AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Encuentro Mágico [Maia]
Página 1 de 1.
Encuentro Mágico [Maia]
“El cielo oscuro esperaba por nuestro reencuentro y ahora aquí, nos volveremos a ver. Mis alas aún siguen persistiendo para poder envolverte, un cálido resplandor es lo que quiero regalarte, así como tú me regalas, con los ojos profundos, un túnel que siempre al final de camino tiene luz”
Eran las diez u once de la noche, se escuchaba el sonido de la campana apuntando las “en punto” y mi paso hacía eco en los callejones cercanos al principio del mercado ambulante y final de lo que era el centro de la ciudad. Qué rayos hacía allí? Pues no tenía la menor idea. Quizá solo era el destino o mis zapatos que tenían ganas de ser gastados. Miraba hacia arriba, me acariciaba la nuca entre suspiros y con cuidado dejaba un mechón de cabellos detrás de mí oreja. La soledad me estaba enfermando. Todos se habían ido, el ave negra aún no volvía, el lycan que era mi jefe estaba de licencia, pues se casaría pronto con su mujer. En el trabajo hacía bastante no hablaba con nadie, mi alumna de canto estaba muy ocupada con problemas familiares y yo seguía solo… Camila seguía adolorida por un encuentro que había tenido con una feroz bestia. Y yo?! Cuando me darían la atención que me era necesaria para poder ser feliz? Pues no ahora, eso estaba claro — Estoy aburrido… — Murmuré para mí mismo y acomodé las manos dentro de mis bolsillos, pateando una piedra pequeña que se metía en mi camino, como echándole la culpa a ella de todos mis problemas.
Ya desde donde estaba parado podía ver el lugar, las carpas blancas o más bien grisáceas por la mugre y la vejez, una al lado de la otra. Mis ojos se pusieron brillosos al ver la cantidad de cosas que había y con disimulo me fijé cuánto dinero era el que llevaba. Para mi suerte siempre andaba con bastante cantidad a lo que sabía que terminaría comprando muchísimas cosas. Demasiada emoción fue la que me recorrió y terminé olvidando mis penas, sin notar nada a mí alrededor empecé a caminar a paso rápido, hurgando en cada una de las tiendas. Había artesanías hermosas, cuadros que ya me estaba comprando. Aunque de repente un miedo me recorrió al pensar en un cuadro. La última vez que había comprado uno en un lugar de artesanías había terminado siendo un “pecado” el que me obligaron a dar y para colmo me había contagiado del mismo. Pero bueno, en realidad no me importaba y lo compraría igual. Mi casa estaba adornada con las más finas artesanías, era una de las pocas cosas que me interesaba hacer. Y esperaba que aquello me mantuviese ocupado por toda aquella eternidad con la que había sido maldecido. —Si, ese de allí, el que tiene el sol en el horizonte. Oh… Hermoso y decidme, me lo podréis llevar a la residencia? Claro que sería un pago adicional. No hay problema, es que no puedo acarrearlo y seguir mirando… Muy bien, a esta dirección, Mademoiselle. —
La situación, a pesar de todo, estaba interesante, la sonrisa de la muchacha que me había atendido era encantadora y se notaba curiosa por mis rasgos asiáticos, pero había algo raro, algo que me llamaba la atención y era el ambiente, el aroma del mismo. Me quedé estático en el medio del camino, sintiendo la gente pasar a mi alrededor y como si algo me estuviese llamando empecé a olisquear el viento, todo se sentía lento, como si el tiempo se hubiese detenido y como por cosa del destino mi cuerpo se volteó y terminó por sentir el recaer de mis ojos en unas pequeñas hojas en el piso. Eran rectangulares y estaban empezando a volar, como con destellos mágicos a su alrededor, y decían “Ven, sálvame, no me dejes aquí”.
Claro que no pude evitar correr a ellas, empezar a juntarlas con algo de desesperación. No tenía idea que eran, pero la gente se enojaba, me empujaba y cerrando un ojo entre quejidos yo volvía a tomar las que se alejaban, metiéndolas en mi bolso, sin notar que algo podría caer de él. Me estaba fijando solo en aquellas rectangulares figuras que mantenían un color entre bordó con dorado y que al terminar de rescatar la última de ser aplastada por un carruaje, pude verla. “El colgado”. Mis ojos sintieron todo el peso del mundo y con un ligero resplandor en lágrimas, empecé a contarlas, pero faltaban algunas… Y que era aquel aroma que sentía? Realmente eran de ella? Me quedé con la nariz pegada a las que había conseguido y pude reconocer… Era exactamente el aroma de la gitana… Roham. Y algo me decía que la oscuridad la envolvía, como si un sentido del peligro fuese el que se acercaba y por mi espalda la vibración se sintió hasta mi nuca. La habría sucedido algo? Por qué sus cartas estaban en el suelo, tiradas, como si ya no sirvieran?
“El juego del cazador y el cazado ha comenzado. Las campanas lo anuncian! Cuál será el vencedor y cual el ganador? Tú eres la princesa y yo el príncipe. Tengo que buscarte en la torre o bajarás a encontrarte conmigo, colgada de las ramas que te serán de escaleras para llegar a mí”
Invitado- Invitado
Re: Encuentro Mágico [Maia]
Debía ser bastante noche ahora que los vendedores del mercado comenzaban a hacer relevo de sus puestos. Debido a que muchas familias vivían en la extrema pobreza, la cual no era poco común en París de nuestra época, algunas no podían darse el lujo de recojer todo cuando oscureciera, y así, volver a casa. No, muchos se veían en la obligación de tomar revuelo de sus parientes, llevando el turno nocturno. A pesar de los peligros que uno pudiera correr de noche en el centro de la ciudad, las necesidades no entendían de horarios, y para sorpresa de cualquiera, a muchas personas les agradaba pasear a medianoche. Sonreí con cierto pesar, al recordar como una noche, hacía unos meses atrás, había encontrado a alguien así. No lo había visto desde entonces, y a decir verdad, no estaba del todo segura de si era buena idea verlo; no porque no lo deseara, ya que era el único sadjo al que había podido llamar phral, pero temía no ser la misma que él conoció tiempo atrás.
Levanté la mirada hacia toda la multitud de gente que se apretujaba entre si para conseguir la mejor oferta. Debido a que había perdido la mayoría de mis cartas (las otras las conservaba en el bolsillo), me había visto obligada a trabajar en el mercado vendiendo amuletos que algunos brujos me habían obsequiado a lo largo de los años. Me dolía deshacerme de ellos, pero era la única forma de no morir de hambre. Nada más pensar en ello, sentí el estómago gruñendome. Maldije a lo bajo, consciente de que permanecer sentada solo mantenía mi mente ocupada en la comida. Guardé en un pequeño saco de terciopelo esmeralda y me lo colgué a la cintura, ahí donde todavía cargaba mi pañoleta del mismo color, y caminé entre la multitud.
No era tan difícil avanzar ahora que la noche había caído y la mayoría de las personas aguardaban a la mañana siguiente en sus camas, y tan solo los valientes o desesperados deambulaban por ahí. Sin embargo, y debido al constante dolor que sentía en el tobillo izquierdo, llegó un momento en que no pude mantener el equilibrio y caí al suelo, salvándome por un pelo de romperme la nariz. Vaya que necesitaba ir a un médico. Lo frustrante era que ninguno atendía visitas de una romaní, y los curanderos gitanos solían ser poco delicados con las fracturas. Todavía en el suelo me di cuenta que algo brillaba a unos pocos centímetros de mi. Parecía una cadena, o mejor dicho, un collar con alguna piedra preciosa. No me creía que alguien pudiera haber extraviado algo tan valioso sin darse cuenta, de modo que lo cogí para observarlo de cerca. Quizás pudiera devolverlo, y su dueño no había abandonado el mercado aun.
— Pero esto es... —exclamé, al darme cuenta que el collar me parecía mucho más familiar de lo que debía ser. Era una joya poco común, y no podía decirse que estuviera de moda en París. Además, estaba segura de haberlo visto en el cuello de cierto noctambulo cuando, en más de una ocasión, me cogió en brazos.
Incluso cuando pensaba que mi cuerpo se había endurecido por la cruel experiencia, y mi alma había permanecido tristemente solitaria, un brote de esperanza me estremeció el corazón. ¿Sería de él? Si, estaba casi del todo segura, pues aunque pudieran hacer otras mil replicas, algo en ese simple objeto vibraba con su energía. ¿Había pasado por ahí? ¿Estaría muy lejos ya? Las preguntas siguieron fluyendo mientras me ponía de pie y miraba por todos lados, caminando entre la gente buscando un par de ojos rasgados que tanto me enternecían. Deseaba encontrarlo a como diera lugar.
Levanté la mirada hacia toda la multitud de gente que se apretujaba entre si para conseguir la mejor oferta. Debido a que había perdido la mayoría de mis cartas (las otras las conservaba en el bolsillo), me había visto obligada a trabajar en el mercado vendiendo amuletos que algunos brujos me habían obsequiado a lo largo de los años. Me dolía deshacerme de ellos, pero era la única forma de no morir de hambre. Nada más pensar en ello, sentí el estómago gruñendome. Maldije a lo bajo, consciente de que permanecer sentada solo mantenía mi mente ocupada en la comida. Guardé en un pequeño saco de terciopelo esmeralda y me lo colgué a la cintura, ahí donde todavía cargaba mi pañoleta del mismo color, y caminé entre la multitud.
No era tan difícil avanzar ahora que la noche había caído y la mayoría de las personas aguardaban a la mañana siguiente en sus camas, y tan solo los valientes o desesperados deambulaban por ahí. Sin embargo, y debido al constante dolor que sentía en el tobillo izquierdo, llegó un momento en que no pude mantener el equilibrio y caí al suelo, salvándome por un pelo de romperme la nariz. Vaya que necesitaba ir a un médico. Lo frustrante era que ninguno atendía visitas de una romaní, y los curanderos gitanos solían ser poco delicados con las fracturas. Todavía en el suelo me di cuenta que algo brillaba a unos pocos centímetros de mi. Parecía una cadena, o mejor dicho, un collar con alguna piedra preciosa. No me creía que alguien pudiera haber extraviado algo tan valioso sin darse cuenta, de modo que lo cogí para observarlo de cerca. Quizás pudiera devolverlo, y su dueño no había abandonado el mercado aun.
