AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Batallas ganadas (privado)(+18)
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Batallas ganadas (privado)(+18)
Recuerdo del primer mensaje :
Llegamos a Akershus pasada una semana desde que emprendimos viaje por las montañas, las aberraciones de Randulf nos habían puesto las cosas complicadas, parecía estar creando una nueva raza, unos bípedos similares a los orcos pero mas grandes, su piel parduzca era dura de atravesar por los aceros, habiloso luchado hasta la extenuación, habíamos tumbado a varios “desgarradores” el nombre que dimos a esas bestias, pero estábamos heridos, cansados pero satisfechos pues conseguimos saquear un cargamento de armas que a través del paso iban directas a la fortaleza del rey tirano. Fuimos recibidos entre vítores por los nuestros.
Kala cabalgaba junto a Atharal medio cuerpo de montura detrás, los dos bromeaban como de costumbre mientras lazaban el puño ensangrentado, hoy correría la hidromiel, lo merecíamos.
Desmonté de un salto al llegar frente a las puertas de palacio.
Sirius y Valeska estaban cogidos de la mano de Valeria, Fio que estaba en brazos de la doncella pataleó hasta bajarse, Valeria sonrió dejándola ir mientras corría hacia mi lanzándose a mis brazos.
Revolví su pelo mientras la apretaba contra mi cuerpo, sin duda era la mas impulsiva de todos mis hijos.
-¿que me traes papa? -me preguntó buscando como siempre un arma afilada mientras yo me reia.
Era una mocosa, imprudente y con un carácter atroz, si le daba el filo de un acero acabaría decapitando a sus hermanos en uno de esos juegos.
Llegué frente al resto de mis hijos, besé el pelo de Valeska y le di un golpe con la espada a Orn en el escudo que sujetaba con una picara sonrisa mirándome como el guerrero en el que se estaba convirtiendo con los entrenamientos.
Ulf saludaba de forma efusiva a su mujer, sus labios se encontraban voraces, los dos se miraban mientras se acariciaban.
La bruja cazo al lobo de la pechera llevándoselo con ella para darle un par de suturas.
Mi cabeza y la de Ulf chocaron frente contra frente, unos golpes afectuosos bastaron.
-Nos vemos en el gran salón , hoy merecemos beber hasta no tenernos en pie.
Sirius me miraba expectante esperando su turno, así que lo alcé en brazos junto al mono que ya llevaba colgado y que luchaba por cazar el arco que pendía de mis espaldas.
-Vamos, seguro que tenéis cosas que contarme enanos -dije cruzando el umbral de Akhershus -¿Todo bien Valeria? -le pregunte con una sonrisa -¿te han dado mucha guerra mis bestias?
Llegamos a Akershus pasada una semana desde que emprendimos viaje por las montañas, las aberraciones de Randulf nos habían puesto las cosas complicadas, parecía estar creando una nueva raza, unos bípedos similares a los orcos pero mas grandes, su piel parduzca era dura de atravesar por los aceros, habiloso luchado hasta la extenuación, habíamos tumbado a varios “desgarradores” el nombre que dimos a esas bestias, pero estábamos heridos, cansados pero satisfechos pues conseguimos saquear un cargamento de armas que a través del paso iban directas a la fortaleza del rey tirano. Fuimos recibidos entre vítores por los nuestros.
Kala cabalgaba junto a Atharal medio cuerpo de montura detrás, los dos bromeaban como de costumbre mientras lazaban el puño ensangrentado, hoy correría la hidromiel, lo merecíamos.
Desmonté de un salto al llegar frente a las puertas de palacio.
Sirius y Valeska estaban cogidos de la mano de Valeria, Fio que estaba en brazos de la doncella pataleó hasta bajarse, Valeria sonrió dejándola ir mientras corría hacia mi lanzándose a mis brazos.
Revolví su pelo mientras la apretaba contra mi cuerpo, sin duda era la mas impulsiva de todos mis hijos.
-¿que me traes papa? -me preguntó buscando como siempre un arma afilada mientras yo me reia.
Era una mocosa, imprudente y con un carácter atroz, si le daba el filo de un acero acabaría decapitando a sus hermanos en uno de esos juegos.
Llegué frente al resto de mis hijos, besé el pelo de Valeska y le di un golpe con la espada a Orn en el escudo que sujetaba con una picara sonrisa mirándome como el guerrero en el que se estaba convirtiendo con los entrenamientos.
Ulf saludaba de forma efusiva a su mujer, sus labios se encontraban voraces, los dos se miraban mientras se acariciaban.
