AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Hijo de lucifer, no me sueltes, le tengo miedo a las alturas || Privado +18||
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Hijo de lucifer, no me sueltes, le tengo miedo a las alturas || Privado +18||
Las razones de una persona pueden ser muchas, pueden haber mil escusas para su comportamiento, pero cuando se trataba de una situación así era muy difícil explicar la realidad en la que en estos momentos el cuerpo de aquella joven rusa se encontraba, sujetada por varios hombre que parecían gritarle en un idioma que no podía entender, no porque no supiera el idioma, si no porque no parecía una lengua humana, apenas eran gritos que lanzaban al cielo como animales en celo, uno de ellos la llevo hasta sus brazos arrancándola como un pedazo de carne de las fauces de aquellos lobos, dejo salir un leve quejido al sentir como las manos del hombre sujetaban sus hombros con todo menos amabilidad, busco bajar la mirada, esconder su dolor pero antes de poder hacerlo ya sentía una bofetada en mi mejilla izquierda que la lanzaba hacia otro lugar.
¿Se lo merecía? Ya había aprendido a callar tantas veces, pero había un problema, aquellos asquerosos, mugrientos hijos de puta no tenían ni siquiera la virtud de tocarle un pelo, aquello la enfureció, siendo como un aire de cólera se apoderaba de su cuerpo. Solamente su amo podría golpearla, solamente él, cualquier otra persona sufriría su ira creciente. En aquel suelo mugriento uno de los hombres busco sujetarla de los cabellos, pero como una gata en ardor llevo sus uñas hacia el rostro de este desgarrando y abriendo unas largas heridas por todo su rostro, aquel retrocedió mientras los otros miraban sorprendidos.
Destinada a grandes cosas, persiguiendo sueños que nunca vería alcanzados, pero siempre buscando lo que en realidad no se ve, un cuento de hadas más allá del polvillo de hadas, había oído sobre aquellas creaturas hermosas de la naturaleza que se encargaban de mantener todo en orden, de que las estaciones siguieran… ¿Qué estación era? No lo podía saber, pues en esos momentos no le interesaba, buscaba salvar su vida, no importaba si se comportaba como un animal, deseaba comenzar a correr por aquellas mugrientas calles, en donde apenas pasaba una débil luz que no le permitía saber si era primavera o ya el verano había hecho su aparición. ¿Y si ya era otoño...? por culpa de anastasia se había perdido dos estaciones
¿Había cambiado otra vez? Se preguntaban todos, la joven parecía buscar levantarse mientras torpemente se alejaba de aquellos hombre agresores de su integridad –No… no he cambiado- les susurro mientras sentía como poco a poco su cuerpo comenzaba a sentirse pesado-Soy la misma…- añadió antes de salir corriendo hacia un lugar mejor, deseaba poder escapar liberarse de aquellos agresores. Su respiración agitada se movía cada vez más, su pecho comenzaba a arderle y sus ojos se nublaban por el cansancio, gracias a Anastasia todo aquello había pasado, su cuerpo estaba cansado, no sabía exactamente lo que había pasado pero algo le decía que no había sido bueno.
Sintió como una tos invadía su cuerpo, obligándola a detenerse, pero eso era casi que imperdonable, no podría detenerse, debía seguir, debía luchar por su vida, por alguna razón miro hacia arriba, la luz del atardecer comenzaba a verse cada vez más escasa, pero no podía disfrutarla del todo, su cuerpo se desmayaba del cansancio por no haber tenido reposo la noche anterior ¿Cuánto más aquel cuerpo aguantaría? No lo sabía, pero por suerte ya parecía estar todo lo suficientemente tranquilo… o eso pensaba, comenzó a escuchar los alaridos de aquellos lobos sediento de algo que ella no sabía lo que era, comenzó a temblar, no quería ser golpeada, no eso no lo quería, miro hacia un lado encontrando lo que parecía una pequeña tienda, sin pensarlo dos veces entro a ese lugar cerrando las puestas para luego agacharse y hacerse una bolita, algunos empleados comenzaron a mirar a la recién llegada, en sus ojos se le notaba que pronto la mandarían a salir, tal vez por su forma de entrar o simplemente por la forma de sus ropas; una falda marrón, con una camisa manga larga que tenía una chaqueta de cuero encima, con su cabello suelto cubriendo su rostro asustado.
-por favor no me saquen- susurro despacio mientras buscaba silenciarlos con una seña de manos. Parecía un ratoncito acorralado en una esquina por un gran gato–se lo suplico…- volvió a insistir casi llorando de desesperación. Pudo escuchar los ruidos de los hombres, sus pasos, sus ruidos, sus risas, sus chasqueaos de lengua por no encontrarla, eso comenzaba a volverla loca, deseaba que se fueran, que la dejaran en paz. Su última reacción fue poner sus manos en sus oídos para hacerse una bolita en aquella esquina, esperando que todo pasara rápidamente. Sus piernas se recogieron hasta tocar su pecho, aprovecho para esconder su rostro en aquel lugar con una notable desesperación de que todo ya acabara. Alzo su mirada, temerosa de aquellas personas, que parecían que habían perdido el interés en su persona, pero cuando sus ojos pudieron ver exactamente en donde se había metido dejo salir un leve gemido de sorpresas. Mujeres medio desnudas pavoneadnos en cualquier lugar, hombres deseosos toqueteando a féminas, pero también a hombres, quienes descaradamente se sentaban entre sus piernas y gemías sin pudor. Era mejor salir de ese lugar, parecía la habitación del pecado capital de la lujuria… deseo gatear hasta la salida, pero pronto algo la sujeto de su cintura, alzándola del piso frio y mugriento. MIRA EN DONDE DOS HAS METIDO –No…. Suélteme por favor…- gimoteo asustada de que fueran sus anteriores opresores. Es tu culpa, Anastasia, no me eches la culpa, es tu culpa, solamente tuya…
¿Se lo merecía? Ya había aprendido a callar tantas veces, pero había un problema, aquellos asquerosos, mugrientos hijos de puta no tenían ni siquiera la virtud de tocarle un pelo, aquello la enfureció, siendo como un aire de cólera se apoderaba de su cuerpo. Solamente su amo podría golpearla, solamente él, cualquier otra persona sufriría su ira creciente. En aquel suelo mugriento uno de los hombres busco sujetarla de los cabellos, pero como una gata en ardor llevo sus uñas hacia el rostro de este desgarrando y abriendo unas largas heridas por todo su rostro, aquel retrocedió mientras los otros miraban sorprendidos.
Destinada a grandes cosas, persiguiendo sueños que nunca vería alcanzados, pero siempre buscando lo que en realidad no se ve, un cuento de hadas más allá del polvillo de hadas, había oído sobre aquellas creaturas hermosas de la naturaleza que se encargaban de mantener todo en orden, de que las estaciones siguieran… ¿Qué estación era? No lo podía saber, pues en esos momentos no le interesaba, buscaba salvar su vida, no importaba si se comportaba como un animal, deseaba comenzar a correr por aquellas mugrientas calles, en donde apenas pasaba una débil luz que no le permitía saber si era primavera o ya el verano había hecho su aparición. ¿Y si ya era otoño...? por culpa de anastasia se había perdido dos estaciones
¿Había cambiado otra vez? Se preguntaban todos, la joven parecía buscar levantarse mientras torpemente se alejaba de aquellos hombre agresores de su integridad –No… no he cambiado- les susurro mientras sentía como poco a poco su cuerpo comenzaba a sentirse pesado-Soy la misma…- añadió antes de salir corriendo hacia un lugar mejor, deseaba poder escapar liberarse de aquellos agresores. Su respiración agitada se movía cada vez más, su pecho comenzaba a arderle y sus ojos se nublaban por el cansancio, gracias a Anastasia todo aquello había pasado, su cuerpo estaba cansado, no sabía exactamente lo que había pasado pero algo le decía que no había sido bueno.
Sintió como una tos invadía su cuerpo, obligándola a detenerse, pero eso era casi que imperdonable, no podría detenerse, debía seguir, debía luchar por su vida, por alguna razón miro hacia arriba, la luz del atardecer comenzaba a verse cada vez más escasa, pero no podía disfrutarla del todo, su cuerpo se desmayaba del cansancio por no haber tenido reposo la noche anterior ¿Cuánto más aquel cuerpo aguantaría? No lo sabía, pero por suerte ya parecía estar todo lo suficientemente tranquilo… o eso pensaba, comenzó a escuchar los alaridos de aquellos lobos sediento de algo que ella no sabía lo que era, comenzó a temblar, no quería ser golpeada, no eso no lo quería, miro hacia un lado encontrando lo que parecía una pequeña tienda, sin pensarlo dos veces entro a ese lugar cerrando las puestas para luego agacharse y hacerse una bolita, algunos empleados comenzaron a mirar a la recién llegada, en sus ojos se le notaba que pronto la mandarían a salir, tal vez por su forma de entrar o simplemente por la forma de sus ropas; una falda marrón, con una camisa manga larga que tenía una chaqueta de cuero encima, con su cabello suelto cubriendo su rostro asustado.
