AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Nightmares... | Libre
2 participantes
Página 1 de 1.
Nightmares... | Libre
Las nubes negras se movían a través del cielo de media tarde con rapidez. El clima, propio de Londres, era el propicio para que alguien como ella, una inmortal, una bestia camuflada, pudiera caminar tranquilamente por las calles, con la simple protección de un paraguas de tela bastante gruesa y color negro que había cogido antes de salir de la mansión. Ignoraba los motivos que la habían llevado a regresar a aquella tierra lejana. Elena aún no la esperaba, y tampoco quería verla tan pronto: echarse de menos hace que los encuentros se pongan más interesantes. Todo parecía desierto. La zona más humilde de la ciudad parecía descansar en las tinieblas. Tal vez hubiesen previsto su presencia con antelación... Nah, no era posible. O al menos, no lo creía posible. Se limpió la sangre de las comisuras de los labios con el cabello rubio, ahora manchado de escarlata, de aquel ser que ya nada de vivo tenía.
Había salido de casa como si se tratase de un día normal. Normalmente solía asomarse antes por si aún había demasiada luz. Pero era tan temprano que ni el Sol se había dignado a aparecer. Echó a caminar por las calles vacías, consciente de que todos en aquella ciudad, en aquel país, en aquella parte del mundo, estarían durmiendo. Eso la hacía sentir libre, tranquila, cubierta por las sombras... Cuando quiso darse cuenta, ya estaba considerablemente lejos. Había llegado al puerto sin fijarse en la dirección que tomaban sus pasos. Cogió el primer barco que partía hacia Londres sin ninguna expresión en el rostro, regalándole al maquinista una falsa sonrisa y un guiño de ojos que le hubiera alegrado el día a cualquiera. Él la había mirado, lascivo, pero ella se limitó a embarcar e ignorarlo.
Cuando llegó, el Sol permanecía escondido bajo el cielo plomizo típicamente londinense. Se avecinaba una tormenta de las grandes. Pero a ella no le importaba. Se registró en un hotel de aquellos que sólo la gente rica que tanto odiaba podía pagarse, y se aventuró a caminar por las calles de la ciudad, alejándose cada vez más del centro. Pronto llegó donde quería, una especie de bosque apartado. Fue allí donde lo encontró: había olido la sangre humana desde varios kilómetros. Y una presa fácil era lo que mejor le venía en aquel momento de vacío. ¿Vacío? ¿Era eso? Probablemente. Se apartaba tanto de las emociones que a veces olvidaba cómo encararlas. Bufó antes de asaltar a su presa, y luego todo se hizo negro... Para él, al menos.
Soltó la cabeza que aún sostenía con la mano derecha como si se tratase de un simple papel. La arrojó al suelo con desdén no sin antes escupirle en el rostro. Aborrecía aquella estúpida manía que tenían los humanos de aferrarse desesperadamente a la vida, aun cuando era evidente que iban a morir. Le daba arcadas. No es que tuviera sed y por ello decidiera matarle. Simplemente lo vio perdido en el bosque, en la nada. Y le miró. Y olió su miedo. Desde el primer momento supo que no echaría a correr ni aunque quisiera, sus piernas no iban a responderle. Bebió su sangre tal y como si fuera agua y nada le aportase, con la mirada hueca. No recordaba cuánto tiempo había pasado en aquel estado, pero ya no sabía si alguna vez volvería a su aspecto normal. Un mechón cobrizo le cayó por un lateral del rostro, pero se limitó a ignorarlo. ¿A qué parte estaba cediendo? ¿Al vampiro o al demonio sin alma? ¿O quizá era ambas cosas y no era capaz de aceptarlo?
