AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Desconocidos entre tinieblas [Viktor Becker]
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Desconocidos entre tinieblas [Viktor Becker]
"Otra noche que pasará, entre sombras y negrura, para algunos es una noche más, una en que poder dormir junto a esa persona, encontrarse, perderse entre calles y sueños, aclamar al cielo, luchar contra la oscuridad, y hasta para los menos afortunados, encontrarse con las bestias moradoras de las noches, pero para otros, es una fría noche menos de nuestra existencia, sin sentido alguno, más que fingir y ser sombras de nuestro pasado. En mi cruel caso, queda una noche menos, para el peor día de mi ocaso; la luna llena. En donde me convertiré en una de esas bestias de la noche, descontrolada, con sed de sangre que buscara saciarse en cualquier momento y segundo de esas eternas horas, hasta que el sol dé fin a la cruda y fría noche, y mi mente vuelva a mí."
El silencio rodea mis pensamientos, solitaria, camino lentamente, apenas sin hacer algún perceptible ruido al oído humano. Me encuentro en el parque de las Nieblas, el más alejado de París, donde temporalmente por causas de mi real condición, me encuentro instalada, junto a otros duques, para terminar de hablar sobre el papel de las coronas, en estos tiempos, mucho más oscuros, de los que muchos piensan. Mis pies, me llevan sin rumbo alguno, hasta el centro del parque, pasando entre los árboles, como una silenciosa alma. La negra capa, ondea detrás de mí, por la fría brisa del lugar, pero no me detengo, a causa de mi condición licántropa, mi calor corporal es más elevado y puedo resistir a temperaturas muy bajas, una simple brisa no puede conmigo. Ensimismada todavía en mis pensamientos, me acuerdo de los nombres de la reunión, habíamos sido más de veinte nobles, de países diferentes, había resultado toda un evento real, con todas sus letras. Duques y condes, y el Rey de Francia, habían acudido sin demora, y otros tantos, caras conocidas y desconocidas. Tras horas de reunión, al fin, había tocado la hora de marchar y me había escaqueado, mi mente exigía tranquilidad, quería huir de tantas ceremonias y formalismos.
Y aquí estaba, paseando tranquilamente, sin miedo alguno, la noche me escondía, y si algún ser oscuro me viera, no le tenía miedo, no ahora con mi condición. Pese a no ser luna llena y tener la fuerza de mi loba, era rápida y fuerte como ellos.
A cada paso que daba, la niebla se hacía mas persistente, envolviéndome, sonreí al encontrarme ligeramente rodeada, intenté cogerla con la mano, sin lograr si no mas, que se escapara por mis dedos. Reí, y pensé en el nombre de ese parque, al que no muchos se atrevían a entrar y menos humanos. El bosque de las Nieblas, se llamaba precisamente así, simplemente por como es lógico, por la densa niebla que lo rodea por las noches, de la que solo los más aventureros o los menos cautos entraban. Sintiéndome protegida entre la espesura de la niebla, fui avanzando, y a cada paso que daba entrando mas en el parque, la niebla empezaba a disiparse, dejando entre ver, las hermosas flores y el mágico lugar, en el que cualquier humano, podría imaginarse, ver aparecer a un vampiro o hasta un bello unicornio entre la niebla.
Seguí avanzando, hasta que oí apenas, un leve roce, de alguien contra un árbol, me giré alerta, con el rostro oculto por la negra capa que me recubría. Para protegerme, había adquirido la habilidad del mimetismo, en que cualquier criatura sobrenatural, no podían saber de mi condición a menos de que yo dejara que lo supieran. Esa habilidad la había perfeccionado tanto, que me encontrase donde fuera, siempre lo llevaba activado, camuflándome. Esperé que fuera quien fuera pasara de largo, solo faltaban dos noches para la luna llena, y mis sentidos se encontraban alterados, a instantes podía oler cualquier aroma, a los siguientes instantes, veía como una normal humana. En esa situación y contando con lo ansiosa y tristeza en que me sumía, cuando tenía cerca mi maldición oscura, me volvía insegura, mis sentidos para mí, lo eran todo, encontrarme así con ellos, nada me agradaba.
Estática me quedé, esperando que quien fuera pasara de largo o por el contrario, saliera de su escondite para jugar con el lobo.
Saldrás a jugar con el lobo?
¿O te esconderás?...
¿O te esconderás?...
Última edición por Danna Dianceht el Jue Jun 13, 2013 1:29 pm, editado 1 vez
Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
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Fecha de inscripción : 27/05/2013
Edad : 32
Re: Desconocidos entre tinieblas [Viktor Becker]
Una nueva noche daba comienzo. Una nueva noche en la que la oscuridad camuflaría su rostro para cometer los más atroces crímenes. Chicas inocentes deseando ser cortejadas por el, ricas mujeres que ansían escapar de su infeliz vida. Unas u otras, daba igual que tipo, lo único que importaba era la sangre. Sentir como aquel líquido recorria sus labios, pasando por su boca hasta la garganta. Aquel placentero momento en el que los colmillos se clavan en el cuello de la otra persona para morderla y beber toda la sangre de la vena carótida. Aquella noche no había sido distinto.
Tras cortejar a una bella dama de clase media en uno de los cafés de los que era dueño, caminó junto a ella por las oscuras y solitarias calles de París, entre risas y besos de adolescentes. La chica, de unos veinte años, tenía la piel suave y blanca y unos cabellos rubios que desprendían un aroma que enamoraría a cualquier hombre. Pero él solo podía pensar en su sangre, en morderla y acabar con ese hambre incontrolabre de una vez por todas.
Así pues, se encaminó junto a ella hacía el conocido parque de las Nieblas, en el que poca gente se atrevía a entrar debido a la espesa y abundante niebla. A pesar de que ella insistía en no entrar al lugar, gracias al control mental pudo hacer que entrase. Poca gente sabía que la verbena era el punto flaco de los vampiros y en París era casi imposible encontrar dicha hierba. Viktor tuvo suerte y la joven no llevaba encima nada de verbena, por lo que la llevó al fondo del bosque, en el que bebió toda su sangre sin compasión alguna por la chica. Pocos minutos después del mordisco el cadáver de la chica yacía entre los arboles y Viktor se encontraba caminando hacia la salida mientras se limpiaba con un pañuelo de seda blanca que le quitó al cadáver de su anterior víctima.
