AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Tu alma reconocerá a mi alma? (Privado)
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¿Tu alma reconocerá a mi alma? (Privado)
Aunque había vuelto de su trabajo, bastante cansada, no deseaba quedarse en su hogar, en verdad la soledad le dolía profundamente, pero ¿que podía hacer? nada, solo intentar mitigar esa sensación, de desamparo, de angustia, dejando que largos paseos le despejaran la mente.
había dejado muy temprano la residencia en la que vivía junto a su tío, quien la detestaba, - Que ironía, el único ser que debería quererme, por formar parte de mi familia, no logra soportarme - caviló, mientras sus pasos la alejaban de su hogar y la acercaban al centro de la ciudad. En pocos días, debería enfrentar una dura experiencia, la de buscar un nuevo lugar en el que vivir, ¿pero como podría encontrar un buen apartamento? ¿donde debería buscar? suspiró frustrada, se detuvo antes de cruzar una calle, llevó su cabeza hacia atrás, cerró los ojos y suspiró, - Que distinto sería todo, si tan solo tú estuvieras a mi lado - dijo en un susurro, mientras pensaba en ese amor que según sus mas íntimos sentimientos, la estaría esperando en algún lugar.
no tenía la menor duda que el amor de su vida, de su alma, se encontraba en la ciudad, que sus almas debían volver a encontrase y que tal vez, en ésta vida, lograrían ser felices, como no habían podido serlo, cuando ella era una simple esclava y él un dulce y generoso príncipe. Sus ojos se cuajaron de lagrimas, la garganta le dolía, y el pecho parecía estar a punto de estallar. Llevó una de sus manos al pecho, a la altura del corazón y comenzó a golpearse suavemente el pecho, intentando que aquella sensación de ahogo desapareciera. Las lagrimas desbordaron sus pestañas y humedecieron sus mejillas, su mandíbula, bajando por su cuello. Como un niña pequeña limpió sus ojos con el puño de su vestido, - no lloraré, no... porque sé que pronto te encontraré -, sonrió, intentando darse animo, inspirando profundamente, - mi querido Wang ok -.
Prosiguió su camino, hasta llegar a la zona mas comercial, allí, los escaparates mostraban infinidad de artículos a la venta, desde distinguidos trajes, corbatas, guantes, zapatos. Como también, otros comercios, exhibían plumas, papeles y enceres de oficina. Atraída por una de esas tiendas, se detuvo y observó un juego de pinceles, tinta y papeles, que reconoció con solo observarlos rápidamente, era un juego de caligrafía, cerró un instante sus ojos y recordó arte de un recuerdo lejano, su querido príncipe había escrito una poesía, un hermoso sijo*, que hablaba sobre la efímera existencia, y el amor que supera la muerte, sus dedos acariciaron el vidrio del escaparate, - Vida mía, pronto, muy pronto... nos encontraremos... solo... intenta recordar... cuanto te he amado -, susurró, abriendo sus ojos y contemplando aquellos papeles que le recordaran a su perdido amor.
había dejado muy temprano la residencia en la que vivía junto a su tío, quien la detestaba, - Que ironía, el único ser que debería quererme, por formar parte de mi familia, no logra soportarme - caviló, mientras sus pasos la alejaban de su hogar y la acercaban al centro de la ciudad. En pocos días, debería enfrentar una dura experiencia, la de buscar un nuevo lugar en el que vivir, ¿pero como podría encontrar un buen apartamento? ¿donde debería buscar? suspiró frustrada, se detuvo antes de cruzar una calle, llevó su cabeza hacia atrás, cerró los ojos y suspiró, - Que distinto sería todo, si tan solo tú estuvieras a mi lado - dijo en un susurro, mientras pensaba en ese amor que según sus mas íntimos sentimientos, la estaría esperando en algún lugar.
no tenía la menor duda que el amor de su vida, de su alma, se encontraba en la ciudad, que sus almas debían volver a encontrase y que tal vez, en ésta vida, lograrían ser felices, como no habían podido serlo, cuando ella era una simple esclava y él un dulce y generoso príncipe. Sus ojos se cuajaron de lagrimas, la garganta le dolía, y el pecho parecía estar a punto de estallar. Llevó una de sus manos al pecho, a la altura del corazón y comenzó a golpearse suavemente el pecho, intentando que aquella sensación de ahogo desapareciera. Las lagrimas desbordaron sus pestañas y humedecieron sus mejillas, su mandíbula, bajando por su cuello. Como un niña pequeña limpió sus ojos con el puño de su vestido, - no lloraré, no... porque sé que pronto te encontraré -, sonrió, intentando darse animo, inspirando profundamente, - mi querido Wang ok -.
Prosiguió su camino, hasta llegar a la zona mas comercial, allí, los escaparates mostraban infinidad de artículos a la venta, desde distinguidos trajes, corbatas, guantes, zapatos. Como también, otros comercios, exhibían plumas, papeles y enceres de oficina. Atraída por una de esas tiendas, se detuvo y observó un juego de pinceles, tinta y papeles, que reconoció con solo observarlos rápidamente, era un juego de caligrafía, cerró un instante sus ojos y recordó arte de un recuerdo lejano, su querido príncipe había escrito una poesía, un hermoso sijo*, que hablaba sobre la efímera existencia, y el amor que supera la muerte, sus dedos acariciaron el vidrio del escaparate, - Vida mía, pronto, muy pronto... nos encontraremos... solo... intenta recordar... cuanto te he amado -, susurró, abriendo sus ojos y contemplando aquellos papeles que le recordaran a su perdido amor.
- Sijo*:
- El Sijo, es un genero poético tradicional y clásico coreano. Consta de tres versos con una media de entre catorce y dieciséis sílabas, sumando un total de entre cuarenta y cuatro y cuarenta y séis sílabas.
Ejemplo de Sijo.
Si me preguntaras qué me gustaría ser
En el mundo que está más allá de este mundo,
Te contestaría, un pino, alto y robusto
Sobre el pico más alto del Monte Pongnae,
Y ser grande, solo, grande,
Cuando la nieve llena cielo y tierra.
SÔNG SAM-MUM (1418-1456)
Ji - Hye Gu- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 26/09/2017
Re: ¿Tu alma reconocerá a mi alma? (Privado)
La reaparición de Leigh en París le ponía de mal humor y eso, le tenía tan sorprendido como afectado. Ryley, que hubiera jurado meses atrás que aquella mujer era el amor de su vida y que tanto estuvo dispuesto a dar por ella, ahora se sentía asqueado cada vez que la veía o la pensaba y en especial, cada que recordaba el calvario que atravesó cuando ella desapareció, secuestrada por un ser desconocido y salvada por un padre siempre ausente en el que ella insistía en confiar, a pesar de las advertencias del Ende, a quien toda aquella situación le parecía demasiado extraña; quizás el cazador habría sido capaz de perdonar todo aquello y de hecho, probablemente hubiera estado dispuesto a suplicar por el perdón de Leigh, sin embargo, fue la forma tan vil en que le engaño, haciéndole creer que durante su segunda desaparición, esa que fue intencionada, le había confiado el cuidado de Julien, su hijo, la que acabó con el poco amor que quedaba. La Lezarc había regresado a París llevando a su hijo Julien y fue eso lo que llevó entonces a Ryley a descubrir que el niño a quien el cuidaba no era más que un chiquillo parecido a su hijo, un niño enviado por Leigh solo para demostrarle al Ende que era la criatura más fría y vil que existía en el mundo.
