AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Nuevos horizontes (Alma Solderini )
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Nuevos horizontes (Alma Solderini )
Echado sobre una cama india, un manto atado por las puntos que dejaba a las personas acostarse en el medio quedando en el aire moviéndose de acuerdo al movimiento del barco impendiendo que las personas se durmieran mientras hubiera una tempestad o el mar este nervioso suspire mientras leía un libro francés de forma tranquila el barco se movía bastante impidiendo a muchos dormir allí que se levantaban de mal humor el viaje había sido bastante largo meses, me había metido en bastantes líos ya que muchos bravucones viajaron y querían mostrar su territorio y no me deje intimidar, pero me contuve de matarlos ya que una de las leyes era que no los matara a los pobres inocentes eso, si descubría algo que los hiciera poco merecedores de la vida no duraría en quitárselas pasaron un buen rato mientras, me entretenía leyendo el libro cuando escuche gritos de júbilos y de felicidad eso solo podía significar una cosa, llegamos.
Suspire cerrando el libro y me senté sobre la hamaca que no dejaba de moverse me termine de levantar y deje el mismo en una mochila ya tenia todo preparado guarde la hamaca también en otra bolsa las gentes parecían desesperadas, la mayoría ya había juntado todo y estaba arriba por eso me gusto estar aquí, casi todo mi viaje lo pase arriba en solitario ahora que ellos estaban arriba yo aquí abajo casi solo, el barco de un momento a otro se detuvo no pasado veinte minutos y gritos de la costa se oían habíamos llegado finalmente a parís, tome todas mis cosas en la mano y aguarde la salida de todos de forma tranquila, cuando asome mi cabeza a la salida el sol brillo dejándome casi ciego por el resplandor hacia ya unos dos días que no salia y el sol me molestaba mas aun siendo un felino que se acostumbro a las sombras, pero esto no me detendría nunca lo lograría.
Suspire cerrando el libro y me senté sobre la hamaca que no dejaba de moverse me termine de levantar y deje el mismo en una mochila ya tenia todo preparado guarde la hamaca también en otra bolsa las gentes parecían desesperadas, la mayoría ya había juntado todo y estaba arriba por eso me gusto estar aquí, casi todo mi viaje lo pase arriba en solitario ahora que ellos estaban arriba yo aquí abajo casi solo, el barco de un momento a otro se detuvo no pasado veinte minutos y gritos de la costa se oían habíamos llegado finalmente a parís, tome todas mis cosas en la mano y aguarde la salida de todos de forma tranquila, cuando asome mi cabeza a la salida el sol brillo dejándome casi ciego por el resplandor hacia ya unos dos días que no salia y el sol me molestaba mas aun siendo un felino que se acostumbro a las sombras, pero esto no me detendría nunca lo lograría.
Makarov V. Romanovs- Licántropo/Realeza
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Re: Nuevos horizontes (Alma Solderini )
Llegábamos temprano, al fin. Ya llevábamos una semana yendo retrasados, una vez había sido el caballo perezoso, otro que el cochero se nos durmió, imaginaros! Fue todo un escándalo. Pero hoy tras empezar la marcha, mucho antes de lo que en un principio íbamos a partir, ya nos encontrábamos a medio camino del puerto y aún faltaban unos veinte minutos aproximadamente. Nos daría tiempo de llegar, y de salir a buscar, al joven hijo de mi difunta ama de llaves, a la que quise y quiero como a mi segunda madre, la que mi ayudo a superar la temprana marcha de mis padres.
Se llamaba Ocelot, y su madre, me habló cada día de él, haciendo que me sonrojara muchas veces. Sonreí al recordar todo lo que me decía de él, galante, humilde, cariñoso, protector...así me lo describía y así era la imagen que tenia de él. Miré por la ventana y poco a poco el paisaje, iba cambiando, tornándose de más poblado a menos, hasta llegar al puerto, donde rebosaba de gente los alrededores. Esperando como nosotros, a los viajeros, que regresaban a sus hogares.
-Pare aquí- indiqué al cochero, el que paró de inmediato los caballos, en una esquina. – Será mejor no meternos en medio de todo esa marea de gente- añadí, él me miró y sonrió estando de acuerdo. Pasamos más rato de lo que temíamos, y cuando finalmente creíamos que no llegaría nunca, el barco, apareció en el horizonte y la gente que esperaba, enloqueció, ansiosos de ver a sus seres queridos.
