AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Me ayudarás? (Shear)
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¿Me ayudarás? (Shear)
Las prisas nunca son buenas, o al menos eso es lo que dicen. Pero lo son cuando debes huir de ellos. De aquellos malditos imbéciles. Nunca me había fiado de ellos. Ni antes de escaparme de casa. Ahora los odiaba. Con tanta fuerza que incluso podía sorprenderme de que aún siguiera conservando lo que tanta gente llama inocencia...pero aún con ella sé que hay cosas que deben ser destruidas. Y también cuando alejarme de ellas. Aquel era uno de esos momentos. Y estaba resuelta a despistarlos. Y a ser posible alejarlos de allí para siempre, aunque en aquellos momentos simplemente podría alejarlos. El cómo no lo sabía. Lo único que podía hacer en aquellos momentos era escapar. ¿Me serviría alguna de mis pociones? Aún no había tenido tiempo de comprobarlo. ¡De tanto correr no se me daba tiempo a mirar en mi bolsa! Huir, no hacía más que huir de aquel hombre de negro que quería atraparme. Ojalá fuera aquel estúpido vampiro. Era tan fácil librarse de él...¡solamente con una estúpida poción! Llegaba incluso a ser divertido.
Hacía ya mucho rato que había anochecido. Y había tanta gente por las calles...era fácil perderse entre las gentes, pero aún así siempre se las arreglaba para encontrarme. Tarde o temprano lo hacía...¡siempre debía de hacerlo! ¿Por qué? Me sumergí en una marea de gente de clase alta que probablemente iría a una fiesta. Pero de nada sirvió sus pasos seguían tras de mí...vi su sombra detrás de mí. Maldición. Tuve que seguir corriendo...¿lograría escapar, o acaso me atraparía? No lo iba a permitir. No, no iba a permitirlo por nada del mundo. Sabía que no debía hacerlo. Busqué y busqué en mi bolsa, cómo buenamente pude...iba siendo hora de hacerlo, antes de que fuera tarde.
Pero entonces tropecé y caí, haciendo caer a alguien más...
Hacía ya mucho rato que había anochecido. Y había tanta gente por las calles...era fácil perderse entre las gentes, pero aún así siempre se las arreglaba para encontrarme. Tarde o temprano lo hacía...¡siempre debía de hacerlo! ¿Por qué? Me sumergí en una marea de gente de clase alta que probablemente iría a una fiesta. Pero de nada sirvió sus pasos seguían tras de mí...vi su sombra detrás de mí. Maldición. Tuve que seguir corriendo...¿lograría escapar, o acaso me atraparía? No lo iba a permitir. No, no iba a permitirlo por nada del mundo. Sabía que no debía hacerlo. Busqué y busqué en mi bolsa, cómo buenamente pude...iba siendo hora de hacerlo, antes de que fuera tarde.
Pero entonces tropecé y caí, haciendo caer a alguien más...
Anneliese Wasenbell- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 07/10/2012
Re: ¿Me ayudarás? (Shear)
Había salido de mi casa en plena tarde pues quería pasear por la ciudad un poco, había llegado apenas hacia dos días a la ciudad y quería recordarlo todo. No habían cambiado la gran cosa, pero eso me alegraba. Todavía recordaba donde el maestro me había recogido, donde había defendido aquella niña de aquellos hombres tan idiotas… Hacía demasiado tiempo atrás. Demasiado. Las cosas dentro de mí habían cambiado, pero yo seguía siendo el mismo, bueno, de alguna manera.
Suspiré al viento, sentí la luna sobre mí, el tiempo había pasado demasiado rápido, demasiado rápido esta tarde. Miré las estrellas y deje escapar un aliento final. Las cosas irían bien, al menos eso esperaba. Mis esperanzas iban creciendo y conforme mi vida iba avanzando, encontraba algo que hacer cada día, desde que fui enviado a las Américas por mi maestro. Ayudar a los que me necesitaban. Siempre lo había hecho y no tenía por qué dejar de hacerlo. No era alguien que se vanagloriaba por sus victorias pero era feliz cuando ganaba, y no necesariamente una lucha. Con dar algo de comer a un niño hambriento, ya era algo.
Fui viendo como las casas prendían sus luces y como el cielo empezaba a oscurecerse y llenarse de estrellas. El camino era cada vez más fácil de ver, a mis ojos. La oscuridad me acompañaba bastante bien, por lo que no tuve problemas en seguir caminando por las calles parisenses. El viento empezaba a jugar con las hojas de los robles y este mismo llevaba mi cabello por todas direcciones. Metí las manos en los bolsillos del pantalón e inspiré. “Extrañaba el aire fresco de Francia” Sentía la brisa en mi piel, jugando con mis mechones, pero no me importaba. Era una de las cosas que amaba hacer, sintiéndome libre.
Cerré mis ojos por unos segundos y no vi que alguien venia en dirección contraria. Cuando lo sentí, estaba en el suelo y alguien a mi lado. Era una niña… “Oh, vaya, mi niña…”
-¿Está bien, señorita?- Me elevé y me levanté del suelo, ofreciéndole una mano para levantarla. Vi su rostro con claridad. No tenía aires de gitana. “Una brujita...” Sonreí “¿Que me traerá el destino ahora?”
