AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Acónito bajo la piel. (Priv. Uryan +18)
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Acónito bajo la piel. (Priv. Uryan +18)
Uryan tenía uno de esos días retorcidos, pero cuándo no, había tenido que pegar una paaliza a un grupo de personas en el callejón donde tocaban las apuestas de peleas, porque al ganar a su comapñero habían perdido una buena suma, suma que quisieron recuperar entre todos, pero..Uryan tenía demasiada resistencia y muy mal genio. A uno seguramente le había enviado al otro barrio, necesitaría estar un tiempo en las sombras antes de presentarse en París. para eos su refugio con Esthia era lo ideal, pero no le había visto hacía días y empezaba a pensar que se había largado con algún capullo.
Tres días con sus tres noches habían pasado ya sin que Esthia apareciera. No hubo nota, pero tampoco se había llevado sus pertenencias, que había rescatado de la pensión unos días atrás. El bosque parecía tranquilo, tal vez demasiado. Tanto que nadie había encontrado aún la camisa y uno de los zapatos del lobo blanco que habían quedado por ahí perdidos cuando lo atraparon. En la celda en la que lo tenían, en una casona a las afueras, en lo que en otro tiempo fue una bodega, no le quedaban más que los pantalones y el otro zapato. Pero le habían dado un bonito grillete a cambio.
Uryan estaba, de hecho, empezando a sentirse raro, entre cabreado y..Preocupado...Pero poco. Arrugó la nariz mientras estaba en el bosque,c azando, porque a pesar de nos er seguro volver a París prefería quedarse cerca del refugio, por si Esthia volvía. Movió als orejas mientras seguía el sonido de la presa y de hecho hubiera cazado al pequeño animal cuando salió de los matorrales si un olor no le hubiera golpeado en las narices cuando el conejo cambió de dirección y el viento le dio de lleno en la cara. Se detuvo. Estaba hambriento pero..Ese era el olor de Esthia. Slang le empujaba, prácticamente le arrastraba, trotando con el hocico pegado al suelo siguiendo el rastro y eso que no era el mejor rastrreador del mundo pero... Encontró la ropa de Esthia... Y se quedó parado en seco... Mirándolas.
La camisa estaba arrugada y sucia. No es que Esthia fuera el más pulcro de los hombres, pero estaba claro que cuidaba las pocas mudas que tenía. El zapato estaba de cualquier manera, por allí. La tela tenía una mancha ya marrón, de sangre reseca. Era pequeña y había que fijarse para verla en la camisa, porque estaba en la parte anterior del puño, como cuando uno se limpia la boca con la tela.
Uryan empezaba a perder la cabeza, pero Slang seguía con el morro pegado a la ropa, oler la sangre no era tan difícil y eso casi le lleva al borde de lo que alguien como él podía soportar. Tembló de rabia y le costó varios minutos moverse de allí y alejarse de la camisa, buscó rastroos, huellas y el olor cuando estuvo más alejado de la camisa, para no confundirse con ella. le costó, pero la rabia le ayudó mucho más de loq ue pudo admitir a encontrar aquel lugar.
La casona estaba lo bastante alejada de París para que nadie oyera nada que no debiera. Porque en las guaridas de cazadores a veces se oían cosas... un disparo... un grito... ruido de pelea... Era un edificio de dos plantas, con sótano, de color azul, con el bajo de ladrillo, donde se recortaban los ventanucos encerrados de lo que habían convertido en calabozos. Había luz en algunas ventanas.
El lobo se crujió los huesos, porque no se iba a molestar ni a presentarse como un humano. Arrugó la nariz, si Esthia realmente no estaba allí, iba a salir en los periodicos de París porque la masacre iba a ser digna de Jack es destripador. Caminó, agazapado al principio, buscando una manera de entrar en la casa, que estaba furioso, pero gilipollas no era y estaba solo.
En la casa había seis cazadores. Dos de ellos estaban en la sala cuya luz se veía desde fuera y que por la distribución de los muebles parecía un despacho o biblioteca. Otros dos estaban haciendo una ronda por los exteriores. Eran los más peligrosos, porque iban mejor armados y listos para lo que pudiera pasar. Otro vigilaba el sótano, donde retenían a Esthia y a otros tres prisioneros. El último dormía, para relevar a alguno de sus compañeros más tarde.
Era difícil entrar, pero no tenía más opción, necesitaba cabrearse y si estaba preocupado pero algo más le bloqueaba... Una especie de puño apretando su pecho, que le impedía respirar, una sensación única y extraña que ni siquiera venía de Slang, como era costumbre. Alguien normal sabría que era preocupación, pero a uryan solo le importaba que no sentía la rabia que solía sentir. Observaba a los de exterior, si se acercaba y tardaba demasiado, el cazador que custodiaba la entrada al sótano podría hacer daño a Esthia. Movió una de las orejas, entrecerrando los ojos.
Si no hacía nada, Esthia no estaría más seguro. Se hizo crujir el cuello y se incorporó adquiriendo la forma de crinos, si iba a entrar... Sería destruyendo. Sabía que iba a doler pero, si dolía su rabia despertaría. Siempre lo hacía.
Mientras tanto, en el sótano, Esthia despertaba sobre el frío y duro suelo de piedra. Le dolía todo el cuerpo y casi no era capaz de enfocar. Necesitaba beber algo, casi más que respirar. Notaba la boca pastosa por la falta de líquido. Pero tenía todavía demasiado reciente el recuerdo de la jarra de agua que habían dejado los cazadores a su alcance. Había bebido un largo trago, llevado por la necesidad, y lo había escupido casi al instante.
Acónito.
Le picaba la lengua y la garganta por aquello que había tragado. Su cuerpo agradeció el pequeño aporte de líquido, pero la sensación que le quedaba era peor. No sólo por la planta venenosa para su raza en sí, sino por la indefensión que sintió en esos momentos. Por ese temor inconsciente a todo lo que le pudieran dar de comer y beber desde ese momento.
Le mantenían drogado y si la dosis seguía aumentando, llegaría a ser mortal. Pero, por el momento, el poco líquido que pudiera tomar le devolvía la vida. Así que bebía a pequeños sorbos, todo lo espaciados que era capaz de aguantar. Y caía en ese limbo semiinconsciente, donde sentía todo como demasiado lejano. Voces lejanas, olores lejanos, dolores lejanos.
Le picaba el tobillo, el grillete de hierro le rozaba la piel. Al menos no era de plata. Pero daba igual, no podía liberarse, porque no podía transformarse y escapar. ¿Habrían cogido a Uryan? Esperaba que no. Le habían cogido lejos del refugio, así que tenía la esperanza de que no lo hubieran descubierto.
Tres días con sus tres noches habían pasado ya sin que Esthia apareciera. No hubo nota, pero tampoco se había llevado sus pertenencias, que había rescatado de la pensión unos días atrás. El bosque parecía tranquilo, tal vez demasiado. Tanto que nadie había encontrado aún la camisa y uno de los zapatos del lobo blanco que habían quedado por ahí perdidos cuando lo atraparon. En la celda en la que lo tenían, en una casona a las afueras, en lo que en otro tiempo fue una bodega, no le quedaban más que los pantalones y el otro zapato. Pero le habían dado un bonito grillete a cambio.
Uryan estaba, de hecho, empezando a sentirse raro, entre cabreado y..Preocupado...Pero poco. Arrugó la nariz mientras estaba en el bosque,c azando, porque a pesar de nos er seguro volver a París prefería quedarse cerca del refugio, por si Esthia volvía. Movió als orejas mientras seguía el sonido de la presa y de hecho hubiera cazado al pequeño animal cuando salió de los matorrales si un olor no le hubiera golpeado en las narices cuando el conejo cambió de dirección y el viento le dio de lleno en la cara. Se detuvo. Estaba hambriento pero..Ese era el olor de Esthia. Slang le empujaba, prácticamente le arrastraba, trotando con el hocico pegado al suelo siguiendo el rastro y eso que no era el mejor rastrreador del mundo pero... Encontró la ropa de Esthia... Y se quedó parado en seco... Mirándolas.
La camisa estaba arrugada y sucia. No es que Esthia fuera el más pulcro de los hombres, pero estaba claro que cuidaba las pocas mudas que tenía. El zapato estaba de cualquier manera, por allí. La tela tenía una mancha ya marrón, de sangre reseca. Era pequeña y había que fijarse para verla en la camisa, porque estaba en la parte anterior del puño, como cuando uno se limpia la boca con la tela.
Uryan empezaba a perder la cabeza, pero Slang seguía con el morro pegado a la ropa, oler la sangre no era tan difícil y eso casi le lleva al borde de lo que alguien como él podía soportar. Tembló de rabia y le costó varios minutos moverse de allí y alejarse de la camisa, buscó rastroos, huellas y el olor cuando estuvo más alejado de la camisa, para no confundirse con ella. le costó, pero la rabia le ayudó mucho más de loq ue pudo admitir a encontrar aquel lugar.
La casona estaba lo bastante alejada de París para que nadie oyera nada que no debiera. Porque en las guaridas de cazadores a veces se oían cosas... un disparo... un grito... ruido de pelea... Era un edificio de dos plantas, con sótano, de color azul, con el bajo de ladrillo, donde se recortaban los ventanucos encerrados de lo que habían convertido en calabozos. Había luz en algunas ventanas.
El lobo se crujió los huesos, porque no se iba a molestar ni a presentarse como un humano. Arrugó la nariz, si Esthia realmente no estaba allí, iba a salir en los periodicos de París porque la masacre iba a ser digna de Jack es destripador. Caminó, agazapado al principio, buscando una manera de entrar en la casa, que estaba furioso, pero gilipollas no era y estaba solo.
En la casa había seis cazadores. Dos de ellos estaban en la sala cuya luz se veía desde fuera y que por la distribución de los muebles parecía un despacho o biblioteca. Otros dos estaban haciendo una ronda por los exteriores. Eran los más peligrosos, porque iban mejor armados y listos para lo que pudiera pasar. Otro vigilaba el sótano, donde retenían a Esthia y a otros tres prisioneros. El último dormía, para relevar a alguno de sus compañeros más tarde.
Era difícil entrar, pero no tenía más opción, necesitaba cabrearse y si estaba preocupado pero algo más le bloqueaba... Una especie de puño apretando su pecho, que le impedía respirar, una sensación única y extraña que ni siquiera venía de Slang, como era costumbre. Alguien normal sabría que era preocupación, pero a uryan solo le importaba que no sentía la rabia que solía sentir. Observaba a los de exterior, si se acercaba y tardaba demasiado, el cazador que custodiaba la entrada al sótano podría hacer daño a Esthia. Movió una de las orejas, entrecerrando los ojos.
