Straight to the grave {Eslatan Pilligram}

por **Kayla T. Allighari** Lun Jul 01, 2013 8:20 pm

Solo un brujo que ha descubierto sus poderes a temprana edad y los ha explotado como a una mina de oro podría comprender la vulnerabilidad que se siente al perderlos. Ella misma se había puesto en esa posición al aprender a depender tanto de ellos, eso podía aceptarlo. Usaba la magia para todo, vivía gracias a la magia. Sus negocios estaban basados en sus propias habilidades de bruja y su corazón de piedra, negociando con partes de vampiros, lobos y humanos para crear pociones de magia negra que eran pagas en cifras de dinero y en favores inimaginables. También era su propia naturaleza despiadada y desconsiderada lo que había llevado a esto. Si ella no hubiera provocado a aquella bruja matando a su amante licántropo la bruja no le habría quitado los poderes. "Al menos me quitó los poderes y no a Desmond". Ojo por ojo, diente por diente. De haber sido ella, hubiera matado al esposo de la otra bruja en vengaza. Pero no, no había sido así.
Dolía igual; dolía no tener habilidades mágicas, resignarse a ser tan indefensa como lo había sido cuando niña, y aunque doliera ella era fuerte y jamás demostraría dolor frente a nadie. Así que no avisó a nadie del incidente con la bruja esa tarde y por la noche se dirigió al cementerio. Allí yacían los ingredientes que necesitaba para contrarrestar el hechizo de la bruja y tener sus poderes de vuelta.
El cielo nocturno estaba tapado por nubes grises y oscuras. No podía recordar la última luna llena pero su lado racional, que le indicaba que se parara a pensar un segundo en los peligros del cementerio por la noche, estaba muerto. Solo pedía que no fuera a nevar, eso complicaría mucho las cosas. Caminó con sus botas sobre el pasto humedecido hasta pararse frente a la tumba de marmol. Su figura encapuchada sacó una pala de su bolsa de cuero y comenzó a cavar. No necesitaba mucho, solo un huesito, un anillo, lo que fuera que perteneciera al amante de aquella bruja. Necesitaba una conexión.
Dos horas y media luego sus brazos poco musculosos habían cavado un pozo considerable hasta el cajón de madera. Ya estaba hundida hasta la cadera bajo la tierra, solo quería terminar pronto e irse. "Trabajo sucio" no estaba en su diccionario. Era consentida a muerte por su esposo, que sumado a su gran poder dentro del mercado negro resultaba en un "lo quiero, lo tengo" interminable. Eso no quitaba que la mejor forma de tener un trabajo bien hecho era hacerlo tú mismo. Por tanto no se rendiría hasta poder terminar el sufrimiento de esa bruja... con sus propias manos.
Tan sumida estaba en sus propios pensamientos vengativos mientras cavaba, incluso cuando paró a tomarse un respiro y secarse la frente, que olvidó por completo cuidar su espalda de los peligros inminentes.

por **Eslatan Pilligram** Lun Jul 01, 2013 8:37 pm

El chico recién llegado sin entender el idioma, sin nadie a quien acudir caminaba desde el puerto sin dirección. Aunque no lo sabía la luna ya alteraba su personalidad, aun oculta tras las nubes. Una agresividad sin sentido, bullía en su interior buscando motivos para estallar. Su olfato detectaba algo y aunque él no dominaba ni comprendía lo que ocurría, inconscientemente se acercaba a su destino.
De repente se encontró frente a la reja del cementerio y su mente, la parte racional de ella se entumeció por completo en un brumo de sentimientos descontrolados. Un quemazón castigo a todo el cuerpo del chico segundos antes que adoptara la forma del hibrido. Mitad lobo mitad hombre.
En esta nueva forma, el aroma era todo lo que importaba. Salto con facilidad la reja y se movió en silencio, oculto por el manto de oscuridad, rastreando eso que motivaba un deseo oculto dentro de lo más primitivo de su ser. Pronto se encontró con una bella mujer que atareada en cavar no prestaba atención a nada.
¿Que estoy haciendo?
Se preguntó desde aquel rincón de su mente que intentaba resistir a perder el control. Las nubes se apartaron dejando a la luna al descubierto y con ella la conciencia del chico se esfumo. Ahora la bestia, en total libertad, en cuatro patas alcanzo a la mujer a su espalda y lanzo un zarpazo. Deseaba oír el grito del terror, disfrutar de la cacería y sacias su deseo de carne humana