Ese día entonces, Ryley no quería estar en casa cuando llegara Vanesa pues su hermana ya mucho había tenido que soportar su mal genio. Así que después de arreglar algunos documentos, respecto a una cacería, que debía entregar a un cliente, salió de su humilde hogar y dirigió sus pasos hasta las calles más céntricas de París.
El Ende decidía ir a pie hasta aquella zona simplemente porque buscaba hacer algo más de tiempo, dado que la reunión que tenía programada con su cliente no se llevaría a cabo sino hasta varias horas después; sin embargo, arribó al centro aún con varias horas de antelación, siendo la idea de perder un poco el tiempo lo que le llevó a andar con paso tranquilo, observando los escaparates de las tiendas. Ryley esperaba que esa actividad fuera capaz de distraer su mente lo suficiente como para al menos no tenerle frunciendo el ceño todo el día, ya que al parecer, su falta de buen animo no solo estaba fastidiando a los que pasaban tiempo a su lado sino también a los transeúntes que por accidente observaban su rostro. Necesitaba calmarse, dejar el pasado en su lugar y centrarse en el futuro; una pena entonces que fuera un pasado distante el que estaba esperando por golpearle.
El cazador, al no encontrar nada que llamará su atención en los escaparates, sacó los documentos que entregaría a su cliente, optando por darles una última revisión cuando un fuerte e inesperado ventarrón provoco que una de las hojas saliera volando. Ryley, que sabía que no podía darse el lujo de perder aquel documento comenzó a tratar de atraparlo, sin embargo, tanto la hoja como el viento parecían tener otra clase de planes, dado que no fue sino hasta que la hoja quedó en suelo, al lado de los pies de una dama que el viento se detuvo, dejando que el Ende caminará hasta situarse a un lado de la fémina, únicamente para inclinarse y levantar la hoja victorioso.
– Menos mal – susurró mientras acomodaba la hoja entre las demás, siendo ese el instante en que su mirada se topaba con los exóticos ojos de una dama de ascendencia asiática.
Ese día entonces, Ryley no quería estar en casa cuando llegara Vanesa pues su hermana ya mucho había tenido que soportar su mal genio. Así que después de arreglar algunos documentos, respecto a una cacería, que debía entregar a un cliente, salió de su humilde hogar y dirigió sus pasos hasta las calles más céntricas de París.
El Ende decidía ir a pie hasta aquella zona simplemente porque buscaba hacer algo más de tiempo, dado que la reunión que tenía programada con su cliente no se llevaría a cabo sino hasta varias horas después; sin embargo, arribó al centro aún con varias horas de antelación, siendo la idea de perder un poco el tiempo lo que le llevó a andar con paso tranquilo, observando los escaparates de las tiendas. Ryley esperaba que esa actividad fuera capaz de distraer su mente lo suficiente como para al menos no tenerle frunciendo el ceño todo el día, ya que al parecer, su falta de buen animo no solo estaba fastidiando a los que pasaban tiempo a su lado sino también a los transeúntes que por accidente observaban su rostro. Necesitaba calmarse, dejar el pasado en su lugar y centrarse en el futuro; una pena entonces que fuera un pasado distante el que estaba esperando por golpearle.
El cazador, al no encontrar nada que llamará su atención en los escaparates, sacó los documentos que entregaría a su cliente, optando por darles una última revisión cuando un fuerte e inesperado ventarrón provoco que una de las hojas saliera volando. Ryley, que sabía que no podía darse el lujo de perder aquel documento comenzó a tratar de atraparlo, sin embargo, tanto la hoja como el viento parecían tener otra clase de planes, dado que no fue sino hasta que la hoja quedó en suelo, al lado de los pies de una dama que el viento se detuvo, dejando que el Ende caminará hasta situarse a un lado de la fémina, únicamente para inclinarse y levantar la hoja victorioso.
– Menos mal – susurró mientras acomodaba la hoja entre las demás, siendo ese el instante en que su mirada se topaba con los exóticos ojos de una dama de ascendencia asiática.
Ryley Lezarc- Cazador Clase Alta
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Re: ¿Tu alma reconocerá a mi alma? (Privado)
Un viento fuerte, se alzó en ese instante, haciendo que las lágrimas que aún recorrían el delicado rostro de la joven asiática, se fueran secando lentamente. Hae Sun, inspiró con lentitud, sonriendo con tristeza, pues aquel viento parecía acariciar su rosto, con la dulzura y la levedad, de aquellas manos que alguna vez, hacía ya casi mil años, en una tarde soleada como la que estaba viviendo, él le profesara su amor, brindándole caricias y besos, que ella creyó verdaderas. El tiempo, le hizo descubrir que todo aquello había sido, - al parecer - una cruel artimaña para hacer que la joven esclava, diera su vida por los planes de poder que Wang Ok poseía. Mas Hae Sun, podía jurar, que él, en verdad la había amado.
Llevó su mano derecha a su mejilla, como si en esa simple acción, pudiera atrapar el recuerdo que ahora se esfumaba. Mordió sus labios, apretó la mandíbula, intentando no llorar, pero la tristeza fue mayor y nuevamente las lagrimas humedecieron sus mejillas. Ella deseaba creer que en verdad, el amor de su príncipe en el fondo había sido sincero, puro, ¿pero si no lo hubiera sido? ¿si tan solo ella esperaba aquel encuentro en ésta vida?
Había bajado la mirada, al suelo, sus ojos contemplaron el ruedo de su vestido, la punta de sus zapatos, y llamó su atención, una hoja, un trozo de papel, que parecía algún tipo de documento. Se inclinó con la intención de levantarlo, puesto que por el sello que poseía en uno de sus extremos, daba la apariencia de ser en verdad importante. Mas en el instante que su mano acariciaba la superficie del papel. Una mano masculina se la arrebató.
Se fue incorporando al mismo tiempo que el extraño que había tomado el documento, le oyó pronunciar una frase de alivio, comprendiendo así que era el dueño de aquel documento. A lo que sonrió con un dejo de tristeza, pues sus pensamientos aún estaban empapados en los recuerdos de su adorado Wang Ok, - sillyehabnida - se disculpó usando su lengua natal, al darse cuenta que al intentar tomar la hoja, sus dedos rosaron la mano masculina. Una sensación extraña, un temblor, recorrió su cuerpo, al momento en que sus miradas se encontraron, pues algo en el brillo de esos orbes, le recordaron a su amado - es simplemente imposible... solo le extrañas hasta la desesperación - quiso mentirse, - ¿Wang Ok? - susurró casi de manera imperceptibles.
Llevó su mano derecha a su mejilla, como si en esa simple acción, pudiera atrapar el recuerdo que ahora se esfumaba. Mordió sus labios, apretó la mandíbula, intentando no llorar, pero la tristeza fue mayor y nuevamente las lagrimas humedecieron sus mejillas. Ella deseaba creer que en verdad, el amor de su príncipe en el fondo había sido sincero, puro, ¿pero si no lo hubiera sido? ¿si tan solo ella esperaba aquel encuentro en ésta vida?
Había bajado la mirada, al suelo, sus ojos contemplaron el ruedo de su vestido, la punta de sus zapatos, y llamó su atención, una hoja, un trozo de papel, que parecía algún tipo de documento. Se inclinó con la intención de levantarlo, puesto que por el sello que poseía en uno de sus extremos, daba la apariencia de ser en verdad importante. Mas en el instante que su mano acariciaba la superficie del papel. Una mano masculina se la arrebató.