— Pero esto es... —exclamé, al darme cuenta que el collar me parecía mucho más familiar de lo que debía ser. Era una joya poco común, y no podía decirse que estuviera de moda en París. Además, estaba segura de haberlo visto en el cuello de cierto noctambulo cuando, en más de una ocasión, me cogió en brazos.
Incluso cuando pensaba que mi cuerpo se había endurecido por la cruel experiencia, y mi alma había permanecido tristemente solitaria, un brote de esperanza me estremeció el corazón. ¿Sería de él? Si, estaba casi del todo segura, pues aunque pudieran hacer otras mil replicas, algo en ese simple objeto vibraba con su energía. ¿Había pasado por ahí? ¿Estaría muy lejos ya? Las preguntas siguieron fluyendo mientras me ponía de pie y miraba por todos lados, caminando entre la gente buscando un par de ojos rasgados que tanto me enternecían. Deseaba encontrarlo a como diera lugar.
Yuna Rutledge- Gitano
- Mensajes : 269
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Edad : 29
Localización : ¿Una sola?
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Encuentro Mágico [Maia]
“El oscuro destino intenta unirnos, porque quieres rechazarlo? Por qué temes si sabes que en este dúo la peor escoria soy yo? No huyas, son los instintos y los mismos caminos los que nos llevaran a vernos nuevamente. Tú me obligaste a creer en esto, pero yo te obligaré a ceder esta vez.”
Mantenía las cartas en mis manos, mirando por arriba, intentando captar la melena corta de la muchacha. Hacía muequitas en tanto daba pequeños saltos, la gente pasaba con canastas, con algunos cuadros, me obstruían la vista, al marguen de que, a pesar que era bastante alto, algunos hombres me pasaban y ya de por si no dejaban que vea nada. Sinceramente, no recordaba la estatura de Roham, la había cargado en brazos y estaba seguro que apenas me podría llegar a los hombros, pero no estaba cien por cierto seguro. Eso era un punto en contra, pues la mayor parte de las mujeres me llegaban a esa altura y con ello no me daba datos para poder encontrarla. Pero de repente recordé, tenía las cartas de ella y por ende su aroma. Mis ojos se abrieron y un pequeño sonrojo recubrió mis mejillas. Bajé la vista y me puse aquellos papeles cerca de la nariz. Podía sentirlo, como un color se formaba con el olor de la muchacha, pequeños hilos de colores que me empezaban a guiar a donde ella. Uno de los pocos poderes que tenía, que me servían para algo, pero no solía usarlo, no era algo que me gustara hacer, ya de por si el hecho de utilizar los dones que me habían sido dados me molestaba, no me parecía que estuviese bien. Pues parecía una falta de respeto a los humanos, a parte, tampoco me gustaba que utilizaran esos poderes en mí, como leerme la mente, aquello era lo peor. Pues bien, tomé aire y con disimulo empecé a seguir aquella pista que me era dada, concentrándome en ello, esquivando torpemente a la gente. — Ah… Disculpadme, permiso, os agradezco… Puedo pasar por aquí?— Y mil frases más salían de mi boca.
Y de repente me encontré en un pequeño rincón vacío, no había nadie, pero se notaba intensamente su aroma, su color estaba reflejado en aquel pequeño lugar, dándome la pauta de que se la había pasado allí bastante rato y hacía poco tiempo. Entrecerré mis rasgados ojos y suspiré en lo que me cruzaba de brazos. Maldita gitana que ahora me preocupaba de sobremanera. Porque estaría tanto tiempo allí? Es que se había lastimado? Tendría algún puesto en el mercado y ya se había retirado? No lo creía posible, la mayoría de los pequeños puestos seguían en pie. Mordí mis labios rosados en lo que me perdía en pensamientos y me desperté cuando sentí el habla de una persona a mi lado, era un viejo señor, con una larga nariz respingada y una verruga cerca del ojo. Tenía unos ojos sumamente extraños, color rojizo, bordó. Un pequeño susto me abarcó y me quedé observándole, moviendo la cabeza de lado a lado — D-disculpadme? No os he escuchado bien, que deseáis?— Murmuré y el señor me sonrió, sin responder, tenía los dientes muy romos y sucios, casi podridos y con cuidado alzó la mano, la tenía escondida en su túnica, yo ya estaba casi temblando del terror, pero cuando mostró toda la mano, me encontré con la sorpresa de ver una carta más, “El sol”. Sin pensarlo me acerqué, efectivamente era el aroma de la gitana. No noté que mi mano tomó la carta de la mano ajena y cuando lo pensé, la vergüenza me recorrió y solté automáticamente el papel — Esa carta es de una amiga, es que vosotros la conocéis? Os puedo dar dinero si con ello me entregáis el papel… — Pero mis palabras no llegaron a ser respondidas, el señor dejaba caer la carta con el sol en dirección hacia los adentros del mercado y cuando volteé el rostro para volver a verle, él había desaparecido y con ello todas mis dudas se convirtieron en un caudal.
—Que rayos fue eso… Roham dónde te encuentras?— Dije en voz alta y me agaché a ver la carta, mirando hacia donde me indicaba, tomándola para guardarla con las demás. Empezaba a caminar hacia allí, buscando con intensidad a la muchacha, mirando a los lados, suspirando con extrema preocupación. Estaría lastimada? Realmente la desesperación estaba abrumándome. Hasta que una humareda con su olor hizo acto de presencia. Mis ojos se abrieron y por lo lejos pude verla, estaba seguro que era ella, me quedé perplejo y con ganas grité su nombre, pero ella no se volteó. No me escuchaba? Pues en realidad había bastante gente, aunque se podía caminar, los ruidos salían de todos lados. Empecé a correr, pero un carruaje se metió frente a mí y chasqueé los dientes, saltar en un lugar así sería demasiado evidente, no podía mostrarme tanto, menos ahora que había conseguido un nuevo puesto de trabajo, ahora más importante que el anterior. Pero como haría? Ella se alejaba y a paso bastante rápido, esperé a que terminara de pasar el carruaje y a lo bestia empecé a correr con la mano elevada, intentando atraparla y al fin tomé su hombro volteándola con ganas, sonriendo como un niño que encuentra un tesoro. Pero mi rostro se transformó y di un paso atrás. No era ella. — Perdón… Os he confundido con alguien—Tragué saliva y rápidamente salí corriendo de allí, haciendo una reverencia antes, empezando a buscarla nuevamente.
“Gitana gitana, donde te has escondido? No puedo dejarte escapar de mis garras. Tú eres mi ternera y yo soy el tigre feroz. Necesito de ti, pero soy un felino muy bueno. No quiero comerte, solo quiero tenerte”
Invitado- Invitado
Re: Encuentro Mágico [Maia]
"¿Donde estás?", pensaba, corriendo. "¿Cómo estás?", seguía pensando, y corría más rápido, hasta el punto de chocar duramente contra una mujer de mi estatura. Me disculpé y seguí andando. "¡Déjame verte!" quise gritar, en cuanto volví al centro de la plaza, ahí donde la fuente de piedra se imponía sobre el gentío. Si tan solo pudiese captar su aroma, como seguro él podía hacer conmigo, lo encontraría. ¡Oh, pero en ese caso...! ¿Él intentaría buscarme? ¿Se habría dado cuenta ya de mi presencia? ... ¿Me recordaría? Las preguntas referentes a ese vampiro nunca cesaban en mi cabeza, ni siquiera ahora que parecía estar al límite. Subí apresuradamente a la fuente, sin importar que mis faldas se mojaran, y observé las cabezas calvas, los sombreros de plumas y de hongo, las cabezas cubiertas por canastas y otras cargas.
Era imposible encontrarlo. Subí más, colgando de la estatua de caballo como lo haría un mono de circo; tenía una mejor visión del mercado, si bien las farolas no eran suficientes para detallar cada rincón de la zona.
— Hero, ¿por qué no te encuentro? —susurré con expresión angustiada. Yo creía en el destino, no solo por mi padre o mis raíces gitanas, sino por la simple experiencia, un par de meses atrás, de que un paseo común y corriente podía transformarse en un encuentro insospechado. ¿Sería acaso que la única forma de encontrarlo... sería dejar de buscarlo? Sacudí la cabeza en forma negativa, renuente a esa posibilidad. No podía quedarme quieta sabiendo que él estaba en alguna parte de ese mercado.
Tristemente, con su collar aplastado contra mi pecho, bajé de la fuente y me quedé ahí tumbada, aferrandome a mis rodillas como haría una niña perdida. No podía seguir así, sobre todo ahora que la vida me había golpeado tan duro. Al cerrar los ojos, todavía poder sentir la oscuridad de un "refugio" sobre mi, y el olor a cambiaformas seguía alterando mis nervios. No sentí en que momento las lágrimas cayeron de mis ojos, porque en realidad no sollozaba. Ya no podía hacerlo. No podía llorar a todo pulmón como antes lo había hecho. Ella me había arrebatado la capacidad de hacerlo. Cuando pensé que la noche acabaría conmigo ahí acurrucada, la pesada mano de un hombre cayó sobre mi hombro. Ni siquiera pensé que fuera Hero, quien en realidad no tenía las manos tan grandes. Levanté la mirada y me encontré con el exótico rostro de un misterioso hombre sonriente.
— Eres un romaní —dije, sorprendida. Él no respondió nada en concreto, hasta que una palabra en romaní me erizó la piel. "Hombre". Y luego siguió diciendo cosas sin sentido. "Y ojos", "preocupado", "el sol", "peligroso", "rasgados". Alterada, me separé y lo miré, a lo cual volvió a sonreírme y me dio una palmadita en el hombro. Se marchó como si no me hubiese conocido, y yo permanecí tanto o más desconcertada que antes. ¿Él... encontró a Hero? Abriendo y cerrando la boca como un pez, me levanté y corrí, intentando alcanzarlo.— ¡Por favor, espere! ¡Se lo suplico! ¡¡Tiene que esperar!! ¿¡Usted lo ha visto!? —grité tan alto como pude en la vieja lengua, hasta que el choque con una persona me hizo caer hacia atrás con brusquedad, recibiendo un buen golpe en la cabeza. Extendí una mano al cielo, hacia las miles de estrellas que brillaban de noche.— Hero...
Era imposible encontrarlo. Subí más, colgando de la estatua de caballo como lo haría un mono de circo; tenía una mejor visión del mercado, si bien las farolas no eran suficientes para detallar cada rincón de la zona.