-Voy a buscarle, espéranos aquí- dije tras salir del carruaje, al ver como el cochero hacia ademan de acompañarme. El cochero entendió que esas calles no eran muy seguras para mantener unos caballos tan bonitos y bien cuidados como los nuestros, los que en cualquier momento podrían robar, y se quedó estático en su lugar.
Me apresuré a llegar, al ver como alzaban el puente, para que los viajeros, pudieran salir del barco y llegar a tierra. La gente empezó a bajar, los abrazos se extendían por allí donde posaba mi mirada. Pobre Ocelot...pensé, pero no iba a dejarle triste, para mí, aunque él no supiera de mí, ya lo consideraba como mi hermano mayor, todo y que la visión de su madre, siempre fue diferente. Llegué lo más adelante que pude, y me paré buscándolo con la mirada. Mi vestido de un color amarillo, ondeaba al viento, mientras mi cabello, caía rebelde, liso en mi espalda. Le busqué, pero no le reconocía, esperé que al menos hiciera caso a la carta que le envié, diciéndole como era, para que me reconociera, si algún día acudía.
La mayoría de la gente había bajado, y para mi malestar, todos eran jóvenes. Suspiré y me quedé sin perder la esperanza, de verlo aparecer entre el gentío que me rodeaba.
Alma Montcourt- Humano Clase Alta
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Re: Nuevos horizontes (Alma Solderini )
Finalmente luego de unos minutos acostumbrándome a la luz pude salir y terminar de recoger mi equipaje tenia solo una mano libre mientras cargaba varias maletas con la otra, haba recibido una carta donde se me comunico la muerte de mi madre, por parte de la joven que le educo como a su hija, por ello me dejo una descripción física de como la joven era, para mis colegas de la hermandad era una diosa su descripción lo habría hecho ella misma, la mayoría de las personas ya habían bajado así que tenia el desembarco para mi me asome por la salida observando como una gran multitud de personas estaban recibiendo a los viajantes y por que no vendedores tratando de aprovechar si alguno le quedaba plata le intentarían sacar todo, observe mas lejos y habían carruajes por lo que había leído en la carta era una persona pudiente.
Volví a observar de forma tranquila la carta leyendo su descripción física una joven no muy alta pero rubia y de cabellos hermosos piel cálida sonreí recordando los comentarios de los demás compañeros, elevando la ceja no demore en encontrarla mas mi talentos naturales allí estaba, deslumbraba entre todos los demás mis hermanos no habían quedado cortos, hasta el sultán se había maravillado por su descripción ahora yo debía comprobarles lo que pensaban, pero antes lo primero camine bajando la rapa de forma tranquila hacia la cantidad de personas, aun habían jóvenes que alardeaban de sus aventuras y de sus físicos adquiridos, mientras yo hacia caso omiso me detuve delante de la joven dama tendría que ser ella le di una sonrisa tranquila y amena
-Usted debe ser la señorita Solderini, un gusto soy Ocelot Surmont, muchas gracias por cuidar de mi madre.
Mencione de forma tranquila, su descripción mas mi capacidad de reconocer personas me aseguraron que era ella sonríe educad amente dejando las cosas a una lado para así no parecer tan grotesco y la quede observando esperando su presentación y que claro nos indicara destino. Para poder descansar un poco como la gente ya que hacia tiempo que no dormía como un ser humano normal, aunque a veces asumí mis formas animales debido a poder descansar de una forma mas cómoda y espaciosa mas bien la forma ocelote pero nunca nadie vio nada así que tranquilamente suspire levemente esperando la reacción de la bella dama, su retracto no hacia juicio a su apariencia.
Volví a observar de forma tranquila la carta leyendo su descripción física una joven no muy alta pero rubia y de cabellos hermosos piel cálida sonreí recordando los comentarios de los demás compañeros, elevando la ceja no demore en encontrarla mas mi talentos naturales allí estaba, deslumbraba entre todos los demás mis hermanos no habían quedado cortos, hasta el sultán se había maravillado por su descripción ahora yo debía comprobarles lo que pensaban, pero antes lo primero camine bajando la rapa de forma tranquila hacia la cantidad de personas, aun habían jóvenes que alardeaban de sus aventuras y de sus físicos adquiridos, mientras yo hacia caso omiso me detuve delante de la joven dama tendría que ser ella le di una sonrisa tranquila y amena
-Usted debe ser la señorita Solderini, un gusto soy Ocelot Surmont, muchas gracias por cuidar de mi madre.