-por favor no me saquen- susurro despacio mientras buscaba silenciarlos con una seña de manos. Parecía un ratoncito acorralado en una esquina por un gran gato–se lo suplico…- volvió a insistir casi llorando de desesperación. Pudo escuchar los ruidos de los hombres, sus pasos, sus ruidos, sus risas, sus chasqueaos de lengua por no encontrarla, eso comenzaba a volverla loca, deseaba que se fueran, que la dejaran en paz. Su última reacción fue poner sus manos en sus oídos para hacerse una bolita en aquella esquina, esperando que todo pasara rápidamente. Sus piernas se recogieron hasta tocar su pecho, aprovecho para esconder su rostro en aquel lugar con una notable desesperación de que todo ya acabara. Alzo su mirada, temerosa de aquellas personas, que parecían que habían perdido el interés en su persona, pero cuando sus ojos pudieron ver exactamente en donde se había metido dejo salir un leve gemido de sorpresas. Mujeres medio desnudas pavoneadnos en cualquier lugar, hombres deseosos toqueteando a féminas, pero también a hombres, quienes descaradamente se sentaban entre sus piernas y gemías sin pudor. Era mejor salir de ese lugar, parecía la habitación del pecado capital de la lujuria… deseo gatear hasta la salida, pero pronto algo la sujeto de su cintura, alzándola del piso frio y mugriento. MIRA EN DONDE DOS HAS METIDO –No…. Suélteme por favor…- gimoteo asustada de que fueran sus anteriores opresores. Es tu culpa, Anastasia, no me eches la culpa, es tu culpa, solamente tuya…
Katiuska Roslyakova- Humano Clase Baja
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Re: Hijo de lucifer, no me sueltes, le tengo miedo a las alturas || Privado +18||
Que puede hacer un hombre en una zona sola dedica para mujeres, esa respuesta es muy fácil de contestar si por hombre encontramos a un demonio, en especial al hijo de diablo, al mismísimo hades encarnado, la razón es obvia, una presa, una deliciosa y jugosa presa para despertar un cuerpo dormido por los milenios agotado de las banalidades y trivialidades ya conocidas por lo hombres, cuando lo mejor es romper todo eso y crear algo nuevo, un mundo lleno de caos y soledades, un reino de muertes que son justificada por la sed, la sed saciada de un demonio disfrazado de humano , y que más puede desear aquel ser si no es solo algo jugoso para satisfacer su aburrida vida, la vida llevaba al máximo, llevada a la locura y extrema desolación de almas, acabar con cada ilusión humana posible y sobre todo hacerles experimentar algo poderoso y único.
Los pasos acompasados por las calle de piedras adoquinadas, el viento nocturno agitando a todos hasta hacerlos temblar las damas y sus vestidos elegantes siendo azotados por el viento levantando un poco las faldas y aquellos vuelos que son característicos de sus hermosos ropajes lo que las obliga a usar abrigos o a un acompañante que solo está interesado en evitar que aquella brisa envíe lejos sus sombreros, bajo esa miradas una mirada desde las sombras va observando todo, sus ojos negros que poco van tomando un color sangriento, cual muerte espesa. Al caminar un sonido acompaña a sus pasos, es el sonido de su bastón tan reluciente y tan misteriosos como su dueño, las damas le miran con curiosidad pero el busca algo más, algo que le haga estar satisfecho después de una larga cena para despertar los sentidos.
-Cuantas más, diez, doce, o quizás veinte tenga que probar para que obtenga aquella sangre que tanto me fascina, no hay ni una que tenga ese tipo, esa efervescencia en su ser- acostumbrado a un tipo de sangre no se priva de probar otras, aun así las demás no lo llenan del todo. Su mirada se vuelve más intensa y oscura mientras observa pasar a un pequeño ratón asustadizo que corría a un establecimiento de aquella zona, un lugar muy elegante un restaurante de altas esferas, tras ella dos gorilas, porque hombres no eran, con unas risas burlonas y sobre todo con deseos bajos que saciar, esa maldad esa parte demoniaca de los seres humanos y que se niegan a aceptarlo y vivir con ello de buena forma es lo que llamo la atención de aquel demonio, guio sus posos pues solo para observar aquellos actos y quizás hasta hacer algo más que simples juegos de “gato y ratón”, le parecía divertida la escena y solo buscaba el climax y el final de la misma, saciar su sed.
En un parpadeo, casi imperceptible para los humanos se sentó en la mesa más alejada de todas a admirar a la joven, es verdad no él no poseía el “don” de leer las mentes, pero para un maestro de años como él leer la mente es poco con leer a la persona en si, sus cuerpos, sus movimientos, sus gestos, todo ello hablaba más que la propia mente y la misma boca que emitía estupideces, o eso piensa aquel ser, así que podía escuchar atentamente aquella asustadiza voz lo que le complacía enormemente, el miedo, el terror a lo peor…sostuvo la mirada a los hombres que llegaron y la tomaron con fuerza violenta y un pensamiento vino a su cabeza –Por qué dañar tan fieramente a aquella flor si se puede destruir lenta y dolorosamente todo rastro de primavera- y antes de que cualquiera pudiera notarlo estuvo tras los hombres tocándoles los hombros a los dos –La señorita ha dicho que la suelten, háganlo y salgan de aquí y no morirán, pero si se rehúsan…lastimosamente saldrán heridos y hasta muertos- en sus ojos el brillo de la maldad era más notorio y perturbador.
Los clientes miraron a los dos y a aquel demonio soltaron a la joven para dar un golpe en el rostro de aquel que se interponía entre sus deseos bajos, pero antes de darlo él desaparece de la vista de ellos para estar al lado derecho y sacar su mano y con toda fuerza clavarla en el cuello de su oponente atravesándolo gracias a sus uñas y a su fuerza, la sangre que salió golpeo la pared con una gran marca de sangre latente, mientras que los clientes no se inmutaban de lo que estaba pasando, pues aquel había hecho el uso de su mayor habilidad ILUSIÓN así que los clientes solo veían dos hombres salir y un caballero ayudar a una dama, aunque todo era mentira, porque solo los dueños temerosos y la pobre ratoncita sabían lo que había pasado, el otro sujeto observó cómo caía su amigo y como aquel ser que no se identificó lamía su mano saboreando la sangre, y antes de poder tener el mismo destino salió corriendo con una advertencia de volver, tomó de las muñecas a la joven y la sentó en su mesa con una media sonrisa en sus labios –Señores, cierren su negocio ahora, pagaré en nombre de todos y sobre todo, pagaré por el resto de la noche, y lo que se consuma aquí, o en su caso se dañe, se los abonaré ni bien termine, hasta entonces solo un par de camareros estarán aquí para atendernos a todos, un hombre y una mujer- miró a la dama dejando aquella orden que era ejecutada ni bien él terminaba de darla.
-Bien ahora, veamos cómo vas a pagar lo que hecho por ti, y no solo espero un gracias de una boca tan asustadiza y cobarde, veamos con que empiezo a romper en ti, decidelo rapido o seré yo quien lo haga- una sonrisa maliciosa y un chasquido que hace que le traigan bourbon a él y a la dama agua fresca con hielos –Bien, dime pequeña ratona, cómo te llamas, o es que el gato se te comió la lengua- los sirvientes sacaron el cuerpo del muerto del lugar viendo que nadie se inmutaba y que aquel que lo causó estaba tan tranquilo como si no hubiese pasado nada
Los pasos acompasados por las calle de piedras adoquinadas, el viento nocturno agitando a todos hasta hacerlos temblar las damas y sus vestidos elegantes siendo azotados por el viento levantando un poco las faldas y aquellos vuelos que son característicos de sus hermosos ropajes lo que las obliga a usar abrigos o a un acompañante que solo está interesado en evitar que aquella brisa envíe lejos sus sombreros, bajo esa miradas una mirada desde las sombras va observando todo, sus ojos negros que poco van tomando un color sangriento, cual muerte espesa. Al caminar un sonido acompaña a sus pasos, es el sonido de su bastón tan reluciente y tan misteriosos como su dueño, las damas le miran con curiosidad pero el busca algo más, algo que le haga estar satisfecho después de una larga cena para despertar los sentidos.