Pero de pronto, y gracias a su buen oído, escuchó un extraño sonido. Alguien había entrado en el bosque, ya no estaba solo. Decidió adentrarse más y esconderse entre los árboles. No podía tratarse de una persona humana, nadie se atrevía a entrar allí y menos a aquellas horas de la noche. Se asombró al ver a una bella muchacha caminar entre la niebla ella sola y sin compañía de algún hombre armado. Posó entonces una de sus manos sobre la corteza de un árbol, pero la chica lo había escuchado y sabía que ya no estaba sola. Ya era más que evidente que no era humana, era imposible percibir tal sonido con un oído humano, por lo que le quedaba la opción de que fuese vampira o licántropa, pero lo último quedaba descartado, pues no detectaba olor a perro, como el solía decir, por ningún lado.
Tras ponerse bien la corbata y el pelo, decidió salir y mostrarse ante la joven, que parecía estar deseando saber quien era su acompañante en aquella oscura noche. Caminó hacia ella con seguridad pero alerta de lo que podía suceder.-Buenas noches señorita. Disculpe el atrevimiento pero...¿Qué hace usted sola en un lugar como este?
Tras cortejar a una bella dama de clase media en uno de los cafés de los que era dueño, caminó junto a ella por las oscuras y solitarias calles de París, entre risas y besos de adolescentes. La chica, de unos veinte años, tenía la piel suave y blanca y unos cabellos rubios que desprendían un aroma que enamoraría a cualquier hombre. Pero él solo podía pensar en su sangre, en morderla y acabar con ese hambre incontrolabre de una vez por todas.
Así pues, se encaminó junto a ella hacía el conocido parque de las Nieblas, en el que poca gente se atrevía a entrar debido a la espesa y abundante niebla. A pesar de que ella insistía en no entrar al lugar, gracias al control mental pudo hacer que entrase. Poca gente sabía que la verbena era el punto flaco de los vampiros y en París era casi imposible encontrar dicha hierba. Viktor tuvo suerte y la joven no llevaba encima nada de verbena, por lo que la llevó al fondo del bosque, en el que bebió toda su sangre sin compasión alguna por la chica. Pocos minutos después del mordisco el cadáver de la chica yacía entre los arboles y Viktor se encontraba caminando hacia la salida mientras se limpiaba con un pañuelo de seda blanca que le quitó al cadáver de su anterior víctima.
Pero de pronto, y gracias a su buen oído, escuchó un extraño sonido. Alguien había entrado en el bosque, ya no estaba solo. Decidió adentrarse más y esconderse entre los árboles. No podía tratarse de una persona humana, nadie se atrevía a entrar allí y menos a aquellas horas de la noche. Se asombró al ver a una bella muchacha caminar entre la niebla ella sola y sin compañía de algún hombre armado. Posó entonces una de sus manos sobre la corteza de un árbol, pero la chica lo había escuchado y sabía que ya no estaba sola. Ya era más que evidente que no era humana, era imposible percibir tal sonido con un oído humano, por lo que le quedaba la opción de que fuese vampira o licántropa, pero lo último quedaba descartado, pues no detectaba olor a perro, como el solía decir, por ningún lado.
Tras ponerse bien la corbata y el pelo, decidió salir y mostrarse ante la joven, que parecía estar deseando saber quien era su acompañante en aquella oscura noche. Caminó hacia ella con seguridad pero alerta de lo que podía suceder.-Buenas noches señorita. Disculpe el atrevimiento pero...¿Qué hace usted sola en un lugar como este?
Viktor Becker- Vampiro Clase Alta
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Re: Desconocidos entre tinieblas [Viktor Becker]
Apareció como un espectro, sin ser invitado o mencionado, entre la niebla. Su figura fue dibujándose, dejando ante mí la figura de un alto y apuesto caballero, tan bello, como los seres inmortales. Sin duda alguna, no se trataba de un humano y si lo fuera, era demasiado apuesto para permanecer en este bosque, sin más compañía que su misma sombra.
En mi fuera interno habría querido que se marchara, hoy no me encontraba en mis cabales completamente, y me encontraba con cierto miedo, si encontrase en él signos de hostilidad, por suerte, mi aroma seguía escondido. La mala suerte, fue que también mi olfato se encontraba perdido en sus desajustes y no podía discriminar entre un vampiro, un licántropo como yo o por si fuera peor, un inquisidor, con los que aún no me había encontrado y que así fuera, por muchos y muchos años. Por el momento me las había apañado, para que no se fijaran en la duquesa de Escocia, en mí.
A medida que se acercaba, en un andar tranquilo y calmado, le miré fijamente, observando en una rápida pasada, su impoluto traje y sus labios, fijándome en descubrir el rastro de sangre, pero no encontré ninguno. ¿Seria un licántropo? Si, era así, estaba ante mi día de suerte, se encontraban más vampiros que licántropos en esta época, debido a que los licántropos éramos seres territoriales, más fáciles que cazar en nuestra forma lobuna, al ser bestias descontroladas, y también en cierta medida, ayudaba el hecho de que tanto lobos como vampiros, tuviéramos tratos hostiles. Mi experiencia, no estaba de acuerdo con aquello, ya que había podido conocer a un vampiro con cierta anormalidad, en comparación con el resto de su inmortal especie, y con él, no había habido hostilidad alguna... ¿Podría ser así con una mayoría? Mi instinto se negó ante tal estupidez, acercarse a un vampiro, siempre podía equivaler a jugar con la muerte, la mía o la de ellos...a tentar un encuentro feroz y mortal entre los dos.
Seguí observando al apuesto caballero que se acercó, también observándome. Intenté leer en su rostro, sus silenciosas cavilaciones, que como yo, también tendrían un hueco en su mente, en ese mismo instante. Aún seguía con la capucha de mi traje puesto, apenas solo un atisbo de mi vestido, sobresalía, revelando un exquisito y caro vestido de costura. Recordándome que no saliera con vestidos tan ostentosos, cuando quería pasar desapercibido, y volviendo a pensar en que no parecía para mi suerte un inquisidor, le sonreí ligeramente, al oír su candente y suave voz, envolverme.
-¿No tendría que ser yo quien preguntase, señor? Ha sido usted quien se encontraba observándome, entre la espesura de esta niebla y quien en este instante, se encuentra delante de mí- añadí- ¡Es más! creo que la primera en descubrir que hacia usted en este particular parque, es mi persona, al ser el objeto seguido y descubierto, por sus bellos e enigmáticos ojos, señor- Mi dulce voz reverbero en el lugar, podría parecer que me dirigía a la defensiva, pero mi sonrisa y mi clara mirada, decían todo lo contrario, todo y que no podía perder mi sentido de alerta, mientras descifraba de que criatura se trataba aquel apuesto joven, con el que me había encontrado en tal extraño lugar. En silencio esperé su respuesta, mientras cavilaba en que decirle. Sin saber bien, con que me estaba enfrentando, tenía que vigilar mis respuestas.
