AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Batallas ganadas (privado)(+18)
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Llegamos a Akershus pasada una semana desde que emprendimos viaje por las montañas, las aberraciones de Randulf nos habían puesto las cosas complicadas, parecía estar creando una nueva raza, unos bípedos similares a los orcos pero mas grandes, su piel parduzca era dura de atravesar por los aceros, habiloso luchado hasta la extenuación, habíamos tumbado a varios “desgarradores” el nombre que dimos a esas bestias, pero estábamos heridos, cansados pero satisfechos pues conseguimos saquear un cargamento de armas que a través del paso iban directas a la fortaleza del rey tirano. Fuimos recibidos entre vítores por los nuestros.
Kala cabalgaba junto a Atharal medio cuerpo de montura detrás, los dos bromeaban como de costumbre mientras lazaban el puño ensangrentado, hoy correría la hidromiel, lo merecíamos.
Desmonté de un salto al llegar frente a las puertas de palacio.
Sirius y Valeska estaban cogidos de la mano de Valeria, Fio que estaba en brazos de la doncella pataleó hasta bajarse, Valeria sonrió dejándola ir mientras corría hacia mi lanzándose a mis brazos.
Revolví su pelo mientras la apretaba contra mi cuerpo, sin duda era la mas impulsiva de todos mis hijos.
-¿que me traes papa? -me preguntó buscando como siempre un arma afilada mientras yo me reia.
Era una mocosa, imprudente y con un carácter atroz, si le daba el filo de un acero acabaría decapitando a sus hermanos en uno de esos juegos.
Llegué frente al resto de mis hijos, besé el pelo de Valeska y le di un golpe con la espada a Orn en el escudo que sujetaba con una picara sonrisa mirándome como el guerrero en el que se estaba convirtiendo con los entrenamientos.
Ulf saludaba de forma efusiva a su mujer, sus labios se encontraban voraces, los dos se miraban mientras se acariciaban.
La bruja cazo al lobo de la pechera llevándoselo con ella para darle un par de suturas.
Mi cabeza y la de Ulf chocaron frente contra frente, unos golpes afectuosos bastaron.
-Nos vemos en el gran salón , hoy merecemos beber hasta no tenernos en pie.
Sirius me miraba expectante esperando su turno, así que lo alcé en brazos junto al mono que ya llevaba colgado y que luchaba por cazar el arco que pendía de mis espaldas.
-Vamos, seguro que tenéis cosas que contarme enanos -dije cruzando el umbral de Akhershus -¿Todo bien Valeria? -le pregunte con una sonrisa -¿te han dado mucha guerra mis bestias?
Kala cabalgaba junto a Atharal medio cuerpo de montura detrás, los dos bromeaban como de costumbre mientras lazaban el puño ensangrentado, hoy correría la hidromiel, lo merecíamos.
Desmonté de un salto al llegar frente a las puertas de palacio.
Sirius y Valeska estaban cogidos de la mano de Valeria, Fio que estaba en brazos de la doncella pataleó hasta bajarse, Valeria sonrió dejándola ir mientras corría hacia mi lanzándose a mis brazos.
Revolví su pelo mientras la apretaba contra mi cuerpo, sin duda era la mas impulsiva de todos mis hijos.
-¿que me traes papa? -me preguntó buscando como siempre un arma afilada mientras yo me reia.
Era una mocosa, imprudente y con un carácter atroz, si le daba el filo de un acero acabaría decapitando a sus hermanos en uno de esos juegos.
Llegué frente al resto de mis hijos, besé el pelo de Valeska y le di un golpe con la espada a Orn en el escudo que sujetaba con una picara sonrisa mirándome como el guerrero en el que se estaba convirtiendo con los entrenamientos.
Ulf saludaba de forma efusiva a su mujer, sus labios se encontraban voraces, los dos se miraban mientras se acariciaban.
La bruja cazo al lobo de la pechera llevándoselo con ella para darle un par de suturas.
Mi cabeza y la de Ulf chocaron frente contra frente, unos golpes afectuosos bastaron.
-Nos vemos en el gran salón , hoy merecemos beber hasta no tenernos en pie.
Sirius me miraba expectante esperando su turno, así que lo alcé en brazos junto al mono que ya llevaba colgado y que luchaba por cazar el arco que pendía de mis espaldas.
-Vamos, seguro que tenéis cosas que contarme enanos -dije cruzando el umbral de Akhershus -¿Todo bien Valeria? -le pregunte con una sonrisa -¿te han dado mucha guerra mis bestias?
Última edición por Höor Cannif el Lun Oct 02, 2017 8:27 am, editado 1 vez
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
No fue fácil mi regreso. Mis hijas apenan me conocían, era la peor sensación que experimenté en toda mi vida, igual o me atrevería decir más dolorosa que la noche del baile en la que nos volvimos a encontrar. Todo estaba como siempre, la temperatura me agradaba, siempre fui más de frío y aunque no lo creyese, eché de menos tierras norteñas. El olor a tierra mojada, brisa gélida acariciandome las mejillas por la mañana, me hacía sentir bien acurrucarme en mí misma, abrazada mientras mis ojos se cerraban y oía...justo eso, silencio...paz. Necesitaba ese ambiente más que la ruidosa París, recordar la noche de la última fiesta me ponía mal humor...esos aires de grandeza, tomarlo como un bufón cuando todos ellos eran marionetas que se dedicaban a manejarse a su antojo, enredando los hilos y crear su obra de engaño.
Valeska estuvo días sin dirigirme la palabra, alzando su escudo protector hasta que por fin, Fiolett le hizo entrar en razón, alegando que nos contaría un cuento y les daría todos los besos que no les dí. A regañadientes aceptó y desde esa noche, fue un ritual el leerles una de esas historias de caballeros y princesas en donde mi pequeño clon alegaba ser la princesa que esperaba a ser rescatada y mi pequeña rebelde caballero que custodiaría a la princesa para que nada malo le pasase. Con Sirius y Orn, lo tuve relativamente más llevadero...eran mayores. Me sorprendía la forma en que mi pequeña guerrera se enfrentaba a Orn quien a duras penas le seguía los movimientos, digna de su padre. Drittsekk y Soleil apenas tenían unos meses, las niñas jugaban con ellos...para Valeska era como pequeñas muñecas a las que peinar a su antojo.
Los bebés dormían plácidamente, cayeron rendidos nada más que les canté una de mis nanas francesas. Valeska se había prendido media y Fio la otra mitad. Pasar tiempo con ellas, ese que perdí...me aliviaba, no me sentía tan vacía y sí con ganas de luchar. Luchar por la persona que me hizo sentir, aunque ya no fuese lo mismo . Sin perder la sonrisa, saludé con un breve asentimiento de cabeza a Ulf quien fue recibido por su esposa, mi sonrisa se ensanchó dejando escapar una risa. Les envidiaba, era un hecho. Reprimía mis impulsos de buscarlo, no lo hice desde el barco porque sabía cuál era mi sitio, le di el tiempo que quería, necesitaba.
-Todo bien -le observé en silencio, sin perder la sonrisa...desde que volvimos creo que era la primera vez que compartimos una, paseé la mirada por su cuerpo, buscando alguna herida , tanta sangre y no de sí mismo...pero ese corte de la mejilla no dejaría de sangrar si no ponía remedio -Papá nos contará su aventura pero mañana, luego soñais...y me toca levantarme, me quedo helada por el pasillo, diablos -Fio tiró de mi vestido susurrándome algo al oído, no me enteré de nada y mejor, Valeska no tardó en decir en alto lo que decía su hermana -Papá, dice Fio que porqué no le das un beso a mamá como el tío Ulf ...pero sin babas -se morían de risa, y suspiré indicándoles que debían irse a la cama, ya era demasiado tarde -Debería ver esa herida. -no fue una sugerencia, iba a hacerlo sí o sí... gota a gota había indicado el camino hasta mis pies en donde un pequeño charco carmesí nos separaba.
-Ven, te limpiaré la herida y te pondré un poco de esta aceite, en la zona este del bosque hay unas hierbas perfectas para cicatrizar. Y sí, entiendo de hierbas y más cosas que no sabes. Te curé aquella vez ¿recuerdas? La noche del establo -aparté la mirada, fue la noche más intensa que tuvimos, después de aquellas heridas...fue la mejor noche de todas. Sin querer, al recordarlo...sonreí con picardía mientras buscaba el bote en cuestión, negué con la cabeza...debería pensar en otras cosas...curar esa herida -Siéntate y no te muevas, ni respires...huele fuerte, es eficaz, no te quedará cicatriz -le hice un gesto con la mano derecha para que se quitase la camisola... aunque le tendría que quitar primero lo demás -Espera, te ayudo...es...-solté las correas de golpe y con el peso cayeron a nuestros pies...lo miré a los ojos un segundo en donde le dediqué una breve sonrisa -Pesa, no más que tú -frente a él, de pie... dejé que el paño húmedo limpiase la herida, no era profunda y con aquello dejaría de sangrar.
Despacio, el paño recogió la sangre seca, dejando ver una herida limpia, apenas un rasguño. Siseé para que me dejase hacer, escocería horrores pero como bien sabía, peores heridas habría pasado, su cuerpo era un claro ejemplo de ello.
-Ahora, da ejemplo a tus hijas y no grites como una...niña -unté el dedo en aquel aceite y pasé la yema por la herida con mucha suavidad, me incliné un tanto a él para comprobar que estaba cubierta por entero, soplé despacio y cometí el error de buscar su mirada. No me aparté hasta recoger una gota de aceite que descendió por su mejilla , apenas fue una leve caricia -Listo. -sujeté su nuca con la mano libre, obligándole echar hacia atrás la cabeza -No te pregunté qué esconden tus cicatrices, la de la espalda, el pecho y esa del brazo tan profunda. Cuéntamelo, así podré usarlo para asustar a Orn y Fiolett, qué no debe hacer un guerrero para alcanzar la victoria -sonreí divertida y lo solté, dejando caer el paño de agua caliente en el barreño, había sido el momento en el que más cerca habíamos estado después de tanto tiempo.
El haber curado ciertas heridas de gravedad, cuando apenas era una niña... me resultaba de lo más fácil tratar ciertas heridas, no me importaba mancharme las manos de sangre, no de ese modo.
Valeska estuvo días sin dirigirme la palabra, alzando su escudo protector hasta que por fin, Fiolett le hizo entrar en razón, alegando que nos contaría un cuento y les daría todos los besos que no les dí. A regañadientes aceptó y desde esa noche, fue un ritual el leerles una de esas historias de caballeros y princesas en donde mi pequeño clon alegaba ser la princesa que esperaba a ser rescatada y mi pequeña rebelde caballero que custodiaría a la princesa para que nada malo le pasase. Con Sirius y Orn, lo tuve relativamente más llevadero...eran mayores. Me sorprendía la forma en que mi pequeña guerrera se enfrentaba a Orn quien a duras penas le seguía los movimientos, digna de su padre. Drittsekk y Soleil apenas tenían unos meses, las niñas jugaban con ellos...para Valeska era como pequeñas muñecas a las que peinar a su antojo.
Los bebés dormían plácidamente, cayeron rendidos nada más que les canté una de mis nanas francesas. Valeska se había prendido media y Fio la otra mitad. Pasar tiempo con ellas, ese que perdí...me aliviaba, no me sentía tan vacía y sí con ganas de luchar. Luchar por la persona que me hizo sentir, aunque ya no fuese lo mismo . Sin perder la sonrisa, saludé con un breve asentimiento de cabeza a Ulf quien fue recibido por su esposa, mi sonrisa se ensanchó dejando escapar una risa. Les envidiaba, era un hecho. Reprimía mis impulsos de buscarlo, no lo hice desde el barco porque sabía cuál era mi sitio, le di el tiempo que quería, necesitaba.
-Todo bien -le observé en silencio, sin perder la sonrisa...desde que volvimos creo que era la primera vez que compartimos una, paseé la mirada por su cuerpo, buscando alguna herida , tanta sangre y no de sí mismo...pero ese corte de la mejilla no dejaría de sangrar si no ponía remedio -Papá nos contará su aventura pero mañana, luego soñais...y me toca levantarme, me quedo helada por el pasillo, diablos -Fio tiró de mi vestido susurrándome algo al oído, no me enteré de nada y mejor, Valeska no tardó en decir en alto lo que decía su hermana -Papá, dice Fio que porqué no le das un beso a mamá como el tío Ulf ...pero sin babas -se morían de risa, y suspiré indicándoles que debían irse a la cama, ya era demasiado tarde -Debería ver esa herida. -no fue una sugerencia, iba a hacerlo sí o sí... gota a gota había indicado el camino hasta mis pies en donde un pequeño charco carmesí nos separaba.
-Ven, te limpiaré la herida y te pondré un poco de esta aceite, en la zona este del bosque hay unas hierbas perfectas para cicatrizar. Y sí, entiendo de hierbas y más cosas que no sabes. Te curé aquella vez ¿recuerdas? La noche del establo -aparté la mirada, fue la noche más intensa que tuvimos, después de aquellas heridas...fue la mejor noche de todas. Sin querer, al recordarlo...sonreí con picardía mientras buscaba el bote en cuestión, negué con la cabeza...debería pensar en otras cosas...curar esa herida -Siéntate y no te muevas, ni respires...huele fuerte, es eficaz, no te quedará cicatriz -le hice un gesto con la mano derecha para que se quitase la camisola... aunque le tendría que quitar primero lo demás -Espera, te ayudo...es...-solté las correas de golpe y con el peso cayeron a nuestros pies...lo miré a los ojos un segundo en donde le dediqué una breve sonrisa -Pesa, no más que tú -frente a él, de pie... dejé que el paño húmedo limpiase la herida, no era profunda y con aquello dejaría de sangrar.
Despacio, el paño recogió la sangre seca, dejando ver una herida limpia, apenas un rasguño. Siseé para que me dejase hacer, escocería horrores pero como bien sabía, peores heridas habría pasado, su cuerpo era un claro ejemplo de ello.
-Ahora, da ejemplo a tus hijas y no grites como una...niña -unté el dedo en aquel aceite y pasé la yema por la herida con mucha suavidad, me incliné un tanto a él para comprobar que estaba cubierta por entero, soplé despacio y cometí el error de buscar su mirada. No me aparté hasta recoger una gota de aceite que descendió por su mejilla , apenas fue una leve caricia -Listo. -sujeté su nuca con la mano libre, obligándole echar hacia atrás la cabeza -No te pregunté qué esconden tus cicatrices, la de la espalda, el pecho y esa del brazo tan profunda. Cuéntamelo, así podré usarlo para asustar a Orn y Fiolett, qué no debe hacer un guerrero para alcanzar la victoria -sonreí divertida y lo solté, dejando caer el paño de agua caliente en el barreño, había sido el momento en el que más cerca habíamos estado después de tanto tiempo.
El haber curado ciertas heridas de gravedad, cuando apenas era una niña... me resultaba de lo más fácil tratar ciertas heridas, no me importaba mancharme las manos de sangre, no de ese modo.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 421
Fecha de inscripción : 26/05/2016
Localización : Paris
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
“Papá, dice Fio que porqué no le das un beso a mamá como el tío Ulf ...pero sin babas -”
Me eche a reír y abriendo los brazos corrí tras ellas asegurando que iba a darles besos con babas como Ulf. Algo que debió darles mucho asco porque mientras yo gruñía aparatosamente tras ellas, las dos se morían de la risa corriendo como locas a toda velocidad dejándome detrás.
Revolví el pelo de Sirius que caminaba con Orn hacia la cámara y dándole un azote en el culo que lo hizo reír me despedí de los dos mientras Fio sacaba la cabeza por el umbral para ver is le monstruo de las babas iba por ella.
Cuando Valeria se encargó de poner orden con los críos me acompañó a la habitación.
Asentí cuando me preguntó si estaba bien, ciertamente en esta ocasión apenas tenia heridas, iba magullado y la herida de mi mejilla sangraba un poco todavía.
Me recordó aquella vez que me curo, algo que me hizo sonreír, no solo por el recuerdo de ese instante en el que hundió la aguja en mi costado permitiendo que el aire saliera de mi pulmón.
Recuerdo que no podía respirar, si no llega a hundir con sangre fría la aguja, no estaría aquí ahora mismo.
Ademas la noche fue bastante...ladeé de nuevo la sonrisa recordando mientras ella daba unos cuantos puntos de sutura a mi mejilla antes de colocar el ungüento.
-Gracias, pero no es nada -le aseguré.
Me pidió que me quitara la camisola para poder mirar el resto de hematomas, sus manso sobrevolaron la distancia hasta los correajes que aflojo de golpe logrando que apretara los dientes y emitiera un leve quejido.
Tomé la armadura colocandola a un lado antes de volver para sentarme frente a ella, moví el cuello con claros signos de dolor.
-Son los golpes, la armadura consigue que no te rajen pero el impacto te lo llevas -le dije señalando los moratones.
Valeria deslizó por las marcas sus dedos, no era ni de lejos la primera vez que veía mi torso, ni siquiera la primera vez que apreciaba las cicatrices antiguas, aunque ahora otras nuevas les hacían compañía.
Nunca le interesaron, nunca me pregunto por ellas, creo que incluso mi cuerpo tan marcado por la batalla era lago que detestaba, era la imagen contraria a la de un refinado hombre parisino.
Ladeé la sonrisa cuando me preguntó por algunas de ellas, señalé con dos de mis dedos la del brazo alzando la mirada hasta sus esmeraldas.
-Esa es de flecha, me la hice protegiendo uno de los condados en pleno asedio de los soldados de Randulf.
Las de la espalda en su mayoría son latigazos de cuando era niño, aunque hay algún zarpazo de trol y roces de espada.
Los costados son en su mayoría fruto del acero y las del pecho, acero, zarpas de desgarrador.
Llevé mi dedo al agujero que tenia entre las costillas, esta es la tuya, la que me hiciste para que respirara -bromeé guiñándole un ojo.
La puerta se abrió de golpe Ulf bebía de una jarra de hidromiel entre risas.
-Höor -dijo animado entrando en la cámara y cogiéndome del cuello -vamos a emborracharnos.
-Tu ya vas borracho -le aseguré riendome
-Pero no bastante -bromeó apurando la jarra y mostrándomela vacía.
Me coloqué la camisola alzándome, era hora de beber, de celebrar la victoria.
-¿me hecha de menos tu culo peludo?
Ulf se descojonaba bajándose los pantalones dándose unos azotes a si mismo para enseñarme el culo sin dejar de reírse mientras salia por la puerta subiéndose los pantalones con una mano y la jarra en otra.
-Voy con Ulf, buenas noches Valeria.
Me eche a reír y abriendo los brazos corrí tras ellas asegurando que iba a darles besos con babas como Ulf. Algo que debió darles mucho asco porque mientras yo gruñía aparatosamente tras ellas, las dos se morían de la risa corriendo como locas a toda velocidad dejándome detrás.
Revolví el pelo de Sirius que caminaba con Orn hacia la cámara y dándole un azote en el culo que lo hizo reír me despedí de los dos mientras Fio sacaba la cabeza por el umbral para ver is le monstruo de las babas iba por ella.
Cuando Valeria se encargó de poner orden con los críos me acompañó a la habitación.
Asentí cuando me preguntó si estaba bien, ciertamente en esta ocasión apenas tenia heridas, iba magullado y la herida de mi mejilla sangraba un poco todavía.
Me recordó aquella vez que me curo, algo que me hizo sonreír, no solo por el recuerdo de ese instante en el que hundió la aguja en mi costado permitiendo que el aire saliera de mi pulmón.
Recuerdo que no podía respirar, si no llega a hundir con sangre fría la aguja, no estaría aquí ahora mismo.
Ademas la noche fue bastante...ladeé de nuevo la sonrisa recordando mientras ella daba unos cuantos puntos de sutura a mi mejilla antes de colocar el ungüento.
-Gracias, pero no es nada -le aseguré.
Me pidió que me quitara la camisola para poder mirar el resto de hematomas, sus manso sobrevolaron la distancia hasta los correajes que aflojo de golpe logrando que apretara los dientes y emitiera un leve quejido.
Tomé la armadura colocandola a un lado antes de volver para sentarme frente a ella, moví el cuello con claros signos de dolor.
-Son los golpes, la armadura consigue que no te rajen pero el impacto te lo llevas -le dije señalando los moratones.
Valeria deslizó por las marcas sus dedos, no era ni de lejos la primera vez que veía mi torso, ni siquiera la primera vez que apreciaba las cicatrices antiguas, aunque ahora otras nuevas les hacían compañía.
Nunca le interesaron, nunca me pregunto por ellas, creo que incluso mi cuerpo tan marcado por la batalla era lago que detestaba, era la imagen contraria a la de un refinado hombre parisino.
Ladeé la sonrisa cuando me preguntó por algunas de ellas, señalé con dos de mis dedos la del brazo alzando la mirada hasta sus esmeraldas.
-Esa es de flecha, me la hice protegiendo uno de los condados en pleno asedio de los soldados de Randulf.
Las de la espalda en su mayoría son latigazos de cuando era niño, aunque hay algún zarpazo de trol y roces de espada.
Los costados son en su mayoría fruto del acero y las del pecho, acero, zarpas de desgarrador.
Llevé mi dedo al agujero que tenia entre las costillas, esta es la tuya, la que me hiciste para que respirara -bromeé guiñándole un ojo.
La puerta se abrió de golpe Ulf bebía de una jarra de hidromiel entre risas.
-Höor -dijo animado entrando en la cámara y cogiéndome del cuello -vamos a emborracharnos.
-Tu ya vas borracho -le aseguré riendome
-Pero no bastante -bromeó apurando la jarra y mostrándomela vacía.
Me coloqué la camisola alzándome, era hora de beber, de celebrar la victoria.
-¿me hecha de menos tu culo peludo?
Ulf se descojonaba bajándose los pantalones dándose unos azotes a si mismo para enseñarme el culo sin dejar de reírse mientras salia por la puerta subiéndose los pantalones con una mano y la jarra en otra.
-Voy con Ulf, buenas noches Valeria.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
Tantas veces recorrí su cuerpo y nunca me detuve a admirarlo. Mis esmeraldas recorrieron cada cicatriz ya que mis dedos fueron incapaces de tocarle, no quería perderme en el contacto de su piel, el calor que desprendía y su olor, me susurraron en silencio que estaba allí, en mi hogar. Lo contemplé sin cambiar el gesto, ni la sonrisa, mi cuerpo le extrañaba y no solo para perderme en el placer, eché de menos su abrazo. Sonreí en silencio, aquella noche le salvé la vida pero lo que nunca me atreví a pensar en cuántas veces él me salvó y luchó por mí.
Oí cada palabra con atención, creo que nunca habíamos compartido tanto como estas semanas. Apenas nos veíamos, él demasiado entregado a la guerra y yo... reorganizando mi nueva vida, una en la que ahora no estaba sola. Sirius era el más agradecido de todos, el más cariñoso pues con una simple mirada te lo agradecía con una gran sonrisa, me acordé de Elora y mi promesa...la estaba cumpliendo y lo haría hasta mi último aliento.
“Hay latigazos cuando era niño”, aquello me hizo buscar sus ojos con la mirada, fui a preguntar pero Ulf entró en la habitación, mi mano casi toma vida propia y se pierde en su piel. Le miré en silencio, en uno que sobraron palabras pero no como siempre...ya nuestros silencios se disiparon. Dejé el paño limpio a un lado, me acordé de aquella noche desenfrenada en la que solo importaba el deseo y apagar las llamas de nuestros cuerpos. La noche en la que le salvé la vida, una noche que recordé con añoranza.
Perdí la mirada en el agua teñida de sangre, susurré un “buenas noches” que se perdió en cuanto él se fue por la puerta. Cerré los ojos y suspiré, el calor mareante regresó para que no pudiese ni tenerme en pie. La puerta se abrió, uno de los criados se apresuró enseguida para asegurarse que me encontraba bien. Negué con la cabeza para que no se preocupase, yo misma recogí lo que utilicé para curarle, mi semblante cambió a uno muy diferente...me sentí vacía de golpe y perdida. El mareo fue el detonante para que me olvidase hasta de respirar.
-¿Señora? Llamo al señor y...-fulminé con la mirada al hombre, éste asintió y me ayudó a sentarme en una de las sillas. Apenas era más mayor que yo, se convirtió en mi sombra, vigilaba los pasos por si en algún instante lo necesitaba -Estoy bien. Creo que necesito tomar un poco el aire -me aferré a su brazo, me senté en el porche mirando el cielo. Se veían tan claras las estrellas que me hizo sonreír, él...se sentó a mi lado, debería estar durmiendo pero muchas noches nos quedábamos conversando...se convirtió en un apoyo para mí allí en aquel lugar -¿Ha pedido alguna vez un deseo a las estrellas, señora? -negué con la cabeza, siempre obtuve lo que deseaba, o eso creí, ahora era muy distinto -Las estrellas fugaces, tienen esa magia. Cuando cruce una el cielo, cierre los ojos y en su mente... pidalo -contemplé el cielo perdida en mis pensamientos, hasta que una cruzó rápido como un suspiro e hice lo propio, deseé algo que estaba segura no iba a cumplirse nunca.
-Puedes retirarte, me quedaré un rato -me eché las pieles por encima, disfruté de mi momento a solas, me sentía bien.
Oí cada palabra con atención, creo que nunca habíamos compartido tanto como estas semanas. Apenas nos veíamos, él demasiado entregado a la guerra y yo... reorganizando mi nueva vida, una en la que ahora no estaba sola. Sirius era el más agradecido de todos, el más cariñoso pues con una simple mirada te lo agradecía con una gran sonrisa, me acordé de Elora y mi promesa...la estaba cumpliendo y lo haría hasta mi último aliento.
“Hay latigazos cuando era niño”, aquello me hizo buscar sus ojos con la mirada, fui a preguntar pero Ulf entró en la habitación, mi mano casi toma vida propia y se pierde en su piel. Le miré en silencio, en uno que sobraron palabras pero no como siempre...ya nuestros silencios se disiparon. Dejé el paño limpio a un lado, me acordé de aquella noche desenfrenada en la que solo importaba el deseo y apagar las llamas de nuestros cuerpos. La noche en la que le salvé la vida, una noche que recordé con añoranza.
Perdí la mirada en el agua teñida de sangre, susurré un “buenas noches” que se perdió en cuanto él se fue por la puerta. Cerré los ojos y suspiré, el calor mareante regresó para que no pudiese ni tenerme en pie. La puerta se abrió, uno de los criados se apresuró enseguida para asegurarse que me encontraba bien. Negué con la cabeza para que no se preocupase, yo misma recogí lo que utilicé para curarle, mi semblante cambió a uno muy diferente...me sentí vacía de golpe y perdida. El mareo fue el detonante para que me olvidase hasta de respirar.
-¿Señora? Llamo al señor y...-fulminé con la mirada al hombre, éste asintió y me ayudó a sentarme en una de las sillas. Apenas era más mayor que yo, se convirtió en mi sombra, vigilaba los pasos por si en algún instante lo necesitaba -Estoy bien. Creo que necesito tomar un poco el aire -me aferré a su brazo, me senté en el porche mirando el cielo. Se veían tan claras las estrellas que me hizo sonreír, él...se sentó a mi lado, debería estar durmiendo pero muchas noches nos quedábamos conversando...se convirtió en un apoyo para mí allí en aquel lugar -¿Ha pedido alguna vez un deseo a las estrellas, señora? -negué con la cabeza, siempre obtuve lo que deseaba, o eso creí, ahora era muy distinto -Las estrellas fugaces, tienen esa magia. Cuando cruce una el cielo, cierre los ojos y en su mente... pidalo -contemplé el cielo perdida en mis pensamientos, hasta que una cruzó rápido como un suspiro e hice lo propio, deseé algo que estaba segura no iba a cumplirse nunca.
-Puedes retirarte, me quedaré un rato -me eché las pieles por encima, disfruté de mi momento a solas, me sentía bien.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
La hidromiel corrió durante toda la noche, reímos narrando nuestras heroicas chanzas mientras enardecidos enredábamos las palabras entre golpes.
Jugamos a lanzar dagas a una diana, la competitividad era lata sobre las mesas y entre vítores gritábamos cada vez que le dábamos.
Ulf me contaba como le daba a su mujer últimamente desde aterras, al parecer la gran tripa de la bruja dificultaba la cosa o como le cabalgaba, encendido me aseguraba que en cuanto llegara le iba a quitar la sarten y la iba a llevar al mismo Hel.
Seguimos bebiendo sin parar bromeando con Atharal y Kala que como de costumbre y borrachos habían acabado follando sobre la mesa donde estábamos sentados mientras nosotros gozábamos entre risas del espectáculo.
Calientes de mas y no solo por la bebida nos largamos a nuestras casas, mañana nuestra resaca seria épica, pero lo merecíamos sin duda.
Cuando llegué a palacio me tambaleaba, Valeria estaba sentada en le porche, se había quedado dormida con una manta de pieles por encima.
Me acerqué apestando a alcohol tratando de moverla, pero solo conseguí despertarla, no me tenai yo como para cogerla en brazos, lo que me hizo reír mirando sus esmeraldas.
Hace frio -dije enredando las palabras -.bueno yo tengo calor -apunté muy cerca de ella relamiendome los labios y con mis ojos centrados en su boca.
Mis manos atraparon su cadera tirando de ella, tenia ganas de meterle mi verga, bajé mi mirada a su escote.
-Las tienes ahora mas gordas -dije muerto de la risa.
Unos pasos pequeños me hicieron desviar mi turbia mirada, era Fio que con sus enormes ojos negros me reclamaba, siempre cuando volví de una batalla se colaba en mi cama, supongo que al haberme oído se había despertado y salia en mi búsqueda.
Jugamos a lanzar dagas a una diana, la competitividad era lata sobre las mesas y entre vítores gritábamos cada vez que le dábamos.
Ulf me contaba como le daba a su mujer últimamente desde aterras, al parecer la gran tripa de la bruja dificultaba la cosa o como le cabalgaba, encendido me aseguraba que en cuanto llegara le iba a quitar la sarten y la iba a llevar al mismo Hel.
Seguimos bebiendo sin parar bromeando con Atharal y Kala que como de costumbre y borrachos habían acabado follando sobre la mesa donde estábamos sentados mientras nosotros gozábamos entre risas del espectáculo.
Calientes de mas y no solo por la bebida nos largamos a nuestras casas, mañana nuestra resaca seria épica, pero lo merecíamos sin duda.
Cuando llegué a palacio me tambaleaba, Valeria estaba sentada en le porche, se había quedado dormida con una manta de pieles por encima.
Me acerqué apestando a alcohol tratando de moverla, pero solo conseguí despertarla, no me tenai yo como para cogerla en brazos, lo que me hizo reír mirando sus esmeraldas.
Hace frio -dije enredando las palabras -.bueno yo tengo calor -apunté muy cerca de ella relamiendome los labios y con mis ojos centrados en su boca.
Mis manos atraparon su cadera tirando de ella, tenia ganas de meterle mi verga, bajé mi mirada a su escote.
-Las tienes ahora mas gordas -dije muerto de la risa.
Unos pasos pequeños me hicieron desviar mi turbia mirada, era Fio que con sus enormes ojos negros me reclamaba, siempre cuando volví de una batalla se colaba en mi cama, supongo que al haberme oído se había despertado y salia en mi búsqueda.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
Me quedé dormida, enredada entre las pieles. Hacía mucho que no dormía sin sobresaltarme, tuvo que ser en el porche de la puerta. Por primera vez soñaba, debía ser agradaba pues mi sonrisa permanecía en los labios. Su voz me despertó de golpe, por unos segundos no sabía dónde me encontraba hasta que me perdí en su turbia mirada. No había que ser muy listo para saber que estaba borracho, su risa le delataba y...demasiadas copas juntas, incontables veces nos dormimos en la taberna al principio de todo. Suspiré pesadamente, poniéndome en pie, apestaba a alcohol y entorné los ojos, tiré de su brazo hacia dentro para que terminase en la cama. Resoplé ofuscada, cargar con él era imposible, lo tendría que ir arrastrando...fui a hablarle, en vano seguramente cuando me di cuenta que miraba mis labios.
Sonreí traviesa ante sus palabras, más grandes decía...como no pensaba con otra parte de su cuerpo. Cerré los ojos, chasqueando la lengua...podía aprovecharme de ello pero negué con la cabeza, no iba a solucionar las cosas así, un error que no podía permitirme...además ¿qué iba a conseguir? Nada, mi forma de luchar ya no era como la de hace un año, cuando esa niña caprichosa asustada lo tomaba todo cuando quería sin importar nada más.
-Vamos, noruego estúpido. Tienes que dormir... no digas tonterías -pasé el brazo por mis hombros y mi brazo por su cintura, por un segundo...deslicé la nariz por su cuello, los pequeños pasos nos avisaban de que no estábamos solos -No despertemos a los demás... tarde, Deja de decir cosas de las que luego te arrepientas, no va a ocurrir -susurré, clavando mis esmeraldas en mi pequeña guerrera a la que ofrecí mi mano libre , mis labios carmesí acariciaron su mejilla al apartarme, desviando en el último segundo de los ajenos, ni un roce... un beso que no llegó.-Papá se ha mareado al tomar un poquito de hidromiel ¿le cantamos la nana para qué se duerma? Puedes atizarle lo que quieras, no se va a enterar -la pequeña se echó a reír y tomó mi mano, a regañadientes y no sé cómo, nos tropezamos, la pequeña tiraba de su pierna, y yo intentaba no caerme...
por fin llegamos a la alcoba donde de un empujón con ayuda de mi pequeña lo tumbamos, esperaba que no dijese tonterías. Tomé en brazos a Fio y la dejé en medio de la gran cama, esa era la medicina que necesitaba ahora mismo pero Fiolett no me soltó la mano, tiró de mí para que también me tumbara. Negué con el ceño fruncido, él ya se había quedado dormido delirando...yo regresaría a mi cama. Imposible, tuve que meterme con ambos, uno a cada lado con ella en medio, la pequeña mano se enredó en mi ropa y la otra... en la de Höor, me eché a reír porque nada más que hizo aquel gesto cayó rendida.
No pude dormir, los miraba a ambos , lo que me permitía la luz de la vela. Eran tan parecidos... mis dedos se enredaron en el largo cabello azabache de la pequeña, mis esmeraldas se perdieron en la imagen de él dormido, estábamos en la misma cama de un modo muy diferente, era la primera vez después de todo que dormía en el mismo sitio que él, con una personita que se aferraba a ambos como si nada más existiese.
Y lentamente... no sé cuándo pero me dormí, me sentía extraña... bien.
Sonreí traviesa ante sus palabras, más grandes decía...como no pensaba con otra parte de su cuerpo. Cerré los ojos, chasqueando la lengua...podía aprovecharme de ello pero negué con la cabeza, no iba a solucionar las cosas así, un error que no podía permitirme...además ¿qué iba a conseguir? Nada, mi forma de luchar ya no era como la de hace un año, cuando esa niña caprichosa asustada lo tomaba todo cuando quería sin importar nada más.
-Vamos, noruego estúpido. Tienes que dormir... no digas tonterías -pasé el brazo por mis hombros y mi brazo por su cintura, por un segundo...deslicé la nariz por su cuello, los pequeños pasos nos avisaban de que no estábamos solos -No despertemos a los demás... tarde, Deja de decir cosas de las que luego te arrepientas, no va a ocurrir -susurré, clavando mis esmeraldas en mi pequeña guerrera a la que ofrecí mi mano libre , mis labios carmesí acariciaron su mejilla al apartarme, desviando en el último segundo de los ajenos, ni un roce... un beso que no llegó.-Papá se ha mareado al tomar un poquito de hidromiel ¿le cantamos la nana para qué se duerma? Puedes atizarle lo que quieras, no se va a enterar -la pequeña se echó a reír y tomó mi mano, a regañadientes y no sé cómo, nos tropezamos, la pequeña tiraba de su pierna, y yo intentaba no caerme...
por fin llegamos a la alcoba donde de un empujón con ayuda de mi pequeña lo tumbamos, esperaba que no dijese tonterías. Tomé en brazos a Fio y la dejé en medio de la gran cama, esa era la medicina que necesitaba ahora mismo pero Fiolett no me soltó la mano, tiró de mí para que también me tumbara. Negué con el ceño fruncido, él ya se había quedado dormido delirando...yo regresaría a mi cama. Imposible, tuve que meterme con ambos, uno a cada lado con ella en medio, la pequeña mano se enredó en mi ropa y la otra... en la de Höor, me eché a reír porque nada más que hizo aquel gesto cayó rendida.
No pude dormir, los miraba a ambos , lo que me permitía la luz de la vela. Eran tan parecidos... mis dedos se enredaron en el largo cabello azabache de la pequeña, mis esmeraldas se perdieron en la imagen de él dormido, estábamos en la misma cama de un modo muy diferente, era la primera vez después de todo que dormía en el mismo sitio que él, con una personita que se aferraba a ambos como si nada más existiese.
Y lentamente... no sé cuándo pero me dormí, me sentía extraña... bien.
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Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
Abrí los ojos cuando los primeros rayos de sol entraron por los postigos de mi habitación.
-No me jodas -dije llevando la mano a la sien -¿ya es de día?
Resoplé echándome la almohada por encima de la cabeza.
Escuché la risita maliciosa de mi hija Fio que metia sus manitas por debajo de mi camisa para hacerme cosquillas.
Me eche a reír quitando la almohada de golpe lo que la hizo gritar como si hubiera visto a uno de los enormes gigantes de Asgard y sin pensármelo dos veces la cacé lanzandola al aire mientras ella se reía sin parar mirándome desde los aires.
-Que pasa mono, te han salido alas.
Valeria con nuestro ruido se acababa de despertar y nos veía jugar a los dos sobre el colchón.
-¿paso algo? -pregunté sin mas -no recuerdo mucho de la noche de ayer.
Me alcé del lecho revolvimiento el pelo mientras bostezaba, en el patio de armas las espadas ya silbaban y los gritos de los míos afianzando cada golpe retumbaban.
-Joder, estoy viejo -dije ladeando la sonrisa, me dolía todo el cuerpo.
Por suerte no era el único porque Ulf tampoco estaba todavía en el patio de armas.
Me tiré el agua de la palangana por encima tratando de despejarme y sin peinar y con un aspecto de resaca deplorable afiancé a mi pecho los correajes de mi bastarda dispuesto a unirme al baile de aceros que bajo se anunciaba.
-¿vamos luego al lago? -les pregunté a ambas antes de abandonar la habitación guiñándoles un ojo.
Si me daba prisa no seria el ultimo en llegar, con suerte el lobo seria el motivo de mofa y no yo de los jóvenes soldados que parecían dispuestos a comerse el mundo a bocados.
Corría hacia el patio de armas cuando lo vi, me eche a reír al ver a Ulf tan jodido como yo abrochándose los pantalones corriendo como alma que lleva el diablo, intentando llegar antes que yo.
Los dos eramos muy tristes, pero mira que nos reíamos, tanto que no podíamos ni correr.
Kala y Atharal se burlaban de nosotros desde el patio de armas, las carcajadas pronto igualaron el choque de aceros.
Tras un largo entrenamiento, hablar con Danielle sobre los nuevos botines incautados y un copioso almuerzo fui a por mis hijos para llevarlos al lago.
Ulf me dijo que vendría con la bruja mas tarde, así que pasaríamos un día tranquilo si los dioses nos lo permitían.
-No me jodas -dije llevando la mano a la sien -¿ya es de día?
Resoplé echándome la almohada por encima de la cabeza.
Escuché la risita maliciosa de mi hija Fio que metia sus manitas por debajo de mi camisa para hacerme cosquillas.
Me eche a reír quitando la almohada de golpe lo que la hizo gritar como si hubiera visto a uno de los enormes gigantes de Asgard y sin pensármelo dos veces la cacé lanzandola al aire mientras ella se reía sin parar mirándome desde los aires.
-Que pasa mono, te han salido alas.
Valeria con nuestro ruido se acababa de despertar y nos veía jugar a los dos sobre el colchón.
-¿paso algo? -pregunté sin mas -no recuerdo mucho de la noche de ayer.
Me alcé del lecho revolvimiento el pelo mientras bostezaba, en el patio de armas las espadas ya silbaban y los gritos de los míos afianzando cada golpe retumbaban.
-Joder, estoy viejo -dije ladeando la sonrisa, me dolía todo el cuerpo.
Por suerte no era el único porque Ulf tampoco estaba todavía en el patio de armas.
Me tiré el agua de la palangana por encima tratando de despejarme y sin peinar y con un aspecto de resaca deplorable afiancé a mi pecho los correajes de mi bastarda dispuesto a unirme al baile de aceros que bajo se anunciaba.
-¿vamos luego al lago? -les pregunté a ambas antes de abandonar la habitación guiñándoles un ojo.
Si me daba prisa no seria el ultimo en llegar, con suerte el lobo seria el motivo de mofa y no yo de los jóvenes soldados que parecían dispuestos a comerse el mundo a bocados.
Corría hacia el patio de armas cuando lo vi, me eche a reír al ver a Ulf tan jodido como yo abrochándose los pantalones corriendo como alma que lleva el diablo, intentando llegar antes que yo.
Los dos eramos muy tristes, pero mira que nos reíamos, tanto que no podíamos ni correr.
Kala y Atharal se burlaban de nosotros desde el patio de armas, las carcajadas pronto igualaron el choque de aceros.
Tras un largo entrenamiento, hablar con Danielle sobre los nuevos botines incautados y un copioso almuerzo fui a por mis hijos para llevarlos al lago.
Ulf me dijo que vendría con la bruja mas tarde, así que pasaríamos un día tranquilo si los dioses nos lo permitían.
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Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
La risa de Fio, me despertó a regañadientes. Lo primero que vi nada más abrir los ojos, fue a ambos sonriendo en completa complicidad. Recordé los despertares entre risas y miradas cómplices, unos que se habían perdido en el tiempo. No me atreví a unirme, solo los contemplé en silencio con una sonrisa y es que hasta sus risas eran idénticas. La pregunta me hizo sonreír a la vez que negaba con la cabeza ¿pasar algo? no. Quedó más que claro, mis esmeraldas se perdieron en la ventana, en el patio de armas lo estaban esperando, deduje que no tardaría en irse. Como siempre, apenas un par de palabras, sin reproches y las justas, no intercambiábamos nada más.
Fiolett, se sentó en mi regazo y mis dedos comenzaron a peinar su rebelde cabellera. El mismo tacto, color y esa sonrisa que me condenaba en cuanto me la dedicaba, esa niña era la perdición de los dos y con razón. Era especial, las dos lo eran pero ella siempre fue ese lazo invisible que nos recordaba lo unidos que estuvimos alguna vez. Asentí a la pregunta del lago, sin dejar de mirar a mi hija, aprendía cada día a prescindir de ciertas cosas que ya no necesitaba. Cada día, lo sentía un paso más lejos y a mis hijos más cerca curiosa ironía, pero de lo que estaba totalmente segura... era feliz con eso aunque en ese instante en el que se cerró la puerta, sentí un vacío que me volvió a dejar sin respiración y ella, esa niña me lo devolvió con un abrazo entre risas.
A la hora del almuerzo, habían dispuesto tres cestas con todo tipo comida, sobre todo panes pues la caza seguramente la traerían ellos. Poco a poco, me iba acostumbrando a una vida completamente diferente a mis cenas de gala y mis bonitos vestidos, no quitaba que en el Norte no pudiese ponérmelos, nunca prescindí de ellos y esa tarde iba a lucir uno, con transparencias en el pecho y los brazos, ideal para no estar tan pegado como los que llevaban corsé. A Valeska le había hecho uno igual, Fiolett se negó en rotundo. Una pequeña muy parecida a mí, me daba la mano y ésta a su vez se la daba a su hermano Sirius. Orn y Fio peleaban a la carrera con sus espadas.
En la otra mano, una de las cestas, ésta muy diferente pues llevaba un licor diferente, parecido al vino pero sin alcohol... beber no me causaba esa ansiedad del principio. Los cinco, nos quedamos bajo un árbol, los de las armas siguieron con su eterno entrenamiento y los otros dos, practicando la magia. Por un segundo, cerré los ojos... dejándome llevar y perderme con la suave brisa, me relajaba. Sonreí ampliamente , de fondo las voces de los niños, aquel olor a libertad... silencio y paz. Oí como alguien se acercaba, busqué con la mirada de quién se trataba...él. Por un instante nuestras miradas se encontraron pero antes de que nos dijésemos nada en silencio, la aparté...poniendo como excusa que buscaba algo en la cesta.
-Niños, papá ha venido -papá... sonaba tan bien esa palabra, como aquel primer picnic, vestida de rojo pero con la diferencia de que esta vez...no estábamos solos.
Fiolett, se sentó en mi regazo y mis dedos comenzaron a peinar su rebelde cabellera. El mismo tacto, color y esa sonrisa que me condenaba en cuanto me la dedicaba, esa niña era la perdición de los dos y con razón. Era especial, las dos lo eran pero ella siempre fue ese lazo invisible que nos recordaba lo unidos que estuvimos alguna vez. Asentí a la pregunta del lago, sin dejar de mirar a mi hija, aprendía cada día a prescindir de ciertas cosas que ya no necesitaba. Cada día, lo sentía un paso más lejos y a mis hijos más cerca curiosa ironía, pero de lo que estaba totalmente segura... era feliz con eso aunque en ese instante en el que se cerró la puerta, sentí un vacío que me volvió a dejar sin respiración y ella, esa niña me lo devolvió con un abrazo entre risas.
A la hora del almuerzo, habían dispuesto tres cestas con todo tipo comida, sobre todo panes pues la caza seguramente la traerían ellos. Poco a poco, me iba acostumbrando a una vida completamente diferente a mis cenas de gala y mis bonitos vestidos, no quitaba que en el Norte no pudiese ponérmelos, nunca prescindí de ellos y esa tarde iba a lucir uno, con transparencias en el pecho y los brazos, ideal para no estar tan pegado como los que llevaban corsé. A Valeska le había hecho uno igual, Fiolett se negó en rotundo. Una pequeña muy parecida a mí, me daba la mano y ésta a su vez se la daba a su hermano Sirius. Orn y Fio peleaban a la carrera con sus espadas.
En la otra mano, una de las cestas, ésta muy diferente pues llevaba un licor diferente, parecido al vino pero sin alcohol... beber no me causaba esa ansiedad del principio. Los cinco, nos quedamos bajo un árbol, los de las armas siguieron con su eterno entrenamiento y los otros dos, practicando la magia. Por un segundo, cerré los ojos... dejándome llevar y perderme con la suave brisa, me relajaba. Sonreí ampliamente , de fondo las voces de los niños, aquel olor a libertad... silencio y paz. Oí como alguien se acercaba, busqué con la mirada de quién se trataba...él. Por un instante nuestras miradas se encontraron pero antes de que nos dijésemos nada en silencio, la aparté...poniendo como excusa que buscaba algo en la cesta.
-Niños, papá ha venido -papá... sonaba tan bien esa palabra, como aquel primer picnic, vestida de rojo pero con la diferencia de que esta vez...no estábamos solos.
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Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
Fio fue la primera en llegar hasta mi, su risa llenaba aquel lugar, corría tratando de no ser alcanzada por Orn que con los brazos abiertos y gritando tras ella fingía querer cogerla.
El mono escaló por mi pierna hasta que la cacé por la cintura elevándola hasta que se colgó de mi cuello sacandole la lengua a su hermano de forma descarada.
No podía evitar reírme con ella, era una niña vivaz, lejos de jugar a las princesas ella tenia claro que era norteña, una vikinga en toda regla.
Revolví el pelo de Orn y juntos los tres acortamos la distancia hasta donde estaba Valeria con Sirius y Valeska.
-Estas muy guapa -aseguré dándole un beso a Valeska que sonreía como si no pudiera escuchar mejor cumplido y me hacia una reverencia cogiéndose de forma presumida los bajos del vestido -toda una princesa -aseguré guiñándole el ojo mientras Fio de un salto se bajaba de mis brazos dispuesta a seguir dándole guerra a su hermano.
Alcé un instante la mirada hasta Valeria, le dediqué una sonrisa.
-Valeska es idéntica a ti -aseguré con una ladeada sonrisa antes de cazar desprevenido a Sirius y lanzarlo por los aires haciéndole reír.
-Vamos al agua -les dije a los enanos mientras empezaba a quitarme las botas
-El último es una mujer de Randulf -bromeé poniendo una cara fea, casi deforme mientras ellos se morían de la risa y se quitaban la ropa a toda velocidad para correr hacia el lago.
Hice lo mismo, fui desnudándome hasta quedar con los calzones.
-Ahora viene Ulf con Giuliana -le aseguré a Valeria, luego traerán la caza Atharal y Lund así podemos comer aquí haciendo unas brasas ¿te vienes al lago? -le pregunté echándome a correr a toda velocidad hacia el agua para que los críos del diablo no me ganaran.
Por suerte alcancé a Valeska antes de que entrara y nos dejamos caer al a vez en las gélidas aguas norteñas, ella me gritaba que era un bruto mientras sus dorados cabellos acariciaban su rostro.
Fio animaba a su madre desde el agua diciéndole que ella era la mujer de Randulf y los demás nos reíamos jugando a chapotear y a lanzarnos.
El mono escaló por mi pierna hasta que la cacé por la cintura elevándola hasta que se colgó de mi cuello sacandole la lengua a su hermano de forma descarada.
No podía evitar reírme con ella, era una niña vivaz, lejos de jugar a las princesas ella tenia claro que era norteña, una vikinga en toda regla.
Revolví el pelo de Orn y juntos los tres acortamos la distancia hasta donde estaba Valeria con Sirius y Valeska.
-Estas muy guapa -aseguré dándole un beso a Valeska que sonreía como si no pudiera escuchar mejor cumplido y me hacia una reverencia cogiéndose de forma presumida los bajos del vestido -toda una princesa -aseguré guiñándole el ojo mientras Fio de un salto se bajaba de mis brazos dispuesta a seguir dándole guerra a su hermano.
Alcé un instante la mirada hasta Valeria, le dediqué una sonrisa.
-Valeska es idéntica a ti -aseguré con una ladeada sonrisa antes de cazar desprevenido a Sirius y lanzarlo por los aires haciéndole reír.
-Vamos al agua -les dije a los enanos mientras empezaba a quitarme las botas
-El último es una mujer de Randulf -bromeé poniendo una cara fea, casi deforme mientras ellos se morían de la risa y se quitaban la ropa a toda velocidad para correr hacia el lago.
Hice lo mismo, fui desnudándome hasta quedar con los calzones.
-Ahora viene Ulf con Giuliana -le aseguré a Valeria, luego traerán la caza Atharal y Lund así podemos comer aquí haciendo unas brasas ¿te vienes al lago? -le pregunté echándome a correr a toda velocidad hacia el agua para que los críos del diablo no me ganaran.
Por suerte alcancé a Valeska antes de que entrara y nos dejamos caer al a vez en las gélidas aguas norteñas, ella me gritaba que era un bruto mientras sus dorados cabellos acariciaban su rostro.
Fio animaba a su madre desde el agua diciéndole que ella era la mujer de Randulf y los demás nos reíamos jugando a chapotear y a lanzarnos.
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Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
Miraba en la cesta, esperaba que hubiesen echado esos panecillos pequeños con sabor a canela, con el embarazo no paraba de comer otra cosa. Los hallé y tomé uno para darle un bocado cuando oí “Estás muy guapa...toda una princesa”, sonreí de medio lado y dirigí mi mirada a la escena, no iba dirigido a mí por supuesto. Ni siquiera nos mirábamos a los ojos, lo buscaba y no lo hallaba ni porque nuestras miradas se cruzasen por casualidad. No dije nada sobre que se parecía a mí, esperaba que no fuese tan insensata de mayor y tomase buenas decisiones, solo sonreí como respuesta y volví a mi panecillo.
Todo se había apagado ante mis ojos, no esperaba nada. Alguien que ha luchado a capa y espada tantas veces, caer y volverse a levantar...se cansó de un amor imposible. Así lo veía, Höor, jamás me vería del mismo modo nunca más y yo misma fue la causante de ello. Luchaba, cada día acercándome lo justo para no atosigar, no forzar nada...pero su distanciamiento me frenaba de golpe y me sumía en un interrogante de qué hacer.
Los observé ir al agua con una breve sonrisa, mis esmeraldas se apagaron una vez más. Imaginando una escena muy diferente, él y yo hace un tiempo éramos inseparables, con una simple mirada nos completábamos y ahora, rehuíamos del otro por todo aquello que nos había llevado a esta situación. Me levanté aprisa y a medida que me acercaba al agua, sonreía traviesa... iba a meterme claro que con aquel vestido dudaba me fuese fácil, me lo quité quedando tan solo con mi camisón blanco y me lancé tomando a Orn por la cintura y elevarlo , salpicando a los demás entre risas.
Reía recibiendo agua por todas partes, mis ojos verdes terminaron buscando...una vez más. Me acerqué aprovechando que se alejaban alegando una carrera, a ver quién llegaba antes al acantilado. Antes de que volviese a rehuírme , se dirigiese a mí con dos o tres palabras, no lo pensé...demasiado tiempo y no estaba dispuesta a que se desvaneciese ante mis ojos. Lo tomé de la muñeca, la respiración entrecortada por el esfuerzo, mis orbes brillaban fruto de la situación.
-No huyas ¿quieres? Lo haces, apenas me diriges una frase con un par de palabras... -suspiré, afiancé bien la mano para que no me soltase, me atreví a deslizar mis dedos por su cabello mojado, suspiré de alivio... estaba cansada de su ausencia -No voy a ir a otro lugar que los pasos de todos ellos me guíen, sé que no vas a creerme, tampoco te pido que lo hagas...pero deja de , de evadirme, de rehuirme...ya sé que se ha apagado. -deslicé los dedos por su muñeca hasta enredarlos en los ajenos -Solo por hoy , no pido más. Si te alejas... si me rehuyes no puedo demostrarte nada. Estoy cansada de buscar y no encontrarte. Y... prefiero morir mañana que vivir cien años sin haberte conocido. -era sincera, lo estaba demostrando todo el tiempo que permanecí allí...no iba a creerme, era un hecho, me esperaba cualquier cosa.
Todo se había apagado ante mis ojos, no esperaba nada. Alguien que ha luchado a capa y espada tantas veces, caer y volverse a levantar...se cansó de un amor imposible. Así lo veía, Höor, jamás me vería del mismo modo nunca más y yo misma fue la causante de ello. Luchaba, cada día acercándome lo justo para no atosigar, no forzar nada...pero su distanciamiento me frenaba de golpe y me sumía en un interrogante de qué hacer.
Los observé ir al agua con una breve sonrisa, mis esmeraldas se apagaron una vez más. Imaginando una escena muy diferente, él y yo hace un tiempo éramos inseparables, con una simple mirada nos completábamos y ahora, rehuíamos del otro por todo aquello que nos había llevado a esta situación. Me levanté aprisa y a medida que me acercaba al agua, sonreía traviesa... iba a meterme claro que con aquel vestido dudaba me fuese fácil, me lo quité quedando tan solo con mi camisón blanco y me lancé tomando a Orn por la cintura y elevarlo , salpicando a los demás entre risas.
Reía recibiendo agua por todas partes, mis ojos verdes terminaron buscando...una vez más. Me acerqué aprovechando que se alejaban alegando una carrera, a ver quién llegaba antes al acantilado. Antes de que volviese a rehuírme , se dirigiese a mí con dos o tres palabras, no lo pensé...demasiado tiempo y no estaba dispuesta a que se desvaneciese ante mis ojos. Lo tomé de la muñeca, la respiración entrecortada por el esfuerzo, mis orbes brillaban fruto de la situación.
-No huyas ¿quieres? Lo haces, apenas me diriges una frase con un par de palabras... -suspiré, afiancé bien la mano para que no me soltase, me atreví a deslizar mis dedos por su cabello mojado, suspiré de alivio... estaba cansada de su ausencia -No voy a ir a otro lugar que los pasos de todos ellos me guíen, sé que no vas a creerme, tampoco te pido que lo hagas...pero deja de , de evadirme, de rehuirme...ya sé que se ha apagado. -deslicé los dedos por su muñeca hasta enredarlos en los ajenos -Solo por hoy , no pido más. Si te alejas... si me rehuyes no puedo demostrarte nada. Estoy cansada de buscar y no encontrarte. Y... prefiero morir mañana que vivir cien años sin haberte conocido. -era sincera, lo estaba demostrando todo el tiempo que permanecí allí...no iba a creerme, era un hecho, me esperaba cualquier cosa.
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Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
La mano de Valeria apresó voraz mi muñeca, sus dedos se convirtieron en caricias mientras sus palabras me sonaban a reproches expresados en voz alta.
Ladeé la sonrisa alzando mis pardos para encontrarme con sus dos incandescentes esmeraldas.
¿Huir? Esa era la expresión utilizada y si no lo era era justo lo que ella pensaba, que huía de ella y en parte razón no le faltaba.
-Dices que lo intentas, que no dejas de luchar por que vea que has cambiado, que no eres la misma y que ahora mismo el norte es tu hogar ¿en dos días?
No pretendía ser cruel, menos discutir con ella, pero sus intentos y los míos eran bien distintos.
-Yo no te rehuyo, o al menos por lo que piensas ¿crees que me importa tomarte? ¡por Odin nunca has dejado de excitarme! El problema es que con eso ya no basta.
Vivimos una larga temporada en tu ciudad, París, allí eras la reina del baile, sonreías a diestro y siniestro mostrando tu adquisición, el bárbaro norteño que peleó por ti hasta la muerte y seguía haciéndolo, siempre me ninguneaste, no era suficiente para llevar tus negocios, no confiabas en mi para luchar con aquellos que te dañaban y lejos de contarme tus miedos los enfrentaste sola para que nadie pudiera tocarme.
Te olvidaste de que era un guerrero, tu controlabas todo y yo me limitaba a esperar a que abrieras los ojos y te dieras cuenta de que errabas en tu forma de pensar.
Hice una pausa la ver a Fio hundirse pero Orn la saco y los dos reían así que le devolví la mirada, no me volvería a decir que huía.
-Quizas piensas que el norte fue nuestra tumba, pero no es así, yo resucité cuando pise estas tierras, aquí me sentía mas yo que nunca, necesitaban mi acero, necesitaban que uniera a los norteños para alzarse contra la tiranía de un rey que los oprime, tortura y masacra sin piedad alguna.
Pudiste pensar que al igual que yo hice por adaptarme a tus costumbres, tus fiestas y demás, tu podrías haberlo intentado pero si algo me dejabas claro en cada encuentro es que odiabas esto, odiabas en lo que nos estábamos convirtiendo y que la felicidad no anidaba en ti ni de lejos, no sonreías, te marchitabas y yo veía todo eso con la impotencia de un niño al que se lo arrebatan todo.
Dices que ahora te basta con tenerme, pero me has tenido y he significado nada, no era bastante ¿por que ahora si lo soy? No lo entiendo, soy el mismo.
Negué con la cabeza tirando de su mano para acercar nuestros cuerpos, mis dedos se deslizaron tibios por su mejilla.
-Yo no quiero hacerte daño, pero necesito tiempo para saber si esto va o no a algún sitio, si consideras que pido demasiado..lo entiendo.
Eres libre Valeria, de quedarte, de irte, de ser feliz de otro modo, yo nunca voy a exigir ser tu único puerto si los dioses impulsan tu drakkar con el viento.
Ladeé la sonrisa alzando mis pardos para encontrarme con sus dos incandescentes esmeraldas.
¿Huir? Esa era la expresión utilizada y si no lo era era justo lo que ella pensaba, que huía de ella y en parte razón no le faltaba.
-Dices que lo intentas, que no dejas de luchar por que vea que has cambiado, que no eres la misma y que ahora mismo el norte es tu hogar ¿en dos días?
No pretendía ser cruel, menos discutir con ella, pero sus intentos y los míos eran bien distintos.
-Yo no te rehuyo, o al menos por lo que piensas ¿crees que me importa tomarte? ¡por Odin nunca has dejado de excitarme! El problema es que con eso ya no basta.
Vivimos una larga temporada en tu ciudad, París, allí eras la reina del baile, sonreías a diestro y siniestro mostrando tu adquisición, el bárbaro norteño que peleó por ti hasta la muerte y seguía haciéndolo, siempre me ninguneaste, no era suficiente para llevar tus negocios, no confiabas en mi para luchar con aquellos que te dañaban y lejos de contarme tus miedos los enfrentaste sola para que nadie pudiera tocarme.
Te olvidaste de que era un guerrero, tu controlabas todo y yo me limitaba a esperar a que abrieras los ojos y te dieras cuenta de que errabas en tu forma de pensar.
Hice una pausa la ver a Fio hundirse pero Orn la saco y los dos reían así que le devolví la mirada, no me volvería a decir que huía.
-Quizas piensas que el norte fue nuestra tumba, pero no es así, yo resucité cuando pise estas tierras, aquí me sentía mas yo que nunca, necesitaban mi acero, necesitaban que uniera a los norteños para alzarse contra la tiranía de un rey que los oprime, tortura y masacra sin piedad alguna.
Pudiste pensar que al igual que yo hice por adaptarme a tus costumbres, tus fiestas y demás, tu podrías haberlo intentado pero si algo me dejabas claro en cada encuentro es que odiabas esto, odiabas en lo que nos estábamos convirtiendo y que la felicidad no anidaba en ti ni de lejos, no sonreías, te marchitabas y yo veía todo eso con la impotencia de un niño al que se lo arrebatan todo.
Dices que ahora te basta con tenerme, pero me has tenido y he significado nada, no era bastante ¿por que ahora si lo soy? No lo entiendo, soy el mismo.
Negué con la cabeza tirando de su mano para acercar nuestros cuerpos, mis dedos se deslizaron tibios por su mejilla.
-Yo no quiero hacerte daño, pero necesito tiempo para saber si esto va o no a algún sitio, si consideras que pido demasiado..lo entiendo.
Eres libre Valeria, de quedarte, de irte, de ser feliz de otro modo, yo nunca voy a exigir ser tu único puerto si los dioses impulsan tu drakkar con el viento.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
Pasaron más de dos días desde que llegué al norte, semanas y aunque era pronto para decir que era mi hogar, así lo sentía cuando las miradas de mis hijos, felices en aquel lugar...me daban la vida que en París, no pude ofrecer. Y se equivocaba, nuestra relación no sólo se basaba en el sexo pues ese amor loco que nos condenó a ambos, era mucho más fuerte. Dos personas tan diferentes que se habían encontrado en el momento crucial de sus vidas y se habían anclado para siempre. Así lo sentía, él para mí lo era todo aunque nunca se lo hubiese demostrado.
-No me refiero a que me tomes o no, si no a hablar como lo estamos haciendo. Apenas me has mirado a los ojos, hemos intercambiado palabras. Solo como...si fuese una de tus niñeras, no es un reproche, solo quiero hablar contigo. Creo que lo necesitamos más que cualquier otra cosa. -tomé aire y lo solté, oía cada palabra de sus labios...no le faltaba razón. En otro tiempo, no hace mucho era una joven insensata que solo se preocupaba de a su modo poner a salvo a lo único que le había importado en su vida. Y no escuchaba, ese fue siempre mi problema-Höor -susurré, me sentía impotente...si pudiese borrar todo lo que él tuvo que pasar lo haría, todo con tal de no ser esa niña caprichosa que fui, lo tenía todo pero ¿qué tenía en realidad?.
-Y todas esas fiestas, personas con falsas sonrisas...¿de qué me servia? Tuve una vida acomodada, no me faltaba de nada... lujos, vestuario y fiestas noche sí y noche también, pero ¿sabes que tenía en realidad, Höor? Nada. Cuando regresé del Norte la última vez y os dejé aquí..., me sentí vacía como si una parte de mí ya no se encontrase, supe... que había perdido algo que no sabía bien si recuperaría. Maldita sea, lo tenía todo. Todo. Y frente a aquellas cartas, miraba a mi alrededor y los lujos quedaban reducidos a cenizas porque no estabas. -no me iba a creer, era un hecho, le hablaba mirandole a los ojos pero siempre pendiente de cada uno de mis hijos que jugaban ajenos de todo esto, con nadie hablaba de la situación y tenía demasiado dentro...quizás no era el momento pero para mí lo era... me atreví por fin a dar el paso, a mirarle a los ojos y decirle lo que realmente pensaba, no me guardaría nada.
-No lo sentí como nuestra tumba, si no al contrario. Tú resurgiste y no supe afrontarlo, me engañé a mí misma y ni siquiera lo intenté. Veo en sus miradas la felicidad absoluta, a mi familia... mi felicidad y para mí, ellos son mi hogar. Mi familia -repetí mirándole fijamente a los ojos, nunca el amor y la felicidad embriagaron mi hogar, no supe amoldarme a mi nueva vida pero el breve tiempo que estuve en el norte y volví a París, mi vida cambió. Anhelé a mi marido , a mis hijos...ellos eran una gran parte de mí-Lo eras y eres todo -lo dije con tanta rabia, nunca se lo dije menos demostré...di por hecho que estaría ahí para siempre y cuando pierdes a lo que más te importa...sientes como te rompes en mil pedazos y solo él era capaz de recomponerme.
-No pides demasiado, yo me tomé mi tiempo. Varios -susurré contra sus labios, su caricia me hizo entreabrir los labios, busqué acariciar con éstos su mejilla mientras hablaba. El acercamiento, me atrevió a tomar su rostro entre mis manos acariciando con la yema de los dedos sus mejillas, una caricia silenciosa -Solo tengo un puerto y está aquí -me fijé en sus labios, me mordí los labios de pura impotencia porque deseaba tomarlos y no me atreví, algo que la antigua Valeria hubiese hecho sin más. -Sé que...has cambiado, no sé si tus sentimientos también pero si de algo estoy completamente segura es que los míos no. No voy a obligarte a permanecer a mi lado, quizás...tu puerto sí que esté en otro lugar -bajé la mirada y dejé de tocarlo, mis manos vacías descansaron a cada lado de mi cuerpo. La respiración entrecortada por haberle tenido tan cerca, en mí provocaba lo mismo o más que aquel día frente a mis escaleras -Me enamoré de ti cuando bajé las escaleras y volví a hacerlo en la fiesta de disfraces -fue un susurro, jamás mostraba mis sentimientos pero aunque él me aseguraba que no me hacía daño, no podía evitar sentirme aún más rota - Lo siento -no supe qué más decir... debía aceptarlo aunque me partiera el alma. Ese Lo siento, fue el más sincero que dije en toda mi vida.
-No me refiero a que me tomes o no, si no a hablar como lo estamos haciendo. Apenas me has mirado a los ojos, hemos intercambiado palabras. Solo como...si fuese una de tus niñeras, no es un reproche, solo quiero hablar contigo. Creo que lo necesitamos más que cualquier otra cosa. -tomé aire y lo solté, oía cada palabra de sus labios...no le faltaba razón. En otro tiempo, no hace mucho era una joven insensata que solo se preocupaba de a su modo poner a salvo a lo único que le había importado en su vida. Y no escuchaba, ese fue siempre mi problema-Höor -susurré, me sentía impotente...si pudiese borrar todo lo que él tuvo que pasar lo haría, todo con tal de no ser esa niña caprichosa que fui, lo tenía todo pero ¿qué tenía en realidad?.
-Y todas esas fiestas, personas con falsas sonrisas...¿de qué me servia? Tuve una vida acomodada, no me faltaba de nada... lujos, vestuario y fiestas noche sí y noche también, pero ¿sabes que tenía en realidad, Höor? Nada. Cuando regresé del Norte la última vez y os dejé aquí..., me sentí vacía como si una parte de mí ya no se encontrase, supe... que había perdido algo que no sabía bien si recuperaría. Maldita sea, lo tenía todo. Todo. Y frente a aquellas cartas, miraba a mi alrededor y los lujos quedaban reducidos a cenizas porque no estabas. -no me iba a creer, era un hecho, le hablaba mirandole a los ojos pero siempre pendiente de cada uno de mis hijos que jugaban ajenos de todo esto, con nadie hablaba de la situación y tenía demasiado dentro...quizás no era el momento pero para mí lo era... me atreví por fin a dar el paso, a mirarle a los ojos y decirle lo que realmente pensaba, no me guardaría nada.
-No lo sentí como nuestra tumba, si no al contrario. Tú resurgiste y no supe afrontarlo, me engañé a mí misma y ni siquiera lo intenté. Veo en sus miradas la felicidad absoluta, a mi familia... mi felicidad y para mí, ellos son mi hogar. Mi familia -repetí mirándole fijamente a los ojos, nunca el amor y la felicidad embriagaron mi hogar, no supe amoldarme a mi nueva vida pero el breve tiempo que estuve en el norte y volví a París, mi vida cambió. Anhelé a mi marido , a mis hijos...ellos eran una gran parte de mí-Lo eras y eres todo -lo dije con tanta rabia, nunca se lo dije menos demostré...di por hecho que estaría ahí para siempre y cuando pierdes a lo que más te importa...sientes como te rompes en mil pedazos y solo él era capaz de recomponerme.
-No pides demasiado, yo me tomé mi tiempo. Varios -susurré contra sus labios, su caricia me hizo entreabrir los labios, busqué acariciar con éstos su mejilla mientras hablaba. El acercamiento, me atrevió a tomar su rostro entre mis manos acariciando con la yema de los dedos sus mejillas, una caricia silenciosa -Solo tengo un puerto y está aquí -me fijé en sus labios, me mordí los labios de pura impotencia porque deseaba tomarlos y no me atreví, algo que la antigua Valeria hubiese hecho sin más. -Sé que...has cambiado, no sé si tus sentimientos también pero si de algo estoy completamente segura es que los míos no. No voy a obligarte a permanecer a mi lado, quizás...tu puerto sí que esté en otro lugar -bajé la mirada y dejé de tocarlo, mis manos vacías descansaron a cada lado de mi cuerpo. La respiración entrecortada por haberle tenido tan cerca, en mí provocaba lo mismo o más que aquel día frente a mis escaleras -Me enamoré de ti cuando bajé las escaleras y volví a hacerlo en la fiesta de disfraces -fue un susurro, jamás mostraba mis sentimientos pero aunque él me aseguraba que no me hacía daño, no podía evitar sentirme aún más rota - Lo siento -no supe qué más decir... debía aceptarlo aunque me partiera el alma. Ese Lo siento, fue el más sincero que dije en toda mi vida.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
Valeria, mi demonio, acariciaba mi rostro con los dedos como si pudiera desvanecerme ante sus ojos, su mirada se centraba en mi boca, el deseo quedaba implícito en sus esmeraldas y era empujado por palabras que me sonaban sinceras, estaba seguro de que no mentía en ninguna de ellas.
Me quería, eso lo sabia, el problema no era ese, eso es lo que no comprendía.
Ahora empujada por la idea de haberme perdido se aferraba al norte o a lo que fuera necesario para que perdonara sus faltas.
No era necesario, no necesitaba mi perdón, ella hizo lo que creyó para si misma mejor, se equivocó o no, lo desconozco.
-No eres la niñera de mis hijos, eres su madre y eso no lo olvido. El problema Valeria es que has vuelto al sentir que me perdías, pero si no fuera así, seguirías en París, tu hogar. Esto para ti siempre han sido tierras áridas donde el frio cala los huesos y donde los bárbaros nunca te han aceptado.
