AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Buscando las fuerzas perdidas (Libre)
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Buscando las fuerzas perdidas (Libre)
En ese momento las cosas para Gabrielle no eran las mejores, se había enterado de situaciones que hubiera seguido desconociendo, pero los azares del destino quisieron jugarle malas pasadas, buscando como poner al límite su temperamento, se había hecho fuerte con el pasar de los años pero aún así era una niña, para muchos, una mujer fría para otros y sin embargo nadie podía describirla como era realmente, todo a su alrededor era una idea hecha por alguien más, simplemente eso, pero ella muchas veces quedaba devastada y nadie lo notaba, quizá lo único que era ella, es una buena actriz, no más no menos, alguien que el salir de casa es una nueva función en donde las máscaras son el protagonista principal.
Los negocios parecía que en sus manos no surgían, no tenía el apoyo y después de tres años quizá era tiempo de darse cuenta de que nunca tendría el apoyo de nadie, estaba completamente sola y eso le dolía, ella no tenía la culpa de ser mujer y lo único que siempre le echaban en cara era eso, si sus ideas vinieran de una mente masculina serían perfectas, pero como no era así pues no valían para absolutamente nada y a estas alturas sus fuerzas de luchar contra corriente se habían extinguido, ya no podía, ya no quería. Iba a vender aquello que alguna vez fue un sueño y hoy se estaba convirtiendo en una maldita pesadilla, sus fuerzas, sus ganas, entusiasmo y esperanzas se habían ido mermando a través del tiempo y justo ahora ya no quedaba nada.
Salió de aquella oficina que parecía querer oprimir su pecho, le absorbía las ganas, siempre eran pleitos, cuestionamientos, dudas que no tenían un grano de razón pero que aunque parecía que no, claro que le calaban a la pelinegra, su aspecto siempre había sido el mismo y mientras caminaba por las calles se ponía a pensar su realmente valía la pena seguir con algo que ya no le complacía, ya no le gustaba tener que lidiar con hombres que se sentían superiores solo por su sexo, ya no quería. Un suspiro largó salió de sus labios mientras esperaba en una de las esquinas a que cruzara un carruaje, por ella se hubiera aventado sin problemas, pero no estaba segura de que se mataría, así que mejor no, además sus padres no merecían tener una fracasada junto a ellos descansando, frunció los labios de sólo pensar que sus progenitores se sentirían avergonzados de ver la poca fe que mantenía y de nuevo las ideas de seguir aparecieron aunque prefería pedir disculpas por no seguir que volver a intentarlo.
Sus pensamientos la habían llevado a un lugar muy lejos de ahí pues el carruaje que esperaba que pasara delante de ella ya no se alcanzaba ni siquiera a ver,negó con la cabeza y siguió inmóvil.
Los negocios parecía que en sus manos no surgían, no tenía el apoyo y después de tres años quizá era tiempo de darse cuenta de que nunca tendría el apoyo de nadie, estaba completamente sola y eso le dolía, ella no tenía la culpa de ser mujer y lo único que siempre le echaban en cara era eso, si sus ideas vinieran de una mente masculina serían perfectas, pero como no era así pues no valían para absolutamente nada y a estas alturas sus fuerzas de luchar contra corriente se habían extinguido, ya no podía, ya no quería. Iba a vender aquello que alguna vez fue un sueño y hoy se estaba convirtiendo en una maldita pesadilla, sus fuerzas, sus ganas, entusiasmo y esperanzas se habían ido mermando a través del tiempo y justo ahora ya no quedaba nada.
Salió de aquella oficina que parecía querer oprimir su pecho, le absorbía las ganas, siempre eran pleitos, cuestionamientos, dudas que no tenían un grano de razón pero que aunque parecía que no, claro que le calaban a la pelinegra, su aspecto siempre había sido el mismo y mientras caminaba por las calles se ponía a pensar su realmente valía la pena seguir con algo que ya no le complacía, ya no le gustaba tener que lidiar con hombres que se sentían superiores solo por su sexo, ya no quería. Un suspiro largó salió de sus labios mientras esperaba en una de las esquinas a que cruzara un carruaje, por ella se hubiera aventado sin problemas, pero no estaba segura de que se mataría, así que mejor no, además sus padres no merecían tener una fracasada junto a ellos descansando, frunció los labios de sólo pensar que sus progenitores se sentirían avergonzados de ver la poca fe que mantenía y de nuevo las ideas de seguir aparecieron aunque prefería pedir disculpas por no seguir que volver a intentarlo.
Sus pensamientos la habían llevado a un lugar muy lejos de ahí pues el carruaje que esperaba que pasara delante de ella ya no se alcanzaba ni siquiera a ver,negó con la cabeza y siguió inmóvil.
