We'll be fine, Right? | Eslatan

por **Jamile S. Czinege** Lun Oct 14, 2013 1:47 pm

¡Qué hermoso era el día sin nubes! Sus ojos curiosos paseaban entre el gentío, revoltosos, infantiles, brillantes. Más vivos que nunca. París lucía hermosa en aquella tarde invernal, como si el frío no fuese suficiente impedimento para disfrutar de las horas de luz que cada vez se habían hecho más cortas. Jeanna iba repartiendo florecillas como cada día. Respondía con una enorme sonrisa -y a veces, un abrazo- a las pocas monedas que las personas depositaban en su palma abierta. Nunca sacaba demasiado dinero solamente vendiendo flores a los paseantes, pero para ella era más que suficiente. Era una chica flacucha, bastante bajita y que aún guardaba ciertas características infantiles en su semblante, como si aún no hubiese madurado del todo. Y así era, realmente. Se sentía aún más una niña que como una mujer en toda regla. Y eso le encantaba. Significaba que no había perdido del todo su "magia", sus ganas de soñar, sus ganas de vivir. Seguía soñando con imposibles sin frustrarse o acabar presa de la desesperanza por no ser capaz de afrontar la realidad. Ella le sonreía a la vida con ganas, de corazón, sin ninguna duda acerca de que lo que el futuro le deparaba era completamente bueno y positivo, y que las cosas, cuando iban mal, no podían hacer más que mejorar. O eso prefería pensar siempre que notaba que el desánimo se iba instalando en su corazón.

Su vida no era en absoluto fácil, pero aceptarlo y seguir para adelante era mejor que echarse a llorar y rendirse. Mientras su corazón, puro, palpitara, y sus pulmones siguieran funcionando, lucharía por ser cada día un poquito mejor y más feliz. Se esforzaría en dar todo de sí misma para intentar hacer felices a las personas que se le acercaran. Lucharía porque el mundo se convirtiese en un lugar mejor, más cálido y más hermoso para todo sus habitantes. Eso era lo que le daba las fuerzas para seguir sonriendo pese a todo. Puede que fuese un sueño difícil de conseguir, y más para ella, que apenas si era una niña, pero no por ello iba a rendirse. Nunca se había dado por vencida y no sería aquella la primera vez. Sus pasos la guiaron hacia el atestado mercado. Fue a comprar un par de naranjas en un puesto, pero la anciana, al verla tan delgada y sonriente, se las regaló pidiendo a cambio una flor y un abrazo. Jeanna sonrió con más fuerza y continuó su paseo entre las personas que iban y venían, sonrientes y hablando entre ellas, dando una flor a cada caballero, que luego se la regalaban a la dama que les acompañaba... Lo irónico de aquel gesto era que a ella nunca le habían regalado una flor. Ella alegraba corazones, ¿pero acaso nadie se atrevía a hacer sonreír al suyo? Tan absorta iba en sus pensamientos, y tan alegres eran sus pasos, que chocó sin querer con un chico, con el que se disculpó haciendo una reverencia.

- Disculpadme, monsieur. Permitidme subsanar mi error regalándoos esta rosa blanca. -Le tendió la flor con una sonrisa avergonzada y con las mejillas levemente sonrojadas. Así era ella: torpe, tímida, graciosa. Una niña de buen corazón