por **Kayla T. Allighari** Lun Jul 01, 2013 9:36 pm

El olor putrefacto fue lo primero que la puso en aviso. No provenía de la tumba del cuerpo en descomposición, ni de su entorno de vegetación muerta. Conocía ese fuerte aroma tan bien como el de un cadáver o como el de su esposo. Sus músculos se pusieron en instantánea tensión y poco a poco el ritmo de su corazón se disparó. Alzó la vista al cielo para comprobar una vez más que el cielo encapotado no le dejaría ver la luna y aferró con fuerza la pala entre sus dedos. Las palmas le sudaron y su respiración se hizo más pausada por una milésima de segundo. Estaba por darse vuelta y blandir su pala por los aires en busca de la criatura cuando sintió hundirse las garras en la carne de su espalda. Era demasiado tarde.
Aterrizó con las costillas contra la pared del pozo, doblada sobre el borde. El impacto la dejó sin aire un momento. Lo único que podía pensar era en el ardor en su espalda y en que si no lograba trepar fuera del pozo con suficiente rapidez la bestia la tendría atrapada en el pozo, fin del camino. Hundió los dedos en la tierra con desesperación, sacando su cuerpo del pozo como si la persiguiera el demonio. Y lo hacía. Si bien no se había girado a verlo ni un momento, sabía que la parca en forma de lobo la seguía, con los dientes listos. En el fondo solo deseaba que fuera solo una broma pesada, pero el dolor decía lo contrario. No recordaba haber sentido un dolor tan real y tan intenso antes. Se tiró contra el suelo al costado de la lápida y, sin poder evitarlo, se dio la vuelta a verlo. Gran error.
Era tan horrible como lo recordaba y probablemente el triple de escalofriante así de cerca. Decir que olía y se veía feo sería decir muy poco. Tenía ganas de gritar por ayuda hasta que alguien la oyera, de intentar usar ese último recurso, pero no lograba emitir sonido alguno. Entonces, viendo sus largas patas y el medio metro que los separaba se dio cuenta de algo: era demasiado tarde para cualquier cosa, solo un milagro podía sacarla del problema en el que sus propios errores tontos la habían metido. Solo le quedaba una as por jugar. Estiró el brazo y agarró la pesada pala de metal sin pensarlo dos veces, golpeando hacia adelante con todas sus fuerzas.

por **Eslatan Pilligram** Mar Jul 02, 2013 9:17 am

El zarpazo dio en el blanco, abriendo sendas heridas en la espalda de la ex bruja. El olor a sangre pronto se dejó sentir en el aire, enloqueciendo aún más a la bestia. La chica se arrastró tratando de alejarse del pozo y de él, pero al parecer la herida había sido importante y no consiguió juntar fuerzas para correr. Más extraño aun, no grito como debería haber hecho. Se podía ver el terror en su cara, pero aun así le hizo frente con una pala.
El arma improvisada no representaba un peligro, pero aun así el licántropo no quería ser lastimado.
Dio un rápido rodeo, con la velocidad sobrehumana que lo caracteriza y ataco por el flanco derecho de la chica, apuntando a las manos y luego al abdomen. Ya empezaba a babear saboreando el festín que se daría en escasos segundos. Todos sus músculos debajo del pelaje se contraían, anticipándose al salto que lo dejaría sobre su presa, para acabarla mediante sus imponentes fauces.

por **Kayla T. Allighari** Mar Jul 02, 2013 12:09 pm

La pala nunca llegó a su destino. En cambio, le pesó toneladas y tuvo que tirarla a un lado para que no le cayera encima. La dejó caer a su izquierda, después de todo, de ese lado estaba su corazón y era prioridad defender ese flanco. Resultó ser el lado equivocado. Solo vio un borrón cuando el lobo desapareció frente a ella. Si bien las cosas parecían ir mucho más lento, le costaba seguir el paso del lobo. Entonces percibió su presencia a la derecha y se dio cuenta de su error justo cuando sus largos, amarillos y filosos dientes estaban a unos pocos centímetros de su brazo. Esos dientes parecían poder partir troncos de árboles de una mordida. Los recordaba perfectamente. Todos los licántropos parecían iguales en su forma lobuna pero había algo en cada uno de ellos que los distinguía, siempre. Su altura, el tono de su pelaje, sus miradas desquiciadas o más rabiosas... algo.
Este, en efecto, parecía más joven que los anteriores, por su tamaño y su forma de andar, no tan precisa y decidida que la de los demás. Claro que, el decir que no era tan preciso y decidido no significaba que no lo fuera. De hecho, fue más que decidido cuando incrustó sus dientes en su brazo derecho y en su abdomen. Gritos de dolor llegaron a sus oídos. Eran molestos y desesperantes. Tardó un eterno segundo antes de darse cuenta de que los gritos venían de su propia garganta, era su propio timbre de voz el que estaba presente en los gritos desgarradores. Y no le importaba en lo más mínimo. En todo lo que podía pensar era en el dolor y en el calor que se extendía por su abdomen y que no podía significar nada bueno.
Rodó sobre su lado izquierdo en un reflejo, alejando la parte herida de la bestia peluda y del suelo. Aún si algo llegara para salvarla en ese momento, oyendo sus gritos, sabía que moriría desangrada. Lo único que quería era que la bestia se apresurara a terminar con su tortura y pensaba con desagrado en las condiciones en las que encontrarían su cuerpo. Que forma deshonrada de morir.

por **Eslatan Pilligram** Mar Jul 02, 2013 12:26 pm

La chica se arrojó al suelo y se alejó un poco del hombre lobo, el cual con el asico manchado de sangre se relamía goloso. Sus ojos ambarinos se clavaban en la vapuleada silueta de la mujer que cada vez gritaba con menos energía. Las heridas ya de por si acabarían con ella, pero el lobizón planeaba terminar el mismo con lo que había iniciado. Sus instintos depredadores ya se habían activado con el olor a sangre y la emoción de los gritos aterrorizados.
Apoyo sus patas delanteras en el suelo y salto sobre la chica que esta vez, desde el suelo, no conseguiría evadirlo. Sus colmillos se cerraron sobre el rostro de la chica desfigurándola y quitándole la conciencia. EL cuerpo aun tibio, dejo de oponer esa leve resistencia.
El licántropo lanzo un aullido a modo de festejo, quizás reclamando para sí, esta presa...Su primer presa en este nuevo territorio. Luego comió ávidamente a grandes bocados el cuerpo mientras aun la sangre entibiaba sus carnes.

Al otro día, el joven Eslatan desnudo y con el mentón manchado de sangre, amaneció en un rincón del puerto prácticamente helado y desorientado.

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