Todo sea por la arquitectura. Parte II [V. Hedinson]

Me fije en su mirada, angustiado ante aquel momento en el que la verdad salía a flote, pues aprecié sus labios y el temblor en ellos, así como el dolor en sus ojos por sus últimas palabras comentadas…sin embargo, mientras contemplaba su imagen, grabando cada detalle de su mirar en lo más profundo de mi alma, escuche su susurro y casi sentí que me congelaba al sentir aquella entonación y aquella acción que ahora me mostraba. Y es que esa forma de recitar palabras…Esa forma de entonar y mirarme concentrada...Lo reconocí. Reconocí aquel gesto, pues lo había visto antes en May e incluso en Nani….
Ella era un bruja…

Sentí como mis pupilas se dilataban ante las palabras de aquel…hechizo. Sin embargo no hubo mucho tiempo de lamentaciones, pues de pronto empecé a sentirme entumecido, notando que todo parecía volverse borroso, sintiendo en mi cabeza como estuvieran adormeciéndose, confundiéndome…Pero entonces, mientras empezaba a perder el hilo de mis pensamientos aquella oleada fría de ensoñación me abandono. Cerrando los ojos un instante para sentir como aquel momento de aturdimiento se alejaba.

Abrí los ojos y centre la vista una vez más en ella. Quien ahora se agarraba a mí, como si intentara no caer por un abismo. Aquella fue la primera vez que le vi de ese modo. Tan frágil, tan expuesto…o debería decir expuesta a mí, hablándome con sinceridad quizás por primera vez desde que nos conociéramos. Sus cabellos alborotados caían por aquel semblante mientras las lágrimas se amontonaban en sus largas pestañas sin resignarse a caer. Me deshice de su agarre y me acuclille delante suyo, sosteniendo sus manos mientras bajaba la cabeza, negando.

Oh…Vika. No…
Él…
No crees que se sentiría triste al pensar…que su hermana, que su hermanita… Sonreí, al mirarle, sintiéndome enternecido ante aquellos enormes ojos.
¿No crees que él se sentiría triste al ver que has dejado tu vida de lado por él?...¿No crees, que el querría que tú fueras feliz y que le honrases buscando una vida más plena?...
Perdóname, no soy nadie para hablar de su memoria, pero…¿No crees que si Iver, que si él te salvo…Lo hizo porque te quería?
No deberías cargar con eso…

Comente sincero y quizás osado ante sus palabras y su mirada rota de dolor, acercando mi mano a su mejilla.

Cuando mi madre murió…culpe a mi padre de ello…
Jamás se lo dije, pero le culpé.
Le culpe porque él era mi héroe y porque como tal tenía que haberla salvado como fuera…
Sentí un nudo en la garganta pero lo aguante pese a que siguiera siendo difícil para mí hablar de ella. Sobre todo al ser aquel mismo día el aniversario de su muerte.
Me jure a mi mismo que no se lo perdonaría, pero con el tiempo entendí que no había sido su culpa, el no había tenido nada que ver con ello.
La gente a quien se ama muere, y hay que vivir con ello, honrar sus memorias y sobrevivir porque es lo que ellos habrían querido…Lo que yo mismo hubiese querido si hubiera muerto.
Trague saliva y extendí mis brazos hacia ella, rodeándole para darle calor a su piel fría, apretándole contra mí.
Yo respetare lo que tú quieras hacer y la forma en que quieras vivir, te he conocido pensando que eras un chico como yo…Pero no soy nadie para decirte que dejes de ser lo que desees…Me enamore de tu alegría, de tu buen humor, de tu risa e incluso de tus golpes. Comente riendo al recordar nuestra más que brusca forma de pasar el rato o jugar mientras perdíamos el tiempo en vez de hacer cosas productivas en el campus.
Es eso lo que a mí me importa, lo demás todo lo demás, la forma de vivir, el nombre…nada más es importante… Déjame que forme parte de tu vida, déjame compartir tu dolor, déjame hacerlo más llevadero y si quieres te llamaré Víctor hasta el fin de mis días…

Se me escapó una risa y se lo agradecí de veras, alzando el mentón para perderme en sus ojos dónde ahora podía ver reflejados mi tristeza. Aparté la vista y coloqué mi oído en su pecho, sosegándome al ritmo de sus latidos. Cerré los ojos mientras esbozaba una sonrisa, aun recordando su último comentario.
 
- Eso último sonó como una declaración, Zanahorio.- respondí, intentando recuperar el tono que me caracterizaba, esperando alejar la tristeza de mí. No quería su lástima ni su consuelo. Yo era fuerte, así me había forjado. Ya había decaído ante él y le había desvelado mi auténtica identidad, pero eso no significaba que ahora me pusiera una pomposa falda rosácea, me pintara los labios de carmín y fingiera ser quién no era.
 
