AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
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El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
En cuanto cayó la noche salí de casa como alma que lleva el diablo. Tenía sed, el deseo de sangre había crecido porque desde hace un par de días no me alimentaba. Me ponía a prueba a mí mismo en cuanto a resistencia se refiere y tras haberme puesto a disciplina durante unos tres días, ya sentía la necesidad de insuflarme fuerzas a través de la sangre.
Salí a una desolada zona parisina en busca de alguien que recorriera las calles de noche y se creyera dueño de las mismas. Me gustaba caminar como cualquier mortal y ser atacado por algún inescrupuloso humano, para luego accionar mi fuerza como vampiro y en medio de la sorpresa, mostrarles la cara de la muerte y de su vergüenza, para enseñarles el hastío en que se convertían sus vidas similares a los parásitos o incluso peor. Sin embargo, el plan me cambio al ver a una mujer joven que acababa de salir de una pequeña y coqueta casa a pesar de no ser de una clase favorecida. Se detenía cada tanto a mirar a los pocos transeúntes que pasaban por allí, sonreía, y con aspecto abrumado y luego de haber caminado unos diez minutos –durante los cuales la seguí- llegó hasta un banco vacío situado camino al bosque, frente a él. Fatigada de haber dado esa corta caminata, se sentó jadeando. Su cara, por la palidez, se asemejaba a la de una muerta. Tosía, y se llevaba a los labios sus dedos transparentes como para detener las sacudidas que la agotaban. Contemplaba el cielo repleto de estrellas, las copas caprichosas de los árboles que se movían con el viento y era entonces cuando se veía tan tranquila, tan bella. Sin preguntar me senté a su lado y ella no pareció aterrarse. Sin mirarme, me sonrió y dijo algo: “-Soy tan feliz-“¿Cómo podía serlo? Me pregunté yo sin mencionarle nada a ella. ¿Acaso lo que sentía era similar al hastío que presentamos cada tanto los vampiros? Tal vez ella sabía que iba a morir pronto y sólo lo esperaba con la esperanza de ponerle fin a su dolor, sea cual fuere.
Sabe, sin duda, que se va a morir, que no llegará a ver la próxima primavera, que dentro de un año, a lo largo de este mismo paseo, esas mismas personas que pasaron por delante de ella vendrán a respirar el aire tibio de esa suave región, con sus hijos un poco más grandes, con el corazón siempre lleno de esperanzas, de ternuras, de felicidad, mientras que, al fondo de un ataúd de roble, la pobre carne que aún le queda hoy, se pudrirá, dejando sólo los huesos acostados dentro del vestido de seda que ha elegido como mortaja. Ya no estará. Las cosas de la vida continuarán para los demás. Pero para ella todo habrá acabado, y para siempre. Ella ya no estará. Sonríe, y aspira tanto como pueden sus pulmones enfermos los soplos helados provenientes del bosque. Y sueña.
Me contó como arreglaron su boda hace unos años y como tras el primer embarazo ella enfermó. Era tan joven que sentí una pena por ella que no alcanzo a explicar. La tragedia había golpeado su casa incluso llevándose a su marido antes que viera siquiera a aquél primer hijo y, ahora, ella moriría. El reflejo de su frente perlada me hizo saber que ardía en fiebre y que había caminado para morir en aquél lugar en el que estaba con un desconocido. No la mordí, no sentí deseos. Me permitió abrazarla y tras unas pocas palabras sobre lo que había sido su matrimonio, ella murió en mis brazos.
No pude hacer mucho. Permanecí unos minutos más ahí y luego dejé caer su cuerpo recostándolo en aquél banco. Me fui pensando como hace mucho no lograba. Yo había visto de cerca la vida y la muerte, pero ¿Cómo ella en ese estado podía ser feliz? Eso generó preguntas que acallé por unos momentos mientras cazaba. Me alimenté por necesidad pero no por ganas, las había perdido hace unos minutos en medio de aquella escena.
Sin más, caminé a la mansión de regreso y una vez adentro, me retiré el abrigo al tiempo que me sentaba en el sillón de la sala de estar. El aire dulce de la única humana en la casa recorrió de nuevo mis sentidos y supe que Lanna se acercaba. Encontré en ella un estúpido parecido a la joven de hace poco y evité mirarla. Me quedé sentado, en silencio y sin levantar la mirada para verla.
Ella, Lanna, era la única que estaba de tiempo completo en casa, la única que nos soportaba y a la que yo, hasta ahora, mantenía lejos de mí con un trato absolutamente frío. La cuestión era simple, el olor de su sangre me resultaba demasiado tentador como para poder mantenerla cerca.
-Lanna, tráeme una copa de vino, por favor. Luego retírate- Dije cuando estuvo lo suficientemente cerca para escucharme. Por supuesto no la miré, quería olvidar el trago amargo de la muerte de la joven. No era amargo porque hubiera muerto, sino por el estado de inquietud con respecto a la vida y la muerte en la que me había logrado sumir. Quería evitarlo, al menos hasta tenerlo todo claro e intentaría, por supuesto, evitar a cualquiera que siquiera me lo recordara.
Salí a una desolada zona parisina en busca de alguien que recorriera las calles de noche y se creyera dueño de las mismas. Me gustaba caminar como cualquier mortal y ser atacado por algún inescrupuloso humano, para luego accionar mi fuerza como vampiro y en medio de la sorpresa, mostrarles la cara de la muerte y de su vergüenza, para enseñarles el hastío en que se convertían sus vidas similares a los parásitos o incluso peor. Sin embargo, el plan me cambio al ver a una mujer joven que acababa de salir de una pequeña y coqueta casa a pesar de no ser de una clase favorecida. Se detenía cada tanto a mirar a los pocos transeúntes que pasaban por allí, sonreía, y con aspecto abrumado y luego de haber caminado unos diez minutos –durante los cuales la seguí- llegó hasta un banco vacío situado camino al bosque, frente a él. Fatigada de haber dado esa corta caminata, se sentó jadeando. Su cara, por la palidez, se asemejaba a la de una muerta. Tosía, y se llevaba a los labios sus dedos transparentes como para detener las sacudidas que la agotaban. Contemplaba el cielo repleto de estrellas, las copas caprichosas de los árboles que se movían con el viento y era entonces cuando se veía tan tranquila, tan bella. Sin preguntar me senté a su lado y ella no pareció aterrarse. Sin mirarme, me sonrió y dijo algo: “-Soy tan feliz-“¿Cómo podía serlo? Me pregunté yo sin mencionarle nada a ella. ¿Acaso lo que sentía era similar al hastío que presentamos cada tanto los vampiros? Tal vez ella sabía que iba a morir pronto y sólo lo esperaba con la esperanza de ponerle fin a su dolor, sea cual fuere.
Sabe, sin duda, que se va a morir, que no llegará a ver la próxima primavera, que dentro de un año, a lo largo de este mismo paseo, esas mismas personas que pasaron por delante de ella vendrán a respirar el aire tibio de esa suave región, con sus hijos un poco más grandes, con el corazón siempre lleno de esperanzas, de ternuras, de felicidad, mientras que, al fondo de un ataúd de roble, la pobre carne que aún le queda hoy, se pudrirá, dejando sólo los huesos acostados dentro del vestido de seda que ha elegido como mortaja. Ya no estará. Las cosas de la vida continuarán para los demás. Pero para ella todo habrá acabado, y para siempre. Ella ya no estará. Sonríe, y aspira tanto como pueden sus pulmones enfermos los soplos helados provenientes del bosque. Y sueña.
Me contó como arreglaron su boda hace unos años y como tras el primer embarazo ella enfermó. Era tan joven que sentí una pena por ella que no alcanzo a explicar. La tragedia había golpeado su casa incluso llevándose a su marido antes que viera siquiera a aquél primer hijo y, ahora, ella moriría. El reflejo de su frente perlada me hizo saber que ardía en fiebre y que había caminado para morir en aquél lugar en el que estaba con un desconocido. No la mordí, no sentí deseos. Me permitió abrazarla y tras unas pocas palabras sobre lo que había sido su matrimonio, ella murió en mis brazos.
No pude hacer mucho. Permanecí unos minutos más ahí y luego dejé caer su cuerpo recostándolo en aquél banco. Me fui pensando como hace mucho no lograba. Yo había visto de cerca la vida y la muerte, pero ¿Cómo ella en ese estado podía ser feliz? Eso generó preguntas que acallé por unos momentos mientras cazaba. Me alimenté por necesidad pero no por ganas, las había perdido hace unos minutos en medio de aquella escena.
Sin más, caminé a la mansión de regreso y una vez adentro, me retiré el abrigo al tiempo que me sentaba en el sillón de la sala de estar. El aire dulce de la única humana en la casa recorrió de nuevo mis sentidos y supe que Lanna se acercaba. Encontré en ella un estúpido parecido a la joven de hace poco y evité mirarla. Me quedé sentado, en silencio y sin levantar la mirada para verla.
Ella, Lanna, era la única que estaba de tiempo completo en casa, la única que nos soportaba y a la que yo, hasta ahora, mantenía lejos de mí con un trato absolutamente frío. La cuestión era simple, el olor de su sangre me resultaba demasiado tentador como para poder mantenerla cerca.
-Lanna, tráeme una copa de vino, por favor. Luego retírate- Dije cuando estuvo lo suficientemente cerca para escucharme. Por supuesto no la miré, quería olvidar el trago amargo de la muerte de la joven. No era amargo porque hubiera muerto, sino por el estado de inquietud con respecto a la vida y la muerte en la que me había logrado sumir. Quería evitarlo, al menos hasta tenerlo todo claro e intentaría, por supuesto, evitar a cualquiera que siquiera me lo recordara.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/01/2013
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Re: El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
Un día más en la mansión de los Nygard, sus brazos parecían cansados, una vez a la semana limpiaba cortinas, cambiaba todo de lugar, ella sola, a pesar de que no lo necesitaba, Lanna era testaruda y quizá bastante posesiva con los hermanos Nygard, pero quería ganárselos de nuevo antes de que alguien más entrara en esa casa, tal vez si otra persona llegaba entonces la echarían o sería de fácil reemplazo, y aunque creía en que Akseli la defendería, de Jarko no podía confiarse tanto, él parecía no muy conforme con ella.
Se sentó en uno de los sillones mientras observaba como la casa había quedado completamente limpia, se sentía cansada pero ¿Qué más daba? No tenía nada mejor que hacer que limpiar y acomodar, que atenderlos e intentar que estuvieran lo mejor posible, mantener a dos hombres contentos era difícil, al menos para ella. Se quedó ahí sentada un buen rato cerrando los ojos mientras que todo el cuerpo comenzaba a relajarse y a dolerle desde el cabello hasta la uña del pie, pero eso ya era costumbre para ella.
Abrió un ojo y supo que de seguir ahí se quedaría dormida así que prefirió levantarse para ir al tocador y poner un poco de agua, tomar una ducha le haría dormir como nunca, comenzó a preparar la pijama y la cama, junto con la ropa de baño, no había nadie en la casa, la realidad es que nunca había nadie, de noche ellos salían, de día estaban dormidos, así que la residencia casi que era de Lanna, pero no se lo creía del todo, abrió el armario y sacó un camisón que era de su madre, los recuerdos habían venido casi de inmediato -Soy servicial como tú me enseñaste- mencionó para después ir en frente del tocador mientras se acicalaba el cabello -Y también respondona como me dijiste que no fuera- sonrió levemente negando con la cabeza, eso no la llenaba de orgullo.
Soltó de su cuello una cadena que le habían regalado y la dejó encima del buró, tenía mucho tiempo que no salía de noche, no le gustaba, desde que su vida había corrido peligro había entendido, el temor más fuerte era el de morir, tenía fobia a la muerte, aunque muchos decían que ella la buscaba, por ser como era y puede que tuvieran razón, en definitiva... Pero eso no quitaba que sus intenciones no fueran esas, siempre había un motivo para hacer algo.
Al fin se había metido en la tina y se había relajado por completo mientras que lavaba su cuerpo, todos los días "hablaba" con sus padres y les pedía perdón por ser como era, les contaba que seguía haciendo un buen trabajo y así muchas otras cosas que quizá no eran relevantes, si es que la regañaban, si tenían algún accidente, lo que fuera, por lo más mínimo, después de todo era con los únicos que hablaba y eso había sido por gusto, sabía que si tenía amigos podía llegar a distraerse, además de que no había nadie que quisiera ser amigo de ella, a excepción de Akseli, que era amable con ella, pero no más, eso era algo y lo más que alguien había hecho por la muchacha.
Al termino de la ducha encendió una veladora para sus padres mientras que se iba a vestir de nuevo y dejaba que su cabello se secara un poco, el día había sido agotador y aún así se mantenía de pie, ella no sabía si era fuerte porque así tenía que ser o porque ya se había acostumbrado o porque en verdad lo era, aunque esa posibilidad era la que menos la convencía de todas las que siempre venían en su cabeza.
Salió a la cocina por un vaso de leche y escuchó que alguien llegaba, ese era Jarko, lo sabía porque no había escándalo o un grito de "Ya llegué" a la manera de Akseli, dejó la cocina a paso lento, casi sin hacer ruido pero la voz de su señor la interrumpió -Claro ¿Se le ofrece algo más?- preguntó mientras se acercaba hacia la sala y se ponía visible a él para que supiera que estaba haciendo caso, iba descalza pues ya no pretendía que nadie la viera y salir de casa, así que no había porque usar zapatos -¿Algún vino en especial?- Lanna siempre comenzaba a hablar demás cuando se ponía nerviosa y que él la regañara hacía que sus nervios comenzaran, no lo había hecho en ese momento, pero es que no sabía como es que siempre lograba que él se enojara ¿Cómo lo hacía? Todavía lo intentaba averiguar, esperaba encontrar la respuesta pronto antes de que esas cosas llegaran más lejos, como por ejemplo... Correrla.
-¿Cómo le fue? ¿Quiere que le prepare un baño?- la lengua se le iba y no podía controlarlo -Aks... El señor Akseli no se encuentra en casa- uno de sus pies se subió encima del otro mientras estaba ahí parada esperando alguna otra orden o que la corriera, ambas podían pasar pero pues la costumbre era esa... Al menos ella ya se encontraba acostumbrada, aunque se le veía raro... ¿O no? Nunca la miraba, entonces no podía ser del todo raro -Max cada vez está más grande- cada que su mente decía "Cállate, Lanna" su boca se abría con una frase nueva.
Lanna- Humano Clase Baja
- Mensajes : 90
Fecha de inscripción : 07/01/2013
Re: El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
Siempre me pregunté que pensaba exactamente Lanna al servir a dos hombres tan distintos en todo sentido. Mi hermano siempre fue el alegre y el amable, yo, por mi parte, era el frío y distante. Sin embargo, ella había tenido otros amos antes de nosotros a pesar de ser tan joven y eso me hacía suponer que pudo encontrarse con distintos tratos aunque, claro, a pesar de mantenerla al margen, mi hermano y yo eramos los peores señores a los que pudo servir, porque ella trabajaba para la muerte hecha carne en un vampiro. Estaba a disposición de varones que no aparecían de día, no comían, pero que por la noche rondaban por la casa de tanto en tanto, sobre todo yo, que cazaba con rapidez y regresaba pronto a la mansión como si me pesara el aire externo o como si me molestara andar en medio de la misma humanidad. Era como si necesitara estar a solas siempre y eso era tan obvio que hasta el momento se me respetaba.
La voz de la joven se acerco y levanté la mirada. De abajo hacia arriba le vi descalza, con una camisa algo raída y de color claro que hacía las veces de pijama y, en las manos sostenía un vaso de leche que evidentemente había buscado para ella. Desprecié ese acto porque siempre odie el olor de la leche y sobre todo si esta se encontraba tibia o lo que es peor, caliente. Ascendí un poco más y su mirada somnolienta se chocó con la mía esperando respuesta.
-Sólo quiero la copa de vino, que sea tinto.- Respondí lo necesario porque pensaba despacharla pronto. Yo no me encontraba en mi mejor momento. Estaba enojado por el encuentro de hace un rato porque me había hecho cuestionarme muchos asuntos y eso siempre me resultó molesto y, se debería sumar el hecho de que lograr mi enojo no era cosa muy difícil por aquellos días, aunque, por lo general no lo demostrara por parecer un tipo por demás insensible o parco... o eso creía yo.
¿Qué? ¿Que como me fue? olvidé la última vez que alguien me preguntó eso. A pesar que Akseli era muy cercano a mí por obvias razones, él dejó de preguntarme eso hace mucho tiempo al entender que le contaría lo que me pareciera importante o quizás sólo lo que se me diera la gana. De mi parte tampoco lo preguntaba porque era una buena costumbre perdida hace mucho tiempo, ese tiempo donde respetabamos menos la intimidad del otro y no nos conociamos lo suficiente como para saber quién quería responder siempre a ello y quien no. No obstante, la idea del baño me pareció estupenda puesto que una de las sensaciones que permanecían causándome gusto a través de los años era el correr del agua sobre mi cuerpo y su sonido al irse por los conductos del acueducto. -Sí, Lanna, llena la bañera por favor, pero primero tráeme el vino- la sola idea de sumergir mi cuerpo cansado en el agua me dio una sensacion de ligera relajación; el vino sería el único compañero de aquella extraña noche a pesar que yo anhelara otra cosa. La idea de una mujer me resultó cautivante pero por esa noche no necesitaba una cualquiera, necesitaba una muda. Deseché esa idea aún más estúpida que mi mal humor y seguí sin responder a aquella primera pregunta. Me quedé ahí, sentado, viéndola mientras me observaba de pie y con cierto temor dentro de sí.