En mi fuera interno habría querido que se marchara, hoy no me encontraba en mis cabales completamente, y me encontraba con cierto miedo, si encontrase en él signos de hostilidad, por suerte, mi aroma seguía escondido. La mala suerte, fue que también mi olfato se encontraba perdido en sus desajustes y no podía discriminar entre un vampiro, un licántropo como yo o por si fuera peor, un inquisidor, con los que aún no me había encontrado y que así fuera, por muchos y muchos años. Por el momento me las había apañado, para que no se fijaran en la duquesa de Escocia, en mí.
A medida que se acercaba, en un andar tranquilo y calmado, le miré fijamente, observando en una rápida pasada, su impoluto traje y sus labios, fijándome en descubrir el rastro de sangre, pero no encontré ninguno. ¿Seria un licántropo? Si, era así, estaba ante mi día de suerte, se encontraban más vampiros que licántropos en esta época, debido a que los licántropos éramos seres territoriales, más fáciles que cazar en nuestra forma lobuna, al ser bestias descontroladas, y también en cierta medida, ayudaba el hecho de que tanto lobos como vampiros, tuviéramos tratos hostiles. Mi experiencia, no estaba de acuerdo con aquello, ya que había podido conocer a un vampiro con cierta anormalidad, en comparación con el resto de su inmortal especie, y con él, no había habido hostilidad alguna... ¿Podría ser así con una mayoría? Mi instinto se negó ante tal estupidez, acercarse a un vampiro, siempre podía equivaler a jugar con la muerte, la mía o la de ellos...a tentar un encuentro feroz y mortal entre los dos.
Seguí observando al apuesto caballero que se acercó, también observándome. Intenté leer en su rostro, sus silenciosas cavilaciones, que como yo, también tendrían un hueco en su mente, en ese mismo instante. Aún seguía con la capucha de mi traje puesto, apenas solo un atisbo de mi vestido, sobresalía, revelando un exquisito y caro vestido de costura. Recordándome que no saliera con vestidos tan ostentosos, cuando quería pasar desapercibido, y volviendo a pensar en que no parecía para mi suerte un inquisidor, le sonreí ligeramente, al oír su candente y suave voz, envolverme.
-¿No tendría que ser yo quien preguntase, señor? Ha sido usted quien se encontraba observándome, entre la espesura de esta niebla y quien en este instante, se encuentra delante de mí- añadí- ¡Es más! creo que la primera en descubrir que hacia usted en este particular parque, es mi persona, al ser el objeto seguido y descubierto, por sus bellos e enigmáticos ojos, señor- Mi dulce voz reverbero en el lugar, podría parecer que me dirigía a la defensiva, pero mi sonrisa y mi clara mirada, decían todo lo contrario, todo y que no podía perder mi sentido de alerta, mientras descifraba de que criatura se trataba aquel apuesto joven, con el que me había encontrado en tal extraño lugar. En silencio esperé su respuesta, mientras cavilaba en que decirle. Sin saber bien, con que me estaba enfrentando, tenía que vigilar mis respuestas.
Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
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Re: Desconocidos entre tinieblas [Viktor Becker]
Alli la tenía ante el, calmada y con aquellos ojos clavados en los de él. No parecía estar asustada, tampoco él pretendía asustarla. Sabía que tal y como andaban las cosas actualmente no le convenía ser maleducado con nadie. Ultimamente había de todo por ahí: licántropos, inquisidores...Y lo que menos le apetecía, obviamente, era perder la vida. Así pues, continuó observando el rostro de la chica con rapidez para poder así saber a que se estaba enfrentando ya que sabía que humana no podía ser. De ser humana no le habría escuchado y podría haber sido una víctima más para su lista.
Volvió a repasar sus suposiciones una vez más. ¿Humana? Imposible. ¿Licántropa? No era posible, habría olido aquel asqueroso aroma a perro que tanto odiaba a kilómetros. ¿Vampira? Observó sus labios. No había rastro de sangre en ellos. Su única opción era que fuese una vampiresa cautelosa, al igual que el. Pero algo más escondian aquellos brillantes ojos, los cuales parecían alumbrar más que la propia Luna aquella noche debido a la oscuridad en la que los mantenía con la capucha de su capa.
Un nuevo repaso rápido, esta vez al cuerpo de la joven. Una oscura capa larga de la cual aún no se había desprendido y bajo ésta un lujoso vestido. Su mente comenzó de nuevo a trabajar. Era de clase alta como mínimo, pero jamás había visto tales vestidos a las mujeres de la clase alta, por lo que sería alguien de la realeza a quien debía respetar y ganarse su confianza. Pero se percató, como siempre, de que estaba siendo demasiado observador, y quizás eso incomodase a aquella bella dama. Optó por carraspear una vez más y responder a sus palabras cortésmente.-¿Cómo ha sido posible que me haya escuchado si apenas he provocado ruido?
Dió un paso más hacia ella, intentando no ser atrevido, pero mostrando seguridad en sí mismo. Observó sus ojos fijamente, esbozando una leve sonrisa y con ambas manos le qutó la capucha de la capa, dejando a la vista su rostro. Su sonrisa se amplió un poco al ver el brillo de la luna en los ojos de la chica. Dando de nuevo un paso hacia atrás, cogió la delicada mano de la muchacha y la besó, centrando su mirada en ella al pronunciar estas palabras.-Encantado de conocerla, señorita.Mi nombre es Viktor Becker, es un honor encontrarme con alguien con esos bellos y brillantes ojos.
Soltó la mano de la chica con delicadeza, sin quitar la mirada en ningún momento de sus espectaculares ojos. Se colocó junto a ella, le tendió su brazo, invitandola a agarrarlo, y se limitó a decir, con una sonrisa en sus labios-¿Le daría el gusto a este caballero de acompañarla al lugar en el que se ospeda? Si no es mucha molestia, claro, no me gustaría ser un estorbo para usted.
Volvió a repasar sus suposiciones una vez más. ¿Humana? Imposible. ¿Licántropa? No era posible, habría olido aquel asqueroso aroma a perro que tanto odiaba a kilómetros. ¿Vampira? Observó sus labios. No había rastro de sangre en ellos. Su única opción era que fuese una vampiresa cautelosa, al igual que el. Pero algo más escondian aquellos brillantes ojos, los cuales parecían alumbrar más que la propia Luna aquella noche debido a la oscuridad en la que los mantenía con la capucha de su capa.
Un nuevo repaso rápido, esta vez al cuerpo de la joven. Una oscura capa larga de la cual aún no se había desprendido y bajo ésta un lujoso vestido. Su mente comenzó de nuevo a trabajar. Era de clase alta como mínimo, pero jamás había visto tales vestidos a las mujeres de la clase alta, por lo que sería alguien de la realeza a quien debía respetar y ganarse su confianza. Pero se percató, como siempre, de que estaba siendo demasiado observador, y quizás eso incomodase a aquella bella dama. Optó por carraspear una vez más y responder a sus palabras cortésmente.-¿Cómo ha sido posible que me haya escuchado si apenas he provocado ruido?