Suspiré al viento, sentí la luna sobre mí, el tiempo había pasado demasiado rápido, demasiado rápido esta tarde. Miré las estrellas y deje escapar un aliento final. Las cosas irían bien, al menos eso esperaba. Mis esperanzas iban creciendo y conforme mi vida iba avanzando, encontraba algo que hacer cada día, desde que fui enviado a las Américas por mi maestro. Ayudar a los que me necesitaban. Siempre lo había hecho y no tenía por qué dejar de hacerlo. No era alguien que se vanagloriaba por sus victorias pero era feliz cuando ganaba, y no necesariamente una lucha. Con dar algo de comer a un niño hambriento, ya era algo.
Fui viendo como las casas prendían sus luces y como el cielo empezaba a oscurecerse y llenarse de estrellas. El camino era cada vez más fácil de ver, a mis ojos. La oscuridad me acompañaba bastante bien, por lo que no tuve problemas en seguir caminando por las calles parisenses. El viento empezaba a jugar con las hojas de los robles y este mismo llevaba mi cabello por todas direcciones. Metí las manos en los bolsillos del pantalón e inspiré. “Extrañaba el aire fresco de Francia” Sentía la brisa en mi piel, jugando con mis mechones, pero no me importaba. Era una de las cosas que amaba hacer, sintiéndome libre.
Cerré mis ojos por unos segundos y no vi que alguien venia en dirección contraria. Cuando lo sentí, estaba en el suelo y alguien a mi lado. Era una niña… “Oh, vaya, mi niña…”
-¿Está bien, señorita?- Me elevé y me levanté del suelo, ofreciéndole una mano para levantarla. Vi su rostro con claridad. No tenía aires de gitana. “Una brujita...” Sonreí “¿Que me traerá el destino ahora?”
Shear Wigherth- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 26/05/2013
Re: ¿Me ayudarás? (Shear)
La suerte iba y venía. Siempre lo había hecho. Sin embargo en aquellos momentos me sentía más apurada que nunca. Caer al suelo no era el mejor modo de escapar. Más bien al contrario. Cada segundo que se pierde puede ser uno más en el que avanzas hacia tu propia perdición. No se notaba en mi cara...dónde lo único que se reflejaba en aquellos instantes era la mueca de dolor provocaba por el golpe. Alcé la cabeza y me incorporé, tomando la mano que se me ofrecía solícita para ayudarme. Me levanté y miré al caballero que me había ayudado. Era joven, debía de tener unos pocos años más que yo...probablemente casi la edad de mi hermano.
-Sí...estoy bien...¡no, no lo estoy! ¡Me persiguen! No puedo estar bien...-dije apresuradamente. Y efectivamente así era...sentía sus pasos cada vez más cerca, cómo un acuciante peligro que casi estaba a nuestro lado. Pero no podía perder el tiempo...saqué de mi bolsa una poción. Al menos me había dado tiempo a ello, lo cual ya era algo por lo que alegrarse. Era lo único que podía hacer...aunque más de uno en aquella calle se llevara una sorpresa. Y ya lo creo que se la iban a llevar.
-Debemos tener cuidado...si el caballero que está atrás nos alcanza correremos un grave peligro. Nos hará daño. Mucho. Es un bandido que me persigue...algo peor, o al menos eso creo Espero que no se sobresalte ante lo que estoy a punto de hacer-probablemente se sobresaltaría, pero sería de buena educación avisarle de todos modos. Una no podía olvidar sus modales, por mucho que se encontrase en la situación en la que estaba. Así que sin perder más tiempo lancé la poción, que estalló en un humo de color rosa que dispersó a varias personas. Probablemente no sabrían que había sido yo. Quizás el caballero que tenía a mi lado sí. Que por cierto...
-Por favor, ayúdeme...no puede atraparme. ¿Conoce algún lugar seguro?-puede que mis palabras sonaran atropelladas, pero no podía hacer otra cosa...¿qué remedio me quedaba sino? Era una dama en apuros...aunque hiciera lo que supiera hacer, claro está.
-Sí...estoy bien...¡no, no lo estoy! ¡Me persiguen! No puedo estar bien...-dije apresuradamente. Y efectivamente así era...sentía sus pasos cada vez más cerca, cómo un acuciante peligro que casi estaba a nuestro lado. Pero no podía perder el tiempo...saqué de mi bolsa una poción. Al menos me había dado tiempo a ello, lo cual ya era algo por lo que alegrarse. Era lo único que podía hacer...aunque más de uno en aquella calle se llevara una sorpresa. Y ya lo creo que se la iban a llevar.
-Debemos tener cuidado...si el caballero que está atrás nos alcanza correremos un grave peligro. Nos hará daño. Mucho. Es un bandido que me persigue...algo peor, o al menos eso creo Espero que no se sobresalte ante lo que estoy a punto de hacer-probablemente se sobresaltaría, pero sería de buena educación avisarle de todos modos. Una no podía olvidar sus modales, por mucho que se encontrase en la situación en la que estaba. Así que sin perder más tiempo lancé la poción, que estalló en un humo de color rosa que dispersó a varias personas. Probablemente no sabrían que había sido yo. Quizás el caballero que tenía a mi lado sí. Que por cierto...