Tal vez le pareció raro que yo me quedara callado mientras ella hablaba como si esperara que yo le siguiera la idea y terminar así conversando; pero lo cierto es que yo no quería. Mencionó a mi hermano y era más que evidente que este había salido porque parecía sentirse atraído por la noche de una forma más fuerte que la mía y salía a deleitarse en lo suyo hasta que se terminaba por completo la posibilidad de estar afuera.
De pronto al ver el rostro de Lanna a través del desorden en que por momentos fuera su cabello, noté que realmente era no sólo una mujer joven sino además hermosa. Estúpido Akseli, seguro la eligió así para deleitarse con ella, aunque, si mal no estoy, hasta ahora todo indica lo contrario. Sin embargo ella cortó de nuevo el hilo de mis pensamientos cuando mencionó al perro, al parecer mencionaba a todos los miembros permanentes de la casa y tuve suerte de no tener más empleados fijos porque sería capaz de mencionarmelos a todos. -Bien por el perro. Lanna..., el vino- Le recordé en calma porque parecía olvidarlo. Sencillamente me miraba y jugaba con sus pies como si ser despistada e ingenua fueran sus perfectas descripciones.
Lo mejor sería el baño, sin duda, pues dudo mucho que ella vaya a entrar a preguntarme nada mientras tomo una ducha. Aunque creo que si tardo demás, sería capaz de ingresar para ver si sigo "vivo".
La voz de la joven se acerco y levanté la mirada. De abajo hacia arriba le vi descalza, con una camisa algo raída y de color claro que hacía las veces de pijama y, en las manos sostenía un vaso de leche que evidentemente había buscado para ella. Desprecié ese acto porque siempre odie el olor de la leche y sobre todo si esta se encontraba tibia o lo que es peor, caliente. Ascendí un poco más y su mirada somnolienta se chocó con la mía esperando respuesta.
-Sólo quiero la copa de vino, que sea tinto.- Respondí lo necesario porque pensaba despacharla pronto. Yo no me encontraba en mi mejor momento. Estaba enojado por el encuentro de hace un rato porque me había hecho cuestionarme muchos asuntos y eso siempre me resultó molesto y, se debería sumar el hecho de que lograr mi enojo no era cosa muy difícil por aquellos días, aunque, por lo general no lo demostrara por parecer un tipo por demás insensible o parco... o eso creía yo.
¿Qué? ¿Que como me fue? olvidé la última vez que alguien me preguntó eso. A pesar que Akseli era muy cercano a mí por obvias razones, él dejó de preguntarme eso hace mucho tiempo al entender que le contaría lo que me pareciera importante o quizás sólo lo que se me diera la gana. De mi parte tampoco lo preguntaba porque era una buena costumbre perdida hace mucho tiempo, ese tiempo donde respetabamos menos la intimidad del otro y no nos conociamos lo suficiente como para saber quién quería responder siempre a ello y quien no. No obstante, la idea del baño me pareció estupenda puesto que una de las sensaciones que permanecían causándome gusto a través de los años era el correr del agua sobre mi cuerpo y su sonido al irse por los conductos del acueducto. -Sí, Lanna, llena la bañera por favor, pero primero tráeme el vino- la sola idea de sumergir mi cuerpo cansado en el agua me dio una sensacion de ligera relajación; el vino sería el único compañero de aquella extraña noche a pesar que yo anhelara otra cosa. La idea de una mujer me resultó cautivante pero por esa noche no necesitaba una cualquiera, necesitaba una muda. Deseché esa idea aún más estúpida que mi mal humor y seguí sin responder a aquella primera pregunta. Me quedé ahí, sentado, viéndola mientras me observaba de pie y con cierto temor dentro de sí.
Tal vez le pareció raro que yo me quedara callado mientras ella hablaba como si esperara que yo le siguiera la idea y terminar así conversando; pero lo cierto es que yo no quería. Mencionó a mi hermano y era más que evidente que este había salido porque parecía sentirse atraído por la noche de una forma más fuerte que la mía y salía a deleitarse en lo suyo hasta que se terminaba por completo la posibilidad de estar afuera.
De pronto al ver el rostro de Lanna a través del desorden en que por momentos fuera su cabello, noté que realmente era no sólo una mujer joven sino además hermosa. Estúpido Akseli, seguro la eligió así para deleitarse con ella, aunque, si mal no estoy, hasta ahora todo indica lo contrario. Sin embargo ella cortó de nuevo el hilo de mis pensamientos cuando mencionó al perro, al parecer mencionaba a todos los miembros permanentes de la casa y tuve suerte de no tener más empleados fijos porque sería capaz de mencionarmelos a todos. -Bien por el perro. Lanna..., el vino- Le recordé en calma porque parecía olvidarlo. Sencillamente me miraba y jugaba con sus pies como si ser despistada e ingenua fueran sus perfectas descripciones.
Lo mejor sería el baño, sin duda, pues dudo mucho que ella vaya a entrar a preguntarme nada mientras tomo una ducha. Aunque creo que si tardo demás, sería capaz de ingresar para ver si sigo "vivo".
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
Ahí estaba, quizá como siempre, o como nunca, delante de ella sin siquiera dirigirle una mirada ¿Qué era peor? ¿Qué no la viera siquiera o que le recordara que no estaba ahí porque él lo hubiera deseado con una sola de sus miradas penetrantes? Ni siquiera Lanna sabía el por qué estaban pasando esa infinidad de ideas por su cabeza, debería de eliminarlas y dedicarse a atenderlos, no sabía nada de ellos cuando aceptó entrar en aquella casa, pero tampoco nunca pensó que la actitud de Jarko siempre fuera exactamente igual o quizá peor.
Lo observó un momento mientras no obtenía las respuestas a sus preguntas, pero quizá nunca las tendría, ni a esas ni a muchas otras, esperar que él la aceptara en ese hogar parecía mucho más complicado de lo que ella pudiera imaginar -Está bien, señor...- murmuró un poco más alto mientras se giraba y dejaba el vaso que llevaba en las manos sobre una de las mesas cercanas -¿Le ocurre algo?- preguntó, aunque no sabía si en verdad le pasaba algo o eran ideas de ella, o cualquier cosa, ella no lo conocía ni siquiera un poco, sólo hablaba porque podía hacerlo, siempre había sido así, quizá si se dedicara a pensar un poco más se metería en menos problemas de los que siempre tenía, se mordió ligeramente la lengua, era obvio que él no iba a responder sus preguntas, de hecho también era bastante lógico, Lanna no era más que una sirvienta, mientras la casa estuviera limpia, ellos no tenían siquiera porque hablarle.
-¿Señor?- preguntó en un tono de voz bajo pero casi de inmediato se arrepintió, no tenía porque cuestionar y aunque su cabeza se lo repetía constantemente tampoco dejaba que ella idea se le borrara, eran dos impulsos grandes que la jalaban de un lado y otro, tenía que encontrar el justo medio para poder seguir "llevando la fiesta en paz" -¿Acaso le caigo mal?- preguntó mientras se maldecía y la respiración se le agitaba del uno al mil en cuestión de segundos, se dio media vuelta como si con ello hiciera que las palabras fueran llevadas por el viento y borradas de su memoria -Vino tinto- dijo para hacerle saber que se iba a la cocina por lo que le había solicitado, torpemente tomó una copa y una botella de las tantas que había en la casa -Tonta, tonta, eres tonta, Lanna- se dijo para tomar aire, concentrarse y poder regresar.
Volvió de forma lenta y sirvió en la copa un poco de vino, dejándola encima de una manteleta sobre la mesa que estaba al lado de donde él ya se había recostado -Aquí tiene...- murmuró mientras se alejaba, se mordió el labio -¿Quiere alguna esencia en la tina?- tenía que estar preguntando varias cosas, quizá no todas las preguntas tendrían una respuesta, ella ya lo sabía, sólo era cuestión de no empeñarse en conseguirlas, en eso era en lo que ahora se tenía que concentrar.
Notar como la recorría la hizo sonrojar, dejando el cúmulo de sangre en sus mejillas y el corazón bombeante, haciendo que se girara de nuevo, dejando la botella sobre una de las vitrinas, de nuevo un pie se encimó en el otro, tenía frío en ese momento, pero no importaba, apenas si giró la cara para verlo encima del hombro esperando sus respuestas, ya no quería verlo de frente, la había intimidado, quizá asustado, pero ahora se encontraba muy nerviosa.
Lo observó un momento mientras no obtenía las respuestas a sus preguntas, pero quizá nunca las tendría, ni a esas ni a muchas otras, esperar que él la aceptara en ese hogar parecía mucho más complicado de lo que ella pudiera imaginar -Está bien, señor...- murmuró un poco más alto mientras se giraba y dejaba el vaso que llevaba en las manos sobre una de las mesas cercanas -¿Le ocurre algo?- preguntó, aunque no sabía si en verdad le pasaba algo o eran ideas de ella, o cualquier cosa, ella no lo conocía ni siquiera un poco, sólo hablaba porque podía hacerlo, siempre había sido así, quizá si se dedicara a pensar un poco más se metería en menos problemas de los que siempre tenía, se mordió ligeramente la lengua, era obvio que él no iba a responder sus preguntas, de hecho también era bastante lógico, Lanna no era más que una sirvienta, mientras la casa estuviera limpia, ellos no tenían siquiera porque hablarle.
-¿Señor?- preguntó en un tono de voz bajo pero casi de inmediato se arrepintió, no tenía porque cuestionar y aunque su cabeza se lo repetía constantemente tampoco dejaba que ella idea se le borrara, eran dos impulsos grandes que la jalaban de un lado y otro, tenía que encontrar el justo medio para poder seguir "llevando la fiesta en paz" -¿Acaso le caigo mal?- preguntó mientras se maldecía y la respiración se le agitaba del uno al mil en cuestión de segundos, se dio media vuelta como si con ello hiciera que las palabras fueran llevadas por el viento y borradas de su memoria -Vino tinto- dijo para hacerle saber que se iba a la cocina por lo que le había solicitado, torpemente tomó una copa y una botella de las tantas que había en la casa -Tonta, tonta, eres tonta, Lanna- se dijo para tomar aire, concentrarse y poder regresar.
Volvió de forma lenta y sirvió en la copa un poco de vino, dejándola encima de una manteleta sobre la mesa que estaba al lado de donde él ya se había recostado -Aquí tiene...- murmuró mientras se alejaba, se mordió el labio -¿Quiere alguna esencia en la tina?- tenía que estar preguntando varias cosas, quizá no todas las preguntas tendrían una respuesta, ella ya lo sabía, sólo era cuestión de no empeñarse en conseguirlas, en eso era en lo que ahora se tenía que concentrar.
Notar como la recorría la hizo sonrojar, dejando el cúmulo de sangre en sus mejillas y el corazón bombeante, haciendo que se girara de nuevo, dejando la botella sobre una de las vitrinas, de nuevo un pie se encimó en el otro, tenía frío en ese momento, pero no importaba, apenas si giró la cara para verlo encima del hombro esperando sus respuestas, ya no quería verlo de frente, la había intimidado, quizá asustado, pero ahora se encontraba muy nerviosa.
Lanna- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 07/01/2013
Re: El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
Y claro, va por lo que le pido pero me deja la leche cerca... típico de ella, aunque tampoco se me ocurrió decirle que la quitara de mi vista por el simple hecho de no soportar aquél aroma; además, de haberlo hecho, ella seguro se habría preguntado como era que yo podía sentir con intensidad el aroma lácteo cuando no se encontraba lo suficientemente cerca de mí como para sentirlo. ¿Que si me ocurría algo? siempre me ocurría todo, siempre me replanteaba cosas, sopesaba unas tantas otras y de esa manera me volvía estricto y rígido conmigo y con los demás al querer mejorar incluso hasta las nimiedades. No respondí, fingí no escucharla y sin mirarla aguardé por la copa de vino.
Yo veía a Lanna de distintas formas y la mantenía al margen por las mismas razones, ella para mí, era una chica joven y torpe, linda pero imprudente, no medía sus palabras y eso a mí me molestaba aunque yo sabía en el fondo que lo de ella era pura inocencia. Incluso en algún momento la justifiqué en todo con eso, pero por su bien debía ser lo más frío posible, aunque la supiera inocente, yo debía hacer de verdugo.
En general, me agradan las humanas inocentes, siento hacia ellas una atracción que es propia de los polos opuestos y porque esa fragilidad característica en ellas es capaz de mover la mano de cualquier hombre y, cuanto más la de un inmortal que se siente todo poderoso la mayor parte del tiempo. Lanna era así, pero con más mala suerte que el promedio de las chicas de su edad y estilo, aunque eso sí, es de admirar que siga teniendo bondad en sí, aún cuando el mundo mismo la ha tratado a las patadas y yo parezco sumarme con alegría a la canallada de hacerle la vida imposible. No obstante, esto es mil veces mejor que la barrera que le permite traspasar mi hermano... sencillamente yo no puedo darme ese gusto, él me mataría, yo me sentiría culpable.
Levanté la vista despacio cuando me llamó con duda y su seguida pregunta me causó una gracia que disimulé por completo. -¿Caerme mal? El hecho que no te trate como Akseli no significa eso. No me gustan las niñas mimadas, Lanna, espero que comprendas a lo que me refiero.- No me caía mal, me hacía enojar, la detestaba por momentos pero era sólo eso, momentos que se esfumaban con la rapidez con la que se le aguaban a ella los ojos. Se giró repitiendo el pedido hecho hace tantos minutos y yo negué con la cabeza aunque ella no lo notó, por supuesto. De nuevo parecía melancólica, pensativa y autoflagelada.
-Gracias.- Mencioné cuando puso el vino sin si quiera mirarme. Parecía apenada pero el asunto no era conmigo sino con ella misma. Se le notaba que era consciente de esas veces en las que preguntaba lo que no debía, pero supongo que quedaba conforme al menos por no guardarse las dudas en su pecho y martirizarse luego por lo mismo. Dicen que es mejor preguntar sin obtener respuesta antes que no correr el riesgo de hablar y que quede la incertidumbre del "Qué hubiera pasado sí...?"
La observé con detalle en cada movimiento, su juventud me generaba curiosidad a mí, sentía ganas de sentirle la piel tibia y temblorosa pero en cambio me crucé de brazos y recosté con firmeza la espalda en el sillón; me contenía la manos con mi dominio propio para no generarle el horror de lo que yo realmente significaba, un ser frio, inmortal y asesino. -No, sólo quiero un baño caliente, no quedar oliendo a perfumes de niña.- Era una especie de broma mala, pero mi tono fue más bien una queja que no me esforcé en explicar. -Y después puedes irte a dormir, es tarde.- Iba a preguntar por Akseli, pero eso seguro provocaría que ella empezara a hablar hasta darme noticias de todo lo hecho en la semana por mi hermano, así que preferí callar y desviarle la mirada mientras esperada su retirada.
Creo que en las noches en que entré en silencio la escuché hablar y reír con Akseli; él se prestaba a escucharla, a entretenerle la soledad en la que la teníamos nosotros en complicidad de ella misma y parecía ser más su amigo que su amo. ¿Habría algo entre ellos? ahora que lo pienso nunca me lo pregunté y por eso no se lo pregunté a mi hermano. No pienso decir nada, yo supongo que si no hay algo ahora, lo habrá después y eso no es problema mío. Prefiero que me dejen al márgen, que Akseli me amenace si acaso pienso siquiera en la sangre de la que es o será su amante o lo que sea. Prefiero que ambos me sigan poniendo barreras hasta que se me quiten las malditas ganas de acercarme como el predador que soy, hasta que se muera la sed que me despierta esa humana que tuvo la desgracia de pisar esta casa...
Yo veía a Lanna de distintas formas y la mantenía al margen por las mismas razones, ella para mí, era una chica joven y torpe, linda pero imprudente, no medía sus palabras y eso a mí me molestaba aunque yo sabía en el fondo que lo de ella era pura inocencia. Incluso en algún momento la justifiqué en todo con eso, pero por su bien debía ser lo más frío posible, aunque la supiera inocente, yo debía hacer de verdugo.
En general, me agradan las humanas inocentes, siento hacia ellas una atracción que es propia de los polos opuestos y porque esa fragilidad característica en ellas es capaz de mover la mano de cualquier hombre y, cuanto más la de un inmortal que se siente todo poderoso la mayor parte del tiempo. Lanna era así, pero con más mala suerte que el promedio de las chicas de su edad y estilo, aunque eso sí, es de admirar que siga teniendo bondad en sí, aún cuando el mundo mismo la ha tratado a las patadas y yo parezco sumarme con alegría a la canallada de hacerle la vida imposible. No obstante, esto es mil veces mejor que la barrera que le permite traspasar mi hermano... sencillamente yo no puedo darme ese gusto, él me mataría, yo me sentiría culpable.
Levanté la vista despacio cuando me llamó con duda y su seguida pregunta me causó una gracia que disimulé por completo. -¿Caerme mal? El hecho que no te trate como Akseli no significa eso. No me gustan las niñas mimadas, Lanna, espero que comprendas a lo que me refiero.- No me caía mal, me hacía enojar, la detestaba por momentos pero era sólo eso, momentos que se esfumaban con la rapidez con la que se le aguaban a ella los ojos. Se giró repitiendo el pedido hecho hace tantos minutos y yo negué con la cabeza aunque ella no lo notó, por supuesto. De nuevo parecía melancólica, pensativa y autoflagelada.