Dió un paso más hacia ella, intentando no ser atrevido, pero mostrando seguridad en sí mismo. Observó sus ojos fijamente, esbozando una leve sonrisa y con ambas manos le qutó la capucha de la capa, dejando a la vista su rostro. Su sonrisa se amplió un poco al ver el brillo de la luna en los ojos de la chica. Dando de nuevo un paso hacia atrás, cogió la delicada mano de la muchacha y la besó, centrando su mirada en ella al pronunciar estas palabras.-Encantado de conocerla, señorita.Mi nombre es Viktor Becker, es un honor encontrarme con alguien con esos bellos y brillantes ojos.
Soltó la mano de la chica con delicadeza, sin quitar la mirada en ningún momento de sus espectaculares ojos. Se colocó junto a ella, le tendió su brazo, invitandola a agarrarlo, y se limitó a decir, con una sonrisa en sus labios-¿Le daría el gusto a este caballero de acompañarla al lugar en el que se ospeda? Si no es mucha molestia, claro, no me gustaría ser un estorbo para usted.
Viktor Becker- Vampiro Clase Alta
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Re: Desconocidos entre tinieblas [Viktor Becker]
¿Qué como le había escuchado? Pensé sorprendida, ante su primeras respuestas, que pese a ser en un tono y cortésmente pronunciadas, no podía obviar lo obvio. No sería tan incauta de responderle y descubrir mi naturaleza, no sin antes saber la suya y que intenciones guardaba hacia mí, siempre y que, en caso de ser vampiro, solo podía esperarme una reacción, y por su musculatura, podía afirmar con total solvencia, de que era muchos años más grande que mi persona, y más fuerte, también. Todo y que es mejor no subestimar nunca a tu adversario, por eso nunca juzgaba, no antes de conocer a la persona. Estas lecciones, son las que se aprendían entre la realeza y sus mas que ensayados discursos, e intrigas, que entre ellos se hacían unos a otros, sin saber al final, quien era el intrigado y quien la víctima. Por suerte, a mí nunca me habían engañado, siempre encontraba la forma de esconder mis intenciones bajo otras palabras, de descubrir mis pensamientos en millares de frases incoherentes, haciéndoles pensar y dejándolos así. Yo nunca entraría en sus juegos.
Observé al chico con una media sonrisa - ¿Cómo es posible que andemos por la oscuridad, con total impunidad, sin más luz que la de la luna, que orgullosa, se alza sobre nuestras cabezas?- Reí suavemente- supongo que los dos somos seres inmortales, ¿no?- inquirí en una sonrisa, con mi mirada fija en él, quien se acercó curiosa hacia mí, seguro en todo momento, enfocando su mirada en mis brillantes y enigmáticos ojos. Fruncí levemente el ceño, gesto que no llegó a la vista del joven, ya que me encontraba oculta en la capucha de mi capa. Aguanté su mirada, mirándolo confundida. El joven me sonrió y con ambas manos a los lados, me quitó la capucha, descubriendo mi rostro, y mi cabello, que cayó sobre mis hombros, perdiéndose en mi espalda. Dio un paso atrás y besándome la mano, con dulzura, se presentó ante mí.
El joven, sabe como encandilar a las damas, pensé, educado y delicado con sus gestos, no dudaba de sus éxitos íntimos y encuentros con otras jóvenes. Todavía, me había quedado con la curiosidad de saber con qué me estaba encontrando, a quien tenía delante… y mis sentidos no volvían. Y tenían que faltar hoy…este macabro destino.
-El honor de conocerlo es todo mío, Monsieur Becker. Soy Danna Dianceht, y estoy encantada de encontrarme con alguien tan refinado y contenido como usted- Hablé en doble sentido, al ser licántropo, asumiría que lo decía por el influjo de la luna al llegar, y si se trataba de un vampiro, pensaría que le hablo de su carácter tranquilo y contenido, en el que escondía su sed de sangre.
Por el momento no daría señal alguna de mi naturaleza, sin embargo mi corazón palpitante latía en mí, y por más que pudiera borrar mi olor y hasta mi aura, a ojos de otros seres, el corazón se salía de mi capacidad. Esperé que en caso de ser mi enemigo, se lo tomara como uno de esos trucos que hacen los vampiros, para que los mortales no les descubrieran, no sin antes, haber hincado los colmillos ya en sus cuellos, sorbiendo la esencia de sus vidas, sin remedio ya, para las inocentes víctimas.
El joven, cautivado o eso parecía, de mis verdes ojos, me tendió su brazo, invitándome y ofreciéndome su compañía de vuelta. Guardando mis reservas en mis adentros, me cogí a su brazo, sin desviar la mirada de sus enigmáticos ojos. ¿Estaría siendo incauta de nuevo? ¿Sería tan malo dejarme llevar esta vez, a causa de mi ceguera? ¿Podría estar el lobo, metiéndose en la misma boca de sí mismo?...Preguntas que obtendrían la respuesta al finalizar esta mágica noche…
-No me importaría contar con su compañía- sonreí- siempre es mejor andar por estas tierras acompañada, que solitaria, y más en la noche que esconde tantos secretos…- me hice la enigmática y desvié la mirada, mirando hacia delante, con la sonrisa en mis labios. La niebla había vuelto a envolvernos – Ahora… ¿me encuentro segura a su lado, Viktor? No es común dar a conocer donde reside cada ser de la noche…- reí, siempre me había gustado verme también como un ser de la noche, aunque solo fuera un ser inmortal en cierto aspecto – Por cierto, Monsieur Viktor, le puedo llamar por su nombre? Todas esas formalidades, se vuelven tediosas, al fin y al cabo, somos hermanos de la noche…Usted puede llamarme Danna, o como guste- murmuré con voz dulce, observando de reojo, sus facciones y gestos. ¿A quién escondes dentro de ti, Viktor?
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Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
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Re: Desconocidos entre tinieblas [Viktor Becker]
Comenzó a caminar junto a la chica por aquel oscuro y nublado bosque. Cualquiera que les viese pensaría que estaban locos adentrandose a tan altas horas de la noche por aquella zona, o que eran amantes o algo por el estilo. Al pensar eso último a Viktor se le dibujó una pícara sonrisa en los labios. Era cierto que podía tener a cualquier mujer a su disposición, pero aquella parecía misteriosa e interesante, y a él siempre le había gustado el peligro y el misterio, no sabía aún muy bien porque.