Mencione de forma tranquila, su descripción mas mi capacidad de reconocer personas me aseguraron que era ella sonríe educad amente dejando las cosas a una lado para así no parecer tan grotesco y la quede observando esperando su presentación y que claro nos indicara destino. Para poder descansar un poco como la gente ya que hacia tiempo que no dormía como un ser humano normal, aunque a veces asumí mis formas animales debido a poder descansar de una forma mas cómoda y espaciosa mas bien la forma ocelote pero nunca nadie vio nada así que tranquilamente suspire levemente esperando la reacción de la bella dama, su retracto no hacia juicio a su apariencia.
Makarov V. Romanovs- Licántropo/Realeza
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Re: Nuevos horizontes (Alma Solderini )
Segui buscandole con la mirada, todos los jóvenes eran tan iguales. Suspiré acordandome de las palabras de su madre “ Es como un grande oso, de mirada felina”. Apenas eso me habia dejado su madre para adivinar cual era su hijo, suspiré y rezé para que el joven si que me reconociera a mí, o me veía aquí hasta las tardes horas de la noche. Y como si el cielo, hubiese convocado y realizado mi sueño, un joven chico apareció delante de mi vision, decidido y directo , hablandome a mí. Le miré y asentí devolviendole una tranquila y amigable sonrisa.
-Bienvenido a París Ocelot- saludé en una sonrisa, tendiendole la mano,a modo de saludo- Fue su madre quien cuidó mas a mi, que yo a ella me temo, solo le causé dolores de cabeza de pequeña.. asi que no creo que tenga que darmelas- añadi en otra sonrisa. Me fijé en las bolsas que llevaba, las grotescas maletas, me corregí, casi lograban hacer el doble que él, y eso, que el joven, por lo poco que habia visto mi vista, tenia un fisico envidiable.
Entre nosotro se formó un silencio, mientras ligeramente sonrojada le miraba, era buena hablando con la gente, socializando, pero habia algo en él… quizas el que su madre me hablara tanto de él, quizas el que ya fuera como un hermano para mí, o la leve curiosidad por saber de él, que tan conocido se me hacia pero a la vez tan desconocido resultaba. Ví su rostro y noté su cansancio, sin lugar a dudas era una mala anfitriona.
-tenemos aquí a la salido del puerto el carruaje, ahora si quiere llamamos que vengan a recogerle las bolsas…- me calle titubeando, recordando que su madre le habia dicho, que era un joven humilde, como menos clase y formalidades, mejor se integraria, si alguna vez llegaban a vivir en la misma casa – o si quieres puedes llevarlas tu- añadí mirando su rostro contrariado, le sonreí de nuevo – vamos, esta allá- señale entre el gentió la esquina del puerto, donde dos caballos negros asomaban sus cabezas.
Alma Montcourt- Humano Clase Alta
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Re: Nuevos horizontes (Alma Solderini )
Observe como ella me saludo amablemente y sonríe devolviendo le el mismo saludo, menciono que mi madre había cuidado mas de ella algo que no me sorprenda mi madre una gran osa siempre cuidando de todo aquello que podría ser lastimado, le encantaba y tenia esa mala costumbre de querer cuidar de todos y de todos. Le tome la mano saludándola al estilo, oriental nomas un apretón de manos y una leve sonrisa pero ademas de lo que le habría dicho de mi cuando note el sonrojo de ella me di cuenta, que mi madre mas una vez había hablado mas de mi de lo que deba ella ya lo hacia cuando yo era un niño ahora no me imaginaba lo que podría decir de mi. Al ver como ella me indico el camino sonreí sacudiendo mis cabellos de forma des prolija y la observe de nuevo sonriendo tranquilamente.
-perfecto, si prefiero llevarlas yo mismo así no molesto a nadie o que lindos caballos tiene señorita.
Mencione apenas viendo su cabeza, pero en medio oriente los caballos eran muy bien cuidados gracias a que eran muy pocos y no se estaba muy acostumbrarlo verlos, tome la iniciativa iniciando yo la caminata guarde, la carta de ella en mi pecho, dentro de la camisa y tome todo mi equipaje con suma facilidad y comencé a caminar hasta allí evitando varios grupos de personas hasta llegar al carruaje me detuve delante dejando caer mi equipaje esperando instrucciones de donde dejarlo mientras me atreví de caminar hasta los caballos y acariciar su rostro y ver su composición física.