por **Eslatan Pilligram** Lun Oct 14, 2013 2:43 pm

¿Quién pudiera creerlo? Hacia unos meses había quedado solo, sin nada ni nadie. Incluso tuvo que dejar su tierra natal, que ya nada bueno tenia para ofrecerle. Se había rendido, era todo demasiado duro y no era capaz de levantarse para seguir adelante.
O eso creía.
Cuando se toca fondo, es cuando se descubre el potencial que se tiene. La supervivencia es una fuerza rara, que nos hace seguir luchando, a base de mentiras. La gente le suele llamar esperanzas, a esas mentiras, y en el caso de Eslatan, esa denominación le sentaba como anillo al dedo.
Había conseguido un trabajo para un misterioso mister y de a poco iba mejorando su situación. No era el mejor empleo, pero lo hacía bien y tenían pocas complicaciones. Ya tenía ahorros considerables y decidió ir a ver en que podía gastar algo.
La plata esta para gastarse decía su padre, pero su madre acotaba por lo bajo. Úsala con inteligencia.
A pesar del clima que se volvía más y más gélido, mucha gente había acudido al mercado y caminar entre la multitud era bastante molesto, ya que se era empujado y pisoteado constantemente. Además todo era más lento, filas por mirar, filas por pagar, filas por llegar. Un verdadero fastidio.
El chico iba ensimismado en pensamientos de una vida mejor, aspirando profundo y captando aromas de lo que había por la zona, aprovechando su inusuales talentos. Así le gustaba referirse a ellos.
Alguien lo empujo, va...lo choco sería más preciso decir. Al volver a la realidad fijo sus ojos, en el atrevido. Era una chica, joven y al parecer por su atuendo de la clase menos favorecida.
Pidió disculpas y le dio una flor. La miro extrañado ya que la flor no le servía de nada. No tenía utilidad a su parecer, pero no se enojaría.

-Está bien. No te preocupes, tampoco es que me dolió tanto.

Toma la flor, para no ser grosero y mientras la observaba decidió.

-Gracias! No... no tengo a quien obsequiársela...va si... ¿La aceptarías como el regalo de un joven, para una bella señorita?

Extendió la mano, con el obsequio sonriendo. Había estado mucho tiempo solo. Quizás era el destino que le presentaba a una amiga y oportunidades lindas como esa, estaba mal desaprovecharla.

por **Jamile S. Czinege** Jue Oct 31, 2013 9:24 am

Observó con atención al muchacho con que acababa de chocarse. No lo había visto nunca por las calles, y eso que la mayoría de las caras que había a su alrededor le eran conocidas. Este hecho hizo que se despertara su curiosidad, siempre despierta y dispuesta a asaltarla cuando algo nuevo lograba captar su atención. Jeanna era de concentración fugaz, y la mayoría de las veces ni miraba por donde iba -razón por el que no era la primera, ni sería la última vez que se chocaba con alguien-, pero nunca se olvidaba de una cara. Al principio, al observarle de espaldas cuando tropezó con él, pensó que sería más mayor, pero resultaba ser un simple chico, más mayor que ella, pero que ni de lejos debía portar el título de "señor". Quiso disculparse por esto también, pero pensó que quizá se vería demasiado tonto, por lo que optó por no decir nada y dejarlo estar. Si le incomodó, se lo haría saber. O eso supuso.

Su rubor poco a poco fue cediendo, al notar una expresión amigable en el rostro ajeno, dando paso a una hermosa y clara sonrisa. Confiable. Esa fue su primera impresión. Que se trataba de alguien sincero y con el que se podía confiar, y eso, en una ciudad tan grande y con tanta gente malvada, no era demasiado simple de encontrar. - Aunque no os haya dolido, tropezar con las personas y no pedirles disculpas no está bien... -Dijo encogiéndose de hombros... Aunque su siguiente gesto la dejó descolocada. Justo cuando acababa de pensar que nadie le había ofrecido una flor, aquel muchacho, como si le hubiese leído el pensamiento, le ofreció la suya. Jeanna sonrió y la aceptó con una tímida reverencia. - Por supuesto, ¡muchas gracias! -Olisqueó la flor con una sonrisa de oreja a oreja. -Pero no tengo nada para ofreceros... -Hizo un puchero y le miró con los ojos bien abiertos.

por **Eslatan Pilligram** Jue Oct 31, 2013 12:52 pm

No pudo evitar sonreír ante el gesto del puchero. Al parecer la chica era joven o inmadura. No era que él se creyera “señor maduro”, pero un gesto tan infantil de forma tan casual, no era algo que pasara desapercibido.

-No tienes que darme nada. Solo quise darte un flor, que oh casualidad vos me diste antes.

Sonreí, no sabía más que decir. Pero de pronto se me olvido el motivo que me hacía caminar, y se me antojo tener compañía. La chica parecía ocupada, quizás solo quería evitar problemas y por eso me habló. Aunque no perdería nada por intentarlo.