-Cuantas más, diez, doce, o quizás veinte tenga que probar para que obtenga aquella sangre que tanto me fascina, no hay ni una que tenga ese tipo, esa efervescencia en su ser- acostumbrado a un tipo de sangre no se priva de probar otras, aun así las demás no lo llenan del todo. Su mirada se vuelve más intensa y oscura mientras observa pasar a un pequeño ratón asustadizo que corría a un establecimiento de aquella zona, un lugar muy elegante un restaurante de altas esferas, tras ella dos gorilas, porque hombres no eran, con unas risas burlonas y sobre todo con deseos bajos que saciar, esa maldad esa parte demoniaca de los seres humanos y que se niegan a aceptarlo y vivir con ello de buena forma es lo que llamo la atención de aquel demonio, guio sus posos pues solo para observar aquellos actos y quizás hasta hacer algo más que simples juegos de “gato y ratón”, le parecía divertida la escena y solo buscaba el climax y el final de la misma, saciar su sed.
En un parpadeo, casi imperceptible para los humanos se sentó en la mesa más alejada de todas a admirar a la joven, es verdad no él no poseía el “don” de leer las mentes, pero para un maestro de años como él leer la mente es poco con leer a la persona en si, sus cuerpos, sus movimientos, sus gestos, todo ello hablaba más que la propia mente y la misma boca que emitía estupideces, o eso piensa aquel ser, así que podía escuchar atentamente aquella asustadiza voz lo que le complacía enormemente, el miedo, el terror a lo peor…sostuvo la mirada a los hombres que llegaron y la tomaron con fuerza violenta y un pensamiento vino a su cabeza –Por qué dañar tan fieramente a aquella flor si se puede destruir lenta y dolorosamente todo rastro de primavera- y antes de que cualquiera pudiera notarlo estuvo tras los hombres tocándoles los hombros a los dos –La señorita ha dicho que la suelten, háganlo y salgan de aquí y no morirán, pero si se rehúsan…lastimosamente saldrán heridos y hasta muertos- en sus ojos el brillo de la maldad era más notorio y perturbador.
Los clientes miraron a los dos y a aquel demonio soltaron a la joven para dar un golpe en el rostro de aquel que se interponía entre sus deseos bajos, pero antes de darlo él desaparece de la vista de ellos para estar al lado derecho y sacar su mano y con toda fuerza clavarla en el cuello de su oponente atravesándolo gracias a sus uñas y a su fuerza, la sangre que salió golpeo la pared con una gran marca de sangre latente, mientras que los clientes no se inmutaban de lo que estaba pasando, pues aquel había hecho el uso de su mayor habilidad ILUSIÓN así que los clientes solo veían dos hombres salir y un caballero ayudar a una dama, aunque todo era mentira, porque solo los dueños temerosos y la pobre ratoncita sabían lo que había pasado, el otro sujeto observó cómo caía su amigo y como aquel ser que no se identificó lamía su mano saboreando la sangre, y antes de poder tener el mismo destino salió corriendo con una advertencia de volver, tomó de las muñecas a la joven y la sentó en su mesa con una media sonrisa en sus labios –Señores, cierren su negocio ahora, pagaré en nombre de todos y sobre todo, pagaré por el resto de la noche, y lo que se consuma aquí, o en su caso se dañe, se los abonaré ni bien termine, hasta entonces solo un par de camareros estarán aquí para atendernos a todos, un hombre y una mujer- miró a la dama dejando aquella orden que era ejecutada ni bien él terminaba de darla.
-Bien ahora, veamos cómo vas a pagar lo que hecho por ti, y no solo espero un gracias de una boca tan asustadiza y cobarde, veamos con que empiezo a romper en ti, decidelo rapido o seré yo quien lo haga- una sonrisa maliciosa y un chasquido que hace que le traigan bourbon a él y a la dama agua fresca con hielos –Bien, dime pequeña ratona, cómo te llamas, o es que el gato se te comió la lengua- los sirvientes sacaron el cuerpo del muerto del lugar viendo que nadie se inmutaba y que aquel que lo causó estaba tan tranquilo como si no hubiese pasado nada
Santhiago Morel- Vampiro Clase Alta
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Re: Hijo de lucifer, no me sueltes, le tengo miedo a las alturas || Privado +18||
”Si dejas de moverte, mueres”
¿Era aquello acaso un ángel lo que salvaba su vida de ser comida por leones? Eso era lo que había pensado, al alzar la mirada y encontrarse con aquel hombre que al final había sido su salvador, pero tal vez la vida solamente le había dado algo peor, de lo que le tenía planeado desde un principio. Una corriente de miedo al escuchar sus palabras, la hizo entrar en razón, no era ningún ángel que se había encontrado y ahora, luchaba con los hombres para que la soltara antes que el diablo llegara a tomarla y arrastrarla hasta el mismísimo infierno. Su cuerpo fue tirado al piso y no dudo en salir arrastrándose poco a poco, mientras la conmoción estaba en su máximo nivel, pero que fácil fue para aquel hombre acabar con los dos contrarios. El olor de la sangre la hizo detenerse y voltear para ver con tal horror la cruel realidad del asunto. Sus ojos se abrieron y comenzaron a llorar, mientras que de su voz no podía salir ni un grito agónico de terror, estaba en shock.
El otro había saliendo huyendo, dejando a la joven allí tirada, la pequeña trago saliva y se disponía a seguir con su sigilosa huida, pero todo seria en vano, cuando su muñeca fue atrapada y fue sentada con brusquedad en una silla, situada al frente de una mesa, solamente hizo un gesto de molestia, mientras dejaba que su cuerpo tembloroso se quedara cerca de aquel demonio. Utilizo su notable poder para que el lugar quedara completamente vacío, con solamente dos personas en servicio exclusivamente para ellos. Eso es lo que hacen los hombres con poder, decía Anastasia en un rincón de la mente de Katiuska, imponen, mandan y lo que diga es la ley.
— ¿Empezar a romper? — pregunta temerosa, sin entender bien lo que quiere decir con aquellas palabras. Mira el agua que llega y parece que la atrapa por unos segundos hasta que con aquella voz la volvió a atemorizar y volvió su mirada a él — Me llamo…. — mejor no hagas nada, huye de este lugar, le decía anastasia que había también sentido ya el peligro inminente al estar frente a frente con lo que denominarían, el mismísimo diablo, pero Katiuska sabía que era absurdo intentar huir, sería una pérdida de tiempo y de energía mal gastada — Katiuska, mi señor — termino de decir ella con la mirada baja, mientras mantenía sus manos en su regazo, juntando nerviosamente sus dedos. — ¿Qué es lo que quiere de mi? — pregunto suavemente, mientras alzaba un poco la mirada para encontrarse con aquellos ojos, que detonaban tanta maldad, trago saliva, mirando nuevamente el vaso de agua, pero no se movía en ningún momento, pues temía que la ira del contrario fuera a caer sobre ella, como mil latigazos a su cuerpo.
Katiuska Roslyakova- Humano Clase Baja
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Re: Hijo de lucifer, no me sueltes, le tengo miedo a las alturas || Privado +18||
Si el vino fuera el elixir
Tu sangre sería mi redención
Tus lágrimas mi perdición
Y tu cuerpo…es la exclamación
De un perdón que me condena…eternamente.
Tu sangre sería mi redención
Tus lágrimas mi perdición
Y tu cuerpo…es la exclamación
De un perdón que me condena…eternamente.
— ¿Qué es lo que quiere de mi? —
— ¿Qué es lo que quiere de mi? —
— ¿Qué es lo que quiere de mi? —
Las preguntas son el aliciente perfecto para comenzar todo, sobre todo cierto tipo de preguntas que te llevan al declive de la vida o a la ensalsación del alma, siempre en todo momento de la vida de la especie humana surgen las preguntas como un medio de curiosidad por saciar, el saber “el por qué” de algo, aunque no necesariamente la pregunte empiece por el “¿por qué?” al final nos lleva eso, saber por qué somos elegidos para algo, porque hacemos esto, porque fuimos llamados a la muerte, o como diría algún filósofo “que es lo que se pretende lograr”
Algunos humanos se plantean todo tipo de preguntas aunque unas en particular suenan como un eco en sus mentes, en sus pensamientos buscan rápido una respuesta ingeniosa para salir del rato y así ocultar su curiosidad, como si pudieran saciarla por completo, eso solo es un habilidad de aquellos que el tiempo se olvidó dejándolos atados en su tiempo antiguo y guerrero.