— Hero, ¿por qué no te encuentro? —susurré con expresión angustiada. Yo creía en el destino, no solo por mi padre o mis raíces gitanas, sino por la simple experiencia, un par de meses atrás, de que un paseo común y corriente podía transformarse en un encuentro insospechado. ¿Sería acaso que la única forma de encontrarlo... sería dejar de buscarlo? Sacudí la cabeza en forma negativa, renuente a esa posibilidad. No podía quedarme quieta sabiendo que él estaba en alguna parte de ese mercado.
Tristemente, con su collar aplastado contra mi pecho, bajé de la fuente y me quedé ahí tumbada, aferrandome a mis rodillas como haría una niña perdida. No podía seguir así, sobre todo ahora que la vida me había golpeado tan duro. Al cerrar los ojos, todavía poder sentir la oscuridad de un "refugio" sobre mi, y el olor a cambiaformas seguía alterando mis nervios. No sentí en que momento las lágrimas cayeron de mis ojos, porque en realidad no sollozaba. Ya no podía hacerlo. No podía llorar a todo pulmón como antes lo había hecho. Ella me había arrebatado la capacidad de hacerlo. Cuando pensé que la noche acabaría conmigo ahí acurrucada, la pesada mano de un hombre cayó sobre mi hombro. Ni siquiera pensé que fuera Hero, quien en realidad no tenía las manos tan grandes. Levanté la mirada y me encontré con el exótico rostro de un misterioso hombre sonriente.
— Eres un romaní —dije, sorprendida. Él no respondió nada en concreto, hasta que una palabra en romaní me erizó la piel. "Hombre". Y luego siguió diciendo cosas sin sentido. "Y ojos", "preocupado", "el sol", "peligroso", "rasgados". Alterada, me separé y lo miré, a lo cual volvió a sonreírme y me dio una palmadita en el hombro. Se marchó como si no me hubiese conocido, y yo permanecí tanto o más desconcertada que antes. ¿Él... encontró a Hero? Abriendo y cerrando la boca como un pez, me levanté y corrí, intentando alcanzarlo.— ¡Por favor, espere! ¡Se lo suplico! ¡¡Tiene que esperar!! ¿¡Usted lo ha visto!? —grité tan alto como pude en la vieja lengua, hasta que el choque con una persona me hizo caer hacia atrás con brusquedad, recibiendo un buen golpe en la cabeza. Extendí una mano al cielo, hacia las miles de estrellas que brillaban de noche.— Hero...
Yuna Rutledge- Gitano
- Mensajes : 269
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Edad : 29
Localización : ¿Una sola?
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Encuentro Mágico [Maia]
“Y de repente todo está vacío, solo tú y yo, nos encontramos a la luz de la luna, porque es la única luz que soy capaz de ver. La oscuridad es lo único a mí alrededor y como si fuese mentira te veo, como un oasis en el desierto. Corro a ti y desapareces.”
Y allí seguía buscando, recorriendo todos los rincones que hallaba en ese mercado ambulante, suspirando a cada momento pues simplemente no era capaz de encontrar a aquella gitana que había abierto mi mundo en cuatro dimensiones. Mantenía la carta en mi mano, quería romper aquel sol que me había sido entregado, pero exhalando escondí la maldita con las demás, mordiendo mi labio inferior en tanto me chocaba con algunas personas por mi falta de atención, pidiendo disculpas que ya a duras penas se escuchaban, mis ánimos se habían ido como agua corriente en montaña y ya solo quedaban mis ojos secos y molestos en mi rostro. Y así mi paso siguió hasta estar en la fuente principal, allí detrás de las patas del caballo yacía sentado, tomando con ambas manos mi cabeza, pateando una pequeña botella que había frente a mí. —Maldita sea!— Dejé salir un grito y nuevamente me senté, suspirando, levantando la cabeza para volver a buscarla por los alrededores. No la veía, no la encontraba en ningún lugar. Era como un juego en el que un titiritero nos había puesto. Un laberinto de diversión que nos atormentaba en cada vuelta que dábamos. Y como si fuese poco, la luna me apuntaba y se reía de mi mala suerte, allí estaba, apuntándome con un dedo, como in inquisidor a punto de condenar a un inmortal.
Jamás hubiese notado que lo que estaba buscando estaba tan cerca. Estaba tan perdido en mí mismo, que siquiera pude sentir el olor de Roham a mí alrededor, jadeaba con recelo, había corrido por todos lados y la gente me miraba con extrañeza cuando pasaba por mí alrededor. Me desconcertaba todo aquel embrollo, las hipótesis no paraban de salir de mi cabeza, quizá simplemente ella estaba jugando conmigo, yo no tenía idea la clase de cosas que una gitana podía hacer. Como fuese, tomé con ambas manos mis brazos, abrazándome, apretándome, sin prestar atención a nada, solo un pequeño grito me sacó de mi trance. Alcé los ojos y no vi nada y solo cuando me volteé ciento ochenta grados, pude verla. Era la gitana corriendo hacia el lado opuesto de donde me encontraba, mi ceño se frunció y empecé a dar pasos a donde ella, algo asombrado, no entendía a quien le gritaba y mucho menos que era lo que decía, estaba en una lengua gitana, aquella lengua que en su momento me había dicho, pero que jamás pude encontrar el significado exacto de esa palabra, “phral”, aún ahora me seguía preguntando su significado. Como fuese, yo miraba a la lejanía, buscando a la persona que ella estaba corriendo y nada de interés alcanzaba a ver y en esos momentos donde me desconcentré por unos segundos de sus pasos, algo le ocurrió. Mis rasgados ojos se abrieron con miedo y sin dar un solo titubeo corrí a donde ella, tan rápido que la gente se asombraba. “Maldición! Lo hice demasiado rápido” Pensaba para mis adentros y negaba al ver que había sobreexcedido mi marca de humano. Ya estaba acabado.
—Roham! Roham, me escuchas? Estáis allí? No te desmayes… No lo hagas… No….— Casi dejé salir una súplica en mis últimas palabras y suspirando la tome entre brazos, podía sentir aquel peso nuevamente en mi cuerpo, hacía mucho no tenía a alguien de ese modo y solo una sonrisa se escapó de mis labios. Acurrucándola, algo curioso por esa mano que se apoyaba en su pecho con fuerzas. Qué es lo que escondía? Miré a los lados y un grupo de gente estaba observándome. Fruncí el entrecejo y los intimidé con lo que pude, claro que no demasiado, pero al menos mis ojos suavemente torneados a bordó los hizo retroceder lo suficiente para poder empezar a salir de entre la multitud. Me preguntaba si el golpe había sido demasiado duro, la observaba y buscaba si tenía sangre, al menos no era lo que encontraba, seguro un golpe en seco. Mis pasos eran suaves, ni demasiado rápidos ni muy lentos y así mientras caminaba… Lo vi. Era el anciano nuevamente y ahora tenía dos últimas cartas en sus manos. Ocultaban la mitad de su rostro y mi espalda tembló como la de un niño en una tormenta. Dejé salir un suave jadeo de terror y la sonrisa de aquel ser se disparó y las cartas fueron arrojadas, cayendo como por arte de magia frente a mis pies. No quería verlas, pero un impulso de curiosidad me embriagó y al dejar caer mis ojos en ellas, pude sentir que el hombre volvía a desaparecer, tal como había hecho antes, pues al voltear la mirada nuevamente a aquel lugar, el ser había desaparecido. —Me escuchas…? Puedes levantarlas? — Susurré muy cerca de su rostro, en lo que me agachaba para que ella pueda tomar las cartas, notando que eran las cartas “Rueda de la fortuna” y “La luna”, pestañeé y suspiré.
“Cuál es el significado de todo esto? Que es lo que nos quiere decir el destino? Porque nos buscamos? Por qué nos encontramos? Dame las respuestas pequeña gitana o no me atreveré a soltarte nunca más”
Invitado- Invitado
Re: Encuentro Mágico [Maia]
Vaya golpe. Hacía poco tiempo atrás descubrí el intenso dolor que puede sufrir uno como humano al tener una herida abierta, un hueso roto, una contusión. Sin embargo, esa noche descubrí otro tipo de dolor que probablemente era mucho más insoportable. El pesar y la perdida. Cuando conocí a Hero temí involucrarme demasiado con él, quererlo como lo quería, porque aunque fuese una noche la que nos divertimos juntos entre bromas y anécdotas, fue suficiente para crear un vinculo. Ahora, justo después de la tormenta, cuando todo parecía en las mejores condiciones para volver a verlo, ocurría esto. ¡Que frustración tan asquerosa! Había que tener muy mala suerte para compararse con la mía. Intenté abrir los ojos en vano, una vez que el dolor de cabeza sobrepasó mi resistencia; sin embargo, me mantuve consciente todo el tiempo, ya fuera porque el golpe no fue tan serio como creí en un principio, o porque mi orgullo pesaba más que cualquier contusión cerebral.
Escuché a lo lejos una voz patosa e irreconocible, como si quien gritara mi "nombre" tuviese un pañuelo cubriendo su boca. Con otro intento monumental, fui capaz de apreciar la borrosa figura de alguien que se acercaba a mi a toda prisa. Parecía preocupado, casi molesto por algo que no podía controlar. "No te preocupes" —le diría con calma si pudiese— "También estoy muy molesta, pero la amargura es algo con lo que podemos vivir y aun así ser felices". Si, había que tener esperanzas. El vampiro había sido el primero que me lo había enseñado así. Sentí mi cuerpo ligero como una pluma, y me estremecí cuando la fría brisa me acarició el rostro. Conocía bien esa sensación.
— Eres tu... ¿verdad? —pregunté en un desesperado susurro contra su oído. Podía oler su fragancia, sentir su calor y deleitarme con el tacto cálido de sus brazos a mi alrededor. Ya una vez había experimentado su ternura, pero después de lo que había vivido, me costaba trabajo creer que pudiera volver a hacerlo. El sentimiento me desconcertó tanto como su presencia ahí. Conforme fueron pasando los segundos (unos bastante ajetreados, a decir verdad), mi visión mejoró considerablemente, permitiéndome abrir los ojos por completo.
Y si, ahí estaba él. Con sus rasgados ojos que eran inolvidables como ningunos; y su cabello, que tanto me recordaba a las plumas de un cuervo guardián de las catacumbas, permanecía exactamente igual. No lo había visto tan agobiado desde el primer momento que lo vi, y me pregunté si había una razón adicional a que esa noche parecía ser un infierno. Pero entonces hizo un nuevo llamado a mi atención, pidiéndome algo sumamente extraño. ¿Recoger un par de cartas? Muy confundida, y un poco molesta por tener que quitar la mirada de su rostro, admiré los inertes objetos en el suelo, flácidos y sin vida. Mis ojos se abrieron de par en par, hallándome casi estupefacta a su presencia.
— S-Si... — tomé con delicadeza las dos cartas. Me quedé mirando a cada una como si fueran un tesoro valioso.— La rueda de la fortuna y La Luna... ¿Por qué están juntas esta noche? Es posible que de haber tenido todas en mi poder, hubiese podido predecir donde te encontrarías hoy. Que te volvería a ver. —me giré hacia la mirada de mi querido amigo, con la humedad en los ojos y la sonrisa en los labios.— Mi prhal... te dije que el destino existía.
Escuché a lo lejos una voz patosa e irreconocible, como si quien gritara mi "nombre" tuviese un pañuelo cubriendo su boca. Con otro intento monumental, fui capaz de apreciar la borrosa figura de alguien que se acercaba a mi a toda prisa. Parecía preocupado, casi molesto por algo que no podía controlar. "No te preocupes" —le diría con calma si pudiese— "También estoy muy molesta, pero la amargura es algo con lo que podemos vivir y aun así ser felices". Si, había que tener esperanzas. El vampiro había sido el primero que me lo había enseñado así. Sentí mi cuerpo ligero como una pluma, y me estremecí cuando la fría brisa me acarició el rostro. Conocía bien esa sensación.
— Eres tu... ¿verdad? —pregunté en un desesperado susurro contra su oído. Podía oler su fragancia, sentir su calor y deleitarme con el tacto cálido de sus brazos a mi alrededor. Ya una vez había experimentado su ternura, pero después de lo que había vivido, me costaba trabajo creer que pudiera volver a hacerlo. El sentimiento me desconcertó tanto como su presencia ahí. Conforme fueron pasando los segundos (unos bastante ajetreados, a decir verdad), mi visión mejoró considerablemente, permitiéndome abrir los ojos por completo.
Y si, ahí estaba él. Con sus rasgados ojos que eran inolvidables como ningunos; y su cabello, que tanto me recordaba a las plumas de un cuervo guardián de las catacumbas, permanecía exactamente igual. No lo había visto tan agobiado desde el primer momento que lo vi, y me pregunté si había una razón adicional a que esa noche parecía ser un infierno. Pero entonces hizo un nuevo llamado a mi atención, pidiéndome algo sumamente extraño. ¿Recoger un par de cartas? Muy confundida, y un poco molesta por tener que quitar la mirada de su rostro, admiré los inertes objetos en el suelo, flácidos y sin vida. Mis ojos se abrieron de par en par, hallándome casi estupefacta a su presencia.
— S-Si... — tomé con delicadeza las dos cartas. Me quedé mirando a cada una como si fueran un tesoro valioso.— La rueda de la fortuna y La Luna... ¿Por qué están juntas esta noche? Es posible que de haber tenido todas en mi poder, hubiese podido predecir donde te encontrarías hoy. Que te volvería a ver. —me giré hacia la mirada de mi querido amigo, con la humedad en los ojos y la sonrisa en los labios.— Mi prhal... te dije que el destino existía.
Yuna Rutledge- Gitano
- Mensajes : 269
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Edad : 29
Localización : ¿Una sola?
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Encuentro Mágico [Maia]
“Soy como el ángel negro, condenado, inmortal. Soy una ilusión, una que te hace ver solo lo bueno de mí, te esconde todo aquello que llevo en mi espalda. Muerte, dolor, agonía, puedes escuchar los gritos de arrepentimiento que cargo? Son una clara insignia que no te merezco. Pero aun así, aun así intento buscarte, para mantenerte a mi lado por injusto que sea”
Ella me reconocía, sus ojos deambulaban en otro plano, pero allí estaba, mirándome como hacía tanto había hecho. Mi corazón, muerto, se sentía latir con la nueva sangre que había ingerido. Era la poción divina que hacía mis mejillas poder tornearse de un rosado intenso. La vergüenza me recorría, pues sus palabras y principalmente sus ojos, eran como una suave capa de tela cubriendo mi rostro. Acariciándome, diciéndome entre susurros que todo estaba bien. Pero… Estaba bien? Realmente había algo que me perturbaba, la situación en la que nos habíamos encontrado esta vez. Claramente no era de la mortalidad con la que cotidianamente nos envolvíamos, había algo más. Un lazo fuertemente cocido que había insistido en que esa noche nos teníamos que encontrar y para variar, en esa situación desesperante. Como fuere, el habla de la muchacha me saco del trance y con una dulzura inquebrantable, asentí. — Soy… Depende… A quien buscáis? Hahaha, Soy yo, soy Hero, si? — Insistí con la sonrisa plasmada en mis dientes y labios, entrecerrando mis rasgados ojos, haciendo notar aquellos dobles parpados que me hacían peculiarmente extraño. Tomándola como ya había dicho, acurrucándola en tanto seguíamos el paso y ella levantaba aquellas prometedoras cartas.
—Decidme vos, gitana. Decidme por qué vuestras cartas han estado esparcidas, atormentándome en mi camino. Llevándome hacía ti, pero separándome al mismo tiempo. Me habéis jugado una buena broma?— El susurro se movía para que solo su oreja puede ser capaz de escucharme, apretándola contra mi pecho, mientras mi paso se hacía lento, caminando por los alrededores del mercado, buscando alguna parte vacía, un lugar en el cual poder ver aquella cabeza ajena, sabía que quizá me estaba preocupando demasiado. Pero los humanos eran demasiado indefensos a cualquier cosa. El hecho de que ella pudiese salir lastimada, me hacía sentir culpable, aún si no tenía nada que ver. El simple hecho de querer protegerla… Me volvía completamente loco, me sacaba de mis casillas. Ella, como pocas habían logrado, hacía que el piso de mi mundo se destabilice con solo unas cuantas palabras. — Muy bien, quedaos quieta un momento. Mmm… Tengo miedo que os salga un hematoma. Escuchadme bien Roham, esto que haré, no lo tomaréis personal. — Mientras la dejaba posada en una banca cerca del inicio del bosque y me ponía frente a ella, tan cerca que parecía que no la había bajado. Suspirando en tanto buscaba en uno de mis bolsillos una botellita con mí sangre. Cosas que tenía preparadas por ser de la alianza, pero buscaba, buscaba y no encontraba y me quedé algo asombrado, realmente no había traído? Quizá se habían caído en el camino, como fuese tendría que sacar de mí mismo y solo una idea era la que se me ocurría.
— Gitana… No sabéis lo mucho que espero que esto haya sido el destino… Pues de haber sido una broma, podría mataros ahora mismo… Qué os había pasado? Por qué vuestras cartas… Por qué el hombre? Sabéis que odio a los gitanos… Debería castigaros por hacerme asustar de esta manera? — Me agachaba, para poder mirarla fijo a los ojos, posando ambas manos en sus mejillas, tomándolas para poder ver atreves de ella, buscar todas aquellas dudas que esa noche me habían vuelto loco. Mordiendo mí labio inferior mientras negaba dulcemente. Ella no se cansaría nunca de hacerme sentir de esta manera? Responsable de ella, de esa forma me sentía. Como si ella fuese mía, aunque sabía perfectamente que no era así, simplemente, yo no podía tener a nadie, pues yo mismo pertenecía a otra persona, a un cuervo que estaba siempre ocupado para jugar con su conejo. Aquel simple pensamiento me bajo de un tirón a la tierra y con cuidado pasé una mano por sus ojos, miré sus labios y le sonreí. — Por cierto, por qué os habéis caído? Sois muy torpe… Miradme, os daré el beso que os curará, entendido? Cerrad los ojos y no escupáis lo que os entrego. Será nuestro secreto, si? — Sonriendo me acercaba, mis colmillos se exponían ante un acto que pedía completa fe de ella en mí. Mordía mi propia lengua y labios y la besaba, sin movimiento, dejando que la sangre sumamente dulce que llevaba recorriera su garganta, proporcionándole fuerzas, para que aquella cabeza se curara, para que su cuerpo se fortalezca lo que fuese necesario, yo simplemente, no podía evitar querer volver a tener a la inquieta gitana corriendo a mi alrededor.
“Solo se necesitan dos cosas en esta vida, amor y salud. Solo te puedo entregar por completo una de ellas, la otra, jamás podrás tenerla enteramente de mí. Pero siempre estaré para ti. Eres mi gitana.”
Última edición por Hero Jaejoong el Vie Jul 05, 2013 1:05 am, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: Encuentro Mágico [Maia]
Si su rostro, sus facciones, sus ojos rasgados que no había visto en nadie más, su pálida piel... si todo lo que conformaba a su cuerpo y sus vestimentas, no podían convencerme que era él de verdad, tal vez podían hacerlo sus palabras y su forma tan particular de reaccionar. Fui asintiendo, como una mujer realmente tonta, cuando me confirmó que se trataba de él mismo. Había una firme sensación de seguridad entre sus brazos, como si, lo que fuera que estuviese sosteniendo, no tuviese una mínima oportunidad de caer al suelo sin su concentimiento. Su voz susurrante también me era familiar, aunque notaba un poco de rigidez en ella, la cual había estado ausente en nuestro primer encuentro. Si, después de todo, en aquel entonces nos temíamos mutuamente. Y, aunque su comentario sobre las cartas que habíamos encontrado en el suelo fue casi un reproche hacia mi persona, no pude evitar sonreír.
— La mayoría de los gitanos suele tener un humor bastante retorcido, si. —le expliqué con las manos bien aferradas a sus hombros. El dolor en mi cabeza había disminuido considerablemente, hasta el punto de pensar que no tenía nada más grave que una inflamación; incluso así, no quería correr el riesgo de volver a caer y abrirme el cráneo.— Pero no es un humor que yo comparta demasiado. Y nunca te haría algo así. —cuando mis palabras escaparon de mi boca, fue con amabilidad, la cual no ocultó la seriedad en ellas. Hero era sin exagerar la persona más importante en mi vida actual, lo cual me dejaba un poco mal parada, considerando nuestras diferencias y, por lo visto, nuestra dificultad para encontrarnos uno al otro. Brodrick era para mi un hombre con el cual podía contar, si, y animaba siempre mi creatividad y alegría, pero no era una figura tan fraternal como lo era el vampiro.