Regresó a las calles cuando la noche ya se había extendido sobre la ciudad. Los vestidos de gala y los trajes reaparecieron pintando el pavimento de colores variados. Rió para sus adentros con cierta ironía. Ella no iba vestida de gala, pero llamaba la atención de todas formas. Al alimentarse del humano gotitas de sangre escarlata habían salpicado su vestido blanco como la nieve, dejando un reguero de perlas que aún brillaban. Casi parecía que su muerte había servido para algo. Las señoras miraban su vestido con cierta envidia, y los caballeros observaban su belleza con cierta resignación, sosteniendo los brazos de sus mujeres bajo los suyos. Que manía más absurda aquella de atarse a otra persona jurando que sólo la muerte podría separarlos... ¿La muerte? ¿Qué significado tenía ahora para ella, quien tras morir a manos de un ser que se supone no existía, se levantó de su tumba de marfil para vengarse de su pasado? Ella era lo que había después de la muerte de algunos: la eternidad repleta de vacío, noches en vela y días oscuros.
Había salido de casa como si se tratase de un día normal. Normalmente solía asomarse antes por si aún había demasiada luz. Pero era tan temprano que ni el Sol se había dignado a aparecer. Echó a caminar por las calles vacías, consciente de que todos en aquella ciudad, en aquel país, en aquella parte del mundo, estarían durmiendo. Eso la hacía sentir libre, tranquila, cubierta por las sombras... Cuando quiso darse cuenta, ya estaba considerablemente lejos. Había llegado al puerto sin fijarse en la dirección que tomaban sus pasos. Cogió el primer barco que partía hacia Londres sin ninguna expresión en el rostro, regalándole al maquinista una falsa sonrisa y un guiño de ojos que le hubiera alegrado el día a cualquiera. Él la había mirado, lascivo, pero ella se limitó a embarcar e ignorarlo.
Cuando llegó, el Sol permanecía escondido bajo el cielo plomizo típicamente londinense. Se avecinaba una tormenta de las grandes. Pero a ella no le importaba. Se registró en un hotel de aquellos que sólo la gente rica que tanto odiaba podía pagarse, y se aventuró a caminar por las calles de la ciudad, alejándose cada vez más del centro. Pronto llegó donde quería, una especie de bosque apartado. Fue allí donde lo encontró: había olido la sangre humana desde varios kilómetros. Y una presa fácil era lo que mejor le venía en aquel momento de vacío. ¿Vacío? ¿Era eso? Probablemente. Se apartaba tanto de las emociones que a veces olvidaba cómo encararlas. Bufó antes de asaltar a su presa, y luego todo se hizo negro... Para él, al menos.
Soltó la cabeza que aún sostenía con la mano derecha como si se tratase de un simple papel. La arrojó al suelo con desdén no sin antes escupirle en el rostro. Aborrecía aquella estúpida manía que tenían los humanos de aferrarse desesperadamente a la vida, aun cuando era evidente que iban a morir. Le daba arcadas. No es que tuviera sed y por ello decidiera matarle. Simplemente lo vio perdido en el bosque, en la nada. Y le miró. Y olió su miedo. Desde el primer momento supo que no echaría a correr ni aunque quisiera, sus piernas no iban a responderle. Bebió su sangre tal y como si fuera agua y nada le aportase, con la mirada hueca. No recordaba cuánto tiempo había pasado en aquel estado, pero ya no sabía si alguna vez volvería a su aspecto normal. Un mechón cobrizo le cayó por un lateral del rostro, pero se limitó a ignorarlo. ¿A qué parte estaba cediendo? ¿Al vampiro o al demonio sin alma? ¿O quizá era ambas cosas y no era capaz de aceptarlo?
Regresó a las calles cuando la noche ya se había extendido sobre la ciudad. Los vestidos de gala y los trajes reaparecieron pintando el pavimento de colores variados. Rió para sus adentros con cierta ironía. Ella no iba vestida de gala, pero llamaba la atención de todas formas. Al alimentarse del humano gotitas de sangre escarlata habían salpicado su vestido blanco como la nieve, dejando un reguero de perlas que aún brillaban. Casi parecía que su muerte había servido para algo. Las señoras miraban su vestido con cierta envidia, y los caballeros observaban su belleza con cierta resignación, sosteniendo los brazos de sus mujeres bajo los suyos. Que manía más absurda aquella de atarse a otra persona jurando que sólo la muerte podría separarlos... ¿La muerte? ¿Qué significado tenía ahora para ella, quien tras morir a manos de un ser que se supone no existía, se levantó de su tumba de marfil para vengarse de su pasado? Ella era lo que había después de la muerte de algunos: la eternidad repleta de vacío, noches en vela y días oscuros.