Si no hacía nada, Esthia no estaría más seguro. Se hizo crujir el cuello y se incorporó adquiriendo la forma de crinos, si iba a entrar... Sería destruyendo. Sabía que iba a doler pero, si dolía su rabia despertaría. Siempre lo hacía.
Mientras tanto, en el sótano, Esthia despertaba sobre el frío y duro suelo de piedra. Le dolía todo el cuerpo y casi no era capaz de enfocar. Necesitaba beber algo, casi más que respirar. Notaba la boca pastosa por la falta de líquido. Pero tenía todavía demasiado reciente el recuerdo de la jarra de agua que habían dejado los cazadores a su alcance. Había bebido un largo trago, llevado por la necesidad, y lo había escupido casi al instante.
Acónito.
Le picaba la lengua y la garganta por aquello que había tragado. Su cuerpo agradeció el pequeño aporte de líquido, pero la sensación que le quedaba era peor. No sólo por la planta venenosa para su raza en sí, sino por la indefensión que sintió en esos momentos. Por ese temor inconsciente a todo lo que le pudieran dar de comer y beber desde ese momento.
Le mantenían drogado y si la dosis seguía aumentando, llegaría a ser mortal. Pero, por el momento, el poco líquido que pudiera tomar le devolvía la vida. Así que bebía a pequeños sorbos, todo lo espaciados que era capaz de aguantar. Y caía en ese limbo semiinconsciente, donde sentía todo como demasiado lejano. Voces lejanas, olores lejanos, dolores lejanos.
Le picaba el tobillo, el grillete de hierro le rozaba la piel. Al menos no era de plata. Pero daba igual, no podía liberarse, porque no podía transformarse y escapar. ¿Habrían cogido a Uryan? Esperaba que no. Le habían cogido lejos del refugio, así que tenía la esperanza de que no lo hubieran descubierto.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Acónito bajo la piel. (Priv. Uryan +18)
Uryan aun observaba la casa, nunca había dudado tanto, si esos capullos hubieran tocado algo suyo con anterioridad..Habría echado la casa abajo, pero no sabía por qué algo le impedía saltar a la acción, como si su cerebro le advirtiera de que tenía que usarlo, para variar, pero Slang se negaba, estaba rabioso, hasta el lobo estaba tenso e inquieto. Estaba absolutamente confundido pero..Le llegaba el olor a Esthia, lo peor de todo era que sabía que estaba ahí o que había estado, no sabía si seguía con vida..
Aquel último pensamiento le hizo llenar los pulmones de aire y apretar los puños, hasta que sus músculos se marcaron en los descomunales brazos. Si le habían hecho algo. Si habían tocado un mísero cabello. Sus pupilas se dilataron, al igual que los ollares y resopló hasta el punto de elevar volutas de vapor con el gesto. Iba a comerse sus malditas entrañas, iba a hacer un pastel de ojos y orejas y un trono de huesos para la cainita rubia.
Dejó que el cabreo le arrastrara hacia la casa, ni siquiera se molestó en ocultarse, no era un lobo sigiloso precisamente, irrumpió allí arrancando las primeras puertas con las garras y lanzó una de ellas contra los dos más armados que estaban en la entrada, se libraron por los pelos, pero fue suficiente para que Uryan saltara a por ellos rugiendo, como si el chirrido del metal no hubiera alertado ya lo suficiente al resto de personal. No le importó, ni siquiera pensó en ello. La traquea del primero se deformó bajo su potente mandíbula, justo cuando sentía algo perforar su propia carne. Se dio la vuelta, aun con el humano colgando de sus fauces y cerró estas haciendo caer la mitad del tipo a un lado, masticó la carne, cortando músculos y machacando huesos que no le importó devorar mientras caminaba hacia el que llevaba la ballesta, una ballesta..De cojones, porque estaba dándole vueltas al manubrio para cargarla, lo hubiera hecho con más rapidez si no estuviera temblando al ver a la bestia roja masticando la cabeza de su compañero, con el cual hablaba apenas hacía unos segundos. Se tomó su tiempo, acercándose paso a paso, como si no tuviera prisa, como si Esthia no estuviera allí esperándole. - CCCcccrrrRRRRAAAaack!- Y el mecanismo soltó el virote de plata que traspasó directamente el hombro derecho del licántropo, que detuvo su avance y movió la oreja correspondiente, empezó a temblar y a arrugar el morro, enseñando los dientes manchados de sangre y con restos de vísceras. El cazador abrió los ojos, porque eso debería haberle lanzado varios metros hacia atrás, por lo menos haberle dejado de rodillas aullando de dolor..Y joder que si dolía, pero cuanto más dolía, cuanto más le llenaban las fosas nasales de su propia sangre menos sentía el dolor, menos le importaba, más dispuesto a morir estaba. Mostró del todo la mandíbula y cogió al susodicho del cuello, lo levantó hasta colocarlo a la altura de sus ojos, inyectados en sangre, completamente dilatados.- Es...Thia..-De su boca no salieron palabras como tal, ni siquiera letras, eran una especie de rugidos guturales, roncos y profundos. El desconcertado humano observó a Uryan, pero al no recibir una respuesta inmediata apretó la zarpa entorno al cuello y antes de que crujiera se giró, arrastrándolo por el suelo. No lo pensó demasiado, escuchaba pasos y gritos, órdenes, pero no las escuchó ni le importaron. Dejó caer el cuerpo donde creyó conveniente y fue hacia las voces. Alguno sabría contestarle dónde estaba su lobo blanco.
Aquel último pensamiento le hizo llenar los pulmones de aire y apretar los puños, hasta que sus músculos se marcaron en los descomunales brazos. Si le habían hecho algo. Si habían tocado un mísero cabello. Sus pupilas se dilataron, al igual que los ollares y resopló hasta el punto de elevar volutas de vapor con el gesto. Iba a comerse sus malditas entrañas, iba a hacer un pastel de ojos y orejas y un trono de huesos para la cainita rubia.
Dejó que el cabreo le arrastrara hacia la casa, ni siquiera se molestó en ocultarse, no era un lobo sigiloso precisamente, irrumpió allí arrancando las primeras puertas con las garras y lanzó una de ellas contra los dos más armados que estaban en la entrada, se libraron por los pelos, pero fue suficiente para que Uryan saltara a por ellos rugiendo, como si el chirrido del metal no hubiera alertado ya lo suficiente al resto de personal. No le importó, ni siquiera pensó en ello. La traquea del primero se deformó bajo su potente mandíbula, justo cuando sentía algo perforar su propia carne. Se dio la vuelta, aun con el humano colgando de sus fauces y cerró estas haciendo caer la mitad del tipo a un lado, masticó la carne, cortando músculos y machacando huesos que no le importó devorar mientras caminaba hacia el que llevaba la ballesta, una ballesta..De cojones, porque estaba dándole vueltas al manubrio para cargarla, lo hubiera hecho con más rapidez si no estuviera temblando al ver a la bestia roja masticando la cabeza de su compañero, con el cual hablaba apenas hacía unos segundos. Se tomó su tiempo, acercándose paso a paso, como si no tuviera prisa, como si Esthia no estuviera allí esperándole. - CCCcccrrrRRRRAAAaack!- Y el mecanismo soltó el virote de plata que traspasó directamente el hombro derecho del licántropo, que detuvo su avance y movió la oreja correspondiente, empezó a temblar y a arrugar el morro, enseñando los dientes manchados de sangre y con restos de vísceras. El cazador abrió los ojos, porque eso debería haberle lanzado varios metros hacia atrás, por lo menos haberle dejado de rodillas aullando de dolor..Y joder que si dolía, pero cuanto más dolía, cuanto más le llenaban las fosas nasales de su propia sangre menos sentía el dolor, menos le importaba, más dispuesto a morir estaba. Mostró del todo la mandíbula y cogió al susodicho del cuello, lo levantó hasta colocarlo a la altura de sus ojos, inyectados en sangre, completamente dilatados.- Es...Thia..-De su boca no salieron palabras como tal, ni siquiera letras, eran una especie de rugidos guturales, roncos y profundos. El desconcertado humano observó a Uryan, pero al no recibir una respuesta inmediata apretó la zarpa entorno al cuello y antes de que crujiera se giró, arrastrándolo por el suelo. No lo pensó demasiado, escuchaba pasos y gritos, órdenes, pero no las escuchó ni le importaron. Dejó caer el cuerpo donde creyó conveniente y fue hacia las voces. Alguno sabría contestarle dónde estaba su lobo blanco.
Última edición por Uryan Lockwood el Lun Jul 24, 2017 3:28 pm, editado 1 vez
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
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Re: Acónito bajo la piel. (Priv. Uryan +18)
Los dos cazadores que estaban en la biblioteca tardaron muy poco en agarrar sus armas e ir a contrarrestar la amenaza que suponía un licántropo enfurecido. Virotes con punta de plata y puñales empapados en acónito. La distribución de la casa tampoco hacía conveniente el uso de grandes armas. La habían acondicionado para tener la ventaja y aprovechar la distancia.
Se parapetaron a ambos lados del pasillo, con las ballestas listas para dispararle al lobo rojo en cuanto estuviera más cerca. Pero no parecía que eso le frenase. No podían entretenerse ambos en recargar, asi que uno de ellos se lanzó, puñal en mano, contra la bestia. El otro recargó el arma para poder disparar de nuevo cuando la tuviera a tiro, sin peligro de darle a su compañero.
El que vigilaba el sótano, al escuchar jaleo en la planta superior, preparó sus armas y se dispuso a subir. Los prisioneros podrían sobrevivir un ratito sin su presencia. Por último, el que dormía apaciblemente, fue sacado de los brazos de morfeo de la forma más abrupta. Saltó de la cama y, sin preocuparse de ponerse las prendas que se habia quitado para dormir, salió a la carrera, escaleras abajo, para reunirse con sus compañeros en la tarea de reducir al monstruo.
En la celda, Esthia parecía ajeno a todo. Le costaba respirar. La lengua se le pegaba al paladar y estaba muy deshidratado, pero cada poquito de agua que se permitía beber era un sorbo de veneno que le recorría las venas. Los labios se le habían agrietado y empezaban a amoratarse, por el efecto de la hierba mata lobos. Permanecía tirado en el suelo, en un rincón, de costado, en posición fetal, con la cabeza entre los brazos y los ojos cerrados. Le molestaban la luz y los sonidos y percibía la realidad como en una especie de nube. Era cierto que no sentía dolor, pero su cuerpo estaba cada vez más debilitado por la falta de alimento y los efectos nocivos iban aumentando. Pronto comenzarían las visiones y los espasmos. Las venas se le marcarían, oscuras, casi negras. Su cuerpo se saturaría por la infección y acabaría muriendo.