Cuando me di cuenta que buscaba sin mucho éxito algo entre sus bolsillos, lo miré con desconcierto. ¿Qué podría preocuparle tanto ahora que por fin volvíamos a vernos? Quizás estaba dándome demasiado crédito, ya que Hero no parecía el tipo de hombre que aguardara la soledad con ansia cada día de su vida; sin embargo, tenía tanto aprecio por él y su presencia, que me era difícil creer que no sintiera cuando mínimo una fracción de lo que yo sentía. Me asustó un poco verlo tan alterado, discutiendo en si mismo como si algo le molestara en verdad. ¿Algo que no debía tomarme personal? Y entonces empezó a lanzar esas preguntas que tanto temía. Algunas de ellas no podía responderlas, sencillamente porque ni yo misma lo entendía, pero otras, se me clavaron en el pecho como algo que pica sin cesar.
— ¡No te haría una broma así! —le repetí con la voz temblorosa, casi tan frustrada como él. Me di cuenta que volvía a parecer una niña, con todo y la contusión, nada más por estar al lado de un vampiro como aquel.— Y no creo que sea solo obra del destino. Te busqué esta noche. Al final fuiste tu quien me encontraste. Me tropecé con alguien, creo... estaba corriendo muy rápido y no vi por donde iba. —negué, resignada a perder el poco orgullo que me quedaba.— Y sobre donde estaba... bien... —sacudí la cabeza con más enjundia, alborotando un poco mi cabello, el cual había estaba más corto que desde nuestro último encuentro.
Escuché con atención sus indicaciones, las cuales supuse debían ser muy importantes por la seriedad en como las vociferaba. Lo miré aun más desconcertada, ladeando la cabeza y levantando una ceja. Era poco lo que podía sorprenderme ahora, pero al parecer, Hero no estaba dispuesto a hacerme perder la sorpresa como un sentimiento. Admiré casi con espanto el como se mordía a si mismo, podía notarlo incluso si era dentro de su boca, y de un momento a otro, apegaba esos labios sangrientos a los míos. Que sensación más extraña. No lo aparté, como habría hecho con cualquier otro hombre, pero no se podría decir que me gustara demasiado la experiencia. Me quedé helada, pensando que seguramente, era eso lo que no debía tomarme personal. Casi suspiré aliviada, pues de haber sido otra cosa, sería todavía más extraño e incomodo. El dolor de cabeza desapareció casi de inmediato. Miré, todavía demasiado sorprendida, al hombre que tenía en frente, y solo pude pensar en una palabra. Phral.
— La mayoría de los gitanos suele tener un humor bastante retorcido, si. —le expliqué con las manos bien aferradas a sus hombros. El dolor en mi cabeza había disminuido considerablemente, hasta el punto de pensar que no tenía nada más grave que una inflamación; incluso así, no quería correr el riesgo de volver a caer y abrirme el cráneo.— Pero no es un humor que yo comparta demasiado. Y nunca te haría algo así. —cuando mis palabras escaparon de mi boca, fue con amabilidad, la cual no ocultó la seriedad en ellas. Hero era sin exagerar la persona más importante en mi vida actual, lo cual me dejaba un poco mal parada, considerando nuestras diferencias y, por lo visto, nuestra dificultad para encontrarnos uno al otro. Brodrick era para mi un hombre con el cual podía contar, si, y animaba siempre mi creatividad y alegría, pero no era una figura tan fraternal como lo era el vampiro.
Cuando me di cuenta que buscaba sin mucho éxito algo entre sus bolsillos, lo miré con desconcierto. ¿Qué podría preocuparle tanto ahora que por fin volvíamos a vernos? Quizás estaba dándome demasiado crédito, ya que Hero no parecía el tipo de hombre que aguardara la soledad con ansia cada día de su vida; sin embargo, tenía tanto aprecio por él y su presencia, que me era difícil creer que no sintiera cuando mínimo una fracción de lo que yo sentía. Me asustó un poco verlo tan alterado, discutiendo en si mismo como si algo le molestara en verdad. ¿Algo que no debía tomarme personal? Y entonces empezó a lanzar esas preguntas que tanto temía. Algunas de ellas no podía responderlas, sencillamente porque ni yo misma lo entendía, pero otras, se me clavaron en el pecho como algo que pica sin cesar.
— ¡No te haría una broma así! —le repetí con la voz temblorosa, casi tan frustrada como él. Me di cuenta que volvía a parecer una niña, con todo y la contusión, nada más por estar al lado de un vampiro como aquel.— Y no creo que sea solo obra del destino. Te busqué esta noche. Al final fuiste tu quien me encontraste. Me tropecé con alguien, creo... estaba corriendo muy rápido y no vi por donde iba. —negué, resignada a perder el poco orgullo que me quedaba.— Y sobre donde estaba... bien... —sacudí la cabeza con más enjundia, alborotando un poco mi cabello, el cual había estaba más corto que desde nuestro último encuentro.
Escuché con atención sus indicaciones, las cuales supuse debían ser muy importantes por la seriedad en como las vociferaba. Lo miré aun más desconcertada, ladeando la cabeza y levantando una ceja. Era poco lo que podía sorprenderme ahora, pero al parecer, Hero no estaba dispuesto a hacerme perder la sorpresa como un sentimiento. Admiré casi con espanto el como se mordía a si mismo, podía notarlo incluso si era dentro de su boca, y de un momento a otro, apegaba esos labios sangrientos a los míos. Que sensación más extraña. No lo aparté, como habría hecho con cualquier otro hombre, pero no se podría decir que me gustara demasiado la experiencia. Me quedé helada, pensando que seguramente, era eso lo que no debía tomarme personal. Casi suspiré aliviada, pues de haber sido otra cosa, sería todavía más extraño e incomodo. El dolor de cabeza desapareció casi de inmediato. Miré, todavía demasiado sorprendida, al hombre que tenía en frente, y solo pude pensar en una palabra. Phral.
Yuna Rutledge- Gitano
- Mensajes : 269
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Edad : 29
Localización : ¿Una sola?
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Encuentro Mágico [Maia]
“Dejarte caer sería dañarme a mí mismo, jamás te soltaría ni aún a cuestas de mi vida. Porque te aprecio, como a pocas personas a mi alrededor llego a apreciar, necesito cuidarte, acariciarte, complacerte en cada una de las cosas que desees y por ello me es imposible aceptar que te lastimes frente a mí.”
Sus palabras me reconfortaban de una forma sumamente extraña, pues me sentía complacido de tener respuestas, pero al mismo tiempo sumamente confundido. A qué se refería? Que quería decirme con ello? Eso significaba que no tenía que sorprenderme o asustarme con aquel hombre que me había dicho esas cosas, como si lo supiera todo… Definitivamente con eso no estaba convenciéndome de nada, solamente de que los gitanos eran gente a las cuales no quería acercarme, no había dudas que eran seres que me daban demasiado miedo, o es que quizá yo mismo era demasiado susceptible a ellos. No había forma de hacerme pensar en otra cosa y por ello mis ojos rodaron como quien tiene ironía en su pensar. — Ahora ya no os quiero creer~ Me he llevado un buen susto y aun ahora no logro entender que es lo que sucedió… Vosotros siempre con cosas extrañas deambulando alrededor y pensar que yo soy el más raro a nivel físico! — Negué y con una risita comencé a mirarla, inspeccionar su rostro… Estaba más delgada? Sus cabellos estaban diferentes, de alguna forma, sentía que algo estaba mal y no tenía idea qué.
Mordí mi labio inferior con suavidad en lo que abanicaba mi rostro a los costados, pensativo, volando entre sentimientos que no podía razonar, con ella siempre era el “destino”, siempre eran cosas de los astros, cosas ya escritas, jamás era casualidad y eso me encantaba, la daba misterio a algo que para muchos era simplemente algo natural y pasajero. Y esas cosas siempre me resultaban muy monótonas, era preferible pensar en que las personas se unían para un fin en común y no que simplemente eran cosas que sucedían y nada más. Por ello proseguí con lo que estaba haciendo, tomando sus labios con mucho cuidado, dejando que mi sangre pase por su garganta. Ella se dejaba y eso me complacía, me gustaba que la fe estuviese de mi lado, me hacía sentir no tan bestia como era, y cuando algunas gotas cayeron, me separé, la miré y acaricié sus cabellos, su cuello y parte de donde estaba su oreja, sonriéndole con suma dulzura. — Os sentís mejor? Ahora respondedme, que os sucede Roham? Estáis extraña, como con miedo, habéis adelgazado? — Mi entrecejo se frunció nuevamente por aquel pensamiento y me puse de pie, buscando algún puesto de comida alrededor. Lo único que encontré fue un carro que vendía aquellas asquerosas comidas al paso y simplemente no me convenció. Negué y me agaché para volver a tomarla en brazos, como con miedo a que si la soltaba desapareciera.
—Os invito a comer algo. Que os parece? Ya están todas las cartas? Falta alguna? Quizá puedo regalaros un mazo nuevo. Estoy preocupado, se me nota? Tantos silencios entre vuestras palabras me escriben “te miento” en el aire. — Mirándola con sarcasmo e ironía quizá estaba un poco molesto por lo que había sucedido esa misma noche, pero era más el pensar que ella había tenido problemas y yo no me había enterado. Intenté no seguir pensando en eso, la arrullé entre mis brazos y la inspeccioné, observé sus pies, sus rodillas, sus piernas, sus brazos y todo lo que conllevaba y luego su rostro, el cual me quedé mirando con suma atención. — Qué me ocultáis, gitana? — Los pasos se hacían presentes, empezaba a caminar hacia algún lugar no muy lejano de allí, no estaba seguro el destino que tenía, pero tampoco me importaba, por lo pronto quería salir de ese lugar, donde seguro nos podríamos encontrar con aquel romaní que antes me había atormentado. De pensarlo un nuevo escalofrío recorría mi espalda. No podía permitirme asustar frente a ella nuevamente, tenía que estar fuerte, porque ella parecía necesitarlo.
“Qué es lo que me habéis hecho? Desde cuando los sentimientos no egoístas albergan mi mundo? Desde cuando pienso más en ti, en los demás que en mi mismo? Es como si hubiese madurado y eso es extraño, pues la maldición de la soberbia albergó en mí hace tiempo y los restos de aquel sentir han seguido persistiendo hasta no hace mucho tiempo.”
