella. Y no, no ha dicho nada imprudente. Lamento ser poco sutíl con mis palabras, a veces me cuesta un poco- dijo con sinceridad y frunció los labios como si eso pudiera darle credibilidad a su disimulada disculpa.

-¿De verdad? vaya, es una labor hermosa. Veo entonces que el buen corazón es de familia- comentó aquello pero no sin dejar de pensar que parecía hipócrita al decirle eso, sobre todo porque ella nunca ayudaba a nadie y en esa medida la palabra "hermosa" para la labor que realizaba la hermana de Ryley, pasaba a ser apenas una especia de adivinanza. Sin embargo sí valoraba a quienes eran capaces de hacer algo así por otros, era algo que la cazadora no comprendía y que probablemente no se solucionaría con el tiempo. Por otra parte, la segunda frase era más sincera que la primera. Leigh dedujo que los hermanos habían sido educados con reforzados principios que ponían al prójimo en un nivel importante. Pero a ella nadie le dijo nada del ayudar a otros y el ejemplo que tuvo para el final de los días de sus padres distaba mucho de la situación de su compañero de desayuno. -Se ve que usted cuida bien de su hermana. Es afortunada, a mí me hubiera gustado tener un hermano, aunque fuera menor. O una hermana o quién fuera, pero fui hija única- comentó ella recordando lo mucho que habría querido un hermano. Quizás las cosas serían diferentes, tal vez ella no se hubiera dedicado a la cacería como único escape. Quizás hubiera sido feliz si tuviera a ese otro cercano para soportar la muerte de sus padres. Pero a cada quien le toca la suerte que le toca y ella aprendía a vivir con eso.

-Por ser mujeres ¿Quiere decir?- habló de nuevo Leigh con más firmeza. Como era de esperarse ella no se sentía a gusto cuando decían que ellas eran el sexo débil y cosas de esas. Aunque claro, ella sabía que Ryley no lo decía por machismo sino más bien porque parecía ser un hombre cuidadoso y atento. -Yo creo que es peligrosa para todos, aunque tal vez ustedes tengan sean más hábiles a la hora de defenderse. Esa sería la diferencia.- excepto cuando se hablaba de una cazadora, inquisidora o cualquier mujer con un poco más de entrenamiento o ayuda sobrenatural. -Que así sea...- dijo ella en un tono tan bajo que no estuvo segura si él escuchó o no. Pero el hecho era que él estuviera a salvo, era todo.

-Si su hermana quiere venir, será un gusto también. Extiendo mi invitación a ambos para cuando puedan.- Al final ya sabían donde vivían y de seguro se encontrarían por ahí, así que lo de arreglar el día sería de lo más fácil. En su defecto, ella enviaría a alguien a avisarles como en este caso y estaría solucionado el asunto. Con respecto a sus pocas horas de sueño, Leigh no mencionó nada porque le creía, incluso ella también dormía muy poco debido a sus actividades diarias y sabía bien que era cuestión de costumbre.

Leigh bajó la mirada con gesto pensativo -Mmm, vamos a ver.- Levantó la mirada. -Como ya mencioné soy hija única y eso no me gusta. Como tampoco me gustan mucho las personas, soy poco sociable y tal vez usted lo ha notado. Es decir, cuando alguien me agrada soy obvia, como ahora, pero a veces digo cosas que carecen de sutileza y finalmente terminó cometiendo errores.- comenzó para dejar claro que su modo de hablar no era por algo específico contra él sino porque ella presentaba clara dificultad con las relaciones interpersonales. -A usted seguro le debe ir mejor con eso, no?- preguntó para, con disimulo, saber de su acompañante.

por **Ryley Lezarc** Lun Dic 09, 2013 10:45 pm

Decir solo lo necesario libraba de muchos malentendidos o momentos incomodos y secretos que no podían ser revelados a cualquier persona o sencillamente a ninguna persona jamás. Muy sabio todo lo que la mujer frente a mi decía, tanto que yo mismo me había visto en la necesidad de hablar apenas lo necesario de mi con ella y era agradable que no insistiera en algunos aspectos de mi vida, porque de haberme preguntado y luchado por saber en que trabajaba hubiésemos terminado bastante mal el uno con otro.
– No todo puede esconderse pero existen cosas que deben ser mantenidas en en secreto por el bien de los involucrados, ¿no lo cree así?