-Gracias.- Mencioné cuando puso el vino sin si quiera mirarme. Parecía apenada pero el asunto no era conmigo sino con ella misma. Se le notaba que era consciente de esas veces en las que preguntaba lo que no debía, pero supongo que quedaba conforme al menos por no guardarse las dudas en su pecho y martirizarse luego por lo mismo. Dicen que es mejor preguntar sin obtener respuesta antes que no correr el riesgo de hablar y que quede la incertidumbre del "Qué hubiera pasado sí...?"
La observé con detalle en cada movimiento, su juventud me generaba curiosidad a mí, sentía ganas de sentirle la piel tibia y temblorosa pero en cambio me crucé de brazos y recosté con firmeza la espalda en el sillón; me contenía la manos con mi dominio propio para no generarle el horror de lo que yo realmente significaba, un ser frio, inmortal y asesino. -No, sólo quiero un baño caliente, no quedar oliendo a perfumes de niña.- Era una especie de broma mala, pero mi tono fue más bien una queja que no me esforcé en explicar. -Y después puedes irte a dormir, es tarde.- Iba a preguntar por Akseli, pero eso seguro provocaría que ella empezara a hablar hasta darme noticias de todo lo hecho en la semana por mi hermano, así que preferí callar y desviarle la mirada mientras esperada su retirada.
Creo que en las noches en que entré en silencio la escuché hablar y reír con Akseli; él se prestaba a escucharla, a entretenerle la soledad en la que la teníamos nosotros en complicidad de ella misma y parecía ser más su amigo que su amo. ¿Habría algo entre ellos? ahora que lo pienso nunca me lo pregunté y por eso no se lo pregunté a mi hermano. No pienso decir nada, yo supongo que si no hay algo ahora, lo habrá después y eso no es problema mío. Prefiero que me dejen al márgen, que Akseli me amenace si acaso pienso siquiera en la sangre de la que es o será su amante o lo que sea. Prefiero que ambos me sigan poniendo barreras hasta que se me quiten las malditas ganas de acercarme como el predador que soy, hasta que se muera la sed que me despierta esa humana que tuvo la desgracia de pisar esta casa...
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
Lanna no era la mujer más social del mundo, eso era un hecho irrefutable, pero de algún modo tampoco era que le gustara sentirse excluida, a pesar de saber su condición y aceptar su propia pobreza, que no podía estar involucrada con la demás gente, no le gustaba sentirse rechazada, Akseli no lo hacía, era como si sólo con una sonrisa le agradeciera todo lo que hacía en aquella casa, pero Jarko, con él todo era diferente, la muchacha no quería siquiera cambiar de lugar algo en el cuarto del hermano Nygard por miedo a que él se fuera enfadar, por mucho que ella se esforzara no entendía como era que se podía mostrar tan frío, si era respetuosa se mostraba igual que si decía alguna tontería, ¿Nunca cambiaba aquél gesto? Parecía que la respuesta siempre era no, los esfuerzos de ella se convertían en vanos por más tiempo que pasara o por más que ella intentara cambiar, aunque su maldita esencia seguía siendo la misma, imprudente e infantil, cosas por las que todos los días había tenido un conflicto con su mamá.
-Está bien, señor, no pretendí insultarlo con los aromas, sólo que algunos son muy relajantes y podrían servirle, se ve un poco cansado o... Serio... Aunque usted siempre se ve serio...- y ahí estaba de nuevo la tontería de aquella mujer que no comprendía bien cuando quedarse callada o mejor dicho, que por más que se esforzara simplemente era inútil porque su lengua no jugaba con ella, pero casi siempre lo hacía en su contra. Suspiró y lo miró -¿Se siente bien? Es que parece...- apretó los labios y negó para sí misma -Parece que será mejor que vaya a preparar su baño... Y no tengo sueño, no se preocupe, si necesita cualquier cosa aquí estaré para servirle...- aquello le gustaba a ella, siempre se la pasaba limpiando, pero no tenía oportunidad de realmente atenderlos como persona y cuando le daban los momentos para hacerlo, Lanna era la más feliz sobre la tierra, aunque sonara absurdo.
Dio media vuelta y tomó el vaso de leche dando un trago, mientras lo volvía a dejar en el mismo sitio se cuidaba de no haberse manchado los labios para después ir a preparar el baño, Lanna quería entender a todos, pero simplemente no podía, pero por algún motivo también quería entenderlo a él, quería pero él no la dejaba, sentía una barrera tan enorme y gruesa que por mucho que ella escarbara nunca estaba siquiera cerca de Jarko, aquello le hacía deprimirse, pero debía aceptarlo, no era nadie como para cuestionar lo que él hacía o dejaba de hacer, seguro que tenía amigos fuera de aquella casa que le escuchaban o una mujer que podía estar con él... Negó con la cabeza sin saber el motivo exacto de negar sus propios pensamientos, tomó un par de toallas y las dejó al lado de la tina, mientras comenzaba a colocar el agua tibia en la misma, metió la mano y supuso que podía estar a una buena temperatura, aunque ligeramente más caliente de lo normal.
Se enderezó y dejó aquello preparado mientras volvía hacia la sala -¿Gusta que le prepare ropa o un pijama?- preguntó aún estando a espaldas de Jarko, observándolo con detenimiento -El agua ahora está muy caliente, pero si se desviste y va seguro que ya la temperatura estará un poco más agradable, igual puedo seguir calentando agua en lo que usted está listo- ella hablaba y hablaba, parecía que no le quería dar tiempo a que tuviera réplica, pero no era así, se había perdido un poco observando los cabellos del hombre cayendo por sus hombros, era más fácil observarlo así, sin notar los gestos que hiciera y aquellos ojos que la penetraran con reproche.
-Está bien, señor, no pretendí insultarlo con los aromas, sólo que algunos son muy relajantes y podrían servirle, se ve un poco cansado o... Serio... Aunque usted siempre se ve serio...- y ahí estaba de nuevo la tontería de aquella mujer que no comprendía bien cuando quedarse callada o mejor dicho, que por más que se esforzara simplemente era inútil porque su lengua no jugaba con ella, pero casi siempre lo hacía en su contra. Suspiró y lo miró -¿Se siente bien? Es que parece...- apretó los labios y negó para sí misma -Parece que será mejor que vaya a preparar su baño... Y no tengo sueño, no se preocupe, si necesita cualquier cosa aquí estaré para servirle...- aquello le gustaba a ella, siempre se la pasaba limpiando, pero no tenía oportunidad de realmente atenderlos como persona y cuando le daban los momentos para hacerlo, Lanna era la más feliz sobre la tierra, aunque sonara absurdo.
Dio media vuelta y tomó el vaso de leche dando un trago, mientras lo volvía a dejar en el mismo sitio se cuidaba de no haberse manchado los labios para después ir a preparar el baño, Lanna quería entender a todos, pero simplemente no podía, pero por algún motivo también quería entenderlo a él, quería pero él no la dejaba, sentía una barrera tan enorme y gruesa que por mucho que ella escarbara nunca estaba siquiera cerca de Jarko, aquello le hacía deprimirse, pero debía aceptarlo, no era nadie como para cuestionar lo que él hacía o dejaba de hacer, seguro que tenía amigos fuera de aquella casa que le escuchaban o una mujer que podía estar con él... Negó con la cabeza sin saber el motivo exacto de negar sus propios pensamientos, tomó un par de toallas y las dejó al lado de la tina, mientras comenzaba a colocar el agua tibia en la misma, metió la mano y supuso que podía estar a una buena temperatura, aunque ligeramente más caliente de lo normal.
Se enderezó y dejó aquello preparado mientras volvía hacia la sala -¿Gusta que le prepare ropa o un pijama?- preguntó aún estando a espaldas de Jarko, observándolo con detenimiento -El agua ahora está muy caliente, pero si se desviste y va seguro que ya la temperatura estará un poco más agradable, igual puedo seguir calentando agua en lo que usted está listo- ella hablaba y hablaba, parecía que no le quería dar tiempo a que tuviera réplica, pero no era así, se había perdido un poco observando los cabellos del hombre cayendo por sus hombros, era más fácil observarlo así, sin notar los gestos que hiciera y aquellos ojos que la penetraran con reproche.
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Re: El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
-Si los perfumes me quitaran lo serio tal vez ya me habrían bañado en ellos hace mucho ¿No te parece?- Le respondí sin sonrisa alguna. No pretendía ser duro, pero es lo que digo siempre, las cosas me salen así, como si lo dijera de mala gana pero sin tener que ver realmente con eso y, de hecho tenía razón, Akseli de saber algo como eso sería capaz de intentar "ahogarme" -sin éxito, claro- en alguno de esos menjurjes raros de hoy en día si es que realmente lograran el efecto del que Lanna hablaba. Más sin embargo, yo bien sabía que ella lo hacía por pura amabilidad y porque a su manera intentaba ser especial con nosotros muy a pesar que uno de nosotros le respondiera y el otro no.
En ocasiones, realmente me impresionaba que ella no aprendía o no quería aprender hasta donde debía hablar o cuando debía callar; era como si lo ignorara a propósito y por ello lograba causarme gracia o enojo con la misma facilidad. -... Pues como sea, Lanna. Si duermes o no es tema tuyo, pero quiero decir que no te pondré a hacer nada más.- Alcancé a decirle antes de que se fuera y de nuevo dejara ese bendito vaso de leche cerca de mí, aunque, pensándolo bien, estaba mejor ahí y no en mi habitación.
Pensé en subir a ver que era con exactitud lo que hacía pero al final decidí quedarme y beber un pequeño vaso de vodka para retirar el gusto a cigarrillo que me había quedado en la boca. Puse suficiente hielo y el sonido de aquellos trozos al golpear con el vaso me distrajeron; era una cosa absurda, pero la mayoría de gustos lo son. Vertí el licor en ese vaso y mientras bebía los pasos de los pies delcalzos de Lanna se acercaron al tiempo que sus preguntas. Me giré aún con vaso en la mano y negué antes de terminar el licor y dejar el vaso sobre la mesa cercana a la que me encontraba. -No, gracias, ya con el agua es suficiente- Respondí y avancé pasando por el lado de ella mientras desabotonaba unos dos botones de la camisa. -Y no, no me voy a desvestir aquí para ir allá como dices.- Bromeé usando sus propias palabras y avancé apenas unos pasos más como quien va a la planta superior pero no con mucha prisa.
La casa en la que vivíamos era bastante grande. Poseía habitaciones amplias y con buena vista en la parte superior y las ventanas eran cubiertas con pesadas cortinas de colores oscuros que nos resguardaban de la luz del sol. Sin embargo, habían habitaciones en la parte de atrás que no poseían ventanas y era allí donde habíamos elegido nuestros aposentos para descansar. También estaba mi estudio y una gran biblioteca que me permitía encontrar distracción cuando no se me antojaba salir. Abajo, estaban las habitaciones del servicio, además de una sala de estar, una sala de música equipada con un gran piano de cola sobre una mullida alfombra y un par de instrumentos adicionales como violines, violincelos, arpas y demás elementos de cuerda que guardaban entre ellos cierta similitud. Como era de esperarse, Lanna vivía abajo y muy en mi contra era la única que nos servía y que vivía allí, todos los demás eran criados temporales que se iban poco antes de ponerse el sol. Ahora, en la sala de estar donde tenía variedad de licores, era donde pasaba la mayor parte del tiempo y donde Lanna me había encontrado con facilidad cuando la llamé.
-Si dices que está lo suficientemente caliente ya está, es suficiente para mí. ¿Al final le pusiste cosas raras o no?- Pregunté girandome de nuevo, deteniendo el desabroche de la camisa y mirándola con fingida desconfianza.
Que mujer más rara era ella, incomprensible desde todo punto de vista, o al menos así era para mí.
En ocasiones, realmente me impresionaba que ella no aprendía o no quería aprender hasta donde debía hablar o cuando debía callar; era como si lo ignorara a propósito y por ello lograba causarme gracia o enojo con la misma facilidad. -... Pues como sea, Lanna. Si duermes o no es tema tuyo, pero quiero decir que no te pondré a hacer nada más.- Alcancé a decirle antes de que se fuera y de nuevo dejara ese bendito vaso de leche cerca de mí, aunque, pensándolo bien, estaba mejor ahí y no en mi habitación.
Pensé en subir a ver que era con exactitud lo que hacía pero al final decidí quedarme y beber un pequeño vaso de vodka para retirar el gusto a cigarrillo que me había quedado en la boca. Puse suficiente hielo y el sonido de aquellos trozos al golpear con el vaso me distrajeron; era una cosa absurda, pero la mayoría de gustos lo son. Vertí el licor en ese vaso y mientras bebía los pasos de los pies delcalzos de Lanna se acercaron al tiempo que sus preguntas. Me giré aún con vaso en la mano y negué antes de terminar el licor y dejar el vaso sobre la mesa cercana a la que me encontraba. -No, gracias, ya con el agua es suficiente- Respondí y avancé pasando por el lado de ella mientras desabotonaba unos dos botones de la camisa. -Y no, no me voy a desvestir aquí para ir allá como dices.- Bromeé usando sus propias palabras y avancé apenas unos pasos más como quien va a la planta superior pero no con mucha prisa.
La casa en la que vivíamos era bastante grande. Poseía habitaciones amplias y con buena vista en la parte superior y las ventanas eran cubiertas con pesadas cortinas de colores oscuros que nos resguardaban de la luz del sol. Sin embargo, habían habitaciones en la parte de atrás que no poseían ventanas y era allí donde habíamos elegido nuestros aposentos para descansar. También estaba mi estudio y una gran biblioteca que me permitía encontrar distracción cuando no se me antojaba salir. Abajo, estaban las habitaciones del servicio, además de una sala de estar, una sala de música equipada con un gran piano de cola sobre una mullida alfombra y un par de instrumentos adicionales como violines, violincelos, arpas y demás elementos de cuerda que guardaban entre ellos cierta similitud. Como era de esperarse, Lanna vivía abajo y muy en mi contra era la única que nos servía y que vivía allí, todos los demás eran criados temporales que se iban poco antes de ponerse el sol. Ahora, en la sala de estar donde tenía variedad de licores, era donde pasaba la mayor parte del tiempo y donde Lanna me había encontrado con facilidad cuando la llamé.
-Si dices que está lo suficientemente caliente ya está, es suficiente para mí. ¿Al final le pusiste cosas raras o no?- Pregunté girandome de nuevo, deteniendo el desabroche de la camisa y mirándola con fingida desconfianza.
Que mujer más rara era ella, incomprensible desde todo punto de vista, o al menos así era para mí.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
Lo miró por unos segundos y asintió levemente con la cabeza -Bueno, los polvos son para relajarse, realmente no son capaces de hacer milagros- encogió los hombros de forma casi imperceptible, sabía que de nuevo se había ido de boca, pero es que a veces realmente le era imposible mantener la lengua en su lugar, no sabía porque era así si los ejemplos que había visto eran completamente diferentes, aunque seguro era precisamente por eso, pues los malos tratos a sus padres después de lo buenos que ellos eran seguían, por lo tanto no importaba mucho si agachabas la cabeza o no, además Jarko más enfadado no podía estar, así que... Simplemente se le quedó observando por unos segundos, le sonrió como una niña que acaba de hacer una maldad pero pretende ser perdonada porque realmente no había sido su intención hacer tal cosa, sino que simplemente había salido de la nada.
-Bueno igual no tengo mucho sueño, acostumbro dormir más tarde, hasta que ambos se van en la noche ya que no volverán, no me gusta que tengan que hacer las cosas por sí solos cuando se supone que para eso me pagan...- era testaruda como ella sola, al parecer la frase anterior le había ocasionado un poco de valentía que no sabía exactamente bien de donde había salido, sonrío un poco -Así que estaré despierta, todavía no termino mi leche y debo lavar el vaso, junto con el de su vino...- mencionó como si en el día no hubiera hecho nada más que estar tirada en el sillón viendo el techo, lo cual distaba mucho de ser la realidad, pero bueno Lanna era de aquellas que no se sabía de donde sacaban la fuerza suficiente para seguir con lo que le ordenaran.
De pronto un sonrojo se apoderó de sus mejillas y miró como Jarko se desabotonaba un poco la camisa -Yo... No... Bueno... No pretendía que te desnudaras delante de mí... Creo que me expresé mal...- la respiración de la muchacha iba en aumento al igual que su ritmo cardíaco, simplemente el pensar en aquello le había ocasionado un nerviosismo que hizo, incluso, que las manos le comenzaran a sudar levemente -Pe... Pero puedes subir y desvestirte en el baño... El... El agua no se va a enfriar...- murmuró mirando al hombre que estaba delante de ella y negó con la cabeza -No, si gustas le pongo, puede ser de cualquier cosa... Este... La... Lavanda es muy relajante...- dio un paso a un lado y se acercó a las escaleras, no sabía que decir, tampoco que hacer, pero bueno, no podía seguir comportándose como una tonta -¿Qui...Quieres que te lleve tu vino? Pue... Puedes estar en la tina y beber un poco, no sé...- encogió los hombros y dio un paso para atrás tambaleándose al tropezar ligeramente con el primer escalón pero alcanzando a sostenerse del barandal mirándolo con una sonrisa nerviosa.