Se fue incorporando al mismo tiempo que el extraño que había tomado el documento, le oyó pronunciar una frase de alivio, comprendiendo así que era el dueño de aquel documento. A lo que sonrió con un dejo de tristeza, pues sus pensamientos aún estaban empapados en los recuerdos de su adorado Wang Ok, - sillyehabnida - se disculpó usando su lengua natal, al darse cuenta que al intentar tomar la hoja, sus dedos rosaron la mano masculina. Una sensación extraña, un temblor, recorrió su cuerpo, al momento en que sus miradas se encontraron, pues algo en el brillo de esos orbes, le recordaron a su amado - es simplemente imposible... solo le extrañas hasta la desesperación - quiso mentirse, - ¿Wang Ok? - susurró casi de manera imperceptibles.
Ji - Hye Gu- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 26/09/2017
Re: ¿Tu alma reconocerá a mi alma? (Privado)
El día era hermoso, no existían realmente motivos para estar de mal humor y era la belleza del día, así como la reunión importante que se llevaría a cabo dentro de unas horas que el semblante del Ende cambio al menos un poco. Ryley no deseaba que el resto de su vida se viera siempre turbado por el recuerdo de una mujer que le hizo daño, él no creía merecerlo y en el fondo, creía que tampoco Leigh se lo merecía. Si dejaba la furia y el dolor de lado, hasta podía agradecerle a aquella mujer por haberle dado no solo una nueva forma de vida sino también por darle un hijo y claro, por haberlo hecho feliz durante un tiempo.
Ver en el reflejo de un escaparate como la severa expresión de su rostro se relajaba lo llevo a decidir que necesitaba enfocarse en otras cosas. No era típico de él estancarse tanto en algo o alguien. Pero desde que se casara con Leigh, ¿Qué quedó de típico en él?. Suspiro entonces para centrarse en los documentos que llevaba, siendo el travieso aire el que le arrancará una de las hojas de entre los dedos, obligándole así a seguirla hasta los pies de una dama.
Sin prestar mucha atención a la mujer, el Ende se inclino para levantar la hoja, siendo ese el momento en que las puntas de sus dedos rozaron las delicadas yemas de una mano femenina. El roce accidental, acompañando de palabras incomprensibles, provocó que el cazador levantara la vista y su cuerpo, para encontrarse directamente con un par de tristes orbes que lo contemplaban fijamente. Por un par de segundos, el tiempo alrededor de ambos pareció detenerse, quedándose ambos con la mirada fija en el otro. Ryley no sabía por qué, pero por algún motivo aquel par de orbes le recordaban a los de alguien más, a los de alguien que amaba profundamente, sin embargo, no podía recordar de quien eran aquellos ojos a los que repentinamente echo en falta, así que sin querer añadir más carga a su ya cansada mente, se convenció de que los ojos de la dama asiática le recordaban a los de Vanessa.
Una sonrisa apareció en el rostro del cazador al escuchar lo que creía era un nombre, más al no saber otro idioma que no fuera el suyo, creyó que lo prudente, sería cuestionar a la dama.
– Disculpe pero no he comprendido nada de lo que ha dicho – mencionó, esperando porque al menos ella si fuera capaz de comprender que era lo que él le decía – el aire se llevó mi documento – la hoja aún se encontraba en su mano así que antes de que otra cosa sucediera, se apresuro a colocarla en su sitio entre el resto de los documentos antes de volver a observarla, notando entonces los restos de lágrimas que en las mejillas de la asiática – No fue mi intención importunarla, dígame, ¿le hice algo sin darme cuenta o le ha pasado algo? ¿Puedo ayudarla de alguna manera? – las mujeres, en especial aquellas que se notaba se encontraban en dificultades habían sido y seguramente siempre serían la debilidad de Ryley, quien de aquella manera había conocido en primer lugar a quien ahora era su ex esposa.
Ver en el reflejo de un escaparate como la severa expresión de su rostro se relajaba lo llevo a decidir que necesitaba enfocarse en otras cosas. No era típico de él estancarse tanto en algo o alguien. Pero desde que se casara con Leigh, ¿Qué quedó de típico en él?. Suspiro entonces para centrarse en los documentos que llevaba, siendo el travieso aire el que le arrancará una de las hojas de entre los dedos, obligándole así a seguirla hasta los pies de una dama.
Sin prestar mucha atención a la mujer, el Ende se inclino para levantar la hoja, siendo ese el momento en que las puntas de sus dedos rozaron las delicadas yemas de una mano femenina. El roce accidental, acompañando de palabras incomprensibles, provocó que el cazador levantara la vista y su cuerpo, para encontrarse directamente con un par de tristes orbes que lo contemplaban fijamente. Por un par de segundos, el tiempo alrededor de ambos pareció detenerse, quedándose ambos con la mirada fija en el otro. Ryley no sabía por qué, pero por algún motivo aquel par de orbes le recordaban a los de alguien más, a los de alguien que amaba profundamente, sin embargo, no podía recordar de quien eran aquellos ojos a los que repentinamente echo en falta, así que sin querer añadir más carga a su ya cansada mente, se convenció de que los ojos de la dama asiática le recordaban a los de Vanessa.
Una sonrisa apareció en el rostro del cazador al escuchar lo que creía era un nombre, más al no saber otro idioma que no fuera el suyo, creyó que lo prudente, sería cuestionar a la dama.
– Disculpe pero no he comprendido nada de lo que ha dicho – mencionó, esperando porque al menos ella si fuera capaz de comprender que era lo que él le decía – el aire se llevó mi documento – la hoja aún se encontraba en su mano así que antes de que otra cosa sucediera, se apresuro a colocarla en su sitio entre el resto de los documentos antes de volver a observarla, notando entonces los restos de lágrimas que en las mejillas de la asiática – No fue mi intención importunarla, dígame, ¿le hice algo sin darme cuenta o le ha pasado algo? ¿Puedo ayudarla de alguna manera? – las mujeres, en especial aquellas que se notaba se encontraban en dificultades habían sido y seguramente siempre serían la debilidad de Ryley, quien de aquella manera había conocido en primer lugar a quien ahora era su ex esposa.
Ryley Lezarc- Cazador Clase Alta
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Re: ¿Tu alma reconocerá a mi alma? (Privado)
Los orbes de la asiática, permanecían fijos en el rostro de aquel caballero, la tristeza, la añoranza, amenazaban con romper aquel débil muro de contención, que le impedía llorar delante de aquel extraño, pero cada vez que su murada se perdía en la ajena, mas segura estaba de que esa alma, era la de su amado. Pero si eso fuera posible, ¿como habría para que él la reconociera?, su mente caviló en las tradiciones de su tierra, aquella que afirmaba que al morir, todos los recuerdos de nuestra anterior vida, se mantenían ocultos, cubiertos por un velo de olvido, que muy pocos lograban descorrer. Ella lo había hecho, con escasos años de vida, mas la mayoría de los humanos, pasaban su vida, sin poder recordar, mas que mínimos detalles, como un olor, un sabor, el recuerdo de un paisaje que provoca nostalgia cuando se logra observarlo nuevamente, pero que en definitiva, no comprendemos que es lo que nos provoca esa sensación de tristeza. Ademas, si ella se equivocaba y solo era la necesidad casi enfermiza de encontrar aquel que significaba su todo, su hogar, su origen, ¿como podría intervenir en la vida de otra persona y cambiar su destino? Sonrió con un dejo de tristeza, con sus orbes a punto de cuajarse del rocío de sus lagrimas.