Ophelia M. Haborym- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 568
Fecha de inscripción : 09/07/2013
Localización : Under your bed
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Nightmares... | Libre
Un día nuevo, un día que sabe a vino dulce…
Despertó tarde, ya era de noche y al abrir los ojos no se quiso mover por la humillación que sentía… ¿Quién le había podido paralizar? Un sentimiento tremendamente vengativo le obligo a repasar en su mente lo que vio de él, pero no servía de nada ya que ese ser parecía ser parte de la oscuridad al estar vestido de negro.
Cerró los ojos para controlar su ira, relajó cada músculo como le había enseñado su maestro hace muchos años… el hombre aquel al que tanto había admirado… ese que no dudo en intentar matarle al ser la situación tan conveniente para él. Se levantó rápidamente pues odiaba el estar sin hacer nada, y sobretodo el recordar, no había nada que evidenciara que alguien había entrado en su habitación, solo la ausencia de su arma, lo cual notó inmediatamente al ésta ser casi una extensión de él.
-Tengo que buscar un arma-
Frunció el ceño, pues el único lugar donde lo podría conseguir era en Londres, en un lejano lugar donde habitaban bandidos y prostitutas, conocido como el laberinto, un lugar que nunca se mencionaba en los buenos lugares y menos en los entes de la alta sociedad, allí era seguro que encontraría muchos problemas… lo único que le dio fuerzas para ir a ese lugar era el legado de su padre y el pretender ocupar su lugar.
Cambio rápidamente sus ropas por unas adecuadas para la noche y peino su cabello, salió de la habitación y se percate que el buho, con su antipático mirar, se encontraba muerto, yacía frío en su cama… al parecer todavía no se daban cuenta y el que lo causara fue el mismo quien me visitó anoche en su dormitorio, y la misma persona que le observaba hace un días por la noche. Estaba casi seguro aunque no tenía ninguna prueba de que había estado alguien detrás del basurero. No le importó, ya luego se darían cuenta al siguiente día.
Caminó por las calles tratando de que no se notase su presencia entre esos hombres y mujeres vestidos con ropa extravagante y antigua, las mujeres utilizaban vestidos largos y corceles que parecían acentuar sus diminutas cinturas, todas llevaban una mirada misteriosa y ocultaban sus risas con un abanico, debía admitir que al verlas le hacían sentir una adoración por su belleza, pero pronto se le olvidaba cuando se enteraba de su oscuro pasado o presente por el que ahora vivía en esta tierra de crímenes, los hombres caminaban con altanería con sus sombreros de copa alta, balanceando unos bastones elegantes de madera, todos llevaban ternos y camisas impecables. ¿Quién podría imaginarse que esos hombres se comportaban como animales? Cambiaban siempre de camisas, pues la mayoría de ellas se manchaban de sangre sin siquiera haber llegado al medio día.
Caminando por las calles un poco perdido se desvió del lugar viendo la otra cara de la ciudad, el bloque B. En ese lugar todo era simplemente horroroso, las fachadas de todos los recintos eran muy sucios, la gente de mal vivir que no tenían respeto por ningún ser viviente, a simple vista parecían seres primitivos, Ya estaba acostumbrado a caminar por esos lugares, aún así debía estar alerta, pero qué más da…
Ese lugar guardaba una decadencia peor que las de otras, pero sostenía como careta tanta elegancia y supuesta cortesía que solo los comentarios pasados en generaciones evitaban que al verlos la buena gente los confundieran con personas como ellos. Por la calle su atuendo llamaba la atención, pues era elegante, un poco distinta a la de los del lugar, aunque no le importaba aquello; caminando distraído tropieza con una joven de aspecto palido, con su vestido blanco, que ayudaba a darle más brillo a su piel.
-Disculpe!-
Dijo excusándose, cuando de repente le mira bien y observa como su vestimenta tenia consigo muchas manchas de sangre, su semblante se tornó a uno serio al darse cuenta de la condición de vampiro sedienta de sangre, al menos su vestido hablaba acerca de su necesidad por la sangre humana.
Cerró los ojos para controlar su ira, relajó cada músculo como le había enseñado su maestro hace muchos años… el hombre aquel al que tanto había admirado… ese que no dudo en intentar matarle al ser la situación tan conveniente para él. Se levantó rápidamente pues odiaba el estar sin hacer nada, y sobretodo el recordar, no había nada que evidenciara que alguien había entrado en su habitación, solo la ausencia de su arma, lo cual notó inmediatamente al ésta ser casi una extensión de él.
-Tengo que buscar un arma-
Frunció el ceño, pues el único lugar donde lo podría conseguir era en Londres, en un lejano lugar donde habitaban bandidos y prostitutas, conocido como el laberinto, un lugar que nunca se mencionaba en los buenos lugares y menos en los entes de la alta sociedad, allí era seguro que encontraría muchos problemas… lo único que le dio fuerzas para ir a ese lugar era el legado de su padre y el pretender ocupar su lugar.
Cambio rápidamente sus ropas por unas adecuadas para la noche y peino su cabello, salió de la habitación y se percate que el buho, con su antipático mirar, se encontraba muerto, yacía frío en su cama… al parecer todavía no se daban cuenta y el que lo causara fue el mismo quien me visitó anoche en su dormitorio, y la misma persona que le observaba hace un días por la noche. Estaba casi seguro aunque no tenía ninguna prueba de que había estado alguien detrás del basurero. No le importó, ya luego se darían cuenta al siguiente día.
Caminó por las calles tratando de que no se notase su presencia entre esos hombres y mujeres vestidos con ropa extravagante y antigua, las mujeres utilizaban vestidos largos y corceles que parecían acentuar sus diminutas cinturas, todas llevaban una mirada misteriosa y ocultaban sus risas con un abanico, debía admitir que al verlas le hacían sentir una adoración por su belleza, pero pronto se le olvidaba cuando se enteraba de su oscuro pasado o presente por el que ahora vivía en esta tierra de crímenes, los hombres caminaban con altanería con sus sombreros de copa alta, balanceando unos bastones elegantes de madera, todos llevaban ternos y camisas impecables. ¿Quién podría imaginarse que esos hombres se comportaban como animales? Cambiaban siempre de camisas, pues la mayoría de ellas se manchaban de sangre sin siquiera haber llegado al medio día.
Caminando por las calles un poco perdido se desvió del lugar viendo la otra cara de la ciudad, el bloque B. En ese lugar todo era simplemente horroroso, las fachadas de todos los recintos eran muy sucios, la gente de mal vivir que no tenían respeto por ningún ser viviente, a simple vista parecían seres primitivos, Ya estaba acostumbrado a caminar por esos lugares, aún así debía estar alerta, pero qué más da…
Ese lugar guardaba una decadencia peor que las de otras, pero sostenía como careta tanta elegancia y supuesta cortesía que solo los comentarios pasados en generaciones evitaban que al verlos la buena gente los confundieran con personas como ellos. Por la calle su atuendo llamaba la atención, pues era elegante, un poco distinta a la de los del lugar, aunque no le importaba aquello; caminando distraído tropieza con una joven de aspecto palido, con su vestido blanco, que ayudaba a darle más brillo a su piel.
-Disculpe!-
Dijo excusándose, cuando de repente le mira bien y observa como su vestimenta tenia consigo muchas manchas de sangre, su semblante se tornó a uno serio al darse cuenta de la condición de vampiro sedienta de sangre, al menos su vestido hablaba acerca de su necesidad por la sangre humana.