La bruja cazo al lobo de la pechera llevándoselo con ella para darle un par de suturas.
Mi cabeza y la de Ulf chocaron frente contra frente, unos golpes afectuosos bastaron.
-Nos vemos en el gran salón , hoy merecemos beber hasta no tenernos en pie.
Sirius me miraba expectante esperando su turno, así que lo alcé en brazos junto al mono que ya llevaba colgado y que luchaba por cazar el arco que pendía de mis espaldas.
-Vamos, seguro que tenéis cosas que contarme enanos -dije cruzando el umbral de Akhershus -¿Todo bien Valeria? -le pregunte con una sonrisa -¿te han dado mucha guerra mis bestias?
Última edición por Höor Cannif el Lun Oct 02, 2017 8:27 am, editado 1 vez
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
Su espalda arqueada buscaba mis caricias, piel que se erizaba con el paso incesante de mi lengua, una tortura que siempre supo deliciosa cuando nuestros cuerpos chocaban rudos prometiéndose mil tormentas.
Fuera la tempestad no amainaba, pero sin duda los truenos se convirtieron solo en música de fondo pues los gruñidos y los jadeos de ambos acallaron los silencios de una cámara que había permanecido en silencio durante demasiado tiempo, una que fue testigo de nuestras gestas cuando el norte era su hogar.
Sus dedos se anclaban voraces a mis hombros, rasgaba mi espalda, intentando mantenerme fijo a su cuerpo, un cuerpo que me hacia arder y que con facilidad podría descongelar el mismo Hel.
Sus caderas me buscaban violentas, engullendo mi enardecido miembro que como el mas voraz de los aceros la penetraba hasta quedar completamente dentro.
El sudor perlaba nuestros rostros mientras nuestras bocas chocaban ansiosas en una danza de la muerte que enturbiaba mi mirada.
Me estremecía ante la ofrenda de sus pechos, fuera de mi los navegué con mi lengua húmeda desafiando la tormenta, sorteando las cumbres de las rocas para morderlas, tirar de ellas y conquistarlas.
Sus gemidos roncos por la febril ansiedad me imploraban mas, mas de todo y mas de nada y yo gruñía como un titan dispuesto a no terminar.
Hacia demasiado tiempo que no colisionábamos, que no nos sentenciábamos a muerte y ahora, cuando salio dejando mi verga huérfana de su calor despertó un rugido gutural que retumbo en la habitación.
No lo dudé, nada mas me dio la espalda me introduje en su interior con un fuerza inusitada, mis dedos se clavaban en sus caderas con violencia, atrayendola en ese choque de yunque y martillo en el que nos habíamos convertido.
Su boca me incineraba buscándome sedienta por encima del hombro, la mía eran ascuas encendidas que la desafiaban.
Saqué la espada para embestir mas dentro por su agujero trasero, rudo me adentré hasta los confines mientras una de mis manos acortaba el sendero hasta su centro y allí introducía tres de mis dedos.
Ambos nos movíamos como demonios, hacia demasiado que ninguno tenia eso o al menos en mi caso así era, no podía apostar pro su fidelidad mientras estuvo en otras tierras.
Solo cuando su cuerpo templo lleno de sensaciones, cuando la sentí desfallecer y sus piernas no mantenerla en pie me fui en su interior.
Abrazados dejamos que la respiración de uno y otro se amoldara la momento, la mía chocando contra su cuello mientras con la otra mano en la pared nos sujetaba a ambos de aquel tórrido encuentro.
-¿estas bien? -le pregunté con la respiración errática.
Fuera la tempestad no amainaba, pero sin duda los truenos se convirtieron solo en música de fondo pues los gruñidos y los jadeos de ambos acallaron los silencios de una cámara que había permanecido en silencio durante demasiado tiempo, una que fue testigo de nuestras gestas cuando el norte era su hogar.
Sus dedos se anclaban voraces a mis hombros, rasgaba mi espalda, intentando mantenerme fijo a su cuerpo, un cuerpo que me hacia arder y que con facilidad podría descongelar el mismo Hel.
Sus caderas me buscaban violentas, engullendo mi enardecido miembro que como el mas voraz de los aceros la penetraba hasta quedar completamente dentro.
El sudor perlaba nuestros rostros mientras nuestras bocas chocaban ansiosas en una danza de la muerte que enturbiaba mi mirada.
Me estremecía ante la ofrenda de sus pechos, fuera de mi los navegué con mi lengua húmeda desafiando la tormenta, sorteando las cumbres de las rocas para morderlas, tirar de ellas y conquistarlas.
