AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Die Nacht (Libre)
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Die Nacht (Libre)
*Estaba lista, la noche había llegado y su cálida brisa me invitaba a salir, todos los integrantes de la casa estaban ocupados o no estaban.
Tome del armario un bello vestido gótico negro… un corsé delicado y sencillo, pero cumplía muy bien su función para acentuar mis curvas y atributos, la falda larga y acampanada se zarandeaba levemente con mi andar, la tela de terciopelo le terminaba de dar su toque final, algunos vintage rojos perdidos en la falda, mitones de encaje de igual color con una delicada perla roja y por ultimo antes de marcharme mi capa negra con capucha, me agradaba ocultar casi la totalidad de mi rostro bajo ella.
El coche me esperaba en la puerta, sonreí y delicadamente me subí a él, adoraba la brisa cálida mezclada con el olor a próximas lluvias, me quite la capucha y observe él camino con mirada somnolienta.
El centro, que precioso lugar, rodeado de bellos monumentos y paseos, familias riendo libremente y como no, aquellos bellos enamorados que no dejaban de darle ese toque dulce y poético a estas encantadoras calles.
Pedí al cochero que me dejara junto a la plaza, de allí podía ver desde una gran panorámica, sonreí y comencé a andar, la noche era joven y aquello me satisfacía.
Me senté en un banco para observar el paisaje, había perdido la cuenta de cuándo fue la última vez que recorrí aquel lugar.
Los recuerdos me invadieron, opacando mi visión y mí consiente, a lo lejos, un violín mecía la noche, cerré los ojos lentamente para perderme en aquella melodía… Me veía corriendo junto a mi hermana tan felices y llenas de esperanzas, después a mi encantador pueblerino que era mi propulsor a cometer travesuras, la guardia del reí cuando se percataban de mi huida, sonreí como si estuviera viendo una película, y lentamente abrí los ojos, expulse un largo y penoso suspiro para luego ponerme de pie.
Una exposición de cuadros en un museo era el centro de más atracción del lugar, me acerque y aceptando la invitación de la recepción abone lo necesario para ingresar, recorrí aquellas paredes lentamente, observando y estudiando cada cuadro, perdí la noción de cuánto tiempo lleve allí, para entonces cuando salí ya las calles se encontraban más vacías y fría, pero igual el violín seguía sonando, no me dispuse a corroborar de donde venía, ya que era mágica su compañía.
Sin motivo alguno me eche a andar, observando el paisaje al hacerlo, ya la mayoría de los comercios estaban cerrados y cuanto más me alejaba de la zona principal, más lúgubre y desolado estaba todo.
Pero me agradaba, el silencio, la brisa, la luna oculta de a momentos por las grises nubes hacia aún más misterioso el paisaje.
Todo mi cuerpo y rostro cubierto por aquella capa me transmitía seguridad, ya que después de la huida, nunca más pude rondar tranquila.
Pero claro de tanto andar mis piernas comenzaron a cansarse, y para mi alivio en la calle a la cual doble se encontraba algunos pilares esporádicos que podían servir de asiento, aliviada me detuve allí.
Me asegure de que mi espalda este cubierta, en este caso por un muro y desde mi frente podía ver claramente las dos esquinas, pero no sentía ningún temor y… Mientras uní mis palmas entre mis rodillas y eleve la vista al cielo tararee una suave melodía*
Tome del armario un bello vestido gótico negro… un corsé delicado y sencillo, pero cumplía muy bien su función para acentuar mis curvas y atributos, la falda larga y acampanada se zarandeaba levemente con mi andar, la tela de terciopelo le terminaba de dar su toque final, algunos vintage rojos perdidos en la falda, mitones de encaje de igual color con una delicada perla roja y por ultimo antes de marcharme mi capa negra con capucha, me agradaba ocultar casi la totalidad de mi rostro bajo ella.
El coche me esperaba en la puerta, sonreí y delicadamente me subí a él, adoraba la brisa cálida mezclada con el olor a próximas lluvias, me quite la capucha y observe él camino con mirada somnolienta.
El centro, que precioso lugar, rodeado de bellos monumentos y paseos, familias riendo libremente y como no, aquellos bellos enamorados que no dejaban de darle ese toque dulce y poético a estas encantadoras calles.
Pedí al cochero que me dejara junto a la plaza, de allí podía ver desde una gran panorámica, sonreí y comencé a andar, la noche era joven y aquello me satisfacía.
