Sloan Cromwell

DATOS BÁSICOS

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

Sloan Cromwell es un camaleón de personalidades. Es como un lienzo en blanco con el que su cabeza trabaja para conseguir sus fines. Tan buen punto puede mostrarse como un chico razonable, amable y sincero, como al girar la esquina puede ser el hombre más despiadado que te puedas imaginar.

Si hay que tacharlo de alguna forma, la palabra correcta sería “psicópata”: entiende el comportamiento, los sentimientos y las reacciones de las personas. Aun así, él es incapaz de ser “humano”: comprender no implica “vivir”. Analista psicológico hasta en los momentos más acuciantes. Un mecanismo de autodefensa para sobrevivir en la ciudad.
Tan solo hubo una vez, o mejor dicho una persona con la que sintió que de verdad podría ser un auténtico ser humano. Tan solo cuando está con “ella” vive de verdad, viajando a un tiempo paralelo en el cual jamás sufrió su frustrante y desquiciante pasado.

¿Miedo? Para tener miedo primero hay que sentir, y no ser un amasijo de impulsos y objetivos. Pero pese a que nada en este mundo le da miedo, sí hay algo que le aterra: su propia cabeza. Cada vez que se acuesta para dormir y cierra los ojos, teme lo que verá a través de la oscuridad de sus párpados. Las imágenes y sonidos desquiciantes que atormentan sus sueños. Los mismos que impide a base de hierbas y otras sustancias que aparezcan en su día a día. ¿Y funciona? No siempre, pero digamos que nunca se acerca a un instrumento de cuerda, pues el sonido de los violines le recuerda sus sueños más terroríficos.

Pero no todo es caos en su cabeza. Hay una ínfima y pequeña mota blanca que ilumina su intrincado laberinto de demencia y locura extrema. Una figura con forma de perro blanco a dos patas, vestido con esmoquin negro y sosteniendo un vaso de leche en la mano. Dicha "mota" recibe el nombre de Roderick y es, por así decirlo, el Pepito Grillo particular del licántropo. Su consciencia le susurra al oído lo que está bien y lo que está mal. Lo que tendría que hacer y lo que no. Pero no siempre consigue llegar a la psique de su amo, pues muchas veces el sonido estridente de los violines rasgados enmudecen su vocecilla. Una pelea constante por el dominio de la mente de Sloan.

Roderick

HISTORIA

Sloan Cromwell. Si preguntaran por él tan solo encontrarían un interrogante, un enigma resguardado por un rumor y una hoja. Estos son los secretos que esconde tras su anonimato. Esta es su historia.

Empieza como cualquier otra historia: un hombre y una mujer que sin buscarlo concibieron no uno, sino dos hijos. Dos gemelos. El mayor heredó el cabello rubio y los ojos verde-oscuros de su madre, nacida en Rusia y llevando el nombre de Sasha Cromwell con orgullo. El otro, el menor lucía el cabello oscuro de su padre, llevándose además un ojo de cada uno: el derecho verde-oscuro y el izquierdo color miel. Nació con heterocromía.
Bajo el ilustre cielo de la vieja Irlanda, William Cromwell dejó la educación de sus hijos a la mujer mientras él se encargaba de impartirles disciplina. ¿Su profesión? Cazador. Y no un cazador cualquiera: sus presas no eran criaturas menudas ni ordinarias. Sus presas eran cazadores nocturnos, criaturas míticas y silenciosas. Seres que narraba a sus hijos en cuentos inventados, vividos alguna vez en sus carnes.

A la tierna edad de los dos años, ambos niños vieron y sufrieron el cambio de su padre, tras ser agredido y habiendo perdido la pierna. La pierna tenía dos colmillos hundidos en su carne cuando William llegó a su hogar para ser atendido por su mujer y el médico más cercano. Pudieron salvar al hombre pero la infección poco a poco iría mermando su pierna. Al final, tan solo quedó el muslo.
Siendo un cazador retirado y con sed de venganza, William enseñó a sus hijos para que lo substituyeran y se cobraran su venganza. La pierna le dolía horrores y su mal humor siempre se descargaba sobre ambos niños. Viendo que sería imposible adoctrinar a ambos niños sin perder la paciencia, decidió que tan solo uno de ellos sería digno, así que les pidió que jugaran a un juego. Con cinco años ambos hermanos pelearon a muerte sin saberlo, siendo el menor quien saliera vencedor. Con el cuerpo inerte de su hermano entre sus manos preguntó “padre, mi hermano no se mueve. Padre, ¿por qué mi hermano ya no quiere jugar conmigo?” Con una sonrisa William le dio un nombre al chico: Sloan Cromwell se llamaría a partir de entonces, y sería la daga de su venganza… venganza que jamás llegaría pues, cuando Sasha vio lo que su marido había hecho, asesinó a su esposo con trece golpes de daga en el pecho y, llevada por la demencia y la tristeza, se cortó el cuello.

