Mejor una buena fuga que gato al agua [Czes]

“Esto no es el puerto” Pensó el chico que se paseaba por las laguna en forma de gatito atigrado. Hacia un buen rato que andaba por las callejas de París sin saber dónde ir mientras oía sus tripas quejarse una y otra vez. Finalmente, decidió que hasta que no encontrara otro trabajo en algún comercio o fábrica, era importante conseguir algo de comer para al menos, hacer callar a su barriga. Decidido y con esa idea en mente, fue a esconder sus pertenencias para así convertirse en animal y poner rumbo hacia el tan esperado manjar que le esperaría en algún rincón. Su primera idea fue ir a las puertas traseras de los restaurantes y ver si podía lograr dar un poco de pena y conseguir así unas cuantas sobras cuando algo mejor se le ocurrió. Podía ir al puerto. En aquella hora, el mercado de pescado debería estar en las ultimas y eso conllevaba muchos restos de pescados por todos sitios y poca gente dispuesta a tirarle un zapato por limpiar un poco la zona.

Ya con el rumbo impuesto, sin perder un segundo, anduvo con sus pequeñas patitas, vigilando ocultarse y pasar desapercibido. Pero a pesar de que llevaba años callejeando por París, no había llegado al puerto. Había barcos, agua, pescado, pero no era el puerto. Vagó por la zona in saber si allí conseguiría algo de comer ya que no se veía pescado por ningún sitio, ni tenderetes, ni restos por el suelo. Se tumbó en el suelo, lejos de miradas indiscretas y se dedico a ver el ir y venir de la gente con los ojos semicerrados, demasiado cansado para averiguar donde narices estaba el puerto y llegar antes de que limpiaran. "Demasiado tarde para hoy" Fue su resignado pensamiento.
De repente, su suerte cambió, un velero había atracado y un par de marineros sacaban una gran red llena de Mero. "Oooh! Nyam, nyam! Al ataque Javi! Como si fuera una misión de robar documentos secretos al enemigo. Barriga al suelo, sigilo y discreción, y no dejes que te capturen soldado." A la vez que lo pensaba, se ponía en posición, casi pegado contra el suelo y la pared, avanzó hacia la red, vigilando que los marineros no repararan en el. Cuando finalmente llegó a la red, estuvo más de diez minutos para salir, porque tozudo como el solo, decidió que aunque no pudiera con el, se llevaría el pescado más grande que había encontrado. Y como no, al tardar tanto, terminaron por fijarse en el.
-Un gato intenta robar el pescado!
Asustado y sin saber que hacer, cogió un pescado que pudiera cargar y huyó del lugar a toda prisa sin mirar atrás.
-Devuelve eso gato!
Miró un instante atrás ante ese comentario y se dio cuenta que tenia uno a pocos pasos "Mierdamierdamierda, corre!!" apretó el paso y se coló en los callejones intentando perder a su perseguidor hasta que se dio cuenta que no solo lo había conseguido sino que, el también se había perdido. Sin perder la esperanza, se tumbó en un lugar apartado, y empezó a comer. Con el estomago vacío no se puede pensar bien.

Un día más en la triste vida del muchacho, quien vagaba por las calles desde buena mañana. No podía permanecer demasiado tiempo en una zona, como mucho dormía dos o tres noches en el mismo callejón, marchándose luego. Estaba acostumbrado ya, asi que ni se planteaba si eso le gustaba o no. Pero poco podía hacer cuando la inquisición andaba tras él, al igual que la policía. Había logrado escapar alguna que otra vez de sus garras, y confiaba que esa suerte le durase para siempre.

En ese momento merodeaba por los callejones cercanos a la laguna. Quería ver si alguien necesitaba un muchacho que les ayudara a descargar pescado o cualquier otra cosa que estuviera a su alcance. Sin embargo, los únicos pescadores que merodeaban por la zona estaban pendientes de un peludo ladronzuelo. Asi que ante los gritos corrió para ver la escena de como el felino huía con el pescado entre sus dientes, despistando sin demasiados problemas a sus perseguidores. Quienes no tardaron en tirar la toalla, al fin y al cabo atrapar a un gatito tan pequeño era cosa imposible.

Le hizo gracia la escena, a lo que lo que uno de los pescadores simplemente le hecho una mirada. Obviamente la reacción de Czeslaw fue la de largarse de ahí, sabía que esos hombres no iban a darle trabajo tras reírse de ellos de esa forma. Por lo que paso al plan B, buscar comida en los contenedores y callejones que anteriormente estaba recorriendo. Y allí se encontró con el ladrón de pescado, quien comía con ganas su recién conseguido botín.

- Estabas aquí… - susurró, acercándose con cautela. Manteniendo una distancia de unos dos a tres metros, agachándose y extendiendo la mano  hacia él – psssssbsbsbsbs… - siseó, tratando de llamar su atención. Pasando la yema de su dedo pulgar por la del dedo índice y medio, moviéndolo de izquierda a derecha – ven minino, no tengas miedo - agregó.

Se mantenía atento al animal, con una suave sonrisa en sus labios y manteniendo su atenta y azulada mirada sobre el pequeño felino que tanto le agradaba. Los gatos le encantaban, en especial cuando eran tan chiquitines. Quizá se sentía identificado, o quizás simplemente buscaba la compañía de su animal favorito.

El niño-gato, comía su pescado concentrado cuando la voz de un chico le sorprendió. El sobresalto que se llevó hizo que casi se olvidara de la comida y saliera corriendo bien lejos de allí. Cuando se recobró, ya tenia las patas encima del pescado, dispuesto a protegerlo con uñas y dientes. Bufó amenazador y avaluó al que lo observaba y llamaba como si fuera un gato normal. Poco a poco, dejó de estar a la defensiva y se acercó con cautela, haciendo como haría cualquier gato malfiado: olerle.
El tufo a alcantarilla y suelo mojado era bastante evidente en las ropas del niño, por lo que Javi dedució que, dormiría en la calle como el, tirado en algún rincón, comiendo lo que pudiera encontrar o robar. Estrechó los ojos, arrugó la nariz sin acercarse aun lo suficiente como para que pudiera tocarle y examinó atentamente su aura. Era bastante llamativa, los colores e intensidad de estos indicaba que era un brujo y una persona poco fiable, pero sorprendentemente, ahora, su nivel de hostilidad y desconfianza era tan bajo que eran poco apreciables.
Recordaba que alguien le dijo una vez "Todos tienen algo bueno en su corazón, solo tienes que darles la oportunidad de que lo enseñen" y e aquí la prueba viviente de ello, ese chico sucio y con hambre prefería acariciar un gato que robarle la comida. La cara del pequeño gatito cambió completamente y maullando suavemente, se acercó a la mano tendida hacia el y la lamió un par de veces antes de refregar la cabeza en ella buscando un par de caricias consoladoras que hacia ya demasiado tiempo que no recibía.

Al rato, el gato, volvió a centrar su atención en aquel bonito Mero de casi 34cm de largo que descansaba sobre el pavimento. Era una buena pieza, un pescado bueno y fresco que a pesar de haberlo elegido el más grande posible, estaba claro que todo no podría comérselo. Con sorprendente facilidad, tiró de la cola y lo acercó al niño, depositando la cola del pescado cerca de su pie antes de volver a colocar la patita encima del pescado, intentando dar a entender con un sonoro maullido, que podían compartir la cena.
Siempre era agradable poder compartir algo con alguien y no estar siempre solo, a veces era bastante aburrido y todo.

La lengua rasposa lamio la mano de Czeslaw, quien la abrió para que pudiera olisquearle mejor. Bien sabía que los gatos eran desconfiados, como él, y que de hacer algún movimiento brusco era más que probable que el animal acabase huyendo; cosa que no quería. Asi que en silencio espero que el animal le examinara cuanto creyese conveniente, hasta que finalmente acepto un par de caricias por su parte.

- Eres muy pequeño para estar solo por la calle… ¿O tienes dueño?... – le preguntó, sin percatarse de que una pregunta como esa podrían hacérsela a él también, quien no era más que un niño abandonado y sin hogar.

Era consciente de que no iba a responderle, los gatos no hablaban y si bien podían entender un poco a los humanos e intenciones era por su aura  más que por sus palabras o algo asi había oído tiempo atrás. Mentiría si dijera que no le gustaban los gatos, cosa obvia al ver cómo acariciaba la cabeza y lomo del pequeño minino quien segundos después arrastraba el enorme pescado con suma facilidad hacia él, ofreciéndoselo de alguna extraña forma que no terminaba de comprender.

- ¿Para mi?... – susurró, dirigiendo su azulada mirada al enorme pescado. No es que le diera asco por haber sido mordido por un animal, de hecho había comido cosas peores de la basura.  Sin embargo, le sorprendió la actitud de ese felino quien en vez de ser desconfiado parecía haberse abierto a Czeslaw con tan sólo olerle un poco – Te guardare el pescado y lo haremos al fuego cuando encuentre un lugar seguro, ¿Vale? – dicho esto abrió su saco y de él saco una hoja de periódico donde envolvió el mero para ser guardado posteriormente.

Se sentía estúpido hablando sólo, ya que hablar con un animal no es que fuera muy reconfortante. Pero como mínimo con aquel gato era capaz de hablar con normalidad, sin necesidad de alejarle de él a base de insultos o mostrarse desconfiado. Cosa que sólo le pasaba con los animales y algunos niños, ya que con los adultos era completamente diferente. Lo mismo sucedía con Tomby, sólo que con él únicamente hablaba por la noche, antes de dormirse y estando a solas.

El pequeño gato al oír la pregunta, no pudo hacer más que mirarle de forma muy evidente, el estaba en las mismas condiciones y no le había preguntado nada. No tenia porque ser malo ser pequeño y estar solo, a veces era mejor porque si te acompañaba un adulto a robar pescado, seguro que el no cabria por el agujero aquel tan pequeño y hubiera tenido que ir a ayudarle. No no, a veces estaba bien ser pequeño, aunque estar solo no era siempre agradable.
Y dueño... ¿que era un dueño? Por mucho que se esforzara en recordar no sabia si alguna vez le contaron que significaba o que era, pero si tuviera un dueño de esos seguro que lo recordaría, ¿No?
Sus pensamientos se fueron dispersando ante las caricias del otro, era lo bueno de poder ser gato, como niño de la calle la gente te evitaba, no te daba comida ni dinero y le miraban mal por su físico delgado que creían que no podía hacer un buen trabajo. Como gato, si estaba bien limpio y parecía perdido más que callejero, la gente se apiadaba, hacia ojitos y las mujeres se derretían, me daban trocitos de comida y caricias, los niños jugaban conmigo y los hombres se apiadaban de mi, mientras no les robara.

El niño parecía asombrado, pero no dudó en guardarse el pescado, ante su ímpetu, maulló contrariado, si, le daba el pescado, pero no todo que el tenia hambre también. Dio un par de idas y vueltas alrededor del chico mientras guardaba el pescado, cocinado estaba bueno, a lo mejor era buena idea dejárselo a el, pero no quería que se lo comiera todo... ¿Le daría un trozo cuando lo hubiera cocinado? Eso parecía, y se estaba emocionando con la idea. El olor de pescado al fuego le recordaba a un sueño donde una mujer me sonreía mientras le contaba cuentos y cocinaba. Era un sueño que se volvía borroso con el tiempo, pero que le transmitía paz y serenidad.
Se froto contra su pierna, ando un poco hacia el final de la calle, se paró con la cola bien arriba y giró la cabeza para mirarlo.
"¿Vamos?" Le preguntó con un maullido sin moverse, esperándole.

Para el niño ese gato no era más que un simple animal de la calle, en ningún momento sospechaba nada acerca de su auténtica naturaleza. Conocía la existencia de los cambiaformas, pero para él no era más que rumores. Meros rumores que no le interesaban en ese preciso instante, ya que salió corriendo tras el gato, adelantándole y girando a mano derecha nada más salir del callejón.

- Por aquí – le indicó, comenzando a correr un poco. Manteniendo un ritmo bastante bajo para que el otro pudiera seguirle. Esquivaba a la gente de la calle con gran destreza, controlando siempre su saco que llevaba a la espalda, siendo sostenido por su mano izquierda. Se le notaba alerta, como si tuviera miedo de algo o alguien. Aunque más que miedo se trataba de nerviosismo hacia los agentes de la ley que veía a lo lejos, no quería cruzarse con ninguno ni tampoco con nadie que estuviese relacionado con la iglesia o inquisidores.

Algunos adultos le veían acercarse y se apartaban con disimulo, era lo lógico tras ver las apariencias del muchacho. Sus vestimentas no inspiraban demasiada confianza, y sabían que un niño como ese podía fácilmente robarles y salir corriendo aprovechándose de su ligereza y agilidad. Pero no todos protegían sus carteras cuando él pasaba, otros le miraban con lastima o simplemente con cierto odio. Pero él estaba acostumbrado ya a eso, era lo normal, el pan de cada dia. Nada que le sorprendiera demasiado, pero para llegar a su último refugio tenía que ir por ahí le gustase o no.

- ¿Minino? – detuvo sus pasos al no verle, permaneciendo quieto mientras le buscaba con la mirada. Quizá tendría que haberle cogido en brazos, atravesar semejante calle probablemente acabo por asustar al animal. Tendría que haberle cargado en brazos, menudo fallo por su parte. Pero de poco servía lamentarse ahora, por lo que regreso sobre sus pasos buscando al gatito con la esperanza de encontrarle cuanto antes.

El niño adelantó a Javi que se apresuró a seguirlo por los callejones. Al contrario de el, el chico parecía saber perfectamente donde iba, donde daba cada calle y por donde se tenia que girar. Asombrado, el gatito le siguió apresurándose con sus cortas y pequeñas patitas para que no le dejara atrás.
La gente extrañada, les miraba al pasar y el, hacia como el otro, los ignoraba. A pesar de ello la vista se le iba a los lados, intentando reconocer olores, sitios, caras. Despreocupado, siguió andando sin fijarse por donde iba y termino por perder a su guía. Lo buscó por todos lados, más preocupado por haberse perdido que por nada y sin sospesar siquiera la posibilidad de que el chico huyera con el pescado, dejándolo tirado en esa calle.

"A ver Javi, el corría todo recto, la calle es recta... ¿Puede que girara? No lo vi girar, aunque tampoco miraba..."
Usando su olfato, fue siguiendo pequeños rastros sin sacar nada claro. Había demasiada gente que llevaba perfumes y ropas limpias, la calle llena de agua sucia y basura hedía escondiendo los olores de la gente que, sin lugar donde ir, dormía en la calle. Por ello, el gato no encontraba al niño, su olor mayoritaria era parecida a la que se podía notar en cualquier calle o callejón.

Finalmente, se lo encontró de cara cuando este volvía a buscarle. "Eis! Te encontré! Gracias por venir a buscarme" Lucas le habló, aunque claro, solo se oyeron maullidos. Pero a el no le preocupaba, aunque estuviera transformado, siempre decía lo que pensaba sin considerar que era un gesto inútil ya que nadie le entendía. Se arrimó a la pierna del muchacho y se frotó contra el, contento por no haberle perdido.

Cuando estaba a punto de perder la esperanza unos maullidos tras él le hicieron voltearse rápidamente, allí estaba el animal. Una suave sonrisa se dibujó en sus labios tomándolo en brazos y pegándolo a su pecho. No le iba a dejar suelto esta vez, tenían pescado que cocinar y compartir una vez llegaran al refugio  donde Czeslaw dormía. Además, la sensación de perderle cuando apenas habían estado juntos cinco minutos fue tan fuerte que había tomado una decisión.

- No dejare que te pierdas de nuevo, a partir de ahora seré tu dueño – sentencio – yo te conseguiré comida y cuidare de ti, ¿Vale? – aun sonriendo le dio un beso en la cabecita y comenzó a correr entre la multitud. No corría porque tuviera prisa en llegar, lo hacía porque había visto a algún que otro agente de la ley entre la muchedumbre y tenía miedo que acabar siendo perseguido de nuevo.

Una vez llego al final de la calle el niño giro por un callejón, y luego por otro. El entramado de calles parecía un laberinto que Czeslaw se conocía como la palma de su mano, avanzando sin intención de detenerse. La gente a medida que seguía adelante iba disminuyendo, al igual que la calidad de vida de los que allí residían, apareciendo mendigos por las esquinas y edificios semi-derruidos.

- Estamos cerca… - le dijo al felino aun a sabiendas de que no entendía nada de lo que pasaba. Pero pese a lo estúpido que se sentía era agradable dialogar con otro ser sin preocuparte de que fuese a atacarte, robarte, violarte o simplemente engañarte y utilizarte.

Una vez llegaron al destino el niño miro a ambos lados de la calle, no había nadie. Estaban frente a una casa con las ventanas y puertas tapiadas, la fachada del segundo piso medio derruida y sin señales de que nadie viviera en los alrededores. Volvió a asegurarse de que nadie le veía y tras esto aseguro al gato con uno de sus brazos comenzando a trepar por la pared. No era muy alto, pero de caer de espaldas desde el segundo piso probablemente acabaría lesionando la espalda o muriendo al darse en la cabeza con alguna de las enormes piedras que se habían desprendido del edificio.

Era muy diferente el trepar usando ambas manos que con solo una, el esfuerzo era mucho mayor además del riesgo de accidente. Pero por suerte lo logró, entrando a gatas por un pequeño agujero que había en la fachada del segundo piso. Al fin estaba en “casa”, uno de sus muchos escondites pero el más cercano que tenía al puerto y donde había pasado la noche anterior.

- lleguemos… - dijo desde el suelo donde permanecía tumbado boca arriba, exhausto por la escalada. Con lentitud dejo libre al animal y se desprendió del saco que dejo a su lado, manteniendo la mirada fija en el cielo que se veía desde uno de los muchos agujeros de la casa.

Era una casa de dos pisos, con muebles viejos y telarañas por doquier. Había sido tapiada años atrás por razones desconocidas, como muchas otras de la zona. Las malas lenguas decían que por brujería, otras decían que ahí vivió gente muy enferma y las cerraron para no contagiarse. Pero pese a lo que se decía como mínimo tenia algunas zonas en las que no entraba agua cuando llovía, y el piso de abajo era más o menos cálido además de tener cocina. El único inconveniente era que apenas había luz, y sin velas no podías bajar a menos que quisieras cavar cayéndote por las escaleras.

El niño le cogió en brazos protegiéndole y se lo agradecía, le dolían las patitas y alguien le había pisado el rabo. Se acurrucó en aquellos pequeños brazos sorprendiéndose de lo fuertes y cálidos que eran, no solo le cargaban a él, sino que también llevaban el enorme pescado.
"Espera, que has dicho? Amo? Pero no soy un gato, te lo agradezco pero puedo cuidarme solo, de verdad. Seamos amigos, ser amigos está bien."
De repente, el otro se puso a correr, Javi asomo la cabecita para ver qué pasaba.
Les perseguían los malos? El no veía a nadie que les persiguiese ni ninguna aura amenazante, así que pensó que a lo mejor el niño tenía hambre y quería comer pronto. El camino fue largo y complicado, al llegar a la casa Javier ni se acordaba de los tres últimos giros, si quisiera volver a la laguna seguro que se perdería.

"¿Cerca? ¿Mucho?" Miró hacia todos lados y le lamió la mejilla al niño. "¿Vives aquí? Parece una casa encantada." Se quedó muy quieto al ver que el niño empezaba a escalar. "Oye, ¿no entras por la puerta? Vaya, esto está muy alto. Si que tienes fuerza, yo con un brazo no podría subir, si me dejaras al suelo a lo mejor podría subir yo solo." El niño siguió hablando hasta que llegaron arriba del todo y entraron en el edificio, realmente le parecía una casa encantada o un escondite de piratas.
"Uaaah, que chulo. ¿Estás bien?" Sentado en su barriga, el gatito miró al niño y se acercó a él hasta lamerle la nariz. "Mira, se podrán ver las estrellas cuando se haga de noche" Le comentó mirando hacia el agujero de techo.

Como era de esperar no entendía ni una palabra de lo que el gato le decía, para él no eran más que maullidos y lamidas, lo normal en un gato. No es que le desagradaran, al contrario, de no ser así ni siquiera se habría molestado en llevarle a casa y adoptarle. De hecho, el único afecto que aceptaba de forma natural era el de los animales, sentía que podía confiar en ellos. Aunque algún adulto sí que había llegado a hacerle sentir bien con un abrazo o una caricia, aceptándole, pero esas sensaciones no fueron demasiado duraderas desgraciadamente. Luego las tornas se cambiaban y de no obedecer lo agradable pasaba a ser todo lo contrario, viéndose la mayoría de las veces indefenso ante el otro en quien había confiado.

Al sentir las patitas del animal caminar sobre su vientre no hizo nada, tampoco cuando el animal lamio su nariz. Podía apreciarse el cansancio en su acelerada respiración, ascendiendo y descendiendo su pecho y vientre sin descanso alguno. Incluso le dolía un poco el brazo derecho por haber hecho un sobreesfuerzo con el al escalar con una sola extremidad, cosa que podía apreciarse al ver como se acariciaba el hombro – te prepararé un sitio con comida y algo blando para que duermas, no estaré mucho aquí pero estaremos bien los dos. Yo cuidare de ti – dicho esto se reincorporo, bajando al gato de su pecho y dejándole en el suelo.

Ya sentado y volviendo a masajearse un poco el adolorido hombro miro a su alrededor, buscando algo que le sirviera al animal. Si mal no recordaba en su bolsa llevaba algo de ropa sucia que estaba algo inservible ya por los agujeros que tenía además de suciedad. Se levantó poco a poco y recogió el saco del suelo, tomando asiento en el maltrecho colchón y abriendo su saco para revisar las cosas que había traído, entre ellas el pescado que el animal compartió con él. Algo extraño si se lo paraba a pensar, sin embargo y pese a lo inteligente y suspicaz que era ni siquiera se le había pasado por la cabeza el plantearse que ese gato quizá no era normal.

- Dormirás aquí – colocó el trozo tela a un lado del colchón, dándole un par de palmadas indicándole así el lugar. No era muy cómodo pero al menos seria blandito, aunque sabía que por la noche acabaría abrazándose al animal seguramente y que la “cama” no iba a servir de nada. Pero le hacía ilusión, al igual que otra cosa que llevaba rato pensando – Tengo que ponerte un nombre… - sonrió, aun sentado en la blanda superficie, mirando hacia el felino – pero no se me da bien poner nombres, ¿Te gusta Lucas? – le preguntó, mas no le dio tiempo a responder. Era nombre de humano, no servía para un gato pequeño como él – ¿Luquitas? – se sonrojo tras pronunciar ese nombre, sintiéndose ridículo.

Tal fue la vergüenza que se dejó caer en el colchón de espaldas, levantando algo de polvo, todo para evitar el contacto visual con el animal – ¡Luquitas… que tonto soy…! - comentó para sí mismo, entre risas. Volviendo a llevar la mano al hombro adolorido mientras reía, pensando en otro posible nombre que fuera más de gato que de persona.

El gatito se acercó a ver como la mano masajeaba el hombro del niño, o el niño hacia la mano masajear. Era indiferente ya que el resultado era el mismo, el chico se había echo daño subiéndole y ahora se sentía culpable. ¿No le había dicho que el podía subir solo? Claro, pero nadie le escuchaba cuando hablaba como gato. Siendo razonables, tampoco era culpa suya porque los humanos no entendían el idioma de los animales, aunque tampoco todos los cambiaformas entendían a los animales. Era difícil de entender.

"¿Un sitio para dormir también?¿Donde?"
Justo en el preciso instante en que sus patas volvieron a tocar el suelo, se puso a olisquear y reconocer el lugar, Se subió en algún que otro mueble destrozado, se metió dentro de un cajón abierto, investigó bajo una tela raída y finalmente se subió en el colchón.
"¿Dormiremos aquí? Mi pescado! Si no lo comemos pronto empezara a despegarse de las espinas y estará malo"
Metió la nariz dentro de la bolsa y olisqueo con curiosidad todo lo que había allí, el niño llevaba muchas cosas dentro, parecía como si llevara todas sus pertenencias arriba y abajo como los caracoles. ¿Tendría eso algo que ver con lo que había dicho antes? "No estaré mucho aquí" ¿Se iría? Parecía estar muy bien aquí, hasta tenia una cama y todo. Aunque yo también cambiaba mucho de sitio, no era por gusto, sino por necesidad ya que tendía a olvidar como llegar a mi escondite, igual que las ardillas olvidan en primavera donde enterraron las avellanas.

"¿Aquí?" El gato miró el nido de ropa que el niño le había preparado con toda la buena fe del mundo. "¿No puedo dormir contigo? No ocupo mucho, no molestare, lo prometo. Mira." Dio un par de vueltas encima del colchón y finalmente se enroscó sobre si mismo, creando una pequeña bolita de pelos. Se quedó quieto unos instantes y después volvió con el chico que ya estaba buscándole un nombre y se subió a su regazo.
"Tengo nombre, me llamo Javier. Aunque si tienes que ponerme otro supongo que Lucas no está nada mal, me gusta."
Al ver como caía, volvió a subirsele encima y ando hasta su hombro, parecía que seguía haciéndole daño, así que hizo lo único que se le ocurrió, puso la patita sobre su manó y cantó. ¿Como era..? Ah, si... "Cura sana, cura sana, si no se cura hoy se curará mañana"