Sus gemidos roncos por la febril ansiedad me imploraban mas, mas de todo y mas de nada y yo gruñía como un titan dispuesto a no terminar.
Hacia demasiado tiempo que no colisionábamos, que no nos sentenciábamos a muerte y ahora, cuando salio dejando mi verga huérfana de su calor despertó un rugido gutural que retumbo en la habitación.
No lo dudé, nada mas me dio la espalda me introduje en su interior con un fuerza inusitada, mis dedos se clavaban en sus caderas con violencia, atrayendola en ese choque de yunque y martillo en el que nos habíamos convertido.
Su boca me incineraba buscándome sedienta por encima del hombro, la mía eran ascuas encendidas que la desafiaban.
Saqué la espada para embestir mas dentro por su agujero trasero, rudo me adentré hasta los confines mientras una de mis manos acortaba el sendero hasta su centro y allí introducía tres de mis dedos.
Ambos nos movíamos como demonios, hacia demasiado que ninguno tenia eso o al menos en mi caso así era, no podía apostar pro su fidelidad mientras estuvo en otras tierras.
Solo cuando su cuerpo templo lleno de sensaciones, cuando la sentí desfallecer y sus piernas no mantenerla en pie me fui en su interior.
Abrazados dejamos que la respiración de uno y otro se amoldara la momento, la mía chocando contra su cuello mientras con la otra mano en la pared nos sujetaba a ambos de aquel tórrido encuentro.
-¿estas bien? -le pregunté con la respiración errática.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
Un momento perfecto. De fondo la tormenta furiosa como nuestros cuerpos , almas que se enredaban abrazándose con fuerza después de tanto tiempo. Me sentí deseada, igual que el primer día, amaba perderme en su mirada... en ese instante no había secretos y escudos, siempre nos complementamos bien. Me desarmó aquel día y sentir lo que jamás imaginé que pudiese sentir, amor. Era amor, un amor enfermizo, obsesivo e intenso. Dudas que en vez de reforzar algo tan intenso, lo fue resquebrajando hasta casi romperlo. Recordé, recuerdos fugaces que se sucedieron en mi mente de todos los momentos felices vividos, su sonrisa al verme, la forma en la que sus ojos brillaban cuando me acercaba, las risas de ambos cómplices y felices.
Cuando el placer nos envolvió a ambos, la respiración entrecortada contra el cristal empañado. Me estremecí al notar como su aliento golpeaba mi cuello, como su cuerpo aún seguía unido al mío. Sonreí feliz por ese momento, busqué su mano para enredar sus dedos en una simple caricia en donde esperaba se lo dijese todo, como antes. Su voz, apenas un susurro, me erizó la piel... cerré los ojos con fuerza para que perdurase un poco más. Él me hacía vulnerable y no me importaba reconocerlo, era un hecho.
Solo quería que después de aquel encuentro, leer en sus ojos algo que pensaba se había apagado. Asentí sin poder emitir ninguna palabra, dejé escapar un suspiro, no quería moverme, sentir su medio abrazo me hizo temblar tras un relámpago. Me moví para que mi espalda quedara apoyada en su pecho, me rodease con sus brazos y me susurrara que no pasaba nada, que seguía allí y me quedara. No podía darme la vuelta, no quería leer otra cosa que reproches, sentirse culpable porque había ocurrido.
-Lo estoy -me giré con la cabeza gacha, apoyando la frente en su pecho recubierto de cicatrices , en las que volví a perder las yemas de mis dedos, incapaz de mirarle a los ojos. Mi brazo libre lo rodeó por la cintura para que no se apartara. Lo quería, le necesitaba y era tan obvio. No sé porqué, supongo que todo lo que viví hasta ese día me hizo explotar. En silencio, dos lagrimas silenciosas acariciaron mis mejillas, negué para que no se preocupase... no iba a arreglarse nada por lo que acababa de pasar, por el simple hecho de acabar de este modo valió la pena.
-Te quiero fui incapaz de callármelo por más tiempo, mis orbes esmeraldas se mostraban débiles, desamparadas, me arrepentí tanto de marcharme, de haber dejado escapar mi felicidad. Siseé para que no dijese nada, con esto me conformaba -Sé que nada va a cambiar pero lo que siento tampoco. Tengo la sensación de que nunca vas a creerme. Nunca tuve nada, cuando lo tuve todo …. no supe , no sabía cómo mantenerlo a mi lado, hice mil estupideces que te llevaron a...esto -tomé su rostro, buscando en su cuello aquel colgante que le regalé, no lo llevaría y no podía reprochárselo .
Mis dedos dibujaron donde debería estar aquella cadena. Besé su pecho, busqué su mirada y me separé lo justo para dejarle espacio, uno que sabía necesitaba.
-¿Estás bien? -nunca se lo pregunté, lo di por hecho y fue otro error a sumar.
Cuando el placer nos envolvió a ambos, la respiración entrecortada contra el cristal empañado. Me estremecí al notar como su aliento golpeaba mi cuello, como su cuerpo aún seguía unido al mío. Sonreí feliz por ese momento, busqué su mano para enredar sus dedos en una simple caricia en donde esperaba se lo dijese todo, como antes. Su voz, apenas un susurro, me erizó la piel... cerré los ojos con fuerza para que perdurase un poco más. Él me hacía vulnerable y no me importaba reconocerlo, era un hecho.
Solo quería que después de aquel encuentro, leer en sus ojos algo que pensaba se había apagado. Asentí sin poder emitir ninguna palabra, dejé escapar un suspiro, no quería moverme, sentir su medio abrazo me hizo temblar tras un relámpago. Me moví para que mi espalda quedara apoyada en su pecho, me rodease con sus brazos y me susurrara que no pasaba nada, que seguía allí y me quedara. No podía darme la vuelta, no quería leer otra cosa que reproches, sentirse culpable porque había ocurrido.
-Lo estoy -me giré con la cabeza gacha, apoyando la frente en su pecho recubierto de cicatrices , en las que volví a perder las yemas de mis dedos, incapaz de mirarle a los ojos. Mi brazo libre lo rodeó por la cintura para que no se apartara. Lo quería, le necesitaba y era tan obvio. No sé porqué, supongo que todo lo que viví hasta ese día me hizo explotar. En silencio, dos lagrimas silenciosas acariciaron mis mejillas, negué para que no se preocupase... no iba a arreglarse nada por lo que acababa de pasar, por el simple hecho de acabar de este modo valió la pena.
-Te quiero fui incapaz de callármelo por más tiempo, mis orbes esmeraldas se mostraban débiles, desamparadas, me arrepentí tanto de marcharme, de haber dejado escapar mi felicidad. Siseé para que no dijese nada, con esto me conformaba -Sé que nada va a cambiar pero lo que siento tampoco. Tengo la sensación de que nunca vas a creerme. Nunca tuve nada, cuando lo tuve todo …. no supe , no sabía cómo mantenerlo a mi lado, hice mil estupideces que te llevaron a...esto -tomé su rostro, buscando en su cuello aquel colgante que le regalé, no lo llevaría y no podía reprochárselo .
Mis dedos dibujaron donde debería estar aquella cadena. Besé su pecho, busqué su mirada y me separé lo justo para dejarle espacio, uno que sabía necesitaba.
-¿Estás bien? -nunca se lo pregunté, lo di por hecho y fue otro error a sumar.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 421
Fecha de inscripción : 26/05/2016
Localización : Paris
DATOS DEL PERSONAJE
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Datos de interés:
Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
Su cabeza gacha contra mi pecho me aseguraba que lejos de estar bien se encontraba muy tocada. Mi intención nunca fue hacerle daño, todo lo contrario, solo intentaba que pudiéramos ser felices.
Ella me quería, no albergaba duda alguna sobre la veracidad de sus sentimientos, pero no era una vikinga, no amaba el note y si lo convertía en su hogar se arrepentiría.
Quizás el tiempo me la devolviera, quizás algo sucediera y ella un día encontrara en mi aquello que de verdad la hacia feliz, pero en este momento solo quería recuperarme, hacerlo toda costa olvidándose que ya me tuvo y eso no la hizo feliz.
Me quedé dos veces solo, no lo pasé bien, dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra y yo lo había hecho, no lo haría una tercera.
No era cuestión de orgullo, ya a estas alturas no me quedaba de eso con ella, era mas bien mi afán porque esto funcionara y sabia que de ocurrir una tercera vez ni siquiera podría volver a mirarla a la cara.
Elevo esas esmeraldas cuando un “te quiero” escapó de sus labios, decía que no la creia, se equivocaba.
-Si te creo Valeria, claro que lo creo, llevas a mis hijos e tu vientre ¿como no creerlo? Pero ambos sabemos que el norte no es tu hogar, puedes fingir durante meses que amas su frio invernal, que la guerra te importa ..pero ambos sabemos que no es así, que lo que pasé con esta gente te es indiferente.
No te culpo, me enamoré de un demonio, amo a un demonio, pero amo también el norte y el norte me necesita, tu sin embargo sabes volar sola...
Me ha costado entenderlo, demasiado creo ,pero quiero que seas feliz, te lo mereces, lo merezco.
No quiero terminar con nuestro matrimonio, tampoco que vivas en una jaula por estar a mi lado.
Propongo que el tiempo que pases lejos del norte seas libre de hacer y deshacer, solo no me lo cuentes.
Un matrimonio abierto, si en un futuro las cosas cambian, si nuestros caminos se encuentran de nuevo..
Sus dedos buscaron el colgante que me regalo en navidades, si creía que había olvidado ese para siempre, se equivocaba, fue cuando iba a apartar la mano cuando la sostuve contra mi pecho.
-Vengo de la guerra, no me ha dado tiempo a volver a ponérmelo Valeria, no puedo llevarlo, es fácil que en medio de una gesta me lo arranquen, es importante, no quiero perderlo ¿lo entiendes?
También llevaba ahí mi alianza de boda, por lo mismo, llevarla en el dedo me dificultaba el manejo de la espada.
Mis ojos la buscaron y fueron mis labios los que acortaron la distancia que nos separaba, un beso lento, sentido.
-Ni siquiera eres tu responsable de todo esto, se que es mi culpa, porque no se en que momento deje de ser un hombre para convertirme en otra cosa..se que mis necesidades, mis anhelos ya no importan, el norte me necesita Valeria.
Sonreí contra su boca cuando me preguntó si estaba bien, nunca lo hacia.
-Esto no es fácil para ninguno, se que crees que al ser mi decisión, estoy bien, que no me hacen daño las cosas, te sorprendería saber cuantas decisiones tomo a lo largo del día, cuantas me hieren de forma profunda.
Llevo tantas cicatrices que no se ven como las que ahora tu dedo repasa en mi piel, esas supuran, no curan y escuecen pero alguien ha de tomarlas ¿no crees?
Ella me quería, no albergaba duda alguna sobre la veracidad de sus sentimientos, pero no era una vikinga, no amaba el note y si lo convertía en su hogar se arrepentiría.
Quizás el tiempo me la devolviera, quizás algo sucediera y ella un día encontrara en mi aquello que de verdad la hacia feliz, pero en este momento solo quería recuperarme, hacerlo toda costa olvidándose que ya me tuvo y eso no la hizo feliz.
Me quedé dos veces solo, no lo pasé bien, dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra y yo lo había hecho, no lo haría una tercera.
No era cuestión de orgullo, ya a estas alturas no me quedaba de eso con ella, era mas bien mi afán porque esto funcionara y sabia que de ocurrir una tercera vez ni siquiera podría volver a mirarla a la cara.
Elevo esas esmeraldas cuando un “te quiero” escapó de sus labios, decía que no la creia, se equivocaba.
-Si te creo Valeria, claro que lo creo, llevas a mis hijos e tu vientre ¿como no creerlo? Pero ambos sabemos que el norte no es tu hogar, puedes fingir durante meses que amas su frio invernal, que la guerra te importa ..pero ambos sabemos que no es así, que lo que pasé con esta gente te es indiferente.
No te culpo, me enamoré de un demonio, amo a un demonio, pero amo también el norte y el norte me necesita, tu sin embargo sabes volar sola...
Me ha costado entenderlo, demasiado creo ,pero quiero que seas feliz, te lo mereces, lo merezco.
No quiero terminar con nuestro matrimonio, tampoco que vivas en una jaula por estar a mi lado.
Propongo que el tiempo que pases lejos del norte seas libre de hacer y deshacer, solo no me lo cuentes.
Un matrimonio abierto, si en un futuro las cosas cambian, si nuestros caminos se encuentran de nuevo..
Sus dedos buscaron el colgante que me regalo en navidades, si creía que había olvidado ese para siempre, se equivocaba, fue cuando iba a apartar la mano cuando la sostuve contra mi pecho.
-Vengo de la guerra, no me ha dado tiempo a volver a ponérmelo Valeria, no puedo llevarlo, es fácil que en medio de una gesta me lo arranquen, es importante, no quiero perderlo ¿lo entiendes?
También llevaba ahí mi alianza de boda, por lo mismo, llevarla en el dedo me dificultaba el manejo de la espada.
Mis ojos la buscaron y fueron mis labios los que acortaron la distancia que nos separaba, un beso lento, sentido.
-Ni siquiera eres tu responsable de todo esto, se que es mi culpa, porque no se en que momento deje de ser un hombre para convertirme en otra cosa..se que mis necesidades, mis anhelos ya no importan, el norte me necesita Valeria.
Sonreí contra su boca cuando me preguntó si estaba bien, nunca lo hacia.
-Esto no es fácil para ninguno, se que crees que al ser mi decisión, estoy bien, que no me hacen daño las cosas, te sorprendería saber cuantas decisiones tomo a lo largo del día, cuantas me hieren de forma profunda.
Llevo tantas cicatrices que no se ven como las que ahora tu dedo repasa en mi piel, esas supuran, no curan y escuecen pero alguien ha de tomarlas ¿no crees?
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
Enmudecí, oírle decir que fingía que me gustase el norte y que esa gente no me importaba... era como decirme que el hecho de estar allí con mi familia tampoco. Eso entendí, ahora mismo no podía pensar. Lo tenía frente a mí, desnuda ante él en todos los sentidos , vulnerable, débil, entregada, jodidamente enamorada. Él era mi punto débil, la única persona capaz de hacerme sentir una verdadera diosa como la persona más miserable de todas.
Supe cuando nos vimos por primera vez que él era ese ser divino que podía calmar mi infierno, incluso sacarme de él. Fui sincera en cada palabra, mis sentimientos eran lo más real que tenía, tuve en mi vida. Él no me conocía en realidad, corrimos demasiado por esa impulsividad que nos caracterizaba a ambos. Y me confié, creí que con lo que daba era suficiente cuando en realidad, no di absolutamente nada, solo alimentar la situación a la que habíamos llegado.
- “Puedo fingir...” ¡yo no finjo nunca! -mis mejillas se tiñeron de rojo, haciendo juego con mis labios hinchados por los besos, mis orbes centellearon furiosas... mi mirada solo podía centrarse en esos ojos oscuros que me habían atrapado para siempre. Inconscientemente, di un par de pasos hacia él, tuve la sensación que él caminaba hacia atrás, alejándose de mí. Nunca fingí, decía las cosas tal como las sentía. No podía creer que pensase lo de que estar a su lado era una jaula. Bajé la mirada hasta mis pies desnudo y temblé, estaba perdiendo el norte...sus palabras se iban clavando en mi cuerpo como cuchillos afilados. Él me estaba dando alas, unas que me trajeron de nuevo ante él.
Sonreí, sonrisa que terminó en una risa que helaría al mismísimo diablo. Pedí mentalmente que se callara, no siguiera pero su voz seguía retumbando en mi cabeza. No quería acabar con nuestro matrimonio y sin embargo, veía una “relación abierta”, estar con otras personas y no decirlo al otro. Eso me hirvió la sangre, porque lo imaginé con otra. Mis puños se cerraron con fuerza, mi mirada cambió a aquella fría que él conoció, como si nada más me importase y así era, pero no me importaba deshacerme de toda aquella que tan solo se atreviese a respirar su propio aire. Nunca le demostré mis celos, como si no me importase pero ya no era esa Valeria, ahora... las cosas eran muy diferentes.
-No voy a contarte nada porque no hará falta. Lo que se haga en París, se queda allí ¿no? ¿y cuándo vuelva al Norte? Porque supuestamente esta tierra que tanto odio y poco me importa, es mi segunda casa... cuánto te equivocas. Amo el norte porque el Norte.... -las palabras se atragantaron en mi garganta, me picaban los ojos, me dolía el pecho...porque sin que me hubiese dicho que se acababa lo sentía de este modo -Porque el norte me regaló …al amor de mi vida -apenas fue un susurro, un susurro cargado de rabia e impotencia, porque no podía creer que el hombre que tenía delante me estuviese diciendo esas palabras -Como sepa el nombre de cualquiera de ellas, de quién sea a la que te folles ten por seguro que la mataré con mis propias manos ¿me has oído, Höor Cannif? Es una puta amenaza, nadie toca lo que es mío -perdí el control, la razón , me mareaba... mi pecho subía y bajaba, estaba entrando en un estado de frenesí incontrolable.
Acorté las distancias, las lagrimas dieron paso , mi gesto enfadado no cambió pero mis ojos lo contemplaban como si acabase de arrebatarme él mismo la vida. Me hacía daño, él...la persona que juró que no iba a permitir que sufriera.
-No se me permitió amar. Ni sentir qué era lo que se sentía cuando pasaba y llegas, llegas aquella maldita tarde para sin mediar palabra gritármelo a los cuatro vientos. En el fondo, esa niña que salía corriendo, no era otra que necesitaba comprender que esto era su felicidad. Nunca fui feliz, no tuve una familia... ¡maldita sea! Me equivoqué, cometí el error de no darme cuenta que podía perderte. Valeria Cavey todo lo consigue, tiene poder, ambiciones y belleza... y yo, la Valeria que ves ante ti... no necesita todo eso. Solo quiere sentir cuando está medio dormida en la cama, que alguien la despierte, la abrace... le susurre que ya está a su lado y los niños duermen, un beso cálido que nunca tuve. -alcé las manos para que no se acercase, asintiendo a sus palabras... no iba a hacerle la vida imposible.. mi ataque de ira se iba menguando por la sola idea que tenía de poder perderle -El demonio a su infierno. Mi guerrero a la gloria -sentí frío, él no estaba tan cerca, cerré los ojos y deseé, volver a aquella primera vez...lo susurré en voz alta, pidiendo un imposible.
Supe cuando nos vimos por primera vez que él era ese ser divino que podía calmar mi infierno, incluso sacarme de él. Fui sincera en cada palabra, mis sentimientos eran lo más real que tenía, tuve en mi vida. Él no me conocía en realidad, corrimos demasiado por esa impulsividad que nos caracterizaba a ambos. Y me confié, creí que con lo que daba era suficiente cuando en realidad, no di absolutamente nada, solo alimentar la situación a la que habíamos llegado.
- “Puedo fingir...” ¡yo no finjo nunca! -mis mejillas se tiñeron de rojo, haciendo juego con mis labios hinchados por los besos, mis orbes centellearon furiosas... mi mirada solo podía centrarse en esos ojos oscuros que me habían atrapado para siempre. Inconscientemente, di un par de pasos hacia él, tuve la sensación que él caminaba hacia atrás, alejándose de mí. Nunca fingí, decía las cosas tal como las sentía. No podía creer que pensase lo de que estar a su lado era una jaula. Bajé la mirada hasta mis pies desnudo y temblé, estaba perdiendo el norte...sus palabras se iban clavando en mi cuerpo como cuchillos afilados. Él me estaba dando alas, unas que me trajeron de nuevo ante él.
Sonreí, sonrisa que terminó en una risa que helaría al mismísimo diablo. Pedí mentalmente que se callara, no siguiera pero su voz seguía retumbando en mi cabeza. No quería acabar con nuestro matrimonio y sin embargo, veía una “relación abierta”, estar con otras personas y no decirlo al otro. Eso me hirvió la sangre, porque lo imaginé con otra. Mis puños se cerraron con fuerza, mi mirada cambió a aquella fría que él conoció, como si nada más me importase y así era, pero no me importaba deshacerme de toda aquella que tan solo se atreviese a respirar su propio aire. Nunca le demostré mis celos, como si no me importase pero ya no era esa Valeria, ahora... las cosas eran muy diferentes.
-No voy a contarte nada porque no hará falta. Lo que se haga en París, se queda allí ¿no? ¿y cuándo vuelva al Norte? Porque supuestamente esta tierra que tanto odio y poco me importa, es mi segunda casa... cuánto te equivocas. Amo el norte porque el Norte.... -las palabras se atragantaron en mi garganta, me picaban los ojos, me dolía el pecho...porque sin que me hubiese dicho que se acababa lo sentía de este modo -Porque el norte me regaló …al amor de mi vida -apenas fue un susurro, un susurro cargado de rabia e impotencia, porque no podía creer que el hombre que tenía delante me estuviese diciendo esas palabras -Como sepa el nombre de cualquiera de ellas, de quién sea a la que te folles ten por seguro que la mataré con mis propias manos ¿me has oído, Höor Cannif? Es una puta amenaza, nadie toca lo que es mío -perdí el control, la razón , me mareaba... mi pecho subía y bajaba, estaba entrando en un estado de frenesí incontrolable.
Acorté las distancias, las lagrimas dieron paso , mi gesto enfadado no cambió pero mis ojos lo contemplaban como si acabase de arrebatarme él mismo la vida. Me hacía daño, él...la persona que juró que no iba a permitir que sufriera.
-No se me permitió amar. Ni sentir qué era lo que se sentía cuando pasaba y llegas, llegas aquella maldita tarde para sin mediar palabra gritármelo a los cuatro vientos. En el fondo, esa niña que salía corriendo, no era otra que necesitaba comprender que esto era su felicidad. Nunca fui feliz, no tuve una familia... ¡maldita sea! Me equivoqué, cometí el error de no darme cuenta que podía perderte. Valeria Cavey todo lo consigue, tiene poder, ambiciones y belleza... y yo, la Valeria que ves ante ti... no necesita todo eso. Solo quiere sentir cuando está medio dormida en la cama, que alguien la despierte, la abrace... le susurre que ya está a su lado y los niños duermen, un beso cálido que nunca tuve. -alcé las manos para que no se acercase, asintiendo a sus palabras... no iba a hacerle la vida imposible.. mi ataque de ira se iba menguando por la sola idea que tenía de poder perderle -El demonio a su infierno. Mi guerrero a la gloria -sentí frío, él no estaba tan cerca, cerré los ojos y deseé, volver a aquella primera vez...lo susurré en voz alta, pidiendo un imposible.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 26/05/2016
Localización : Paris
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Re: Batallas ganadas (privado)(+18)
Mi demonio perdía el control, la razón y por un momento sentí miedo, no por mi, por ella, no quería que en ese arranque se lastimara, así que la abracé, tiré de su cuerpo desnudo contra el mio y busque el modo de dejarnos caer en el suelo, mi espalda contra la pared, ella contra mi pecho mientras luchaba por zafarse y dejarme claro que si tocaba a otra, la mataría.
-Shhhhh -susurré tratando de calmarla -esto no le hace bien a nuestros hijos.
Apoyé mis labios en sus hebras de oro, besándola despacio, entendía su desesperación, yo la había pasado cuando se largo por segunda vez a París, recuerdo que me rompí los nudillos dando puñetazos, grité en le bosque hasta no tenerme en pie y después me alcé y volví junto a mis hijos, mi gente porque no podía permitirme el dolor, no podía romperme cuando todos dependían de que me mantuviera fuerte.
-Cálmate -le pedí, le ordené mas bien porque no sabia como sacarla de ese estado.
Me recordó nuestro pasado, como nos conocimos, por mi mente las vivencias que uno y otro sentimos.
Si creía que yo estaba bien, se equivocaba, solo que estaba mas acostumbrado a mantener el tipo.
-Valeria, nunca he dejado de quererte, ni por un minuto, no es el amor el problema. El problema es que nos hemos destrozado, tu antes, yo ahora y necesito tiempo, no puedo creer que te has convertido en una vikinga que derramaría su sangre por el norte.
No me creo que mis guerras son las tuyas.
No desconfió de que me amas, pero sé que esto no es lo que tu necesitas y se que podrías ser muy feliz si me largara contigo a París..el problema es que entonces yo no lo seria.
La alcé entre mis brazos rumbo a nuestro lecho, dejándola caer suavemente sobre las sabanas blancas.
-Voy llamar al medico, que te de unas hierbas para que puedas dormir, volveré enseguida, no hagas ninguna estupidez.
Fue tratada esa noche en la que la tormenta se sucedió sin pausa, sentado en el sofá, contemplándola dormir, fui agotando vaso a vaso la botella de whisky hasta que el sopor me hizo dormirme también a mi.
-Shhhhh -susurré tratando de calmarla -esto no le hace bien a nuestros hijos.
Apoyé mis labios en sus hebras de oro, besándola despacio, entendía su desesperación, yo la había pasado cuando se largo por segunda vez a París, recuerdo que me rompí los nudillos dando puñetazos, grité en le bosque hasta no tenerme en pie y después me alcé y volví junto a mis hijos, mi gente porque no podía permitirme el dolor, no podía romperme cuando todos dependían de que me mantuviera fuerte.
-Cálmate -le pedí, le ordené mas bien porque no sabia como sacarla de ese estado.
Me recordó nuestro pasado, como nos conocimos, por mi mente las vivencias que uno y otro sentimos.
Si creía que yo estaba bien, se equivocaba, solo que estaba mas acostumbrado a mantener el tipo.
-Valeria, nunca he dejado de quererte, ni por un minuto, no es el amor el problema. El problema es que nos hemos destrozado, tu antes, yo ahora y necesito tiempo, no puedo creer que te has convertido en una vikinga que derramaría su sangre por el norte.
No me creo que mis guerras son las tuyas.
No desconfió de que me amas, pero sé que esto no es lo que tu necesitas y se que podrías ser muy feliz si me largara contigo a París..el problema es que entonces yo no lo seria.
La alcé entre mis brazos rumbo a nuestro lecho, dejándola caer suavemente sobre las sabanas blancas.
-Voy llamar al medico, que te de unas hierbas para que puedas dormir, volveré enseguida, no hagas ninguna estupidez.
Fue tratada esa noche en la que la tormenta se sucedió sin pausa, sentado en el sofá, contemplándola dormir, fui agotando vaso a vaso la botella de whisky hasta que el sopor me hizo dormirme también a mi.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
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