Dago Ravarotto- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 63
Fecha de inscripción : 08/12/2012
Edad : 35
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Nightmares... | Libre
Caminó con despreocupación, tranquilamente, esquivando con gracia a los transeúntes que se le quedaban mirando. Por un momento pensó que no se había limpiado la cara de la sangre de aquel hombre, pero llevando un dedo de forma grácil y rápida a la comisura de sus labios, comprobó que el carmín era lo único que manchaba su boca, quizá por eso la miraban. Siempre causaba sensación, quisiera o no quisiera, y aunque eso a veces llegaba al extremo de frustrarla: aquella no era una de aquellas noches. Paseaba mirando a su alrededor con ojos casi brillantes, fingiendo desconocer por dónde caminaba. Londres... su amada Londres. La conocía mejor que a la palma de su mano. ¿Cuántas madrugadas anduvo por aquellas calles, soñando poder vivir para siempre en aquella ciudad mágica? Casi todas en su estadía allí, esa era la respuesta. Le dolió en su ¿alma? tener que marcharse. Pero a la gente le parece extraño que las muchachas no envejezcan. Parca ironía. Les causa extrañeza que una joven se mantenga joven siempre, cuando realmente lo que desean que ocurra es eso: que no envejezcan, que sean hermosas y jóvenes para siempre, con todo en su sitio, que sus cuerpos sigan contoneándose por toda la eternidad. Y luego, cuando una no envejecía, en su caso, imposible hacer lo contrario, empezaban a sacar conclusiones disparatadas. A ella, por ejemplo, la habían acusado de bruja y de sacrificar vírgenes para que los dioses la mantuviesen bella... Como si ella no pudiera hacer nada más interesante con unas vírgenes, que matarlas y desperdiciar su sangre ofreciéndosela a un Dios que ni siquiera existía.
Alzó la vista al cielo con el semblante tranquilo y la expresión sombría. Deseaba que la lluvia comenzase a caer sobre ellos. Siempre le había gustado aquella sensación. No por ocultarse o por ser más sencillo asesinar sin ser visto... Nah, ella ya era lo bastante sigilosa e inteligente para matar a quien se le antojara sin que nadie se diera cuenta. O convertirles. Muchos de sus sirvientes provenían de aquella ciudad. Y siempre que volvía se llevaba alguno. Le causaba cierta curiosidad saber si en algún momento alguien asoció su llegada con la desaparición de la gente. Lo cierto es que no imaginaba que a alguien, y menos humano, se le ocurriera algo así sin ayuda de algún retorcido sobrenatural como ella, por ejemplo. Pero no iba a ser tan estúpida de desvelarse a sí misma, eso estaba claro. Al menos alguien debía notar que cada año, y dentro del mes de Octubre, habían varias desapariciones y algunos muertos por un extraño animal que mataba sin ser visto. Pobres infelices... ¿De verdad creían que no había peligros mayores allá afuera que un simple animal irracional? Incluso llamar animal, por lo simple, a un licántropo, a ella le parecía una falta de respeto y una muestra de estupidez. Ya le gustaría a ella encontrar a algún pobre infeliz intentando cazar a aun licántropo confundiéndole con un simple lobo. Sería de lo más divertido.
La arrogancia humana siempre le había disgustado. No porque ella no fuera arrogante, que lo era, y mucho además, sino porque ellos lo eran sin tener motivos para serlo. Eran pobres criaturas que apenas si vivían sesenta años sobre la tierra, y muchos de ellos, nunca veían nada del mundo más allá de sus propias ciudades o países. ¿Por qué motivo se creían los más inteligentes sobre la faz de la tierra, si hasta un árbol puede vivir más que ellos? Si una de aquellas secuoyas centenarias que había observado en muchos de sus viajes hablara, probablemente podría decir cosas bastantes más interesantes que un simple humano. Le parecía tan absurdo y denotaba tal carencia de inteligencia, que no dudaba ni un segundo en asesinar a las personas más altivas con que se encontraba. Sí, por eso siempre atacaba a la nobleza. La gran mayoría de la gente pudiente, no se merecía serlo. No porque los pobres se lo merecieran más, sino porque incluso eran más estúpidos que quienes no tenían acceso a la educación. El pueblo llano, por falta de medios... no es que fuera muy lúcido... Pero ¿qué excusa tenían ellos para ser altivos, si muchos ni siquiera habían aprendido a leer, ni sabían escribir? Por ir a galas lujosas, tener vestidos caros o sirvientes a quienes trataban como animales, se consideraban la "élite" de la sociedad... Ni que decir queda que ella los títulos le importaban lo que un rábano. Es más, mientras más títulos tenían, más estúpidos les consideraba. Simplemente, merecían la peor de las muertes. Y ella intentaba dársela.
Absorta en sus pensamientos, no se daba cuenta de casi nada de lo que sucedía a su alrededor. Tampoco es que le importara mucho. Caminar entre humanos era como pasear por un cementerio. O no decían nada interesante, o ni siquiera les oía. Incluso los fantasmas solían ser más elocuentes. Y eso que no había visto a muchos. Por un instante, miró a su alrededor y no supo ubicarse dentro de aquella gran ciudad. Las fachadas habían ido cambiando progresivamente, y ahora parecían medio derruidas. Dedujo que se hallaba en la entrada del barrio pobre, o al menos, bastante cerca de éste, aunque la gente pudiente seguía caminando por allí como si fuese también su territorio... Necios. Probablemente les robasen. Enarcó una ceja y sonrió, para luego negar con la cabeza. Como si a ella le importase.
De repente, algo o alguien chocó contra ella, haciendo que su cuerpo se tensase inmediatamente en un acto reflejo. Frunció el ceño y apretó los labios, un tanto azorada, para luego mirar a la persona que acababa de chocar con él. Bufó levemente para luego soltar el aire en un suspiro. Era el primer inmortal con que se topaba durante todo el trayecto, y el único que al ver su vestido, la había mirado con extrañeza. He aquí la razón por la que no podía respetar a los humanos: ni siquiera tenían la capacidad de reconocer a una asesina en un rostro angelical, que oculta la cara del demonio.
- No os excuséis... No me hicisteis daño. -Dijo simplemente para luego dibujar una sonrisita sugerente y morderse el labio inferior. - ¿Acaso no mirabais hacia el frente al caminar...? Os aviso que puede ser peligroso, una nunca sabe con quién puede encontrarse... O con qué. -Musitó de forma siniestra, ensanchando su sonrisa, con un destello rojizo en su mirada.
Alzó la vista al cielo con el semblante tranquilo y la expresión sombría. Deseaba que la lluvia comenzase a caer sobre ellos. Siempre le había gustado aquella sensación. No por ocultarse o por ser más sencillo asesinar sin ser visto... Nah, ella ya era lo bastante sigilosa e inteligente para matar a quien se le antojara sin que nadie se diera cuenta. O convertirles. Muchos de sus sirvientes provenían de aquella ciudad. Y siempre que volvía se llevaba alguno. Le causaba cierta curiosidad saber si en algún momento alguien asoció su llegada con la desaparición de la gente. Lo cierto es que no imaginaba que a alguien, y menos humano, se le ocurriera algo así sin ayuda de algún retorcido sobrenatural como ella, por ejemplo. Pero no iba a ser tan estúpida de desvelarse a sí misma, eso estaba claro. Al menos alguien debía notar que cada año, y dentro del mes de Octubre, habían varias desapariciones y algunos muertos por un extraño animal que mataba sin ser visto. Pobres infelices... ¿De verdad creían que no había peligros mayores allá afuera que un simple animal irracional? Incluso llamar animal, por lo simple, a un licántropo, a ella le parecía una falta de respeto y una muestra de estupidez. Ya le gustaría a ella encontrar a algún pobre infeliz intentando cazar a aun licántropo confundiéndole con un simple lobo. Sería de lo más divertido.
