Batallas perdidas y guerras ganadas || Libre

por **Iris D'Aramitz** Miér Ene 11, 2017 9:07 pm

E l silencio de la noche en donde los truenos de la batalla no oyen pero se pueden apreciar, solo el choque metálico de las espadas de los contendientes es lo que se puede oír rompiendo con la calmada y pacífica noche de verano; la mirada de ambos así como el brillo de sus sonrisas al mostrase aquellos filos asesinos junto a sus pasos que marcan de nuevo la contienda y se repliega con los gritos de ambos al asestar golpes precisos en cada oponente.

Ambos seres pertenecen al mismo lugar, son colegas y por ello es más emocionante aquel encuentro, la diferencia los marca en que uno de ellos ha traicionado el código que los rige y lleva por la senda divina de la obediencia suprema, lástima que para uno de ellos no es así. La espada que corta el velo oscuro de la noche es una tan antigua como enigmática, encerrada en filas de la inquisición por sospechas de brujería por el número de cabezas que ha cortado y la fuerza que da a quien la porte; un montón de mentiras.

Ambos están cansados y la calle parece traerles más problemas, así que el tejado de uno de los edificios residenciales próximos a la biblioteca les sirve de encuentro final, y aunque el viento sople sus alientos están al máximo pues el encuentro entre dos titanes diestros en espadas es tanta que no podría ser de menos el cansancio. Los insultos así como las recriminaciones por los actos cometidos por aquella cuya melena se agita al viento solo logran en ella que emita una sonrisa suave y llena de maldad, como la de una serpiente que está a punto de incrustar su veneno a su pobre víctima. Golpes y otra vez el sonar del metal contra si es todo lo que se puede oír, hasta que la mano enemiga arroja de aquel lugar el cuerpo de su “compañero” hasta verlo atravesar uno de los ventanales de la biblioteca quedando el cuerpo sobre el piso, pero aún puede moverse lento, pero sigue con vida.

Chasquea la lengua al bajar de ahí con calma mientras blande de lado a lado la espada –¿Cuánto crees que me den por ella Gabriel si digo que ha matado a uno de los ángeles del cielo, claro que tú no eres ese Gabriel y yo no soy el demonio como serpiente, no espera, si lo soy– la sonrisa de maldad que proyecta en sus labios tan característico de ella y la mano que clava aquella espada en el vientre de su compañero –¿Crees que ellos pidieron esta espada antigua solo porque si? Eres estúpido y por eso mueres, ellos la buscaban para usarla en algo y por ello, no se los dejaré fácil así que ahora deberás morir en silencio querido mío– retira la espada antigua desperdigando sangre por todo el lugar, los libros y el suelo estaban llenos de sangre, y le sería difícil ocultar aquel cuerpo –¿Ahora qué haré?– murmura en el silencio y la oscuridad de aquella biblioteca.

Sin contar con que hay espectros que pueden oírle perfectamente.