Pero para eso aún faltaban varios días. Los cazadores le estaban dando dosis muy pequeñas. Las justas para irlo manteniendo indefenso e incapaz de causarles problemas.
Se parapetaron a ambos lados del pasillo, con las ballestas listas para dispararle al lobo rojo en cuanto estuviera más cerca. Pero no parecía que eso le frenase. No podían entretenerse ambos en recargar, asi que uno de ellos se lanzó, puñal en mano, contra la bestia. El otro recargó el arma para poder disparar de nuevo cuando la tuviera a tiro, sin peligro de darle a su compañero.
El que vigilaba el sótano, al escuchar jaleo en la planta superior, preparó sus armas y se dispuso a subir. Los prisioneros podrían sobrevivir un ratito sin su presencia. Por último, el que dormía apaciblemente, fue sacado de los brazos de morfeo de la forma más abrupta. Saltó de la cama y, sin preocuparse de ponerse las prendas que se habia quitado para dormir, salió a la carrera, escaleras abajo, para reunirse con sus compañeros en la tarea de reducir al monstruo.
En la celda, Esthia parecía ajeno a todo. Le costaba respirar. La lengua se le pegaba al paladar y estaba muy deshidratado, pero cada poquito de agua que se permitía beber era un sorbo de veneno que le recorría las venas. Los labios se le habían agrietado y empezaban a amoratarse, por el efecto de la hierba mata lobos. Permanecía tirado en el suelo, en un rincón, de costado, en posición fetal, con la cabeza entre los brazos y los ojos cerrados. Le molestaban la luz y los sonidos y percibía la realidad como en una especie de nube. Era cierto que no sentía dolor, pero su cuerpo estaba cada vez más debilitado por la falta de alimento y los efectos nocivos iban aumentando. Pronto comenzarían las visiones y los espasmos. Las venas se le marcarían, oscuras, casi negras. Su cuerpo se saturaría por la infección y acabaría muriendo.
Pero para eso aún faltaban varios días. Los cazadores le estaban dando dosis muy pequeñas. Las justas para irlo manteniendo indefenso e incapaz de causarles problemas.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Acónito bajo la piel. (Priv. Uryan +18)
El virote cruzando su hombro derecho ya le estaba enviando al límite, aun era consciente de lo que hacía y de lo que hacían los demás, cuando perdía absolutamente el control de Slang a menudo ni siquiera recordaba lo que había ocurrido pero eso nunca le importó, Slang le mantenía vivo y siempre lo conseguía, hasta ahora. Observó las ballestas en manos de esos dos, salvo que uno decidió atacarle cuerpo a cuerpo..Los humanos a veces eran seres inútiles, si tuviera una lanza o una espada, como mínimo, para guardar las distancias con él, pero no era así, por suerte para él.
Se movió hacia el atacante, cuando uno de los virotes de su compañero le pasó rozando el pómulo en el que dejó una profunda marca de la que empezó a brotar sangre, su única reacción fue un movimiento de oreja que no le impidió enfrentarse al loco de la daga con el que se enzarzó y al que le costó poco menos de lo que tardó su compañero en cargar el arma. Agarró al inútil, estampándolo contra el suelo, varias veces, salpicando hermosamente el suelo del lugar de color carmín, se recordó que debía sosegarse, que necesitaba a alguien vivo pero..Miró el guiñapo que tenía, a ese ya no le daba tiempo. Levantó la vista al escuchar el exagerado sonido que hacía la ballesta cuando terminaba de cargarse y echándose hacia atrás tomó impulso y lanzó el cuerpo del compañero que acabó empalado por el virote de plata, el cazador se sorprendió al principio, pero lo hizo mucho más después cuando vio que el lobo había saltado justo después y que lo tenía encima. Tiró la ballesta y cogió su daga, que acertó a clavar en el cuerpo de Uryan antes de que este mordiera su hombro y lo sacase de su sitio de un grotesco tirón. El hombre empezó a gritar.- Es..thia.- Escupió el brazo a un lado mostrándole los colmillos llenos de sangre al desdichado.- Esthia.- Volvió a repetirle, con voz gutural, pero el horror y el dolor no permitía al humano hacer otra cosa que no fuera gritar. El lobo rojo gruñó, este tampoco le servía, estaba a punto de acabar con su vida, cuando el disparo retumbó en todo el lugar.
El cuerpo de Uryan impactó contra la pared, manchándola de sangre y giró la cabeza, este no estaba recargando el arma, tenía varias al alcance. Sacudió la cabeza mientras el otro apuntaba y la bala volvió a impactar, lo que provocó aun más el estado carnicero de Uryan que volvió a lanzarse, edificio abajo, rugiendo, acercándose al cazador de las armas que pensaba tumbar a tiros a esa bestia.
Se movió hacia el atacante, cuando uno de los virotes de su compañero le pasó rozando el pómulo en el que dejó una profunda marca de la que empezó a brotar sangre, su única reacción fue un movimiento de oreja que no le impidió enfrentarse al loco de la daga con el que se enzarzó y al que le costó poco menos de lo que tardó su compañero en cargar el arma. Agarró al inútil, estampándolo contra el suelo, varias veces, salpicando hermosamente el suelo del lugar de color carmín, se recordó que debía sosegarse, que necesitaba a alguien vivo pero..Miró el guiñapo que tenía, a ese ya no le daba tiempo. Levantó la vista al escuchar el exagerado sonido que hacía la ballesta cuando terminaba de cargarse y echándose hacia atrás tomó impulso y lanzó el cuerpo del compañero que acabó empalado por el virote de plata, el cazador se sorprendió al principio, pero lo hizo mucho más después cuando vio que el lobo había saltado justo después y que lo tenía encima. Tiró la ballesta y cogió su daga, que acertó a clavar en el cuerpo de Uryan antes de que este mordiera su hombro y lo sacase de su sitio de un grotesco tirón. El hombre empezó a gritar.- Es..thia.- Escupió el brazo a un lado mostrándole los colmillos llenos de sangre al desdichado.- Esthia.- Volvió a repetirle, con voz gutural, pero el horror y el dolor no permitía al humano hacer otra cosa que no fuera gritar. El lobo rojo gruñó, este tampoco le servía, estaba a punto de acabar con su vida, cuando el disparo retumbó en todo el lugar.
El cuerpo de Uryan impactó contra la pared, manchándola de sangre y giró la cabeza, este no estaba recargando el arma, tenía varias al alcance. Sacudió la cabeza mientras el otro apuntaba y la bala volvió a impactar, lo que provocó aun más el estado carnicero de Uryan que volvió a lanzarse, edificio abajo, rugiendo, acercándose al cazador de las armas que pensaba tumbar a tiros a esa bestia.
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
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Re: Acónito bajo la piel. (Priv. Uryan +18)
Los cazadores no prestaban atención a lo que gruñía Uryan. Sólo era una bestia escupiendo su rabia en sílabas inconexas. No sabían que lo que repetía era el nombre de su último invitado, el que ocupaba la suite más profunda del sótano y tenía un menú a su medida. El que seguía tirado en el suelo, oyendo voces lejanas y sonriendo estúpidamente a la nada, mientras intentaba inútilmente mantenerse centrado.
La intención de los humanos, armados con todo lo que podían, era reducir al lobo rojo y, si era posible, darle muerte. Mas cuatro de ellos ya no volverían a luchar contra las criaturas de la noche. Y los dos que todavía presentaban batalla poco o nada tenían que hacer contra un ser desbocado, con tanta adrenalina bullendo en las venas que apenas era consciente del dolor y la sangre que manaba de sus heridas.
Estaban perdidos y lo sabían. Pero al menos intentarían dejar plata suficiente en ese cuerpo hiperdesarrollado para garantizarle una lenta agonía en su camino al otro barrio. Sus vidas no se perderían en vano. Bien empleadas las tendrían si servían para acabar con las bestias que en esos momentos quedaban en la casa.
Recargar la ballesta requería demasiado tiempo como para poder lanzar otro virote a la distancia que estaba Uryan. Para cuando consiguiera levantarla de nuevo, ya no tendría la cabeza sobre los hombros, así que el cazador asió una espada corta, de hoja de plata, que blandió intentando llegar al pecho o el abdomen del licántropo en una certera estocada.
La intención de los humanos, armados con todo lo que podían, era reducir al lobo rojo y, si era posible, darle muerte. Mas cuatro de ellos ya no volverían a luchar contra las criaturas de la noche. Y los dos que todavía presentaban batalla poco o nada tenían que hacer contra un ser desbocado, con tanta adrenalina bullendo en las venas que apenas era consciente del dolor y la sangre que manaba de sus heridas.
Estaban perdidos y lo sabían. Pero al menos intentarían dejar plata suficiente en ese cuerpo hiperdesarrollado para garantizarle una lenta agonía en su camino al otro barrio. Sus vidas no se perderían en vano. Bien empleadas las tendrían si servían para acabar con las bestias que en esos momentos quedaban en la casa.
Recargar la ballesta requería demasiado tiempo como para poder lanzar otro virote a la distancia que estaba Uryan. Para cuando consiguiera levantarla de nuevo, ya no tendría la cabeza sobre los hombros, así que el cazador asió una espada corta, de hoja de plata, que blandió intentando llegar al pecho o el abdomen del licántropo en una certera estocada.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Acónito bajo la piel. (Priv. Uryan +18)
Uryan no estaba para contar, ni para pensar, una vez que se dejaba llevar por Slang él decidía y no dejaba de ser un animal herido y muy furioso, solo había una forma de salir de allí y era pasando por encima de los que intentaban acabar con él, la ley del más fuerte, simple y llanamente. El lobo rugió cuando notó el filo atravesando carne, con tan mala suerte de colarse entre sus costillas, pero el rugido le sirvió para coger al tipo del hombro y dejarle sin su uso para el resto de su vida, que no iba a ser mucho. La plata ardía como cien soles. Levantó la cabeza y volvió a rugir, con toda la fuerza que tenía antes de coger al tipo y lanzarlo con todo el odio y desdén, como si fuera un saco. El chasquido de huesos fue igual de ensordecedor que la respiración del lobo rojo, que soltaba bufidos como un toro desesperado. Cogió al tipo con las garras, que gemía a media voz, pero terminó de gritar en cuanto le clavó en una de las verjas atravesándole lentamente, dejándole allí colgado y agonizando, pero si se retorcía el dolor era mayor. Uryan le observó unos instantes, justo cuando de sus orificios nasales empezó a brotar sangre. Ese iba a quedarse allí, serviría como advertencia.
