Un momento de debilidad (Florent)

por **Alexandra Madeline** Lun Jul 08, 2013 11:59 am

Sólo un minuto, eso era lo que quería, un solo momento con sus padres, aunque fuera de lejos, se conformaba con verles, saber que estaba bien, por muy dura que ella quisiera ser a veces los malditos sentimientos le terminaban por ganar y volver a sentirse una niña sin refugio, ¡Cuánto daría porque los brazos de su padre la acunaran de nuevo! Tomó aire con fuerza intentando que las lágrimas no inundaran sus ojos, tenía mucho tiempo que no lloraba como para hacerlo justo ahora.

Se había puesto una pañoleta en el cabello, de color púrpura, con adornos en dorado, una blusa que le quedaba holgada y una falda que no dejaba ver ni siquiera sus zapatos, muchas veces había usado ropa menos grande, pero ahora todo era diferente, ella siempre lo había visto de esa forma, un maquillaje cargado dejando que sus ojos no expresaran el dolor que sentían y muchas pulseras de colores que pretendían dar vida a lo que no la tenía.

Sus pasos eran calmos, quizá hasta temblorosos, pero justo al llegar a su destino se afianzaron en la tierra como si supieran que ahí pertenecían, su delgado cuerpo había quedado cubierto por el tronco de un árbol y apenas si sus ojos se movían en busca de sus padres, algún indicio de que ahí estaban, pero parecía que no, su desesperación era mucha y sólo supo suspirar largamente, quizá se habían ido a otro campamento, pero no, justo en ese momento una mujer de cabellos castaños había salido de un carruaje vestido de alegría –Mamá…- murmuró con cierta melancolía mientras la observaba, era tan bella como la recordaba, aunque en sus ojos se veía una profunda tristeza, en el pecho le colgaba un dije, uno como el que ella llevaba, era el signo de la familia Madeline, no sabía porque nunca se lo había quitado, con eso cualquiera la pudo haber identificado con facilidad, pero como nunca se acercaba a nadie, era complicado.

Dio un paso para atrás cuando notó que la mujer comenzó a caminar en su dirección, bajó la mirada y comenzó a “rezar” entre dientes para que no la viera, ella sabía que se había arriesgado demasiado pero un grito de su nombre, hizo que la mujer volviera sus pasos hacia su carruaje, esa era la voz de su padre –Siempre salvándome la vida…- sonrió, como hacia tanto que no lo podía hacer que hasta ella misma se sorprendió, pero sabía que tenía que irse de ahí, en ese justo momento y no volverse dejar vencer por el sentimentalismo.

Pero algo la mantuvo estática, se escuchó algún movimiento en los matorrales y la carga de energía no era sólo de los gitanos que tenía alrededor, era "algo más" se asomó un poco por el matorral que tenía en frente y empezó a inspeccionar sin embargo no encontró nada, incluso pensó que estaba loca, pero no era así, de pronto un animal estaba delante de ella y simplemente se quedó quieta.

por **Florent Mothe** Lun Sep 09, 2013 1:19 pm

El Perro Siberiano, habiendo recorrido ya bastantes kilómetros con destino hacia el norte de París, el viento movía aquel pelaje, y los colores eran cada vez mas escasos, intentando buscar cualquier área verde en donde poder asentarse, más el perro corría y corría y no hallaba aquella paz tan anhelada en su interior, la respiración agitada, los aromas distintos a cada paso, sentía como si el camino estuviera cerrándose tras de él, como si quisese atraparlo. Entonces sus patas pisaron un suelo más blando, el perro miró y era hierba... "¡Al fin césped, césped verde y tierno!" - pensó y su hocico esbozó una sonrisa entredientes-

Comenzó a caminar sintiendo aromas de distintos tipos, entre ellos de comida humana cercana, ollas y fogatas a la luz del bello día, sintió como si lo llamasen. Eran aromas familiares, no familiares porque él les conocía, sino que hogareños y cómodos, tiernos. Escuchó las voces de aquellos particulares humanos con una lengua en particular, que no era la francesa, pero independiente de eso, el no podía entender casi nada. El aislamiento y vida en el bosque en solitario, había dejado en Florent marcas recientes, y muy obvias de no saber como relacionarse con los humanos. Más les conocía a pesar de la enorme distancia que había entre Florent y los seres humanos. Nunca pensó que algún día perdería el saber cómo comunicarse con la otra parte de su ser, pero simplemente era el animal salvaje que llevaba dentro quien podía expresarse con mucha más claridad.