Tragó saliva con dificultad, para luego hablar, - Lo siento, a pesar de llevar años en París, por momentos termino hablando en mi lengua materna -, se inclinó en señal de respeto, - Solo intentaba disculparme, le dificulté poder atrapar el papel - sonrió, ésta vez sin tristezas, ni dolor en la mirada. Negó con un suave movimiento de cabeza, - No, no me ha hecho ningún daño, es que... al verle... me hizo recordar a un... amigo - su sonrisa se congeló, sus miradas una fija en la otra, eran intensa, como si ambos quisieran preguntar el porqué de esa extraña sensación que parecía haberse apoderado de sus almas. Cuando parecía que el silencio se podría volver incomodo, ella rompió el contacto visual, llevando su mirada a las manos del caballero, pero volvió a llevar sus ojos a los ajenos, - Permita que me presente, me llamo Hae Sun - extendió la mano, aunque sabía que tanto en oriente como en occidente, que dos extraños se tomasen de la mano, no estaba bien visto, pero necesitaba tocar su piel, y de esa forma, intentar descubrir si e sus recuerdos existía al menos un leve signo que le ayudara a descubrir si aquel hombre frente a ella, era su amado Wang ok.
Tragó saliva con dificultad, para luego hablar, - Lo siento, a pesar de llevar años en París, por momentos termino hablando en mi lengua materna -, se inclinó en señal de respeto, - Solo intentaba disculparme, le dificulté poder atrapar el papel - sonrió, ésta vez sin tristezas, ni dolor en la mirada. Negó con un suave movimiento de cabeza, - No, no me ha hecho ningún daño, es que... al verle... me hizo recordar a un... amigo - su sonrisa se congeló, sus miradas una fija en la otra, eran intensa, como si ambos quisieran preguntar el porqué de esa extraña sensación que parecía haberse apoderado de sus almas. Cuando parecía que el silencio se podría volver incomodo, ella rompió el contacto visual, llevando su mirada a las manos del caballero, pero volvió a llevar sus ojos a los ajenos, - Permita que me presente, me llamo Hae Sun - extendió la mano, aunque sabía que tanto en oriente como en occidente, que dos extraños se tomasen de la mano, no estaba bien visto, pero necesitaba tocar su piel, y de esa forma, intentar descubrir si e sus recuerdos existía al menos un leve signo que le ayudara a descubrir si aquel hombre frente a ella, era su amado Wang ok.
Ji - Hye Gu- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 26/09/2017
Re: ¿Tu alma reconocerá a mi alma? (Privado)
Sus ojos se mantenían fijos en los de la dama, así como en los restos de lágrimas que podía ver en las mejillas de la asiática.
– Yo… – su mente confundida por todo lo vivido pero más que nada por la familiaridad que la mujer le despertaba, le indicaba que lo prudente era hablarle, decirle que ya estaba ahí para ella, pero decir aquello no sería correcto, o al menos eso le indicaba la cordura, después de todo, la familiaridad se debía únicamente a que ella le recordaba a su vulnerable hermana. Así que las palabras que amenazaban con fluir de sus labios fueron acalladas al cerrar Ryley los labios de manera firme, supliendo aquello que quería escapar con una sonrisa.
Se tranquilizó un poco más al escuchar que la dama comprendía sus palabras y que más que eso, ella llevaba viviendo tiempo en París y era capaz de comunicarse con él, así como quizás podría explicar que era lo que le ocurría y si él sería de ayuda.
– No se disculpe, fui yo quien llegó hasta usted de manera inesperada así que es normal que la sorpresa la hiciera hablar en su lengua natal, aunque confesare que estaba algo preocupado de que no me entendiera – ya con sus documentos perfectamente en su sitio y bien sujetos para que el aire no volviera a llevárselos, el Ende negó de manera firme a lo que la dama creía – No me ha dificultado nada sino todo lo contrario. De no encontrarse usted aquí mi documento se habría ido y mi negocio se habría arruinado – sonrió – Me ha salvado con su presencia – al decir aquello sintió una leve punzada en el pecho, una que lo llevó a tomar aire de manera profunda y centrar su mirada una vez más en la ajena.
La dama aseguraba que Ryley le recordaba a un amigo, algo que podría sacar el buen animo del cazador, de no ser porque la mirada de la joven transmitía una tristeza y melancolía que le resultaba imposible de ignorar, de la misma manera en que su interior luchaba por dejar salir algo que él contenía con todas sus fuerzas, temiendo que lo que fuera pudiera empeorar su presente y desconociendo que de dejarlo salir, todo su dolor y tristeza se desvanecería.
– Ya veo – fue lo único que pudo decir. Ambos quedaron en silencio hasta que la mujer estiro su mano para presentarse – Hae Sun, un placer conocerle, mi nombre es Ryley Ende, para servirle – y de manera casual, como siempre, estiro su manera para tocar la ajena, siendo ese el momento en que una descarga eléctrica le recorrió el cuerpo, obligándolo a soltar rápidamente la mano de Hae Sun – lo siento, no se que ha sucedido – confeso nervioso para después simplemente mirarse la mano confundido.
– Yo… – su mente confundida por todo lo vivido pero más que nada por la familiaridad que la mujer le despertaba, le indicaba que lo prudente era hablarle, decirle que ya estaba ahí para ella, pero decir aquello no sería correcto, o al menos eso le indicaba la cordura, después de todo, la familiaridad se debía únicamente a que ella le recordaba a su vulnerable hermana. Así que las palabras que amenazaban con fluir de sus labios fueron acalladas al cerrar Ryley los labios de manera firme, supliendo aquello que quería escapar con una sonrisa.
Se tranquilizó un poco más al escuchar que la dama comprendía sus palabras y que más que eso, ella llevaba viviendo tiempo en París y era capaz de comunicarse con él, así como quizás podría explicar que era lo que le ocurría y si él sería de ayuda.
– No se disculpe, fui yo quien llegó hasta usted de manera inesperada así que es normal que la sorpresa la hiciera hablar en su lengua natal, aunque confesare que estaba algo preocupado de que no me entendiera – ya con sus documentos perfectamente en su sitio y bien sujetos para que el aire no volviera a llevárselos, el Ende negó de manera firme a lo que la dama creía – No me ha dificultado nada sino todo lo contrario. De no encontrarse usted aquí mi documento se habría ido y mi negocio se habría arruinado – sonrió – Me ha salvado con su presencia – al decir aquello sintió una leve punzada en el pecho, una que lo llevó a tomar aire de manera profunda y centrar su mirada una vez más en la ajena.
La dama aseguraba que Ryley le recordaba a un amigo, algo que podría sacar el buen animo del cazador, de no ser porque la mirada de la joven transmitía una tristeza y melancolía que le resultaba imposible de ignorar, de la misma manera en que su interior luchaba por dejar salir algo que él contenía con todas sus fuerzas, temiendo que lo que fuera pudiera empeorar su presente y desconociendo que de dejarlo salir, todo su dolor y tristeza se desvanecería.
– Ya veo – fue lo único que pudo decir. Ambos quedaron en silencio hasta que la mujer estiro su mano para presentarse – Hae Sun, un placer conocerle, mi nombre es Ryley Ende, para servirle – y de manera casual, como siempre, estiro su manera para tocar la ajena, siendo ese el momento en que una descarga eléctrica le recorrió el cuerpo, obligándolo a soltar rápidamente la mano de Hae Sun – lo siento, no se que ha sucedido – confeso nervioso para después simplemente mirarse la mano confundido.