-Por favor, ayúdeme...no puede atraparme. ¿Conoce algún lugar seguro?-puede que mis palabras sonaran atropelladas, pero no podía hacer otra cosa...¿qué remedio me quedaba sino? Era una dama en apuros...aunque hiciera lo que supiera hacer, claro está.
Anneliese Wasenbell- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 07/10/2012
Re: ¿Me ayudarás? (Shear)
No podía negar que estaba sorprendido, pero no por el choque sino por su respuesta.
-¿Quien os sigue, damisela?-torcí la mirada sin entenderla de tan rápido que hablaba, pero vi que tenía un pequeño frasco en la mano. “No… pociones no…” pero al parecer mi ruego fue invalido. –no dejaré que os haga daño, pequeña. No pasará de mí, se lo aseguro. – Si era algo que sabía hacer era defender a una niña de cualquier peligro acaecido.- ¿Que demonio...?
Antes de que pudiera hacer cualquier cosa por evitar sus polvos, estos invadían mis pulmones haciéndome toser. Algo que odiaba eran las pociones, ya que era demasiado sensible. Comencé a toser y vi como los demás transeúntes se apartaban de nosotros. “¿qué efecto tendrá esta pócima sobre nosotros?” Mi mente trabajaba a mil por hora, tratando de encontrar una posible salida para mí y para la pequeña dama que estaba enfrente a mí.
Asentí, aceptando la realidad: debía ayudarla a escapar. Apenas entendiendo sus palabras, le di la espalda, volteando la mirada.-Sube.- me arrodillé en el piso preparándome para soportar el peso de la niña, que no debía de ser muy pesada por su tamaño y altura. Una vez que la tuve encima, la agarré de forma segura- Agárrate fuerte, pues soy muy… veloz….- Previo aviso nunca estaba de más, después de todo era un licántropo, tenía ventaja sobre los humanos, y éxito en las escapadas y carreras.
Comencé a correr y tomar mayor velocidad con un objetivo en mente: los túneles de la ciudad. Nadie podía ingresar sin saber cómo hacerlo o de lo contrario podría romperse el cuello y quedar tirado allí, descomponiéndose, y nadie sabría donde encontrarlo. Para mi fortuna, conocía esos túneles a la perfección. Sonreí.
Con la niña en las espaldas, relantelicé un poco el paso, pero no fue obstáculo: seguía teniendo velocidad. Subí por las calles sin molestar a los transeúntes, sentía el viento silbar en mis oídos, observando de vez en cuando a la pequeña que tenía en mis brazos. “¿De quien huyes, pequeña, que tienes tanto miedo?” Se lo preguntaría al llegar. Ese era mi precio por ayudarla.
Pasamos por frente al teatro, el cual curiosamente estaba vacío, para pasar luego por la catedral. Fue allí que recordé la entrada trasera que decencia hacia los túneles. “Perfecto” me dije. Frené de golpe, lo cual hizo que la niña casi se cayera, pero logré sujetarla.
-Prepárate, que si tienes miedo a la oscuridad, será algo difícil, pero es el único lugar en donde no te encontrarán. Deberemos bajar a los túneles subterráneos. Tiene múltiples entradas, pero hay una localizada detrás de la catedral. Hay una más segura dentro… Pero… ni tu ni yo podemos entrar.
“Yo por mis enfrentamientos... y tu… por ser bruja” pensé. Era más seguro pero a la vez seguía siendo peligroso. Fui hasta donde sabia se encontraba la escotilla y bajé con ella sobre mis espaldas.- Cuidado con la cabeza. Asegúrate de cerrar la entrada una vez que entremos, así no podrán seguirnos.
El lugar estaba completamente a oscuras, pero me era fácil de ver en la oscuridad. Me llevaba bien con ella. Qué podía decir. Pero temía por la niña. No podía ver absolutamente nada.
-¿Quien os sigue, damisela?-torcí la mirada sin entenderla de tan rápido que hablaba, pero vi que tenía un pequeño frasco en la mano. “No… pociones no…” pero al parecer mi ruego fue invalido. –no dejaré que os haga daño, pequeña. No pasará de mí, se lo aseguro. – Si era algo que sabía hacer era defender a una niña de cualquier peligro acaecido.- ¿Que demonio...?
Antes de que pudiera hacer cualquier cosa por evitar sus polvos, estos invadían mis pulmones haciéndome toser. Algo que odiaba eran las pociones, ya que era demasiado sensible. Comencé a toser y vi como los demás transeúntes se apartaban de nosotros. “¿qué efecto tendrá esta pócima sobre nosotros?” Mi mente trabajaba a mil por hora, tratando de encontrar una posible salida para mí y para la pequeña dama que estaba enfrente a mí.
Asentí, aceptando la realidad: debía ayudarla a escapar. Apenas entendiendo sus palabras, le di la espalda, volteando la mirada.-Sube.- me arrodillé en el piso preparándome para soportar el peso de la niña, que no debía de ser muy pesada por su tamaño y altura. Una vez que la tuve encima, la agarré de forma segura- Agárrate fuerte, pues soy muy… veloz….- Previo aviso nunca estaba de más, después de todo era un licántropo, tenía ventaja sobre los humanos, y éxito en las escapadas y carreras.