-Bueno igual no tengo mucho sueño, acostumbro dormir más tarde, hasta que ambos se van en la noche ya que no volverán, no me gusta que tengan que hacer las cosas por sí solos cuando se supone que para eso me pagan...- era testaruda como ella sola, al parecer la frase anterior le había ocasionado un poco de valentía que no sabía exactamente bien de donde había salido, sonrío un poco -Así que estaré despierta, todavía no termino mi leche y debo lavar el vaso, junto con el de su vino...- mencionó como si en el día no hubiera hecho nada más que estar tirada en el sillón viendo el techo, lo cual distaba mucho de ser la realidad, pero bueno Lanna era de aquellas que no se sabía de donde sacaban la fuerza suficiente para seguir con lo que le ordenaran.
De pronto un sonrojo se apoderó de sus mejillas y miró como Jarko se desabotonaba un poco la camisa -Yo... No... Bueno... No pretendía que te desnudaras delante de mí... Creo que me expresé mal...- la respiración de la muchacha iba en aumento al igual que su ritmo cardíaco, simplemente el pensar en aquello le había ocasionado un nerviosismo que hizo, incluso, que las manos le comenzaran a sudar levemente -Pe... Pero puedes subir y desvestirte en el baño... El... El agua no se va a enfriar...- murmuró mirando al hombre que estaba delante de ella y negó con la cabeza -No, si gustas le pongo, puede ser de cualquier cosa... Este... La... Lavanda es muy relajante...- dio un paso a un lado y se acercó a las escaleras, no sabía que decir, tampoco que hacer, pero bueno, no podía seguir comportándose como una tonta -¿Qui...Quieres que te lleve tu vino? Pue... Puedes estar en la tina y beber un poco, no sé...- encogió los hombros y dio un paso para atrás tambaleándose al tropezar ligeramente con el primer escalón pero alcanzando a sostenerse del barandal mirándolo con una sonrisa nerviosa.
Lanna- Humano Clase Baja
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Re: El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
-¿Polvos?- Pregunté con el ceño fruncido. -Creí que las especias eran líquidas... Como sea es claro, no hacen milagros y menos tratándose de mí. Puedes perder las esperanzas.- Acoté no sin cierta gracia al notar que era obvio que Lanna también me daba como causa perdida o como un caso muy duro de tratar. Había sido sincera pero me daba la impresión que no había pensado con detenimiento en aquellas palabras, era como si de nuevo su lengua la traicionara hablando aceleradamente y ella siguiera inocente como si no hubiese dicho nada fuera de lo común. Sin embargo prefería esa sinceridad a que estuviera ocultando cosas o peor aún, mintiendo. Nunca toleré a ningún mentiroso y debo admitir que mi lista negra está llena de ellos porque jamás me tembló la mano o incluso los colmillos para terminarles esa vida miserable que tenían y que extendían a otros con todos sus engaños. Tal vez soy radical, pero los mentirosos no tienen remedio. Una mentira crea la necesidad de otra y en esa medida toma el efecto "bola de nieve", ellos no se detienen, se vuelven peores con los años y arrastran a otros sin culpabilidad alguna.
-No te pagamos por trasnocharte- Negué metiendo las manos en los bolsillos y tomando una postura relajada. -¿Eres un poco obsesiva con tu trabajo o sólo es impresión mía? Lo digo porque te duermes tarde, te levantas muy temprano y a pesar que soy exigente con el orden de esta casa tampoco soy un inconsciente con respecto a lo que haces. Pero supongo que la exageración es parte de ti.- Me encogí de hombros y fruncí los labios como si estuviera resignado y caminé hacia una ventana que había cerca para luego girarme y verla de nuevo. -Ajam, eres una exagerada, lavar dos vasos no demora ni cinco minutos...- Negué de nuevo esperando que se terminara de una vez esa insoportable leche y caminé al punto inicial y más cercano a la escalera que me llevaría hasta el baño.
Casi solté una carcajada al escuchar su corazón latir con mayor velocidad al tiempo que las palabras parecían enredarse en su boca y no permitirle hablar con fluidez. -Sí, me voy a desvestir en el baño, no te voy a dar el gusto de verme caminar desnudo por la casa- Avancé pasando por el lado de ella hacia la escalera y terminé de desabrochar los botones restantes de la camisa. Subí un par de escalones y me detuve sin mirarla. -Me gusta la idea del vino, sólo te pido de nuevo que no me hables de tú a pesar que yo lo haga contigo ¿De acuerdo? sabes bien que disto mucho de ser Akseli y que soy algo más estricto que él, no tengo remedio, ni con lavanda.- Terminé de decir esto y subí a la habitación para tomar el baño. Me retiré la camisa dejándola colgada del perchero y retiré zapatos y medias antes de dirigirme a la bañera. Era realmente cómodo andar así, sin zapatos, sin camisa, con un vaso de licor y con la tranquilidad que tenía en ese momento. Entré al baño e inclinándome sumergí los dedos de la mano en el agua para probar la comodidad que me daría la misma y medité en mis palabras para Lanna.
Como siempre mantenía a cualquier humana alejada lo más posible de mí a menos que la viera como la cena. Con Lanna pasaba algo particular, no la podía tener demasiado cerca porque era probable que en algún momento de debilidad reclamara su sangre, esa misma que me resultaba sumamente tentadora y con la que debía batallar todos los días para no saborearla. Me mataba la curiosidad de saber si sabía tan bien como olía e incluso contemplé la idea de hacer de ella mi fuente de sangre en vez de mi empleada en casa y, en términos de placer sería lo mejor, podría disfrutarla cuantas veces se me diera la gana en vez de degustarla en un único trago. No obstante siempre me detuve porque su bondad era una enorme barrera, por alguna razón mi propia consciencia no me lo permitía a pesar de estar tan maltrecha por los años. Por otro lado estaba Akseli, yo sabía que apreciaba a esta mujer y que un desliz como el que yo pensaba podría convertirse en motivo de disgusto entre nosotros; no duraría demasiado, supongo, pero luego de tantos años con mi hermano y a pesar de tratarlo a las patadas tengo por él cierto respeto que es el fruto del mero cariño filial que le tengo.
Aparté los pensamientos al sentir a Lanna de nuevo cerca y esperé a que entrara antes de terminar de desvestirme y meterme al agua. Aguardé porque no iba a darle un espectáculo que la abochornara y me senté en el borde de la bañera entrelazando las manos. Tuve curiosidad de leer su mente pero preferí mantenerme al margen e intentar descifrar en sus gestos lo que pasaba por su cabeza por aquellos momentos.
-No te pagamos por trasnocharte- Negué metiendo las manos en los bolsillos y tomando una postura relajada. -¿Eres un poco obsesiva con tu trabajo o sólo es impresión mía? Lo digo porque te duermes tarde, te levantas muy temprano y a pesar que soy exigente con el orden de esta casa tampoco soy un inconsciente con respecto a lo que haces. Pero supongo que la exageración es parte de ti.- Me encogí de hombros y fruncí los labios como si estuviera resignado y caminé hacia una ventana que había cerca para luego girarme y verla de nuevo. -Ajam, eres una exagerada, lavar dos vasos no demora ni cinco minutos...- Negué de nuevo esperando que se terminara de una vez esa insoportable leche y caminé al punto inicial y más cercano a la escalera que me llevaría hasta el baño.
Casi solté una carcajada al escuchar su corazón latir con mayor velocidad al tiempo que las palabras parecían enredarse en su boca y no permitirle hablar con fluidez. -Sí, me voy a desvestir en el baño, no te voy a dar el gusto de verme caminar desnudo por la casa- Avancé pasando por el lado de ella hacia la escalera y terminé de desabrochar los botones restantes de la camisa. Subí un par de escalones y me detuve sin mirarla. -Me gusta la idea del vino, sólo te pido de nuevo que no me hables de tú a pesar que yo lo haga contigo ¿De acuerdo? sabes bien que disto mucho de ser Akseli y que soy algo más estricto que él, no tengo remedio, ni con lavanda.- Terminé de decir esto y subí a la habitación para tomar el baño. Me retiré la camisa dejándola colgada del perchero y retiré zapatos y medias antes de dirigirme a la bañera. Era realmente cómodo andar así, sin zapatos, sin camisa, con un vaso de licor y con la tranquilidad que tenía en ese momento. Entré al baño e inclinándome sumergí los dedos de la mano en el agua para probar la comodidad que me daría la misma y medité en mis palabras para Lanna.
Como siempre mantenía a cualquier humana alejada lo más posible de mí a menos que la viera como la cena. Con Lanna pasaba algo particular, no la podía tener demasiado cerca porque era probable que en algún momento de debilidad reclamara su sangre, esa misma que me resultaba sumamente tentadora y con la que debía batallar todos los días para no saborearla. Me mataba la curiosidad de saber si sabía tan bien como olía e incluso contemplé la idea de hacer de ella mi fuente de sangre en vez de mi empleada en casa y, en términos de placer sería lo mejor, podría disfrutarla cuantas veces se me diera la gana en vez de degustarla en un único trago. No obstante siempre me detuve porque su bondad era una enorme barrera, por alguna razón mi propia consciencia no me lo permitía a pesar de estar tan maltrecha por los años. Por otro lado estaba Akseli, yo sabía que apreciaba a esta mujer y que un desliz como el que yo pensaba podría convertirse en motivo de disgusto entre nosotros; no duraría demasiado, supongo, pero luego de tantos años con mi hermano y a pesar de tratarlo a las patadas tengo por él cierto respeto que es el fruto del mero cariño filial que le tengo.
Aparté los pensamientos al sentir a Lanna de nuevo cerca y esperé a que entrara antes de terminar de desvestirme y meterme al agua. Aguardé porque no iba a darle un espectáculo que la abochornara y me senté en el borde de la bañera entrelazando las manos. Tuve curiosidad de leer su mente pero preferí mantenerme al margen e intentar descifrar en sus gestos lo que pasaba por su cabeza por aquellos momentos.
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Re: El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
Se puso un tanto nerviosa al escuchar lo que decía de desnudarse, no quería verlo, nunca había visto a un hombre desnudo y nunca pensó que Jarko podría ser el primero, era algo... Imposible, así que se le quedó viendo notando como las mejillas se le mostraban levemente sonrojadas -No, no quiero que te desvistas aquí, creo que me he expresado mal, aunque como es evidente siempre hablo mal, a veces no sé como decir las cosas que quiero... Lo siento... No quiero verte sin ropa- dijo aquella última frase con un suave susurro esperando que la voz no le fuera a temblar en el camino, pero debía estar bien o al menos aparentarlo, no quería que se enfadara por ponerse de esa forma, se supone que no debía, tampoco podía.
Por mucho que quería sus ojos miraban como los botones se iban desabrochando uno a uno y se obligó a desviar la mirada hacia el piso mientras ponía toda su concentración en lo que fuera, menos en volver a levantar la cara, no podía, no se lo tenía que permitir -Lo siento, señor, es que es la falta de costumbre y a veces veo más a Akseli que a usted, pero intentaré que no pase de nuevo- claro, ella sólo podía llegar a intentar, casi nunca lograba obedecer al cien por ciento y en algún momento terminaría por hacer algo que molestara a Jarko, eso era casi seguro, se conocía, así que más vale decir la verdad, por ella no quedaría aunque los demás no lo entendieran.
Se quedó abajo un momento mientras terminaba de lavar lo que tenía en el fregadero, quizá él tenía razón y ella era una exagerada, pero necesitaba calmar sus nervios o terminaría haciendo algo mal, rompiendo algún plato que resonaría en el más mínimo rincón que hubiera en aquella casa y entonces un regaño seguro, se secó las manos con total calma mientras esperaba que él no se hubiera quitado la ropa todavía o que de haberlo hecho ya se hubiera metido en el agua y la poca o mucha espuma que esta generara sirviera para tapar la piel del hombre. Tomó una charola, puso la copa, la botella y una servilleta, esperaba que con eso fuera suficiente, había estado tentada en poner algo de comer, pero algo la impulsó a no hacerlo, así que salió de la cocina y subió las escaleras.
La respiración le iba un poco cortada pero a cada paso se aferraba más a que tenía que llegar, si tardaba demasiado, quizá Jarko se desesperaría. Tocó la puerta del baño una vez y esperó apenas lo necesario para abrir, sus ojos de nuevo vieron el torso, ahora estaba completamente expuesto -Aquí está la botella y otro vaso... Digo copa, para que se sirva el whisky...- levantó la mirada hacia los ojos de Jarko y dio un par de pasos hacia él mientras se escuchaba el tintinar de la copa con la charola, estaba nerviosa, estaba temblando y se le notaba. Tomó aire suficiente como para poder llegar hasta él -¿Le agradó el agua? ¿Necesita algo más? -justo cuando iba a dar el último paso uno de sus pies resbaló y apenas si alcanzó a detenerse de la pared, el tobillo le punzaba -Creo que se me cayó un poco de agua- contestó casi en el acto intentando justificarse ante su tontería.
Por mucho que quería sus ojos miraban como los botones se iban desabrochando uno a uno y se obligó a desviar la mirada hacia el piso mientras ponía toda su concentración en lo que fuera, menos en volver a levantar la cara, no podía, no se lo tenía que permitir -Lo siento, señor, es que es la falta de costumbre y a veces veo más a Akseli que a usted, pero intentaré que no pase de nuevo- claro, ella sólo podía llegar a intentar, casi nunca lograba obedecer al cien por ciento y en algún momento terminaría por hacer algo que molestara a Jarko, eso era casi seguro, se conocía, así que más vale decir la verdad, por ella no quedaría aunque los demás no lo entendieran.
Se quedó abajo un momento mientras terminaba de lavar lo que tenía en el fregadero, quizá él tenía razón y ella era una exagerada, pero necesitaba calmar sus nervios o terminaría haciendo algo mal, rompiendo algún plato que resonaría en el más mínimo rincón que hubiera en aquella casa y entonces un regaño seguro, se secó las manos con total calma mientras esperaba que él no se hubiera quitado la ropa todavía o que de haberlo hecho ya se hubiera metido en el agua y la poca o mucha espuma que esta generara sirviera para tapar la piel del hombre. Tomó una charola, puso la copa, la botella y una servilleta, esperaba que con eso fuera suficiente, había estado tentada en poner algo de comer, pero algo la impulsó a no hacerlo, así que salió de la cocina y subió las escaleras.
La respiración le iba un poco cortada pero a cada paso se aferraba más a que tenía que llegar, si tardaba demasiado, quizá Jarko se desesperaría. Tocó la puerta del baño una vez y esperó apenas lo necesario para abrir, sus ojos de nuevo vieron el torso, ahora estaba completamente expuesto -Aquí está la botella y otro vaso... Digo copa, para que se sirva el whisky...- levantó la mirada hacia los ojos de Jarko y dio un par de pasos hacia él mientras se escuchaba el tintinar de la copa con la charola, estaba nerviosa, estaba temblando y se le notaba. Tomó aire suficiente como para poder llegar hasta él -¿Le agradó el agua? ¿Necesita algo más? -justo cuando iba a dar el último paso uno de sus pies resbaló y apenas si alcanzó a detenerse de la pared, el tobillo le punzaba -Creo que se me cayó un poco de agua- contestó casi en el acto intentando justificarse ante su tontería.
Lanna- Humano Clase Baja
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Re: El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
Mientras la aguardaba, me era imposible no pensar en sus palabras, en cada cosa que decía acompañada de una disculpa. Me asaltó la duda sobre su modo de "recapacitar", de pedir excusas frecuentes y parecer avergonzada por lo dicho o hecho... Sin embargo me quedaba la duda de si lo hacía por que era consciente de todo o si por el contrario yo me esforzaba en mostrarle cosas donde las había y donde no, y ser así mismo el artífice de aquél comportamiento que no le dejaría nada bueno a futuro. Ella necesitaba ser fuerte y yo creía ayudarle con mi modo de dirigirme a ella, de exigirle respeto y de dejarle las normas bien claras, pero ¿Realmente lo lograba? Con Lanna no se sabía, podía romper a llorar o bajar la cabeza y asentir, pero finalmente no me confirmaba nada y mi teoría quedaba en el limbo, como siempre.
¿Qué le despertaba a Lanna? por momentos creí que me temía y que esa era la principal razón por la que no me sostenía la mirada durante mucho tiempo. Titubeaba al hablar, se cohibía -y con toda la razón, esa parte era enteramente mi culpa-, se contrariaba y se sonrrojaba con frecuencia. Sin embargo, hubo momentos, aunque pocos, en los que la vi con mi hermano y noté la abismal diferencia. Ella se comportaba con tranquilidad, parecía disfrutar de las idioteces que decía Akseli para hacerla reír y le atendía con gusto y eficacia. Sencillamente era otra mujer, o más bien, era una muchacha que tenía que dividirse entre lo que era y entre lo que deseaban sus amos. Debía controlar su alegría natural con Akseli, para pasar a la frialdad y lejanía con la que la trataba yo. Quizás era duro con la muchacha, pero no tenía otra opción para que ella se mantuviera por lo menos ilesa o al menos con mis manos y mis colmillos bien retirados de su persona.
-Adelante- dije apenas audiblemente en cuanto llamó a la puerta. Levanté el rostro en cuanto entró y de nuevo confundio sus palabras por razones que desconozco. -Gracias, ponlo en esa mesa de ahí por favor- respondí señalando una mesita de bajo tamaño pero precisa para poner las bebidas cada que me daba por entrar licor y sumergirme en la bañera. Lanna parecía trastabillar y daba la impresión que las palabras no eran lo único que se le enrredaba. -Aún no me sumergí, no puedo respon...- las palabras me quedaron incompletas en cuanto ella resbaló por culpa de sus pies descalzos en un piso de baño en el que habían caído algunas gotas de agua. No estoy seguro de con qué velocidad me moví, pero lo cierto es que en cuanto la vi resbalarse me levanté y avancé hacia ella en un sólo movimiento que me permitió sostenerla antes que cayera completamente al suelo. No obstante su gesto de dolor y la mirada que se lanzó al pie me hizo comprender que había sido tarde para evitar que se lastimara.