Me senté en un banco para observar el paisaje, había perdido la cuenta de cuándo fue la última vez que recorrí aquel lugar.
Los recuerdos me invadieron, opacando mi visión y mí consiente, a lo lejos, un violín mecía la noche, cerré los ojos lentamente para perderme en aquella melodía… Me veía corriendo junto a mi hermana tan felices y llenas de esperanzas, después a mi encantador pueblerino que era mi propulsor a cometer travesuras, la guardia del reí cuando se percataban de mi huida, sonreí como si estuviera viendo una película, y lentamente abrí los ojos, expulse un largo y penoso suspiro para luego ponerme de pie.
Una exposición de cuadros en un museo era el centro de más atracción del lugar, me acerque y aceptando la invitación de la recepción abone lo necesario para ingresar, recorrí aquellas paredes lentamente, observando y estudiando cada cuadro, perdí la noción de cuánto tiempo lleve allí, para entonces cuando salí ya las calles se encontraban más vacías y fría, pero igual el violín seguía sonando, no me dispuse a corroborar de donde venía, ya que era mágica su compañía.
Sin motivo alguno me eche a andar, observando el paisaje al hacerlo, ya la mayoría de los comercios estaban cerrados y cuanto más me alejaba de la zona principal, más lúgubre y desolado estaba todo.
Pero me agradaba, el silencio, la brisa, la luna oculta de a momentos por las grises nubes hacia aún más misterioso el paisaje.
Todo mi cuerpo y rostro cubierto por aquella capa me transmitía seguridad, ya que después de la huida, nunca más pude rondar tranquila.
Pero claro de tanto andar mis piernas comenzaron a cansarse, y para mi alivio en la calle a la cual doble se encontraba algunos pilares esporádicos que podían servir de asiento, aliviada me detuve allí.
Me asegure de que mi espalda este cubierta, en este caso por un muro y desde mi frente podía ver claramente las dos esquinas, pero no sentía ningún temor y… Mientras uní mis palmas entre mis rodillas y eleve la vista al cielo tararee una suave melodía*
Gwen Leclercq- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/06/2013
Localización : Paris, Francia
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Re: Die Nacht (Libre)
En otrora aprendí a tocar varios instrumentos de cuerda, pero si favorito siempre fue el arpa. Mi padre me exhibía ante sus amigos y mis futuros pretendientes tocando aquel instrumento. Lo recuerdo tan bien, era horrible. Yo no era un animal de circo para ser mostrada de aquella forma, tampoco era un payaso para entretener a aquellas detestables personas. Solo recordarlo me ponía de mal genio. Aun así, el arpa siempre había sido mi amiga en mis noches de amargura encerrada en aquel castillo, su dulce melodía me abstraía de la aburrida realidad. Las sonatas me transportaban a lugares lejanos, maravillosos que solo podía ver en mis libros. El arpa tenía una gran limitante, no la podía usar en todos lados. Por esta razón, me propuse a retomar el violín en esta vida, total tenía mucho tiempo.
Esta noche me sentía alegre y hasta dispuesta a probar una teoría ¿Será que la música de este instrumento podría atraer algo interesante esta noche? Pues no lo sabría hasta intentarlo. Me atavié con un glamoroso vestido rojo como la sangre. Poseía un cuello alto y mangas largas, claro que aquellas partes estaban cubiertas por una tela vaporosa que dejaba ver mi piel. A partir de del pecho hacía abajo, el vestido venía con una tela mas oscura y ceñida al cuerpo. Era bastante cómodo y a la vez elegante, eso me agradaba, además, poseían ciertos adornos dorados bordados en la falda que hacían resaltar el color de mi cabello. Mis accesorios eran delicados, para que de esa forma no se viera recargado mi atuendo. Eso sí, todos eran de doro puro dignos de una Condesa como era yo.
Como era costumbre las calles de París estaban abarrotadas de gente. Me dispuse a observar a las personas desde el tejado de un edificio, miré a la fiel luna que siempre me acompañaba, sonreí y saqué mi violín. Tratando de recordar lo que había aprendido de él me puse a tocar. Al sostener el instrumento entre mis manos lo primero que vino a mi mente fue un réquiem. Una canción para rendirle homenaje a los muertos, después de todo yo estaba muerta y muchos en aquella plaza también.
