Bajo la piel todos somos hermanos, y estaría dispuesto a despellejar a la humanidad para demostrarlo | Relaciones de Rahzé Svarti

Tosco, bruto, bestia, salvaje, bárbaro, animal. Esos son sólo algunos de los muchos adjetivos que la gente utiliza, o ha utilizado, para referirse a Rahzé, porque embonan perfectamente con su fuerte y primitiva personalidad. No conoce de modales, y en su defensa es oportuno decir que esto se debe a que vivió más la mitad de su vida en condiciones deplorables y realmente terribles, hechos que lo marcaron permanentemente, y que fueron forjando al hombre con dura personalidad que hoy conocemos. No sabe nada de prudencia o recatos, él es todo espontaneidad, brutalidad, como un volcán que a presión expulsa lava y cenizas, bañándolo todo, incapaz de retractar sus actos, que son propios de su naturaleza.

Efusivo, explosivo, extrovertido. Rahzé no es del tipo de persona que se ande con rodeos. Siempre dice las cosas como las piensa, sin suavidad, sin tentarse el corazón; las escupe en los rostros de las personas, les hace ver su suerte o su desdicha con un par de frases bien elaboradas. Muchas veces hace uso del sarcasmo, de hecho, se podría decir que es lo único que conoce a la hora de expresarse. A muchos no les agrada por el hecho de que rara vez alguien considera divertido alguno de sus irónicos comentarios, lo ven más bien como una especie de humor retorcido donde se mofa de todos a sus anchas, y mientras él lo ve como algo inocente, se gana día a día el rencor de muchos, de aquellos que son susceptibles sobre todo. Las personas lo califican como un hombre antipático pero que es extrañamente sociable. Le gusta estar rodeado de gente, no le molesta en absoluto la compañía, pero eso no significa que todos le caigan bien y los trate con amabilidad. Es poco cortés, te mira mal, se comporta mal, habla mal, todo lo hace mal, a excepción de eso en lo que es muy bueno: la caza. Da la impresión de que se toma todo como un chiste pero, cuando se trata de su trabajo como Inquisidor, las cosas cambian y se vuelve curiosamente austero y muy comprometido.

Pero, pese a que la mayoría del tiempo parece estar de excelente humor y al pie del cañón, esperando la menor oportunidad para lanzar el primer comentario burlón, Rahzé también sufre de episodios de mal humor que lo vuelven violento. Sus lapsos de ira son menos frecuentes pero, indudablemente, mucho más efusivos. Es bastante voluble. A veces se comporta como un verdadero loco. No sabe controlar su mal genio, sus arrebatos son los causantes de que frecuentemente se esté metiendo en problemas, que se gane reprimendas, e incluso la desaprobación y enemistad de muchos de sus compañeros. Él no ha dejado de ser visto como lo que es, como Rahzé, el Condenado, en el que nunca podrán confiar plenamente por los genes que lo condenan.

Sabe y está dispuesto a acatar órdenes, pero siente constantemente esa necia necesidad de llevar a cabo lo que él quiere a su modo, sin preguntarse jamás por las consecuencias de sus actos, lo cual a su vez terminan convirtiéndolo en alguien un tanto inmaduro y hasta caprichoso, un necio sin remedio, defectos que terminan opacando las virtudes que este pueda poseer y que muy rara vez alguien puede advertir.

Seguro de sí mismo. Es temerario y no se anda con cautela, a excepción de las veces que caza y sabe que se expone a peligros, de los cuales, por supuesto, siempre intenta salir ileso, consiguiéndolo la mayoría del tiempo. Sus tácticas a la hora de la lucha son sencillamente admirables, pues muestra una absoluta destreza en cada movimiento y una agilidad digna de un felino. Aniquila con pasión desenfrenada lo que debe ser aniquilado, es despiadado con quien debe serlo, y muy pocas veces se muestra compasivo con el perjudicado, dependiendo de la situación. Rahzé es un ser sanguinario con alma de bárbaro. No le basta con arrebatar la vida a sus presas, él tiene que hacerlos sufrir, masacrarlos lentamente, y con ello hacerle ver a los demás que presencien la obscena escena del crimen, que la Inquisición está presente, y que él, Rahzé Svarti, no se anda con rodeos o juegos de niños. No es que tenga algo personal con los seres sobrenaturales, pues él mismo es uno de ellos, pero se ha tomado tan en serio su papel dentro de esta organización que se desvive por demostrar que puede ser tan útil como un humano cualquiera, esos que se jactan y enorgullecen por ser "normales". Rahzé lucha diariamente por defender su propio honor ante la sociedad que siempre lo margina por su naturaleza, sin detenerse a pensar que con ello actúa egoístamente al dar muerte a muchos con los que comparte su naturaleza de cambiante. ¿En qué se diferencia él de todos los demás? En que ya ha aceptado su destino, su realidad, y ha buscado la redención que tanto ha clamado por años enteros. Está cansado de sentirse una bestia y no un humano, desea, quizá desesperadamente, el perdón de sus pecados y la reintegración a la sociedad, ser visto como un igual. No lo hace por complacer a los demás o pretendiendo ser fiel a una ley o norma impuesta por otros, lo hace porque en el fondo siente la necesidad de sanar su alma corrompida.