Al escuchar un sonido de pasos apresurados, una de sus orejas se movió hacia allí captando el ruido. Giró la cabeza observando cómo el único cazador capaz de mantenerse en pie y echar a correr huía del lugar. Al principio le siguió, caminó hacia él pero al mover el hocico captó algo mucho más, que tiraba más de él que la sangre. De él. No de Slang. Slang le mordía los tobillos, azuzándole para que siguiera al pobre ingenuo que intentaba salvar el pellejo, ambos sabían que podían cogerle..Pero Uryan se negaba. No estaba allí por la sangre, por mucho que disfrutase. Sacudió la cabeza, como si así pudiera apartar a Slang de su mente, lo justo para manejar su cuerpo y cambiar de rumbo. Temía que el muy cabrón se hubiera muerto ya. Solo de pensarlo tensó al mandíbula y rugió. No era el mejor rastreador, así que decidió simplemente caminar con rapidez por el lugar, no fue difícil encontrar los calabozos.
Bajó, rozándose contra las estrechas paredes, a veces tenía que cruzar pasillos de lado, observaba en el interior de las celdas, sin preocuparle que los del otro lado pudieran también verle. Solo buscaba unos brillantes ojos azules. Dónde estaba, el muy capullo, el muy inútil. Maldito cachorro blanco. Uryan y Slang gruñeron a la vez, levantando el eco de las paredes de roca. El lobo rojo se había resignado y ya no estaba tan interesado en lo que ocurría, pero guiaba a Uryan, de alguna manera, hasta que encontró la celda, arrugó la nariz porque en un principio no veía nada y apestaba a algo que le hacía daño en los hocicos, algo agrio y asqueroso. Sacudió la cabeza y se acercó más a los barrotes, pensando que era la primera vez que Slang se equivocaba pero..Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad..Vio un bulto en el suelo..Un bulto sonriente.
Uryan echó las orejas hacia atrás plegándolas contra el cráneo. Había que joderse.
Al escuchar un sonido de pasos apresurados, una de sus orejas se movió hacia allí captando el ruido. Giró la cabeza observando cómo el único cazador capaz de mantenerse en pie y echar a correr huía del lugar. Al principio le siguió, caminó hacia él pero al mover el hocico captó algo mucho más, que tiraba más de él que la sangre. De él. No de Slang. Slang le mordía los tobillos, azuzándole para que siguiera al pobre ingenuo que intentaba salvar el pellejo, ambos sabían que podían cogerle..Pero Uryan se negaba. No estaba allí por la sangre, por mucho que disfrutase. Sacudió la cabeza, como si así pudiera apartar a Slang de su mente, lo justo para manejar su cuerpo y cambiar de rumbo. Temía que el muy cabrón se hubiera muerto ya. Solo de pensarlo tensó al mandíbula y rugió. No era el mejor rastreador, así que decidió simplemente caminar con rapidez por el lugar, no fue difícil encontrar los calabozos.
Bajó, rozándose contra las estrechas paredes, a veces tenía que cruzar pasillos de lado, observaba en el interior de las celdas, sin preocuparle que los del otro lado pudieran también verle. Solo buscaba unos brillantes ojos azules. Dónde estaba, el muy capullo, el muy inútil. Maldito cachorro blanco. Uryan y Slang gruñeron a la vez, levantando el eco de las paredes de roca. El lobo rojo se había resignado y ya no estaba tan interesado en lo que ocurría, pero guiaba a Uryan, de alguna manera, hasta que encontró la celda, arrugó la nariz porque en un principio no veía nada y apestaba a algo que le hacía daño en los hocicos, algo agrio y asqueroso. Sacudió la cabeza y se acercó más a los barrotes, pensando que era la primera vez que Slang se equivocaba pero..Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad..Vio un bulto en el suelo..Un bulto sonriente.
Uryan echó las orejas hacia atrás plegándolas contra el cráneo. Había que joderse.
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 22/02/2017
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Re: Acónito bajo la piel. (Priv. Uryan +18)
Uryan se había cargado a Esthia en brazos, al principio, pero en cuanto notó que no podía correr así se lo llevó a la espalda, haciéndole tumbarse contra ella para poder agacharse y apoyar las cuatro patas en el suelo, de ese modo ir más deprisa. No había matado a todos, hubo una rata escurridiza que se le escapó. En otra ocasión hubiera perseguido al muy cobarde, pero Esthia... Quería sacarlo de allí.
-Agárrate. Fuerte.
Agarrarse a cualquier cosa ya era complicado. Más aún hacerlo con fuerza. Pero estaba en ese punto en que apenas era consciente de la diferencia entre realidad y efecto de las drogas. La llegada de Uryan le había hecho fruncir el ceño en un momento, pensado que se trataba de las visiones propias de su estado. Pero luego se decía a sí mismo que si tuviera visiones, no pensaría que eran visiones. Así que debía ser Uryan de verdad. Pero Uryan estaba en el bosque. Y si fuera allí, los cazadores le harían daño. Le había gritado que se fuera. O eso pensó su cerebro, porque en realidad apenas artículo algunos sonidos que se escucharon como palabras inconexas. Se dejó caer sobre el lomo del lobo rojo.
-Esto es mejor que el suelo -murmuró, inspirando profundamente su olor. Olía a Uryan. Mucho. De no haber estado bajo los efectos del acónito, se habría dado cuenta de la sangre. Pero con el veneno en sus venas, sólo podía percibir una realidad distorsionada. -Vamos de paseo. Quiero ver el sol.
Ya podría ser mejor que el suelo, sobre todo desde que se bañaba para que los dedos de Hania no se le enredasen en el pelaje, pero eso no lo admitiría jamás de los jamases. Gruñó, no por Esthia, porque podía oler el acónito, apestaba a él. Sacudió la cabeza y goteó sangre, salpicándola. Iba a ser difícil despistar a los cazadores pero con suerte tendrían varias horas de ventaja. Empezó a caminar, quería correr pero notaba que su brazo no colaboraba y que no veía del ojo derecho. Al menos podía caminar deprisa, procurando que Esthia no se cayera al suelo.
Movió la oreja al escucharle y le miró de reojo por encima de su hombro.
-¿No deberías ver la luna? Eres un lobo.- Veía borroso, pero se guiaba por instinto y sabía que Slang le llevaría a un lugar seguro, seguro para los licántropos.
Hundió la nariz más en su pelaje.
-Hueles rico. Quiero chuparte. -le dio un lametón, ahí mismo, donde le pillaba. Y frunció el ceño, escupiendo algo de pelo. -Ya no quiero. -le rodeó el cuello con los brazos, dejando las piernas caer a ambos lados de su cuerpo, inertes -Hace viento. Podríamos volar una cometa. ¿Te quedas conmigo?
Movió las orejas de nuevo al sentir el lametón, mientras no lamiera una herida abierta o con alguna esquirla de plata... Todo iría bien, Esthia podría sobrevivir a un poco de pelo. Tropezó y a punto estuvieron ambos de ir al suelo pero se inorporó con un gruñido mientras seguía caminando. No iba a parar, aunque se le cayeran las patas al suelo una por una. No hasta encontrar un lugar seguro. jadeaba y resoplaba aunque no fueran deprisa. Se quedó callado, escuchándole, sopesando esa pregunta.
-Siempre estaré contigo.- Lo dijo bajito, pero claro mientras avanzaba casi a ciegas, chapoteó en el agua y levantó la vista. ¿Era una bifurcación del Sena? Se estiró, suspirando y empezó a moverse río arriba, dentro del agua. Su sangre y su rastro se perdió en la corriente. Buena idea, Slang.
-Siempre -corroboró, aunque le patinaban un poco las letras. El agua fría pareció despabilarlo un poco, pero no lo suficiente para que dejara de hacer tonterias sin pensar. Su primer instinto fue beber hasta no poder más, pero no controlaba muy bien su cuerpo, así que metió la cabeza en el agua y acabó tosiendo como si fuera a echar los pulmones. Bebió demasiado y demasiado rápido para su estado, así que acabó soltándose de Uryan y hundiéndose en el río.
Uryan movía los hombros intentando sostener a Esthia sobre él pero su propio estado le impedía hacerlo mejor. Se puso tenso cuando le escuchó toser y finalmente caer. Cogió aire y se puso en pie.
-Esthia... -No era hora de un chapuzón, necesitaban moverse, se le iban las fuerzas. El estado que alcanzaba duraba apenas unos minutos, en los que le bastaban para arrasar con todo, pero muy pocas veces para salir de allí. Notaba el cuerpo y la mente pesada, los primeros pinchazos del dolor que su mente había bloqueado. Cogió al moreno con una de las garras, la única que podía mover ya y lo levantó del agua. -Te traeré agua después..Tenemos que irnos..
-Yo no quiero irme. Quiero nadar. -frunció el ceño, como un niño pequeño y caprichoso. Sin embargo, se dejó llevar, porque, igual que un niño, no podía poner resistencia a Uryan. -Quiero nadar. -insistió. Beber algo le había sentado bien y su mente parecía enfocar algo más. Por suerte para el lobo rojo, se enfocó en él. -Tú me gustas. Je. Jeje. Jejejejejejejejeje. Tú. Je. Me gustas. Jeje. Un poquito. ... ... Bastante.
Nadar..Si apenas podía caminar, cómo iba a dejarle nadar. Bufó, porque él no estaba para bromas, estuvo hasta tentado de dejarle mientras él se dejaba llevar por la inconsciencia pero..¿Y si se ahogaba? No. No podía dejarle solo. Levantó una oreja, observándole mientras hablaba. Si hubiera podido, hubiera sonreído. Se inclinó hacia delante para poner su cara de lobo frente a la suya.
-Recuérdame que te drogue más a menudo, copito de nieve.- Volvió a cogerle.- Bebe..tenemos que caminar un par de horas más..Pero bebe despacio.
Esthia sí sonrió. Una sonrisa un poco ida, porque todavía no estaba en sus cabales. Bebió un poco más. Despacio. Tosió un poco más, pero nada alarmante. Le quemaba la garganta, pero estaba mejorando.
