AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El alma errante... (Privado)
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El alma errante... (Privado)
por Vivien Leigh Lun Ene 21, 2013 4:12 pm
Había escuchado hablar sobre aquella obra. Teatro y ópera, drama y alguna que otra sonrisa, y gente cantando y aplaudiendo y viviendo por una noche en la piel de otro...
Le gustaba ver este tipo de espéctaculos, porque aunque en ocasiones resultaban un poco aburridos, siempre podía encontrar algo que la hacía reír, por muy breve que fuera.
Estaban todos esperando a que comenzara el segundo acto.
El primero había estado entretenido, y bueno, por lo menos era otro tema del que hablar. Además, le convenía que la vieran acudir a esta clase de espectáculos, al parecer, era un signo de "elegancia", además de tener buena fortuna.
Sonrió levemente, mirando furtivamente a los que habían salido a respirar un poco, estirar las piernas, fumar tabaco o hacerse carantoñas con las esposas o amantes.
Entonces, creyó ver una apariencia familiar, una mujer con la que había tenido tiras y aflojas, pero ante todo, con la que se había divertido bastante. Y eso le hizo pensar que si realmente era ella, podrían divertirse mucho en las noches de París...
Le gustaba ver este tipo de espéctaculos, porque aunque en ocasiones resultaban un poco aburridos, siempre podía encontrar algo que la hacía reír, por muy breve que fuera.
Estaban todos esperando a que comenzara el segundo acto.
El primero había estado entretenido, y bueno, por lo menos era otro tema del que hablar. Además, le convenía que la vieran acudir a esta clase de espectáculos, al parecer, era un signo de "elegancia", además de tener buena fortuna.
Sonrió levemente, mirando furtivamente a los que habían salido a respirar un poco, estirar las piernas, fumar tabaco o hacerse carantoñas con las esposas o amantes.
Entonces, creyó ver una apariencia familiar, una mujer con la que había tenido tiras y aflojas, pero ante todo, con la que se había divertido bastante. Y eso le hizo pensar que si realmente era ella, podrían divertirse mucho en las noches de París...
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Re: El alma errante... (Privado)
por Amethyst M. Rosenthal Jue Ene 24, 2013 12:09 am
Llegué al teatro aquella noche en busca de diversión, entretenimiento y simples cosas banales que me hicieran alegrarme un poco. Estaba en una triste rutina de aburrimiento, todo lo que tenía y poseía parecía no querer satisfacerme más o era mi cuerpo el que me pedía algo más que solo joyas decorativas y sexo sin compromiso.
Atendí con atención a la obra, era interesante, era sobre vidas sufridas de humanos que vivían felices...¿por siempre? No, por siempre no, hasta que uno moría o probablemente antes, esos cuentos de hadas eran tan fascinantes para ellos y yo simplemente no entendía. ¿Por qué el amor? ¿Por qué querer desperdiciar la vida eterna con una sola persona? Aquello me dejó pensando a tal punto que ya ni siquiera presté demasiada atención a la obra en sí.
Agradecí el tiempo antes del segundo acto, despejaría mi mente con una simple brisa, o al menos eso creí hasta que me pareció ver algo que me desconcertó. Era ...era ella, estaba segura puesto que no la olvidaría tan pronto ni tan fácil. -Vivien ...-susurré, estando aún a unos metros de distancia, pero sabía que ella si podría escucharme a diferencia de otros que estaban más cerca mío.
Atendí con atención a la obra, era interesante, era sobre vidas sufridas de humanos que vivían felices...¿por siempre? No, por siempre no, hasta que uno moría o probablemente antes, esos cuentos de hadas eran tan fascinantes para ellos y yo simplemente no entendía. ¿Por qué el amor? ¿Por qué querer desperdiciar la vida eterna con una sola persona? Aquello me dejó pensando a tal punto que ya ni siquiera presté demasiada atención a la obra en sí.
Agradecí el tiempo antes del segundo acto, despejaría mi mente con una simple brisa, o al menos eso creí hasta que me pareció ver algo que me desconcertó. Era ...era ella, estaba segura puesto que no la olvidaría tan pronto ni tan fácil. -Vivien ...-susurré, estando aún a unos metros de distancia, pero sabía que ella si podría escucharme a diferencia de otros que estaban más cerca mío.
Amethyst M. Rosenthal- Vampiro Clase Alta
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Re: El alma errante... (Privado)
por Vivien Leigh Jue Ene 24, 2013 7:14 pm
Escuchó cómo susurraban su nombre, y sonrió para sí misma antes de buscar con la mirada a la mujer.
Hermosa como siempre, sus ojos la miraban fíjamente, apenas sin pestañear. Claro que no debía hacerlo, pero era primordial pasar todo lo desapercibido posible entre aquellos humanos.
Se abanicó como si estuviera acalorada, y se dirigió hacia ella con premura, pensando en si iba a ser una bienvenida amistosa o más bien agresiva.
Se detuvo a pocos pasos de ella, sonriendo ladinamente, y la observó unos segundos más antes de hablar.