Inclinado, la sostuve con los brazos y con el ceño fruncido miré de reojo su pie. -No fue lo único que se te cayó. Pero, ¿Te duele algo? dime antes de que te suelte- pregunté con seriedad antes de dar por hecho algo que sólo tenía en sospecha. -Sólo a ti se te ocurre andar descalza en estas condiciones.- dije en voz alta aunque en realidad era un pensamiento que dirigía hacia mí. -En fin, no debería sorprenderme, pero más bien dime si te duele algo y más vale que sea la verdad.- Culminé mirándola a los ojos buscando algún rastro de dolor o lo que fuera que confirmara lo que sea que iba a decir.
¿Qué le despertaba a Lanna? por momentos creí que me temía y que esa era la principal razón por la que no me sostenía la mirada durante mucho tiempo. Titubeaba al hablar, se cohibía -y con toda la razón, esa parte era enteramente mi culpa-, se contrariaba y se sonrrojaba con frecuencia. Sin embargo, hubo momentos, aunque pocos, en los que la vi con mi hermano y noté la abismal diferencia. Ella se comportaba con tranquilidad, parecía disfrutar de las idioteces que decía Akseli para hacerla reír y le atendía con gusto y eficacia. Sencillamente era otra mujer, o más bien, era una muchacha que tenía que dividirse entre lo que era y entre lo que deseaban sus amos. Debía controlar su alegría natural con Akseli, para pasar a la frialdad y lejanía con la que la trataba yo. Quizás era duro con la muchacha, pero no tenía otra opción para que ella se mantuviera por lo menos ilesa o al menos con mis manos y mis colmillos bien retirados de su persona.
-Adelante- dije apenas audiblemente en cuanto llamó a la puerta. Levanté el rostro en cuanto entró y de nuevo confundio sus palabras por razones que desconozco. -Gracias, ponlo en esa mesa de ahí por favor- respondí señalando una mesita de bajo tamaño pero precisa para poner las bebidas cada que me daba por entrar licor y sumergirme en la bañera. Lanna parecía trastabillar y daba la impresión que las palabras no eran lo único que se le enrredaba. -Aún no me sumergí, no puedo respon...- las palabras me quedaron incompletas en cuanto ella resbaló por culpa de sus pies descalzos en un piso de baño en el que habían caído algunas gotas de agua. No estoy seguro de con qué velocidad me moví, pero lo cierto es que en cuanto la vi resbalarse me levanté y avancé hacia ella en un sólo movimiento que me permitió sostenerla antes que cayera completamente al suelo. No obstante su gesto de dolor y la mirada que se lanzó al pie me hizo comprender que había sido tarde para evitar que se lastimara.
Inclinado, la sostuve con los brazos y con el ceño fruncido miré de reojo su pie. -No fue lo único que se te cayó. Pero, ¿Te duele algo? dime antes de que te suelte- pregunté con seriedad antes de dar por hecho algo que sólo tenía en sospecha. -Sólo a ti se te ocurre andar descalza en estas condiciones.- dije en voz alta aunque en realidad era un pensamiento que dirigía hacia mí. -En fin, no debería sorprenderme, pero más bien dime si te duele algo y más vale que sea la verdad.- Culminé mirándola a los ojos buscando algún rastro de dolor o lo que fuera que confirmara lo que sea que iba a decir.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
A veces era más torpe que otras, pero generalmente cuando rayaba en lo extremo era porque Jarko estaba presente, y justamente en esos momentos era cuando mejor quería que le salieran las cosas, pero siempre era todo lo opuesto. Sus ojos evitaban a toda costa postrarse en el torso del hombre aunque un impulso la llamaba a aquello, era una lucha interna que esperaba no se alcanzara a reflejar en sus gestos, porque entonces sí que estaría en problemas, más tomando en cuenta que él había llegado a pensar que ella quería verlo desnudarse delante de sus ojos, lo cual era una absoluta mentira, sin embargo... Su corazón estaba bombeando tan rápido que la cuenta de sus latidos podría llegar a ser imposible en aquellos momentos, respiraba profundo, tanto que pretendía terminarse el aire que existía en el cuarto de baño, no entendía porque el nerviosismo estaba a flor de piel, intentaba mitigarlo de algún modo y sin embargo no podía, era una tarea realmente imposible.
Sintió como el brazo de Jarko rodeaba su cintura y pudo ver su piel, se veía sumamente suave, sus ojos no tenían brillo alguno, su nariz era perfecta, los cabellos largos le adornaban parte de los hombros, realmente era guapo, y tenía mucha fuerza. Su mente había viajado demasiado, se había ido de ahí en menos de unos cuantos segundos, hasta que su voz le hizo volver en sí y parpadeó, su tobillo punzaba, ahora lo recordaba -Yo...- aquellas últimas palabras la hicieron negar con la cabeza, mientras que sus manos se sujetaban de los brazos ajenos, en verdad era fuerte, y se estaba poniendo nerviosa de nuevo, su corazón parecía chocar contra el de Jarko mientras que sus dientes lograban hacer un leve castañeo a causa del temblor -No, me... Me... Me duele el tobillo- alcanzó a decir y tuvo la voluntad necesaria como para desviar la mirada hacia su pie, no estaba rojo ni hinchado, pero pronto lo estaría, quizá el frío... ¿Frío? Sí, había frío pero ese era Jarko, parecía un cubo de hielo, en aquél momento se dio cuenta de que no era sólo sentimentalmente, sino físicamente, le causó una pequeña sonrisa que apenas si se alcanzó a dibujar en sus labios, pero no diría nada, quizá lo tomaría a mal, o tal vez era que por culpa de ella había pasado más tiempo recibiendo el aire, en vez de que estuviera en el agua tibia.
-Pe... Pero... ahorita se me pasa, no ha sido mucho en verdad, sólo que no sé que pasó- mencionó e hizo el intento de ponerse bien sobre ambos pies y lo logró aunque el lastimado le estaba punzando demasiado, se tendría que hacer la fuerte, sus dedos poco a poco fueron soltando la piel de Jarko y una de ellas se sujetó de la mesilla que estaba al lado -En verdad, y tú... Estás frío... Seguro que te hará daño...- tomó la toalla que estaba a un lado y con cuidado logró pasarla por la espalda de su señor, hasta acomodarla sobre sus hombros, cubriéndole un poco. Se le quedó viendo de nuevo, nunca había estado tan cerca de alguien y menos por tanto tiempo, era como si algo se hubiera apiadado de ella y le diera ese ¿Abrazo? No, no era un abrazo, pero suponía que era lo más cerca que estaría de él nunca en su vida, así que bueno, aunque quería soltarse de él, algo se lo impedía, una parte su pie que no reaccionaba como debía para sostenerla y otra pues simplemente el estar ahí, aunque seguramente la que se resfriaría sería ella, entre estar descalza y el frío que recibía de Jarko, pero ahí se quedaría, no se darían cuenta si ella enfermaba, nunca pasaban por ahí, y podía hacer algo para ocultarse en cualquier momento, no era nada que la matara -Su... agua se enfriará...- mencionó en un murmuro sin poder dejar de verlo, tenía ganas de pasar sus dedos por su piel, le llamaba la atención la suavidad que se notaba en él pero sobre todo la palidez, sin embargo se mantuvo al margen o ahora sería él quien la dejaría caer con toda la intención, si a ella se le ocurría tocarlo.
Sintió como el brazo de Jarko rodeaba su cintura y pudo ver su piel, se veía sumamente suave, sus ojos no tenían brillo alguno, su nariz era perfecta, los cabellos largos le adornaban parte de los hombros, realmente era guapo, y tenía mucha fuerza. Su mente había viajado demasiado, se había ido de ahí en menos de unos cuantos segundos, hasta que su voz le hizo volver en sí y parpadeó, su tobillo punzaba, ahora lo recordaba -Yo...- aquellas últimas palabras la hicieron negar con la cabeza, mientras que sus manos se sujetaban de los brazos ajenos, en verdad era fuerte, y se estaba poniendo nerviosa de nuevo, su corazón parecía chocar contra el de Jarko mientras que sus dientes lograban hacer un leve castañeo a causa del temblor -No, me... Me... Me duele el tobillo- alcanzó a decir y tuvo la voluntad necesaria como para desviar la mirada hacia su pie, no estaba rojo ni hinchado, pero pronto lo estaría, quizá el frío... ¿Frío? Sí, había frío pero ese era Jarko, parecía un cubo de hielo, en aquél momento se dio cuenta de que no era sólo sentimentalmente, sino físicamente, le causó una pequeña sonrisa que apenas si se alcanzó a dibujar en sus labios, pero no diría nada, quizá lo tomaría a mal, o tal vez era que por culpa de ella había pasado más tiempo recibiendo el aire, en vez de que estuviera en el agua tibia.
-Pe... Pero... ahorita se me pasa, no ha sido mucho en verdad, sólo que no sé que pasó- mencionó e hizo el intento de ponerse bien sobre ambos pies y lo logró aunque el lastimado le estaba punzando demasiado, se tendría que hacer la fuerte, sus dedos poco a poco fueron soltando la piel de Jarko y una de ellas se sujetó de la mesilla que estaba al lado -En verdad, y tú... Estás frío... Seguro que te hará daño...- tomó la toalla que estaba a un lado y con cuidado logró pasarla por la espalda de su señor, hasta acomodarla sobre sus hombros, cubriéndole un poco. Se le quedó viendo de nuevo, nunca había estado tan cerca de alguien y menos por tanto tiempo, era como si algo se hubiera apiadado de ella y le diera ese ¿Abrazo? No, no era un abrazo, pero suponía que era lo más cerca que estaría de él nunca en su vida, así que bueno, aunque quería soltarse de él, algo se lo impedía, una parte su pie que no reaccionaba como debía para sostenerla y otra pues simplemente el estar ahí, aunque seguramente la que se resfriaría sería ella, entre estar descalza y el frío que recibía de Jarko, pero ahí se quedaría, no se darían cuenta si ella enfermaba, nunca pasaban por ahí, y podía hacer algo para ocultarse en cualquier momento, no era nada que la matara -Su... agua se enfriará...- mencionó en un murmuro sin poder dejar de verlo, tenía ganas de pasar sus dedos por su piel, le llamaba la atención la suavidad que se notaba en él pero sobre todo la palidez, sin embargo se mantuvo al margen o ahora sería él quien la dejaría caer con toda la intención, si a ella se le ocurría tocarlo.
Lanna- Humano Clase Baja
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Re: El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
Dejé de respirar como si no tuviera otra opción, pero con la suerte de no necesitar hacerlo. Me hubiera cerrado los oídos también si pudiera a causa de ese corazón que bombeaba como redobles de tambor, pero eso sí no lo podía hacer, lamentablemente. Debía concentrarme en otra cosa, distraer mi atención de lo que significaba su sangre.
-¿Qué?- dije mirándola con una ceja enarcada al escuchar como castañeaba los dientes -Ah, tienes frío, pero es que mira nada más como andas- Negué con la cabeza con gesto de desaprobación -Luego no preguntes porque te enfermas o te golpeas...- cesé mis palabras sin darle un punto final a la entonación y más allá de su tartamudeo que empezaba a resultarme común, di de nuevo una mirada a su tobillo. -Y ahora resulta que también sabes de medicina, claro...- espeté irónico sabiendo que ella era capaz de mentir con tal que no la regañara más y, era cierto, a los ojos de Lanna y de cualquiera que nos viera en el diario vivir, le parecería que yo no pasaba más que de los regaños con ella aunque jamás utilizara palabras bruscas -según yo- ni mucho menos la agrediera -cosa de lo que no sería capaz-.
Intentó incorporarse pero el simple hecho de verla buscando apoyo no me dio mucha seguridad al respecto, además, bien que sabía lo soberanamente terca que podía resultar esta mujer. Era imposible, obstinada como ninguna y en el fondo caprichosa. Eso sí, era detallista, observadora al punto de no dejar pasar absolutamente nada y, ni siquiera el dolor que seguro sentía en ese momento logró desviarla de detectar la frialdad mortoria que emanaba mi cuerpo. Me cubrio en su terquedad pero no fui capaz de reprocharselo ¿Cómo podría?. Sin embargo no iba a quedarme ahí, viéndola como intentaba mitigar el dolor no sé con qué propósito y tampoco como continuaba con ese repiqueteo dental que le producía el frío que sentía. Iba a enfermar si no se abrigaba, no era sólo el hecho de andar a pies mojados sino también desabrigada para las altas horas de la noche que ya eran.
-Pues vuelvo y la caliento, no es gran cosa- respondí como si aquello no importara y sin avisar nada la volví a cargar en brazos para sacarla de allí y ver si realmente era una nimiedad lo de su pie. Salí del cuarto de baño sin que el hecho del piso mojado me afectara en lo absoluto y la senté sobre el costado de mi cama inclinándome luego para hincar en el suelo una rodilla y apoyar su pie en la parte alta de mi pierna. -Vamos a ver si es o no una tontería- fruncí el ceño y observé el tobillo antes de tocarlo -La verdad es que me sorprende que no te hayas ido escaleras abajo. No sé donde tienes la cabeza siempre. Seguro que ya te has dado más de un buen golpe de la manera más absurda que me alcance a imaginar ¿No?- hablé más intentando distraerla y palpé el tobillo apretándo apenas con los dedos para confirmar que era lo que pasaba y además verificar que aquella terca no me estuviera mintiendo. -Dime si duele -Dije al tiempo que apretaba con algo más de fuerza.
Mientras la "examinaba" no dejaba de mirarla, quería ver qué tanto podía fingir que no le dolía. Analizaba sus gestos con ojo crítico y no dejaba de fruncir el ceño como si me resultara una cosa por completo natural. Apretaría lo que fuera necesario pero si lastimarla, claro, porque por alguna razón, quería ver si era capaz de hacer lo que a mí más me molestaba: Mentir.
-¿Qué?- dije mirándola con una ceja enarcada al escuchar como castañeaba los dientes -Ah, tienes frío, pero es que mira nada más como andas- Negué con la cabeza con gesto de desaprobación -Luego no preguntes porque te enfermas o te golpeas...- cesé mis palabras sin darle un punto final a la entonación y más allá de su tartamudeo que empezaba a resultarme común, di de nuevo una mirada a su tobillo. -Y ahora resulta que también sabes de medicina, claro...- espeté irónico sabiendo que ella era capaz de mentir con tal que no la regañara más y, era cierto, a los ojos de Lanna y de cualquiera que nos viera en el diario vivir, le parecería que yo no pasaba más que de los regaños con ella aunque jamás utilizara palabras bruscas -según yo- ni mucho menos la agrediera -cosa de lo que no sería capaz-.
Intentó incorporarse pero el simple hecho de verla buscando apoyo no me dio mucha seguridad al respecto, además, bien que sabía lo soberanamente terca que podía resultar esta mujer. Era imposible, obstinada como ninguna y en el fondo caprichosa. Eso sí, era detallista, observadora al punto de no dejar pasar absolutamente nada y, ni siquiera el dolor que seguro sentía en ese momento logró desviarla de detectar la frialdad mortoria que emanaba mi cuerpo. Me cubrio en su terquedad pero no fui capaz de reprocharselo ¿Cómo podría?. Sin embargo no iba a quedarme ahí, viéndola como intentaba mitigar el dolor no sé con qué propósito y tampoco como continuaba con ese repiqueteo dental que le producía el frío que sentía. Iba a enfermar si no se abrigaba, no era sólo el hecho de andar a pies mojados sino también desabrigada para las altas horas de la noche que ya eran.
-Pues vuelvo y la caliento, no es gran cosa- respondí como si aquello no importara y sin avisar nada la volví a cargar en brazos para sacarla de allí y ver si realmente era una nimiedad lo de su pie. Salí del cuarto de baño sin que el hecho del piso mojado me afectara en lo absoluto y la senté sobre el costado de mi cama inclinándome luego para hincar en el suelo una rodilla y apoyar su pie en la parte alta de mi pierna. -Vamos a ver si es o no una tontería- fruncí el ceño y observé el tobillo antes de tocarlo -La verdad es que me sorprende que no te hayas ido escaleras abajo. No sé donde tienes la cabeza siempre. Seguro que ya te has dado más de un buen golpe de la manera más absurda que me alcance a imaginar ¿No?- hablé más intentando distraerla y palpé el tobillo apretándo apenas con los dedos para confirmar que era lo que pasaba y además verificar que aquella terca no me estuviera mintiendo. -Dime si duele -Dije al tiempo que apretaba con algo más de fuerza.
Mientras la "examinaba" no dejaba de mirarla, quería ver qué tanto podía fingir que no le dolía. Analizaba sus gestos con ojo crítico y no dejaba de fruncir el ceño como si me resultara una cosa por completo natural. Apretaría lo que fuera necesario pero si lastimarla, claro, porque por alguna razón, quería ver si era capaz de hacer lo que a mí más me molestaba: Mentir.