Ryley Lezarc- Cazador Clase Alta
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Re: ¿Tu alma reconocerá a mi alma? (Privado)
Un leve rose, para luego sentir el calor de aquella mano, que tomo la suya, Hae Sun, continuó observando esos hermosos ojos, para luego cerrar los suyos y dejar que su poder, recorriera el de aquel hombre que le había recordado a su amor. Aunque fue por un leve momento, logro profundizar en los recuerdos del joven, mas lo que pudo ver, no fue suficiente, puesto que solo fue parte de lo vivido hacia muy poco por él. Al cortar el contacto, soltando la mano del caballero, Hae Sun, volvió a buscar la mirada ajena, sus ojos mostraron asombro, por aquella electricidad, puesto que eso no había sido provocado por su poder, pero también había experimentado aquella leve descarga. -Parece que nuestras almas se han saludado - dijo sonriendo, intentando hacer que su corazón no siguiera latiendo de aquella forma tan apresurada. Esforzó la sonrisa, aunque el dolor y la angustia de Ryley, habían arañado su corazón.
Recordó a su amado, como había sido la vida de éste, como tuvo que dejarla de lado por lo que se suponía era mejor para el reino, casándose con otra, convirtiéndola en su amante y luego en su cómplice, de un crimen que solo ella pagó, entregando su propia vida, por la de aquel a quien había amado, mas que a su propia alma. Según la filosofía taoísta, de ser Ryley, el príncipe Gwang Ok, su vida tendría que haber sido un completo desastre, un sufrimiento tras otro, como pago del karma, por el daño que había hecho a tantas personas, pero en especial, al único ser que le había amado de verdad. Pero Hae Sun, no deseaba que su amado príncipe, tuviera que pasar por una vida así. Muy por el contrario, ella deseaba que en la vida que estuviera viviendo, fuera tan feliz, como no lo había podido hacer, cuando los dos vivían en el lejano reino de Goryeo.
- Señor Ende, es un placer, conocerlo - dijo, mirándole a los ojos, llevando instintivamente su mano al corazón, que dolía, golpeándolo levemente. Su piel se volvió pálida, cuando una imagen perdida, de entre las que había podido recoger de los recuerdos del Ende llegó a su mente, - ¿Ves la luna navegando por el tranquilo río? Pues así de eterno y dulce, es el amor que sentiré por ti - habían sido las palabras que alguna vez Gwang Ok le dijera en aquellas noches, cuando ocultos de todos, se encontraban para vivir aquel amor, puro de parte de ella, pero solapado e inestable, de parte de él. Sus labios azulados, hicieron una leve sonrisa, una lagrima fluyo de sus ojos, - pensé que jamás volverías - susurró, antes de perder la consciencia.
Recordó a su amado, como había sido la vida de éste, como tuvo que dejarla de lado por lo que se suponía era mejor para el reino, casándose con otra, convirtiéndola en su amante y luego en su cómplice, de un crimen que solo ella pagó, entregando su propia vida, por la de aquel a quien había amado, mas que a su propia alma. Según la filosofía taoísta, de ser Ryley, el príncipe Gwang Ok, su vida tendría que haber sido un completo desastre, un sufrimiento tras otro, como pago del karma, por el daño que había hecho a tantas personas, pero en especial, al único ser que le había amado de verdad. Pero Hae Sun, no deseaba que su amado príncipe, tuviera que pasar por una vida así. Muy por el contrario, ella deseaba que en la vida que estuviera viviendo, fuera tan feliz, como no lo había podido hacer, cuando los dos vivían en el lejano reino de Goryeo.
- Señor Ende, es un placer, conocerlo - dijo, mirándole a los ojos, llevando instintivamente su mano al corazón, que dolía, golpeándolo levemente. Su piel se volvió pálida, cuando una imagen perdida, de entre las que había podido recoger de los recuerdos del Ende llegó a su mente, - ¿Ves la luna navegando por el tranquilo río? Pues así de eterno y dulce, es el amor que sentiré por ti - habían sido las palabras que alguna vez Gwang Ok le dijera en aquellas noches, cuando ocultos de todos, se encontraban para vivir aquel amor, puro de parte de ella, pero solapado e inestable, de parte de él. Sus labios azulados, hicieron una leve sonrisa, una lagrima fluyo de sus ojos, - pensé que jamás volverías - susurró, antes de perder la consciencia.
Ji - Hye Gu- Licántropo Clase Media
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Re: ¿Tu alma reconocerá a mi alma? (Privado)
Extraño le resultaba sentirse tan abrumado por un primer encuentro, en especial porque ni siquiera con su ex esposa Leigh se había sentido de esa manera al verla por primera vez. Confundido entonces, Ryley contemplaba su mano y al levantar la mirada, trato de confirmar en los orbes ajenos el no haber sido el único que sintiera esa corriente eléctrica atravesar su cuerpo. Al encontrarse sus ojos con los ajenos, el cazador se encontró con una mirada de asombro, una que pronto se tornó en calma. Fue entonces la calma ajena la que tranquilizo su mente y le llevó a respirar con mayor tranquilidad, en especial después de que Hae Sun comentara de que la descarga había sido provocada por las almas de ambos al saludarle.
– Es la primera vez que mi alma saluda de una manera tan intensa a la de alguien más – sonrió antes de mirarse fugazmente la mano – Supongo que esto suele sucederte seguido a ti, ¿no?.
La curiosidad siempre fue un mal del Ende, quien terminaba siempre por inmiscuirse de más en asuntos que no siempre le favorecían, aunque si en esta ocasión preguntaba era porque si no recibía la respuesta que esperaba, sería incapaz de explicarse como es que ella sabía que la descarga habían sido las almas de ambos saludándose o más bien, no sabría explicarse porque la certeza de ella, pues si bien el no sabía mucho de las cosas del alma, creía que efectivamente la descarga fue el resultado de dos almas re encontrándose, pues tenía la idea de que eran viejas conocidas que se han echado de menos por demasiados años.
Una sonrisa se extendió en los labios de Ryley, quien sin saberlo, se embarcaba una vez más en una aventura que cambiaría su vida completamente, aunque en esta nueva ocasión, sus decisiones serían capaces de expiar sus culpas pasadas o de incrementar los pecados de los que aún no era consiente.
La sonrisa en sus labios se desvaneció en el segundo que vio una lágrima correr por la mejilla de Hae Sun y hasta sus oídos llegó una frase inesperada que removió algo en su interior – ¿Hae Sun, estas bien? – pregunto al notar entonces la terrible palidez del rostro de la fémina, quien segundos después se desvaneció. Para la fortuna de la joven, Ryley se encontraba lo suficientemente cerca como para atraparla entre sus brazos, no sin antes, soltar los documentos que llevaba para su reunión, mismos que quedaron regados sobre la calle – ¿Hae Sun? – llamó su nombre una y otra vez sin respuesta alguna.
Sin pensarlo dos veces, con la mirada de algunos transeúntes sobre ambos y con plena consciencia de que perdería su importante reunión, el Ende tomó a Hae Sun entre sus brazos y comenzó a andar con ella, dirigiendo sus pasos hasta el que era su hogar, sitio que aunque no estaba muy cerca, creía que era el más conveniente para llevar a su nueva conocida.
No fue sino hasta después de cerca de media hora caminando y con la frente perlada en sudor, que Ryley llegó a su residencia, donde esperaba poder atender debidamente a Hae Sun.
– Es la primera vez que mi alma saluda de una manera tan intensa a la de alguien más – sonrió antes de mirarse fugazmente la mano – Supongo que esto suele sucederte seguido a ti, ¿no?.
