Corazón, alma y deseo (Privado)

por **Meredith** Lun Jul 30, 2018 8:25 pm

Era un día cualquiera en donde Meredith se encontraba deambulando en el patio interior de la mansión de su amiga bruja en círculos pensando en las cosas que le había pasado en su vida. Todo pensaba detenidamente y poco a poco caía en la cuenta de que tenía que pasar página realmente sobre lo que paso en su pasado pero este nunca parecía dejar de perseguirle. Se sentó en el suelo de hierba pero enseguida se vistió y con unas buenas botas en mitad de la noche comenzó a andar, a correr, a andar y enseguida se paró en lo que eran casi en las afueras de París para descansar un poco de después de tanto correr. Aún al menos estaba en silencio. Pero no sabía que poder hacer para animarse por lo que volvió sobre sus pasos y entonces se pasó por el puerto y vio que los barcos se mecían vagamente con el aire que poco a poco iba meciendo con ternura a los barcos.

Se sentó sobre un banco de piedra que los pescaderos usaban para poner los encargos o cajas llenas de pescado. Miraba a cualquier parte y le extrañaba que hubiera tan poca gente deambulando por el sitio a tan altas horas de la noche. Era extraño porque ella no tenía nada de miedo.

Debería pero no tenía.

- ¿Qué hace una muchacha sola por aquí?

- Vaya, me sigues siempre – Meredith miró a su amiga bruja que al parecer la estaba siguiendo desde hace un buen rato, Meredith la miro con una sonrisa y la bruja le decía con los dedos de la mano que se acercara a ella, Meredith hizo lo que le mandó y poco a poco ambas iban volviendo hacia donde el resto de la gente estaba al parecer festejando una especie de fiesta en la que todo el mundo estaba completamente alocado. Su amiga bruja la abrazaba mientras estas caminaban mezclándose con la gente que se encontraban y las empujaban. Sobre todo, la bruja pretendía que Meredith fuera por un camino que no hubiera gente pero parecía que la gente se le amontonaba, como si esta misma las estuviera atrayendo. Luego vio a un hombre, un joven que parecía haberse fijado en Meredith.

Su amiga bruja intentó alejarla pero aquella persona al parecer estaba cada vez más cerca de las dos, aunque la bruja temiera por Meredith, podía notar el aura del hombre que era desinteresado y calmada, que no traía violencia consigo. Siguieron nuevamente hasta que se encontraron ambas y aquel desconocido a las afueras de París. Meredith se apartó a un lado, al lado de su amiga la bruja que esta se había puesto en guardia, con ambas manos hacia delante a modo de proteger a Meredith de quien fuera que las estuviera siguiendo.