Biél no lo comprendía y nunca lo comprendería. Yo era Iver. Lo que él vio en mí, era lo que realmente era yo. Nunca fingí ser quién no era. Simplemente, dejé que el alma errante de mi hermano guiara mis pasos, nada más. Mi corazón pertenecía a Iver y él era quién, desde la distancia, me recordaba quién era yo. Yo era él. Y él era yo. Una parte de mí murió con él. Una parte de él vivía conmigo. Y eso era irremediable.
 
Suspiré y después de un largo silencio en el que aprovechamos para acomodarnos contra la cama en una postura en la que Biél me abrazaba y mi cabeza permanecía contra su pecho, sentí su respiración más sosegada y pronto, entreví su dormir. Aproveché entonces para realizar un hechizo sencillo, susurrándoselo al oído. Al día siguiente, él despertaría pensando que todo lo acontecido aquella noche no había sido más que un sueño y todo volvería a ser como antes.
 
Yo era Iver. Y como tal, no podía permanecer junto a Biél. Era el precio a pagar.
 

Así que cuidadosamente, llevé al pelirrojo hasta su lecho y lo cubrí con la sábana, depositando sobre sus labios un efímero beso antes de refugiarme también bajo las mantas una vez me hube vestido mínimamente, acostándome de tal forma que le daba la espalda. El sueño tardó en venir a mí y los ronquidos de Biél no ayudaban en la causa, pero al menos, volvía a sonreír. ¿Qué nos depararía el día siguiente?

No…
No eres Iver.

Balbucee sin entender.

¿Huummm?

Entreabrí los ojos con más pereza de la que había sentido en ya mucho tiempo.
Me sentía como si me hubiera bebido un barril de cerveza y luego hubiera bailado y hecho la croqueta por toda la costa de Irlanda.
Lo cierto es que apenas abrí los ojos las imágenes de una noche en la que me sinceraba con Víctor vinieron a mi cabeza, abrumándome.
Le miraba de un modo que no debía, y deseaba su abrazo, su contacto. Y me angustiaba su dolor y deseaba con toda mi alma que me quisiera y enredarme con el…o mejor dicho con ella en una noche que no acabara nunca…

Fruncí los labios y mire de reojo a la cama de al lado, viendo simplemente el bulto que debía ser mi compañero. Pero en ese instante él se movió y yo enterré la cabeza dentro de las sabanas. Ni siquiera tenía que mirarme para saber que mi cara estaría del color de mis cabellos. Y es que… ¿Había tenido un sueño subidito de tono con Victor? Levante las sabanas y mire si todo estaba en orden ahí abajo. Todo estaba en orden y eso me hizo volver a respirar. Pero entonces arquee una ceja cuando rememore el ver su cuerpo desnudo que en el fondo no era el de un hombre sino el..
Espera. ¿Había tenido un sueño picanton con Vika, imaginando que era una mujer?
…
…
…
Por supuesto ¡Claro que si! ¿y que mas?
Absurdo, mas que absurdo. Si él era una mujer yo era Thor el dios del trueno.

Aunque no podía evitar pensarlo… El hecho de ver esa imagen con Vika y el sentir su simple abrazo era algo que me agradaba pensar.

Abri los ojos como platos y estire las manos hacia un lado, bruscamente.
¡Que no!
Pero al soltar semejante manotazo no considere que la cama en la que ahora estaba era de una plaza y no de dos como en mi casa. Por lo que mi mano dio con la mesa de noche, haciendo saltar la lámpara, que a su vez choco contra la pared desestabilizando el cuadro que se encontraba arriba mio, cayendo el marco sobre mi cabeza mientras yo para esquivarlo me giraba enredándome en las mismas sabanas, unas que me hicieron girar en la cama pequeña. Siendo el aparatoso ruido de mi caída una señal de un mas que bonito despertar y una forma sana y energica de levantarse de la cama.

Ya…Ya estoy despierto. Me dije en voz alta intentando animarme a mí mismo. Por lo que desenredándome de las sabanas me levante dolorido, cual viejo pocho y frotándome la cadera y la cabeza me conduje hacia la puerta. Asomando la cabeza hacia fuera, donde el servicio con los carros de los desayunos pasaba por fuera de la puerta de nuestro profesor.

Oh no se moleste. Nos ha indicado que hoy quería dormir y que no se le molestara. Tiene muy malos despertares susurre a la chica quien asintió con una sonrisa.
¿Podría traernos en una media hora dos tazones de café, algo de fruta y algunos pasteles de chocolate? La joven soltó una sonrisita y asintió. Yo parpadee y me adentre cerrando la puerta con suavidad. Pero entonces su mano impidió que cerrara y es que se acerco abriendo un poco la puerta, para acercarme dos cartas que deposito con cuidado sobre mi mano.