- ¡¡Ame!!.. ¡¡Amethyst!! ¡¡Oh, querida, tenía el pálpito de que eras tú!! - su voz cristalina jugó con las palabras de bienvenida, mientras se acercaba a ella y le daba un leve beso en la gélida mejilla.
- Vaya, tan fría como siempre... - susurró por lo bajo, y tras ello, la abrazó por un momento. Tras el acercamiento, volvió a erguirse en su seriedad, alejandose un poco de la mujer para poder observarla mejor.
- Soy muy feliz por verte.... Pero, ¿Cuándo has llegado? Yo... hace algunos meses que estoy aquí y no te he...
- sentido - pensó -
- Visto... - rectificó su pensamiento. - Oh, tenemos que ponernos al día de tantas cosas... ¡¡¿Porqué no me acompañas a mi mansión cuando acabe la función?!! Podríamos tomar algo... - sonrió de nuevo, esta vez con malicia, porque pensaba en la humana que hacía la vez de alimento para ella. Sangre fresca todos los días, únicamente tenía que cuidar de morder allá donde no pudiera distinguirse la marca. Y a cambio, la chica vivía bien. - Estoy segura de que te encontrarás como en casa...
Volvió a abanicarse, y observó en una ráfaga a los demás. Hombres seductores que fumaban cigarros o incluso tomaban un sorbo de sus botellas llenas de licor, mientras miraban aquí y allí. Mujeres muy
maquilladas, con demasiada ropa y con caras de estar ahogándose...
Rió levemente. A ella no le molestaba embutirse en corpiños, no necesitaba respirar, así que podía exigir de su cuerpo ponerse casi cualquier cosa, por muy ceñida que fuera.
- Pobrecitas... - se burló como una chiquilla mimada - deberían probar a ser como yo... jajajaja...
Su talante perverso hizo que mirara fíjamente a un muy apuesto hombre, que llevaba colgado de su brazo a una menuda y rolliza mujer, que a duras penas sí podía aguantar de pie. Respiraba con dificultad y se abanica sin cesar. Y ella, haciendo caso omiso de la que seguramente era esposa, guiñó un ojo al hombre, dedicandole luego una sonrisa y gesticulando un "Hola" con los labios, sin usar voz alguna.
Después, traviesa, miró de nuevo a Amethyst, balanceandose levemente de lado a lado. Como si fuera una niña buena...
- Bueno... ¿qué me dices?... -
Hermosa como siempre, sus ojos la miraban fíjamente, apenas sin pestañear. Claro que no debía hacerlo, pero era primordial pasar todo lo desapercibido posible entre aquellos humanos.
Se abanicó como si estuviera acalorada, y se dirigió hacia ella con premura, pensando en si iba a ser una bienvenida amistosa o más bien agresiva.
Se detuvo a pocos pasos de ella, sonriendo ladinamente, y la observó unos segundos más antes de hablar.
- ¡¡Ame!!.. ¡¡Amethyst!! ¡¡Oh, querida, tenía el pálpito de que eras tú!! - su voz cristalina jugó con las palabras de bienvenida, mientras se acercaba a ella y le daba un leve beso en la gélida mejilla.
- Vaya, tan fría como siempre... - susurró por lo bajo, y tras ello, la abrazó por un momento. Tras el acercamiento, volvió a erguirse en su seriedad, alejandose un poco de la mujer para poder observarla mejor.
- Soy muy feliz por verte.... Pero, ¿Cuándo has llegado? Yo... hace algunos meses que estoy aquí y no te he...
- sentido - pensó -
- Visto... - rectificó su pensamiento. - Oh, tenemos que ponernos al día de tantas cosas... ¡¡¿Porqué no me acompañas a mi mansión cuando acabe la función?!! Podríamos tomar algo... - sonrió de nuevo, esta vez con malicia, porque pensaba en la humana que hacía la vez de alimento para ella. Sangre fresca todos los días, únicamente tenía que cuidar de morder allá donde no pudiera distinguirse la marca. Y a cambio, la chica vivía bien. - Estoy segura de que te encontrarás como en casa...
Volvió a abanicarse, y observó en una ráfaga a los demás. Hombres seductores que fumaban cigarros o incluso tomaban un sorbo de sus botellas llenas de licor, mientras miraban aquí y allí. Mujeres muy
maquilladas, con demasiada ropa y con caras de estar ahogándose...
Rió levemente. A ella no le molestaba embutirse en corpiños, no necesitaba respirar, así que podía exigir de su cuerpo ponerse casi cualquier cosa, por muy ceñida que fuera.
- Pobrecitas... - se burló como una chiquilla mimada - deberían probar a ser como yo... jajajaja...
Su talante perverso hizo que mirara fíjamente a un muy apuesto hombre, que llevaba colgado de su brazo a una menuda y rolliza mujer, que a duras penas sí podía aguantar de pie. Respiraba con dificultad y se abanica sin cesar. Y ella, haciendo caso omiso de la que seguramente era esposa, guiñó un ojo al hombre, dedicandole luego una sonrisa y gesticulando un "Hola" con los labios, sin usar voz alguna.
Después, traviesa, miró de nuevo a Amethyst, balanceandose levemente de lado a lado. Como si fuera una niña buena...
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