Invitado- Invitado
Re: Encuentro Mágico [Maia]
La noche estabacada vez más fría, y antes de poder concentrarme en él nuevamente, me vino a la cabeza el recuerdo de nuestro encuentro pasado, ahí cuando el sol estaba a punto de hacerse presente y tuvimos que huir de él. Aun faltaban varias horas para que nos preocupáramos por eso, pero en esta ocasión no deseaba tener que despedirme de él tan pronto. Volví a la realidad cuando noté sus palabras preocupada que, a su vez, iban cargadas de reproche y enfado. Lo entendía perfectamente, pero con todo y eso, me fue imposible no cambiar mi expresión y levantar los hombros, a la defensiva.
— ¡No miento! —repliqué, no muy convencida de mi misma. Hasta el momento no había dicho ninguna mentira, pero Hero tenía razón, mi silencio era suficiente para hacer notar las palabras poco optimistas que me picaban en la garganta. Suspiré con resignación, aferrandome a sus hombros y escondiendo el rostro en su cuello. Si pudiera quedarme ahí toda la noche, tal vez pudiese compensar lo mal que la había pasado unas semanas atrás. Pero mi querido vampiro no era una persona paciente, lo había comprobado antes con sus manos temblorosas ante mi vacilación, de modo que me aparté y me esforcé por no desviar la mirada de sus ojos.— Es imposible no notar cuando estás preocupado, así como cuando yo estoy ocultando algo. —accidentalmente una mueca de hambre se formó en mis labios.— Cada vez que mencionas comida me sucede eso. ¡Acabaré siendo una caprichosa por tu culpa! No tienes remedió...
Sacudí la cabeza con una sonrisa nerviosa, la cual desapareció casi al instante, como un globo que va perdiendo altitud y forma y cae al suelo. Era difícil explicarse cuando los ojos de alguien como él se posaban sobre mi. Había algo pesado en ella, como si estuviese acostumbrado a juzgar con la mirada, sin que sus labios tuviesen que emitir ninguna palabra. Me sentí sonrojada, no como aquellas jóvenes vírgenes que admiraban por primera vez lo que era un beso romantico. Diría que era como un chiquillo atrapado en medio de su mejor travesura. Quizás era un poco diferente. Bajé la cabeza, sin saber como comenzar, cuando las palabras empezaron a fluir por si mismas.
— Cuando me marché de tu casa, al amanecer, me topé con una mujer. —gruñí a lo bajo.— Tenía forma de zorro, así que era una cambiaformas. Pero en su forma humana también era muy temible. Por algún motivo me persiguió hasta atraparme, y cuando lo hizo... —gruñí todavía más fuerte, esta vez por lo enojada que estaba de haber dejado escapar un par de lágrimas. Hice lo posible por continuar sin que los sollozos se hicieran presentes.— Bien, me encerró. No hizo mucho más que eso, salvo unos cuantos golpes que recibí por resistirme. Pero los gitanos no soportamos estar encerrados... es un castigo muy cruel. No sé cuanto tiempo estuve ahí, porque la primera noche fue bastante mala por si misma. Según lo que supe por la mujer, el mismo hombre que intentó atacarme antes, del que te conté, quiso retenerme ahí y obligarme a leer su futuro... pero nunca llegó.
Tomé aire con dificultad, antes de proseguir, ya cuando las lágrimas disminuían. Odiaba tener que recordar la claustrofobia de estar encerrada dentro de cuatro paredes, a oscuras, con el miedo a que alguien entrara de pronto a terminar el trabajo. Sacudí la cabeza con vigor.
— Escapé a duras penas, porque no estaba tan cerca como suponía al principio. Pensé en buscarte, pero entonces no estaba segura de nada... ni siquiera de si aquella mujer seguiría tras de mi. —suspiré y acaricié su cabello oscuro, como si eso pudiese calmarme mejor que cualquier otra cosa.
— ¡No miento! —repliqué, no muy convencida de mi misma. Hasta el momento no había dicho ninguna mentira, pero Hero tenía razón, mi silencio era suficiente para hacer notar las palabras poco optimistas que me picaban en la garganta. Suspiré con resignación, aferrandome a sus hombros y escondiendo el rostro en su cuello. Si pudiera quedarme ahí toda la noche, tal vez pudiese compensar lo mal que la había pasado unas semanas atrás. Pero mi querido vampiro no era una persona paciente, lo había comprobado antes con sus manos temblorosas ante mi vacilación, de modo que me aparté y me esforcé por no desviar la mirada de sus ojos.— Es imposible no notar cuando estás preocupado, así como cuando yo estoy ocultando algo. —accidentalmente una mueca de hambre se formó en mis labios.— Cada vez que mencionas comida me sucede eso. ¡Acabaré siendo una caprichosa por tu culpa! No tienes remedió...
Sacudí la cabeza con una sonrisa nerviosa, la cual desapareció casi al instante, como un globo que va perdiendo altitud y forma y cae al suelo. Era difícil explicarse cuando los ojos de alguien como él se posaban sobre mi. Había algo pesado en ella, como si estuviese acostumbrado a juzgar con la mirada, sin que sus labios tuviesen que emitir ninguna palabra. Me sentí sonrojada, no como aquellas jóvenes vírgenes que admiraban por primera vez lo que era un beso romantico. Diría que era como un chiquillo atrapado en medio de su mejor travesura. Quizás era un poco diferente. Bajé la cabeza, sin saber como comenzar, cuando las palabras empezaron a fluir por si mismas.
— Cuando me marché de tu casa, al amanecer, me topé con una mujer. —gruñí a lo bajo.— Tenía forma de zorro, así que era una cambiaformas. Pero en su forma humana también era muy temible. Por algún motivo me persiguió hasta atraparme, y cuando lo hizo... —gruñí todavía más fuerte, esta vez por lo enojada que estaba de haber dejado escapar un par de lágrimas. Hice lo posible por continuar sin que los sollozos se hicieran presentes.— Bien, me encerró. No hizo mucho más que eso, salvo unos cuantos golpes que recibí por resistirme. Pero los gitanos no soportamos estar encerrados... es un castigo muy cruel. No sé cuanto tiempo estuve ahí, porque la primera noche fue bastante mala por si misma. Según lo que supe por la mujer, el mismo hombre que intentó atacarme antes, del que te conté, quiso retenerme ahí y obligarme a leer su futuro... pero nunca llegó.
Tomé aire con dificultad, antes de proseguir, ya cuando las lágrimas disminuían. Odiaba tener que recordar la claustrofobia de estar encerrada dentro de cuatro paredes, a oscuras, con el miedo a que alguien entrara de pronto a terminar el trabajo. Sacudí la cabeza con vigor.
— Escapé a duras penas, porque no estaba tan cerca como suponía al principio. Pensé en buscarte, pero entonces no estaba segura de nada... ni siquiera de si aquella mujer seguiría tras de mi. —suspiré y acaricié su cabello oscuro, como si eso pudiese calmarme mejor que cualquier otra cosa.
Yuna Rutledge- Gitano
- Mensajes : 269
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Edad : 29
Localización : ¿Una sola?
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Encuentro Mágico [Maia]
“El ave oscura profesa la verdad, con sus parpados girados te mira profundamente, allí, sin que puedas escapar. Es el escondite más inhumano, pero el más cuidado. El alma. No pienses en mentirme, se mas de mentiras de las que sabe un payaso. Pues envuelto en aquel lugar lejano he estado y allí aprendí más de lo que has imaginado”
Mi sonrisa era brillosa ante sus palabras, en tanto pasaba una mano por su cintura, la mantenía pegada a mí, como con miedo a que ella se separara y al final volviéramos como al principio, perdidos el uno del otro, buscándonos sin poder hacer cruzar nuestros caminos. Pero estaba atento, admirando su cuerpo, sus delicadas manos, su piel, su todo. Había algo que estaba muy mal y por más que pensaba y pensaba, solo estupideces pasaban por mi mente. Tomé una bocanada de aire y negué un poco, riendo de forma socarrona. — No os creo. Ah! Entonces qué queréis comer? Seguro que algo con mucha energía. Vuestro cuerpo siempre ha parecido una pluma, pero una fuerte, de aves jóvenes, pero hoy está más débil, como la pluma de un ave bebé, recién nacida~— Le comentaba y al momento me quedaba en silencio, observándola fijo a los ojos, sonriendo por aquella mirada avergonzada que me regalaba, que se iba calmando a medida que los segundos se movían con las agujas del reloj. Se apaciguaba hasta convertirse en algo más personal, en una historia que empezaba desde donde yo no quería y seguro terminaría en algo que simplemente me rehusaba a escuchar. Mordí mis labios y miré a los costados, buscando alguna forma de escaparme, pero sabía que era imposible, porque no podía dejarla sola, por ello y por mí misma curiosidad me plantaba para poder abrir mis orejas, dejar que sus palabras se metan en mi mente, aun a cuestas de un dolor.
—Justo después de salir…? Por qué… Umgh… Y yo no lo noté y aún si lo hubiese notado… no podría haber salido… Oh… Roham— Qué es lo que podía hacer ante tales cosas que me decía la gitana? Mi pobre y triste melancolía se hacía presente, una lágrimas color rosada caía de mi ojo y me apretaba contra ella, sujetándola con fuerzas, como quien tiene miedo de todo a su alrededor. Como podía ser posible?! Ella no había podido ser protegida por mí! Y aún si yo lo hubiese podido presentir, nada podía hacer, porque era de día y el sol me mataría de apenas intentarlo. Una perdida sin ningún sentido era lo único que hubiese podido hacer, pero aun así, aún y con todo, me sentía tan culpable. Para qué la querían? Había montones de gitanas por París o al menos, yo siempre terminaba encontrándome alguna y me erizaba de pies a cabeza. Quizá era que solo yo tenía mala suerte. — Esperemos que este muerto o… tendré que ir a terminar el trabajo. Ay no… no botéis sal de vuestros ojos, venga, comeréis algo rico, la comida hace feliz, no? — Jugué mientras seguía el paso, pensativo, pero sin demostrarlo demasiado, tocando sus mejillas, mientras observaba su cuerpo entero y me preguntaba cuanto tiempo había estado encerrada. — Puedo imaginar que tan molesto puede ser estar encerrado, creedme… Mucho tiempo fue el que viví de ese modo, pero claro que no tiene nada que ver con esto que os ha pasado. Y que os duele? Algún golpe que no os haya curado? Ya sabéis que puedo ayudaros en eso, por favor, no me ocultéis nada gitana, u os sacaré la verdad a las cosquillas!—
Exclamé y con la mayor dulzura que pude y limpié sus lágrimas, sintiendo como ella me revolvía el cabello y provocaba que una risa suave se expandiera por mis labios, pronto llegábamos a la parte más cercana a lo central. Pero no estaba seguro si ella quería ir allí, quizá estaría bien ir a la casa. Allí ella podría relajarse… Sí, le preguntaría. — Os gustaría ir a casa? Esta vez podríais hacerme compañía por algunos días o un par de horas, podemos compraros ropa nueva, porque así con el borde de vuestro vestido mojado, nono, os enfermaréis. Unas vacaciones pequeñas? Relajaos conmigo. No os arrepentiréis. Ah! Parece que os estoy vendiendo un perfume por la calle. Hahaha. — Cubrí mis labios y con la mayor de las vergüenzas me puse a negar, mordiendo mi labio inferior para poder verla fijamente a los ojos, acariciando su mejilla como quien intenta consolar a un niño, solo que en ese caso, era yo el niño, que intentaba de alguna forma, hacer que el ánimo de la gitana suba un poco, se alegre. Realmente era yo, el único que podía sonreír de esa forma, aun habiendo pasado tres meses de completo cautiverio en las garras del cuervo negro. No sabía cómo era que podía mantener el ánimo, pero lo agradecía todas las noches en las que me levantaba.