Comencé a correr y tomar mayor velocidad con un objetivo en mente: los túneles de la ciudad. Nadie podía ingresar sin saber cómo hacerlo o de lo contrario podría romperse el cuello y quedar tirado allí, descomponiéndose, y nadie sabría donde encontrarlo. Para mi fortuna, conocía esos túneles a la perfección. Sonreí.
Con la niña en las espaldas, relantelicé un poco el paso, pero no fue obstáculo: seguía teniendo velocidad. Subí por las calles sin molestar a los transeúntes, sentía el viento silbar en mis oídos, observando de vez en cuando a la pequeña que tenía en mis brazos. “¿De quien huyes, pequeña, que tienes tanto miedo?” Se lo preguntaría al llegar. Ese era mi precio por ayudarla.
Pasamos por frente al teatro, el cual curiosamente estaba vacío, para pasar luego por la catedral. Fue allí que recordé la entrada trasera que decencia hacia los túneles. “Perfecto” me dije. Frené de golpe, lo cual hizo que la niña casi se cayera, pero logré sujetarla.
-Prepárate, que si tienes miedo a la oscuridad, será algo difícil, pero es el único lugar en donde no te encontrarán. Deberemos bajar a los túneles subterráneos. Tiene múltiples entradas, pero hay una localizada detrás de la catedral. Hay una más segura dentro… Pero… ni tu ni yo podemos entrar.
“Yo por mis enfrentamientos... y tu… por ser bruja” pensé. Era más seguro pero a la vez seguía siendo peligroso. Fui hasta donde sabia se encontraba la escotilla y bajé con ella sobre mis espaldas.- Cuidado con la cabeza. Asegúrate de cerrar la entrada una vez que entremos, así no podrán seguirnos.
El lugar estaba completamente a oscuras, pero me era fácil de ver en la oscuridad. Me llevaba bien con ella. Qué podía decir. Pero temía por la niña. No podía ver absolutamente nada.
Shear Wigherth- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 26/05/2013
Re: ¿Me ayudarás? (Shear)
Tenía que agarrarse fuerte a aquel chico, que era...mmm. Sí, lo percibía en su aura. Suerte tenía de que muchos brujos y otras criaturas sobrenaturales tuviesen la capacidad de poder vislumbrar el aura de sus congéneres, para saber lo que eran. O bueno, a veces no estaba tan claro. Mi hermana había tenido muchos problemas a lo largo de los años a la hora de controlar éste aspecto de sus poderes, más de lo que yo lo había tenido a la hora de controlar la nigromancia. Aunque la atmokinesis y las pociones siempre se me habíand ado fenomenal. El chico lo acababa de comprobar ahora mismo, al igual que las personas que estaban a nuestro alrededor.
-Espero no pesar mucho-comenté mientras me subía a la espalda del chico. No creía que fuera a pesar demasiado, mi hermano siempre decía que pesaba lo mismo que una pluma, pero eso podia depender también de la fuerza que tenían algunos, claro. Iba a ser interesante huir de esa forma. Y lo mejor de todo sería que huiríamos de una maldita vez. Porque con esa persecución ni me había dado tiempo a sacar todo mi arsenal. Podría haber hecho una invocación, pero tampoco daba tiempo a ello. Y, para mi desgracia, hasta la invocación del más insignificante de los fantasmas llevaba su tiempo. Grité cuando echó a correr. Pero por el amor de los dioses, menuda velocidad llevaba. Era mejor que volar en escoba. Bueno, nunca he volado en escoba, pero ya sabréis lo que quiero decir.
-No me da miedo a la oscuridad. Estoy más que acostumbrada a tratar con ella-dije haciéndole una señal de V cómo de victoria. No era el más adecuado, pero me salió casi sin pensar. A la hora de convocar fantasmas es muy útil eso de estar a oscuras. Y es precioso cuando éstos aparecen e iluminan la noche más oscura, cómo si fueran luces titilantes que rompen esa oscuridad tan apabullante, cómo la de aquellos túneles.
-¿Estamos muy lejos de la entrada cerca de la catedral?-pregunté mientras agachaba la cabeza segundos después de que me dijera que lo hiciera-¿Por qué no podemos entrar dentro de la otra? ¿Hay algo más peligroso? Quizás nos haya seguido-si aquel que me perseguía nos estuviera siguiendo, lo percibiría. Pero no escuchaba sus pasos, aunque sabía que nos seguía. No es que lo oyera (que lo oiría si se acercaba) pero lo percibía, en cierto modo. Aunque aún no escuchaba sus pasos.
-Espero no pesar mucho-comenté mientras me subía a la espalda del chico. No creía que fuera a pesar demasiado, mi hermano siempre decía que pesaba lo mismo que una pluma, pero eso podia depender también de la fuerza que tenían algunos, claro. Iba a ser interesante huir de esa forma. Y lo mejor de todo sería que huiríamos de una maldita vez. Porque con esa persecución ni me había dado tiempo a sacar todo mi arsenal. Podría haber hecho una invocación, pero tampoco daba tiempo a ello. Y, para mi desgracia, hasta la invocación del más insignificante de los fantasmas llevaba su tiempo. Grité cuando echó a correr. Pero por el amor de los dioses, menuda velocidad llevaba. Era mejor que volar en escoba. Bueno, nunca he volado en escoba, pero ya sabréis lo que quiero decir.