No es mi intención discutir, quizás por eso te rehuyo, porque nuestras conversaciones siempre giran entorno a lo mismo...disfrutemos de una tarde en el lago con nuestros hijos..yo no siempre puedo disfrutar del día a día.
La guerra me consume Valeria, tengo que tener la cabeza en las cosas que atañen al norte y ahora mismo no estoy centrado en nada.
Se que era egoísta, por primera vez estaba pensando en mi y no en ella, el problema es que la veía derrumbarse ante mi mirada y de algún modo por mucho que quería socorrerla, ayudarla, era incapaz de hacerlo pues creo que lo que ella necesitaba solo pasaba porque le abriera los brazos y le prometiera un nuevo intento.
-No voy a recular en mi decisión, cuando decidiste irte no fui detrás suplicando que no me abandonaras, entendí que necesitabas tiempo y espacio, te lo tomaste y yo...aprendí a vivir sin ti.
Ladeé la sonrisa cuando Fio desde atrás me mojaba, mis manos fueron de golpe a la cintura de su madre, me reí con malicia alzándola de golpe y lanzandola hasta hacerla caer de golpe contra las cristalinas aguas.
Valeria gritó no esperando mi acto bárbaro mientras Fio corría hacia mi para pedirme que ahora la lanzara a ella haciéndola volar.
Le saque la lengua a Valeria cuando emergió del agua con el pelo mojado, no pude evitar reírme a carcajadas, ella siempre con ese aspecto impoluto y ahora...parecía un perro mojado.
Jugamos durante un buen rato en el agua, cansados salimos sentándonos en las rocas planas donde daba el sol para secarnos.
Me quería, eso lo sabia, el problema no era ese, eso es lo que no comprendía.
Ahora empujada por la idea de haberme perdido se aferraba al norte o a lo que fuera necesario para que perdonara sus faltas.
No era necesario, no necesitaba mi perdón, ella hizo lo que creyó para si misma mejor, se equivocó o no, lo desconozco.
-No eres la niñera de mis hijos, eres su madre y eso no lo olvido. El problema Valeria es que has vuelto al sentir que me perdías, pero si no fuera así, seguirías en París, tu hogar. Esto para ti siempre han sido tierras áridas donde el frio cala los huesos y donde los bárbaros nunca te han aceptado.
No es mi intención discutir, quizás por eso te rehuyo, porque nuestras conversaciones siempre giran entorno a lo mismo...disfrutemos de una tarde en el lago con nuestros hijos..yo no siempre puedo disfrutar del día a día.
La guerra me consume Valeria, tengo que tener la cabeza en las cosas que atañen al norte y ahora mismo no estoy centrado en nada.
Se que era egoísta, por primera vez estaba pensando en mi y no en ella, el problema es que la veía derrumbarse ante mi mirada y de algún modo por mucho que quería socorrerla, ayudarla, era incapaz de hacerlo pues creo que lo que ella necesitaba solo pasaba porque le abriera los brazos y le prometiera un nuevo intento.
-No voy a recular en mi decisión, cuando decidiste irte no fui detrás suplicando que no me abandonaras, entendí que necesitabas tiempo y espacio, te lo tomaste y yo...aprendí a vivir sin ti.
Ladeé la sonrisa cuando Fio desde atrás me mojaba, mis manos fueron de golpe a la cintura de su madre, me reí con malicia alzándola de golpe y lanzandola hasta hacerla caer de golpe contra las cristalinas aguas.
Valeria gritó no esperando mi acto bárbaro mientras Fio corría hacia mi para pedirme que ahora la lanzara a ella haciéndola volar.
Le saque la lengua a Valeria cuando emergió del agua con el pelo mojado, no pude evitar reírme a carcajadas, ella siempre con ese aspecto impoluto y ahora...parecía un perro mojado.
Jugamos durante un buen rato en el agua, cansados salimos sentándonos en las rocas planas donde daba el sol para secarnos.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
“Y yo aprendí a vivir sin ti”
Aprendió a vivir sin esa mujer que solo se preocupaba por sí misma, manejando todo a su suerte, nunca luché por nada, todo lo tenía a mi disposición pues qué necia al pensar que todo podía conseguirse con dinero. Me equivocaba, las cosas no te las daban hechas y menos tu propia felicidad. Como una niña huí corriendo a las faldas de París en donde solo encontré amistades falsas, una mansión lujosa y enorme, fría y silenciosa. Allí no me esperaba nadie y en el Norte, mis hijos me aguardaban en el recuerdo...preguntándose qué clase de madre era si los dejaba a su suerte.
No pensé nada más que en mí, ni en él, ni en mis niñas, ni en el pequeño Orn y Sirius...éste último necesitaba una madre, alguien que le guiase en su camino pues no era fácil y en parte, me recordaba demasiado a mí misma. Erré en mi decisión y eso me llevó a darme cuenta de demasiadas cosas, quien bien te quiere no te hará llorar, o eso decían y cuando realmente tenía que quererme a mí misma, me cerré en banda dejando caer todo lo que tenía en mi mano como si no valiera nada.
Asentí con los puños cerrados, no iba a volver a lamerme las heridas. Si quería recuperar lo perdido debía luchar como nunca antes lo había hecho, el caer al agua, me ayudó a emerger del pozo de oscuridad en el que me sumí hace bastante tiempo. Me tocó ser feliz y cuando lo tuve todo.. me dio miedo, terror y pavor por si no era verdad, algo tan estúpido por mi parte que me costó ...todo.
Me levanté del agua, no iba a volver a tocar fondo, era algo que no estaba dispuesta a permitir. Aproveché que Höor salía del agua para tomar carrerilla y echarme sobre él, a su espalda, obligándole a caer, paseando las yemas de mis dedos por su piel, haciéndole cosquillas...una debilidad indolora, placentera. Caímos al agua, sobre él busqué tomar sus muñecas, mirarle fijamente entre risas, mis esmeraldas renacieron en el segundo que salí del agua, vivaces...como él las recordaba.
-Has aprendido a vivir sin la Valeria que conociste pero ahora no tienes la misma delante. Y lo demostraré, ¿qué tengo que perder? Y ganar... todo. Así que si piensas que voy a rendirme, tomar el baúl con mis vestidos y marcharme, estás muy equivocado -me acerqué a sus labios, los rocé...dejando que un suspiro escapase de mis labios -Que esté embarazada no significa que no pueda moverme, la Valeria caprichosa y egoísta que solo pensaba en sí misma se quedó en París. ¿Qué cómo soy ahora? De poco sirven las palabras si no te lo demuestro, así que levanta tu culo noruego y vamos... ya está la carne -hice ademán de levantarme pero antes quedaba algo más -Y espero que te seques pronto, mojado no ayudas demasiado. Hace demasiado que no...ya sabes, no me importará obligarte si es necesario, estoy cansada de aguantarlo, de evitar lo que evidentemente aún no se ha apagado -sonreí traviesa y me levanté, ofreciendole la mano -Un día en el lago, hace mucho que no nado... tendré que poner todo mi empeño para ver quién de los dos llega antes a la roca más alta, es un reto, si quieres aceptarlo...si no me es igual -reí por lo bajo, tirando de su mano y dejar que nuestros cuerpos chocasen, mis labios se entreabrieron paseando mis orbes esmeralda por su rostro.
-Vamos
Aprendió a vivir sin esa mujer que solo se preocupaba por sí misma, manejando todo a su suerte, nunca luché por nada, todo lo tenía a mi disposición pues qué necia al pensar que todo podía conseguirse con dinero. Me equivocaba, las cosas no te las daban hechas y menos tu propia felicidad. Como una niña huí corriendo a las faldas de París en donde solo encontré amistades falsas, una mansión lujosa y enorme, fría y silenciosa. Allí no me esperaba nadie y en el Norte, mis hijos me aguardaban en el recuerdo...preguntándose qué clase de madre era si los dejaba a su suerte.
No pensé nada más que en mí, ni en él, ni en mis niñas, ni en el pequeño Orn y Sirius...éste último necesitaba una madre, alguien que le guiase en su camino pues no era fácil y en parte, me recordaba demasiado a mí misma. Erré en mi decisión y eso me llevó a darme cuenta de demasiadas cosas, quien bien te quiere no te hará llorar, o eso decían y cuando realmente tenía que quererme a mí misma, me cerré en banda dejando caer todo lo que tenía en mi mano como si no valiera nada.
Asentí con los puños cerrados, no iba a volver a lamerme las heridas. Si quería recuperar lo perdido debía luchar como nunca antes lo había hecho, el caer al agua, me ayudó a emerger del pozo de oscuridad en el que me sumí hace bastante tiempo. Me tocó ser feliz y cuando lo tuve todo.. me dio miedo, terror y pavor por si no era verdad, algo tan estúpido por mi parte que me costó ...todo.
Me levanté del agua, no iba a volver a tocar fondo, era algo que no estaba dispuesta a permitir. Aproveché que Höor salía del agua para tomar carrerilla y echarme sobre él, a su espalda, obligándole a caer, paseando las yemas de mis dedos por su piel, haciéndole cosquillas...una debilidad indolora, placentera. Caímos al agua, sobre él busqué tomar sus muñecas, mirarle fijamente entre risas, mis esmeraldas renacieron en el segundo que salí del agua, vivaces...como él las recordaba.
-Has aprendido a vivir sin la Valeria que conociste pero ahora no tienes la misma delante. Y lo demostraré, ¿qué tengo que perder? Y ganar... todo. Así que si piensas que voy a rendirme, tomar el baúl con mis vestidos y marcharme, estás muy equivocado -me acerqué a sus labios, los rocé...dejando que un suspiro escapase de mis labios -Que esté embarazada no significa que no pueda moverme, la Valeria caprichosa y egoísta que solo pensaba en sí misma se quedó en París. ¿Qué cómo soy ahora? De poco sirven las palabras si no te lo demuestro, así que levanta tu culo noruego y vamos... ya está la carne -hice ademán de levantarme pero antes quedaba algo más -Y espero que te seques pronto, mojado no ayudas demasiado. Hace demasiado que no...ya sabes, no me importará obligarte si es necesario, estoy cansada de aguantarlo, de evitar lo que evidentemente aún no se ha apagado -sonreí traviesa y me levanté, ofreciendole la mano -Un día en el lago, hace mucho que no nado... tendré que poner todo mi empeño para ver quién de los dos llega antes a la roca más alta, es un reto, si quieres aceptarlo...si no me es igual -reí por lo bajo, tirando de su mano y dejar que nuestros cuerpos chocasen, mis labios se entreabrieron paseando mis orbes esmeralda por su rostro.
-Vamos
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
Cuando emergió de las aguas como si acabara de recibir lo que en la religión cristiana llamaban bautismo salió renovada.
Sus esmeraldas brillaban y de una carrera se lanzó a mis espaldas haciendo que ambos nos sumergiéramos con los cuerpos enredados bajo las aguas.
Sus manos me tocaba, buscaban ágiles sus dedos mis costados para hacerme cosquillas mientras no dejaba de acariciarme aun bajo el agua.
Una bocanada de aire bastó para quedar fuera los dos, sus palabras susurradas contra la humedad de mis labios me prometían nuevamente que había cambiado.
Ladeé la cabeza intentando descifrar la veracidad de sus palabras, según ella había aprendido a vivir sin al antigua Valeria, pero con esta todo iba a ser diferente.
Me encogí de hombro sin saber que responder, se que lo estaba intentando y no podía negar que luchaba.
Ladeé la sonrisa mirándola.
-Mi culo de vikingo -me reí bajándome los calzoncillos y enseñándolo mientras lo movía ante las risas de Fio.
Miré hacia la orilla, ya estaban todos y el olor a carne recién hecha llegaba hasta el lago, las tripas me rugieron y de nuevo dejé escapar unas carcajadas moviendo el culo -mi culo no, pero mis tripas tienen hambre.
Iba a largarme cuando escuché lo que Valeria me decía, al parecer tenia ganas de fornicar lo que me hizo mirarla de soslayo fijamente. No se andaba con rodeos, lo soltó contra mis labios, un roce en toda regla que no se convirtió en algo mas porque no tenia claro si era lo que necesitaba ella o yo.
-Valeria mi decisión no va a cambiar porque follemos -le aseguré sin despagar mis pardos de sus esmeraldas -pero no tengo problema en que nos demos un desahogo.
Cuando vi a los críos salir corriendo hacia la carnaza, negué divertido, Valeria no se lo pensó y se hecho a nadar para llegar antes que yo, a este paso cuando llegara a tierra me dirían que mi culo vikingo era el mas lento.
Una vez fuera me acerqué a Ulf, Atharal y Lund que bebían unas frías jarras de cerveza negra, pronto tuve una en la mano.
Los crios jugaban y las mujeres conversaban de sus cosas, sin duda el día en el lago estaba siendo tranquilo, la antesala a las guerras que aun nos quedaban por lidiar.
Le conté a los generales mi encuentro con la Reina en mi viaje a París, la alianza que establecimos.
Estos hacia bromas con gestos obscenos para dejar claro como habíamos sellado la alianza, yo me descojonaba riendo mientras daba largos tragos a mi jarra.
Sus esmeraldas brillaban y de una carrera se lanzó a mis espaldas haciendo que ambos nos sumergiéramos con los cuerpos enredados bajo las aguas.
Sus manos me tocaba, buscaban ágiles sus dedos mis costados para hacerme cosquillas mientras no dejaba de acariciarme aun bajo el agua.
Una bocanada de aire bastó para quedar fuera los dos, sus palabras susurradas contra la humedad de mis labios me prometían nuevamente que había cambiado.
Ladeé la cabeza intentando descifrar la veracidad de sus palabras, según ella había aprendido a vivir sin al antigua Valeria, pero con esta todo iba a ser diferente.
Me encogí de hombro sin saber que responder, se que lo estaba intentando y no podía negar que luchaba.
Ladeé la sonrisa mirándola.
-Mi culo de vikingo -me reí bajándome los calzoncillos y enseñándolo mientras lo movía ante las risas de Fio.
Miré hacia la orilla, ya estaban todos y el olor a carne recién hecha llegaba hasta el lago, las tripas me rugieron y de nuevo dejé escapar unas carcajadas moviendo el culo -mi culo no, pero mis tripas tienen hambre.
Iba a largarme cuando escuché lo que Valeria me decía, al parecer tenia ganas de fornicar lo que me hizo mirarla de soslayo fijamente. No se andaba con rodeos, lo soltó contra mis labios, un roce en toda regla que no se convirtió en algo mas porque no tenia claro si era lo que necesitaba ella o yo.
-Valeria mi decisión no va a cambiar porque follemos -le aseguré sin despagar mis pardos de sus esmeraldas -pero no tengo problema en que nos demos un desahogo.
Cuando vi a los críos salir corriendo hacia la carnaza, negué divertido, Valeria no se lo pensó y se hecho a nadar para llegar antes que yo, a este paso cuando llegara a tierra me dirían que mi culo vikingo era el mas lento.
Una vez fuera me acerqué a Ulf, Atharal y Lund que bebían unas frías jarras de cerveza negra, pronto tuve una en la mano.
Los crios jugaban y las mujeres conversaban de sus cosas, sin duda el día en el lago estaba siendo tranquilo, la antesala a las guerras que aun nos quedaban por lidiar.
Le conté a los generales mi encuentro con la Reina en mi viaje a París, la alianza que establecimos.
Estos hacia bromas con gestos obscenos para dejar claro como habíamos sellado la alianza, yo me descojonaba riendo mientras daba largos tragos a mi jarra.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
Sonreí por sus palabras “mi decisión no va a cambiar” y no pretendía eso, solo estaba a la vista lo obvio. El corazón frío pero esa atracción enfermiza y obsesiva seguía allí, palpitando como mi propio corazón, loco y apresurado. Cerré los ojos un instante para apartarme el cabello del rostro y volver a la orilla con los demás, los niños comían y pronto anochecería. Fue un buen día en el lago, de los pocos que Höor pudiese disfrutar, la guerra pronto le llamaría a gritos y de nuevo la incertidumbre.
De eso nunca le hablé, ni mostré lo preocupada que me sentía cada vez que tras una de las ventanas...lo veía partir al alba, podía ser la última vez aunque...él no lo creyese, siempre creí y aposté por él, por cada victoria. Mi corazón volvía a deshacerse en cuanto lo veía volver, abrazar a los niños y dedicarme una simple mirada que no decía nada y todo al mismo tiempo. Mi pesar porque no volviese, mis demonios interiores que me reprochaban...todo fue fruto de mis malas decisiones y eso era algo que no sabía si podía cambiar.
Cuando llegamos del lago, los niños estaban tan cansados que alguno ni siquiera se quitó la ropa, fue directamente a dormir con lo puesto. Uno de ellos, Fiolett. Valeska con su inmaculado camisón blanco, me esperaba para que le diese las buenas noches y cepillase su cabello dorado antes de dormir. Un relámpago me inquietó, intenté no perder la compostura, verme débil por una simple tormenta... pero tras ese relámpago se sucedieron, otro y otro más.
Al contrario, los niños parecían relajarse con la lluvia y la tormenta. Los dioses estaban conversando esa noche y hacer la mía un infierno. Corrí por el pasillo, a oscuras, solo unas velas alumbraban la estancia. Me detuve en seco cuando un trueno hizo retumbar cada piedra de mi hogar, me tapé la boca, cerrando los ojos con fuerza y esperar que pasase... solo era el principio de una larga noche de truenos y más truenos.
Por debajo de la puerta, vi que aún había luz. Höor aún seguía despierto. Suspiré apoyando la frente en la puerta, dudando si llamar o no. Esa maldita tormenta me había provocado inquietud, estaba muerta de miedo y frío. Llamé un par de veces , no esperé que contestase, un nuevo trueno me hizo abrir de golpe y entrar corriendo, como si hubiese visto al mismo demonio... curiosa ironía. Él sabía lo mucho que me aterraban, mi debilidad...una simple tormenta que inquietase al demonio.
-Me quedo en una silla pero no puedo estar sola. es...es -crucé la habitación hasta su espalda, ocultando mi frente en su espalda, una de mis manos en su cintura y la otra a su ropa. Siseé para calmarme a mí misma -Ni una burla ¿me oyes? ¿cómo pueden ser tan fuertes los truenos aquí? Parece que el mismo dios me los susurre al oído -esperaba que me llevase a mi habitación, no era bien recibida allí...solo cuando lo llevé cuando se emborrachó.
Había cambiado, su musculatura ahora no era la de aquel joven que llegó a mi mansión buscando quedarse en una de mis habitaciones. Sin darme cuenta, deslicé las manos por el lugar... despacio, olvidándome por un instante de la tormenta. Me arañaba el alma tocarle, lo echaba terriblemente de menos.
Me aparté, no iba a obligarle a nada, mis pasos se perdieron hasta la ventana, era aún peor... la lluvia golpeaba con fuerza a su paso y volví a sentir frío. Un frío que me recorría de la cabeza a los pies.
-El paisaje es único. Es lo más bonito que he visto en toda mi vida -campos verdes, me giré de perfil antes de acabar la frase, mirándole intensamente...no solo hablaba de lo que veían mis esmeraldas por la ventana.
De eso nunca le hablé, ni mostré lo preocupada que me sentía cada vez que tras una de las ventanas...lo veía partir al alba, podía ser la última vez aunque...él no lo creyese, siempre creí y aposté por él, por cada victoria. Mi corazón volvía a deshacerse en cuanto lo veía volver, abrazar a los niños y dedicarme una simple mirada que no decía nada y todo al mismo tiempo. Mi pesar porque no volviese, mis demonios interiores que me reprochaban...todo fue fruto de mis malas decisiones y eso era algo que no sabía si podía cambiar.
Cuando llegamos del lago, los niños estaban tan cansados que alguno ni siquiera se quitó la ropa, fue directamente a dormir con lo puesto. Uno de ellos, Fiolett. Valeska con su inmaculado camisón blanco, me esperaba para que le diese las buenas noches y cepillase su cabello dorado antes de dormir. Un relámpago me inquietó, intenté no perder la compostura, verme débil por una simple tormenta... pero tras ese relámpago se sucedieron, otro y otro más.
Al contrario, los niños parecían relajarse con la lluvia y la tormenta. Los dioses estaban conversando esa noche y hacer la mía un infierno. Corrí por el pasillo, a oscuras, solo unas velas alumbraban la estancia. Me detuve en seco cuando un trueno hizo retumbar cada piedra de mi hogar, me tapé la boca, cerrando los ojos con fuerza y esperar que pasase... solo era el principio de una larga noche de truenos y más truenos.
Por debajo de la puerta, vi que aún había luz. Höor aún seguía despierto. Suspiré apoyando la frente en la puerta, dudando si llamar o no. Esa maldita tormenta me había provocado inquietud, estaba muerta de miedo y frío. Llamé un par de veces , no esperé que contestase, un nuevo trueno me hizo abrir de golpe y entrar corriendo, como si hubiese visto al mismo demonio... curiosa ironía. Él sabía lo mucho que me aterraban, mi debilidad...una simple tormenta que inquietase al demonio.
-Me quedo en una silla pero no puedo estar sola. es...es -crucé la habitación hasta su espalda, ocultando mi frente en su espalda, una de mis manos en su cintura y la otra a su ropa. Siseé para calmarme a mí misma -Ni una burla ¿me oyes? ¿cómo pueden ser tan fuertes los truenos aquí? Parece que el mismo dios me los susurre al oído -esperaba que me llevase a mi habitación, no era bien recibida allí...solo cuando lo llevé cuando se emborrachó.
Había cambiado, su musculatura ahora no era la de aquel joven que llegó a mi mansión buscando quedarse en una de mis habitaciones. Sin darme cuenta, deslicé las manos por el lugar... despacio, olvidándome por un instante de la tormenta. Me arañaba el alma tocarle, lo echaba terriblemente de menos.
Me aparté, no iba a obligarle a nada, mis pasos se perdieron hasta la ventana, era aún peor... la lluvia golpeaba con fuerza a su paso y volví a sentir frío. Un frío que me recorría de la cabeza a los pies.
-El paisaje es único. Es lo más bonito que he visto en toda mi vida -campos verdes, me giré de perfil antes de acabar la frase, mirándole intensamente...no solo hablaba de lo que veían mis esmeraldas por la ventana.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
La puerta se abrió de golpe, estaba sentado en el escritorio terminando unas misivas que había decidido enviar a los condados, ahora mas que nunca debíamos permanecer firmes ante la tiranía de Randulf, había empezado a destruir palacios, a ganar terreno y con ello las riquezas para pagar a mas mercenarios, luchar era todo cuanto nos quedaba, así que los animaba a hacerlo.
Debíamos de funcionar como uno solo, unirnos contra el mal que asolaba el norte y dejar viejas redecillas personales a un lado que no nos llevarían a nada mas que al caos.
Ladeé la sonrisa cuando los pasos temblorosos de mi mujer corrieron hacia mi posición, me advirtió abrazada a mi espalda que no se me ocurriera gastar ni una broma ni media lo que me hizo echarme a reír de forma traviesa.
-Claro que no, mis labios están sellados..pero..¿no eres un poco grandecita para darte miedo las tormentas Valeria? -pregunté de forma mordaz elevando la mirada hasta chocar con sus dos esmeraldas.
Valeria deslizaba sus dedos por mi vientre, marcando cada musculo
-¿que pasa? ¿que los de París no se gastan estos abdominales? -bromeé guiñándole un ojo antes de que se separara para mirar atenta por la ventana.
Serví sendas copas de whisky acercándome hasta ella.
Le ofrecí la copa mirando fijamente sus esmeraldas mientras la tormenta retumbaba violenta fuera.
-El norte es mi hogar, cada palmo de esta tierra merece que derrame mi sangre por ella.
Mis ojos se perdieron en el horizonte, era consciente de que una gran responsabilidad era acompañada de grandes sacrificios y yo los estaba haciendo.
-Siempre me gustara lo que veo cuando te tengo frente a mi, se los esfuerzos que estas haciendo por encajar, se que me quieres y también se que aquí nunca seras feliz.
Deslicé mis dedos por sus hebras de oro, llevaba dándole vueltas a algo, algo que quizás no fuera lo mas convencional del mundo pero había matrimonios que funcionaban de ese modo.
Mis dedos juguetearon con las cintas de su corseé mientras distraído volvía a llevar mis ojos a la ventana.
-¿como va todo por París? ¿tus negocios? No he preguntado y sin embargo tu si lo has hecho con mis asuntos, he sido un necio al respecto.
Debíamos de funcionar como uno solo, unirnos contra el mal que asolaba el norte y dejar viejas redecillas personales a un lado que no nos llevarían a nada mas que al caos.
Ladeé la sonrisa cuando los pasos temblorosos de mi mujer corrieron hacia mi posición, me advirtió abrazada a mi espalda que no se me ocurriera gastar ni una broma ni media lo que me hizo echarme a reír de forma traviesa.
-Claro que no, mis labios están sellados..pero..¿no eres un poco grandecita para darte miedo las tormentas Valeria? -pregunté de forma mordaz elevando la mirada hasta chocar con sus dos esmeraldas.
Valeria deslizaba sus dedos por mi vientre, marcando cada musculo
-¿que pasa? ¿que los de París no se gastan estos abdominales? -bromeé guiñándole un ojo antes de que se separara para mirar atenta por la ventana.
Serví sendas copas de whisky acercándome hasta ella.
Le ofrecí la copa mirando fijamente sus esmeraldas mientras la tormenta retumbaba violenta fuera.
-El norte es mi hogar, cada palmo de esta tierra merece que derrame mi sangre por ella.
Mis ojos se perdieron en el horizonte, era consciente de que una gran responsabilidad era acompañada de grandes sacrificios y yo los estaba haciendo.
-Siempre me gustara lo que veo cuando te tengo frente a mi, se los esfuerzos que estas haciendo por encajar, se que me quieres y también se que aquí nunca seras feliz.
Deslicé mis dedos por sus hebras de oro, llevaba dándole vueltas a algo, algo que quizás no fuera lo mas convencional del mundo pero había matrimonios que funcionaban de ese modo.
Mis dedos juguetearon con las cintas de su corseé mientras distraído volvía a llevar mis ojos a la ventana.
-¿como va todo por París? ¿tus negocios? No he preguntado y sin embargo tu si lo has hecho con mis asuntos, he sido un necio al respecto.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
Sí, era adulta pero la tormenta seguía haciéndome sentirme débil, pequeña...mi talón de Aquiles. Él sabía que daban pavor pero nunca le dije porqué, creo que nunca nos contamos nada del otro...del pasado, solo creamos un presente olvidando lo demás, fue un error dejar pasar algo que nos hizo ser quién somos ahora. Guardé silencio, no dije nada durante unos minutos , su sola presencia me calmaba pues siempre sentí que estaba a salvo a su lado.
-No, merci...ya sabes -deslicé la mano por mi vientre, apenas se me notaba el embarazo pero ellos ya dieron constancia de que estaban ahí. -Es admirable, un ejemplo a seguir de total lealtad y fidelidad -apenas fue un susurro, me giré para enfrentar su mirada, nunca le dije lo que pensaba ni me quedé a escuchar sus historias, por ese pensamiento...bajé la mirada un segundo, sintiendo culpa -Eres admirable, Höor -me salió sin más, natural y él lo sabía, crucé una mirada cómplice con él, creo que la primera en todo este tiempo y caos.
Suspiré pesadamente sobre su afirmación, aquella de que nunca sería feliz en el Norte. Una breve sonrisa, silencio que no desmentía tal cosa pero esa era la Valeria que él conoció antes, ahora no iba a permanecerme callada. Acorté la distancia que nos separaba y lo miré a los ojos, su gesto me arrancó una sincera sonrisa, acariciar mi pelo siempre le había gustado...mis mechones dorados parecían tan delicados entre sus dedos, aquellos que me habían recorrido tantas veces.
-La verdad, nunca fui feliz. No tuvimos una infancia ejemplar, algo me contaste y que fuiste fuerte, ser el hombre quien eres ahora. La tormenta siempre me trae ese recuerdo, no me forjé entre algodones, mis castigos superaban las torturas más macabras, mi padre disfrutaba castigándome. Así terminé siendo esa mujer sin corazón que se olvidó lo que era tener una familia y tú... cambiaste esto. Me diste una. Empezamos por serlo los dos. Tú y yo... jamás sentí calidez de nadie, solo encuentros fríos que saciaban el apetito del placer y el amor...desconocí lo que fue hasta aquel día en el que entraste por mi puerta. -un trueno me hizo dar un par de pasos hacia él, mi frente se apoyó en su pecho, mis manos apoyadas en su vientre, seguramente nunca me vio tan cercana, tan sincera.