“Y qué es lo que piensas hacer? Descansar en las tenazas de un depredador innato o seguir en las calles de la desolación, siendo perseguida por tu sombra que podría ser un zorro feroz. Ven conmigo! Soy la salvación más suave que tienes. Y la que mas te complacerá en todos tus caprichos.”
Invitado- Invitado
Re: Encuentro Mágico [Maia]
Hacía mucho tiempo, antes de conocer a Hero, me creí incapaz de llorar puesto que todo me parecía igual de monotono, todo el tiempo. Luego de conocerle, supuse que derramar algunas lágrimas en pos de la belleza era justificable; ¿cómo no llorar con esos ojos oscuros y brillantes clavados en mi? Era una mezcla de dulzura y preocupación. Por otro lado, a esas alturas de mi vida, me sentía más vulnerable que antes, pues la claustrofobia seguía siendo de mis peores debilidades. A sus abrazos y caricias, respondí como un niño que cultiva atención y afecto. La presencia de ese vampiro me hizo darme cuenta que, si hubo algo que me mantuvo cuerda el tiempo que no pude ver ni un amanecer, fue él. Un pequeño rayo de luz que se mecía en mis recuerdos. Me aferré a él, cómoda con su fuerza y su ferviente necesidad de tener control.
Al terminar de narrar algo que, personalmente, me hubiese gustado guardar en silencio, sentí que un gran peso de encima me era arrebatado. ¿Así se sentiría desembocar la verdad? Era reconfortante y doloroso a la vez. En el rostro de mi querido amigo, además, podía verse cierto remordimiento. ¿Por qué? Lo miré alarmada, pues él sería la última persona a la que podría reprocharle algo. Sin duda en mis movimientos, besé su frente y sus mejillas, como si los pequeños e inofensivos besos pudieran alejar los malos sentimientos. Podía ser ingenua, pero luego de aquel encierro, tenía la sensación de que podía besar durante años sin cansarme.
— Olvídate de eso, como intento hacerlo yo. —le supliqué en un susurro. Sabía que se trataba de una petición egoísta, en especial porque, incluso si yo intentaba olvidar el trauma vivido hacía poco tiempo, nunca conseguiría ser la misma de siempre. Ahora era más atenta y desconfiada. Para ser sincera, no me agradaba entrar, con o sin compañía, lugares cerrados.— No sé que pasó de las personas que me tuvieron ahí, pero eso ahora no importa. No quiero volver a ver el rostro de esa mujer, y me importa poco si ese hombre sigue vivo. Y solo... —me sequé las lágrimas y conseguí un atisbo de sonrisa.— Quiero estar contigo un poco más. La última vez fue todo muy precipitado. Y pues...
Sacudí la cabeza, un poco frustrada. A las palabras de Hero, no sabía responder. En su mano había visto encierro, pero no había mencionado nada debido a que él tenía la vida más complicada que jamás hubiese visto. Al menos, de manera superficial. Tenía la curiosidad a flote cuando estaba a su lado, y por ello mismo, el control sobre mis impulsos de preguntar cosas privadas estaba siendo perfeccionado. Cuando sus últimas palabras cayeron sobre mi, al principio, no supe que responder. Claro que me encantara ir de nuevo con él y alegrar mi vista con esa preciosa mansión, pero la pequeña vena romaní seguía latiendo en mi, poco gustosa de los bienes materiales. Tiempo atrás, la idea de vestidos nuevos y ciertos lujos me habría parecido repulsiva, pero sinceramente... solo me importaba estar con él, de modo que asentí, sonriente.
— Si, me encantaría ir contigo. Y... —solté una carcajada, una de esas frescas que salen sin querer, como campanillas.— Con ese rostro y esa voz, podrías vender todo tipo de chucherías. ¡Todo mundo las comprarían gustosos! Tienes mucho encanto. Oh, estoy desviandome un poco del tema... uhm... — le dediqué una de mis viejas sonrisas, acariciando las puntas de su cabello.— Solo quiero pasar tiempo contigo, ¿si? Si me das de comer, tarde o temprano te pagaré, y no acepto un no por respuesta.
Al terminar de narrar algo que, personalmente, me hubiese gustado guardar en silencio, sentí que un gran peso de encima me era arrebatado. ¿Así se sentiría desembocar la verdad? Era reconfortante y doloroso a la vez. En el rostro de mi querido amigo, además, podía verse cierto remordimiento. ¿Por qué? Lo miré alarmada, pues él sería la última persona a la que podría reprocharle algo. Sin duda en mis movimientos, besé su frente y sus mejillas, como si los pequeños e inofensivos besos pudieran alejar los malos sentimientos. Podía ser ingenua, pero luego de aquel encierro, tenía la sensación de que podía besar durante años sin cansarme.
— Olvídate de eso, como intento hacerlo yo. —le supliqué en un susurro. Sabía que se trataba de una petición egoísta, en especial porque, incluso si yo intentaba olvidar el trauma vivido hacía poco tiempo, nunca conseguiría ser la misma de siempre. Ahora era más atenta y desconfiada. Para ser sincera, no me agradaba entrar, con o sin compañía, lugares cerrados.— No sé que pasó de las personas que me tuvieron ahí, pero eso ahora no importa. No quiero volver a ver el rostro de esa mujer, y me importa poco si ese hombre sigue vivo. Y solo... —me sequé las lágrimas y conseguí un atisbo de sonrisa.— Quiero estar contigo un poco más. La última vez fue todo muy precipitado. Y pues...
Sacudí la cabeza, un poco frustrada. A las palabras de Hero, no sabía responder. En su mano había visto encierro, pero no había mencionado nada debido a que él tenía la vida más complicada que jamás hubiese visto. Al menos, de manera superficial. Tenía la curiosidad a flote cuando estaba a su lado, y por ello mismo, el control sobre mis impulsos de preguntar cosas privadas estaba siendo perfeccionado. Cuando sus últimas palabras cayeron sobre mi, al principio, no supe que responder. Claro que me encantara ir de nuevo con él y alegrar mi vista con esa preciosa mansión, pero la pequeña vena romaní seguía latiendo en mi, poco gustosa de los bienes materiales. Tiempo atrás, la idea de vestidos nuevos y ciertos lujos me habría parecido repulsiva, pero sinceramente... solo me importaba estar con él, de modo que asentí, sonriente.
— Si, me encantaría ir contigo. Y... —solté una carcajada, una de esas frescas que salen sin querer, como campanillas.— Con ese rostro y esa voz, podrías vender todo tipo de chucherías. ¡Todo mundo las comprarían gustosos! Tienes mucho encanto. Oh, estoy desviandome un poco del tema... uhm... — le dediqué una de mis viejas sonrisas, acariciando las puntas de su cabello.— Solo quiero pasar tiempo contigo, ¿si? Si me das de comer, tarde o temprano te pagaré, y no acepto un no por respuesta.
Yuna Rutledge- Gitano
- Mensajes : 269
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Edad : 29
Localización : ¿Una sola?
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Encuentro Mágico [Maia]
“La luz es lo que me caracteriza, pero de dónde viene? Donde sale lo único por lo que las personas piensan que soy especial? Necesito encontrarlo, porque de no ser así, se acabarán las provisiones y me quedaré solo, triste y eternamente frustrado.”
Me respondía como yo quería, tan dulcemente como yo la recordaba, aunque menos molesta, como si algo le estuviese o le hubiese pasado y yo no me terminaba de enterar de todo. Recordaba una gitana más hiperactiva, con aquella risa que la caracterizaba y unos ojos que me hipnotizaban cuando me miraban fijamente. Pero todo me decía que la gitana que recordaba era ella, que no era un simple espejismo. Pero también me decía… Que algo había ocurrido, más tortuoso aún de lo que me había aclarado anteriormente. Pero no estaba esperando una respuesta clara de ella. Sabía que en momentos como esos, muchas veces las personas se cerraban y lo ocultaban todo. Pero no era tan malo… Al fin y al cabo yo lo único que buscaba era hacerla sentir mejor, sacándola de sus preocupaciones, al menos por un impetuoso momento. Y suspiré cuando sus besos se presentaron suavemente en mis mejillas, provocando que una dulce sonrisa saliera de mis labios, se reflejara en mi rostro y se aplastara contra la muchacha. — Mmm? Imposible Roham. No lo olvidaré, pero puedo haceros pensar que sí. — Dije con una sonrisa de lado a lado y la apretujé entre mis brazos, mientras comenzaba a mirar a los lados nuevamente, como buscando algún indicio de aquel gitano que antes había aparecido. Pero nada. Estábamos rodeados de gente común y corriente, o quizá no, pero nadie que pareciera ser una amenaza hacía nosotros.