Gabrielle A. Valois- Humano Clase Alta
- Mensajes : 68
Fecha de inscripción : 26/01/2013
Re: Buscando las fuerzas perdidas (Libre)
Apenas salí del colegio me dirigí hacia mi casa, no con mucha prisa, pues me gustaba darme la libertad de ir con toda calma mirando las tiendas, las personas pasar. Después de todo no tenía prisa alguna, la mayoría del tiempo estaba sola en esa enorme casa, mi padre pasaba la mayoría del tiempo trabajando en el banco junto a mi hermano y mi madre en el museo.
Caminaba por las calles de París, el cuál no conocía muy bien todavía, pero me había encargado de aprenderme muy bien el camino a casa, llevaba apenas dos semanas en París, y no me acostumbraba aún, siempre me quedaba distraída mirando una que otra tienda. Me quedé mirando como la dependienta de la pastelería decoraba la torta detrás del mostrador, cuando vi de reojos a una chica de tez blanca, ojos azules y cabello castaño salir de una especie de una oficina. A mi parecer tenía algún problema, parecía hastiada y distraída. Estaba en la esquina esperando que cruzara un carruaje, pero no cruzó luego que este se alejase.
Me acerqué al verla tan inmóvil, pues sentía el inoportuno sentimiento de ayuda. Me paré a su costado, deslicé uno de mis cabellos detrás de una de mis orejas, con la mano libre y con cierta incertidumbre toqué su hombro.
- Disculpad la intromisión, ¿os encuentras bien?
Esperé la reacción de la chica, inmediatamente alejé la mano de su hombro, pues no quería incomodarle ni parecer alguien psicópata. Le sonreí ligeramente.
Caminaba por las calles de París, el cuál no conocía muy bien todavía, pero me había encargado de aprenderme muy bien el camino a casa, llevaba apenas dos semanas en París, y no me acostumbraba aún, siempre me quedaba distraída mirando una que otra tienda. Me quedé mirando como la dependienta de la pastelería decoraba la torta detrás del mostrador, cuando vi de reojos a una chica de tez blanca, ojos azules y cabello castaño salir de una especie de una oficina. A mi parecer tenía algún problema, parecía hastiada y distraída. Estaba en la esquina esperando que cruzara un carruaje, pero no cruzó luego que este se alejase.
Me acerqué al verla tan inmóvil, pues sentía el inoportuno sentimiento de ayuda. Me paré a su costado, deslicé uno de mis cabellos detrás de una de mis orejas, con la mano libre y con cierta incertidumbre toqué su hombro.
- Disculpad la intromisión, ¿os encuentras bien?
Esperé la reacción de la chica, inmediatamente alejé la mano de su hombro, pues no quería incomodarle ni parecer alguien psicópata. Le sonreí ligeramente.
Cassie Ainsworth- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 13/07/2013
Re: Buscando las fuerzas perdidas (Libre)
Se perdió, sus pensamientos la habían abandonado a la deriva en aquél lugar, pudieron pasarle muchas cosas, incluso que algún carruaje la arrollara por la distracción que tenía en aquellos momentos, pero par su buena fortuna aquello no había pasado, algo, o mejor dicho, alguien, la había traído de nuevo a su espantosa realidad, parpadeó un par de veces intentando darse cuenta de lo que había pasado sin que fuera necesario preguntarlo, después de eso giró y miró a la mujer -¿Yo?- parecía que todavía su "encantamiento" no se le había desvanecido del todo, pero algo en su cerebro le decía que debía actuar de la manera más natural que pudiera.
-Estoy bien, sólo que me quedé pensando en mil cosas...- sonrió de forma amable, trataba que la chica se diera cuenta de que no estaba tan mal como ella creía, pero a decir verdad ni siquiera Gabrielle sabía si estaba bien o no -Lamento... ¿Le ocasioné algún accidente por quedarme perdida en mis pensamientos?- volteó a ver a todos lados, quizá por haberse frenado de pronto por el carruaje alguien había chocado a sus espaldas pero ella ni siquiera lo había notado, respiró hondo cuando se dio cuenta de que nada de aquello había pasado.
-¿Le puedo ayudar en algo?- no sabía bien la pelinegra si esa era una pregunta que debía hacer, a lo mejor los de afuera creían que era una que debía recibir para saber que no le pasaría nada al dar un paso más, bajando la acera podían pasarle mil y un accidentes... Pero ella todavía no se percataba de aquello.