-¿Falta mucho? -le estaba entrando sueño.
Cuando terminó de beber se lo cargó en el lomo, sosteniéndole hasta que se aseguró de que podía quedarse tumbado.
-Duérmete. Llegaremos pronto. -mentira, quería caminar río arriba al menos dos horas, hasta estar seguro de que el rastro se habría perdido y alejarse del río, para que no pudieran encontrarlos.
-Vale. Buenas noches. -se acomodó en su espalda, como si fuera un koala. Y se quedó dormido casi al momento. Su cuerpo necesitaba drenar el aconito y ahora que estaba seguro junto a Uryan, ya no sentía esa necesidad de mantenerse alerta, porque no era consciente del peligro que todavía entrañaba, ni de la sangre, ni de las heridas del otro. Sólo tenía sed y sueño.
Cuando Esthia se durmió avanzó más deprisa, aunque de nuevo a ciegas, Slang le arrastraba y le hacía levantarse cada vez que tropezaba o estaba a punto de dejarse caer. No sentía ni la brisa, solo el dolro alcerante que iba apareciendo en distintas zonas de su cuerpo. Subió rio arriba hasta que Slang el hizo desviarse. El bosque era amplio al principio pero los árboles se fueron estrechando, pero no lo suficiente para no poder pasar entre ellos con facilidad. Jadeaba cada vez más, moviéndose cada vez más lento, más errático. tenía que seguir, lo sabía pero no pudo, cayó a plomo contra el suelo, aun jadeando, con Esthia encima.
El golpe despertó al lobo blanco, que todavía estaba aturdido, pero había recobrado parte de la lucidez. Le costaba moverse, a pesar de sentirse extrañamente eufórico por dentro. Al menos en su mente ya empezaba a ser consciente de la situación.
-¿Dónde estamos? Nos hemos perdido. Si querías perderte conmigo, sólo tenías que decirlo. -Al bajar la vista hacia Uryan, entendió que algo no iba bien, aunque todavía no era capaz de procesar la gravedad de la situación. -Ury... Eh, Ury. ... Uryan. Despierta. Vamos a casa. No sé donde estamos y estoy todavía jodido, no sé encontrar el camino. Ury... Vamos.
Uryan aun mantenía los ojos abiertos, pero no demasiado, miró a Esthia de reojo y le gruñó. Su mente se desvanecía y quería seguir caminando pero todas sus fuerzas se habían agotado y siempre ocurría lo mismo, era una explosión, tras la cual no quedaba absolutamente nada. Movió el hocico, intentando decirle que se alejara y buscara un refugio pero no le dio tiempo. Sus ojos se pusieron en blanco y se cerraron antes de quedarse completamente tirado en el suelo. Su pelaje rojo intenso apelmazado por la cantidad de sangre que tenía, el virote atravesando su hombro era lo más llamativo, pero no lo único, había agujeros de bala y cortes profundos. Los cazadores no eran cosa de broma y habían salido caras sus muertes.
-Joder, no me hagas esto. -Como si el pobre lobo rojo tuviera la culpa. Pero todavía le costaba que el cuerpo reaccionase. Al menos ya diferenciaba la realidad, aunque estuviera como si hubiera bebido demasiado-. Eh, eh, Ury. Por favor, no te duermas. Sigue gruñéndome, ¿vale? Que sabes que me pone mucho -El filtro no había vuelto. Aunque tampoco suponia una gran diferencia-. Necesitamos volver a casa. ¡¡Y no sé volver!! Soy un jodido rastreador que no sé volver a casa. -se dejó caer de rodillas, sollozando como un niño abandonado-. No quiero que te me mueras tú también.
Uryan estaba completamente apagado, no había forma de despertarle aunque hubiera querido hacerlo. Eso si, después de unas horas su pelaje cambió a piel limpia, solo que el tamaño de las balas y el virote no cambió. Frunció el ceño y se retorció pero apenas fue un gesto antes de seuir allí tirado. Las herias no dejaban de sangrar, algunas más que otras, pero no parecía capaz de moverse.
Ese lapso de tiempo le permitió a Esthia metabolizar un poco más la droga y empezar a ser consciente de su entorno. PErcibía de nuevo con claridad algunos olores y sonidos, podía volver a orientarse. Con movimientos todavía lentos, gateó hasta Uryan y le puso la mano en la mejilla.
-Voy a intentar llevarte a casa. A salvo. Allí podré sacarte esto. Pero tienes que aguantar, ¿vale? -Con todo el cuidado de que era capaz, fue levantando a Uryan, hasta medio cargarlo, con el brazo sobre sus hombros, rodeándole la cintura. -No puedo cambiar para llevarte, estoy demasiado drogado aún. Es posible que demos bastantes vueltas, los rastros son muy confusos.
Como si Uryan se enterase de algo, se dejaba arrastrar como un peso muerto, estaba muy pálido,s eguramente por la pérdida de sangre que había dejado un descomunal barrizal bajo su cuerpo. gruñó, otra vez, solo quería dormir y descansar, aunque fuera para siempre. Notaba los movimientos como mordiscos arrancándole la carne.
Demasiado despacio, con demasiadas vueltas, pero consiguió llegar a una zona conocida y orientarse. Estaban cerca. Les iba a costar un buen rato limpiar el rastro y camuflarlo entre otros olores del bosque, pero el haber atravesado el río ya habría despistado a los cazadores. La cabaña en ruinas le pareció un palacio en ese momento. Entró, arrastrando a Uryan hasta el montón de mantas y pieles que usaban como lecho. Estaba agotado, pero algo más lúcido. Bebió agua, de nada servía centrarse en el otro, si no recuperaba él mismo las fuerzas suficientes para ayudarle. Cogió los restos de carne que había por allí y se los comió, sin preocuparse de cuánto tiempo llevaban allí. Después de tres días sin comer, cualquier bocado era gloria. Mientras daba cuenta de ellos, iba reuniendo lo que necesitaba para sacar el virote. -Esto te va a doler, pero te prometo que lo haré rápido.
A él también le supo a gloria el lugar cómodo, hasta el ambiente pareció cambiar, como si estuviera seguro aunque solo fuese una sensación. Podía estar más cerca de la muerte que de la vida, pero estaba en la gloria y no le importaba. Su cuerpo y su mente necesitaban descansar, el problema era la cantidad de plata metida en su cuerpo, pero el daba igual.
Limpió lo mejor que pudo las heridas y extrajo la plata. Con los útiles tan rudimentarios que tenía, bastante que pudo apañarse. Comió algo más y bebió todo lo que el cuerpo le admitió. TAmbién intentó hacer beber algo a Uryan, para que su cuerpo se refrescara. Cuando ya hubo hecho todo lo que podía hacer, se tumbó junto al hombretón, de costado, poniendole un brazo bajo la cabeza.
-Agárrate. Fuerte.
Agarrarse a cualquier cosa ya era complicado. Más aún hacerlo con fuerza. Pero estaba en ese punto en que apenas era consciente de la diferencia entre realidad y efecto de las drogas. La llegada de Uryan le había hecho fruncir el ceño en un momento, pensado que se trataba de las visiones propias de su estado. Pero luego se decía a sí mismo que si tuviera visiones, no pensaría que eran visiones. Así que debía ser Uryan de verdad. Pero Uryan estaba en el bosque. Y si fuera allí, los cazadores le harían daño. Le había gritado que se fuera. O eso pensó su cerebro, porque en realidad apenas artículo algunos sonidos que se escucharon como palabras inconexas. Se dejó caer sobre el lomo del lobo rojo.
-Esto es mejor que el suelo -murmuró, inspirando profundamente su olor. Olía a Uryan. Mucho. De no haber estado bajo los efectos del acónito, se habría dado cuenta de la sangre. Pero con el veneno en sus venas, sólo podía percibir una realidad distorsionada. -Vamos de paseo. Quiero ver el sol.
Ya podría ser mejor que el suelo, sobre todo desde que se bañaba para que los dedos de Hania no se le enredasen en el pelaje, pero eso no lo admitiría jamás de los jamases. Gruñó, no por Esthia, porque podía oler el acónito, apestaba a él. Sacudió la cabeza y goteó sangre, salpicándola. Iba a ser difícil despistar a los cazadores pero con suerte tendrían varias horas de ventaja. Empezó a caminar, quería correr pero notaba que su brazo no colaboraba y que no veía del ojo derecho. Al menos podía caminar deprisa, procurando que Esthia no se cayera al suelo.
Movió la oreja al escucharle y le miró de reojo por encima de su hombro.
-¿No deberías ver la luna? Eres un lobo.- Veía borroso, pero se guiaba por instinto y sabía que Slang le llevaría a un lugar seguro, seguro para los licántropos.
Hundió la nariz más en su pelaje.
-Hueles rico. Quiero chuparte. -le dio un lametón, ahí mismo, donde le pillaba. Y frunció el ceño, escupiendo algo de pelo. -Ya no quiero. -le rodeó el cuello con los brazos, dejando las piernas caer a ambos lados de su cuerpo, inertes -Hace viento. Podríamos volar una cometa. ¿Te quedas conmigo?
Movió las orejas de nuevo al sentir el lametón, mientras no lamiera una herida abierta o con alguna esquirla de plata... Todo iría bien, Esthia podría sobrevivir a un poco de pelo. Tropezó y a punto estuvieron ambos de ir al suelo pero se inorporó con un gruñido mientras seguía caminando. No iba a parar, aunque se le cayeran las patas al suelo una por una. No hasta encontrar un lugar seguro. jadeaba y resoplaba aunque no fueran deprisa. Se quedó callado, escuchándole, sopesando esa pregunta.
-Siempre estaré contigo.- Lo dijo bajito, pero claro mientras avanzaba casi a ciegas, chapoteó en el agua y levantó la vista. ¿Era una bifurcación del Sena? Se estiró, suspirando y empezó a moverse río arriba, dentro del agua. Su sangre y su rastro se perdió en la corriente. Buena idea, Slang.
-Siempre -corroboró, aunque le patinaban un poco las letras. El agua fría pareció despabilarlo un poco, pero no lo suficiente para que dejara de hacer tonterias sin pensar. Su primer instinto fue beber hasta no poder más, pero no controlaba muy bien su cuerpo, así que metió la cabeza en el agua y acabó tosiendo como si fuera a echar los pulmones. Bebió demasiado y demasiado rápido para su estado, así que acabó soltándose de Uryan y hundiéndose en el río.
