Ces't mon coeur, un mort vivant. | Dante

por **Ophelia M. Haborym** Vie Jul 26, 2013 5:39 pm

Era la segunda vez que llegaba a aquel acantilado tan lejano, a solas. Dejó las riendas del caballo bien atadas al tronco del árbol más grueso que rodeaba el precipicio, como si le tratase de tomar el pelo a la gravedad. La verdad es que nunca tuvo claro qué le hacía alejarse tanto de mi vida tranquila, fácil, propia de alguien que si bien no pertenece a la nobleza, tiene el dinero suficiente para equipararse a la misma. Digamos que, esa vida que para muchos podría resultar utópica y deseable, para ella no era más que una condición impuesta desde su re-nacimiento. Bailes, fiestas, lujos, no eran más que maneras de pasar el tiempo, cuando tienes tanto que no sabes en qué gastarlo, en qué exprimirlo, cómo hacer para que pase tan rápido que ni te des cuenta... Porque si una cosa caracteriza a la eternidad, es el exceso de tiempo libre. Y pese a no ser humana, recordaba que entonces el tiempo solía pasar de forma más fluida. Tal vez fuese por la fugacidad propia de esa existencia. Sí, quizá era eso. Aunque las personas sean descuidadas respecto a sus vidas, la realidad es que tienen que vivirla, exprimirla al máximo, por lo corta que se les queda. El final es abrupto y, normalmente, impredecible. Pero para ella no. No ahora. Su primer fin sí iba a ser repentino e inmerecido, pero casi consiguió su propósito. El segundo, fue poco meditado pero placentero. ¿Alguna vez habéis sentido al demonio tan cerca como para cegar cualquier otra visión? Eso mismo sintió ella cuando su creador blandió aquellos colmillos en su carne. Un final apoteósico para una vida corta pero intensa. Y ese podría haber sido el fin perfecto. Pero despertó, y cumplió su venganza renunciando a su humanidad. Quizá era de lo que más orgullosa se sentía, de poder presumir ante cualquiera de su ausencia de sentimientos. Eso la hacía superior a los humanos, más firme en sus decisiones. Porque probablemente no hubiese una cabeza más fría que la suya, al no haber ninguna emoción que intentara trastocar sus planes. Pero el tiempo libre otorga demasiado tiempo para pensar...

¿Dejar la mente en blanco? Que absurdo sonaba aquello cuando no eras tan imbécil como un humano crédulo, que realmente pensaba en ello como algo posible. Podría haber dejado la mente en blanco si realmente hubiese algo en su mente que le recordase a ese color. Pero nada inmaculado era visible en su memoria. Incluso su infancia, aquella infancia lejana y ausente, yerta, estaba manchada por la oscuridad de la pérdida, del abandono, de la derrota. De las miserias que su madre compartía con sus hijos, del alcohol... De la crueldad más absoluta. Nunca le contaron cuentos, o mentiras para endulzarle la existencia. Todo siempre fue como era, y así lo veía. Imaginaba mundos mejores en los que vivir en un futuro. ¿Y en qué se había convertido el mundo? En una bolsa de ilusiones desechadas, de muerte, de horror, de resignación. Aquel no era el mundo con que casi dos mil años atrás soñaba. No se parecía en absoluto. Cuando lo observaba fríamente, se daba cuenta de lo engañada que se había tenido a sí misma suponiendo que nunca quiso convertirse en lo que realmente era, en todos los sentidos. Probablemente lo hubiese añorado en silencio durante años, hasta que aquel hombre que le enseñó a controlar los nuevos impulsos que la asaltarían, se topó con ella y le mostró lo que era tener verdadero poder para cambiar las cosas. Al menos, las que quisiera cambiar, y por supuesto, para beneficio propio. Si no fue generosa en vida, no iba a serlo después de la muerte. Ella era lo en lo que los años la habían transformado, pero sólo a causa de sí misma. El tiempo sólo le había demostrado que tratar de ser justo era una soberana estupidez, y que los valientes casi nunca sobreviven. Y pese a no ser ninguna cobarde, había sobrevivido bastante más de lo que cualquiera se hubiera imaginado en un principio. ¿Cómo? Manteniendo la cabeza fría. Había aprendido a actuar como una máquina, y lo cierto es que le iba de fábula.

Y sin embargo, aun estando relativamente satisfecha con lo que el paso de los años habían hecho en su persona, a veces imaginó ponerle fin al caer de la arena de su reloj, y decidir de una vez por todas que su tiempo dejase de estar estancado. Su mente tenía más de dos mil años, y pese a lo joven que parecía, la vejez llega para todos, aunque no sea de la misma forma. Había visto y hecho cosas que las personas normales, de a pie, ni se atreverían nunca a soñar. Había sido testigo de injusticias, y había cometido muchas... Y no se sentía mal por ello. Lo cierto es que le daba igual, y quizá por ese motivo pensaba en dar fin a su caminar por el mundo, hasta que un nuevo mundo despertase sobre ella. Pero no había manera posible (humanamente no sería buen término, por aquello de que lo único que de humano conservaba tras tanto tiempo, era el "disfraz" de piel que otros veían), de llevar acabo tal hazaña. No compleja porque formas habría, sino por la incapacidad de resolver que el tiempo se perdería de todas formas, estuviese ella o no presente. No era la única estancada en aquel mundo, en aquella sociedad... El hecho era que si no avanzaba era porque la sociedad misma era más joven de lo que lo era su mentalidad. Pero, ¿morir? ¿Qué muerte deparaba a quien ya había muerto y regresó del más allá, del que se supone, nadie vuelve? Ella no podía morir. No conocía la forma ni tenía intención de detenerse sólo porque una especie de necios gobierne el mundo en el que, por desgracia, ella también tenía que vivir. Lo ideal sería poder escaparse un instante que durara décadas, para luego renacer nuevamente, en los cimientos de una sociedad distinta.

Sus cavilaciones se extendieron por largo rato, mientras sus pies se movían de un lado para otro, de un árbol a otro, de un universo al siguiente... Y es que cuando se quiso dar cuenta, ya era noche cerrada y se hallaba medio perdida en mitad de aquel espeso bosque. No es que la inquietara aquel hecho, simplemente dudaba de si con tanta vegetación podría ver el amanecer cuando finalmente se acercara. No le apetecía convertirse en polvo de aquella manera tan burda. Se encogió de hombros, consciente de que el bosque no era lo suficientemente grande como para no ser capaz de salir de él en toda la noche. La Luna resplandecía en todo lo alto, llena, plena. La favorita de los lobos, se dijo, para dibujar instantáneamente una sonrisa de oreja a oreja. Aquellas criaturas siempre le habían causado curiosidad. Humanos con la capacidad de convertirse en una bestia cuya fuerza podía equipararse a uno de los suyos. Era interesante, cuanto menos. Aunque el hecho de que aún conservaran sus sentimientos humanos les convertía en débiles e inestables. Aún así, no dejaba de ser interesante. Dio media vuelta y echó a caminar nuevamente, pensado que quizá con suerte se toparía con uno antes de regresar al caballo. O quizá se topara con otra cosa, quien sabía... Igual hasta podría alimentarse antes de regresar a casa...

por **Dante Rollans** Miér Ago 21, 2013 6:30 am

La noche estaba algo tranquila pero conociendo los primeros pasos por Paris nada era lo que parecia y porque no dirigirme hacia el bosque donde me solia encontrar tranquilo. Sabia que nada era seguro hasta que te asegurabas sobretodo en las noches que se llenaban de seres que mejor a veces no conocer. Durante varios años de mi vida habia tenido que luchar contra tantos vampiros o lobos que estaba ya cansado de que se complicara a veces las cosas. Tenia marcas en mi cuerpo que podian demostrar hasta que punto habiamos llegado cuando nos encontrabamos, tambien sabia que esos seres hacian daño a los seres humanos y debia de dar cartas en el asunto aunque ahora mismo no estaba de servicio ni nada. Mas bien habia salido a dar un paseo ya que recien entraba en la ciudad y me costaba encontrar zonas tranquilas por ser cuando salian los borrachos de las tabernas incluso los jovenes de turno que molestaban con sus tonterias en cualquier lado. Sabia que tenia que aguantar a menos hasta que conociera suficiente la ciudad.

El camino se me habia hecho corto solamente porque no estaba prestando atencion hacia donde iban mis pasos, dejaba que solamente el mismo rumbo me llevara de por si hasta donde quisiera. Me adentraba aun mas entre los arboles con total tranquilidad de saber que iba a estar completamente tranquilo y nadie me molestaria. Me dolia bastante la herida de mi costado que la habia curado como pude, no queria que nadie me curara y tampoco tener que estar parando y me preguntara que me habia hecho esto... La ultima vez habia sido un vampiro o mas bien femenina ya que la marca de sus uñas me habia dejado en un costado. Mientras avanzaba me encontre algo cansado pero me llamo la atencion que habia escuchado algo, mi mirada se fijo fija en un punto a pesar de que seguia escuchando algo.

Camine lentamente dirigiendo mis pasos algo mas lento hasta que termine viendola entre las ramas que aparte para quedarme frente a la hermosa mujer de cabellos oscuros. Porque esta tan tranquila, me quede alli a cierta distancia asintiendo.- Buenas noches madame... esta algo lejos de la ciudad no cree?.- preguntaba mientras me dejaba ver entre los arboles.- Creo que no es comun encontraros por aqui...- haciendo referencia de que las personas que eran como ellos. No sabia bien como actuaria pero eso me preocupaba ya que mis movimientos se habian visto reducidos por el hecho de tenerla frente a mi de forma que me impedia bastante el dolor de la herida que notaba como habia mojado un poco la venda de sangre.- Espero no importunarla esta noche.-

Spoiler:

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