La miré de reojo como pensativo, asintiendo por esas palabras glotonas que salían de su boca. Había alguien más dulce que ella? La verdad era que me costaba pensar en que sí. Y por el momento no me interesaba. Lo que sí, era, quién podía ser aquella persona? Simplemente me costaba mucho pensar en que podrían ser inquisidores o cazadores. Usualmente no se la agarraban tanto con los gitanos o gitanas. Aunque decían que eran brujos, así que muchas veces los terminaban quemando en una hoguera. Pero no raptarlos! Secuestrarlos de ese modo!? Jamás había oído de algo tan ridículo. Lo más común era avisar y quemarlos en medio de la plaza principal. Y si hubiese sido así, nos hubiésemos enterado. Y solo conocía a una Roham gitana, la cual, absolutamente no dudaría en socorrer si fuese necesario. Aun teniendo que disfrazarme de un animal para hacerlo. Aun teniendo que mandar a muchas personas por que fuese en el sol. No podría permitir que algo así le ocurriese. — Bueno, si es así… Bueno, pero no aquí, aquí hicimos mucho alboroto, mejor vayamos lejos, no queremos que ninguna persona mala nos venga a atacar, no? Ya sabéis que yo no soy muy poderoso ni nada de eso. Como mucho podré correr con vos en mi espalda y lograr escapar. — Le advertí mientras buscaba un taxi en la primera calle que encontraba. Estábamos lejos de lo que era mi hogar. Pues yo vivía por dentro del bosque, estar cerca de la civilización, era tener un cartel pegado en la frente que decía “Soy vampiro, quema mi casa y me moriré.” Y no. No quería morir, no en vano, al menos.
— Le diré a alguien que llame a una modista. Que color os gusta? Aaahhhh Que queréis decir?! Bueno, yo puedo vender lo que queráis! O algo así, hahaha. Mmm claro, podéis tener una deuda conmigo de por vida. No es que os la vaya a reclamar nunca. — Subí los hombros ante su “Y no acepto un no por respuesta”, yo simplemente la dejaba hacer. Si ella quería realmente pagar su deuda, yo lo único que deseaba era poder mantener un, al menos, diminuto grupo de amigos. Gente que realmente apreciaba y que me había hecho sentir muy bien. Antes, los primeros años que me había mudado a París, era más frío, más distante. Haber estado tanto tiempo sin el contacto con las personas me había llevado a encerrarme en mi mismo. Investigaba a las personas de cerca. Las relaciones, como reaccionar, lo que me parecía bueno y malo. Me había dado cuenta de muchas cosas que no tenía que hacer. Y ya cuando me sentí algo preparado, en ese instante pude tranquilizarme, empezar a hacer sociales sin pensar solo en mí. Aunque la soberbia en un momento me había tenido como rehén. Ahora eso no eran más que recuerdos del pasado que no quería olvidar jamás. Enseñanzas que me había ayudado a crecer hasta ser quien era. — Subid por favor. Vamos, os enseñaré a cocinar. Qué os gustaría? Quizá un primer plato de fromage de tête pâté , cabeza de cerdo en gelatina, o bouillabaise, es decir sopa de pescado, o un blanquette de veau, estofado de ternera en salsa blanca? De postre os podemos hacer una tarte aux pommes, que es tarta de manzana. Podemos compartir un licor pastís, ese sí que es bueno. Tenéis tolerancia al alcohol? — Mientras esperaba que se subiera al taxi, que era un carruaje elegante, donde se llevaba a pasear a diferentes lugares a las personas o a un lugar exacto. Rápidamente, yo le indiqué que empezara el camino hacía el bosque y volví a ella, con la sonrisa triunfante pegada al rostro. Tendría a la gitana conmigo por un buen tiempo, estaba seguro que sería muy interesante conocerla. Me preguntaba si me podría enseñar a leer las cartas o las manos. Aunque quizá se nacía sabiendo eso. Aun no lo tenía muy claro.
“Las cartas indican que tú y yo podremos llegar a conocernos tanto que el mundo podría dar un vuelco para ambos dos y encerrarnos en la felicidad eterna.”
Off rol: Te parece que respondes y abro tema en la residencia o quieres ya abrirlo tú? A mí me da lo mismo.
Invitado- Invitado
Re: Encuentro Mágico [Maia]
Había un suelo bajo mis pies, porque no soñaba ni imaginaba nada. Hacía tiempo, ya fuese por los últimos acontecimientos en mi vida, o por las nuevas preguntas que surgieron a partir de lo mismo, empezaba a sentir que mi existencia era el breve suspiro de un novelista mal inspirado. Como si no viviera del todo. Dormir, caminar y hablar, eran cuestiones que mi cuerpo realizaba más por costumbre que por verdadero placer. Y cuando el contacto de Hero, mi dulce phral, me brindó esa fría calidez, un cosquilleo de felicidad me recorrió el alma. Sonreí como una boba, encantada de sentir que ese "algo" hermoso y constante en mi volvía. Me sentía ligeramente yo de nuevo. Sus palabras lo condenaban a mis reproches, pero por el momento, callaría. No tenía manera de molestarme con él.
— ¡Eres poderoso! —le recordé, conteniendo una sonora carcajada. No deseaba crear una polémica, pero ese vampiro debía ser consciente de que, si él se creía débil, entonces yo era poco más que una pequeña e inofensiva ardilla, que su única ventaja era la velocidad y el descaro de trepar por donde fuera necesario para escapar. Bien, se lo haría saber siempre que se le olvidara.— No sé que tipo de gente sea con la que sueles tratar, phral... pero me impactaría saber que hay alguien más fuerte que tu. Es decir, con lo que me diste de comer esa noche, me sorprendió mucho que pudieses levantarme. Ahora calla, vampiro, llamarás la atención de la gente con tantas palabras. No sé quien podría cuchichear más que tu...
Hice una pausa, fingiendo seriedad, pero me fue imposible no reír por la tontería que acababa de decir. ¿Cuando fue la última vez que mencioné una necedad como esa? Si, Hero sabía mantener una conversación con muchas palabras, pero yo era quizás la última persona que pudiese reprocharle por ello. Hablaba tanto como él, y quizás por eso mismo el tiempo era poco para estar a su lado. Suspiré dramáticamente, pues no quería soltarle. Lo hice a regañadientes y permití que montara el precioso y elegante carruaje. Yo hubiese preferido montar un caballo, de no ser porque la idea de pasear en carruaje con Hero me parecía encantadora. Colgué un pie en el escaloncillo y sonreí de oreja a oreja.
— Oh, mi color favorito es el verde... o el rojo... ¿Será el dorado? Es difícil elegir cuando se usa tantos colores en la ropa. —medité el asunto cuando hubiese subido del todo y la puerta estuviese cerrada. Mi postura, incluso para ser gitana, no era tan pésima como podría serlo. A esas alturas no lo recordaba, pero desde muy pequeña mis abuelos habían insistido en moldear mis modales con mano dura.— Vaya que si tengo tolerancia al alcohol. Diría que son años los que he pasado en compañía de una copa o dos. No se nota demasiado, ¿o si? No me considero una bebedora, pero sé que para ser una mujer no es una costumbre adecuada. Incluso para mi gente, es algo incorrecto. —sacudí la cabeza, alejando el tema. Admiré las facciones de Hero, como si aun no pudiera creer que volvía a verlo, y dejé la conversación banal para cuando el taxi hubiese llegado a su destino.— Mi querido phral, hay algo que quisiera decirte... como un secreto, por el momento. ¿Si? —me acerqué a él, con una sonrisa traviesa, y susurré.— Mi nombre es Maia, así que ahora puedes llamarme así.
OFF: Mejor abre tu, así me ambiento mejor porque no me acostumbro a tu mansión(?) xD
— ¡Eres poderoso! —le recordé, conteniendo una sonora carcajada. No deseaba crear una polémica, pero ese vampiro debía ser consciente de que, si él se creía débil, entonces yo era poco más que una pequeña e inofensiva ardilla, que su única ventaja era la velocidad y el descaro de trepar por donde fuera necesario para escapar. Bien, se lo haría saber siempre que se le olvidara.— No sé que tipo de gente sea con la que sueles tratar, phral... pero me impactaría saber que hay alguien más fuerte que tu. Es decir, con lo que me diste de comer esa noche, me sorprendió mucho que pudieses levantarme. Ahora calla, vampiro, llamarás la atención de la gente con tantas palabras. No sé quien podría cuchichear más que tu...
Hice una pausa, fingiendo seriedad, pero me fue imposible no reír por la tontería que acababa de decir. ¿Cuando fue la última vez que mencioné una necedad como esa? Si, Hero sabía mantener una conversación con muchas palabras, pero yo era quizás la última persona que pudiese reprocharle por ello. Hablaba tanto como él, y quizás por eso mismo el tiempo era poco para estar a su lado. Suspiré dramáticamente, pues no quería soltarle. Lo hice a regañadientes y permití que montara el precioso y elegante carruaje. Yo hubiese preferido montar un caballo, de no ser porque la idea de pasear en carruaje con Hero me parecía encantadora. Colgué un pie en el escaloncillo y sonreí de oreja a oreja.
— Oh, mi color favorito es el verde... o el rojo... ¿Será el dorado? Es difícil elegir cuando se usa tantos colores en la ropa. —medité el asunto cuando hubiese subido del todo y la puerta estuviese cerrada. Mi postura, incluso para ser gitana, no era tan pésima como podría serlo. A esas alturas no lo recordaba, pero desde muy pequeña mis abuelos habían insistido en moldear mis modales con mano dura.— Vaya que si tengo tolerancia al alcohol. Diría que son años los que he pasado en compañía de una copa o dos. No se nota demasiado, ¿o si? No me considero una bebedora, pero sé que para ser una mujer no es una costumbre adecuada. Incluso para mi gente, es algo incorrecto. —sacudí la cabeza, alejando el tema. Admiré las facciones de Hero, como si aun no pudiera creer que volvía a verlo, y dejé la conversación banal para cuando el taxi hubiese llegado a su destino.— Mi querido phral, hay algo que quisiera decirte... como un secreto, por el momento. ¿Si? —me acerqué a él, con una sonrisa traviesa, y susurré.— Mi nombre es Maia, así que ahora puedes llamarme así.
OFF: Mejor abre tu, así me ambiento mejor porque no me acostumbro a tu mansión(?) xD
Yuna Rutledge- Gitano
- Mensajes : 269
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Edad : 29
Localización : ¿Una sola?
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Encuentro Mágico [Maia]
off rol: Entonces abro pronto en la residencia y edito este tema poniendo el link.
Edit, sigue en: CENICIENTA
[CERRADO]
Invitado- Invitado
Temas similares
» Cenicienta - Maia
» El Caos mágico brujeril
» Un encuentro mágico (privado)
» Maia Moreau
» Mágico encuentro || Leonardo || Flashback
» El Caos mágico brujeril
» Un encuentro mágico (privado)
» Maia Moreau
» Mágico encuentro || Leonardo || Flashback
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour