Un encuentro mágico (privado)

Mientras saludaba con la cabeza a algunos conocidos de su tía, se adentró en la fiesta. Esta noche se reunía la alta sociedad y la nobleza por una causa benéfica, la construcción de un nuevo orfanato.

Sabía lo que estaban comentando la mayoría de esas personas. Todos comentaban como en su fiesta de presentación había sido acusada de brujería. Ella y su amiga Zafiro eran el centro de atención de esa fiesta, y sentía ganas de huir y esconderse. Odiaba ser el centro de atención, pero afortunadamente, todos creían que ella era una pobre víctima de una confusión.

Sonrió tristemente, si supiesen la realidad, ellos mismos la hubiesen entregado, una joven bella, rica y simpática eran suficientes motivos para ganarse muchos enemigos y envidias entre los miembros de su misma clase social. Ser bruja, sólo hacía que empeorasen las cosas.

Sacudió la cabeza alejando los malos pensamientos, ella había acudido para que todos viesen que seguía siendo Ruslana, la perfecta joven de clase alta sin ninguna falla. Mientras eso siguiese así, no correría peligro.

Acompañada de su amiga Zafiro, creaban un duo completamente diferente. Su pequeña amiga era una belleza salvaje de pelo negro y ojos azules, vestida hoy, con un precioso vestido azul fuerte. Y, ella, una joven tímida y alta, de ojos marrones y un largo cabello castaño. No sólo su color de piel hacía que dijesen que eran como "la noche y el día", sino que sus carácteres eran diferentes. Ruslana era tranquila y amable, Zafiro inquieta e indomable. Sus disparidades, lejos de confrontarlas, las unían más, y el espectáculo que creaban juntas, hacían que los jóvenes acudiesen como abejas a un panal de miel.

A los pocos minutos de haber llegado, ya habían conseguido llenar sus libros de bailes. Ahora buscaban un sitio donde sentarse y hablar tranquilamente antes de que los jóvenes volviesen a reclamarles sus bailes.

Aunque la fiesta marchaba estupendamente, no podía quitarse la sensación de ser observada. Se sentía como una presa a punto de ser capturada, y cada segundo que pasaba, aumentaba la sensación de fatalidad. Miró a Zafiro diciéndole:

- ¿Has notado algo extraño esta noche?. No puedo quitarme la sensación de estar siendo vigilada.- Dirigiendo su mirada por la habitación, no divisaba nada anormal, salvo... Su mirada fue capturada por unos ojos negros, que la observaban intensamente. El tiempo pareció pararse, dejó de escuchar las conversaciones animadas de los invitados. Ya no existía nada, salvo esos ojos y la amenazan que emanaban. Pero antes de que pudiese observar algo más del hombre de los ojos negros, sintió como sacudían su brazo.

- Rus, ¿estás bien?, llevo un rato hablándote.- Asintiendo hacia ella levanté mi mirada, descubriendo que, donde segundos antes había estado un hombre, ahora sólo había vacío.

- Me... pareció ver algo.- Sacudí mi cabeza alejando la sensación de peligro, y sonreí a mi amiga- Debo haberme confundido.

Miré el corset y suspiré. Mi madre fue la que me ayudó a ponérmelo. Me sentía ahogada y a punto de explotar y para el colmo me hacía mas pecho del que ya tenía. Ningún hombre me miraría a la cara aquella noche. Me puse otro vestido que me regaló Rus. Desde luego esta chica me iba a llenar el armario. El color del vestido hacia resaltar mis ojos y mi piel morena. Miré mi indomable pelo y decidí colarme una bonita horquilla en un lado para recogerme un poco el flequillo y el pelo de esa parte.

Cuando llegué junto a Ruslana a la fiesta todo me pareció increíble. - Me acabarás matando si me sigues poniendo corset.- le confesé a mi amiga.- Y me acabaras volviendo una señorita si seguimos viniendo tantas fiestas. - La cara de mi amiga era un poema.- Es broma- le sonreí.

Desde luego estábamos llamando la atención. Los hombres nos miraban con deseos y las mujeres con envidias. Eramos los dos polos opuestos de la belleza. Entonces me di cuenta de que Rus andaba en su propio mundo. Miré a mi amiga e intenté ver que buscaba pero no lo encontré. O al menos no sabía el qué buscar. ¿Habría alguien conocido?- Rus querida creo que debíamos acercarnos coger algo de beber aunque temo que si meto algo en este cuerpo reviente. Por cierto me debes enseñar a sentarme porque casi muero del dolor en el carro.- vi que mi amiga apenas me escuchaba.- Rus, ¿estás bien?, llevo un rato hablándote.- Miré a mi alrededor.- No veo a nadie conocido. Bueno no conozco a toda la gente que tú conoces pero creo que no he visto a nadie.- Un camarero nos trajo una copa. Miré el líquido burdeos y me lo bebí de un tirón ¿Por qué me encontraba tan nerviosa? Intenté respirar profundamente pero las varillas del traje me hicieron daño y acabé por poner cara de dolor. Miré para abajo y ¡sorpresa! no me veía los pies. No pude evitar una carcajada.- Rus- llamé a mi amiga para susurrarlé.- Esta cosa me hace tanto pecho que nisiquiera me veo la parte baja de la falda.

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Intentando evitar soltar la risa que me provocó el comentario de Zafiro, tuve que abrir mi abanico y taparme la boca. Observando que nadie me miraba en ese momento, cosa extraña, reí disimuladamente mientras acercaba mi rostro al de Zafiro. Tapando cuidadosamente nuestros rostros con el abanico, para impedir que nadie salvo nosotras escucháramos nuestros susurros le dije:

-¡ Oh chèrie!, el obtener un mejor busto es una de las funciones del corsé.- Mirando mis pechos, suspiré. Comparada con Zafiro, mis pequeños pechos languidecían a su lado- O puede obrar milagros como en mi caso.

Sonriéndole cariñosamente la tomé del brazo para dar un paseo por la sala. Mientras caminaba quise levantarle el ánimo, estaba estupenda, pero si no estaba segura de sí misma, no sólo lo pasaría mal en la fiesta, sino que perdería el brillo que la convertía en la mujer más bonita de la sala.

- Zafi, eres preciosa siempre. El corsé sólo saca.... una parte destacable de ti, pero si lo deseas te acompañaré al servicio y nos desharemos de él.- Soltando una risita divertida le dije: Podemos sortearlo junto con la cita del señor misterioso de la realeza.

Viendo cómo Zafiro comenzaba a reírse de mi broma, sonreí tiernamente. Iba a hablarle acerca de cómo sentarse con el corsé sin que éste la ahogase, pero una de las sirvientas se acercó a ellas susurrándoles que el pianista no había podido llegar a tiempo. Al parecer la organizadora del evento aún no se lo había notificado a la dueña de la casa.

Notando los nervios y el miedo de la joven, miró a Zafiro preocupada por ella.

- ¿Crees que podrías cantar mientras yo toco el pianoforte?, así podríamos fingir que es parte del repertorio y le daríamos tiempo al músico de llegar.- Sus ojos le suplicaron a Zafiro, quién siempre evitaba las multitudes de personas cuando entonaba una canción- Por favor Zafiro, te prometo que no te haré usar más corsés nunca más- le dije con una sonrisa brillante.

Zafiro me miró fijamente enfadada, pero ante la mueca triste de mi cara, dio un largo suspiro y me dijo:- De acuerdo-.

Sonriéndole, tome la mano de la criada y le dije que preparase el piano para nosotras. Mientras que esperábamos a que las criadas preparasen el piano y las partituras con la melodía que íbamos a cantar e interpretar, llegaron tres jovencitas rubias hasta ella. Aquel trío era mítico, no sólo por la belleza de las doradas jovencitas, sino por la habilidad de su madre a la hora de conseguir que los hombres realizaran propuestas de matrimonio a sus hijas. Pero estas propuestas siempre eran de los mejores candidatos de la alta clase. Personas adineradas y apuestas.

Mientras que revoloteaban al rededor de Zafiro y ella, comenzaron a entonar grititos de alegría y excitación. Al parecer la organizadora les había dicho que todas las damas que se presentaban en sociedad tocarían una canción para dar tiempo a que llegara el pianista.

- ¡ Señorita Ruslana!, ¿ha oído lo que han dicho algunas damas?- preguntó una jovencita rubia. Su nerviosismo era tal que al final de la pregunta, tuvo un estremecimiento.

- ¡Oh Marie, deja que se lo contemos por favor!- dijo la señorita de la máscara verde que estaba a su lado, mientras le tiraba impacientemente del brazo a la rubia.

- ¡ Mon Dieu!, Señorita Ruslana, lo que quieren decirle mis dos hermanas es que corre cierto rumor de que hay un hombre de la realeza en esta fiesta. Nuestra madre ya nos ha dicho que debemos ser un trío de ruiseñores para llamar su atención. ¿Podría tocar primero para nosotras?- le dijo la más alta de las hermanas.

- Si Zafiro no tiene inconveniente, será un placer tocar para ustedes también. Debemos ayudar en lo que podamos, para evitar que se arruine la noche.- Dije con una sonrisa tierna.

La más pequeña del grupo me dijo: Yo pienso apretarme un poco más el corsé, para llamar la atención de ése hombre.

Viendo cómo Zafiro hacía una mueca teatral de dolor ante la mención de apretarse un poco más el corsé, reí suavemente, ante el afán de conquista que brillaba en las tres jóvenes.

- Bien señoritas, entonces creo que podemos comenzar.- dije al veer cómo una de las criadas presentaba el trío de hermanas y la canción que iban a tocar, así como mi nombre como intérprete.

Nerviosa, hice una reverencia elegante y femenina, sin mirar a nadie en particular. Sentándome junto a Zafiro, noté cómo empezaban a sudarme las manos al mismo tiempo que mi corazón latía cada vez más fuerte con el sonido de los aplausos.

Tragando saliva miré a Zafiro, entreviendo en sus ojos un brillo de orgullo y apoyo. Sonriéndome me dijo:

- Después nos toca a nosotras.

Cuando los aplausos finalizaron, comencé a tocar una melodía sencilla. Todos mis miedos de quedar en ridículo fueron eliminados cuando aquellas jóvenes comenzaron a cantar desentonadas, causando que numerosos invitados se encogieran ante el graznido que estaban realizando. Cuando terminé la canción, pude ver numerosos rostros aliviados.

- Bien Zafiro, nos toca a las dos ahora. No estés nerviosa, por muy mal que suene, dudo que pueda salirnos peor que a las jóvenes hermanas.- Riendo divertida, le apreté la mano cuando se levantó.

Zafiro se apoyó en el piano esperando a que tocase las primeras notas, y cuando estas llegaron, suaves, dulces, como una caricia tenue. Su potente voz, creó el silencio absoluto en la sala. Pero este silencio era de asombro y ensoñación. Zafiro los guiaba con su voz en una historia, narrada con pasión, las notas que la acompañaban dejaron de ser suaves, para convertirse en un eco de la pasión y fuerza de su voz.

Mientras me perdía en el mar de teclas del pianoforte sonreí mientras con los ojos cerrados, comenzaba a imaginar la historia que contaba. Sólo cuando la canción tocó su última nota, la cual quedó suspendida en el espacio, causando una vibración final en todos sus oyentes, el silencio fue interrumpió por los aplausos emocionados de los invitados.

Aún sentada en el banco del pianoforte, observé cómo los invitados rodeaban a Zafiro para darle las felicitaciones. Una sonrisa brillante iluminó mi rostro cuando Zafiro me miraba sorprendida del efecto que había causado. Me sentía orgullosa de mi amiga, pero había algo que perturbaba la perfección del momento.

No puedo evitar sentir, que estoy siendo acechada.


^{( Sé que hay otro comentario arriba pero no me deja borrarlo. Fue que al enviar el post se trabó el ordenador y lo envió dos veces. Perdonad¡¡¡¡)}

-No me tientes amiga o sino veras a una mujer correr sin zapatos y corset por aquí.- solté una risilla. Presté toda mi atención a mi maestra de corseles. Pero fuimos interrumpidas por tres chiquillas casi iguales y de abominablemente....eso, que aparecieron tres chicas. Justo antes de que aquellas adorables monstruitos aparecieran se nos había acercado una mujer con la mala noticia de que el músico no estaba y la idea que me había propuesto Rus me daba demasiado miedo. Suspiré, al final había asentido. Miré a todos los invitados con sus máscaras y no pude evitar estremecerme. Por suerte yo llevaba una también y no se me vería la cara de sufrimiento.

No pude evitar poner una mueca de espanto cuando escuche a esas tres. Si estuviera aquí Mikelangelo se hubiera muerto. Suspiré profundamente para tranquilizarme. Si me concentraba lo suficiente podría conseguirlo solo debía concentrarme y era verdad peor de lo que lo estaban haciendo esas tres no lo haría yo. En cuanto terminaron de cantar me acerqué al piano, apoyándome en él. ¿Dejaría el corset que mis pulmones se expandieran todo lo que debían expandirse? Miré a mi amiga y la miré con decisión y orgullo. No debía flaquear o flaquearía ella. Entonces como si estuviera en las clases con Mikelangelo dejé que la potencia de mi voz saliera de mi.

Spoiler:

Cuando cantaba me trasladaba a un mundo totalmente diferente. Donde no podía ser molestaba pero aquel mundo solo duraba lo que duraba la canción y tras terminarla volví a la realidad. Todo el mundo permaneció callado hasta que empezó a aplaudir. El rubor subió a mis mejillas y mucha gente vino a felicitarme. Miré a Ruslana y le sonreí. Sin ella no habría quedado igual. Conseguí librarme de aquella gente y me acerqué hasta mi amiga.- ¡Has tocado genial!- le dije con alegría pero parecía distraída.- Rus...esta noche vives en otro lugar, ¿qué te pasa?

Me encontraba hablando con Ruslana cuando escuché como alguien me hablaba. Me di la vuelta y delante mía estaba un hombre con una máscara de conejo. Alcé ambas cejas aunque no se veía muy bien debido a mi máscara azul. - Monsieur no es el vestido sino el maldito corset que hay debajo.- Puse ambos brazos en garra. Y di un paso adelante.- Y no menosprecie a esa pianista amigo, seguro que será la mejor que habrás escuchado jamás. Sin sus hábiles manos mi voz no hubiera sonado igual.- Adelanté una mano para que me la besara. Como había visto hacer a Ruslana.- ¿Cuál es su nombre, monsieur? - antes de diera el beso aparté mi mano bruscamente. Me di media vuelta y lo miré.- Déjeme que le presente a la pianista. Creo que ella también se merece una alabanza.

Caminé lentamente y sensualmente hasta colocarme al lado de Ruslana. La cual seguía en el piano. Le puse las manos en los hombros. Agaché para susurrarle al oído.- Ruslana tenemos diversión esta noche.- La giré para que vieran al señor.- Creo que debes conocerlo, así que deja esa timidez y la rarezas por esta noche ¿vale?- Levanté disimuladamente a mi amiga y la agarré del brazo. La conduje hasta la presencia del hombre.- Ala preséntate tú.- Le susurré.- ¿Quien sabe los que nos espera esta noche?

Dejé que Ruslana se presentara. Miré a mi alrededor y me pareció ver a otra persona que parecía lo inverso al hombre que teníamos delante. Sacudí la cabeza. Serían ilusiones mías. Quizás fuera el maldito corset que me estaba volviendo loca. Pasó un camarero con una bandeja y cogí un par de copas. Le tendí una a Ruslana y la otra me la quedé yo. Bebí un pequeño sorbo. Después de que Ruslana se presentara me acordé de que yo no me había presentado.- Yo soy Zafiro.- dije inclinando levemente la cabeza y le dediqué una sonrisa.

Miré a Zafiro con preocupación, no sabía si debía decirle que había sentido como alguien me observaba... Pero era un mero sentimiento. Siendo realistas, era normal sentir que me mirasen, al fin y al cabo era el acompañamiento musical de una estupenda voz como era la de Zafiro. Pero aún así, esta vez era diferente.

Cuando me decidí a hablarle, un hombre nos interrumpió. En un primer momento tuve que recurrir a toda mi buena educación para no reírme del espectáculo que mostraba aquel desconocido. Su postura erguida y relajada, su voz firme y con cierto tono condescendiente y divertido, dejaba claro que aquel hombre pertenecía a la clase alta. Y su máscara.... era una broma en sí misma. ¿Quién acudiría a un baile con una máscara de conejo?. Mordiéndome el labio, para evitar reírme escuché sus palabras atentamente.

Sin embargo, la diversión de aquel momento fue cortada bruscamente por la intensa mirada de aquel hombre. ¡Dios mío!, ¡él era el que me había estado observando!. El sentimiento que parecía antes una mera picazón en la espalda, ahora me embargaba, hasta el punto de quedarme casi en trance, observando cómo él y Zafiro hablaban, sin que yo hiciera otra cosa que mirarlo.

Mis labios se entreabrieron un poco, casi como si quisieran capturar el aire que hacía unos segundos que había dejado de entrar a mis pulmones. Disgustada, más conmigo misma que con el descaro que estaba mostrando aquel hombre al hablar del corsé de mi amiga, sacudí levemente mi cabeza.

Bajé mi mirada intentando dejar de observar a aquel hombre. Mientras me recriminaba a mí misma el haber hecho algo tan descarado como analizarlo, desde la punta brillante de sus botas, hasta las suaves hondas de su cabello, que se podía vislumbrar por encima de su máscara, fruncí mis labios en un puchero.

No le mires más, me dije. Una dos, tres hojas de partituras, que ahora vas a amontonar y a poner sobre el pianoforte. seguí diciéndome, mientras escuchaba cómo zafiro recriminaba al desconocido sobre mi "falta de adecuación al compás de la canción". Sonreí ante la fiereza de las palabras de Zafiro, mi amiga no dejaría que nadie me degradase.

Notando cómo mis ojos querían volver a mirar al desconocido para analizar la bruma de sus sentimientos, volví a abofetearme mentalmente, ¡Quieres que se piense que ha despertado tu interés, y que luego sea un pretendiente más, al que vas a tener que rechazar!., No, definitivamente no quería, me respondí a mi misma.

Al escuchar los pasos de Zafiro dirigirse a mí, me alegré. ¡Bien, nos podemos ir ahora!. Sonriéndole abiertamente, esperé a que me dijera que nos marchábamos ya. No quería aguantar la alocada búsqueda y captura de aquel hombre de la realeza. Pronto comenzarían los desmayos fingidos, los grititos de horror o admiración ante los comentarios aburridos de algunos hombres, y cómo no, los "paseos" por el jardín, para "tomar una bocanada de aire fresco".

- Ruslana tenemos diversión esta noche.- me susurró Zafiro, mientras yo terminaba de recoger mis notas- Creo que debes conocerlo, así que deja esa timidez y la rarezas por esta noche ¿vale?- Ante sus últimas palabras le dirigí una mirada de pánico. ¡No me puedes hacer esto!, le decía mentalmente a mi amiga. Lástima que no fuera una bruja telepática.

Como si Zafiro entendiese mi lucha interna por querer alejarme de aquel hombre y de las jóvenes debutantes, me agarró de las manos, tirando de mí hasta levantarme. Mientras me conducía, agarrándome firmemente del brazo, le hice una mueca suplicante, esperando que se ablandara y me dejara marchar. Pero como si fuese una niña pequeña me dijo:

- Ala preséntate tú.- me susurró, poniendo una mirada traviesa- ¿Quien sabe los que nos espera esta noche?.

Nada salvo desmayos, gritos excitados por nada en concreto y alguien que se oculta bajo una máscara de conejo, cuando en realidad es el lobo, pensé atormentada al pensar la locura que sería esta noche.

Mirando al suelo unos breves segundos mientras hacía una reverencia elegante, intenté alejar los pensamientos que me embargaban, y al erguirme, levanté mi cabeza con suavidad, sonriendo al desconocido con la timidez que me proporcionaba siempre el acercarme a alguien nuevo. Adelantando mi mano hacia él, me presenté al mismo tiempo que su mano tomaba la mía:

- Monsieur, a diferencia de mi querida amiga Zafiro, mis dedos no conocen del talento musical que derrocha su voz. Incluso me arriesgo a pensar, que no habrá un buen acompañante musical para su voz, si éste no posee si quiera la mitad de su don.- Desviando la mirada hacia su mano, que seguía manteniendo la mía le dije: Es.... un interesante saludo, monsieur- levantando mi mirada de nuevo, con una sonrisa ladeada, busqué sus ojos negros, para continuar diciendo- creo que jamás había conocido a un conejo que hablara con tanta soltura, y mucho menos de los corsés ajenos- Notando la sorpresa en sus ojos y la risa estrangulada de Zafiro, finalicé con un susurro conspirador: Sabe, si hubiese sido cualquier otro hombre, hubiera sido una falta abismal de educación, pero afortunadamente, siendo un... amable conejo, su falta no será tenida en cuenta.- Riendo suavemente incliné mi cabeza hacia él: Soy la señorita Ruslana del Mar, Monsieur.

Miré molesta a esos dos hombre que tenía delante. ¿Qué se creían juzgando a simple vista? Entonces me fijé en ellos detenidamente. "Brujos" Sabía que algunos brujos eran de lo más molestos. De momento me callaría ese pequeño detalle. Antes sus últimas palabras no pude estar más tiempo callada.

-Presumir de lo que a uno no le importa es una señal de lo que realmente le importa. Sus caretas es un ejemplo de ello. Si realmente les diera igual lo que la gente dice habríais venido normales pero como os gusta que hablen de vosotros habéis venido así, en cierto modo si os importa.- sonreí y bebí de mi copa.

Vacié mi copa y la dejé en una bandeja de un camarero que pasaba oportunamente por ahí. Miré a Ruslana. Aquella noche estaba de lo más extraña y al conocer aquellos dos, noté que estaba aún más extraña. La conocía bien y sabía que algo la preocupara. Quizás la decisión de presentar a estos dos no fue la adecuada. Me quedé callada hasta que ellos entablaran alguna conversación. No supe porqué pero aquel aire de superioridad me había molestado. Si Ruslana decidía que nos fuéramos, era mejor que mejor.

Me distraje mirando a nuestro alrededor. Vi a una mujer que nos miraba a los cuatro con atención. A saber por que. Aquella noche todo el mundo andaban revolucionados por la supuesta presencia de dos nobles. Y algo me dijo que era ellos dos. Eso explicaba tanta arrogancia y seguridad. Pero a mi me daba igual, al fin y al cabo todos eramos iguales ante la naturaleza.

Sorprendida ante las palabras de los Döhler, sonreí ligeramente como respuesta a sus palabras. Quería haberles respondido, pero ambos decidieron "deleitarnos" con un espectáculo musical.

Comencé a reírme ante la sátira musical que estaban ofreciendo. Mirando a Zafiro de reojo, pude vislumbrar los sentimientos de ofensa y orgullo destacados, como ondas furiosas, por encima de los demás. Al parecer mi querida amiga iba a tomar cartas en el asunto de los Döhler.

Sacudí mi cabeza divertida, al parecer todo el aburrimiento y hastío de la noche iba a desaparecer con aquél dúo de hermanos. Al igual que Zafiro y yo, ambos creaban un contraste increíble. Sería difícil considerarlos hermanos si observabas detenidamente a ambos. Uno era más correcto y formal a la hora de presentarse. Medía sus palabras, evitando dar cualquier connotación no deseada a sus frases, casi... como si cada palabra fuera dicho con un significado especial. O al menos eso le había parecido cuando le había advertido que los conejos no eran tan amables como podían parecer. Sí, eso era plausible. Ella había analizado los sentimientos de ambos hermanos, y aunque ambos tenían sentimientos de diversión, también habían otros más ocultos. Miedo, desesperación, abatimiento, furia, astío. Parecía que ambos querían algo. Algo realmente importante, pero por alguna razón no lo habían alcanzado.

Lanzando una sonrisa irónica pensó: ¿Es que hay alguien en esta vida que haya conseguido lo que se proponía sin sufrir antes?. Toda meta conlleva un sacrificio. Ella había conocido a alguien que tendría que realizar uno enorme. Pero pensar en el señor Phantomhive, mientras veía como dos hombres altos, con caretas de conejo realizaban un espectáculo decadente, era aún más irónico que sus pensamientos sobre la vida. Riendo suavemente, intentó imaginarse la cara que pondría Salazar si llegase a descubrir que la imagen de aquel dúo había dirigido sus pensamientos hacia él.

Volviendo a dirigir sus pensamientos hacia los hermanos, pensó en el primero que se había presentado ante ellas. Un escalofrío le recorrió la columna vertebral. Aquel hombre tenía de inocente conejo, lo que ella de libertina. En una sola palabra, Nada. Peligroso, arrogante y mezquino. Sus órdenes se cumplían, gustasen o no. Su mirada fría y divertida, mientras fingía una exclamación ante las palabras furiosas de Zafiro le habían hecho llegar un mensaje claro. Él había decidido algo respecto a ellas, y al parecer, iba a hacer lo que pudiera por conseguirlo.

Mientras ambos hermanos hacían reverencias y saludos ruidosos y teatrales, todos dignos de los mejores juglares de la edad media, sonrió. No sabía que tenían en mente, pero había decidido descubrirlo. Habiendo analizado los sentimientos de ambos, supo que si ignoraba al más peligroso en favor de su hermano, éste terminaría haciendo algo para llamar su atención. Su ego y arrogancia le impedirían pasar desapercibido ante los ojos de alguien.

Hombres, ¿cuándo aprenderían que en cuestiones de ardides las mujeres siempre llevaban la delantera?. Riendo ante este pensamiento, esperó que ambos hermanos se uniesen a ellas.

Como siempre ocurría ante sus análisis, su amiga actuó según su predicción. Lanzó una advertencia a ambos hermanos que decía claramente " no te metas conmigo". Manteniendo su sonrisa, decidió mover ficha.

- ¡Ah, monsieur Döhler!, Ha sido una interpretación interesante.- Bajando su rostro para ocultar la diversión que le ocasionaba lo que iba a hacer, fingió tener un completo interés en el contenido de su pequeño bolso. Sacando una de las tarjetas de visita que tenía en él, se la tendió al segundo hermano que se había presentado.- Monsieur, será un placer tenerlo entre las futuras visitas a mi conservatorio. Siempre estoy a la caza de nuevos talentos, y su interpretación con el violín ha sido.... innovadora.- Sonriendo con todo su encanto natural, ignoró la expresión sorprendida de Zafiro.

Tomando una de las manos de Zafiro para evitar que dijera algo, continuó: -La hermosa señorita Zafiro es uno de nuestros diamantes en bruto, ella misma podrá afirmar la autenticidad de lo que digo-. Y como si de pronto se hubiese acordado del otro hermano, se llevó una mano a la boca, ocultando una expresión sorprendida.- Oh, Monsieur, disculpe mi ofensa. Por supuesto, usted.... tampoco ha estado mal. Su interpretación fue... correcta.- Le dijo con el mismo tono que usaría cualquier mujer para evitar dañar los sentimientos de un niño.

Volviendo a mirar a Diègue, le sonrió abiertamente, mostrando toda la diversión que le provocaba devolverle los golpes a su hermano. Esperando que Diègue lo tomara como una sonrisa de completa simpatía hacia él, le dijo: Monsieur, ¿me daría su palabra de acudir al Conservatorio, aunque sea para visitar las instalaciones?. Podría encontrar músicos afines a su... técnica innovadora.- Utilizando una mirada y sonrisa deslumbrantes, pensó que aquel hombre le resultaba realmente agradable. Quién sabe, tal vez terminaran siendo amigos, pensó mientras intentaba ignorar al segundo hermano. Lobo o conejo, aquel hombre no iba a obtener lo que quisiera de ella. Fuese lo que fuese.

Desde luego aquellos dos hermanos eran de los más raros. Hablaban como si todo aquello fuera un juego. Observé mejor aquellos hombres, observé sus auras. Una limpia y la otra no tanto. Suspiré y le sonreí al hermano que me estaba ofreciendo su compañía.- A diferencia de lo que piensa su hermano, no me es ninguna molestia. - Le agarré del brazo. Y empecé a caminar.

¿De verdad Ruslana le enseñaría la Academia? La verdad es que no me agradaba. Aquel lugar había significado mucho para mi ya que lo que la inspiró fuimos Mikelangelo y yo. Pero me callé. Ella podía hacer lo que quisiera. Escuché lo que le decía el otro a mi amiga y sonreí. ¿Se había dado cuenta él? Si no fuera así, era bastante divertido. Pero no me relajé. Algo me decía que no debía hacerlo. Jugué con uno de mis rizos, indiferentemente. -Y dime, monsieur, ¿llevas mucho tiempo en el mundo de la música?

Miré a mi alrededor y vi a la gente bailar despreocupadamente, reír y beber. Algunas chiquillas iban de ahí para allá. Sonreí. Tanto lujo me dejaba atontada. Prefería salir de allí y correr hacia el bosque donde todo era natural.

Sonrió a Diègue, mientras enlazaba su mano, con su brazo. Pero cuando escuchó a Theodor llamarla "brujita", rió suavemente.

- Vaya monsieur Döhler, tal vez haya cometido un error al olvidarme la escoba- Guiñándole un ojo a Zafiro, se viró para encarar al otro hermano. Aquel cuyos sentimientos no eran tan conflictivos. Aunque.... a decir verdad, su cercanía le permitía observar cómo los sentimientos del otro hermano siempre estaban presentes, enlazados, con los suyos. ¿Será cierto que los hermanos gemelos mantienen una conexión insondable entre ellos?. O, en realidad ¿ habría algo más, oculto entre tal enlace?.

- ¿De dónde procede, Monsieur Döler?. He podido vislumbrar un acento profundo en su perfecto francés. ¿Alemán quizás?.- Le pregunté, mientras paseábamos tranquilos entre la marea de jóvenes que se lanzaban entre los varones, con el afán de descubrir al noble. Sonreí asqueada a aquellas mujeres, preferían condenarse en un matrimonio sin sentimientos, que enfrentarse a la sociedad, y casarse con alguien al que querían de verdad. Por eso ella huía de sus pretendientes, no deseaba a nadie, y sinceramente, dudaba que alguno de esos hombres con pelucas blancas, perfectamente vestidos y amanerados, pudiesen robarle el corazón. Esa pomposidad se la dejaba, gustosa, a las demás jóvenes. Prefería alguien real, aunque su aspecto dejara que desear, a un perfecto joven de alta clase.

- Sólo espero que cuando encuentren al noble, no lo despedacen entre ellas...- murmuró preocupada.

Sí lo había notado. Sus auras habían cambiado y supe rápidamente que ando no estaba bien. Y sus palabras… hasta yo conocía la historia de Alicia. Me quedé callada fingiendo que meditaba sobre el asunto. Esperando a tener una oportunidad para acercarme a Ruslana y decirle todo lo que sabía. Estaban jugando con nosotras y eso solo hizo que me enfadara. Pero sabía disimular. Vi como ambos se giraban a la vez y se encaminaban hacia el jardín. Los vi partir hasta que salieron por la puerta. Me acerqué a Ruslana y la cogí del brazo.

-¿Sabes tenemos a dos brujos muy curiosos?- sonreí de medio lado.- ¿Notaste eso?- Fruncí el ceño molesta pero acabé sonriendo misteriosamente. -¿Cómo serían pasados por agua?

Solté el brazo de Rus y empecé a caminar lentamente hacia el jardín. Andaba esquivando a las personas con la vista fijada en la puerta que daba al jardín. Cuando salí por ella una leve brisa de verano me golpeó el rostro. Respiré profundamente dejando que el aroma de las flores veraniegas me llenara los pulmones. La Luna estaba hermosa, en su plenitud. Dando al verde y hermoso jardín un aire encantado. Divisé una fuente, como supuse que habría. Ambos estaban uno al lado del otro y por un momento pensé que aquella imagen era escalofriante. Agarré la parte delantera de mi vestido y baje los peldaños del jardín poco a poco hasta que estuve al lado de ambos hombres. Miré hacia atrás y vi a Ruslana que me seguía un tanto sorprendida y confusa. Seguramente ella habría percibido mi enfado y ahora se preguntaba sin cesar porque habría ido hasta ellos. Cuando estuvo a nuestro lado ladeé mi cabeza hacia la fuente disimuladamente, por lo que solo ella se fijó. Ya solo tenía que atar cabos. Agarré al “conejo” que había estado al lado mía en la estancia. Ya me había olvidado de su nombre pero supuse que realmente sería el otro por el cambio.- Veo que eres un gran admirador de Lewis Carroll. Todo eso de Alicia y lo del conejo.- empecé a caminar distraídamente.- Alguna vez oí la historia de Alicia pero no me acuerdo muy bien.- Sonreí inocentemente.- ¿Me la podría contar?- Pensaba dar un leve rodeo antes de llegar a la fuente, para que no fuera demasiado descarado. Podría coger una flor y mancharme, aquello era una buena escusa para acabr allí.

OFF: Lo siento por la tardanza, tuve problemas.

"¿Cómo serían pasados por agua?". El comentario de Zafiro seguía rondando mi mente mientras era arrastrada por ella hasta el jardín. Palidecía cada vez más, adentrándome en una trampa que no quería que me alcanzara.

Las últimas acciones de los Dhöler habían mostrado que eran brujos, pero aún más preocupante y sorprendente que eso, era que ambos podían cambiar de lugar, con el mero traspaso de sus almas. ¿Qué factor había provocado semejante locura?. ¿Qué poderoso hechizo los había ligado para siempre juntos?. Y lo más importante, ¿Tanto amor y egoísmo contaban entre ellos, que se habían obligado a compartir dos entidades en un mismo cuerpo?.

Sabía por sus propios actos, que la magia podía crear cosas asombrosas, pero también tenía sus límites. Algo tan poderoso como ese hechizo, no podía haber emanado de un brujo cualquiera, se requería experiencia, maestría y .... magia negra. Nada podía desequilibrar el transcurso natural de la vida si no conllevase magia negra, y eso era lo que temía. Ya había sabido que ambos guardaban un secreto, y que por supuesto, no eran los adorables conejos que aparentaban ser, pero ¿magia negra?, ¿la condenación de sufrir esa unión siempre?. no, con eso no había contado.

Con asombro, observó cómo Zafiro plantaba cara a ambos hermanos. El enfado que vibraba por ella era de un asombroso color bermellón. Jamás había visto a Zafiro tan enfadada, y lo más importante, tan resuelta a tomar venganza. Dejó de prestarle atención a las palabras que decía Zafiro, y se centró en sus sentimientos, había algo extraño en ellos... ¿engaño?, ¿confabulación?. Suspiró frustrada, entrecerrando sus ojos. ¿Qué argucia estás planeando Zafiro...?.

La mirada astuta y sutil que le dirigió Zafiro al señalar la fuente, y la frase que había dicho antes: ¿Cómo serían pasados por agua?. La hicieron comprender. Suspiró con resignación cuando escuchó cómo le preguntaba por el autor Lewis Carroll. Si había pensado que en algún momento cambiaría de opinión, ése comentario la había sacado de dudas. Zafiro haría lo que se había propuesto, tirar a los hombres en la fuente.

Alzándose de hombros, decidió que si su amiga iba a cometer semejante locura, ella la respaldaría, ]i]¿y qué mejor forma que hacer la misma jugada?[/i]. Sonriendo a Theodor, dejó que su poder de encandilamiento obrase en él, lo mismo que los encantos de Zafiro estaban haciendo con Diègue, convertirlo en un manso corderito, dispuesto a hacer lo que deseasen.

Sus ojos se mantuvieron en los oscuros de Thèodor, creando una modificación de sus sentimientos, y sus labios formaron una sonrisa seductora y femenina. Caminando hacia él, entre pasos seguros y movimientos de cadera llamativos, imitó la sutil forma en la que las cortesanas caminaban para llamar a los hombres, llamando con los movimientos de su cuerpo al hombre que la observaba arrobado. Parándose frente a él, a una distancia tan escasa que dejaba que su corpiño rozase su pecho masculino, alzó su mano y la deslizó desde su cadera hasta su pecho, teniendo mucho cuidado de combinar su poder, con un gemido fingido de excitación. Estaba segura que con su inexperiencia, el gesto habría provocado la risa de su receptor, pero con el poder de encandilamiento, era exactamente lo que debí ser, un llamamiento.

- Monsieur Dhöler, ¿no os parece curioso el destino?- Empujándolo suavemente, dejé que comenzase a caminar de espaldas, mientras yo avanzaba con una sonrisa cada vez mayor.- A veces nos encontramos a alguien que...- Volví a suspirar con mirada soñadora, mientras lo seguía conduciendo de espaldas a la fuente. Para asegurarme de ello, me inclinaba con suavidad sobre su pecho para que el contacto de mi corpiño en su cuerpo le hiciese olvidar que continuaba caminando sin saber el destino de sus pasos- .. nos muestra un lado desconocido de nosotros.- Deteniéndome, me aseguré de que estuviese a tan solo un paso de la fuente. Con nerviosismo escuché cómo Diègue le respondía a Zafiro, y ésta lo guiaba también hacia la fuente.

Colocándome de puntillas le susurré a Theodor en el oído- Me alegro de saber que en el fondo ambos somos iguales...- Con un empujón fuerte en su pechó, observé cómo caía a la fuente con un gesto de sorpresa en su rostro. El sonido del segundo chapuzón, me hizo reír. Al parecer Zafiro había conseguido lo mismo con el otro hermano Dhöler..

Muy pocas veces había usado sus poderes en público, pero esta vez, sentía euforia. Había logrado encandilar a alguien sin que éste terminase por amarla con todo su corazón. Al menos las maldiciones que soltaba Theodor por la boca, no significaba una petición de mano. Sonriendo a Zafiro, se acercó hasta ella y le susurró lo locas que estaban ambas por cometer semejante estupidez. Y antes de girarse y encaminarse de nuevo a la mansión en la que se celebraba la fiesta, dejó que sus ojos se perdieran en aquellas gemas oscuras que la habían observado mucho antes. Se estremeció ante el extraño brillo que parecía manar de ellos. ¿Habré tentado a la suerte?, pensó con preocupación.

Contemplé como ambos cuerpos eran empujados a la fuente. Y empecé a reír junto con Ruslana. Me acerqué a mi amiga y le di un apretón cariñoso en la mano. Para después susurrarle.- Estos no saben con quien se han metido.- Pero me sorprendió en no escuchar reproches, al contrario risas. Carcajadas limpias de estar pasándoselo genial. Alcé una ceja extrañada.

Cuando quise darme cuenta, Rus y yo estábamos en el agua mojadas. El vestido era más pesado. Me aparté del rostro uno de mis mojados risos y entre cerré los ojos. Caballerosamente nos ayudaron a salir del agua.

Escurrí mi vestido como pude para poder moverme mejor y me eché los rizos hacia atrás.- Colegas...- murmuré cuando ellos hablaron a la vez. Los habíamos pillado, eran dos en uno. Simplemente por sus auras. Había visto como se habían cambiado y eso solo tenía una explicación posible... pero eran divertido y su forma de hablar me hacia gracia aunque.- No podéis decir eso después de haber lanzado unas señoritas al agua.- fingí estar molesta.

Me acerqué a Rus y le agarré del brazo.- ¿Tú que dices mi querida amiga?- Le sonreía divertida y con complicidad. Tenía curiosidad por saber que decía ella sobre todo lo que estaba pasando. Y pensar que creía que la noche sería aburrida.