-¿Inmortales? ¿A que se refiere señorita?-dijo al escuchar las palabras de la chica-La inmortalidad es inexistente, jamás he conocido a nadie que haya vivido desde los inicios de éste nuestro mundo.-dijo Viktor, que estaba algo impresionado por aquel comentario. Algo sospechaba, estaba claro, pero debía mantener en secreto su verdadera identidad, pues no sabía con exactitud a lo que se estaba enfrentando. Así pues, decidió actuar como un ser humano a pesar de no serlo.
Cada comentario de su nueva acompañante iba con doble sentido, pero Viktor se limitaba a sonreir como si no entendiese de que le hablaba. Aquella noche ya había bebido toda la sangre necesaria, y no necesitaba ponerse en peligro con aquella chica, por lo que asentía a cada palabra que salía de su boca.
Se la veía insegura junto a el, sospechaba algo pero no sabía exactamente que ocultaba Viktor, y eso parecía ponerla nerviosa. Le gustaba llevar las riendas de las conversaciones, manejar a la gente a su antojo, pero sabía que aquella mujer no se dejaría manipular por nadie, y mucho menos por un desconocido como era él. Para darle más confianza, hizo que se aferrase más fuerte a su brazo con un movimiento de éste, centrando sus ojos en el paisaje de alrededor. Todo era niebla y no se escuchaba nada. Sus sentidos estaban alerta por si debía defenderse de algún ataque inesperado.-Por supuesto que esta usted segura señorita, no permitiría que le ocurriese nada a tan hermosa dama. Mi objetivo es llevarla sana y salva a su hogar, y si debo quedarme vigilando, lo haré sin problema alguno.
Sabía como debía tratar a una mujer, en sus 419 años había aprendido a que cada mujer tiene una forma de ser y debido a eso se debía de tratar de una forma u otra a las mujeres. A alguien como ella parecía que le gustaban los hombres con caracter. Parecía que le gustaban las sorpresas, los amores que consumen. Pero él jamás había creido en cosas así y nunca lo haría. Aunque quizás nunca era demasiado tiempo. Poco a poco y sin darse cuenta fueron saliendo de aquel oscuro y tenebroso bosque en el cual seguramente se encontrarían más seres de la noche como él.-Claro que puede llamarme por mi nombre señorita. Y con mucho gusto la llamaré yo por el suyo, Danna.
Nada más salir, paró en la entrada del bosque, soltando con cuidado el brazo de la chica y se puso frente a ella, agarrando su mano mientras clavaba sus ojos en los de ella, sumergiéndose en aquel brillo que desprendían.-Permitame decirle, señorita, que tiene unos ojos espectaculares. Esta noche sus ojos han iluminado el bosque más que la Luna.-dijo mientras que volvía ha acercar su mano a sus labios, besando la mano con delicadeza y susurrando-Espero volver a encontrarme con ellos muy pronto...
-¿Inmortales? ¿A que se refiere señorita?-dijo al escuchar las palabras de la chica-La inmortalidad es inexistente, jamás he conocido a nadie que haya vivido desde los inicios de éste nuestro mundo.-dijo Viktor, que estaba algo impresionado por aquel comentario. Algo sospechaba, estaba claro, pero debía mantener en secreto su verdadera identidad, pues no sabía con exactitud a lo que se estaba enfrentando. Así pues, decidió actuar como un ser humano a pesar de no serlo.
Cada comentario de su nueva acompañante iba con doble sentido, pero Viktor se limitaba a sonreir como si no entendiese de que le hablaba. Aquella noche ya había bebido toda la sangre necesaria, y no necesitaba ponerse en peligro con aquella chica, por lo que asentía a cada palabra que salía de su boca.
Se la veía insegura junto a el, sospechaba algo pero no sabía exactamente que ocultaba Viktor, y eso parecía ponerla nerviosa. Le gustaba llevar las riendas de las conversaciones, manejar a la gente a su antojo, pero sabía que aquella mujer no se dejaría manipular por nadie, y mucho menos por un desconocido como era él. Para darle más confianza, hizo que se aferrase más fuerte a su brazo con un movimiento de éste, centrando sus ojos en el paisaje de alrededor. Todo era niebla y no se escuchaba nada. Sus sentidos estaban alerta por si debía defenderse de algún ataque inesperado.-Por supuesto que esta usted segura señorita, no permitiría que le ocurriese nada a tan hermosa dama. Mi objetivo es llevarla sana y salva a su hogar, y si debo quedarme vigilando, lo haré sin problema alguno.
Sabía como debía tratar a una mujer, en sus 419 años había aprendido a que cada mujer tiene una forma de ser y debido a eso se debía de tratar de una forma u otra a las mujeres. A alguien como ella parecía que le gustaban los hombres con caracter. Parecía que le gustaban las sorpresas, los amores que consumen. Pero él jamás había creido en cosas así y nunca lo haría. Aunque quizás nunca era demasiado tiempo. Poco a poco y sin darse cuenta fueron saliendo de aquel oscuro y tenebroso bosque en el cual seguramente se encontrarían más seres de la noche como él.-Claro que puede llamarme por mi nombre señorita. Y con mucho gusto la llamaré yo por el suyo, Danna.
Nada más salir, paró en la entrada del bosque, soltando con cuidado el brazo de la chica y se puso frente a ella, agarrando su mano mientras clavaba sus ojos en los de ella, sumergiéndose en aquel brillo que desprendían.-Permitame decirle, señorita, que tiene unos ojos espectaculares. Esta noche sus ojos han iluminado el bosque más que la Luna.-dijo mientras que volvía ha acercar su mano a sus labios, besando la mano con delicadeza y susurrando-Espero volver a encontrarme con ellos muy pronto...
Viktor Becker- Vampiro Clase Alta
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Re: Desconocidos entre tinieblas [Viktor Becker]
Empezamos a caminar por el oscuro lugar, menos terrorífico, al no encontrarme solitaria. El joven para mi sorpresa, se hizo el desatendido, al nombrar a los seres de la noche, a los inmortales, negando conocer a alguien que hubiera vivido muchos mas años que los de un simple mortal merodea por este mundo. Sonreí, escondiendo mi confusión ¿Por qué querría esconder algo así? No quería descubrirle, todavía no… me intrigaba el joven y no quería que una enemistad nos separara, en caso de que mis sospechas, fueran ciertas, pero nada malo tenia, acordar que ninguno de los dos permanecía al mundo de los mortales. – No me haga caso, lo que sucede que mi fantasiosa mente, encuentra cualquier momento para lucirse con ideas tan remotamente imposibles, como tal declaración- hice un ademán con la mano, quitándole importancia- ¿Quién querría vivir eternamente? Que triste y solitaria vida... ¿No le parece?- me cogí mas a su brazo, al acercarse mas a mí. Tan cerca de mí, solo hacia que aumentar las ganas por saber mas de su misteriosa presencia, y el motivo de su paseo por el nebuloso parque.