Las intenciones son las mismas, la acción cambia, y los movimientos se transforman, para Morel el juego ya no era un juego era más que eso, no era su diversión sino más bien el deseo de alimento, de aplastar la insignificancia de los humanos que son solo alimento y recipientes para saciar aquellos deseos, no les daba crédito a más porque nadie había mostrado algo más…
Miró a la humana con ojos de cordero, un cordero que oculta en su interior al peor de los lobos, aquella figura guerrera de tiempos antaño esconde al mismo lucifer, su mirada fue de escrutinio a la mujer mirándola cada parte, percibiendo su aroma, quería divertirse con la caperucita, tomó su mano con una sonrisa falsa –Cherrie no debes pensar aun en romper, pronto llegará ese momento, te lo aseguro y ahí entenderás que no hay escapatorias eternas- besa su dorso elegantemente mientras pide al camarero algo de beber y comida para la joven, con el chasquido de sus dedos un asustadizo mesero se acerca temblando para atenderle mientras otros limpian aquel desastre se ha ocasionado mirando como las personas no se inmutan de nada, se lleva la orden y en cuestión de minutos está todo listo, lo conocen, saben cómo es y lo que es capaz de hacer todo lo que él ha “pedido”, mentira todo fue una orden”, se ha cumplido al pie de la palabra.
-oh no pequeña aun no me llames, Tu señor, aun no, guárdalo para cuando los gritos sean el plato fuerte- sonrió brindándole algo de alimento, la quería alimentada para el poder alimentarse y disfrutar de los placeres de Venus en toda su dimensión. –Lo que quiero es que te alimentes y de indiques porque te perseguían acaso eras una perra que necesitaba castigo, o eres la mascota de uno de ellos, si es así se ve que no saben tratar a las mascotas como se debe con la delicadeza de una flor y la fuerza de sus espinas- su sonrisa se ensanchó aún más –eso por lo primeo después de que te alimentes te diré que más quiero de ti- Las ideas venían a su cabeza, un cuadro arrancado del tiempo más antiguo y profano, una pintura de cuerpos desnudos, de sangre corriendo y sudores placenteros, de gritos desgarradores y el fuego del infierno desatándose en mares rojos por toda la ciudad
Santhiago Morel- Vampiro Clase Alta
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Re: Hijo de lucifer, no me sueltes, le tengo miedo a las alturas || Privado +18||
“Sin risa y sin llanto la vida no tendría sentido.”
— Ramón Sender
— Ramón Sender
No movía ni un musculo, no se permitía mover nada, si no fuera porque sus ojos comenzaban a molestarle, luego de pasar, varios segundos sin parpadear, no lo haría, sentía que cada vez que lo hacía, perdía medio segundo importante en su vida, esos segundos perdidos, eran los que le hacían no entender bien lo que pasaba en su alrededor. Miraba con desconfianza cada movimiento del hombre, su cuerpo de tenso completamente al sentir que el tacto de su mano, en la de ella y aquella sonrisa demoniaca en su rostro, el cual buscaba ocultarla, con un poco de esfuerza. Con su tacto, comprende que no es humano, pero eso ya lo sabía, pero ahora era diferente, ahora al menos sabía a lo que se enfrentaba.
Un vampiro, ser sobrenatural nocturno, que se alimenta de la sangre humana, ella era humana, tenía sangre cálida, la cual ellos necesitaban, trago saliva, su cuerpo comenzaba a temblar, desgraciadamente sabía bien que era eso, como era el maní del asunto, pues había servido a un vampiro, hace unos cuantos años, pero luego, como había llegado, se había ido, para siempre, tal vez. No le presta atención a nada de lo que sucede, ni lo que le han pedido al camarero, pues sabía que nada de eso importaba ─ Por dios… ─ trago saliva, entrecerrando sus ojos, negó suavemente ─ Yo… Yo… lo que sucede es que, hay otra parte de mi, que sale y hace estragos y luego… luego llega y me hace despertar y veo todo lo que ha pasado, me echan la culpa a mí, pero no fue mi culpa, es culpa de Anastasia… de ella.. Se-eñor ─ explico sujetando el vaso de agua, algo dudosa, el agua se movía un poco, por sus manos temblorosas.
Ahora estaba segura, que no saldría bien de todo esto…
Katiuska Roslyakova- Humano Clase Baja
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Re: Hijo de lucifer, no me sueltes, le tengo miedo a las alturas || Privado +18||
Si se llega a un punto determinado, ya no hay regreso posible. Hay que alcanzar ese punto.
-Frank Kafka-
-Frank Kafka-
Son los cambios para bien o para mal, eso dependerá de la óptica con que se aprecie los eventos acontecidos y por acontecer, no siempre se puede pedir que los mortales comprendan lo que no pueden ver con sus verdaderos ojos, es imposible que lo hagan, muchos que los puedan admirar en sus albores, tal cual lo haría un inmortal que lleva mucho tiempo entre las sombras y entre los ríos de sangre.
-Anastasia- dijo aquel vampiro arrastrando cada letra con su lengua en un estado de excitación, ¿por qué? Era una humana, acaso eso no es tan obvio. Tomó el mentón de la mujer alzándole un poco para que mirara hacia el techo ¿qué buscaba? Admirar su semblante, lucía como el ratón que se iba a devorar el gato, en este caso el alma que el demonio se estaba por llevar al infierno –Si ella hace, cosas quizás sea porque en el fondo tu también las deseas, solo que no quieres aceptarlo, lo quieres tener guardado ¿por qué? ¿Qué ocultas en tu cabeza y cuerpo?- acercó su cuerpo tanto que estaba casi sobre la mesa él con sus labios pegados al cuello de la joven humana, aspirando su aroma, guardando en la parte más recóndita de sus recuerdos.
-Anastasia, Anastasia- susurro a su oído –Veamos qué tan mala eres Anastasia- cada vez que pronunciaba ese nombre su lengua jugaba con las letras al dejarlas escapar, soltó a la mujer levantándose, justo cuando el mesero llegó con la orden, en su habilidad e ILUSIÓN mostró a la mujer como si él ya no estaba, mentira estaba sentado ahora junto a ella su lado, las personas le miraban a la mujer y cuchicheaban sobre ella, primero en susurros, uno que otro la señalaba, el camarero le miraba con asco y repulsión dejando el pedido sobre la mesa y huyendo de la muchacha, los susurros se iban haciendo más y más fuertes, hasta que las risas de los comensales explotó en el lugar, la miraban ahora directamente riéndose de ella.
Una ilusión donde él se divertía observando a la mujer y como se ponía con aquellos actos, quería quebrar su mente y forzarla a mostrar a la tal Anastasia, ver porque la seguían a un ratón sin gracia, y sobre todo ¿qué podría ofrecerle a futuro esta mujer? Que por ahora ha captado la atención del vampiro en su totalidad.
En la mente de este mientras creaba la ILUSIÓN sus pensamientos se cruzaban ¡una enferma mental, pero no lucen tan cándidas, generalmente lucen arrancadas de su tiempo como una malditas muñecas sucias y rotas, quizás un trauma en su infancia, o quizás vio morir abruptamente a alguien, no importa veamos cuantas mentes se albergan en este tonto ratón!su mente no dejó de jugar con la humana con las risas de los otros, cuando la señalan, hacen gestos de odio, solo quería ver lo que ella no quería ver.
Santhiago Morel- Vampiro Clase Alta
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Re: Hijo de lucifer, no me sueltes, le tengo miedo a las alturas || Privado +18||
El terror recorría todo su cuerpo, no podía moverse ni un centímetro, sin sentir que estaba arriesgando su vida, que en cualquier momento, el vampiro se hartaría y la mataria, como lo había hecho con los anteriores hombres que la habían estado persiguiendo. Muy quieta dejo que el hombre tomara su mentón, entrecerró sus ojos, tragando un poco de saliva, mientras esperaba lo que tuviera que pasar. Quiso reprocharle, pero el miedo no la dejaba, ellas dos eran muy diferentes, Anastasia no podía evitar ser revoltosa, querer salir, no la podía controlar, era una maldición, Katiuska solamente buscaba paz, una vida tranquila, sin mucha esperanzas de prosperar, pero tranquila.