-Son verdaderos sementales, auténticos campeón estos animales diría que corceles casi y hermoso pelaje .
mencione algo fascinado pero tranquilo, para después mostrar interés en la dama y lo que ella tuviera que decirme.
-perfecto, si prefiero llevarlas yo mismo así no molesto a nadie o que lindos caballos tiene señorita.
Mencione apenas viendo su cabeza, pero en medio oriente los caballos eran muy bien cuidados gracias a que eran muy pocos y no se estaba muy acostumbrarlo verlos, tome la iniciativa iniciando yo la caminata guarde, la carta de ella en mi pecho, dentro de la camisa y tome todo mi equipaje con suma facilidad y comencé a caminar hasta allí evitando varios grupos de personas hasta llegar al carruaje me detuve delante dejando caer mi equipaje esperando instrucciones de donde dejarlo mientras me atreví de caminar hasta los caballos y acariciar su rostro y ver su composición física.
-Son verdaderos sementales, auténticos campeón estos animales diría que corceles casi y hermoso pelaje .
mencione algo fascinado pero tranquilo, para después mostrar interés en la dama y lo que ella tuviera que decirme.
Makarov V. Romanovs- Licántropo/Realeza
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Re: Nuevos horizontes (Alma Solderini )
Reí ante sus palabras, pensando en al llegar a la mansión y viera la variedad de caballos que teníamos y criábamos, el rostro que se le pondría. Actualmente solo teníamos veinte caballos en total, sin contar los potrillos. De todas las capas, de los que teníamos mas era de los caballos de silla francés, caballos atléticos, ideales para largos recorridos, los que criábamos y vendíamos por toda Francia y otros países. Como pensé decidió él solo llevar sus cosas y tomando la iniciativa emprendió la marcha hacia el carruaje, delante de mí. Caminando detrás de él, pude fijarme en su ancha espalda, en la que una dama se perdería, navegando en ella... Pero que dices? Me reprimí y me mordí los labios, pero en todo el trayecto no pude quitarme de mi mente, su fuerte figura, que a los demás parecía intimidar, curiosamente, a mi me sucedía todo lo contrario, como decía siempre su madre, a su lado cualquier dama, se encuentra protegida y segura en todo momento, y así podía dar fe.
Feliz de que no pudiera ver el sonrojo de mi rostro, lentamente fuimos dejando a los demás viajantes y nos acercábamos mas al carruaje, en que Víctor nos esperaba, subido en su puesto, con las riendas de los caballos. Nos detuvimos delante el carruaje, él antes que yo, al encontrarse más adelantado en sus pasos, ya que dos pasos de los míos, eran un simple paso para él. Dejó las maletas y le vi dirigirse hacia los caballos, Víctor le observó, midiendo sus rasgos con los de su difunta madre, y sonrió ligeramente al reconocer algo de ella en él.
Aproveché que su interés se encontraba en los caballos, para ir yo también hacia ellos. Uno de los negros caballos, al verme, movió la cabeza hacia mí. Reí, y me acerqué hacia él, acariciándole el largo hocico, dejando un leve beso en su coronilla. Mis manos no dejaban de acariciar al caballo, que tan sumiso se mostraba.
-Son Pura raza Española, importados desde España hasta aquí, cuando solo eran unos pequeños potrillos, fueron y aún son campeones de movimientos ambos, como campeones en doma y salto. Solo que ya sus tiempos de glorias pasaron a mejor vida- sonreí- ahora solo juegan, corren, duermen y, ¿dije comer? Te puedo asegurar que como estos dos, ningún otro caballo come tanto- solté un último beso al hocico del caballo y miré al joven.- En la mansión, allí tenemos muchísimos mas caballos, tengo la corazonada que te gustaran..- le sonreí, apartándome de los caballos.- No tenéis caballos, en vuestras tierras?- pregunté asombrada. Los caballos cada vez se hacían más útiles y su comercialización, estaba entre unas primeras necesidades.