Uryan movía los hombros intentando sostener a Esthia sobre él pero su propio estado le impedía hacerlo mejor. Se puso tenso cuando le escuchó toser y finalmente caer. Cogió aire y se puso en pie.
-Esthia... -No era hora de un chapuzón, necesitaban moverse, se le iban las fuerzas. El estado que alcanzaba duraba apenas unos minutos, en los que le bastaban para arrasar con todo, pero muy pocas veces para salir de allí. Notaba el cuerpo y la mente pesada, los primeros pinchazos del dolor que su mente había bloqueado. Cogió al moreno con una de las garras, la única que podía mover ya y lo levantó del agua. -Te traeré agua después..Tenemos que irnos..
-Yo no quiero irme. Quiero nadar. -frunció el ceño, como un niño pequeño y caprichoso. Sin embargo, se dejó llevar, porque, igual que un niño, no podía poner resistencia a Uryan. -Quiero nadar. -insistió. Beber algo le había sentado bien y su mente parecía enfocar algo más. Por suerte para el lobo rojo, se enfocó en él. -Tú me gustas. Je. Jeje. Jejejejejejejejeje. Tú. Je. Me gustas. Jeje. Un poquito. ... ... Bastante.
Nadar..Si apenas podía caminar, cómo iba a dejarle nadar. Bufó, porque él no estaba para bromas, estuvo hasta tentado de dejarle mientras él se dejaba llevar por la inconsciencia pero..¿Y si se ahogaba? No. No podía dejarle solo. Levantó una oreja, observándole mientras hablaba. Si hubiera podido, hubiera sonreído. Se inclinó hacia delante para poner su cara de lobo frente a la suya.
-Recuérdame que te drogue más a menudo, copito de nieve.- Volvió a cogerle.- Bebe..tenemos que caminar un par de horas más..Pero bebe despacio.
Esthia sí sonrió. Una sonrisa un poco ida, porque todavía no estaba en sus cabales. Bebió un poco más. Despacio. Tosió un poco más, pero nada alarmante. Le quemaba la garganta, pero estaba mejorando.
-¿Falta mucho? -le estaba entrando sueño.
Cuando terminó de beber se lo cargó en el lomo, sosteniéndole hasta que se aseguró de que podía quedarse tumbado.
-Duérmete. Llegaremos pronto. -mentira, quería caminar río arriba al menos dos horas, hasta estar seguro de que el rastro se habría perdido y alejarse del río, para que no pudieran encontrarlos.
-Vale. Buenas noches. -se acomodó en su espalda, como si fuera un koala. Y se quedó dormido casi al momento. Su cuerpo necesitaba drenar el aconito y ahora que estaba seguro junto a Uryan, ya no sentía esa necesidad de mantenerse alerta, porque no era consciente del peligro que todavía entrañaba, ni de la sangre, ni de las heridas del otro. Sólo tenía sed y sueño.
Cuando Esthia se durmió avanzó más deprisa, aunque de nuevo a ciegas, Slang le arrastraba y le hacía levantarse cada vez que tropezaba o estaba a punto de dejarse caer. No sentía ni la brisa, solo el dolro alcerante que iba apareciendo en distintas zonas de su cuerpo. Subió rio arriba hasta que Slang el hizo desviarse. El bosque era amplio al principio pero los árboles se fueron estrechando, pero no lo suficiente para no poder pasar entre ellos con facilidad. Jadeaba cada vez más, moviéndose cada vez más lento, más errático. tenía que seguir, lo sabía pero no pudo, cayó a plomo contra el suelo, aun jadeando, con Esthia encima.
El golpe despertó al lobo blanco, que todavía estaba aturdido, pero había recobrado parte de la lucidez. Le costaba moverse, a pesar de sentirse extrañamente eufórico por dentro. Al menos en su mente ya empezaba a ser consciente de la situación.
-¿Dónde estamos? Nos hemos perdido. Si querías perderte conmigo, sólo tenías que decirlo. -Al bajar la vista hacia Uryan, entendió que algo no iba bien, aunque todavía no era capaz de procesar la gravedad de la situación. -Ury... Eh, Ury. ... Uryan. Despierta. Vamos a casa. No sé donde estamos y estoy todavía jodido, no sé encontrar el camino. Ury... Vamos.
Uryan aun mantenía los ojos abiertos, pero no demasiado, miró a Esthia de reojo y le gruñó. Su mente se desvanecía y quería seguir caminando pero todas sus fuerzas se habían agotado y siempre ocurría lo mismo, era una explosión, tras la cual no quedaba absolutamente nada. Movió el hocico, intentando decirle que se alejara y buscara un refugio pero no le dio tiempo. Sus ojos se pusieron en blanco y se cerraron antes de quedarse completamente tirado en el suelo. Su pelaje rojo intenso apelmazado por la cantidad de sangre que tenía, el virote atravesando su hombro era lo más llamativo, pero no lo único, había agujeros de bala y cortes profundos. Los cazadores no eran cosa de broma y habían salido caras sus muertes.
-Joder, no me hagas esto. -Como si el pobre lobo rojo tuviera la culpa. Pero todavía le costaba que el cuerpo reaccionase. Al menos ya diferenciaba la realidad, aunque estuviera como si hubiera bebido demasiado-. Eh, eh, Ury. Por favor, no te duermas. Sigue gruñéndome, ¿vale? Que sabes que me pone mucho -El filtro no había vuelto. Aunque tampoco suponia una gran diferencia-. Necesitamos volver a casa. ¡¡Y no sé volver!! Soy un jodido rastreador que no sé volver a casa. -se dejó caer de rodillas, sollozando como un niño abandonado-. No quiero que te me mueras tú también.
Uryan estaba completamente apagado, no había forma de despertarle aunque hubiera querido hacerlo. Eso si, después de unas horas su pelaje cambió a piel limpia, solo que el tamaño de las balas y el virote no cambió. Frunció el ceño y se retorció pero apenas fue un gesto antes de seuir allí tirado. Las herias no dejaban de sangrar, algunas más que otras, pero no parecía capaz de moverse.
Ese lapso de tiempo le permitió a Esthia metabolizar un poco más la droga y empezar a ser consciente de su entorno. PErcibía de nuevo con claridad algunos olores y sonidos, podía volver a orientarse. Con movimientos todavía lentos, gateó hasta Uryan y le puso la mano en la mejilla.
-Voy a intentar llevarte a casa. A salvo. Allí podré sacarte esto. Pero tienes que aguantar, ¿vale? -Con todo el cuidado de que era capaz, fue levantando a Uryan, hasta medio cargarlo, con el brazo sobre sus hombros, rodeándole la cintura. -No puedo cambiar para llevarte, estoy demasiado drogado aún. Es posible que demos bastantes vueltas, los rastros son muy confusos.
Como si Uryan se enterase de algo, se dejaba arrastrar como un peso muerto, estaba muy pálido,s eguramente por la pérdida de sangre que había dejado un descomunal barrizal bajo su cuerpo. gruñó, otra vez, solo quería dormir y descansar, aunque fuera para siempre. Notaba los movimientos como mordiscos arrancándole la carne.
Demasiado despacio, con demasiadas vueltas, pero consiguió llegar a una zona conocida y orientarse. Estaban cerca. Les iba a costar un buen rato limpiar el rastro y camuflarlo entre otros olores del bosque, pero el haber atravesado el río ya habría despistado a los cazadores. La cabaña en ruinas le pareció un palacio en ese momento. Entró, arrastrando a Uryan hasta el montón de mantas y pieles que usaban como lecho. Estaba agotado, pero algo más lúcido. Bebió agua, de nada servía centrarse en el otro, si no recuperaba él mismo las fuerzas suficientes para ayudarle. Cogió los restos de carne que había por allí y se los comió, sin preocuparse de cuánto tiempo llevaban allí. Después de tres días sin comer, cualquier bocado era gloria. Mientras daba cuenta de ellos, iba reuniendo lo que necesitaba para sacar el virote. -Esto te va a doler, pero te prometo que lo haré rápido.
A él también le supo a gloria el lugar cómodo, hasta el ambiente pareció cambiar, como si estuviera seguro aunque solo fuese una sensación. Podía estar más cerca de la muerte que de la vida, pero estaba en la gloria y no le importaba. Su cuerpo y su mente necesitaban descansar, el problema era la cantidad de plata metida en su cuerpo, pero el daba igual.
Limpió lo mejor que pudo las heridas y extrajo la plata. Con los útiles tan rudimentarios que tenía, bastante que pudo apañarse. Comió algo más y bebió todo lo que el cuerpo le admitió. TAmbién intentó hacer beber algo a Uryan, para que su cuerpo se refrescara. Cuando ya hubo hecho todo lo que podía hacer, se tumbó junto al hombretón, de costado, poniendole un brazo bajo la cabeza.
Esthia Vikorida- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: Acónito bajo la piel. (Priv. Uryan +18)
Varios días después, despertó hecho un guiñapo, pero abrió los ojos, los entreabrió, sintiendo que había estado en el infierno durante años, porque se sentía como si le hubieran dado la paliza de su vida, aunque no era la primera vez que se sentía tan hecho mierda..Tal vez si era la más grave. Las heridas no se habían errado aun, aunque habían dejado de sangrar, seguía grave y pálido, sin ganas de moverse y sin fuerzas. Miró a su alrededor, intentando descubrir dónde estaba, bastante desorientado.
Unos dedos cálidos le apartaron el pelo de la cara, dejándole ver una enorme sonrisa. -Ey. Hola, grandullón. -Esthia estaba acuclillado junto al lecho, había notado el cambio en su respiración al despertar y se había acercado para comprobarlo-. ¿Cómo estás? Me has dado un buen susto. -A él ya se le había pasado por completo el efecto de la droga y sus heridas eran muy leves, así que había sanado sin problemas.
Uryan le observó aun algo descolocado, pero en cuanto notó las pequeñas heridas empezó a recordar, a trozos, porque una vez que su mente entraba en esa especie de trance sangriento recordaba las cosas justas. Se intentó incorporar, aunque toda su anatomía le gritó advirtiéndole de que no debería, quería asegurarse de que Esthia estaba bien.
-No hagas esfuerzos. -Le puso la mano en la mejilla y movió el pulgar por su piel-. Voy a traerte algo de comer y agua, ¿vale? -Se levantó para ir a buscarle comida y agua para ayudar a recuperarse. En esos días había salido muy poco, lo justo para cazar algo y tener reservas.