La rusa comenzó a rezar, aunque el vampiro podría burlarse de ella ¿Qué más podría hacer? Solamente se le ocurría rezar al santo padre para que le diera fuerza y vida, para soportar lo que tuviera en mente aquel vampiro, sintiéndolo tan cerca de su cuello, su cuerpo temblaba, sentía como los sollozos quedaban en su garganta y las lagrimas, los gimoteos y mohines, amenazaban por salir, pero los oprimía con una leve mordida de su labio inferior. —puff…— entrecerró sus ojos, sintiendo como volvía su alma a su cuerpo, mientras veía como se alejaba el vampiro y el camarero le traía la orden, ella miro a los lados y se dio cuenta que parecía que todos la miraban a ella, solamente a ella, como si fuera una plaga, lo peor.
La herían de la peor manera, llevo sus manos a su cabeza, queriendo que se abriera un hueco en la tierra y se la tragara, los cuchicheos se hacían más fuertes, pronto la risa exploto y con ella el llanto de Katiuska, que miraba fijamente a la mesa, con los cabellos alborotados ocultando su rostro. No, no llores Kat, odio ver el hermoso cuerpo llorar, tapa tus oídos no los escuches. Y ella obedecía a la voz, tapo sus oídos, pero la voces seguían y se hacían más y mas fuertes, hasta que ella misma exploto.
Un fuerte golpe hizo que todo quedara en silencio, con la otra mano quito el plato, tirándolo al piso, desperdiciando la comida que podría alimentar a dos personas, alzo la mirada, agresivamente se limpio las lagrimas que Kat había derramado, en sus mejillas, paso su hombro por su nariz, para retirar algunos mocos y llevo su cabello para atrás, pero no había notado lo silencioso que se había vuelto todo, hasta que giro a los lados y encontró a todos viéndole, detenidamente, como si esperaran su próxima acción — ¿Qué? — Gruño con ímpetu —A mí si no me van a abuchear como lo hicieron con Katiuska ¿Cierto? — Giro el rostro para ver al vampiro — Usted no ha dicho su nombre, aun no lo sabemos, Kat ya dijo el de ella y el mío — alzo una ceja, mientras ponía las manos entre sus pierna, las cuales cruzo con un poco de elegancia, su espalda se irguió, su rostro se mostro con un semblante más elegante, cuando Anastasia propino a él un poco de altura al mentón, cierta esencia de elegancia venia con ella, cierto finísimo, extraño en esa clase.
La rusa comenzó a rezar, aunque el vampiro podría burlarse de ella ¿Qué más podría hacer? Solamente se le ocurría rezar al santo padre para que le diera fuerza y vida, para soportar lo que tuviera en mente aquel vampiro, sintiéndolo tan cerca de su cuello, su cuerpo temblaba, sentía como los sollozos quedaban en su garganta y las lagrimas, los gimoteos y mohines, amenazaban por salir, pero los oprimía con una leve mordida de su labio inferior. —puff…— entrecerró sus ojos, sintiendo como volvía su alma a su cuerpo, mientras veía como se alejaba el vampiro y el camarero le traía la orden, ella miro a los lados y se dio cuenta que parecía que todos la miraban a ella, solamente a ella, como si fuera una plaga, lo peor.
La herían de la peor manera, llevo sus manos a su cabeza, queriendo que se abriera un hueco en la tierra y se la tragara, los cuchicheos se hacían más fuertes, pronto la risa exploto y con ella el llanto de Katiuska, que miraba fijamente a la mesa, con los cabellos alborotados ocultando su rostro. No, no llores Kat, odio ver el hermoso cuerpo llorar, tapa tus oídos no los escuches. Y ella obedecía a la voz, tapo sus oídos, pero la voces seguían y se hacían más y mas fuertes, hasta que ella misma exploto.
Un fuerte golpe hizo que todo quedara en silencio, con la otra mano quito el plato, tirándolo al piso, desperdiciando la comida que podría alimentar a dos personas, alzo la mirada, agresivamente se limpio las lagrimas que Kat había derramado, en sus mejillas, paso su hombro por su nariz, para retirar algunos mocos y llevo su cabello para atrás, pero no había notado lo silencioso que se había vuelto todo, hasta que giro a los lados y encontró a todos viéndole, detenidamente, como si esperaran su próxima acción — ¿Qué? — Gruño con ímpetu —A mí si no me van a abuchear como lo hicieron con Katiuska ¿Cierto? — Giro el rostro para ver al vampiro — Usted no ha dicho su nombre, aun no lo sabemos, Kat ya dijo el de ella y el mío — alzo una ceja, mientras ponía las manos entre sus pierna, las cuales cruzo con un poco de elegancia, su espalda se irguió, su rostro se mostro con un semblante más elegante, cuando Anastasia propino a él un poco de altura al mentón, cierta esencia de elegancia venia con ella, cierto finísimo, extraño en esa clase.
Katiuska Roslyakova- Humano Clase Baja
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Re: Hijo de lucifer, no me sueltes, le tengo miedo a las alturas || Privado +18||
Las mentes de los humanos encierran muchos misterios, muchas entradas y salidas y para aquellos inmortales que pueden leer las mentes de los mortales y hacerles revivir su pasado es muy satisfactorio pero no llega al grado de exquisito, porque para ellos eso es lo común, jugar con ellos con lo que ven, pero ¿y con lo que no pueden ver? Pocos son los inmortales que juegan con las mentes humanas sin tener esa habilidad de escuchar sus pensamientos, porque para ellos lo más importante para descubrir la mente de las presas humanas no esta solo en la mente, sino en el cuerpo, leer a una persona en sus movimientos, gentes, actitudes, palabras todo eso entraña lo que pasa por su mente y más profundo todavía.
Los rezos de la mujer solo provocaron en Santhiago una risa, porque le parecía patético que los humanos todavía creyeran en estas estupideces de seres superiores a ellos, de seres creados por el mismo hombre para oprimir y someter al mismo hombre, negó con la cabeza justo cuando la mente de la joven no podía más, cuando todo lo que su acompañante había hecho estaba llegando al límite; la ILUSIÓN se rompe en el momento que la furia desata en cadena la reacción esperada, el vampiro sonrió de soslayo con un susurro –te tengo- colocó su zurda sobre la mesa repicando los dedos contra esta, miró a los demás comensales que los observaban y en un fluido francés –Excuse mua mademoiselles, Monsieur, mi colega ha perdido un poco la razón a causa del vino- con una sonrisa cada uno volvió a lo suyo, chasqueo sus dedos cerrando los ojos pensando y pensando, el camarero llego con algo de nerviosismo –Traedme un copa de vino, el especial aquella que solo es para mí, y a la madame, el mejor de sus platos de comida- sus ojos se abrieron mirando inquisitivamente a la mujer –Cherrie, vas a pedir algo, Anastasia para servirte aparte de la comida-
Dejó que la mujer ordenara mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa que abarcaba todo su rostro, se quedó pensando en ambas mujeres, los rezos de la una, la delicadeza de la otra, lo tosco de la primera y la altanería de la segunda, eso le provoco una risita –Así que Katiuska reza para que no perder el control y dejarte salir, ¿verdad? Entonces es más como el ratón que no quiere dejar al genio de la lámpara salir, lo que no entiendo es ¿por qué? Tan malvada eres que Katiuska te impide salir libremente- masculla sin remedio aquel ser –o es que siempre la metes en líos en donde termina golpeada y humillada, y por eso reza, reza para proteger su alma de las fauces del infierno- chasquea la lengua cuando el mozo trae la copa servida y la botella negra como el alma reflejada en los ojos de aquel nocturno.
Toma la copa lentamente percibiendo el aroma de sangre y licor –¿Mi nombre? Por qué es importante para ti mi nombre, aun no te llevaré a la cama para que lo recuerdes en tu piel, entonces ¿por qué quieres saber mi nombre? Y no me vengas con eso de “tú sabes el mío y el de Katiuska” dime ¿por qué? debo darte mi nombre- bebe lento con los ojos cerrados pero con sus otros sentidos bien abiertos en su pose de indiferencia absoluta y de arrogancia.
Los rezos de la mujer solo provocaron en Santhiago una risa, porque le parecía patético que los humanos todavía creyeran en estas estupideces de seres superiores a ellos, de seres creados por el mismo hombre para oprimir y someter al mismo hombre, negó con la cabeza justo cuando la mente de la joven no podía más, cuando todo lo que su acompañante había hecho estaba llegando al límite; la ILUSIÓN se rompe en el momento que la furia desata en cadena la reacción esperada, el vampiro sonrió de soslayo con un susurro –te tengo- colocó su zurda sobre la mesa repicando los dedos contra esta, miró a los demás comensales que los observaban y en un fluido francés –Excuse mua mademoiselles, Monsieur, mi colega ha perdido un poco la razón a causa del vino- con una sonrisa cada uno volvió a lo suyo, chasqueo sus dedos cerrando los ojos pensando y pensando, el camarero llego con algo de nerviosismo –Traedme un copa de vino, el especial aquella que solo es para mí, y a la madame, el mejor de sus platos de comida- sus ojos se abrieron mirando inquisitivamente a la mujer –Cherrie, vas a pedir algo, Anastasia para servirte aparte de la comida-
Dejó que la mujer ordenara mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa que abarcaba todo su rostro, se quedó pensando en ambas mujeres, los rezos de la una, la delicadeza de la otra, lo tosco de la primera y la altanería de la segunda, eso le provoco una risita –Así que Katiuska reza para que no perder el control y dejarte salir, ¿verdad? Entonces es más como el ratón que no quiere dejar al genio de la lámpara salir, lo que no entiendo es ¿por qué? Tan malvada eres que Katiuska te impide salir libremente- masculla sin remedio aquel ser –o es que siempre la metes en líos en donde termina golpeada y humillada, y por eso reza, reza para proteger su alma de las fauces del infierno- chasquea la lengua cuando el mozo trae la copa servida y la botella negra como el alma reflejada en los ojos de aquel nocturno.
Toma la copa lentamente percibiendo el aroma de sangre y licor –¿Mi nombre? Por qué es importante para ti mi nombre, aun no te llevaré a la cama para que lo recuerdes en tu piel, entonces ¿por qué quieres saber mi nombre? Y no me vengas con eso de “tú sabes el mío y el de Katiuska” dime ¿por qué? debo darte mi nombre- bebe lento con los ojos cerrados pero con sus otros sentidos bien abiertos en su pose de indiferencia absoluta y de arrogancia.
Santhiago Morel- Vampiro Clase Alta
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Re: Hijo de lucifer, no me sueltes, le tengo miedo a las alturas || Privado +18||
Pocas veces nos encontramos con cosas realmente interesantes y nada comunes, esta se trataba de una era en la cual, todo parecía ser tan predecible que se volvía simplemente aburrido el estar pisando una tierra como esta. Lo nuevo, lo innovador y extraño no es bienvenido en una sociedad que busca mantener todo igual, todo siendo regido por las reglas estipuladas por la una humanidad, la cual estaba gobernada por hombres, mientras las mujeres debían ser sometidas, silenciosas y atentas. Pero de allí no hay la belleza natural del ser, solamente era rigidez y decadencia.
Aquella jovencita apenas era una sombra de lo que pudo llegar a ser alguna vez, tal vez todas las personas que la veían con cierto asombro, lo eran, no serian tan diferente a ella. ¿Cómo acostumbrarme a estar loca? Ser una incomprendida por la humanidad, por una extraña enfermedad, que tal vez ella creo o nació como castigo divino. Odiaba aquella soledad, que le brindaba aquel infortunio, el frio que trae ese estado. En muchas ocasiones le atacaban las ganas de abrazar a la muerte para rogarle que se la lleve hacia la otra vida, pero nada sucedía, nunca llegaba y tenía que levantarse a sufrir un día más de vida ― No tenemos hambre, gracias ― inquirió cruzándose los brazos con cierto orgullo en su voz. Estando con él, sentía la muerte tan cerca, tan fría, como su soledad.
Ella no era la sangre fresca de los jóvenes soñadores que piensan que podrán triunfar en la vida del arte y el espectáculo, era una simple atormentada mujer, que buscaba vivir su vida, lo mejor posible ― Yo no soy la malvada ― gruño, enfurecida internamente de tal cuestionamiento, que podría llegar a ser acertado, pero nunca lo aceptaría ― Es solo que, tiene miedo, es una mujer chapada a la antigua, prefiere servir fielmente, mientras tenga un trapo viejo con que cubrirse y pan en su boca será feliz ― explico un poco mas clamada, mientras debajo de la mesa, sus piernas se cruzaban ― yo al contrario, me quejo de cómo vivimos, deseo mas, deseo un amor, una vida mejor, muchas cosas que puede que no obtenga, pero al menos sueño con ellas, Kat no tiene la capacidad de soñar con algo mejor ― añadió casi como lamentándose por ella, mientras decía las últimas palabras.
— ¿Hum? — Ella siempre seria escondida en un rincón oscuro, veía como el hombre saboreaba la bebida, Anastasia apostaba que se trataba de la sangre derramada de alguna doncella virgen, relamo mis labios, sintiendo un poco de sed de licor en su garganta. Pero se le quito, ya que su estomago se revolvió, cuando se imagino al cuerpo tirado de la doncella en algún lugar, que nunca conocería. — ¿Qué es lo que os hace moveros? — pregunto curiosa ― Me encantaría poder saber su nombre, por el simple hecho de que sabría como referirme a usted ― era tan simple y estúpido como eso.
Katiuska Roslyakova- Humano Clase Baja
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Re: Hijo de lucifer, no me sueltes, le tengo miedo a las alturas || Privado +18||
Cuando uno está jugando espera que su contrincante responda a atacar, pero que pasa cuando tu opuesto juega por partida doble, pues bien el juego se pone más interesante y enigmático porque no se sabe cuál de los dos contendientes se puede presentar frente al tablero en cuyo caso solo se mueve las fichas a un solo favor, el ataque.
Miró al mozo negando con la cabeza el cual dejó los platos en la mesa a la joven y un plato más a Morel en donde había solo un postre, pero no era para él, mantuvo su copa en alto a los ojos de la humana sonriendo al saborear él cálido hierro del vitae humano, como si fuera tomada de una presa viva, pero no estaba viva, porque le falta lo que a él le encantaba, el éxtasis de los humanos ante los horrores que presentar toparse con un ser como él.
-No te pregunté solo a ti, si no a ella, también a Katiuska, se las ve que andan en huesos y pellejos y así no sirven ni para muñecas y menos para juguetes de hombres- dejó la copa ofreciéndole un poco, pero antes de que la mujer siquiera pensara en tomarla chasqueo sus dedos y un joven mozo trajo una botella de vino fina, era un vino blanco de la mejor calidad –Bueno si no quieres tu comer al menos has de querer beber y no, no estoy ofreciendo esto para chisparte o abusar de ti, al contrario, es porque pareces finas con ese porte y esa galantería de la que presumes con tus ojos y tus manos, habrá que ver de que estas echa entonces- sonríe maliciosamente, su mente está trabajando a mil para saber cómo divertirse con su nuevo trofeo.
-Puedes llamarme Amo o también Lucifer, como tú prefieras, los nombres son tantos pero al final solo queda la maldad ¿por qué te asombras? No hay que negar lo que somos ¿por qué hacerlo? Yo adoro ser malvado y si no lo crees…míralo- cerró sus ojos invocando su habilidad de PERSUASIÓN creo una orden para las mujeres del lugar, aquella orden les fuer susurrada como una brisa en la mente de ellas “Id, empuñad los cuchillos y dad muerte a sus acompañantes, cortando la garganta” abrió los ojos alzando la copa hacia la chica –Salud Anastasia, que viva la maldad, eso es lo que me mueve completamente eso es mi centro de vida- ríe con sarcasmo sintiendo como su orden va siendo ejecutada con los gritos de los hombres que clamaban piedad, las mujeres en cambio poseídas por un espíritu que no se ve ni se siente pero en la mente lo pueden escuchar no paran, siguen cortando a sus compañeros con sonrisas macabras en sus labios y sus ojos bien abiertos mostrando el delirio de sus mentes.
-Cuál es tu centro Anastasia, que es lo que te mueve a ti y a Katiuska, según tus palabras a Katiuska le mueve la miseria y no querer más de lo que llegue a tener en el día, pero ¿y a ti? Qué es? Acaso tú quieres más de lo que tienes, quieres poder? Crees que podrías controlarlo siendo tu sin ser ella?- cruza sus piernas abriendo su corbata chasqueando los dedos para que el mozo temblando se acerque –Limpien todo y los cuerpos déjenlos en la parte de atrás luego me ocuparé de ellos- con una sonrisa caballerosa el joven salió corriendo de miedo llamando a sus colegas para limpiar, las mujeres tomaron asiento con el cuchillo empuñado –Quieres el poder Anastasia, ya sabes lo que tienes que hacer- susurra mirándole con ojos rojos de maldad y muerte.
Miró al mozo negando con la cabeza el cual dejó los platos en la mesa a la joven y un plato más a Morel en donde había solo un postre, pero no era para él, mantuvo su copa en alto a los ojos de la humana sonriendo al saborear él cálido hierro del vitae humano, como si fuera tomada de una presa viva, pero no estaba viva, porque le falta lo que a él le encantaba, el éxtasis de los humanos ante los horrores que presentar toparse con un ser como él.
-No te pregunté solo a ti, si no a ella, también a Katiuska, se las ve que andan en huesos y pellejos y así no sirven ni para muñecas y menos para juguetes de hombres- dejó la copa ofreciéndole un poco, pero antes de que la mujer siquiera pensara en tomarla chasqueo sus dedos y un joven mozo trajo una botella de vino fina, era un vino blanco de la mejor calidad –Bueno si no quieres tu comer al menos has de querer beber y no, no estoy ofreciendo esto para chisparte o abusar de ti, al contrario, es porque pareces finas con ese porte y esa galantería de la que presumes con tus ojos y tus manos, habrá que ver de que estas echa entonces- sonríe maliciosamente, su mente está trabajando a mil para saber cómo divertirse con su nuevo trofeo.
-Puedes llamarme Amo o también Lucifer, como tú prefieras, los nombres son tantos pero al final solo queda la maldad ¿por qué te asombras? No hay que negar lo que somos ¿por qué hacerlo? Yo adoro ser malvado y si no lo crees…míralo- cerró sus ojos invocando su habilidad de PERSUASIÓN creo una orden para las mujeres del lugar, aquella orden les fuer susurrada como una brisa en la mente de ellas “Id, empuñad los cuchillos y dad muerte a sus acompañantes, cortando la garganta” abrió los ojos alzando la copa hacia la chica –Salud Anastasia, que viva la maldad, eso es lo que me mueve completamente eso es mi centro de vida- ríe con sarcasmo sintiendo como su orden va siendo ejecutada con los gritos de los hombres que clamaban piedad, las mujeres en cambio poseídas por un espíritu que no se ve ni se siente pero en la mente lo pueden escuchar no paran, siguen cortando a sus compañeros con sonrisas macabras en sus labios y sus ojos bien abiertos mostrando el delirio de sus mentes.
-Cuál es tu centro Anastasia, que es lo que te mueve a ti y a Katiuska, según tus palabras a Katiuska le mueve la miseria y no querer más de lo que llegue a tener en el día, pero ¿y a ti? Qué es? Acaso tú quieres más de lo que tienes, quieres poder? Crees que podrías controlarlo siendo tu sin ser ella?- cruza sus piernas abriendo su corbata chasqueando los dedos para que el mozo temblando se acerque –Limpien todo y los cuerpos déjenlos en la parte de atrás luego me ocuparé de ellos- con una sonrisa caballerosa el joven salió corriendo de miedo llamando a sus colegas para limpiar, las mujeres tomaron asiento con el cuchillo empuñado –Quieres el poder Anastasia, ya sabes lo que tienes que hacer- susurra mirándole con ojos rojos de maldad y muerte.
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Re: Hijo de lucifer, no me sueltes, le tengo miedo a las alturas || Privado +18||
― Lo único que puedo decir de usted, es que es un fanfarrón ― dijo sin ningún miedo, tal vez eso le provocaría la muerte, no lo sabía, no le importaba en realidad, ella era la que tenía un complejo suicida, hace ya mucho tiempo también se había encontrado con alguien similar, de ojos rasgados y piel pálida, le había pedido, tal vez en su forma suplicado, que le ayudara a desaparecer, pero el solamente la ignoro, dejándola en su infierno terrenal. Trataba de no presenciar, miraba fijamente al hombre ― Usted no es diferente a los de su misma especie ¿No se ha dado cuenta? Todos son iguales, bestias chupasangre, que se creen dioses ― bufo frunciendo el ceño.
― Puede que desee poder, pues con el poder se puede conseguir la libertad que tanto deseo ― explico mientras escuchaba como los cuerpos eran arrastrados por los hombres que temblaban ante el miedo que inundaba sus cuerpo. ¿Qué más podría hacer aquel ser? No lo sabían, por eso le temían ― pero prefiero obtenerlo de otra manera ― bajo la mirada. No le agradaba pensar que podría tenerlo tan fácil, se sentiría desganada, una miserable.
Su cuerpo pareció moverse solo, se levanto de la mesa sin pensar en las consecuencias de sus acciones ― Me retirare, no me importa, lo hare ― advirtió moviendo su silla hacia tras para darle espacio a su cuerpo que comenzaba a alejarse de esa mesa. Era una simple humana, alguien frágil, el podría hacer que sus huesos se rompieran como pajilla, pero su naturaleza era recia, no le importaba cuales serian las consecuencias, si hubiera estado Katisuka, aun estuviera suplicando por su vida sin hacer nada, solamente allí, lamiéndole botas a un ser que al final le demostrara lo peor de la vida.
Era mejor luchar, levantarse y mostrar valentía, antes de estar en el piso. Pudo llegar a la puerta del lugar, le sorprendió hacerlo y hasta se animo, sintió que había una posibilidad de abrir la puerta del negocio y salvarse de todo eso, ansiaba poder ir a algún cueco a descansar, lo necesitaba, todas lo ansiaban. Pero cuando puso las manos en el picaporte este no se abrió, trato sin éxito abrirlo, comenzaba a desesperarse ― Increíble, claro ― miro a unos de los meseros, que parecía no creer lo que se había atrevido hacer la dama ― ¿Por qué te me quedas mirando? ― se quejo, señalo la puerta ― ven y abre esta puerta ― ordeno, tratando de ignorar, de obviar la presencia del vampiro.
― Puede que desee poder, pues con el poder se puede conseguir la libertad que tanto deseo ― explico mientras escuchaba como los cuerpos eran arrastrados por los hombres que temblaban ante el miedo que inundaba sus cuerpo. ¿Qué más podría hacer aquel ser? No lo sabían, por eso le temían ― pero prefiero obtenerlo de otra manera ― bajo la mirada. No le agradaba pensar que podría tenerlo tan fácil, se sentiría desganada, una miserable.
Su cuerpo pareció moverse solo, se levanto de la mesa sin pensar en las consecuencias de sus acciones ― Me retirare, no me importa, lo hare ― advirtió moviendo su silla hacia tras para darle espacio a su cuerpo que comenzaba a alejarse de esa mesa. Era una simple humana, alguien frágil, el podría hacer que sus huesos se rompieran como pajilla, pero su naturaleza era recia, no le importaba cuales serian las consecuencias, si hubiera estado Katisuka, aun estuviera suplicando por su vida sin hacer nada, solamente allí, lamiéndole botas a un ser que al final le demostrara lo peor de la vida.
Era mejor luchar, levantarse y mostrar valentía, antes de estar en el piso. Pudo llegar a la puerta del lugar, le sorprendió hacerlo y hasta se animo, sintió que había una posibilidad de abrir la puerta del negocio y salvarse de todo eso, ansiaba poder ir a algún cueco a descansar, lo necesitaba, todas lo ansiaban. Pero cuando puso las manos en el picaporte este no se abrió, trato sin éxito abrirlo, comenzaba a desesperarse ― Increíble, claro ― miro a unos de los meseros, que parecía no creer lo que se había atrevido hacer la dama ― ¿Por qué te me quedas mirando? ― se quejo, señalo la puerta ― ven y abre esta puerta ― ordeno, tratando de ignorar, de obviar la presencia del vampiro.
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Re: Hijo de lucifer, no me sueltes, le tengo miedo a las alturas || Privado +18||
Y la humana pensó que todo se acabaría ahí, con un solo desplante de su parte ¿acaso pensaba que él la dejaría así como así? Los ojos del vampiro se tornaron rojos pero no fue por el “insulto” de ella, al contrario fue por el haberse ido sin que él se lo ordenara, sin que él se lo hubiera permitido, y eso a Morel le enfurece más que cuando tocan su bastón, movió su cabeza haciendo sonar los huesos de su cuello un claro signo de irritación, chasqueo los dedos y le mozo se retiró dejando a la humana solo deseando salir de aquel lugar, Morel se levanto abriendo su chaqueta y retirándola lentamente de su ser pero antes de que la tela tocara el suelo desaparece queando frente a la mujer que toma del cuello de ella pegándola contra la puerta
-Crees que eso es insulto?, quieres odiarme e insultarme entonces lo has conseguido- cierra los ojos aspirando el aroma de la mortal pero antes de darle la muerte más rápida decide jugar con él hasta romperla, quiere romperle todos los huesos y que gripe por piedad, para que se detenga de esa agonía y la mate de una, pero no, solo la haría sufrir por la eternidad, la arroja contra el suelo a la mujer sin importarle si se golpea, se lastima o nada, el lobo deja su disfraz de oveja por su verdadera máscara. Su ser real aparece.