Víctor bajó a nuestro encuentro – Señora..¿Puedo ayudar en algo?- negué con la cabeza, cuando me acordé de las bolsas de Ocelote – te importaría decirle como poner las bolsas...bien sabes, que ese mecanismo, se me resiste- añadí, el río afirmándolo – Señor Surmont...soy Victor, el cochero de la familia, es un gusto teneros- habló al joven, en una leve reverencia. Victor había sido muy amigo de su madre, para él Ocelot era más que bienvenido.
Feliz de que no pudiera ver el sonrojo de mi rostro, lentamente fuimos dejando a los demás viajantes y nos acercábamos mas al carruaje, en que Víctor nos esperaba, subido en su puesto, con las riendas de los caballos. Nos detuvimos delante el carruaje, él antes que yo, al encontrarse más adelantado en sus pasos, ya que dos pasos de los míos, eran un simple paso para él. Dejó las maletas y le vi dirigirse hacia los caballos, Víctor le observó, midiendo sus rasgos con los de su difunta madre, y sonrió ligeramente al reconocer algo de ella en él.
Aproveché que su interés se encontraba en los caballos, para ir yo también hacia ellos. Uno de los negros caballos, al verme, movió la cabeza hacia mí. Reí, y me acerqué hacia él, acariciándole el largo hocico, dejando un leve beso en su coronilla. Mis manos no dejaban de acariciar al caballo, que tan sumiso se mostraba.
-Son Pura raza Española, importados desde España hasta aquí, cuando solo eran unos pequeños potrillos, fueron y aún son campeones de movimientos ambos, como campeones en doma y salto. Solo que ya sus tiempos de glorias pasaron a mejor vida- sonreí- ahora solo juegan, corren, duermen y, ¿dije comer? Te puedo asegurar que como estos dos, ningún otro caballo come tanto- solté un último beso al hocico del caballo y miré al joven.- En la mansión, allí tenemos muchísimos mas caballos, tengo la corazonada que te gustaran..- le sonreí, apartándome de los caballos.- No tenéis caballos, en vuestras tierras?- pregunté asombrada. Los caballos cada vez se hacían más útiles y su comercialización, estaba entre unas primeras necesidades.
Víctor bajó a nuestro encuentro – Señora..¿Puedo ayudar en algo?- negué con la cabeza, cuando me acordé de las bolsas de Ocelote – te importaría decirle como poner las bolsas...bien sabes, que ese mecanismo, se me resiste- añadí, el río afirmándolo – Señor Surmont...soy Victor, el cochero de la familia, es un gusto teneros- habló al joven, en una leve reverencia. Victor había sido muy amigo de su madre, para él Ocelot era más que bienvenido.
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Re: Nuevos horizontes (Alma Solderini )
La escuche hablar sobre los caballos y sonreí tranquilamente, con una leve sonrisa en el rostro, en donde había sido entrenado eran raros los caballos el mejor medio de transporte era el camello, aunque se usaba por la realeza o los militares ya que eran muchos mas rápidos que los anteriores, cando escuche la voz masculina lo observe al ver como el joven se presentaba le sonreí levente de forma cordial inclinando levemente la cabeza en modo de respeto y tome mis cosas, para seguirla hasta que finalmente me mostró donde era el lugar mas apropiado y así fue lo coloque allí rápidamente y con una maestría e pocos, había sido entrenado por un sultán que era amigo del maestro de la hermandad, así que sabia tanto de la nobleza como de los rangos mas bajos de la sociedad
-Muchas gracias, por la bienvenida
Me voltee a mirar a la joven y sonreí un poco preocupado sacudiendo mis cabellos para darle una sonrisa no quería abusar de la hospitalidad ni ponerla en problemas a ella quizás tenia otras cosas para hacer en vez de estar atendiendo a un joven hijo de su ama de llaves simplemente
-Espero no molestarla, señorita alma no quiero molestarle su día de hoy muchas gracias por lo que esta haciendo por mi
Mencione parándome enfrente de ella de forma cortes con las manos detrás de mi espalda no sin antes sacarme el polvo que había en la ropa de mi equipaje aguardando las instrucciones de la bella dama que me acompañaba.