Uryan respiró agitado y no le hizo caso, era demasiado terco y no quería que se alejara, pero cuando itnentó cogerle su brazo no respondió. Frunció el ceño y se miró el brazo izquierdo, no se movía y apenas podía mover los dedos..¿Se movían? Se incorporó usando el codo del otro brazo, soltando un gruñido cuando una de las heridas que había dejado una de tantas balas se abrió y supuró algo de sangre pero no le hizo caso, siguió mirándose el brazo.
Regresó con un plato con carne y un vaso. -¿Quieres estarte quieto? ¡¡Maldita sea, Uryan!! Te has vuelto a abrir una herida. -Dejó lo que llevaba en las manos sobre el lecho para ver la herida.
Se dejó mirar la herida, le iba a decir que no podía mover el brazo pero el olor de la comida le pareció más importante. Movió el brazo derecho y cogió directamente con la mano un trozo de carne que llevó a la boca.
Revisó la herida. Nada alarmante. Se curaría bien si dejaba de moverse y permitía que su cuerpo se recuperara. -Hay más carne en la cocina, así que come con calma, nadie te lo va a quitar.
- Estoy hambriento.- Su voz sonó ronca pero no le importó tampoco, tenía mucha hambre y no era capaz de comer tranquilidad ni aunque no le diese tiempo a masticarlo todo. Toda su pasión era metérselo en la boca, masticar deprisa y que llegase al estómago lo antes posible.
-Lo sé, pero te sentará mal si engulles tan rápido. -Lo dejó así, comiendo, y fue hacia la cocina, a coger otro poco de comida para él. Se sentó en el suelo, apoyando la espalda en el lateral del lecho de pieles.
Le observó mientras comía, no podía hablar mientras lo hacía, pero se contentaba con verle ahí, al alcance, a salvo y sin heridas graves. Cogió aire para poder seguir comiendo, hasta que se terminó el plato de comida. Hizo una mueca, porque seguro que le iba a sentar mal pero ¿Y lo a gusto que se había quedado? Se dejó caer despacio en el lecho, jadeando todavía, mirándole de reojo.-..¿Llegué hasta aquí..?
-No. En realidad acabamos perdidos en alguna parte. Tú jodido, yo drogado... lo ideal. Estuvimos un par de horas a saber dónde, hasta que pude más o menos irte llevando hasta una zona que conocía. No tener oído ni olfato me dejó muy descolocado, no era capaz de orientarme.
- Si te llevé hasta ahí era una zona segura..Podrías haber esperado allí hasta que se te pasara..U ocultarte mejor y esperar.- Frunció el ceño, cabreado con la idea de que corriera ese riesgo.- A mi no me ocurre nada..Nunca me pasa...Tu no tienes ningún sentido de la supervivencia. Qué cojones hacías allí.
-Porque me ofrecieron pastelillos, no te jode. ¿Te crees que estaba ahí por gusto? -le encaró y le miró entrecerrando los ojos. Le había cogido entre media docena, le habían drogado y le habían tenido tres días sin comer, sólo con un poco de agua con acónito al alcance. Era morir de deshidratación o envenenado.
- Te dije que no te alejaras de aquí.- Gruñó, apretando los dientes, que le encarase no mejoraba su cabreo y se volvió a incorporar, lo justo para dejar un codo contra el lecho para poder mirarle.- ¡Te dije que no te fueras de mi vista! Llevas tres días allí metido, ¡PORQUE NO SABÍA DÓNDE COJONES ESTABAS!
-No soy un niño, Uryan. Puedo caminar sólo por el bosque. Loa cazadores acechan en todas partes. ¿Crees que esto permanecerá oculto eternamente? Aquí no hay una manada sólida que les ponga límites, así que nos cazan y nos seguirán cazando siempre que puedan.
- He sobrevivido muy bien solo. tal vez tú necesites una manada.- Gruñó, no sabía que él necesitase una manada, pensaba que ahora estaba bien..
-Yo también he sobrevivido muy bien solo. Pero sé reconocer las ventajas de una manada. Aquí no la hay, pues nada, sobreviviremos como podamos. Pero no trates de hacerme sentir culpable por que otros nos cacen. Y menos cuando llevo mil horas esperando que despiertes.
- No me importa que nos cacen, lo que me importa es que lo consigan. podrías haber muerto ahí. ¿Dónde estaba tu manada? he tenido que ir YO a sacarte de esa mierda, por eso llevas horas esperando a que me despierte. Yo no soy el culpable aquí.
-¿Y yo si? Pues si tanto te molestaba haber ido a buscarme, no haberlo hecho. Tampoco te hubiera supuesto mucha diferencia.
Apretó los labios y le miró arrugando la nariz.- Qué significa eso.
-Siempre parece que todo lo malo que te pasa es por mi culpa. ¿Crees que yo quería que me encontraran y me drogaran?
- Todo lo que me pasa es por tu culpa- Frunció más el ceño, eso era muy obvio.- No me has contestado, qué significa eso de que no hubiera supuesto diferencia. De qué me estás hablando.
-De que te pongo en peligro. Siempre acabas herido. Slang lo sabe. Tú deberías saberlo. Quizás sí que debería volver con mi manada a Lesbos.
Se quedó callado cuando dijo aquello y miró hacia otro lado bufando, no quería que se fuera pero tampoco iba a decírselo con palabras, de todas formas no le iba a dejar irse.
No entendió bien aquel bufido, pero... -Sólo quiero que estés bien, ¿vale? Mírate, casi te matan. Yo soy un lobo con suerte, pero tú... ¿qué suerte tienes tu?
Arrugó la nariz.- Te tengo a ti.- Se quedó en silencio unos cuantos segundos.- Pero te empeñas en que te maten.
Te tengo a ti. Esa frase rebotó en su mente e hizo que los lados de su boca se estirasen. Te tengo a ti. Impulsivo como siempre, se echó hacia adelante y le besó en la boca. Quizás con más impetu del estrictamente necesario.
No se quejó, aunque le dolió bastante. Por inercia intentó rodearle con el brazo, pero en vez de eso, se quedó unicamente en el intento, la extremidad izquierda seguía sin responder. Gruñó de impotencia y cogió a Esthia de la cintura para apartarlo.- me estás matando.- gruñó.
-Uy. Lo siento. ¿Te he hecho daño? -preguntó tranquilamente, como si todo lo que habían pasado los días anteriores hubiera sido un mal sueño demasiado lejano. -No deberías hacer esfuerzos. Duerme. Saldré a buscar algo más de comida para cuando despiertes.
No sabía si iba a poder dormir ahora, lo mismo si cuerpo no estaba para responder al pasional temperamento del lobo, pero lo intentaba. Dejó caer la cabeza hacia atrás y asintió vagamente. Prefería quedarse allí y pensar...Porque tenía mucho con lo que discutir internamente. Por qué había ido detrás de él, por qué no había dejado a Slang controlarlo del todo y cómo había detenido al lobo rojo mientras estaba en su sed de sangre, nunca antes había ocurrido, pero sabía que tenía que ser consciente para sacar a Esthia de allí con vida. Nada de lo que hacía tenía ningún sentido.
El alegre lobo blanco se levantó y se dirigió a la puerta. -Volveré en un rato. No te prometo una presa grande. Serán un par de liebres o algo así. No quiero dejarte mucho tiempo solo.
No le importaba estar solo, es más, lo venía necesitando, más que para aclarar su cabeza, que estaba claro que no iba a desenredar ni en un día ni en dos, era para comprobar su brazo. Quedarse tullido no entraba en sus planes.
Casi una hora más tarde, Esthia regresó al refugio con cuatro liebres cogidas de las orejas. Se las enseñó como si fueran un trofeo. -Me he acordado de que tú siempre comes mucho y que seguro que tienes hambre, así que me traído más. Esta tarde me acercaré a la ciudad para comprar algo más contundente. -Dejó las liebres sobre la cocina desvencijada y movió una tabla rota del suelo, donde guardaban las pocas monedas que tenían de las peleas-. No andamos muy boyentes, ¿eh? Si mejoras rápido, en un par de noches me meto a una pelea para sacar algo. O le hago una visitilla a mi amigo el noble.
Uryan se sentó aunquele dolía todo el cuerpo, aun tenía las marcas de las balas que atravesaron su carne, igual que el filo de la daga que le llegó hasta los pulmones. No recordaba mucho más, sacar a Esthia, el rio, alejarlo del peligro y a más no llegaba. Cómo estaba vivo era un enigma. Se frotó el hombro e intentó mover el brazo, pero era incapaz. Cuando Esthia apareció, tenía ese brazo sobre el regazo y presionaba su bíceps intentando hacerle reaccionar, que sintiera algo, dolor, lo que fuera..pero no hubo respuesta. Levantó la vista hacia las liebres y se le dilataron las pupilas. No se había dado cuenta del hambre que tenía, pero eso se le pasó pronto. Esthia no iba a ir a las peleas, pero mucho menos iba a poner un puto pie fuera de esa casa para ir a buscar a su amiguito el rico.- Si no es para matarle no lo harás.
-Estoy bromeando, bobo -Le miró por encima del hombro, mientras desollaba las piezas, con esa perenne sonrisa suya-. Ya te dije que sólo fue una noche, sin más. -Cuando tuvo lista la primera, se giró hacia Uryan -las aso o nos las comemos así, tal cual? -Porque ambos eran lobos y para ellos comer carne cruda era algo muy cotidiano.
Gruñó, porque no estaba para bromas, aun tenía la tensión encima, él era un inconsciente y ya empezaba a hacerse a la idea.- No puedes ir a la ciudad..Uno de los cazadores se marchó.- Y podría reconocer a Esthia y seguirle o a saber qué más cosas, no, no estaban seguros, necesitaban mantenerse en la oscuridad un tiempo..Él ya lo tenía planeado después de la que había liado con aquellos humanos, pero ahora..Ahora también cazadores. Cogió aire y lo soltó despacio, no tenía miedo, pero sabía contar. Observó las piezas y se encogió de hombros, pero era obvio que Uryan ya estaba babeando
Unos dedos cálidos le apartaron el pelo de la cara, dejándole ver una enorme sonrisa. -Ey. Hola, grandullón. -Esthia estaba acuclillado junto al lecho, había notado el cambio en su respiración al despertar y se había acercado para comprobarlo-. ¿Cómo estás? Me has dado un buen susto. -A él ya se le había pasado por completo el efecto de la droga y sus heridas eran muy leves, así que había sanado sin problemas.
Uryan le observó aun algo descolocado, pero en cuanto notó las pequeñas heridas empezó a recordar, a trozos, porque una vez que su mente entraba en esa especie de trance sangriento recordaba las cosas justas. Se intentó incorporar, aunque toda su anatomía le gritó advirtiéndole de que no debería, quería asegurarse de que Esthia estaba bien.