La corbata se va a aflojando hasta dejarla en el suelo, los gemelos los deja caer y abre los puños de su camisa de lino blanco, abre dos botones de su cuello mostrando algo su torso, sus colmillos pronunciados y esos ojos rojos que miran a la mujer, usa su mayor poder INFRINGIR DOLOR por la mente concentrándose en su “humana” que sienta como sus cabeza comienza a dolerle como si le explotara su cerebro poco a poco, ese dolor se va extendiendo segundo a segundo por su nuca, su espalda como si se tronaran los huesos, esa agonía en dolor se fue a cada extremidad de ella a sus manos como si rompieran los dedos de sus manos, sus rodillas siendo golpeadas por martillos y los dedos de sus pies siendo arrancados, un dolor extremo en la mente de la joven.
Miró al mozo que busca esconderse del demonio pero solo con la PERSUASIÓN le ordenó besar a la jovencita que había sido acompañante de él “la quieres, te excita esa mujer, son novios de hace tiempo y ella se ha declaro a ti, bésala y calma su agonía de ti, tómala entre tus manos sobre la mesa, rásgale la ropa y bésale el cuerpo, rásgale las enaguas y bésale los muslos, hazle sentir lo que ella desea de ti, ser tu mujer” la sonrisa fue a la mujer, una sonrisa cínica cargada de lujuria y deseo de dolor y placer, de los gritos de aquella voz rebelde, de los gritos de la inocente que se esconde del odio de la muchacha que busca ocultar su mayor trauma, él lo haría aun mayor para ella.
Tomó el mentón de la joven para que le mirara –Ahora ódiame más, ahora mira si soy un fanfarrón y trata de irte de aquí, solo saldrás si mi poder te deja salir con vida si no solo serás un cadáver más como todas tu especie, hoy serás mujer de algunos hombres y luego tu sangre será mía, tu vitae y tu alma la encadenaré, buscarás con anhelo poder escapar pero ya no hay libertad para ti, la desprecias voluntariamente entonces no la mereces y por eso te castigaré, desde ahora y para toda tu eterna condena humana- la deja para sentarse y ver como el joven mozo encantado por la persuasión del vampiro se acerca a la humana.
Un acto deplorable estaba suscitándose, porque su mente lujuriosa no paró ahí, ordenó a las mujeres ayudar al mozo a sostener a la jovencita para desflorarla y hacerla mujer, para violarla y arrancarle los gritos más dolorosos de todos, los gritos del horror.
Una orgía, una violación, un campo de batalla todo era igual para él.
-Crees que eso es insulto?, quieres odiarme e insultarme entonces lo has conseguido- cierra los ojos aspirando el aroma de la mortal pero antes de darle la muerte más rápida decide jugar con él hasta romperla, quiere romperle todos los huesos y que gripe por piedad, para que se detenga de esa agonía y la mate de una, pero no, solo la haría sufrir por la eternidad, la arroja contra el suelo a la mujer sin importarle si se golpea, se lastima o nada, el lobo deja su disfraz de oveja por su verdadera máscara. Su ser real aparece.
La corbata se va a aflojando hasta dejarla en el suelo, los gemelos los deja caer y abre los puños de su camisa de lino blanco, abre dos botones de su cuello mostrando algo su torso, sus colmillos pronunciados y esos ojos rojos que miran a la mujer, usa su mayor poder INFRINGIR DOLOR por la mente concentrándose en su “humana” que sienta como sus cabeza comienza a dolerle como si le explotara su cerebro poco a poco, ese dolor se va extendiendo segundo a segundo por su nuca, su espalda como si se tronaran los huesos, esa agonía en dolor se fue a cada extremidad de ella a sus manos como si rompieran los dedos de sus manos, sus rodillas siendo golpeadas por martillos y los dedos de sus pies siendo arrancados, un dolor extremo en la mente de la joven.
Miró al mozo que busca esconderse del demonio pero solo con la PERSUASIÓN le ordenó besar a la jovencita que había sido acompañante de él “la quieres, te excita esa mujer, son novios de hace tiempo y ella se ha declaro a ti, bésala y calma su agonía de ti, tómala entre tus manos sobre la mesa, rásgale la ropa y bésale el cuerpo, rásgale las enaguas y bésale los muslos, hazle sentir lo que ella desea de ti, ser tu mujer” la sonrisa fue a la mujer, una sonrisa cínica cargada de lujuria y deseo de dolor y placer, de los gritos de aquella voz rebelde, de los gritos de la inocente que se esconde del odio de la muchacha que busca ocultar su mayor trauma, él lo haría aun mayor para ella.
Tomó el mentón de la joven para que le mirara –Ahora ódiame más, ahora mira si soy un fanfarrón y trata de irte de aquí, solo saldrás si mi poder te deja salir con vida si no solo serás un cadáver más como todas tu especie, hoy serás mujer de algunos hombres y luego tu sangre será mía, tu vitae y tu alma la encadenaré, buscarás con anhelo poder escapar pero ya no hay libertad para ti, la desprecias voluntariamente entonces no la mereces y por eso te castigaré, desde ahora y para toda tu eterna condena humana- la deja para sentarse y ver como el joven mozo encantado por la persuasión del vampiro se acerca a la humana.
Un acto deplorable estaba suscitándose, porque su mente lujuriosa no paró ahí, ordenó a las mujeres ayudar al mozo a sostener a la jovencita para desflorarla y hacerla mujer, para violarla y arrancarle los gritos más dolorosos de todos, los gritos del horror.
Una orgía, una violación, un campo de batalla todo era igual para él.
Santhiago Morel- Vampiro Clase Alta
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Re: Hijo de lucifer, no me sueltes, le tengo miedo a las alturas || Privado +18||
Si, sabía que había sido un grave error provocar e insultar de esa manera a una creatura que con un simple chasquido de dedo podía haberla desaparecido de la faz de la tierra, que tan fácil se sentía ser destruida, tal vez muerta sentiría paz y los demonios de su cabeza morirían con ella, ya no importaría quien era la buena o la mala entre Katiuska y Anastasia porque las dos desaparecerían y todo terminaría. Que fácil era pensarlo, ansiaba sentir que eso era lo que pasaría después, aunque no negaría que no sentía miedo, estaba aterrada, podía evitarlo, noto como se alejaba el hombre, quiso detenerlo, pero antes de pensarlo ya el vampiro estaba al frente de ella, dejo salir un leve grito que termino ahogándose cuando la tomo del cuello.
Una katiuska lloraría y pediría perdón, piedad por su vida, pero ella solamente temblaba en el agarrare mientras sus manos temblorosas trataban de aferrarse al agarre del hombre. Sintió un choque de dolor completo al llegar al suelo —AHHH…— había tratado de levantarse pero un dolor terrible comenzó en la cabeza sus manos se aferraron a sus cabellos mientras gritaba cada vez más fuerte y con una gran agonía que crecía mientras el dolor parecía querer recorrer todo su cuerpo, destrozando sus huesos y músculos, cada parte de su cuerpo. Lloraba deseando que todo se acabara, pero al sentir una presencia, estúpidamente pensó que sería alguien que le ayudaría, pero no fue así, la alzaron como muñeca destrozada y siguieron destrozándola sin importar ya lo herida que estaba.
Sintió los labios de un extraño chocar con los de ella, trato de alejarse sin éxito alguno — No déjame…. ¿Qué haces? — grito, sintiéndose completamente incompetente, era ella apenas un retazo de trapo sucio que podían mover de un lado a otro, eso le estaban dando a entender, siempre lo había sabido, pero nunca nadie se había dignado a demostrárselo de forma tan dura. Las mujeres la sujetaban fuertemente, mientras aquel hombre que solamente estaba siendo controlada por el vampiro buscaba alejar cualquier cosa que se interpusiera entre el y lo muslos. —No por favor, no haga eso — rogo entre llanto pero las mujeres la sujetaban fuerte, no había escapatoria, pudo sentir como el cuerpo del hombre se acercaba a ella, acaricio su rostro y limpio sus lagrimas, se había bajado el pantalón, ella podía sentir la carne desnuda del mozo rozando con sus muslos.
Era una completa tortura
Katiuska Roslyakova- Humano Clase Baja
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