Poco a poco la bulla de las personas se fue disipando en el viento y la melodía cobró más fuerza aun. Ya era tarde para los mortales, pero aun temprano para las criaturas de la noche. Al terminar de tocar me arreglé el cabello, ya era hora de bajar de aquel lugar. Con la elegancia de un gato me levanté y salté del aquel techo, para así caer con mucha gracia en el suelo.
Caminé por las desoladas calles, era increíble como el lugar había cambiando tan rápido y a la vez tan lento, pues el tiempo no era lo mismo para mí que para ellos. Inmersa en mis pensamientos pude escuchar una melodía que parecía venir de alguna de las calles, solo por curiosidad la seguí y solo por diversión toqué el violín al ritmo de la canción.
Esta noche me sentía alegre y hasta dispuesta a probar una teoría ¿Será que la música de este instrumento podría atraer algo interesante esta noche? Pues no lo sabría hasta intentarlo. Me atavié con un glamoroso vestido rojo como la sangre. Poseía un cuello alto y mangas largas, claro que aquellas partes estaban cubiertas por una tela vaporosa que dejaba ver mi piel. A partir de del pecho hacía abajo, el vestido venía con una tela mas oscura y ceñida al cuerpo. Era bastante cómodo y a la vez elegante, eso me agradaba, además, poseían ciertos adornos dorados bordados en la falda que hacían resaltar el color de mi cabello. Mis accesorios eran delicados, para que de esa forma no se viera recargado mi atuendo. Eso sí, todos eran de doro puro dignos de una Condesa como era yo.
Como era costumbre las calles de París estaban abarrotadas de gente. Me dispuse a observar a las personas desde el tejado de un edificio, miré a la fiel luna que siempre me acompañaba, sonreí y saqué mi violín. Tratando de recordar lo que había aprendido de él me puse a tocar. Al sostener el instrumento entre mis manos lo primero que vino a mi mente fue un réquiem. Una canción para rendirle homenaje a los muertos, después de todo yo estaba muerta y muchos en aquella plaza también.
Poco a poco la bulla de las personas se fue disipando en el viento y la melodía cobró más fuerza aun. Ya era tarde para los mortales, pero aun temprano para las criaturas de la noche. Al terminar de tocar me arreglé el cabello, ya era hora de bajar de aquel lugar. Con la elegancia de un gato me levanté y salté del aquel techo, para así caer con mucha gracia en el suelo.
Caminé por las desoladas calles, era increíble como el lugar había cambiando tan rápido y a la vez tan lento, pues el tiempo no era lo mismo para mí que para ellos. Inmersa en mis pensamientos pude escuchar una melodía que parecía venir de alguna de las calles, solo por curiosidad la seguí y solo por diversión toqué el violín al ritmo de la canción.
Cassandra Albrioni- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 272
Fecha de inscripción : 13/03/2011
Re: Die Nacht (Libre)
*La vibra del violín acompaño mi melodía, se oía retumbar desde todas las esquinas así que me erguí siguiéndolo pero trataba de ubicar de donde podría venir, espese a tener una extraña sensación, de esas que te dice… ¡Corre!
Pero como era testadura no lo iba a hacer, corte mi tarareo y me puse de pie, tensa o eso trataba mientras empecé a tener un leve temblequeo por los nervios.
Salí de aquel escalón y mientras tenía mi espalda contra la pared, comencé a caminar lentamente tratando de encontrar la raíz de la melodía.
Todo estaba muy lúgubre cosa que me hacía aún más difícil mi búsqueda, suspire y tomando coraje me entre a andar otra vez por medio de aquellas calles, pero parecía cada vez más, que me metía en la boca del lobo.
Me detuve en seco, cuando cruce una calle y mire a ambos lados, me había parecido ver una sombra, fruncí el ceño moviendo hacia atrás a medias mi cabeza, la melodía seso, abrí grande los ojos y volviendo mi vista al frente empecé a caminar con un ritmo más veloz, el taco de mi bota rompía aquel silencio ahora, así que para no delatar mi posición me las quite y empecé a andar descalza, con ellas en mi mano, mi respiración empezó a agitarse y mi corazón latir desbocado, odiaba tener extrañas sensaciones, porque sabía que no me equivocaba cuando eso me pasaba.
Trague saliva y seguí caminando deprisa*
Pero como era testadura no lo iba a hacer, corte mi tarareo y me puse de pie, tensa o eso trataba mientras empecé a tener un leve temblequeo por los nervios.
Salí de aquel escalón y mientras tenía mi espalda contra la pared, comencé a caminar lentamente tratando de encontrar la raíz de la melodía.
Todo estaba muy lúgubre cosa que me hacía aún más difícil mi búsqueda, suspire y tomando coraje me entre a andar otra vez por medio de aquellas calles, pero parecía cada vez más, que me metía en la boca del lobo.
Me detuve en seco, cuando cruce una calle y mire a ambos lados, me había parecido ver una sombra, fruncí el ceño moviendo hacia atrás a medias mi cabeza, la melodía seso, abrí grande los ojos y volviendo mi vista al frente empecé a caminar con un ritmo más veloz, el taco de mi bota rompía aquel silencio ahora, así que para no delatar mi posición me las quite y empecé a andar descalza, con ellas en mi mano, mi respiración empezó a agitarse y mi corazón latir desbocado, odiaba tener extrañas sensaciones, porque sabía que no me equivocaba cuando eso me pasaba.
Trague saliva y seguí caminando deprisa*
Gwen Leclercq- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/06/2013
Localización : Paris, Francia
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Re: Die Nacht (Libre)
Alguien me dijo alguna vez que no hay mejor momento para un vampiro que él viene después de cazar, que con la saciedad llega el color a la piel y el humor a la mente… Pues os puedo asegurar que no se ha equivocado en lo más mínimo, verán, les explico:
Tan pronto el sol se escondió en el horizonte, dejando esa bella penumbra en la que los mortales ven “sombras” y la ficción se mezcla con la realidad, salí de mi casa... la “Mansión Speranza Nera”, caminando sola, con un faldón verde musgo (Realmente sin volado, pues me rehusaba a los polisones) a juego con una ajustada blusa de algodón que se ceñía a mis hombros, con un apretado corsé negro y calzado negro… y una sencilla capa negra (es más fácil pasar desapercibido en ese color).
Cubrí mi rostro con la capucha de la capa y mis manos con guantes de seda negra… ellos, y la penumbra era mi disfraz de humana para ese anochecer… bajé de la colina donde la clase alta construía sus mansiones perdiéndome en la multitud de personas que hacían lo mismo que yo, caminando a operas o teatros, a exposiciones y museos, junto a mi pasaban hermosos carruajes y cabriolés con mujeres ostentosamente arregladas…
Si algo aprendí de “él” fue que nunca cazara ni en mis aposentos, ni cerca de ellos… es mejor ver morir allí, que ser parte de eso… nunca le entendí a él sobre eso, así como no le entendía sobre muchas otras cosas… pero esto lo había aplicado yo porque resultaba más sencillo hacer mi cacería lejos de casa… no suspicacias innecesarias de los vecinos…
Así que salí al sur de la ciudad a cazar, cruzándola por todo su largo como una sombra que se mueve sin si quiera ser vista… me detuve un segundo en la corte de los milagros… donde comenzaba a despertar la atracción de la noche y los lisiados e inválidos bailaban y cantaban con un aire que me recordaba a los gitanos… vagamente desde luego… y me sentí tentada por ellos, más esa noche yo deseaba un verdadero festín…
Encontré más al sur a un marinero que, arribando a la ciudad se quedaba en los hostales de mala muerte que en esa zona había… moreno, alto y fornido… no me atrevería a decir que fuese guapo… no me detuve a pensarlo… dejé que me viera indefensa y sola… y pronto me seguía por un callejón oscuro, para “abordarme” y tratar de llevarme a su habitación…
Caminé despacio, para que él se acercara, y lo hizo (tan predecible) –Buenas noches madmoiselle, ¿Qué hace una mujer tan bella como usted sola en un lugar como este?- ni siquiera me había visto al rostro, ¿Cómo podía saber si era bella o no? Solo eso bastó para que él fuera el indicado.
Le miré y sonreí… estiré gentilmente mi mano y el la tomó, solo para llevarme hasta él y tratar de poner su otra mano sobre mi derriere… le dije con parsimonia –Signore… no es correcto lo que hace…- y con facilidad retiré su mano de mi cuerpo, como si la fuerza de él fuera nula… -Sabéis, así no se trata las damas…- dicho esto, me abalance sobre él aferrando mis colmillos a su carótida, llenando mi boca de sangre, litro tras litro… sintiendo ese frenesí que da la sincronía del latir de ambos corazones, hasta que el suyo comenzó a bajar en intensidad y frecuencia… su muerte estaba cerca… le dejé y cayó al suelo cual marioneta… yo me limpié la boca y oculté la evidencia (pero no creáis que cargué su cuerpo por medio Paris…) me mordí el dedo índice de la mano derecha que irremediablemente comenzó a sangrar y lo pasé por las heridas que había dejado en el cuello del marinero… a los pocos segundos cicatrizaron y desaparecieron las heridas… nadie me lo podría atribuir a mí, ni a ninguno como yo… le di la espalda y caminé de regreso al centro de la ciudad…
Y escuche una melodía de un violín… no me costó divisar de donde venia y mucho menos notar el blanco mortecino de su portadora, una hermosa vampiresa de cabello rubio que tocaba magistralmente aquel instrumento… y me mantuve estática para escucharle mientras veía a los humanos ir y venir con su normal prisa, dejando poco a poco desiertas las calles Parisinas…
Se cerraron los teatros y exposiciones, y nos quedamos solas ella y yo… dos completas desconocidas… y alguien más… alguien que tarareaba una melodía distinta… y que a ambas nos capto el interés… yo permanecí inmóvil porque la vampiresa del tejado bajo de él de un solo salto… mirando en la dirección en la que provenía aquella melodía… y de pronto, comenzó a acompañarla con su propio violín… divertidamente…
Observé el camino que tomo ella y yo… seguí una calle más abajo… la portadora de aquella melodía tarareada se encontraba entre esas dos calles… guiándome por sus aromas y levísimos sonidos… jugando con las sombras… esperando a ver que quería la rubia con aquella mortal, si era su cena la dejaría en paz… de lo contrario… no se que podría pasar…
Tan pronto el sol se escondió en el horizonte, dejando esa bella penumbra en la que los mortales ven “sombras” y la ficción se mezcla con la realidad, salí de mi casa... la “Mansión Speranza Nera”, caminando sola, con un faldón verde musgo (Realmente sin volado, pues me rehusaba a los polisones) a juego con una ajustada blusa de algodón que se ceñía a mis hombros, con un apretado corsé negro y calzado negro… y una sencilla capa negra (es más fácil pasar desapercibido en ese color).
Cubrí mi rostro con la capucha de la capa y mis manos con guantes de seda negra… ellos, y la penumbra era mi disfraz de humana para ese anochecer… bajé de la colina donde la clase alta construía sus mansiones perdiéndome en la multitud de personas que hacían lo mismo que yo, caminando a operas o teatros, a exposiciones y museos, junto a mi pasaban hermosos carruajes y cabriolés con mujeres ostentosamente arregladas…
Si algo aprendí de “él” fue que nunca cazara ni en mis aposentos, ni cerca de ellos… es mejor ver morir allí, que ser parte de eso… nunca le entendí a él sobre eso, así como no le entendía sobre muchas otras cosas… pero esto lo había aplicado yo porque resultaba más sencillo hacer mi cacería lejos de casa… no suspicacias innecesarias de los vecinos…
Así que salí al sur de la ciudad a cazar, cruzándola por todo su largo como una sombra que se mueve sin si quiera ser vista… me detuve un segundo en la corte de los milagros… donde comenzaba a despertar la atracción de la noche y los lisiados e inválidos bailaban y cantaban con un aire que me recordaba a los gitanos… vagamente desde luego… y me sentí tentada por ellos, más esa noche yo deseaba un verdadero festín…
Encontré más al sur a un marinero que, arribando a la ciudad se quedaba en los hostales de mala muerte que en esa zona había… moreno, alto y fornido… no me atrevería a decir que fuese guapo… no me detuve a pensarlo… dejé que me viera indefensa y sola… y pronto me seguía por un callejón oscuro, para “abordarme” y tratar de llevarme a su habitación…
Caminé despacio, para que él se acercara, y lo hizo (tan predecible) –Buenas noches madmoiselle, ¿Qué hace una mujer tan bella como usted sola en un lugar como este?- ni siquiera me había visto al rostro, ¿Cómo podía saber si era bella o no? Solo eso bastó para que él fuera el indicado.
Le miré y sonreí… estiré gentilmente mi mano y el la tomó, solo para llevarme hasta él y tratar de poner su otra mano sobre mi derriere… le dije con parsimonia –Signore… no es correcto lo que hace…- y con facilidad retiré su mano de mi cuerpo, como si la fuerza de él fuera nula… -Sabéis, así no se trata las damas…- dicho esto, me abalance sobre él aferrando mis colmillos a su carótida, llenando mi boca de sangre, litro tras litro… sintiendo ese frenesí que da la sincronía del latir de ambos corazones, hasta que el suyo comenzó a bajar en intensidad y frecuencia… su muerte estaba cerca… le dejé y cayó al suelo cual marioneta… yo me limpié la boca y oculté la evidencia (pero no creáis que cargué su cuerpo por medio Paris…) me mordí el dedo índice de la mano derecha que irremediablemente comenzó a sangrar y lo pasé por las heridas que había dejado en el cuello del marinero… a los pocos segundos cicatrizaron y desaparecieron las heridas… nadie me lo podría atribuir a mí, ni a ninguno como yo… le di la espalda y caminé de regreso al centro de la ciudad…
Y escuche una melodía de un violín… no me costó divisar de donde venia y mucho menos notar el blanco mortecino de su portadora, una hermosa vampiresa de cabello rubio que tocaba magistralmente aquel instrumento… y me mantuve estática para escucharle mientras veía a los humanos ir y venir con su normal prisa, dejando poco a poco desiertas las calles Parisinas…
Se cerraron los teatros y exposiciones, y nos quedamos solas ella y yo… dos completas desconocidas… y alguien más… alguien que tarareaba una melodía distinta… y que a ambas nos capto el interés… yo permanecí inmóvil porque la vampiresa del tejado bajo de él de un solo salto… mirando en la dirección en la que provenía aquella melodía… y de pronto, comenzó a acompañarla con su propio violín… divertidamente…
Observé el camino que tomo ella y yo… seguí una calle más abajo… la portadora de aquella melodía tarareada se encontraba entre esas dos calles… guiándome por sus aromas y levísimos sonidos… jugando con las sombras… esperando a ver que quería la rubia con aquella mortal, si era su cena la dejaría en paz… de lo contrario… no se que podría pasar…
Pandora*- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 108
Fecha de inscripción : 25/05/2013
Re: Die Nacht (Libre)
La persona que tarareaba dejó de hacerlo. Entonces me di cuenta de que otro inmortal me seguía. Sonreí muy divertida, después de todo esta noche no sería tan aburrida. Ya no soportaba otros de esos encuentros para hablar sobre la vida y la muerte. La tensión estaba en el ambiente, entonces ¿por qué no darle más emoción?
Cerré los ojos y escuché como los tacones de una mujer mortal pegaban contra el suelo, luego podía escuchar sus pies. Corría y entre las sombras el viento se agitaba cuando el otro vampiro se escabullía. Un corazón humano latía con furia contra un cálido pecho ¿qué pensaría el inmortal? ¿Estaría de caza? Pero entonces ¿por qué seguirme? Las preguntas que se formulaban en mi mente hacían que imaginara futuros excitantes sobre lo que sucedería.
Faltaba muy poco para que el mortal llegara a mí, por lo que me quedé en mi lugar y susurré casi de forma inaudible: -Ven a mí- Mi voz se perdía en el sutil viento y sabía que llegaría a los oídos del vampiro, que se hallaba en los alrededores.
Mientras esperaba la divina aparición de ambos seres, decidí tocar una vez más. Esta vez haría la música más emocionante. Puse la base del violín en le hombro e incliné ligeramente mi cabeza, agarré el arco del instrumento y dejé que este se deslizara suave y hábilmente sobre las cuerdas. Seguía la bella melodía del corazón humano, la chica corría y su órgano cantaba para mí. Más rápido, mucho más, era exquisito.
Tal vez fue la emoción que me hizo introducirme en los pensamientos de la mujer y susurrar con voz seductora, algo similar a lo que le había dicho al vampiro. – Acércate, sigue corriendo. Te estoy esperando-. Por supuesto, desde que percibí la presencia del otro vampiro había cerrado mis pensamientos a éste.
Aún no sabía que sucedería con estos dos seres, no había planeado nada, pero sí sabía que deseaba diversión. Creo que mi teoría muy pronto finalizaría y se comprobaría. La música atraía cosas interesantes para una vampira como yo.
Cerré los ojos y escuché como los tacones de una mujer mortal pegaban contra el suelo, luego podía escuchar sus pies. Corría y entre las sombras el viento se agitaba cuando el otro vampiro se escabullía. Un corazón humano latía con furia contra un cálido pecho ¿qué pensaría el inmortal? ¿Estaría de caza? Pero entonces ¿por qué seguirme? Las preguntas que se formulaban en mi mente hacían que imaginara futuros excitantes sobre lo que sucedería.
Faltaba muy poco para que el mortal llegara a mí, por lo que me quedé en mi lugar y susurré casi de forma inaudible: -Ven a mí- Mi voz se perdía en el sutil viento y sabía que llegaría a los oídos del vampiro, que se hallaba en los alrededores.
Mientras esperaba la divina aparición de ambos seres, decidí tocar una vez más. Esta vez haría la música más emocionante. Puse la base del violín en le hombro e incliné ligeramente mi cabeza, agarré el arco del instrumento y dejé que este se deslizara suave y hábilmente sobre las cuerdas. Seguía la bella melodía del corazón humano, la chica corría y su órgano cantaba para mí. Más rápido, mucho más, era exquisito.
Tal vez fue la emoción que me hizo introducirme en los pensamientos de la mujer y susurrar con voz seductora, algo similar a lo que le había dicho al vampiro. – Acércate, sigue corriendo. Te estoy esperando-. Por supuesto, desde que percibí la presencia del otro vampiro había cerrado mis pensamientos a éste.
Aún no sabía que sucedería con estos dos seres, no había planeado nada, pero sí sabía que deseaba diversión. Creo que mi teoría muy pronto finalizaría y se comprobaría. La música atraía cosas interesantes para una vampira como yo.
- Esta es la melodía de violín que imagino:
Cassandra Albrioni- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 272
Fecha de inscripción : 13/03/2011
Re: Die Nacht (Libre)
Ella (la mortal) vio mi sombra y caminó tragando saliva en sentido contrario, “que conveniente” pensé, pues se acercaba irremediablemente a la vampiresa rubia que había seguido, escuchaba la respiración de ambas con una sonrisa divertida, cuando ella (la vampiresa) me dijo –Ven a mi- tan sutil y silencioso, que ningún otro ser lo podría haber escuchado, así que trepé cual gato en la azotea de una de las casas que nos separaba…
La pude observar, poseía una belleza descomunal, ahora se le notaba con mayor claridad, quizás por la excitación que la situación nos provocaba a ambas; me acuclillé en el borde de la azotea con la mente cerrada y en un susurro que el viento llevó le dije –aquí estoy-, solo ella podría haber escuchado aquello…
La mortal estaba por llegar y la vampiresa comenzó a tocar, siguiendo el latir del corazón de aquel ser mortal, la chica comenzó a correr y tanto su corazón palpitante como el violín aceleraban la melodía…
Sentí a través de la mortal que ella le hablaba… la invitaba a ir – Acércate, sigue corriendo. Te estoy esperando-, brinqué de aquella azotea quedando frente a la vampiresa y sonreía, era claro que ella y yo, solo buscábamos una noche de diversión…
-Buenas noches mi señora- musité mientras hacia una reverencia con una sonrisa en el rostro –Pandora… a vuestras ordenes- e incliné la cabeza a manera de respeto…
La pude observar, poseía una belleza descomunal, ahora se le notaba con mayor claridad, quizás por la excitación que la situación nos provocaba a ambas; me acuclillé en el borde de la azotea con la mente cerrada y en un susurro que el viento llevó le dije –aquí estoy-, solo ella podría haber escuchado aquello…
La mortal estaba por llegar y la vampiresa comenzó a tocar, siguiendo el latir del corazón de aquel ser mortal, la chica comenzó a correr y tanto su corazón palpitante como el violín aceleraban la melodía…
Sentí a través de la mortal que ella le hablaba… la invitaba a ir – Acércate, sigue corriendo. Te estoy esperando-, brinqué de aquella azotea quedando frente a la vampiresa y sonreía, era claro que ella y yo, solo buscábamos una noche de diversión…
-Buenas noches mi señora- musité mientras hacia una reverencia con una sonrisa en el rostro –Pandora… a vuestras ordenes- e incliné la cabeza a manera de respeto…
Pandora*- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 108
Fecha de inscripción : 25/05/2013
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