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Re: El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
¿Por qué tenía que ser tan tonta? ¿Por qué su corazón no dejaba de retumbar en sus oídos? Todo en ese momento era “¿Por qué?” incluso se preguntaba el motivo por el cual él la tenía todavía sujeta, pero no le molestaba aquello de hecho podría decirse que estaba cómoda, aunque el gusto seguramente le duraba poco y sí Jarko se daba cuenta de que Lanna se encontraba bien estando así de cerca, seguramente la dejaría caer contra el piso en ese mismo instante, pero no tenía por qué saberlo. Sonrió ligeramente mientras que intentaba ya no prestar atención a su pie, aunque él se lo dejaba un poco complicado. Terminó de poner la toalla sobre su espalda –Vamos que no eres quién para regañarme, mira cómo estás y también andas descalzo así que podemos enfermar ambos…- la diferencia es que ella cuidaría de él en ese caso, pero ella no tendría quien la viera, pues no creía que él fuera amable por más de media hora, en ese momento se dio cuenta que quizá le tenía mala fe a su señor o era simplemente que él la había acostumbrado a que buenos tratos no era más allá de un saludo cordial y hacerle ver que hacía bien su trabajo, además de eso, no había nada.
Sintió como la elevó en brazos y los propios le abrazaron por el cuello, mientras que intentaba que la respiración no se le cortara en aquél momento, sus ojos se habían perdido en la nívea piel de sus mejillas mientras que le recorrían con calma, no recordaba haber visto a alguien así… Se sonrojó al darse cuenta de que estaba viendo a Jarko de forma “diferente” pero aún no entendía ni cómo y mucho menos el por qué, era como si en ese momento el destino hubiera tirado los dados y ella hubiera perdido, pues con el simple hecho de verle se ponía nerviosa, pero ahora estar así, en verdad podía llegar a deshacerla.
Al llegar a la cama se quedó quieta y lo miró, era tan raro que alguien cuidara de ella que se sentía un poco avergonzada –Vamos ya deja esto, en serio, puedo calentar el agua de nuevo, si quieres voy a calzarme para que no tengas que salvarme de nuevo- sonrió un poco más tranquila, al menos esperaba que el hinchazón no saliera tan rápido. Rió un poco escuchando lo que él decía –Oh, vamos, pero cuanta mala fe me tienes, si estoy viva es por algo ¿No? Así que no te preocupes, ya soy inmune a este tipo de cosas, de verdad que no es que sea como de papel y me rompa por cualquier cosa- tal vez ella se había hecho fuerte con los golpes de la vida y no simplemente hablando de aquellos que eran físicos sino de los que implicaban sentimientos, aquellos mismos que ahora ya no sabía cómo eran.
La mano de su señor la hizo pegar un pequeño brinco, jalando la pierna hacia arriba, pero casi de inmediato se quedó quieta, los dedos fríos de él hacían que el dolor fuera un poco más tolerable –Sí, duele…- mencionó apretando sus labios, dejando que él la revisara -¿Y tú si sabes de medicina? No se ha roto…- apostó con aquellas palabras, rogando porque en verdad fueran ciertas, quizá sólo se había doblado de más, pero sólo eso, así que esperaba que él se convenciera pronto –Además tus dedos ayudan…- quizá las palabras no eran las adecuadas y precisamente por eso mejor observó el techo evitando que su tobillo brincara cada que él palpaba –Jarko, me duele… De verdad… No tienes por qué torturar mi pie- dijo un tanto en broma y otro tanto en serio –Pero puedo caminar, en serio…- se le quedó viendo y sin mucho pensarlo, como siempre, se inclinó un poco depositando un beso en la frente del hombre que ahora la hacía de enfermero –Gracias- murmuró antes de separarse, seguro en ese momento sería cuando él la correría de su habitación sin importarle si caminaba, corría o simplemente se arrastraba.
Sintió como la elevó en brazos y los propios le abrazaron por el cuello, mientras que intentaba que la respiración no se le cortara en aquél momento, sus ojos se habían perdido en la nívea piel de sus mejillas mientras que le recorrían con calma, no recordaba haber visto a alguien así… Se sonrojó al darse cuenta de que estaba viendo a Jarko de forma “diferente” pero aún no entendía ni cómo y mucho menos el por qué, era como si en ese momento el destino hubiera tirado los dados y ella hubiera perdido, pues con el simple hecho de verle se ponía nerviosa, pero ahora estar así, en verdad podía llegar a deshacerla.
Al llegar a la cama se quedó quieta y lo miró, era tan raro que alguien cuidara de ella que se sentía un poco avergonzada –Vamos ya deja esto, en serio, puedo calentar el agua de nuevo, si quieres voy a calzarme para que no tengas que salvarme de nuevo- sonrió un poco más tranquila, al menos esperaba que el hinchazón no saliera tan rápido. Rió un poco escuchando lo que él decía –Oh, vamos, pero cuanta mala fe me tienes, si estoy viva es por algo ¿No? Así que no te preocupes, ya soy inmune a este tipo de cosas, de verdad que no es que sea como de papel y me rompa por cualquier cosa- tal vez ella se había hecho fuerte con los golpes de la vida y no simplemente hablando de aquellos que eran físicos sino de los que implicaban sentimientos, aquellos mismos que ahora ya no sabía cómo eran.
La mano de su señor la hizo pegar un pequeño brinco, jalando la pierna hacia arriba, pero casi de inmediato se quedó quieta, los dedos fríos de él hacían que el dolor fuera un poco más tolerable –Sí, duele…- mencionó apretando sus labios, dejando que él la revisara -¿Y tú si sabes de medicina? No se ha roto…- apostó con aquellas palabras, rogando porque en verdad fueran ciertas, quizá sólo se había doblado de más, pero sólo eso, así que esperaba que él se convenciera pronto –Además tus dedos ayudan…- quizá las palabras no eran las adecuadas y precisamente por eso mejor observó el techo evitando que su tobillo brincara cada que él palpaba –Jarko, me duele… De verdad… No tienes por qué torturar mi pie- dijo un tanto en broma y otro tanto en serio –Pero puedo caminar, en serio…- se le quedó viendo y sin mucho pensarlo, como siempre, se inclinó un poco depositando un beso en la frente del hombre que ahora la hacía de enfermero –Gracias- murmuró antes de separarse, seguro en ese momento sería cuando él la correría de su habitación sin importarle si caminaba, corría o simplemente se arrastraba.
Lanna- Humano Clase Baja
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Re: El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
A veces uno se ve obligado a callarse para no responder con la menor cortesía que le inspiran ciertas preguntas. En ocasiones, me es necesario ignorar comentarios para no terminar arrepintiendome de decir cosas que pueden lastimar a aquél otro que pregunta. No obstante, no es una excepción que haga a menudo y por ahora más bien se ve limitado a Lanna.
Yo no podía enfermarme a menos que dejara de beber sangre. Detestaba sentirme controlado, cuidado en el porqué andaba con o sin ciertas prendas y cosas como esas. Son tonterías, lo tengo más que claro, pero hay cosas de mi carácter con las que no puedo lidiar tan fácilmente y tampoco se me antoja hacerlo. La situación se me empezaba a tornar insoportable, su corazón latía demasiado rápido y no era que pudiera decirle que se calmara por que su corazón me estaba atormentando, me ensordecía e incluso me resecaba la garganta. La sangre bombeaba con rapidez, iba y venía de sus mejillas y la cercanía lo potenciaba. No podía estar mucho tiempo ahí, lo tenía más que claro.
-Espero no tener que volver a "salvarte" de nuevo. No quiero volver a verte descalza para entrar ni a la cocina o los baños que son los lugares más resbalosos y espero no verte desabrigada a tan altas horas de la noche. Son cosas básicas, Lanna, nada del otro mundo.- respondí a su sonrisa con aquellas palabras y sin el más mínimo asomo de una sonrisa de mi parte. El motivo era simple, según yo, a Lanna jamás la había cuidado nadie y ella se tomaba como juego cualquier recomendación al respecto. ¿Acaso nadie le dijo lo básico para mantenerse bien? tenía que empezar con cosas simples, recomendaciones estúpidas que hasta yo como vampiro tenía claras. -Estás viva de milagro. Si no creyera en los milagros ya a este punto creería viendo como es que andas sin cuidados y sin nada y aún continúas con vida.- Ella pensaba que no era frágil, pero a mis ojos sí lo era, me parecía que se podía desarmar con cualquier cosa, con un simple golpe contra algo en uno de sus descuidos; víctima de alguna enfermedad taimada pero potente que pudiera atrapar por no cuidarse; incluso, hasta con palabras podía desarmarse. Inmune... esa palabra me quedó sonando sin remedio. Claro que no era inmune, no era un vampiro e incluso en mi condición hay cosas que son más fuertes de lo que yo sería jamás. -Y no es mala fe, es que he visto lo descuidada que eres contigo misma.- mencioné queriendo cerrar aquél asunto y no darle más pie a Lanna para defenderse de una causa que no tenía excusas.
Por un momento quise entrar en su mente, pero esperé a que me respondiera con la verdad ya sea física o verbalmente y así fue. No pudo evitarlo, su pie reaccionó a mi forma de sujetarlo y ella lo admitió sin problema. -Sé lo que necesito saber y no, no está roto. Supongo que con algo de hielo y unos masajes pasará. Mañana llamaré un médico para que venga y lo haga y antes que me digas que no, es algo que no voy a discutir.- Era lo mínimo que podía hacer y lo habría hecho con ella o con cualquiera que se hubiera lastimado en alguno de sus servicios para mí. Pese a mi carácter intentaba ser lo más correcto posible y por eso seguía pensando en mantener las distancias. -Mis dedos no ayudan a nada, pero ya pasará, eso es lo que importa- solté de inmediato su pie y lo dejé con suavidad ahí, colgando de su pierna en el soporte con la cama y sin apoyar aún el piso. -De poder caminar, seguro, pero de caerte de nuevo, no lo sé.- iba a levantarme un poco después pero su beso en la frente hizo que lo hiciera de inmediato. No iba a tenerla más cerca, no podía. -No tienes porqué agradecer. Te llevaré a tu habitación y mañana arreglaré con Akseli para que te eche un vistazo de vez en cuando. Tengo asuntos que atender y saldré de viaje en un día como mucho.- Ahora era cuando debería estar mi hermano para ayudarme con esto. A él le gustaba la cercanía, la dulzura que respiraba ella y todas esas cosas que yo no quería tolerar. Era todo, la noche iba a terminar ahora, la dejaría en su habitación y regresaría en cuanto ya todo marchara correctamente, como siempre, como me gustaba.
Yo no podía enfermarme a menos que dejara de beber sangre. Detestaba sentirme controlado, cuidado en el porqué andaba con o sin ciertas prendas y cosas como esas. Son tonterías, lo tengo más que claro, pero hay cosas de mi carácter con las que no puedo lidiar tan fácilmente y tampoco se me antoja hacerlo. La situación se me empezaba a tornar insoportable, su corazón latía demasiado rápido y no era que pudiera decirle que se calmara por que su corazón me estaba atormentando, me ensordecía e incluso me resecaba la garganta. La sangre bombeaba con rapidez, iba y venía de sus mejillas y la cercanía lo potenciaba. No podía estar mucho tiempo ahí, lo tenía más que claro.
-Espero no tener que volver a "salvarte" de nuevo. No quiero volver a verte descalza para entrar ni a la cocina o los baños que son los lugares más resbalosos y espero no verte desabrigada a tan altas horas de la noche. Son cosas básicas, Lanna, nada del otro mundo.- respondí a su sonrisa con aquellas palabras y sin el más mínimo asomo de una sonrisa de mi parte. El motivo era simple, según yo, a Lanna jamás la había cuidado nadie y ella se tomaba como juego cualquier recomendación al respecto. ¿Acaso nadie le dijo lo básico para mantenerse bien? tenía que empezar con cosas simples, recomendaciones estúpidas que hasta yo como vampiro tenía claras. -Estás viva de milagro. Si no creyera en los milagros ya a este punto creería viendo como es que andas sin cuidados y sin nada y aún continúas con vida.- Ella pensaba que no era frágil, pero a mis ojos sí lo era, me parecía que se podía desarmar con cualquier cosa, con un simple golpe contra algo en uno de sus descuidos; víctima de alguna enfermedad taimada pero potente que pudiera atrapar por no cuidarse; incluso, hasta con palabras podía desarmarse. Inmune... esa palabra me quedó sonando sin remedio. Claro que no era inmune, no era un vampiro e incluso en mi condición hay cosas que son más fuertes de lo que yo sería jamás. -Y no es mala fe, es que he visto lo descuidada que eres contigo misma.- mencioné queriendo cerrar aquél asunto y no darle más pie a Lanna para defenderse de una causa que no tenía excusas.
Por un momento quise entrar en su mente, pero esperé a que me respondiera con la verdad ya sea física o verbalmente y así fue. No pudo evitarlo, su pie reaccionó a mi forma de sujetarlo y ella lo admitió sin problema. -Sé lo que necesito saber y no, no está roto. Supongo que con algo de hielo y unos masajes pasará. Mañana llamaré un médico para que venga y lo haga y antes que me digas que no, es algo que no voy a discutir.- Era lo mínimo que podía hacer y lo habría hecho con ella o con cualquiera que se hubiera lastimado en alguno de sus servicios para mí. Pese a mi carácter intentaba ser lo más correcto posible y por eso seguía pensando en mantener las distancias. -Mis dedos no ayudan a nada, pero ya pasará, eso es lo que importa- solté de inmediato su pie y lo dejé con suavidad ahí, colgando de su pierna en el soporte con la cama y sin apoyar aún el piso. -De poder caminar, seguro, pero de caerte de nuevo, no lo sé.- iba a levantarme un poco después pero su beso en la frente hizo que lo hiciera de inmediato. No iba a tenerla más cerca, no podía. -No tienes porqué agradecer. Te llevaré a tu habitación y mañana arreglaré con Akseli para que te eche un vistazo de vez en cuando. Tengo asuntos que atender y saldré de viaje en un día como mucho.- Ahora era cuando debería estar mi hermano para ayudarme con esto. A él le gustaba la cercanía, la dulzura que respiraba ella y todas esas cosas que yo no quería tolerar. Era todo, la noche iba a terminar ahora, la dejaría en su habitación y regresaría en cuanto ya todo marchara correctamente, como siempre, como me gustaba.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
Después de tantas preguntas, de tanto repiqueteo de su corazón que parecía lo tenía en los oídos, se dio cuenta de que estaba nerviosa, pero no era miedo, era un nervio diferente, algo que le recorría en todos sentidos, algo que le gustaba, aquella cercanía era agradable y sabía que para él no, pensar en eso le decía que tenía que alejarse, que debía volverse a su cuarto y velar por su pie ella sola, siempre lo había hecho así, si enfermaba ella se curaba, si le dolía algo simplemente reposaba, no es que estuviera acostumbrada a que alguien se preocupara por ella y no tenía porque cambiar ahora que estaba en casa de los Nygard y mucho menos con Jarko, todavía si fuera Akseli lo dudaría, pero con aquél que ahora tenía enfrente, lo dudaba, lo dudaba demasiado, así que se mantuvo en la cama, no había forma de evitar sentirse relajada, sus dedos eran lo suficientemente fríos como para calmar el malestar.
-Yo no te pedí que me salvaras, sólo que ustedes no quieren ni que el aire me toque, no es como que sea un papel que se quiebra con facilidad, ¡Eh!- sabía que hablaba sólo por hacerlo, no le iban a hacer caso, aunque ella a través de los años había aprendido hacerse fuerte, tanto sentimental como físicamente, eran pocas las cosas que en verdad le afectaban, aunque de sentimientos ella no conociera mucho, excepto el miedo y quizá la repulsa, era todo lo que ella tenía, bastante odio, pero no de su parte, era como si nunca hubiera podido odiar a nadie, no sabía como hacerlo, pocas veces sentía que quería a alguien y a Akseli lo quería, claro que lo hacía y a Jarko también, aunque fuera diferente y fuera mucho mejor callarlo, porque no merecía querer a nadie, ella no era quien para dar cariño, era sólo una sirvienta, sólo podía darse el lujo de querer a Max y eso con sus reservas.
-Bueno, al menos sabes que tengo un angelote que me cuida- movió las manos tan grande como pudo, haciendo con eso una dramatización del "ángel" que a lo mejor la cuidaba -Aunque de verdad que has reaccionado rápido, ni siquiera te vi, hasta que me has cogido- hasta ese momento fue que cayó en la cuenta de que en verdad aquél movimiento había sido veloz, simplemente no se lo esperaba, ella creyó haber reaccionado rápido, pero Jarko... Eso sí que fue reacción casi instantánea, sonrió de nuevo.
-No voy a discutir, nunca discuto...- rió un poco aunque la manera en como la soltó y se levantó le advirtió que en verdad había actuado sumamente mal -¿Te vas?- el ceño de ella se frunció y su labio inferior se estiró en un puchero -¿Por qué? ¿Necesitas que te prepare ropa? No molestes a Akseli, seguramente mañana que me revise el médico dirá que estás exagerando y que puedo seguir corriendo de aquí para allá- mencionó mientras se levantaba, el pie que tenía lastimado lo mantuvo sólo sujeto por los dedos, los cuales apenas rozaban el piso y ella se encontraba un poco curvada -Yo puedo ir sola a mi habitación, es evidente que no soportas estar más cerca de mí, no te preocupes en serio, sólo si necesitas algo dímelo y lo tendrás listo antes de que tengas que marchar- de pronto las ganas de llorar se le habían acumulado en la garganta de una forma impresionante mientras que seguía manteniéndose en pie, a veces titubeaba pero se mantendría fuerte, no era que quisiera volver a sentirse rechazada -Y te agradeceré aunque no lo quieras, igual el médico lo puedes descontar de lo que me pagas...- eso era lo que siempre le hacían sus señores, al menos los anteriores -Después de todo ha sido descuido mío- encogió los hombros y se le quedó viendo por breves instantes, estar en sus brazos fue maravilloso, pero sabía que aquél sueño no duraría demasiado -Que tengas buena noche, Jarko, descansa- dio un paso y un quejido salió de sus labios, respiró profundo y miró al techo como pidiendo ayuda divina.