-No me da miedo a la oscuridad. Estoy más que acostumbrada a tratar con ella-dije haciéndole una señal de V cómo de victoria. No era el más adecuado, pero me salió casi sin pensar. A la hora de convocar fantasmas es muy útil eso de estar a oscuras. Y es precioso cuando éstos aparecen e iluminan la noche más oscura, cómo si fueran luces titilantes que rompen esa oscuridad tan apabullante, cómo la de aquellos túneles.
-¿Estamos muy lejos de la entrada cerca de la catedral?-pregunté mientras agachaba la cabeza segundos después de que me dijera que lo hiciera-¿Por qué no podemos entrar dentro de la otra? ¿Hay algo más peligroso? Quizás nos haya seguido-si aquel que me perseguía nos estuviera siguiendo, lo percibiría. Pero no escuchaba sus pasos, aunque sabía que nos seguía. No es que lo oyera (que lo oiría si se acercaba) pero lo percibía, en cierto modo. Aunque aún no escuchaba sus pasos.
Anneliese Wasenbell- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 07/10/2012
Re: ¿Me ayudarás? (Shear)
Sentía el peso de la niña sobre mis espaldas pero no era mucho, no era molestia. Fuimos avanzando y yo sonreía por la actitud tan infantil de la niña. “¿Cómo es posible que alguien quisiera hacerle daño?” No lo comprendía. No sentía la presencia de nadie, ahora si me sentía tranquilo y estaba más relajado. Dejé de correr y caminé más despacio. Sentía la brisa pasar entre mis cabellos y acariciar las mejillas de la niña. Me sentía bien.
-me alegro de que no le tengas miedo. De hecho, ¿por qué deberías? No te atacará, y yo te protegeré de cualquiera que quiera lastimarte, querida.- ladeé mi cabeza y la miré, consciente de que mis ojos brillaban en la oscuridad. Seguro ya sabía que yo no era alguien común, pero por algo había confiado en mí. Los de mi raza éramos sinceros y leales. No la lastimaría. No era así.
No podía leer sus ojos ahora mismo, pero lo haría en cuanto esta tocase tierra segura. Fui bajando lentamente por la ladera empinada y rocosa que llevaba directamente a los túneles. Esta parte no estaba iluminada, por lo que estaríamos a oscuras un largo trecho.
-No podemos entrar por el otro lado, mi niña. Sería demasiado obvio, además digamos que tengo cierta rivalidad con el párroco de la catedral, y además no tengo permitida la entrada. No podría protegerte allí de sea quien sea que te estuviese siguiendo.
Mis pasos hacían eco en el terreno húmedo por la falta de corriente de aire seco. Me gustaban estos lugares, pero dudaba que a la niña le agradaran demasiado. Sentía su paz ahora que sabía que estábamos a salvo, por el momento. Esos túneles eran conocidos solo por pocos, solo por aquellos que se mueven por las calles, aquellos que encuentran la forma de bajar sin romperse el cuello y morir allí, a oscuras y solo.
Solté un suspiro y sonreí, sonreí a la oscuridad. Me sentía en casa.
La volví a aupar pues se me deslizaba de mi fuerte agarre. Sentí su aliento cálido en mi oreja. Realmente confiaba en mí. Era hora de preguntarle lo que no entendía.-Señorita… ¿Me podría decir su nombre? Me parece maleducado subirse a la espalda de cualquier licántropo sin presentaciones. Por mi parte, mi nombre es Shear Wigherth, para servirle, miladi.
Comencé a vislumbrar el fuego de las velas que comenzaban a iluminar el sendero, por lo que me di la vuelta y la observé, algo sonriente, amable como siempre era.
-A partir de aquí puedes caminar, ¿cierto, querida?-La bajé tras agacharme para que ella no tuviese que saltar al suelo. Era muy pequeña y temía que se lastimase. Aquí era imposible conseguir ayuda si algo grave pasaba. En parte era por ello que la había traído aquí. Era mi terreno, y si algo pasaba, era capaz de hacerla salir de allí en un santiamén.
La tomé de la mano y la guié por el túnel.
-me alegro de que no le tengas miedo. De hecho, ¿por qué deberías? No te atacará, y yo te protegeré de cualquiera que quiera lastimarte, querida.- ladeé mi cabeza y la miré, consciente de que mis ojos brillaban en la oscuridad. Seguro ya sabía que yo no era alguien común, pero por algo había confiado en mí. Los de mi raza éramos sinceros y leales. No la lastimaría. No era así.
No podía leer sus ojos ahora mismo, pero lo haría en cuanto esta tocase tierra segura. Fui bajando lentamente por la ladera empinada y rocosa que llevaba directamente a los túneles. Esta parte no estaba iluminada, por lo que estaríamos a oscuras un largo trecho.
-No podemos entrar por el otro lado, mi niña. Sería demasiado obvio, además digamos que tengo cierta rivalidad con el párroco de la catedral, y además no tengo permitida la entrada. No podría protegerte allí de sea quien sea que te estuviese siguiendo.
Mis pasos hacían eco en el terreno húmedo por la falta de corriente de aire seco. Me gustaban estos lugares, pero dudaba que a la niña le agradaran demasiado. Sentía su paz ahora que sabía que estábamos a salvo, por el momento. Esos túneles eran conocidos solo por pocos, solo por aquellos que se mueven por las calles, aquellos que encuentran la forma de bajar sin romperse el cuello y morir allí, a oscuras y solo.