La curiosidad siempre fue un mal del Ende, quien terminaba siempre por inmiscuirse de más en asuntos que no siempre le favorecían, aunque si en esta ocasión preguntaba era porque si no recibía la respuesta que esperaba, sería incapaz de explicarse como es que ella sabía que la descarga habían sido las almas de ambos saludándose o más bien, no sabría explicarse porque la certeza de ella, pues si bien el no sabía mucho de las cosas del alma, creía que efectivamente la descarga fue el resultado de dos almas re encontrándose, pues tenía la idea de que eran viejas conocidas que se han echado de menos por demasiados años.
Una sonrisa se extendió en los labios de Ryley, quien sin saberlo, se embarcaba una vez más en una aventura que cambiaría su vida completamente, aunque en esta nueva ocasión, sus decisiones serían capaces de expiar sus culpas pasadas o de incrementar los pecados de los que aún no era consiente.
La sonrisa en sus labios se desvaneció en el segundo que vio una lágrima correr por la mejilla de Hae Sun y hasta sus oídos llegó una frase inesperada que removió algo en su interior – ¿Hae Sun, estas bien? – pregunto al notar entonces la terrible palidez del rostro de la fémina, quien segundos después se desvaneció. Para la fortuna de la joven, Ryley se encontraba lo suficientemente cerca como para atraparla entre sus brazos, no sin antes, soltar los documentos que llevaba para su reunión, mismos que quedaron regados sobre la calle – ¿Hae Sun? – llamó su nombre una y otra vez sin respuesta alguna.
Sin pensarlo dos veces, con la mirada de algunos transeúntes sobre ambos y con plena consciencia de que perdería su importante reunión, el Ende tomó a Hae Sun entre sus brazos y comenzó a andar con ella, dirigiendo sus pasos hasta el que era su hogar, sitio que aunque no estaba muy cerca, creía que era el más conveniente para llevar a su nueva conocida.
No fue sino hasta después de cerca de media hora caminando y con la frente perlada en sudor, que Ryley llegó a su residencia, donde esperaba poder atender debidamente a Hae Sun.
Ryley Lezarc- Cazador Clase Alta
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Re: ¿Tu alma reconocerá a mi alma? (Privado)
-Chae ryung-, la voz de Gwang Ok, le llamaba,- Chae ryung... ¿donde estas? ¿porque te escondes de tu príncipe?-, la tristeza en la voz del amado, la despertó, mas no se encontraba en la moderna París. Sus ojos asombrados, recorrieron unos cielos cuajados de nubes blancas, los campos verdes y el río que tantas veces contemplara junto a su príncipe, brillando con la magnificencia de una cinta de plata. Quiso hablar, responder, decirle que se encontraba junto al interminable río, mas de su garganta, de su boca, no salía ni un quejido, solo podía pensar, decir mentalmente aquello que deseaba, mas sus labios estaban sellados.
Asustada, se había tomado la garganta con ambas manos, mientras buscaba aterrada, girando su cuerpo de un lado a otro, a alguien que fuera capaz de hacerle entender, que era aquello que le ocurría. Entonces le vio acercarse, era su Gwang Ok, quien sosteniendo un pliego de papel, gritaba aquel que alguna vez había sido su nombre, mientras lloraba desconsolado. Ella, también lloró, pues no le fue difícil reconocer aquel papel, que contenía su propia escritura, cerró sus ojos y las palabras escritas llegaron a su mente -" Mi adorado príncipe, en la oscuridad de mi celda, las horas se esfuman, y cada día que trascurre, las torturas se intensifican, mas con cada golpe, con cada herida, si alma se contenta sabiendo que usted estará a salvo. Se que voy a morir, lejos de sus brazos, de su mirada, que no puedo esperar su clemencia, por lo que acepto mi destino, mas no puedo dejarle sin que recuerde que mi juramento de amarle mas allá de la muerte, se fortalece con cada uno de los latidos de mi humilde y pobre corazón. Mi amado, solo le suplico una cosa, es mi último deseo, ese que no se le niega, ni al vil de los condenados. Mi última voluntad, es que, por favor, jamas deje que el remordimiento o la culpa lo torturen, o destrocen su vida, porque éste destino lo abrace con alma y cuerpo, el mismo instante en que su bella mirada se posó en la insignificante vida de su sierva. Viva por mi, todos los días que le sean dados, con la alegría de saber que su Chae ryung, le ha de amar, bendecir y proteger, hasta el día en que volvamos a encontrarnos. Le amé, aun sabiendo que su amor no era sincero, y acepte el amor que me dio, como el mas preciado tesoro de mi vida. Adiós mi adorado, he de mantener en mi mente su recuerdo, aún en con el último suspiro". -, le observó en silencio, llorar, mientras aferraba el papel y golpeaba su pecho, gritando el nombre de la que una vez le amara. Quiso acercarse, abrazar a ese hombre, mas todo aquel lugar, se fue desvaneciendo, se sintió caer en un pozo, en una obscuridad absoluta, tan profunda y silenciosa como la propia muerte.
Aun permanecía con sus ojos cerrados, pero los sonidos que la rodeaban iban llegando nuevamente a sus oídos, al igual que el perfume que emanaba la piel sudorosa, del hombre que la cargaba en brazos, podía sentir como su cuerpo se movía a cada zancada que el Ende hacía, ¿adonde la llevaba? no quiso abrir sus parpados y descubriendo así que se encontraba consciente. Aunque se sentía muy débil, el peso en mitad de su pecho había desaparecido, pues ahora, podía estar plenamente segura que le había encontrado. En los recuerdos del hombre que la cargaba, el que ahora se hacía llamar Ryley Ende, había podido descubrir a aquel triste príncipe que devastado por la muerte de quien le amara mas allá de lo posible, lloraba junto al río. Sonrió levemente, dejándose cuidar, quería seguir así, unida a él, y que nadie pudiera separarlos, que los dioses aceptaran la suplica de su alma, de liberar de todo castigo a su amado y de unirlos nuevamente en ésta vida.
El Ende se detuvo frente a una construcción, ella no abrió sus ojos, por lo que dejó que sus otros sentidos le dijeran donde podían estar, - no, no es el hospital - caviló, - tampoco una clínica o el hogar de un medico - siguió intentando sacar conclusiones - ¿entonces, adonde me has traído? -.
Asustada, se había tomado la garganta con ambas manos, mientras buscaba aterrada, girando su cuerpo de un lado a otro, a alguien que fuera capaz de hacerle entender, que era aquello que le ocurría. Entonces le vio acercarse, era su Gwang Ok, quien sosteniendo un pliego de papel, gritaba aquel que alguna vez había sido su nombre, mientras lloraba desconsolado. Ella, también lloró, pues no le fue difícil reconocer aquel papel, que contenía su propia escritura, cerró sus ojos y las palabras escritas llegaron a su mente -" Mi adorado príncipe, en la oscuridad de mi celda, las horas se esfuman, y cada día que trascurre, las torturas se intensifican, mas con cada golpe, con cada herida, si alma se contenta sabiendo que usted estará a salvo. Se que voy a morir, lejos de sus brazos, de su mirada, que no puedo esperar su clemencia, por lo que acepto mi destino, mas no puedo dejarle sin que recuerde que mi juramento de amarle mas allá de la muerte, se fortalece con cada uno de los latidos de mi humilde y pobre corazón. Mi amado, solo le suplico una cosa, es mi último deseo, ese que no se le niega, ni al vil de los condenados. Mi última voluntad, es que, por favor, jamas deje que el remordimiento o la culpa lo torturen, o destrocen su vida, porque éste destino lo abrace con alma y cuerpo, el mismo instante en que su bella mirada se posó en la insignificante vida de su sierva. Viva por mi, todos los días que le sean dados, con la alegría de saber que su Chae ryung, le ha de amar, bendecir y proteger, hasta el día en que volvamos a encontrarnos. Le amé, aun sabiendo que su amor no era sincero, y acepte el amor que me dio, como el mas preciado tesoro de mi vida. Adiós mi adorado, he de mantener en mi mente su recuerdo, aún en con el último suspiro". -, le observó en silencio, llorar, mientras aferraba el papel y golpeaba su pecho, gritando el nombre de la que una vez le amara. Quiso acercarse, abrazar a ese hombre, mas todo aquel lugar, se fue desvaneciendo, se sintió caer en un pozo, en una obscuridad absoluta, tan profunda y silenciosa como la propia muerte.