-Yo no te pedí que me salvaras, sólo que ustedes no quieren ni que el aire me toque, no es como que sea un papel que se quiebra con facilidad, ¡Eh!- sabía que hablaba sólo por hacerlo, no le iban a hacer caso, aunque ella a través de los años había aprendido hacerse fuerte, tanto sentimental como físicamente, eran pocas las cosas que en verdad le afectaban, aunque de sentimientos ella no conociera mucho, excepto el miedo y quizá la repulsa, era todo lo que ella tenía, bastante odio, pero no de su parte, era como si nunca hubiera podido odiar a nadie, no sabía como hacerlo, pocas veces sentía que quería a alguien y a Akseli lo quería, claro que lo hacía y a Jarko también, aunque fuera diferente y fuera mucho mejor callarlo, porque no merecía querer a nadie, ella no era quien para dar cariño, era sólo una sirvienta, sólo podía darse el lujo de querer a Max y eso con sus reservas.
-Bueno, al menos sabes que tengo un angelote que me cuida- movió las manos tan grande como pudo, haciendo con eso una dramatización del "ángel" que a lo mejor la cuidaba -Aunque de verdad que has reaccionado rápido, ni siquiera te vi, hasta que me has cogido- hasta ese momento fue que cayó en la cuenta de que en verdad aquél movimiento había sido veloz, simplemente no se lo esperaba, ella creyó haber reaccionado rápido, pero Jarko... Eso sí que fue reacción casi instantánea, sonrió de nuevo.
-No voy a discutir, nunca discuto...- rió un poco aunque la manera en como la soltó y se levantó le advirtió que en verdad había actuado sumamente mal -¿Te vas?- el ceño de ella se frunció y su labio inferior se estiró en un puchero -¿Por qué? ¿Necesitas que te prepare ropa? No molestes a Akseli, seguramente mañana que me revise el médico dirá que estás exagerando y que puedo seguir corriendo de aquí para allá- mencionó mientras se levantaba, el pie que tenía lastimado lo mantuvo sólo sujeto por los dedos, los cuales apenas rozaban el piso y ella se encontraba un poco curvada -Yo puedo ir sola a mi habitación, es evidente que no soportas estar más cerca de mí, no te preocupes en serio, sólo si necesitas algo dímelo y lo tendrás listo antes de que tengas que marchar- de pronto las ganas de llorar se le habían acumulado en la garganta de una forma impresionante mientras que seguía manteniéndose en pie, a veces titubeaba pero se mantendría fuerte, no era que quisiera volver a sentirse rechazada -Y te agradeceré aunque no lo quieras, igual el médico lo puedes descontar de lo que me pagas...- eso era lo que siempre le hacían sus señores, al menos los anteriores -Después de todo ha sido descuido mío- encogió los hombros y se le quedó viendo por breves instantes, estar en sus brazos fue maravilloso, pero sabía que aquél sueño no duraría demasiado -Que tengas buena noche, Jarko, descansa- dio un paso y un quejido salió de sus labios, respiró profundo y miró al techo como pidiendo ayuda divina.
Lanna- Humano Clase Baja
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Re: El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
-Nadie pide ser salvado nunca, Lanna...- respondí como si eso también aplicara para mí, como si aquella frase despertara el recuerdo de mi muerte y conversión a lo que soy ahora. En efecto, jamás pensé en la inmortalidad como una opción. En aquella época las cosas eran diferentes y la única idea de inmortalidad que conocí era con respecto a los dioses, cosa que distaba mucho de mi hermano y de mí y, a decir verdad, de la humanidad entera. Sin embargo la habíamos obtenido en el más absurdo de los medios y en la más peligrosa de las formas: una mujer. Aquella experiencia y la confirmación de los años me dejaban claro que ellas pueden obtener lo que se les antoje; la naturaleza las dotó de las herramientas perfectas y necesarias para convencer y, en esa medida, los hombres estamos en completa desventaja.
-No creo en los ángeles, Lanna. Pero si creyera, te diría que estoy seguro que ellos tampoco quieren que andes tan descuidada por la vida- "Es como si quisieras morir pronto o como si eso no te importara nada" terminé la frase en mi mente sintiendo que realmente así era, a pesar de esa especie de "fe" que ella denotaba a medida que iba hablando. -Claro que no me viste, con un dolor así uno no ve nada- Respondí con total seriedad pero dándole a mi voz un tono de tranquilidad que intentara convencerla de lo que yo decía; además, tampoco había sido en exceso veloz debido a la corta distancia a la que estaba Lanna de mí al momento de resbalar.
¿Que no discutía? se rió con descaro y supe que lo decía en broma, así que no chisté nada para evitar precisamente eso que ella decía no hacer pero que se le daba de forma tan inevitable. Eso sí, mi mirada de ceja enarcada y gesto incrédulo delató lo que mis palabras no hicieron. -Es un viaje de negocios, sólo eso. No voy a tardar mucho, son pocos días. Así que empacaré pocas cosas y, aunque lo dudes, puedo hacerlo sólo. Por ahora sólo preocúpate por tu pie hasta que el médico diga lo contrario. Si él dice que no es nada, entonces dejaré de insistir con los cuidados. Pero por ahora obedece, ninguno de los dos es médico y por eso esperaremos su juicio. Además te dije que no es discutible, ni lo del médico ni lo de Akseli que me mataría si no le dijera lo que ha pasado. Es más, es obvio que lo notará sólo, parece idiota pero no lo es- negué poniendo mala cara, muy a pesar que sabía que a ella no le afectaban ni los tonos de voz ni los gestos a la hora de obedecer. Otra cosa distinta parecía suceder con sus emociones, yo notaba cuando se le quebraba la voz y sus pupilas se dilataban, era plenamente consciente de sus cambios de estado aunque me quedara callado para no darle más importancia al asunto y terminar de volverla una malcriada que irónicamente no obtiene lo que quiere. -No te voy a descontar nada, deja de decir tonterías- chasqueé la lengua en signo de molestia y me di vuelta aunque vi que intentaba mantenerse en pie con dificultad. -Yo ya tengo claro lo descuidada que eres y eso no cambia las cosas- ¿Cómo la habían tratado sus antiguos señores? según lo que ella me dejaba ver, eran crueles en extremo. Seguramente no sólo se trataba de descuentos inútiles en su miserable sueldo que mi hermano y yo intentábamos mejorar, sino que además seguro incluía golpes, insultos y no sé que más estupideces impropias para aplicar a una joven de tal edad. Algún día ahondaría en el asunto, luego preguntaría las referencias que jamás pedimos a la hora de empezar a trabajar para nosotros.
Ella no funcionaba como las otras chicas. Si bien ninguna funciona igual aunque todo su motor mental esté desajustado, ella tenía formas de actuar que me dejaban pensando durante mucho tiempo y sin obtener respuesta alguna. Me giré y sin decir nada la tomé de nuevo en brazos para llevarla a su habitación -Lanna ¿Desde qué edad andas sola? es decir ¿Que edad tenías cuando te separaste de sus padres?- pregunté mientras salía de la habitación y me dirigía a las escaleras para llevarla a descansar a su dormitorio que estaba en la planta de abajo. Tal vez no debí preguntar aquello, sin embargo sentí que necesitaba saberlo. No iba a hacer de terapeuta pero tengo claro que cada quien obtiene el trato que merece de acuerdo a las pautas que le fue dando la vida y en vista de no entenderla, lo creí necesario para darme una idea al respecto. Yo buscaba explicaciones y eso era lo que iba a obtener.
-No creo en los ángeles, Lanna. Pero si creyera, te diría que estoy seguro que ellos tampoco quieren que andes tan descuidada por la vida- "Es como si quisieras morir pronto o como si eso no te importara nada" terminé la frase en mi mente sintiendo que realmente así era, a pesar de esa especie de "fe" que ella denotaba a medida que iba hablando. -Claro que no me viste, con un dolor así uno no ve nada- Respondí con total seriedad pero dándole a mi voz un tono de tranquilidad que intentara convencerla de lo que yo decía; además, tampoco había sido en exceso veloz debido a la corta distancia a la que estaba Lanna de mí al momento de resbalar.
¿Que no discutía? se rió con descaro y supe que lo decía en broma, así que no chisté nada para evitar precisamente eso que ella decía no hacer pero que se le daba de forma tan inevitable. Eso sí, mi mirada de ceja enarcada y gesto incrédulo delató lo que mis palabras no hicieron. -Es un viaje de negocios, sólo eso. No voy a tardar mucho, son pocos días. Así que empacaré pocas cosas y, aunque lo dudes, puedo hacerlo sólo. Por ahora sólo preocúpate por tu pie hasta que el médico diga lo contrario. Si él dice que no es nada, entonces dejaré de insistir con los cuidados. Pero por ahora obedece, ninguno de los dos es médico y por eso esperaremos su juicio. Además te dije que no es discutible, ni lo del médico ni lo de Akseli que me mataría si no le dijera lo que ha pasado. Es más, es obvio que lo notará sólo, parece idiota pero no lo es- negué poniendo mala cara, muy a pesar que sabía que a ella no le afectaban ni los tonos de voz ni los gestos a la hora de obedecer. Otra cosa distinta parecía suceder con sus emociones, yo notaba cuando se le quebraba la voz y sus pupilas se dilataban, era plenamente consciente de sus cambios de estado aunque me quedara callado para no darle más importancia al asunto y terminar de volverla una malcriada que irónicamente no obtiene lo que quiere. -No te voy a descontar nada, deja de decir tonterías- chasqueé la lengua en signo de molestia y me di vuelta aunque vi que intentaba mantenerse en pie con dificultad. -Yo ya tengo claro lo descuidada que eres y eso no cambia las cosas- ¿Cómo la habían tratado sus antiguos señores? según lo que ella me dejaba ver, eran crueles en extremo. Seguramente no sólo se trataba de descuentos inútiles en su miserable sueldo que mi hermano y yo intentábamos mejorar, sino que además seguro incluía golpes, insultos y no sé que más estupideces impropias para aplicar a una joven de tal edad. Algún día ahondaría en el asunto, luego preguntaría las referencias que jamás pedimos a la hora de empezar a trabajar para nosotros.
Ella no funcionaba como las otras chicas. Si bien ninguna funciona igual aunque todo su motor mental esté desajustado, ella tenía formas de actuar que me dejaban pensando durante mucho tiempo y sin obtener respuesta alguna. Me giré y sin decir nada la tomé de nuevo en brazos para llevarla a su habitación -Lanna ¿Desde qué edad andas sola? es decir ¿Que edad tenías cuando te separaste de sus padres?- pregunté mientras salía de la habitación y me dirigía a las escaleras para llevarla a descansar a su dormitorio que estaba en la planta de abajo. Tal vez no debí preguntar aquello, sin embargo sentí que necesitaba saberlo. No iba a hacer de terapeuta pero tengo claro que cada quien obtiene el trato que merece de acuerdo a las pautas que le fue dando la vida y en vista de no entenderla, lo creí necesario para darme una idea al respecto. Yo buscaba explicaciones y eso era lo que iba a obtener.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
No sabía por qué aquellos juegos de palabras entre él y yo seguían, al final siempre ganaba, pero no porque tuviera la razón, sino porque simplemente terminaba imponiéndose como el señor que era, alegando el respeto que ella debía proferirle, de otro modo seguro que Lanna sería capaz de sacarlo de sus casillas sin ningún problema, simplemente se le quedó viendo y encogió los hombros, con respecto al tema de la salvación ya no había mucho más que decir, sólo que lo había logrado o ella hubiera terminado en el piso sin remedio, con un mayor problema en el pie y lo más normal es que no les dijera, intentara trabajar hasta que alguno se diera cuenta, pero como en ocasiones pasaban días enteros sin que ellos pusieran un pie en la casa, sería sencillo que Lanna siguiera trabajando sin que nadie notara que quizá cojeaba levemente, lastimosamente Jarko había jugado de héroe.
-No te estoy diciendo que no puedas hacer tus cosas, Jarko, pero es que para eso me pagas, para servirte, así que sólo hago mi trabajo, ni más ni menos, no haré nada ahorita si no quieres, pero el día de mañana a primera hora puedes tener las maletas listas sin mayor problema, verás que cuando venga el médico dirá que sólo estás exagerando- le sonrió de nueva cuenta intentando darle con ello la confianza de que ella estaba bien, aunque la verdad es que el dolor era bastante insistente, sin embargo Lanna estaba acostumbrándose al mismo, como siempre le hacía, se adaptaba a lo que tenía o moriría, eso lo tenía demasiado claro -Ya seré más cuidadosa, pero es que sólo fue un paso en falso, no sé que me pasó...- y en ese momento sus ojos volvieron a verle, su torso estaba ligeramente descubierto y ya había vuelto a su memoria que era lo que le había quitado el aliento, aquello era tan extraño, que no podía evitar que las mejillas se le sonrojaran, aunque terminó de bajar la mirada hacia el piso intentando buscar algún distractor, aunque fuera uno muy pequeño, respiró profundo, debería voltear a verlo pronto.
Antes de que ella pudiera reaccionar los brazos de Jarko la sujetaron y los propios se enredaron en su cuello, había sido casi una respuesta automática a aquello, así que mantuvo la vista en su mejilla, se veía perfecta -Pues...- titubeó, no había entendido la pregunta por andar mirándolo a él, así que tuvo que organizar sus ideas de nuevo para que le pudiera dar una respuesta lo más coherente posible -No recuerdo, entre diez... doce años, no lo sé, yo tenía once cuando mis padres fallecieron...- se le hizo un nudo en la garganta y respiró profundo de nueva cuenta -Sólo recuerdo que mi madre me decía "Lanna, obedece todo lo que te digan" y se me quedó...- lo miró un poco hasta que sonrió de nuevo de forma traviesa -Un poco, a veces se me olvida, pero intento, trabajo desde los seis, algo tenía que hacer para mantenerme... Mis padres hacían mucho por mí- de nuevo ella estaba hablando más allá de lo que le habían preguntado, pero eso era parte de su naturaleza, una naturaleza que no podía evitar por mucho que se esforzara, lo llevaba en las venas.
Se estiró un poco para abrir el picaporte de la puerta, confiaba en que Jarko la sostuviera -¿Y tus padres?- regresó la mirada para con él, esperando que aquella pregunta fuera permitida -¿Tienes más hermanos que Akseli?- ella siempre iba a más, parecía que nada lograba conformarla, pero esperaba que le tuvieran toda la paciencia del mundo, ella la necesitaba en ocasiones.
-No te estoy diciendo que no puedas hacer tus cosas, Jarko, pero es que para eso me pagas, para servirte, así que sólo hago mi trabajo, ni más ni menos, no haré nada ahorita si no quieres, pero el día de mañana a primera hora puedes tener las maletas listas sin mayor problema, verás que cuando venga el médico dirá que sólo estás exagerando- le sonrió de nueva cuenta intentando darle con ello la confianza de que ella estaba bien, aunque la verdad es que el dolor era bastante insistente, sin embargo Lanna estaba acostumbrándose al mismo, como siempre le hacía, se adaptaba a lo que tenía o moriría, eso lo tenía demasiado claro -Ya seré más cuidadosa, pero es que sólo fue un paso en falso, no sé que me pasó...- y en ese momento sus ojos volvieron a verle, su torso estaba ligeramente descubierto y ya había vuelto a su memoria que era lo que le había quitado el aliento, aquello era tan extraño, que no podía evitar que las mejillas se le sonrojaran, aunque terminó de bajar la mirada hacia el piso intentando buscar algún distractor, aunque fuera uno muy pequeño, respiró profundo, debería voltear a verlo pronto.
Antes de que ella pudiera reaccionar los brazos de Jarko la sujetaron y los propios se enredaron en su cuello, había sido casi una respuesta automática a aquello, así que mantuvo la vista en su mejilla, se veía perfecta -Pues...- titubeó, no había entendido la pregunta por andar mirándolo a él, así que tuvo que organizar sus ideas de nuevo para que le pudiera dar una respuesta lo más coherente posible -No recuerdo, entre diez... doce años, no lo sé, yo tenía once cuando mis padres fallecieron...- se le hizo un nudo en la garganta y respiró profundo de nueva cuenta -Sólo recuerdo que mi madre me decía "Lanna, obedece todo lo que te digan" y se me quedó...- lo miró un poco hasta que sonrió de nuevo de forma traviesa -Un poco, a veces se me olvida, pero intento, trabajo desde los seis, algo tenía que hacer para mantenerme... Mis padres hacían mucho por mí- de nuevo ella estaba hablando más allá de lo que le habían preguntado, pero eso era parte de su naturaleza, una naturaleza que no podía evitar por mucho que se esforzara, lo llevaba en las venas.
Se estiró un poco para abrir el picaporte de la puerta, confiaba en que Jarko la sostuviera -¿Y tus padres?- regresó la mirada para con él, esperando que aquella pregunta fuera permitida -¿Tienes más hermanos que Akseli?- ella siempre iba a más, parecía que nada lograba conformarla, pero esperaba que le tuvieran toda la paciencia del mundo, ella la necesitaba en ocasiones.