- ya no quedan jóvenes caballerosos, como usted- mormuré, ante sus palabras, perjurando que me llevaría sana y salva a casa, que con él, no tenia de que preocuparme, él me protegería. Sonreí, contemplando el bosque, por el que caminábamos sin prisa alguna. Seguí escuchándole y asintiendo, él podría llamarme por mi nombre, el merito lo había obtenido, solo con ser su persona tan caballerosa, con la mía. Observé como lentamente íbamos saliendo del bosque, los dos escuchando atentamente cualquier ruido. Vaya dos humanos, pensé divertida.
Al poco tiempo, salimos y me embargó la tristeza, al observar sus gestos y escuchar sus palabras. Sonreí halagada a sus palabras, con la excepción de su ultima frase, en que desconcertada, no entendí muy bien que quería decir…que se despedía y esperaba encontrarme pronto, o si solo era una simple frase, para hacer enrojecer mis mejillas. Fuera lo que fuera, una parte de mi, no quería una despedida con ese enigmático y bello ser.
-No tiene por que despedirse de ellos, Monsieur…Viktor- añadí en una dulce sonrisa, mirándole con cierta tristeza, empañando con una leve sombra mis verdes ojos, que no dejaban de contemplar los suyos. Hacia mucho tiempo no me sentía acompañada por nadie, que no fuera mi propia sombra y mi loba, y por que no seguir con el paseo. Mientras no supiéramos quien era el uno y el otro, bien podríamos fingir un poco más. Dos desconocidos, paseando del brazo, alargando las horas de la noche, en una amena conversación, sin descubrir nunca, si bien éramos enemigos o amigos.
- No quiero prescindir de su presencia- Confesé en un susurro. Mi mano, se agarro levemente a la suya, en un silencioso ruego, por si mis dulces ojos, no daban efecto alguno. Aún era temprano para nosotros, si bien quería fingir que era humano, igual yo haría…pero en mi clara mente, todavía tenia guardado el momento en que me vio y se me acercó, silencioso, como tal depredador que no teme a la incertidumbre de la noche. Si se tratase de un incauto humano, no habría podido verme sumergida en la niebla, y menos, habría podido sorprenderme, con su silenciosa aparición. Pero, todo y así, en caso de ser un humano, era mi responsabilidad, permanecer en ese lugar con él, y protegerlo, si se daba el caso. Un apuesto joven como él, seria una exquisitez para cualquier vampiro, que se encontrará en su camino, y no podía permitir, que una vida tan bella, terminara rota de esa cruel manera…si no es que hubiera llegado tarde.
Con mis ojos aún en él, esperando que se despidiera o volviera a deleitarme con su fresca y tranquilizadora compañía, no podía más que admirar todo de él. Su pálido rostro anormalmente bello, sus hipnotizantes ojos, con los que podía apostar mi vida, que muchas jóvenes se quedaban y perecían, bajo ellos, sus finos labios, su amable sonrisa, su cuello…su figura, no había nada en él, que no fuera pecaminoso. Solo podía aventurarme a que fuera un bello vampiro, el que se encontraba besando mi mano, con una delicadeza inigualable…O un licántropo, sumamente encantador. Con mis sentidos, aún confundidos, no pude mas que gruñir en mis adentros ¿No podían ser los vampiros, seres malvados, con visibles colmillos y arrebatadores ojos, de mirada sangrienta? así resultarían mas fácil de descubrir, cuando una no tiene todos sus sentidos, en su pleno rendimiento.
- ya no quedan jóvenes caballerosos, como usted- mormuré, ante sus palabras, perjurando que me llevaría sana y salva a casa, que con él, no tenia de que preocuparme, él me protegería. Sonreí, contemplando el bosque, por el que caminábamos sin prisa alguna. Seguí escuchándole y asintiendo, él podría llamarme por mi nombre, el merito lo había obtenido, solo con ser su persona tan caballerosa, con la mía. Observé como lentamente íbamos saliendo del bosque, los dos escuchando atentamente cualquier ruido. Vaya dos humanos, pensé divertida.
Al poco tiempo, salimos y me embargó la tristeza, al observar sus gestos y escuchar sus palabras. Sonreí halagada a sus palabras, con la excepción de su ultima frase, en que desconcertada, no entendí muy bien que quería decir…que se despedía y esperaba encontrarme pronto, o si solo era una simple frase, para hacer enrojecer mis mejillas. Fuera lo que fuera, una parte de mi, no quería una despedida con ese enigmático y bello ser.
-No tiene por que despedirse de ellos, Monsieur…Viktor- añadí en una dulce sonrisa, mirándole con cierta tristeza, empañando con una leve sombra mis verdes ojos, que no dejaban de contemplar los suyos. Hacia mucho tiempo no me sentía acompañada por nadie, que no fuera mi propia sombra y mi loba, y por que no seguir con el paseo. Mientras no supiéramos quien era el uno y el otro, bien podríamos fingir un poco más. Dos desconocidos, paseando del brazo, alargando las horas de la noche, en una amena conversación, sin descubrir nunca, si bien éramos enemigos o amigos.
- No quiero prescindir de su presencia- Confesé en un susurro. Mi mano, se agarro levemente a la suya, en un silencioso ruego, por si mis dulces ojos, no daban efecto alguno. Aún era temprano para nosotros, si bien quería fingir que era humano, igual yo haría…pero en mi clara mente, todavía tenia guardado el momento en que me vio y se me acercó, silencioso, como tal depredador que no teme a la incertidumbre de la noche. Si se tratase de un incauto humano, no habría podido verme sumergida en la niebla, y menos, habría podido sorprenderme, con su silenciosa aparición. Pero, todo y así, en caso de ser un humano, era mi responsabilidad, permanecer en ese lugar con él, y protegerlo, si se daba el caso. Un apuesto joven como él, seria una exquisitez para cualquier vampiro, que se encontrará en su camino, y no podía permitir, que una vida tan bella, terminara rota de esa cruel manera…si no es que hubiera llegado tarde.
Con mis ojos aún en él, esperando que se despidiera o volviera a deleitarme con su fresca y tranquilizadora compañía, no podía más que admirar todo de él. Su pálido rostro anormalmente bello, sus hipnotizantes ojos, con los que podía apostar mi vida, que muchas jóvenes se quedaban y perecían, bajo ellos, sus finos labios, su amable sonrisa, su cuello…su figura, no había nada en él, que no fuera pecaminoso. Solo podía aventurarme a que fuera un bello vampiro, el que se encontraba besando mi mano, con una delicadeza inigualable…O un licántropo, sumamente encantador. Con mis sentidos, aún confundidos, no pude mas que gruñir en mis adentros ¿No podían ser los vampiros, seres malvados, con visibles colmillos y arrebatadores ojos, de mirada sangrienta? así resultarían mas fácil de descubrir, cuando una no tiene todos sus sentidos, en su pleno rendimiento.
Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
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Re: Desconocidos entre tinieblas [Viktor Becker]
Quería conocermás de esa mujer. Sabía que no era humana, sabíoa que algo escondía, y eso hacía que las ganas de conocerla aumentasen a cada segundo. No podía dejar caer nada de su verdadera persona, pero debía hacer que ella se mostrase para poder saber si estaba a salvo o no. Sus comentarios iban con doble sentido, cosa que acababa por delatarla aún más. ¿Que escondía aquella bella mujer? Ella sabía que él tampoco era humano, pero por fingir un poco más, no pasaría nada.-La eternidad es una simple palabra inventada por nosotros los humanos. Es inexistente, nadia jamás podrá vivir tanto tiempo.-argumentó Viktor. Debía fingir, esconderse, y eso estaba haciendo.
No paraba de darle vueltas a la cabeza. Quería saber cual sería la verdadera identidad de la joven, pero decidió no pensar más en eso. Hacía muchos años había entablado una amistad con un licántropo al que al final mataron en su forma de lobo por ser un peligro para los vecinos de las localidades. Viktor siempre lo había considerado como su mejor amigo, así que si ella era un licántropo, no había porque tener problemas con ella. Tras escuchar sus palabras una sonrisa se dibujó en su cara mientras miraba al frente.-Muchas gracias señorita, tal vez será porque ya no quedan bellas damas como usted.
Al salir a la salida y escuchar las palabras de la muchacha esbozó nuevamente una sonrisa. No tenía pensado marcharse. Aún podía pasarlo bien aquella noche. La chica no parecía ser como el resto, parecía buscar la diversion, aventuras de una noche. Parecían apasionarle las locuras, y que mejor forma de desenfrenarse por las calles de París que con el.-No tenía pensado prescindir de ellos, señorita. Me gustaría amanecer viendo esos ojos.-Mostró entonces una pequeña sonrisa un tanto pícara. Tal vez había sido demasiado atrevido, pero él era así. A veces metía la pata, pero acabaría arreglandolo.
Tal vez no despertaría junto a ella entre las sábanas de su cama, pero algo haría para que si la bella dama se había sentido incómoda poder arreglarlo. Agarró su mano cuando ella hizo lo mismo y clavó sus oscuros ojos en los ojos brillantes e hipnotizantes de ella, perdiendose en su brillo. Se acercó más a ella, acariciando la delicada piel de su mejilla con la mano que tenía libre. No pretendía incomodarla, tan solo complacerla con su compañía. Le sonrie con amabilidad y vuelve a caminar junto a ella por las calles oscuras y deshabitadas de París, mirando cada rincón oscuro atentamente. Si en realidad aquella muchacha era una humana y sus especulaciones eran falsas, debía llevarla sana y salva a casa como había prometido. Una promesa debía cumplirse. El honor de un hombre no era algo para tomarselo a la ligera.
Sabía que era un hombre demasiado serio, pero a muchas damas les gustaba esa forma de ser, y él siempre había sido así. Mentía, siempre no. Desde su transformación era así. Pero bueno, ya que ese toque caballeroso se estaba perdiendo poco a poco en los hombres, nunca venía mal ser un poco anticuado.-¿Me indicaría usted, señorita, el camino hacia su hogar para así poder acompañarla?
No paraba de darle vueltas a la cabeza. Quería saber cual sería la verdadera identidad de la joven, pero decidió no pensar más en eso. Hacía muchos años había entablado una amistad con un licántropo al que al final mataron en su forma de lobo por ser un peligro para los vecinos de las localidades. Viktor siempre lo había considerado como su mejor amigo, así que si ella era un licántropo, no había porque tener problemas con ella. Tras escuchar sus palabras una sonrisa se dibujó en su cara mientras miraba al frente.-Muchas gracias señorita, tal vez será porque ya no quedan bellas damas como usted.
Al salir a la salida y escuchar las palabras de la muchacha esbozó nuevamente una sonrisa. No tenía pensado marcharse. Aún podía pasarlo bien aquella noche. La chica no parecía ser como el resto, parecía buscar la diversion, aventuras de una noche. Parecían apasionarle las locuras, y que mejor forma de desenfrenarse por las calles de París que con el.-No tenía pensado prescindir de ellos, señorita. Me gustaría amanecer viendo esos ojos.-Mostró entonces una pequeña sonrisa un tanto pícara. Tal vez había sido demasiado atrevido, pero él era así. A veces metía la pata, pero acabaría arreglandolo.
Tal vez no despertaría junto a ella entre las sábanas de su cama, pero algo haría para que si la bella dama se había sentido incómoda poder arreglarlo. Agarró su mano cuando ella hizo lo mismo y clavó sus oscuros ojos en los ojos brillantes e hipnotizantes de ella, perdiendose en su brillo. Se acercó más a ella, acariciando la delicada piel de su mejilla con la mano que tenía libre. No pretendía incomodarla, tan solo complacerla con su compañía. Le sonrie con amabilidad y vuelve a caminar junto a ella por las calles oscuras y deshabitadas de París, mirando cada rincón oscuro atentamente. Si en realidad aquella muchacha era una humana y sus especulaciones eran falsas, debía llevarla sana y salva a casa como había prometido. Una promesa debía cumplirse. El honor de un hombre no era algo para tomarselo a la ligera.
Sabía que era un hombre demasiado serio, pero a muchas damas les gustaba esa forma de ser, y él siempre había sido así. Mentía, siempre no. Desde su transformación era así. Pero bueno, ya que ese toque caballeroso se estaba perdiendo poco a poco en los hombres, nunca venía mal ser un poco anticuado.-¿Me indicaría usted, señorita, el camino hacia su hogar para así poder acompañarla?
Viktor Becker- Vampiro Clase Alta
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Re: Desconocidos entre tinieblas [Viktor Becker]
Su sonrisa picara, me impactó tanto como sentir su mano acariciándome la delicada mejilla, contra la cuál suspiré, hipnotizada por sus oscuros ojos, en los cuales deseaba permanecer esta noche y miles más. Sonreí, controlando el sonrojo que se expandía por mi rostro, al oír sus dulces y oscuras palabras, envueltas en una negra seducción, contra la que cualquier mortal caería sin rendición alguna, y contra la que, no quería poner traba alguna. A fin de cuentas, ser licantropa, no quería decir que no pudiésemos morir. Algún día moriría, de aquí muchas vidas, no era eterna como una vampira, y no quería morir, no sin antes descubrir que sería amanecer junto a alguien, aunque solo fuera por soñar. Y con ese joven…inmortal o mortal, no me importaría caer en sus redes, siempre y cuando, estuviera viva para ver el nuevo amanecer.