Aun permanecía con sus ojos cerrados, pero los sonidos que la rodeaban iban llegando nuevamente a sus oídos, al igual que el perfume que emanaba la piel sudorosa, del hombre que la cargaba en brazos, podía sentir como su cuerpo se movía a cada zancada que el Ende hacía, ¿adonde la llevaba? no quiso abrir sus parpados y descubriendo así que se encontraba consciente. Aunque se sentía muy débil, el peso en mitad de su pecho había desaparecido, pues ahora, podía estar plenamente segura que le había encontrado. En los recuerdos del hombre que la cargaba, el que ahora se hacía llamar Ryley Ende, había podido descubrir a aquel triste príncipe que devastado por la muerte de quien le amara mas allá de lo posible, lloraba junto al río. Sonrió levemente, dejándose cuidar, quería seguir así, unida a él, y que nadie pudiera separarlos, que los dioses aceptaran la suplica de su alma, de liberar de todo castigo a su amado y de unirlos nuevamente en ésta vida.
El Ende se detuvo frente a una construcción, ella no abrió sus ojos, por lo que dejó que sus otros sentidos le dijeran donde podían estar, - no, no es el hospital - caviló, - tampoco una clínica o el hogar de un medico - siguió intentando sacar conclusiones - ¿entonces, adonde me has traído? -.
Ji - Hye Gu- Licántropo Clase Media
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Re: ¿Tu alma reconocerá a mi alma? (Privado)
Era bondadoso y amigable por naturaleza. Características que por más complicada que se le tornara la vida, parecían no desaparecer de él. Durante los meses en que a travesó el proceso de divorcio con Leigh aquellos notables rasgos de personalidad se mantuvieron ocultos, tanto que en algunas momentos Ryley se pregunto si es que volvería a ver algún día la luz y se convertiría una vez más en sí mismo; claro que el tiempo que tuvo que pasar fue largo y se mentiría terriblemente si se creyera la misma persona que contrajo matrimonio con la Lezarc, pero para su fortuna, los cambios negativos en su personalidad eran cosa del pasado y dejaban en su lugar, un mejor Ryley, o eso le parecía a él.
Así que cuando ante sus ojos se desvanecía Hae Sun, no dudo en tomarla entre sus brazos y decidir que lo mejor para la joven inconsciente era ser llevada a su hogar, donde se aseguraría el Ende de que estuviera bien. Ryley era consciente de que tenía una cita previa para un par de negocios, sin embargo, la vida humana estaba por encima de cualquier otra cosa y ya tendría él oportunidad de explicar a sus contratistas lo acontecido aquella tarde.
Preocupado por como es que se encontraba Hae Sun, camino lo más rápido que le fue posible hasta su hogar. Con algo de dificultad, logró extraer la llave de la entrada de su bolsillo y fue capaz incluso de abrir la puerta cargando a Hae Sun, a quien llevó hasta su propia habitación. Cuidadosamente el Ende recostó a la muchacha sobre la cama y la cubrió con una manta cercana, después, posó su mano en la frente ajena y suspiró.
– Espero que te encuentres bien – murmuró, considerando la posibilidad de llamar a un médico si es que la joven no despertaba para cuando el atardecer llegará.
Sin alejar la mano de la frente de la fémina, Ryley la contempló en silencio. Las facciones llenas de paz de la muchacha, provocaban que un sentimiento de culpa se apoderase de su pecho y él, era incapaz de comprender el por qué de ello. ¿Era posible sentir culpa al ver a alguien estar en paz? Le parecía ridículo algo así, más a pesar de lo descabellada que pareciera la idea, él seguía creyendo que de alguna manera se había aprovechado de un modo vil de la inocencia de aquella muchacha. Turbado, alejo entonces la mano.
– Esto no tiene sentido – Y la verdad es que en ese momento no lo tenía, pues el Ende siempre vivió tratando de proteger a los demás, de ser justo y de no aprovecharse de los demás; había tenido sus fallas, si, pero ninguna que pudiera explicar la terrible culpabilidad; o al menos no sus acciones en esa vida.
Así que cuando ante sus ojos se desvanecía Hae Sun, no dudo en tomarla entre sus brazos y decidir que lo mejor para la joven inconsciente era ser llevada a su hogar, donde se aseguraría el Ende de que estuviera bien. Ryley era consciente de que tenía una cita previa para un par de negocios, sin embargo, la vida humana estaba por encima de cualquier otra cosa y ya tendría él oportunidad de explicar a sus contratistas lo acontecido aquella tarde.
Preocupado por como es que se encontraba Hae Sun, camino lo más rápido que le fue posible hasta su hogar. Con algo de dificultad, logró extraer la llave de la entrada de su bolsillo y fue capaz incluso de abrir la puerta cargando a Hae Sun, a quien llevó hasta su propia habitación. Cuidadosamente el Ende recostó a la muchacha sobre la cama y la cubrió con una manta cercana, después, posó su mano en la frente ajena y suspiró.
– Espero que te encuentres bien – murmuró, considerando la posibilidad de llamar a un médico si es que la joven no despertaba para cuando el atardecer llegará.
Sin alejar la mano de la frente de la fémina, Ryley la contempló en silencio. Las facciones llenas de paz de la muchacha, provocaban que un sentimiento de culpa se apoderase de su pecho y él, era incapaz de comprender el por qué de ello. ¿Era posible sentir culpa al ver a alguien estar en paz? Le parecía ridículo algo así, más a pesar de lo descabellada que pareciera la idea, él seguía creyendo que de alguna manera se había aprovechado de un modo vil de la inocencia de aquella muchacha. Turbado, alejo entonces la mano.
– Esto no tiene sentido – Y la verdad es que en ese momento no lo tenía, pues el Ende siempre vivió tratando de proteger a los demás, de ser justo y de no aprovecharse de los demás; había tenido sus fallas, si, pero ninguna que pudiera explicar la terrible culpabilidad; o al menos no sus acciones en esa vida.
Ryley Lezarc- Cazador Clase Alta
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Re: ¿Tu alma reconocerá a mi alma? (Privado)
Se dejó cargar, manteniendo los ojos cerrados, sintiendo como con sumo cuidado, el Ende, la acostaba en el lecho. No sintió miedo, ni desconfianza, sabía muy bien quien era esa persona. Aunque no tuviera los mismos rasgos de su adorado príncipe, él, era Gwang Ok, y siempre lo sería. Porque para ella, Ryley, seria de ahora en mas, su amado, y aunque tuviera que ocultar la verdad, buscando una amistad, con tal de que pudiera seguir cerca de él, lo haría. Le iría haciendo recordar, con el tiempo, el amor que alguna vez se tuvieron, volvería a surgir. Entonces él la vería con amor, y no con temor y angustia, como lo hacía ahora.