-¿Está ocupada con el trabajo señorita? Pensaba comprar algo artesanal e ir a sentarme en algún parque...Y eso, acompañado, parece mucha mejor idea.

La mire tratando de identificar si mi propuesta era atrevida a su parecer. No pretendía incomodarla, pero quizás no lo hiciera y conseguiría un amigo. Los amigos son necesarios, con ellos las cosas buenas se disfrutan el doble, pero las malas se sufren la mitad.
Sonreí recordando aquellos días, en el campo cuando culpa de un festejo veía a aquellos amigos y primos, y lo bien que nos la pasábamos con nuestros planes.
Sacudí la cabeza sin darme cuenta, y enfoque la atención en la chica. Pensé en presentarme, pero aguarda a saber, que decidía la chica. Después de todo éramos unos desconocidos y a mi pesar ella una señorita y yo un chico de la calle.

por **Jamile S. Czinege** Dom Nov 17, 2013 11:45 pm

Se sintió sumamente tonta ante la sonrisa clara y serena del muchacho. Seguramente estaría pensando que estaba loca, o que era demasiado chiquita para decir nada con sentido... Ambas cosas eran ciertas, realmente, pero si se comportaba de aquella forma tan poco convencional, era por el simple hecho de que siempre estaba sola. Estaba acostumbrada a estar siempre calladita y sonriendo... Así que cuando por fin hablaba con alguien, las palabras le salian escopeteadas de entre los labios, y no había mucho que pudiese hacer al respecto. Se sentía cómoda cerca de aquel chico. Era amable con ella, una simple florista que apenas tenía para comer, y eso le hizo dar nueva cuenta de lo hermoso que estaba siendo el día para ella. Aunque estaba acostumbrada a que aquello que empezaba bien, solía terminar bastante mal. ¿Pero era acaso eso un impedimento para disfrutar? ¡Nunca!

- Que lindo y amable...- Musitó, poniéndose roja de inmediato por el comentario. Normalmente se callaba lo que pensaba, pero a veces era incapaz de controlarse y las cosas se le escapaban sin más. Optó por hacerse la loca mirando al cielo, y disimuló comentándole lo lindos que se veían los pajaritos yendo todos juntos hacia alguna parte. Mejor quedar como loca, que como niña tonta.

- ¡Claro que no! Sólo soy una simple florista, regalo flores y alegría a quien pase por mi lado... No es un trabajo de verdad. Mira lo poco que saqué. -Le mostró las diez monedas que había obtenido con la actividad, con una sonrisa linda y clara. Ella siempre solía ser así de espontánea, de confiable. No creía que todo el mundo fuera malo, y claro, a veces precisamente por eso le tomaban el pelo. Tenía tantas cosas que aprender, que no sabría por donde empezar... - ¡¿A qué parque iremos?! Me encantan los parques. Están llenos de flores y de gente feliz... -Sin pensar en nada, se echó a andar hacia el frente, enganchándose al brazo del muchacho y tirando suavemente de él. - ¡Por cierto! Mi nombre es Jeanna. ¿Y tú cómo te llamas? Tienes cara de tener nombre extranjero, como Daniel, o algo así... No me hagas mucho caso. Hablo por los codos. -Su actitud, a pesar de no ser normal, resultaba un tanto encantadora. Confiaba en él sin conocerle apenas. Era la magia de ser inocente.

por **Eslatan Pilligram** Mar Nov 19, 2013 7:53 am

Que fácil había resultado convencerla. Hubiera jurado que la chica le diría que no, y se iría ofendida. Sin embargo ahora la chica lo llevaba a él, que sorprendido como estaba, no había alcanzado a reaccionar. Siguió las pasos junto a la chica, hasta que consiguió serenarse.

- Espera, primero deberíamos comprar algo rico. ¿Recomendase algo en especial de este lugar? No suelo venir por acá.

Metí la mano en mi bolsillo y saque la bolsa con mi último pago. Debería sobrarme, sino mi trabajo no era tan genial como pensaba. Mantenía la bolsa oculta en la mano, tratando de ser discreto y no llamar la atención, ya que aunque no era mucho dinero, era un excelente botín para cualquier ladronzuelo.