Lanna- Humano Clase Baja
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Re: El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
-Si el médico dice que estás bien, podrás hacer mis maletas y lo que te plaza hacer en casa además de eso. Por ahora las cosas siguen siendo a mi modo. Fin de la discusión- justo cuando creía que Lanna no podía ser más terca, lo era. Esa era su secuencia constante, el ritmo de sus conversaciones conmigo, el juego frecuente que parecía odiar y disfrutar al mismo tiempo. Igual que yo, pero en proporciones diferentes. A veces sentía ganas de dejar de hablarle, de dejarle en notas mis peticiones y evadirla por completo; otras veces, me ganaba la curiosidad y me daba por vencido al exigirle distancia y respeto; otras veces, todo dependía de mi humor y mi paciencia al despertar. Aún así, tenía suficientemente claro que no podía escapar de ella, era como un pequeño duende que aparecía de la nada y sonreía aunque el mundo se estuviera cayendo. Era frágil, claro que sí, pero a la vez tenía su magia, su forma rara de cambiarnos el día a los dos Nygard para los que trabajaba.
-Yo sí sé qué te pasó. Andas con la mente en no sé donde- ella también lo sabía e incluso, me parecía más torpe que la última mujer que nos sirvió a mi hermano y a mí, y eso que Lanna era muchisimo más joven que su predecesora. La anterior, hace ya un buen tiempo, era una señora de edad avanzada que sabía permanecer callada y pese a que eso era algo muy bueno con respecto a nosotros, de algún modo lograba resultarme aburrido. Preparaba la ropa, tenía la casa reluciente y con un aroma particular a canela y lavanda que siempre me resultó agradable. Mantenía cada estancia cuidadosamente iluminada y se iba a dormir en cuanto se lo ordenabamos. No chistaba nada, no cuestionaba órdenes, no preguntaba en absoluto, no me veía a la cara... en resumen, me obedecía en extremo; supongo que sospechaba la verdad. Lo que sí tenían en común, tanto ella como todas las mujeres que pisaron nuestra casa, era que sentían un cariño especial por Akseli que siempre parecía agradable. Él sonreía tanto que me dolían las mejillas de solo verlo y entonces yo fruncía el ceño como si eso sirviera para equilibrar las cosas. Él era el bien que hacía que nuestras empleadas siguieran trabajando para nosotros. Yo, venía a ser como el uraño que lograba que se mantuvieran al márgen e hicieran las cosas bien por sujeción. Algo así pasaba ahora con Lanna.
-Estás actuando tan raro que no sé que te pasa. ¿Porqué te sonrojas?- casi contuve la risa frunciendo los labios, de algún modo creí que ella me odiaría por hacer esa pregunta. -Sólo no camines descalza cuando el piso está mojado, ya te lo dije. Y, no es muy complicado de hacer ¿O sí?- No esperé una respuesta monosilábica a eso, aunque era lo que quería.
Mientras la llevaba a su habitación, presté completa atención a la historia que nunca antes pregunté y que por motivos evidentes ella no se había atrevido a contar. Había quedado huérfana muy joven, eso ya era un duro comienzo, sobre todo para una jovensita a la que le vendrán las dudas típicas de la adolescencia. -¿Tu madre trabajaba haciendo lo mismo que tú o porque te dijo eso?- aquello me causó curiosidad, era como una frase de despedida, como si su madre supiera que iba a morir y que su hija seguiría sus pasos aunque no tuviera claro el modo. ¿Esas fueron las últimas palabras de su madre? no me gustó en absoluto, aunque no la conocí para juzgarla y tampoco tuve hijos para entenderla. -A ver si te sigo ¿Tus padres te pusieron a trabajar desde los seis años?- mi voz sonó a molestía e hice tal gesto de desagrado que si no quedaba claro el tono que usaba, aquello hubiera despejado cualquier duda. -¿Qué te ponían a hacer?- sentía que empezaba a preguntar mucho, pero me fue inevitable detenerme, o mejor dicho, no se me daba la gana hacerlo.
Empujé la puerta con el pie descalzo en cuanto Lanna giró el picaporte. -Mis padres murieron de viejos, hace ya un buen tiempo- demasiado, pero era cierto. Mi hermano y yo les hicimos la compañía que pudimos cuando pudimos regresar a casa. Nuestra desaparición causada por el secuestro de quien nos diera la inmortalidad, logró en ellos tal angustia que se fueron consumiendo hasta morir. Supongo que fue bueno que pudieran ver nuestro regreso aunque las visitas se vieran limitadas únicamente al horario nocturno. -Pero nunca tuvimos más hermanos, siempre fuimos él y yo y aún permanece así, del mismo modo como te habrás dado cuenta- "aún" esa palabra significaba más tiempo del que Lanna pudiera imaginar, de lo cualquiera pudiera tener en mente, incluso mucho más de lo que yo alguna vez creí. Pero así se quedaría el tema, los años reales serían un secreto para Lanna siempre y cuando estuviera en mis manos hacerlo.
-Yo sí sé qué te pasó. Andas con la mente en no sé donde- ella también lo sabía e incluso, me parecía más torpe que la última mujer que nos sirvió a mi hermano y a mí, y eso que Lanna era muchisimo más joven que su predecesora. La anterior, hace ya un buen tiempo, era una señora de edad avanzada que sabía permanecer callada y pese a que eso era algo muy bueno con respecto a nosotros, de algún modo lograba resultarme aburrido. Preparaba la ropa, tenía la casa reluciente y con un aroma particular a canela y lavanda que siempre me resultó agradable. Mantenía cada estancia cuidadosamente iluminada y se iba a dormir en cuanto se lo ordenabamos. No chistaba nada, no cuestionaba órdenes, no preguntaba en absoluto, no me veía a la cara... en resumen, me obedecía en extremo; supongo que sospechaba la verdad. Lo que sí tenían en común, tanto ella como todas las mujeres que pisaron nuestra casa, era que sentían un cariño especial por Akseli que siempre parecía agradable. Él sonreía tanto que me dolían las mejillas de solo verlo y entonces yo fruncía el ceño como si eso sirviera para equilibrar las cosas. Él era el bien que hacía que nuestras empleadas siguieran trabajando para nosotros. Yo, venía a ser como el uraño que lograba que se mantuvieran al márgen e hicieran las cosas bien por sujeción. Algo así pasaba ahora con Lanna.
-Estás actuando tan raro que no sé que te pasa. ¿Porqué te sonrojas?- casi contuve la risa frunciendo los labios, de algún modo creí que ella me odiaría por hacer esa pregunta. -Sólo no camines descalza cuando el piso está mojado, ya te lo dije. Y, no es muy complicado de hacer ¿O sí?- No esperé una respuesta monosilábica a eso, aunque era lo que quería.
Mientras la llevaba a su habitación, presté completa atención a la historia que nunca antes pregunté y que por motivos evidentes ella no se había atrevido a contar. Había quedado huérfana muy joven, eso ya era un duro comienzo, sobre todo para una jovensita a la que le vendrán las dudas típicas de la adolescencia. -¿Tu madre trabajaba haciendo lo mismo que tú o porque te dijo eso?- aquello me causó curiosidad, era como una frase de despedida, como si su madre supiera que iba a morir y que su hija seguiría sus pasos aunque no tuviera claro el modo. ¿Esas fueron las últimas palabras de su madre? no me gustó en absoluto, aunque no la conocí para juzgarla y tampoco tuve hijos para entenderla. -A ver si te sigo ¿Tus padres te pusieron a trabajar desde los seis años?- mi voz sonó a molestía e hice tal gesto de desagrado que si no quedaba claro el tono que usaba, aquello hubiera despejado cualquier duda. -¿Qué te ponían a hacer?- sentía que empezaba a preguntar mucho, pero me fue inevitable detenerme, o mejor dicho, no se me daba la gana hacerlo.
Empujé la puerta con el pie descalzo en cuanto Lanna giró el picaporte. -Mis padres murieron de viejos, hace ya un buen tiempo- demasiado, pero era cierto. Mi hermano y yo les hicimos la compañía que pudimos cuando pudimos regresar a casa. Nuestra desaparición causada por el secuestro de quien nos diera la inmortalidad, logró en ellos tal angustia que se fueron consumiendo hasta morir. Supongo que fue bueno que pudieran ver nuestro regreso aunque las visitas se vieran limitadas únicamente al horario nocturno. -Pero nunca tuvimos más hermanos, siempre fuimos él y yo y aún permanece así, del mismo modo como te habrás dado cuenta- "aún" esa palabra significaba más tiempo del que Lanna pudiera imaginar, de lo cualquiera pudiera tener en mente, incluso mucho más de lo que yo alguna vez creí. Pero así se quedaría el tema, los años reales serían un secreto para Lanna siempre y cuando estuviera en mis manos hacerlo.
Jarko Nygard- Vampiro Clase Alta
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Re: El Demonio que Tú Conoces (Lanna)
A veces ella lograba entender por qué chocaban tanto y es que los dos eran igual de necios, pero en ella, se suponía, debía caber la prudencia, sin embargo parecía que se esforzaba una y otra y otra vez en jugar con su suerte, aunque muy en el fondo sabía que el día que desquiciara a Jarko por completo, le iría mal, muy mal, o por lo menos que lloraría mucho, de eso estaba bastante segura, aún así no podía mantenerse callada, era como si algo la impulsara a seguir hablando, eso nunca antes lo había hecho con nadie, quizá confiaba demasiado en la buena voluntad de estos dos hermanos y tal vez ¿Por qué no? En el cariño que pudieran llegar a sentir por ella, o podría llegar a ser lástima, pero eso no importaba mucho en ese momento, al menos no del todo, pues no quería pensar demasiado en ello, no le dejaba nada bueno y seguro comenzaría a preguntar cosas sin sentido que harían que Jarko se enojara más de lo que ya estaba en ese momento o por lo menos que lo hiciera, si es que aún no lo estaba.
-Es que... no sé, seguro es porque ya es noche y no pienso igual- fue todo lo que dijo, ni modo que le dijera que... ¿O sí? Se enfadaría, aunque Lanna pensaba que él se enfadaba por cualquier cosa que pasara, era como su modo de vida y no había forma de cambiarlo así que pudo decir, aunque sea un poquito ¿O no? Mejor que no, así que mantuvo la boca cerrada lo más que pudo, eso era complicado, pero podía lograrlo cuando menos un momento.
-¿Rara? No, no tengo nada- dijo en un susurro, pero es que no podía fingir por mucho tiempo, verle así le estaba poniendo como un manojo de nervios -O puede ser que nunca había visto a un hombre semi desnudo y me he puesto nerviosa- confesó con voz casi audible mientras hacia un puchero con los labios y entraban en la habitación, ya estaba preparada para ser aventada a la cama, si es que bien le iba, por lo que acababa de decir, pero él le había enseñado que siempre debía decir las cosas y hacer lo que quisiera, así que simplemente obedecía, siempre que le convenía, a veces llegaba a pensar que hacía las cosas con toda la intención del mundo para que él reventara, pero no era así, no le gustaba sólo que era su forma de ser, por mucho que intentaba no cambiaba y en ocasiones hasta a ella le molestaba ser como era -Ya no andaré descalza- dijo como tipo de promesa para que creyera en su palabra y su mano se puso sobre el pecho ajeno, estaba frío y parecía que no latía, pero igual podían ser los nervios que la traicionaban, era fuerte, por un momento, un solo momento pensó que era perfecto y tuvo que pasar saliva ante sus propios pensamientos.
Sus padres siempre la mantenían a salvo y esta no era la excepción, escuchó lo que dijo y asintió con la cabeza -Pues sí, desde los seis años empecé a ayudar a mi mamá a hacer cualquier cosa, lavar los calcetines que son pequeños o a llevar los platos del fregadero a la alacena, con mucho cuidado, debía ayudarlos para que su carga de trabajo fuera menos y porque estaban en deuda con sus señores... Por salvarme la vida- dijo con cierto tono melancólico, dejando escapar un suspiro y aferrándose al cuerpo de Jarko como si con ello pudiera mitigar la tristeza que le invadía con los simples recuerdos, quería que la refugiara, que todo eso no volvería a pasar, ni los golpes, ni los gritos, ni los encierros, ni pasar días entero sin probar bocado, pero por el gesto de él había deducido que era mejor no decir nada más o su ceño terminaría por fruncirse completamente -Pero no te preocupes, eso me ha servido... Al menos sigo viva a pesar de quedar huérfana tan chica y eso ya es mucho ¿No? Aún cuando soy tan descuidada...- le dijo en un tono de broma para minorizar todo lo que estaba ocurriendo y dejó un beso en su mejilla -No es tan malo trabajar, sólo hay que hacerlo con cuidado- ella misma debía de estarse escuchando pues sin quererlo le daba la razón.
-Bueno a mí me hubiera gustado mucho tener hermanos, pero no había dinero para mantenernos a todos... Así que sólo fui yo y eso... Quién sabe por qué- encogió los hombros mientras los dedos de su mano diestra, de forma distraída, hacían dibujos sin sentido sobre el hombro del hermano Nygard mientras que sus ojos se perdían en esto por un momento, como si no quisieran verlo más, pues de nuevo se pondría nerviosa -Ustedes son muy lindos, yo los quiero mucho- le dijo con toda la sinceridad que podía mientras sus ojos miraban los de Jarko por un par de segundos, también la ponían de nervios y lo había descubierto en aquél mal momento -En serio los quiero mucho- murmuró apenas para después desviar la mirada esperando que la dejara en el piso de buena o de mala manera, pero sabía que aquello no duraría toda la vida, lastimosamente.
-Es que... no sé, seguro es porque ya es noche y no pienso igual- fue todo lo que dijo, ni modo que le dijera que... ¿O sí? Se enfadaría, aunque Lanna pensaba que él se enfadaba por cualquier cosa que pasara, era como su modo de vida y no había forma de cambiarlo así que pudo decir, aunque sea un poquito ¿O no? Mejor que no, así que mantuvo la boca cerrada lo más que pudo, eso era complicado, pero podía lograrlo cuando menos un momento.
-¿Rara? No, no tengo nada- dijo en un susurro, pero es que no podía fingir por mucho tiempo, verle así le estaba poniendo como un manojo de nervios -O puede ser que nunca había visto a un hombre semi desnudo y me he puesto nerviosa- confesó con voz casi audible mientras hacia un puchero con los labios y entraban en la habitación, ya estaba preparada para ser aventada a la cama, si es que bien le iba, por lo que acababa de decir, pero él le había enseñado que siempre debía decir las cosas y hacer lo que quisiera, así que simplemente obedecía, siempre que le convenía, a veces llegaba a pensar que hacía las cosas con toda la intención del mundo para que él reventara, pero no era así, no le gustaba sólo que era su forma de ser, por mucho que intentaba no cambiaba y en ocasiones hasta a ella le molestaba ser como era -Ya no andaré descalza- dijo como tipo de promesa para que creyera en su palabra y su mano se puso sobre el pecho ajeno, estaba frío y parecía que no latía, pero igual podían ser los nervios que la traicionaban, era fuerte, por un momento, un solo momento pensó que era perfecto y tuvo que pasar saliva ante sus propios pensamientos.
Sus padres siempre la mantenían a salvo y esta no era la excepción, escuchó lo que dijo y asintió con la cabeza -Pues sí, desde los seis años empecé a ayudar a mi mamá a hacer cualquier cosa, lavar los calcetines que son pequeños o a llevar los platos del fregadero a la alacena, con mucho cuidado, debía ayudarlos para que su carga de trabajo fuera menos y porque estaban en deuda con sus señores... Por salvarme la vida- dijo con cierto tono melancólico, dejando escapar un suspiro y aferrándose al cuerpo de Jarko como si con ello pudiera mitigar la tristeza que le invadía con los simples recuerdos, quería que la refugiara, que todo eso no volvería a pasar, ni los golpes, ni los gritos, ni los encierros, ni pasar días entero sin probar bocado, pero por el gesto de él había deducido que era mejor no decir nada más o su ceño terminaría por fruncirse completamente -Pero no te preocupes, eso me ha servido... Al menos sigo viva a pesar de quedar huérfana tan chica y eso ya es mucho ¿No? Aún cuando soy tan descuidada...- le dijo en un tono de broma para minorizar todo lo que estaba ocurriendo y dejó un beso en su mejilla -No es tan malo trabajar, sólo hay que hacerlo con cuidado- ella misma debía de estarse escuchando pues sin quererlo le daba la razón.
-Bueno a mí me hubiera gustado mucho tener hermanos, pero no había dinero para mantenernos a todos... Así que sólo fui yo y eso... Quién sabe por qué- encogió los hombros mientras los dedos de su mano diestra, de forma distraída, hacían dibujos sin sentido sobre el hombro del hermano Nygard mientras que sus ojos se perdían en esto por un momento, como si no quisieran verlo más, pues de nuevo se pondría nerviosa -Ustedes son muy lindos, yo los quiero mucho- le dijo con toda la sinceridad que podía mientras sus ojos miraban los de Jarko por un par de segundos, también la ponían de nervios y lo había descubierto en aquél mal momento -En serio los quiero mucho- murmuró apenas para después desviar la mirada esperando que la dejara en el piso de buena o de mala manera, pero sabía que aquello no duraría toda la vida, lastimosamente.
Lanna- Humano Clase Baja
- Mensajes : 90
Fecha de inscripción : 07/01/2013
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