Solté un suspiro y sonreí, sonreí a la oscuridad. Me sentía en casa.
La volví a aupar pues se me deslizaba de mi fuerte agarre. Sentí su aliento cálido en mi oreja. Realmente confiaba en mí. Era hora de preguntarle lo que no entendía.-Señorita… ¿Me podría decir su nombre? Me parece maleducado subirse a la espalda de cualquier licántropo sin presentaciones. Por mi parte, mi nombre es Shear Wigherth, para servirle, miladi.
Comencé a vislumbrar el fuego de las velas que comenzaban a iluminar el sendero, por lo que me di la vuelta y la observé, algo sonriente, amable como siempre era.
-A partir de aquí puedes caminar, ¿cierto, querida?-La bajé tras agacharme para que ella no tuviese que saltar al suelo. Era muy pequeña y temía que se lastimase. Aquí era imposible conseguir ayuda si algo grave pasaba. En parte era por ello que la había traído aquí. Era mi terreno, y si algo pasaba, era capaz de hacerla salir de allí en un santiamén.
La tomé de la mano y la guié por el túnel.
Shear Wigherth- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 26/05/2013
Re: ¿Me ayudarás? (Shear)
Claro que iba a protegerme. ¿Acaso no debía hacerlo? Porque se suponía que él era un caballero y yo la dama que estaba en apuros, por mucho que aquello me pesara. Era evidente. O quizás no tanto, quizás estaba exagerando un poco. Me prometió que me protegería, con una seguridad que podría desvanecerse, al menos en mi opinión, si llegaba a ver (lo cuál era bastante probable, teniendo en cuénta hasta dónde habían llegado las cosas) a la persona que me estaba persiguiendo. Aún faltaba para que me encontrara, por suerte. Y si esa misma suerte de la que tanto hablaba seguía sonriéndome, quizás no me llegara a encontrar. Pero nunca me fiaba de la suerte, ni de esa gente que hablaba de las chorradas del destino. Ésas cosas las creaba una con sus acciones, y éstas tenían las consecuencias que se merecían, ya fueran justas o no. En mi caso no eran justas. ¡No, para nada! Eran muy pero que muy injustas.
-Me alegro de que sea así. Porque hay criaturas de las que aún no sé defenderme, aunque de otras sí. Desgraciadamente, mi perseguidor no es de esas criaturas de las que sepan defenderme. Pertenece a la misma raza que la mía, o al menos eso creo. Pero tiene más experiencia que yo...es mayor, creo que incluso más que usted-que tampoco es que fuera a ser mucho mayor que ella, al menos en apariencia. Sí, porque aparentaba tener dos o tres años más que ya. Cinco, si apuntábamos a la larga. Sabía que no me atacaría, y eso me aliviaba. Casi nunca había tenido que enfrentarme a licántropos, no era lo mismo que con los vampiros, a los que puedes despistar con ciertas pociones. Ya lo había hecho miles de veces con cierto vampiro condenado que parecía más pesado que un camello en un baile de etiqueta.
-¿Porque es tierra sagrada?-bromeé después de que dijera lo de que no podría protegerme en la catedral. No creía en esas cosas, de todos modos, al menos no en ese sentido. Podría considerarme en realidad agnóstica, pero siempre he dicho que hay algo arriba, y ese algo, sea quién sea, tiene más sensatez de lo que dicen los curas y demás devotos, más de lo que dicen en sus misas. Aunque una nunca puede estar segura de ésas cosas. ¿Es que acaso lo está alguien?-Entonces mejor que ni nos acerquemos a ese sitio. No vaya a ser que se nos acerque con una cruz en la mano y murmurando extrañas letanías.
Luego se paró y me bajó, y yo asentí con la cabeza cuando dije que podía caminar. Y se presentó. Yo debía presentarme también.
-¡Un placer conocerle! Yo soy Anneliese Wasenbell...Condesa de los Países Bajos desde hace dos semanas, para mi eterna desgracia, sobre todo porque soy escocesa. Así que le agredecería que no me dijera condesa, por si por casualidad lo está pensando. ¡Sólo Anneliese. Me hace sentir mayor-no lo decía porque quisiera presumir. Más bien al contrario. Lo decía para no mentir, porque quizás lo supiera algún día y a mí no me gusta ocultar esas cosas. Además, no se me había dado ese título porque yo quisiera. No tenía yo mucho aspecto de condesa, ya ves tú. Entonces me cogió de la mano y andamos por el túnel. Pero...¿adónde llevaría? Me moría de ganas por saberlo de una buena vez. -Y...¿qué hay abajo en los túneles subterraneos?-aparte de rocas.
-Me alegro de que sea así. Porque hay criaturas de las que aún no sé defenderme, aunque de otras sí. Desgraciadamente, mi perseguidor no es de esas criaturas de las que sepan defenderme. Pertenece a la misma raza que la mía, o al menos eso creo. Pero tiene más experiencia que yo...es mayor, creo que incluso más que usted-que tampoco es que fuera a ser mucho mayor que ella, al menos en apariencia. Sí, porque aparentaba tener dos o tres años más que ya. Cinco, si apuntábamos a la larga. Sabía que no me atacaría, y eso me aliviaba. Casi nunca había tenido que enfrentarme a licántropos, no era lo mismo que con los vampiros, a los que puedes despistar con ciertas pociones. Ya lo había hecho miles de veces con cierto vampiro condenado que parecía más pesado que un camello en un baile de etiqueta.