La arrogancia humana siempre le había disgustado. No porque ella no fuera arrogante, que lo era, y mucho además, sino porque ellos lo eran sin tener motivos para serlo. Eran pobres criaturas que apenas si vivían sesenta años sobre la tierra, y muchos de ellos, nunca veían nada del mundo más allá de sus propias ciudades o países. ¿Por qué motivo se creían los más inteligentes sobre la faz de la tierra, si hasta un árbol puede vivir más que ellos? Si una de aquellas secuoyas centenarias que había observado en muchos de sus viajes hablara, probablemente podría decir cosas bastantes más interesantes que un simple humano. Le parecía tan absurdo y denotaba tal carencia de inteligencia, que no dudaba ni un segundo en asesinar a las personas más altivas con que se encontraba. Sí, por eso siempre atacaba a la nobleza. La gran mayoría de la gente pudiente, no se merecía serlo. No porque los pobres se lo merecieran más, sino porque incluso eran más estúpidos que quienes no tenían acceso a la educación. El pueblo llano, por falta de medios... no es que fuera muy lúcido... Pero ¿qué excusa tenían ellos para ser altivos, si muchos ni siquiera habían aprendido a leer, ni sabían escribir? Por ir a galas lujosas, tener vestidos caros o sirvientes a quienes trataban como animales, se consideraban la "élite" de la sociedad... Ni que decir queda que ella los títulos le importaban lo que un rábano. Es más, mientras más títulos tenían, más estúpidos les consideraba. Simplemente, merecían la peor de las muertes. Y ella intentaba dársela.
Absorta en sus pensamientos, no se daba cuenta de casi nada de lo que sucedía a su alrededor. Tampoco es que le importara mucho. Caminar entre humanos era como pasear por un cementerio. O no decían nada interesante, o ni siquiera les oía. Incluso los fantasmas solían ser más elocuentes. Y eso que no había visto a muchos. Por un instante, miró a su alrededor y no supo ubicarse dentro de aquella gran ciudad. Las fachadas habían ido cambiando progresivamente, y ahora parecían medio derruidas. Dedujo que se hallaba en la entrada del barrio pobre, o al menos, bastante cerca de éste, aunque la gente pudiente seguía caminando por allí como si fuese también su territorio... Necios. Probablemente les robasen. Enarcó una ceja y sonrió, para luego negar con la cabeza. Como si a ella le importase.
De repente, algo o alguien chocó contra ella, haciendo que su cuerpo se tensase inmediatamente en un acto reflejo. Frunció el ceño y apretó los labios, un tanto azorada, para luego mirar a la persona que acababa de chocar con él. Bufó levemente para luego soltar el aire en un suspiro. Era el primer inmortal con que se topaba durante todo el trayecto, y el único que al ver su vestido, la había mirado con extrañeza. He aquí la razón por la que no podía respetar a los humanos: ni siquiera tenían la capacidad de reconocer a una asesina en un rostro angelical, que oculta la cara del demonio.
- No os excuséis... No me hicisteis daño. -Dijo simplemente para luego dibujar una sonrisita sugerente y morderse el labio inferior. - ¿Acaso no mirabais hacia el frente al caminar...? Os aviso que puede ser peligroso, una nunca sabe con quién puede encontrarse... O con qué. -Musitó de forma siniestra, ensanchando su sonrisa, con un destello rojizo en su mirada.
Ophelia M. Haborym- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 568
Fecha de inscripción : 09/07/2013
Localización : Under your bed
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» Nightmares
» House Of Nightmares
» [libre]Siguiendo una pista, buscando una solución...[Libre]
» Between nightmares and dreams [Privado]
» Nightmares and dreamscapes [Privado]
» House Of Nightmares
» [libre]Siguiendo una pista, buscando una solución...[Libre]
» Between nightmares and dreams [Privado]
» Nightmares and dreamscapes [Privado]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour