Buscando una alianza, la noche con la duquesa (+18) | La caída del Príncipe

La bruja hizo su viaje sola, esperaba triunfar en la misión que Benelope le había encomendado. Buscar una alianza con la duquesa de los Países Bajos. Ellas ya lo sabían todo sobre ella, era inclusive más vieja que la reina y por tanto con más poder. Y aunque Hadewish recelaba de ella, pues se consideraba lo suficientemente fuerte para derrotar ella sola a Violante no se negaba a las ordenes de su maestra. Sí Benelope creía que con la ayuda de la duquesa asesinarían a Violante sin mayor dificultad posiblemente tenía razón, así pues, Hadewish no lo cuestionaba.

Paciente esperaba a la duquesa, después de todo se encontraba en su palacio y no tenía autoridad alguna para mal portarse en aquella belleza de construcción. –Belleza– susurró Hadewish mientras pensaba en la edificación perteneciente a Keyla, y después en el hecho de que nunca había visto a la vampiro pero que se decía era hermosa. ¿Cual era la estrategia que usaría la bruja para conseguir el trato de la vampiro? Era sencillo, apelaría a los deseos carnales de la duquesa. Las Van Dussel sabían del bisexualismo de Keyla, su promiscuidad y la desenfrenada obsesión en el sexo. Así que esa sería su pieza, la belleza de Hadewish sería suficiente para atraer a la duquesa, de eso estaban seguras mas en Benelope existía un temor, esperaba que Keyla no se encaprichara de Hadewish o ésta no se enamorara de la temida por su discípulo, un tal Arleken Lunberg, Keyla Van Zuiverheid.

Pronto salió una mujer muy distinta a la que le abrió la puerta y condujo a la sala de estar, pero no era la duquesa, era una simple mortal. —La duquesa la espera en el recinto de la planta superior— anunció. La bruja frunció el ceño confundida, —¿Recinto?— expresó su incógnita con una voz lugubre lo que sobresaltó a la sirviente. —Así es mi señora, la habitación de mi ama— fue entonces que Hadewish sonrió, –¿será acaso que captó mis pensamientos o ya me espió en alguna parte de este gran palacio?– pensó mientras se ponía de pie. —[color=springgreen]Muy bien, lléveme entonces[/color— le sonrió y le siguió.

Caminaron por un largo pasillo lleno de cuadros de la que supuso era la duquesa, fue en ese momento que corroboró lo que había escuchado sobre ella... realmente era bella. Prosiguieron el camino luego de subir una escalera de amplios pero para nada altos escalones; luego se introdujeron a otro pasillo hasta llegar al fondo donde una puerta entre abierta arrojaba un haz de luz. La sirvienta se detuvo y con un gesto le insinuó entrara, después se retiró sin darle la espalda a la habitación mas si con la cara agachada. Hadewish respiró profundamente y abrió la puerta, ingresó luego de ver una figura femenina de espaldas, lucía un vestido rojo de noche mostrando gran parte de su espalda extremadamente blanca. El cabello rubio le caía en bucles bien definidos.

Antes de que se diera media vuelta Hadewish cerró la puerta como si se lo hubieran ordenado, después regresó su vista a la duquesa que lentamente giraba para mostrarse al fin al jovial rostro de la bruja. Keyla le sonrió con esos labios rojos y un brillo seductor en sus ojos. Hadewish se tensó y su corazón se aceleró pues resultaba ser más hermosa de lo que creía y se sentía completamente atraída a la figura como la porcelana que la miraba con deseos.

La duquesa había captado los pensamientos de la intrusa mucho antes de que se acercará a su palacio. Le había interesado de sobremanera que pensara en ella, de que en su mente estuviera anidado el nombre Keyla Van Zuiverheid. Eso le excitaba.

Cuando atravesaba los portones la vio desde la oscuridad de su habitación, con esos ojos asesinos, los ojos del diablo. Era tan hermosa que Keyla sintió deseos por ella. —Serías un extraordinario juguete señorita Hadewish— la vampireza no la conocía pero aquella bruja no limitaba sus pensamientos, ni siquiera intentaba inútilmente en ocultarlos. Era como si a propósito pensara esa información y al momento en que Keyla se dio cuenta sonrió satisfecha. —Además inteligente— y la perdió pues atravesó la puerta.

—Hazla esperar en la sala de estar, yo bajaré— se dirigió por medio de la mente a la mujer que fungía de ama de llaves. Luego esperó y escuchó como la orden que había dado se cumplía. La duquesa no tenía mucho tiempo en haber despertado por lo que se encontraba, según su exigente criterio, en calidad para recibirla.

Se dirigió a su amplio guardarropa y seleccionó un galante y atrevido vestido rojo. Entre los pensamientos de la que ahora era su invitada figuraba su sexualidad y sí Keyla no se equivocaba era homosexual o en su defecto bisexual pues tenía un íntimo interés en la duquesa.

Cuando estuvo vestida percibió un pensamiento aún más interesante. —¿Pretende que dé muerte al príncipe de los Países Bajos?— dijo seguido de una risotada, aunque ella no lo había tratado aún, para Keyla significaba un paso para la corona y aunque se había mantenido pasiva hasta ese momento tarde o temprano iniciaría su intención de buscar la corona de la reina.

—Hazla subir hasta mi habitación Anabel— volvió a ordenar por medio de la mente y esperó paciente, la duquesa dejó los pensamientos de Hadewish en paz, pronto la encararía y la obligaría a decirle de que iba, ¿quién era Benelope Van Dussel?

Escuchó los pasos de ella ingresando en el interior y después cómo cerró la puerta. La duquesa sonrió y se dio vuelta despacio dejando un espacio suficiente para que Hadewish se maravillara con el perfil definido de Keyla. Con deseos vio a la bruja que no llevaba un vestido elegante ni mucho menos pero que la miraba con una arrobadora fascinación, como si Keyla se tratara de una mismísima diosa. —Dejemos las formalidades a un lado Hadewish Van Dussel, si no quieres que te destruya en este instante dime el verdadero motivo de plantearte frente a mí... ¿En serio pretenden tu y tu maestra destruir al príncipe que está bajo la protección del temido Dragos?— dijo sin más en un tono sereno.

Hadewish se percató de que Keyla había descubierto lo fascinada que la bruja se sentía frente a ella. Nunca antes había visto a una vampiro como la duquesa, con esa piel tan blanca, como una muñeca a tamaño humano perfecta, así era Keyla, perfecta. Hadewish no dijo nada a las palabras de la duquesa, ni siquiera pensó en una respuesta o el simple hecho de por qué estaba allí; en ese momento sólo le interesó sentarse en un sillón de forro rojo, era cómodo y amplio; la bruja cruzó las piernas, llevaba puesto un vestido negro, quizás no tan glamuroso como el de su anfitriona pero al menos le resaltaba su busto de pechos bien proporcionados y las pantorrillas bien definidas.

—Ustedes los vampiros, si me excusa decirlo, no hacen más que fastidiar la vida de otros. Nuestro motivo es ajusticiar al príncipe por lo que le hizo a los Dussel en el pasado... dígame duquesa, ¿cree qué Dragos iniciará una cruzada si Violante muere?— comentó sin apartar la vista de Keyla que hacía exactamente lo mismo. Vio a su anfitriona acercarse a ella, sostenía una sonrisa pícara y por un instante la caucásica piel de Hadewish se incendió en un discreto rubor. —En el pasado Dragos lo abandonó para vivir su aventura con la actual reina y ahora que rey y reina se reencuentran nosotras dudamos que atienda a su vástago antes que a los caprichos de Amanda— agregó segura de que todo lo que decía era verdad. Todo eso había sido parte de la investigación de Benelope y la bruja confiaba ciegamente en ella, después de todo también era una Van Dussel y les había prometido la gloria.

—Mis intenciones no son precisamente que sea la autora intelectual en la caída del príncipe, sino que se convierta en nuestra aliada así como lo será la princesa. No sólo los mortales codician el poder ustedes también y nosotras te ofreceremos un acercamiento a la corona; además a mí me gustaría... eres tan hermosa que me haz hechizado...—digo sin poder continuar pues la duquesa la había silenciado posando sus dedos fríos sobre los cálidos labios de Hadewish.

El argumento de la bruja fue del agrado de la duquesa, si antes había mencionado su inteligencia ahora la reafirmaba. —Hasta han dado nombre a su operación— dijo Keyla mientras la silenciaba con su dedo. Los cálidos labios de Hadewish provocaron en Keyla una atracción especial, pero se contuvo, —la caída del príncipe... ¿dices?, pienso que es osado lo que quieren, ¿tienen el favor de la princesa?, creo que hablas mucho Hadewish y ofrecer la corona no es prudente. Ustedes no me pueden dar la corona de Amanda Smith— recriminó con un porte elegante, después separó su dedo de los labios de Hadewish y le señaló un asiento.

Keyla caminó hasta un sofá donde tomó asiento y volvió a señalarle el asiento para que Hadewish lo ocupara. —Yo no pienso ir en contra de mi príncipe, mejor dame una razón por la que no tengo que destruirte en estos momentos— setenció al tiempo que cruzaba sus piernas.