-Ah un gusto. Soy Eslatan. Jajaja, ¿cara de Daniel tengo?

Zafo la mano, del enganche de ella y le paso el brazo por los hombros, para guiarla el esta vez. Mientras miraba a todos lados tratando de ubicarse, intento mantener la conversaciónón pero ante la cercanía el aroma floral de la joven le llego fuerte, generándole una mueca de complacencia por algunos instantes.

-Qué lindo nombre. Jeanna...Los pronuncie bien? Jeanna

Pronuncie el nombre Yeana, como creía que sonaba pero aguarde a que lo confirmara. Nunca se le daba bien adivinar la edad. Miraba a la joven, pero al contrario que su actitud su apariencia era más cercana a su edad. Una hermosa y sensual señorita.
Varias veces tubo que contenerse, ya que sus inocentes comentarios le provocaban un irrefrenable deseo de abrazarla fuerte y besarla, como si de un lindo cachorrito se tratara. Además su rica fragancia también me resultaba tentadora

por **Jamile S. Czinege** Vie Dic 13, 2013 5:38 pm

Jeanna no era una chica demasiado reflexiva, que se cuestionase a sí misma acerca de lo que debía o no debía hacer, o lo que era más adecuado, y esto era algo que resultaba demasiado evidente en momentos como aquel, en los que sus arrebatos de alegría la llevaban a cometer locuras que, en muchas ocasiones, podían llegar a ser bastante peligrosas. Confiaba tanto en su instinto, en las sensaciones positivas que aquel chico despertaba en ella, que no se había parado ni un segundo a cuestionarse si estaba bien que lo tratara como si le conociese de toda la vida. Podría ser un asesino, un loco, o simplemente, una mala persona, y ella no se había dado cuenta aún de ello. Por suerte, nunca se había llevado un susto al respecto. Y esperaba que aquella no fuese la primera vez.

- ¿Algo rico? Estamos en un mercado. Es el mejor lugar para comprar cosas... ¡Lo mejor son las papas! Son sabrosas cuando les echan salsa... Pero demasiado caras para mi. Para ti no sé. ¿Te llevo hasta donde están? Oye, si hablo demasiado rápido parame... Siempre me pasa cuando estoy contenta... -No dejaba de hablar ni por un segundo, queriendo en todo momento que aquel chico se sintiese cómodo y contento a su lado. Vio que el chico sacaba una bolsita, e inmediatamente miró hacia otro lado. Siempre le habían enseñado que estaba mal mirar el dinero de otra gente. Pueden pensar mal de ti... ¡Y los modales eran muy importantes!

- ¿Eslatan? -Frunció el ceño levemente, poniendo un mohín divertido. No le sonaba de nada el nombre, aunque le quedaba bien -o eso se dijo a sí misma-, preguntándose de dónde procedía. -Eslatan. Es lindo. ¿Qué significa? Es la primera vez que lo oigo... Daniel... no sé, fue el primero que se me ocurrió... -Se echó a reír nerviosamente. -Quise decir que parecías de otro país diferente a Francia. Pero igual me equivoco. No sé mucho de geografía...

De pronto, cuando el muchacho pasó el brazo por sus hombros, sus mejillas se colorearon de forma brusca. No estaba acostumbrada a aquella cercanía... Pero le resultaba agradable. -S-sí, sí, lo dijiste bien. Es un nombre raro el mío también. Soy medio sueca... ¡Será por eso! -Justo al torcer una de las esquinas de los puestos, el aroma de las patatas asadas le llegó de frente, haciendo que su estómago rugiese con fuerza. -¡PAPAS! -Gritó como una niña emocionada con su nueva bicicleta -aunque nunca hubiese tenido una-, haciendo que varias personas se volviesen a mirarla con una sonrisa. -La señora Gillie hace las mejores papas de la ciudad. Seguro que te gustan. -Le cogió de la mano y se aproximó al puesto casi corriendo. La mujer, bajita y rechoncha, pareció reconocerla al instante. Jeanna le tendió varias flores que ella colocó por su cabello con una ancha sonrisa, para luego ofrecerles a ambos unas grandes patatas rellenas de pollo y lechuga. ¡Estaba siendo un gran día! Comida gratis y compañía agradable. ¿Qué más se podía pedir?