-¿Porque es tierra sagrada?-bromeé después de que dijera lo de que no podría protegerme en la catedral. No creía en esas cosas, de todos modos, al menos no en ese sentido. Podría considerarme en realidad agnóstica, pero siempre he dicho que hay algo arriba, y ese algo, sea quién sea, tiene más sensatez de lo que dicen los curas y demás devotos, más de lo que dicen en sus misas. Aunque una nunca puede estar segura de ésas cosas. ¿Es que acaso lo está alguien?-Entonces mejor que ni nos acerquemos a ese sitio. No vaya a ser que se nos acerque con una cruz en la mano y murmurando extrañas letanías.
Luego se paró y me bajó, y yo asentí con la cabeza cuando dije que podía caminar. Y se presentó. Yo debía presentarme también.
-¡Un placer conocerle! Yo soy Anneliese Wasenbell...Condesa de los Países Bajos desde hace dos semanas, para mi eterna desgracia, sobre todo porque soy escocesa. Así que le agredecería que no me dijera condesa, por si por casualidad lo está pensando. ¡Sólo Anneliese. Me hace sentir mayor-no lo decía porque quisiera presumir. Más bien al contrario. Lo decía para no mentir, porque quizás lo supiera algún día y a mí no me gusta ocultar esas cosas. Además, no se me había dado ese título porque yo quisiera. No tenía yo mucho aspecto de condesa, ya ves tú. Entonces me cogió de la mano y andamos por el túnel. Pero...¿adónde llevaría? Me moría de ganas por saberlo de una buena vez. -Y...¿qué hay abajo en los túneles subterraneos?-aparte de rocas.
Anneliese Wasenbell- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 07/10/2012
Re: ¿Me ayudarás? (Shear)
El túnel solo traía el eco de nuestras palabras, de nuestro caminar e incluso de nuestra respiración. Suspiré y le sonreí nuevamente.
-No crea que por ser mayor tiene más ventaja sobre mí, milady. A veces... Las apariencias engañan. –Me puse serio y troné la espalda, ya estaba empezando a dolerme- Yo creo, querida, que juntos podremos vencerlo si se nos acerca, cosa que no creo posible. Estamos bajo tierra. No nos encontrará jamás.
La observé mejor en la oscuridad: debía de tener tan solo doce o trece años. Seguía siendo una nena, pero algo la hacía parecer mayor. ¿Qué sería? ¿Su aura? ¿Su carácter? Vaya yo a saber. Esas preguntas se arremolinaban en mi cabeza, por lo que no la escuché, pero lo de la cruz me puso en guardia. No me llevaba bien con la gente de la iglesia, teníamos ideales y creencias demasiado diferentes y no concordábamos en absolutamente nada.
Si me llegase a parar en esas tierras, estaba seguro que me partiría un rayo. Mejor ni siquiera arriesgarme, me dije tantas veces. Asentí, concentrado. Tenía todos mis sentidos abiertos por cualquier peligro que aconteciera.
Hice una pequeña reverencia de cortesía ante la pequeña. Me había quedado asombrado. “Con que este es el porqué de mis interrogantes… Vaya sorpresa” Mis ojos brillaron, audaces. Estaba siendo guardaespaldas de la condesa de los países bajos… Y era nada más que una niña. “Pobre madame” dije para mis adentros. “¿Cómo cargan de un puesto tan importante y serio a una chica de tan temprana edad?” No lo entendía. Me encogí de hombros y le sonreí.
-Ni nos arriesguemos, milady- esbocé una pequeña sonrisa.-Deme la mano, así no estará insegura, Anneliese. –Debería acostumbrarme a dirigirme de esa manera a la joven, pues sabía que era algo más que humana. Era una pequeña brujita, y bastante peligrosa si la situación lo permitiría.
Avanzamos por el túnel hasta llegar hasta donde comenzamos a ver fuego y luz.
Una sonrisa salió de mis labios, sin poder evitarlo. Ahora mismo nos encontramos en el medio mismo de la ciudad de Paris, justo debajo del puente que unia la isla con el otro lado del Sena, el “Pont de Notre Dame”.- Aquí es donde sucede toda… La magia- le tapé los ojos a metros del lugar.
Sentía el calor del fuego, era capaz de darme cuenta de que la pequeña estaba ansiosa y moría de ganas de saber qué era lo que le ocultaba. Me mordí el labio para evitar reírme. Esto estaba resultando divertido, al menos para mí.
Podía escuchar la música y las risas de los niños. Ya casi estábamos llegando. La alegría era contagiosa, debía admitirlo.[/color][/color][/color]
-No crea que por ser mayor tiene más ventaja sobre mí, milady. A veces... Las apariencias engañan. –Me puse serio y troné la espalda, ya estaba empezando a dolerme- Yo creo, querida, que juntos podremos vencerlo si se nos acerca, cosa que no creo posible. Estamos bajo tierra. No nos encontrará jamás.