-No hagas esfuerzos. -Le puso la mano en la mejilla y movió el pulgar por su piel-. Voy a traerte algo de comer y agua, ¿vale? -Se levantó para ir a buscarle comida y agua para ayudar a recuperarse. En esos días había salido muy poco, lo justo para cazar algo y tener reservas.
Uryan respiró agitado y no le hizo caso, era demasiado terco y no quería que se alejara, pero cuando itnentó cogerle su brazo no respondió. Frunció el ceño y se miró el brazo izquierdo, no se movía y apenas podía mover los dedos..¿Se movían? Se incorporó usando el codo del otro brazo, soltando un gruñido cuando una de las heridas que había dejado una de tantas balas se abrió y supuró algo de sangre pero no le hizo caso, siguió mirándose el brazo.
Regresó con un plato con carne y un vaso. -¿Quieres estarte quieto? ¡¡Maldita sea, Uryan!! Te has vuelto a abrir una herida. -Dejó lo que llevaba en las manos sobre el lecho para ver la herida.
Se dejó mirar la herida, le iba a decir que no podía mover el brazo pero el olor de la comida le pareció más importante. Movió el brazo derecho y cogió directamente con la mano un trozo de carne que llevó a la boca.
Revisó la herida. Nada alarmante. Se curaría bien si dejaba de moverse y permitía que su cuerpo se recuperara. -Hay más carne en la cocina, así que come con calma, nadie te lo va a quitar.
- Estoy hambriento.- Su voz sonó ronca pero no le importó tampoco, tenía mucha hambre y no era capaz de comer tranquilidad ni aunque no le diese tiempo a masticarlo todo. Toda su pasión era metérselo en la boca, masticar deprisa y que llegase al estómago lo antes posible.
-Lo sé, pero te sentará mal si engulles tan rápido. -Lo dejó así, comiendo, y fue hacia la cocina, a coger otro poco de comida para él. Se sentó en el suelo, apoyando la espalda en el lateral del lecho de pieles.
Le observó mientras comía, no podía hablar mientras lo hacía, pero se contentaba con verle ahí, al alcance, a salvo y sin heridas graves. Cogió aire para poder seguir comiendo, hasta que se terminó el plato de comida. Hizo una mueca, porque seguro que le iba a sentar mal pero ¿Y lo a gusto que se había quedado? Se dejó caer despacio en el lecho, jadeando todavía, mirándole de reojo.-..¿Llegué hasta aquí..?
-No. En realidad acabamos perdidos en alguna parte. Tú jodido, yo drogado... lo ideal. Estuvimos un par de horas a saber dónde, hasta que pude más o menos irte llevando hasta una zona que conocía. No tener oído ni olfato me dejó muy descolocado, no era capaz de orientarme.
- Si te llevé hasta ahí era una zona segura..Podrías haber esperado allí hasta que se te pasara..U ocultarte mejor y esperar.- Frunció el ceño, cabreado con la idea de que corriera ese riesgo.- A mi no me ocurre nada..Nunca me pasa...Tu no tienes ningún sentido de la supervivencia. Qué cojones hacías allí.
-Porque me ofrecieron pastelillos, no te jode. ¿Te crees que estaba ahí por gusto? -le encaró y le miró entrecerrando los ojos. Le había cogido entre media docena, le habían drogado y le habían tenido tres días sin comer, sólo con un poco de agua con acónito al alcance. Era morir de deshidratación o envenenado.
- Te dije que no te alejaras de aquí.- Gruñó, apretando los dientes, que le encarase no mejoraba su cabreo y se volvió a incorporar, lo justo para dejar un codo contra el lecho para poder mirarle.- ¡Te dije que no te fueras de mi vista! Llevas tres días allí metido, ¡PORQUE NO SABÍA DÓNDE COJONES ESTABAS!
-No soy un niño, Uryan. Puedo caminar sólo por el bosque. Loa cazadores acechan en todas partes. ¿Crees que esto permanecerá oculto eternamente? Aquí no hay una manada sólida que les ponga límites, así que nos cazan y nos seguirán cazando siempre que puedan.
- He sobrevivido muy bien solo. tal vez tú necesites una manada.- Gruñó, no sabía que él necesitase una manada, pensaba que ahora estaba bien..
-Yo también he sobrevivido muy bien solo. Pero sé reconocer las ventajas de una manada. Aquí no la hay, pues nada, sobreviviremos como podamos. Pero no trates de hacerme sentir culpable por que otros nos cacen. Y menos cuando llevo mil horas esperando que despiertes.
- No me importa que nos cacen, lo que me importa es que lo consigan. podrías haber muerto ahí. ¿Dónde estaba tu manada? he tenido que ir YO a sacarte de esa mierda, por eso llevas horas esperando a que me despierte. Yo no soy el culpable aquí.
-¿Y yo si? Pues si tanto te molestaba haber ido a buscarme, no haberlo hecho. Tampoco te hubiera supuesto mucha diferencia.
Apretó los labios y le miró arrugando la nariz.- Qué significa eso.
-Siempre parece que todo lo malo que te pasa es por mi culpa. ¿Crees que yo quería que me encontraran y me drogaran?
- Todo lo que me pasa es por tu culpa- Frunció más el ceño, eso era muy obvio.- No me has contestado, qué significa eso de que no hubiera supuesto diferencia. De qué me estás hablando.
-De que te pongo en peligro. Siempre acabas herido. Slang lo sabe. Tú deberías saberlo. Quizás sí que debería volver con mi manada a Lesbos.
Se quedó callado cuando dijo aquello y miró hacia otro lado bufando, no quería que se fuera pero tampoco iba a decírselo con palabras, de todas formas no le iba a dejar irse.
No entendió bien aquel bufido, pero... -Sólo quiero que estés bien, ¿vale? Mírate, casi te matan. Yo soy un lobo con suerte, pero tú... ¿qué suerte tienes tu?
Arrugó la nariz.- Te tengo a ti.- Se quedó en silencio unos cuantos segundos.- Pero te empeñas en que te maten.
Te tengo a ti. Esa frase rebotó en su mente e hizo que los lados de su boca se estirasen. Te tengo a ti. Impulsivo como siempre, se echó hacia adelante y le besó en la boca. Quizás con más impetu del estrictamente necesario.
No se quejó, aunque le dolió bastante. Por inercia intentó rodearle con el brazo, pero en vez de eso, se quedó unicamente en el intento, la extremidad izquierda seguía sin responder. Gruñó de impotencia y cogió a Esthia de la cintura para apartarlo.- me estás matando.- gruñó.
-Uy. Lo siento. ¿Te he hecho daño? -preguntó tranquilamente, como si todo lo que habían pasado los días anteriores hubiera sido un mal sueño demasiado lejano. -No deberías hacer esfuerzos. Duerme. Saldré a buscar algo más de comida para cuando despiertes.
No sabía si iba a poder dormir ahora, lo mismo si cuerpo no estaba para responder al pasional temperamento del lobo, pero lo intentaba. Dejó caer la cabeza hacia atrás y asintió vagamente. Prefería quedarse allí y pensar...Porque tenía mucho con lo que discutir internamente. Por qué había ido detrás de él, por qué no había dejado a Slang controlarlo del todo y cómo había detenido al lobo rojo mientras estaba en su sed de sangre, nunca antes había ocurrido, pero sabía que tenía que ser consciente para sacar a Esthia de allí con vida. Nada de lo que hacía tenía ningún sentido.
El alegre lobo blanco se levantó y se dirigió a la puerta. -Volveré en un rato. No te prometo una presa grande. Serán un par de liebres o algo así. No quiero dejarte mucho tiempo solo.
No le importaba estar solo, es más, lo venía necesitando, más que para aclarar su cabeza, que estaba claro que no iba a desenredar ni en un día ni en dos, era para comprobar su brazo. Quedarse tullido no entraba en sus planes.
Casi una hora más tarde, Esthia regresó al refugio con cuatro liebres cogidas de las orejas. Se las enseñó como si fueran un trofeo. -Me he acordado de que tú siempre comes mucho y que seguro que tienes hambre, así que me traído más. Esta tarde me acercaré a la ciudad para comprar algo más contundente. -Dejó las liebres sobre la cocina desvencijada y movió una tabla rota del suelo, donde guardaban las pocas monedas que tenían de las peleas-. No andamos muy boyentes, ¿eh? Si mejoras rápido, en un par de noches me meto a una pelea para sacar algo. O le hago una visitilla a mi amigo el noble.
Uryan se sentó aunquele dolía todo el cuerpo, aun tenía las marcas de las balas que atravesaron su carne, igual que el filo de la daga que le llegó hasta los pulmones. No recordaba mucho más, sacar a Esthia, el rio, alejarlo del peligro y a más no llegaba. Cómo estaba vivo era un enigma. Se frotó el hombro e intentó mover el brazo, pero era incapaz. Cuando Esthia apareció, tenía ese brazo sobre el regazo y presionaba su bíceps intentando hacerle reaccionar, que sintiera algo, dolor, lo que fuera..pero no hubo respuesta. Levantó la vista hacia las liebres y se le dilataron las pupilas. No se había dado cuenta del hambre que tenía, pero eso se le pasó pronto. Esthia no iba a ir a las peleas, pero mucho menos iba a poner un puto pie fuera de esa casa para ir a buscar a su amiguito el rico.- Si no es para matarle no lo harás.
-Estoy bromeando, bobo -Le miró por encima del hombro, mientras desollaba las piezas, con esa perenne sonrisa suya-. Ya te dije que sólo fue una noche, sin más. -Cuando tuvo lista la primera, se giró hacia Uryan -las aso o nos las comemos así, tal cual? -Porque ambos eran lobos y para ellos comer carne cruda era algo muy cotidiano.
Gruñó, porque no estaba para bromas, aun tenía la tensión encima, él era un inconsciente y ya empezaba a hacerse a la idea.- No puedes ir a la ciudad..Uno de los cazadores se marchó.- Y podría reconocer a Esthia y seguirle o a saber qué más cosas, no, no estaban seguros, necesitaban mantenerse en la oscuridad un tiempo..Él ya lo tenía planeado después de la que había liado con aquellos humanos, pero ahora..Ahora también cazadores. Cogió aire y lo soltó despacio, no tenía miedo, pero sabía contar. Observó las piezas y se encogió de hombros, pero era obvio que Uryan ya estaba babeando
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
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