Ese día Sloan fue bautizado con su nuevo nombre, cubierto con la sangre de su padre, madre y hermano, quedándose solo.

Sloan vivió los siguientes cinco años encerrado en su pequeño refugio: su casa ahora desprovista de vida. Era una cabaña de madera en medio de los bosques y ahí se cerró mentalmente al mundo, sin “vivir”. Tan solo tenía en mente la doctrina de su padre: “sobrevivir a toda costa”. Cazó, se alimentó, se entrenó. Estudió todos y cada uno de los libros de su padre, sus diarios y sus apuntes. Aprendió el manejo de las armas blancas, el arco y las flechas. La ballesta y la creación de pequeños explosivos para desorientar a sus presas. Con el tiempo Sloan se dio cuenta que tenía un don para la invención y la investigación: no solo fue capaz de mejorar los “artilugios” de caza de su padre, sino que además aprendió a hacerse sus propios ungüentos tanto curativos como venenosos. En definitiva, se había convertido en todo un cazador.
Pasados los diez, Sloan decidió abandonar aquel territorio ya conocido para aventurarse entre las calles y las puertas de sus vecinos, las personas. Cuando llegó a su primer pueblo todo le era desconocido: el trato entre la gente, sus forma de hablar, los sentimientos… todo. Llevado por su instinto se camuflaba entre las personas, imitando sus conductas y sus reacciones creando un patrón que le ayudó a “relacionarse”. Con doce años Sloan terminó de ajustarse a la gente, aunque en lo más profundo de su ser pensaba que nada de eso era real, y con ese pensamiento siguió su doctrina de cazador. ¿Sus presas? Las mismas que las de su padre. Al principio fue extremadamente difícil, ya que cazar criaturas oscuras no era lo mismo que cazar un zorro o un lobo: el riesgo era superior y los conocimientos de sus puntos débiles, necesarios.

A la edad de los quince se encontró con su primer licántropo y, sin saberlo, tenía delante de sus narices el culpable que arruinó para siempre su vida. La batalla fue tan dura como breve: el licántropo era más fuerte, más fiero y más grande. Sloan casi no tuvo oportunidad contra aquel monstruo que le rebanó con sus garras el costado izquierdo para luego morder su hombro derecho. La incisión lo dejó en estado de shock, sabiendo que moriría allí sin poder hacer nada. Lo último que vieron sus ojos fue la cabeza del licántropo, cercenada cayendo a su lado.

Pasaron semanas de fiebre desmesurada y estando al borde de la muerte, pero con los cuidados de su salvador, Sloan pudo “volver” a la vida. Cuando el chico pudo ponerse en pie se encontró con la cruda realidad: se había convertido en lo que su padre detestaba y cazaba. El cazador que tenía ante sus ojos le perdonó la vida, pero solo porque era un niño. Le prometió que, como se quedara con él o si se marchaba y se volvían a encontrar, acabaría con su vida sin pensarlo. Estaba maldito y lo estaría para siempre hasta el fin de sus días.
Sloan no se lo pensó dos veces y abandonó a su salvador. No podía quedarse en Irlanda, pues seguramente sería perseguido por aquel cazador. Conocía sus métodos y sus estrategias, así que decidió largarse del país, escondiéndose en su vecina Inglaterra, bajo las faldas de su capital, Londres.

Sloan creció, tanto física como mentalmente, aun manteniendo los traumas y la “falsedad” de su personalidad. Durante 38 años usó las dotes adquiridas como cazador para labrarse un nombre entre los desprotegidos y los renegados: los bajos fondos de Londres se convirtieron en su hogar y en su fortuna. Prontamente el nombre de “Grey” se hizo famoso en la capital, llamado así el criminal por llevar siempre una capa oscura cubierta de polvo gris (se dice que era ceniza) y oculto bajo una máscara que escondía sus extraños ojos. Los beneficios de aquel estilo de vida fueron benévolos con él, recaudando tal fortuna que nada tenía que envidiar a un noble. Con dicha fortuna se permitía caprichos, se compraba nuevas adquisiciones para sus armas o sus “remedios medicinales para la mente”. Pero donde más dinero se dejaba era en los burdeles. Casualmente, uno de dichos burdeles le cambió de nuevo su vida. O mejor dicho, una prostituta.

Su nombre era Diana Stevenson, y tan solo tenía quince años cuando se conocieron. No sería relevante su encuentro entre sábanas y monedas de por medio si no fuera porque, tras intentar robarle a la morena mientras dormía, esta lo descubrió con las manos en la masa y le propinó una buena paliza usando el mobiliario de su habitación. Cuando Sloan se volvió para arremeter contra la morena, esta le escupió en la cara y le dijo que lo maldecía: si ella moría, también lo haría Sloan. Conociendo la existencia de fuerzas más oscuras que su maldición y las los hechizos (supersticioso perdido), Sloan se creyó aquella mentira de la morena, convirtiéndose entonces sin querer en su eterno guardaespaldas.
Aquella relación con la prostituta se alargó durante once años, durante los cuales Sloan, por vez primera se veía impotente ante una mentira que no dejó de creer jamás. Pero algo cambió en él: cuanto más tiempo estaba con la morena más cambiaba. Descubrió sin darse cuenta una personalidad que jamás había tenido. Un trato “cordial” con sentido tan solo dentro de su maltrecha mente. Con el tiempo fue descubriendo lo que más tarde nombraría como “sentimientos”… o al menos, un eco de lo que hubiera tenido de haber vivido como un niño normal, llegando al punto incluso de querer aquella mujer, no por cobardía sino por un sentimiento tan profundo como la herida en su hombro, culminando en una noche pasional tras un trabajito conjunto. Sin saberlo, aquella noche donde dejó escapar lo que sentía por la morena traería sus consecuencias…

Un día, ella murió… o al menos eso es lo que se supo de ella. Llevado por la rabia y la desesperación, Sloan hizo gala de sus primeras estupideces, dejándose llevar por una rabia y tristeza que resquebrajaron su tortuosa mente. Durante varios días Londres fue atacada por un licántropo desbocado, cubriendo la ciudad con la sangre de cualquiera que se cruzara por delante. Nadie vio nada más que los cadáveres que fue dejando a su paso, al igual que los gritos de sus víctimas y los aullidos. En los periódicos se habló de un lobo de ojos dispares suelto por Londres, pero nada más.
Cuando la rabia ciega llegó a su fin apareció el turno de las estupideces. La locura lo llevó a la falta de tacto y de precaución, dejándose ver en innumerables ocasiones, ebrio de demencia y sin la máscara, llevando encima su capa cubierta de cenizas. Por suerte para él los rumores de Grey apuntaron a un hombre moreno de complexión fuerte y los ojos color miel: su heterocromía le salvó de ser descubierto completamente. Aun así, debía salir del país.
Seis meses pasaron entre los sucesos que lo llevaron a la locura extrema hasta que abandonó Londres para esconderse en París, llevándose consigo toda su fortuna adquirida.

Cuando cambiaron los aires su mente se despejó. Se ocultó entre el pueblo llano de París, haciéndose pasar por un extranjero más que quería visitar la ciudad de la luz y la belleza. Cuando el caos de Londres pasó y su cabeza volvió a funcionar como era debido, algo en ella hizo clic: “Estoy vivo…” Y si él lo estaba, ella también lo estaría… La pregunta era: ¿dónde estaba?

DATOS EXTRA

· Tiene cierto respeto hacia las artes oscuras.
· Revisa todo cuanto hace dos veces para no hacerlo una tercera vez.
· Siempre muestra una sonrisa en su rostro, menos cuando el "personaje" no lo precisa.
· En sus bolsillos siempre lleva un paquete de cerillas y algunos "canutillos medicinales".
· Se siente atraído por el fuego. Encuentra cierta calma entre sus llamas.
· Odia todo tipo de religión.
· La cocina no se le da nada mal. Incluso se le podría considerar todo un gourmet.
· Suele entonar una canción de cuna cuando se siente "perdido".
· Se pone a hablar con los animales. Sabe que no lo entienden, pero aun así, es una costumbre.
· Pese a ser de clase baja, tiene amasada una gran fortuna que la guarda cauteloso.
· Alguien le persigue. Lo nota desde los sucesos de Londres.
· Le atrae la música animada y alocada. Por ello muchas veces se deja caer por algún asentamiento gitano.
· Cuando se transforma, su pelaje es negro azabache, excepto en sus extremidades cubiertas por una mata de pelo gris oscuro desde la mitad de estas hasta sus garras. La punta de su cola y la punta de sus orejas muestran el mismo pelaje gris y la la herida de su costado mantiene el mismo color surcando cuatro franjas grises desde su espalda hasta su tórax.
· Hace tiempo que intenta controlar su parte bestial, pero sin resultados aparentes.
· La bebida le pierde.  
· Tiene conocimientos alquímicos y de herrería gracias a sus estudios como cazador.
· Es un coleccionista de libros extraños y de leyenda.

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