Los señores teneis correspondencia.

Oh, muchas gracias. Ehmm…En fin, tengo que… La chica asintió parpadeo repetidas veces y dio media vuelta soltando una risilla mientas yo cerraba.
¿Estaba flirteando conmigo? Lo cierto es que no lo queria saberlo, asi que me conduje al baño para darme una buena ducha, no sin antes coger mi almohada y lanzársela a la cabeza a Vika con toda la poca sutileza del mundo.

Despierta cabezón, No quiero desayunar solo y tienes carta.

Deje la que le habían traido a él sobre su mesita de noche y yo me adentre con la mia al baño. Cerrando mi puerta.

Cariño, tengo malas noticias, pero por Dios, sigue leyendo antes de romper la carta y prenderle fuego como sueles hacer. ¡Es importante!
Bien, ahora, estate atenta, cielo. Sé que no te va a gustar esto, pero tienes que regresar a casa en cuanto te llegue esta nota. Tu padre se ha enterado de tu viaje y está furioso. Ha solicitado una plaza en un barco para ir a buscarte y llegará el viernes a primera hora de la tarde.
Intenté retenerle, de veras, pero ya le conoces, Vika...
Lo siento muchísimo, cariño. Ve con cuidado.
Te quiero,
 
Mamá.
 
Arrugué la carta entre mis manos tras leerla por séptima vez consecutiva. ¡No podía creerlo! Maldición...
 
Miré la hora del reloj que colgaba en uno de los muros de la habitación y un nudo subió hasta mi garganta y me robó el aliento por unos segundos. ¡Las dos de la tarde! Papá llegaría quizás en menos de dos horas y entonces, no tendría opción, tendría que regresar a casa y sufrir la humillación que eso supondría tanto para mi candidatura en el concurso como para Biél, el profesor y por supuesto, para mí misma. Pero no toleraría que hundiera mi carrera, por mucho que mamá me suplicara obedecerle.
 
Así que salté de la cama a trompicones, intentando deshacerme de las sábanas que se habían enredado en mi tobillo izquierdo y que desenredé a la pata coja después de chocar contra todo el mobiliario existente de la sala. Magullada, me desvestí a toda prisa, alegre de que Biél estuviera en el baño y no tener que inventar excusa alguna para cambiarme de roba a escondidas suyas. Me enfundé un jersey de lana, pues fuera haría un frío tremendo, unos pantalones de lino bien sujetos por dos tirantes elásticos que impedirían su caída, me calcé unos zapatos blancos a conjunto con el jersey y dispuse sobre mis hombros un abrigo azabache, del mismo color de mis pantalones. Sobre mis alborotados cabellos rubios coloqué mi sombrero y entonces, piqué la puerta del baño con mis nudillos, gritando a pleno pulmón el nombre de mi compañero.
 
- ¡Deja de intentar afeitarte, eres imberbe!- bromeé entre carcajadas.- ¡Vamos, Biél, tenemos que irnos! - añadí, buscando sobre la mesa del escritorio alguna excusa válida para arrancarle aquella mañana de nuestro dormitorio compartido, localizando unos folletos turísticos.- ¡Nos espera la gran ciudad, el turismo, los monumentos! ¡Vamos, date prisa o me iré sin ti!- insistí, dejándome caer sobre una butaca mientras le esperaba, rugiéndome las entrañas.
 
Suspiré, y decidí tomar una manzana que una sirvienta había traído entre varias bandejas de comida poco después de desaparcer Biel por la puerta del baño, la misma que ahora se abría y por la que aparecía prácticamente desnudo, solamente cubierto por una toalla anudada a su cintura. Los colores subieron a mi rostro y desvié la mirada al instante, entretenida en los mordiscos a la manzana.
 
- Te esperaré abajo, en recepción. No tardes.- indiqué en un susurro apenas audible, alzándome de la butaca y abriendo ya la puerta de la habitación, tropezándome entonces con la figura imponente de un robusto rubio que se dirigía directamente hacia mí.
 

Cerré la puerta de golpe y pasé el pestillo con el corazón palpitando a la altura de mi garganta. Una gota de frío sudor resbaló por mi espalda y me estremecí. Biél me miró entonces alzando una ceja y yo... bueno, me quedé sin opciones, así que corrí hacia él y tomé sus manos en el preciso instante en el que el nudo de su toalla se deshacía y ésta caía a sus pies mientras yo conjuraba un hechizo de teletransportación para evitar así que mi padre me diera caza. Justo antes de desaparecer de allí, la puerta se abrió y sus ojos me fulminaron, sabiendo en aquél instante, que no descansaría hasta llevarme a casa aunque fuera arrastrándome de la oreja.