-La sonrisa de esos niños, cada momento que paso con ellos, el recuerdo de lo que tuvimos... sé que eso fue felicidad. Es felicidad. -busqué su mirada, perdiendo mis orbes esmeraldas en aquellos ojos pardos que me dejaron sin aliento durante unos segundos, fruncí el ceño por ello , conseguía hacerme flaquear, no ser débil pues él me enseñó a ser fuerte -Los negocios van bien, mejor de lo que pensaba, en los Países Bajos tiene mejor acogida mis perfumes, ahora estamos con otras cosas.. el norte me ofrece otro abanico que explorar, me he vuelto una experta en calmar dolor, quitar tensión en los músculos...me siento útil, soy una más y no una señorita a la que a todo se le consiente y dice que sí -resoplé, mis dedos seguían acariciándole por encima de la ropa, mi respiración se entrecortaba... era un hecho lo que provocaba cuando lo tenía cerca.
-Puedo hacerte un masaje si quieres, te ayudará a dormir aunque...no te dejaría y lo sabes - mis manos tomaron el camino de sus hombros donde hice presión, nuestras miradas volvían a chocar como titanes, mis orbes buscaron el camino hasta su boca en donde me di el capricho de imaginarme el sabor de aquellos besos que anhelaba -No se puede comprar todo, sin duda es algo que me ha quedado claro -me consintieron, me lo dieron todo pero ahora que quería perderme en su piel, rememorar aquel tiempo en el que estábamos locos por el otro...era el precio que tenía que pagar por mi ausencia.
Aún así, no pude evitarlo, impulsada por el deseo que me provocaba aquel maldito norteño, busqué su boca a tientas, deslizando la lengua por su inferior, tomar un poco de alcohol de su boca -Deja que me quede esta noche -cada palabra golpeó sus labios, me recordó a cuando lo curé, él me pidió que me quedase y hoy, era yo la que se lo pedía.
-No, merci...ya sabes -deslicé la mano por mi vientre, apenas se me notaba el embarazo pero ellos ya dieron constancia de que estaban ahí. -Es admirable, un ejemplo a seguir de total lealtad y fidelidad -apenas fue un susurro, me giré para enfrentar su mirada, nunca le dije lo que pensaba ni me quedé a escuchar sus historias, por ese pensamiento...bajé la mirada un segundo, sintiendo culpa -Eres admirable, Höor -me salió sin más, natural y él lo sabía, crucé una mirada cómplice con él, creo que la primera en todo este tiempo y caos.
Suspiré pesadamente sobre su afirmación, aquella de que nunca sería feliz en el Norte. Una breve sonrisa, silencio que no desmentía tal cosa pero esa era la Valeria que él conoció antes, ahora no iba a permanecerme callada. Acorté la distancia que nos separaba y lo miré a los ojos, su gesto me arrancó una sincera sonrisa, acariciar mi pelo siempre le había gustado...mis mechones dorados parecían tan delicados entre sus dedos, aquellos que me habían recorrido tantas veces.
-La verdad, nunca fui feliz. No tuvimos una infancia ejemplar, algo me contaste y que fuiste fuerte, ser el hombre quien eres ahora. La tormenta siempre me trae ese recuerdo, no me forjé entre algodones, mis castigos superaban las torturas más macabras, mi padre disfrutaba castigándome. Así terminé siendo esa mujer sin corazón que se olvidó lo que era tener una familia y tú... cambiaste esto. Me diste una. Empezamos por serlo los dos. Tú y yo... jamás sentí calidez de nadie, solo encuentros fríos que saciaban el apetito del placer y el amor...desconocí lo que fue hasta aquel día en el que entraste por mi puerta. -un trueno me hizo dar un par de pasos hacia él, mi frente se apoyó en su pecho, mis manos apoyadas en su vientre, seguramente nunca me vio tan cercana, tan sincera.
-La sonrisa de esos niños, cada momento que paso con ellos, el recuerdo de lo que tuvimos... sé que eso fue felicidad. Es felicidad. -busqué su mirada, perdiendo mis orbes esmeraldas en aquellos ojos pardos que me dejaron sin aliento durante unos segundos, fruncí el ceño por ello , conseguía hacerme flaquear, no ser débil pues él me enseñó a ser fuerte -Los negocios van bien, mejor de lo que pensaba, en los Países Bajos tiene mejor acogida mis perfumes, ahora estamos con otras cosas.. el norte me ofrece otro abanico que explorar, me he vuelto una experta en calmar dolor, quitar tensión en los músculos...me siento útil, soy una más y no una señorita a la que a todo se le consiente y dice que sí -resoplé, mis dedos seguían acariciándole por encima de la ropa, mi respiración se entrecortaba... era un hecho lo que provocaba cuando lo tenía cerca.
-Puedo hacerte un masaje si quieres, te ayudará a dormir aunque...no te dejaría y lo sabes - mis manos tomaron el camino de sus hombros donde hice presión, nuestras miradas volvían a chocar como titanes, mis orbes buscaron el camino hasta su boca en donde me di el capricho de imaginarme el sabor de aquellos besos que anhelaba -No se puede comprar todo, sin duda es algo que me ha quedado claro -me consintieron, me lo dieron todo pero ahora que quería perderme en su piel, rememorar aquel tiempo en el que estábamos locos por el otro...era el precio que tenía que pagar por mi ausencia.
Aún así, no pude evitarlo, impulsada por el deseo que me provocaba aquel maldito norteño, busqué su boca a tientas, deslizando la lengua por su inferior, tomar un poco de alcohol de su boca -Deja que me quede esta noche -cada palabra golpeó sus labios, me recordó a cuando lo curé, él me pidió que me quedase y hoy, era yo la que se lo pedía.
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Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
La miré fijamente con los relámpagos de fondo iluminando la estancia, era la primera vez que me hablaba de ella, tantas veces le pedí conocerla que me dejara entrar en su mundo, ayudarla y sin embargo ella siempre se mostró reticente, mantenerme lejos de sus negocios, de su apellido y de su historian fue la bandera que abanderó ante ms ojos durante todo este tiempo.
Muchas fueron las veces que borracho o rabioso le pedí que me tuviera como lo que era, un maldito guerrero y no un niño pijo que no entendía de luchas.
La atraje por la cintura cuando se pegó mas a mi, sus dedos se deslizaba por mi cuerpo, me ofrecía un masaje, pero su boca me buscaba, me rozaba, me dejaba claro que no era dormir lo que esperaba de mi, conocía como brillaban sus esmeraldas cuando me deseaba.
Mis manos descendieron lentas por sus costados, su cuerpo tembló ante mi caricia y de su boca escapó un jadeo que murió en mi boca.
La alcé de las nalgas con rudeza, sus piernas se enredaron en mi cintura, sus dedos en un puño cerrado tomaron mi pelo logrando que mi boca se entreabriera y con su lengua la abordó entera, saqueando a su paso cada resquicio de cordura que pudiéramos tener ambos.
Nuestros cuerpos se encontraron furiosos, hambrientos, lenguas de fuego que lucharon una gesta encarnizada sin mas promesas que los gruñidos.
Las fraguas del norte se encendieron mientras mis pasos morían frente al alfeizar de la ventana, mi mano apoyada en el cristal, sus nalgas en el saliente mientras la ropa abandonaba nuestros cuerpos entre miradas cómplices, redescubriendonos, recorriendonos con la boca cada sendero conoció y otros nuevos marcados con el acero.
Gruñí empujando mi hombría hasta su centro, la embestí con fuerza, mi mandoble rugía mojado por completo mientras sus caderas me buscaban desesperadas y sus pechos alzados como montañas se convertían en el paso de mi lengua y de mis dientes.
Un trueno retumbo contra el cristal, parecía marcar el ritmo de nuestros cuerpos que chocaban ansiosos, mis manso guiaban su cuerpo, la tocaba desesperado, apropiándome de cada resquicio de su piel, recordando su sabor, su olor.
Mis dedos se perdieron en sus tetas, rozando con mis dedos sus pezones, pellizcándolos ,endureciéndolos mientras batallábamos furiosos.
Muchas fueron las veces que borracho o rabioso le pedí que me tuviera como lo que era, un maldito guerrero y no un niño pijo que no entendía de luchas.
La atraje por la cintura cuando se pegó mas a mi, sus dedos se deslizaba por mi cuerpo, me ofrecía un masaje, pero su boca me buscaba, me rozaba, me dejaba claro que no era dormir lo que esperaba de mi, conocía como brillaban sus esmeraldas cuando me deseaba.
Mis manos descendieron lentas por sus costados, su cuerpo tembló ante mi caricia y de su boca escapó un jadeo que murió en mi boca.
La alcé de las nalgas con rudeza, sus piernas se enredaron en mi cintura, sus dedos en un puño cerrado tomaron mi pelo logrando que mi boca se entreabriera y con su lengua la abordó entera, saqueando a su paso cada resquicio de cordura que pudiéramos tener ambos.
Nuestros cuerpos se encontraron furiosos, hambrientos, lenguas de fuego que lucharon una gesta encarnizada sin mas promesas que los gruñidos.
Las fraguas del norte se encendieron mientras mis pasos morían frente al alfeizar de la ventana, mi mano apoyada en el cristal, sus nalgas en el saliente mientras la ropa abandonaba nuestros cuerpos entre miradas cómplices, redescubriendonos, recorriendonos con la boca cada sendero conoció y otros nuevos marcados con el acero.
Gruñí empujando mi hombría hasta su centro, la embestí con fuerza, mi mandoble rugía mojado por completo mientras sus caderas me buscaban desesperadas y sus pechos alzados como montañas se convertían en el paso de mi lengua y de mis dientes.
Un trueno retumbo contra el cristal, parecía marcar el ritmo de nuestros cuerpos que chocaban ansiosos, mis manso guiaban su cuerpo, la tocaba desesperado, apropiándome de cada resquicio de su piel, recordando su sabor, su olor.
Mis dedos se perdieron en sus tetas, rozando con mis dedos sus pezones, pellizcándolos ,endureciéndolos mientras batallábamos furiosos.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
Hacía demasiado tiempo que no nos encontrábamos tan cerca, no solo físicamente... estábamos comenzando a conocernos de una manera que debimos y no dejarnos arrastrar tanto por los impulsos, él quiso conocerme y yo...no le dejé por miedo. Un miedo que ya no existía pues fue peor temor mi cama vacía, mi mirada buscándole y no encontrarle. Estábamos por primera vez uno frente al otro, conociéndonos un poco más...buscándonos como en ningún otro instante. Acabamos de redescubrirnos, acercarnos un poco... como nunca antes.
Nuestras miradas se encontraron, volvimos a decirnos todo y nada... mis labios buscaron para beber de la ajena, sedienta de sus besos y de su voz, susurrando mi nombre. Hacía mucho no le veía enloquecer entre mis brazos, necesitarme de ese modo. Revivimos todos esos momentos en los que el placer nos embriagaba, el placer que nos producía solo tener al otro entre sus brazos.
Mis piernas se enredaron en su cintura, atrayéndole hacia mí por las nalgas, le necesitaba..hacía mucho , tanto que no podía soportarlo más. Mis dedos se deshicieron de la ropa superior, dejando caer al suelo con las demás prendas mientras nos devorábamos. Me olvidé de la tormenta, la única que deseaba oír era la de nuestros cuerpos chocar en el más completo frenesí. Su frente en la mía, mis labios rojos como la sangre rozando los ajenos... lamiendo su cuello, rugir contra su piel, completamente perdida.
No era ningún secreto para ambos que ardíamos cuando ocurría. Sonreí entre gemidos, hundiendo mis dedos en la piel de su espalda, bajar hasta tomar su trasero con mis manos y atraerle aún más hacia sí, sentirlo aún más. Reí contra sus labios, su boca me hacía cosquillas, mis pechos dispuestos a todo se perdían en su boca que no me daba tregua.
El único modo de enfrentar a la tormenta era tenerla cara a cara y ese era el momento perfecto para eso, sin salir de él . Me bajé de la ventana y me giré, llovía con más fuerza y los truenos se sucedían a cada segundo. Temblaba pero no de miedo, mi piel ardía en deseos de seguir con aquella tortura. Yo misma le guié para que entrase de golpe, luchásemos contra viento y marea en aquel mar revuelto de nuestras vidas,.
Mi boca buscaba la ajena, por encima de mi hombro, mis orbes esmeraldas buscaron las ajenas y susurré su nombre. El de la persona que amaría más que a mí misma.
-Höor
Nuestras miradas se encontraron, volvimos a decirnos todo y nada... mis labios buscaron para beber de la ajena, sedienta de sus besos y de su voz, susurrando mi nombre. Hacía mucho no le veía enloquecer entre mis brazos, necesitarme de ese modo. Revivimos todos esos momentos en los que el placer nos embriagaba, el placer que nos producía solo tener al otro entre sus brazos.
Mis piernas se enredaron en su cintura, atrayéndole hacia mí por las nalgas, le necesitaba..hacía mucho , tanto que no podía soportarlo más. Mis dedos se deshicieron de la ropa superior, dejando caer al suelo con las demás prendas mientras nos devorábamos. Me olvidé de la tormenta, la única que deseaba oír era la de nuestros cuerpos chocar en el más completo frenesí. Su frente en la mía, mis labios rojos como la sangre rozando los ajenos... lamiendo su cuello, rugir contra su piel, completamente perdida.
No era ningún secreto para ambos que ardíamos cuando ocurría. Sonreí entre gemidos, hundiendo mis dedos en la piel de su espalda, bajar hasta tomar su trasero con mis manos y atraerle aún más hacia sí, sentirlo aún más. Reí contra sus labios, su boca me hacía cosquillas, mis pechos dispuestos a todo se perdían en su boca que no me daba tregua.
El único modo de enfrentar a la tormenta era tenerla cara a cara y ese era el momento perfecto para eso, sin salir de él . Me bajé de la ventana y me giré, llovía con más fuerza y los truenos se sucedían a cada segundo. Temblaba pero no de miedo, mi piel ardía en deseos de seguir con aquella tortura. Yo misma le guié para que entrase de golpe, luchásemos contra viento y marea en aquel mar revuelto de nuestras vidas,.
Mi boca buscaba la ajena, por encima de mi hombro, mis orbes esmeraldas buscaron las ajenas y susurré su nombre. El de la persona que amaría más que a mí misma.
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