-Estoy bien, sólo que me quedé pensando en mil cosas...- sonrió de forma amable, trataba que la chica se diera cuenta de que no estaba tan mal como ella creía, pero a decir verdad ni siquiera Gabrielle sabía si estaba bien o no -Lamento... ¿Le ocasioné algún accidente por quedarme perdida en mis pensamientos?- volteó a ver a todos lados, quizá por haberse frenado de pronto por el carruaje alguien había chocado a sus espaldas pero ella ni siquiera lo había notado, respiró hondo cuando se dio cuenta de que nada de aquello había pasado.
-¿Le puedo ayudar en algo?- no sabía bien la pelinegra si esa era una pregunta que debía hacer, a lo mejor los de afuera creían que era una que debía recibir para saber que no le pasaría nada al dar un paso más, bajando la acera podían pasarle mil y un accidentes... Pero ella todavía no se percataba de aquello.
Gabrielle A. Valois- Humano Clase Alta
- Mensajes : 68
Fecha de inscripción : 26/01/2013
Re: Buscando las fuerzas perdidas (Libre)
Me habían educado con los protocolos mas largos del mundo, en un refinamiento casi enfermizo, bajo la atenta mirada de 20 personas que deseaban que yo fuera perfecta y así había salido yo, señorita por fuera, dama indomable por dentro.
Miraba por la ventana deseando que oscureciera para poder salir, hace años que el sol no acariciaba mi piel, mas que nada porque ahora me la quemaría, lo añoraba, en vacaciones de navidad, me ponía frente al sol cuando tenia frío y me calentaba hasta el punto de esconderme bajo la sombrilla de mi madre y evitar quedarme cegada por su brillantez.
Salí de mi casa un poco antes de que se pusiera, sabiendo a ciencia cierta que ese espeso manto de nubes no dejaría pasar su luz, me lo sabia de otras veces.Pasee por las calles de París, miraba a la gente, sonreía a los niños y saludaba a los conocidos, casi todos me conocían ya que mi vida mortal la había pasado entre aquellas personas, dentro de poco tendría que desaparecer una temporada y reaparecer diciendo que era mi propia hija, que duro es mantener las apariencias.
Me detuve de pronto, delante de mi había una joven que había salido de unas oficinas angustiada y ¿dolida tal vez? se había quedado quieta frente a la calle y no se movía, al rato se le acerco una pequeña y le pregunto si estaba bien, la muchacha reacciono con lentitud, parecía estar en otro mundo.
-Tal vez a mi si me pueda ayudar- dije en voz alta acercándome a ellas- ante todo me presentare mi nombre es Kairi, Kairi Ireland, encantada de conocerlas, verán si no tienen inconveniente desearía charlar con ustedes, tal vez les pueda servir de ayuda, pues usted querida no tienen buena cara- dije refiriéndome a la mayor- y usted princesa ha tenido la amabilidad de querer ayudarla- dije fijando mis ojos esa vez en la menor-por lo tanto ¿serian tan amables de acompañarme hasta ese parque de enfrente? allí podremos charlar mas tranquilamente.
Miraba por la ventana deseando que oscureciera para poder salir, hace años que el sol no acariciaba mi piel, mas que nada porque ahora me la quemaría, lo añoraba, en vacaciones de navidad, me ponía frente al sol cuando tenia frío y me calentaba hasta el punto de esconderme bajo la sombrilla de mi madre y evitar quedarme cegada por su brillantez.
Salí de mi casa un poco antes de que se pusiera, sabiendo a ciencia cierta que ese espeso manto de nubes no dejaría pasar su luz, me lo sabia de otras veces.Pasee por las calles de París, miraba a la gente, sonreía a los niños y saludaba a los conocidos, casi todos me conocían ya que mi vida mortal la había pasado entre aquellas personas, dentro de poco tendría que desaparecer una temporada y reaparecer diciendo que era mi propia hija, que duro es mantener las apariencias.
Me detuve de pronto, delante de mi había una joven que había salido de unas oficinas angustiada y ¿dolida tal vez? se había quedado quieta frente a la calle y no se movía, al rato se le acerco una pequeña y le pregunto si estaba bien, la muchacha reacciono con lentitud, parecía estar en otro mundo.
-Tal vez a mi si me pueda ayudar- dije en voz alta acercándome a ellas- ante todo me presentare mi nombre es Kairi, Kairi Ireland, encantada de conocerlas, verán si no tienen inconveniente desearía charlar con ustedes, tal vez les pueda servir de ayuda, pues usted querida no tienen buena cara- dije refiriéndome a la mayor- y usted princesa ha tenido la amabilidad de querer ayudarla- dije fijando mis ojos esa vez en la menor-por lo tanto ¿serian tan amables de acompañarme hasta ese parque de enfrente? allí podremos charlar mas tranquilamente.
Kairi Ireland- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 11/04/2013
Edad : 31
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