La observé mejor en la oscuridad: debía de tener tan solo doce o trece años. Seguía siendo una nena, pero algo la hacía parecer mayor. ¿Qué sería? ¿Su aura? ¿Su carácter? Vaya yo a saber. Esas preguntas se arremolinaban en mi cabeza, por lo que no la escuché, pero lo de la cruz me puso en guardia. No me llevaba bien con la gente de la iglesia, teníamos ideales y creencias demasiado diferentes y no concordábamos en absolutamente nada.
Si me llegase a parar en esas tierras, estaba seguro que me partiría un rayo. Mejor ni siquiera arriesgarme, me dije tantas veces. Asentí, concentrado. Tenía todos mis sentidos abiertos por cualquier peligro que aconteciera.
Hice una pequeña reverencia de cortesía ante la pequeña. Me había quedado asombrado. “Con que este es el porqué de mis interrogantes… Vaya sorpresa” Mis ojos brillaron, audaces. Estaba siendo guardaespaldas de la condesa de los países bajos… Y era nada más que una niña. “Pobre madame” dije para mis adentros. “¿Cómo cargan de un puesto tan importante y serio a una chica de tan temprana edad?” No lo entendía. Me encogí de hombros y le sonreí.
-Ni nos arriesguemos, milady- esbocé una pequeña sonrisa.-Deme la mano, así no estará insegura, Anneliese. –Debería acostumbrarme a dirigirme de esa manera a la joven, pues sabía que era algo más que humana. Era una pequeña brujita, y bastante peligrosa si la situación lo permitiría.
Avanzamos por el túnel hasta llegar hasta donde comenzamos a ver fuego y luz.
Una sonrisa salió de mis labios, sin poder evitarlo. Ahora mismo nos encontramos en el medio mismo de la ciudad de Paris, justo debajo del puente que unia la isla con el otro lado del Sena, el “Pont de Notre Dame”.- Aquí es donde sucede toda… La magia- le tapé los ojos a metros del lugar.
Sentía el calor del fuego, era capaz de darme cuenta de que la pequeña estaba ansiosa y moría de ganas de saber qué era lo que le ocultaba. Me mordí el labio para evitar reírme. Esto estaba resultando divertido, al menos para mí.
Podía escuchar la música y las risas de los niños. Ya casi estábamos llegando. La alegría era contagiosa, debía admitirlo.[/color][/color][/color]
Shear Wigherth- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 26/05/2013
Re: ¿Me ayudarás? (Shear)
Bajo tierra no nos encontrarán...¿tendrían razón o sería un deseo que no se cumpliría? Era difícil que nos encontrara bajo tierra, eso era cierto, pero también era cierto que había cosas que no se podían controlar bajo tierra. Yo sabía muy bien que no había nada imposible en éste mundo. Ni siquiera la propia muerte puede impedir ciertas cosas que supuestamente son imposibles a ojos de los humanos. Claro que había otras cosas que deberían de ser posibles...y que no se convierten en imposibles hasta que esa persona no pasa al otro lado.
Le cogí de la mano y se la apreté con calidez. Me sentía más segura a su lado...sabía que no me podía pasar nada malo ahora, creo que incluso podría atreverme a decir que tendría menos miedo si quién me había estado persiguiendo nos llegaba a encontrar...lo cuál a éstas alturas era mucho menos probable que antes. Lo cuál estaba bien...aunque una parte sombría y maliciosa de mi conciencia estaba comenzando a acosarme, diciéndome que quizás sería mejor enfrentarme a quién me perseguía para librarnos definitivamente de él. Que nos enfrentáramos...
-La magia...pero...¿dónde? ¿Cuánto falta para qué lleguemos? Éste túnel parece interminable, más que el de Alicia en el País de las Maravillas.-
no había ningún túnel en Alicia en el País de las Maravillas, a no ser que contaras cómo túnel aquel sitio por el que caías cada vez más y más hasta que de un modo inevitables caías a ese mundo tan extraño que la protagonista había desconocido durante toda su maldita vida. Un mundo que tarde o temprano piensa que lo ha soñado...aunque ese mundo siempre existe en alguna parte...estábamos cerca...pronto llegaríamos.
Le cogí de la mano y se la apreté con calidez. Me sentía más segura a su lado...sabía que no me podía pasar nada malo ahora, creo que incluso podría atreverme a decir que tendría menos miedo si quién me había estado persiguiendo nos llegaba a encontrar...lo cuál a éstas alturas era mucho menos probable que antes. Lo cuál estaba bien...aunque una parte sombría y maliciosa de mi conciencia estaba comenzando a acosarme, diciéndome que quizás sería mejor enfrentarme a quién me perseguía para librarnos definitivamente de él. Que nos enfrentáramos...
-La magia...pero...¿dónde? ¿Cuánto falta para qué lleguemos? Éste túnel parece interminable, más que el de Alicia en el País de las Maravillas.-
no había ningún túnel en Alicia en el País de las Maravillas, a no ser que contaras cómo túnel aquel sitio por el que caías cada vez más y más hasta que de un modo inevitables caías a ese mundo tan extraño que la protagonista había desconocido durante toda su maldita vida. Un mundo que tarde o temprano piensa que lo ha soñado...aunque ese mundo siempre existe en alguna parte...estábamos cerca...pronto llegaríamos.
Anneliese Wasenbell- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 07/10/2012
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