-Muchas gracias, por la bienvenida
Me voltee a mirar a la joven y sonreí un poco preocupado sacudiendo mis cabellos para darle una sonrisa no quería abusar de la hospitalidad ni ponerla en problemas a ella quizás tenia otras cosas para hacer en vez de estar atendiendo a un joven hijo de su ama de llaves simplemente
-Espero no molestarla, señorita alma no quiero molestarle su día de hoy muchas gracias por lo que esta haciendo por mi
Mencione parándome enfrente de ella de forma cortes con las manos detrás de mi espalda no sin antes sacarme el polvo que había en la ropa de mi equipaje aguardando las instrucciones de la bella dama que me acompañaba.
Makarov V. Romanovs- Licántropo/Realeza
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Re: Nuevos horizontes (Alma Solderini )
Parada en el sitio observé la tranquila sonrisa del chico, sin poder contenerme le correspondí la sonrisa, antes de que Víctor le dijera dónde poner el equipaje que llevaba. Observé las bolsas e hice una leve mueca. Llevaba poco bulto para llevar todo lo que tenía en aquellas bolsas. Me prometí a mi misma que en cuanto llegásemos a la mansión, encargaría ropas nuevas para el joven, que a mucho tardar, estarían listas en un par de días, y así le daría una sorpresa. Sonreí ante aquello, así lo haría, todo y que siendo humilde como me dijo su madre, quizás no le gustaría aquellas atenciones.
Suspiré, mejor mas adelante le preguntaría, no quería tener un mal inicio con él, ya que se quedaría una temporada o eso deseaba. Ocelot colocó el mismo sus bolsas, parecía saber bien como se hacía todo, aquello me llevó a preguntarme que habría hecho en todos aquellos años en que su madre no recibió más que alguna carta cada mucho tiempo. Ladeé la cabeza estudiándolo, podría haber sido un militar fácilmente, un soldado. Tenía el temple de uno de ellos. A paso lento me acerqué a ellos.
- No hay de qué señor, estaré encantado de tenerle entre nosotros – repuso Víctor sonriéndole. Luego me miró y me sonrió – ¿Nos vamos ya señora?- Fruncí el ceño, no sabía que paso dar a continuación. ¿Querría ir al cementerio a visitar a su madre? Si así era teníamos que comprar flores que traerle.
- No molesta Ocelot, estoy y estamos encantados de tenerle entre nosotros. Sinceramente espero que se quedé una larga temporada entre nosotros – confesé sonrojándome ante la mirada de Víctor que me miró entornando los ojos. – La casa es muy grande para nosotros y no tenemos muchas visitas, alguien que dé un cambio de aires, irá bien. Así que siéntese en casa – Añadí a mis palabras anteriores, no quería que pensara mal de mí solo conocerme.
Le sonreí dulcemente aún ligeramente sonrojada - ¿Quieres ir a algún lugar antes de partir, Ocelot? Podemos ir donde quieras, no es molestia. - Insistí sonriendole. Lo ultimo que queria era que se sintiera una molestia o carga.
Suspiré, mejor mas adelante le preguntaría, no quería tener un mal inicio con él, ya que se quedaría una temporada o eso deseaba. Ocelot colocó el mismo sus bolsas, parecía saber bien como se hacía todo, aquello me llevó a preguntarme que habría hecho en todos aquellos años en que su madre no recibió más que alguna carta cada mucho tiempo. Ladeé la cabeza estudiándolo, podría haber sido un militar fácilmente, un soldado. Tenía el temple de uno de ellos. A paso lento me acerqué a ellos.
- No hay de qué señor, estaré encantado de tenerle entre nosotros – repuso Víctor sonriéndole. Luego me miró y me sonrió – ¿Nos vamos ya señora?- Fruncí el ceño, no sabía que paso dar a continuación. ¿Querría ir al cementerio a visitar a su madre? Si así era teníamos que comprar flores que traerle.
- No molesta Ocelot, estoy y estamos encantados de tenerle entre nosotros. Sinceramente espero que se quedé una larga temporada entre nosotros – confesé sonrojándome ante la mirada de Víctor que me miró entornando los ojos. – La casa es muy grande para nosotros y no tenemos muchas visitas, alguien que dé un cambio de aires, irá bien. Así que siéntese en casa – Añadí a mis palabras anteriores, no quería que pensara mal de mí solo conocerme.
Le sonreí dulcemente aún ligeramente sonrojada - ¿Quieres ir a algún lugar antes de partir, Ocelot? Podemos ir donde quieras, no es molestia. - Insistí sonriendole. Lo ultimo que queria era que se sintiera una molestia o carga.
Alma Montcourt- Humano Clase Alta
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