por **Eslatan Pilligram** Vie Dic 13, 2013 6:09 pm

Alguna vez habia oido decir, que las mujeres traian alegria y hasta hoy, jamas habia pensado o creido en eso. Ahora la jovencita, parlanchina y animada, alegraba su dia. Camino con ella escuchandola y asintiendo sin decir mucho, no queria interrumpirla, era realmente adorable. El grito al sentir el olor de las papas, le hizo soltar una tenue carcajada, no esperaba esa clase de reaccion. No era correcto preguntar esas cosas, pero la duda le termino por ganar.

- La verdad, nose q significa mi nombre. Nunca se me ocurrio saberlo. Y estas en lo correcto, no soy de por aqui. Otra cosa en comun. ¿Cuantos años tenes?

Pregunto mientras agarraba el obsequio de la señora y lo soplaba antes de empezar a caminar. Tenia plata para comprar mas, pero quizas la señora se molestara si intentase comprarle mas, despues de que les regalo esas 2.
Camino un rato, y cuando creyo no ser visto agrego.

-Quiero comprar algo para nosotros. Lo que quieras. Compremos y vallamos a un lugar con menos gente, a donde podamos sentarnos y conocernos mejor.

Sonrio con cautela

por **Jamile S. Czinege** Jue Ene 02, 2014 9:17 pm

Estaba feliz, y ni podía negarlo ni fingir lo contrario, básicamente, porque no sabía. Jeanna era de aquellas chicas a las que, si les pedías que mintieran, aceptaban por compromiso, pero acababan por ponerse tan nerviosas que se les escapaba la verdad sin querer. No es que fuera tonta, o no pudiera, siquiera, intentar fingir algo diferente a lo que sentía. No lo hacía porque ni quería, ni le habían enseñado a hacerlo. Puede que la primera impresión que te de una chiquilla de la calle, sea que no tiene modales o que siempre está mintiendo para aprovecharse de los demás. Pero eso no era lo que le habían enseñado. A ella le habían enseñado que el secreto para vivir en un mundo tan grande, siendo tan chiquito, era ir siempre con la verdad por delante. Porque si convences a la gente de que puede confiar en ti, también podrás confiar en esa misma siempre... Y aunque era algo que no siempre se cumplía en su caso, solía salirle bien. Y la mujer del puesto de papas sólo era un ejemplo aislado de lo que la bondad puede hacer con el corazón duro de las personas.

- Bueno, ¡entonces yo te ayudaré a descubrir lo que significa! El mío quiere decir "llena de alegría", o algo así... Espero hacerle honor o todas las Jeannas del mundo vendrán a pegarme y... -Puso una mueca de terror para expresarse, ya que normalmente era más fácil entenderla con gestos que con palabras... Si es que, hablar tanto tenía que tener algún inconveniente. - Pues... yo tengo... hmm... quince, ¡sí, quince años! Llenos de flores y de colorines. ¿Y tú, cuántos años tienes? ¿Y de donde eres? ¿Y cuál es tu color favorito? ¡No es tan genial poder conocer a alguien nuevo en un día tan bonito! -Escupió las palabras con una sonrisa, para luego ponerse colorada. El chico definitivamente iba a pensar que estaba loquita.

- ¿Cómo algo para nosotros? ¿Para comer, para jugar, o para... pintar? -No entendía muy bien qué quería decir. Ella, cuando lograba juntar un poco de dinero, trataba de ahorrarlo para poder comprar más flores e hilos que luego poder vender. No se iba a hacer rica, pero así podía comer de vez en cuando, lo cual, dada su situación, ya era bastante. - Hacia allá hay bancos donde podemos sentarnos, o también podemos ir al césped y hacer la croqueta mientras rodamos ladera abajo. Yo lo solía hacer cada día, pero un día me di con la cara en un árbol y me hice bastante daño. -Se encogió de hombros, como si fuese lo más normal del mundo, y sonrió, tirando del brazo del muchacho a fin de que avanzara.

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