¡No soy emberbeeee soy pelirrojo que es peor! Grite sin saber si Vika me escucharía a través de gruesa puerta, y es que si. ¡Era cierto! Tenía poca barba propiamente dicha y encima con mi tono de pelo entre castaño claro y pelirrojo... Poco podía hacer al respecto la verdad. Me tendría q conformar con tener cara de crio unos cuantos años más. Qué remedio.

Abrí la puerta del baño después de enrollarme la toalla q la cintura. El pelo aun me goteaba pese a habérmelo secado un tanto, pensaba en buscar algo de ropa en la habitación y vestirme ahí mismo. Después de todo era Vika, era mi mejor amigo, ¿para qué tener tantos reparos en vestirme delante de él? Había confianza.
Pero ni me pude vestir ni pude hacer mucho...el destino tenía otros planes para mí. Un gran estruendo proveniente de la puerta rompió la calma.

¿Que demonios? Alguien dio una patada a nuestra puerta sin darme tiempo a entender lo que pasaba. ¿Pero que...? Victor me agarro de las manos y todo empezó a dar vueltas hasta que la habitación desapareció siendo el rostro furioso del padre de Víctor lo último que vi claramente antes de que rodáramos y rodáramos y rodáramos cayendo encima de lo que me pareció un armario -que destrozamos- hasta aterrizar en el frio y marmóreo suelo.

Creo que jamás en mi vida me había confundido y mareado tanto como en aquella ocasión ¿Qué demonios acababa de pasar? En un momento estabamos en la habitación y al siguiente...

¡¡¡Oh dios mio!!! ¡Un hombre desnudo!
¡Y está abusando de ese pobre chico! ¡Que alguien llame a la policía!

Alce la cabeza pesadamente y entonces...

Aaaaaaaaaaaah
Aaaaagh
Aaaaaaaaaah!

Abrí los ojos completamente y entonces me di cuenta de que mi cabeza se hallaba ahora reposando cómodamente sobre la entrepierna de Victor. Alce la cabeza y mire a Vika, quien pese a estar también desparramado y abierto de piernas y brazos me miraba con los ojos muy abiertos, subiendo un vistoso rubor por sus blancas mejillas en menos de un segundo. Hice ademan de levantarme pero entonces el alboroto comenzó y las mujeres comenzaron a correr gritando escandalizadas. Estábamos en uno de los vestuario femeninos del hotel y al parecer aquellas eran las mujeres recien salidas de su clase de natación . ¿Quién me iba a decir a mí, que aquella tranquila mañana, yo iba a terminar en un vestuario solamente acompañado de mi talento como vestidura?

Mire con una mezcla de furia, tensión y miedo a Víctor al comprender que ambos nos habíamos trasladado de habitación, ya que sabía lo que eso significaba. ¡Victor me habia mentido! ¡Era un brujo, UN BRUJO! Igual que en el sueño que habia tenido la noche anterior con él…solo que en ese sueño el además de esos poderes tenia atributos femeninos y yo unas ganas locas de apoderarme de esas formas de su anatomia. Pero eso…Eso era otra historia que pensaba contar al psiquiatra cuando volviera a Paris.

¿¿¿¡¡Oh Vika pero que...QUE DEMONIOS...!!??? Iba a levantarme a preguntar que había pasado pues quería que me lo explicara. Pero entonces caí en que sentí el frio del mismo suelo... Frio... Demasiado frio en ciertas partes que no suelen ser precisamente frías.

Arquee una ceja…

¡Aaaaaaah no te muevas no te muevas! Implore a vika mientras me arrastraba por encima de su cuerpo agarrándola de los mismos brazos para girarme rápidamente con él, dejándole encima.
¡POR DIOS! NO TE MUEVAS ESTOY DESNUDO. Le indique un tanto fuera de mis casillas mientras le sujetaba por los brazos ante sus ojos desorbitados.
Esa era la ventaja de mi buen amigo. Entre que era más bajito y mucho mas delgado que yo, podía superarle en fuerza pudiendo agarrarle como si nada para ponerle encima de mí. Las mujeres seguían chillando y saliendo a toda prisa atropellándose entre ellas mientras algunas nos miraban señalándonos escandalizadas. Mientras que yo, aun sujetaba a quien me había metido en semejante asunto, por el que muy seguramente acabaríamos en la cárcel.
Y es que había muchas cosas que quería indicar y preguntar. Pero solo una, la que de algún modo se situó encima de las demás preguntas, salió de mi boca.

Tu padre…Tu padre esta buscándote, ha venido a por ti ¿verdad? Indique jadeante, preocupado y ahora empapado en un sudor frio, intentando no pensar en que estaba desnudo, en que miraban muchas mujeres y en que tenia a mi mejor amigo encima mío, rozándose contra mi piel desnuda.