-Creo que se sobrepasó...aún asi, perdóneme por mis palabras, a mí también. Quizás seamos demasiado aventureros los dos, somos de emociones fuertes a mi parecer…y debería añadir que no importaría que me hechizara con su mirada, y ver más lunas a su lado- sonreí picara, mirándole- Supongo que entre lunas, podríamos contemplar algún amanecer por el camino…Viktor- mi dulce voz que encandilaba los sentidos de los mortales, me aseguré de envolverle en ella. Si algo había resultado gratificante, era el poder de la voz, de nosotros, las criaturas de las noches, todo y que nunca había tenido que usarla, ya que por motivo uno u otro, la realeza tenía en muy buena estima mis consejos y opiniones. A la loba dominante, todos le hacían caso, era ley de los licántropos, y en mi reino lejano, así lo mantenía.
Ahora había cambiado el lugar, y el momento, no me encontraba en mi solitario paraíso, si no en una Parisiense ciudad, a sus afueras en compañía de un joven, que con su soltura, podría bien, ser el reí de esas tierras. Tras nuestro pequeño pero excitante cortejo, volvió a cogerme del brazo y caminamos por el lugar, que vacio se encontraba. En todo el camino yacía atenta, a los alrededores, el lugar parecía demasiado solitario, y el olor de la muerte, aún seguía grabado en la memoria de ese suelo, que alguna vez se hubo teñido del rojo carmesí de la sangre mortal, en su pasado o presente. Aún sin mis sentidos activos, sentía una inquietud extraña en el lugar, entre las sombras…aún la amenaza, si había alguna, por eso, permanecía alejada de mi mente, mi loba yacía inquieta, pero no alerta todavía. Si hubiese un ataque ahora mismo sobre nosotros, bien era consciente de que al instante, le protegería a él, si de verdad fuera humano, bien podría salir mal parado, pero confié en mis sentidos dormidos, contando que se desperezasen del sueño en el que se sumían, cuando corriese peligro alguno.
Escuche la pregunta del joven, y sonreí. Una parte de mi no podía quitarle los ojos de encima, su presencia, su toque... su voz, no usaba control alguna sobre mi. Bien no hacía falta usar magia en mí, todo de él me llamaba. Indagué en su voz y no rastré magia alguna o fácilmente lo hubiese alertado y poniéndome a la defensiva, el juego de dulces palabras, habría tocado a su fin. – En el hotel Des Arenas, en el centro de París…allí permaneceré unas pocas semanas más, hasta que el infortunito viaje, toque a mi fin, tras cumplir con mi deber...- No dije mas, sabedora que había descubierto algo mas de mí. No muchas jóvenes de la alta nobleza, llamaban a sus quehaceres, deberes…esa palabra era común de la realeza. Le miré intentando descubrir los gestos que adquiría en sus bellas facciones ¿Se sentiría incomodo, al descubrirse con una dama de descendencia real?
En mi fuero interno, deseé que no fuera así, ya estaba muy hastiada de que la gente al descubrir mi descendencia real, me tratase diferente, me viese con otros ojos y solo se acercasen a mí por puro placer de alardear de mi amistad y protección. - ¿Y usted, podrá darme su localizacion, en donde viva señor Viktor…o seguirá siendo un misterio?- Le miré con los ojos brillantes.
-Creo que se sobrepasó...aún asi, perdóneme por mis palabras, a mí también. Quizás seamos demasiado aventureros los dos, somos de emociones fuertes a mi parecer…y debería añadir que no importaría que me hechizara con su mirada, y ver más lunas a su lado- sonreí picara, mirándole- Supongo que entre lunas, podríamos contemplar algún amanecer por el camino…Viktor- mi dulce voz que encandilaba los sentidos de los mortales, me aseguré de envolverle en ella. Si algo había resultado gratificante, era el poder de la voz, de nosotros, las criaturas de las noches, todo y que nunca había tenido que usarla, ya que por motivo uno u otro, la realeza tenía en muy buena estima mis consejos y opiniones. A la loba dominante, todos le hacían caso, era ley de los licántropos, y en mi reino lejano, así lo mantenía.
Ahora había cambiado el lugar, y el momento, no me encontraba en mi solitario paraíso, si no en una Parisiense ciudad, a sus afueras en compañía de un joven, que con su soltura, podría bien, ser el reí de esas tierras. Tras nuestro pequeño pero excitante cortejo, volvió a cogerme del brazo y caminamos por el lugar, que vacio se encontraba. En todo el camino yacía atenta, a los alrededores, el lugar parecía demasiado solitario, y el olor de la muerte, aún seguía grabado en la memoria de ese suelo, que alguna vez se hubo teñido del rojo carmesí de la sangre mortal, en su pasado o presente. Aún sin mis sentidos activos, sentía una inquietud extraña en el lugar, entre las sombras…aún la amenaza, si había alguna, por eso, permanecía alejada de mi mente, mi loba yacía inquieta, pero no alerta todavía. Si hubiese un ataque ahora mismo sobre nosotros, bien era consciente de que al instante, le protegería a él, si de verdad fuera humano, bien podría salir mal parado, pero confié en mis sentidos dormidos, contando que se desperezasen del sueño en el que se sumían, cuando corriese peligro alguno.
Escuche la pregunta del joven, y sonreí. Una parte de mi no podía quitarle los ojos de encima, su presencia, su toque... su voz, no usaba control alguna sobre mi. Bien no hacía falta usar magia en mí, todo de él me llamaba. Indagué en su voz y no rastré magia alguna o fácilmente lo hubiese alertado y poniéndome a la defensiva, el juego de dulces palabras, habría tocado a su fin. – En el hotel Des Arenas, en el centro de París…allí permaneceré unas pocas semanas más, hasta que el infortunito viaje, toque a mi fin, tras cumplir con mi deber...- No dije mas, sabedora que había descubierto algo mas de mí. No muchas jóvenes de la alta nobleza, llamaban a sus quehaceres, deberes…esa palabra era común de la realeza. Le miré intentando descubrir los gestos que adquiría en sus bellas facciones ¿Se sentiría incomodo, al descubrirse con una dama de descendencia real?
En mi fuero interno, deseé que no fuera así, ya estaba muy hastiada de que la gente al descubrir mi descendencia real, me tratase diferente, me viese con otros ojos y solo se acercasen a mí por puro placer de alardear de mi amistad y protección. - ¿Y usted, podrá darme su localizacion, en donde viva señor Viktor…o seguirá siendo un misterio?- Le miré con los ojos brillantes.
Danna Dianceht- Licántropo/Realeza
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