Leigh poseía una impresión de mi que no era la totalidad de lo que mi persona era, pero no me sentía capaz y dudaba sentirme en algún momento de romper esa burbuja en la que me sentía. Efectivamente los existían cosas que a la fuerza debían ser secretas y que de salir a la luz terminarían por llevar a cualquiera a una profunda oscuridad interna; lo bueno era que dudaba que una mujer como ella terminara asistiendo a un burdel y de hecho solo podría encontrarle en las calles donde las mentiras serian más sencillas de decirse, vigilando siempre no arruinar las dichas antes.
Las mentiras eran algo en lo que inevitablemente uno se va sumiendo, hasta que llega un punto en el que no se puede salir más, pero aún así confiaba en que eso no me llegaría a pasar a mi.
– Es usted muy amable señorita, debo decir que la impresión que usted crea en mi va superando la que ya tenía generada con cada uno de sus nuevos comentarios tan acertados. Y nada de lamentaciones, su forma de usar las palabras es única y agradable… demasiado – susurraba aquello como si mi predilección por ella fuera a ocultarse con disminuir el volumen de mi voz.

Una ligera opresión en el pecho fue lo que sentí cuando menciono que el buen corazón era de familia. De buen corazón quizás solo fuéramos Vane y yo, si es que a nuestra manera de vivir se le podría llamar de esa manera y lo dudaba bastante; si nosotros hubiésemos sido de buen corazón jamás habríamos dejado nuestro hogar y no intentaríamos prensar en el resto de nuestra familia como si estuvieran muertos y enterrados.
– No lo sé… creo que simplemente nuestro corazón fue como debía de serlo para que saliéramos adelante… – aquello lo decía más para mi que para ella, aún así ella lo escuchaba – Mi hermana es lo único que me queda, o lo único de mi familia que realmente me importa – le sonreí – ser hija única no debió ser tan malo porque es una toda una dama con bueno modales, buena charla y buen corazón según lo que he visto – suspire – tener hermanos es bueno, claro, pero no siempre la familia es lo mejor – le decía desde mi propia y desafortunada experiencia familiar, igual, los padres de Leigh no debieron ser como los míos y de tener hermanos era probable que todos fuesen un tanto como ella.

Su voz firme me hizo sentir que había dicho algo que no debía pero aún así asentí a su pregunta.
– Más que hábiles creo que somos un tanto brutos al momento de defendernos y ustedes, bueno es que no puedo imaginarle en una situación desafortunada, no de nuevo y mi hermana… – yo debí proteger a Vane tiempo antes de la ira de nuestra propia familia, yo estaba muy consciente de que mi hermana tenía una personalidad incapaz de dañar a alguien y preferiría sacrificarse a si misma antes de que alguien más resultase herido en su lugar – bueno… ella es ella. Pero no ha sido mi intención ofenderle si es que lo ha tomado de esa manera, es mera preocupación.

– Gracias, seguramente que ella estada encantada de poder ir. Aunque debo advertir que es una persona con demasiada energía algunas veces y ya se imaginara – reí un poco, despegando mi vista de ella inspirando profundamente el aire de aquel jardín.
Escuche lo que me decía de ella, nada que no me hubiese dicho ya pero que igual era un placer para mi escucharle decir hasta que desvió el tema de ella, hacía mi.
– Un poco mejor si, pero es agradable la manera en la que charla pocas personas son de esa manera y es lo que vuelve mucho más gratificante toparse con personalidades tan únicas como la suya – le sonreí – debería dejar de pensar en las cosas que no le gustan de usted misma y decirme no sé… ¿Qué es lo que le gusta de usted? Porque desde mi punto de vista… – iba a comentar algo a decir todo aquello que a MI me gustaba de ella, pero entonces guarde silencio – disculpe, iba a terminar diciendo algo verdaderamente imprudente.

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