Su paso se volvía cada vez más lento y más sigiloso al sentir aquellas voces tan fuertes mucho más cerca de por donde había llegado, se escondió entre los matorrales, podría divisar a lo lejos un grupo de humanos con ropas y movimientos físicos distintos, no como los de cualquier humano, veía niños jugando, mujeres trabajando, cocinando a groso calor del día. Las miradas que Florent divisó eran de esfuerzo, de trabajo y concentración, más los niños aún siendo tan libres en el lugar, ayudaban a los adultos. Esto era otra parte de París que Florent no conocía, por lo que comenzó a detenerse con atención a mirarles, en él había curiosidad y duda de donde provenían aquellos seres.

Sin duda él pensó inmediatamente en que la Madre Naturaleza siempre aguardaba secretos no revelados para él, y era por ésto, que a él le encanta adentrarse a buscar aquellos secretos, descubrirlos por si solo...
...Y éste era uno de esos, intentó moverse un poco para acomdarse entre los matorrales y tomar un leve descanso, más un grito grave de un hombre le despertó y levantó rápidamente la cabeza y le vio desde lo lejos...
En aquel momento Florent sintió la presencia de una humana cerca de a dónde él estaba y que al parecer tendría alguna conexión especial con el aquel recien llamado nombre.

Intentó alejarse y esconderse, más se quedó quieto al descubrir que ya era tarde para echarse a correr, y entonces vio a la mujer....
Era también una de esas humanas que estaban en la zona central del área, con vestimenta distinta a las que Florent suele ver normalmente, sus movimientos eran tan lentos y calmos que la reacción de Florent inmediatamente cambió de hostil y miedo, a neutral. Aún así dio algunos leves pasos hacia atrás tomando leve distancia de la humana y el siberiano se sentó alzando su nuca hacia arriba, y la miró con lo profundos ojos azules que lo caracterizaban.

por **Alexandra Madeline** Dom Sep 22, 2013 8:36 pm

Volteó de nuevo hacia donde estaban sus padres, los observó y se veían felices, su padre acunó a la mujer entre sus brazos y le dedicó un beso profundo, pero muy tierno, los ojos de Alex se volvieron a inundar en lágrimas, ella se acordaba cuando hacían aquello se les metía en medio y los separaba para que después le llenaran de besos y cosquillas, negó con la cabeza y se limpió las mejillas, aunque realmente no estaban húmedas, eran de aquellas ocasiones en las que sus sentimientos habían estado a flor de piel, era realmente horrible, tenía que decirlo, no le gustaba tener el pecho hecho un nudo, ya se había acostumbrado a ser fuerte, a sentirse rechazada, a rechazar a los demás, era tan sencillo vivir sola sin que no tuviera que dar explicaciones de nada, sin preocuparse de nada más que por ella misma, aunque a veces la soledad le ganaba, como en esa ocasión.

Los ruidos se hacían presentes en aquél lugar y no podía estar tranquila, se giró de nueva cuenta observando al fin a un perro que parecía temerle -No te voy a hacer nada, pero por tu culpa casi me cachan- era mentira, sólo había una culpable en todo aquello y esa era ella -¿Vives aquí? ¿Qué gitano te adoptó eh?- no se acercaba al animal, de algún modo le recordaba a ella misma cuando veía que alguien tan siquiera estiraba una mano en su dirección, Alex buscaba la forma de encogerse en sí misma con tal de ocultarse de todos, pero siempre le resultaba imposible, de cualquier forma no sometería a alguien a aquella tortura, ni aunque fuera un animal.

-Rose, linda, ¿Dónde estás?- se escuchó detrás de ella y la mujer casi se quería morir, se puso en cuclillas e hizo un gesto con el dedo índice sobre sus labios para que el perro no hiciera ningún ruido -Aquí, cariño, ya nos podemos ir- un par de risas y los pasos le indicaron que se habían ido, ella había reconocido aquella voz, todavía se encontraba en el campamento... Aquél hombre había sido su prometido -Bueno, es hora de irme- dijo y se comenzó a mover lentamente como si el corazón no se le hubiera resquebrajado en aquél momento -Si vives aquí, más te vale no decir que me viste... Si no...- giró la cara hacia él -Vente y pongámonos a salvo antes de que nos atrapen- siguió arrastrándose hasta que salió y logró estar un poco alejada del "peligro".

Se acomodó el cabello y las ropas esperando un poco de tiempo a ver si el perro había logrado entender algo o se quedaría, pero ella tenía que marcharse de ahí cuanto antes mejor.

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