Un inquisidor siempre es portador de malas noticias. (Privado)

Hacía mucho tiempo que no se encontraba con Bazyl. Aquel hombre, se había ganado su confianza desde que coincidieron en una taberna, mucho tiempo atrás. No importaba cuánto tiempo pasase, al ser cambiaformas, el transcurso del tiempo no era un problema para ambos. Lo había conocido, mucho antes de que tuviera esa seguridad en sí mismo, que sólo otorga el tiempo y los piropos recibidos por alguna compañera de cama. Antes, su cabello se revolvía en una masa de ondas traviesas, haciendo conjunto con esa sonrisa ladeada que hacía estragos entre las mujeres, y había que reconocerlo, algunos hombres también. Ahora, con los ojos brillantes por el rico jarabe del whisky, su sonrisa había mejorado, convirtiéndose en algo mucho más depredadora, que sensual. Sus labios prometían algo salvaje y excitante. ¿Quién iba a decir, que ese joven travieso e increíblemente fuerte,  iba a convertirse en una masa de músculos?. ¡Dios santo, hasta él podía reconocer que era atractivo!. - Será mejor que dejes de beber tanto, no querría ver cómo un viejo como tú, se arrastra por el suelo.- Le dijo con una sonrisa traviesa, mientras le arrebataba la copa con una mano. Sin perder el tiempo, se bebió el contenido de su amigo, recibiendo de recompensa, una patada por debajo de la mesa.

Miró a la mujer que estaba detrás de ambos, sirviendo con una jarra de alcohol, a los hombres que le alzaban las copas. Su corpiño estaba tan apretado, que sus senos se derramaban por encima de un encaje deshilachado. Parecía una oferta abierta, sólo disponible para aquél que tuviese las suficientes monedas en sus bolsillos. Y él tenía muchas, aunque no le gustaba pagar por el sexo. Era más divertido esperar a que ellas te suplicasen. Llamó a la mujer, sin levantar la mirada del busto de aquella, para no perder ningún detalle. Casi con sorpresa, se preguntó si su hermosa Zafiro tendría dos montes como aquellos. El pensamiento le cayó como un jarro de agua fría, despertándolo de la lujuria.  A tiempo, colocó una sonrisa en su rostro que prometía sexo. Era un movimiento que había aprendido, y copiado, de algunas cortesanas. Algo que garantizaba un trato exclusivo, eficiente y rápido. A veces, también podías incluir la diversión posterior. - Pequeña, mi amigo se ha quedado sin alcohol, ¿podrías servirle?.- Disfrutó del guiño que ella le extendió a Bazyl mientras rellenaba la copa que había vaciado él. Sus senos se quedaron debajo del rostro de su amigo, cuando la mujer se inclinó para servirle el líquido. La cara de estúpido que puso Bazyl, fue suficiente para que casi escupiera la cerveza que bebía. Rió con sonoras y roncas carcajadas, atrayendo la mirada de diferentes mujeres hacia él. Una lluvia de sonrisas profesionales, y sensuales, se extendieron en sus rostros, esperando la posibilidad de ganarse unas monedas esa noche.

- Veo que estás muy, muy sediento Bazyl. ¿Las preciosas jovencitas no te dan nada de... beber?. ¡No me digas que estás perdiendo tu encanto!.- Le dio una sonrisa malvada e ignoró a las demás meseras. Aunque, sería más realista llamarlas cortesanas. Al fin y al cabo, daban dos servicios en esa casa.