Todo su cuerpo tembló, cuando la mano de Ryley se posó en su frente. Con todas sus fuerzas se negó a abrir los ojos, o tomar entre sus manos, la mano ajena. No quería que ese momento terminase, deseaba quedarse así eternamente. Su respiración era suave, acompasada, sus orbes se movieron bajo los parpados. La calidez de la manta que la cubría, le provocó deseos de suspirar, mas se esforzó por mantener aquella calma. Abrió lentamente sus ojos, y le contempló, él miraba la manta con la que la había tapado, y en su mirada podía verse aquella angustia, y ademas un sentimiento que lo incomodaba. Cuando él giró su rostro, ella cerró sus ojos, fue entonces que sintió como él alejaba su mano de su frente, - ¡No! - gritó en su mente, - deja tu mano en mi frente, necesito sentir que estas aquí conmigo - caviló. Entonces recordó que él había hablado de una reunión, de los papeles importantes y supo que por su culpa él se estaba retrasando. - Debes despertar, así podrá liberarse de ti - se dijo, aunque aquello la entristecía.
Suspiró, mientras abría sus ojos, buscando con su mirada la ajena, -¿Que pasó? ¿Donde estoy? - dijo haciéndose la sorprendida, aunque en su voz existía un dejo de tristeza. Al unir su mirada con la de su amado, todo el amor que sentía por él, se intensificó, deseaba abrazarle, hundir su rostro en su pecho, sentir el aroma de su piel. Mas se quedó quieta, sonrió con tristeza, antes de sentarse en el lecho, - Dios, le he puesto en mil dificultades, lo siento mucho... pero en verdad... no sé que me pasó-.
Todo su cuerpo tembló, cuando la mano de Ryley se posó en su frente. Con todas sus fuerzas se negó a abrir los ojos, o tomar entre sus manos, la mano ajena. No quería que ese momento terminase, deseaba quedarse así eternamente. Su respiración era suave, acompasada, sus orbes se movieron bajo los parpados. La calidez de la manta que la cubría, le provocó deseos de suspirar, mas se esforzó por mantener aquella calma. Abrió lentamente sus ojos, y le contempló, él miraba la manta con la que la había tapado, y en su mirada podía verse aquella angustia, y ademas un sentimiento que lo incomodaba. Cuando él giró su rostro, ella cerró sus ojos, fue entonces que sintió como él alejaba su mano de su frente, - ¡No! - gritó en su mente, - deja tu mano en mi frente, necesito sentir que estas aquí conmigo - caviló. Entonces recordó que él había hablado de una reunión, de los papeles importantes y supo que por su culpa él se estaba retrasando. - Debes despertar, así podrá liberarse de ti - se dijo, aunque aquello la entristecía.
Suspiró, mientras abría sus ojos, buscando con su mirada la ajena, -¿Que pasó? ¿Donde estoy? - dijo haciéndose la sorprendida, aunque en su voz existía un dejo de tristeza. Al unir su mirada con la de su amado, todo el amor que sentía por él, se intensificó, deseaba abrazarle, hundir su rostro en su pecho, sentir el aroma de su piel. Mas se quedó quieta, sonrió con tristeza, antes de sentarse en el lecho, - Dios, le he puesto en mil dificultades, lo siento mucho... pero en verdad... no sé que me pasó-.
Ji - Hye Gu- Licántropo Clase Media
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Re: ¿Tu alma reconocerá a mi alma? (Privado)
Se preocupaba por lo que le sucedía a Hae Sun. Desmayarse de aquella manera en plena calle no era común pero eran un par de desconocidos, e interrogarla respecto a su estado general de salud cuando despertara estaría mal visto. Un suspiro fluyó de sus labios. ¿Qué haría? Mandar llamar a un médico, eso era lo primero que debía hacerse en aquellas circunstancias, más la idea de dejarla sola le aterrorizaba y el Ende era incapaz de explicarle el por qué; solo podía sentir en su interior una certeza de que si la dejaba, sería la última vez que la viera, como ya había sucedido antes. Desvió entonces la mirada del rostro de la joven a la manta que la cubría. Estaba pensado cosas descabelladas, ¿Qué ella ya le había dejado? Pero si apenas se conocían, era imposible que algo así hubiera ocurrido y sin embargo, confiaba en su sentimiento.
Ryley alejó su mano de la frente ajena pero se mantuvo sentado al lado del lecho. Al no querer alejarse de ella, no tenía más opción que permanecer a su lado, hasta que despertara o hasta que pareciera que no lo haría nunca y entonces, solo entonces se alejaría para ir a conseguir un medico.
Para fortuna de Ryley, poco después de haber alejado su mano de la frente femenina, Hae Sun abrió los ojos y le contemplo.
– Lo siento mucho – fue lo primero que atino a decir, más enseguida continuo – Se ha desmayado mientras conversábamos y al no saber a donde llevarla, la he traído a mi casa para que descansara y se repusiera, espero que no le incomode o le parezca incorrecta mi forma de proceder – sus ojos se mantuvieron fijos en los ajenos. Se encontraba más tranquilo ahora que veía consciente y con la fuerza suficiente para incorporarse – No tiene que disculparse por algo que sucedió en contra de su voluntad y mucho menos porque yo la he traído aquí por decisión propia, nadie me ha obligado – sonrió ligeramente antes de levantarse – Por favor, permanezca aquí y descanse, yo iré a traerle un poco de té y algo de comer – antes de que ella se negara a permanecer ahí o volviera disculparse, el Ende abandono la habitación y al cerrar la puerta, se recargo sobre la misma, la sensación de familiaridad que la joven despertaba en él seguía intrigándole, pero aunque deseaba saber más de ello también temía y hacía bien, porque lo que pronto descubriría llenaría su alma de amor pero también de dolor.
Ryley alejó su mano de la frente ajena pero se mantuvo sentado al lado del lecho. Al no querer alejarse de ella, no tenía más opción que permanecer a su lado, hasta que despertara o hasta que pareciera que no lo haría nunca y entonces, solo entonces se alejaría para ir a conseguir un medico.
Para fortuna de Ryley, poco después de haber alejado su mano de la frente femenina, Hae Sun abrió los ojos y le contemplo.
– Lo siento mucho – fue lo primero que atino a decir, más enseguida continuo – Se ha desmayado mientras conversábamos y al no saber a donde llevarla, la he traído a mi casa para que descansara y se repusiera, espero que no le incomode o le parezca incorrecta mi forma de proceder – sus ojos se mantuvieron fijos en los ajenos. Se encontraba más tranquilo ahora que veía consciente y con la fuerza suficiente para incorporarse – No tiene que disculparse por algo que sucedió en contra de su voluntad y mucho menos porque yo la he traído aquí por decisión propia, nadie me ha obligado – sonrió ligeramente antes de levantarse – Por favor, permanezca aquí y descanse, yo iré a traerle un poco de té y algo de comer – antes de que ella se negara a permanecer ahí o volviera disculparse, el Ende abandono la habitación y al cerrar la puerta, se recargo sobre la misma, la sensación de familiaridad que la joven despertaba en él seguía intrigándole, pero aunque deseaba saber más de ello también temía y hacía bien, porque lo que pronto descubriría llenaría su alma de amor pero también de dolor.
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